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Page 1: Mierda en los lechos acuosos de nuestra adorable tierra

Mierda en los lechos acuosos de nuestra adorable tierra, maltratada por las bestias ignorantes que poblaron el planeta. Monos tal vez hubieran sido más sabios de cómo entender y desarrollar una vida sensata en esta esfera agónica, pero entre pitos y flautas seguimos disparando contra la atmósfera, en un canto indisciplinado de materias cancerosas. Buena parte del genocidio malintencionado de quien solo quiere ver desaparecerse todo, proviene de su corta felicidad material. Algo olvidado en el bolsillo de Diós que maravilla a los transeúntes, cada vez que ágilmente sacuden la cabeza y dejan caer su caspa en nombre de la virgen, que parió a nuestro señor y que a estas alturas, más parece haber sufrido una inseminación angelical y no una violación que solo ella y el padre del criajo podrían recordar, sobre todo si el padre de ese niño fuera un sacerdote, algo muy probable. Sigo preparándome para el infinito, cada vez con más infamia veo como nos dormimos en la formalidad de un enorme corazón muerto, solo apenas entre la bruma que anida sobre los valles, puede vislumbrarse con cada nuevo amanecer otra esperanza, aunque esta solo sirva para que la mediocridad de la gente comience el día lavando su mugre con milagros.