EL EFECTO DE LAS REGULACIONES SALARIALESSOBRE EL EMPLEO:
EL CASO DE LOS SALARIOS MÍNIMOS.
INMACULADA GONZÁLEZ GÜEMES (*)CARLOS PÉREZ DOMÍNGUEZ (**)
Departamento de Fundamentos del Análisis EconómicoFacultad de Ciencias Económicas y Empresariales
UNIVERSIDAD DE VALLADOLIDAvda. Valle Esgueva, 647011- VALLADOLID
(*) Profesora Asociada de Fundamentos del Análisis Económico.Tlfno.: 983-423000, ext. 24423e-mail: [email protected]
(**) Profesor Titular de Universidad de Fundamentos del Análisis Económico.Tlfno.: 983-423000, ext. 24458e-mail: [email protected]
RESUMEN
En este trabajo se estudia hasta qué punto la elevación del salario mínimopuede estar afectando al empleo de los trabajadores españoles más susceptibles deverse involucrados por el mismo. El tema adquiere especial relevancia si se tieneen cuenta el proceso de equiparación de las remuneraciones mínimas por gruposde edad que tuvo lugar en España en el año 1990, en una primera fase, y entre losaños 1996 y 1998 en una segunda. El trasfondo, no obstante, es más ambicioso,pretendiendo poner de manifiesto cómo las regulaciones salariales afectannegativamente al empleo de los individuos cubiertos pos las mismas.
Los resultados más verosímiles de las estimaciones efectuadas sobre lasensibilidad del empleo juvenil a cambios del salario mínimo en España, nos hanpermitido deducir que la equiparación de los mínimos salariales acontecida en elperiodo 1996-98 ha supuesto la pérdida (o la no creación) de unos 60.000 puestosde trabajo adolescentes esto es, más del 18% del empleo total de este colectivo en1995.
Palabras Clave: Salarios mínimos, empleo, jóvenes, España, OCDE.
EL EFECTO DE LAS REGULACIONES SALARIALES
SOBRE EL EMPLEO:
EL CASO DE LOS SALARIOS MÍNIMOS.
INMACULADA GONZÁLEZ GÜEMES
CARLOS PÉREZ DOMÍNGUEZ
Universidad de Valladolid
1.- INTRODUCCIÓN
En este trabajo se estudia hasta qué punto la elevación del salario mínimo
puede estar afectando al empleo de los trabajadores españoles más susceptibles de
verse involucrados por el mismo. El tema adquiere especial relevancia si se tiene
en cuenta el proceso de equiparación de las remuneraciones mínimas por grupos
de edad que tuvo lugar en España en el año 1990, en una primera fase, y entre los
años 1996 y 1998 en una segunda. El trasfondo, no obstante, es más ambicioso,
pretendiendo poner de manifiesto cómo las regulaciones salariales afectan
negativamente al empleo de los individuos cubiertos pos las mismas.
Con este propósito, se empieza, en el apartado 2, haciendo una revisión
descriptiva sobre la evolución e incidencia del Salario Mínimo Interprofesional
(S.M.I.) en nuestro país. El tercer apartado efectúa una comparación del caso
español con distintos regímenes de salario mínimo existentes en los países de la
OCDE. En el cuarto apartado se revisa someramente la teoría económica de los
salarios mínimos. En el quinto apartado, se resumen los resultados más
interesantes que se derivan de los distintos trabajos empíricos que analizan los
efectos del S.M.I. sobre el empleo en nuestro país; asimismo se efectúa una
previsión de la pérdida potencial de empleo que la equiparación de los mínimos
salariales ha podido suponer entre los años 1996 y 1998. Para finalizar se resume
el contenido del trabajo y se establecen algunas conclusiones.
2.- EL SALARIO MÍNIMO EN ESPAÑA.
El 17 de enero de 1963 se instaura por vez primera en la historia de España un
Salario Mínimo Interprofesional (S.M.I) de carácter general mediante un decreto
del Consejo de Ministros. Los mínimos salariales dictados hasta entonces
dependían del tipo de actividad y la categoría profesional considerada, no
obstante, el nuevo S.M.I. hará referencia a “la remuneración mínima de cualquier
trabajador de cualesquiera actividad y categoría”1 En 1980, y en el marco del
nuevo régimen político, el Estatuto de los Trabajadores ratifica la existencia de un
S.M.I. con carácter general2.
Se ha estimado3 que el S.M.I. afecta de forma directa en torno al 5 ó 6%
de los trabajadores. Esto supone que, actualmente recibirían el salario mínimo en
torno a medio millón de ocupados, frente a los aproximadamente 380.000
empleados que lo percibían en 1985.
Además, de manera indirecta, el salario mínimo influye sobre el resto de
los salarios de la economía. En general, puede decirse que el salario mínimo es un
punto de referencia para la negociación colectiva, relevante sobre todo para los
grupos menos cualificados.
El salario mínimo tiene también trascendencia para poder acceder a
determinados beneficios sociales como ayudas para viviendas de protección
oficial, becas de estudios, pensiones, prestaciones asistenciales al desempleo y
justicia gratuita. A modo de ejemplo, la prestación asistencial al desempleo es el
75% del S.M.I. para un parado mayor de 18 años sin dependientes familiares, y el
100-125% del S.M.I. para desocupados mayores de 45 años con dos o más
dependientes4. Para poder obtener una vivienda de protección oficial se han de
tener unos ingresos inferiores a 5 veces el S.M.I. 5; para poder beneficiarse de
justicia gratuita se han de tener unos ingresos no superiores a dos veces el S.M.I.;
las becas de educación se otorgan con relación al salario mínimo y en función del
1 [12]Martínez Jiménez (1986, p. 118).
2 Según el art. 27 del Estatuto de los Trabajadores., “El Gobierno fijará previa consulta con las organizacionessindicales y asociaciones empresariales más representativas, anualmente, el salario mínimo interprofesional.. Apesar de lo anterior, existen algunas excepciones: en primer lugar, los trabajadores eventuales y los empleadosdel hogar cobran mínimos diarios y por hora; en segundo lugar, los contratos de aprendizaje para menores de25 años, establecidos en 1994, permitían una remuneración por debajo del mínimo (el 70 por ciento durantesu primer año de vigencia, el 80 por ciento el segundo y el 90 por ciento el tercero) y, en tercer lugar, hasta elaño 1998, el S.M.I. también dependía de la edad del trabajador. Este último punto se detallará con mayorprecisión en el texto.
3 Al respecto pueden consultarse: [6]García de Blas (1986) y [4]Dolado y Felgueroso (1997).
4 Sin embargo, como tope máximo la prestación al desempleo es el 170% del S.M.I para un parado mayor de18 años sin dependientes familiares y el 220% para desempleados con dos o más hijos.
5 Sin embargo, para poder acceder a viviendas de precio tasado se han de obtener unos ingresos inferiores a2,5 veces el S.M.I.
número de hijos (si la familia tiene dos hijos la beca de estudios sería menos de
dos veces el S.M.I.). Por último, las pensiones se otorgan también sobre la base
del salario mínimo. 6
La medida más frecuentemente utilizada para estudiar el impacto de los
salarios mínimos sobre el mercado laboral es el denominado Índice de Kaitz,7 esto
es, el S.M.I. con relación a una media salarial de la economía. En el gráfico 1
puede apreciarse cómo ha evolucionado dicho Índice durante todo el periodo de
vigencia del S.M.I. En él destaca el alto peso relativo que tuvo el mínimo salarial
legal hasta mediados de los setenta, (entre 1966 y 1975 el S.M.I. suponía el 47,7
por ciento del salario medio). Dicho peso se redujo velozmente durante la
segunda mitad de la década (pasando a suponer, entre 1976 y 1982, un 39,5 por
ciento del salario medio) y ha continuado descendiendo, aunque más lentamente,
hasta la actualidad, (entre 1983 y 1998 el peso del S.M.I. sobre la media salarial ha
sido en torno al 30 por ciento).
Este hecho nos sugiere que el efecto del S.M.I. sobre la tasa de empleo global
de la economía ha tenido que reducirse desde el momento de su implantación. No
obstante, aún tiene sentido plantearse los efectos del mínimo salarial legal sobre el
empleo de los colectivos con menor nivel de cualificación.
A este respecto, es importante reseñar que, hasta el año 1998, existían en
España diferentes mínimos salariales legales según fuera la edad del trabajador.
Antes del año 1990, el S.M.I. tomaba un valor para los trabajadores de 16 años,
otro mayor para los de 17 años y un tercero aún más grande para los de 18 y más.
En aquel año, se fijaron solamente dos salarios mínimos, uno para menores de 18
y otro para los trabajadores de 18 y más años, desapareciendo así la distinción que
previamente se hacía entre los trabajadores menores de edad. Por último, desde el
uno de enero de 1998, el S.M.I. es común para todos los trabajadores,
independientemente de su edad.
6 Boldrin et al. (1997) apuntan que el ratio entre las pensiones mínimas de jubilación y el salario mínimo haido constantemente incrementándose desde los años 70. A mediados de los años 70 las pensiones mínimas dejubilación representaban alrededor del 75% del salario mínimo, frente al casi 100% que supone dicho ratio aprincipios de los años 90.
El resultado de este paulatino proceso de homogeneización por edades ha
sido una sustancial elevación del S.M.I. En concreto, en el año 1990, y
descontando el efecto de los precios, los menores de 17 años vieron incrementada
su remuneración mínima legal en un 76,5 por ciento, los de 17 años en un 8,7 por
ciento y los de 18 y más años en apenas un 0,6 por ciento. Entre los años 1991 y
1996, los dos mínimos legales existentes volvieron a crecer a ritmos muy similares
al I.P.C. Por último, desde el año 1996, el salario mínimo de los trabajadores
menores de 18 años ha venido creciendo a un ritmo anual medio del 15,6 por
ciento en términos reales, frente a un aumento del S.M.I. de los mayores similar al
de los precios. La evolución de este proceso de equiparación de los salarios
mínimos por edades puede apreciarse en el gráfico 2.
En resumen, a pesar de que históricamente el S.M.I. se ha ido distanciando del
salario medio de la economía, el proceso de equiparación de los mínimos salariales
por edades ha generado durante los últimos años un sustancial incremento en la
remuneración mínima que afecta en España a los colectivos más jóvenes,
posiblemente los más susceptibles de ver reducido su nivel de ocupación a
consecuencia de los salarios mínimos.
3.- COMPARACIÓN CON LOS PAISES DE LA OCDE.
Existen, básicamente, dos sistemas para establecer el salario mínimo en los
países de la Unión Europea y en Estados Unidos: a través de la ley o a través de la
negociación colectiva. En el primer sistema, los salarios mínimos pueden ser
establecidos por la legislación nacional. Más específicamente, los salarios mínimos
suelen ser fijados por el gobierno, normalmente, tras previa consulta con las
organizaciones empresariales y sindicales. Esto es así en determinados países
como España, Francia, Holanda, Portugal y Estados Unidos. En estos países
existen también mínimos salariales sectoriales impuestos por la negociación
colectiva. Además, en todos estos países, excepto en EE.UU., estos salarios
7 [11]Kaitz (1970).
mínimos establecidos en los convenios colectivos (que no pueden ser inferiores al
mínimo fijado por el gobierno) pueden extenderse a las partes no firmantes si así
lo considera oportuno el gobierno.
En el segundo sistema, los salarios mínimos son fijados a través de la
negociación colectiva y suelen ser vinculantes para las partes no firmantes. Este es
el sistema, por ejemplo, de Bélgica, Grecia, Alemania e Italia8.
Los salarios mínimos pueden variar según el país considerado por edad,
ocupación industrial, tamaño de la empresa, región, estado civil, antigüedad en el
puesto de trabajo, e incluso número de dependientes. Véase a este respecto el
Cuadro 1. Este cuadro proporciona, además, información de las disposiciones
recientes que existen en los países en cuestión. Respecto a este último aspecto se
puede apreciar, por una parte, que existe una clara tendencia a la relajación de las
leyes de salarios mínimos. Así por ejemplo, en España, Portugal, Francia, Bélgica,
Holanda y EE.UU. se les permite, excepcionalmente a las empresas remunerar a
cierto tipo de trabajadores (aprendices) o en ciertas circunstancias por debajo del
mínimo legal. Otra regularidad que se puede constatar a partir del cuadro es la
tendencia que se da en los últimos años a reducir e incluso suprimir el requisito de
que los salarios mínimos se ajusten a la evolución del coste de la vida. Este es el
caso de Grecia, Bélgica, y Holanda.
En los países de la OCDE el salario mínimo de los jóvenes se ha venido
incrementando de forma continua durante los últimos años en relación con el
salario mínimo de los adultos, hasta el punto que ambos salarios mínimos han
llegado a igualarse en algunos países, como es el caso de España en 1998. En
Grecia y EE.UU. tampoco existe ningún tipo de distinción del salario mínimo por
edades.
Como hemos visto, la medida más usada para analizar los efectos de los
salarios mínimos sobre el empleo es el Índice de Kaitz (ratio salario mínimo/
salario medio). Es conveniente señalar que España y Estados Unidos cuentan con
los Índices de Kaitz más bajos de los países en cuestión (0.32 y 0.33
respectivamente), muy por debajo de la media existente en el resto de los países
europeos (alrededor del 0.50-0.60). Por lo que respecta a los trabajadores
afectados hay que destacar que el porcentaje de los mismos en España (5%) es
similar al resto de países considerados. Sin embargo, Francia (11%), Portugal (8%)
y Grecia (20%) cuentan con un porcentaje sensiblemente superior. Como señalan
Dolado y Felgueroso (1997) la causa de ello estriba, fundamentalmente, en que el
peso de la agricultura en estos países es superior a la del resto de países
considerados (sobre todo en Grecia y Portugal). Además de estos datos hay que
destacar que en la mayoría de los países señalados los más afectados por las
modificaciones de los salarios mínimos son, básicamente, las mujeres y los
trabajadores a tiempo parcial. En algunos países, como por ejemplo en España y
Gran Bretaña9, además de los grupos anteriormente mencionados, son sensibles al
salario mínimo los trabajadores más jóvenes (en concreto los menores de 21
años). Véase para mayor detalle el Cuadro 2.
3.- LA TEORÍA ECONÓMICA DEL SALARIO MÍNIMO
Varias son las razones que pueden ser formuladas tanto a favor como en
contra de los salarios mínimos10. Los defensores de esta figura argumentan, en
primer lugar, la necesidad de garantizar al trabajador por cuenta ajena "...una renta
mínima suficiente para su sostenimiento decoroso junto con los familiares que de
8 Sin embargo, existen importantes diferencias en el salario mínimo de estos países. En Bélgica y Grecia existeun salario mínimo nacional, mientras que en Italia y Alemania existen distintos salarios mínimos por sectores,los cuales pueden diferir considerablemente. Esta es la razón por la cual no se incluirán estos países en elestudio, ya que la existencia de varios mínimos dificulta enormemente las comparaciones de salarios mínimosentre países.
9 En el caso de este país no ha habido salarios mínimos desde la abolición en 1993 de los “ConsejosSalariales” (Wage Councils), que garantizaban una remuneración mínima a unos dos millones y medio detrabajadores. En 1998, el gobierno Laborista ha vuelto a instaurar salarios mínimos.
10 Véanse a modo de ejemplo las razones apuntadas por Argandoña (1993)
él dependan"11. En segundo lugar, un mínimo salarial estratégicamente fijado
puede inducir a los contratadores monopsónicos a satisfacer a sus trabajadores
una remuneración más acorde con el nivel competitivo. Por último, una larga
tradición que abarca desde los Webb (1897) hasta las más recientes versiones de la
teoría de los salarios de eficiencia ha servido de sostén teórico de los salarios
mínimos en la medida en que esta figura incentiva el rendimiento de los
trabajadores o desalienta a aquellos más proclives a incumplir con sus obligaciones
contractuales.
Los detractores, por su parte, señalan, por un lado, los efectos perniciosos
del salario mínimo sobre el empleo de los colectivos con menor cualificación. Por
ejemplo, Hashimoto y Mincer (1970), Welch (1976), Hamermesh (1981), Brown et
al. (1982), Brown et al. (1983) y Deere et al. (1995), Neumark y Wascher (1996),
encuentran una relación negativa entre dichas variables. Por otro lado, está el
hecho de que muchos de los perceptores de salarios mínimos no han de estar
necesariamente encuadrados en familias de renta baja12. Por último, se encuentra
el convencimiento de que la implantación de un salario mínimo no reduce
necesariamente la pobreza. Esta creencia ha sido verificada, entre otros, por
Gramlich (1976) y más recientemente por Neumark y Wascher (1997).
El modelo competitivo tradicional constituye un excelente punto de
partida para analizar los efectos del establecimiento de un salario mínimo13. Dicho
modelo, presente en todos los libros de texto, predice cómo en una economía con
trabajadores homogéneos la implantación de un salario mínimo legal sobre el nivel
salarial de equilibrio reducirá el empleo en razón directa a la elasticidad de
demanda y aumentará la cantidad ofertada de trabajo en función de la elasticidad
de oferta. Como resultado en dicha economía surgirá un cierto montante de
desempleo involuntario.
Se han elaborado varios refinamientos del modelo tradicional desde una
11 Decreto 1.844 / 1.960, de 21 de septiembre de Ordenación de la retribución del trabajo por cuenta ajena.
12 McConnell y Brue (1992). Véase para la opinión contraria el reciente trabajo realizado por Dolado yFelgueroso (1997)
13 Stigler (1946)
perspectiva de equilibrio parcial. Welch (1974) elabora un modelo en el que existe
un sector cubierto por el salario mínimo junto a otro sector no cubierto. En este
caso los trabajadores desplazados por el salario mínimo en el primer sector
“migrarían” al segundo. Como resultado el salario caería y el empleo aumentaría
en el sector no cubierto por el mínimo salarial. Así pues, el salario mínimo tendría
un efecto más reducido sobre el empleo agregado14.
Otra variante, sugerida por Ashenfelter y Smith (1979), consiste en
suponer que ciertas empresas contratan por debajo del salario mínimo incluso
dentro del sector cubierto. Esto puede ocurrir cuando los mecanismos para
controlar el cumplimiento de la legalidad no funcionan con efectividad. De nuevo
en este caso el salario mínimo reduce el empleo en menor cuantía que en el
modelo tradicional.
Si se relaja el supuesto de homogeneidad del trabajo, los asalariados de
menor cualificación (se supone que los menos remunerados) serán los más
afectados por la implantación de un salario mínimo. El efecto sobre el empleo de
los otros colectivos (los de mayor cualificación) será verosímilmente pequeño,
aunque lo más probable es que éste se incremente como consecuencia del efecto
sustitución de unos trabajadores por otros. Véanse a este respecto, los trabajos de
Meyer y Wise (1983) y Heckman y Sedlacek (1981).
Cuando el modelo de referencia no es competitivo los resultados pueden
ser radicalmente distintos. La imposición de un salario mínimo, por ejemplo, en
un mercado de monopsonio puede tener el efecto paradójico de aumentar el
empleo de los colectivos menos cualificados. Al respecto pueden consultarse Card
y Krueger (1994), Dickens et al. (1994), Card (1995), Manning y Machin (1996) y
Dolado et al. (1996).
Una última posibilidad, habitualmente tratada bajo esquemas
monopsonísticos, consiste en suponer aumentos de eficiencia asociados al mínimo
salarial. Si el esfuerzo de los trabajadores aumenta al hacerlo su salario, la curva de
14 Gramlich (1976) y Mincer (1976), desarrollan modelos con dos sectores más complejos que el elaboradopor Welch. Sin embargo, los resultados que obtienen son similares a los hallados por dicho autor, salvo que(continuación de nota al pie)
demanda de trabajo se desplazaría a la derecha y el efecto del salario mínimo
como reductor del empleo podría anularse e incluso invertirse15. Alternativamente,
puede suponerse que la introducción de un salario mínimo, en la medida en que
reduce el número de empleos disponibles, puede hacer que los trabajadores más
proclives a eludir sus obligaciones cumplan con más dedicación, dado que, en el
caso de ser sorprendidos y despedidos, la dificultad para encontrar un nuevo
trabajo será ahora mayor. Modelos con este tipo de argumentos son desarrollados,
por ejemplo, por Rebitzer y Taylor (1995) y Manning (1995).
En resumen, desde el punto de vista teórico, el efecto del salario mínimo
sobre el empleo no está claro, depende del tipo de mercado considerado. Si el
mercado laboral funciona bajo supuestos competitivos o, por lo menos si tiene
una estructura atomizada16, la fijación de un salario mínimo reduce la cantidad de
trabajo contratada. Por el contrario, si el mercado adopta otras formas, un mayor
salario podría incluso incrementar el empleo.
Antes de continuar, conviene señalar que las características del mercado de
trabajo español no permiten que pueda ser considerado ni como perfectamente
competitivo ni como monopsonístico. En consecuencia, el análisis empírico se
hace necesario para averiguar cuáles son los efectos del salario mínimo sobre el
empleo.
5.- LOS EFECTOS DEL SALARIO MÍNIMO SOBRE EL EMPLEO EN ESPAÑA
El estudio empírico de los efectos del salario mínimo sobre el empleo es
una labor que se ha empezado a acometer en nuestro país en fechas relativamente
recientes. Aún así, todos los trabajos realizados usan datos previos al año 1996 por
contemplan la posibilidad de desempleo voluntario, como consecuencia de la fijación de un mínimo salarial.
15 Efectos similares tendría que el propio productor, ante un establecimiento de un salario mínimo, reaccioneaumentando la productividad del trabajo (por ejemplo, llevando a cabo nuevas tecnologías, haciendo mejoruso del capital existente..), este es le denominado efecto shock. Véase Stigler (1946).
16 Véase Sánchez Molinero (1992).
lo que no recogen el último efecto de equiparación entre los mínimos legales que
se produce en España a partir de ese año.
La metodología usada en este tipo de trabajos es muy similar y consiste en
estimar una ecuación de empleo en forma reducida, correlacionando la tasa de
empleo del colectivo analizado con una variable que mida la influencia relativa del
salario mínimo y que suele ser el Índice de Kaitz. Además, deben incorporarse
algunas otras variables explicativas que corrijan los posibles sesgos derivados de
los desplazamientos de la demanda y oferta de trabajo.
En el Cuadro 3 se sintetizan los principales resultados obtenidos para
España en lo referente al impacto del salario mínimo sobre el empleo de
diferentes colectivos de población. Lo más destacable que se desprende del mismo
es lo siguiente:
En primer lugar, existe una clara relación negativa entre el S.M.I. y el
empleo adolescente (entendido éste como los trabajadores entre 16 y 19 años).
Más en concreto, un aumento relativo del S.M.I. de un 10% reduce el empleo
adolescente en una porcentaje que oscila entre el 1,2% y el 6% según los estudios.
En segundo lugar, para el caso de los trabajadores jóvenes (esto es, los
comprendidos entre 20 y 24 años) el incremento relativo del S.M.I. no parece
ejercer prácticamente efectos sobre el nivel de empleo de dicho colectivo. En
tercer lugar, la variación del S.M.I. no afecta, en ninguno de los estudios
efectuados en España, a la ocupación de los trabajadores mayores de 25 años. Y
en cuarto lugar, la elevación del salario mínimo tiene un efecto nulo o ligeramente
negativo sobre el empleo femenino.
Por último, efectuaremos una previsión del efecto que sobre el empleo
adolescente ha tenido la equiparación de los mínimos salariales que ha acontecido
durante los años 1996, 97 y 98. Aceptando un valor de –0.20 para la elasticidad de
la tasa de empleo adolescente a los cambios del índice de Kaitz, la pérdida (o la
no-creación) acumulada de puestos de trabajo (durante esos tres años) asociada
exclusivamente al aumento del S.M.I. ha afectado en torno a 60.000 adolescentes,
esto es más del 18% de todos los individuos de este colectivo que trabajaban en
1995.
6.- CONCLUSIONES
En sus 36 años de vigencia, el Salario Mínimo Interprofesional (S.M.I.),
ha ido continuamente descendiendo en relación con el salario medio de la
economía española. A mediados de los años 70 el salario mínimo en España
representaba en torno al 50% del salario medio, frente a menos de un 30% a
finales de los años 90. Además, de entre los países de la OCDE considerados,
España y Estados Unidos cuentan con los Índices de Kaitz (salario mínimo /
salario medio) más reducidos, muy por debajo de la media de los países en
cuestión (que está, en torno, al 50%-60%).
A pesar de ello, el salario mínimo específico de los jóvenes (colectivo
especialmente sensible al mismo) se ha venido incrementando de forma continua
durante los últimos años en relación con el salario mínimo de los adultos. Este
fenómeno ha sido especialmente acusado en España, desapareciendo en dos fases
la tradicional distinción del salario mínimo por edades. En la primera fase (1990)
el salario mínimo de los jóvenes de 16 años experimentó un aumento nominal del
83%, equiparándose al percibido por los de 17 años. En la segunda fase, que ha
abarcado los años 1996 a 1998, el mínimo de los menores de edad aumentó más
de un 64% igualándose, en ese último año, al de los mayores.
Utilizando los resultados más verosímiles de las estimaciones efectuadas
sobre la sensibilidad del empleo juvenil a cambios del salario mínimo en España,
nos ha permitido deducir que la equiparación de los mínimos salariales acontecida
en el periodo 1996-98 ha supuesto la pérdida (o la no creación) de unos 60.000
puestos de trabajo adolescentes esto es, más del 18% del empleo total de este
colectivo en 1995.
BIBLIOGRAFÍA
ARGANDOÑA, A. (1993): “El salario mínimo como factor condicionante delempleo”; Circulo de Empresarios, 57, pp. 201-217.
ASHENFELTER, O. y SMITH, R. (1979): “Compliance with the MinimumWage Law”; Journal of Political Economy, 87, pp. 333-50.
BOLDRIN, M., JIMÉNEZ-MARTÍN, S. y PERACCHI, F. (1997): “SocialSecurity and Retirement in Spain”, NBER Working Paper no 6136.
BROWN, Ch., GILROY, C. y KOHEN, A. (1982): "The Effect of the MinimumWage on Employment and Unemployment"; Journal of EconomicLiterature, 20, pp. 487-528.
BROWN, Ch., GILROY, C. y KOHEN, A. (1983): "Time Series Evidence on theEffect of the Minimum Wage on Youth Employment and Unemployment";Journal of Human Resources, 18, pp. 3-31.
CARD, D. y KRUEGER, A. B. (1994): “Minimum Wages and Employment: ACase Study of the Fast-Food Industry in New Jersey and Pennsylvania”;American Economic Review, 84, pp. 772-793.
CARD, D. y KRUEGER, A. B. (1995): Myth and Measurement: The NewEconomics of the Minimum Wages; Princeton, Princeton University Press.
DEERE, D., MURPHY, K. y WELCH, F. (1995): “Reexamining Methods ofEstimating Minimum-Wage Effects “; AEA Papers and Proceedings, 85,pp. 232-237.
DICKENS, R., MACHIN, S. y MANNING, A. (1994): “The Effects ofMinimum Wages on Employment: Theory and Evidence from the UK”;NBER Working Papers, no 4742.
DOLADO, J. J. y FELGUEROSO, F. (1997): “Los Efectos del Salario Mínimo:Evidencia Empírica para el Caso Español”; Moneda y Crédito; 204, pp. 213-263.
DOLADO, J., KRAMARZ, F., MACHIN, S., MANNING, A. y TEULINGS, C. (1996): “TheEconomic Impact of Mimum Wages in Europe”; Economic Policy, 23,pp.317-372.
FREEMAN, R. (1996): “The minimum wage as a redistributive tool”; TheEconomic Journal, 106, pp.639-643.
GARCÍA DE BLAS, A. (1986): “Barreras Salariales a la Contratación de losJóvenes”; Papeles de Economía Española, 26, pp. 311-324.
GONZÁLEZ GÜEMES, I. (1997): “Los Efectos del Salario Mínimo sobre elEmpleo de Adolescentes, Jóvenes y Mujeres: Evidencia Empírica para elCaso Español”; Cuadernos Económicos de ICE, 63, pp.31-48.
GRAMLICH, E. M. (1976): "Impact of Minimum Wages on Other Wages,Employment and Family Incomes"; Brookings Papers on EconomicActivity, 2; edited by Okun, A. M. y Perry, G. L.; Washington, D. C.: TheBrookings Institution, pp. 409-461.
HAMERMESH, D. (1981): “Minimum Wages and Demand for Labor”; NBERWorking Paper, no 656.
HASHIMOTO, M. y MINCER, J. (1970): “Employment and UnemploymentEffects of Minimum Wages”; Working Paper. MA: NBER, Inc.
HECKMAN, J. y SEDLACEK, G. (1981): “The Impact of the Minimum Wageson the Employment and Earnings of Workers in South Carolina”; Reportof the Minimum Wage Study Commission,Vol. V. Washington, D. C.: U.S.G.P.O., pp. 225-272.
KAITZ, H. B. (1970): "Experience of the Past: The National Minimum"; enYouth Unemployment and Minimun Wages, Bulletin 1657, U. S.Department of Labor; Bureau of Labor Statistics; Washington, D. C.: U.S.G. P. O., pp. 30-54.
MANNING, A. (1995): “How Do we Know that Real Wages are too High?”;Quarterly Journal Economics, 110, pp.1111-1126.
MANNING, A. y MACHIN, S. (1996): “Employment and the Introduction of aMinimum Wage in Britain”; Economic Journal, 106, pp. 667-673.
MARTÍNEZ JIMÉNEZ, J.M. (1986): El salario mínimo legal, Secretariado dePublicaciones de la Universidad de Málaga.
McCONNELL, C. R. y BRUE, S. L. (1992): Contemporary Labor Economics, 3a
edición, McGraw Hill.
MEYER, R. y WISE, D. (1983a): “The Effects of Minimum Wages onEmployment and Earnings of Youth”; Journal of Labor Economics, 1, pp.66-100.
MEYER, R. y WISE, D. (1983b): “Discontinuous Distributions and MissingPersons: The Minimum Wage and Unemployed Youth”; Econometrica,51, pp. 1677-1698.
MINCER, J. (1976): “Unemployment Effects of Minimun Wages”; Journal ofPolitical Economy, 84, pp. 87-105.
NEUMARK, D. y WASCHER, W. (1996): “Is The Time- Series Evidence onMinimum Wage Effects Contaminated by Publication Bias?”; NBERWorking Paper, no 5631.
NEUMARK, D. y WASCHER,W. (1997): “Do Minimum Wages Fight Poverty?”;NBER Working Paper, 6127.
PÉREZ DOMÍNGUEZ, C. (1995): “Los Efectos del Salario Mínimo sobre elEmpleo y el Desempleo: Evidencia Empírica para España”; Actas de las IJornadas de Economía Laboral, Alcalá de Henares.
REBITZER, J. M. y TAYLOR, L. (1995): “The Consequences of Minimum WageLaws: Some New Theorical Ideas”; Journal of Public Economics, 56, pp.245-255.
SÁNCHEZ MOLINERO, J. M. (1992): “Relaciones Laborales y Mercados deTrabajo: la Experiencia Española”; Cuadernos de Economía, 20, pp. 385-414.
STIGLER, G. (1946): “The Economics of Minimum Wage Legislation”;American Economic Review, 36, pp. 358-365.
WEBB, B. & WEBB, S. (1897): Industrial democracy, Longmans & Co. London
WELCH, F. (1974): “Minimum Wages Legislation in the United States”;Economic Inquiry, 12 (3), pp.285-318.
WELCH, F. (1976): “Minimum Wages Legislation in the United States”; enEvaluating the Labor Market Effects of Social Programs, edited by O.Ashenfelter y J. Blum, Princeton, N.J: Princeton University Press; pp.1-38.
WELLINGTON, A. J. (1991): “Effects of the Minimum Wage on theEmployment Status of Youths: An Update”; The Journal of HumanResources, vol. XXVI, pp. 27-46.
CUADRO 1
CARACTERÍSTICAS DEL SALARIO MÍNIMO EN ALGUNOSPAÍSES DE LA OCDE
PAISESVARIACION POR DISPOSICIONES PARTICULARES
BÉLGICA Edad, antigüedad enel puesto de trabajo
En 1983 se estableció un tope para elmecanismo de indiciación.
ESPAÑA Edad (a), empleadosdel hogar,Trabajadoreseventuales
A partir de 1994 se permite pagar a losaprendices jóvenes un salario inferior almínimo legal.
FRANCIA Edad, aprendices. Existen excepcionalmente salariosligeramente diferentes para aprendices,jóvenes y minusválidos.
GRAN BRETAÑA Edad e industria(Previamente a 1993)
En 1993 se suprimieron los consejossalariales.
GRECIA Estado civil,antigüedad en elpuesto de trabajo,
Cualificación, manualy no manual
En 1991 se suprimió la indiciaciónautomática.
HOLANDA Edad Desde 1991 se eliminó la indiciación. En1993 se estableció el salario mínimo de lostrabajadores de 15 años en un 30% delsalario de los adultos.
PORTUGAL Edad,Estado aprendiz,Industrias
Las empresas con menos de 10 trabajadores,cuando esté en juego su existencia no estánobligadas a pagar el salario mínimo legal.
USA Salarios submínimospara jóvenes
Los salarios pueden ser inferiores al mínimofederal o de estado en el caso de algunostrabajadores (aprendices).
FUENTE: García de Blas (1986), Dolado et al. (1996) y OCDE 1994.NOTA: (a) A partir del 1 de enero de 1998 no existe variación por edad.
CUADRO 2
Índices de Kaitz en algunos países de la OCDE
PaísesÍndice de Kaitz (salario
mínimo/salario medio)
Grupos afectados y porcentaje de afectados
BÉLGICA 0.60 (1992) 4%ESPAÑA 0.32 (1995) Mujeres, trabajadores menores de 21años y
trabajadores a tiempo parcial.5 %
FRANCIA 0.50 (1993) Mujeres y trabajadores a tiempo parcial.11%
GRAN BRETAÑA0.40 (1993) Mujeres, trabajadores a tiempo parcial y
menores de 21 añosGRECIA 0.62 (1995) 20%
HOLANDA 0.55 (1993) Mujeres y trabajadores a tiempo parcial.3,5%
PORTUGAL 0.45 (1993) 8 %USA 0.33 (1993) Mujeres, negros, hispanos, adolescentes y
trabajadores a tiempo parcial.4 %
FUENTE: Dolado et al. (1996), Dolado y Felgueroso (1997), Freeman (1996) y Wellington (1989).
CUADRO 3
Elasticidad del empleo de distintos grupos de edad ante cambios del S.M.I.
AUTOR Adolescentes:16-19 años
Jóvenes:20-24 años
Adultos:25 y más
MUJERES TodasEdades
PÉREZDOMÍNGUEZ
(1995)
–0,61(t = –3,59)
–0,20*(t = –3,51)
0,00(t = 1,22)
Dolado et al.(1997)
–0,15(t = –1,65)
0,063(t = 1,22)
0.082(t = 1,38)
Gónzalez Güemes(1997)
Masculino(–0,12; –0,20)(t=–1,9), (t=–
2,9)Femenino
(–0,16; –0,19)(t=–2,2), (t=–
2,6)
0,04(t = 1,6)
Inapreciable –0,04(t = –2,1)
(*) NOTA: Total jóvenes, de 16 a 24 años.
Gráfico1: Evolución relativa del Salario Mínimo Interprofesional
- Pts
50.000 Pts
100.000 Pts
150.000 Pts
200.000 Pts
250.000 Pts
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
Sal
ario
s en
pes
etas
25,00%
30,00%
35,00%
40,00%
45,00%
50,00%
55,00%
60,00%
65,00%
Sal
ario
mín
imo
/ sal
ario
med
io
S.M.I Salario Medio SMI / S.Medio
NOTAS. S.M.I.: Se trata del salario Mínimo Interprofesional mensual para trabajadores de 18 y más años. En aquellos años en los que laperiodicidad del SMI es menor que la anual se ha ponderado el valor del año según los meses en vigor de cada mínimo salarial legal.Salario Medio: Se ha elegido como indicador la remuneración mensual media del segundo trimestre para trabajadores del sector industrial.
Gráfico 2: El proceso de equiparación del S.M.I. por edades en España
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
50%
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
(*)
IK: S
alar
io m
ínim
o se
gún
edad
/ Sa
lari
o m
edio
de
la e
cono
mía
16 años 17 años
18 y más años
NOTAS: El salario medio ha sido obtenido a partir de los datos provistos por la Encuesta de Salarios. El salario medio del año 1998 no incorpora el cuarto trimestre.