Apuntes sobre
Víctor Ríos Ojeda
EDUCACIÓNSUPERIOR
EDUCACIÓNSUPERIOR
En América hispana el caso de las universidades es
histórico pues, no habían terminado aún de consolidarse el
descubrimiento y la conquista, cuando ya la previsión real
creaba casas de altos estudios en las ciudades más
importantes del Nuevo Mundo, comenzando por las de
Santo Domingo (1538) de Lima (1551) y la de Nueva
España, actualmente México (1551). La idea rectora para el
trasplante cultural así protagonizado por la universidad,
formó parte del canon tardío medieval y renacentista, por el
cual se confiaba a ellas el papel de depositarias centrales del
pensamiento, de los saberes máximos y de las artes,
incluyendo entre ellas la del buen gobierno, y la formación
de las elites encargadas de acrecentar esos saberes y
capacidades y de aportar sus frutos para la consolidación
de la espiritualidad -originalmente la religiosa- y, al par,
mejorar la calidad de vida terrenal en los reinos. De esto
deriva la suma de privilegios de los que gozaron
históricamente las universidades, a los que la libertad y la
autonomía han hecho modernamente distintos de los
originales, incrementando las potencialidades de la
educación superior en un ideal de crecimiento continuo y
de sostén de la excelencia de su producto.
Nos dice de su importancia el hecho de que la
Universidad es la única institución colonial que perdura y
PRELIMINAR
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Julio Rafael Contreras Roqué
se expande cada vez más en la vida republicana. Además,
hay registro histórico de la permanente y relevante
interacción entre la universidad, el crecimiento de la ciudad
y la historia de las ideas (José Luis Romero, 1976; Tulio
Haperin Donghi, 2023), en cada caso, una relación
biunívoca que diferenció netamente a las ciudades con y sin
universidades: muy otra hubiera sido la historia paraguaya
si se hubiera concretado el proyecto de Carlos IV, a inicios
del siglo XIX, de erigir una universidad en Asunción
(Furlong, 1947), lamentablemente abortado por los
avatares históricos de España en ese período.
También la historia de las universidades es la del
surgir de la burguesía al desvanecerse el orden feudal en
Occidente. En la época republicana la historia política es, en
buena medida, hechura y síntesis de la interacción
dialéctica de las sociedades y estados con la universidad.
Germán Arciniegas da buena cuenta de esa historia en
nuestro continente.
Esa interacción nunca fue fácil en la historia, y sigue
siéndolo en el presente. Sólo en raras ocasiones se crea un
orden sistémico en el que todos los actores y el decurso de la
vida político-institucional, originan un ajuste armónico con
l a s c a s a s m a y o r e s d e l s a b e r , c o m p l e j a s y
multidimensionales. El ejemplo actual de Hispanoamérica
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PRELIMINAR
lo demuestra y no somos ajenos a esa situación.
En el Paraguay desde el advenimiento de la
democracia, la existencia universitaria cobró nueva vida e
hizo una evolución expansiva notable. Pero, lo hizo a
tientas, con improvisación y sin que la infraestructura
institucional, administrativa, jurídica y de compenetración
de la ciudadanía, creciera sistémica y armoniosamente y en
mutuo acuerdo. Eso significa que el desajuste se instaló,
persiste y se suceden las crisis. Chile y la Argentina pasan
por etapas iguales o peores. Pocos entienden la naturaleza
profunda del problema y acceden críticamente a la
polisemia que adquieren los conceptos de calidad,
regulación y relacionamiento con los factores de poder, y
también entra en la lista hasta el término finalidad. Se
olvida que ya el filósofo Simón Schama, basado en U. Eco y
en la semiología moderna, postuló lo que Ruíz-Domènec
(2002) advierte, que “queda claro que la batalla semiótica
precede siempre a la realidad de los hechos, incluso a los
militares”. No hay forma alguna de conflicto en la que no
haya un torbellino polisémico no resuelto, en la base de los
hechos. Por eso, muy bien centra el escrito del rector
pilarense, la cuestión que analiza en el campo que
referimos. Más allá de que se trate o no ésta de una colisión
contingente, el problema seguirá incidiendo en tanto no
3
nos allanemos a esclarecer, en común y participativamente,
la conceptualidad básica en el marco de una teoría de la
Universidad Paraguaya.
Esta vez la referencia central es la calidad
universitaria, versus los intentos de regulación parciales y
asentados sobre fundamentos que no sueles ser comunes y
compartidos en diálogo desapasionado pero conducente,
reduciendo la repercusión mediática y toda forma de
competencia mutua entre universidades, y esto implica la
revisión semiótica y funcional de las entidades
intervinientes. Necesitamos más voces académicas que
salgan al ruedo de las ideas desprejuiciadas y de las
precisiones léxicas. En tanto se multipliquen las
intervenciones -y siempre que haya disposiciones anímicas
concurrentes- se reducirá el tono combativo y se aventarán
las tensiones en el diálogo “ss” (sensu stricto) .
Intervenciones como ésta que prologamos, demuestran
que hay voluntad activa de entender y ansia de superar
todo en aras del sosiego intelectual, para entregarnos, ya
más libres, a la acción creadora que merece nuestra misión
universitaria. Tal es la convocatoria que nos formula
nuestro rector.
En un segundo ensayo esboza el mismo autor, breve
y sintéticamente una posición, que es a la vez, doctrinaria y
Julio Rafael Contreras Roqué
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funcional, en la que apela a una ética básica coherente y
bien explícita, con cuyo fundamento remite el
financiamiento universitario, que es una cuestión clave
para la subsistencia de la universidad, al campo del
derecho, en particular, al de los derechos humanos
esenciales, definidos previamente por la UNESCO, para
que sobre ese fundamento o perspectiva, la educación
superior sea un bien común justamente distribuido y
compartido.
Julio Rafael Contreras Roqué
PRELIMINAR
5
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN
SUPERIOR: UN CONCEPTO POLISÉMICO
Víctor Ríos Ojeda
Días pasados, uno de los diarios nacionales ha
dedicado su tapa al informe de la Agencia Nacional de
Evaluación y Acreditación de la Educación Superior
(ANEAES) sobre la acreditación de las carreras
universitarias en el Paraguay y, como casi siempre, el título
del matutino induce al engaño a cualquier incauto o
desinformado lector, afirmando que en el país están
certificadas solamente 14 de 48 universidades, sometiendo
a un escarnio público; por su supuesta falta de calidad a 34
universidades. Pero no termina aquí la cuestión, el
jornalista, también deja deslizar una, si bien disimulada,
pero aviesa discriminación entre las 14 universidades
“certificadas”, aclarando que algunas tienen más carreras
certificadas que otras, es decir, existiría una jerarquización
entre las 14 instituciones.
El contenido del artículo en cuestión responde a la
poco lógica mentalidad simplista que ostentan quienes, a
partir de la supuesta demostración de que los que siempre
fueron mejores, siguen siendo y seguirán siéndolo y,
aunque aparezcan nuevos actores en el top ten
universitario, los mejores de siempre, siguen siendo los
mejores entre los mejores. El articulista ni siquiera se
detuvo para informarse, por lo menos en líneas generales,
sobre el sistema de acreditación de las carreras
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
UN CONCEPTO POLISÉMICO
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universitarias, a fin de escribir un artículo ética y
académicamente de mayor calidad, limitándose a
desbrozar sus prejuicios que los sustentó en la lectura,
también prejuiciosa, de los datos de la ANEAES. Si el
articulista, hubiera dedicado, por lo menos, unos minutos
de su precioso tiempo a leer la reglas generales de la
acreditación, se hubiera informado y, estoy seguro hubiera
informado a los lectores, que acreditar carreras no implica
certificar una universidad; que hay universidades con
menos carreras acreditadas porque, por ejemplo, no
cuentan con carreras tales como: medicina e ingeniería, que
fueron las primeras convocadas a la acreditación o, que
algunas universidades son muy nuevas y aún no cuentan
con egresados en las carreras convocadas.
Considero que la ANEAES debe prever una
metodología menos vulnerable a las manipulaciones para
comunicar sus datos, acciones, políticas y decisiones,
porque resulta perverso que el órgano instituido para el
control de la calidad de la educación superior, sea
considerado el motivo o factor del injusto desprestigio de
algunas universidades, en vez de ser un coadyuvante
decisivo de éstas, para alcanzar paulatinamente los niveles
requeridos de calidad. Es de esperar que con su actual
Presidente, un hombre lúcido y hábil, se puedan hacer las
Víctor Ríos Ojeda
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correcciones necesarias.
La proliferación de universidades, principalmente
las de gestión privada, en el Paraguay y en toda América
Latina es un fenómeno que, indudablemente, dificulta el
logro del tan mentado objetivo de la calidad. En relación
con las universidades de gestión privada esto tiene por lo
menos, dos causas fundamentales: por un lado, existe cada
vez mayor cantidad de jóvenes que demandan educación
superior y, por otro se da la gran oportunidad de negocios
que esta situación conlleva. El hecho, comprobado por los
estudiosos, que en América Latina en general, salvo pocas
excepciones, la mayor cantidad de matrícula se encuentra
en las universidades de gestión privada, demuestra que los
Estados no fueron capaces de responder a la nueva realidad
vigente y, en consecuencia, al no poder generar una oferta
suficiente mediante las universidades de gestión públicas,
se han tornado extremadamente permisivos con la
proliferación de ofertas privadas, cuya calidad hoy deben
garantizar. Por lo tanto, el control estatal de la calidad de la
educación superior es un deber ineludible hacia la sociedad
actual y para con las futuras generaciones.
En cuanto a las acreditaciones de las carreras
universitarias en el MERCOSUR, es importante mencionar
que las mismas “certifican” el cumplimiento de los
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
UN CONCEPTO POLISÉMICO
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objetivos, misiones, planes o políticas institucionales,
adoptando como referencia, obviamente, elementos de
gestión política y académica de la entidad, cuya carrera es
evaluada. La acreditación de una carrera universitaria
implica que, evaluadores externos concluyen que la misma,
cumple con las políticas definidas en los documentos
institucionales, sin que eso signifique un juicio de valor de
estas políticas, las que, desde una perspectiva académico-
científica, pueden representar niveles sólidos pero
mínimos de calidad. Sin embargo, aun cuando la
acreditación de una carrera universitaria en el MERCOSUR
no certifica el pensum de una carrera, no deja de ser un
primer paso indispensable para los sacralizados controles
de calidad. Es importante que las instituciones cumplan
con lo que establecen en sus documentos y postulan en sus
discursos, como símbolo de seriedad y respeto hacia la
sociedad, además de utilizar también, en algunos casos,
tales recaudos como un factor clave de marketing
institucional.
Para un abordaje fundado de la problemática de la
calidad en la educación superior, cualquier iniciado en el
tema debe saber, para empezar, que no existe concepto ni
método únicos de evaluación de la calidad, dependiendo
los mismos, de variables tales como: actores y contextos
Víctor Ríos Ojeda
12
que, al mismo tiempo de su polisemia, la calidad es
pluridimensional y de construcción colectiva y
permanente, lo que debe entenderse que, si en un momento
determinado, una carrera no es acreditada, no tiene como
consecuencia única y necesaria, la desaparición de la
misma, ni mucho menos, de la institución. Es lógico que
esto sea así, a partir de lo mencionado precedentemente,
porque si no se logró el objetivo en una dimensión
determinada, no significa que en las otras dimensiones no
se haya logrado calidad, tal como afirma Dilvo Ristoff, uno
de los grandes estudiosos de la evaluación de la calidad de
la educación superior, “evaluar es una forma de restablecer
compromisos con la sociedad; de repensar objetivos,
modos de actuación y resultados; de estudiar, proponer e
implementar cambios en las instituciones y sus programas;
se debe evaluar para poder planificar, para evolucionar”¹.
En el Paraguay, lejos de cumplir con sus fines
esenciales, la evaluación es una herramienta de
escarmiento público direccionado hacia aquellas
instituciones que no gozan del “aprecio” de los dueños de
la opinión autorizada (no precisamente ilustrada)
convencional en materia de educación superior.
Se indicaba que la calidad es polisémica,
condicionada, entre otras cosas, por los actores que la
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
UN CONCEPTO POLISÉMICO
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¹ Citado por Norberto Fernández Lamarra en La Educación Superior en América Latina y el
Caribe y la Evaluación y Acreditación de su Calidad.
definen y por los intereses en torno, muchas veces
contrapuestos de los mismos. Así, nos señala Fernández
Lamarra que, “para los académicos la calidad se refiere a los
saberes; para los empleadores a las competencias; para los
estudiantes a la empleabilidad; para la sociedad a la forja de
ciudadanos respetables y competentes; para el Estado
según la concepción que asuma, puede variar de aspectos
vinculados con el desarrollo social y humano a la eficiencia,
a los costos y requerimientos de capital humano”². Me
pregunto, ¿cuál de los conceptos es el adoptado por la
ANEAES? Explícitamente, las documentaciones emitidas
por la ANEAES no definen qué concepto, pero
indudablemente que las ideas de la competencia y la
empleabilidad, moldean y condicionan todo el sistema y
este, no es un dato menor, porque representa la expresión
de las relaciones de poder imperantes en nuestra sociedad,
es decir, el concepto de calidad de la educación superior en
un país y en momentos determinados, es impuesto por los
actores más poderosos: políticos, económicos, sociales y
culturales, en nuestro caso, los empleadores o quienes
debieran ser empleadores. Esto genera lo que Pierre
Bourdieu denomina: el “aislamiento simbólico”³ de los
operadores de la educación superior, porque ni los
directivos, ni los académicos, ni los alumnos, ni los
funcionarios administrativos de nuestras universidades,
Víctor Ríos Ojeda
14
² Fernández Lamarra, N, “Una nueva agenda para la educación Superior en América Latina, 2004”.
³ Bourdieu, Pierre, La nobleza de Estado, educación de élite y espíritu de cuerpo, pág. 127, Siglo Veintiuno Editores, Bs. As. 2013.
pueden imaginar un concepto de calidad diferente al
impuesto por los actores sociales más poderosos, porque
adoptan como su sentido común: los valores, la mentalidad
y el lenguaje de estos grupos y sus intereses son
representados, como si fueran los de la Nación.
Como sociedad, cabe entonces preguntarnos y
decidir al respecto: ¿si una universidad forma ciudadanos
respetables, cultos, con amplios saberes, ilustrados, con
pensamiento autónomo, crítico, pero que no son valorados
por los empleadores, por el mercado, debe ser considerada
de mala calidad?
Hoy, sin lugar a dudas, en el Paraguay una
universidad con estas características será sometida al
escarnio público y no faltarán avisos clasificados, que
inviten a los egresados de esa institución a abstenerse de
concursar por alguna oferta en el mercado laboral. Es decir,
actualmente en este país, muchos están convencidos, de
que universitarios con los perfiles mencionados en este
párrafo no son necesarios, el mercado no los necesita y, en
consecuencia, la formación de los mismos, implica gastos
superfluos para la sociedad. Sin embargo, otros nos
resistimos a pensar y vivir en una sociedad de idiotas
automatizados, de replicantes de jefes o directores que
ordenan imperativamente y se limitan a controlar y valorar
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
UN CONCEPTO POLISÉMICO
15
la eficiencia productiva de sus replicantes. Esta tensión
entre el interés puramente económico del mercado y el de la
construcción de una sociedad con inclusión y bienestar
para todos, es una tensión material y simbólica que está en
la base de la idea de la calidad. En este momento, prevalece
el primero el interés del mercado, que con sus agentes
políticos, económicos, académicos, culturales y mediáticos
denigra a todo aquel que cometa la osadía de plantear algo
diferente, apoderándose de conceptos tan sensibles, como
el de la calidad de la educación superior, para utilizarlos
como criterios de disciplinamiento académico.
En conclusión, puede mencionarse que es
indispensable un sistema de evaluación y acreditación de la
calidad de la educación superior, a nivel nacional y
regional. Es más, son necesarias, por ejemplo, las normas
comparativas de calidad que sirvan de referencias a los
sistemas educativos nacionales.
Es muy importante que nuestras instituciones de
educación superior se sometan a los procesos de evaluación
y acrediten sus carreras, como parte de su responsabilidad
con la sociedad.
Las universidades paraguayas que han acreditado
carreras deben ser felicitadas y alentadas a seguir por esa
Víctor Ríos Ojeda
16
buena senda.
Para que las instituciones universitarias de gestión
pública, en el Paraguay, logren la pertinencia y la calidad
acorde con las necesidades de la sociedad, el Estado deberá
superar los acostumbrados recortes presupuestarios de
algunas de sus universidades y debe aumentar la inversión
en educación superior. No hay pretexto que justifique
disminuir presupuestos a instituciones que históricamente
se desempeñaron en condiciones económicamente
paupérrimas y aun así, formaron profesionales
competentes y líderes intelectuales, sociales, políticos y
culturales con un gran protagonismo en el porvenir de
nuestro país.
Las instituciones de educación superior que aún no
han acreditado sus carreras, no deben ser desacreditadas en
su totalidad, se debe tener el cuidado, sobre todo por parte
de la ANEAES, de explicar las situaciones de cada una y, en
los casos en que las mismas se hayan sometido al proceso de
evaluación y no pudieron acreditar sus carreras, deben
recibir el apoyo necesario, tanto de la ANEAES como de
otras instituciones, para superar sus debilidades.
Considero que es el momento de generar un gran
debate nacional sobre la calidad de la educación superior,
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
UN CONCEPTO POLISÉMICO
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con participación de todos los sectores interesados en el
tema. Precisamos de un debate serio, con ideas propias y
superadoras de tópicos sacralizados que son el cemento de
la consolidación de un status quo académico mediocre.
Hoy, aún sigue vigente lo que dijera el gran filósofo
Martin Heidegger en su célebre discurso de asunción del
rectorado de la Universidad de Friburgo titulado “La
autoafirmación de la Universidad alemana”, en 1933: “…se
define la esencia de la Universidad alemana como aquella
escuela superior que, desde la ciencia y mediante la ciencia,
acoge, para su educación y disciplina, a los jefes y
guardianes del destino del pueblo alemán”⁴. Esta
definición heideggeriana, con las adecuaciones
sociohistóricas y culturales indispensables, es pertinente
que sea considerada por nuestras universidades y por
aquellos que ostentan la denominación de académicos.
Ÿ Víctor Ríos Ojeda: Doctor en Ciencias Jurídicas por la
Universidad Nacional de Pilar (Paraguay). Especialista en
Derecho Penal por la Universidad Nacional del Nordeste
(Argentina). Abogado por la Universidad Nacional del
Nordeste (Argentina). Investigador y Catedrático Universitario.
Rector de la Universidad Nacional de Pilar. Ex miembro del
Consejo de Universidades. Ex ministro de Educación y Cultura.
Diputado Nacional electo para el periodo 2013-2018 y
actualmente Presidente de la Comisión de Educación, Cultura y
Culto de la Honorable Cámara de Diputados.
Víctor Ríos Ojeda
18
⁴ Heidegger, Martin, La autoafirmación de la Universidad alemana, Estudio preliminar,
traducción y notas de Ramón Rodríguez, Segunda Edición, Tecnos, 1996.
FINANCIACIÓN DE LA EDUCACIÓN
SUPERIOR. ATRIBUCIÓN DE RECURSOS
A LA FINANCIACIÓN SUPERIOR DESDE
UNA PERSPECTIVA DE DERECHOS
HUMANOS
Víctor Ríos Ojeda
En este ensayo sobre el Financiamiento de la
Educación Superior no van a aparecer números, datos
estadísticos, etc., que demuestren el estado actual de los
presupuestos de la Universidades, no porque no sean
importantes, sino porque la idea es desarrollar conceptos,
criterios, valores que sustentan a los distintos modelos de
financiación de la educación superior y las consecuencias
de los mismos en la tarea universitaria y en la sociedad.
La tendencia inercial de la evolución del capitalismo
global en los últimos tiempos está enmarcada por una
acelerada deslegitimación de lo “público”, vinculándolo
con la corrupción, la ineficiencia, burocracia, etc.,
responsabilizándolo de todos los males de nuestra
sociedades, principalmente de la pobreza. La consecuencia
necesaria de esta sistemática satanización de lo público, es
la entronización de lo privado como panacea para todos los
males generados por los Estados, lo que, a su vez, conlleva
una acelerada mercantilización de las relaciones humanas
y sociales, midiéndose todo cuanto se haga con criterio
economista o, más exactamente, financiarista. A este
respecto es ilustrativa la siguiente frase: “Si se aprenden las
lecciones del siglo XX sobre el fracaso de sector público, el
siglo XXI verá la expresión de la responsabilidad
individual, así como el libre mercado y la propiedad
FINANCIACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
21
Víctor Ríos Ojeda
privada”¹.
América Latina y por ende el Paraguay, obviamente,
son condicionados por la tendencia global privatista-
economo-financiarista, un verdadero cambio cultural que
se traduce en el ámbito universitario en una paulatina
desfinanciación de la educación superior por parte de los
Estados y, en una sostenida presión, principalmente a las
universidades públicas, para buscar fuentes de
financiamiento, entiéndase, acudir al sector privado, para
obtener recursos económicos. Esta tendencia se basa en un
progresivo cambio de la cultura académica universitaria,
derrapándose la misma, desde una cultura derivada de la
reforma de Córdoba hacia una empresarialización o
comercialización de la existencia académica “Lo que hace
que la situación sea diferente hoy es que los cambios
culturales, políticos e institucionales están reorientando las
economías hacia la búsqueda de utilidades”², afirman sin
ambages algunos.
Nuestros estados, nuestras sociedades, están, hoy en
la encrucijada de sostener proyectos con perfiles culturales
definidos según una axiología y teleología propias o,
someterse a uno homogeneizado, desde una cosmovisión
puramente financiarista. La opción por una u otra
alternativa significará aumento o disminución o
22
¹ La Revolución Capitalista en Latinoamérica. P C Roberts, K L Araujo, p 204, Oxford University Press, 1999.
² Ídem nota anterior p3.
reorientación de la inversión pública en Educación
Superior³.
Según algunos estudios, en América Latina se
observa una paulatina preeminencia de la mercantilización
de la academia o del conocimiento por sobre el modelo
tr ibutario de la Reforma de Córdoba, con una
particularidad que es importante poner de relieve. Esta
preeminencia no se expresa en términos cuantitativos
precisamente, es decir, si uno se limita a observar los
números de la inversión pública en Educación Superior
tendrá una lectura equivocada de la situación, ya que en
algunos países, como el Paraguay, los Estados aumentan
cada año sus partidas presupuestarias para las
Universidades Públicas, manteniéndose, incluso como en
la Argentina y Uruguay, la gratuidad en las mismas, por lo
que, cualquier análisis centrado solamente es estos
números, concluirá que los principios de la Reforma gozan
de buena salud en nuestras universidades.
Sin embargo, se puede percibir claramente que los
principios de la reforma cordobesa están en crisis, sus
valores van perdiendo sus originarios sentidos en el ámbito
académico-universitario, ante un sentido común
mercantilizado, construido en el marco de un esqueleto
reformista configurado por la autonomía universitaria,
23
FINANCIACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
³ Aclaración: hablamos de Educación Superior y no solamente de Universidades Públicas porque entendemos que el Estado bien puede invertir dinero también en Universidades Privadas para el logro de sus objetivos.
Víctor Ríos Ojeda
gratuidad, financiación pública de las investigaciones etc.
Si bien se mantiene o aumenta la financiación pública de la
Educación Superior, la misma se produce con una lógica de
mercado, financiarista, ya que así se imponen a las
universidades exigencias propias de mundo empresarial,
principalmente en la evaluación de resultados siguiendo
parámetros de mercado. En términos más claros, funciones
históricas de la universidad, tales como la vinculación con
la Sociedad o, la extensión universitaria y la investigación
científica, sometidas a la lógica del mercado, adquieren
nuevos sentidos, nuevos significados, nuevas finalidades.
El sentido de compromiso con la sociedad, la
dimensión pública que asumieron la investigación
científica y la extensión universitaria, fueron perdiendo
ante el avance mercantilista que obliga a las universidades a
cobrar aranceles, vender servicios, etc. Para conseguir
recursos al igual que cualquier empresa que opera en los
mercados. Esta atribución de nuevos sentidos a la
generación y aplicación de conocimientos, principalmente
en las universidades públicas, implica un traslado de la
consideración de la educación como un derecho a la de un
bien o mercancía, pasando el estudiante a ser un cliente
que, para disfrutar de esos bienes, deberá adquirirlos del
mercado educativo⁴. Esta ruptura semiótica es tan radical,
24
⁴ Mariela Arroyo, Concepciones del Espacio Público y Sentido Común en Educación Superior en Espacio Público y Privatización del Conocimiento, p47, CLACSO 2005.
que aun cuando la Educación Superior siga siendo
financiada con fondos públicos, la misma está
condicionada cada vez más por la idea de eficiencia con
fondos públicos, la misma está condicionada cada vez más
por la idea de eficiencia en desmedro de un criterio
garantizador del acceso a la educación para todos y todas.
Los Estados en los últimos tiempos, exigen que los
productos de sus universidades sean vendibles en el
mercado para asignarles más o menos recursos, es decir,
actúan con lógica privatista-empresarial.
Este brevísimo ensayo sobre un aspecto tan clave
para la Educación Superior, no pretende la asepsia estéril
de la naturalidad axiológica, al contrario, el mismo asume
una posición clara a favor de una Educación Superior como
bien público, derecho humano básico, tal cual lo definió la
UNESCO en la última Conferencia Mundial de Educación
Superior, por lo que su financiación pública debe abordarse
desde una perspectiva de derecho, no desde una visión
puramente economicista. Esto implica de ninguna manera
despreciar fuentes alternativas de financiamiento que
puedan obtenerse en el sector privado, es más, es saludable
que esto ocurra para que la Educación Superior interactúe
con ese actor principalísimo del sistema capitalista, pero sin
abdicar de su compromiso con las necesidades sociales.
25
FINANCIACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
La financiación de la educación siempre está
politizada, ya que es inevitable que responda a una
teleología de alcance general, a un proyecto de sociedad
cuyos perfiles deben ser definidos en base a valores y
significaciones sedimentadas en las conciencias de los
líderes y de la colectividad nacional. Gregorio Weinberg
señala a este respecto: “la politización es ineludible, ya que
ella significa un compromiso para encontrar alternativas
tanto para el país como para el profesional”⁵. Desde una
perspectiva de derecho, toda financiación del ejercicio de
este derecho a la educación abarcando a todos los sectores
sociales, facilitando el acceso a este nivel, impulsando
investigaciones científicas y programas de innovación
tecnológica que sean mensurables no solamente con
parámetros de mercado, sino también en base a indicadores
sociales.
La adopción de una visión meramente financiarista,
significará desmontar toda una cultura académica
democrática y autónoma, abriendo paso a una
mercantilista basada en la eficiencia lucrativa, indiferente a
cualquier compromiso social, porque considera que la
“sociedad” es una entelequia, una ilusión, donde
solamente existen los individuos aliados que vinculan
entre sí buscando satisfacer sus intereses egoístas. Von
Víctor Ríos Ojeda
26
⁵ Gregorio Weinberg, “De la Ilustración a la Reforma Universitaria”, p 293, Santillana, Bs. A. 2001.
Mises, sumo sacerdote de esta corriente de pensamiento
expresa: “La sociedad en sí no existe, a no ser a través de la
acción de los individuos. Es una ilusión imaginaria fuera
del ámbito de las acciones individuales. Hablar de una
existencia autónoma e independiente de la sociedad, de su
vida, su alma, sus acciones, es una metáfora que puede
fácilmente conducir a graves errores” (Mises, 1995: 143)⁶.
Esta cosmovisión subyace casi a todas las propuestas de
financiación de la Educación Superior basadas en ventas de
servicios al sector privado, arancelamiento, alianza
universidad-empresa, atribución de presupuesto basada
en resultados, etc., es decir, los propios Estados, la han
adoptado, por lo que, legítimamente se puede afirmar que
los fondos públicos destinados a la educación superior,
responden a una lógica mercadocéntrica, financiarista.
Ninguna de las alternativas de financiación de la
Educación Superior son disvaliosas en sí, como métodos de
acceso a mejores fuentes de financiación si son razonables
y, se podría decir, indispensables; lo que debe analizarse,
por lo tanto, en adelante es el paradigma sociocultural que
las sustenta.
Como conclusión de este ensayo se postula que el
Estado no debe renunciar a conducir las políticas de
financiamiento de la Educación Superior y, en el caso del
FINANCIACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
27
⁶ La cita extraída de Pablo Gentili, Pedagogía de Igualdad. p 31, Siglo XXI Editores, Bs. As. 2012.
Paraguay, las mismas deben enmarcarse en los principios y
objetivos explícitamente adoptados por la UNESCO.
Especial e ineludiblemente, el Estado paraguayo debe
garantizar a través de sus disposiciones normativas de los
programas de atribución de recursos y por todos los medios
de que dispone, la consideración de la EDUCACIÓN
Superior como un bien público, derecho humano básico e
indispensable para el bienestar de todos sus habitantes.
Toda financiación de la Educación Superior, sea de
origen público o privado, aun cuando se proponga
satisfacer legítimos intereses lucrativos, debe realizarse
desde una perspectiva de derecho. El paradigma de los
derechos humanos deberá sustentar a nuestra Educación
Superior en todas sus dimensiones.
Víctor Ríos Ojeda
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