EL MISTERIO PASCUAL DE JESÚS
Selección de textos:Matilde Eugenia Pérez Tamayo
INTRODUCCIÓN
La vida de Jesús llega a su punto culminante, cuando, clavado en la cruz del Calvario, entrega a Dios Padre su último aliento de vida: “Todo ha sido cumplido” (Juan 19,30), “Padre, a tus manos confío mí espíritu” (Lucas 23, 46).
Es bueno y provechoso para el crecimiento de nuestra fe y nuestra vida cristiana, detenernos – de tiempo en tiempo - a pensar en este acontecimiento central de nuestra historia y de la historia de la humanidad entera, y en su significado más hondo.
Los autores espirituales lo recomiendan constantemente como bueno y provechoso.
Tomás de Kempis, autor de “La Imitación de Cristo”, nos dice: “El cristiano que medite atentamente en la vida, pasión y muerte del Señor, encontrará allí, en abundancia, todo lo que le es necesario para progresar en su vida espiritual, sin necesidad de ir a buscar fuera de Jesús, algo que le pueda aprovechar mejor”.
Y lo mismo hacen los santos.
San Ignacio de Loyola, por ejemplo, afirma: “No hay mejor leña para encender el fuego del amor divino, que el santo madero de la cruz”.
Y san Luis Beltrán, nos propone: “Saborea la pasión de Cristo y captarás su dulzura; pero cuando lo digieras comprobarás la amargura grande que hay en ella… Valora el precio de tu redención”.
Finalmente, buscando concretar un poco más, san Pedro de Alcántara explica: “Seis cosas se han de meditar en la pasión de Cristo: La grandeza de sus dolores, para compadecerse de ellos. La gravedad de nuestro pecado, para aborrecerlo. La grandeza del beneficio, para agradecerlo. La excelencia de la bondad de Dios que allí se descubre, para amarla. La conveniencia del misterio, para maravillarse de él. Y la multitud de las virtudes de Cristo que allí resplandece, para imitarlas”.
En la vida y la muerte de Jesús todo tiene un significado profundo, pero hay que abrir los ojos para ver, los oídos para escuchar, la inteligencia para comprender, el corazón para sentir y creer, para valorar y agradecer.
Matilde Eugenia Pérez Tamayo
Les dijo Jesús: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho,
y ser reprobado por los ancianos,
los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día”.
Jesús (Lucas 9, 22)
“Pasión” quiere decir amor apasionado, que en el darse no hace cálculos:
la Pasión de Cristo es el culmen de toda su existencia,
“dada” a los hermanos, para revelar el corazón del Padre.
San Juan Pablo II
¡Qué gran misterio es la pasión de Cristo:
Dios hecho hombre sufre por salvar al hombre,
cargando con toda la tragedia de la humanidad!
San Juan Pablo II
En Cristo sufre un Dios rechazado por la misma criatura... pero, al mismo tiempo,
desde lo profundo de este sufrimiento el Espíritu trae una nueva medida
del don hecho al hombre y a la creación desde el inicio.
En lo profundo del misterio de la Cruz actúa el amor.
San Juan Pablo II
La Cruz, que parece alzarse desde la tierra,
en realidad cuelga del cielo, como abrazo divino
que estrecha al universo.
San Juan Pablo II
La Cruz es signo de un amor sin límites. La verdad sobre Dios se ha revelado a través de la cruz. ¿No podía revelarse de otro modo? Tal vez sí. Sin embargo, Dios ha elegido la cruz. El Padre
ha elegido la cruz para su Hijo, y el Hijo la ha cargado sobre sus hombros, la ha llevado hasta al monte Calvario y en ella ha ofrecido su vida.En la cruz está el sufrimiento, en la cruz está la salvación, en la cruz hay una lección de amor.
San Juan Pablo II
“Ahora mi alma está turbada.
¿Y qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de
esta hora! Pero ¡si he he llegado a esta hora
para esto!”
Jesús (Juan 12,27)
La sangre de Jesús habla un lenguaje distinto
respecto a la sangre de Abel; no pide venganza, sino reconciliación.
Benedicto XVI
La pasión de Cristo no es sino la manifestación histórica y visible
del sufrimiento del Padre por culpa del hombre.
Es la suprema manifestación de la debilidad de Dios: Cristo — dice san Pablo—
"fue crucificado por su debilidad" (2 Co 13,4).
Benedicto XVI
Jesús transformó la pasión, su sufrimiento y su muerte, en oración, en un acto de amor a
Dios y a los hombres. Por eso, los brazos extendidos de Cristo
crucificado son también un gesto de abrazo, con el que nos atrae hacia sí, con el que quiere estrecharnos entre sus brazos con
amor. De este modo, es imagen del Dios vivo, es Dios mismo, y podemos ponernos en sus
manos.
Benedicto XVI
Jesús crucificado es el verdadero consuelo del hombre, lejos de toda palabrería.
Dios quiera que nuestros ojos y nuestro corazón se abran a este consuelo; que seamos capaces de
vivir en él y sacar fuerzas de él para seguir viviendo; que, en medio del Viernes Santo de la
historia, recibamos el Misterio Pascual del Viernes Santo de Cristo y en él seamos salvados.
Benedicto XVI
Toda la pobreza humana, todo el desamparo humano, todo el pecado humano, se hacen
visibles en la figura de Jesús crucificado, que está en el centro de la liturgia del Viernes Santo. Y sin embargo, a lo largo de toda la
historia de la Iglesia, ha despertado sentimientos de consuelo y esperanza.
Benedicto XVI
“Si el grano de trigo
no cae en tierra y muere,
queda solo;
pero si muere,
da mucho fruto”.
Jesús
(Juan 12,24)
El momento más terrible de la pasión de Jesús
es ciertamente cuando exclama, en el más extremo sufrimiento de la cruz:
“¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?…”
Con estas palabras Jesús no constata la ausencia de Dios,
sino que la transforma en oración.
Benedicto XVI
La oración del Via crucis puede entenderse
como un camino que conduce a la comunión profunda, espiritual,
con Jesús, sin la cual la comunión sacramental
quedaría vacía.
Benedicto XVI
No basta el simple sentimiento; el Vía crucis debería ser
una escuela de fe, de esa fe que por su propia naturaleza “actúa por la caridad” (Gálatas 5,6).
Benedicto XVI
El Via crucis nos muestra un Dios que padece Él mismo
los sufrimientos de los hombres, y cuyo amor
no permanece impasible y alejado, sino que viene a estar con nosotros,
hasta su muerte en la cruz.
Benedicto XVI
El Dios que comparte nuestras amarguras; el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere transformar nuestro
corazón de piedra y llamarnos a compartir también, el sufrimiento de los demás; quiere
darnos un corazón de carne que no sea insensible ante la desgracia ajena, sino que
sienta compasión y nos lleve al amor que cura y sirve.
Benedicto XVI
“Nadie me quita la vida;
yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla
y poder para recobrarla de nuevo;
esa es la orden que he recibido de mi Padre”.
Jesús
(Juan 10,18)
Hay bellos cuadros de Jesús en la cruz, pero la realidad es otra: Jesús estaba en ella herido,
ensangrentado, por nuestros pecados. Este es el camino que él ha tomado para vencer a la
serpiente – el demonio - en su campo. Miremos la Cruz de Jesús, pero no aquellas cruces artísticas, bien pintadas: miremos la
realidad, lo que era la cruz en aquel tiempo. Y miremos su recorrido, y a Dios, que se aniquiló
a sí mismo, se abajó para salvarnos.
Papa Francisco
El Hijo de Dios aparece en la cruz como un hombre derrotado;
sufre, es traicionado, insultado, y finalmente muere.
Jesús permite que el mal se ensañe con él
y lo toma sobre sí para vencerlo.
Papa Francisco
En el Calvario, ese viernes trágico y santo,
Jesús llega al extremo de su encarnación,
de su solidaridad con nosotros pecadores.
Papa Francisco
Jesús, con su sacrificio, ha transformado
la más grande iniquidad en el más grande amor.
Papa Francisco
Jesús, “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”...
El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más.
No se cansa de amar. A ninguno... Nos ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por todos...
Cada uno podemos decir: fue por mí. Porque su amor es así, personal.
El amor de Jesús no desilusiona nunca, porque él no se cansa de amar. Como no se cansa de perdonar,
de abrazarnos.
Papa Francisco
“Nadie tiene mayor amor
que el que da la vida por sus amigos.
Ustedes son mis amigos, si hacen
lo que yo les mando”.
Jesús (Juan 15, 13-14)
La cruz de Cristo es fecunda. La muerte de Jesús, de hecho, es una fuente inagotable de vida nueva, porque lleva en sí la fuerza regeneradora del amor de Dios. Inmersos en este amor por el Bautismo, los cristianos pueden convertirse en "granos de
trigo" y dar mucho fruto, si al igual que Jesús, "pierden la propia vida" por amor a Dios y a
los hermanos.
Papa Francisco
La cruz nos enseña que en la vida hay fracaso y victoria.
Debemos ser capaces de tolerar las derrotas,
de soportarlas pacientemente, incluso las derrotas de nuestros pecados, porque Jesús pagó en ella por nosotros.
Papa Francisco
La cruz es la insignia que muestra quiénes somos:
nuestro hablar, pensar, mirar, trabajar, está bajo la señal de la cruz,
es decir, bajo el signo del amor de Jesús hasta el final.
Papa Francisco
Mira y contempla el rostro del Amor crucificado,
que hoy desde la cruz sigue siendo portador de esperanza;
mano tendida para aquellos que se sienten crucificados, que experimentan en su vida
el peso de sus fracasos, desengaños y desilusión.
Papa Francisco
Cristo murió gritando su amor por cada uno de nosotros;
por jóvenes y mayores, santos y pecadores; amor a los de su tiempo y a los de nuestro tiempo.
En su cruz hemos sido salvados para que nadie apague la alegría del evangelio; para que nadie, en la situación que se encuentre,
quede lejos de la mirada misericordiosa del Padre.
Papa Francisco
Antes de la fiesta de Pascua,
sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar
de este mundo al Padre, habiendo amado
a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
(Juan 13, 1)
La cruz de Cristo es el lugar en el que Dios nos habla en el silencio;
el misterio escondido en las tinieblas del Viernes Santo es el misterio del dolor de Dios
y de su amor a los hombres.
Bruno Forte
La Cruz es la buena nueva, el Evangelio del amor de Dios:
¡es a los pies de la Cruzque nosotros descubrimos que Dios es Amor!
Este es el Evangelio de la salvación: nosotros hemos creído en el amor.
Bruno Forte
En su muerte en la cruz, Jesús entró definitivamente
en la finitud del hombre, en el abismo de su pobreza, de su dolor,
de su soledad, de su oscuridad. Y allí, bebiendo el cáliz amargo,
experimentó hasta el fondo nuestra condición humana;
por la vía del dolor se hizo hombre hasta el extremo.
Bruno Forte
El paso del Hijo de Dios entre los hombres no ha sido "un paseo", un juego divertido.
Se ha convertido en Compañero de nuestro dolor,
ha compartido nuestra fatiga de vivir, nuestros cansancios,
ha llorado el llanto del amor…
Bruno Forte
En su abandono el Hijo se ha hecho cercano a la tragedia más profunda
e ineludible; desde entonces,
ningún hombre que sufre estará nunca más tan solo
como lo estuvo Él.
Bruno Forte
“Este es mi cuerpo que es entregado
por ustedes… Esta copa es
la Nueva Alianza en mi sangre,
que es derramada por ustedes…”
Jesús
(Lucas 22, 19-20)
La cruz rompe totalmente los esquemas según los cuales son concebidos tanto lo divino
como lo humano.Sólo conseguiremos superar esta contradicción,
cuando a la luz de la resurrección de Cristo, tengamos el valor de mirar con los ojos de la fe al
crucificado Jesús de Nazaret, y de ver que precisamente allí, en esa cruz, él es para nosotros poder y sabiduría de Dios, justicia, santificación y
redención.
Carlo María Martini SJ
En la cruz y desde la cruzJesús nos revela al Padre.
Carlo María Martini SJ
La mirada del creyente sabe reconocer
la pasión de Cristo, fruto del pecado,
que continúa en toda persona que está siendo rebajada en su dignidad,
menoscabada en sus derechos, reprimida en sus ímpetus.
Carlo María Martini SJ
La pasión de Cristo se manifiesta actualmente
en los hogares de mucha gente que sufre: de los que no tienen trabajo, de los que no tienen futuro,
de los secuestrados…, de quienes han sido víctimas
de una violencia absurda y despiadada…
Carlo María Martini SJ
El misterio de la cruz se renueva en todos aquellos que se sienten excluidos
por la sociedad, como los minusválidos
o quienes se dejan llevar por caminos de muerte:
los drogadictos, los inadaptados, los presos.
Carlo María Martini SJ
“Padre,
si quieres, aparta de mí esta copa,
pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.
Jesús
(Lucas 22, 42)
La muerte de Jesús redimió al mundo del pecado,
llevó el amor de Dios al punto más lejano y más oscuro
en el que la humanidad se había metido en su huída de Él,
es decir, en la muerte.
Raniero Cantalamessa
Para saber cómo nos ama Dios, tenemos ya un medio sencillo y seguro: ¡ver cuánto ha sufrido! No sólo en el
cuerpo, sino sobre todo en el alma. Porque la verdadera pasión de Jesús es la que no se ve,
la que le hizo exclamar en Getsemaní: "Me muero de tristeza" (Marcos 14,34).
Jesús murió en su corazón antes que en su cuerpo. ¿Quién podrá comprender el abandono, la tristeza, la angustia del alma de Cristo al sentirse "convertido en
pecado", él, el inocentísimo Hijo del Padre?
Raniero Cantalamessa
Al comienzo de su evangelio, Juan exclama: "Hemos contemplado su gloria" (Juan 1,14).
Y si preguntamos al evangelista: "¿Dónde has contemplado su gloria?", él nos responderá: "Bajo la
cruz he contemplado su gloria".Porque la gloria de Dios consiste en habernos
escondido su gloria, en habernos amado. Ésta es la gloria más grande que Dios tiene fuera de sí
mismo, fuera dela Trinidad.
Raniero Cantalamessa
¿Por qué después de 2000 años, el mundo recuerda todavía
la muerte de Jesús de Nazaret, como si hubiera sido ayer?… El motivo es que su muerte
ha cambiado el sentido mismo de la muerte.
Raniero Cantalamessa
La cruz de Jesús es el “no” definitivo e irreversible de Dios a la violencia, a la injusticia, al odio, a la
mentira, a todo lo que llamamos “el mal”, y al mismo tiempo, es el “sí”, igualmente irreversible al
amor, a la verdad, al bien.“No” al pecado. “Sí” al pecador. Es lo que Jesús
predicó toda su vida, y que ahora consagra definitivamente con su muerte.
Raniero Cantalamessa
“Padre,
Perdónales, porque no saben
lo que hacen”.
Jesús (Lucas 23, 34)
La cruz de Jesús es la proclamación viva de que la victoria final
no es de quien triunfa sobre los demás, sino de quien triunfa sobre sí mismo;
no de quien hace sufrir sino de quien sufre.
Raniero Cantalamessa
La cruz tiene también un mensaje para aquellos que están en la otra orilla:
para los poderosos, los fuertes, los que se sienten tranquilos en su papel de “vencedores”.
Y es un mensaje, como siempre, de amor y de salvación, no de odio o venganza.
Raniero Cantalamessa
Hoy queremos contemplar al Crucificado en su apariencia
como el prototipo y el representante de todos los rechazados,
los desheredados de la tierra, aquellos ante los cuales se gira el rostro
hacia otra parte para no ver.
Raniero Cantalamessa
Con su muerte, Cristo no sólo ha denunciado
y ha vencido el pecado; ha dado también un sentido nuevo
al sufrimiento, incluso a aquel que no depende
del pecado de nadie. Ha hecho del sufrimiento
un instrumento de salvación, un camino a la resurrección y a la vida.
Raniero Cantalamessa
La muerte da testimonio del amor de Cristo.
Es la prueba suprema de ese amor.Hay una verdad que proclamar
fuertemente el Viernes Santo.
Aquel a quien contemplamos en la cruz es Dios “en persona”.
Raniero Cantalamessa
“Todo
está cumplido”...
Jesús (Juan 19, 30)
¿Quién ha querido la cruz para Jesús y por qué? La respuesta es clara: no ha sido el Padre, que
no quiere que se cometa crimen alguno, y menos contra su Hijo amado.
Han sido los hombres, que rechazan a Jesús y no aceptan que introduzca en el mundo un
reinado de justicia, de verdad y fraternidad.
José Antonio Pagola
Lo que el Padre quiere no es que le maten a su Hijo, sino que su Hijo viva su amor
al ser humano hasta las últimas consecuencias.
José Antonio Pagola
¿Cómo vivió Jesús sus últimas horas?… Según el relato del Evangelio de Lucas
Jesús murió amando… Siempre ha hecho lo mismo:
quitar miedos, infundir confianza en Dios, contagiar esperanza.
Así lo sigue haciendo hasta el final…
José Antonio Pagola
Jesús muere pidiendo al Padre que siga bendiciendo
a los que lo crucifican, que siga ofreciendo su amor,
su perdón y su paz a todos,
incluso a los que lo están matando.
José Antonio Pagola
Desde la cruz, Jesús se nos presenta
como testigo fiel del amor de Dios y también de una existencia identificada con los últimos.
No hemos de olvidarlo.
José Antonio Pagola
“Padre,
en tus manos pongo
mi espíritu”...
Jesús (Lucas 23, 46)
Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio,
es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta.
Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo
así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias.
Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.
José Antonio Pagola
Este “Dios crucificado”nos pone mirando hacia el sufrimiento
y el abandono de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias.
Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos a cualquier crucificado.
José Antonio Pagola
La manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión
hacia los que sufren. Sin esto se diluye nuestra fe
en el “Dios crucificado” y se abre la puerta
a toda clase de manipulaciones.
José Antonio Pagola
Sería una burla besar al Crucificado,invocarlo o adorarlo,
mientras vivimos indiferentes a todo sufrimiento
que no sea el nuestro.
José Antonio Pagola
La vida de Jesús entregada hasta la muerte
nos revela el camino para liberar y salvar
al ser humano.
José Antonio Pagola
A CRISTO CRUCIFICADOJosé María Pemán
Cuerpo llagado de amores, yo te adoro y te sigo. Señor de los señores, quiero partir tus doloressubiendo a la cruz contigo,quiero en la vida seguirte, y por tus caminos irte alabando y bendiciéndote… y bendecirte sufriendo… y muriendo, bendecirte…
A ofrecerte, Señor, vengo, mi ser, mi vida, mi amor, mi alegría, mi dolor, cuanto puedo y cuanto tengo,cuanto me has dado, Señor, y a cambio de esta alma llena de amor que vengo a ofrecerte,dame una vida serena, y una muerte santa y buena.Amén.
Quiero, Señor, en tu encanto tener mis sentidos presos, y unido a tu cuerpo santo,mojar tu rostro con llanto,secar tu llanto con besos.
Señor, aunque no merezco que Tú escuches mi quejido,por la muerte que has sufridoescucha lo que te ofrezco, y escucha lo que te pido:
“Porque de la misma manera
que Jonás estuvo
en el vientre del cetáceo
tres días y tres noches,
así también
el Hijo del hombre estará
en el seno de la tierra
tres días y tres noches”.
Jesús(Mateo 12, 40)
La profesión de fe que hacemos en el Credo
cuando proclamamos que Jesucristo 'al tercer día resucitó de entre los muertos',
se basa en los textos evangélicos que, a su vez, nos transmiten
y hacen conocer la primera predicación de los Apóstoles.
San Juan Pablo II
Los Apóstoles fueron los primeros que creyeron, no sin fuertes resistencias, que Jesús había resucitado
simplemente porque vivieron la resurrección como un acontecimiento real
del que pudieron convencerse personalmente al encontrarse varias veces con él
nuevamente vivo.
San Juan Pablo II
Desde la tumba vacía el anuncio de los ángeles
sobre la resurrección de Jesús, se difunde en el mundo
y llega a todos los rincones de la tierra; es un mensaje de esperanza para todos.
Desde que el Nazareno crucificado resucitó al alba del tercer día,
la última palabra ya no la tiene la muerte, sino la vida.
San Juan Pablo II
En el Señor resucitado Dios ha revelado plenamente su amor
a toda la humanidad. Primero las mujeres, después los discípulos
y, por último, el mismo Pedro, constataron la consoladora verdad:
"A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos"
(Hechos 2, 32).
San Juan Pablo II
María, testigo silenciosa de la muerte y la resurrección
de su hijo Jesús, nos ayude a creer a fondo
en este misterio de salvación que, acogido con fe profunda,
puede cambiar la vida; y haga que lo transmitamos con alegría
a cuantos encontramos, como discípulos coherentes y valientes
del Señor resucitado.
San Juan Pablo II
Y cuando bajaban
del monte,
Jesús les ordenó:
“No cuenten a nadie
la visión
hasta que el Hijo del hombre
haya resucitado
de entre los muertos”.
(Mateo 17, 9)
Cada domingo, en el Credo, renovamos nuestra profesión de fe
en la resurrección de Cristo, acontecimiento sorprendente que constituye
la clave de bóveda del cristianismo. En la Iglesia todo se comprende a partir de este gran misterio,
que ha cambiado el curso de la historia y se hace actual en cada celebración eucarística.
San Juan Pablo II
Debemos renovar constantemente nuestra adhesión a Cristo
muerto y resucitado por nosotros: su Pascua es también nuestra Pascua,
porque en Cristo resucitado se nos da la certeza
de nuestra resurrección.
San Juan Pablo II
La muerte del Señor demuestra el inmenso amor con el que nos ha amado
hasta sacrificarse por nosotros; pero sólo su resurrección
es “prueba segura”, es certeza
de que lo que afirma es verdad, que vale también para nosotros,
para todos los tiempos.
San Juan Pablo II
Jesús ha resucitado, es “el que vive” y nosotros podemos encontrarnos con él, como se encontraron con él las mujeres que, al alba del tercer día, el día siguiente al sábado, se habían
dirigido al sepulcro. Como se encontraron con él los discípulos,
sorprendidos y desconcertados por lo que les habían referido las mujeres.
Y como se encontraron con él muchos otros testigos en los días que siguieron a su
resurrección.
San Juan Pablo II
La noticia de la resurrección de Jesús
de entre los muertos, no envejece.
Jesús está siempre vivo; y también sigue vivo su Evangelio.
San Juan Pablo II
“Después
de mi resurrección
iré,
delante de ustedes
a Galilea”.
Jesús
(Mateo 26, 32)
La resurrección de Cristo no es el fruto de una especulación,
de una experiencia mística. Es un acontecimiento
que sobrepasa la historia, pero que sucede
en un momento preciso de la historia, dejando en ella una huella indeleble.
Benedicto XVI
Jesús ya no está en el sepulcro.Está en una vida totalmente nueva…
Su muerte fue un acto de amor…Su comunión existencial con Dios
era una concretamente con el amor de Dios,y este amor es la verdadera potencia
contra la muerte,es más fuerte que la muerte.
Benedicto XVI
Si Jesús ha resucitado, ha ocurrido algo realmente nuevo,
que cambia la condición del hombre y del mundo…
Entonces él, Jesús, es alguien de quien podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente
confiar en su mensaje, sino precisamente en él, porque el resucitado no pertenece al pasado,
sino que está presente hoy, vivo. Es nuestra esperanza y consuelo.
Benedicto XVI
La resurrección de Jesús es un acontecimiento cósmico que comprende cielo y tierra,
y asocia el uno con la otra.Jesús resucitado
abraza todos los tiempos y todos los lugares.
Benedicto XVI
La resurrección de Cristo es una nueva creación…
Un acontecimiento que ha modificado profundamente
la orientación de la historia, inclinándola de una vez por todas
en la dirección del bien, de la vida y del perdón.
¡Somos libres, estamos salvados!
Benedicto XVI
“Yo soy la resurrección.
El que cree en mí,
aunque muera, vivirá;
y todo el que vive
y cree en mí,
no morirá jamás.
¿Crees esto?”
Jesús(Juan 11, 25-26)
La resurrección de Cristo es – si podemos usar por una vez
el lenguaje de la teoría de la evolución – mayor “mutación”, el salto más decisivo
hacia una dimensión totalmente nueva que se haya producido jamás en la larga historia de la vida
y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia.
Benedicto XVI
Con su resurrección Jesús inauguró
una nueva dimensión del ser, de la vida,
en la que también ha sido integradala materia
de una manera transformada, y a través de la cual
surge un mundo nuevo.
Benedicto XVI
Cristo resucitado camina delante de nosotros
hacia los cielos nuevos y la tierra nueva, en la que finalmente viviremos
como una sola familia, hijos del mismo Padre.
Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Benedicto XVI
Con su muerte Jesús entra en el amor del Padre.
Su muerte es un acto de amor. Ahora bien, el amor es inmortal.
Por ese motivo su partida se transforma en retorno,
en una forma de presencia que llega hasta lo más profundo
y no acaba nunca.
Benedicto XVI
Jesús resucitado nos dice a cada uno: he resucitado y ahora estoy siempre contigo.
Mi mano te sostiene. Donde quiera que tú caigas, caerás en mis manos. Estoy presente incluso a las puertas de la muerte.
Donde nadie puede acompañarte y donde tú no puedes llevar nada,
allí te espero yo, y para ti transformo las tinieblas en luz.
Benedicto XVI
“¿Por qué buscan entre los muertos
al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado.
Recuerden cómo les habló
cuando estaba todavía en Galilea,
diciendo:
“Es necesario que el Hijo del hombre
sea entregado
en manos de los pecadores
y sea crucificado,
y al tercer día resucite””
Lucas 24, 5-7
La resurrección de Jesús constituye el suceso más desconcertante
de la historia humana, que atestigua la victoria del amor sobre el pecado y sobre la muerte,
y brinda a nuestra esperanza de vida un fundamento sólido como la roca.
Aquello que humanamente era impensable, sucedió.
Papa Francisco
Cristo ha vencido la muerte, causada por nuestro pecado,
y nos devuelve la vida inmortal.
Papa Francisco
La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que él nos ha traído, es el don más bello que el cristiano
puede y debe ofrecer a sus hermanos. A todos y cada uno,
entonces, no nos cansemos de repetir: ¡Cristo ha resucitado!
Papa Francisco
¡Cristo ha resucitado! Y nosotros tenemos la posibilidad de abrirnos
y recibir el don de esperanza. Abrámonos a la esperanza y pongámonos en camino;
que el recuerdo de sus obras y de sus palabras sea la luz de resplandeciente
que oriente nuestros pasos confiadamente hacia esa Pascua que no conocerá ocaso.
Papa Francisco
¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo con las palabras,
pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida.
La alegre noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes,
en el modo con el cual tratamos a los demás.
Papa Francisco
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
“La paz con ustedes”
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
(Juan 20, 19-20)
La Pascua es el evento que ha traído la novedad radical
para todo ser humano, para la historia y para el mundo:
es el triunfo de la vida sobre la muerte; es la fiesta del renacer y de la regeneración.
¡Dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada
por la Resurrección!
Papa Francisco
La relación con Jesús resucitado es la “atmósfera” en la cual
vive el cristiano y en la cual encuentra la fuerza
para permanecer fiel al Evangelio, también en medio de los obstáculos
y la incomprensiones.
Papa Francisco
La fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo
que, con su muerte y su resurrección, ha derrotado el pecado
que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo,
al hombre de sus hermanos.
Papa Francisco
El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos.
Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de pascua,
a suscitar y resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la tristeza,
en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida.
Papa Francisco
Anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros
de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás;
cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora;
cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza;
cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad.
Papa Francisco
Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”.
Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”.
Le dice Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”.
(Juan 20, 27-29)
Resucitó! !Aleluya, alegría! ¡Aleluya, aleluya!, éste es el grito que, desde hace veinte siglos,
dicen hoy los cristianos, un grito que traspasa los siglos
y cruza continentes y fronteras. Alegría, porque él resucitó.
Alegría para los niños que acaban de asomarse a la vida y para los ancianos que se preguntan a dónde van sus años;
alegría para los que rezan en la paz de las iglesias y para los que cantan en las discotecas;
alegría para los solitarios que consumen su vida en el silencio
y para los que gritan su gozo en la ciudad.
José Luis Martín Descalzo
Jesús con su resurrección no trae solamente
una pequeña prolongación de algunos años más en esta vida
que ahora tenemos. Lo que consigue y trae
es la victoria total sobre la muerte, la vida plena y verdadera, la que él tiene reservada
para todos los hijos de Dios.
José Luis Martín Descalzo
Jesús no dejará a los suyos en la estacada de la muerte.
Su resurrección fue la primera de todas. Él es el capitán que va delante de nosotros.
Y no a la guerra y a la muerte, sino a la resurrección y la vida.
No tengáis miedo. No temáis.
José Luis Martín Descalzo
¿Cuál es el punto de apoyo en el que reposan vuestras vidas?
Para los cristianos la respuesta es una sola: “Lo que ha cambiado nuestras vidas es la seguridad de que son eternas”. Y el punto de apoyo de esa seguridad
es la resurrección de Jesús. Si él venció a la muerte,
también a mí me ayudará a vencerla. ¡Ah!, si creyéramos verdaderamente en esto.
¡Cuántas cosas cambiarían en el mundo, si todos los cristianos se atrevieran a vivir
a partir de la resurrección, si vivieran sabiéndose resucitados!
José Luis Martín Descalzo
Sí, la resurrección de Cristo y la fe de todos en la resurrección
es lo que podría cambiar y vivificar el mundo contemporáneo.
Y es formidable pensar y saber que cada uno de nosotros,
con su esperanza, puede añadirle al mundo
un trocito más de esperanza, un trocito más de resurrección.
José Luis Martín Descalzo
Jesús les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?”
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir Adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado”. Y entró a quedarse con ellos.
Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
(Lucas 24, 25-31)
La Pascua no es la celebración de un acontecimiento aislado
que sucedió hace muchos años. No se canta el aleluya sólo porque “algo debió de ocurrir”
después de la crucifixión de Jesús. Es mucho más.
La resurrección de Cristo ha decidido el final glorioso de todo. Resucitando a Jesús, Dios ha iniciado algo
que ahora mismo está sucediendo: el movimiento del mundo entero hacia la vida eterna.
José Antonio Pagola
Según los relatos evangélicos, el Resucitado se presenta a sus discípulos
con las llagas del Crucificado. No es este un detalle banal, de interés secundario,
sino una observación de importante contenido teológico. Las primeras tradiciones cristianas insisten sin excepción
en un dato que, por lo general, no solemos valorar hoy en su justa medida:
Dios no ha resucitado a cualquiera; ha resucitado a un crucificado.
José Antonio Pagola
La resurrección de Jesús es, la resurrección de una víctima.
Al resucitar a Jesús, Dios no solo libera a un muerto de la destrucción de la muerte.
Además “hace justicia” a una víctima de los hombres.
Y esto arroja nueva luz sobre el “ser de Dios”.
José Antonio Pagola
La resurrección de Cristo es la “reacción” de Dios
a lo que los seres humanos han hecho con su Hijo. Así lo subraya
la primera predicación de los discípulos: “Ustedes lo mataron elevándolo a una cruz...
pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos”. Donde nosotros ponemos muerte y destrucción,
Dios pone vida y liberación.
José Antonio Pagola
En la resurrección de Jesús, Dios habla y actúa
para desplegar su fuerza creadora en favor del Crucificado.
La última palabra la tiene Dios. Y es una palabra de amor resucitador
hacia las víctimas. Los que sufren han de saber
que su sufrimiento terminará en resurrección.
José Antonio Pagola
“Israelitas, escuchen estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre ustedes, como ustedes mismos saben, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, ustedes lo mataron clavándolo en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios lo resucitó librándole de los dolores del Hades”.
Hechos 2, 22-24
Creer en Cristo resucitado no es solamente creer
en algo que le sucedió al muerto Jesús. Es saber escuchar hoy
desde lo más hondo de nuestro ser estas palabras:
“No tengan miedo, soy yo, el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo
por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1,17-18).
José Antonio Pagola
Cristo resucitado vive ahora infundiendo en nosotros su energía vital.
De manera oculta, pero real, va impulsando nuestras vidas
hacia la plenitud final. Él es “la ley secreta”
que dirige la marcha de todo hacia la Vida. Él es “el corazón del mundo”,
según la bella expresión de Karl Rahner.
José Antonio Pagola
Celebrar la Pascua es entender la vida de manera diferente.
Intuir con gozo que el Resucitado está ahí, en medio de nuestras pobres cosas,
sosteniendo para siempre todo lo bueno, lo bello, lo limpio
que florece en nosotros como promesa de infinito.
José Antonio Pagola
Creer en el Resucitado es creer que ni el sufrimiento, ni la injusticia,
ni el cáncer, ni el infarto, ni la metralleta, ni el pecado,
ni la muerte tienen la última palabra.
Solo el Resucitado es Señor de la vida y de la muerte.
José Antonio Pagola
El Señor resucitado está en la Eucaristía alimentando nuestra fe.
Está en la comunidad cristiana infundiendo su Espíritu e impulsando la misión.
Está en los pobres moviendo nuestros corazones a compasión. Está todos los días, hasta el fin del mundo.
José Antonio Pagola
“Porque si creemos
que Jesús murió
y que resucitó,
de la misma manera
Dios llevará consigo
a quienes murieron
en Jesús”.
(1Tesalonicenses 4, 14)
El misterio de Dios en Cristo resucitado
es la victoria sobre la muerte, y sobre todo aquello
que en nuestra existencia nos recuerda su sentido y su tristeza.
Carlo María Martini SJ
La resurrección de Cristo nos revela la dirección de la realidad humana
que tiende hacia la vida y, en cada uno de nosotros,
hacia la expresión plena de nuestra libertad.
Carlo María Martini SJ
La luz de la resurrección no hace desaparecer la cruz, sino que ayuda al creyente
a comprender el misterio de la vida y del amor
que se desprende de ella.
Carlo María Martini SJ
El gozo pascual no es superficial ni desaprensivo, no es la alegría de un instante,
sino el gozo capaz de recordar seriamente la cruz de Cristo:
de este modo nos ayuda a encontrar los caminos a través de los cuales
podemos anunciar a los hermanos la verdadera esperanza.
Carlo María Martini SJ
La resurrección de Cristo restaura nuestra libertad, cura sus ilusiones,
le asigna en la historia unas metas auténticas y constructivas. Nos predispone a colaborar con el amor de Dios
que da vida a todo, en la humilde y laboriosa espera de la resurrección
de todo el ser humano y del universo entero, que ya ha empezado en la resurrección de Cristo,
pero que llegará a su plenitud y a su luminosa manifestación cuando y como quiera el Padre.
Carlo María Martini SJ
“Si confiesas con tu boca
que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
serás salvo”.
(Romanos 10, 9)
El Mensaje de Pascua la noticia más humana
del cristianismo. Por eso la “entendemos” con dificultad.
Pues lo más verdadero, lo más próximo, lo más fácil
es lo más difícil de ser, de hacer y de creer.
Karl Rahner SJ
Pascua nos dice que Dios ha hecho algo.
Él mismo…Dios ha resucitado a su Hijo…Dios ha vivificado la carne.
Ha vencido la muerte.
Karl Rahner SJ
Jesús ha resucitado para revelar
que por su muerte queda implantada la vida eterna,
libre y feliz.
Karl Rahner SJ
Jesús resucitado está entre nosotros como la luz del día,
como el aire que no notamos…
Karl Rahner SJ
La resurrección de Jesús es como la primera erupción de un volcán, que muestra que en el interior del mundo
ya arde el fuego de Dios… Ya están vencidos en lo más profundo de toda realidad
el pecado, la esterilidad y la muerte, y no falta mucho tiempo,
sólo lo que nosotros llamamos historia después de Cristo, para que toda la realidad, y no sólo el cuerpo de Jesús,
refleje lo que realmente ha sucedido.
Karl Rahner SJ
“Si Cristo no resucitó, es vana
nuestra predicación y es vana también
nuestra fe. Pero ¡resucitó!”
Pablo(1 Corintios 15, 4)
HOMILÍA DE LA VIGILIA PASCUAL DEL AÑO 2020Papa Francisco
”Pasado el Sábado” (Mateo 28,1) las mujeres fueron al sepulcro. Así comenzaba el evangelio de esta Vigilia Santa, con el Sábado.
Es el día del Triduo Pascual que más descuidamos, ansiosos por pasar de la cruz del viernes al aleluya del Domingo.
Sin embargo, este año percibimos más que nunca el Sábado Santo, el día del gran silencio. Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día.
Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido. Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón.
Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? Y después, la inquietud por el futuro, quedaba todo por reconstruir. La memoria herida, la esperanza sofocada.
Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura.
Pero en esta situación las mujeres no se quedaron paralizadas, no cedieron a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad.
Realizaron algo sencillo y extraordinario: prepararon en sus casas los perfumes para el cuerpo de Jesús.
No renunciaron al amor: la misericordia iluminó la oscuridad del corazón.
La Virgen, en el Sábado, día que le sería dedicado, rezaba y esperaba. En el desafío del dolor, confiaba en el Señor.
Sin saberlo, esas mujeres preparaban en la oscuridad de aquel sábado el amanecer del «primer día de la semana», día que cambiaría la historia.
Jesús, como semilla en la tierra, estaba por hacer germinar en el mundo una vida nueva; y las mujeres, con la oración y el amor, ayudaban a que floreciera la esperanza.
Cuántas personas, en los días tristes que vivimos, han hecho y hacen como aquellas mujeres: esparcen semillas de esperanza. Con pequeños gestos de atención, de afecto, de oración.
Al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro. Allí, el ángel les dijo: “No teman… No está aquí: ¡ha resucitado!” (vv. 5-6).
Ante la tumba vacía escucharon palabras de vida… Y después encontraron a Jesús, el autor de la esperanza, que confirmó el anuncio y les dijo: “No teman” (v. 10).
No teman, no tengan miedo: He aquí el anuncio de la esperanza. Que es también para nosotros, hoy.
Son las palabras que Dios nos repite en la noche que estamos atravesando.
En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios.
No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia, con una sonrisa pasajera.
No. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos: Todo irá bien, decimos constantemente estas semanas, aferrándonos a la belleza de nuestra humanidad y haciendo salir del corazón palabras de ánimo.
Pero, con el pasar de los días y el crecer de los temores, hasta la esperanza más intrépida puede evaporarse.
La esperanza de Jesús es distinta, infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace salir de la tumba la vida.
El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra.
Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón.
Por eso, no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra.
Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte.
Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida.
Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido.
Ánimo: es una palabra que, en el Evangelio, está siempre en labios de Jesús. Una sola vez la pronuncian otros, para decir a un necesitado: «Ánimo, levántate, que [Jesús] te llama» (Marcos 10,49).
Es él, el Resucitado, el que nos levanta a nosotros que estamos necesitados. Si en el camino eres débil y frágil, si caes, no temas, Dios te tiende la mano y te dice: “Ánimo”.
Pero tú podrías decir, como don Abundio: “El valor no se lo puede otorgar uno mismo” (Alejandro Manzoni, Los Novios (I Promessi Sposi), XXV).
No te lo puedes dar, pero lo puedes recibir como don. Basta abrir el corazón en la oración, basta levantar un poco esa piedra puesta en la entrada de tu corazón para dejar entrar la luz de Jesús.
Basta invitarlo: “Ven, Jesús, en medio de mis miedos, y dime también: Ánimo”.
Contigo, Señor, seremos probados, pero no turbados. Y, a pesar de la tristeza que podamos albergar, sentiremos que debemos esperar, porque contigo la cruz florece en resurrección, porque Tú estás con nosotros en la oscuridad de nuestras noches, eres certeza en nuestras incertidumbres, Palabra en nuestros silencios, y nada podrá nunca robarnos el amor que nos tienes.
Este es el anuncio pascual; un anuncio de esperanza que tiene una segunda parte: el envío. “Vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea” (Mateo 28,10), dice Jesús.
“Va por delante de ustedes a Galilea” (v. 7), dice el ángel.
El Señor nos precede, nos precede siempre.
Es hermoso saber que camina delante de nosotros, que visitó nuestra vida y nuestra muerte para precedernos en Galilea; es decir, el lugar que para él y para sus discípulos evocaba la vida cotidiana, la familia, el trabajo.
Jesús desea que llevemos la esperanza allí, a la vida de cada día.
Pero para los discípulos, Galilea era también el lugar de los recuerdos, sobre todo de la primera llamada.
Volver a Galilea es acordarnos de que hemos sido amados y llamados por Dios.
Cada uno de nosotros tiene su propia Galilea. Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita, allí, en mi Galilea.
Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba. Con la memoria de mi Galilea.
Pero hay más. Galilea era la región más alejada de Jerusalén, el lugar donde se encontraban en ese momento.
Y no sólo geográficamente: Galilea era el sitio más distante de la sacralidad de la Ciudad Santa.
Era una zona poblada por gentes distintas que practicaban varios cultos, era la “Galilea de los gentiles” (Mateo 4,15).
Jesús los envió allí, les pidió que comenzaran de nuevo desde allí.
¿Qué nos dice esto? Que el anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos.
Porque todos necesitan ser reconfortados y, si no lo hacemos nosotros, que hemos palpado con nuestras manos “el Verbo de la vida” (1 Juan 1,1), ¿quién lo hará?
Qué hermoso es ser cristianos que consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de vida en tiempos de muerte.
Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas.
Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras.
Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles.
Que cesen los abortos, que matan la vida inocente.
Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario.
Al final, las mujeres «abrazaron los pies» de Jesús (Mateo 28,9), aquellos pies que habían hecho un largo camino para venir a nuestro encuentro, incluso entrando y saliendo del sepulcro.
Abrazaron los pies que pisaron la muerte y abrieron el camino de la esperanza.
Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida. Amén.
“Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo,y enseñándoles a guardar
todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy
con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo”.
Jesús(Mateo28, 19-20)
A.M.D.G.