GENTE DE MASAS
Martn Letona
Gente de masas-2013 Martn Letona
Cuzcatan ... que es una tierra felicsima con toda la
costa de la mar del Sur
Bartolom de Las Casas, Brevsima relacin de la
destruccin de las Indias. Coleccin de documentos inditos
para la historia de Espaa, Volumen 71 (Madrid, 1879), pag.
39.
* * *
vemos extensos y frtiles terrenos agotando su
potencial productivo en robustecer al miserable huate pero
no es esto solo, sino que los cultivadores, sabiendo que con
vender una carreta de zacate se sustentan el da, aunque muy
miserablemente, lo pasan en la vagancia, y quiz entregados,
muchos de ellos, a toda clase de vicios.
Estadstica de la Jurisdiccin Municipal de San
Vicente escrita por el bachiller pasante don Esteban Castro por
comisin de la Municipalidad. Documentos y datos histricos
y estadsticos de la Repblica de El Salvador (San Salvador:
Imprenta Nacional, 1926), pg. 95.
* * *
It was not long before the patriots of this country took
up arms in the defense of their newly-acquired freedom, and
when they did theirs was practically the first battle which was
fought upon Central American territory by Central Americans
among themselves. Unfortunately, it was by no means the last ;
and history bristles with instances of terrible internecine
warfare of father arrayed against son, brother against brother,
and of whole families, once united in bonds of love, wrenched
asunder, never again to be reconciled this side of the grave.
Salvador of the twentieth century. Martin, Percy Falcke,
(New York, Longmans, green & co., 1911), pg. ix.
* * *
There were the daily body counts, with lingering views
of bleeding, tattoo-covered cadavers in the streets, blood-
covered lumps in bus aisles and stiff bloated corpses in coffins
surrounded by weeping aunts and mothers. (Just as common
were shots of mutilated traffic casualties and muddy drowning
victims.)
El Salvador in the Aftermath of Peace: Crime,
Uncertainty, and the Transition to Democracy (Pennsylvania,
University of Pennsylvania Press, 2010), pg. 5.
Sbado Santo
Sera bueno que visitramos ese lugar sagrado, El Calvario, as
como en cada parroquia, en cada pueblo, en cada ermita, les
invito, queridos Radioyentes catlicos, a vivir el Sbado Santo
como quiere la Iglesia que lo vivamos. No es un da de paseo,
no es propiamente sbado de gloria. En la nueva liturgia, que
ha recobrado todo el sentido de la verdadera celebracin
Pascual, el sbado es un da todava de luto, es un da de
silencio junto a la tumba del Seor. Es la expectativa de la
esposa viuda, Iglesia; la Iglesia que espera la resurreccin del
Seor, la Iglesia que junto a la Virgen de la Soledad est
esperando con serena tristeza, despus de la muerte trgica de
su esposo, la resurreccin del Seor. Mara y la Iglesia somos
todos nosotros junto al sepulcro del Seor, esperando la hora
solemne de la Pascua.
Monseor Romero, en el Triduo Pascual desde Y.S.A.X. 1977
I
Un volcn se derrumba con sus granos de soledad.
El volcn me tumba,
me entierra su sol de lentos pies.
Y mi pecho como musgo entre los dientes
Umbra sortes nsulares.
Ahora soy perro
angustia de las sombras
industria de los hombres.
Soy lengua,
el sudor de un sueo
y esas mariposas que mascan.
Por ello, por ende
Larva mental,
rdante el mar
la bilis, el sol!
Muerde. Muerte. Muerde.
A dos en la copa muertos de rabia,
A Dios en la boca que tuerce sus rabos.
Somos perro
Dios perro
que defeca parasos de cabezas, muones, tripas y angustias
perro que masca
que limpia intestinos para renacer como ave,
como nada
como costillas de polvos inmviles que el perro se traga.
Perros blandos trituran huesos de caracoles rojos
que rozan perversos textos
que ladran pegajosos sexos
a los grises vuelos de un muerto.
II
Es un dedo escarchado rascando las heridas.
Es un surco de alcohol sobre el sol.
Soledad es el silencio de una sombra que se comi el gato.
Son los ojos de un muerto que sonre, pellejos
que se deshojan de mis manos, verdes
moscas que vuelan bajo el techo
de las letras con que escribo esta algaraba.
La soledad soy yo bajo llave,
confinada en una cripta
que hered de mi madre que era el miedo de mi abuela.
Y ahora que estas lgrimas me cuelgan de los antojos,
la soledad saldr tumbando planetas,
cenando entre las ramas.
Ella vigilar tras la ventana de mis verdugos
y verter excremento en sus bocas,
los ungir.
Ser su aliento una estrella de siete
horizontes colgando de mi vientre
y su sangre estanque de lamentos
donde levantar mis muros de limonisal.
III
Este pecho que sonre de tanto esperar,
con los aos y la piel
a que vengan tus huesos bajo la bandera
y que mis lgrimas se cuelguen de tu cuello.
Esperar,
y por fin decirte Florabeja, lgrima, pan, tormenta.
Y sonrer
coincidir.
Gritar y volver a gritar
tratando de llenar el tnel de mi fe
sabiendo que la bestia se ha marchado,
que slo tengo pedazos de cielo en las manos.
Este pecho hoy es tiempo.
Es cuerpo que sangra de tanto rezar por vernos
t, dormida de blanco y, yo, muerto de gris,
solos entre espumas
y el vapor de mis ansias,
y la tinta de tus rosas,
y las venas y las voces
y las ostras que ahora somos.
IV
Las plumas riveran desnudas en el piso,
sombreadas,
con sus mareas de cerdos.
La misma categora de ansias que van defecando por los
pasillos
sus ruidos de la noche.
Invocar a los bordes que dejan escamas en mi plato?
Esta es la poca para la pintura y la carnicera
para apagar la noche.
Larvas-lenguas que nadan en mi sexo,
amantes guerrilleras que tejen mis labios
heme aqu con las ventanas abiertas,
vilenme sus colmenas de concreto.
V
Muerte,
girasol de mis ancestros,
mis entraas hirvieron semillas de viento,
solares colores de un sueo que sueo con calaveras.
Muerto,
ah estoy yo cesado,
bebiendo leche de amapolas,
entre sombras de gatos,
como aserrn de mariposas,
esperando tinta y papel.
Extinto,
como la palabra que fue lijada con ceniza del vientre ultimado,
as, plegado entre las brazas con que miran los cadejos.
Finito.
Hacer carnicera
devorar las espuelas del silencio.
Finito.
bito.
Dormir con tres metros de tierra encima.
Apagado.
Como serpiente de espelma en el pecho.
Marchito.
De un plomazo.
Ftido.
Tumbado como pan.
Duro.
Como Dios.
Domingo, 01 de octubre
Este da 01 de octubre, es domingo. Celebr la Misa en la
Catedral. En la homila relat mis actividades de la semana,
sobre todo, visitando diversos comunidades y relatando la vida
fervorosa, religiosa de nuestra dicesis y otras actividades
eclesiales; entre ellas, la mesa redonda que organiz la
Universidad Catlica para dialogar sobre mi carta tercera
pastoral y primera de Monseor Rivera. Tambin denunci el
atropello que se ha realizado en la Universidad Nacional, y
sobre todo, el desaparecimiento de un empleado de ANDA,
vecino a la Universidad, que fue capturado por vigilantes de la
misma Universidad. Lo golpearon y lo han dado por
desaparecido. Tambin denunci las represiones que continan,
sobre todo, en los sectores campesinos de San Pedro Perulapn
y de Cinquera, y el desaparecimiento de una joven que fue
baleada por la Colonia Nicaragua y llevada al hospital, fue
vigilada por policas, que luego
la sacaron del hospital con rumbo desconocido.
Monseor Romero, Diario Personal. 1978.
I
Mara Garandilla se pinta las uas de verde con puntos blancos,
que son estrellas.
Sonre sombras encas.
Ensaya Mara gafas rosas de rayas blancas.
El mismo color de sus zapatos de un Pacfico Ocano.
Monta sobre los hombros un sobretodo
caf, como el rancho de su cabeza,
y Mara hace como que vuela.
Pero su cuerpo de montaa no
se mueve, no
se mueve. No.
Muerde Mara sus aos 60, con el aliento
que le queda,
y se pinta los labios de azul,
las cejas de tile...,
cejas de chola.
Mara sale a la noche, bonita.
Tras sus pasos
quedan la caja-apartamento, el sof-suelo, la estufa-lata
y el jardn de huesos.
La ciudad se la tragar. Con el sol
vendr otro dueo.
Garandilla nunca existir para los caros citadinos.
II
Mudo la piel de mi calzado
y en las esquinas gajos de memoria quedan.
Parto
en dos
las manchas de las paredes que soy y el ruido
al caminar que fui.
Parto por el camino que me indican las hormigas,
por las lneas de las letras de las cartas que las manos
trazaron para m.
Parto,
salgo del tero
con los pies por delante y la cabeza contra el piso
destrozado, como este mundo
de pequeas ilusiones que embalsam en cueros,
en mantas, en plsticos
como si al cerrar los ojos, si al nacer semilla
las espinas no cortarn la carne.
no, el filo no se lame;
la piel nunca llega,
cede ante su lanza.
Y, de pronto, mudar piel cuartos masas
y pienso en esta ficcin que somos, sobras
de costuras vueltas a hacer:
El rostro de mi rbol,
la semilla de mi padre
es un mal aire
marimbas invisibles que aparecen cadveres
sostenidos con alfileres que gritan,
tuerce-desploman zanjas en lengua de sopes.
Y ahora, la hierba respira bajo mis dedos una sonrisa vaca
Encamina la sangre
como globo sumindose en el cielo
De aqu soy la sombra del tiempo
la pe antes de la numbra
la nsula
el corvo
el odio en polvo que muelo entre dientes,
para que susurren las grietas fatuas
de las premisas del inmortal que se pierde en este viaje.
III
Da de muerta
Calavera-pan
ausente sea el grito de tus pasos encorvados
que hoy nos guan hacia la loza
donde palmada no eres rbol
sembrada no ests...
Insecta muda,
all, frtil como piedra, te aproximas a la eternidad
desenvuelta mineral.
El xido de tus manos,
el trueno de tus huesos,
la angustia enmascarada de tus ojos...
por fin levan anclas.
IV
Salir del bao y encontrar sus nombres tirados bajo la mesa,
pulindose los ojos con miedo.
Evadirlos,
cortar camino sobre las sillas
y escucharlos roer mis pasos o tapar el dedo con un sol.
Amortajar la piel y despenicar falopias-almejas-lampias,
todo con tal de no hablar sobre ellos,
los nocturnos colados entre vientos y ramas vocales que surten
las noches
as, en silencio de fusa,
lenguetas de escamas se pegan a mis pies
como cliz del padre muerto que titila bajo las uas.
Talquear de ratas el cuerpo
y seguir la tinta de las rimas que espantan al mensajero de la
sangre.
Remontar las pginas y voltear las jeringas que hormiguean en
mis venas.
Ahora respiran en mi sien.
Todo ha sido en vano.
La memoria.
El silencio que armo.
Son agua del punto ciego
donde reposan las sombras de los ngeles que me sostienen
viga.
V
El licor al que represento tiene agruras de m.
Me duele, me arrastra la garganta
con su luz de cartn
entre vapores y eructos,
se acumula y me transmuta,
me viola,
me habita el sueo de hormigas multicolor.
Soy siete grados de alcohol sobre la mesa,
la ausencia de un amor,
el estrs de la vida,
una muesca de dolor.
Soy, a fin de cuentas, un muerto con hambre de sol.
VI
Surcan sombras siniestras.
Golpes en el estmago,
mariposas derramadas
y el llanto entre la bruma,
todo ensangrentado...
Anoche ni las estrellas,
ni la penumbra,
mecieron la cuna:
mi voz ardi en llamas!
Anoche grito negro,
mueca india,
dios sereno...
sin rezos ni ruegos,
slo velas, lamentos, gemidos.
Anoche esperma csmica sobre las paredes
y, en las sbanas, panetruscos de tumbas y sangre
surcan sombras siniestras.
Quin besar a Yemay?
VII
Hoy amanec crin.
Despert sobre pisos de vidrio
enroscado,
estrujado,
con clavos en los ojos,
inflado de insectos y ramas.
Entre mis dientes tena tus carnes de rabia y vino...
Fui a la cocina y prepar un caf con tierra
y me atraves un cigarrillo en la garganta.
Con la primera bocanada salieron de mi nariz gritos de histeria.
Vi tus senos colgados sobre la mesa;
junto a esos labios de cenicero.
Busqu agua en el refrigerador
y encontr tus piernas hojas rotas.
An respirabas.
Fui al bao, mir al espejo.
Tena el cascarn mutilado.
Me.
El metal de la mariposa se desliz por mi aurora.
Soy un vaso de humo, pens.
Todo pas y ya lo tuve.
Todo fue y nunca estuve.
Y segu meando.
Sostuve los dedos de tu reflejo entre mis cejas
y me vi parado en una lnea.
Me derrumb y rebot en el suelo sintiendo tu lengua de cal...
Slo entonces comprend la razn de tu desprecio.
VIII
Duermo sobre esponjas que roncan vrtebras
y se aflojan los dientes.
Chirran gatos,
tmpanos que se quiebran.
Son bolas de pelo que duermen con sus hombres al aire!
IX
Esta noche matar a mi padre.
Ser una muerte arenosa.
Le sembrar palabras en la sien
lo asfixiar con mi lengua
lo colgar de las uas
y rebanar su sombra
y su rostro se deslizar entre mis huesos...
Luego, dormir abrazado a su tumba
hasta que molusque el ruido tensado de su pecho.
Cuarto Domingo de Cuaresma de los sectores populares
... slo estos cuatro das han sido asesinados:
43 campesinos de diversas zonas del pas:
11 obreros;
22 estudiantes, entre ellos los 10 del Instituto de San Miguel y
4 de San
Vicente;
2 profesionales; 5 personas no identificadas...
Por otra parte, el sector no popular tambin cuenta sus vctimas
y tambin sus crmenes como los dos detectives y un miembro
de ORDEN en el fin de semana pasada. Tambin son
repudiables y no estoy yo parcializndome para mancharme de
sangre.
El saldo es trgico: las organizaciones populares y aquellos que
se han caracterizado por mantener su oposicin, estn siendo
liquidados en forma violenta.
Tenemos constancia de que por lo menos 500 personas estn
refugiadas en algunos albergues caritativos que les han ofrecido
proteccin. Ellos han huido de sus poblaciones, a veces
llevando durante largos recorridos a nios menores, ancianos;
con casi nada de alimentacin, durmiendo a la interperie.
Segn los testimonios que tenemos bien documentados, hay
cantones donde ya no hay campesinos. Es bien triste, por
ejemplo, esta carta que me llega de esos lugares: "Le suplico
que pida a los seores que gobiernan nuestro pas, que por
favor dejen de perseguirnos ya, pues ya hemos sido
amenazados muchas veces yo y toda mi familia; y el nico
motivo es porque tuvimos relacin con el P. Rutilio Grande. La
autoridad nos amenaza dicindonos que
nosotros somos guerrilleros...Y todo es por esa razn, por haber
conocido al P. Rutilio. Quiero que me haga el favor de hacerlo
saber por todos los medios que pueda, que ya hay noches que
no nos dejan dormir, hay tiempos de comida que no los
hacemos tranquilos, o sea, que ya estamos enfermos de
afliccin, etc". Es la voz de nuestro pobre pueblo y hay que
escucharla.
Monseor Romero. La Reconciliacin de los hombres en
Cristo, proyecto de la verdadera liberacin Homilas, 1980.
I
Guerrilla por antonomasia te piensan,
te admiran las lenguas que extica te pronuncian
Arisca nostalgia de gorros frigios
estamos tatuadas estampas de iglesias,
volcanes que tiemblan
esos indios que apenas somos
Pas: cangrejos en cubeta
nacimos en golfo de cacadrilos
lixiviados del vientre citadino que pretendemos ser.
Nos negamos corifeos y figurantas...
Malaigres haigan divisado
centenarios telepates sentados
en el antro y la caverna!
Aloiste?
Hiena eres, desgracia;
palmarte deberas con tus murcilagos de autoestima
en el carcaal desas creaturas espectros de papel.
II
Tumbado como rama,
el templo siente cosquillas en las tiesas manos.
Al esqueleto le da risa su temor,
pero l tiene dorsos empalados de vergenza.
Oh, pobre espantjaro,
sos un globo con aire de plomo,
una vctima del espejo.
Colg los huesos y junt las manos,
que las telaraas del destino son idilios
homicidas de candelabros con cierto complejo de paredn.
Y as, triste telonero de calaveras,
la isla de tu esperma se inunda de incmoda religin.
Solo te queda un absurdo: entregarte a los clavos del rencor.
III
Yo,
escorpiones con mi lengua.
Ellos,
microbios engranados.
A m,
la envoltura, la risa, el nombre.
A ellos,
las manos, los dientes, la cara.
Mi cuerpo, mi alma, mi mente
son incapaces de pronunciar,
de baar esperanzas en miel...
Su tiempo, su calma, su vientre
no sirve de nada sirve, no,
ni como estircol ni como flor.
A m me llaman Muerto, porque en la cara telaraas,
porque en las sierpes el corazn...
Pero ellos tienen pus en los armarios,
larvas en las gavetas, dedos entre los dientes.
Yo los nombro Nada.
Ellos y yo somos uno.
Todos tenemos el infierno en los bolsillos.
La interioridad
... El hombre no es grande mientras no se mire por
dentro.
El Concilio, que inici para el mundo moderno desde el
corazn de la Iglesia, un humanismo nuevo, un humanismo
cristiano, nos llega a decir que desde su propia interioridad, el
hombre comprende que su vocacin ms alta es su intimidad
con Dios y que en el corazn de cada hombre, hay como una
pequea celda ntima, donde Dios baja a platicar a solas con el
hombre. Y es all donde el hombre define, decide, su propio
destino, su propio papel en el mundo. Si cada hombre de los
que estamos tan emproblemados en este momento entrramos a
esta pequea celda, y desde all, escuchramos la voz del
Seor, que nos habla en nuestra propia conciencia, cunto
podramos hacer cada uno de nosotros por mejorar el ambiente,
la sociedad, la familia en que vivimos. Y si todos los
salvadoreos, este domingo en que la palabra de Dios es la
palabra del amor, tomramos la resolucin, de veras, de vivir el
principal de los mandamientos y le diramos a la intimidad de
nuestro ser, su propia razn de ser, yo les aseguro, hermanos,
que este domingo marcara el cambio total y no habra
necesidad de esperar desde fuera, porque cada uno est
aportando desde su propio interior, lo que la patria y el mundo
necesitan.
Dcimoquinto Domingo de TIempo Ordinario. Homilas. 10
de julio de 1977
I
Uno es una babosa a la que se le untan memorias mientras
avanza por la vida.
Uno va coleccionando experiencias,
quebrando ilusiones, pariendo huesos...
y siente que no avanza, que no llega.
Uno va mirndose al espejo y deseando ser otro,
desparramando la baba de su alma
por la cocina, la biblioteca, el escritorio o los calzones...
preocupndose por el reflejo.
Uno va sin saber adnde
ni cundo ni cmo.
Solo va.
A veces empujado por otros.
A veces a costa de s mismo.
Y a veces ni siquiera eso.
Y va.
Y resulta que cuando deja de arrastrarse es demasiado tarde
para sacudirse cualquier cosa, incluso el peso de su propia
mierda.
Y es que uno, a fin de cuentas, es una babosa
a la que no le gusta hablar de dignidad.
II
Naves solitarias
somos
hormigas en un vagn del metro
somos
lobos aullando entre palabras
somos
pegamento de manadas devorando ladrillos
tumbando tumbas tumbadas
somos
solitarios
puntos suspensivos
vivimos
como navos
como vocales
que somos.
III
La punta del universo se clava en mi garganta.
Retumba tu voz en mis pestaas.
Mi alma timbra, tu vagina aprieta sus dientes,
posesa,
rabiosa...
escupiendo melancolas de amor y soledad.
Siento ganas de evaporarte, de eructar sonrisas en tu cara
Arrugas mis pasiones.
Con esos conjurados labios que matan al tiempo
salivas cuelgan las excusas de la traicin.
De ese aliento nacen los
nunca jams, los
recuerdos, los
pordioses, los
reclamos, los
graznidos...
Duele cerrar la puerta del apocalipsis que habita en mi rostro,
sacarme los ojos, cortinas
que brotan estrellas, cascadas de mis venas.
IV
Tengo manos de cangrejo.
Astilladas,
elctricas alacrnicas.
Mis dedos son intiles pinzas descascaradas
porel tiemporel uso, porel sexo.
Y las uas, corazas de huevo,
con las que arranco las espinas de mis pestaas,
envainan una va lctea de semillas,
cscaras de m,
mscaras de m.
Desconozco el rumbo de mis races.
Son tendones de mis ramas...
Son ramas de ceniza.
Pesan.
Enterradas como estn,
duelen.
Como dientes de sol.
Como el mar de donde vengo.
V
Rezan los elefantes en busca de bicicletas, rezan.
Siembran en el camino de onerosas vulvas venreas,
nocivas alertas de la moral,
carrizales de la adversidad.
As rezan los elefantes en busca de la verdad.
Flotan en telaraas,
tensando paquidermos espaciales;
beben peces con sus trompas
y los eyaculan como incienso en busca de soledad.
Oh, insensatas memorias,
glorias del olvido,
de ustedes es el cementerio que suean los elefantes que rezan
sobre las magnolias que muelen las bicicletas.
VI
Soy sombra,
cuerpo opaco, un manto de ausencia
tratando de caminar.
Mi alma es el vrtigo de las palabras que me gustara
pronunciar.
Y sin embargo, callo.
Espero una seal.
Un fuego que nazca de mis dedos para convertir mi lengua en
vino
y lamer mi oscuridad en los espejos.
Pero las sombras nunca ven la luz.
Ellas reptan preocupadas por la existencia,
van de pared en pared cuestionando siluetas de superficies
rugosas.
Se ocultan en agujeros, temerosas del sol,
con las piernas amputadas y cuellos de jirafas entre manos.
Soy una proyeccin invertida del cuerpo que aspira la luz.
Un objeto que habla de distorsiones.
Soy el gris de mi contrario,
la otra esencia de la sonrisa:
frgil reflexin monocromtica del ser,
estril figura de un hombre.
La violencia del amor
Esta es la meta hermanos, meta que sealaron los profetas,
meta que sigue sealando la Iglesia. Los enemigos, los que
tratan de que la Iglesia no hable, la desacreditan y dicen:
predica violencia, predica poltica, comunismo, son las
distorsiones del pecado. Pero quienes superando las fuerzas del
mal oyen a la Iglesia autntica, oirn siempre el eco de Isaas,
el eco de Cristo, el eco de los profetas. Jams hemos predicado
violencia, solamente la violencia del amor, la que dej a Cristo
clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus
egosmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre
nosotros.
Esa violencia no es la de la espada, la del odio; es la
violencia del amor, la de la fraternidad, la que quiere convertir
las armas en hoces para el trabajo. Qu hermoso llamamiento
podamos hacer aqu, hermanos, cuando el trabajo abunda en
nuestras campias no se vaya a convertir en odios, ni en luchas
ni en sangre. Desde el domingo pasado estoy clamando para
que las cortas de caf, de algodn y de caa, sean un canto de
alabanza al Seor. No esperando leyes, sino inspirando en el
amor de fraternidad que une a los dueos y a los trabajadores.
Que hagamos de nuestras campias un himno, que haga slo
con la generosidad con que Dios nos regala sus cosechas. Esta
es la meta, hacia esa paz caminamos.
Primer domingo de adviento. Homila 27 de noviembre de
1977.
I
Dnde esas lunas de madera,
las trompadas contra el suelo,
el galope entre tus dedos?
Dnde esos besos ahuecados,
los laberintos y el silencio?
Dnde?
Dnde las manos que acariciaban?
Dnde el consuelo?
Los besos, las noches...
Eran tantos, eran miles...
Las faldas, las rosas...
Dnde?
II
Qu es el amor si no rascar la miel de la esmeralda oculta
entres tus montes?
El amor, por tanto, es una siembra,
un pistilo explotando en tus caderas.
Y ante el ruido de mis piernas,
los pensamientos de ese amor serpentean en mi tallo,
para devorar la manzana y devolver a mi beso lo que muere
entres dos carnes,
con la esperanza de semilla,
con la advertencia de un proceso.
Eso, es el amor.
El amor alqumico,
filoso callado sordo.
Un amor que muerde entraas reversibles,
que navega sobre el tiempo y se condimenta con piedras.
Qu es el amor?, me preguntas.
Una postal.
Una palabra.
Un invento nuestro, te respondo.
III
S la noche, s la luz,
s la distancia de piel a sed.
S que el tiempo se dobla en esta cama, indigente, atmico.
S de lluvias que brotan
tierra
sal
bienestar.
Seme lleno de ratones sin tu llave.
Seme infancia bicicletas,
bal balsasesinos.
Lo s en la frente, como a un beso.
Lo s a mis pies, como a un gato.
Pero esta voz no es cuerda suficiente
para traerte atada a la cintura de mi boca,
ni mi lengua es la pcima venenosa
que espantar los cuervos de tu pecho.
Porque incluso sabindome muerto,
a fin de cuentas yo soy mezquina risa
de tu cresta
y t, escarcha de lunes a domingo.
IV
Muerdo los corazones de mi amante.
Dice que le gusta sentir mis dientes.
Meacariciaelpelo
mebesalosojos
suspiraminombre...
Algn da le confesar el secreto de mis encas.
V
Qu deleite tenerte
amartemorderte comerteperderte
buscarte hallarte
besartetomarte
matarte
y odiarte
punto y aparte.
VI
Si mis cardos cebaran cadenas,
se hundiran mis lgrimas en tus verjas,
lloveran mis calaveras
en los remolinos de tus sombras.
Si mis cardos,
si mis dioses,
si tus ojos que no miran dejaran de mirarme,
alumbraran tus das huraos
las tumbas desplumadas de mi paraso errante.
T, eres hermosa y trgica,
caprichosa columna colmena.
Eres las voces de una campana sin cuna
que cuajan cantos
y silencian el mundo.
Oh, alma ma,
si mis cardos,
si mis dioses,
si tus ojos que no miran dejaran de mirarme...
La iglesia, esposa de Cristo
El pensamiento est obsesionado. El amor Dios lo ha dado, por
eso es triste prostituir el amor. El atractivo del hombre y de la
mujer es un don de Dios, que se describe con rasgos tan divinos
en la Biblia misma que los hombres deban de pensar siempre
con respeto en ese atractivo, en esa obsesin, en esa bsqueda
del uno para la otra.
Y cuando llega la hora en que se creen suficientemente fuertes
para amarse para toda la vida, se rubrica la alianza. A muchos
tal vez se les hace difcil, como a mi se me haca tambin,
comprender cmo es eso de que Dios se enamora de la
humanidad. Tal vez nosotros varones sentimos una especie de
repugnancia de sentirnos como amados por un Dios, como si
furamos la parte femenina de ese amor. No tiene nada que
avergonzarse. Lo que quiere destacar aqu no es varn o
hembra, lo que quiere destacar es la alianza entre el amor
eterno y la humanidad creada por amor. Eso es lo que hemos de
ver. Cuando llegu a comprender que el matrimonio ms que la
conjuncin de dos sexos es una alianza de dos hijos de Dios,
comprend tambin lo que significa en el Gnesis: "hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza".
Una jovencita en un colegio me preguntaba una vez: A quin
se refiere, al varn o a la mujer? Y le dije: A los dos, porque el
hombre no est completo si no es cuando encuentra su
conjuncin en el otro sexo y su perfeccionamiento en el amor;
es entonces, cuando un hombre y una mujer se aman tan
entraablemente de poderse entregar el uno al otro para toda la
vida, cuando el hombre y la mujer son verdadera imagen de
Dios. Dios es amor y nunca el hombre y la mujer son imgenes
de Dios tan perfectas como cuando se aman. Cuando rubrican
esa alianza.
Trigsimo segundo domingo del tiempo ordinario. Homila
del 12 de noviembre de 1978.
I
Una corbata se viste de mujer,
vomita, se unta de estrellas
y se convierte en indicio de sol.
La veo reptando bajo mis zapatos,
hirviendo sobre el suelo,
lamiendo los hoyos de mi soledad.
Siento el retoo de su mirada sobre la plvora de mis manos.
Sacudo las palmas y doy espalda con cara.
Ella se traga a s misma y me lanza un beso que aletea contra
mi nuca.
Me abro la sien y guardo su aliento entre las resmas de mi Dios.
De pronto, silencio.
De pronto, un grito.
Presiento que el cielo va a desollar.
II
Y llegu donde esa mujer que llora
a invocar a la muerte.
Pero solo apareci el silencio de sus ojos.
Su cara llena de espejos golpe mi frente y desgran mi
nombre.
Me dijo: La luz cae sobre la lengua de los reptiles.
Yo sonre y pens en el sospechoso caf de esta maana.
Cuando extrao, nombro cosas sin sentido, repuse.
Ella continu:
La verdad mata. Dios es verdad,
entonces, l nos ha matado a todos, respond.
Mir bajo sus pies.
Un cadver le serva de alfombra.
Ola a infancia.
Vesta el odio de una bala.
La mujer que llora me abraz,
lami mis ojos, se trag mis penas.
Yo la mord buscando un beso, pero despert en vela;
mis dedos la buscaron en el aire...
slo encontr un rostro muro leyendo mi indiferencia.
III
Ma contralos rieles de lalmohada
fracturada porelfro delavoz
Ma lapiel desparramada
del tiempo digno quesilba pescuezos
Ma laboca y sucielo gneo
dondelas moscas lamen tuentrepierna.
Asco.
Conhambre continta. Conmigo.
Lambadas mugen contrel piso
la muerte que nosonre.
Amputadas crecen sombras
las flores quesemarchitan
Conrabia consorna. Consuelo.
Asco,
de m, de ti
delanochequenoscobija.
IV
La biblia a un lado de la cama,
El sombrero y las penas de costado...
La humedad de tus labios se expande por la habitacin
Y el dolor de la victoria aterriza en tus senos.
Apenas recuerdo tu voz,
Y lo que queda de mis labios en tu vaho.
Apagar cualquier grito de tu garganta con un beso
En tanto, la noche nos envuelva te cobijar con mi cuerpo,
Ahora expiran tus gemidos
Todo vuelve a la calma,
Todo vuelve a la cama,
Como siempre,
Como cuando te di las gracias y esas rosas marchitas que
dejaste sobre la mesa
V
Hoy tengo un mar en la garganta
y sobre el filo de la lengua, la noche.
Y brindo por los llantos dragados,
las alegras endorsadas.
Brindo por la ausencia morfa y el verbo de tu vagina,
brillante capica.
Hoy tengo los dientes molidos de tanto nombrarte
muerte.
MARTN LETONA
Nac en San Salvador, en 1980. Soy licenciado en
Comunicacin Social y fotgrafo aficionado. Trabaj como
periodista multimedia para los peridicos Contrapunto.com.sv,
El Faro.net, La Prensa Grfica.com y Clic.org.sv. Soy miembro
fundador de la Asociacin de Cine y Televisin de El Salvador
(enero 2010). Tambin, me gradu con ttulo de Mster del
Billingual MFA in Creative Writing de la Universidad Texas en
El Paso (UTEP), en 2013. Actualmente, soy cronista y
transcreador freelance. Adems de este ttulo, que has tenido la
gentileza de leer, he escrito una novela negra titulada Todas las muertes de Lzaro y un cuentario de nombre De todos los odios, el tedio. Ambos textos estn disponibles en Amazon, en la seccin de libros Kindle.