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Id. Cendoj: 35016370012015100245Organo: Audiencia ProvincialSede: Las PalmasSección: 1
Tipo de Resolución: SentenciaFecha de resolución: 20/10/2015
Nº Recurso: 45/2014
Ponente: SECUNDINO ALEMAN ALMEIDA
Procedimiento: PENAL - PROCEDIMIENTO ABREVIADO/SUMARIO
Idioma: Español
SECCIÓN PRIMERA DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL
C/ Malaga nº 2 (Torre 3 -Planta 3ª)
Las Palmas de Gran Canaria
Teléfono 928 42 99 30
Fax 928 42 97 76
Rollo: Procedimiento sumario ordinario
Nº Rollo: 0000045/2014
NIG: 3502643220130008779
Resolución: Sentencia 0000061/2015
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Proc origen Procedimiento sumario ordinario
N°proc origen 0003399/2013-00
Jdo origen Juzgado de Instrucción N°3 (antiguo mixto N°8) de Telde
Intervención:
Acusado
Acusado
Acusador particular
Interviniente:
Rodolfo
Saturnino
Delfina
Abogado:
Claudio Pulido Robaina
Claudio Pulido Robaina
Victor Daniel Herrena Ceballos
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Procurador:
Alfredo Santiago Cutillas Castellano
Alfredo Santiago Cutillas Castellano
Andrés Rodríguez Ramirez
SENTENCIA
Presidente
D./Dª. MIGUEL ÁNGEL PARRAMON I BREGOLAT
Magistrados
D./Dª. PEDRO JOAQUÍN HERRERA PUENTES
D./Dª. SECUNDINO ALEMÁN ALMEIDA (Ponente)
En Las Palmas de Gran Canana, a 20 de octubre de 2015
Vista en esta Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas, en juicio
oral y público, la presente causa de Sumario Ordinario número 03399/201 3 instruido
por el Juzgado de Instrucción n° 3 de Telde, que ha dado lugar al Rollo de Sala n°
45/2014, por presunto delito de AGRESIÓN SEXUAL, contra D. Saturnino, nacido el
NUM000/1991, hijo de Jesús Carlos y de Juliana, natural de Las Palmas, con domicilioen Centro Penitenciario Las Palmas, con DNI núm. NUM001, y contra D. Rodolfo,
nacido el NUM002/1991, hijo de Ángel y de Palmira, natural de Las Palmas, con
domicilio en CALLE000NUM003, NUM004NUM005 de Telde, con DNI núm. NUM006,
en la que son parte el Ministerio Fiscal, en ejercicio de la acción pública, Dña Delfina en
el ejercicio de la acusación particular, representada por el Procurador D Andrés
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Rodríguez Ramírez y defendida por el Letrado D Víctor Daniel Herrera Ceballos, y los
acusados de anterior mención, representados por el Procurador de los Tribunales D
Alfredo Cutillas Castellano, y defendido por el Letrado D Claudio Pulido Robaina
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Las presentes diligencias se iniciaron en el Juzgado de Instrucción
indicado en el encabezamiento de esta sentencia, tramitándose el procedimiento
correspondiente y habiéndose celebrado en esta Sección de la Audiencia Provincial de
Las Palmas la vista oral el día 14 de octubre de 2015, con el resultado que obra en el
acta levantada al efecto y que se encuentra unida a las actuaciones.
SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas efectuadas
oralmente en el acto del Juicio y ratificando sus conclusiones provisionales, calificó los
hechos como constitutivos de un delito de agresión sexual del artículo 180.1 y 2ª del
CP, en relación con el artículo 178 y 179 del mismo Texto legal, así como de una falta
de hurto del artículo 623 1 del CP, considerando responsable de ambas infracciones
penales al procesado Rodolfo, en concepto de autor, conforme a los artículos 27 y 28
del Código Penal, y un delito de agresión sexual del artículo 180.1 y 2ª del CP, en
relación con el Saturnino, en concepto de autor, conforme a los artículos 27 y 28 del
CP.
En ambos acusados considera de apreciación la circunstancia agravante de
aprovechamiento de las circunstancias del artículo 22.2 del CP.
Como penas interesa la imposición a cada uno de los procesados, por el delito de
agresión sexual 14 AÑOS DE PRISIÓN con la pena accesoria de inhabilitación
absoluta para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, cada uno.
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Asimismo, y de conformidad con el artículo 57 del Código Penal, procede imponer a
cada uno de ellos la prohibición de aproximarse a Delfina, a su lugar de residencia y a
una distancia no inferior a 500 metros y de comunicación con la misma por cualquier
medio, por el tiempo de 10 años, a partir del cumplimiento de la pena privativa de
libertad.
Igualmente, y de conformidad con lo establecido en el artículo 192 del CP, tras la
reforma operada por la Ley Orgánica 5/2010 de 22 de junio, procede imponer a cada
uno de los procesados la medida de libertad vigilada por un período de 12 años, salvo
que el Tribunal conforme a dicho precepto, estime no imponerla en atención a la menor
peligrosidad del autor.
Por otra parte interesa para el procesado Rodolfo por la falta de hurto, la pena de 2
meses de multa con cuota diaria de 10 euros con la responsabilidad personal
subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos cuotas no satisfechas.
Finalmente interesa el pago de las costas procesales.
En concepto de responsabilidad civil, los procesados deberán indemnizar conjunta y
solidariamente al representante legal de Delfina en la cantidad de 12.000 euros, por los
daños morales, con los intereses legales de los artículos 1.108 del Código Civil y 576
de la LECivil.
Además el procesado Rodolfo, deberá ser condenado a indemnizar a Delfina en la
cantidad de 266 euros por el valor del móvil, con los intereses legales
correspondientes.
TERCERO.-La acusación particular, en igual trámite, calificó los hechos en los
mismos términos que el Ministerio Fiscal, si bien luego en los informes finales solicita la
condena del acusado Saturnino por la falta de hurto, debiendo igualmente responder
por la indemnización interesada por la sustracción del móvil.
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CUARTO.- La defensa de los acusados, elevando a definitivo su escrito de
conclusiones provisionales, mantuvo la libre absolución de los mismos.
QUINTO.-Tras los informes finales y la última palabra de los acusados quedaron los
autos vistos para sentencia, pro cediéndose a su deliberación y votación, siendo
ponente el Ilmo. Sr. don SECUNDINO ALEMÁN ALMEIDA, quién expresa el parecer de
la Sala.
SEXTO.- Los acusados han estado privados de libertad por estos hechos, en
detención preventiva desde el 10 al 12 de agosto de 2013, y en prisión provisional
desde el 12 de agosto de 2013 al 4 de junio de 2014.
HECHOS PROBADOS
ÚNICO.-Estando probado y así se declara que sobre las 16 10 horas del día 9 de
agosto de 2013, Delfina, nacida el día NUM007 de 1996-16 años en aquella fecha-,
quedó con el acusado Rodolfo -de 22 años de edad-, al que había conocido en lasredes sociales días antes, acudió dicho acusado en compañía del también acusado
Saturnino-de 21 años de edad- Una vez juntos los tres, se encaminaron a una zona
aislada que dista aproximadamente un kilómetro desde la zona habitada más próxima
de Playa de Arinaga, y donde se ubican unas instalaciones militares abandonadas con
unos bunkers en cuevas.
Tras entrar en una de las cuevas, los dos acusados mantuvieron relaciones sexuales
con penetración vaginal con la menor, de forma sucesiva, no quedando acreditado elorden en que se turnaran.
La prueba practicada arroja dudas de si los dos acusados obligaron a la menor
cogiéndola por los brazos, primero a entrar en la cueva, y luego a mantener las citadas
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relaciones sexuales ya en su interior, o si por el contrario las mismas fueron libremente
consentidas por ésta.
Ha quedado probado que ambos acusados tenían el propósito de quitarle a la menor
su teléfono móvil Iphone 4 en algún momento de descuido de ésta, lo que
efectivamente hizo el acusado Rodolfo cogiéndoselo del bolso a Delfina, para una vez
que terminaron de mantener relaciones sexuales con ella, abandonar el lugar dejándola
allí y llevándose los dos acusados el indicado móvil. Tras ello, los dos acusados
retomaron el camino hasta Playa Arinaga, donde los esperaban dos amigos suyos,
Leonardo y Mateo, para acto seguido dirigirse los cuatro en el vehículo conducido por
Leonardo al establecimiento Cash Converters ubicado en el Centro Comercial la
Ballena de Las Palmas de Gran Canaria, en el que Mateo lo vendió por la cantidad de130 euros que se repartieron entre los 4.
Dicho móvil tenía en esa fecha un valor de 260 €, siendo recuperado por la guardia
civil en buen estado, si bien con la memoria borrada, de modo que carece de datos
ajenos a las propias instrucciones de su configuración e información sobre su
funcionamiento, que la empresa Apple incluye para su comercialización y posterior uso,
careciendo igualmente de la tarjeta sin asociada a la línea telefónica.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Como ha señalado una reiterada doctrina de la Sala Segunda -entre
otras, sentencia 97/2012, de 24 de febrero-, el derecho fundamental a la presunción de
inocencia exige que la sentencia condenatoria se fundamente en una prueba decontenido incriminatorio que cumpla con las exigencias de ser:
1º) Constitucionalmente obtenida, a través de medios de prueba válidos;
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2º) Legalmente practicada, con respeto a los principios básicos de imparcialidad,
contradicción y publicidad,
y 3°)Racionalmente valorada canon de razonabilidad que exige que desde la lógica y
las reglas de la experiencia los medios de prueba tomados en consideración justifiquen
como objetivamente aceptable la veracidad del relato en el que se fundamenta la
acusación formulaba, pues de la motivación del Tribunal sentenciador debe deducirse
la suficiencia de la prueba para justificar una convicción ausente de dudas razonables
sobre la culpabilidad del acusado.
En esta misma línea, como señala la STS 1.200/2006, de 11 de diciembre, la
presunción de inocencia "en el orden penal comporta:
1) La carga de la prueba sobre los hechos constitutivos de la pretensión penal
corresponde exclusivamente a la acusación, sin que sea exigible a la defensa una
probatio diabólica de los hechos negativos.
2) Sólo puede entenderse como prueba la practicada en el juicio oral bajo la
inmediación del órgano judicial decisor y con observancia de los principios de
publicidad y contradicción.
3) De dicha regla general sólo pueden exceptuarse los supuestos de prueba
preconstituída y anticipada, cuya reproducción en el juicio oral sea o se prevea
imposible y siempre que se garantice el ejercicio del derecho de defensa o la
posibilidad de contradicción.
También hemos de notar, que como de forma constante viene manteniendo la SalaSegunda -STS 811/2009, de 19 de julio- "no debe confundirse la preservación del
derecho a la presunción de inocencia, del que goza cualquier acusado, con el principio
"in dubio pro reo" que, a pesar de hundir la raíz de su propio fundamento en la misma
substancia de aquella presunción, no pasa, en su formulación como simple principio,
del carácter de un criterio más, trascendental pero uno más, a aplicar por el órgano
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jurisdiccional encargado de la valoración probatoria en esta tarea que le viene otorgada
por la Ley.
De modo que, salvo que ese mismo Tribunal exprese claramente su duda y, a pesar
de ello, concluya en la condena o en la aplicación de cualquier otro aspecto
esencialmente gravoso para el acusado, en cuyo caso la corrección que merece
semejante decisión proviene del patente uso indebido de las funciones valorativas de la
prueba por el Juzgador de instancia, a partir del propio reconocimiento por éste de la
inexistencia de suficientes elementos de prueba para alcanzar el grado exigible de
convicción enervatoria del derecho a la presunción de inocencia, a este Tribunal de
Casación le está, lógicamente, vedado entrar a pronunciarse tanto sobre si quien juzgó
tuvo o no dudas al hacerlo como acerca de si debió de tenerlas.
Porque nuestro margen, en este ámbito probatorio, se limita, como es sobradamente
conocido, al control externo de esa función valorativa de la prueba, en concreto a vigilar
el cumplimiento del triple requisito, a saber, la existencia de pruebas
constitucionalmente válidas y procesalmente eficaces y la racionalidad de la
argumentación a través de la cual el Tribunal de instancia justifica, partiendo de esas
pruebas, sus conclusiones y convicciones fácticas.
Por ello, un principio, herramienta meramente aplicativa de un criterio de valoración,
como el del "in dubio pro reo", a utilizar en el momento del mismo de llevar a cabo esa
tarea valorativa del material probatorio disponible no puede resultar alegable, como
objeto de infracción, ante Tribunal que no ha realizado esa tarea valorativa a la que el
principio ha de aplicarse".
SEGUNDO.-En el caso presente, aunque toda la prueba practicada en el acto del juicio oral, y valorada en los términos que se expondrá a continuación, es
objetivamente válida para enervar la presunción de inocencia, en términos de regular
práctica en el plenario con pleno sometimiento a los principios de oralidad,
contradicción e inmediación, arrojando alguna de ellas datos que apuntan a la
posibilidad de la agresión sexual objeto de acusación, el análisis racional de toda la
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practicada arroja dudas sobre si efectivamente los hechos objeto de acusación por el
Fiscal, tal y como son por el mismo contemplados en su escrito de acusación
acontecieran realmente, o si por el contrario nos encontramos con una relación sexual
libremente con sentida entre la menor supuestamente afectada y los dos acusados.
En esta línea, la condena exige certezas y no probabilidades basadas en meras
consideraciones subjetivas, pues por encima de la apreciación más o menos certera de
la aparente irracionalidad de la versión que de los acontecimientos han dado los
acusados, ni podemos obviar su posición en el proceso, enfrentados a una grave
acusación por delito de agresión sexual con una no menos contundente petición de
pena de 14 años de prisión, que condiciona sobremanera sus legítimas estrategias
defensivas, como tampoco podemos obviar la consideración procesal de susmanifestaciones expresión del derecho de defensa y bajo la salvaguarda de la
presunción de inocencia, según la doctrina jurisprudencial que rige la materia, ni
podemos desconocer tampoco la aparente irracionalidad, en algunos aspectos, de la
versión que de lo acontecido diere la menor.
Y es que si bien puede parecer extraño que los dos acusados, de 22 y 21 años,
hayan quedado con la menor de 16 aparente víctima para acudir a una zona de cuevas
aislada, a fin de mantener relaciones sexuales los dos, primero un día, el jueves 8 de
agosto, y luego al siguiente 9 de agosto, tras haberla conocido unos días antes, no
aparentando la menor, por su apariencia en el plenario, ni por la terapia psicológica que
recibe desde los hechos, que tuviere entonces algún tipo de problema psicosocial que
la empujara a mantener relaciones sexuales variadas con múltiples personas y en
circunstancias poco comunes, como lo son en el interior de una cueva aislada, tampoco
podemos desmerecer lo extraño que supone que dicha menor se preste a dar un paseo
a las cuatro de la tarde en pleno mes de agosto, y en una zona de la isla en que pornotoriedad hace mucho calor en esa época del año, atravesando un camino de tierra
durante al menos un kilómetro, sin vegetación, para enseñarle a los dos acusados una
cueva en la que había estado con ellos -y otras personas-, el día anterior, máxime en
cuanto ni siquiera habría quedado -siguiendo su relato- con los dos, sino solo con uno
de ellos, y después de haberse intercambiado unos mensajes por Watsapp en el que
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ellos aludieran a quién llevaría los preservativos ("condones" según la expresa
terminología empleada), tal y como admite la menor, por más que refiera que ella
entendía que era una alusión jocosa o de broma.
Si a ello añadimos la extremada parquedad de su relato, la total ausencia de algún
tipo de lesión, y no ya en la zona vaginal, que efectivamente la historia forense admite
supuestos en que no las haya aún en una relación inconsentida, sino en los brazos y
muñecas pese a sostener la menor que fuere fuertemente sujetada por los acusados
en los mismos, considerar desvirtuada la presunción de inocencia supondría llevar la
fuerza convictiva de la declaración de la víctima -en realidad, siempre supuesta víctima-
a un acto de fe intolerable precisamente con aquella presunción, máxime en cuanto el
Tribunal que juzga jamás podrá retrotraer los acontecimientos a modo de unagrabación audiovisual a fin de poder conocer qué ocurriere realmente, sino que ha de
llegar a una conclusión sobre lo ocurrido a través de la prueba que se practique,
debiendo condenar únicamente cuando el resultado de la misma arroje certezas, y no
meras presunciones o posibilidades tal y como se ha dicho.
Centrémonos en primer lugar en la declaración de la aparente víctima. No ya la
jurisprudencia reiterada del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional impone
cautelas a su valoración, sino que la misma estructura de la función de juzgar impone
su valoración, ante el nesgo evidente de que el mero relato incriminador de quién tiene
interés en la condena de un acusado pueda llevar al ello. El juicio oral no es un trámite
en que se haga justicia si se condena al acusado, sino el acto procesal en el que la de
la justicia impone averiguarla realidad de lo acontecido, siendo preferible absolver a un
culpable que condenar a un inocente, y de ahí que el constituyente, siguiendo la línea
de las legislaciones occidentales, impusiere el principio general de presunción de
inocencia. Por ello, y ya en el ámbito de la doctrina jurisprudencial, el Tribunal Supremoviene manteniendo especiales cautelas cuando la única prueba de cargo para
desvirtuar el principio de presunción de inocencia viene constituida por la declaración
de la víctima, ya que en tal caso debe ponderarse al tiempo el interés del Estado en
perseguir todo tipo de infracciones penales, incluyendo aquéllas que se cometen
buscando especiales circunstancias de tiempo y/o lugar que dificulten la existencia de
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vestigios objetivos al no haber mas versión (aparte obviamente de la del denunciado)
que la de la víctima, y el derecho fundamental a la presunción de inocencia de la que
goza todo acusado, que se revela como una carga para quién sostenga la acusación,
en el sentido de que deberá acreditar cumplidamente la realidad de los hechos en los
que se apoya. En base a esta jurisprudencia, la consideración de prueba de cargo de la
declaración de la víctima como suficiente para enervar la presunción de inocencia
precisará de los siguientes presupuestos:
1º) Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las relaciones acusador/acusado
que pudieran concluir a la deducción de la existencia de un móvil de resentimiento,
enemistad, venganza, enfrentamiento, interés o de cualquier índole que prive a la
declaración de la aptitud necesaria para generar certidumbre.
2º) Verosimilitud, es decir, constatación de la concurrencia de corroboraciones
periféricas de carácter objetivo, que avalen lo que no es propiamente un testimonio
-declaración de conocimiento prestada por una persona ajena al proceso- sino una
declaración de parte, en cuanto que la víctima puede personarse como parte
acusadora particular o perjudicada civilmente en el procedimiento (arts 109 y 110
LECrim) En definitiva es fundamental la constatación objetiva de la existencia del
hecho; y
3º) persistencia en la incriminación esta debe ser prolongada en el tiempo, plural, sin
negativa del acusado, que proclama su inocencia, prácticamente la única posibilidad de
evitar indefensión de este es permitirle que cuestione eficazmente dicha declaración,
poniendo de relieve aquellas contradicciones que señalen su inveracidad (SsTS
1.422/04, de 2 de febrero, 1.536/04, de 20 de diciembre, y 224/2005, de 24 de febrero).
Conviene precisar, como pone de manifiesto la última de las sentencias citada, que
tales tres elementos no han de considerarse como requisitos, de modo que tuvieran
que concurrir todos unidos para que la Sala de instancia pudiera dar crédito a la
testifical de la víctima como prueba de cargo A nadie se le escapa, dice la STS de 19
de marzo de 2003, que cuando se comete un delito en el que aparecen enemistados
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autor y víctima, en estas infracciones que ordinariamente se cometen en la
clandestinidad, puede ocurrir que las declaraciones de ésta última tengan que resultar
verosímiles por las concretas circunstancias del caso Es decir la concurrencia de
alguna circunstancia de resentimiento, venganza o cualquier otro motivo ético y
moralmente inadmisible, es solamente una llamada de atención para realizar un filtro
cuidadoso de sus declaraciones, no pudiéndose descartar aquellas que, aún teniendo
esas características, tienen solidez, firmeza y veracidad objetiva.
Más concretamente señala la Sala Segunda (STS 950/2009, de 15 de octubre) "que
el convencimiento del juzgador puede perfectamente lograrse por la declaración de un
solo testigo, aunque ésta sea la propia víctima, bien entendido que, en contra de lo que
se apunta en el motivo, la declaración de la víctima no es prueba indiciaría sino pruebadirecta y ha sido admitida como prueba de cargo tanto por la doctrina del Tribunal
Supremo (SS 706/2000, 313/2002, 339/2007 de 30.4), como del Tribunal constitucional
(SS 201/89, 173/90, 229/91), atendiendo a que el marco de clandestinidad en que se
producen estos delitos contra la libertad sexual, impiden en ocasiones disponer de
otras pruebas, que es por tanto, prueba licita y suficiente para enervar la presunción de
inocencia.
Encuadrada en la prueba testifical, su valoración corresponde al Tribunal de instancia
que con vigencia de los principios que rigen la realización del juicio y la prédica de la
prueba oye lo que los testigos deponen sobre los hechos percibidos sensorialmente.
Elemento esencial para esa valoración es la inmediación a través de la cual el Tribunal
de instancia forma su convicción no sólo por lo que el testigo ha dicho, sino también su
disposición, las reacciones que sus afirmaciones provocan en otras personas, la
seguridad que transmite, en definitiva, todo lo que rodea una declaración y que la hace
creíble, o no, para formar una convicción judicial"
Más pormenorizadamente y en relación con tales criterios, se señala por la Sala
Segunda -STS 480/2012, de 29 de mayo, entre otras muchas- lo siguiente:
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a) Respecto al criterio de la incredibilidad tiene, como señala la sentencia de 23 de
septiembre de 2004, dos aspectos subjetivos relevantes:
a") Las propias características físicas o psicoorgánicas, en las que se ha de valorar
su grado de desarrollo y madurez, y la incidencia que en la credibilidad de sus
afirmaciones pueden tener algunas veces ciertos trastornos mentales o enfermedades
como el alcoholismo o la drogadicción.
b") La inexistencia de móviles espurios que pudieran resultar bien de las tendencias
fantasiosas o fabuladoras de la víctima, como un posible motivo impulsor de sus
declaraciones, o bien de las previas relaciones acusado-víctima, denotativas de
móviles de odio o de resentimiento, venganza o enemistad, que enturbien la sinceridadde la declaración haciendo dudosa su credibilidad, y creando un estado de
incertidumbre y fundada sospecha incompatible con la formación de una convicción
inculpatoria sobre bases firmes; pero sin olvidar también que aunque todo denunciante
puede tener interés en la condena del denunciado, no por ello se elimina de manera
categórica el valor de su afirmaciones, pues a nadie se la escapa, dicen las SSTS
19.12.2005 y 23.5.2006, que cuando se comete un delito en el que aparecen
enemistados autor y víctima, puede ocurrir que las declaraciones de esta última tengan
que resultar verosímiles por las concretas circunstancias del caso Es decirla
concurrencia de alguna circunstancia de resentimiento, venganza, enemistad o
cualquier otro motivo ético y moralmente inadmisible es solamente una llamada de
atención para realizar un filtro cuidadoso de sus declaraciones, no pudiéndose
descartar aquellas que, aún teniendo estas características, tiene solidez, firmeza y
veracidad objetiva. Es por cuanto si bien el principio de presunción de inocencia
impone en todo análisis fáctico partir de la inocencia del acusado, que debe ser
desvirtuada fuera de toda duda razonable por la prueba aportada por la acusación, sidicha prueba consiste en el propio testimonio de la victima, una máxima común de
experiencia le otorga validez cuando no existe razón alguna que pudiese explicar la
formulación de la denuncia contra persona determinada, ajena al denunciante, que no
sea la realidad de lo denunciado.
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b) Por lo que a la verosimilitud del testimonio se refiere y siguiendo las pautas de la
citada sentencia de 23 de septiembre de 2004, aquella, la verosimilitud, debe estar
basada en la lógica de su declaración y el suplementario apoyo de datos objetivos.
Esto supone:
a") La declaración de la víctima ha de ser lógica en sí misma, o sea no contraria a las
reglas de la lógica vulgar o de la común experiencia, lo que exige valorar si su versión
es o no insólita, u objetivamente inverosímil por su propio contenido.
b") La declaración de la víctima ha de estar rodeada de corroboraciones periféricas
de carácter objetivo obrantes en el proceso; lo que significa que el propio hecho de la
existencia del delito esté apoyado en algún dato añadido a la pura manifestaciónsubjetiva de la víctima (Sentencias de 5 de junio de 1992, 11 de octubre de 1995, 17 de
abril y 13 de mayo de 1996, y 29 de diciembre de 1997) Exigencia que, sin embargo
habrá de ponderarse adecuadamente en los delitos que no dejan huellas o vestigios
materiales de su perpetración (art. 330 LECrim), puesto que, como señala la sentencia
de 12 de julio de 1996, el hecho de que en ocasiones el dato corroborante no pueda
ser contrastado no desvirtúa el testimonio si la imposibilidad de la comprobación se
justifica en virtud de las circunstancias concurrentes en el hecho Los datos objetivos de
corroboración pueden ser muy diversos lesiones en delitos que ordinariamente las
producen, manifestaciones de otras personas sobre hechos o datos que sin ser
propiamente el hecho delictivo atañen a algún aspecto táctico cuya comprobación
contribuya a la verosimilitud del testimonio de la víctima, periciales sobre extremos o
aspectos de igual valor corroborante; etcétera.
c") Por último, en lo que se refiere a la persistencia en la incriminación, y siguiendo la
doctrina de la repetida sentencia, supone:
1) Ausencia de modificaciones esenciales en las sucesivas declaraciones prestadas
por la víctima sin contradecirse ni desdecirse. Se trata de una persistencia material en
la incriminación, valorable "no en un aspecto meramente formal de repetición de un
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disco o lección aprendida, sino en su constancia sustancial de las diversas
declaraciones" (Sentencia de 18 de junio de 1998).
2) Concreción en la declaración que ha de hacerse sin ambigüedades, generalidades
o vaguedades. Es valorable que especifique y concrete con precisión los hechos
narrándolos con las particularidades y detalles que cualquier persona en sus mismas
circunstancias sería capaz de relatar.
3) Coherencia o ausencia de contradicciones, manteniendo el relato la necesaria
conexión lógica entre sus diversas partes.
En todo caso los indicados criterios no son condiciones objetivas de validez de laprueba sino parámetros a que ha de someterse la valoración del testimonio de la
víctima, delimitando el cauce por el que ha de discurrir una valoración verdaderamente
razonable y controlable así casacionalmente a la luz de las exigencias que estos
factores de razonabilidad valorativos representen.
Por ello -como decíamos en las SSTS 10.7.2007 Y 20.7.2006- la continuidad, en la
aportación de datos o elementos incúlpatenos, no exige que los diversos testimonios
sean absolutamente coincidentes, bastando con que se ajusten a una línea uniforme de
la que se pueda extraer, al margen de posibles matizaciones e imprecisiones, una base
sólida y homogénea que constituye un referente reiterado y constante que esté
presente en todas las manifestaciones.
TERCERO.- Presupuesto lo anterior, esta Sala considera que la declaración
inculpatoria de la menor, lejos de la subjetiva impronta derivada del juicio oral acerca
de su aparente fragilidad -aún siendo ya mayor de edad-, e incluso su reiteradanegación a la existencia de una relación sexual consentida con los acusados, dista
mucho de reunir los parámetros jurisprudenciales expuestos, pudiendo concluir que es
objetivamente endeble para desvirtuar la presunción de inocencia. Entremos en detalle:
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1º.- Comenzando por la ausencia de incredibilidad subjetiva, consta el dato objetivo
dE sustracción del móvil por parte de los acusados, que evidentemente constituye un d
propicio para valorar que la menor estuviere enfadada con estos Aunque puede
parecer excesivo que por la sustracción de un móvil llegue a inventar una agresión
sexual con ánimo vindicativo, tampoco seria descartable a priori en cuanto no se trata
de una persona madura y autosuficiente económicamente que pudiere acceder con
cierta facilidad a un nuevo teléfono de los considerados de última generación, de modo
que para ella sí que parece representar una pérdida importante. Además, no es
descartable como alternativa razonable que si efectivamente las relaciones sexuales
fueren consentidas, se sintiera mayormente ultrajada cuando los acusados se
aprovechan para quitarle el móvil. Parece normal ante ello sentir frustración y deseos
vindicativos.
En cualquier caso, y dado que siempre un hecho de las características como el
imputado proyecta un consustancial sentimiento de venganza -es natural que quien se
sienta victima de un delito de esta naturaleza quiera la condena del presunto culpable-,
la consideración que merece este elemento no solo es altamente indeterminado, sino
neutro a los efectos de conformar un criterio sobre la credibilidad de la declaración de
la víctima. Tiene una proyección más negativa que positiva, en cuanto de lo que se
trata con este parámetro es indagar la inexistencia de un móvil espurio desconectado
del hecho mismo que limite objetividad -que no parcialidad, en cuanto el relata de la
víctima es consustancialmente parcial por su implicación emocional- de todo
testimonio.
2º.- Respecto del parámetro de la verosimilitud, es lo cierto que no consta datos
objetivos distintos de la mera declaración incriminatoria de la víctima que avale su tesis
Aludiremos a consideración que en tal sentido pueda tener la pericial forensepsicológica, discutible en cuanto a su configuración como elemento de corroboración
de un testimonio, sobre todo tomando en consideración las peculiaridades del que se
ha emitido en esta causa. En todo caso, dejamos ya sentado que nunca es elemento
de corroboración la impresión de veracidad que de la víctima pueda tener otro testigo o
perito. La corroboración siempre periférica, y por tanto externa al testimonio mismo.
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Antes al contrario, los datos externos que pudieren corroborar la tesis de la supuesta
victima avalarían su inverosimilitud. Y es que si es fuertemente sujeta por uno de los
acusados, mientras el otro consuma la violación, y después se repite este modus
operandi e preguntarse porqué la menor no presenta ningún tipo de lesiones, hasta tal
punto de que el ginecólogo que la explorara de urgencia en el Hospital materno D.
Clemente señalare en el juicio oral, que si bien no es determinante que careciere de
lesiones genitales, si que le llamó poderosamente la atención que no presentara
ninguna lesión en los brazos.
Poco más cabe añadir en relación a este aspecto.
3º. - Mayores dudas arrojan los elementos determinantes del criterio de la
persistencia De un lado, la menor da escasos datos de cómo sucediere la agresión
sexual. Señala como llegan al lugar, quiénes eran los acusados, como se marcharen,
como había quedado con ellos, y como le quitaren el móvil, pero no ofrece un relato
claro de cómo se produjere la agresión. Ni siquiera lo expone a la psicóloga forense. El
único es el que aporta tanto en su declaración ante el Juez Instructor -folios 77 y 78-
como en el acto del juicio oral de que la sujetaran por los brazos y que la penetraran
sucesivamente por detrás ambos acusados, siendo más precisa en cuanto a quién
comenzara en la declaración en fase sumarial que en el acto del juicio oral, que no
recuerda tal circunstancia En todo caso, hemos de significar la sutil diferencia de que
las relaciones sexuales son in controvertidas, esto es, efectivamente ambos acusados
mantuvieron relaciones sexuales con la menor Delfina, luego el acto mismo de la
relación sexual no aporta datos significativos que apoyen la verosimilitud de la versión
de la menor, en un contexto de total ausencia de vestigios objetivos de forzamiento.
Podríamos discernir si el contacto sexual se produjere como señala le menor, porambos acusados sucesivamente por detrás, o como afirman éstos, estando ellos
acostados y ella encima, más aunque admitamos ciertas contradicciones entre lo
declarado por ambos acusados, es lo cierto que cuando declaran en el juicio oral ha
transcurrido cierto tiempo desde los hechos, y tampoco la declaración de la menor es
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del todo coincidente con la que prestare en fase de instrucción- por ejemplo, llega a
contradecirse sobre quién le bajare los pantys.
En todo caso, no podemos obviar que ya en su primera declaración ante la Guardia
civil -folios 13 y 14-, en que admite que previamente hablaran de llevar condones,
indicando ella que no le parecía romántico, aunque añada que fuere una conversación
de broma, luego a la pregunta de si tenía intención de mantener relaciones sexuales
con alguno de los acusados, resulta muy significativo no ya que lo negase, que
efectivamente lo negó, sino que admite que con otro chico-Leonardo, que declarara
como testigo en este juicio, y que fuere quién la pusiere en contacto con los acusados-,
al que igualmente conocía de las redes sociales, sí que había hablado de mantener
relaciones sexuales en algún sitio o en el coche, aunque solo se enrollaron de boca,descartando acostarse con él porque tenía novia. Al margen de que tal circunstancia no
supone que tuviere intención de mantener relaciones sexuales con ambos acusados, sí
que aporta datos significativos sobre la personalidad de la menor, y sustancialmente,
sobre la poco importancia que le da a mantener relaciones sexuales con un chico que
acabara de conocer por la redes sociales.
Añadamos a ello las circunstancias que preceden al día en que ocurrieran los
hechos. La menor Delfina admite que había conocido a un chico por la redes sociales
-Leonardo- con el que quedó para enrollarse y con el que había hablado de mantener
relaciones sexuales, pero sin llegar a hacerlo porque se entera que tenía novia. Ante
esto, el tal Leonardo pone en contacto a la menor, también a través de las redes
sociales, con un amigo suyo conocido por Chato -el acusado Saturnino- Queda con él
el jueves 8 de agosto para dar una vuelta, presentándose aquél con otro amigo, el
también acusado Rodolfo, yendo los tres en compañía de una amiga de ella, Marí Luz,
y un primo suyo, Luis Manuel, a dar una vuelta hasta los bunker, permaneciendo allíuna media hora, no pasando nada ese día según la versión de la menor No obstante,
admite que se sacara una foto besándose con Rodolfo, si bien matiza que fue a
petición de éste último porque su intención era dar celos a una exnovia subiéndola para
ponerla de perfil en las redes sociales. Luego la menor consiente en salir besándose
con un chico que acaba de conocer en las redes sociales. Evidentemente que ello solo
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denota una escasa madurez ante la poca o nula trascendencia que le da a un hecho
con tanta significación, pues obviamente su imagen queda expuesta públicamente,
pero debe tenerse en cuenta de nuevo para poder reconstruir la personalidad de la
menor, que atribuye una agresión sexual a los dos acusados con los que había
quedado para dar una vuelta por un paraje solitario.
A continuación la menor queda solo con Rodolfo para el día siguiente, a fin de dar
una vuelta y conocerse mejor. Ignoramos a que se refiere la menor con lo de conocerse
mejor Admitamos que fuere solo para dar una vuelta Sin embargo, ese día no se
presenta solo Rodolfo, sino que viene acompañado de Saturnino. Haciendo un inciso,
la misma menor relata en el juicio oral que solo va a la zona de bunker con familiares o
con amigos muy cercanos porque tiene miedo Sin embargo, el viernes 9 de agosto, alas 16:00 de la tarde, y por tanto en una zona y en una época del año en que lo normal
es que el día esté soleado y haga muchísimo calor, la menor decide ir a la zona de
búnker sola con los dos acusados, a espaldas y sin conocimiento de su familia, sin
haberle dicho nada a nadie, recorriendo un páramo sin vegetación de más de un
kilómetro, y solo para enseñarles a ambos la cueva, cuando lo cierto es que estos ya
habían estado en ese sitio el día anterior, precisamente con ella y otros amigos.
Como nos recuerda la Sala Segunda -entre otras STS 749/2011, de 30 de junio- en
la inmediación probatoria respecto de las declaraciones personales (acusado, víctima,
testigos) se debe distinguir un primer nivel dependiente de forma inmediata de la
percepción sensorial, condicionado a la inmediación pura, y por tanto ajena en
principio, al control envía de recurso por un Tribunal superior que no ha contemplado la
práctica de la prueba, y un segundo nivel, en el que la opción por una u otra versión de
los hechos no se fundamenta directamente en la percepción sensorial derivada de la
inmediación, sino en una elaboración racional o argumentativa posterior, que descartao prima determinadas pruebas aplicando las reglas de la lógica, los principios de la
experiencia o los conocimientos científicos Esta estructura racional del discurso
valorativo puede ser revisada en casación, censurando aquellas argumentaciones que
resulten ilógicas, irracionales, absurdas o, en definitiva, arbitrarias (SSTS 227/2007, de
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15-3, 893/2007 de 3-10, 778/2007, de 9-10,56/2009, de 3-2,264/2009, de
12-3,901/2009, de 24-9, 960/2009, de 16-10, y 1104/2010, de 29-11, entre otras).
Ahora bien, ese primer nivel de inmediación probatoria directamente imbricado con la
percepción del relato del testigo, esto es, el cómo cuenta ese relato, no está exento de
análisis racional. Dicho de otro modo, no puede hacerse primar la percepción sensorial
que traslada la declaración de un testigo al Tribunal obviando el contenido mismo de lo
que relata, y su misma coherencia interna. No basta pues con las formas a través de
las cuáles un testigo cuenta un relato -si llora, si expone sentimientos de angustia, si
resulta muy contundente en sus afirmaciones o negaciones- o si resulta en ocasiones
vehemente. Es cierto que la seguridad expositiva, la firmeza, y hasta la expresión de
emociones ante determinados episodios objetivamente violentos, pueden dejar unaimpronta de credibilidad incluso la misma imagen que se da en el plenario, el como se
viste, el como se peina, la mirada, puede atribuir al relato una mayor carca de
verosimilitud. Ahora bien, tales circunstancias no pueden desconectarse del contenido
del relato -lo que se dice-, así como la correlación con el resto de medios de prueba, de
modo que lo sustancial, por encima de la escenificación misma de la declaración, es la
coherencia del relato y su correlación con la restante prueba practicada. Se puede
declarar con firmeza, sintiéndose angustiado cuando se relata una supuesta situación
vivencial violenta que haya sufrido, y no estar diciendo la verdad, de la misma manera
que se puede exponer un relato de forma nerviosa, con poca expresividad oral, y sin
embargo exponerse un acontecimiento real.
De lo que se trata, en suma, es situar el análisis de la percepción sensorial de una
declaración en el terreno de la racionalidad, y de ahí que la jurisprudencia venga
exigiendo del Tribunal sentenciador una explicación de cómo ha sido considerado la
inmediación para formar su convicción, y no ampararse en su mera concurrencia paraprivar a las partes y, eventualmente, a otra instancia en vía de recurso, de la posibilidad
de saber qué fue lo ocurrido en el juicio y porqué se ha decidido de la manera que
consta. Y en la misma dirección, también se ha advertido que la inmediación no puede
confundirse con la valoración de la prueba ni menos aún con la justificación de la
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misma, ya que la inmediación no blinda a la resolución judicial contra el control
cognitivo por parte del Tribunal superior (STS 716/2009, de 2-7).
Tales parámetros deben ser objeto de un análisis más riguroso cuando la única
prueba de cargo viene constituida por la declaración de la víctima. La STS 584/2014,
de 17 de junio resulta bastante expresiva de este singular e importantísimo punto de
vista, pues si bien parte de la base de que el viejo axioma testis unus testis nullus ha
sido felizmente abandonado en el moderno proceso penal, ello no puede implicar "una
relajación del rigor con que debe examinarse la prueba, ni una debilitación del in dubio.
Esa evolución es secuela de la inconveniencia de condicionar la valoración probatoria
por rígidos moldes legales diferentes a las máximas de experiencia y reglas de la
lógica.
El hecho de que la prueba esencial sea básicamente un testimonio, el testimonio de
la víctima, es compatible con la presunción de inocencia Están superadas épocas en
que se despreciaba esa prueba única (testimoniun unius non valet), considerándole
insuficiente por declaración legal y no por valoración de un Tribunal. No puede verse en
ello una concesión para evitar la impunidad algunos delitos. Esa idea no puede servir
de excusa para degradar la presunción de inocencia. Las razones de la derogación de
tal regla hay que buscarlas en el sistema de valoración racional de la prueba y no en un
inasumible pragmatismo defensista que obligase a excepcionar principios esenciales.
La palabra de un solo testigo, sin ninguna otra prueba adicional, puede ser suficiente
en abstracto para alcanzar la convicción subjetiva. Ahora bien, la exigencia de una
fundamentación objetivamente racional de la sentencia hace imposible fundar una
condena sobre la base de la mera "creencia" en la palabra del testigo", a modo de un
acto de fe ciego.
En los casos de "declaración contra declaración" (aunque normalmente no aparecen
supuestos de esa forma pura y desnuda, ayuna de otros elementos), se exige una
valoración de la prueba especialmente profunda, respecto de la credibilidad Cuando
una condena se basa, en lo esencial, en una declaración testimonial ha de redoblarse
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el esfuerzo de motivación táctica cuyas exigencias se acrecientan. Así lo sostiene la
jurisprudencia a semejanza de otros Tribunales de nuestro entorno (por todos, doctrina
del BGH).
No sería de recibo un argumento que basase la necesidad de aceptar esa prueba
única en el riesgo de impunidad Esto recordaría los llamados delicia excepta, y la
máxima: "In atrocissimis leviores conjecturae sufficiunt, et licet iudice iura transgredí",
(en los casos en que un hecho, si es que hubiera sido cometido, no habría dejado
"ninguna prueba", la menor conjetura basta para penar al acusado) contra la cual
lanzaron severas y justificadas críticas los penalistas de la Ilustración La aceptación de
esa premisa aniquilaría la presunción de inocencia como tal. La añeja Sentencia del TS
americano que a finales del siglo XIX habló, por primera vez en aquel Tribunal de lapresunción de inocencia -caso Coffin y Unied States-, evocaba un suceso tomado del
Derecho romano que es pertinente recordar Cuando el acusador se dirigió al
Emperador diciendo "... si es suficiente con negar, ¿qué ocurriría con los culpables?",
recibió esta réplica "Y si fuese suficiente con acusar, qué le sobrevendría a los
inocentes.
CUARTO - Así pues, la testifical de la víctima puede ser prueba suficiente para
condenar pero es exigible una motivación fáctica reforzada. En ese contexto encaja
bien el triple test la jurisprudencia para valorar la credibilidad del testigo en sus
manifestaciones, elementos corroboradores, ausencia de motivos de incredibilidad
diferentes a la propia acción delictiva-. No se define un presupuesto de validez o de
utilizabilidad, sino meras orientaciones que han de ser ponderadas pues ayudan a
acertar en la decisión. Son puntos de contraste que no se pueden soslayar. Pero eso
no significa que cuando se cubran las tres condiciones haya que otorgar "por
imperativo legal" crédito al testimonio. Ni, tampoco, que cuando falte una o varias, laprueba ya no pueda ser valorada y, ex lege, por ministerio de la ley -o de la doctrina
legal en este caso-, se considere insuficiente para fundar una condena. Ni lo uno ni lo
otro. Es posible que no se confiera capacidad convictiva de forma razonada a la
declaración de una víctima (porque se duda del acierto de su reconocimiento, v. gr),
pese a que ha sido persistente, cuenta con elementos periféricos que parecerían
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apuntalarla y no se ha identificado ningún motivo espurio que ponga en entredicho su
fiabilidad, y, según los casos, también es perfectamente imaginable que una sentencia
condenatoria tome como prueba esencial la única declaración de la víctima huérfana de
elementos corroboradores de cierta calidad, que ha sido fluctuante por ocultar
inicialmente datos o por cambios o alteraciones en las diferentes declaraciones, y pese
a identificarse una animadversión dilatada en el tiempo entre víctima y acusado,
siempre que el Tribunal analice cada uno de esos datos y justifique porqué, pese a
ellos, no tiene dudas de la realidad de los hechos y la autoría (aunque no es lo más
frecuente, tampoco es insólito encontraren los repertorios supuestos de este tenor)"
Tales consideraciones son plenamente trasladables a la declaración de la menor en
esta causa. Admitimos que en este caso la declaración de la menor en el juicio oral, ysustancialmente por la imagen que da, no guarda mucha relación con una relación
sexual consentida con dos chicos que acabara de conocer. Hasta aquí se podría
sostener que lo que cuenta haya ocurrido de verdad. Sin embargo, las exigencias
derivadas de la presunción de inocencia conforme explica con enorme claridad la
sentencia que acabamos de exponer, no admite que los acusados sean condenados
solo por la impresión subjetiva que acarrea la imagen de la supuesta víctima en el juicio
oral. Haríamos de su palabra un acto de fe ciego.
Por ello, nos detenemos más en el análisis racional del relato que cuenta, y desde
esta perspectiva, es difícil de sostener su coherencia interna. Como hemos dicho, aún
partiendo de la minoría de edad de la menor, tenía no solo 16 años en la fecha de los
hechos sino que estaba muy próxima a cumplir los 17. Además, disponía de un móvil
de los denominados de última generación con el que disponía de una enorme facilidad
de relacionarse con otros chicos a través de las redes sociales, habiendo tenido novio
en el pasado con el que ya había mantenido relaciones sexuales, y que utilizabaprecisamente las redes sociales para conocer a otros chicos, quedar con ellos, e
incluso plantearse mantener relaciones sexuales, todo ello sin consentimiento de su
familia, disponiendo además de cierta libertad de movimientos, llegando incluso a ir a
sitios distintos a los que tenía permiso. En este aspecto, y de nuevo haciendo un inciso,
quién ha venido ejerciendo funciones tutelares de hecho como padre -su abuelo
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materno D. Evaristo-, señala en el juicio oral que solo daba permiso a la menor para ir
con conocidos al parque, pero que no le había dado permiso a ir a la zona de búnkers,
y que si se hubiere enterado que iba allí con dos chicos sola se hubiere enfadado.
A partir de aquí, resulta un tanto insólito que la menor decidiera ir sola con los dos
acusados, a los que prácticamente acabara de conocer, en la hora y época del año de
los hechos, atravesando un páramo seco de un kilómetro a pleno sol y a media tarde
para ir a unas cuevas que ya conocían, supuestamente solo para enseñárselas.
Puede ser que la menor esté diciendo la verdad, pero con los parámetros que
confluyen en su relato, se estaría pidiendo de este Tribunal, como hemos señalado, un
acto de fe ciego incompatible con la presunción de inocencia.
CUARTO.- Pero es que si analizamos la demás prueba de cargo que se ha
practicado, no parece que pueda revertirse esa consideración. Sustancialmente nos
detenemos en el informe pericial psicológico forense practicado a la menor y que obra
a folios 207 a 212 de las actuaciones, ratificado en el acto del plenario por una de las
peritos que lo suscribieren.
En primer lugar, es importante situar el alcance de esta prueba en sus justos
términos tal y como ha sido perfilada por la doctrina jurisprudencial. En tal sentido -STS
480/2012, de 29 de mayo- se indica que el niño, objeto de una agresión sexual, no
suele dar cuenta ni informar con un lenguaje elaborado ni dependiente de un proceso
mental el hecho acontecido, sino que transmite literalmente hechos, que aún relevante
para el esclarecimiento de lo acontecido y para su fijación histórica, siendo por ello
objeto de valoración, aconseja un informe pericial psicológico.
Y es que cuando se trata de declaraciones o testimonios de menores de edad, con
desarrollo aún inmaduro a su personalidad, con resortes mentales todavía en
formación, que pueden incidir en su forma de narrar aquello que han presenciado, de
manera que pueden incurrir en tabulaciones o inexactitudes, la prueba pericial
psicológica, practicada con todas las garantías -entre ellas, la imparcialidad y la
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fiabilidad derivada de sus conocimientos- midiendo su informe ante el Tribunal
sentenciador, en contradicción procesal, aplicando dichos conocimientos a verificar el
grado de fiabilidad de la declaración del menor o incapaz conforme a métodos
profesionales de reconocido prestigio en un círculo de saber, se revela como una
fuente probatoria de indiscutible valor para apreciar el testimonio referido, víctima de un
delito de naturaleza sexual, bien entendido que respecto a estos informes -hemos dicho
en STS 294/2008 de 27-5, 10/1012 de 18-1, que los dictámenes periciales puedan
pronunciarse sobre el relato físico y psicológico de la víctima antes y después de
suceder los hechos, pueden incluso contrastar sus declaraciones con los datos
empíricos elaborados por la ciencia y expresar si existen o no elementos que permiten
dudar de su fiabilidad, pero estos informes no dicen, ni pueden decir, ni se les pide que
digan, si las declaraciones se ajustan o no a la realidad.
La responsabilidad del análisis crítico de la fiabilidad o credibilidad de su testimonio
acusatorio que puede determinar la condena o absolución de una persona compete
constitucionalmente al Juez o Tribunal sentenciador con los asesoramientos o apoyo
que estime procedente.
Por ello se insiste en la importancia de que existan dados periféricos que corroboren
la declaración de las víctimas -menores de edad- especialmente en los delitos
sexuales, como pueden ser estos informes psicológicos, el del forense sobre secuelas
psíquicas y las declaraciones de familiares, que se consideran complementarios del
testimonio de aquellas.
Se insiste -STS 179/2014, de 6 de marzo- en que la credibilidad es un aspecto
esencial de la valoración de la prueba que corresponde en exclusiva al juzgador de
instancia, al depender de la percepción directa por los jueces a quibus de lasmanifestaciones del deponente como resultado de la inmediación y oralidad en que se
practican estas pruebas personales. Esta clase de informes son únicamente elementos
accesorios y secundarios para que el Tribunal forme su convicción al respecto, pero por
su misma naturaleza de accesoriedad y complementariedad, esta clase de pericias no
puede establecer una conclusión rotunda e indubitada a diferencia de otras pruebas
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periciales que, por las técnicas científicas e instrumentos utilizados y el objeto material
del análisis, permiten establecer diagnósticos incuestionables.
Se recuerda asimismo -SsTS 238/2011, de 21 de marzo, 1367/2011, de 20 de
noviembre- la incorrección de nominarlos como "pericial psicológica sobre la veracidad
de las declaraciones", pues no corresponde a los psicólogos establecer tal cosa, que es
competencia del Tribunal en su exclusiva función de juzgar y valorar las pruebas
practicadas. Cuestión distinta es la relevancia que en la valoración de la credibilidad del
testigo, -sea víctima o sea un tercero- pueden tener sus condiciones psico-físicas,
desde su edad, madurez y desarrollo, hasta sus posibles anomalías mentales, pasando
por ciertos caracteres psicológicos de su personalidad, tales como la posible tendencia
a la fabulación, o a contar historias falsas por afán de notoriedad, etc. Y es esto y no laveracidad misma del testimonio, lo que puede ser objeto de una pericia. Apreciar
significa precisamente ponderar el valor de los cosas. Se tendería o subvertir la
naturaleza procesal de la prueba pericial, atribuyendo a ésta un alcance prácticamente
definitivo. El perito es un auxiliar del ejercicio de la función jurisdiccional, pero no es
alguien cuyo criterio deba imponerse a quienes asumen la tarea decisoria (...) Lo
contrario sería tanto como convertir al perito en una suerte de pseudoponente con
capacidad decisorio para determinar de forma implacable el criterio judicial Lo que los
peritos denominan conclusión psicológica de certeza, en modo alguno puede aspirar o
desplazarla capacidad jurisdiccional para decidirla concurrencia de los elementos del
tipo y paro proclamar o negar la autoría del imputado (STS 485/2007, 28 de mayo)
No podemos tampoco desdeñar algunos pronunciamientos jurisprudenciales que
incluso niegan que la pericial psicológica sea un elemento de corroboración -STS
477/2015, de 6 de julio-. Y así se significa que aunque la declaración incrimínatoria de
la víctima es prueba, por sí misma suficiente para enervar la presunción de inocenciade los procesados, siempre que aparezca rodeada de los parámetros interpretativos
para su apreciación que esta Sala Casacional ha declarado de forma muy reiterada
(ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de alguna situación que la incapacite por
razones personales, la misma verosimilitud de la versión ofrecida por la víctima, y
persistencia en su testimonio), es también necesario que la declaración de la víctima se
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encuentre rodeada de datos corroboradores, externos y objetivos, que la doten de una
especial potencia convictiva.
Las corroboraciones son esos datos o elementos externos que sin suponer una
aditiva prueba autónoma, pues en tal caso, sobraría la declaración de la víctima,
refuerzan las manifestaciones de ésta, de modo que la otorgan verosimilitud y
credibilidad. "No pueden considerarse propiamente corroboraciones los informes
periciales sino modos de evaluaras! grado de credibilidad de la declaración de la
víctima menor de edad.
Sin embargo, las corroboraciones son datos adicionales que refuerzan la versión
inculpatoria de la víctima.
No se olvide que corroborar implica vivificar, dar mayor fuerza a cargo (STS 24/2015.
de 21 de enero)"
QUINTO.- Presupuesto lo anterior, del informe pericial psicológico practicado en este
proceso -folios 207 a 212-, completado con las aclaraciones de una de las psicólogas
forenses que lo suscribiere en el plenario, solo cabe constatar la existencia de un
trastorno de estrés postraumático que es compatible con una vivencia como la
denunciada. En el juicio oral, la psicóloga forense señala que no se incidió en el relato
de lo acontecido para no incurrir en una revictimización, lo que se viene denominando
como victimización secundaria, que naturalmente acontece cuando quién ha podido ser
víctima de un delito violento debe recrearlo en constantes ocasiones, muchas de ellas
espaciadas en el tiempo, lo que afecta no solo a su recuperación, sino esencialmente,
cuando se trata de menores de edad, a su estabilidad emocional.
Cuando se juzga un delito violento, singularmente contra la libertad sexual en que la
aparente víctima es un menor de edad, en el proceso penal confluyen dos intereses
igualmente relevantes: la presunción de inocencia de todo acusado, que exige que la
prueba de cargo en su contra se practique en el juicio oral con pleno sometimiento a los
principios de oralidad, contradicción e inmediación, y de la que resulta especialmente
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expresiva el interrogatorio del testigo-víctima y la necesidad de preservar la indemnidad
de quién efectivamente haya podido ser víctima de un hecho violento que incida en su
normal desarrollo cuando se es menor de edad.
Como punto de partida, no es posible la condena si no se cuenta con la prueba
personal, sea en fase de instrucción sea en el juicio oral, del menor víctima, no siendo
posible el testimonio de referencia -STS 884/2010, de 6 de octubre con abundante cita
jurisprudencial.
La más moderna jurisprudencia -STS 632/2014, de 14 de octubre- suele aceptar
como prueba, precisamente con la finalidad de hacer compatibles ambos intereses, la
grabación audiovisual en fase de instrucción de la declaración del menor supuestavíctima, en condiciones tales que se garantice la efectiva contradicción, como bien
puede ser el interrogatorio llevado a cabo directamente por un psicólogo forense, pero
dirigido a través de un cristal en habitáculo contiguo por el Juez Instructor, en presencia
del imputado, su abogado y las acusaciones, quiénes podrán formular preguntas que
previa declaración de pertinencia por el Instructor, se le trasladen al profesional
psicólogo para que a su vez las formule utilizando la técnica que resulte más
convincente. En todo caso, luego la reproducción de la correspondiente grabación en el
juicio oral prescindiendo de la siempre preferente declaración directa en el mismo de la
víctima, exigirá un informe psicológico más o menos actualizado, que incida en la
inconveniencia de esa declaración por afectar a la situación emocional del menor
afectado.
La STS 940/2013, de 13 de diciembre estudia con enorme amplitud el estado de la
cuestión, señalando que "La frecuencia con la que hechos de esta naturaleza acceden
a nuestro conocimiento por vía casacional, explica la existencia de numerososprecedentes que, ponderando los bienes jurídicos en conflicto, han tratado de alcanzar
una solución armoniosa con los valores constitucional en juego. La jurisprudencia de
esta Sala no avala la tesis de la defensa. Y es que hemos dicho de forma reiterada que
nuestra sistema procesal no admite el desplazamiento caprichoso del principio de
contradicción ni del derecho de defensa por el simple hecho de que la víctima sea un
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menor de edad. La presencia de un niño en el proceso penal no permite un
debilitamiento de las garantías que informan la valoración probatoria. Pero esa
afirmación no es incompatible con la irrenunciable necesidad de preservar otros bienes
que también convergen en el acto de enjuiciamiento y que cuentan con una tutela
reforzada de nuestro sistema jurídico. Así lo hemos proclamado en numerosos
precedentes de los que son elocuentes muestras las SSTS 96/2009, 10 de marzo,
593/2012, 17 de julio, 743/2010, 17 de junio y ATS 1594/2011, 13 de octubre)
En efecto, atendiendo a los compromisos internacionales contraídos (Convención de
las Naciones Unidas de 20 noviembre 1989, sobre los Derechos del Niño y Decisión
Marco del Consejo de la Unión Europea, de 15 de marzo de 2001, relativa al estatuto
de la víctima en el proceso penal y, más recientemente, la Directiva 2012/29/UE delParlamento Europeo y el Consejo de 25 de octubre -Diario Oficial de la Unión Europea
de 14 de noviembre-), hemos apuntado que nuestro ordenamiento procesal y la
jurisprudencia que lo interpreta -cfr. SSTS 19/2013, 9 de enero, 80/2012, 10 de febrero
y 174/2011, 7 de noviembre, entre otras- no son ajenos a estas necesidades. Así, a
través de los arts. 433, 448, 455, 707, 731 bis ,777.2 y 797.2 LECrim, es posible, ya
desde la fase de instrucción, dar protección a los intereses de la víctima sin desatender
el derecho de defensa, acordando que la exploración de los menores se realice ante
expertos, en presencia del Ministerio Fiscal, acordando su grabación para una posterior
utilización y asegurando en todo caso la posibilidad de contradicción de las partes,
como es legítimo que la exploración se realice, en todo caso, evitando la confrontación
visual con el inculpado, a cuyo fin se utilizará cualquier medio técnico que lo haga
posible, previéndose expresamente la utilización de la videoconferencia como
procedimento de realización del interrogatorio.
Como quiera que en los delitos de abuso sexual, usualmente, la declaración delmenor es la única prueba directa sobre los hechos, pues las restantes suelen limitarse
a relatar lo que el menor ha narrado o a evaluar las condiciones en las que narró los
hechos o su credibilidad (SSTEDH caso P. S. contra Alemania § 30, caso W contra
Finlandia, § 47, caso D contra Finlandia, § 44), el centro de atención recae
naturalmente sobre las garantías que han de rodear la exploración del menor, y la
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forma en la que la misma puede introducirse en el debate del juicio oral. En la
delimitación precisa de cuales hayan de ser esas precauciones mínimas que han de
establecerse en favor de la defensa para, al mismo tiempo, dar protección a la víctima y
garantizar un juicio con todas las garantías, resulta esclarecedor y relevante el canon
fijado en la reciente STEDH de 28 de septiembre de 2010, caso A. S. contra Finlandia,
§ 56, en la que señala "quien sea sospechoso de haber cometido el delito debe ser
informado de que se va a oír al menor, y debe tener una oportunidad de observar dicha
exploración, bien en el momento en que se produce o después, a través de su
grabación audiovisual, asimismo debe tener la posibilidad de dirigir preguntas al menor,
de forma directa o indirecta, bien durante el desarrollo de la primera exploración o en
una ocasión posterior » Son estas las garantías mínimas que, conforme a la
jurisprudencia del TEDH, han de observarse.
En definitiva, la síntesis de los pronunciamientos del TEDH que han sido citados
indica que la protección del interés del menor de edad que afirma haber sido objeto de
un delito justifica y legitima que, en su favor, se adopten medidas de protección que
pueden limitar o modular la forma ordinaria de practicar su interrogatorio El mismo
puede llevarse a efecto a través de un experto (ajeno o no a los órganos del Estado
encargados de la investigación) que deberá encauzar su exploración conforme a las
pautas que se le hayan indicado, puede llevarse a cabo evitando la confrontación visual
con el acusado (mediante dispositivos físicos de separación o la utilización de
videoconferencia o cualquier otro medio técnico de comunicación a distancia), si la
presencia en juicio del menor quiere ser evitada, la exploración previa habrá de ser
grabada, a fin de que el Tribunal del juicio pueda observar su desarrollo, y en todo
caso, habrá de darse a la defensa la posibilidad de presenciar dicha exploración y
dirigir directa o indirectamente, a través del experto, las preguntas o aclaraciones que
entienda precisas para su defensa, bien en el momento de realizarse la exploración,
bien en un momento posterior. De esta manera, es posible evitar reiteraciones y
confrontaciones innecesarias y, al mismo tiempo, es posible someter las
manifestaciones del menor que incriminan al acusado a una contradicción suficiente,
que equilibra su posición en el proceso.
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Recientemente hemos dicho - STS 925/2012, 8 de noviembre - que no siendo
pacífico admitir la preconstitución probatoria durante la fase de investigación o
instrucción (arts. 433.2 y 448.3 y 4 LECrim) como sustitutivo de la deposición de los
menores en el acto del juicio oral, sí que lo es convenir que en supuestos como el
examinado ese tipo de preconstitución facilita el enjuiciamento pues impide la
contaminación del material probatorio e introduce desde el primer momento en una
prueba de especial fragilidad como es el testimonio de niños, la garantía de la
contradicción. De esa forma además se logra una más eficaz tutela de la víctima menor
en consonancia con la Decisión Marco del Consejo de la Unión Europea de 15 de
marzo de 2001, relativa al estatuto de la víctima en el proceso penal, ("Los Estados
miembros garantizarán, cuando sea necesario proteger a las víctimas, y sobre todo a
las más vulnerables, de las consecuencias de prestar declaración en audiencia pública,que éstas puedan, por resolución judicial, testificar en condiciones que permitan
alcanzar ese objetivo, por cualquier medio adecuado compatible con los principios
fundamentales de su Derecho "), con la muy reciente Directiva 2012/29/UE del
Parlamento Europeo y el Consejo de 25 de octubre (Diario Oficial de la Unión Europea
de 14 de noviembre, arts. 20 a 24, singularmente), o con la Convención del Consejo de
Europa sobre protección de la infancia contra la explotación y el abuso sexual, hecha
en Lanzarote el 25 de octubre de 2007, firmada por España el 12 de marzo de 2009
(arts 30 o 35, que alientan una serie de medidas como la necesidad de que las
declaraciones de niños y niñas, se desarrollen en lugares adecuados y sean
conducidas por expertos especialmente capacitados para ello y que su número sea
limitado y el estrictamente necesario, así como que se adopten medidas para que
dichas entrevistas sean grabadas y que dichas grabaciones puedan ser aceptadas
como prueba en el juicio oral)
[...] Como se ha argumentado por los especialistas, no se trata solo de
consideraciones victimológicas, que por sí mismas serían suficientes, sino que también
concurren poderosas razones epistémicas que aconsejan esa práctica: se elude el
riesgo de empobrecimiento de los testimonios ocasionado por el transcurso del tiempo
o de contaminación a los que se muestran especialmente permeables los testimonios
de niños de corta edad. La concurrencia de un profesional experto en la realización de
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esas entrevistas tiene un valor especial, aunque desde luego resulta irrenunciable la
dirección y supervisión judicial y la contradicción asegurada por la presencia de todas
las partes (STEDH caso S.N. contra Suecia, de 2 de julio de 2002, sentencia del
Tribunal de Luxemburgo en el conocido caso Pupino, de 16 de junio de 2005, así como
STC 174/2011, de 7 de noviembre, y STS 96/2009, de 10 de marzo)
Este entendimiento de la inevitable necesidad de ponderar los principios y derechos
que definen el estándar constitucional de un proceso justo y el superior interés del
menor, late en otros precedentes jurisprudenciales ejemplarmente glosados por la
sentencia de instancia (cfr. SSTS 96/2009, 10 de marzo y 743/2010, 17 de junio, entre
otras)
B) La misma idea está también presente en el ámbito de la jurisprudencia
constitucional. De forma bien reciente, la STC 75/2013, 8 de abril, abordaba el
problema de la declaración de los menores víctimas de un delito de esta naturaleza en
los siguientes términos "... a este respecto, hemos de partir de que, si bien el derecho a
un proceso con todas las garantías exige, como regla general, que los medios de
prueba se practiquen en el seno del juicio oral con plenitud de garantías de publicidad,
oralidad, contradicción e inmediación (por todas, SSTC 31/1931, de 23 de julio, FJ 3,
206/2003, de 1 de diciembre, FJ 2 ,134/2010, de 3 de diciembre, FJ 3, o 174/2011, de 7
de noviembre, FJ 3), la necesidad de ponderar el citado derecho fundamental con otros
intereses y derechos dignos de protección permite modular los términos de esa regla e
introducir determinados supuestos de excepción, siempre que se hallen debidamente
justificados en atención a esos fines legítimos y, en todo caso, que permitan el debido
ejercicio de la defensa contradictoria por parte de quien se encuentra sometido al
enjuiciamiento penal Como recuerda la STC 174/2011, de 7 de noviembre, "dichas
modulaciones y excepciones atienden a la presencia en juego de otros principios eintereses constitucionalmente relevantes que pueden concurrir con los del acusado. En
tales casos excepcionales es posible modular la forma de prestar declaración e incluso
dar valor probatorio al contenido incriminatorio de manifestaciones prestadas fuera del
juicio oral siempre que se garantice suficientemente el derecho de defensa del
acusado" (FJ 3)
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Así, hemos venido admitiendo, desde la STC 80/1986, de 17 de junio, la posibilidad
de integrar en la valoración probatoria el resultado de diligencias sumariales de
investigación, tales como, en particular, declaraciones testificales, mientras, entre otros
requisitos, al acusado se le haya dado la posibilidad de someter tal testimonio a
contradicción (entre otras, SSTC 345/2006, de 11 de diciembre, FJ 3 y 68/2010, de 18
de octubre, FJ 5). En línea semejante, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha
reiterado que la incorporación al proceso de declaraciones que han tenido lugar en fase
de instrucción no lesiona por sí misma los derechos reconocidos en los párrafos 3 d) y
1 del art. 6 del Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales siempre que exista una causa legítima que impida la
declaración en el juicio oral y que se hayan respetado los derechos de defensa delacusado, esto es, siempre que se de al acusado una ocasión adecuada y suficiente de
contestar el testimonio de cargo e interrogar a su autor bien cuando se presta, bien con
posterioridad (SSTEDH de 20 de noviembre de 1989, caso Kostovskic. Holanda, § 41,
23 de abril de 1997, caso Van Mechelen y otros c. Holanda, § 51 y 19 de julio de 2012,
caso Hummerc. Alemania, § 38), advirtiendo en todo caso que "los derechos de
defensa se restringen de forma incompatible con las garantías del art. 6 cuando una
condena se funda exclusivamente o de forma decisiva en declaraciones hechas por
una persona que el acusado no ha podido interrogar o hacer interrogar ni en la fase de
instrucción ni durante el plenario» (SSTEDH de 27 de febrero de 2001, caso Lucác.
Italia, § 40, 15 de diciembre de 2011, caso Al-Khawaja y Taheryc. Reino Unido, § 118,
y 19 de febrero de 2013, caso Ganic. España, § 38)
En un ámbito más cercano a la órbita de problemas que presenta el supuesto actual,
hemos considerado legítimo igualmente excepcionar la citada regla general ante
testigos que presenten especiales necesidades de protección debido a su minoría deedad, especialmente cuando han podido ser víctimas de un delito violento o contra su
indemnidad sexual, casos en los que a la finalidad de asegurar el desarrollo del
proceso penal se añadiría la necesidad de velar por los intereses del menor. En este
sentido, acogiendo una consolidada jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo (...),
manifestamos en la STC 174/2011, de 7 de noviembre, que en tales casos "la causa
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legítima que justifica la pretensión de impedir, limitar o modular su presencia en el juicio
oral para someterse al interrogatorio personal de la acusación y la defensa, tiene que
ver tanto con la naturaleza del delito investigado (que puede reclamar una mayor
garantía de su intimidad) como con la necesidad de preservar su estabilidad emocional
y normal desarrollo personal" (FJ 3), que podría verse gravemente alterada con la
inserción del menor en entorno de un procedimiento penal y, en particular, con el
sometimiento al debate contradictorio entre las partes inherente a la dinámica del juicio
oral. En tales supuestos, las manifestaciones verbales de los menores podrían llegar a
erigirse en prueba de cargo decisiva para fundar la condena, si bien únicamente
cuando se hubiera dado al acusado la posibilidad "de ejercer adecuadamente su
derecho de defensa, a cuyo fin los órganos judiciales están obligados,
simultáneamente, a tomar otras precauciones que contrapesen o reequilibren losdéficits de defensa que derivan de la imposibilidad de interrogar personalmente al
testigo de cargo en el juicio oral" (FJ 3), y que pasarían por ofrecer "una oportunidad de
observar dicha exploración, bien en el momento en que se produce o después, a través
de su grabación audiovisual», y por "tener la posibilidad de dirigir preguntas al menor
de forma directa o indirecta, bien durante el desarrollo de la primera exploración o en
una ocasión posterior" (STC 174/2011, citando el caso A.S. c. Finlandia, § 56)""
SEXTO.- Por tanto, y a modo de recapitulación, la llamada victimización secundaria
incide en la adopción de métodos de preconstitución de pruebas que impida el
pernicioso peregrinaje de quien siendo menor de edad y aparentemente víctima de un
hecho delictivo grave, se ve abocado a sucesivos interrogatorios espaciados en el
tiempo.
Sin embargo, no parece que tal consideración deba trasladarse al examen pericial
psicológico forense. El psicólogo forense no actúa como terapeuta, sino para indagar lapersonalidad del menor fuente de su informe. Además, la perspectiva de su análisis
debe ser más objetiva. El menor fuente de su examen no puede ser para el perito
psicólogo víctima del delito, pues de lo que se trata precisamente es dilucidar si lo es o
no. Una cosa es que en cuanto al modo de realizar su examen se adopten
determinadas prevenciones relacionadas con la edad del menor, y se deba ser
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especialmente cuidadoso ante la posibilidad de que efectivamente haya podido ser
víctima de un hecho violento, y otra muy distinta considerarlo como tal, y mucho menos
omitir la necesaria indagación sobre el relato que deba dar de lo acontecido para no
incurrir en esa revictimización. Se puede aceptar de un psicólogo terapeuta, que trate
los síntomas que tenga el menor, que no incida en el relato, dejando que transcurra el
tiempo, como así, por ejemplo lo puso de manifiesto la psicóloga Dña. Carina que lleva
tratando a la menor desde poco después a los hechos, tal y como así lo indicare en el
plenario. Dicha profesional parte de una sintomatología - estrés postraumático- que
debe tratar y curar, siendo por ello innecesario indagar con celeridad en el origen de la
misma, por más que sea conveniente como elemento coadyuvador de su tratamiento.
El perito psicólogo tiene una perspectiva diferente, pues no actúa a nivel terapéutico,
sino que ha de incidir en el relato mismo, y en el examen de la personalidad del menor.
Por tanto, y centrándonos pues en el informe pericial psicológico forense objeto de
análisis por esta Sala, no se advierte que se incida en tales aspectos, más allá de
constatar quiénes son sus familiares, su formación académica, que tiene una
capacidad intelectiva sin alteraciones, y que presenta un síndrome de estrés
postraumático compatible con una agresión sexual. Y efectivamente que así puede ser.
Pero, retomando el resultado de la declaración de la menor tal y como se analizara en
fundamentos precedentes, ni es racional ni coherente su relato, ni podemos obviar su
peculiar situación familiar, en que es criada por sus abuelos maternos, que desconocen
en realidad lo que hace la menor cuando sale, que tiene enorme facilidad para
relacionarse con otros chicos a través de las redes sociales sin control, que ha tenido
ya relaciones sexuales con un novio anterior, y que admite hablar con algún chico con
el que contacta a través de las redes sociales para mantener relaciones sexuales. Todo
ello señalando además que tenía miedo de la reacción de su padre -en realidad su
abuelo-. Sobre estos datos nada se dice en el informe pericial, cuando parecen ser
sustanciales para tratar de indagar sobre la personalidad de la menor. Todo ello sin
obviar que aunque este tipo de informes periciales son desde luego convenientes en
niños de corta edad, con un escaso desarrollo intelectivo, moldeables en el ámbito
emocional y muy sugestivos, pierden su eficacia cuando se trata de menores con cierto
grado de desarrollo y que ya han adquirido cierta capacidad de esconder la realidad, de
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modo que en menores de 14-15 años de edad en adelante, por regla general resulta
más importante su declaración directa, en la medida en que con ella ya es posible
indagar cuál es su personalidad.
Por tanto, obviando las antes referenciadas circunstancias que acompañan a su
relato, la menor debía explicar a su padre cómo le habían sustraído su móvil los
acusados, de tal forma que debía contarle que se había ido voluntariamente a una zona
aislada de cuevas para pasear con ellos, a quiénes acabara de conocer a través de las
redes sociales. Además, debe tenerse en cuenta que estos chicos le quitan su móvil,
que es de los denominados de última generación, tras haber mantenido relaciones
sexuales con ella, hasta tal punto que tales acusados señalan que quedaron con la
misma por la aparente facilidad para mantener relaciones con ella, lo que incidesobremanera en la propia consideración de la menor.
Todo lo anterior confluye en que no sea descartable otro tipo de causas para explicar
la situación emocional actual de la menor. En suma, no negamos la posibilidad de que
los acusados, aprovechándose de la aparente ingenuidad de la menor, la agredieren
sexualmente para luego quitarles el móvil, pero no negar esa posibilidad no equivale,
conforme al análisis que hemos expuesto de la prueba, que tengamos la convicción de
que así haya sido realmente Se trata en suma de ponderar esa prueba a fin de concluir
fuere de toda duda razonable, que la agresión sexual se produjere efectivamente, lo
que sin embargo no podemos afirmar por las razones que hemos explicado.
SÉPTIMO.-Y entrando en el análisis del resto de la prueba, ninguna es suficiente
para poder alterar la anterior conclusión La de los agentes de la Guardia Civil carece de
toda relevancia como signo incriminatorio, pues se limitan a tomar manifestaciones, y
de ahí las escasas preguntas a las que fueren sometidos, con solo dos excepcionesuna, la de que ninguno de ellos advirtiere en la menor lesiones objetivas en sus brazos.
Aunque en algún momento se alude a ellas por supuestas referencias de la médico
forense -folio 5 de las actuaciones, página 1 del atestado-, es lo cierto que no solo
ninguno de ellos ha relatado en el plenario haberlas presenciado, sino que los informes
médicos emitidos respecto de la menor-folios 41 (informe hospitalario de urgencias), 93
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y 94 (informe médico forense), 96 a 99 (parte de lesiones)- coinciden en la total
ausencia de lesiones.
La otra excepción se centra en el acta de inspección ocular con reportaje fotográfico
de la cueva donde se produjeren los hechos -folios 126 a 132-, ratificado en el plenario
por los agentes que lo practicaren. El único dato incriminador de carácter objetivo sería
el que no encontraren restos de preservativos en el lugar en el que supuestamente se
habría producido la agresión sexual, cuando los dos acusados señalaren que los
arrojaron allí una vez que concluyeren. Sin embargo tal circunstancia no resulta
determinante. Primero porque la inspección ocular se realizare el 12 de agosto, tres
días después a los hechos; segundo, porque siendo incontrovertible la relación sexual
-el debate se centra en si fue o no consentida-, el análisis de los restos orgánicospresentes en la prenda íntima de la menor, de los hisopos vaginales obtenidos en el
Hospital -folio 100-, y del lavado vaginal perteneciente a la misma, arrojó un resultado
negativo a la presencia de semen, según el Informe del laboratorio de Genética del
Instituto de Medicina Legal de Las Palmas obrante a folios 260 y 261-, siendo
irrelevante en este caso concreto la aclaración que efectúa su suscriptor Doctor
Apolonio en el juicio oral de la inconveniente técnica de la obtención de los Hisopos del
resto con el lavado, siendo más correcto la recogida en seco de los mismos, pues la
relación sexual es incontrovertible, y en todo caso, cualquier defecto en la recogida de
muestras que se proyecte en la imposibilidad de ofrecer un resultado negativo
contundente jamás puede ser una prueba de cargo. En cualquier caso, entre l