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    Id. Cendoj: 35016370012015100245Organo: Audiencia ProvincialSede: Las PalmasSección: 1

    Tipo de Resolución: SentenciaFecha de resolución: 20/10/2015

    Nº Recurso: 45/2014

    Ponente: SECUNDINO ALEMAN ALMEIDA

    Procedimiento: PENAL - PROCEDIMIENTO ABREVIADO/SUMARIO

    Idioma: Español

    SECCIÓN PRIMERA DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL

    C/ Malaga nº 2 (Torre 3 -Planta 3ª)

    Las Palmas de Gran Canaria

    Teléfono 928 42 99 30

    Fax 928 42 97 76

    Rollo: Procedimiento sumario ordinario

    Nº Rollo: 0000045/2014

    NIG: 3502643220130008779

    Resolución: Sentencia 0000061/2015

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    Proc origen Procedimiento sumario ordinario

    N°proc origen 0003399/2013-00

    Jdo origen Juzgado de Instrucción N°3 (antiguo mixto N°8) de Telde

    Intervención:

     Acusado

     Acusado

     Acusador particular

    Interviniente:

    Rodolfo

    Saturnino

    Delfina

     Abogado:

    Claudio Pulido Robaina

    Claudio Pulido Robaina

    Victor Daniel Herrena Ceballos

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    Procurador:

     Alfredo Santiago Cutillas Castellano

     Alfredo Santiago Cutillas Castellano

     Andrés Rodríguez Ramirez

    SENTENCIA

    Presidente

    D./Dª. MIGUEL ÁNGEL PARRAMON I BREGOLAT

    Magistrados

    D./Dª. PEDRO JOAQUÍN HERRERA PUENTES

    D./Dª. SECUNDINO ALEMÁN ALMEIDA (Ponente)

    En Las Palmas de Gran Canana, a 20 de octubre de 2015

    Vista en esta Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas, en juicio

    oral y público, la presente causa de Sumario Ordinario número 03399/201 3 instruido

    por el Juzgado de Instrucción n° 3 de Telde, que ha dado lugar al Rollo de Sala n°

    45/2014, por presunto delito de AGRESIÓN SEXUAL, contra D. Saturnino, nacido el

    NUM000/1991, hijo de Jesús Carlos y de Juliana, natural de Las Palmas, con domicilioen Centro Penitenciario Las Palmas, con DNI núm. NUM001, y contra D. Rodolfo,

    nacido el NUM002/1991, hijo de Ángel y de Palmira, natural de Las Palmas, con

    domicilio en CALLE000NUM003, NUM004NUM005 de Telde, con DNI núm. NUM006,

    en la que son parte el Ministerio Fiscal, en ejercicio de la acción pública, Dña Delfina en

    el ejercicio de la acusación particular, representada por el Procurador D Andrés

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    Rodríguez Ramírez y defendida por el Letrado D Víctor Daniel Herrera Ceballos, y los

    acusados de anterior mención, representados por el Procurador de los Tribunales D

     Alfredo Cutillas Castellano, y defendido por el Letrado D Claudio Pulido Robaina

    ANTECEDENTES DE HECHO

    PRIMERO.- Las presentes diligencias se iniciaron en el Juzgado de Instrucción

    indicado en el encabezamiento de esta sentencia, tramitándose el procedimiento

    correspondiente y habiéndose celebrado en esta Sección de la Audiencia Provincial de

    Las Palmas la vista oral el día 14 de octubre de 2015, con el resultado que obra en el

    acta levantada al efecto y que se encuentra unida a las actuaciones.

    SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas efectuadas

    oralmente en el acto del Juicio y ratificando sus conclusiones provisionales, calificó los

    hechos como constitutivos de un delito de agresión sexual del artículo 180.1 y 2ª del

    CP, en relación con el artículo 178 y 179 del mismo Texto legal, así como de una falta

    de hurto del artículo 623 1 del CP, considerando responsable de ambas infracciones

    penales al procesado Rodolfo, en concepto de autor, conforme a los artículos 27 y 28

    del Código Penal, y un delito de agresión sexual del artículo 180.1 y 2ª del CP, en

    relación con el Saturnino, en concepto de autor, conforme a los artículos 27 y 28 del

    CP.

    En ambos acusados considera de apreciación la circunstancia agravante de

    aprovechamiento de las circunstancias del artículo 22.2 del CP.

    Como penas interesa la imposición a cada uno de los procesados, por el delito de

    agresión sexual 14 AÑOS DE PRISIÓN con la pena accesoria de inhabilitación

    absoluta para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, cada uno.

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     Asimismo, y de conformidad con el artículo 57 del Código Penal, procede imponer a

    cada uno de ellos la prohibición de aproximarse a Delfina, a su lugar de residencia y a

    una distancia no inferior a 500 metros y de comunicación con la misma por cualquier

    medio, por el tiempo de 10 años, a partir del cumplimiento de la pena privativa de

    libertad.

    Igualmente, y de conformidad con lo establecido en el artículo 192 del CP, tras la

    reforma operada por la Ley Orgánica 5/2010 de 22 de junio, procede imponer a cada

    uno de los procesados la medida de libertad vigilada por un período de 12 años, salvo

    que el Tribunal conforme a dicho precepto, estime no imponerla en atención a la menor

    peligrosidad del autor.

    Por otra parte interesa para el procesado Rodolfo por la falta de hurto, la pena de 2

    meses de multa con cuota diaria de 10 euros con la responsabilidad personal

    subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos cuotas no satisfechas.

    Finalmente interesa el pago de las costas procesales.

    En concepto de responsabilidad civil, los procesados deberán indemnizar conjunta y

    solidariamente al representante legal de Delfina en la cantidad de 12.000 euros, por los

    daños morales, con los intereses legales de los artículos 1.108 del Código Civil y 576

    de la LECivil.

     Además el procesado Rodolfo, deberá ser condenado a indemnizar a Delfina en la

    cantidad de 266 euros por el valor del móvil, con los intereses legales

    correspondientes.

    TERCERO.-La acusación particular, en igual trámite, calificó los hechos en los

    mismos términos que el Ministerio Fiscal, si bien luego en los informes finales solicita la

    condena del acusado Saturnino por la falta de hurto, debiendo igualmente responder

    por la indemnización interesada por la sustracción del móvil.

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    CUARTO.- La defensa de los acusados, elevando a definitivo su escrito de

    conclusiones provisionales, mantuvo la libre absolución de los mismos.

    QUINTO.-Tras los informes finales y la última palabra de los acusados quedaron los

    autos vistos para sentencia, pro cediéndose a su deliberación y votación, siendo

    ponente el Ilmo. Sr. don SECUNDINO ALEMÁN ALMEIDA, quién expresa el parecer de

    la Sala.

    SEXTO.- Los acusados han estado privados de libertad por estos hechos, en

    detención preventiva desde el 10 al 12 de agosto de 2013, y en prisión provisional

    desde el 12 de agosto de 2013 al 4 de junio de 2014.

    HECHOS PROBADOS

    ÚNICO.-Estando probado y así se declara que sobre las 16 10 horas del día 9 de

    agosto de 2013, Delfina, nacida el día NUM007 de 1996-16 años en aquella fecha-,

    quedó con el acusado Rodolfo -de 22 años de edad-, al que había conocido en lasredes sociales días antes, acudió dicho acusado en compañía del también acusado

    Saturnino-de 21 años de edad- Una vez juntos los tres, se encaminaron a una zona

    aislada que dista aproximadamente un kilómetro desde la zona habitada más próxima

    de Playa de Arinaga, y donde se ubican unas instalaciones militares abandonadas con

    unos bunkers en cuevas.

    Tras entrar en una de las cuevas, los dos acusados mantuvieron relaciones sexuales

    con penetración vaginal con la menor, de forma sucesiva, no quedando acreditado elorden en que se turnaran.

    La prueba practicada arroja dudas de si los dos acusados obligaron a la menor

    cogiéndola por los brazos, primero a entrar en la cueva, y luego a mantener las citadas

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    relaciones sexuales ya en su interior, o si por el contrario las mismas fueron libremente

    consentidas por ésta.

    Ha quedado probado que ambos acusados tenían el propósito de quitarle a la menor

    su teléfono móvil Iphone 4 en algún momento de descuido de ésta, lo que

    efectivamente hizo el acusado Rodolfo cogiéndoselo del bolso a Delfina, para una vez

    que terminaron de mantener relaciones sexuales con ella, abandonar el lugar dejándola

    allí y llevándose los dos acusados el indicado móvil. Tras ello, los dos acusados

    retomaron el camino hasta Playa Arinaga, donde los esperaban dos amigos suyos,

    Leonardo y Mateo, para acto seguido dirigirse los cuatro en el vehículo conducido por

    Leonardo al establecimiento Cash Converters ubicado en el Centro Comercial la

    Ballena de Las Palmas de Gran Canaria, en el que Mateo lo vendió por la cantidad de130 euros que se repartieron entre los 4.

    Dicho móvil tenía en esa fecha un valor de 260  €, siendo recuperado por la guardia

    civil en buen estado, si bien con la memoria borrada, de modo que carece de datos

    ajenos a las propias instrucciones de su configuración e información sobre su

    funcionamiento, que la empresa Apple incluye para su comercialización y posterior uso,

    careciendo igualmente de la tarjeta sin asociada a la línea telefónica.

    FUNDAMENTOS DE DERECHO

    PRIMERO.- Como ha señalado una reiterada doctrina de la Sala Segunda -entre

    otras, sentencia 97/2012, de 24 de febrero-, el derecho fundamental a la presunción de

    inocencia exige que la sentencia condenatoria se fundamente en una prueba decontenido incriminatorio que cumpla con las exigencias de ser:

    1º) Constitucionalmente obtenida, a través de medios de prueba válidos;

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    2º) Legalmente practicada, con respeto a los principios básicos de imparcialidad,

    contradicción y publicidad,

    y 3°)Racionalmente valorada canon de razonabilidad que exige que desde la lógica y

    las reglas de la experiencia los medios de prueba tomados en consideración justifiquen

    como objetivamente aceptable la veracidad del relato en el que se fundamenta la

    acusación formulaba, pues de la motivación del Tribunal sentenciador debe deducirse

    la suficiencia de la prueba para justificar una convicción ausente de dudas razonables

    sobre la culpabilidad del acusado.

    En esta misma línea, como señala la STS 1.200/2006, de 11 de diciembre, la

    presunción de inocencia "en el orden penal comporta:

    1) La carga de la prueba sobre los hechos constitutivos de la pretensión penal

    corresponde exclusivamente a la acusación, sin que sea exigible a la defensa una

    probatio diabólica de los hechos negativos.

    2) Sólo puede entenderse como prueba la practicada en el juicio oral bajo la

    inmediación del órgano judicial decisor y con observancia de los principios de

    publicidad y contradicción.

    3) De dicha regla general sólo pueden exceptuarse los supuestos de prueba

    preconstituída y anticipada, cuya reproducción en el juicio oral sea o se prevea

    imposible y siempre que se garantice el ejercicio del derecho de defensa o la

    posibilidad de contradicción.

    También hemos de notar, que como de forma constante viene manteniendo la SalaSegunda -STS 811/2009, de 19 de julio- "no debe confundirse la preservación del

    derecho a la presunción de inocencia, del que goza cualquier acusado, con el principio

    "in dubio pro reo" que, a pesar de hundir la raíz de su propio fundamento en la misma

    substancia de aquella presunción, no pasa, en su formulación como simple principio,

    del carácter de un criterio más, trascendental pero uno más, a aplicar por el órgano

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     jurisdiccional encargado de la valoración probatoria en esta tarea que le viene otorgada

    por la Ley.

    De modo que, salvo que ese mismo Tribunal exprese claramente su duda y, a pesar

    de ello, concluya en la condena o en la aplicación de cualquier otro aspecto

    esencialmente gravoso para el acusado, en cuyo caso la corrección que merece

    semejante decisión proviene del patente uso indebido de las funciones valorativas de la

    prueba por el Juzgador de instancia, a partir del propio reconocimiento por éste de la

    inexistencia de suficientes elementos de prueba para alcanzar el grado exigible de

    convicción enervatoria del derecho a la presunción de inocencia, a este Tribunal de

    Casación le está, lógicamente, vedado entrar a pronunciarse tanto sobre si quien juzgó

    tuvo o no dudas al hacerlo como acerca de si debió de tenerlas.

    Porque nuestro margen, en este ámbito probatorio, se limita, como es sobradamente

    conocido, al control externo de esa función valorativa de la prueba, en concreto a vigilar

    el cumplimiento del triple requisito, a saber, la existencia de pruebas

    constitucionalmente válidas y procesalmente eficaces y la racionalidad de la

    argumentación a través de la cual el Tribunal de instancia justifica, partiendo de esas

    pruebas, sus conclusiones y convicciones fácticas.

    Por ello, un principio, herramienta meramente aplicativa de un criterio de valoración,

    como el del "in dubio pro reo", a utilizar en el momento del mismo de llevar a cabo esa

    tarea valorativa del material probatorio disponible no puede resultar alegable, como

    objeto de infracción, ante Tribunal que no ha realizado esa tarea valorativa a la que el

    principio ha de aplicarse".

    SEGUNDO.-En el caso presente, aunque toda la prueba practicada en el acto del juicio oral, y valorada en los términos que se expondrá a continuación, es

    objetivamente válida para enervar la presunción de inocencia, en términos de regular

    práctica en el plenario con pleno sometimiento a los principios de oralidad,

    contradicción e inmediación, arrojando alguna de ellas datos que apuntan a la

    posibilidad de la agresión sexual objeto de acusación, el análisis racional de toda la

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    practicada arroja dudas sobre si efectivamente los hechos objeto de acusación por el

    Fiscal, tal y como son por el mismo contemplados en su escrito de acusación

    acontecieran realmente, o si por el contrario nos encontramos con una relación sexual

    libremente con sentida entre la menor supuestamente afectada y los dos acusados.

    En esta línea, la condena exige certezas y no probabilidades basadas en meras

    consideraciones subjetivas, pues por encima de la apreciación más o menos certera de

    la aparente irracionalidad de la versión que de los acontecimientos han dado los

    acusados, ni podemos obviar su posición en el proceso, enfrentados a una grave

    acusación por delito de agresión sexual con una no menos contundente petición de

    pena de 14 años de prisión, que condiciona sobremanera sus legítimas estrategias

    defensivas, como tampoco podemos obviar la consideración procesal de susmanifestaciones expresión del derecho de defensa y bajo la salvaguarda de la

    presunción de inocencia, según la doctrina jurisprudencial que rige la materia, ni

    podemos desconocer tampoco la aparente irracionalidad, en algunos aspectos, de la

    versión que de lo acontecido diere la menor.

    Y es que si bien puede parecer extraño que los dos acusados, de 22 y 21 años,

    hayan quedado con la menor de 16 aparente víctima para acudir a una zona de cuevas

    aislada, a fin de mantener relaciones sexuales los dos, primero un día, el jueves 8 de

    agosto, y luego al siguiente 9 de agosto, tras haberla conocido unos días antes, no

    aparentando la menor, por su apariencia en el plenario, ni por la terapia psicológica que

    recibe desde los hechos, que tuviere entonces algún tipo de problema psicosocial que

    la empujara a mantener relaciones sexuales variadas con múltiples personas y en

    circunstancias poco comunes, como lo son en el interior de una cueva aislada, tampoco

    podemos desmerecer lo extraño que supone que dicha menor se preste a dar un paseo

    a las cuatro de la tarde en pleno mes de agosto, y en una zona de la isla en que pornotoriedad hace mucho calor en esa época del año, atravesando un camino de tierra

    durante al menos un kilómetro, sin vegetación, para enseñarle a los dos acusados una

    cueva en la que había estado con ellos -y otras personas-, el día anterior, máxime en

    cuanto ni siquiera habría quedado -siguiendo su relato- con los dos, sino solo con uno

    de ellos, y después de haberse intercambiado unos mensajes por Watsapp en el que

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    ellos aludieran a quién llevaría los preservativos ("condones" según la expresa

    terminología empleada), tal y como admite la menor, por más que refiera que ella

    entendía que era una alusión jocosa o de broma.

    Si a ello añadimos la extremada parquedad de su relato, la total ausencia de algún

    tipo de lesión, y no ya en la zona vaginal, que efectivamente la historia forense admite

    supuestos en que no las haya aún en una relación inconsentida, sino en los brazos y

    muñecas pese a sostener la menor que fuere fuertemente sujetada por los acusados

    en los mismos, considerar desvirtuada la presunción de inocencia supondría llevar la

    fuerza convictiva de la declaración de la víctima -en realidad, siempre supuesta víctima-

    a un acto de fe intolerable precisamente con aquella presunción, máxime en cuanto el

    Tribunal que juzga jamás podrá retrotraer los acontecimientos a modo de unagrabación audiovisual a fin de poder conocer qué ocurriere realmente, sino que ha de

    llegar a una conclusión sobre lo ocurrido a través de la prueba que se practique,

    debiendo condenar únicamente cuando el resultado de la misma arroje certezas, y no

    meras presunciones o posibilidades tal y como se ha dicho.

    Centrémonos en primer lugar en la declaración de la aparente víctima. No ya la

     jurisprudencia reiterada del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional impone

    cautelas a su valoración, sino que la misma estructura de la función de juzgar impone

    su valoración, ante el nesgo evidente de que el mero relato incriminador de quién tiene

    interés en la condena de un acusado pueda llevar al ello. El juicio oral no es un trámite

    en que se haga justicia si se condena al acusado, sino el acto procesal en el que la de

    la justicia impone averiguarla realidad de lo acontecido, siendo preferible absolver a un

    culpable que condenar a un inocente, y de ahí que el constituyente, siguiendo la línea

    de las legislaciones occidentales, impusiere el principio general de presunción de

    inocencia. Por ello, y ya en el ámbito de la doctrina jurisprudencial, el Tribunal Supremoviene manteniendo especiales cautelas cuando la única prueba de cargo para

    desvirtuar el principio de presunción de inocencia viene constituida por la declaración

    de la víctima, ya que en tal caso debe ponderarse al tiempo el interés del Estado en

    perseguir todo tipo de infracciones penales, incluyendo aquéllas que se cometen

    buscando especiales circunstancias de tiempo y/o lugar que dificulten la existencia de

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    vestigios objetivos al no haber mas versión (aparte obviamente de la del denunciado)

    que la de la víctima, y el derecho fundamental a la presunción de inocencia de la que

    goza todo acusado, que se revela como una carga para quién sostenga la acusación,

    en el sentido de que deberá acreditar cumplidamente la realidad de los hechos en los

    que se apoya. En base a esta jurisprudencia, la consideración de prueba de cargo de la

    declaración de la víctima como suficiente para enervar la presunción de inocencia

    precisará de los siguientes presupuestos:

    1º) Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las relaciones acusador/acusado

    que pudieran concluir a la deducción de la existencia de un móvil de resentimiento,

    enemistad, venganza, enfrentamiento, interés o de cualquier índole que prive a la

    declaración de la aptitud necesaria para generar certidumbre.

    2º) Verosimilitud, es decir, constatación de la concurrencia de corroboraciones

    periféricas de carácter objetivo, que avalen lo que no es propiamente un testimonio

    -declaración de conocimiento prestada por una persona ajena al proceso- sino una

    declaración de parte, en cuanto que la víctima puede personarse como parte

    acusadora particular o perjudicada civilmente en el procedimiento (arts 109 y 110

    LECrim) En definitiva es fundamental la constatación objetiva de la existencia del

    hecho; y

    3º) persistencia en la incriminación esta debe ser prolongada en el tiempo, plural, sin

    negativa del acusado, que proclama su inocencia, prácticamente la única posibilidad de

    evitar indefensión de este es permitirle que cuestione eficazmente dicha declaración,

    poniendo de relieve aquellas contradicciones que señalen su inveracidad (SsTS

    1.422/04, de 2 de febrero, 1.536/04, de 20 de diciembre, y 224/2005, de 24 de febrero).

    Conviene precisar, como pone de manifiesto la última de las sentencias citada, que

    tales tres elementos no han de considerarse como requisitos, de modo que tuvieran

    que concurrir todos unidos para que la Sala de instancia pudiera dar crédito a la

    testifical de la víctima como prueba de cargo A nadie se le escapa, dice la STS de 19

    de marzo de 2003, que cuando se comete un delito en el que aparecen enemistados

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    autor y víctima, en estas infracciones que ordinariamente se cometen en la

    clandestinidad, puede ocurrir que las declaraciones de ésta última tengan que resultar

    verosímiles por las concretas circunstancias del caso Es decir la concurrencia de

    alguna circunstancia de resentimiento, venganza o cualquier otro motivo ético y

    moralmente inadmisible, es solamente una llamada de atención para realizar un filtro

    cuidadoso de sus declaraciones, no pudiéndose descartar aquellas que, aún teniendo

    esas características, tienen solidez, firmeza y veracidad objetiva.

    Más concretamente señala la Sala Segunda (STS 950/2009, de 15 de octubre) "que

    el convencimiento del juzgador puede perfectamente lograrse por la declaración de un

    solo testigo, aunque ésta sea la propia víctima, bien entendido que, en contra de lo que

    se apunta en el motivo, la declaración de la víctima no es prueba indiciaría sino pruebadirecta y ha sido admitida como prueba de cargo tanto por la doctrina del Tribunal

    Supremo (SS 706/2000, 313/2002, 339/2007 de 30.4), como del Tribunal constitucional

    (SS 201/89, 173/90, 229/91), atendiendo a que el marco de clandestinidad en que se

    producen estos delitos contra la libertad sexual, impiden en ocasiones disponer de

    otras pruebas, que es por tanto, prueba licita y suficiente para enervar la presunción de

    inocencia.

    Encuadrada en la prueba testifical, su valoración corresponde al Tribunal de instancia

    que con vigencia de los principios que rigen la realización del juicio y la prédica de la

    prueba oye lo que los testigos deponen sobre los hechos percibidos sensorialmente.

    Elemento esencial para esa valoración es la inmediación a través de la cual el Tribunal

    de instancia forma su convicción no sólo por lo que el testigo ha dicho, sino también su

    disposición, las reacciones que sus afirmaciones provocan en otras personas, la

    seguridad que transmite, en definitiva, todo lo que rodea una declaración y que la hace

    creíble, o no, para formar una convicción judicial"

    Más pormenorizadamente y en relación con tales criterios, se señala por la Sala

    Segunda -STS 480/2012, de 29 de mayo, entre otras muchas- lo siguiente:

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    a) Respecto al criterio de la incredibilidad tiene, como señala la sentencia de 23 de

    septiembre de 2004, dos aspectos subjetivos relevantes:

    a") Las propias características físicas o psicoorgánicas, en las que se ha de valorar

    su grado de desarrollo y madurez, y la incidencia que en la credibilidad de sus

    afirmaciones pueden tener algunas veces ciertos trastornos mentales o enfermedades

    como el alcoholismo o la drogadicción.

    b") La inexistencia de móviles espurios que pudieran resultar bien de las tendencias

    fantasiosas o fabuladoras de la víctima, como un posible motivo impulsor de sus

    declaraciones, o bien de las previas relaciones acusado-víctima, denotativas de

    móviles de odio o de resentimiento, venganza o enemistad, que enturbien la sinceridadde la declaración haciendo dudosa su credibilidad, y creando un estado de

    incertidumbre y fundada sospecha incompatible con la formación de una convicción

    inculpatoria sobre bases firmes; pero sin olvidar también que aunque todo denunciante

    puede tener interés en la condena del denunciado, no por ello se elimina de manera

    categórica el valor de su afirmaciones, pues a nadie se la escapa, dicen las SSTS

    19.12.2005 y 23.5.2006, que cuando se comete un delito en el que aparecen

    enemistados autor y víctima, puede ocurrir que las declaraciones de esta última tengan

    que resultar verosímiles por las concretas circunstancias del caso Es decirla

    concurrencia de alguna circunstancia de resentimiento, venganza, enemistad o

    cualquier otro motivo ético y moralmente inadmisible es solamente una llamada de

    atención para realizar un filtro cuidadoso de sus declaraciones, no pudiéndose

    descartar aquellas que, aún teniendo estas características, tiene solidez, firmeza y

    veracidad objetiva. Es por cuanto si bien el principio de presunción de inocencia

    impone en todo análisis fáctico partir de la inocencia del acusado, que debe ser

    desvirtuada fuera de toda duda razonable por la prueba aportada por la acusación, sidicha prueba consiste en el propio testimonio de la victima, una máxima común de

    experiencia le otorga validez cuando no existe razón alguna que pudiese explicar la

    formulación de la denuncia contra persona determinada, ajena al denunciante, que no

    sea la realidad de lo denunciado.

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    b) Por lo que a la verosimilitud del testimonio se refiere y siguiendo las pautas de la

    citada sentencia de 23 de septiembre de 2004, aquella, la verosimilitud, debe estar

    basada en la lógica de su declaración y el suplementario apoyo de datos objetivos.

    Esto supone:

    a") La declaración de la víctima ha de ser lógica en sí misma, o sea no contraria a las

    reglas de la lógica vulgar o de la común experiencia, lo que exige valorar si su versión

    es o no insólita, u objetivamente inverosímil por su propio contenido.

    b") La declaración de la víctima ha de estar rodeada de corroboraciones periféricas

    de carácter objetivo obrantes en el proceso; lo que significa que el propio hecho de la

    existencia del delito esté apoyado en algún dato añadido a la pura manifestaciónsubjetiva de la víctima (Sentencias de 5 de junio de 1992, 11 de octubre de 1995, 17 de

    abril y 13 de mayo de 1996, y 29 de diciembre de 1997) Exigencia que, sin embargo

    habrá de ponderarse adecuadamente en los delitos que no dejan huellas o vestigios

    materiales de su perpetración (art. 330 LECrim), puesto que, como señala la sentencia

    de 12 de julio de 1996, el hecho de que en ocasiones el dato corroborante no pueda

    ser contrastado no desvirtúa el testimonio si la imposibilidad de la comprobación se

     justifica en virtud de las circunstancias concurrentes en el hecho Los datos objetivos de

    corroboración pueden ser muy diversos lesiones en delitos que ordinariamente las

    producen, manifestaciones de otras personas sobre hechos o datos que sin ser

    propiamente el hecho delictivo atañen a algún aspecto táctico cuya comprobación

    contribuya a la verosimilitud del testimonio de la víctima, periciales sobre extremos o

    aspectos de igual valor corroborante; etcétera.

    c") Por último, en lo que se refiere a la persistencia en la incriminación, y siguiendo la

    doctrina de la repetida sentencia, supone:

    1) Ausencia de modificaciones esenciales en las sucesivas declaraciones prestadas

    por la víctima sin contradecirse ni desdecirse. Se trata de una persistencia material en

    la incriminación, valorable "no en un aspecto meramente formal de repetición de un

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    disco o lección aprendida, sino en su constancia sustancial de las diversas

    declaraciones" (Sentencia de 18 de junio de 1998).

    2) Concreción en la declaración que ha de hacerse sin ambigüedades, generalidades

    o vaguedades. Es valorable que especifique y concrete con precisión los hechos

    narrándolos con las particularidades y detalles que cualquier persona en sus mismas

    circunstancias sería capaz de relatar.

    3) Coherencia o ausencia de contradicciones, manteniendo el relato la necesaria

    conexión lógica entre sus diversas partes.

    En todo caso los indicados criterios no son condiciones objetivas de validez de laprueba sino parámetros a que ha de someterse la valoración del testimonio de la

    víctima, delimitando el cauce por el que ha de discurrir una valoración verdaderamente

    razonable y controlable así casacionalmente a la luz de las exigencias que estos

    factores de razonabilidad valorativos representen.

    Por ello -como decíamos en las SSTS 10.7.2007 Y 20.7.2006- la continuidad, en la

    aportación de datos o elementos incúlpatenos, no exige que los diversos testimonios

    sean absolutamente coincidentes, bastando con que se ajusten a una línea uniforme de

    la que se pueda extraer, al margen de posibles matizaciones e imprecisiones, una base

    sólida y homogénea que constituye un referente reiterado y constante que esté

    presente en todas las manifestaciones.

    TERCERO.- Presupuesto lo anterior, esta Sala considera que la declaración

    inculpatoria de la menor, lejos de la subjetiva impronta derivada del juicio oral acerca

    de su aparente fragilidad -aún siendo ya mayor de edad-, e incluso su reiteradanegación a la existencia de una relación sexual consentida con los acusados, dista

    mucho de reunir los parámetros jurisprudenciales expuestos, pudiendo concluir que es

    objetivamente endeble para desvirtuar la presunción de inocencia. Entremos en detalle:

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    1º.- Comenzando por la ausencia de incredibilidad subjetiva, consta el dato objetivo

    dE sustracción del móvil por parte de los acusados, que evidentemente constituye un d

    propicio para valorar que la menor estuviere enfadada con estos Aunque puede

    parecer excesivo que por la sustracción de un móvil llegue a inventar una agresión

    sexual con ánimo vindicativo, tampoco seria descartable a priori en cuanto no se trata

    de una persona madura y autosuficiente económicamente que pudiere acceder con

    cierta facilidad a un nuevo teléfono de los considerados de última generación, de modo

    que para ella sí que parece representar una pérdida importante. Además, no es

    descartable como alternativa razonable que si efectivamente las relaciones sexuales

    fueren consentidas, se sintiera mayormente ultrajada cuando los acusados se

    aprovechan para quitarle el móvil. Parece normal ante ello sentir frustración y deseos

    vindicativos.

    En cualquier caso, y dado que siempre un hecho de las características como el

    imputado proyecta un consustancial sentimiento de venganza -es natural que quien se

    sienta victima de un delito de esta naturaleza quiera la condena del presunto culpable-,

    la consideración que merece este elemento no solo es altamente indeterminado, sino

    neutro a los efectos de conformar un criterio sobre la credibilidad de la declaración de

    la víctima. Tiene una proyección más negativa que positiva, en cuanto de lo que se

    trata con este parámetro es indagar la inexistencia de un móvil espurio desconectado

    del hecho mismo que limite objetividad -que no parcialidad, en cuanto el relata de la

    víctima es consustancialmente parcial por su implicación emocional- de todo

    testimonio.

    2º.- Respecto del parámetro de la verosimilitud, es lo cierto que no consta datos

    objetivos distintos de la mera declaración incriminatoria de la víctima que avale su tesis

     Aludiremos a consideración que en tal sentido pueda tener la pericial forensepsicológica, discutible en cuanto a su configuración como elemento de corroboración

    de un testimonio, sobre todo tomando en consideración las peculiaridades del que se

    ha emitido en esta causa. En todo caso, dejamos ya sentado que nunca es elemento

    de corroboración la impresión de veracidad que de la víctima pueda tener otro testigo o

    perito. La corroboración siempre periférica, y por tanto externa al testimonio mismo.

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     Antes al contrario, los datos externos que pudieren corroborar la tesis de la supuesta

    victima avalarían su inverosimilitud. Y es que si es fuertemente sujeta por uno de los

    acusados, mientras el otro consuma la violación, y después se repite este modus

    operandi e preguntarse porqué la menor no presenta ningún tipo de lesiones, hasta tal

    punto de que el ginecólogo que la explorara de urgencia en el Hospital materno D.

    Clemente señalare en el juicio oral, que si bien no es determinante que careciere de

    lesiones genitales, si que le llamó poderosamente la atención que no presentara

    ninguna lesión en los brazos.

    Poco más cabe añadir en relación a este aspecto.

    3º. - Mayores dudas arrojan los elementos determinantes del criterio de la

    persistencia De un lado, la menor da escasos datos de cómo sucediere la agresión

    sexual. Señala como llegan al lugar, quiénes eran los acusados, como se marcharen,

    como había quedado con ellos, y como le quitaren el móvil, pero no ofrece un relato

    claro de cómo se produjere la agresión. Ni siquiera lo expone a la psicóloga forense. El

    único es el que aporta tanto en su declaración ante el Juez Instructor -folios 77 y 78-

    como en el acto del juicio oral de que la sujetaran por los brazos y que la penetraran

    sucesivamente por detrás ambos acusados, siendo más precisa en cuanto a quién

    comenzara en la declaración en fase sumarial que en el acto del juicio oral, que no

    recuerda tal circunstancia En todo caso, hemos de significar la sutil diferencia de que

    las relaciones sexuales son in controvertidas, esto es, efectivamente ambos acusados

    mantuvieron relaciones sexuales con la menor Delfina, luego el acto mismo de la

    relación sexual no aporta datos significativos que apoyen la verosimilitud de la versión

    de la menor, en un contexto de total ausencia de vestigios objetivos de forzamiento.

    Podríamos discernir si el contacto sexual se produjere como señala le menor, porambos acusados sucesivamente por detrás, o como afirman éstos, estando ellos

    acostados y ella encima, más aunque admitamos ciertas contradicciones entre lo

    declarado por ambos acusados, es lo cierto que cuando declaran en el juicio oral ha

    transcurrido cierto tiempo desde los hechos, y tampoco la declaración de la menor es

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    del todo coincidente con la que prestare en fase de instrucción- por ejemplo, llega a

    contradecirse sobre quién le bajare los pantys.

    En todo caso, no podemos obviar que ya en su primera declaración ante la Guardia

    civil -folios 13 y 14-, en que admite que previamente hablaran de llevar condones,

    indicando ella que no le parecía romántico, aunque añada que fuere una conversación

    de broma, luego a la pregunta de si tenía intención de mantener relaciones sexuales

    con alguno de los acusados, resulta muy significativo no ya que lo negase, que

    efectivamente lo negó, sino que admite que con otro chico-Leonardo, que declarara

    como testigo en este juicio, y que fuere quién la pusiere en contacto con los acusados-,

    al que igualmente conocía de las redes sociales, sí que había hablado de mantener

    relaciones sexuales en algún sitio o en el coche, aunque solo se enrollaron de boca,descartando acostarse con él porque tenía novia. Al margen de que tal circunstancia no

    supone que tuviere intención de mantener relaciones sexuales con ambos acusados, sí

    que aporta datos significativos sobre la personalidad de la menor, y sustancialmente,

    sobre la poco importancia que le da a mantener relaciones sexuales con un chico que

    acabara de conocer por la redes sociales.

     Añadamos a ello las circunstancias que preceden al día en que ocurrieran los

    hechos. La menor Delfina admite que había conocido a un chico por la redes sociales

    -Leonardo- con el que quedó para enrollarse y con el que había hablado de mantener

    relaciones sexuales, pero sin llegar a hacerlo porque se entera que tenía novia. Ante

    esto, el tal Leonardo pone en contacto a la menor, también a través de las redes

    sociales, con un amigo suyo conocido por Chato -el acusado Saturnino- Queda con él

    el jueves 8 de agosto para dar una vuelta, presentándose aquél con otro amigo, el

    también acusado Rodolfo, yendo los tres en compañía de una amiga de ella, Marí Luz,

    y un primo suyo, Luis Manuel, a dar una vuelta hasta los bunker, permaneciendo allíuna media hora, no pasando nada ese día según la versión de la menor No obstante,

    admite que se sacara una foto besándose con Rodolfo, si bien matiza que fue a

    petición de éste último porque su intención era dar celos a una exnovia subiéndola para

    ponerla de perfil en las redes sociales. Luego la menor consiente en salir besándose

    con un chico que acaba de conocer en las redes sociales. Evidentemente que ello solo

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    denota una escasa madurez ante la poca o nula trascendencia que le da a un hecho

    con tanta significación, pues obviamente su imagen queda expuesta públicamente,

    pero debe tenerse en cuenta de nuevo para poder reconstruir la personalidad de la

    menor, que atribuye una agresión sexual a los dos acusados con los que había

    quedado para dar una vuelta por un paraje solitario.

     A continuación la menor queda solo con Rodolfo para el día siguiente, a fin de dar

    una vuelta y conocerse mejor. Ignoramos a que se refiere la menor con lo de conocerse

    mejor Admitamos que fuere solo para dar una vuelta Sin embargo, ese día no se

    presenta solo Rodolfo, sino que viene acompañado de Saturnino. Haciendo un inciso,

    la misma menor relata en el juicio oral que solo va a la zona de bunker con familiares o

    con amigos muy cercanos porque tiene miedo Sin embargo, el viernes 9 de agosto, alas 16:00 de la tarde, y por tanto en una zona y en una época del año en que lo normal

    es que el día esté soleado y haga muchísimo calor, la menor decide ir a la zona de

    búnker sola con los dos acusados, a espaldas y sin conocimiento de su familia, sin

    haberle dicho nada a nadie, recorriendo un páramo sin vegetación de más de un

    kilómetro, y solo para enseñarles a ambos la cueva, cuando lo cierto es que estos ya

    habían estado en ese sitio el día anterior, precisamente con ella y otros amigos.

    Como nos recuerda la Sala Segunda -entre otras STS 749/2011, de 30 de junio- en

    la inmediación probatoria respecto de las declaraciones personales (acusado, víctima,

    testigos) se debe distinguir un primer nivel dependiente de forma inmediata de la

    percepción sensorial, condicionado a la inmediación pura, y por tanto ajena en

    principio, al control envía de recurso por un Tribunal superior que no ha contemplado la

    práctica de la prueba, y un segundo nivel, en el que la opción por una u otra versión de

    los hechos no se fundamenta directamente en la percepción sensorial derivada de la

    inmediación, sino en una elaboración racional o argumentativa posterior, que descartao prima determinadas pruebas aplicando las reglas de la lógica, los principios de la

    experiencia o los conocimientos científicos Esta estructura racional del discurso

    valorativo puede ser revisada en casación, censurando aquellas argumentaciones que

    resulten ilógicas, irracionales, absurdas o, en definitiva, arbitrarias (SSTS 227/2007, de

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    15-3, 893/2007 de 3-10, 778/2007, de 9-10,56/2009, de 3-2,264/2009, de

    12-3,901/2009, de 24-9, 960/2009, de 16-10, y 1104/2010, de 29-11, entre otras).

     Ahora bien, ese primer nivel de inmediación probatoria directamente imbricado con la

    percepción del relato del testigo, esto es, el cómo cuenta ese relato, no está exento de

    análisis racional. Dicho de otro modo, no puede hacerse primar la percepción sensorial

    que traslada la declaración de un testigo al Tribunal obviando el contenido mismo de lo

    que relata, y su misma coherencia interna. No basta pues con las formas a través de

    las cuáles un testigo cuenta un relato -si llora, si expone sentimientos de angustia, si

    resulta muy contundente en sus afirmaciones o negaciones- o si resulta en ocasiones

    vehemente. Es cierto que la seguridad expositiva, la firmeza, y hasta la expresión de

    emociones ante determinados episodios objetivamente violentos, pueden dejar unaimpronta de credibilidad incluso la misma imagen que se da en el plenario, el como se

    viste, el como se peina, la mirada, puede atribuir al relato una mayor carca de

    verosimilitud. Ahora bien, tales circunstancias no pueden desconectarse del contenido

    del relato -lo que se dice-, así como la correlación con el resto de medios de prueba, de

    modo que lo sustancial, por encima de la escenificación misma de la declaración, es la

    coherencia del relato y su correlación con la restante prueba practicada. Se puede

    declarar con firmeza, sintiéndose angustiado cuando se relata una supuesta situación

    vivencial violenta que haya sufrido, y no estar diciendo la verdad, de la misma manera

    que se puede exponer un relato de forma nerviosa, con poca expresividad oral, y sin

    embargo exponerse un acontecimiento real.

    De lo que se trata, en suma, es situar el análisis de la percepción sensorial de una

    declaración en el terreno de la racionalidad, y de ahí que la jurisprudencia venga

    exigiendo del Tribunal sentenciador una explicación de cómo ha sido considerado la

    inmediación para formar su convicción, y no ampararse en su mera concurrencia paraprivar a las partes y, eventualmente, a otra instancia en vía de recurso, de la posibilidad

    de saber qué fue lo ocurrido en el juicio y porqué se ha decidido de la manera que

    consta. Y en la misma dirección, también se ha advertido que la inmediación no puede

    confundirse con la valoración de la prueba ni menos aún con la justificación de la

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    misma, ya que la inmediación no blinda a la resolución judicial contra el control

    cognitivo por parte del Tribunal superior (STS 716/2009, de 2-7).

    Tales parámetros deben ser objeto de un análisis más riguroso cuando la única

    prueba de cargo viene constituida por la declaración de la víctima. La STS 584/2014,

    de 17 de junio resulta bastante expresiva de este singular e importantísimo punto de

    vista, pues si bien parte de la base de que el viejo axioma testis unus testis nullus ha

    sido felizmente abandonado en el moderno proceso penal, ello no puede implicar "una

    relajación del rigor con que debe examinarse la prueba, ni una debilitación del in dubio.

    Esa evolución es secuela de la inconveniencia de condicionar la valoración probatoria

    por rígidos moldes legales diferentes a las máximas de experiencia y reglas de la

    lógica.

    El hecho de que la prueba esencial sea básicamente un testimonio, el testimonio de

    la víctima, es compatible con la presunción de inocencia Están superadas épocas en

    que se despreciaba esa prueba única (testimoniun unius non valet), considerándole

    insuficiente por declaración legal y no por valoración de un Tribunal. No puede verse en

    ello una concesión para evitar la impunidad algunos delitos. Esa idea no puede servir

    de excusa para degradar la presunción de inocencia. Las razones de la derogación de

    tal regla hay que buscarlas en el sistema de valoración racional de la prueba y no en un

    inasumible pragmatismo defensista que obligase a excepcionar principios esenciales.

    La palabra de un solo testigo, sin ninguna otra prueba adicional, puede ser suficiente

    en abstracto para alcanzar la convicción subjetiva. Ahora bien, la exigencia de una

    fundamentación objetivamente racional de la sentencia hace imposible fundar una

    condena sobre la base de la mera "creencia" en la palabra del testigo", a modo de un

    acto de fe ciego.

    En los casos de "declaración contra declaración" (aunque normalmente no aparecen

    supuestos de esa forma pura y desnuda, ayuna de otros elementos), se exige una

    valoración de la prueba especialmente profunda, respecto de la credibilidad Cuando

    una condena se basa, en lo esencial, en una declaración testimonial ha de redoblarse

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    el esfuerzo de motivación táctica cuyas exigencias se acrecientan. Así lo sostiene la

     jurisprudencia a semejanza de otros Tribunales de nuestro entorno (por todos, doctrina

    del BGH).

    No sería de recibo un argumento que basase la necesidad de aceptar esa prueba

    única en el riesgo de impunidad Esto recordaría los llamados delicia excepta, y la

    máxima: "In atrocissimis leviores conjecturae sufficiunt, et licet iudice iura transgredí",

    (en los casos en que un hecho, si es que hubiera sido cometido, no habría dejado

    "ninguna prueba", la menor conjetura basta para penar al acusado) contra la cual

    lanzaron severas y justificadas críticas los penalistas de la Ilustración La aceptación de

    esa premisa aniquilaría la presunción de inocencia como tal. La añeja Sentencia del TS

    americano que a finales del siglo XIX habló, por primera vez en aquel Tribunal de lapresunción de inocencia -caso Coffin y Unied States-, evocaba un suceso tomado del

    Derecho romano que es pertinente recordar Cuando el acusador se dirigió al

    Emperador diciendo "... si es suficiente con negar, ¿qué ocurriría con los culpables?",

    recibió esta réplica "Y si fuese suficiente con acusar, qué le sobrevendría a los

    inocentes.

    CUARTO - Así pues, la testifical de la víctima puede ser prueba suficiente para

    condenar pero es exigible una motivación fáctica reforzada. En ese contexto encaja

    bien el triple test la jurisprudencia para valorar la credibilidad del testigo en sus

    manifestaciones, elementos corroboradores, ausencia de motivos de incredibilidad

    diferentes a la propia acción delictiva-. No se define un presupuesto de validez o de

    utilizabilidad, sino meras orientaciones que han de ser ponderadas pues ayudan a

    acertar en la decisión. Son puntos de contraste que no se pueden soslayar. Pero eso

    no significa que cuando se cubran las tres condiciones haya que otorgar "por

    imperativo legal" crédito al testimonio. Ni, tampoco, que cuando falte una o varias, laprueba ya no pueda ser valorada y, ex lege, por ministerio de la ley -o de la doctrina

    legal en este caso-, se considere insuficiente para fundar una condena. Ni lo uno ni lo

    otro. Es posible que no se confiera capacidad convictiva de forma razonada a la

    declaración de una víctima (porque se duda del acierto de su reconocimiento, v. gr),

    pese a que ha sido persistente, cuenta con elementos periféricos que parecerían

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    apuntalarla y no se ha identificado ningún motivo espurio que ponga en entredicho su

    fiabilidad, y, según los casos, también es perfectamente imaginable que una sentencia

    condenatoria tome como prueba esencial la única declaración de la víctima huérfana de

    elementos corroboradores de cierta calidad, que ha sido fluctuante por ocultar

    inicialmente datos o por cambios o alteraciones en las diferentes declaraciones, y pese

    a identificarse una animadversión dilatada en el tiempo entre víctima y acusado,

    siempre que el Tribunal analice cada uno de esos datos y justifique porqué, pese a

    ellos, no tiene dudas de la realidad de los hechos y la autoría (aunque no es lo más

    frecuente, tampoco es insólito encontraren los repertorios supuestos de este tenor)"

    Tales consideraciones son plenamente trasladables a la declaración de la menor en

    esta causa. Admitimos que en este caso la declaración de la menor en el juicio oral, ysustancialmente por la imagen que da, no guarda mucha relación con una relación

    sexual consentida con dos chicos que acabara de conocer. Hasta aquí se podría

    sostener que lo que cuenta haya ocurrido de verdad. Sin embargo, las exigencias

    derivadas de la presunción de inocencia conforme explica con enorme claridad la

    sentencia que acabamos de exponer, no admite que los acusados sean condenados

    solo por la impresión subjetiva que acarrea la imagen de la supuesta víctima en el juicio

    oral. Haríamos de su palabra un acto de fe ciego.

    Por ello, nos detenemos más en el análisis racional del relato que cuenta, y desde

    esta perspectiva, es difícil de sostener su coherencia interna. Como hemos dicho, aún

    partiendo de la minoría de edad de la menor, tenía no solo 16 años en la fecha de los

    hechos sino que estaba muy próxima a cumplir los 17. Además, disponía de un móvil

    de los denominados de última generación con el que disponía de una enorme facilidad

    de relacionarse con otros chicos a través de las redes sociales, habiendo tenido novio

    en el pasado con el que ya había mantenido relaciones sexuales, y que utilizabaprecisamente las redes sociales para conocer a otros chicos, quedar con ellos, e

    incluso plantearse mantener relaciones sexuales, todo ello sin consentimiento de su

    familia, disponiendo además de cierta libertad de movimientos, llegando incluso a ir a

    sitios distintos a los que tenía permiso. En este aspecto, y de nuevo haciendo un inciso,

    quién ha venido ejerciendo funciones tutelares de hecho como padre -su abuelo

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    materno D. Evaristo-, señala en el juicio oral que solo daba permiso a la menor para ir

    con conocidos al parque, pero que no le había dado permiso a ir a la zona de búnkers,

    y que si se hubiere enterado que iba allí con dos chicos sola se hubiere enfadado.

     A partir de aquí, resulta un tanto insólito que la menor decidiera ir sola con los dos

    acusados, a los que prácticamente acabara de conocer, en la hora y época del año de

    los hechos, atravesando un páramo seco de un kilómetro a pleno sol y a media tarde

    para ir a unas cuevas que ya conocían, supuestamente solo para enseñárselas.

    Puede ser que la menor esté diciendo la verdad, pero con los parámetros que

    confluyen en su relato, se estaría pidiendo de este Tribunal, como hemos señalado, un

    acto de fe ciego incompatible con la presunción de inocencia.

    CUARTO.- Pero es que si analizamos la demás prueba de cargo que se ha

    practicado, no parece que pueda revertirse esa consideración. Sustancialmente nos

    detenemos en el informe pericial psicológico forense practicado a la menor y que obra

    a folios 207 a 212 de las actuaciones, ratificado en el acto del plenario por una de las

    peritos que lo suscribieren.

    En primer lugar, es importante situar el alcance de esta prueba en sus justos

    términos tal y como ha sido perfilada por la doctrina jurisprudencial. En tal sentido -STS

    480/2012, de 29 de mayo- se indica que el niño, objeto de una agresión sexual, no

    suele dar cuenta ni informar con un lenguaje elaborado ni dependiente de un proceso

    mental el hecho acontecido, sino que transmite literalmente hechos, que aún relevante

    para el esclarecimiento de lo acontecido y para su fijación histórica, siendo por ello

    objeto de valoración, aconseja un informe pericial psicológico.

    Y es que cuando se trata de declaraciones o testimonios de menores de edad, con

    desarrollo aún inmaduro a su personalidad, con resortes mentales todavía en

    formación, que pueden incidir en su forma de narrar aquello que han presenciado, de

    manera que pueden incurrir en tabulaciones o inexactitudes, la prueba pericial

    psicológica, practicada con todas las garantías -entre ellas, la imparcialidad y la

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    fiabilidad derivada de sus conocimientos- midiendo su informe ante el Tribunal

    sentenciador, en contradicción procesal, aplicando dichos conocimientos a verificar el

    grado de fiabilidad de la declaración del menor o incapaz conforme a métodos

    profesionales de reconocido prestigio en un círculo de saber, se revela como una

    fuente probatoria de indiscutible valor para apreciar el testimonio referido, víctima de un

    delito de naturaleza sexual, bien entendido que respecto a estos informes -hemos dicho

    en STS 294/2008 de 27-5, 10/1012 de 18-1, que los dictámenes periciales puedan

    pronunciarse sobre el relato físico y psicológico de la víctima antes y después de

    suceder los hechos, pueden incluso contrastar sus declaraciones con los datos

    empíricos elaborados por la ciencia y expresar si existen o no elementos que permiten

    dudar de su fiabilidad, pero estos informes no dicen, ni pueden decir, ni se les pide que

    digan, si las declaraciones se ajustan o no a la realidad.

    La responsabilidad del análisis crítico de la fiabilidad o credibilidad de su testimonio

    acusatorio que puede determinar la condena o absolución de una persona compete

    constitucionalmente al Juez o Tribunal sentenciador con los asesoramientos o apoyo

    que estime procedente.

    Por ello se insiste en la importancia de que existan dados periféricos que corroboren

    la declaración de las víctimas -menores de edad- especialmente en los delitos

    sexuales, como pueden ser estos informes psicológicos, el del forense sobre secuelas

    psíquicas y las declaraciones de familiares, que se consideran complementarios del

    testimonio de aquellas.

    Se insiste -STS 179/2014, de 6 de marzo- en que la credibilidad es un aspecto

    esencial de la valoración de la prueba que corresponde en exclusiva al juzgador de

    instancia, al depender de la percepción directa por los jueces a quibus de lasmanifestaciones del deponente como resultado de la inmediación y oralidad en que se

    practican estas pruebas personales. Esta clase de informes son únicamente elementos

    accesorios y secundarios para que el Tribunal forme su convicción al respecto, pero por

    su misma naturaleza de accesoriedad y complementariedad, esta clase de pericias no

    puede establecer una conclusión rotunda e indubitada a diferencia de otras pruebas

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    periciales que, por las técnicas científicas e instrumentos utilizados y el objeto material

    del análisis, permiten establecer diagnósticos incuestionables.

    Se recuerda asimismo -SsTS 238/2011, de 21 de marzo, 1367/2011, de 20 de

    noviembre- la incorrección de nominarlos como "pericial psicológica sobre la veracidad

    de las declaraciones", pues no corresponde a los psicólogos establecer tal cosa, que es

    competencia del Tribunal en su exclusiva función de juzgar y valorar las pruebas

    practicadas. Cuestión distinta es la relevancia que en la valoración de la credibilidad del

    testigo, -sea víctima o sea un tercero- pueden tener sus condiciones psico-físicas,

    desde su edad, madurez y desarrollo, hasta sus posibles anomalías mentales, pasando

    por ciertos caracteres psicológicos de su personalidad, tales como la posible tendencia

    a la fabulación, o a contar historias falsas por afán de notoriedad, etc. Y es esto y no laveracidad misma del testimonio, lo que puede ser objeto de una pericia. Apreciar

    significa precisamente ponderar el valor de los cosas. Se tendería o subvertir la

    naturaleza procesal de la prueba pericial, atribuyendo a ésta un alcance prácticamente

    definitivo. El perito es un auxiliar del ejercicio de la función jurisdiccional, pero no es

    alguien cuyo criterio deba imponerse a quienes asumen la tarea decisoria (...) Lo

    contrario sería tanto como convertir al perito en una suerte de pseudoponente con

    capacidad decisorio para determinar de forma implacable el criterio judicial Lo que los

    peritos denominan conclusión psicológica de certeza, en modo alguno puede aspirar o

    desplazarla capacidad jurisdiccional para decidirla concurrencia de los elementos del

    tipo y paro proclamar o negar la autoría del imputado (STS 485/2007, 28 de mayo)

    No podemos tampoco desdeñar algunos pronunciamientos jurisprudenciales que

    incluso niegan que la pericial psicológica sea un elemento de corroboración -STS

    477/2015, de 6 de julio-. Y así se significa que aunque la declaración incrimínatoria de

    la víctima es prueba, por sí misma suficiente para enervar la presunción de inocenciade los procesados, siempre que aparezca rodeada de los parámetros interpretativos

    para su apreciación que esta Sala Casacional ha declarado de forma muy reiterada

    (ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de alguna situación que la incapacite por

    razones personales, la misma verosimilitud de la versión ofrecida por la víctima, y

    persistencia en su testimonio), es también necesario que la declaración de la víctima se

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    encuentre rodeada de datos corroboradores, externos y objetivos, que la doten de una

    especial potencia convictiva.

    Las corroboraciones son esos datos o elementos externos que sin suponer una

    aditiva prueba autónoma, pues en tal caso, sobraría la declaración de la víctima,

    refuerzan las manifestaciones de ésta, de modo que la otorgan verosimilitud y

    credibilidad. "No pueden considerarse propiamente corroboraciones los informes

    periciales sino modos de evaluaras! grado de credibilidad de la declaración de la

    víctima menor de edad.

    Sin embargo, las corroboraciones son datos adicionales que refuerzan la versión

    inculpatoria de la víctima.

    No se olvide que corroborar implica vivificar, dar mayor fuerza a cargo (STS 24/2015.

    de 21 de enero)"

    QUINTO.- Presupuesto lo anterior, del informe pericial psicológico practicado en este

    proceso -folios 207 a 212-, completado con las aclaraciones de una de las psicólogas

    forenses que lo suscribiere en el plenario, solo cabe constatar la existencia de un

    trastorno de estrés postraumático que es compatible con una vivencia como la

    denunciada. En el juicio oral, la psicóloga forense señala que no se incidió en el relato

    de lo acontecido para no incurrir en una revictimización, lo que se viene denominando

    como victimización secundaria, que naturalmente acontece cuando quién ha podido ser

    víctima de un delito violento debe recrearlo en constantes ocasiones, muchas de ellas

    espaciadas en el tiempo, lo que afecta no solo a su recuperación, sino esencialmente,

    cuando se trata de menores de edad, a su estabilidad emocional.

    Cuando se juzga un delito violento, singularmente contra la libertad sexual en que la

    aparente víctima es un menor de edad, en el proceso penal confluyen dos intereses

    igualmente relevantes: la presunción de inocencia de todo acusado, que exige que la

    prueba de cargo en su contra se practique en el juicio oral con pleno sometimiento a los

    principios de oralidad, contradicción e inmediación, y de la que resulta especialmente

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    expresiva el interrogatorio del testigo-víctima y la necesidad de preservar la indemnidad

    de quién efectivamente haya podido ser víctima de un hecho violento que incida en su

    normal desarrollo cuando se es menor de edad.

    Como punto de partida, no es posible la condena si no se cuenta con la prueba

    personal, sea en fase de instrucción sea en el juicio oral, del menor víctima, no siendo

    posible el testimonio de referencia -STS 884/2010, de 6 de octubre con abundante cita

     jurisprudencial.

    La más moderna jurisprudencia -STS 632/2014, de 14 de octubre- suele aceptar

    como prueba, precisamente con la finalidad de hacer compatibles ambos intereses, la

    grabación audiovisual en fase de instrucción de la declaración del menor supuestavíctima, en condiciones tales que se garantice la efectiva contradicción, como bien

    puede ser el interrogatorio llevado a cabo directamente por un psicólogo forense, pero

    dirigido a través de un cristal en habitáculo contiguo por el Juez Instructor, en presencia

    del imputado, su abogado y las acusaciones, quiénes podrán formular preguntas que

    previa declaración de pertinencia por el Instructor, se le trasladen al profesional

    psicólogo para que a su vez las formule utilizando la técnica que resulte más

    convincente. En todo caso, luego la reproducción de la correspondiente grabación en el

     juicio oral prescindiendo de la siempre preferente declaración directa en el mismo de la

    víctima, exigirá un informe psicológico más o menos actualizado, que incida en la

    inconveniencia de esa declaración por afectar a la situación emocional del menor

    afectado.

    La STS 940/2013, de 13 de diciembre estudia con enorme amplitud el estado de la

    cuestión, señalando que "La frecuencia con la que hechos de esta naturaleza acceden

    a nuestro conocimiento por vía casacional, explica la existencia de numerososprecedentes que, ponderando los bienes jurídicos en conflicto, han tratado de alcanzar

    una solución armoniosa con los valores constitucional en juego. La jurisprudencia de

    esta Sala no avala la tesis de la defensa. Y es que hemos dicho de forma reiterada que

    nuestra sistema procesal no admite el desplazamiento caprichoso del principio de

    contradicción ni del derecho de defensa por el simple hecho de que la víctima sea un

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    menor de edad. La presencia de un niño en el proceso penal no permite un

    debilitamiento de las garantías que informan la valoración probatoria. Pero esa

    afirmación no es incompatible con la irrenunciable necesidad de preservar otros bienes

    que también convergen en el acto de enjuiciamiento y que cuentan con una tutela

    reforzada de nuestro sistema jurídico. Así lo hemos proclamado en numerosos

    precedentes de los que son elocuentes muestras las SSTS 96/2009, 10 de marzo,

    593/2012, 17 de julio, 743/2010, 17 de junio y ATS 1594/2011, 13 de octubre)

    En efecto, atendiendo a los compromisos internacionales contraídos (Convención de

    las Naciones Unidas de 20 noviembre 1989, sobre los Derechos del Niño y Decisión

    Marco del Consejo de la Unión Europea, de 15 de marzo de 2001, relativa al estatuto

    de la víctima en el proceso penal y, más recientemente, la Directiva 2012/29/UE delParlamento Europeo y el Consejo de 25 de octubre -Diario Oficial de la Unión Europea

    de 14 de noviembre-), hemos apuntado que nuestro ordenamiento procesal y la

     jurisprudencia que lo interpreta -cfr. SSTS 19/2013, 9 de enero, 80/2012, 10 de febrero

    y 174/2011, 7 de noviembre, entre otras- no son ajenos a estas necesidades. Así, a

    través de los arts. 433, 448, 455, 707, 731 bis ,777.2 y 797.2 LECrim, es posible, ya

    desde la fase de instrucción, dar protección a los intereses de la víctima sin desatender

    el derecho de defensa, acordando que la exploración de los menores se realice ante

    expertos, en presencia del Ministerio Fiscal, acordando su grabación para una posterior

    utilización y asegurando en todo caso la posibilidad de contradicción de las partes,

    como es legítimo que la exploración se realice, en todo caso, evitando la confrontación

    visual con el inculpado, a cuyo fin se utilizará cualquier medio técnico que lo haga

    posible, previéndose expresamente la utilización de la videoconferencia como

    procedimento de realización del interrogatorio.

    Como quiera que en los delitos de abuso sexual, usualmente, la declaración delmenor es la única prueba directa sobre los hechos, pues las restantes suelen limitarse

    a relatar lo que el menor ha narrado o a evaluar las condiciones en las que narró los

    hechos o su credibilidad (SSTEDH caso P. S. contra Alemania § 30, caso W contra

    Finlandia, § 47, caso D contra Finlandia, § 44), el centro de atención recae

    naturalmente sobre las garantías que han de rodear la exploración del menor, y la

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    forma en la que la misma puede introducirse en el debate del juicio oral. En la

    delimitación precisa de cuales hayan de ser esas precauciones mínimas que han de

    establecerse en favor de la defensa para, al mismo tiempo, dar protección a la víctima y

    garantizar un juicio con todas las garantías, resulta esclarecedor y relevante el canon

    fijado en la reciente STEDH de 28 de septiembre de 2010, caso A. S. contra Finlandia,

    § 56, en la que señala "quien sea sospechoso de haber cometido el delito debe ser

    informado de que se va a oír al menor, y debe tener una oportunidad de observar dicha

    exploración, bien en el momento en que se produce o después, a través de su

    grabación audiovisual, asimismo debe tener la posibilidad de dirigir preguntas al menor,

    de forma directa o indirecta, bien durante el desarrollo de la primera exploración o en

    una ocasión posterior » Son estas las garantías mínimas que, conforme a la

     jurisprudencia del TEDH, han de observarse.

    En definitiva, la síntesis de los pronunciamientos del TEDH que han sido citados

    indica que la protección del interés del menor de edad que afirma haber sido objeto de

    un delito justifica y legitima que, en su favor, se adopten medidas de protección que

    pueden limitar o modular la forma ordinaria de practicar su interrogatorio El mismo

    puede llevarse a efecto a través de un experto (ajeno o no a los órganos del Estado

    encargados de la investigación) que deberá encauzar su exploración conforme a las

    pautas que se le hayan indicado, puede llevarse a cabo evitando la confrontación visual

    con el acusado (mediante dispositivos físicos de separación o la utilización de

    videoconferencia o cualquier otro medio técnico de comunicación a distancia), si la

    presencia en juicio del menor quiere ser evitada, la exploración previa habrá de ser

    grabada, a fin de que el Tribunal del juicio pueda observar su desarrollo, y en todo

    caso, habrá de darse a la defensa la posibilidad de presenciar dicha exploración y

    dirigir directa o indirectamente, a través del experto, las preguntas o aclaraciones que

    entienda precisas para su defensa, bien en el momento de realizarse la exploración,

    bien en un momento posterior. De esta manera, es posible evitar reiteraciones y

    confrontaciones innecesarias y, al mismo tiempo, es posible someter las

    manifestaciones del menor que incriminan al acusado a una contradicción suficiente,

    que equilibra su posición en el proceso.

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    Recientemente hemos dicho - STS 925/2012, 8 de noviembre - que no siendo

    pacífico admitir la preconstitución probatoria durante la fase de investigación o

    instrucción (arts. 433.2 y 448.3 y 4 LECrim) como sustitutivo de la deposición de los

    menores en el acto del juicio oral, sí que lo es convenir que en supuestos como el

    examinado ese tipo de preconstitución facilita el enjuiciamento pues impide la

    contaminación del material probatorio e introduce desde el primer momento en una

    prueba de especial fragilidad como es el testimonio de niños, la garantía de la

    contradicción. De esa forma además se logra una más eficaz tutela de la víctima menor

    en consonancia con la Decisión Marco del Consejo de la Unión Europea de 15 de

    marzo de 2001, relativa al estatuto de la víctima en el proceso penal, ("Los Estados

    miembros garantizarán, cuando sea necesario proteger a las víctimas, y sobre todo a

    las más vulnerables, de las consecuencias de prestar declaración en audiencia pública,que éstas puedan, por resolución judicial, testificar en condiciones que permitan

    alcanzar ese objetivo, por cualquier medio adecuado compatible con los principios

    fundamentales de su Derecho "), con la muy reciente Directiva 2012/29/UE del

    Parlamento Europeo y el Consejo de 25 de octubre (Diario Oficial de la Unión Europea

    de 14 de noviembre, arts. 20 a 24, singularmente), o con la Convención del Consejo de

    Europa sobre protección de la infancia contra la explotación y el abuso sexual, hecha

    en Lanzarote el 25 de octubre de 2007, firmada por España el 12 de marzo de 2009

    (arts 30 o 35, que alientan una serie de medidas como la necesidad de que las

    declaraciones de niños y niñas, se desarrollen en lugares adecuados y sean

    conducidas por expertos especialmente capacitados para ello y que su número sea

    limitado y el estrictamente necesario, así como que se adopten medidas para que

    dichas entrevistas sean grabadas y que dichas grabaciones puedan ser aceptadas

    como prueba en el juicio oral)

    [...] Como se ha argumentado por los especialistas, no se trata solo de

    consideraciones victimológicas, que por sí mismas serían suficientes, sino que también

    concurren poderosas razones epistémicas que aconsejan esa práctica: se elude el

    riesgo de empobrecimiento de los testimonios ocasionado por el transcurso del tiempo

    o de contaminación a los que se muestran especialmente permeables los testimonios

    de niños de corta edad. La concurrencia de un profesional experto en la realización de

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    esas entrevistas tiene un valor especial, aunque desde luego resulta irrenunciable la

    dirección y supervisión judicial y la contradicción asegurada por la presencia de todas

    las partes (STEDH caso S.N. contra Suecia, de 2 de julio de 2002, sentencia del

    Tribunal de Luxemburgo en el conocido caso Pupino, de 16 de junio de 2005, así como

    STC 174/2011, de 7 de noviembre, y STS 96/2009, de 10 de marzo)

    Este entendimiento de la inevitable necesidad de ponderar los principios y derechos

    que definen el estándar constitucional de un proceso justo y el superior interés del

    menor, late en otros precedentes jurisprudenciales ejemplarmente glosados por la

    sentencia de instancia (cfr. SSTS 96/2009, 10 de marzo y 743/2010, 17 de junio, entre

    otras)

    B) La misma idea está también presente en el ámbito de la jurisprudencia

    constitucional. De forma bien reciente, la STC 75/2013, 8 de abril, abordaba el

    problema de la declaración de los menores víctimas de un delito de esta naturaleza en

    los siguientes términos "... a este respecto, hemos de partir de que, si bien el derecho a

    un proceso con todas las garantías exige, como regla general, que los medios de

    prueba se practiquen en el seno del juicio oral con plenitud de garantías de publicidad,

    oralidad, contradicción e inmediación (por todas, SSTC 31/1931, de 23 de julio, FJ 3,

    206/2003, de 1 de diciembre, FJ 2 ,134/2010, de 3 de diciembre, FJ 3, o 174/2011, de 7

    de noviembre, FJ 3), la necesidad de ponderar el citado derecho fundamental con otros

    intereses y derechos dignos de protección permite modular los términos de esa regla e

    introducir determinados supuestos de excepción, siempre que se hallen debidamente

     justificados en atención a esos fines legítimos y, en todo caso, que permitan el debido

    ejercicio de la defensa contradictoria por parte de quien se encuentra sometido al

    enjuiciamiento penal Como recuerda la STC 174/2011, de 7 de noviembre, "dichas

    modulaciones y excepciones atienden a la presencia en juego de otros principios eintereses constitucionalmente relevantes que pueden concurrir con los del acusado. En

    tales casos excepcionales es posible modular la forma de prestar declaración e incluso

    dar valor probatorio al contenido incriminatorio de manifestaciones prestadas fuera del

     juicio oral siempre que se garantice suficientemente el derecho de defensa del

    acusado" (FJ 3)

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     Así, hemos venido admitiendo, desde la STC 80/1986, de 17 de junio, la posibilidad

    de integrar en la valoración probatoria el resultado de diligencias sumariales de

    investigación, tales como, en particular, declaraciones testificales, mientras, entre otros

    requisitos, al acusado se le haya dado la posibilidad de someter tal testimonio a

    contradicción (entre otras, SSTC 345/2006, de 11 de diciembre, FJ 3 y 68/2010, de 18

    de octubre, FJ 5). En línea semejante, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha

    reiterado que la incorporación al proceso de declaraciones que han tenido lugar en fase

    de instrucción no lesiona por sí misma los derechos reconocidos en los párrafos 3 d) y

    1 del art. 6 del Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las

    libertades fundamentales siempre que exista una causa legítima que impida la

    declaración en el juicio oral y que se hayan respetado los derechos de defensa delacusado, esto es, siempre que se de al acusado una ocasión adecuada y suficiente de

    contestar el testimonio de cargo e interrogar a su autor bien cuando se presta, bien con

    posterioridad (SSTEDH de 20 de noviembre de 1989, caso Kostovskic. Holanda, § 41,

    23 de abril de 1997, caso Van Mechelen y otros c. Holanda, § 51 y 19 de julio de 2012,

    caso Hummerc. Alemania, § 38), advirtiendo en todo caso que "los derechos de

    defensa se restringen de forma incompatible con las garantías del art. 6 cuando una

    condena se funda exclusivamente o de forma decisiva en declaraciones hechas por

    una persona que el acusado no ha podido interrogar o hacer interrogar ni en la fase de

    instrucción ni durante el plenario» (SSTEDH de 27 de febrero de 2001, caso Lucác.

    Italia, § 40, 15 de diciembre de 2011, caso Al-Khawaja y Taheryc. Reino Unido, § 118,

    y 19 de febrero de 2013, caso Ganic. España, § 38)

    En un ámbito más cercano a la órbita de problemas que presenta el supuesto actual,

    hemos considerado legítimo igualmente excepcionar la citada regla general ante

    testigos que presenten especiales necesidades de protección debido a su minoría deedad, especialmente cuando han podido ser víctimas de un delito violento o contra su

    indemnidad sexual, casos en los que a la finalidad de asegurar el desarrollo del

    proceso penal se añadiría la necesidad de velar por los intereses del menor. En este

    sentido, acogiendo una consolidada jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo (...),

    manifestamos en la STC 174/2011, de 7 de noviembre, que en tales casos "la causa

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    legítima que justifica la pretensión de impedir, limitar o modular su presencia en el juicio

    oral para someterse al interrogatorio personal de la acusación y la defensa, tiene que

    ver tanto con la naturaleza del delito investigado (que puede reclamar una mayor

    garantía de su intimidad) como con la necesidad de preservar su estabilidad emocional

    y normal desarrollo personal" (FJ 3), que podría verse gravemente alterada con la

    inserción del menor en entorno de un procedimiento penal y, en particular, con el

    sometimiento al debate contradictorio entre las partes inherente a la dinámica del juicio

    oral. En tales supuestos, las manifestaciones verbales de los menores podrían llegar a

    erigirse en prueba de cargo decisiva para fundar la condena, si bien únicamente

    cuando se hubiera dado al acusado la posibilidad "de ejercer adecuadamente su

    derecho de defensa, a cuyo fin los órganos judiciales están obligados,

    simultáneamente, a tomar otras precauciones que contrapesen o reequilibren losdéficits de defensa que derivan de la imposibilidad de interrogar personalmente al

    testigo de cargo en el juicio oral" (FJ 3), y que pasarían por ofrecer "una oportunidad de

    observar dicha exploración, bien en el momento en que se produce o después, a través

    de su grabación audiovisual», y por "tener la posibilidad de dirigir preguntas al menor

    de forma directa o indirecta, bien durante el desarrollo de la primera exploración o en

    una ocasión posterior" (STC 174/2011, citando el caso A.S. c. Finlandia, § 56)""

    SEXTO.- Por tanto, y a modo de recapitulación, la llamada victimización secundaria

    incide en la adopción de métodos de preconstitución de pruebas que impida el

    pernicioso peregrinaje de quien siendo menor de edad y aparentemente víctima de un

    hecho delictivo grave, se ve abocado a sucesivos interrogatorios espaciados en el

    tiempo.

    Sin embargo, no parece que tal consideración deba trasladarse al examen pericial

    psicológico forense. El psicólogo forense no actúa como terapeuta, sino para indagar lapersonalidad del menor fuente de su informe. Además, la perspectiva de su análisis

    debe ser más objetiva. El menor fuente de su examen no puede ser para el perito

    psicólogo víctima del delito, pues de lo que se trata precisamente es dilucidar si lo es o

    no. Una cosa es que en cuanto al modo de realizar su examen se adopten

    determinadas prevenciones relacionadas con la edad del menor, y se deba ser

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    especialmente cuidadoso ante la posibilidad de que efectivamente haya podido ser

    víctima de un hecho violento, y otra muy distinta considerarlo como tal, y mucho menos

    omitir la necesaria indagación sobre el relato que deba dar de lo acontecido para no

    incurrir en esa revictimización. Se puede aceptar de un psicólogo terapeuta, que trate

    los síntomas que tenga el menor, que no incida en el relato, dejando que transcurra el

    tiempo, como así, por ejemplo lo puso de manifiesto la psicóloga Dña. Carina que lleva

    tratando a la menor desde poco después a los hechos, tal y como así lo indicare en el

    plenario. Dicha profesional parte de una sintomatología - estrés postraumático- que

    debe tratar y curar, siendo por ello innecesario indagar con celeridad en el origen de la

    misma, por más que sea conveniente como elemento coadyuvador de su tratamiento.

    El perito psicólogo tiene una perspectiva diferente, pues no actúa a nivel terapéutico,

    sino que ha de incidir en el relato mismo, y en el examen de la personalidad del menor.

    Por tanto, y centrándonos pues en el informe pericial psicológico forense objeto de

    análisis por esta Sala, no se advierte que se incida en tales aspectos, más allá de

    constatar quiénes son sus familiares, su formación académica, que tiene una

    capacidad intelectiva sin alteraciones, y que presenta un síndrome de estrés

    postraumático compatible con una agresión sexual. Y efectivamente que así puede ser.

    Pero, retomando el resultado de la declaración de la menor tal y como se analizara en

    fundamentos precedentes, ni es racional ni coherente su relato, ni podemos obviar su

    peculiar situación familiar, en que es criada por sus abuelos maternos, que desconocen

    en realidad lo que hace la menor cuando sale, que tiene enorme facilidad para

    relacionarse con otros chicos a través de las redes sociales sin control, que ha tenido

    ya relaciones sexuales con un novio anterior, y que admite hablar con algún chico con

    el que contacta a través de las redes sociales para mantener relaciones sexuales. Todo

    ello señalando además que tenía miedo de la reacción de su padre -en realidad su

    abuelo-. Sobre estos datos nada se dice en el informe pericial, cuando parecen ser

    sustanciales para tratar de indagar sobre la personalidad de la menor. Todo ello sin

    obviar que aunque este tipo de informes periciales son desde luego convenientes en

    niños de corta edad, con un escaso desarrollo intelectivo, moldeables en el ámbito

    emocional y muy sugestivos, pierden su eficacia cuando se trata de menores con cierto

    grado de desarrollo y que ya han adquirido cierta capacidad de esconder la realidad, de

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    modo que en menores de 14-15 años de edad en adelante, por regla general resulta

    más importante su declaración directa, en la medida en que con ella ya es posible

    indagar cuál es su personalidad.

    Por tanto, obviando las antes referenciadas circunstancias que acompañan a su

    relato, la menor debía explicar a su padre cómo le habían sustraído su móvil los

    acusados, de tal forma que debía contarle que se había ido voluntariamente a una zona

    aislada de cuevas para pasear con ellos, a quiénes acabara de conocer a través de las

    redes sociales. Además, debe tenerse en cuenta que estos chicos le quitan su móvil,

    que es de los denominados de última generación, tras haber mantenido relaciones

    sexuales con ella, hasta tal punto que tales acusados señalan que quedaron con la

    misma por la aparente facilidad para mantener relaciones con ella, lo que incidesobremanera en la propia consideración de la menor.

    Todo lo anterior confluye en que no sea descartable otro tipo de causas para explicar

    la situación emocional actual de la menor. En suma, no negamos la posibilidad de que

    los acusados, aprovechándose de la aparente ingenuidad de la menor, la agredieren

    sexualmente para luego quitarles el móvil, pero no negar esa posibilidad no equivale,

    conforme al análisis que hemos expuesto de la prueba, que tengamos la convicción de

    que así haya sido realmente Se trata en suma de ponderar esa prueba a fin de concluir

    fuere de toda duda razonable, que la agresión sexual se produjere efectivamente, lo

    que sin embargo no podemos afirmar por las razones que hemos explicado.

    SÉPTIMO.-Y entrando en el análisis del resto de la prueba, ninguna es suficiente

    para poder alterar la anterior conclusión La de los agentes de la Guardia Civil carece de

    toda relevancia como signo incriminatorio, pues se limitan a tomar manifestaciones, y

    de ahí las escasas preguntas a las que fueren sometidos, con solo dos excepcionesuna, la de que ninguno de ellos advirtiere en la menor lesiones objetivas en sus brazos.

     Aunque en algún momento se alude a ellas por supuestas referencias de la médico

    forense -folio 5 de las actuaciones, página 1 del atestado-, es lo cierto que no solo

    ninguno de ellos ha relatado en el plenario haberlas presenciado, sino que los informes

    médicos emitidos respecto de la menor-folios 41 (informe hospitalario de urgencias), 93

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    y 94 (informe médico forense), 96 a 99 (parte de lesiones)- coinciden en la total

    ausencia de lesiones.

    La otra excepción se centra en el acta de inspección ocular con reportaje fotográfico

    de la cueva donde se produjeren los hechos -folios 126 a 132-, ratificado en el plenario

    por los agentes que lo practicaren. El único dato incriminador de carácter objetivo sería

    el que no encontraren restos de preservativos en el lugar en el que supuestamente se

    habría producido la agresión sexual, cuando los dos acusados señalaren que los

    arrojaron allí una vez que concluyeren. Sin embargo tal circunstancia no resulta

    determinante. Primero porque la inspección ocular se realizare el 12 de agosto, tres

    días después a los hechos; segundo, porque siendo incontrovertible la relación sexual

    -el debate se centra en si fue o no consentida-, el análisis de los restos orgánicospresentes en la prenda íntima de la menor, de los hisopos vaginales obtenidos en el

    Hospital -folio 100-, y del lavado vaginal perteneciente a la misma, arrojó un resultado

    negativo a la presencia de semen, según el Informe del laboratorio de Genética del

    Instituto de Medicina Legal de Las Palmas obrante a folios 260 y 261-, siendo

    irrelevante en este caso concreto la aclaración que efectúa su suscriptor Doctor

     Apolonio en el juicio oral de la inconveniente técnica de la obtención de los Hisopos del

    resto con el lavado, siendo más correcto la recogida en seco de los mismos, pues la

    relación sexual es incontrovertible, y en todo caso, cualquier defecto en la recogida de

    muestras que se proyecte en la imposibilidad de ofrecer un resultado negativo

    contundente jamás puede ser una prueba de cargo. En cualquier caso, entre l