Revista de Psicoanálisis y Música Contemporánea | Año 3, No. 2, México, Otoño-Invierno 2015
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PSICOANÁLISIS DE NINIS EN COMPUTADORAS: UN CASO DE NARCISISMO MANIACO-DEPRESIVO DESCRITO MUSICALMENTE
Dra. Paula Daniela Schreber
a indagación musical del narcisismo
contemporáneo sería imposible si los
músicos ninis no poseyeran la
peculiaridad de
traslucir, aunque en
forma desfigurada,
justamente aquello
que los otros
millennials esconden
como secreto.
En el caso de
músicos narcisistas es
lícito tomar su
composición musical
y la asociación libre de
su lírica como un
sustituto del
conocimiento de su
persona. Por eso no me parece improcedente hilar
unas interpretaciones analíticas a partir de las
letras y estilo de un músico narcisista a quien yo
no he visto personalmente, pero que ha descrito él
mismo su vida y ha dado noticia pública de ella a
través de sus canciones.
Se trata de Conejito Colvin, cuyo álbum Más
música sobre ninis y computadoras (Lalala 4e,
2015) apareció recientemente y, si estoy bien
informado, ha despertado un interés bastante
grande entre ninis y blogueros.
Es posible que Conejito Colvin se haya
retractado lo suficiente de su narcisismo maniaco-
depresivo que sostenía con estas canciones como
para que le resulten
penosas las
puntualizaciones que
hago sobre su álbum.
Pero en la medida en
que todavía retenga la
identidad de su
personalidad de hoy
con la de entonces,
tengo derecho a invocar
sus propios
argumentos.
Si bien en lo que
sigue he de citar
textualmente todos los
versos de Más música sobre ninis y computadoras
que abonan mis interpretaciones, ruego al lector
que se familiarice antes con este álbum, dándole
siquiera una escucha.
I. Historial lírico
El historial de Conejito Colvin informa que ha
usado dos veces el pseudónimo de Reuben Torres;
la primera vez en su acta de nacimiento y la
segunda, como integrante de la banda Los
Macuanos, caracterizada por una inusual
sobrecarga de crítica social. El segundo
L
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seudónimo le sobrevino con otro proyecto
musical, Espectro | Caudillo, cuya producción ha
pasado hasta el momento sin incidente alguno que
roce a la política suprasensible.
Ni sus canciones, ni las reseñas de los
blogueros sobre él, nos dan suficiente noticia
sobre la historia de Conejito Colvin y las
circunstancias de su vida. Sin embargo, en la
fotografía que él mismo elige como portada de
Más música sobre ninis y computadoras se resume
de forma visual el contenido de su sistema
narcisista. Se considera llamado a estar al centro
de la fiesta y recibir la atención de los reflectores.
Pero cree que solo lo conseguirá luego de mudar
su presencia a Internet.
De la canción incluida en el álbum, “Mujer,
cansas en la vida real”, podemos tomar una
descripción más detallada del narcisismo en su
plasmación definitiva: “Mujer, cansas en la vida
real / Y yo solo quiero chatear, aquí / Entre
ventanas”. En esta misión suya narcisista, lo
esencial es que primero tiene que producirse su
mudanza virtual a las ventanas: “Yo solo quiero
chatear con tu ventana”. A cada hora y cada
minuto experimenta esa mudanza virtual, y
también en el audio ambiental de “Una vida sin
updates” le es corroborada por los sonidos
digitales de las ventanas que —dice— chatean con
él.
II. Intentos de interpretación musical
El álbum destaca, como los dos puntos esenciales,
el narcisismo generacional y su depresión
culpígena. El nini narcisista es una realidad con la
que estamos familiarizados; harto a menudo
constituye el núcleo de los jóvenes millennials. El
agregado de que en esta generación pueda
producirse un sentimiento depresivo de culpa es
insólito, pues se distancia mucho del mito
generacional que el millennial quiere reproducir
en sus selfies.
La relación de nuestro músico con la
generación millennial está poblada de referencias
mediáticas de su historia infantil globalizada (El
rey león o Toy Story 2) y nacional (Mujer, casos
de la vida real o Dos mujeres, un camino) que se
actualizan en su vida adulta. En efecto, el
narcisismo nini de “El rey huevón” o “Mujer,
cansas en la vida real” se transforma en el
sentimiento de culpa inconscientemente negado
de “Toy Sorry 2” o “Dos mujeres, un cretino”.
“Toy Sorry 2” manifiesta esta culpa negada a
través del acto fallido de perder un zapato como
pretexto inconsciente para evitar confrontar la
culpa que el título mismo de la canción sugiere
(“Ayer te busqué / O, bueno, lo intenté / No pude
ni salir / No encontré mi zapato”). En cambio,
“Dos mujeres, un cretino” enlaza la depresión
culpígena del narcisismo millenial con la figura
del macho cretino que ha perdido su centro
emocional (“En todo momento me pregunto qué
estaré sintiendo”) o que toma distancia
intelectualizada ante sus sentimientos (“Mi
corazón es un órgano del aparato circulatorio”).
Las dos claves principales de la música de
Conejito Colvin, el narcisismo generacional y su
depresión culpígena, están enlazadas en su
estética con una actitud irónica ante estilos
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musicales de la cultura popular y con una actitud
masculinizada ante mujeres claramente
menospreciadas con las que se relaciona en
términos estrictamente intelectuales y biológicos,
nunca amorosos.
III. Acerca del mecanismo narcisista
En el apogeo de su narcisismo, se forma en
Conejito Colvin, bajo el influjo de sus visiones
líricas, la convicción sobre una gran catástrofe de
su mundo social. En “Una vida sin updates”
muestra su incertidumbre ante esta catástrofe:
“¿Cómo me llamo? ¿En dónde estaré? / ¿Y dónde
quepo dentro de la sociedad?”. Asimismo,
evidencia la pasividad depresiva que le genera:
“Hoy desperté / Y revisé mi Facebook / No tenía
updates / Me volví a dormir”, dice con un claro
cuadro depresivo en “Una vida sin updates”.
Semejante catástrofe de su mundo social
tampoco es rara en otros historiales maniaco-
depresivos. El músico narcisista ha sustraído de
las personas de su entorno, y del mundo exterior
en general, el interés libidinal que hasta entonces
les había dirigido; con ello, Conejito Colvin puede
afirmar en “No me Descartes”: “A veces pienso
que soy el único que se encuentra en este mundo /
[…] / A veces pienso que soy el único que me
entiende en este mundo”.
El músico intentará reconstruir este mundo
social derrumbado, al menos de tal suerte que
pueda volver a vivir dentro de él. Lo edifica
mediante el trabajo de su delirio. Lo que nosotros
consideramos la producción lírica delirante, es, en
realidad, el intento de reconstrucción, como puede
evidenciarse en el diálogo delirante de “No me
Descartes”:
—Nosotros somos los lóbulos: frontal,
parietal, occipital y temporal.
—Corteza motora y ella es la corteza
somatosensorial.
—Este… Pues, yo soy el tronco encefálico,
¿qué onda?
—I am the cerebrum, how do you do?
—Je suis le cervelet, c’est un plaisir de vous
avoir ici.
—Y nosotros somos el sistema límbico, él es
tálamo, hipotálamo, hipocampo y…
Amígdala, claro, disculpa.
En este diálogo que se escucha en un segundo
plano sonoro de “No me Descartes”, la libido
liberada del mundo social se redirige a sus
órganos, que socializan sin necesidad de un
cuerpo. Conejito Colvin, aun en el apogeo del
delirio narcisista, intenta reconstruir el mundo
social exterior a partir de la relación narcisista con
los órganos de su propio cuerpo.
Por último, no concluiré este análisis del
trabajo de Conejito Colvin, que a su vez no es sino
un fragmento musical de un contexto cultural —y
económico— más vasto, sin anticipar la principal
tesis hacia cuyo puerto navegamos: que el
narcisismo nini y su culpa depresiva guardan las
improntas de la historia del desarrollo de la
generación millennial… y —habría que decir
también— de la globalización capitalista. Ψ