Zelazny Roger El Senor de La Luz

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    EL SEOR DE LA

    LUZRoger Zelazny

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    Ttulo original: Lord of LightTraduccin: Domingo SantosCubierta: Tomas C. Gilsanz1967, Roger Zelazny1976, Mercury Press Inc1986, Ediciones Orbis SA

    ISBN: 84-7634 862 2 DL B-41 387-1986Corregido: Silicon 3/2008

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    Se dice que cincuenta y tres aos despus de su liberacin regres de la Nube Doradapara aceptar una vez ms el desafo del Cielo, para oponerse al Orden de la Vida y alos dioses que lo haban ordenado as. Sus seguidores haban rezado por su regreso,aunque sus plegaras fueran pecado. Las plegarias no deban perturbar a quien habaido al Nirvana, fueran cuales fuesen las circunstancias de su ida. Sin embargo, los portadores de la tnica azafrn rezaban para que l, Manjusr, el de la Espada,volviera entre ellos. Se dice que el Boddhisatva los escuch...

    Quien aplac sus deseos, quien es independiente desus races, cuyo abono es la vacuidad... libre y sin hue-llas... su sendero es tan desconocido como el de los pja-ros cruzando el cielo.

    Dhammapada (93)

    Sus seguidores le llamaban Mahasamatman y decan que era un dios. lprefera, sin embargo, dejar el Maha- y el -atman y llamarse Sam. Nuncaafirm ser un dios. Pero tampoco afirm nunca no serlo. Dadas las cir-cunstancias, ninguna admisin poda reportarle beneficio. El silencio, encambio, s.

    En consecuencia, lo rodeaba el misterio.Fue en la estacin de las lluvias.Fue en la poca de las grandes aguas...Fue en los das de las lluvias cuando se elevaron sus plegarias, no del

    sobar de los nudos de las cuerdas de rezar o el girar de las ruedas de ora-

    cin, sino de la gran mquina de oraciones del monasterio de Ratri, diosade la Noche.

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    Las plegarias de alta frecuencia fueron dirigidas hacia arriba, cruzandola atmsfera y hasta ms all, y penetraron en esa nube dorada conocidapor todos como el Puente de los Dioses, que rodea completamente elmundo y es visto como un arco iris de bronce por la noche y es el lugardonde el rojo sol se vuelve anaranjado al medioda.

    Algunos de los monjes dudaban de la ortodoxia de esta tcnica de ora-cin pero la mquina haba sido construida y era controlada por Yama-Dharma, cado de la Ciudad Celestial, y se deca que haba construidotambin haca siglos el poderoso carro del trueno del Seor Shiva, eseartefacto que cruzaba volando los cielos y arrojaba gotas de fuego en suestela.

    Pese a haber cado en desgracia, Yama segua siendo considerado comoel ms poderoso de los artificieros, aunque no se dudaba que los Dioses de

    la Ciudad le haran morir de muerte real si saban lo de la mquina deoraciones. Y se supona igualmente que de todos modos le haran morir lamuerte real sin la excusa de la mquina de oraciones si alguna vez llegabana echarle la mano encima. Bien, la forma en que arreglara este asunto conlos Seores del Karma era cosa suya, pero nadie dudaba que cuando llegarael momento encontrara una forma de salirse. Tena la mitad de la edad dela propia Ciudad Celestial y apenas diez de los dioses recordaban la funda-cin de esa residencia. Era considerado ms sabio incluso que el SeorKubera en los asuntos del Fuego Universal. Pero sos eran slo sus atribu-tos menores. Era ms conocido por otra cosa, aunque pocos hombreshablaban de ella. Era alto, aunque no demasiado, robusto, pero no pesado,sus movimientos eran lentos y fluidos. Vesta de rojo y hablaba poco.

    Cuidaba de la maquina de oraciones y el gigantesco loto de metal quehaba instalado en la parte ms alta del techo del monasterio giraba y girabasobre su alvolo.

    Caa una ligera lluvia sobre el edificio, el loto, y la jungla a los pies de lasmontaas. Durante seis das haba ofrecido muchos kilovatios de plegarias

    pero la esttica impeda que le oyeran en Las Alturas. Casi sin aliento apela las ms notables deidades de la fertilidad de la corriente invocndolas porsus ms prominentes Atributos.

    El retumbar del trueno respondi a su peticin y el pequeo mono quele ayudaba lanzo una risita. Dio unos pequeos saltos a su alrededor.

    Tus plegarias y tus maldiciones dan el mismo resultado Seor Yama comento el mono. Es decir, nada.

    Has necesitado diecisiete encamaciones para llegar a esta verdad?

    dijo Yama. Entonces puedo ver por qu sigues siendo un mono.

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    No es as dijo el mono, cuyo nombre era Tak. Mi cada, aunquemenos espectacular que la tuya, implic de todos modos elementos demalicia personal por parte de...

    Ya basta! exclam Yama, volvindose bruscamente de espaldas a l.Tak se dio cuenta de que deba haber tocado un punto sensible. En un

    intento por encontrar otro tema de conversacin, se dirigi a la ventana,salt su amplio alfizar y mir hacia arriba.

    Hay una brecha en la capa de nubes, hacia el oeste dijo.Yama se acerc, sigui la direccin de su mirada, frunci el ceo y asin-

    ti.S dijo. Qudate donde ests y avsame.Se dirigi a un panel de controles.El loto dej de girar sobre sus cabezas, se enfoc hacia el trozo de cielo

    libre.Muy bien dijo. Estamos consiguiendo algo.Su mano se agit sobre un panel de control separado del resto de la

    maquinara, accionando una serie de interruptores y ajustando dos diales.Debajo de ellos, en los cavernosos subterrneos del monasterio, fue re-

    cibida la seal y se iniciaron otros preparativos: fue avisada la anfitriona.Las nubes se estn cerrando de nuevo! exclam Tak.No importa ahora dijo el otro. Hemos pescado a nuestro pez. Ah

    viene, fuera del Nirvana y hacia el loto.Hubo otro trueno, y la lluvia empez a caer con un sonido como de

    granizo contra el loto. Las azules serpientes de los relmpagos zebraron lascimas de las montaas, silbando.

    Yama cerr un ltimo circuito.Cmo crees que le sentar encarnarse de nuevo? pregunt Tak.Ve a pelar pltanos con los pies! Tak prefino considerar aquello como una despedida y abandono la

    habitacin, dejando que Yama se encargara de cerrar la maquinaria. Tom

    un largo corredor y descendi un amplio tramo de escaleras. Alcanz elsiguiente rellano, y mientras aguardaba unos momentos all oy sonido devoces y el roce de sandalias contra el suelo, viniendo en su direccin desdeuna sala lateral.

    Trep sin vacilar por la pared, utilizando una serie de panteras talladas yuna hilera opuesta de elefantes como asideros. Se mont en una viga, seretir a unas sombras protectoras y aguard, inmvil.

    Dos monjes de oscuras tnicas entraron cruzando un dintel, con los

    pies deslizndose silenciosamente sobre el desgastado suelo de piedra.Por qu no puede ella despejarles el cielo? dijo el primero, en vozbaja.

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    El segundo, un hombre ms corpulento y de mayor edad, se encogi dehombros.

    No soy un sabio que pueda responder a tales cuestiones. Es evidenteque ella est ansiosa, o de otro modo nunca le hubiera ofrecido este refu-gio, ni a Yama este uso. Pero quin puede sealar los limites de la noche?

    O el talante de una mujer dijo el primero. He odo decir que ni si-quiera los sacerdotes saban de su llegada.

    Es posible. Sea como sea, parece un buen presagio.S lo parece.Cruzaron otro dintel, y Tak escuch los sonidos de sus pasos alejndo-

    se hasta que slo hubo silencio.De todos modos, no abandon su percha.El ella a que los monjes se referan slo poda ser la diosa Ratri en

    persona, adoptada por la orden que haba ofrecido refugio a los seguidoresdel Alma Grande Sam, el Iluminado. Ahora Ratri tambin tena que serincluida entre los cados de la Ciudad Celestial que llevaban un cuerpomortal. Tena muy buenas razones para sentirse amargada por todo elasunto, y Tak se dio cuenta del peligro que ella estaba corriendo ofreciendorefugio, sin mencionar el hecho de estar fsicamente presente durante laoperacin. Aquello poda comprometer cualquier posibilidad de una futurarehabilitacin, si algo de todo aquello llegaba a los odos adecuados. Tak larecord como una belleza de pelo negro y ojos dorados, pasando en sucarro lunar de bano y cromo, tirado por caballos blancos y negros y guia-do por su auriga, tambin blanco y negro, cruzando la Avenida del Cielo,rivalizando incluso con Sarasyati en su gloria. Su corazn lati fuertementeen su peludo pecho. Tena que verla de nuevo. Una noche, haca muchotiempo en tiempos ms felices y con una mejor forma, haba bailado conella en un balcn bajo las estrellas. Haban sido tan slo unos breves mo-mentos. Pero los recordaba, y es difcil ser un mono y tener tales recuer-dos.

    Descendi de la viga.Haba una torre, una alta torre que se elevaba en la esquina nordeste del

    monasterio. Dentro de esa torre haba una estancia. Se deca que contenala morada de la presencia de la diosa. Era limpiada cada da, la ropa de lacama cambiada, el incienso quemado y la oferta votiva depositada justo allado de la puerta. Esa puerta permaneca normalmente cerrada.

    Por supuesto, haba ventanas. La pregunta de si un hombre podrahaber entrado de alguna forma por una de aquellas ventanas era simple-

    mente acadmica. Tak prob que un mono s poda.Subi al techo del monasterio y procedi a escalar la torre, avanzandode resbaladizo ladrillo a resbaladizo ladrillo, de proyeccin a irregularidad,

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    con el cielo gruendo como un perro sobre l, hasta que finalmente seaferr a la pared justo debajo del alfizar exterior. Una lluvia persistentecaa sobre l. Oy a un pjaro cantar dentro. Vio el extremo de un paueloazul, mojado, colgando sobre el alfizar.

    Se aferr al borde y se iz con precaucin, hasta que pudo mirar de-ntro.

    Ella le daba la espalda. Llevaba un san azul oscuro y estaba sentada, in-mvil, en un pequeo banco al lado opuesto de la habitacin.

    Acab de subir al alfizar y carraspe.Ella se volvi rpidamente. Llevaba un velo, de modo que sus rasgos

    eran indistinguibles. Le mir a su travs, luego se levant y cruz la estan-cia.

    Se sinti decepcionado. Su silueta, antes esbelta, era ahora ancha de cin-

    tura, su andar, antes el oscilar de un junco, era ahora un anadeo, su tez erademasiado oscura, incluso a travs del velo las lneas de su nariz y su man-dbula eran excesivamente pronunciadas.

    Hizo una inclinacin de cabeza. Y as te has acercado a nosotros, que a tu llegada hemos vuelto al

    hogar cant melodiosamente, como pjaros a su nido sobre un rbolElla se detuvo, inmvil como su propia estatua en el gran saln de aba-

    jo.Gurdanos de la loba y del lobo, y gurdanos del ladrn, oh Noche,

    para que as nuestro trnsito sea buenoElla adelant lentamente un brazo y apoy su mano sobre la cabeza de

    el.Tienes mi bendicin, pequeo dijo al cabo de un momento desgra-

    ciadamente, eso es todo lo que te puedo dar. No ofrezco proteccin niproporciono belleza, pues yo misma carezco de estos lujos Como tellamas?

    Tak dijo el mono.

    Ella se llev una mano a la frente.Una vez conoc a un Tak dijo, en un tiempo muy lejano, en un lugar

    distante.Yo soy ese Tak, seora.Ella se sent en el alfizar. Al cabo de un momento l se dio cuenta de

    que estaba llorando tras su velo.No llores, diosa Tak est aqu. Recuerdas a Tak, de los Archivos? El

    de la Brillante Lanza? Sigue estando dispuesto a hacer lo que t desees.

    Tak... dijo ella. Oh, Tak! T tambin? No lo saba! Nunca o...Otra vuelta de la rueda, seora, y quin lo sabe? Puede que algn dalas cosas sean mejores de lo que nunca lo fueron antes.

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    Not el estremecimiento de los hombros de la diosa. Adelant una ma-no, la retir.

    Ella se volvi y la tom.Tras una eternidad, ella dijo:El curso normal de los acontecimientos no nos devolver lo que per-

    dimos ni arreglar las cosas, Tak de la Brillante Lanza. Debemos abrirnosnuestro propio camino.

    Qu quieres decir? inquiri l, luego. Sam?Ella asinti con la cabeza.

    l es el indicado. Es nuestra esperanza contra el Cielo, querido Tak. Sinuestra llamada tiene xito, tenemos una posibilidad de vivir de nuevo.

    Es por eso por lo que corres este riesgo, por lo que te metes en lasfauces del tigre?

    Por qu otra razn? Cuando no hay autnticas esperanzas debemosacuar las nuestras propias. Aunque la moneda est falsificada sigue exis-tiendo la posibilidad de hacerla circular.

    Falsificada? No crees que fue el Buda?Ella ri brevemente.

    Sam fue el ms grande charlatn en la memoria de dioses y hombres.Fue tambin el ms digno oponente con el que jams se enfrentara Tri-murti. No me mires tan impresionado cuando digo esto, Archivero! Sabesque l rob la trama de su doctrina, el sendero y su fin, la tela en s, deolvidadas fuentes prehistricas. Era un arma, nada ms. Su mayor fuerzafue su insinceridad. Si pudiramos hacer que volviera...

    Seora santo o charlatn, havuelto.No te burles de m, Tak.Diosa y seora, acabo de dejar al Seor Yama cerrando la mquina de

    oraciones, frunciendo el ceo ante su xito. Las posibilidades estaban tan en contra... El Seor Agni dijo en una

    ocasin que algo as no poda conseguirse.

    Tak se puso en pie.Diosa Ratri dijo, quin, sea dios u hombre, o cualquier cosa entre

    ellos, sabe ms de tales asuntos que Yama?No tengo respuesta para esa pregunta, Tak, porque no existe. Pero

    cmo puedes decir con segundad que ha atrapado a nuestro pez en su red?Porque es Yama.Entonces toma mi brazo, Tak. Escltame de nuevo, como hiciste una

    vez. Vayamos a ver al durmiente Boddhisatva.

    La condujo fuera de la estancia, bajaron las escaleras, y entraron en lashabitaciones de abajo.

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    La luz, no nacida de las antorchas sino de los generadores de Yama, lle-naba la caverna. El lecho, instalado sobre una plataforma, estaba cerradopor tres lados con mamparas. La mayor parte de la maquinaria estabaoculta tambin por mamparas y cortinas. Los monjes de tnica azafrn quese hallaban de servicio se movan silenciosamente de un lado para otro dela habitacin. Yama, el maestro artificiero, permaneca de pie junto allecho.

    Mientras se acercaban, algunos de los bien disciplinados e imperturba-bles monjes lanzaron breves exclamaciones. Tak se volvi hacia la mujer asu lado y retrocedi un paso, sintiendo que su aliento se negaba a brotar desu garganta.

    Ya no era la pequea y rechoncha matrona con la que haba hablado.

    Estaba de nuevo al lado de la Noche inmortal, de la que se haba escritoLa diosa ha llenado el enorme espacio, hasta sus profundidades y susalturas. Su resplandor aleja las tinieblas

    Mir slo un momento y se cubri los ojos. Ella segua mostrando lahuella de su Aspecto distante.

    Diosa... empez.Vayamos junto al durmiente afirm ella. Se est agitando.Avanzaron junto al lecho.Ms tarde reflejado en murales al final de incontables pasillos, tallado en

    las paredes de los templos y pintado en los techos de numerosos palacios,se produjo el despertar de quien era diversamente conocido como Maha-samatman, Kalkn, Manjusri, Siddhartha, Tathagatha, Binder, Maitreya, elIluminado, Buda y Sam. A su izquierda estaba la diosa de la Noche, a suderecha se alzaba la Muerte, Tak, el mono, estaba acuclillado a los pies dela cama, eterno comentario sobre la coexistencia de lo animal y lo divino.

    Su cuerpo era de mediana altura y edad, moreno y vulgar, sus rasgoseran regulares, sin nada que los distinguiera, cuando sus ojos se abrieron se

    revelaron azules.Salve, Seor de la Luz! Fue Ratri quien pronunci aquellas palabras.Los ojos parpadearon. Estaban desenfocados. En ningn lugar de la es-

    tancia se apreciaba el menor movimiento.Salve Mahasamatman, Buda! dijo Yama.Lo ojos miraron al frente, sin ver.

    Hola, Sam dijo Tak.La frente se frunci un poco, los ojos se entrecerraron, se posaron en

    Tak se dirigieron a los dems.Dnde? pregunt, en un susurro.Mi monasterio respondi Ratri.

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    Contempl su belleza, inexpresivo.Luego cerr los ojos y los mantuvo fuertemente apretados, dejando que

    se formaran arrugas en sus comisuras. Una mueca de dolor curv su boca,transformndola en un arco cuyas flechas eran los apretados dientes.

    Eres realmente aqul a quien hemos nombrado? pregunt Yama.No respondi.

    Eres t quien luch contra el ejrcito del Cielo y lo detuvo en las ori-llas del Vedra?

    La boca se relaj.Eres t quien am a la diosa de la Muerte?Los ojos aletearon. Una dbil sonrisa cruz sus labios y desapareci.

    Es l dijo Yama, luego. Quin eres, hombre?Yo? No soy nada respondi el otro. Una hoja atrapada en un re-

    molino, quizs. Una pluma en el viento.Lstima dijo Yama, porque ya hay suficientes hojas y plumas en elmundo para que yo haya trabajado tanto tiempo nicamente para incre-mentar su numero. Yo deseaba un hombre, uno que pudiera proseguir unaguerra interrumpida por su ausencia, un hombre poderoso que pudieraoponerse con ese poder a la voluntad de los dioses. Cre que t eras l.

    Soy... mir de nuevo de soslayo a su alrededor ...Sam. Soy Sam. Unavez, hace mucho tiempo...,luch?. Muchas veces...

    T fuiste Alma Grande Sam, el Buda No lo recuerdas?Quiz fui... Un lento fuego alumbr sus ojos. S dijo al cabo de un

    momento. S, lo fui. El ms humilde de los orgullosos, el ms orgullosode los humildes. Luch. Ense el Camino durante un tiempo. Luch denuevo, ense de nuevo, prob la poltica, la magia, el veneno... Luch enuna gran batalla tan terrible que el propio sol ocult su rostro ante la carni-cera... con hombres y dioses, con animales y demonios, con espritus de latierra y del aire, del fuego y del agua, con slagartos y caballos, espadas ycarros...

    Y perdiste dijo Yama.S, es cierto. Pero les dimos un buen espectculo, no? T, dios de la

    muerte, eras mi auriga. Ahora me vuelve todo a la memoria. Fuimoshechos prisioneros, y los Seores de Karma tenan que ser nuestros jueces. T escapaste de ellos mediante la muerte voluntaria y el Camino de laRueda Negra. Yo no pude.

    Eso es correcto. Tu pasado fue expuesto ante ellos. Fuiste juzgado Yama mir a los monjes que ahora se haban sentado en el suelo, con las

    cabezas inclinadas, y baj la voz. Hacerte morir la muerte real te hubieraconvertido en un mrtir. Permitirte deambular por el mundo, bajo cual-quier forma, hubiera dejado la puerta abierta para tu regreso. As que, del

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    mismo modo que t robaste tus enseanzas del Gautama de otro tiempo ylugar, ellos robaron el relato de los ltimos das de ste entre los hombres.Fuiste juzgado merecedor del Nirvana. Tu atmanfue proyectado, no a otrocuerpo, sino al interior de la gran nube magntica que rodea este planeta.Eso fue hace ms de medio siglo. Ahora eres oficialmente un avatar de Visn, cuyas enseanzas fueron mal interpretadas por algunos de susseguidores ms celosos. T, personalmente, continuaste existiendo tan sloen la forma de longitudes de onda autoperpetuantes, que yo consegucapturar.

    Sam cerr los ojos.Y te atreviste a traerme de vuelta?Correcto.Durante todo el tiempo fui consciente de mi situacin.

    Eso sospechaba.Los ojos se abrieron, llameantes.Y pese a ello te atreviste a reclamarme de all?S.Sam agit la cabeza.

    Hacen bien en llamarte el dios de la muerte, Yama-Dharma. Me hasarrancado de la experiencia definitiva. Has roto sobre la piedra oscura de tuvoluntad lo que se halla ms all de toda comprensin y mortal esplendorPor qu no pudiste dejarme como estaba en el ocano del ser?

    Porque hay un mundo que necesita tu humildad, tu piedad, tus gran-des enseanzas y tu maquiavlica astucia.

    Yama, soy viejo dijo Sam. Soy tan viejo como el mismo hombresobre este planeta. Fui uno de los Primeros, ya sabes. Uno de los autnti-camente primeros que vinieron a establecerse y a construir aqu. Todos losdems estn ahora muertos o son dioses... dei ex machinis. La oportunidadfue ma tambin, pero la dej pasar. Muchas veces. Nunca quise ser undios, Yama. No, de veras. No fue hasta ms tarde, cuando vi lo que ellos

    estaban haciendo, que empec a reunir en m todo el poder que me fueposible. Pero result demasiado tarde. Ellos eran demasiado fuertes. Ahorasolamente deseo dormir el sueo de los siglos, conocer de nuevo el GranDescanso, la beatitud eterna, or las canciones que cantan las estrellas en lasorillas del gran mar.

    Ratri se inclin hacia delante y mir directamente a sus ojos.Te necesitamos, Sam dijo. Lo s, lo s respondi l. Es la eterna recurrencia de la ancdota.

    Tienes un caballo voluntarioso, as que espolale otro kilmetro. Perosonri mientras deca aquello, y ella le dio un beso en la frente.Tak dio un salto en el aire y aterriz encima de la cama.

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    La humanidad se regocija observ el Buda.Yama le tendi una bata y Ratri le trajo unas zapatillas.

    Recobrarse de la paz que excede de toda comprensin lleva tiempo.Sam durmi. Mientras dorma, so, mientras soaba, dijo cosas en vozmuy alta, o simplemente grit. No tena apetito, pero Yama haba conse-guido para l un cuerpo robusto y en perfecta salud, uno capaz de soportarla conversin psicosomtica subsiguiente al retiro divino.

    Pero Sam se quedaba sentado durante una hora entera, inmvil, con-templando un guijarro o una semilla o una hoja. Y en tales ocasiones nopoda ser despertado.

    Yama vio en aquello un peligro, y habl de ello con Ratri y Tak.

    No es bueno que se retire del mundo de esta forma, ahora dijo. Hehablado con l, pero es como si me dirigiera al viento. No puede recuperarlo que ha dejado atrs. El intento le est costando toda su fuerza.

    Quiz has interpretado mal sus esfuerzos dijo Tak.Qu quieres decir?Te das cuenta de cmo observa la semilla que tiene ante l? Estudia

    las arrugas en las comisuras de sus ojos.S, Qu hay con ello?Parece como si bizqueara, Tiene algn defecto en la vista?No.Entonces, por qu bizquea?Para estudiar mejor la semilla.Estudiar? Ese no es el Camino tal como nos lo predic. Sin embargo,

    la estudia. No medita buscando dentro del objeto lo que conduce a la libe-racin del sujeto. No.

    Entonces qu hace?Lo inverso.

    Lo inverso?Estudia el objeto, considerando sus peculiaridades, en un esfuerzo por

    hallar un nexo de unin. Busca dentro de l una excusa para vivir. Intentauna vez ms envolverse dentro del velo de Maya, la ilusin del mundo.

    Creo que tienes razn, Tak! Era Ratri quien haba hablado. Cmopodemos ayudarle en sus esfuerzos?

    No estoy seguro, seora.Yama asinti, y su oscuro pelo capt un reflejo de luz del sol que pene-

    traba en la estrecha terraza cubierta.Has puesto el dedo en lo que yo no poda ver admiti. No ha regre-sado por completo, aunque tiene un cuerpo, camina sobre pies humanos,

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    habla como lo hacemos nosotros. Sus pensamientos se hallan todava msall de nuestro alcance.

    Qu podemos hacer, entonces? repiti Ratri.Llevarlo a largos paseos por el campo dijo Yama. Alimentarlo con

    exquisiteces. Agitar su alma con poesa y canciones. Servirle bebidas fuer-tes, no hay ninguna aqu en el monasterio. Vestirle con sedas de brillantescolores. Conseguirle una cortesana, o tres. Sumergirle nuevamente en lavida. Solamente as podremos quiz liberarlo de las cadenas de Dios. Est-pido de m de no haberlo visto antes.

    No te pongas as, dios de la muerte dijo Tak.La llama negra brot en los ojos de Yama, luego sonri.

    Soy pagado en mi propia moneda, pequeo admiti por los comen-tarios que, quiz sin pensar, vert en tus peludas orejas. Pido disculpas, ser-

    mono. Eres realmente un hombre, y un hombre de ingenio y percepcin.Tak hizo una inclinacin de cabeza.Ratri no.

    Dinos, astuto Tak, porque quiz hemos sido dioses demasiado tiempoy en consecuencia carecemos del ngulo de visin apropiado, cmo de-bemos actuar en este asunto de rehumanizarlo, para que sirva mejor a losfines que perseguimos?

    Tak desvi ahora su inclinacin de cabeza hacia Ratri.Como Yama ha propuesto declar. Hoy, seora, llvalo a un paseo

    por las colinas. Maana, el Seor Yama le conducir hasta el limite delbosque. Al da siguiente yo le llevar por entre los rboles y la hierba, lasflores y las enredaderas. Y veremos. Veremos.

    Que as sea dijo Yama, y as fue.

    En las semanas que siguieron Sam empez a interesarse por aquellospaseos con lo que a] principio pareci un leve inters, luego un moderado

    entusiasmo, y finalmente un autntico apasionamiento. Empez a salir sinacompaamiento durante perodos ms y ms largos de tiempo: al princi-pio fue durante varias horas por la maana, luego, por la maana y por latarde. Ms tarde empez a estar fuera todo el da, y en una ocasin un da yuna noche.

    A finales de la tercera semana, Yama y Ratri discutieron el asunto en laterraza cubierta a primeras horas de la maana.

    No me gusta esto dijo Yama. No podemos insultarle obligndole a

    aceptar nuestra compaa cuando l no la desea. Pero hay peligro ah fuera,especialmente para alguien nacido de nuevo como l. Me gustara saber enqu pasa las horas.

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    Pero haga lo que haga, eso le est ayudando a recuperarse dijo Ratrimetindose un dulce en la boca y agitando una carnosa mano. Est me-nos distante. Habla ms, incluso bromea. Bebe el vino que le traemos. Suapetito est volviendo.

    Sin embargo, si se encontrara con un agente de Trimurti, eso sera elfin.

    Ratri mastic lentamente.No es probable, sin embargo, que esos agentes estn por aqu en esta

    poca afirm. Los animales lo vern como un nio y no le harn ningndao. Los hombres lo consideraran como un santo ermitao. Los demo-nios le temen desde hace mucho, as que lo respetarn.

    Pero Yama agito dubitativo la cabeza.Seora, no es tan sencillo. Aunque he desmantelado buena parte de mi

    maquinaria y la he ocultado a centenares de leguas de aqu, un trafico tanmasivo de energas como el que he empleado no puede haber pasadodesapercibido. Ms pronto o ms tarde este lugar va a ser visitado. Utilicepantallas como dispositivos de desviacin pero esta zona en general tieneque haber aparecido en algunos lugares como si el Fuego Universal danza-ra sobre el mapa. Pronto deberemos trasladarnos. Preferira esperar hastaque nuestro protegido estuviera completamente recuperado, pero...

    No pueden haber fuerzas naturales que hayan producido los mismoselectos energticos que tus trabajos?

    S, y se producen en estas inmediaciones, lo cual constituye el motivode que eligiera este lugar como nuestra base, as que es posible que noocurra nada. De todos modos, lo dudo. Mis espas en los poblados noinforman de actividades inusuales. Pero algunos dicen que el da de suretorno el carro del trueno pas por encima de la cresta de la tormenta,surcando los cielos y los campos. Esto fue lejos de aqu, pero no puedocreer que no exista ninguna relacin.

    Sin embargo, no ha vuelto.

    No que sepamos. Pero temo.Entonces vaymonos inmediatamente. Respeto demasiado tus presa-

    gios. Tienes ms poderes en ti que cualquier otro entre los Cados. Para m,representa una gran tensin incluso adoptar una forma agradable durantems de unos pocos minutos.

    Los poderes que poseo dijo Yama, volviendo a llenar su taza de tse hallan intactos porque no eran del mismo tipo que los tuyos.

    Sonri, mostrando una regular hilera de largos y brillantes dientes. Su

    sonrisa se detuvo al borde de una cicatriz en su mejilla izquierda y ascendihasta la comisura del ojo. Parpade para interrumpirla y prosigui:

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    Gran parte de mi poder se halla en forma de conocimiento, que ni si-quiera los Seores de Karma hubieran podido arrebatarme. El poder de lamayor parte de los dioses, en cambio, responde a una fisiologa especial,que pierden parcialmente cuando se encaman en un nuevo cuerpo. Lamente, que recuerda de algn modo, altera en cierta medida cualquiercuerpo al cabo de un tiempo, engendrando una nueva homeostasis y per-mitiendo un regreso gradual del poder. El mo regres rpidamente, yahora se halla completamente en m. Pero aunque no fuera as, poseo miconocimiento para usarlo como un arma, y eso es un poder.

    Ratri dio un sorbo a su t.Sea cual sea su fuente, si tu poder dice que debemos irnos, entonces

    debemos irnos, Cundo?Yama abri una bolsita de tabaco y li un cigarrillo mientras hablaba.

    Sus dedos, oscuros y flexibles, not ella, siempre estaban movindose,como si se hallaran tocando algn instrumento musical. Dira que no debemos demoramos ms de otra semana o como

    mximo diez das. Por entonces deberamos haberlo llevado fuera de estelugar.

    Ella asinti.Dnde?Algn pequeo reino meridional quiz, donde podamos ir y venir sin

    ser molestados.Encendi el cigarrillo, aspir el humo.

    Tengo una idea mejor dijo ella. Sabes que bajo un nombre mortalsoy ama del palacio de Kama en Jaipur?

    El Fornicatorio, seora?Ella frunci el ceo.

    As lo llama a menudo el vulgo, y no me llames seora cuandohables de l, tiene resonancias de un antiguo chiste. Es un lugar de descan-so, placer, santidad, y es el origen de gran parte de mis ingresos. Creo que

    puede ser un buen escondite para nuestro protegido, mientras l se recupe-ra y nosotros trazamos nuestros planes.

    Yama se dio una palmada en el muslo.De acuerdo!, Quin pensara en ir a buscar el Buda en un prostbulo?

    Bien! Excelente! A Jaipur entonces, querida diosa, a Jaipur y el Palacio delAmor!

    Ella se puso en pie y pate con su sandalia el suelo de piedra.No dejar que hables as de mi establecimiento!

    l baj los ojos y borr trabajosamente la sonrisa de su rostro. Se pusoen pie e hizo una inclinacin de cabeza.

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    Me disculpo, querida Ratri, pero la revelacin vino de una forma tanrepentina. Se atragant y desvi la mirada. Cuando volvi a fijar los ojosen ella, estaba lleno de sobriedad y decoro. Prosigui. Fui sorprendidopor la aparente incongruencia. Ahora, sin embargo, veo la sabidura de laidea. Es el ms perfecto camuflaje, te proporciona beneficios y, lo que esms importante, una fuente de informacin confidencial entre los comer-ciantes, guerreros y sacerdotes. Es una parte indispensable de la comuni-dad. Te proporciona un puesto y una voz en los asuntos civiles. Ser un dioses una de las ms antiguas profesiones del mundo. En consecuencia, eslgico que los dioses cados busquemos amparo bajo el palio de otra vene-rable tradicin. Te saludo. Te doy las gracias por tu sabidura y previsin.No criticar las empresas de un benefactor y conspirador. De hecho, anti-cipo ya la visita.

    Ella sonri y volvi a sentarse.Acepto tus bien aceitadas disculpas, oh hijo de la serpiente. En cual-quier caso, es demasiado difcil estar irritada contigo. Ponme un poco msde t, por favor.

    Se reclinaron, Ratri sorbiendo su t, Yama fumando. En la distancia, unfrente tormentoso dejaba colgar su cortina sobre la mitad de la perspectiva.El sol brillaba an sobre ellos sin embargo, y una fra brisa visit la terrazacubierta.

    Has visto el anillo ese anillo de hierro que lleva? pregunt Ratri,comiendo otro dulce.

    Si.Sabes dnde lo consigui?No.Yo tampoco. Pero creo que deberamos averiguar su origen.De acuerdo.Cmo podemos conseguirlo?Le he asignado el trabajo a Tak que se halla ms habituado a las sen-

    das del bosque que nosotros. En estos momentos est siguiendo el rastro.Ratri asinti.

    Bien dijo.He odo seal Yama que los dioses siguen visitando ocasionalmen-

    te los palacios ms notables de Kama a lo largo de toda la regin, general-mente disfrazados, pero a veces con todo su poder, Es eso cierto?

    S. Hace slo un ao el Seor Indra vino a Jaipur. Har unos tres aos,el falso Krishna hizo una visita. De todo el grupo Celestial, Krishna el

    Infatigable es quien causa mayor consternacin entre el personal. Su ltimajuerga dur un mes, y dio como resultado muchos muebles rotos y losservicios de muchos mdicos. Casi vaci la bodega y la despensa. Una

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    noche, sin embargo, toc su flauta para nosotros, y orlo fue suficiente paraperdonarle al viejo Krishna casi todo. Pero no fue autntica magia lo queomos aquella noche, porque slo hay un autntico Krishna atezado y

    velludo, con unos ojos muy rojos y resplandecientes. ste danz sobre lasmesas, causando mucho alboroto, y su acompaamiento musical era insu-ficiente.

    Pag por todo ese desastre con algo ms que con una cancin?Ella se ech a rer.

    Oh, vamos, Yama No nos hagamos preguntas retricas entre noso-tros.

    El hombre lanz una humosa risotada. Suyra, el sol, est a punto de cerrar su crculo dijo Ratri, mirando

    hacia fuera y arriba, e Indra acuchilla al dragn. En cualquier momento

    llegarn las lluvias.Una ola de grisor cubri el monasterio. La brisa se hizo ms fuerte, y ladanza de las aguas empez a repiquetear contra las paredes. Como unacortina de cuentas, la lluvia cubri la parte abierta de la terraza desde don-de miraban.

    Yama sirvi ms t. Ratri comi otro dulce.Tak se abri camino por en medio del bosque. Avanzaba de rbol en

    rbol, de rama en rama, observando el rastro a sus pies. Su pelaje estabahmedo, porque las hojas dejaban escapar pequeas rociadas sobre lcuando pasaba. Las nubes se acumulaban a su espalda, pero el sol de pri-mera hora de la maana brillaba todava en el cielo oriental y el bosque eraun hormiguear de colores a su luz dorada rojiza. A su alrededor, los pjaroscantaban entre el enmaraado de ramas, lianas, hojas y hierbas que sealzaban como una pared a cada lado del sendero. Los pjaros creaban sumsica, los insectos zumbaban, y ocasionalmente sonaba algn gruido oladrido El follaje era agitado por el viento. A sus pies las huellas giraronbruscamente, entrando en un claro. Tak se dej caer al suelo, sigui a pie.

    Al otro lado del claro salt de nuevo a los rboles. Ahora, observ, lashuellas avanzaban paralelas a las montaas, incluso inclinndose ligeramen-te en su direccin. Se oa el resonar distante de los truenos, y al cabo de untiempo empez a soplar una nueva brisa fra. Sigui avanzando, atravesan-do hmedas telaraas, asustando a los pjaros que alzaban el vuelo conestallidos de brillantes plumajes. Las huellas seguan avanzando en direc-cin a la montaa, doblndose ligeramente sobre s mismas. A veces secruzaban con otras huellas amarillas, compactadas, que se mezclaban, se

    unan y se separaban. En esas ocasiones bajaba al suelo y estudiaba lasmarcas. S, Sam haba girado aqu, Sam se haba detenido al lado de esteestanque a beber, aqu, donde los hongos naranja crecan ms altos que un

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    hombre alto, y lo suficientemente anchos para resguardar a varios de lalluvia, ahora, Sam haba tomado esteramal del sendero, aqu se haba dete-nido para atarse el cordn de una sandalia, en este punto se haba inclinadohacia un rbol que mostraba indicaciones de albergar a una drada.

    Tak sigui adelante, aproximadamente a media hora de distancia de supresa, calculaba, lo cual le daba a sta todo el tiempo necesario para llegarall donde estaba yendo e iniciar cualquiera que fuese la actividad que atraasu entusiasmo. El halo del potente resplandor de un relmpago ilumin lascimas de las montaas a las que ahora daba frente. Hubo otro retumbar detruenos. El rastro se encaminaba hacia las primeras estribaciones, alldonde el bosque se haca menos denso, y Tak empez a avanzar a cuatropatas entre las altas hierbas. La ladera ascenda empinada, y los salientesrocosos se iban haciendo ms y ms prominentes. De todos modos, Sam

    haba pasado por aquel lugar, de modo que Tak sigui adelante. Sobre sucabeza, el Puente de los Dioses, de color amarillo polen, se desvanecicuando las nubes siguieron firmemente su camino hacia el este. Llame elrelmpago, y ahora el trueno le sigui casi de inmediato. El viento era msfuerte all al abierto, las hierbas se inclinaban ante l, la temperatura parecidescender en picado.

    Tak not las primeras gotas de lluvia y se apresur a buscar refugio bajouno de los salientes de roca. Formaba como una especie de estrecho seto,ligeramente inclinado contra la lluvia Tak camin arriba y abajo por su basemientras las aguas se desataban y el color abandonaba el mundo junto conel ltimo pice de azul en el cielo.

    Un mar de luz turbulenta apareci sobre su cabeza, y tres veces derra-m haces que descendieron en un loco crescendo para estrellarse contra elcolmillo de piedra que se curvaba, negro contra el viento, aproximadamen-te a medio kilmetro ladera arriba.

    Cuando la visin de Tak se aclar, vio algo que slo entonces com-prendi. Era como si cada rayo que haba cado hubiera depositado una

    parte de s mismo junto al suelo, de pie, oscilando ligeramente en el grisaire, pulsando fuego, pese al agua que segua cayendo firmemente del cielo.

    Entonces Tak oy una risa o era un sonido fantasmal dejado en susodos por el reciente trueno?

    No, era una risa, gigantesca, inhumana!Al cabo de un momento lleg un aullido de rabia. Luego hubo otro re-

    lmpago, otro retumbar.Otra lengua de fuego oscil al lado del colmillo de piedra.

    Tak permaneci inmvil durante casi cinco minutos. Luego ah estabade nuevo, el aullido, seguido por tres brillantes destellos y el estrpito.Ahora haba siete columnas de fuego.

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    Se atrevera a acercarse, eludiendo aquellas cosas, para espiar el picocon forma de colmillo desde el lado opuesto?

    Y si lo haca, y si como tena la sensacin. Sam estaba implicado dealguna forma en ello, qu bien poda hacer l si el Iluminado en personano poda manejar la situacin?

    No hall respuesta, pero se descubri avanzando de nuevo, agachadoentre las empapadas hierbas, dando un amplio rodeo por la izquierda.

    Cuando estaba a medio camino ocurri de nuevo, y diez de aquellas co-sas se irguieron rojas y doradas y amarillas, derivando y girando, derivandoy girando, como si sus bases estuviesen arraigadas al suelo.

    Se agazap, empapado y tembloroso examino su valor, y descubri queera realmente muy pequeo. Sin embargo, sigui avanzando hasta situarseparalelamente al extrao lugar, luego ms all.

    Se alz a sus espaldas, y se hall en medio de varias grandes piedras. Agradecido por el abrigo y el refugio que le proporcionaban contra laobservacin desde abajo, se asom, sin apartar ni un momento sus ojos delcolmillo.

    Ahora poda ver que estaba parcialmente hueco. Haba una poco pro-funda pero seca cueva en su base, y dos figuras arrodilladas en su intenorHombres santos, en plena plegaria?, se pregunt.

    Entonces ocurri. El relmpago ms aterrador que jams hubiera vistocay sobre las piedras, no una vez ni por un breve instante. Era como si unanimal con lengua de fuego lamiera y lamiera la piedra, creciendo a medidaque lo haca, durante quiz un cuarto de minuto.

    Cuando Tak abri los ojos, cont veinte de las resplandecientes torres.Uno de los hombres santos se inclin hacia delante, hizo un gesto. El

    otro no. El sonido lleg hasta donde estaba Tak, y las palabras:Ojos de la serpiente! Ahora me toca a m!Cul es la cantidad? pregunt el segundo, y Tak reconoci la voz del

    Alma Grande Sam.

    Doble o nada! rugi el otro, y se inclin hacia delante, luego se echhacia atrs, despus hizo un gesto parecido al que Sam haba hecho antes.

    Nina de Srinagina! canturre, y se inclin, se ech hacia atrs, e hizonuevamente el gesto.

    Los sagrados siete dijo Sam suavemente.El otro aull.

    Tak cerr los ojos y se cubri los odos, esperando lo que poda llegartras aquel aullido.

    No estaba equivocado.Cuando hubieron pasado el resplandor y el tumulto, mir a una escenafantasmagricamente iluminada. No se molest en contar. Era evidente

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    que al menos unas cuarenta de aquellas cosas llameantes flotaban ahora entorno al lugar arrojando su extraa luz: su nmero se haba doblado.

    El ritual prosigui. En la mano izquierda del Buda, el anillo de hierroresplandeca con una luz propia, plida y verdosa.

    Oy repetir las palabras Doble o nada, y oy al Buda decir una vezms Los sagrados siete como respuesta.

    Esta vez tuvo la impresin de que la ladera de la montaa se henda ba-jo l. Esta vez pens que el resplandor era una imagen residual, tatuada ensu retina a travs de sus cerrados prpados. Pero estaba equivocado.

    Cuando abri los ojos fue para contemplar un autntico ejrcito de os-cilantes rayos. Su resplandor apual su cerebro, y se cubri los ojos paramirar hacia abajo.

    Y bien, Raltariki? pregunt Sam, y una brillante luz esmeralda jugue-

    te en su mano izquierda.Una vez ms, Siddhartha. Doble o nada.La lluvia se interrumpi por un momento y, al gran resplandor de la

    hueste en la ladera, Tak vio que el llamado Raltariki tena la cabeza de uncarabao y un par extra de brazos.

    Se estremeci.Se tap los ojos y los odos y encaj los dientes, y aguard.Ocurri al cabo de un momento. Rugi y llame, prolongndose y pro-

    longndose hasta que finalmente perdi el conocimiento.Cuando recuper los sentidos slo el grisor y una suave lluvia le sepa-

    raban del refugio en la roca. En su base haba solamente una figura senta-da, y no llevaba cuernos ni pareca poseer ms brazos que los dos habitua-les.

    Tak no se movi. Aguard.

    Esto dijo Yama, tendindole un aerosol es un repelente contra de-

    monios. En el futuro te sugiero que te embadurnes concienzudamente conl si tienes intencin de aventurarte lejos del monasterio. Crea que estaregin estaba libre de los rakasha, o de otro modo te lo hubiera proporcio-nado antes.

    Tak acept el bote y lo coloc encima de la mesa ante l.Estaban sentados en las habitaciones de Yama, tras comer frugalmente

    all mismo. Yama se reclin en su asiento, con un vaso de vino del Buda ensu mano izquierda y un botelln medio lleno en la derecha.

    Entonces, el llamado Raltariki es realmente un demonio? preguntTak.

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    S y no dijo Yama. Si por demonio entiendes a una criatura mal-fica, sobrenatural, poseedora de grandes poderes, una vida muy larga y lahabilidad de asumir temporalmente cualquier forma, entonces la respuestaes no. sta es la definicin generalmente aceptada, pero es incierta en unaspecto.

    Oh, En cul?No es una criatura sobrenatural.Pero es todas las dems cosas?Si.Entonces no acabo de ver qu diferencia representa el que sea sobre-

    natural o no, si es malfica, posee grandes poderes y una vida muy larga yla habilidad de cambiar de forma a voluntad.

    Oh, pues la diferencia es muy grande. Es la diferencia entre lo desco-

    nocido y lo incognoscible, entre ciencia y fantasa, es un asunto de esencia.Los cuatro puntos cardinales son la lgica, el conocimiento, la sabidura ylo desconocido. Algunos se inclinan en esa ltima direccin. Otros avanzanpor encima de ella. Inclinarse ante una es perder de vista las otras tres.Puedo someterme a lo desconocido, pero nunca a lo incognoscible. Elhombre que se inclina en esa ltima direccin o es un santo o es un estpi-do. Yo no sirvo para ninguna de las dos cosas.

    Tak se encogi de hombros y dio un sorbo a su vino.Pero los demonios?Son cognoscibles. Experiment con ellos durante muchos aos, y fui

    uno de los Cuatro que bajaron al Pozo del Infierno, si lo recuerdas, des-pus de que Taraka huyera del Seor Agni en Palamadsu, Acaso no eresTak de los Archivos?

    Lo fui.No leste entonces los primeros contactos con los rakasha?Le las crnicas de los das de su encierro.Entonces sabrs que eran los habitantes nativos de este mundo, que se

    hallaban presentes aqu antes de la llegada del hombre desde la desapareci-da Urath.

    S.Son criaturas de energa antes que de materia. Sus propias tradiciones

    dicen que hubo un tiempo en que tenan cuerpos y vivan en ciudades. Subsqueda de la inmortalidad personal, sin embargo, los condujo por unsendero distinto al seguido por el hombre. Hallaron una forma de perpe-tuarse como campos estables de energa. Abandonaron sus cuerpos para

    vivir eternamente como vrtices de fuerza. Pero no son puro intelecto.Llevan consigo todos sus egos y, nacidos de materia, se sienten siempreatrados por la carne. Aunque pueden asumir una apariencia material por

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    un tiempo, no pueden volver a ella sin ayuda. Durante aos estuvieronderivando sin rumbo en torno a este mundo. Luego la llegada del hombrelos arranc de su inactividad. Tomaron las formas de sus pesadillas paraatormentarle. Por eso hubo que derrotarles y encerrarles, muy por debajode los Ratnagaris. No podamos destruirles a todos. No podamos permitir-les que siguieran con sus intentos de poseer las mquinas de encarnacin ylos cuerpos de los hombres. De modo que fueron atrapados y encerradosen grandes botellas magnticas.

    Pero Sam liber a muchos y los someti a su voluntad dijo Tak.Exacto. Hizo y mantuvo un pacto de pesadilla, de modo que algunos

    de ellos aun merodean por el mundo. De todos los hombres, quiz al nicoal que respetan es a Siddhartha. Y comparten con todos los hombres ungran vicio.

    Que es...?Adoran el juego... Son capaces de aceptar cualquier apuesta, y las deu-das de juego son su nico punto de honor. As debe ser, o de otro modoperderan la confianza de los dems jugadores y podran perder lo quequiz sea su nico placer. Sus poderes son grandes, por lo que hasta losprncipes juegan con ellos, esperando ganar sus servicios. Se han perdidoreinos enteros de este modo.

    Si dijo Tak como tu crees, Sam estaba jugando a uno de los juegosantiguos con Raltanki, cul poda ser la apuesta?

    Yama termin su vino, volvi a llenar el vaso.Sam es un estpido. No, no lo es. Es un jugador. Hayuna diferencia.

    Los rakasha controlan ordenes inferiores de seres de energa. Sam a travsdel anillo que lleva esta ahora al mando de una guardia de elementales defuego que le gan a Raltariki. Se trata de criaturas mortferas sin mente ycada una de ellas posee la fuerza de un rayo.

    Tak termin su vino.Pero qu apuesta pudo aportar Sam al juego?

    Yama suspir.Todo mi trabajo, todos nuestros esfuerzos de ms de medio siglo.Quieres decir, su cuerpo?Yama asinti. Un cuerpo humano es el mayor atractivo que puede ofrecrsele a

    cualquier demonio.Por qu se arriesgara Sam a ello?Yama mir fijamente a Tak, sin verlo.

    Debe haber sido su nica forma de apelar a su voluntad de vivir, deligarse de nuevo a su tarea ponindose en peligro, ofreciendo su propiaexistencia en cada rodar de los dados.

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    Tak se sirvi otro vaso de vino y lo apur de un trago.Eso es incognoscible para m dijo.Pero Yama agit la cabeza.

    Tan slo desconocido rectific. Sam no es en absoluto un santo,pero tampoco es un estpido.

    Aunque casi me atrevera a decir que s decidi al cabo de un mo-mento, y aquella noche esparci repelente contra demonios por todo elmonasterio.

    A la maana siguiente, un hombrecillo se acerc al monasterio y se sen-t ante su entrada delantera, colocando un cuenco de mendigo en el sueloa sus pies. Llevaba unas radas y andrajosas ropas de tosca tela marrn quele llegaban hasta los tobillos. Un parche negro cubra su ojo izquierdo. Loque quedaba de su pelo era oscuro y muy largo. Su afilada nariz, su peque-

    a barbilla y sus orejas altas y aplastadas daban a su rostro una aparienciazorruna. Su piel era tensa y curtida por la intemperie. Su nico ojo, verde,pareca no parpadear nunca.

    Permaneci sentado all durante cerca de veinte minutos antes de queuno de los monjes de Sam se diera cuenta de su presencia y mencionara elhecho a uno de la orden de Ratri. Este monje localiz a un sacerdote y letransmiti la informacin. El sacerdote, ansioso de impresionar a la diosacon las virtudes de sus seguidores, orden que el mendigo fuera admitidoen el monasterio y se le diera de comer, se le ofrecieran ropas nuevas y sele asignara una celda donde pudiera dormir durante todo el tiempo quequisiera quedarse.

    El mendigo acept la comida con las cortesas de un brahmn, pero de-clin comer otra cosa que no fuera pan y fruta. Acept, tambin, el oscurohbito de la orden de Ratri, echando a un lado sus ajadas ropas. Luegoestudi la celda y el limpio colchn que haba sido tendido en el suelo paral.

    Te doy las gracias, digno sacerdote dijo con voz intensa y resonante,

    mucho ms imponente que su persona. Te doy las gracias y deseo que tudiosa te sonra por tu amabilidad y generosidad en su nombre.

    El sacerdote fue quien sonri ante aquello, pues an tena esperanzasde que Ratri pasara por all en aquel momento y viera su amabilidad ygenerosidad en su nombre. No lo hizo. De hecho, pocos miembros de laorden la haban visto, ni siquiera aquella noche que se enfund en su podery camin entre ellos porque solamente los que llevaban la tnica azafrnhaban ayudado al despertar de Sam y estaban seguros de su identidad. Ella

    recorra por lo general el monasterio mientras sus seguidores estabanrezando o despus de que se hubieran retirado por la noche. Normalmentedorma de da, cuando se cruzaba con ellos lo haca bien arropada en capa

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    y capucha, sus deseos y rdenes eran comunicados directamente a Gand-hiji, el jefe de la orden, que cumpla noventa y tres aos este ciclo y estabams que medio ciego.

    En consecuencia, tanto sus monjes como los de la tnica azafrn sehacan preguntas respecto a su apariencia y deseaban ganar todo el favorposible a sus ojos. Se deca que su bendicin aseguraba que uno se reen-carnara como brahmn. Tan slo a Gandhij no le importaba, porque habaaceptado el camino de la autntica muerte.

    Puesto que la diosa no pasaba por las inmediaciones mientras ellos es-taban all, el sacerdote prolong la conversacin.

    Soy Balarma indic. Puedo preguntarte tu nombre, buen seor, yquiz tu destino?

    Me llamo Aram dijo el mendigo, e hice voto de pobreza durante

    diez aos y de silencio durante siete. Afortunadamente los siete ya hanpasado, de modo que ahora puedo hablar para darles las gracias a misbenefactores y responder a sus preguntas. Me dirijo a las montaas paraencontrar una cueva donde pueda meditar y rezar. Quiz pueda aceptar tuhospitalidad durante algunos das, antes de proseguir mi viaje.

    Por supuesto dijo Balarma, nos sentiremos honrados de que unsanto considere adecuado bendecir nuestro monasterio con su presencia.Te damos la bienvenida. Si hay alguna cosa que necesites para ayudarte a lolargo de tu camino, y nosotros podamos proporcionrtela, no dudes endecrnosla.

    Aram lo mir fijamente con su no parpadeante ojo verde y dijo:El monje que me vio primero no llevaba la tnica de tu orden. Toc

    la oscura tela mientras hablaba. Creo, en cambio, que mi pobre ojo viouna de otro color.

    S dijo Balarma, porque los seguidores del Buda han buscado refu-gio entre nosotros, para descansar un poco de sus peregrinajes.

    Eso es realmente interesante dijo Aram, porque me gustara hablar

    con ellos y quiz saber un poco ms de su doctrina. Tendrs muchas oportunidades de hacerlo si decides quedarte un

    tiempo con nosotros.Entonces eso es lo que har, Durante cunto tiempo van a permane-

    cer aqu?No lo s.Aram asinti.Cundo podr hablar con ellos?

    Esta tarde habr una hora en la que todos los monjes se renen y sonlibres de hablar con quien quieran y de lo que quieran, excepto aquellosque han tomado voto de silencio.

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    Entonces rezar un poco mientras espero a que llegue el momento dijo Aram. Gracias.

    Los dos hombres inclinaron ligeramente sus cabezas, y Aram entr ensu celda.

    Aquella tarde, Aram asisti a la hora de la comunidad de los monjes.Durante aquel tiempo las dos rdenes se mezclaban y entablaban conver-sacin. Sam no asisti, ni tampoco Tak, y Yama nunca asista en persona.

    Aram se sent a la larga mesa del refectorio, frente a varios de los mon-jes del Buda. Habl con ellos durante algn tiempo, discutiendo de doctri-na y prctica, casta y credo, tiempo y asuntos del da.

    Parece extrao dijo al cabo de un momento que los de tu ordenhayis llegado tan lejos y tan repentinamente al sur y al oeste.

    Somos una orden errante respondi el monje al que se haba dirigi-

    do. Seguimos la direccin del viento. Seguimos nuestros corazones.A la regin del suelo herrumbroso en la estacin de los rayos? Acasose prepara alguna revelacin por las inmediaciones, con cuya contempla-cin pudiera yo ensanchar mi espritu?

    Todo el universo es una revelacin dijo el monje. Todo cambia y,sin embargo, todo permanece. El da sigue a la noche, cada da es diferentey, sin embargo, es un da. Gran parte del mundo es ilusin, pero las formasde esa ilusin siguen un esquema que es parte de la divina realidad.

    S, s dijo Aram. En lo que a formas de ilusin y realidad se refiereestoy muy versado, pero con mi pregunta lo que quera saber en realidadera si por azar haba surgido un nuevo maestro en estas inmediaciones, ohaba vuelto alguno de los viejos, o quiz se haba producido alguna mani-festacin divina de cuya presencia pudiera aprovecharse mi alma.

    Mientras hablaba, el mendigo barri de encima de la mesa, ante l, unescarabajo rojo que se arrastraba lentamente, del tamao de la ua delpulgar, y gir su sandalia como para aplastarlo.

    Espera, hermano, no le hagas dao dijo el monje.

    Pero estn por todas partes, y los Maestros del Karma han afirmadoque un hombre no puede reencarnarse en un insecto, y que por lo tantomatar un insecto es un acto krmicamente intrascendente.

    De todos modos dijo el monje, toda vida es una, en este monasteriotodos practicamos la doctrina del ahimsa y nos reprimimos de eliminar la

    vida en ninguna de sus manifestaciones.De todos modos dijo Aram, Patanjali afirma que es la intencin, antes

    que el acto, lo que importa. En consecuencia, si mato con amor antes que

    con malicia, es como si no hubiera matado. Confieso que ste no era elcaso y que haba malicia presente..., por lo cual, aunque no mate, tengo quecargar con el peso de la culpabilidad debido a la presencia de esa intencin.

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    As que puedo pisarlo y no ser peor por ello, de acuerdo con el principiodel ahimsa. De todos modos, puesto que soy un husped, respetar pordescontado la prctica y no realizar el acto. Diciendo esto, apart lasandalia del insecto, que permaneca inmvil, con las rojizas antenas en-hiestas.

    Evidentemente, es un erudito dijo uno de los miembros de la ordende Ratri.

    Aram sonri..Gracias, pero no es as afirm. Solamente soy un humilde buscador

    de la verdad, y en varias ocasiones en el pasado he gozado del privilegio deor los discursos de los eruditos. Me gustara poder gozar de nuevo de esteprivilegio! Si hubiera algn gran maestro o erudito por las inmediaciones,os aseguro que caminara sobre carbones ardiendo para sentarme a sus pies

    y or sus palabras u observar su ejemplo. Si...Se detuvo, porque todos los ojos se haban vuelto repentinamente haciala puerta a sus espaldas. No movi la cabeza, pero adelant un brazo paraaplastar un escarabajo que estaba cerca de su mano. La punta de un peque-o cristal y dos minsculos cables sobresalieron de la rota quitina de sulomo.

    Luego se volvi, barriendo con su verde ojo la hilera de monjes senta-dos entre l y la entrada, y mir a Yama, que llevaba pantalones, botas,camisa, faja, capa y guantes, todo rojo, y enrollado en torno a su cabeza unturbante del color de la sangre.

    S? dijo Yama. Estabas diciendo si? Si algn sabio o algnavatar de esencia divina residiera en las inmediaciones, te gustara conocer-lo? Es eso lo que estabas diciendo, extranjero?

    El mendigo se levant de la mesa. Hizo una inclinacin con la cabeza. Soy Aram afirm, un compaero de bsqueda y viaje de todos

    aquellos que persiguen la iluminacin.Yama no devolvi el saludo.

    Por qu deletreas tu nombre al revs, Seor de la Ilusin, cuando to-das tus palabras y acciones la proclaman ante ti?

    El mendigo se encogi de hombros.No comprendo lo que dices. Pero la sonrisa aflor de nuevo a sus

    labios. Soy alguien que busca el Camino y el Derecho aadi.Considero esto difcil de creer, tras haber sido testigos de al menos mil

    aos de tus traiciones.Hablas de la longevidad de los dioses.

    Desgraciadamente, as es. Has cometido un serio error, Mara.Cul puede ser?Creer que se te permitir salir de aqu vivo.

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    Admito que haba anticipado hacerlo.Sin tener en cuenta los numerosos accidentes que pueden ocurrirle a

    un viajero solitario en esta salvaje regin. He sido un viajero solitario durante muchos aos. Los accidentes

    siempre les ocurren a los otros.Puede que creas que, aunque tu cuerpo fuera destruido aqu, tu atman

    sera transferido remotamente a otro cuerpo localizado en otro lugar.Entiendo que alguien ha descifrado mis notas, y que el truco es ahoraposible.

    Las cejas del mendigo descendieron casi un centmetro y se juntaron.No te das cuenta de las fuerzas que incluso ahora contiene este edifi-

    cio, defendindolo contra cualquier transferencia de este tipo.El mendigo avanz hacia el centro de la estancia.

    Yama afirm, eres un estpido si crees poder igualar tus insignifi-cantes poderes cados a los del Visionario.Quiz s, Seor Mara respondi Yama; pero he aguardado demasia-

    do esta oportunidad para posponerla ms. Recuerdas mi promesa a Keen-set? Si deseas proseguir tu cadena de existencia tendrs que pasar por estapuerta, la nica de la estancia, bloqueada por m. Nada que est ms all deesta habitacin puede ayudarte ahora.

    Entonces Mara alz sus manos, y nacieron los fuegos.Todo llame. Las llamas brotaron de las paredes de piedra, las mesas,

    las tnicas de los monjes. El humo se enrosc y ascendi por toda la habi-tacin. Yama se mantuvo erguido en medio de la conflagracin, comple-tamente inmvil.

    Esto es lo mejor que sabes hacer? pregunt. Tus llamas estn portodas partes, pero nada arde.

    Mara dio una palmada y las llamas desaparecieron.En su lugar, con su oscilante cabeza alzada hasta casi dos veces la altura

    de un hombre, su plateada capucha desplegada, la mecanicobra adopt su

    posicin de ataque en S.Yama la ignor, y su sombra mirada se clav como la sonda de un os-

    curo insecto en el nico ojo de Mara.La mecanicobra se esfum a medio ataque. Yama avanz un paso.Mara retrocedi un paso.Permanecieron as durante quiz tres latidos de corazn, luego Yama

    avanz otros dos pasos ms y Mara retrocedi de nuevo. El sudor perlabaambas frentes.

    El mendigo era ahora ms alto y su cabello ms espeso, el dimetro desu cintura haba aumentado y sus hombros se haban hecho ms amplios.

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    Una cierta gracia no evidente hasta entonces acompaaba todos sus mo-vimientos.

    Retrocedi otro paso.Si Mara hay un dios de la muerte dijo Yama con los dientes apreta-

    dos. Cado o no la autentica muerte mora en mis ojos. Enfrntate a ellos.Cuando llegues a la pared no vas a poder seguir retrocediendo. Nota comolas fuerzas abandonan tus miembros. Siente como el fro anida en tusmanos y tus pies.

    Mara mostr los dientes en un gruido. Su cuello era tan recio como elde un toro. Sus bceps eran tan grandes como los muslos de un hombre. Supecho era un barril de fuerza y sus piernas como los troncos de los rbolesms grandes del bosque.

    Fro? pregunto extendiendo sus brazos. Puedo quebrar un gigante

    con estas manos, Yama Que eres tu sino la carroa expulsada de un dios? Tu ceo puede asustar a los viejos y a los enfermos. Tus ojos puedeninmovilizar de espanto a los animales y a las clases inferiores de hombres.Yo permanezco tan arriba sobre ti como permanece una estrella sobre elfondo del ocano.

    Las manos enguantadas en rojo de Yama cayeron como un par de co-bras sobre su garganta.

    Entonces prueba esta fuerza de la que tanto te burlas, Visionario. Hastomado la apariencia del poder salo! Vnceme no con palabras!

    Sus mejillas y frente relucieron escarlatas mientras las manos de Yamase cerraban sobre su garganta. Su ojo pareci agitarse de uno a otro lado,un verde faro barriendo el mundo.

    Mara cay de rodillas. Ya basta, Seor Yama! jade trabajosamente. Te mataras a ti

    mismo?Cambi. Sus rasgos fluctuaron, como si se hallara bajo agitadas aguas.

    Yama contempl su propio rostro, vio sus propias manos rojas tirando

    de sus muecas. Ests desesperado, Mara, ahora que la vida te abandona. Pero Yama

    no es un nio, que teme romper el espejo en que te has convertido. Pruebatu ltimo truco o muere como un hombre, al final todo es lo mismo.

    Pero una vez ms se produjo la fluctuacin y el cambio.Esta vez Yama vacil, sintiendo ceder sus fuerzas.El pelo color bronce de la mujer cay sobre sus manos. Sus plidos

    ojos le suplicaron. En torno a su garganta haba un collar de calaveras de

    marfil, apenas ligeramente ms plidas que su piel. Su san tena el color dela sangre. Sus manos estaban apoyadas sobre las de l, casi acaricindole...Diosa! susurr.

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    No matars a Kali...? Durga...? dijo ella con voz estrangulada.Te has equivocado de nuevo, Mara jade Yama. No sabes que to-

    dos los hombres matan lo que ms aman? y con esas palabras retorci susmanos, y se oy un ruido de huesos rompindose.

    Seas diez veces maldito dijo, con los ojos fuertemente cerrados. Nohabr renacer.

    Abri las manos.Un hombre alto, de nobles proporciones, yaca en el suelo a sus pies, la

    cabeza torcida en un ngulo extrao sobre su hombro derecho.Finalmente, su ojo se haba cerrado.

    Yama volvi el cadver con la punta de su bota.Ergid una pira y quemad este cuerpo dijo a los monjes, sin volverse

    hacia ellos. No prescindis de ninguno de los ritos. Hoy ha muerto uno

    de los ms altos.Apart trabajosamente los ojos de la obra de sus manos, gir sobre sustalones y abandon la estancia.

    Aquella noche los relmpagos cruzaron el cielo y la lluvia cay comobalas procedentes de lo alto.

    Los cuatro estaban sentados en la habitacin de la alta torre que se al-zaba en la esquina nordeste del monasterio.

    Yama recorra la estancia arriba y abajo, detenindose ante la ventanacada vez que llegaba a ella.

    Los otros permanecan sentados, observndole, escuchando.Sospechan dijo, pero no saben nada. No arrasarn el monasterio de

    otro dios, mostrando as ante los hombres la escisin en sus filas, no hastaque estn seguros. No estn seguros, as que investigarn. Eso significa queel tiempo est an con nosotros.

    Asintieron.

    Un brahmn que haba renunciado al mundo para hallar su alma pasde camino, sufri un accidente, muri aqu de muerte verdadera. Su cuerpofue incinerado y sus cenizas arrojadas al ro que conduce al mar. Esto es loque ocurri. Los monjes peregrinos del Iluminado estaban de visita enaquellos momentos. Se marcharon poco despus del suceso, Quin sabednde fueron?

    Tak se irgui tan erecto como le fue posible.Seor Yama afirm, aunque puede que funcione durante una sema-

    na, un mes, posiblemente ms tiempo incluso, esta historia se har pedazosen las manos del Maestro que juzgue al primero de cualquiera de los queestaban presentes en este monasterio que entre en la Mansin del Karma

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    Bajo las circunstancias, creo que algunos de ellos pueden conseguir unjuicio prximo precisamente por esta razn, Qu entonces?

    Yama li un cigarrillo con cuidado y precisin.Puede ser arreglado de modo que lo que he dicho sea lo que realmente

    ocurri. Cmo? Cuando el cerebro de un hombre es sometido a la revisin

    krmica, todos los acontecimientos de los que ha sido testigo en su msreciente ciclo de vida son presentados ante su juez y la mquina como sifueran un rollo de pergamino.

    Correcto dijo Yama. Y acaso t, Tak de los Archivos, no has odohablar nunca de un palimpsesto, un rollo que ha sido usado previamente,borrado y luego vuelto a usar?

    Por supuesto, pero la mente no es un rollo de pergamino.

    No? Yama sonri. Bien, la comparacin ha sido tuya, no ma Ques la verdad, de todos modos? La verdad es aquello que t haces de ella.Encendi su cigarrillo.

    Esos monjes han presenciado algo terrible y extrao prosigui. Mehan visto tomar mi Aspecto y esgrimir un Atributo. Han visto a Marahacer lo mismo, aqu, en este monasterio donde hemos revivido el princi-pio del ahimsa. Son conscientes de que un dios puede hacer tales cosas sinque constituyan un peso krmico, pero el shock ha sido grande y la impre-sin vvida. Y la cremacin final an tiene que producirse. En el momentoque se produzca, el relato que te he contado debe haberse vuelto cierto ensu mente.

    Cmo? pregunt Ratri.Esta misma noche, ahora mismo dijo, mientras la imagen del acto

    llamea aun en sus conciencias y sus pensamientos estn turbados, la nuevaverdad ser forjada y clavada en su lugar... Sam, ya has descansado suficien-te. Esto te corresponde a ti. Debes predicarles un sermn. Debes apelar ensu interior a esos sentimientos ms nobles y a esas cualidades ms altas del

    espritu que hacen a los hombres sujetos a la intromisin divina. Luego,Ratri y yo combinaremos nuestros poderes, y nacer una nueva verdad.

    Sam apart y baj los ojos.No se si puedo hacerlo. Ha sido tanto tiempo.Buda una vez, Buda siempre, Sam. Desempolva algunas de tus viejas

    parbolas. Dispones de unos quince minutos.Sam tendi la mano.

    Dame un poco de tabaco y papel.

    Acept la bolsita, li un cigarrillo.Fuego?... Gracias.Inspir profundamente, expeli, tosi.

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    Estoy cansado de mentirles dijo finalmente. Sospecho que sa es larealidad..

    Mentirles? pregunt Yama. Quin te ha pedido que le mientasacerca de nada? Ctales el Sermn de la Montaa, s quieres. O algo delPopul Vuh, o de la Ilada. No me importa lo que digas. Simplemente con-muvelos un poco, ablndalos algo. Eso es todo lo que te pido.

    Y luego?Luego? Luego yo me ocupar de salvarlos... y a nosotros!Sam asinti lentamente.

    Cuando lo planteas de este modo..., pero estoy un poco bajo de formapara enfrentarme a este tipo de cosas. Por supuesto, encontrar un par deverdaderas y les arrojar algo de fervor..., pero dame veinte minutos.

    Veinte minutos, de acuerdo. Y luego nos vamos. Maana nos dirigi-

    remos a Jaipur.Tan pronto? pregunt Tak.Yama agit la cabeza.Tan tarde dijo.

    Los monjes estaban sentados en el suelo del refectorio. Las mesas hab-an sido corridas contra las paredes. Los insectos haban desaparecido.Fuera, la lluvia segua cayendo.

    Alma Grande Sam, el Iluminado, entr y se sent ante ellos.Ratri apareci vestida como una monja budista y cubierta con un velo.

    Yama y Ratri se dirigieron hasta la parte de atrs de la estancia y seacomodaron en el suelo. Tak estaba tambin en algn lugar, escuchando.

    Sam permaneci sentado con los ojos cerrados durante varios minutos,luego dijo suavemente:

    Tengo muchos nombres, y ninguno de ellos importa. Abri ligera-mente los ojos, pero no movi la cabeza. No mir a nada en particular.

    Los nombres no son importantes dijo. Hablar es pronunciar nom-bres, pero hablar no es importante. Una vez, ocurre una cosa que nuncaantes haba ocurrido. Vindola, un hombre mira la realidad. No puededecirles a los dems lo que ha visto. Los otros, sin embargo, quieren saber,de modo que le preguntan diciendo: A qu se parece esta cosa que hasvisto?. Y l intenta decrselo Quiz ha visto el primer fuego del mundo.Les dice Es rojo como una amapola, pero en su interior danzan otroscolores. No tiene forma como el agua, y fluye hacia todos lados. Es calien-

    te como el sol del verano, slo caliente. Existe durante un tiempo sobre untrozo de madera, y luego la madera ha desaparecido, como si hubiese sidodevorada, dejando tras ella una cosa negra y que puede desmenuzarse

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    como arena. Cuando la madera ha desaparecido, l tambin desaparece.En consecuencia, sus oyentes pueden pensar que la realidad es como unaamapola, como el agua, como el sol, como lo que come y excreta. Piensanen l como en todas las cosas a las que el hombre que lo ha conocido lesdice que se parece. Pero no han visto el fuego. No pueden conocerlorealmente. Slo pueden saber de l por referencias. Pero el fuego aparecede nuevo en el mundo, muchas veces. Ms hombres contemplan el fuego. Al cabo de un tiempo, el fuego es algo tan comn como la hierba y lasnubes y el aire que respiran. Ven que, aunque es parecido a una amapolano es una amapola, aunque es parecido al agua no es agua, aunque esparecido al sol no es el sol, y aunque se parece a las cosas que comen ydepositan excrementos no es nada que coma y deposite excrementos, sinoalgo distinto de cada una de esas cosas, separadas o puestas juntas. De

    modo que contemplan aquella nueva cosa y crean una nueva palabra parallamarla La llaman fuego.Si se tropiezan con alguien que an no lo ha visto y le hablan del fue-

    go, ste no sabr de qu le estn hablando. Y as ellos a su vez intentarnexplicarle a qu se parece el fuego. Mientras lo hacen, saben por experien-cia propia que lo que estn diciendo no es la verdad, sino solamente unaparte de ella. Saben que este hombre nunca conocer la realidad a partir desus palabras, aunque dispongan de todas las palabras del mundo parautilizarlas. Debe mirar directamente el fuego, olerlo, calentarse sus manosen l, contemplar su corazn, o permanecer ignorante para siempre. Enconsecuencia, fuego no importa, tierra y aire y agua no importanYo no importa. Ninguna palabra importa. Pero el hombre olvida larealidad y recuerda las palabras. Cuantas ms palabras recuerde, ms listolo consideran sus semejantes. Contempla las grandes transformaciones delmundo, pero no las ve como eran vistas cuando el hombre contempl larealidad por primera vez. Sus nombres acuden a sus labios y sonre mien-tras los saborea, pensando que lo conoce todo a travs de sus denomina-

    ciones. Lo que nunca haba ocurrido antes est an ocurriendo. Siguesiendo un milagro. La gran flor ardiente se extiende y fluye por la superfi-cie del mundo, excretando las cenizas del mundo, y sin ser ninguna de esascosas que he nombrado y siendo codas esas cosas a la vez, yesto es la reali-dad.., lo Innominado.

    En consecuencia, os recomiendo, olvidad los nombres que llevis, ol-vidad las palabras que estoy pronunciando tan pronto como son emitidas.Mirad ms bien a lo Innominado que hay dentro de vosotros, que surge

    cuando me dirijo a ello. No escuchis mis palabras, sino la realidad que haydentro de m, de la cual forman parte. Todo lo dems es irreal. Definir esperder. La esencia de todas las cosas es lo Innominado. Lo Innominado es

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    incognoscible, ms poderoso incluso que Brahma. Las cosas pasan, pero laesencia permanece. En consecuencia, estis sentados en medio de unsueo.

    La esencia lo suea como un sueo de formas. Las formas pasan, perola esencia permanece, soando nuevos sueos. El hombre pone nombres aesos sueos y cree haber capturado la esencia, sin saber que invoca loirreal. Estas piedras, estas paredes, estos cuerpos que veis sentados a vues-tro alrededor son amapolas y agua y sol. Son los sueos de lo InnominadoSon fuego, si lo queris.

    Ocasionalmente, puede aparecer un soador consciente de que estsoando. Puede controlar algo de la materia de que estn formados lossueos, ligndola a su voluntad, o puede despertar a un mayor conocimien-to de s mismo. Si elige el sendero del autoconocimiento, su gloria es gran-

    de y durante todas las eras ser como una estrella. Si en vez de ello elige elcamino de los tantras, combinando el samsara y el nirvana, englobando elmundo y continuando su vida en l, ser poderoso entre los soadores.Puede que sea poderoso para el bien o para el mal, segn como lo mire-mos... aunque esos trminos carecen tambin de significado, fuera de lasdenominaciones del samsara.

    Morar dentro del samsara, sin embargo, es someterse a las obras deaquellos que son poderosos entre los soadores. Si son poderosos para elbien, ser una poca dorada. Si son poderosos para el mal, ser una pocade oscuridad. El sueo puede convertirse en una pesadilla.

    Est escrito que vivir es sufrir. Esto es as, dicen los sabios, porque elhombre debe liberarse del peso del karma si quiere alcanzar la iluminacin.Por esta razn, dicen los sabios, de qu le sirve al hombre debatirse de-ntro de un sueo contra aquello que han dispuesto para l los hados, quees el sendero que debe seguir para alcanzar la liberacin? A la luz de losvalores eternos, dicen los sabios, el sufrimiento es como nada; en los tr-minos del samsara, conduce a aquello que es bueno Qu justificacin

    tiene entonces el hombre para debatirse contra aquellos que son poderosospara el mal?

    Hizo una momentnea pausa, alz ms su cabeza.Esta noche el Seor de la Ilusin pas entre vosotros Mara, poderoso

    entre los soadores, poderoso para el mal. Se enfrent a otro que puedetrabajar con la esencia de los sueos de un modo distinto. Se enfrent aDharma, que puede expulsar a un soador de su sueo. Lucharon, y elSeor Mara ya no existe Por qu lucharon, dios de la muerte contra ilu-

    sionista? Decs que sus caminos son incomprensibles, puesto que son loscaminos de los dioses. sta no es la respuesta.

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    La respuesta, la justificacin, es la misma tanto para los hombres comopara los dioses. Bien o mal, dicen los sabios, no significan nada porquepertenecen al samsara. Estoy de acuerdo con los sabios, que han enseadoa nuestro pueblo durante tanto tiempo como la memoria del hombrepuede alcanzar. Estoy de acuerdo, pero tengo en cuenta tambin una cosade la que los sabios no hablan. Esta cosa es la belleza, que es una palabra,pero mirad detrs de la palabra y considerad el Camino de lo Innominado.Y cul es el camino de lo Innominado? Es el Camino del Sueo Y porqu suea lo Innominado? Esto es algo que ningn morador dentro delsamsara sabe. As que preguntaos, ms bien,quesuea lo Innominado?

    Lo Innominado, de lo cual todos formamos parte, suea formas Ycul es el ms alto atributo que puede poseer cualquier forma? Es la belle-za. Lo Innominado es, pues un artista. El problema, por consiguiente, no

    es uno de bien y de mal, sino uno de esttica. Luchar contra aquellos queson poderosos entre los soadores y son poderosos para el mal, o para lafealdad, no es luchar por lo que los sabios nos han enseado que careca designificado en trminos del samsara o del nirvana sino ms bien para lucharpor el soar simtricamente un sueo en trminos del ritmo y la exactitud.De esto, los sabios no dicen nada. Esta verdad es tan simple queobvia-mente la han olvidado. Por esta razn me siento obligado por la esttica dela situacin a llamar vuestra atencin sobre ello. Luchar contra los soado-res que suean fealdad, sean hombres o dioses, no puede ser otra cosa msque la voluntad de lo Innominado. Esta lucha comportar tambin sufri-miento y as el peso krmico de uno se ver aliviado como lo sera sopor-tando la fealdad. Pero este sufrimiento es productivo a un nivel superior ala luz de los valores eternos de los que tan a menudo hablan los sabios.

    as pues, os digo la esttica de lo que habis presenciado esta tarde erade un orden superior. Ahora podis preguntarme. Cmo puedo saber loque es hermoso y lo que es feo, y verme impulsado a actuar en consecuen-cia? Esta pregunta, os digo, podis responderla por vosotros mismos. Para

    hacerlo, olvidad primero lo que he hablado, porque no he dicho nada.Morad en lo Innominado.

    Alz su mano derecha e inclin la cabeza.Yama se puso en pie, Ratri se puso en pie, Tak apareci sobre una me-

    sa.Los cuatro abandonaron juntos la estancia, sabiendo que las maquina-

    rias del karma haban sido derrotadas por un tiempo.

    Cruzaron el dentado resplandor de la maana, bajo el Puente de losDioses. Altas frondas, hmedas an con la lluvia matutina, brillaban a los

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    lados del sendero. Las copas de los rboles y los picos de las distantesmontaas ondulaban ms all de los flotantes vapores. El da se presentabasin nubes. La dbil brisa de la maana arrastraba consigo todava huellasdel fro nocturno. El zumbar y resonar y chirriar de la jungla acompaarona los monjes mientras caminaban. El monasterio del que haban partido eratan slo parcialmente visible por encima de las copas de los rboles; porencima de l, muy alta en el aire, una retorciente lnea de humo pretendallegar al cielo.

    Los servidores de Ratri llevaban su litera en medio del grupo de mon-jes, sirvientes y su pequea guardia de guerreros. Sam y Yama caminabancerca de la cabeza del grupo. Silencioso, sobre sus cabezas, les segua Tak,pasando sin ser visto por entre hojas y ramas.

    La pira sigue ardiendo dijo Yama.

    S.Incineran al vagabundo que sufri un ataque al corazn mientras des-cansaba entre ellos.

    Cierto.Considerando la improvisacin, tu sermn fue cautivador.Gracias.Crees realmente en lo que predicaste?Sam se ech a rer.

    Soy muy crdulo en lo que se refiere a mis propias palabras. Creo todolo que digo, pese a saber que soy un mentiroso.

    Yama buf.La vara de Trimurti cae an sobre las espaldas de los hombres. Nirriti

    se agita en su tenebrosa guarida; hostiga las rutas martimas del sur. Tienesintencin de pasarte otra vida especulando en metafsica..., para hallarnuevas justificaciones que oponer a tus enemigos? Tu charla de anochesonaba como si hubieras vuelto a considerar de nuevo el porquen vez delcmo.

    No dijo Sam. Slo deseaba probar otro sistema con mi audiencia.Es difcil agitar la rebelin entre aquellos para quienes todas las cosas sonbuenas. No hay lugar para el mal en sus mentes, pese al hecho de que losufren constantemente. Las perspectivas de un esclavo en el potro quesabe que renacer otra vez, quiz como un gordo comerciante, si aceptasus sufrimientos, no son las mismas que las de un hombre que slo tieneuna vida que vivir. Puede soportar cualquier cosa, sabiendo que, cuantomayor sea su dolor actual, ms alto ser su placer futuro. Si alguien as no

    elige creer en el bien y el mal, entonces quiz la belleza y la fealdad puedanhacerle servicio. Tan slo se han cambiado los nombres.

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    Entonces, sta es la nueva ptica oficial del partido? pregunt Ya-ma.

    Lo es dijo Sam.Yama pas la mano como alisando un invisible pliegue de sus ropas y

    extrajo una daga, que levant en un saludo.Por la belleza dijo. Abajo la fealdad!Una oleada de silencio cruz la jungla. Todos los sonidos de la vida ce-

    saron a su alrededor.Yama alz una mano, devolviendo la daga a su oculta funda con la otra.Alto! grit.Mir hacia arriba, los ojos fruncidos contra el sol, la cabeza ligeramente

    inclinada a la derecha.Fuera del camino! A la maleza! orden.

    Obedecieron. Los cuerpos vestidos de azafrn desaparecieron rpida-mente del sendero. La litera de Ratri fue llevada entre los rboles. La mujerestaba ahora de pie al lado de Yama.

    Qu ocurre? pregunt.Escucha!Entonces les lleg, descendiendo del cielo en un estallido sonoro. Lla-

    me sobre los picos de las montaas, cruz encima del monasterio, ba-rriendo el humo a la invisibilidad. Explosiones de sonido trompetearon sullegada, y el aire se estremeci mientras henda su rumbo a travs del vientoy de la luz.

    Era una cruz tao muy retorcida, que dejaba una estela de fuego tras ella.El Destructor ha salido de cacera dijo Yama.El carro del trueno! exclam uno de los mercenarios, haciendo un

    signo con la mano.Shiva pasa dijo un monje, con los ojos muy abiertos por el miedo.

    El Destructor. Si por aquel entonces hubiera conocido muy bien mis poderes dijo

    Yama, hubiera podido limitar intencionalmente sus das. A veces lamentomi genio.

    Pas por debajo del Puente de los Dioses, gir sobre la jungla y enfilhacia el sur. Su rugir disminuy gradualmente mientras parta en esa direc-cin. Luego hubo silencio.

    Un pjaro lanz un breve gorjeo. Otro le replic. Luego todos los soni-dos de la vida empezaron de nuevo, y los viajeros regresaron al camino.

    Volver dijo Yama, y estaba en lo cierto.

    Dos veces ms aquel da tuvieron que abandonar el sendero mientras elcarro del trueno pasaba por encima de sus cabezas. La ltima vez traz

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    crculos sobre el monasterio, posiblemente observando los ritos funeralesque se celebraban all. Luego cruz las montaas y desapareci.

    Aquella noche acamparon bajo las estrellas, y lo mismo hicieron la se-gunda noche.

    El tercer da los llev hasta el ro Deeva y la pequea ciudad portuariade Koona. All encontraron el transporte que deseaban, y siguieron caminoaquella misma tarde, viajando en barca esta vez hacia el sur, all donde elDeeva se una al tumultuoso Vedra, y ms all, hasta pasar finalmente juntoa los muelles de Jaipur, su destino.

    Mientras avanzaban con el fluir del ro, Sam escuch sus sonidos. Esta-ba de pie sobre la oscura cubierta, con las manos apoyadas en la barandilla.Miraba al otro lado de las aguas, donde el brillante cielo se alzaba y caa ylas estrellas parecan unirse y separarse. Fue entonces cuando la noche se

    dirigi a l en la voz de Ratri, desde algn lugar cercano.Ya habas pasado por aqu antes, Tathagatha.Muchas veces respondi.El Deeva es hermoso bajo las estrellas, con su ondular y su doblarse.Ciertamente.Ahora vamos a Jaipur y al Palacio de Kama. Qu hars cuando lle-

    guemos?Pasar algn tiempo en meditacin, diosa.Sobre qu vas a meditar? Sobre mis vidas pasadas y los errores que contuvieron cada una de

    ellas. Debo revisar mis propias tcticas, adems de las del enemigo.Yama piensa que la Nube Dorada te ha cambiado.Quiz sea cierto. Cree que te ha ablandado, debilitado. Siempre has adoptado la pose

    del mstico, pero ahora cree que te has convertido realmente en uno, paratu propio mal, para nuestro mal.

    l agit la cabeza y se volvi. Pero no la vio. Permaneca an all, invi-

    sible, o se haba retirado?. Habl suavemente y sin inflexiones.Arrancar esas estrellas del cielo afirm y las arrojar al rostro de

    los dioses, si es necesario. Blasfemar en todos los templos a lo largo yancho de la regin. Tomar vidas como un pescador toma peces, con red,si es necesario. Subir de nuevo a la Ciudad Celestial, aunque cada paso seauna llama o una espada desnuda y el camino est guardado por tigres. Unda los dioses bajarn la vista del Cielo y me vern en la escalera, tendin-doles el don que ms temen. Ese da empezar el nuevo Yuga.

    Pero primero tengo que meditar durante un tiempo termin.Se volvi de nuevo de espaldas y mir por encima de las aguas. El bar-co segua su camino. La noche suspiraba a su alrededor.

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    Sam mir al frente, recordando.

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    II

    Una vez, un pequeo raja de un pequeo principado acudi con su squito a Ma-hartha, la ciudad a la que llaman el Prtico del Sur y la Capital del Alba, paracomprar un nuevo cuerpo. Eso fue en los das en que el hilo del destino poda ser extra-do de cualquier albaal, los dioses eran menos formales, los demonios an seguanatados, y la Ciudad Celestial estaba abierta ocasionalmente a los hombres. sta es lahistoria de cmo el prncipe enga al manco receptor de devociones delante del Templo,incurriendo en el desagrado del Cielo por su presuncin...

    Pocos son los seres renacidos entre los hombres, pe-ro numerosos son los renacidos en otro lugar.

    Anguttara-nikaya (I, 35)

    Entrando en la capital del alba a media tarde, el prncipe, montado enuna yegua blanca, ascendi por la amplia avenida de Surya, con su escoltade un centenar de personas agrupada a su espalda, su consejero Strake a suizquierda, su cimitarra en la faja y una parte de sus riquezas en las bolsasque llevaban sus caballos de carga.

    El calor se estrellaba contra los turbantes de los hombres, se derramabams all de ellos y volva a ascender desde el camino.

    Un carro avanz con lentitud en direccin opuesta, y su conductor mi-r de soslayo el estandarte que llevaba el jefe de la comitiva, una cortesanapermaneca de pie junto al portal, en su pabelln, observando el trfico, yuna jaura de perros callejeros sigui las huellas de los caballos, ladrando.

    El prncipe era alto, y sus bigotes eran del color del humo. Sus manos,

    negras como el caf, estaban sealadas por las rgidas cordilleras de sus

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    venas. Su postura era erguida, y sus ojos eran como los ojos de un viejopjaro, elctricos y claros.

    Una multitud se reuni al frente para observar el paso del grupo. Slomontaban a caballo aquellos que podan permitrselos y pocos eran tanricos como eso. El slagarto era la montura habitual una criatura escamosacon cuello de serpiente, muchos dientes, dudosa estirpe, vida breve y muytemperamental; los caballos por alguna razn, se haban vuelto estriles enlas ultimas generaciones.

    El prncipe sigui adentrndose en la capital del alba y los mirones si-guieron mirando.

    En su camino, salieron de la avenida del sol y se adentraron por callejo-nes ms estrechos. Avanzaron por entre bajos edificios comerciales, lasgrandes tiendas de los grandes comerciantes, los bancos, los templos, las

    posadas, los burdeles. Siguieron adelante hasta que, en el lmite del distritocomercial, llegaron a la principesca hostera de Hawkana, el Perfecto Anfi-trin. Tiraron de las riendas ante su entrada, porque Hawkana en personaestaba fuera del edificio, vestido con sencillez, elegantemente corpulento ycon una sonrisa en los labios, aguardando para conducir personalmente layegua blanca al interior.

    Bienvenido, Seor Siddhartha! exclam con voz alta, a fin de quetodos los que estaban al alcance de su voz supieran la identidad de suhusped. Bienvenido a esta vecindad predilecta de los ruiseores y a losperfumados jardines y salones de mrmol de este humilde establecimiento!Doy la bienvenida tambin a tus acompaantes, que han cabalgado durantetanto tiempo contigo y que sin duda desearn comer y descansar lo mismoque tu. Dentro hallars todas las cosas a tu gusto, espero, como las hallasteen las muchas ocasiones del pasado en que te dignaste penetrar en estossalones en compaa de otros pnncipescos huspedes y nobles visitantes,demasiado numerosos de mencionar, tales como...

    Y buenas tardes tambin a ti, Hawkana! exclam el prncipe, porque

    el da era caluroso y las retahlas de los posaderos, como los ros, amenaza-ban siempre con anegarlo todo. Entremos rpidamente al interior de tuestablecimiento, donde, entre otras virtudes demasiado numerosas paramencionarlas, hallaremos el frescor.

    Hawkana asinti enrgicamente y, tomando la yegua por la brida, lacondujo cruzando el portal hasta el patio, all sujet el estribo mientras elprncipe desmontaba, luego entreg los caballos a los cuidadores del esta-blo y envi a un muchachito a limpiar la calle all donde se haban deteni-

    do.Dentro de la hostera, los hombres fueron baados, de pie en el baode mrmol, mientras los sirvientes echaban agua sobre sus hombros. Lue-

  • 8/2/2019 Zelazny Roger El Senor de La Luz

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    go se ungieron segn la costumbre de la casta guerrera, se pusieron ropaslimpias y pasaron al comedor.

    El refrigerio dur todo el resto de la tarde, hasta que los guerreros per-dieron la cuenta de los platos. A la derecha del prncipe, que se sentaba enla cabecera de la larga y baja mesa de servicio, tres danzarinas tejan intrin-cadas figuras en el aire, haciendo sonar los cmbalos de sus dedos, reflejan-do en sus rostros las expresiones adecuadas en los momentos adecuadosde la danza, mientras cuatro msicos cubiertos con velos tocaban la msicatradicional de aquella hora. La mesa estaba cubierta por un mantel rica-mente bordado en azul, marrn, amarillo, rojo y verde, representando unaserie