UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS POLTICAS Y SOCIOLOGA Departamento de Historia de las Ideas y los Movimientos Sociales y
Polticos
DEL IMPERIO A LA FEDERACIN: LA IDEA DE
EUROPA EN FRANCIA, 1800-1848.
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR
Nere Basabe Martnez
Bajo la direccin de la doctora
Mara Luisa Snchez-Meja
Madrid, 2010
ISBN: 978-84-693-1834-8
Del Imperio a la Federacin.
La idea de Europa en Francia
1800-1848 (Tesis Doctoral)
Nere Basabe Martnez
Directora: Dra. Mara Luisa Snchez-Mejia
Departamento de Historia de las Ideas y los Movimientos Sociales y Polticos
Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa
Universidad Complutense de Madrid
2009
2
When I came Into my parlour and sat down, and took my pen to write,
My Fairy sat upon the table, and dictated EUROPE.
Europe: a Prophecy, 1794 William Blake
El hombre europeo ha consistido en proyectarse, infatigablemente, hacia un mundo y una ciudad siempre en el horizonte, inalcanzable.
El paisaje europeo es puro horizonte; () la historia es puro horizonte.
La esperanza europea, 1942. Mara Zambrano
3
4
INTRODUCCIN13
1. De la geografa al mito: la idea de Europa en el tiempo...14
2. La idea de Europa en las diferentes escuelas historiogrficas.20 2. 1. Europa, un concepto poltico?..................................................................26
3. 1800-1848: un tiempo-bisagra36
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I. LA EUROPA DE NAPOLEN BONAPARTE:
ENTRE LA HERENCIA Y LA REACCIN
1. La Europa de Napolen41
1.1. Del testimonio del Memorial de Santa-Helena al debate historiogrfico..43
1. 2. Un Plan para Europa: sistemas en liza y esquematizacin peridica ..48
1. 3. Los medios e instrumentos de la poltica europea...51
1. 3. 1. Geopoltica...51
1. 3. 2. Las polticas jurdicas: el Cdigo Civil...57
1. 3. 3. Las polticas econmicas: el Bloqueo Continental.....61
1.3.4. Los hombres de la poltica imperial: ministros, diplomticos, ejrcitos64
1. 3. 5. La poltica dinstica ......71
1. 4. Ambivalencias nacionales e histricas..74
1. 4. 1. Enemigo o defensor de las causas nacionales....75
1. 4. 2. Continuacin o ruptura: de Carlomagno a la Revolucin..78
2. De la herencia a la reaccin87
2. 1. La Revolucin frente a Europa....87
2. 2. Contextualizacin intelectual: idea de Europa y proyectos europeos en tiempos
de Napolen..98
2. 2. 1. La Europa ilustrada..98
Bentham, Kant, Grres: evoluciones en el ideal de la paz universal109
2. 2. 2. El giro a partir de 1800...114
La Memoria poltica de Czartoryski (1803-1805).122
El Proyecto de paz general y perpetua de J. J. B. Gondon (1807)..127
Le Conservateur de lEurope de Marc-Antoine Jullien (1813)138
De la Rvolution Europenne de C. J. B. Bonnin (1815)143
3. Conclusin : Napolen, europesta ?........................................................150
3. 1. Napolen, hombre de paz..151
3. 2. El legado de Napolen...160
6
II. 1815: LA NUEVA EUROPA
Y LA EUROPA RESTAURADA
1. De la Europa del Imperio a la Europa de la Santa Alianza.169
1.1. El fin del Imperio....170
1.2. Las negociaciones de Viena y el Derecho Pblico europeo..177
1.3. La Santa Alianza..182
1.4. Conclusiones: la Europa restaurada.188
2. Una nueva mentalidad para una nueva Europa...197
2.1. El aliento romntico: Musset y el mal du sicle ..197
2.2. La Europa cristiana: Novalis, Burke, De Maistre, Chateaubriand.204
3. Proyecciones y proyectos europeos (1814-1815).220
3.1. Los liberales frente a Europa...220
3.1.1. La aportacin de Benjamin Constant.229
3.2. El Conde de Saint-Simon y la utopa pseudo-cientista de Europa238
7
III. LA DCADA DE 1820:
LA HISTORIZACIN DE LA IDEA DE EUROPA
1. Del espacio al tiempo. La nueva escuela historicista y Europa259
2. La historia, objeto del debate poltico..265 2.1. La Jeune France..268
2.2. De la historia antigua a a la historia de la Revolucin273
2.3. Perfectibilidad, progreso y civilizacin..278 2.4. Franois Guizot y la Historia de la Civilizacin europea..288 2.4.1. Una lectura poltica296
3. Grecia, nueva cuna de la civilizacin europea. La opinin pblica frente a la guerra de independencia griega (1821-1828)...301
3.1. Entre el Olimpo y el Cielo.
Miradas cruzadas: Chateaubriand, Constant o Victor Hugo.309
3.2. El debate en la prensa.316
3.3. Las primeras chispas del incendio325
4. De las historias en liza a la historia contrafactual. La inexorabilidad y el porvenir como destino comn.328
8
IV. POLITIZACIN DE LA IDEA DE EUROPA335
1. La poltica del rgimen de Julio336
2. La prensa de 1830344 2. 1. Los sansimonianos de Le Globe: la asociacin universal ..345
2. 1. 1. La vieja poltica....348
2. 1. 2. La nueva poltica..354
La nueva Santa Alianza359
El Sistema Mediterrneo...369
2. 2. LEuropen de Buchez: la federacin europea...377
3. La nueva poltica europea en sus textos...387 3.1. La crisis de 1840: punto de inflexin para los proyectos europeos...391
3.1.1. El resurgir de la paz perpetua410
4. Extranjeros en Pars: la Constitucin europea de Juan Francisco Sieriz..426
9
V. LAS REVOLUCIONES DE 1848
Y LA REVOLUCION EUROPEA
1. La Primavera de los Pueblos443
1.1. La Revolucin de Febrero...447
1.1.1. El Gobierno Provisional y su poltica europea...452
a) El Manifiesto a Europa de Lamartine..457
b) La causa polaca464
1.2. La Fraternidad de las naciones471
2. Fraternidad, democracia y repblica europea:
Europa en los hombres y los textos de 1848.473
2.1. Flicit de Lamennais..476
2.2. La fraternidad de los pueblos: Arnold Ruge y Giuseppe Mazzini.483
2.3. Ms all de la utopa: Henri de Feugueray y Victor Considrant..490
2.4. Las profecas poticas de Victor Hugo:
del Imperio a la Repblica europea.503
2.4.1. El movimiento de los Estados-Unidos de Europa 511
3. La popularizacin de la idea de Europa..516
3.1. Europa en la prensa y los manifiestos..518
3.1.1. El Diccionario Poltico de los hombres de la Repblica..527
3.2. La cultura popular: canciones e imgenes de Europa...533
4. A la sombra de la Revolucin fracasada:
Del Comit Democrtico Europeo a Proudhon.538
5. 1848: una revolucin europea? 550
10
11
CONCLUSIONES563
BIBLIOGRAFA571
ANNEXE (mention de Doctorat europen)...619
De lEmpire la Fdration (Rsum)....621
Lide dEurope en France, 1800-1848 (Conclusions).........635
Agradecimientos643
12
INTRODUCCIN
En plena revolucin de 1848, un Diccionario Poltico publicado en Pars y que
reuna las grandes firmas de los protagonistas de la flamante Repblica ofreca una
llamativa acepcin de la voz Europa que, en su significado poltico, comprenda
lejanos pases como Egipto, la India, o los Estados Unidos norteamericanos1.
Semejante definicin resulta sin duda llamativa para los lectores actuales, pero, lo era
igualmente para aquellos hombres que, en plena ola revolucionaria, luchaban por las
libertades del continente? Qu tipo de creencias as como de experiencias llevaron
a aquellos autores a considerar la India o Amrica territorios integrantes del espacio
europeo, o a proponer la ciudad de Alejandra como su capital futura? Y por qu, en
plena eclosin de los movimientos nacionalistas, tantos hombres compartieron la
confianza en una inminente unin europea?
Europa ha significado las ms variadas y diversas cosas a lo largo del tiempo: la
concepcin de un espacio habitado en comn, de una identidad colectiva y un proyecto
poltico que siguen siendo objeto de discusin todava a da de hoy. Esta polmica
alcanz altas cotas en el debate poltico de la primera mitad del siglo XIX, un momento
clave en el que la experiencia histrica del imperio napolenico y las novedades
1 La entrada Europa del Dictionnaire Politique, ou Encyclopdie du langage et de la science politiques, prologado por Garnier-Pags (1848), aparece firmada por el ministro de Asuntos Exteriores Jules Bastide, quien tambin apunta a una futura unin europea como fruto necesario del proceso histrico. Nos ocuparemos de este texto, as como de otros semejantes, con ms detalle en el ltimo captulo de este trabajo.
13
polticas revolucionarias impregnaron la reflexin acerca del sentido de Europa. El
trabajo que aqu se presenta tratar por lo tanto, a la luz de los acontecimientos y en el
contexto de la ebullicin ideolgica que constituyen estas primeras dcadas de siglo, de
desentraar el proceso histrico intelectual por medio del cual fue posible la gestacin
de este gnero de nuevos discursos en torno a esa entidad ficticia o no llamada
Europa.
1. De la geografa al mito: la idea de Europa en el tiempo
Europa, la princesa mitolgica raptada por Zeus, representa ante todo el
nombre del continente en que habitamos: en sus races etimolgicas se esconde el
lugar donde se pone el sol. Pero ya de por s como concepto geogrfico, Europa
resulta un trmino problemtico; Europa es una nocin altamente inestable, con unas
fronteras imprecisas o incluso mviles, y la dificultad de la delimitacin del espacio es
un problema que ya se plante en la antigedad, a medida que Europa fue abarcando
cada vez ms territorio2. Es un trmino robado a Asia, con una religin, un sistema
poltico que vienen de Asia3, y que sin embargo se reconoce sobre todo como
oposicin a ese otro continente (las luchas contra los turcos, de las Cruzadas a la guerra
de independencia de Grecia, iban a ayudar a configurar en buena medida la identidad
europea). Al mismo tiempo, frente al problema de su frontera oriental, de la
ambivalencia de Rusia (que precisamente con el Congreso de Viena entrar oficialmente
en el club de Europa, aunque siempre con matices), destaca el progresivo
desplazamiento de su centro hacia el oeste4: de ser un concepto en torno al
Mediterrneo pasa a ser un conjunto de pases del centro y el norte de Europa, y en
concreto, en este siglo XIX, a ser Francia su corazn, por la primaca cultural heredada
del tiempo de la Ilustracin y extendida a travs de la poltica de conquistas de
Bonaparte.
2 Gollwitzer, 1951, p. 162 3 Pokock, 2002, pp. 57 y ss. 4 The geographical concept of Europe has moved West (Pocock, 2002, p. 60)
14
Pero aqu nos interesa una idea de Europa que va ms all de su referente
geogrfico; un autor como por ejemplo Oliver Depr ha estudiado la dialctica europea
entre el lugar y su idea, identificando Europa precisamente como esa utopa, ese no-
lugar de Toms Moro; pues siendo su delimitacin geogrfica misma un problema, su
acta de nacimiento tampoco resulta clara: el surgimiento de Europa originariamente
como un mito griego la situara igualmente fuera del tiempo histrico. El hecho de que
no pueda definirse por lo tanto ni por su geografa ni por su historia, hace de Europa
por encima de todo una idea, afirma este autor5. Una idea adems de incontestables
dimensiones ticas y voluntaristas, configurada a lo largo de los siglos como la idea del
universal, la invencin de la diversidad en el corazn mismo de la unidad y su
asimilacin a la idea de libertad. Il est remarquable que lhomme dEurope nest pas
dfini par la race, ni par la langue, ni par les coutumes, mais par les dsirs et lamplitude
de la volont , afirmaba el poeta Paul Valry6. De esta manera, Europa se afirma de
golpe como una idea poltica revolucionaria7, que hace correr ros de tinta en la
actualidad y se presenta como una cuestin ineludible para los pensadores del
momento.
Identificar en qu consiste una idea colectiva de Europa significa tratar de
identificar sus implicaciones y las convicciones que encierra, las prcticas discursivas y
los distintos lenguajes que ataen a la identidad europea8 a lo largo del tiempo.
Histricamente, la identidad de Europa se halla estrechamente vinculada a una
concepcin de la libertad como el rasgo diferencial de las sociedades europeas (y como
su fin ltimo, en una concepcin escatolgica), una creencia que triunfa definitivamente
en el siglo XIX pero que arranca ya en la antigua Grecia9. La historia de la idea de
Europa acabara caracterzndose as por the history of belief that the constitutional
state, based upon representation and universal suffrage, is a determining feature of
5 Sinterroger sur lEurope revient en effet immanquablement sinterroger sur son ide. Le fait quelle ne puisse se dfinir par la gographie ni par lhistoire, par la langue ni par aucune particularit, (), le seul fait de sa pluralit forcent en convenir : si elle nest pas quelque chose , cest que lEurope est une ide (Depr, 2006, pp. 142-143). 6 Valry, 1924, p. 51. 7 Semprn y Villepin, 2006, p. 23. La vocacin de Europa habr sido siempre la de superar una y otra vez sus propias fronteras estrictamente geogrficas, la de marcarse sin cesar una nueva frontera espiritual (Semprn, 2006, p. 78). 8 Pagden, 2002, p. 1. 9 Un gnie de libert impulsado en la Grecia clsica, en opinin de Montesquieu, por las fronteras naturales que posibilitaban la existencia de unidades polticas de tamao medio o reducido (unidades polticas facilitadas por las determinaciones de un paisaje humanizado, paseable, en una de las caractersticas que Steiner -2005- concibe como fundamentales para esa idea de Europa).
15
European political life10; toda una lnea de pensamiento configurada a lo largo del
tiempo en la que formas como las monarquas absolutistas habran representado una
aberracin en el camino que va de la antigua Grecia y sus ciudades-estado a la Europa
de las naciones. Un espacio caracterizado adems diferencialmente como
eminentemente urbano, que desde los tiempos griegos no se reconoce ms all de los
muros de sus ciudades (ciudades de las cuales arranca precisamente gran parte de
nuestro vocabulario poltico, de poltica a civil o civilizacin), y que cubren el
mapa continental marcado por un persistente localismo; pero al mismo tiempo,
since the days of the Emperor Augustuss new Rome, there has been a vision of a
future in which Europe would acquire some kind of unity11. De esta manera se va
configurando un espacio poltico comn, que se afana en instaurar un orden jurdico
compartido por todos los europeos, del Emperador Justiniano a Napolen, y una
religin comn, la Cristiandad, que la dota como ningn otro poder de unidad cultural y
hasta lingstica, superando las fragmentaciones que sin embargo tambin la
caracterizan: Europa se presenta as, tal y como la define Curcio, uno de los clsicos en
el estudio de esta materia, como un objetivo histrico-cultural y no ya geogrfico, capaz
de reconciliar a la nacin con la humanidad12.
El tema de Europa es un problema ante todo de carcter histrico-espiritual, y
de su creacin ms peculiar, la filosofa (que en la concepcin clsica, abarca la ciencia,
como forma de conocimiento particular de esta regin del mundo). Desde esta
perspectiva Edmund Husserl situaba como tarea primordial de la filosofa la
reelaboracin del concepto de Europa en tanto que teleologa histrica de fines racionales
infinitos13, idea de Europa igualmente compartida por Hans-Georg Gadamer: esa unin
de la filosofa con la ciencia que convierte a los europeos en poseedores de un poder
fustico y de una conviccin de haber heredado la tierra, ser la que confiera a Europa
su unidad, segn Gadamer14 (y que, tal y como mantiene este autor, guarda estrecha
relacin con la experiencia histrica y la praxis poltica).
La percepcin de Europa como una entidad superior arranca desde bien
antiguo: el gegrafo griego Estrabn, del siglo primero, la describa como variada en
10 Pagden, p. 5. Esta caracterizacin poltica de Europa arranca efectivamente en Inglaterra tras 1648, y va de republicanistas como Jefferson, Rousseau o Kant a liberales como Constant, Guizot o Tocqueville, Humboldt, Stuart Mill o Manzini. 11 Pagden, p. 9. 12 Curcio, 1958, v. II, p. 579. 13 Husserl, 1990, p. 358. 14 Gadamer, 2003, p. 25.
16
forma y admirablemente adaptada por la naturaleza para el desarrollo de la excelencia
en hombres y en gobiernos15: la oposicin griega physis-nomos es algo que se ha resuelto
fundamentalmente slo en el mbito de Europa, lectura que podemos encontrar en los
textos de Hipcrates o Herodoto16; en la iconografa renacentista, a Europa se la
representa como una reina con Corona17; y ya en la contemporaneidad, esta imagen de
superioridad quedaba consagrada por el breve artculo de la Encyclopdie que Jaucourt
dedica a Europa, donde la describe como la parte del globo ms pequea por extensin,
pero la ms considerable por su comercio, su navegacin, su fertilidad, sus luces, su
industria, su conocimiento de las artes, las ciencias y los negocios18. Saint-Simon (del
que nos ocuparemos ampliamente en este trabajo), en Introduction aux travaux sicentifiques
du XIXe sicle (1808), trazara despus una historia mtica de la humanidad, que se habra
originado en una planicie llamada Tartaria, y de cuyas variedades de especie humana, la
europea sera la superior.
Como consecuencia de stas y otras definiciones de la naturaleza europea,
pronto acabara aadindose una dimensin ms a la concepcin de Europa: por un
lado, la idea regulativa de que los modernos Estados, una vez organizados en formas
republicano-constitucionales, pueden organizarse a s mismas en alguna especie de liga
(idea introducida por la Paz Perpetua de Kant, y explcitamente desarrollada, tal y como
veremos, en innumerables trabajos posteriores): The possibility of any kind of federal
structure, (...), was based upon the assumption of common political practices and
values19, y estos valores seran los de la repblica representativa y un Derecho pblico
comn, el derecho de gentes, nica forma de gobierno que hara posible la adopcin de
la constitucin cosmopolita kantiana y que hoy en da se ha convertido en un lugar
comn, si no en una idea normativa, del discurso de las relaciones internacionales. Se
pueden argir las debilidades empricas de tal planteamiento, pero eso no ha hecho
mermar su importante influencia en la creacin de la idea de la Europa contempornea:
the initial and prime objective of Europe as a political (and economic) conception is
to ensure peace20, y es que paradjicamente Europa va construyndose a golpe de las
conmociones que suponen las guerras sucesivas que dividen y asolan el continente,
15 Estrabn, Geografa, Libros I-II, 1991. 16 Gollwitzer, 1951, p. 162 17 Cesare Ripa, Iconologa, 1603, Sebastin Mnster, Cosmographia, 1588, etc. 18 Jaoucourt, 1967 (1751-1780), v. 6, p. 212. 19 Pagden, 2002, p. 6 20 Pagden, 2002, p. 7.
17
desde la guerra de los Treinta aos a las grandes Guerras del siglo XX, pasando por las
guerras napolenicas.
La idea de Europa contempornea encuentra sus races pues en la resolucin del
conflicto. Si el Tratado de Westfalia puso fin a las guerras confesionales, consagrando
en adelante la primaca del poder secular, el Tratado de Utrech de 1713 concluy, en
palabras de Pocock, a Europe that had outgrown barbarism, fanaticism, and
conquest, and in its place established a republic or confederation of states held together
by treaties to which wars were merely auxiliary, and by a common system of civilized
manner communicated everywhere by commerce21. Se consagra as la bsqueda
perenne de un ideal de paz eterna y universal, al mismo tiempo que va cerrndose el
concepto de Europa, excluyendo sucesivamente otros trminos de su definicin, como
el de barbarie, conquista, despotismo o guerra. La paz mundial constitua ya un objetivo
en Erasmus o Juan Luis Vives, en los proyectos de Sully o Cruce o en el ms inmediato
del abad Saint-Pierre, antecesores del de Kant, pero ni sus propios autores los tomaban
no obstante seriamente en consideracin como proyectos polticos practicables, sino
que constituan ms bien ideas regulativas. Junto a la sociedad de la paz, emerge
simultneamente el ideal de la sociedad comercial, con lo que ya desde finales del siglo
XVIII va pareciendo posible que Europa aspire a una herencia comn, a cierto sentido
compartido acerca de s mismo; lo que Edmund Burke llamara the great vicinage of
Europe, o el Marqus de Mirabeau, luniverselle confraternit du commerce.
Y sin embargo, la segunda consecuencia inmediata de toda esta concepcin
europea, su gran peligro, es la tentacin imperial, sombra que parece planear siempre
por encima del ideal: Kantian cosmopolitanism had its origins in an ambition to
transmutate, to transvaluate, the older European imperial ambitions22. Y es que
detrs de los ideales, se esconde la sospecha sobre las posibles amenazas que pudiera
albergar el proyecto kantiano, haciendo del cosmopolitismo, en la prctica poltica, una
idea de dominacin imperial. Napolen se ve as como heredero de la Revolucin, y a
travs de sta, de los principios y valores del proyecto ilustrado de paz, emancipacin y
civilizacin universal; pero su unidad europea, concebida bajo el mando de una nica
soberana (al igual que el imperialismo proto-germnico), acabara saqueando aquellos
principios de paz y libertad que hemos venido definiendo como propios de la idea de
Europa. Otro gnero de proyectos para Europa iban a tomarle inmediatamente el 21 Pocock, 2002, p. 66. 22 Tully, 2002, p. 358.
18
relevo, comenzando a concebir entonces una identidad que no es radicalmente idntica
a si misma, un pluralismo como sucesor del cosmopolitismo kantiano, que se atribuye
como tarea principal la difcil necesidad de renunciar al legado imperial que nos ha
hecho sin embargo lo que somos23. La nostalgia del imperio, el anhelo por reintegrar una
supuesta unidad originaria perdida, que cubri toda la era pos-romana y medieval (la
Europa de Carlomagno, la Respublica Christiana) y cuyos brotes perduran hasta bien
entrado el siglo XX y sus totalitarismos, haciendo de Europa el escenario perpetuo del
traslatio imperii, sigue constituyendo todava hoy un desafo a superar, tal y como
defiende Sloterdjik24.
Consecuencia de aquellos brutales intentos de unidad y de la barbarie de la que
demostr ser capaz, ya en pleno siglo XX, la civilizacin europea, supuesta cultura de
la razn, los presupuestos de la idea de Europa sufrieron un radical cuestionamiento,
que desemboc en una crisis de identidad. Lide dEurope tait une notion morte,
une ide, une rminiscence, qui naissait aprs la disparition de lEurope 25 ; y sin
embargo, esta supuesta muerte no hizo sino acelerar, como quedara demostrado muy
pronto, la urgencia de construir una Europa unida, y la necesidad de afrontar la crisis de
la idea europea desde nuevas perspectivas capaces tambin de integrar la violencia y la
destruccin, y hacerle frente. No es casual pues la fecha y las circunstancias en que
Husserl, en pleno ao de 1935 y en el Crculo Cultural de Viena, a las puertas del
desastre, imparta su famosa conferencia acerca de la crisis de la humanidad europea,
en la que persista, pese a todo esperanzado, en su afn por reivindicar la idea de
Europa con respecto a sus posibilidades y su destino. Algunas dcadas despus, Jan
Patocka, discpulo de Husserl y que asisti en Viena a aquella conferencia, publicaba en
1976 sus Ensayos herticos, donde inclua tambin un texto en la lnea del maestro,
Europa y la herencia europea, que constituye una de las incitaciones contemporneas
ms potentes, audaces y libres a pensar Europa, a tomar el espritu europeo como
criterio y objeto de la praxis poltica.
Madre de la modernidad26, idea refugio como la defini Lucien Febvre,
lEurope restera toujours une tche 27 ; y Moscovici, Secretario de Estado de Asuntos
23 One of the objectives of the projects to unify Europe that emerged in the post-Napoleonic era was to undo the deleterious effect of Westphalia while preserving the peace that a Europe of Treaties had been able to achieve, if only precariously (Pagden, 2002, p. 13). 24 Sloterdijk, 2003. 25 Robin, en Gilli, 1994, p. 37. Al tema de la crisis de la idea de Europa dedic Raymond Aron un artculo en 1976, ao precisamente tambin del texto de Patocka. 26 Sloterdijk, 2003, p. 42.
19
exteriores en el gobierno de Jospin, describa as esa concepcin de Europa como
proyecto y tarea siempre en marcha: LEurope reste () le seul projet politique quon
puisse proposer aujourdhui au sens noble du terme. Cest la partie projective du
politique28. De naturaleza proyectiva, s, pero tambin heredera de una gran tradicin,
la idea de Europa se presenta como smbolo de una memoria y una experiencia29, lieu de
mmoire por excelencia, formada de palabras y de gentes y que, pese a las crisis, an no
ha perecido, tal y como defiende Steiner: Mientras haya cafs, la idea de Europa
tendr contenido30.
2. La idea de Europa en las diferentes escuelas historiogrficas
La tarea de definir la propia unidad de anlisis resulta de por s controvertida
para los estudiosos de la historia del pensamiento poltico31; la historia de las ideas, tal y
como la concibi Lovejoy, se encuentra adems ante la dificultad de definir qu sea una
idea: se trata de un concepto, un conjunto de creencias, un acto del pensamiento, una
teora, una imagen o bien de una ideologa?32 La idea de Europa, enigme sans
solution 33, se ve especialmente aquejada por esta ausencia de precisin y de consenso,
hasta el punto de haber llevado a muchos historiadores contemporneos a abandonar la
bsqueda de todo criterio de europeidad, a falta de resultados precisos34. La literatura
sobre Europa, en todo caso, ha distinguido tradicionalmente entre imgenes de
Europa (Europabild, en tanto que representaciones de un espacio imaginario),
identidades o conciencias europeas (como afiliacin y auto-reconocimiento), e ideas de
Europa (en tanto que concentracin de significado).
27 Depr, 2006, p. 150. 28 Moscovici, 2003, p. 122. 29 Semprn, 2006, p. 227. 30 Steiner, 2005, p. 41. 31 Del Zeitgeist de Dilthey, los discursos de Foucault, las ideologas de la Escuela de Frankfurt, las creencias de Bevir o las unit-ideas de Lovejoy a las intenciones de Q. Skinner, los lenguajes polticos de Pocock o los conceptos de Koselleck, muchos han sido los diversos enfoques metodolgicos (con diferentes objetos de anlisis privilegiados) que se han aplicado a este campo de estudio. 32 Talmor, 1950, p. 66. 33 Sloterdijk, 2003, p. 49. 34 Il est inutile de prtendre dfinir une sorte didentit essentielle de lEurope (Schaub, 2008, p. 13).
20
Todas estas diferentes lgicas de reconocimiento de la existencia de determinada
entidad, que implican lgicas de pertenencia, exclusin o inclusin, imaginarios
colectivos basados en la experiencia as como aspectos de carcter ms conceptual y
normativo sirven para trazar una til taxonoma metodolgica35; en la prctica del
anlisis, no obstante, la diferenciacin entre los tres estratos mencionados del discurso
europeo no resulta tan ntida, por lo que todos esos aspectos tendrn cabida en este
trabajo, en mayor o menor medida, y siempre con especial atencin, eso s, al ltimo
aspecto, aqul del significado (sin perder de vista tampoco, eso s, las crticas a las que
han sido sometidos semejantes mtodos de aproximacin). La idea de Europa ha sido
en todo caso abordada desde distintas perspectivas por las principales escuelas en la
historia de las ideas, cuyas aportaciones ms significativas vale la pena exponer, siquiera
brevemente, a continuacin.
Los estudios ms clsicos en historia de las ideas se centraron en su gran
mayora en la tarea de trazar genealogas entre conceptos, autores y escuelas de
pensamiento, limitndose, tradicionalmente, al estudio de una serie de autores
cannicos, basndose en un anlisis literario de los textos. Desde este enfoque, Europa
se presentaba como una entidad orgnica no-problematizada o cuestionada,
privilegiando en la narracin las lneas de continuidad sobre las rupturas o puntos de
inflexin, del mismo modo que se haca patente una insuficiente contextualizacin
histrica o consideraciones interpretativas de ms largo alcance. En la explosin del
gnero que sigui a la II Guerra Mundial y acompa los primeros pasos hacia la
integracin europea, volcados en ese ambiente de entusiasmo generalizado por el nuevo
proyecto de unificacin, muchos historiadores se aprestaron, con vocacin ms irenista
que crtica, a fundar la genealoga de esa idea llamada Europa en perspectivas de longue
dure ( que a veces comprendan veintiocho siglos, como en la obra de Rougemont), con
afn de apuntalar las bases de una tradicin que en esas dcadas comenzaba apenas a
ver la luz (y legitimar de paso la futura integracin)36. Trabajos en muchas ocasiones
brillantes no obstante, que rescataron a la luz numerosos textos y autores hasta
entonces relegados, y que siguen resultando pese a todo hoy una rica fuente no
35 Otra propuesta taxolgica es aqulla propuesta por Kaelble, quien distingue tambin tres tipos de aproximaciones: las que se remontan a la Edad Media, las que enfatizan la naturaleza pluralista, y las que focalizan sobre la va de la integracin (Kaelble, 2004, pp. 58-63). 36 These Europe histories of the 1950s wanted specifically to draw a direct line from the ninth Century to the period of integration following the Second World War (Mikkeli, 1998, p. 235).
21
despreciable, con estudios pioneros como el De Gonzague (1944), Lucien Febvre
(1945), Chabod (1947), Gollwitzer (1951), Dez del Corral (1954), Curcio (1958),
Rougemont (1961), Duroselle (1965), Bernard Voyenne (1964) o Hay (1968)37.
El trabajo seminal de Quentin Skinner iba a suponer no obstante, a finales de la
dcada de los sesenta, una revisin si no frontal ataque a estos estudios clsicos de
la historia de las ideas y a la disciplina en s38; Skinner reprochaba en l a los autores
clsicos las maniobras anacrnicas afanadas en plantear cuestiones del presente a
textos del pasado no concernidos por las mismas, fundando falsos debates filosficos
de carcter atemporal e imprimindoles una coherencia espuria; reconciliando
diferencias, creando una historia de carcter evolutivo de los grandes paradigmas
ideolgicos (una continuidad que slo habra conocido enriquecimientos progresivos)
en base a un corpus cannico de autores ms o menos arbitrario. Las crticas han sido
desde entonces numerosas39, y en lo que respecta a estos primeros autores de la historia
de la idea de Europa se han centrado preferentemente en su abdicacin ante el mito de
los orgenes y la tentacin de sealar precursores y padres fundadores para una unin
europea avant la lettre.
Contra esta atemporalidad en el tratamiento de las ideas iba as a reaccionar la
Escuela de Cambridge (del propio Skinner a James Tully), abordando las ideas polticas,
no ya como hechos fenomenolgicos, sino como productos enraizados histricamente
en su contexto social, poltico, cultural y lingstico (ideas in context); texto y contexto
han de ser estudiados as de forma complementaria, y en ese sentido, el uso discursivo
de las ideas adquiere un lugar preeminente en el anlisis, inseparables por tanto de la
accin y la intencionalidad que dirige tales discursos40. La instrumentacin o funcin de
37 No todas estas aproximaciones se parecen, no obstante, y as, mientras Denis de Rougemont reclamaba esos 3.000 aos de historia de la idea de Europa, Duroselle, por el contrario, expona La idea de Europa en la historia, alegando que la idea de Europa contempornea, surgida en la inmediata posguerra y como fruto de la misma, es una construccin radicalmente nueva, resultado de una experiencia histrica igualmente indita y que en nada se parece a experiencias y construcciones anteriores. 38 Skinner: Meaning and Understanding in the History of Ideas, artculo aparecido en 1969 y recogido en 2002. 39 Rosanvallon seala as a la dificultad clsica de superar los lmites estrechos de la historia de las ideas, y apuesta para ello por considerar una obra como situada en el campo problemtico sobre el que trabaja. Las ideas no existen en ese sentido ms que como intentos de respuesta a cuestiones que se plantean, tentativas de reestructurar el campo de lo posible y de conjurar la historia a travs de la formacin de representaciones de lo social y lo poltico que reestructuren su inteligibilidad. Las ideas pasaran as a ser infraestructuras, en las que se disuelve el corte entre el mundo real y la representacin del mismo, tal y como apunta Skinner, y perspectiva en la que dice inscribirse Rosanvallon (1985, p. 266). 40 Isaiah Berlin se lamentaba precisamente de que la historiografa inglesa ha prestado tradicionalmente escasa atencin a la Historia intelectual, y reivindica que la controversia acerca de la relacin entre ideas y acciones es una cuestin viva, que s ha sido estudiada en otros pases con ms detenimiento pero que en Inglaterra slo se han ocupado de sus conclusiones ms que de sus mtodos (Berlin, 1979).
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legitimacin que sufre el uso discursivo del concepto de Europa, en tanto que respuesta
a los desafos provocados por los cambios polticos y sociales posrevolucionarios,
resulta as desde esta ptica un aspecto del anlisis insoslayable, que ha de prestar igual
atencin a su contenido semntico como a los propsitos que encierra; discursos en los
que apelar a Europa, en fin, tal y como veremos, sirve tanto para criticar el despotismo
desde una ptica crtica ilustrada o liberal, como para legitimar el orden anterior,
posteriormente restaurado en 1815, y que hacen en ltima instancia de Europa un
verdadero concepto en liza si no directamente un arma de batalla.
Las dificultades, no obstante, de desentraar la intencin oculta de un autor, no
siempre al alcance de la mano por el contexto, amn de las inherentes dificultades de
limitar el contexto pertinente que corre el riesgo de otro modo de extenderse al
infinito, as como de identificar los aspectos determinantes de ese contexto, han
hecho recaer igualmente no pocas crticas sobre esta metodologa41, que en ocasiones
corre el riesgo de extraviarse en sesudos estudios de reconstruccin contextual como un
fin en s mismo, un trabajo de anticuario que, centrndose en el caparazn, olvida la
perla que esconde dentro42.
Otros autores se han inclinado por abordar la cuestin de Europa desde
aproximaciones discursivas y constructivistas; para Delanty o Strath, Europa constituye
tambin una comunidad imaginaria en el sentido andersoniano, una tradicin fruto de
la invencin sometida a una constante deconstruccin y reconstruccin en el flujo de
discursos rivales; concepto ambiguo y contradictorio por lo tanto, sometido a
constante negociacin y a los distintos espejos en los que se refleja43. Bo Strath, al
analizar los discursos europestas, distingue entre discursos conscientes y de orden
reflexivo (en planes de paz perpetua, proyectos de unificacin poltica y dems utopas)
en los que apelar a Europa adquiere una dimensin normativa-prescriptiva, como ideal
moral, misin o llamamiento a la movilizacin, frente a otros discursos donde, de
manera inconsciente y tal vez sin nombrarla, articularla o discutirla abiertamente, la
idea de Europa permanece pese a todo como referencia o contexto de otros
argumentos narrativos; Europa, as, servira como categora analtica para la
41 Crticas de la que Skinner trata de defenderse: It is true that my work is as historical as I can make it. But it is nevertheless intended at the same time as a contribution to the understanding of our present social world (2002, p. 6). 42 Diggins, 1984, cit. en Eggel, 2008, p. 8. 43 Strath, 2000; Rougemont argumenta en el mismo sentido que investigar sobre Europa es construir Europa (1963).
23
comprensin. Para Delanty, por su parte, Europa es una realidad de formas
cambiantes histricamente construida, subrayando que lo europeo slo se convierte en
tal bajo el prisma de la mirada retrospectiva, como imagen tergiversada de la
Modernidad44.
Objeto pues de narrativas concurrentes que se enfrentan por su definicin, la
perspectiva constructivista implicara prestar especial atencin a los cimientos
estructurales y tecnolgicos de tales discursos, determinando qu grupos los controlan,
sus vas de comunicacin y distribucin, y ponderndolos con discursos alternativos
en la senda abierta ya por los estudios de Foucault, puesto que no slo ostenta poder el
productor de un discurso, sino tambin su intrprete; y es que, en tanto que idea e
identidad colectiva construida, Europa refleja distribuciones discursivas de poder y por
ello, constituye un indicador relevante para otro gnero de rupturas histricas.
A estas perspectivas discursivas y estructurales en general se les ha reprochado
sin embargo un exceso de tecnificacin, que corre el riesgo de caer en un
reduccionismo lingstico, tal y como apunta Chartier45, que deshumanizara los
discursos polticos, haciendo de cada autor, privado de toda libertad creativa, un mero
rehn del lenguaje46. Frente a ellos, aproximaciones de carcter ms literario47 han
tratado de reivindicar nuevamente la capacidad visionaria de perfilar activamente su
propio tiempo que muchos de esos autores histricos detentan, reivindicando as las
fundamentales contribuciones poltico-literarias de un Napolen, un Mazzini o un
Victor Hugo, en tanto que proveedores de un outillage mental48 capaz de articular la idea
de Europa ms all de los distintos contextos histricos, volviendo en buena parte as a
la metodologa de los historiadores de las ideas clsicos49.
44 Delanty, 1995, p. 3. 45 Chartier, 1982, p. 24. 46 Eggel, 2008, p. 9. 47 Von Essen, 2000, Conter, 2004, Ltzeler, 1998, etc. Sloterdijk ha destacado igualmente el papel de estos visionarios, que con sus textos vienen a iluminar el horizonte: La perspective dune nouvelle cration de forme politique, au-del de lEmpire au-dessus des Etats-nations, avec les tats-nations-, fait apparatre une ralit : la politique du futur dpend dans une large mesure dune modernisation de la fonction visionnaire ou prophtique de lintelligence (Sloterdijk, 2003, p. 77) ; Pour nous, la nouvelle politique commence avec lart de crer des mots qui dsigneront lhorizon aux hommes qui voguent sur le navire du rel (2003, p. 93, en relacin con la necesidad de convertir el translatio imperii hoy en un no-imperio europeo). 48 Febvre, (1944) 1999. 49 Y perspectiva que, en cierta medida, casa bien con lo reclamado por Lucien Jaume, de tomar los textos en consideracin no como productos de una ideologa, sino como productores de la misma (Jaume, 2006, pp. 519-537).
24
Pero lo cierto es que un hecho se convierte en tal por su significado, que es una
categora eminentemente interpretativa50. Desde el Gnesis, ser equivale a ser nombrado,
lo que supone un proceso de insercin en el logos, debate que continu en la Edad
Media con la querella entre nominalistas y realistas. Paul Ricoeur llam ya la atencin
sobre la relacin entre el proceso de construccin del acontecimiento y su narratividad,
y Foucault seal a la prosa del mundo como la tarea de atribuir un nombre a las
cosas y nombrar su ser en este nombre, haciendo del discurso lugar de la ontologa y,
de toda representacin, filosofa, es decir, teora del conocimiento y anlisis de las
ideas51. Al mismo tiempo, si la realidad es sobre todo lenguaje, ste tampoco permanece
aislado, y no puede entenderse si no es en su contexto histrico y social; el discurso se
articula adems en una cadena de conceptos que tambin ellos poseen una historia
propia. El giro lingstico y hermenutico de la segunda mitad del siglo XX no han
hecho sino intensificar esta perspectiva: en la encrucijada entre lenguaje, historia y
poltica, predomina hoy un generalizado acuerdo acerca del estatuto histrico-
lingstico de las ciencias sociales52.
Aplicado a la idea de Europa, esta visin ayuda a precavernos de discursos
reductores acerca de mitos fundadores, as como de lecturas ontolgicas y esencialistas
acerca de Europa como un a priori dado. En aras de identificar el significado de una idea
de Europa, hemos de tener especialmente presentes las prcticas discursivas y los
diferentes lenguajes relacionados con la identidad europea. En palabras de Pocock, en
vez de preguntar Qu es Europa? el interrogante a plantear debera ser por el contrario
What do we mean by Europe? 53, qu queremos decir cuando utilizamos el trmino
de Europa? Y es que Wittgenstein ya seal que los problemas filosficos, una vez
convertidos en problemas lingsticos, no encuentran su solucin sino su disolucin,
por lo que la filosofa consistira fundamentalmente en una investigacin gramatical,
donde cuestiones como qu es el tiempo?, Qu es el color? se vean sustituidas
50 For the historian as for the novelist, many crucial events are moments of human understanding, interpretation, cognition. The difference between an event and a non-event lies not in the empirically measurable, outward scale of the happening, but in its significance significance as of then and as of now. And significance is a category less of materiality than of interpretation (Martin Swales, 2004, p. 54). 51 Foucault, 1991, p. 83-125. 52 La lingisticidad y la historicidad son dos dimensiones inherentes a eso que llamamos de manera abreviada el mundo, la experiencia, o la realidad social (Fernndez Sebastin y Fuentes, 2004, p. 12). 53 Pocock, 2002, p. 55
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por las ms exactas En qu sentido utilizamos el trmino tiempo?, En qu
circunstancias decimos color? 54
Desde una pluralidad sin dogmatismos55, una lectura histrica del concepto,
cuya narracin evite toda lgica teleolgica y armonizadora, nos har darnos cuenta de
que la idea de Europa es ms fruto del conflicto que del consenso56 (cuya
problematicidad se muestra patente desde el mismo momento en el que se le confiere
una definicin sin embargo altamente consensuada como la de unio multiplex)57. Y
problematizar e historizar la idea de Europa, tomando conciencia de su carcter como
fenmeno eminente del lenguaje y el discurso a lo largo del tiempo, nos lleva al campo
de la historia de los conceptos, escuela que ha sabido aunar el historicismo y la
hermenutica con la historia socio-poltica o la semntica histrica.
2. 1. Europa, un concepto poltico?
Aunque el concepto de Europa no aparece en el famoso Geschichtliche Grudbefriffe
de Koselleck, y a pesar de que la Encyclopdie de DAlambert y Diderot, el primer gran
diccionario de los tiempos modernos, lo recoge tan slo en su acepcin geogrfica, cabe
preguntarse si Europa no constituye realmente una categora poltica de primer orden.
Algunos autores, desde la dcada de 1960, vienen al menos reclamando esta adscripcin
y lamentando semejante ausencia bibliogrfica; el italiano Federico Cellina, por ejemplo,
en su libro acerca del europesmo napolenico (1961), subraya la importancia de la
empresa de dar al concepto de Europa una definicin asunto no abordado hasta
entonces por la historiografa, condicin previa necesaria para cualquier estudio
54 Wittgenstein, 1988, prop. 90 y ss. 55 Jaume, 2004, p. 129. 56 Delanty, 1995, p. 2. 57 Frmula vaca sta de la unidad de sus diferencias, el conjunto de sus contradicciones, en opinin de Slotjerdijk (2003, p. 50), pero que se repite una y otra vez en historiadores destacados como Rougemont o Gollwitzer; Le Goff describe por ejemplo la longue dure europea como un proceso dialctico entre los esfuerzos por la unidad y aquellos otros por el mantenimiento de la diversidad (1994, p. 62), y como l, otros muchos.
26
subsiguiente en torno a la idea de Europa58. En sentido idntico, H. D. Schmidt
sealaba esta flagrante ausencia en los estudios sobre la materia, y lo haca incluyendo
una relacin verdaderamente exhaustiva de las publicaciones aparecidas hasta la fecha,
afirmando la necesidad de una herramienta sin la cual, toda historia de la idea de
Europa, est condenada a fracasar a la hora de determinar el momento y las
circunstancias que condujeron a la adopcin de Europa como smbolo de inters
poltico:
Political and historical studies are still severely handicapped by the absence of
an historical dictionary of political terms and slogans. () the process of critical political self-understanding and education lacks a vital tool. The great philological dictionaries () are of little help (). International links, historical perspective, and political sensitivity can be found in no dictionary of the English, French, or German language. Littrs French dictionary notes that Europe is the name of a number of heavenly bodies and plays a part in Greek mythology. The Oxford English Dictionary, on the other hand, treats Europe as a proper name and omits it altogether. Without the benefit of competent lexicographical guidance the intensive historical study of the idea of Europe, which has been carried out for the last twenty years, has failed to discover the time and circumstances which led to the adoption of Europe as a symbol of political interest.59
Ya antes del propio surgimiento de la corriente de historia de los conceptos tal y
como la conocemos hoy fundamentalmente, la Begriffgeschichte, Schmidt apuntaba
as, en este notable artculo, a algunos de los aspectos ms relevantes de la compleja
conexin entre la historia, el lenguaje y la poltica, y que hacan, en su opinin, necesaria
la tarea de un gran diccionario histrico-poltico que se ocupase de la relevancia de
poder abordar de una manera crtica la auto-comprensin de los propios actores, el
inters de una aproximacin a los vnculos internacionales desde una perspectiva
histrica y, especialmente, la posibilidad de dar cuenta y subrayar las divergencias
ideolgicas que surgen en el debate poltico aunque recurra al mismo lenguaje.
The history of a European identity is the history of a concept and a discourse,
afirma Bo Strth, sosteniendo mi tesis de que el concepto de Europa, ms all de su
calidad de nombre propio para un lugar geogrfico, cumple ampliamente las
58 La letteratura europeistica non si in effetti molto occupata di definire il concetto dEuropa e cosi quegli altri concetti di conscienza europea ed idea dellunificazione europea di cui pi oltre si dovr determinare il significato. (...). Si presenta invece senzaltro necessario di affrontare decisamente la questione della definizione di tali concetti. Essi infatti, ed in specie quello dEuropa, proprio esprimono lideale premessa da cui mouve leuropeismo e cos langolo visuale dal quale prende di necessit la mosse qualsiasi studio europeistico (Cellina, 1961, nota en p. 17). 59 Schmidt, 1966, p. 172. Cabe destacar que estos trabajos fueron publicados con anterioridad al Geschichtliche Grundbegriffe, y de ah la reclamacin de un diccionario que incluya estos trminos en su sentido poltico.
27
condiciones histricas de un verdadero concepto poltico, una idea poltica y una
poderosa metfora movilizadora60. Por su amplio espectro de significados as como
por su carcter proteico, no cabe duda de que Europa puede ser considerado un
concepto poltico, un verdadero Grundbegriff, y as lo han visto otros numerosos autores,
empezando por el clsico Gollwitzer, como los ms recientes Heffernnan, Delanty,
Den Boer o Eggel61.
Los conceptos polticos y sociales, lejos de presentar un nico y determinado
significado, han sido histricamente formados como un campo de batalla en el que se
despliegan diferentes definiciones concurrentes, diferentes formas de entender la
realidad y sus posibilidades de transformacin (puesto que incluyen, ms all de una
estricta referencia a lo ya existente, una determinada voluntad de futuro). Tal y como
seala Melvin Richter, in contestable concepts, disagreements form an indispensable
part of the meaning62. Los conceptos conforman as un elemento lingstico clave en
la lucha poltica63. En tanto que unidad analtica, los conceptos polticos se caracterizan
por su multivocidad, su ambigedad, su historicidad y contestacin, as como por su
concentracin de significado; y en ese sentido, Europa constituye tambin un concepto
polvoco64, cuyo sentido responde a diversas estrategias: el xito de la voz Europa no
60 The meanings of Europe are a discourse of power on how to define and classify Europe, on the frontiers of Europe, and on similarities and differences. The idea of Europe became, historically and sociologically, a political idea and mobilizing metaphor (Strth, 2002, p. 388). 61 Pomian : lEurope a toujours t investie de contenus multiples, diffrents, parfois incompatibles et dont les poids respectifs, les manifestations et les effets se transforment dans le temps et varient dans lespace (1990, p. 7). Wintle : Europe is a concept in constant flux, defined by what groups of people think it is at any given time (1999, p. 38); Pocock: it constantly meant different things to different people (1994, p. 333), etc. 62 Richter, 2000, p. 138. Una de las ventajas de la Begriffgeschichte es su capacidad de combinar una aproximacin diacrnica, al abordar los cambios de significado a lo largo del tiempo, con una aproximacin sincrnica, al permitirnos estudiar la variedad de significados que un concepto puede tener en un periodo dado; sin perder de vista los contextos lingsticos y socio-polticos (condiciones epistmicas y estrategias discursivas, frente al anlisis filolgico aislado Bdeker, 1998, p. 63-), esta metodologa puede ayudarnos a comprender las controversias conceptuales y sus transformaciones en trminos ms amplios que aquellos del significado. 63 Palonen, 2003, pp. 37-38 64 As lo ve Foerster (1967, p. 8): Europa es un concepto polvoco. Segn se trate de la historia geogrfica, cultural o espiritual, adquiere un contenido distinto. Se delimita a s misma en los conceptos de oeste, occidente, Abendland; todos estos conceptos son muchas veces utilizados como sinnimos. Sin embargo, Europa, en razn de su importante distintivo -el particularismo-, podra tomarse como un concepto contrario a Occidente-Abendland, cuyo ideal estaba constituido por la unidad. Mientras que Occidente, en tanto que continuidad comn cristiana del Imperio Romano, se hallaba todava dentro del desarrollo evolutivo de la idea de reino mundial, que gui desde Alejandro Magno hasta la cada de las ltimas instancias de poder universales de la Alta Edad Media Imperio y Papado-, Europa, por el contrario, descansaba tambin sobre ese desarrollo, pero desenvolvindose segn principios completamente autnomos. Por tanto, designamos como Europa unitaria al grupo de Estados soberanos que surgieron tras la expansin mundial y posterior disolucin del Occidente cristiano, conquistando el mundo y finalizando, tras la II Guerra Mundial, con la forma que entonces adopt (la traduccin de la cita es de mi autora).
28
aconteci por casualidad, nos recuerda Gollwitzer (die Beliebtheit des Wortes Europa
kommt nicht von ungefhr)65, uno de los primeros estudiosos de esta materia, quien
estableci el trabajo hoy ya clsico de Eugen Rosenstock-Hssy, Die europischen
Revolutionen (1931), como el primer intento por clarificar las categoras de Occidente y
Europa en relacin a sus usos e interpretaciones66.
Tras su afirmacin de que el xito del concepto de Europa no es fruto del azar,
Gollwitzer trataba a continuacin de evidenciar, a travs del estudio de aquellos textos
principales que promovieron su utilizacin (Erasmus, Bodino, Grotius, Leibniz,
Shaftesbury, Montesquieu, Locke, Hume, Voltaire o Rousseau), hasta qu punto la
formacin histrica del concepto de Europa corresponde a un proceso intencional de
secularizacin, contexto en el que habra hecho su aparicin como una figura racional y
moderna, capaz de abarcar de forma coherente al conjunto de la comunidad ms all
de la fragmentacin confesional, lo que constituira una prueba de que, superando
tendencias centrfugas de un espacio europeo dividido en Estados, una cierta cohesin
inter-europea habra sido mantenida, creando una suerte de patriotismo europeo a
travs del tiempo. Esta distancia progresiva e incluso confrontacin de la palabra
Europa con respecto al trmino Cristiandad tambin sealada en los trabajos de Paul
Hazard o ms recientemente de Pim den Boer67, constituye la tesis principal del
mencionado artculo de H. D. Schmidt:
During the 17th century and beginning of the 18th, the term Christianity passed
to the limbo of the archaic vocabulary and emerged strongly Europe as the unchallenged symbol of the largest human loyalty (...) because all hope for a unitas republicae christianae had been brought to nought by the Reformation.68
Schmidt sostiene que en el seno del debate poltico de la Cmara de los
Comunes de la poca fue forjndose de manera progresiva una asociacin que
vinculaba a Europa con los conceptos de libertad religiosa, balanza de poderes y
expansin comercial. Mientras que el rey de Francia Luis XIV permaneca vinculado a
la idea del Reino de la Cristiandad y la Respublica christiana, en los bancos de los Whigs
iba imponindose cada vez ms la preferencia por el trmino Europa, libre de todas
aquellas connotaciones religiosas. Schmidt establece desde una aproximacin 65 Gollwitzer, 1951, p. 169. 66 Tambin Federico Chabod, en su obra de 1947, sugera que la historia de la idea de Europa debera comenzar determinando el origen del concepto de Europa: antes que cundo surgi, la pregunta acerca de cundo tom conciencia de s misma se presenta pues como ms perentoria. 67 Hazard, 1961; Den Boer,1995. 68 Schmidt, 1966, p. 173.
29
cuantitativista la frecuencia de ocurrencias de la combinacin estereotipada de
Protestant Religion y Liberty of Europe, Defence of Europe o simplemente
Europe en aquellos debates, y gracias a sus resultados fecha la emergencia de Europa
como un eslogan de partido adoptado por los panfletos e intervenciones de la
oposicin Whig entre 1680 y 1681:
The study of English and continental political pamphlets, state papers, and
official pronouncements offers conclusive evidence that the term Europe established itself as expression of supreme loyalty in the fight against Louis XIV. It was associated with the concept of a balanced system of sovereign states, religious tolerance, and expanding commerce. (). The triumph of William III and the Grand Alliance against Louis XIV, associated as he then was quite wrongly- with the ambitious aims of setting up a universal monarchy and a united Catholic Christendom, brought about the first major stage in the long process of western secularisation, the exchange of Europe for Christendom as supreme political collectivity69.
A pesar de que el artculo de Schmidt, que bien puede servir de referencia o
punto de partida a la hora de acometer una investigacin de estas caractersticas, situaba
la emergencia del concepto de Europa como una expresin poltica en la transicin
entre los siglos XVII y XVIII, he preferido focalizar mi anlisis en el siglo XIX,
convencida de que entre los aos 1800 y 1848, con el punto de inflexin de 1815, tuvo
lugar un cambio semntico de primer orden en el concepto de Europa, as como en su
relacin con una determinada red de conceptos afines. Peter Burke apunta a que el
trmino Europa no debe ser estudiado de manera aislada, sino en relacin siempre a
otras nociones de curso legal de la poca: To determinate what Europe meant to
earlier generations is impossible, as long as we consider the term in isolation. We need
to place it within what might be called the repertoire of concepts available for
expressing group identity70. Y es que, en tanto que pertenecientes a un campo
semntico, los conceptos mantienen relaciones privilegiadas entre s que no deben ser
soslayadas: los conceptos vecinos, paralelos pero tambin los antinmicos deben ser
estudiados cuidadosamente. As, el estudio del concepto de Europa puede ser
iluminador para otro tipo de conceptos y conexiones entre s, como el Imperio, la
69 Schmidt, pp. 177-178 70 Burke, 1980, p. 23. Foerster tambin tiene en consideracin esta problemtica de la delimitacin del tema de la idea de Europa frente a otros temas afines: la idea de una unidad poltica europea es distinta, afirma, de aquella sustentada por los movimientos pacifistas y las organizaciones internacionales. La idea de la unidad poltica es algo ms objetivo, y tiene ms que ver con el Estado de Derecho, la jurisprudencia y la prctica poltica, mientras que la segunda tiene ms que ver con aspectos religiosos, ticos y humanitarios; y a pesar de ello, ambas se solapan, matiza, porque en la concepcin de una Europa unida la idea de paz tambin juega un papel importante (1967, p. 8).
30
federacin o la balanza de poderes71, lo que nos lleva a no perder de vista el contexto
discursivo, y por ende histrico72. Los usos del concepto de Europa, por su parte, en su
relacin con otros conceptos en el discurso, ponen en evidencia la concurrencia y
luchas ideolgicas de un determinado periodo, y as, frente al cosmopolitismo abstracto,
la Repblica de las Letras y la idea de Imperio fruto de la Ilustracin, en el siglo XIX el
europesmo se convirti en un recurso semntico de carcter ms concreto,
revolucionado por nociones prximas como la diversidad y la pluralidad, la liberalidad y
la representatividad, la civilizacin, la fraternidad, el pueblo o la democracia, pero
tambin de manera inseparable afectado por su gran contra-concepto, la Nacin,
categora poltica por antonomasia de este siglo XIX, que contesta pero tambin sirve
de contrapunto a la nocin de Europa, y cuya tensin estalla al alcanzar el ecuador del
siglo (tras un momento, no obstante, tal y como veremos en el ltimo captulo, en el
que no se presentan como conceptos excluyentes, sino mutuamente complementarios).
El concepto de Europa, por lo dems, del mismo modo que otros conceptos polticos,
no ha conocido una evolucin histrica progresiva y constante, sino que se vio
profundamente influenciado por las grandes transformaciones del contexto poltico
continental que agitaron esta primera mitad de siglo, marcando cada una de estas crisis
un hito en la reconfiguracin de la idea europea, que resulta imposible de abstraer as de
las luchas y los debates ideolgicos del periodo (la oposicin liberal a la Restauracin, la
primera emergencia de corrientes democrticas y socialistas), las cuales hicieron
precisamente de Europa una poderosa arma retrica73, transformado su significado e
imbuyndolo de una dimensin poltica e histrica de primer orden.
When did it begin to be said that Europe had a history, and when did it begin
to be implied that all history was the history of Europe?, se pregunta Pocock74. En la
71 Pocock, 1994, p. 338. 72 En una aproximacin de la Begriffgeschichte a la Escuela de Cambridge tan reclamada hoy por autores como Richter, Bdeker, Palonen, etc. 73 The historization of the uses marks a discontinuity between ideas, conceived as moves of the agents. The singularization politicises intellectual and conceptual change in so far as in a political situation a plurality of agents are always competing with each other, and in some respects striving for specific shares of power (Palonen, 2003, p. 36). 74 Pocock, 2002, p. 62. Interrogante que recientemente Jean-Frdric Schaub ha rearticulado preguntndose LEurope a-t-elle une histoire? (2008), en un debate que retoma la pregunta ya lanzada en su momento por Peter Burke (1980) acerca de la historicidad de esa entidad llamada Europa, y que sigue hoy abierto. As, autores contemporneos se preguntan: Comment lEurope en est-elle arrive son histoire motrice, et par quoi celle-ci se maintient-elle en marche ? (Sloterdijk, 2003, p. 51) ; pour arriver une conception claire de lEurope en tant que ralit historique, il conviendrait de sinterroger
31
prctica, el concepto de Europa, en principio un simple nombre geogrfico, ha sufrido
histricamente un proceso de redefinicin trascendiendo su significado hasta el punto
de ser identificado no con una mera idea del espacio (geogrfico), sino sobre todo con
una nocin temporal (histrica), concebida de manera dinmica75. El concepto de
Europa, que evoca realidades a menudo contradictorias y tambin otras an no
existentes, presenta todos estos aspectos, entre los que destaca su carcter performativo76.
La historicidad de Europa, tal y como veremos en el captulo tercero, constituye en
buena medida una invencin de la narrativa ilustrada del XVIII, que presentaba ya la
civilizacin como una cuestin de grado y desarrollo, y a Europa, como su figura ms
consumada. Pero ser el momento posrevolucionario, con la experimentacin de la
aceleracin de los tiempos provocada en los contemporneos, la que dar acta de
nacimiento a ese nuevo rgimen de historicidad descrito por Hartog que afectara de
manera especial a la nocin de Europa: The most important result of the
Revolutionary turmoil for the concept of Europe was that it received an historical
credence77. La experimentacin de la aceleracin del tiempo tras la Revolucin
francesa, fenmeno de carcter desconocido hasta entonces, sirvi de impulso
originario para una nueva escuela histrica, que surgi precisamente de la reflexin
acerca de la sorprendente novedad de su propio presente. La nueva sensibilidad
historicista del siglo XIX enriqueci y profundiz el contenido de la idea de Europa,
buscando en el pasado respuestas a la incertidumbre del presente y haciendo de su uso
una expresin ms consciente y estrechamente relacionada con interpretaciones
histricas e ideologas polticas, frecuentemente opuestas opuestas en el sentido de
que iban a diferir, no slo en lo que respecta al significado del pasado europeo, sino
tambin acerca de lo que ste debera suponer de cara al futuro78. Esto significa que no
sur la naissance de lEurope, de sinterroger sur sa naissance comme conscience historique (Robin, 1994, p.47). 75 Y tal y como Koselleck apunta, detrs de esos virajes que transportan desde lo espacial a lo temporal, se advierte la huella de una experiencia histrica incontestable (1993, p. 78). 76 El anlisis de los discursos histricos acerca de Europa alberga en todo caso una clara intencin prospectiva, ntimamente relacionada con el debate actual, por lo que indagar en su papel histrico y poltico en las lizas ideolgicas de la poca puede contribuir tambin a esclarecer el actual debate sobre la cuestin. 77 Den Boer, 1995, p. 68. 78 El principio de modernidad del nuevo tiempo histrico, que determinaba la radical diferencia entre pasado y futuro (entre experiencia y expectativa, tal y como lo describe Koselleck), haca del tiempo presente un tiempo siempre nuevo, en el que el reto del futuro se vea acrecentado exponencialmente. La expectativa de futuro propia del progreso, ideario por antonomasia de este siglo XIX, hizo proliferar toda una serie de pronsticos, profecas, clculos, deseos o esperanzas que constituyen parte de formas distintas del diagnstico histrico y de la accin poltica, y en los que la idea de Europa iba a jugar un papel fundamental, tal y como veremos: en el discurso poltico de la poca, apelar a Europa significa
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fue slo un proceso de historizacin el experimentado, sino que implica adems un
proceso de politizacin, en tanto que rasgo especfico ms destacable del concepto a lo
largo de este periodo: en el siglo XIX, as, [Europe] was seen more and more in
historical terms, with contemporary political debate forming the frame of reference79.
Las condiciones principales de la formacin histrica de un concepto poltico
sealadas por Koselleck se cumplen as para el caso de Europa (temporalizacin e
ideologizacin), y veremos igualmente cmo se cumplen los otros requisitos
(internacionalizacin, democratizacin), frente a las tesis de algunos autores
contemporneos que refutan esta hiptesis de Europa como una verdadera categora
poltica antes de 194580. Su uso retrico en las luchas ideolgicas y el debate poltico
emanado de las grandes revoluciones (que nos permitira hablar de una Europa liberal
pero tambin de una Europa socialista o una Europa reaccionaria, de acuerdo a la
contextualizacin en los diferentes discursos), enmascara adems un buen puado de
intenciones y estrategias divergentes tras de s; es el caso, tal y como veremos, de los
filohelenos reclamando en la dcada de 1820 la independencia de Grecia en base a su
estatuto de nacin cristiana y cuna de la civilizacin europea, o de los quarante-huitards
difundiendo el eslogan de los Estados-Unidos de Europa como un desafo que
responde a los poderes monrquicos establecidos. As, si el proceso de historizacin
pretendi hacer del concepto de Europa un hecho de necesidad, la confluencia con lo
poltico lo gir hacia la contingencia y la controversia81.
Y ms all del clivage ideolgico, no debemos dejar de mencionar en qu medida
opera otro clivage fundamental, el nacional, que abrira las puertas para un estudio
comparativo pero que en todo caso queda ms all del alcance de este trabajo. Este
recrear su pasado pero tambin su futuro en el tiempo presente. Y es que el pronstico, que implica un diagnstico por medio del cual el pasado se introduce en el futuro, se halla tan estrechamente vinculado a la situacin poltica, que formular un pronstico significa ya modificar la situacin, tal y como seala Koselleck (1993, pp. 32-33, 36 y ss.). 79 Den Boer, 1995, p. 70. 80 Del mismo modo en que Metternich pudo afirmar en su da que el nombre de Italia no era ms que una simple expresin geogrfica (cit. en Berindei, 1993, p. 156), muchos todava hoy mantienen presupuestos similares para el nombre de Europa. Sobre este desacuerdo, Jan Ifversen mantiene por ejemplo la tesis de que en estos siglos precedentes primaba el consenso acerca del significado de Europa su significado geogrfico-, y que slo se puede hablar de Europa en un sentido poltico toda vez que empieza a construirse, en el marco de la realidad histrica, una Europa poltica tras la II Guerra Mundial, por lo que toda otra interpretacin no sera ms que una proyeccin retrospectiva (Ifversen, 2007, 2002). Esta Tesis tratar de demostrar, por el contrario, hasta qu punto la idea de Europa constituye, en esta primera mitad de siglo y en el debate francs, una idea verdaderamente poltica, normativa y portadora de distintos programas de futuro. 81 I mean by politicisation both an increase of contingency through the opening up of new questions and an increase of controversiality in the horizon of potential answers to them (Palonen, 2003, p. 75).
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aspecto s ha sido estudiado, y merece la pena ser mencionado, por la obra de Strth y
Malmborg, The National Meanings of Europe82. La perspectiva nacional, as como el
dilogo con su contra-concepto de Nacin, constituyen de hecho un aspecto
fundamental de la formacin moderna del concepto de Europa que no debe ser
obviado83; el siglo XIX, en tanto que siglo por antonomasia de los nacionalismos y el
Estado-Nacin, parecera borrar de la escena intelectual por un momento la idea de
Europa, relegndola a un lugar marginal, por lo que una historia de la misma, a travs
de los textos de aquellos que por entonces conceban un futuro poltico con Europa
como faro para sus aspiraciones de una convivencia pacfica, podra ser considerada
una historia de utopas y de perdedores en muchos casos, que slo a la luz de la
construccin europea actual habra despertado cierta curiosidad retrospectiva84.
La historia de esos supuestos perdedores, que los presupuestos axiomticos
de la historia de los conceptos acerca de la contingencia de los discursos polticos
ayudan a recuperar, y cuyo rastro podemos seguir, ms all de los textos clsicos de los
principales escritores y filsofos, a travs de los escritos panfletarios, discursos polticos
y peridicos, nos ofrece tal vez una nueva perspectiva, especialmente relevante para una
cuestin como esta idea menor de Europa, pues se trata de un discurso que muchas
veces tiene lugar en los mrgenes del debate poltico, en los que aporta sus aspectos
ms innovadores85. La novedad de estos textos, su escasa difusin y conocimiento en la
82 Strth, y Malmborg, 2002. Porque Europa no significa lo mismo en el corazn de Francia o Alemania que en pases de la periferia continental, y as por ejemplo en el caso italiano, la nocin de Europa sirvi de horizonte para sus aspiraciones unitarias, mientras que en Espaa fue considerada durante mucho tiempo sinnimo de modernidad, e Inglaterra sostuvo siempre (hasta el da de hoy, y en una asuncin que tambin se forma de manera histrica) una templada distancia plagada de ambigedades y tensiones de exclusin-inclusin. 83 El concepto de Europa se presta igualmente al estudio de lo que Koselleck llam conceptos contrarios asimtricos (Koselleck, pp. 202 y ss.), y que autores como Joo Feres han aplicado ya para el caso de Amrica: un dualismo asimtrico de lgicas de inclusin y exclusin, que protege el espacio poltico interior frente al mundo exterior, pero que como veremos para el caso de Europa, tambin abarca en su formulacin, a menudo, a esa otra totalidad del mundo exterior, equiparndose a la idea de un Estado universal (dado que Europa, durante siglos, supuso la nica cultura mesurable, era muy frecuente que determinados planes relacionados con la realidad de Europa tomaran la forma de proyectos de Estado Mundial Foerster, 1967, p. 8-). Europa se confirma as en todo caso como un lugar mvil y ajeno al espacio. 84 La historia poltica del siglo XIX ha sido de hecho tradicionalmente interpretada y relatada en clave nacional, y slo en los estudios ms contemporneos empieza a plantearse la oportunidad e inters de una aproximacin de carcter transnacional (Mikkeli, Schaub, Haupt, etc.), que pueda devolvernos una imagen distinta de la forjada hasta ahora, contestando aqulla de una historia de perdedores al subrayar, por el contrario, la contingencia de la liza en las ideas polticas. No doubt European consciousness during the nineteenth and twentieth centuries never was a predominant identity. But it was a framework in which Europeans thought, discussed and sometimes also acted () European consciousness was an important topic for contemporaries often underestimated by historians (Kaelble, 2004, p. 69). 85 Puesta en valor de los textos anteriormente conocidos como menores que ha servido de premisa metodolgica para infinidad de historiadores contemporneos (entre los que podemos contar los trabajos
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mayora de las ocasiones, me ha llevado por otra parte a una exposicin de los mismos
probablemente ms extensa de lo acostumbrado en estos casos, persuadida del inters
que presenta no slo su contenido ideolgico, sino tambin sus lneas argumentales y
usos retricos, en el contexto de las circunstancias y el debate poltico en el que se
vieron inmersos.
Porque lo cierto es que, aunque obviamente se trate de una identidad construda86,
los europeos se caracterizan por haber persistido en ese auto-reconocimiento de
europeos como formando una unidad, en un sentido que rebasa la mera referencia
geogrfica, durante los ltimos siglos; una conciencia de s mismos como comunidad
desde bien temprano, resumida en el nos Europa, sustentado ya por Francis Bacon en
162387. Una construccin, en suma, llevada a cabo a lo largo de la Historia por tantos
hombres distintos, queriendo hacer y significar cosas tan dispares, que su proceso de
existencia acaba dndosenos hoy como una realidad88; examinar de qu manera
distintos individuos, actuando en la historia, han utilizado este trmino que de
denominar un continente pas a significar una civilizacin89, ser otro de nuestros
objetivos, en el camino hacia el estudio de un fenmeno que sustenta adems un
de Skinner), y que se abordaban de esta manera en el trabajo de Schmidt que hemos tomado como matriz: The main fault of past historical investigations lies in a concentration on literary works and famous men of letters and a neglect of political literature, pamphlets, and diplomatic documents, perspectiva en la lnea tambin de lo expresado por Lucien Jaume (2004, pp. 109-130) y su distincin entre ideopraxias o textos de intervencin poltica y los textos propiamente tericos. Hemos apostado en este trabajo sin embargo por una aproximacin de carcter ms omnicomprensivo, que ane los esfuerzos de esos textos menores o de circunstancias, inmersos en la lucha poltica cotidiana, con el pensamiento de los grandes autores de la poca, cuyas lneas directrices y puertas abiertas para el debate no pueden desde luego despreciarse (y cuyas consideraciones tericas o filosficas tampoco estn exentas en ningn caso de una implicacin en el contexto poltico del momento). Perspectiva esta ltima compartida por autores como Pierre Rosanvallon, para quien no cabe la diferenciacin entre los petits crits obscurs, en los que se leera ms claramente las intenciones y problemas que una poca intenta resolver, frente a los grandes textos clsicos exclusivamente tericos y alejados de la prctica inmediata (Rosanvallon, 1985, p. 266), aspecto que tambin defiende Fernndez Sebastin (2004, pp. 131-142). 86 Pocock, desde su posicin euroescptica que le lleva a tratar de deconstruir la invencin de Europa (1994), se queja al respecto: I do perceive a construction called Europe is being invented and imposed upon me in language that suggests that I must accept it without asking too many questions about what exactly it is (2002, p. 55). En los ltimos aos han sido publicadas otras aproximaciones crticas como las ms reciente de Georges Corm, LEurope et le mythe de lOccident. La construction dune histoire (2009). 87 Cita en Pagden, p. 33. 88 Y como el concepto de Europa puede significar tantas cosas al mismo tiempo, y ante la imposibilidad de abarcar todos esos significados, me veo obligada a anticipar que este trabajo se ocupar preferentemente de aquellas visiones de Europa como unidad, y de sus usos como oposicin poltica. 89 Pocock, 2002, p. 56.
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marcado carcter normativo, ms all de lo meramente descriptivo (y es que Europa
parece ser un concepto con una fuerte tendencia a crear realidades avant la lettre90).
3. 1800-1848: un tiempo-bisagra
A pesar de esas innumerables historias de la idea de Europa que han sido
publicadas en las ltimas dcadas, son ms escasas las que prestan una atencin ms
especfica a periodos de tiempo ms precisos; las hay por supuesto que se ocupan de la
idea de Europa en el siglo de las Luces, durante el periodo revolucionario y
napolenico91, pero la poca inmediatamente posterior adolece de una llamativa
ausencia de bibliografa pertinente92.
Y sin embargo, los aos comprendidos entre 1800 y 1848 representan un
periodo trascendental en la historia de Europa, y constituyen todo un laboratorio
poltico: Tout ce qui tait n'est plus; tout ce qui sera n'est pas encore. Ne cherchez pas ailleurs le
secret de nos maux93. Las primeras dcadas del siglo XIX se presentan ms que nunca
como le moment (...) de lavnement dune nouvelle conscience94, le temps de
prophtes95. La conciencia de encontrarse, en torno a 1800, ante un cambio de poca
era pues general; Perthes, en relacin a la cada de Napolen, reconoca ya en 1872 la
inmensurable significacin de estos aos, cuando se reconoce que nuestro continente
entero se encuentra en un momento de trnsito en el que entran en colisin las
90 Lo cual justificara de por s el inters de una historia del concepto, y que queda patente en la extraordinaria proliferacin bibliogrfica actual de Historias de la idea de Europa, y a pesar de que, tal y como seala Mikkeli, we can only speculate on what Europe meant to the people of ages past (1998, p. 239). 91 Para el siglo XVIII, pueden consultarse los trabajos de Py (2004), Bottaro Palumbo (de prxima aparicin en Honor Champion, 2009), Blissa (1998) o Bois (1999); estos dos ltimos autores se han ocupado igualmente del periodo revolucionario, y entre los trabajos colectivos sobre Napolen y Europa (utilizados para este trabajo y convenientemente citados en el primer captulo), destacan aquellos de Martin (2002) o Lentz (2005). 92 A excepcin, tal vez, de dos importantes artculos de Pierre Renouvin (1949) en torno a la idea de Europa en el siglo XIX, pero cuya antigedad justificara de por s sola la necesidad de abordar un estudio como el presente. 93 Musset, La confession dun enfant du sicle, 1836. 94 Renouvin, 1949, p. 23. 95 En alusin al ttulo de la obra de Paul Bnichou (1977).
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contradicciones del medio milenio pasado y el que est por venir96. Del mismo modo
tambin lo ha destacado Jean Sorel:
Dans lhistoire europenne, le XIXe sicle se prsente comme un grand tournant. Il est une priode charnire de cette histoire et, plus gnralement de lhistoire de la civilisation dorigine et dessence chrtiennes. On pourrait dire que lhistoire de lEurope sest droule suivant les rgles de la composition symphonique. Les thmes ont t poss par les premiers mouvements, le thme initial de lunit europenne, celui de la dsagrgation politique, et celui, samplifiant sans cesse, de laction civilisatrice. Le XIXe sicle marque en scherzo lapproche du final, o ces thmes vont se heurter, se bousculer, se confondre en un dbordement de sonorits, avant de se rsoudre en un accord ultime o ils fusionneront moins quils ne sy engloutissent 97
Pierre Rosanvallon denunciaba ya el olvido al que los historiadores han
sometido tradicionalmente a esta poca (especialmente en lo que se refiere al periodo
comprendido entre 1814-1848), en tanto que image ennuyeuse dune priode sans
consistance propre, simple momento de transicin dbil desde el punto de vista
histrico y del pensamiento, campo en el que no ofrecera nada nuevo98; pero lo cierto
es que estos aos se insertan plenamente en el periodo que Koselleck ha denominado
de Sattelzeit (temps-charnire o poca-puente, 1750-1850)99, origen de la
modernidad y periodo de las principales transformaciones ideolgicas y semnticas de
nuestra contemporaneidad.
En estos aos se produce en efecto una vasta transformacin de ideas,
lenguajes, actitudes y maneras de pensar y actuar, y supone un momento histrico de
cambio y renovacin del orden europeo en el que van a concurrir en la arena poltica
diversas concepciones de Europa. En la dcada de la Restauracin se publican as casi
tantos planes de unidad europea y paz perpetua como a lo largo de todo el periodo
96 Cit. en Koselleck, 1993, pp. 194-195. 97 Sorel, 1958, p. 196. 98 Rosanvallon, 1985, p. 11. l, por el contrario, apostaba por comprender la monarqua de Julio a partir de ella misma, es decir de sus ambiciones, las tareas que se impone, las representaciones en las que inscribe su accin y el trabajo de su experiencia (p. 270). La ausencia de estudios historiogrficos en torno al periodo de la Restauracin y la monarqua de Julio parece no obstante haber empezado a paliarse si quiera tmidamente- en los ltimos aos. 99 Elas Palti ha estudiado esta nocin de Sattelzeit (2004). La nocin de Sattelzeit es sin embargo cada vez ms contestada por aquellos que cuestionan sus lmites reduccionistas, no aplicables a todos los pases, o incluso por la pertinencia de reclamar una herencia continuada con respecto a una Modernidad supuestamente superada (Eggel, 2008, p. 12).
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revolucionario100, y el nombre de Europa ocupa el ttulo de muchos de los diarios de
la poca101.
En la breve localizacin geogrfica inicial del referente europeo, ya hablbamos
de un progresivo deslizamiento hacia el oeste, por el que Francia, a travs de su
supremaca cultural, poltica y finalmente militar, se iba a ver dotada, en el siglo
diecinueve, de una absoluta centralidad. Pars, capital del siglo XIX, como la defina
Walter Benjamin, capital de Europa para Victor Hugo, y el pensamiento que en ella
se cultiva se ven en la obligacin de enfrentarse, a partir de 1815, a la tarea de
reconstruir Europa y reconstruirse a s mismos, con la responsabilidad redoblada debida
a la herencia napolenica; para el pensamiento francs de la poca, la tarea de superar a
Napolen es ms urgente que para nadie, y por eso ser en este pas, capaz de reotorgar
un nuevo significado a Europa, reinventndola, el mbito donde surjan las propuestas
ms interesantes para la futura unidad.
Y ese siglo diecinueve iba a ser sobre todo el siglo del resurgir de la concepcin
pluralista, basada en la reconstruccin de la visin ilustrada del orden cosmopolita
sustentado en gran medida sobre las relaciones comerciales. El comercio y la libertad se
presentan as como las nuevas vas para concluir el proyecto en el que la conquista y el
imperio haban fracasado: lograr la unidad en la diversidad, ste iba a ser a partir de ese
momento el principal objetivo comn de todos los proyectos pan-europeos que jalonan
el siglo, y que los distingue radicalmente de toda tentativa unificadora anterior. En
palabras de Anthony Pagden (parafraseando a Guizot), lo que hace diferente a los
europeos es su comn capacidad para ser precisamente diferentes: Europeans have
more than a shared past; they have a shared history of antagonisms to overcome102.
Esos antagonismos constituirn la nueva dinmica europea, pero tambin su nuevo
100 Foerster (1967), ofrece un completo y detallado recuento bibliogrfico de todos los proyectos de paz que emergen entre 1730 y 1830 en todo el continente, y que Swedberg convierte en una tabla grfica para mostrar frecuencias (1994, p. 163): comprobamos as que la cota ms alta se da entre los aos 1789-1800, y que acontece un importante repunte en el periodo comprendido entre 1810-1819. Renouvin, por su parte tambin seala que la proliferacin de este tipo de escritos coincide siempre con los grandes momentos de crisis, como pueden ser los aos 1814-1815, o en torno a 1848: Les projets sont plus nombreux aux heures troubles, lorsque lEurope est lasse ou inquite. Il est naturel qu la veille ou au lendemain dun grand bouleversement, la pense se tourne vers les moyens dviter la guerre ou dassurer la dure de la paix: 1815, 1840, 1848, 1866, 1871, sont donc les dates autour desquelles apparat avec plus dinsistance le dessein dorganisation europenne (1949, p. 4) 101 Como el Journal Europen de Muhrard (Berna, 1817), la Revue europenne (antecente del Correspondant), LEuropen de Buchez... 102 Pagden, 2002, p. 20
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riesgo, la exaltacin de la diferencia103. Se trata en todo caso del reto de convertir ahora
los vagos internacionalismos y cosmopolitismos anteriores en modos ms
concretos y persuasivos de asociacin civil y poltica.
En la concurrencia de distintas visiones de Europa, tan dispares como pueden ser
la de los legitimistas de Viena como la de los nacionalistas romnticos de Mazzini, iba a
centrarse buena parte del conflicto poltico que marca las revoluciones del siglo XIX
(una discrepancia ideolgica que va ms all, por supuesto, de la mera visin de Europa,
pero de la que sta ltima no deja de ser un aspecto indisociable); y, sin embargo,
concepciones tan dispares (Europa como equilibrio de poder, como suma de intereses
estatales, como armona de naciones o como repblica universal), su