14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 1/9
sábado, noviembre 23, 2013
10 CONSEJOS PARA SUPERAR LA TARTAMUDEZ
Tomado del Blog de Noelia Veltri
(http://latartamudezyyo.blogspot.com/)
Consejo 1: No hay ninguna cura mágica
Lo primero es lo primero – es necesario recordar que tu tartamudez no
empezó de la noche a la mañana y su cura tampoco va a suceder de esta
forma. No se desanime si no ve resultados inmediatos. Esto toma bastante
trabajo pero vale la pena.
Consejo 2: Aceptar tu tartamudez
En tu caso, tartamudear es un hecho, así que no trates de presionarte para
dejar rápido tu problema. Esta presión indebida te pone nervioso a ti mismo y
el nerviosismo hace que se mantenga la tartamudez, e incluso que empeore.
Consejo 3: Deja de esconderte
Tienes que salir del anonimato y asumir tu tartamudeo frente a las demás
personas. Cuando hablas piensas que suenas horrible y cuando oyes hablar a
otros crees que su forma de hablar es perfecta – ¡basura! Nadie habla
perfectamente. Recuerda que el estrés del habla hace que el tartamudeo
empeore, así que trata de reducir ese estrés para que desaparezca de a
poco la tartamudez.
Consejo 4: No trates de hablar fluidamente
El objetivo principal de una conversación, no es necesariamente hablar
fluidamente. Tratando de hablar fluido aumentas el estrés y como lo
mencione anteriormente el estrés es el enemigo! El objetivo principal de una
conversación es hablar con buen ritmo y comodidad.
Consejo 5: Evitar la evasión
Recuerda las situaciones que has evitado en el pasado. Ya sean fiestas, club
del lectura, o lo que sea – convierte en objetivo alguna de estas situaciones
que te han provocado tartamudez y enfréntalas por lo menos una vez por
semana. Esto te ayudara a construir la confianza necesaria para curar la
tartamudez en ti.
Consejo 6: Superar el desafío
Como dijimos arriba, detener la tartamudez cuesta trabajo. Si lo mira como
algo casi imposible, será así. Si lo aceptas como un reto y trabajas para
superar este desafío a diario, no hay duda que podrás controlar tu
tartamudeo.
Consejo 7: Contacto visual
Cuando hables, así como cuando escuches debes mantener el contacto
visual. El contacto con los ojos puede ser difícil cuando tartamudeas, lo sé,
Cómo enfrento la tartamudez
Acerca de
Acá encontrarán relatos que han sido
enviados a nuestro Grupo de Apoyo
TTM-L. En ellos vemos cómo algunos
de nuestros miembros han enfrentado
su tartamudez.
Acerca de mí
Nombre: Pedro R.
Rodriguez C.
Ver mi perfil
completo
Vínculos
Google News
Edit-Me
Edit-Me
Anterior
10 CONSEJOS PARA SUPERAR LA
TARTAMUDEZ Tomado del ...
Si me olvido que soy tartamudo,
hablo mejorAutor: ...
Rubén Nigita nos comenta cómo
debemos enfrentar la...
Si la Tartamudez no se cura...
Soy TARTAMUDO, pero cada día
trato de ser más TART...
Esperando llegar a los 40 años
Antes prefería no llamarme
"Tartamudo"
Hay que ver a la tartamudez como
una amiga
Nuestro error es querer pasar por
personas fluidas...
El triunfo de Martín
Archivos
sábado, febrero 05, 2005
domingo, noviembre 06, 2005
domingo, octubre 29, 2006
lunes, febrero 12, 2007
jueves, agosto 23, 2007
martes, septiembre 22, 2009
3 Más Siguiente blog» Crear un blog Acceder
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 2/9
pero este pequeño paso te ayudara a construir la confianza que necesitas
para superar este reto.
Consejo 8: Conviértete en un agudo observador
Observa lo que hace la gente mientras habla. Cuando veas a personas que
hablan “normal” observa lo que están haciendo, a qué velocidad están
hablando, fíjate si están mirando a la persona con la que hablan. Observar a
buenos oradores y a continuación práctica imitando lo que ellos hacen al
hablar. Así también empezaras a notar que nadie habla perfecto.
Consejo 9: Tartamudear a propósito
Un pequeño truco que utilizan en las terapias de habla es tartamudear a
propósito! Muchos que tratan de hacerlo a propósito se dan cuenta que no
pueden! Tratar de forzar la tartamudez puede reemplazar los factores
desencadenantes que te hacen tartamudear.
Consejo 10: Observate a ti mismo
Vas a tener que ser un agudo observador de ti mismo. ¿Cuándo tartamudeas
más? ¿Cuándo tartamudez menos? ¿Que provoca tu tartamudez? Al conocer
las respuestas a estas preguntas puedes comenzar a trabajar sobre las
razones que provocan tu tartamudez y no solo en la propia tartamudez.
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 11:36 a. m. | 2 comentarios
domingo, septiembre 29, 2013
Si me olvido que soy tartamudo, hablo mejor
Autor: Alex Ayala
Ruido en la comunicación. No recuerda su infancia como una etapa
feliz –confiesa el autor del texto– a causa de la angustia que
sentía por este trastorno y por las innumerables terapias sin
resultados. Todo cambió recién cuando le quitó presión al tema.
Cada vez que un amigo me comenta por teléfono que se me
escucha entrecortado –no por cruel o con la intención de echar
sal en mis heridas, sino cuando falla la conexión o cuando me hallo
en algún rincón remoto de Bolivia–, le llamo hijo de puta. Y lo hago
despacito, masticando cada sílaba para que me entienda.
Después, el que está al otro lado de la línea suelta una poderosa
carcajada porque sabe que me encanta el humor negro, burlarme
de mí mismo. Y solemos acabar riendo los dos juntos hasta la
lágrima.
A menudo, hay gente que me grita porque piensa que estoy sordo
y los que no me conocen me encaran con gestos histriónicos
porque intuyen que soy yo el que no les comprende bien a ellos.
Desde que tengo uso de razón, los sonidos que nacen de mis
labios se reproducen compulsivamente antes de matar muriendo. Y
yo muero por la boca cada vez que hablo. Soy tartamudo,
“repetidor” profesional, y a mucha honra. No concibo mi problema
como un ancla, sino como catapulta: 40 millones de tartamudos en
todo el planeta algo interesante tendremos que decir al mundo,
aunque nos miren como a un freak de circo, aunque nos cueste
martes, enero 19, 2010
domingo, octubre 17, 2010
domingo, septiembre 29, 2013
sábado, noviembre 23, 2013
Suscribirse a
Entradas [Atom]
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 3/9
innumerables dolores de mandíbula expresarnos.
Hay tartamudos que han entrado por la alfombra roja a nuestros
sillones a través del cine, como Bruce Willis, Anthony Hopkins y
Nicole Kidman. Los hay como Tiger Woods: deportistas exquisitos
capaces de embocar una pelota en un hoyo a cientos de metros.
Los hubo estadistas, como Napoleón o Winston Churchill,
escritores, como Miguel de Cervantes, naturistas que dejaron
huella, como Charles Darwin, oradores prodigiosos, como el griego
Demóstenes casi cuatro siglos antes de Cristo. Y también, tocados
por la mano de Dios, como Moisés para partir en dos las aguas del
Mar Rojo.
Pero la tartamudez no es don ni bendición divina. Los tartamudos
ni somos más sensibles, ni más empáticos que el resto ni
multiorgásmicos, como más de una vez he insinuado antes de dar
una charla ante un auditorio repleto para romper el hielo. Somos
más bien un pésimo chiste, la excepción que confirma la regla, una
rareza, personajes singulares con una vocación complicada:
cultivamos el fino arte de pronunciar palabras.
Somos además un expediente X en potencia para la ciencia: se
sabe únicamente que segregamos dopamina en cantidades
industriales y que las raíces de la incapacidad son neurológicas y
genéticas. Y la mala noticia es que no hay ningún “antídoto” aún
que nos defienda. Al menos, a los tartamudos crónicos, a los que
nacimos así, un poco pasados de rosca. Porque hay otra
tartamudez que sí se cura, más previsible, mucho más lógica, la
que tiene su origen en un trauma, en un susto, en un accidente, la
psicológica.
Durante mucho tiempo, en mi casa entendieron la tartamudez
como un capricho. Mis padres creían que no hacía los esfuerzos
necesarios para apaciguar mis nervios y mi hermano mayor me
retaba cada vez que me atascaba en una eme –mmmmaaaa–, en
una pe –pppppuuu– o en una ele –lllllllaaaa–. Quería hacerlo bien,
pero a cada rato me trababa. Pasaba horas y horas de repetición
en repetición y a menudo se me agriaba la boca antes de
conseguir siquiera decir “basta”. Aquella situación me angustiaba
tanto que incluso me planteé el suicidio: me paraba a veces frente
a la ventana de mi cuarto –en un quinto piso– y trataba de decidir
si me tiraba o no me tiraba. Me tenía lástima.
De niño, estuve rodeado de mimos, atenciones y juguetes
psicodélicos. Pero no recuerdo la infancia como esa etapa feliz e
irrepetible de la vida en la que uno no tiene que preocuparse por
nada. La mía fue otra cosa, una excursión interminable por
decenas de despachos de remediólogos de batas inmaculadas que
vendían sus tratamientos con la misma alegría con la que los
charlatanes ofrecen la solución infalible para combatir la calvicie. Y
lo que es peor: con los mismos efectos.
Por las noches, casi nunca me acostaba en compañía de un
cuento de hadas, sino que lo hacía con el ronroneo de un casete
que me invitaba a relajar hasta el milímetro más escondido de mi
cuerpo. Visité durante un año a una psicóloga de ojos diminutos y
papada de sapo que me metía en una caja enorme, completamente
a oscuras, argumentando que mi respiración lo agradecería más
pronto que tarde. Me presté además como cobayo para sesiones
de acupuntura y de musicoterapia. Utilicé un ritmosensor,
aparatito del tamaño de una caja de cerillas que me obligaba a
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 4/9
vocalizar como un robot para regodeo de mis compañeros de
colegio. Y hasta caí en las garras de un hipnotizador que me
enseñó a partir tablas de madera y a doblar fierros con la
garganta. Lo abandoné antes de aprender a caminar sobre brasas
ardiendo, consciente de que el milagro que me haría hablar sin
tropezar quedaba lejos.
Los intentos por convertirme en una farsa, en un tartamudo que
no tartamudea, en una lengua sin pluriempleo, fueron constantes.
Pero coleccionaba fracaso tras fracaso y gasté los minutos más
valiosos de mi adolescencia en repetir que era una mierda frente a
un espejo. Por aquel entonces, eran muchos los que me decían
que jamás podría optar por un trabajo “decente”, que terminaría
limpiando alcantarillas y cloacas. Otros me veían como a un bufón
al que emborrachar de vez en cuando para entretenerse. Y yo
miraba con envidia –y no precisamente de la sana– a mis cuates
con pareja. Me creía víctima de una mala jugada de la evolución
humana, un autómata con errores de fábrica.
Mis crisis existenciales se multiplicaron tras la muerte de mi madre,
poco antes de que yo cumpliera 17 años. A fin de cuentas, una
madre es esa manta que te arropa antes de acostarte, es aquella
que te quiere seas cojo, tartamudo o el hombre elefante. La mía
me acompañaba en las buenas y en las malas, pero sobre todo en
estas últimas. Por ejemplo, cuando me sentaba a llorar en una
esquina porque no podía escupir ni un par de letras juntas. Y
cuando se marchó sin despedirse, me sentí más vulnerable que
nunca.
Mi primera relación llegó con varios años de retraso, a mis 23. La
veía como un premio de consolación a una pubertad que no me
había regalado ni un triste noviazgo y que estuvo salpicada de
amores no correspondidos que yo atribuía a mi falta de fluidez y de
confianza. Pero aquella aventura también terminó en desastre: con
un matrimonio fugaz y un divorcio de telenovela.
Cada vez que discutía por cualquier nimiedad con mi ex pareja, ella
me decía que era un “jodido tartamudo” que no merecía ni su
compasión ni su pena. Y yo me quedaba con la cantinela en las
orejas: no dejaba de pensar en lo indeseable y tartamudo que era.
Nunca le pregunté por qué lo hacía. Intuyo que porque quería
alejarse de mí para huir con un amante con el que compartía un
hijo. Quizás he ahí la única respuesta para explicar tanta saña,
premeditación y alevosía de su parte.
En aquella época, de jodido, creo, no tenía nada, pero de
tartamudo todavía sí: entre mucho y demasiado. Acabar una sola
frase –una pinche, raquítica y sencilla frase– me suponía siempre
un despliegue físico considerable: sudaba, tensaba una y otra vez
los mismos músculos que se usan para dar un beso y a menudo me
quedaba sin aire mientras los que me escuchaban pedían la hora
como los aficionados al árbitro en un partido de fútbol. Era como
los boxeadores a los que suelen noquear en el primer asalto, un
monosílabo extraviado en un ring lleno de términos rebosantes de
significado.
Alcancé mi punto de quiebre y probé las drogas, pero la marihuana
me sumía en un sueño profundo y un subidón de cocaína casi me
mata –me puse a coquetear con ella por una soberana tontería:
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 5/9
porque un roommate me convenció de que hablaba muchísimo
mejor cuando esnifaba–. Después, un colega bipolar que se
acababa un jarabe para la tos de un par de tragos sin estar
enfermo me animó a jugar a la ruleta rusa con unas pastillas de
colores para esquizofrénicos que, según su versión, reducirían en
más de un 30 por ciento mis dificultades.
Me resistí a los cantos de sirena por sus efectos secundarios y
porque los atajos jamás me parecieron buenos: tenía miedo de
volverme adicto, de perderme para siempre como un viajero
despistado en un desierto.
La tortura prosiguió hasta que mi cabeza atolondrada se amobló
mínimamente. Había crecido: me hice mayor. Había entrado a
trabajar en un periódico y dejé de ahogarme en mis miserias para
prestar más atención a la realidad igual de miserable que me
rodeaba.
Comencé a escribir al trote y al galope como una forma de
exterminar a los demonios que me atormentaban, a narrar historias
entrañables, a disfrutar y sobre todo a disfrutarme. Tuve una hija.
Armé familia. Publiqué un libro. Me olvidé de la tartamudez con la
facilidad con la que los hipocondríacos dejan atrás un nuevo
malestar imaginario. Y sucedió lo que jamás imaginé que ocurriría:
empecé a hablar con mucha más soltura.
En Bolivia, país en el que radico desde hace casi 12 años, algunos
aún me charlan en su inglés de andar por casa no porque yo sea
rubio, alto y espigado, sino porque consideran que yo me comunico
en un lenguaje extraño. Me siguen colgando el teléfono cuando
tengo que concertar una cita porque creen que al otro lado de la
línea hay un desgraciado con ganas de molestar un rato. Sé que
algunos se mofan de mí en cuanto me doy la vuelta y que otros
me ven nomás como un cero a la izquierda. Y también hay
sinvergüenzas que me tratan como si fuera un estúpido elevado a
la enésima potencia. Pero ya no me importa. Es más, me gusta
hacer bromas del tipo: “mi tía vive al lado de una parabólica y por
eso padece cáncer en 50 idiomas; yo vivo debajo de un repetidora
y por eso me volví tartamudo”. Mi contestadora, cuando alguien
llama y no le contesto, recita lo siguiente: “Está usted hablando
con un teléfono tartamudo. Si quiere dejar algún mensaje, repítalo
para que yo lo entienda”. Y a mis conocidos les digo que deberían
temerme, que el tartamudo, como el cartero, siempre llama dos
veces.
Hoy, amo mi tartamudez porque me gusta repetir cosas bonitas y
lanzar piropos al cuadrado para alegrar por partida doble a mi
mujer cuando se levanta. La amo porque pienso que, entre los
“mal hablados” de la Tierra –que son un verdadero ejército–, el
tartamudo es el rey, un rey pasmado pero rey al fin y al cabo. La
amo porque me obliga a concentrarme más en cada idea y porque
funciona como una extensión de mi cerebro.
Todavía, sin embargo, me persiguen algunos fantasmas. No
soporto el vis-à-vis con un semejante, la confraternización, las
reuniones de autoayuda entre tartamudos. Mis pares me producen
ansiedad, alergia, cierto rechazo. Probablemente, porque cuando
me comparo con ellos me achico como los anoréxicos frente a su
reflejo.
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 6/9
Pero bueno: nadie es per-per-per-fecto.
Tomado de: http://www.clarin.com/sociedad/olvido-tartamudo-
hablo-mejor_0_997100412.html
Septiembre de 2013
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 12:32 p. m. | 2 comentarios
domingo, octubre 17, 2010
Rubén Nigita nos comenta cómo debemos enfrentar latartamudez
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 1:08 p. m. | 18 comentarios
martes, enero 19, 2010
Si la Tartamudez no se cura...
Es simple cuando un método fracasa es más facil poner en duda al
tartamudo que al método en cuestión, pero...
La tartamudez aún no tiene cura ... Y eso no quita que haya
tartamudos que no se bloqueen ... Lo cierto es que no hay una
solución colectiva ... Y si se mira con astucia ... esa afirmación
posee un número considerable de buenas noticias:
Si la tartamudez no se cura ... no debería haber culpabilidad ni
verguenza en tartamudear.
Si la tartamudez no se cura ... El hecho de templar la voluntad
para no tartamudear no tiene demasiado sentido ... No me atasco
porque no me esfuerzo lo suficiente en no hacerlo ... Me atasco
porque soy tartamudo y ya.
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 7/9
Si la tartamudez no se cura ... La sociedad no tiene autoridad
moral para marginarnos ... Ni mucho menos para poner en duda
nuestra capacidad y voluntad personales.
Si la tartamudez no se cura ... Es accesorio hablar lento .. .
pausado ... No digo que no sirva o que en muchos casos no haya
sido de utilidad ... digo que es "accesorio" ... cuál si fuera el
bastón de un cojo.
Si la tartamudez no se cura ... Cambiar el patrón del habla no es la
solución colectiva ... sino la solución de unos pocos.
Si la tartamudez no se cura ... cuando un método cualquiera
fracasa ... probablemente sea culpa y responsabilidad del método
en cuestión ... no del tartamudo ... Y mucho menos de su
voluntad para recuperarse.
Si la tartamudez no se cura ... No hay pastilla mágica que valga la
pena tomar ... Ni psiquiatra 100% recomendable.
Si la tartamudez no se cura ... No hay obligación de curarse ... ni
necesidad de esconderse ni disimularla.
Si la tartamudez no se cura ... Conviene dejar de sufrir y
lamentarse por ella.
Si la tartamudez no se cura ... es en vano victimizarse ... No hay
remedio eficaz para matarla ... mejor darle la mano.
Si la tartamudez no se cura ... Nadie más indicado para hablar de
ella y definirla que "nosotros" los tartamudos.
Si la tartamudez no se cura ... Pues adelante ... a dar metralla
aunque sean tiempos de paz ... y a romper palabras sin ninguna
verguenza.
Rubén
Enero 2010
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 12:54 p. m. | 6 comentarios
martes, septiembre 22, 2009
Soy TARTAMUDO, pero cada día trato de ser más TARTA queMUDO
Soy tartamudo desde los 4 años ... sufrí como todos,
estoicamente a veces ... cobardemente otras tantas ... Siempre
busqué enfrentarla de muchas maneras ... Algunas veces me puse
metas complicadas y absurdas: hablar ante mucho público ... dar
conferencias sobre mi profesión... Ello no mejoró mi tartamudez en
sí ... pero si me desinhibió muchísimo al hablar ... y me dio
seguridad a la hora de exponer ante otros.
Pertenezco al foro TTM-L hace varios años ... Le debo a Pedro
Rodríguez la posibilidad de conocer a otros tartamudos y conocer a
mi tartamudez un poco más.
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 8/9
De todo lo que leí sobre tartamudez ... por ahora nadie como Van
Riper ... un genio cuya obra perdurará muchos años.
Hago psicoterapia hace 11 años ... me da mucha paz interior y me
permite entender y aceptar dolores pasados y presentes ... Traté
muchas veces el tema de mi tartamudez ... pero no creo en el
origen psicológico de la misma ... Pero sí que a causa de mi
tartamudez he sufrido algunas inhibiciones ... A todas ellas las he
tratado oportunamente ... y con sorpresa encontré dolencias
psíquicas mucho más profundas y estructurales que mi
tartamudez.
Fuí víctima de una logopeda a mis 15 años ... Una mujer que me
hacía leer en voz alta y de espaldas a ella ... Siempre pensé que
quizás ella desconfiaba de mi memoria ... y por ahí creía que
dándome vuelta yo iba a sentir que estaba solo ... Lamento
haberle pagado dinero ... De todas maneras acepto que no es
bueno ni pertinente generalizar.
Mi camino es la ACEPTACION de la tartamudez y aquí no hago
concesiones ... Creo que aceptarse es el paso previo para todo lo
demás ... Yo tengo bloqueos esporádicos y también repito sílabas
en algunas palabras ... No creo en las recetas mágicas para
curarse ... pero acepto y discuto con pasión todos los puntos de
vista.
La tartamudez no ha estropeado mi vida ... pero si tuve momentos
de inmensa amargura ... desesperación y llanto ... De todo eso SE
PUEDE SALIR ... es posible ... Yo he salido gracias a la ayuda de
todos ustedes queridos compañeros.
Hice radio ... teatro ... di clases ... conferencias ... expongo oral y
semanalmente en mi trabajo ... Y no por ello dejé de sentirme
molesto algunas veces ante un repentino bloqueo ... La clave a mi
entender está en que un bloqueo no tire por la borda todo lo que
podamos hacer o decir después.
Creo que hay que aprender a tartamudear como decía el Tío Van
... hablar fluidamente es lo más fácil ... eso todos lo sabemos
hacer muy bien ... Lo que no sabemos es tartamudear ... y mucho
menos hacerlo en paz ... He ahí mi desafio ...
SOY TARTAMUDO ... ni disfémico ... ni un carajo ... TAR-TA-MU-
DO ... Y cada día que pasa ... trato de ser más TARTA que MUDO.
Rubén
Septiembre de 2009
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 5:18 p. m. | 20 comentarios
jueves, agosto 23, 2007
Esperando llegar a los 40 años
HF, un miembro de nuestro Grupo de Apoyo TTM-L, escribió lo
siguiente: En julio cumplí 40 años, para muchos puede ser un
problema pero yo me siento mas que contento, ¿saben porque?,
estuve diez años esperando llegar a los 40 ya que me cuesta
mucho empezar las oraciones con las consonante t - r y decir 30-
14/8/2014 Cómo enfrento la tartamudez
http://enfrentando-ttm.blogspot.com/ 9/9
31...... era toda una odisea, odiaba decir la edad, por eso trataba
de evitar ir al medico o hacer tramites pero ahora con cuarenta
estoy mucho mas tranquilo y por otro lado pienso como pude se
tan tonto... Quemar diez años de mi vida por una cosa tan
insignificante!!
Creo que sobran los comentarios...
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 11:29 a. m. | 13 comentarios
lunes, febrero 12, 2007
Antes prefería no llamarme "Tartamudo"
Recuerdo hace varios años como discutía con miembros de esta
lista (se refiere a nuestro Grupo de Apoyo TTM-L) porque defendía
que debíamos llamarnos: "personas que tartamudean" y no
“tartamudos”.
Pero rectificar es de sabios, me di cuenta que si aceptamos este
problema sin complejos, si aceptamos simple y llanamente que
somos tartamudos y que posiblemente lo seamos toda la vida nos
quitamos un gran peso de encima. No tenemos esa presión de
hablar en todo momento bien, de hacer que no se nos note que
tartamudeamos.
Recuerdo cuando iba a logopedas y psicólogos, como estaba
autoevaluándome a todas horas, analizando en todo momento mi
forma de hablar, y como me hundía cuando no hablaba
correctamente.
Según las enseñanzas de esos logopedas, algo no debía estar
haciendo bien. Curiosamente, y supongo que también os pasará a
muchos, cuando dejaba de ir a un logopeda hablaba igual de bien o
de mal que siempre. O incluso podía hablar mejor en muchas
ocasiones si lograba olvidarme de este problema.
Muchos de vosotros no sabréis algo que pasó allá por el 2001.
Invitaron a Pedro y a otro miembro de la lista a participar en el
programa de radio "Un mundo sin barreras". En ese momento me
sentí muy orgulloso de pertenecer a esta lista y me sentí
completamente identificado con Pedro cuando tartamudeaba en la
radio. Así hablamos los tartamudos. Y él lo hizo sin complejos. No
es nada fácil, porque tenemos muchas burlas detrás y muchas
lágrimas, pero ese es el camino que nos debemos trazar. Porque
esta es la única vida que tenemos y no hay que desperdiciarla.
Antonio
Febrero, 2007
publicadas por Pedro R. Rodriguez C. a la/s 12:08 p. m. | 3 comentarios