Sus circunstancias y Ella.
Era pequeña, del tamañode su avatar contemporáneo.
Un simple proyecto que no se acababa de decidir por arrancar,
quizás por no decir esta boca es mía.
Después estuvo creciendo sinparones,
para seguircreciendo más tarde sólo de vez en cuando, a e s t i r o n e s
al ritmo de unas p u l
g a d a s
por año. Sus
circunstancias (que era únicamente suyas ),
la miraban con estupor en cada novísima ocasión,
y mientras tanto, también pasaban y
se iban, y ella pasaba con ellas, hasta que coincidieron en mirarse hacia atrás,
casi como si se vieran a través de una lenteque les reflectase hacia un lugar muy muy
lejano,casi como si pudieran verse las dos
cuando habián sido pequeñas,y aún todavía más pequeñas e incluso lo más pequeñas
que alguna vez pudieron llegar a ser.
De un modo diferente, tal vez un tanto hiperbólico,
también se acordaron de cuando era tan
altas y elevadas
como podían recordar haber sido alguna vez,
ahora que se hacian disminuidas y mínimas (a algo así como al ritmo de una pulgada de tanto en tanto), y aún así, les parecía que había sido ayer, y sólo ahora,
justo ahora,
se daban cuenta que hay cosas que no se pueden llegar a volver a ser ni aunque se quiera.
En lo que a ella respecta, se estaba preparando para no volver
a ninguna parte y a no-ser nadie.Se estaba preparando a su vuelta al cajón de sastre dondé salió ,
a su regreso a ser pequeña, infinitesimal
y fragmentadaal ritmo acostumbrado
(algo así como una pulgada de vez en cuando, a riesgo de no ser exacto).
Y desde ese momento empezó a observarlo todo desde una perspectiva mucho más a m p l i a
acorde con su nueva vieja edad. También sus circunstancias
(pasado su auge y esplendor),
se lanzaron ladera abajo por un declive muy pronunci
ado
hacia unaabru
pta despedida,
exhalada por alguien despistado,pero finalmente desnuda y liberada de atavios y contingencias, y ya plenamente resuelta a bañarse en la última playa,
allá donde acaba la costa.
Así, mientras a una se le encogía todo
y a la otra se le acortaban las distancias por la parte del futuro,
se contemplaron un instantea solas
donde ninguno pudiera importunarles, escrutándose la una a la otra
y entonces, lánguidas,
echaron la vista atrás a lo que fueron, para después decirse mutuamente:
-“Estuvo bien mientras duró. -¿Te vas a quedar conmigo hasta que termine la fiesta ?-Ya sabes que sí, y que incluso te voy a ayudar a arreglar la casa
cuando todos se vayan”.Certificaron el hecho de que por fin se habian hecho amigas,
ahora que las dos se encontraban tan arrugadas y encojidas.
Y decidieron dejar de contar pulgadas y minutospues ya sabían que al final no queda nada.
La cuenta continua aunque no quieran pues no precisa de observadoras ni testigos,
para dar bien la hora.
Y es que Aquí, en esta planeta perecedero (y podemos extrapolar al Universo), como es de suponer a pesar de los deseos,
lo único inmortal son las arenas del tiempo queseguirán
ca yen do,
tras el telón de una aurora (*) arcoiris anunciando la dirección de la avenida/ donde aún vive el Ángel del acaso de los días.
Y por fin, despúes de tantos años de entrenamiento, de puras probaturas, errores continuos y algún acierto
(no pienso aburriros con números),y justo cuando la soga apretaba más el nudo,
aprendieron a vivir mejor consigo mismas las circunstancias y ella,
al ritmo de las olas y sus vientos.Se pusieron a vivir sin hipotecas, con el canto alegre de la tierra que resuena
Y con el regreso de las estaciones cuando toca. Y Supieron que ahora y para siempre
son una y la misma cosa y se alojaron ligeras en la claridad del día,
como huéspedes del aire,
ya vencido su alquiler
de tiempo limitado,
de residencia en la tierra.
(*)Y Mientras tanto, el Amanecer seguirá avanzando por los espejos asesinando sueños,y la materia retornará a la materia fabricando nuevos prototipos y diseños.