"EL EVANGELIO Y EL REINO DE DIOS"
Por: Min. Ausencio Arroyo
La presente es una reflexión teológica sobre la misión de la Iglesia a la luz de las
Escrituras, sometiéndonos al poder del Espíritu Santo. Esto implica que: partimos
de la normatividad de la Palabra, es ella la que nos revela al Dios verdadero y en
la que encontramos descritos sus propósitos para el mundo, la Iglesia y las
personas, así como su modelo de actuar en las relaciones. Usando la metáfora
del camino diremos que el camino está lleno de atajos ideológicos falsos, de
seductoras montañas de éxitos y de pantanos pecaminosos en los que podemos
quedar atrapados. Requerimos de una brújula que nos oriente y nos proporcione
la certidumbre de estar en el camino correcto. La teología nos capacita para
corregir el rumbo y nos anima a proseguir. Por otro lado, nos interesa no sólo
llegar al final de la meta, sino ir anunciando la buena noticia de salvación,
logrando la restauración de las personas y transformando las condiciones de vida
para que Dios reine en todos y en todo.
La teología y la misión son aspectos de la tarea de la Iglesia que se
complementan armónicamente. La misión de la Iglesia es su razón de ser y es el
proceso mediante el cual vino a su existencia; pero esta misión, no la hacen
ángeles celestiales sino hombres y mujeres frágiles y limitados. La teología es
como la espina dorsal de la Iglesia: La refuerza y ayuda a mantenerla en pie.
Orlando Costas dijo sobre esta relación: "La Teología capacita a la evangelización
para transmitir la fe con integridad, clarificando y organizando su contenido,
analizando su contexto y evaluando críticamente su comunicación. La
evangelización capacita a la teología para ser una sierva efectiva de la fe
relacionando su mensaje con las necesidades espirituales más profundas de la
humanidad”.1
Procuremos eliminar la falsa dicotomía de tener que elegir entre la teología o la
misión. Buscamos que la Iglesia tenga un mensaje fiel y pertinente. Fiel a su
identidad y pertinente a la realidad del mundo. Todo esto será posible por el don
de la fe que nos es dado por el poder del Espíritu Santo. Entendiendo que conocer
1 Orlando Costas. "Liberating News. A.Theology of Contextual Evangelization”. W.B. Eerdmans, Grand Rapids, 1989. p.1
a Dios significa tener comunión con él, experimentar su presencia y cumplir su
voluntad.
I. CONCEPTOS BÁSICOS
El primer punto a establecer será entonces, definir lo que entendemos por
evangelio y Reino de Dios.
No todo lo que hemos llamado evangelio, es evangelio. A veces hemos llamado
Evangelio a la moral, otras veces a los dogmas, tal vez a los mandamientos, hasta
a las tradiciones de la Iglesia o aún a "inspiraciones" personales. El concepto de
evangelio que extraemos de la Biblia podemos plantearlo así como lo han dicho en
el documento "Una respuesta a Lausana": "El evangelio es buenas nuevas de
Dios en Cristo Jesús. Es buenas nuevas del Reino que él proclama y encarna;
de la misión de amor de Dios que trae salud al mundo exclusivamente por
medio de la cruz de Cristo; de su victoria sobre los poderes de la destrucción
y muerte; de su señorío sobre todo el universo. Es buenas nuevas de una
nueva creación, una nueva humanidad, un nuevo nacimiento por medio del
Espíritu que da vida. Es buenas nuevas de los dones del Reino Mesiánico
contenidos en Jesús y mediados por su Espíritu; de la comunidad
carismática que por su poder encarna su Reino de Shalom aquí y ahora, ante
toda la creación y hace visible y da a conocer sus buenas nuevas. Es buenas
nuevas de la liberación, de restauración, de salud y de salvación personal,
social, global y cósmica”2
Una de las distorsiones que ha sufrido la proclamación del evangelio es la de dirigir
el mensaje sólo al intelecto, como si lo único que importara sea la dimensión
subjetiva de las personas; con frecuencia a los programas especiales de
evangelización solemos llamarlos cultos de "almas nuevas. H. W. Wolf señala
que el término
2 Citado por: R. Padilla, "Misión Integral. Ensayos sobre el Reino y la Iglesia". Nueva Creación, Buenos Aires, 1986. p.55.
Alma (nefesh) en el Antiguo Testamento representa ante todo "al hombre en su
necesidad y ansiedad".3 Pero en el lenguaje cotidiano muchas veces se remite al
ser interior; nuestro deber es aclarar a qué nos referimos. El evangelio que nos
trajo Jesús se dirigió a la totalidad de ser.
Por evangelización entendernos, según la metáfora que se atribuye a Charles
Spurgeon, el gran predicador inglés: es el acto de "un mendigo diciéndole a otro
donde conseguir pan". 4
Cuando hablamos de evangelización, corremos el riesgo de confundirlo con
proselitismo. Para Costas, hacer proselitismo es tratar de lograr que la gente
cambie de un sistema religioso de creencias, ideología o partido político a otro(a),
usualmente por medio de incentivos psicológicos, sociales, culturales, políticos,
económicos o por medio de la aplicación de presión. En contraste, evangelizar es
compartir amorosa y respetuosamente con otros las alegres nuevas y la gracia
liberadora del evangelio, es extender una invitación a la fe en Cristo y a la
participación en su compañerismo y confiar la respuesta de la persona o la
comunidad al Espíritu Santo. 5
Evangelizar es una obra de amor, no busca obtener poder o manipular a las
personas, no busca dominar sino convencer. No se trata de dominar las técnicas de
comunicación para conseguir la respuesta que quiero, se trata sobre todo de una
decisión de compartir el sentido de la vida, del perdón y de la esperanza que
hemos encontrado en Cristo Jesús.
Por otro lado, el término contexto tiene su raíz etimológica en el latín contextos y
significa "tejido junto", separando la palabra "cum" = con y "text" = de donde se
deriva tejido, se refiere a lo que está entrelazado a una obra. También puede
significar "las partes de un discurso que rodean una palabra o pasaje y que pueden
traer luz sobre su significado, o las condiciones interrelacionadas en las que algo
existe u ocurre. El concepto de "contexto, entorno", se apoya en los fundamentos
de la comunicación humana. En la comunicación la gente teje juntas las ideas, las
3 H.W.Wolf. "Antropología del Antiguo Testamento" Sígueme, Salamanca, 1975. p
4 Citado por M. Green. 'La Iglesia Local, Agente de Evangelización". Nueva Creación, Buenos Aires,1996, p.215 Costas Ibíd. p.18
actitudes, los valores y los sentimientos. Todo acto humano es contextual en
cuanto está informado y formado por factores externos a él mismo.
El evangelio no nos ha sido comunicado a gritos desde el cielo. Dios se ha
acercado al hombre, se ha insertado en la realidad histórica. Dios se encarnó y
puso su tienda entre nosotros por medio de Jesús (Jn 1:14) lo que significa que
Dios se ha contextualizado en Jesucristo. El ser humano no existe aislado de sus
condiciones de vida. La evangelización contextual es la que busca transmitir toda
palabra, a la persona total; la buena noticia de salvación se dirige a todo el ser.
Toda la proclamación del evangelio ha ser contextual es la testificación de
la salvación que Dios nos ofrece por medio de su Hijo Jesucristo y que
reconoce que su acción se da en condiciones históricas y sociales
determinadas y que éstas no son ajenas al contenido de la fe. Entendiendo
que esta es la manera en que Dios ha escogido revelarse y es la demanda
que nos hace a los creyentes.
El anuncio del evangelio ocurre en una situación histórica de la vida del pueblo de
Isarael
La llegada del Reino.
Los profetas esperaban la manifestación del día del Señor y la visita divina que
purificaría el mundo del mal y del pecado para constituir el Reino perfecto de Dios
en la tierra. En el Antiguo Testamento hay un contraste entre el orden actual de
cosas y el orden redimido del Reino de Dios (lo antiguo y lo nuevo). Aunque hay
comprensiones diferentes, con variedad de grados en cuanto a continuidad y
discontinuidad entre ambos. Amós lo ve en términos de este mundo (9:13-15),
mientras que Isaías lo ve en el orden de nuevo cielo y nueva tierra (65:17). La
diferencia sería: el perfeccionamiento del orden antiguo o la aparición de un nuevo
orden trascendente o cósmico.
En la literatura intertestamentaria aparece la expresión de: este siglo y el venidero
(1 Enoc 71:15). El siglo venidero, en hebreo: “Olam haba”. Ambas expresiones se
encuentran en Mateo 12:32: “…ni en este siglo ni en el venidero”. En los escritos
del Nuevo Testamento el término: “este tiempo” de Mateo 10:30 se contrapone con
la vida eterna que experimentarán en el siglo venidero. “Este tiempo” es sinónimo
de “este siglo”. Rom. 8:18.
Para muchos teólogos, este concepto de dualismo escatológico es la
infraestructura de la historia redentora. En el pensamiento bíblico el tiempo es la
esfera de la existencia humana tanto aquí como en la eternidad. La eternidad es el
tiempo sin fin. Algunas veces se ha mal entendido el versículo de Apocalipsis 10:6,
donde en la Reina Valera dice: “… y el tiempo no será más”, pero algunas
traducciones han corregido el sentido a: “…ya no habrá más demora”.
El siglo venidero y el Reino de Dios son a veces términos intercambiables. El siglo
venidero manifiesta la vida eterna, es una bendición reservada para el pueblo de
Dios y se iniciará con la resurrección de los muertos (Luc 20:35), en él ya no habrá
muerte. La Parusía de Cristo indicará la finalización de “este siglo” (Mt 24:3). En
Pablo, el presente siglo es malo (Gál 1:4), la sabiduría de este siglo no puede
alcanzar a Dios (1 Cor 2:6), no es el modelo de vida (Rom 12:2).
La esperanza profética del Antiguo Testamento respecto de la venida del Reino
conllevaba siempre una entrada catastrófica por parte de Dios e implicaba siempre
continuidad y discontinuidad respecto al orden antiguo. La teología mesiánica de
Jesús y de los sinópticos no es una novedad radical en relación con el AT y al
judaísmo helenístico, sino una continuidad con la doctrina de los círculos
apocalípticos.
El Reino de Dios es la experiencia del Shalom. Shalom (paz) es el fruto de la
justicia, de relaciones equilibradas, donde cada uno tiene lo que necesita, significa
no sentir falta de nada. Es el contrato cumplido fielmente por las dos partes, es
tener fortuna, prosperidad, salud física, alegría, satisfacción. El anhelo de shalom
se convirtió en ansia de plenitud en Israel.
El anuncio del Reino, hecho por Jesús, contradice la mentalidad apocalíptica
común. El núcleo central del anuncio de Jesús y de los discípulos es: “el reino de
Dios está próximo de ustedes” Lc 10:9,11. Marcos y Mateo cuando hablan este
anuncio lo señalan como el evangelio, Mr 1:15; Mt 4:17. Para Jesús, el reino de
Dios no debe ser puesto al final o fuera de la historia, debe ser buscado desde ya,
ya está presente. Él está próximo, no tanto en el sentido del tiempo, pero más del
espacio. El tiempo se completó, no falta más.
Jesús modifica la espera confiante en el triunfo futuro de Dios y de los justos, nos
llama a convertirnos, a cambiar de mentalidad a abrirnos a cosas nuevas, a una
“buena nueva”. No hay que esperar más: el reino llegó, es necesario creer en él.
II. EL ANUNCIO DEL EVANGELIO COMO REALIZACIÓN DEL REINO DE
DIOS.
Sobre la base de lo que entendemos de lo que es el evangelio, afirmamos que no
puede haber un cumplimiento bíblico de la misión si no se contextualiza el
contenido, la forma y el método de compartir el mensaje de salvación. Las razones
para hablar de que es irrefutable la tarea contextual son las siguientes:
1. El concepto bíblico del pecado y sus consecuencias.
En la Biblia, el pecado no es un tema especulativo sino relacional. Se
manifiesta en las relaciones entre el hombre y Dios, el hombre y su prójimo y el
hombre y su medio ambiente. Es una fuerza destructiva que obstaculiza y deforma
la vida humana. El pecado es la desobediencia al señorío de Dios, lo que produce
como consecuencia la separación presente y futura de la comunicación con Dios.
Desobedecer a Dios es rechazar su amor y sufrir la ira es quedar fuera del ámbito
de su Reino de amor.
Además, el pecado significa todo acto injusto, todo atropello de la dignidad
humana y toda violencia del hombre contra el hombre. La injusticia que practicamos
se nos revierte, nos enajena, nos deforma moralmente y nos desvía de la vocación
de criaturas de Dios. Por esta razón los profetas denunciaron las situaciones de
abuso, de aquellas situaciones donde se negaba el valor del prójimo.
El pecado consiste en ser incrédulos a Dios. Tener fe en Dios no es una
cuestión intelectual sino ética. Creer en Dios es hacer su voluntad, desechando
cualquier idolización de lo creado. Por ejemplo: en la época de Jeremías, hubo
quienes ante la amenaza del ejército babilónico mostraron su confianza en el
templo en lugar de confiar en Dios cuando decían templo de Yahvé, templo de
Yahvé somos. Creían que si Dios habitaba entre ellos entonces eran
indestructibles.
Si bien, el pecado es personal está intrínsecamente relacionado con lo colectivo.
El pecado es algo que nos trasciende, que ha estado presente a lo largo de las
generaciones. Nos hemos formado como personas en una sociedad afectada
por el pecado. El pecado no sólo es personal sino estructural. La realidad del
pecado afecta todas las estructuras humanas. Walter Wink al hablar de los
poderes señala: “Los poderes, no tienen una existencia espiritual separada.
Ninguna realidad "espiritual" tiene una existencia independiente de su
contraparte material. Los demonios son... el nombre dado al real pero invisible
espíritu de destructividad y fragmentación que invaden personas, comunidades y
naciones". 6 0 en términos de Orlando Costas lo dice así: Estos "poderes y
principados" son descritos como fuerzas invisibles. Se les asocia con reglas
morales y rituales, filosofías e ideologías, tradiciones, leyes y estilos de vida.7
Los poderes no sólo se encarnan en las personas sino también en las
instituciones, comunidades o naciones. Los poderes, a los que se refiere la carta
a los Colosenses, fueron creados por Cristo para preservar el orden del mundo
(Col. 1:16), pero se rebelaron y se convirtieron en fuerzas opresoras (Col. 2:8-
10).
A estos poderes, Cristo los desarmó, ridiculizó y derrotó en su muerte en la cruz
(Col. 2:15) triunfando sobre ellas. Las personas son afectadas por el pecado
estructural. El mensaje de la Iglesia debe anunciar la sabiduría de Dios a los
poderes (Ef. 3: 1 0-1 1). Estos poderes determinan la existencia humana. La
evangelización busca no sólo dar la seguridad de salvación interna sino
transformar, en el nombre de Jesús las causas estructurales de pecado. La
proclamación del evangelio anuncia que Cristo está por encima de todos los
poderes.
6 W.Wink. "Naming the Power. The language of power in the New Testament'. Fortress Press, Philadelphia, 1984, p. 106-107.7 0. Costas. "Pecado y Salvación en América Latina" p.275 en CLADE II: "América latina y la Evangelización en los años 80".
2. La salvación plena.
La verdadera salvación es la del alma y del cuerpo, del individuo y de la sociedad,
de la humanidad y de toda la creación. La salvación la recibimos por el evangelio
que es el poder salvador de Dios. La salvación significa justificación y liberación. La
justicia que se revela en el Evangelio justifica a todo pecador que confía en Cristo
(Ro. 1: 1 7; 3:22; 5: l), libera a los pecadores de su conciencia culpable y de su
estado de muerte (Ro.8:1-2). Howard CLINEBELL,8 lo dice así: " la liberación
incluye Liberación de, liberación hacia y liberación para. Es hacia la vida en toda su
plenitud, hacia un cuidado y habilidades que se incrementan y hacia una vida
creativa. Es para la vida en el espíritu que se expresa en el servicio realizado con
amor. Es de aquellas muchas fuerzas que existen en los individuos, las relaciones,
los grupos y las instituciones que limitan, constriñen, y a veces ahogan el desarrollo
pleno de las posibilidades otorgadas por Dios a las personas".
Aquí en esta vida podemos discernir cuando la justicia es según Dios. La justicia es
de Dios cuando levanta al pobre y oprimido y le da nuevas posibilidades de vida:
en lo económico, sociocultural y político. Sabemos que la liberación es "evangélica
cuando derrumba divisiones que separan o que promueven el odio y la violencia.
La salvación es reconciliación y comunión. El arrepentimiento dice Padilla: " No es
un mero remordimiento de conciencia, sino un cambio de actitud, una
reestructuración de todos los valores, una reorientación de toda la personalidad." 9
3. El verdadero evangelio es la encarnación.
La encarnación del hijo de Dios constituye el punto más alto de la auto revelación
de Dios, de un Dios que en su libertad elige salvar a la humanidad y lo hace por el
medio más sublime, el de hacerse accesible a los hombres en Jesús. El texto de
Filipenses 2:5-8 nos describe elocuentemente el proceso encarnacional de Jesús:
siendo Dios se hace hombre, como hombre se hace siervo, como siervo es
obediente hasta la muerte y su muerte es la más cruenta e ignominiosa: La cruz.
8 H. CLINEBELL "Asesoramiento y cuidado pastoral". Nueva creación, Buenos Aires, 1995. p. 34
9 R. PADILLA. Ibíd. P. 19
La encarnación es la presencia de Dios entre nosotros. Su nombre "Emanuel"
significa: “Dios con nosotros”. Este acercamiento de Dios revela el profundo interés
que tiene en este mundo, su mundo. Cuando nos preguntamos por qué muere
Jesús, observamos que la cruz fue la consecuencia de la vida que llevó. Su
contacto con los desposeídos, los olvidados y condenados de la sociedad judía le
valieron la animadversión de los que ostentaban el poder religioso y político. La
cruz habla del sufrimiento del Hijo pero también del sufrimiento del Padre(2Co 5:
19)
Amar duele, y a Dios le duele (le cuesta) su amor a la humanidad. Jon Sobrino lo
dice así: "el mismo Dios ha tomado la iniciativa de hacerse salvíficamente presente
en Jesús y la cruz de Jesús no es, entonces, sólo grato a Dios, sino aquello en que
Dios se expresa él mismo como grato a los hombres... la vida y la cruz de Jesús es
aquello en que se expresa y llega a ser lo más real posible el amor de Dios a los
hombres". "La cruz no hay que verla como designio arbitrario de Dios ni como
castigo cruel hacia Jesús, sino como consecuencia de la opción primigenia de Dios:
la encarnación, el acercamiento radical por amor y con amor, lo lleve a donde lo
lleve, sin salirse de la historia, sin manipularla desde fuera". 10
También señala que: "en la historia no hay amor sin solidaridad y no hay
solidaridad sin encarnación". Dios se ha solidarizado con nosotros, se ha hecho
uno como nosotros. Sólo el modelo encarnacional puede permitirnos conocer al
Dios crucificado. D. Bonhoeffer 11 lo expresó en este poema:
Los hombres en su dolor llegan a Dios,
Imploran ayuda, felicidad, pan,
Que salve de la enfermedad, de culpa y muerte a los suyos.
Eso lo hacen todos, todos: cristianos y paganos.
Los hombres se acercan a Dios en el dolor de Dios,
Y lo hallan pobre, insultado, sin abrigo, sin pan,
Lo ven vencido y muerto por nuestro pecado,
10 J. Sobrino. "Jesucristo liberador. Lectura histórico - teológico de Jesús de Nazaret. Trolla, Madrid, 1 997. p. 294, 31 1.
11 D. Bonhoeffer. “El precio de la gracia” Sígueme, Salamanca, 1986, 0. 213
¡Oh Señor ¡ Los cristianos permanecen con Dios en la pasión"
Hay que estar dispuestos a la encarnación al pie de la cruz y a bajar crucificados
de sus cruces.
La evangelización de estilo encarnacional -dice Montimer Arias- no es infalible, pero
es fiel porque es auténtica y desde dentro... Sin encarnación no hay verdadera
evangelización... ¿Cómo puede la Iglesia ser prisionera con los prisioneros,
reprimida con los reprimidos, marginalizada con los marginalizados, enferma con
los enfermos, indígena con los indígenas, solitaria con los solitarios?... sólo
viviendo como uno de ellos, desde adentro.12
(Nota: el artículo es autobiográfico Y refiere una experiencia del autor en prisión después del golpe
militar en Bolivia el 17 de julio de 1980. Allí experimentó uno de sus más preciados momentos de
servicio pastoral.
III. NUESTROS DESAFIOS ACTUALES.
DESAFIOS ACTUALES.
Una de las críticas que se puede hacer a la mayoría de las iglesias cristianas en
Latinoamérica es la de su escasa o nula participación en las condiciones sociales
de nuestros pueblos. Con mucha razón se ha criticado a la religión de ser el "opio
de los pueblos", de ser una droga que aquieta los deseos de cambio. Cuando
negamos la realidad de las condiciones de injusticia, cuando evitamos denunciar el
pecado permitimos que las causas de muchos sufrimientos prevalezcan.
El panorama de nuestro mundo es el de multitudes desprotegidas y abandonadas.
Las luces y los ruidos no logran esconder la soledad y la falta de sentido (Mr.
6:34), son evidentes víctimas del pecado: visto como violencia, abuso,
deshonestidad. Hay miles de campesinos sumidos en la más oscura pobreza, sin
tierra, sin protección social, sin derechos. Son muchos los obreros y obreras que
trabajan largas jornadas de trabajo por salarios escasos y que además viven la
amenaza de su posible despido; cada día se engruesa la fila de marginados, miles
de subempleados o desempleados recorren las calles, las prisiones no son
1 2 M. Arias. "Evangelización desde adentro" en Revista Misión No. 17 Vol. 5 No. 2 Buenos Aires junio de 1966 9
suficientes y muchos están en ellas siendo inocentes. Los niños que viven en
condición de calle vagan carentes de amor, sufren maltrato permanente; los
jóvenes no miran un futuro claro, no tienen modelos verdaderos que los estimulen
a una vida plena. Muchas de las mujeres padecen el maltrato en su casa o en los
empleos. Hay muchos hogares en los cuales mujeres solas deben hacerse cargo
de sus hijos.
Estamos inmersos en un mundo dominado por los ídolos modernos del hedonismo,
del poder, de la imagen. Somos parte de sociedades dominadas por la corrupción y
aún nosotros mismos contribuimos a alimentar ese monstruo. Cada vez que
hacemos algo ilegal, colaboramos a que el sistema de ilegalidad se fortalezca.
NUESTROS COMPROMISOS COMO IGLESIA SON:
1. Vivir la ética del evangelio con todas sus consecuencias.
2. Anunciar un evangelio que tiene un alto costo para Dios y para el creyente.
3. Anunciar el mensaje profético que denuncia el pecado instalado en las
estructuras sociales, llámense: política, economía, medios de comunicación,
educación o iglesia.
4. Vivir un evangelio encarnado que acompañe a los pobres, los sufridos, los
sin poder.
5. Practicar la solidaridad, debemos estar dispuestos a compartir el pan, la
casa, los bienes, el tiempo y los dones.
6. Estar dispuestos a escuchar el llamado de Dios para ir donde el Espíritu nos
quiera llevar.
7. Luchar por superar las condiciones de injusticia: erradicar la violencia
familiar, la miseria, la violación a los derechos humanos, la marginación, la
segregación y todo tipo de relación opresora.
8. Ser pacificadores, comprometernos a restaurar la paz en los distintos
ámbitos: individual, familiar, grupal o social.
9. Establecer proyectos de desarrollo en las comunidades pobres, evitando el
asistencialismo temporal.
CONCLUSIÓN.