Mara Lara Martnez
PROCESOS DE SECULARIZACIN EN EL SIGLO XVII Y SU CULMINACIN EN EL PENSAMIENTO ILUSTRADO
I.S.B.N. Ediciones de la UCLM 978-84-8427-819-1
Cuenca, 2011
UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE FILOSOFA
PROCESOS DE SECULARIZACIN EN EL SIGLO XVII Y SU CULMINACIN EN EL
PENSAMIENTO ILUSTRADO
TESIS DOCTORAL
Autora:
Mara Lara Martnez
Director:
Dr. Gerardo Lpez Sastre
Toledo, 2010
2
Para Fernando
3
AGRADECIMIENTOS
Desde estas pginas quiero mostrar mi gratitud a todas aquellas personas e
instituciones que me han ayudado en el proceso de realizacin de mi Tesis Doctoral.
En primer lugar, expreso mi agradecimiento a mi familia que, desde mi infancia, me
ha educado en los valores del trabajo, de la humildad, del respeto y de la tolerancia. A mi abuelo
ngel, cuya vida ejemplar es para m todo un modelo a seguir y su dulce recuerdo me
acompaar siempre, y a Laura, mi hermana y compaera de profesin, que ha sabido desde ese
papel dual darme el apoyo y el asesoramiento necesarios para que mi trabajo fructificara. A
Fernando, que lleg a mi vida cuando esta investigacin empezaba a pasar de Tesina a Tesis
Doctoral, agradezco de todo corazn su comprensin y la confianza que siempre ha depositado en
m. Su paciencia, su seguridad y sus palabras de nimo han sido el impulso de ilusin
imprescindible para seguir adelante. Gracias, Fernando.
Agradezco al Profesor Gerardo Lpez Sastre la direccin de la Tesis Doctoral, pues
sus consejos y orientaciones me han ayudado a dar forma a mis investigaciones sobre los
orgenes intelectuales de la Ilustracin.
La beca de Formacin de Personal Investigador de la Consejera de Educacin y
Ciencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y, posteriormente, la beca y el
contrato de Posgrado del Programa Nacional de Formacin de Profesorado Universitario del
Ministerio de Ciencia e Innovacin me permitieron centrarme en la labor de investigacin y
desarrollar estancias para la localizacin de fuentes y la formacin en nuevas metodologas de
trabajo histrico.
Agradezco la atencin prestada por todas aquellas personas que facilitaron mi
estancia de investigacin en Pars, adscrita a lcole des Hautes tudes en Sciences Sociales,
dentro del grupo del Dr. Bernard Vincent. Asimismo, muestro mi gratitud a las personas que
facilitaron mi estancia de investigacin en Harvard University, especialmente a la direccin del
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Real Colegio Complutense en Harvard, y al personal de la Widener Library, donde pude consultar
importantes fuentes bibliogrficas y bases de datos internacionales en las que hall relevantes
datos sobre mi objeto de estudio.
Por ltimo, agradezco a la direccin y a mis compaeros de la Universidad a
Distancia de Madrid (UDIMA) el inters que han mostrado por el progreso de mi Tesis.
5
NDICE
1. Introduccin........................7
2. El fenmeno de la secularizacin en la Historia.......12
2.1. Precisiones conceptuales en torno a la secularizacin...13
2.2. La secularizacin en la cultura occidental.21
2.3. Confesionalizacin y recristianizacin en la Edad Moderna.34
3. Judos sin sinagoga: los alegatos a favor de la razn natural y la crtica
al judasmo rabnico en el siglo XVII..43
3.1. Amsterdam, la Jerusaln del Norte en el siglo XVII.46
3.2. Judos heterodoxos en la comunidad sefardita de Amsterdam..63
3.2.1. Uriel da Costa.....63
3.2.2. Juan de Prado..74
3.2.3. Baruch de Spinoza.87
3.3. Los defensores de la tradicin rabnica.......109
3.4. Ley natural versus hebrasmo en la comunidad juda de Amsterdam.124
4. Cristianos sin Iglesia: la Segunda Reforma en los Pases Bajos....127
5. Destas, libertinos, librepensadores y atestas en la Europa del Barroco...145
5.1. El desmo y el librepensamiento en Inglaterra149
5.2. La actitud libertina en Francia.182
5.3. El Tratado de los tres impostores...211
5.4. El libertinismo en el Seicento italiano.217
5.5. Pierre Bayle, precursor de la Ilustracin..224
6. Tolerancia y religin en el pensamiento de la Ilustracin..231
6.1. La idea de tolerancia239
6.2. Actitud de la Ilustracin ante la religin..252
6.3. La religin verdadera en la obra de Lessing. Nathan el sabio......277
6
6.4. Las concepciones religiosas de Voltaire y de Rousseau..286
6.5. La teodicea...316
7. Conclusiones...318
8. Repertorio grfico...329
Bibliografa..358
7
1. INTRODUCCIN
8
En 1555 la paz de Augsburgo acua la mxima cuius regio, eius religio, que hace
cristalizar en una Europa escindida en Iglesias nacionales el modelo confesional, en tanto que la
religin del prncipe sera la religin de los sbditos.
La presente Tesis Doctoral, titulada Procesos de secularizacin en el siglo XVII y
su culminacin en el pensamiento ilustrado, ha sido organizada tomando como hilo conductor las
crticas a la confesionalidad que fueron surgiendo en diferentes mbitos de la geografa europea
durante los siglos XVII y XVIII. En el Viejo Continente, enfrentado por las guerras de religin,
minoras perseguidas y segregadas buscan su espacio, fsico o intelectual y, en esencia, tratan de
encontrarse a s mismas. La idea de ley natural es puesta en valor pero, paralelamente, la llamada
hacia el interior es continua en estos individuos que reclaman el libre uso del entendimiento y
una religin natural cuyos principios son inherentes a la propia condicin humana.
De este modo, en nuestro estudio hemos podido diferenciar tres actitudes religiosas
en los siglos XVII y XVIII, precursoras de movimientos y corrientes que alcanzaran un notable
desarrollo en lo sucesivo. Frente a los seguidores de un credo religioso concreto de acuerdo al
sistema tradicional, se encontraban en primer lugar los partidarios de una religin universal, que
exaltaban la naturaleza o el corazn como punto de referencia y sostenan ideas destas. Junto
con estos autores que tenan claros sus planteamientos destas, estaban los escpticos, cuyo
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mensaje puede ser ledo en clave de lo que desde el siglo XIX sera denominado agnosticismo, en
tanto que estimaban que del mbito religioso nada poda ser conocido. Por ltimo, los ateos,
bsicamente materialistas en la poca moderna, rechazaban toda idea de trascendencia y la
existencia del Ser Supremo. Los destas no implicaban un grado de secularizacin total, pues en
realidad crean en un Dios creador del mundo y relojero del Universo, no as los escpticos y los
ateos.
As pues, el objetivo de la presente Tesis Doctoral es analizar una serie de corrientes
de pensamiento de naturaleza atea o de naturaleza desta que supusieron un claro desafo al
vnculo confesional. De este modo, en las siguientes pginas se explicar dicho fenmeno a
travs del estudio de movimientos desarrollados fundamentalmente en el siglo XVII y en la
primera mitad del XVIII, cuyos postulados permiten entender mejor las races de la
secularizacin.
Estructuralmente, en esta Tesis Doctoral se analizar el concepto de
secularizacin y se realizar una aproximacin a la evolucin de este proceso a lo largo de la
Historia, explicando las aportaciones historiogrficas realizadas y las principales corrientes. Se
trata de un fenmeno complejo, clave para la comprensin de las dinmicas de la sociedad actual,
que va abrindose paso a lo largo de la Edad Moderna.
A continuacin, se expondrn las ideas de ciertos judos pertenecientes a la
comunidad sefardita de Amsterdam que, en el siglo XVII, criticaron la tradicin rabnica y se
mostraron partidarios de la no confesionalidad. En la dialctica de estos judos sin sinagoga
con sus oponentes, los partidarios del judasmo tradicional, se perciben muchos matices que
ayudan a comprender el papel que estos heterodoxos sefardes otorgaban a la religin natural.
El cuarto captulo estar centrado en la explicacin de un fenmeno similar
acaecido en el seno de la Segunda Reforma. Los cristianos sin Iglesia, defensores de un
cristianismo no confesional, algunos de ellos en clara relacin con el crculo de Spinoza, son
reflejo del anhelo de tolerancia y paz en una Europa desangrada por las guerras de religin.
10
En el quinto captulo se analizar el desarrollo del desmo, del libertinismo, del
librepensamiento y del atesmo en el siglo XVII y en las primeras dcadas de la siguiente
centuria. Los freethinkers y los libertinos franceses e italianos, entre los que sobresale Pierre
Bayle, un precursor de las Luces, tratan de poner en valor el potencial de la razn frente al
fanatismo y la supersticin.
As pues, en el siglo XVII, inmerso en las guerras de religin, nos encontramos en
diferentes espacios de Europa con sujetos que desafan los vnculos confesionales y se refugian
en la ley natural y en la religin natural, en el escepticismo o en el atesmo. La clebre obra de
Richard H. Popkin sobre el escepticismo desde Erasmo hasta Spinoza ofrece un amplio elenco de
intelectuales crticos con las creencias normativizadas.
En el sexto captulo se estudiarn los conceptos de religin y tolerancia en la Europa
de la Ilustracin, examinando cmo las ideas de los autores del siglo XVII a los que se hace
referencia en los apartados precedentes, que defendieron tesis tan avanzadas para su tiempo
como la no confesionalidad del Estado y la autonoma de la moral con respecto a la religin,
sirvieron de fermento para el desarrollo de formulaciones ateas, destas o de carcter heterodoxo
en general en el Setecientos.
La Tesis Doctoral acabar con las conclusiones, con un repertorio grfico y con la
relacin de la bibliografa consultada.
Por ello, la presente Tesis naci con el objetivo de responder a interrogantes de gran
trascendencia para la Historia de la cultura y la Historia global, dando una visin de conjunto de
esas corrientes de las que en unas dcadas se nutriran las Luces.
En la historiografa, la Ilustracin es percibida como un movimiento con
personalidad propia y con la suficiente fuerza como para constituir el germen intelectual de las
transformaciones socioeconmicas y polticas que daran paso a la contemporaneidad. Pero,
partieron de la nada los hombres de las Luces? Fueron los ilustrados quienes marcaron un antes
y un despus en el pensamiento de Occidente?, o hubo precursores que levantaron su voz una
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centuria antes para tratar de otorgar el papel que por derecho tena la razn, dando resplandor a la
conciencia individual?
Cules fueron los escenarios privilegiados en la Europa del Setecientos en la
defensa de estas corrientes? Qu ligazn existe entre ellas? Procedan del cristianismo estos
heterodoxos nicamente o tambin de otras religiones? En qu medida pudieron influir unos
en otros? Qu legado transmitieron a sus herederos, los ilustrados?
La Ilustracin es un gran torrente que marc un hito en la Historia del mundo, por
sus implicaciones polticas, sociales, culturales y econmicas. Sapere aude, atrvete a saber,
entra en la mayora de edad, abandona viejos fanatismos y supersticiones, ten valor de servirte de
tu propio entendimiento y piensa por ti mismo!, nos dira Kant. Pero ese ro mayor es subsidiario
de arroyos y afluentes que discurren por el Seiscientos, en un magma de creencias
normativizadas, para desembocar en el Setecientos. Adentrarnos en esos veneros es el propsito
de esta Tesis Doctoral.
12
2. EL FENMENO DE LA SECULARIZACIN EN LA HISTORIA
13
2.1. PRECISIONES CONCEPTUALES EN TORNO A LA
SECULARIZACIN
Actualmente, los vocablos de secularizacin, laicismo y laicidad son ampliamente
utilizados, pues el debate sobre este tema es de gran inters en la opinin pblica. En esta Tesis
reflexionaremos sobre las potencialidades secularizadoras de las formulaciones destas y
librepensadoras de los siglos XVII y XVIII, pero consideramos oportuno explicar tanto las races
de dicho fenmeno desde la Antigedad como sus proyecciones hasta el presente, para proceder
en las siguientes pginas a la exposicin de los planteamientos secularizadores lanzados por los
detractores del judasmo tradicional, por la Segunda Reforma y por los destas, libertinos,
librepensadores y ateos de los siglos XVII y XVIII.
El trmino secularizacin es sumamente complejo, en primer lugar por su carcter
polismico1 pero, fijndonos en la acepcin que en este caso nos interesa, apreciamos numerosos
matices y connotaciones derivados de los movimientos que giran en torno al problema.
1 El Diccionario de la Real Academia Espaola ofrece tres acepciones del verbo secularizar, de las cuales slo la primera
se corresponde con el sentido que aqu nos ocupa, concretamente, la que lo define como hacer secular lo que era eclesistico. Las otras dos estn vinculadas con el estamento clerical: autorizar a un religioso para que pueda vivir fuera de clausura y reducir a un sacerdote catlico al estado laical con dispensa de sus votos por la autoridad competente. El Diccionario ideolgico de la lengua espaola: desde la palabra a la idea, de Julio Casares, reproduce los dos primeros significados mencionados. El Diccionario de Autoridades tambin defini secular como seglar, contrapuesto a regular o religioso, y menciona como trminos latinos vinculados saecularis y profanus. Por su parte, el Diccionario de uso del espaol, de Mara Moliner, coincide con las acepciones que la RAE da del verbo secularizar y cita la expresin la cultura moderna se ha secularizado.
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La sociologa de la religin ha dedicado buena parte de sus estudios al tema de la
secularizacin, un proceso asociado frecuentemente a la industrializacin y a la urbanizacin
caractersticas de los tiempos contemporneos, pero cuyo origen presenta un carcter multicausal
y estrechamente relacionado con las corrientes intelectuales librepensadoras y racionalistas de
los siglos XVII y XVIII.
Siguiendo a Max Weber, que situ el concepto de secularizacin en el centro de sus
estudios sobre sociologa de la religin, podemos entender la secularizacin como un
desencantamiento del mundo. En su ensayo La ciencia como vocacin el socilogo alemn
manifest que el destino de nuestra poca se halla caracterizado por una racionalizacin o
intelectualizacin y, sobre todo, por el desencantamiento del mundo, de modo que los valores
ms sublimes se han retirado de la vida pblica para refugiarse en el reino trascendente de la
vida mstica o en la fraternidad de relaciones humanas directas y personales2. Esta acepcin de
la secularizacin como desencantamiento del mundo, de gran utilidad para el anlisis de nuestro
objeto de estudio, es restrictiva, pues se refiere a la eliminacin de la magia como tcnica de
salvacin de manera que, junto a ella, hay que tener en cuenta mltiples visiones y precisiones
conceptuales del trmino derivadas de la resonancia actual del fenmeno.
El socilogo Joan Estruch ha afirmado que el trmino secularizacin se ha puesto
de moda, de manera que en la actualidad circulan varios usos eruditos (sociolgico, jurdico,
teolgico, etc.), a la vez que se emplea en el lenguaje corriente y, siguiendo la aproximacin al
concepto expuesta por Raimon Panikkar, vincula la palabra al verbo latino sero, con el
significado de sembrar, plantar, engendrar, de donde deriva su sentido de generacin y, por
tanto, de fase o perodo. De esta forma, por secular hemos de entender el mundo temporal, o
el aspecto temporal de la realidad3.
Etimolgicamente, secularizacin proviene de la palabra latina saeculum, que
significa siglo pero tambin mundo, por lo que secular se refiere a todo aquello que es
2 WEBER, Max: Ensayos de sociologa contempornea, Barcelona, Ediciones Martnez Roca, 1972, p. 190. 3 ESTRUCH, Joan: El mito de la secularizacin, en DAZ-SALAZAR, Rafael, Salvador GINER y Fernando VELASCO
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mundano, por oposicin a lo espiritual y divino. As pues, la secularizacin es el proceso que
experimentan las sociedades a partir del momento en que la religin y sus instituciones pierden
influencia sobre ellas. Con la secularizacin, lo sagrado cede el paso a lo profano, de manera que
la religin va perdiendo influencia en la sociedad, ocupando su lugar otras esferas del saber.
El trmino secularizacin, que apareci en el mbito jurdico de la poca de la
Reforma, se ha ido extendiendo por diversos campos que van desde el plano histrico-poltico
hasta el sociolgico pasando por el terreno de la tica. La referencia a la saecularisatio aparece en
las ltimas dcadas del siglo XVI en los debates entre canonistas franceses, con el significado de
trnsito de un religioso regular al estado secular. De hecho, en la Enciclopedia scularisation se
define como laction de rendre sculier un religieux, un bnfice ou lieu qui toit rgulier
Desde finales del siglo XVIII, la secularizacin se convierte en una categora general indisociable
del nuevo concepto unitario de tiempo histrico. Posteriormente, en el siglo XIX la idea de
secularizacin estuvo expresada por el trmino Verweltlichung, mundanizacin4.
En los aos sesenta del pasado siglo, Shiner lleg a diferenciar seis usos diferentes
del trmino condensados en las siguientes ideas: decadencia de la religin; aceptacin de este
mundo como fuente de motivacin; separacin entre la religin y la sociedad; transposicin de
creencias y actividades anteriormente vinculadas a lo divino a un plano meramente secular;
desencantamiento o desacralizacin del mundo y, por ltimo, paso de una sociedad sagrada a una
sociedad secular5.
As pues, el trmino secularizacin presenta varias acepciones, todas ellas unificadas
por un principio dual: el desequilibrio de fuerzas entre religin y Estado o entre religin y
sociedad. Se emplea el vocablo para hacer referencia a la prdida de propiedades de la Iglesia y
su paso a manos del Estado o de la sociedad civil (desamortizacin), as como para designar la
progresiva independencia del poder poltico respecto al poder eclesistico, puesto que con la
(eds.): Formas modernas de religin, Madrid, Alianza Editorial, 1994, pp. 269-274.
4 MARRAMAO, Giacomo: Poder y secularizacin, Barcelona, Ediciones Pennsula, 1989, pp. 19-30. 5 SHINER, L.: The concept of secularization in empirical research, Journal for the Scientific Study of Religion, 6 (1967),
pp. 207-220.
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secularizacin el Estado deja de ser confesional, se emancipa de cualquier tutela religiosa y se
convierte en un Estado laico. Pero tambin se refiere a la autonoma de la sociedad en general en
sus mltiples facetas (enseanza, sanidad, asistencia social) frente a las instituciones religiosas
que tradicionalmente haban tenido mucho ms peso y a la prdida de influencia de la religin en
la cultura (adquiriendo la ciencia, la moral, el arte, etc., su papel al margen de lo religioso). En
definitiva, la secularizacin alude a la decadencia de las prcticas y creencias religiosas que se
percibe en las sociedades modernas y que se manifiesta en un amplio espectro, a nivel interno, en
las propias manifestaciones eclesisticas, y externo, en la organizacin socio-poltica y cultural.
El filsofo y telogo Raimon Panikkar codific los principales aspectos
relacionados con la secularizacin en el mundo contemporneo: el problema del futuro de la
religin no es el de la religin del futuro; la ciencia de las religiones empieza a percatarse de que
es necesario revisar la metodologa seguida para estudiar bajo su aspecto religioso las tradiciones
humanas, en el sentido de que en muchos casos se extrapola el trmino a manifestaciones que no
se corresponden con propiedad con una religin; el concepto tradicional de religin en una
sociedad pluralista pierde su funcin de dar significado a la totalidad de la vida y se convierte o
en asunto privado o en religin del Estado; la crisis del concepto tradicional de religin no se
supera con la negacin de la religin, pues combatir a la religin es ya un acto religioso; la
palabra religin denota ante todo un smbolo y no un concepto y como tal expresa un
trascendental humano adems de una categora sociolgica; la crisis de la conciencia religiosa de
la humanidad es parte y a la vez causa de la crisis de la cultura actual, y la religin del futuro es
ante todo una religiosidad personal y no una nica confesin religiosa.
Sobre la religin del futuro es preciso destacar que, a juicio de Panikkar, sera una
religiosidad cosmotendrica, es decir, no sera ni exclusivamente teocntrica ni tampoco
antropocntrica, sino que conjugara armnicamente las tres ltimas dimensiones de la realidad:
el aspecto material y corporal, las diversas facetas del hombre y sus actividades y el
reconocimiento del principio mistrico, divino o trascendente, garante de una libertad no
17
manipulable por nadie6.
En torno a la secularizacin existe un intenso debate abierto, pues lo que para unos
sectores supone un drama, para otros representa un logro. Si el aspecto temporal de la realidad es
tomado con una connotacin negativa, el saeculum designa el mbito secular, en tanto que
contrapuesto al mundo sagrado, y la secularizacin aparece como un proceso de usurpacin de
los valores religiosos concebidos como aquello que es permanente e intemporal. Sin embargo, si
el aspecto temporal de la realidad es contemplado con una connotacin positiva, el saeculum se
convierte en smbolo de la recuperacin o de la conquista por el ser humano de las realidades que
la religin haba venido legitimando en rgimen de monopolio. Estas dos posturas antagnicas
hacen de la secularizacin un tema candente, cargado de subjetivismos que dificultan un acuerdo.
Algunos socilogos han propuesto el abandono del vocablo por resultar ambiguo, de
hecho, David Martin (profesor emrito de Sociologa en la London School of Economics y
profesor adjunto en el Departamento de Estudios Religiosos de Liverpool Hope University)
aconsej su supresin por considerarlo no un concepto cientfico, sino ms bien un instrumento
de las ideologas irreligiosas7, mientras que otros, como Joan Estruch, hablan incluso del mito
de la secularizacin, ya que constantemente frente al hecho del desencantamiento del mundo,
consistente en el predominio de una cultura pragmtica presidida por la ciencia y por la tcnica,
surgen nuevas formas de reencantamiento. No obstante, a pesar de la ambigedad, complejidad y
controversia que el trmino secularizacin encierra, la mayor parte de los autores coinciden en
que sigue siendo un concepto til.
Este pragmatismo se revelara an mayor si se tiene presente que el vocablo no slo
remite a un proceso de prdida de pertenencia social de la religin por efecto de la propia
dinmica social, sino que tambin se puede vincular a un conflicto de carcter poltico entre
fuerzas diversas en torno al papel pblico de la religin8.
6 PANIKKAR, Raimon: La religin del futuro, en FRAIJ, Manuel (ed.): Filosofa de la religin. Estudios y textos,
Madrid, Editorial Trotta, 1994, pp. 733-753. 7 MARTIN, David: The Religious and the Secular, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1969, p. 9. 8 CUEVA MERINO, Julio de la: Clericalismo y movilizacin catlica durante la Restauracin, en CUEVA MERINO,
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El retroceso de la presencia social de la religin institucionalizada como
consecuencia de los resultados de este conflicto ha sido denominado por algunos autores, como el
socilogo e historiador francs Jean Baubrot, con el trmino alternativo de laicizacin9.
En el conflicto generado en torno a la secularizacin-laicizacin, una de las partes
enfrentadas se encuentra constituida por las propias representaciones institucionalizadas de la
instancia religiosa. En gran parte de los pases de Europa y de Amrica esta representacin se
encarna en la Iglesia catlica, en sus diversas jerarquas y organizaciones. En definitiva, la
secularizacin supone un proceso de naturalizacin, frente a la revelacin y a la mayora de las
concepciones de religin.
En clara relacin con el trmino de secularizacin, se hallan los conceptos de
laicismo y laicidad. El primero de ellos es la doctrina que defiende la existencia de una sociedad
organizada aconfesionalmente, cuyo ejemplo ms representativo es el Estado laico o no
confesional, pues los laicistas consideran que de este modo se garantiza la libertad de
conciencia.
En virtud de este laicismo, el Estado no debe inmiscuirse en la organizacin ni en la
doctrina de las confesiones religiosas, y debe garantizar el derecho de los ciudadanos a tener sus
propias creencias y manifestarlas en pblico y en privado, y a dar culto a Dios segn sus propias
convicciones. Tambin debe garantizar el derecho a la objecin de conciencia, por el cual los
ciudadanos no podrn ser obligados a actuar en contra de sus propias convicciones o creencias.
La existencia de relaciones entre el Estado y la Iglesia u organizacin religiosa no supone
privilegio para ninguna religin, sino un reconocimiento del hecho religioso como uno de los
intereses de los ciudadanos.
Los sectores ms radicales defienden que el laicismo consiste en una ausencia de
relaciones entre ambas esferas. En virtud de este concepto, el Estado debe ignorar a todas las
Julio de la y ngel Luis LPEZ VILLAVERDE: Clericalismo y asociacionismo catlico en Espaa: de la restauracin a la transicin, Cuenca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Coleccin Almud, 2005, p. 28.
9 BAUBROT, Jean: Lacit, lacisation, secularisation, en DIERKENS, Alain (ed.): Pluralisme religieux et lacits dans lUnion europenne, Bruselas, Universit de Bruxelles, 1994, pp. 9-17.
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confesiones religiosas, por lo que quienes propugnan esta idea de laicismo sostienen que se debe
prohibir que el Estado mantenga relaciones con la Iglesia u otra organizacin religiosa.
A partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia catlica se ha acercado a las posiciones
polticas ms modernas y acepta un rgimen de separacin del Estado, pero puntualiza que esta
separacin no implica la renuncia a exigir que las leyes se amolden a sus posiciones doctrinales
en los pases que considera catlicos, all donde los bautizados son mayora, en los que exige una
posicin especial. La Iglesia catlica distingue actualmente entre un Estado laico, que reconoce la
autonoma mutua de la Iglesia y el Estado en sus respectivas esferas, y el Estado laicista, que se
resiste a la tutela espiritual del Estado por la Iglesia. Entendida como la justa separacin de
poderes que se hace eco de la invitacin de Cristo a sus discpulos: Dad al Csar lo que es del
Csar y a Dios lo que es de Dios10, la laicidad, lejos de ser lugar de enfrentamiento, puede ser
verdaderamente el espacio para el dilogo constructivo, con el espritu de los valores de libertad,
igualdad y fraternidad.
En estrecha vinculacin con la secularizacin y la laicizacin, se encuentra el debate
sobre los fundamentos ticos en que se sustenta la actitud del sujeto laico, esto es, el problema de
la autonoma de la moral con respecto de la religin. En este sentido, resultan especialmente
interesantes las conclusiones que pueden extraerse del dilogo epistolar entre el arzobispo de
Miln Carlo Maria Martini y el profesor Umberto Eco, mantenido en 1995-1996 en la revista
Liberal y publicado en el libro En qu creen los que no creen?11
El cardenal Martini en su carta titulada Dnde encuentra el laico la luz del bien?
afirmaba que una tica laica poda reconocer normas y valores vlidos para una recta
convivencia humana, siendo ste el origen de muchas legislaciones modernas, pero se preguntaba
si eran suficientes unos cimientos puramente humanistas. Se planteaba en qu fundamento
encontraban la luz de su obrar aquellas personas que obraban correctamente sin tener una
10 San Lucas 20, 25. 11 ECO, Umberto y Carlo Maria Martini: En qu creen los que no creen?, Barcelona, Crculo de Lectores, 1997.
Despus, se sumaran a este dilogo los filsofos Eugenio Scalfari e Indro Montanelli y los polticos Vittorio Foa y Claudio Martelli.
20
referencia trascendente, pues desconfiaba de que los valores inspiradores de este comportamiento
(altruismo, justicia, sinceridad, perdn, solidaridad) se pudieran sostener a lo largo del tiempo si
el valor absoluto de la norma moral no estaba basado en principios metafsicos o en un Dios
personal12.
En su respuesta al cardenal Martini, en la carta Cuando los dems entran en escena,
nace la tica, Umberto Eco sostena que, en sus puntos fundamentales, una tica natural poda
salir al encuentro de los principios de una tica fundada sobre la fe en la trascendencia13.
Por su parte, Eugenio Scalfari, en su carta titulada Para actuar moralmente,
confiemos en nuestro instinto, defenda que si se pretenda reconstruir una moral perdida era
necesario dejar a un lado metafsicas y trascendencias, reconociendo tanto los creyentes como los
no creyentes el valor moral del bien comn y de la caridad en el sentido ms alto del trmino y
practicando estos principios no para merecer premios o escapar de castigos, sino para seguir el
instinto que proviene de nuestra comn raz humana y del comn cdigo gentico que est
inscrito en cada uno de nosotros14.
Hemos trado a relacin esta correspondencia porque es indicativa de la actualidad
del asunto. Las cartas llevan fecha del siglo XX pero, como veremos en los siguientes captulos,
las cuestiones en ellas tratadas fueron ya objeto de debate por parte de los destas, los
librepensadores y los libertinos y replicadas por los defensores de la ortodoxia, pues no en vano
la secularizacin es un concepto clave en la interpretacin de la dinmica de las cultura moderna
y contempornea.
12 Ibidem, pp. 70-71 y 74. 13 Ibidem, pp. 88-89.
21
2.2. LA SECULARIZACIN EN LA CULTURA OCCIDENTAL
Al investigar sobre los orgenes de la secularizacin, podemos apreciar que las dos
fuentes de la cultura occidental, esto es, la filosofa griega y la tradicin juda, tienen una estrecha
relacin con el mismo.
Respecto a la filosofa griega, cabe decir que el paso del mito al logos llev consigo
un desencantamiento del mundo, en la medida en que supuso un avance en la racionalizacin del
universo, as como hacia formas religiosas ms depuradas. Los mitos pasaron a ser creencias
sometidas a crtica y fueron cediendo paso a los razonamientos. Recordemos el papel
desempeado por los crticos del mito en la antigedad griega: los filsofos presocrticos y, entre
ellos, Jenfanes de Colofn por su sarcasmo ante el antropomorfismo: los mortales creen que
los dioses han nacido, y que tienen vestido, voz y figura como ellos15; los sofistas, en la
denominada ilustracin ateniense (Prdico mantuvo una concepcin naturalista y racionalista de
la religin y de los dioses, y Critias sostuvo que los dioses eran un recurso para atemorizar a los
14 Ibidem, p. 118. 15 Fragmentos B 14 a 16.
22
hombres), y las corrientes del helenismo, especialmente el epicuresmo, que trat de liberar a los
seres humanos del miedo a los dioses, a la muerte y al futuro. Despus, en la antigua Roma,
Lucrecio divulgara en su De rerum natura la filosofa de Epicuro y la fsica atomista de
Demcrito.
Igualmente, desde la religin juda, al proponerse la creencia en un Dios nico y
trascendente al mundo, quedando la naturaleza y el hombre degradados a la condicin de
criaturas, se propici un determinado proceso de secularizacin y de desacralizacin.
Por su parte, el cristianismo, vinculado profundamente con la religin del Antiguo
Testamento y con el legado filosfico griego, aunque de distinta manera, vino acompaado de un
desencantamiento del mundo, ya que en l la naturaleza no es concebida al modo de los estoicos
como traspasada por una divinidad inmanente, sino que es sencillamente una obra de arte de Dios
y existe porque el Ser Supremo ha querido16.
Sin embargo, la religin cristiana tambin facilit un nuevo reencantamiento, pues la
Divinidad misma se encarna, habita entre los hombres y una serie de canales permiten la
comunicacin entre Dios y las personas, completando este hecho los sacramentos, la intercesin
de los santos y la mediacin de la Iglesia jerrquica.
Para Santo Toms de Aquino, la diferenciacin entre filosofa y teolgica radicaba en la
distincin entre lo natural y lo sobrenatural. Ambos conocimientos procedan, en ltimo trmino, de
Dios, por lo que no era posible la contradiccin, sino la colaboracin, puesto que la revelacin poda
orientar a la razn y evitar errores y, por su parte, la razn permita a la fe aclarar y defender los
misterios de la revelacin.
De este modo, Santo Toms pretenda subrayar la gratuidad y lo extraordinario de la
revelacin divina, para manifestar que Dios nos trasmita, sin estar obligado a ello, aquellas verdades
que superaban absolutamente la capacidad de la razn humana. Con esta diferenciacin entre las
parcelas natural y sobrenatural intentaba afirmar la existencia de una cierta autonoma de la razn y
16 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, La Ciudad de Dios, 210/2
(mayo-agosto de 1997), p. 500.
23
la ciencia y, a la vez, esta actitud contribua a destacar la distancia entre Dios y el hombre, haciendo
frente a los riesgos de pantesmo de la filosofa platnico-agustiniana.
No obstante, por ese criterio de colaboracin entre razn y fe, no podemos decir que en
el pensamiento tomista hubiera una separacin radical entre lo natural y lo sobrenatural, puesto que
se admita un lugar de interseccin de las dos esferas, integrado por las verdades que eran
cognoscibles por la razn pero que, al mismo tiempo, Dios haba revelado, por lo que lo sobrenatural
no era totalmente extrnseco a la naturaleza humana17.
Con el hundimiento de la cultura antigua, la Iglesia no slo qued encargada de la
tarea de la educacin religiosa y moral del hombre occidental, sino que adems tuvo que llenar
todo el vaco cultural que dejaron libre las distintas instancias del mundo antiguo, de manera que
posteriormente su confrontacin con la cultura moderna se debi en gran medida a que hubo de ir
cediendo poco a poco parcelas de la actividad humana que reclamaban su autonoma.
Como ha sealado el socilogo Jos Casanova, la cristiandad occidental premoderna
estaba estructurada de acuerdo a un doble sistema de clasificacin dual: el dualismo entre este
mundo y el otro mundo y el dualismo entre la esfera religiosa y la secular. La Iglesia, situada a
la vez en los dos mundos, era sacramentalmente la intermediaria entre ambos dualismos. En este
sentido, la secularizacin puede entenderse como el proceso histrico por medio del cual este
sistema dual dentro de este mundo y las estructuras sacramentales de mediacin entre ambos
mundos se fueron derrumbando, siendo sustituido el sistema de clasificacin medieval por
nuevos sistemas de estructuracin espacial de las esferas. En adelante, el muro que separaba los
mbitos religioso y secular dentro de este mundo se vendra abajo. La separacin entre este
mundo y el otro mundo se mantendra, pero la religin tendra que hallar su espacio dentro de
este mundo, el secular18.
La mutacin del tiempo medieval cristiano en tiempo de progreso, segn el
socilogo Salvador Giner, llev consigo un cambio trascendental en la cultura occidental, que
17 Ibidem. 18 CASANOVA, Jos: Religiones pblicas en el mundo moderno, Madrid, PPC, 2000, p. 30.
24
tuvo que entenderse a s misma como si se encontrara en vas de permanente secularizacin19.
De este modo, con la llegada de la cultura moderna se inici todo un proceso de
secularizacin que comenz por aspectos ms externos, como la propiedad, la poltica, la
educacin y la ciencia, pero que termin afectando a las conciencias. Algunos autores, como
Georges de Lagarde en su obra La naissance de lesprit laque au dclin du Moyen ge (Pars,
1934), han hablado de que en el perodo final de la Edad Media, momento en el que se extiende a
las lenguas vulgares el trmino moderno20, tuvo lugar el nacimiento del espritu laico.
En este contexto, puede citarse el Defensor Pacis (1324) de Marsilio de Padua21,
cuya aportacin fundamental es la idea de que el mantenimiento de la paz como valor bsico de
la vida poltica no es incompatible con la libertad. Segn el telogo Hans Kng, El defensor de la
paz es la primera teora no clerical del Estado22.
Toda la obra del filsofo y telogo italiano (a juicio de Bernardo Bayona Aznar,
Marsilio es el primer filsofo exclusivamente poltico23) trata de dar una respuesta a la realizacin
de la felicidad terrenal del hombre y a la integracin de la Iglesia en el seno de la sociedad civil,
lo cual implicaba adoptar premisas basadas en el naturalismo aristotlico frente a la visin
agustiniana medieval. El Defensor Pacis tiene como objetivo demostrar que la ciencia poltica
natural se acomoda a los preceptos de la Revelacin, contra las teoras e instituciones de la Iglesia
romana. El ataque al Pontificado y las propiedades eclesisticas tambin est presente en el libro
en tanto que, segn el que fuera nombrado rector de la Universidad de Pars, la supremaca del
obispo de Roma no estaba justificada y consideraba al papa el responsable de la falta de paz en la
comunidad civil y de los desrdenes dentro de la Iglesia24.
19 GINER, Salvador: El tiempo del poder: a propsito de la filosofa histrica de Giacomo Marramao, en MARRAMAO,
Giacomo: Poder y secularizacin, Barcelona, Ediciones Pennsula, 1989, pp. 5-12. 20 El trmino modernus fue empleado por primera vez por Casiodoro en el siglo VI, en un pasaje en el que se elogiaba a un
personaje como antiquorum diligentissimus imitator, modernorum nobilissimus institutor, es decir, imitador de los antiguos, educador de los modernos, frmula en la que estara basada la cultura europea durante siglos. Cf.: MARAVALL, Jos Antonio: Antiguos y modernos, Madrid, Alianza, 1986, pp. 170-172.
21 MARSILIO DE PADUA: El defensor de la paz, Madrid, Tecnos, 1989. 22 KNG, Hans: Iglesia catlica, Barcelona, Debate, 2005, p. 151. 23 BAYONA AZNAR, Bernardo: El origen del Estado laico desde la Edad Media, Madrid, Tecnos, 2009, p. 196. 24 IGLESIAS, Carmen: No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre Historia de Espaa, Barcelona, Galaxia Gutenberg,
2008, pp. 755-759.
25
Siguiendo la definicin que Lagarde dio del laicismo, como conjunto de tendencias
que progresivamente han opuesto, uno contra el otro, en todos los dominios de la vida occidental,
a los dos elementos fundamentales de la sociedad cristiana, a saber el poder civil y la autoridad
espiritual25, Marsilio fundamenta un laicismo moral y, aun teniendo en cuenta los elementos
medievales del Defensor pacis, puede ser considerado como el primer terico del Estado laico,
pues ya no es Cristo sino el hombre el que se sita en el centro de la reflexin poltica y moral
sobre las leyes, de modo que se desplaza el acento de la autoridad que descenda directamente de
Dios al gobernante a la legitimidad que asciende del pueblo26.
Marsilio de Padua fue condenado y el papa Clemente VI lleg a referirse a l como
el mayor hereje jams conocido27, pero en el Renacimiento los monarcas recurrieron a sus
ideas en los momentos de tensin con Roma, justificando los argumentos marsilianos la eleccin
del emperador Carlos V, al ser empleados por Peutinger, consejero de su abuelo Maximiliano,
para oponerse a la injerencia del Papa, que promova para el trono imperial al francs Francisco
I28. La semilla sembrada por Marsilio fructificara en Hobbes quien, siguiendo su idea de que la
legtima institucin poltica no se basa en la revelacin divina, sostuvo en el Leviatn que el
poder detentado en nombre de la religin es, sin ms, una usurpacin. De este modo, Hobbes
culmin el proceso de subordinacin de la Iglesia al poder civil iniciado por Marsilio al romper
con la tradicional lgica dualista de armonizar los dos poderes29.
As pues, desde el ocaso de la poca medieval, es perceptible el intento de sustentar
el orden poltico sobre la naturaleza de las cosas, tendencia que culminara en los siglos XVII y
XVIII en el iusnaturalismo, una corriente que fue decisiva en la racionalizacin y secularizacin
de la teora poltica.
A juicio de Jos Antonio Maravall, el Estado moderno se relaciona con una corriente
25 LAGARDE, Georges de: La naissance de lesprit laque au dclin du Moyen ge, Pars-Louvain, Nauwelaerts, 1970, vol.
III, pp. 173-177. 26 IGLESIAS, Carmen: op. cit., p. 780. 27 BAYONA AZNAR, Bernardo: El origen del Estado laico desde la Edad Media, p. 263. 28 BAYONA AZNAR, Bernardo: Religin y poder: Marsilio de Padua: la primera teora laica del Estado?, Madrid,
Biblioteca Nueva- Prensas Universitarias de Zaragoza, 2007, p. 16.
26
de secularizacin bien definida, cuyos orgenes pueden remontarse a perodos previos al
maquiavelismo, si tenemos en cuenta, por ejemplo, el Estado fundado por Federico II en el Sur de
Italia30.
En el Renacimiento asistimos a una creciente secularizacin de la cultura, unida a la
potenciacin de la centralidad del ser humano. De este modo, el humanista Manetti en 1452
escribi en su De dignitate et excellentia hominis:
Nuestras son, es decir humanas, puesto que han sido elaboradas por
los hombres estas cosas que vemos: todas las casas, todas las ciudades, todos
los edificios. Nuestras son las pinturas, nuestras las esculturas, nuestras las
artes, nuestras las ciencias, nuestra la sabidura31.
Adems, a partir del Renacimiento se produjo una secularizacin del tema de la
inmortalidad individual, en clara relacin con la posibilidad de que el sujeto fuera recordado por
la posteridad, siguiendo la mxima del poeta latino Horacio, non omnis moriar (no morir del
todo), y en esta etapa tuvo lugar una aproximacin entre lo sagrado y lo profano, que llev a
considerar conjuntamente a Scrates y a Jess como paradigma moral32.
En la modernidad el hombre toma conciencia de s mismo y de sus lmites y pone esa
conciencia como el punto desde el que articular su visin de todo, siendo el pensamiento de
Descartes el mximo exponente de esta posicin filosfica. El hombre comprende todo aquello que
cabe bajo las capacidades de su naturaleza, de manera que lo que sobrepasa esos lmites, lo
sobrenatural, constituye una esfera diferente, la esfera de la teologa y la fe33.
La Paz de Westafalia, de 1648, no slo puso fin a la guerra de los treinta aos, sino que
29 BAYONA AZNAR, Bernardo: El origen del Estado laico desde la Edad Media, p. 260. 30 MARAVALL, Jos Antonio: La oposicin poltica bajo los Austrias, Madrid, Ariel, 1974, p. 143. 31 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, p. 503. 32 HELLER, gnes: El hombre del Renacimiento, Barcelona, Ediciones Pennsula, 1980, p. 145. 33 Ibidem.
27
marc un hito en el ciclo histrico de la alianza entre el poder poltico y la religin cristiana iniciado
con el Edicto de Miln en el ao 313, fortalecido con la proclamacin por Teodosio del catolicismo
como nica religin oficial del Imperio. La teora de las dos espadas, formulada por el papa Gelasio
en el siglo V, y la lucha de las investiduras seran claves en la comprensin del proceso34.
Frente a las tesis de Bayo y Jansenio, que degradaban tanto la naturaleza que no
encontraban nada bueno en ella, por lo que slo valoraban lo sobrenatural, el pensamiento cristiano
radicaliz la diferenciacin entre las nociones de natural y sobrenatural, elaborando de este modo la
teora de los dos pisos: el natural, adecuado a las capacidades y lmites del hombre, y el sobrenatural,
que los excede. Ahora la religin es dada por Dios de manera externa a la naturaleza humana, es
sobrenatural, porque la naturaleza no deja de ser una realidad imperfecta que por s sola no nos
permite alcanzar la salvacin. La paradoja histrica es que esta teora, que tena como fin exaltar la
religin, llev consigo el surgimiento del atesmo terico, pues es fcil dar el paso de entender a
Dios como una revelacin que sobrepasa la capacidad humana a entenderlo como una creacin del
hombre35.
Historiogrficamente, la obra del historiador marsells Paul Hazard, La crisis de la
conciencia europea 1680-1715, marc un hito, en el sentido de que situ en este perodo el
cambio sustancial en la cultura que precede a la Ilustracin36. A partir de entonces esta categora
ha designado los 35 aos que constituyen la etapa intermedia o de transicin entre la cultura del
clasicismo francs y los primeros pasos del movimiento ilustrado.
En las ltimas dcadas, frente a la historiografa francesa tradicional que situaba el
origen del proceso con Descartes, siendo ya un lugar comn citar la fecha de publicacin del
Discurso del mtodo, 1637, como momento de despegue de la duda, se ha venido sugiriendo la
existencia de una premire crise de la conscience europenne, que abarcara desde 1580, con
34 MARRAMAO, Giacomo: Los idola de lo posmoderno. Consideraciones intelectuales sobre el fin (y el principio de la
historia, en VATTIMO, Gianni (comp.): La secularizacin de la Filosofa. Hermenutica y Posmodernidad, Barcelona, Gedisa, 1992, p. 22.
35 ESPINOSA ANTN, Javier: Naturaleza y religin: Spinoza y el pensamiento actual, en HERNNDEZ, Antonio y Javier ESPINOSA (coords.): Razn, persona y poltica, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1996, p. 95.
36 HAZARD, Paul: La crisis de la conciencia europea 1680-1715, 3 edicin, Madrid, Ediciones Pegaso, 1975.
28
la edicin de los Essais de Montaigne, hasta 1620, con la publicacin del Novum Organum de
Bacon37. Adems hay investigadores que han relacionado la crisis de la conciencia europea con
intelectuales concretos del movimiento librepensador como John Toland38, llegando a
personificar en este autor la crisis de la cultura cristiana39.
Por el contrario, otros historiadores no han hablado de crisis sino de nacimiento
de la idea de Europa, pero en ambos casos el tema central gira en torno a la descristianizacin que
habra tenido lugar en el Viejo Continente y que habra supuesto la sustitucin de los antiguos
fundamentos religiosos por valores laicos. Desde este punto de vista, a finales del siglo XVII el
principio de autoridad religiosa, que era el eje de la sociedad europea de comienzos de dicha
centuria, sera sobrepasado, por lo que se puede observar una continuidad desde el Humanismo y
el Renacimiento, a travs del Barroco, hasta la Ilustracin40.
Como ha puesto de manifiesto Jonathan Israel en su obra Radical Enlightenment:
philosophy and the making of modernity, 1650-1750, Hazard ha recibido crticas por dar
insuficiente nfasis a los aspectos polticos de la crisis, como son la reaccin contra la
monarqua divina y el absolutismo y el comienzo de las teoras polticas republicanas conectadas
con la filosofa radical. Se ha sugerido tambin que Hazard no comprendi en su magnitud el
alcance del legado intelectual de la revolucin inglesa de 1640 y, especialmente las ideas
religiosas de los levellers y diggers, cuyas inclinaciones democrticas pueden servir no slo como
fuente de las ideas ms extremas de la Ilustracin radical, sino que constituyen incluso la
corriente ideolgica del fenmeno europeo41.
Jonathan I. Israel ha sealado que la Ilustracin supuso el paso ms dramtico hacia
la secularizacin y la racionalizacin en la Historia de Europa. La Ilustracin no slo ataca las
37 ARMOGATHE, Jean-Robert : La premire crise de la conscience europenne, en GREGORY, Tullio: Gense de la
raison classique de Charron Descartes, Pars, Presses Universitaires de France, pimthe, 2000, pp. 1-10. 38 BRYKMAN, Genevive et alii: John Toland (1670-1722) et la crise de conscience europenne, Revue de synthse, 4e S,
Nos 2-3 (abril-septiembre de 1995). 39 CHAMPION, Justin: Republican learning: John Toland and the crisis of Christian culture, 1696-1722, Manchester-
Nueva York, Manchester University Press, 2003. 40 VILLAS TINOCO, Siro: Cultura y ciencia en la poca del Barroco, en FLORISTN IMZCOZ, Alfredo (coord.):
Historia Moderna Universal, p. 335. 41 ISRAEL, Jonathan Irvine: Radical Enlightenment: philosophy and the making of modernity, 1650-1750, Nueva York,
29
races de la cultura europea tradicional en lo sagrado, mgico y jerrquico, secularizando todas
las instituciones e ideas, sino que sustituye el sistema tradicional por los principios de
universalidad, igualdad y democracia42.
En el siglo XVIII la Ilustracin acometi de una manera paradigmtica el proceso
secularizador, por lo que la expresin weberiana desencantamiento del mundo parece adecuada
para designar la meta perseguida por este movimiento.
Los ilustrados, que adems reivindicaban una moral autnoma emancipada de la
tutela de la Iglesia, consideraban la tradicin religiosa como la fuente ltima de legitimacin de
todos los valores contra los que luchaban43, y en este sentido, cabe recordar que, a pesar de que
las posiciones ateas fueron minoritarias entre ellos, mantuvieron una actitud conflictiva y
secularizadora respecto al cristianismo, siendo el desmo la manifestacin ms caracterstica.
De esta forma, si la Ilustracin se haba caracterizado por su radical proceso de
desencantamiento del mundo, el Romanticismo llevara consigo una especie de reencantamiento
de la Modernidad, plasmado en su voluntad de recuperacin de lo religioso y en su protesta
contra las estrecheces de una religiosidad incapaz de explorar la presencia del misterio44.
Por su parte, Hegel admiti que mediante la crtica ilustrada la fe fue expulsada de
su reino y seal cul haba sido la dinmica del saber moderno:
Hubo un tiempo en el que toda ciencia era una ciencia acerca de Dios;
nuestro tiempo, por el contrario, tiene como caracterstica el saber de todas y
cada una de las cosas y ciertamente de una cantidad ilimitada de objetos, pero
nada acerca de Dios. Hubo un tiempo en el que [se] tena inters, en el que se
senta apremio por saber acerca de Dios, por indagar su naturaleza, en el que
el espritu no tena ni encontraba reposo, a no ser en esta ocupacin en el que
Oxford University Press, 2002, p. 21.
42 ISRAEL, Jonathan Irvine: Radical Enlightenment: philosophy and the making of modernity, 1650-1750, p. VI. 43 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Ilustracin francesa. Entre Voltaire y Rousseau, Madrid, Editorial Cincel, 1985, p.
59.
30
se senta desdichado al no poder satisfacer esta necesidad y consideraba como
inferior todo otro inters de su conocimiento; las luchas espirituales que
provoca en el interior el conocimiento de Dios fueron las ms grandes que el
espritu conoci y experiment en s. Nuestro tiempo ha desechado esta
necesidad y el esfuerzo que provoca; hemos dado por concluido este
asunto45.
Hegel quiso llevar a cabo una reinstauracin del edificio religioso y, en concreto, del
cristianismo, desde la ptica de la fe especulativa, dialogando tanto con la tradicin filosfica
occidental como con la herencia religiosa, pues estimaba que la falta de comunicacin entre
ambas era uno de los problemas ms graves de su poca. Por ello, la tarea de la Filosofa de la
religin era eliminar esa grieta46.
Sin embargo, tras la muerte de Hegel, acaecida en 1831, se inici un proceso de
descomposicin del Espritu Absoluto, mediante el que ste haba intentado dar expresin a su
nueva concepcin de la Divinidad, por lo que se ha afirmado que se produjo una secularizacin
acelerada.
Este movimiento de desintegracin estuvo protagonizado por la izquierda hegeliana
y, en el debate sobre la inmortalidad, mientras que algunos como Gschel optaban por repetir los
ambiguos planteamientos de Hegel, otros como Feuerbach o Fr. Richter defendan, por el
contrario, la mortalidad total del individuo. Adems, Feuerbach dijo en los Principios de la
filosofa del futuro que el cometido de los tiempos modernos consisti en la humanizacin de
Dios, esto es, en la transformacin y disolucin de la Teologa en Antropologa.
Asimismo, Marx afirm en el inicio de la Introduccin a la crtica de la Filosofa
del derecho de Hegel que, en lo esencial, la crtica de la religin, que era el presupuesto de toda
44 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, p. 522. 45 HEGEL, G.W.F.: El concepto de religin, Mxico-Madrid-Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1981, traduccin
de Arsenio Ginzo, pp. 60-61. 46 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, p. 527.
31
crtica, haba concluido en lo concerniente a Alemania. De este modo, consideraba que haba
llegado el momento de abordar la crtica profana y el cometido de la Historia sera establecer la
verdad del ms ac, una vez que haba desaparecido el ms all de la verdad47. A juicio del
joven Marx, la crtica de la religin era el principio de toda crtica. El maduro Marx pensaba que
era necesario desvelar las condiciones sociopolticas y econmicas sobre las que se sustentaba la
religin. El medio para conseguirlo era la crtica religiosa de las sacralizaciones que operan en las
esferas profanas48.
La declaracin de Nietzsche Dios ha muerto (La gaya ciencia, 125) es, a juicio
del telogo catlico Urs von Balthasar, la observacin de que Dios ya no vive en el mundo y en
los corazones de los hombres o, por lo menos, que ya no habita como en otros tiempos,
representados por los estados primero y segundo de Auguste Comte49 (teolgico y metafsico)
que anteceden al triunfo del espritu positivo. As pues, a partir del anuncio nietzscheano de la
muerte de Dios, la poca contempornea fue denominada cada vez con mayor frecuencia era
del politesmo, por el regreso de nuevos dioses o la invencin de nuevas divinidades en un clima
neopagano50.
La crtica del cielo se transform en la crtica de la tierra y la crtica de la teologa en
la crtica de la poltica. El progreso hacia el mundo definitivamente bueno ya no viene marcado
nicamente por la ciencia, sino por una poltica pensada cientficamente. El atesmo de los siglos
XIX y XX fue, por sus races y finalidad, un moralismo, una protesta contra las injusticias del
mundo y de la historia universal51.
En contraposicin a estas corrientes, el Concilio Vaticano I oficializ la doctrina
tomista y defendi la primaca de lo sobrenatural frente al naturalismo. El tradicionalismo y el
fidesmo haban acentuado la debilitacin de la naturaleza cada y de la razn, y el atesmo y el
47 Ibidem, p. 534. 48 MARDONES, Jos Mara: Sociologa del hecho religioso, en FRAIJ, Manuel (ed.): op. cit., p. 135. 49 BALTHASAR, Urs von: op. cit., p. 147. 50 MARRAMAO, Giacomo: Los idola de lo posmoderno. Consideraciones intelectuales sobre el fin (y el principio de la
historia, p. 163. 51 BENEDICTO XVI: Spe salvi. Salvados en la esperanza, Madrid, San Pablo, 2007, pp. 42 y 76.
32
agnosticismo negaban la posibilidad del conocimiento racional de Dios. Sin embargo, este Concilio,
al reconocer la religin natural, afirm la posibilidad que hay en todo hombre de un mero
conocimiento natural de Dios, aunque al mismo tiempo declar la necesidad de la ayuda de la
revelacin divina debido al oscurecimiento de la razn por el pecado52.
En los aos treinta del siglo XX Arthur O. Lovejoy expuso su teora de la gran cadena
del Ser. En su obra homnima, el profesor de la Universidad de Harvard explic que la cadena del
Ser es una idea que atraviesa toda la cultura occidental desde la antigua Grecia hasta el siglo XIX. A
travs de cientficos, telogos y poetas, desde Platn hasta Schelling, argument su metfora
diciendo que en la etapa citada se observaba un deseo invariable de encontrar un orden, una
racionalidad absoluta en el mundo. Asimismo, la consecuencia ms notable de la persistente
influencia del platonismo fue el predominio en la tradicin occidental de dos Dioses: el Absoluto de
la ultramundaneidad, autosuficiente, ajeno al tiempo, que no necesitaba a los seres menores pues su
perfeccin era completa; y el Dios que no era absoluto en ningn sentido, cuya naturaleza esencial
requera de la existencia de los seres de todas las clases, que se manifestaba en la diversidad de las
criaturas y, por tanto, en el orden natural. Finalmente esta cadena acabara desvanecindose en el
siglo XIX con el abandono del concepto de necesidad de todo lo existente53.
Los grandes pensadores de la escuela de Frankfurt, Max Horkheimer y Theodor W.
Adorno, criticaron tanto el atesmo como el tesmo. El primero excluy radicalmente que pudiera
encontrarse algn sucedneo inmanente de Dios, pero rechazando a la vez la imagen del Dios
bueno y justo. Adorno tambin se ci a la renuncia a toda imagen, aunque siempre afirm que la
verdadera justicia requerira un mundo en el que fuera suprimido el sufrimiento presente y
revocado lo que era pasado. Esto significara que no era posible la justicia sin resurreccin de los
muertos, algo completamente ajeno al idealismo, al reino del espritu absoluto54.
En la actualidad, la secularizacin ya no afecta solamente a minoras influidas por
determinadas tendencias polticas o filosficas, sino a masas cada vez ms numerosas, de manera
52 BALTHASAR, Urs von: El problema de Dios en el hombre actual, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1966, p. 150. 53 LOVEJOY, Arthur: La gran cadena del ser. Historia de una idea, Barcelona, Icaria Editorial, 1983, p. 408.
33
que la religin, que haba ejercido como instancia legitimadora durante tantos siglos, ahora tiene
que verse relegada a la privacidad55.
No es el objetivo del presente trabajo analizar estas corrientes contemporneas pero,
sin lugar a dudas, los movimientos de los siglos XVII y XVIII que se explicarn a continuacin
tuvieron un papel decisivo en el posterior desarrollo del proceso de secularizacin, pues
ofrecieron una nueva visin del mundo y de Dios y sus propuestas supondran con el paso del
tiempo un cambio sustancial en la relacin de las esferas poltica y religiosa.
54 BENEDICTO XVI: op. cit., pp. 77-78. 55 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, pp. 535-536.
34
2.3. CONFESIONALIZACIN Y RECRISTIANIZACIN EN LA EDAD
MODERNA
Hasta ahora hemos tratado de explicar brevemente el concepto de secularizacin y la
incidencia del problema a lo largo de la Historia, pero estimamos oportuno contraponer tambin
el trmino al de confesionalizacin, entendiendo por ste el proceso desarrollado a raz de la
fragmentacin de la Cristiandad en Iglesias rivales en la segunda mitad del siglo XVI56.
Con este concepto, gestado por la historiografa alemana y extendido despus entre
la comunidad cientfica, se hace referencia a las nuevas relaciones entre poltica y religin en una
Europa dividida, donde todas las Iglesias mantuvieron una intolerancia similar y persiguieron a
los herejes con la ayuda del poder secular.
Como han sealado Jos Ignacio Ruiz Rodrguez e gor Sosa Mayor en un
interesante artculo en el que sintetizan las aportaciones de la historiografa germana sobre el
tema, la primera aproximacin a lo que despus sera entendido como confesionalizacin la
hizo Ernst Walter Zeeden entre finales de los aos cincuenta y sesenta con el trmino de
Konfessionsbildung (formacin de confesiones). Para Zeeden el trmino designaba la
consolidacin de una conciencia y el establecimiento orgnico de las diferentes confesiones
cristianas tras la ruptura de la Cristiandad, confesiones apoyadas en dogmas diferenciados que
daran lugar a iglesias estructuradas57.
56 FLORISTN IMZCOZ, Alfredo: La ruptura de la cristiandad occidental: las reformas religiosas, en FLORISTN
IMZCOZ, Alfredo (coord.): Historia Moderna Universal, Barcelona, Editorial Ariel, 2002, p. 104. 57 RUIZ RODRGUEZ, Jos Ignacio e gor SOSA MAYOR: El concepto de la confesionalizacin en el marco de la
35
Posteriormente, con las aportaciones de Wolfgang Reinhard y Heinz Schilling, en
los aos setenta y ochenta del siglo XX este primer concepto deriv en el de
Konfessionalisierung (confesionalizacin).
En 1977 Wolfgang Reinhard58 liber de contenido negativo el trmino
Contrarreforma, interpretado hasta entonces como un movimiento reaccionario ante la
Reforma, oponindose a la visin antittica del fenmeno y, en la dcada de los ochenta, analiz
los procedimientos de la confesionalizacin59.
Por su parte, Heinz Schilling realiz tambin una importante contribucin al
esclarecimiento del concepto, a partir del estudio de las formas de mediacin entre los elementos
religioso-eclesisticos y poltico-sociales del sistema social de un lugar concreto, el condado de
Lippe, un pequeo territorio del noroeste del Sacro Imperio Romnico Germnico60.
Del anlisis de Schilling sobre la situacin en el condado de Lippe en la Edad
Moderna se pueden extraer interesantes conclusiones sobre la reforma eclesistica, la formacin
del Estado y la funcin de la Iglesia en todo el proceso y el conflicto confesional como
enfrentamiento social. El autor seal que estos cambios particulares se hallaban insertos en un
proceso sociopoltico ms amplio, consistente en el paso al nuevo concepto de soberana del
Estado moderno. As pues, en la dcada de los setenta y en los primeros aos de los ochenta, el
trmino de confesionalizacin fue entendido como un instrumento al servicio del crecimiento del
poder poltico porque reportaba tres ventajas: fortalecimiento de la identidad nacional o
territorial; control sobre el patrimonio de la Iglesia, y disciplinamiento y homogeneizacin de los
sbditos61.
Despus, a mediados de los ochenta, en concreto en 1985, cuando el concepto se
encontraba en plena fase de despegue dentro de la historiografa alemana, se celebr un congreso
historiografia germana, Studia Histrica, Historia Moderna, 29 (2007), p. 279.
58 REINHARD, Wolfgang: Gegenreformation als Modernisierung? Prolegomena zu einer Theorie des konfessionellen Zeitalters, Archiv fiir Reformationgeschichte, 68 (1977), pp. 252-266.
59 REINHARD, Wolfgang: Konfession und Konfessionalisierung in Europa, en REINHARD, Wolfgang (ed.): Bekenntnis und Geschichte. Munich, 1981, pp. 165-189.
60 SCHILLING, Heinz: Konfessionskonflikt und Staatsbildung. Eine Fallstudie ber das Verhaltnis von religiosem und
36
dedicado al estudio de la confesionalizacin en el mbito que oper el calvinismo. Al mismo
tiempo, el propio Schilling continu realizando aportaciones sobre el tema y, en 198862, propuso
una periodizacin del proceso de confesionalizacin en cuatro fases, prcticamente paralelas en
las tres grandes confesiones.
Schilling situ la primera etapa entre los aos cuarenta y sesenta del siglo XVI,
perfilndose en esas dcadas las discrepancias entre las confesiones. En la segunda fase, en los
aos setenta del siglo XVI, se produjo el trnsito a la confrontacin confesional, pues las
catstrofes sufridas, especialmente en los bandos protestante y calvinista en los Pases Bajos y en
Francia, les haran endurecer sus posiciones ante el miedo de una ofensiva catlica. El punto
lgido de la confesionalizacin tuvo lugar entre 1580 y 1620, desarrollndose en toda su
extensin el fenmeno confesionalizador en el Sacro Imperio. En la cuarta etapa asistimos al fin
de la confesionalizacin, bajo las condiciones de la guerra y la paz de Westfalia63.
Reinhard se mostr partidario de una periodizacin ms larga, que se iniciara en los
aos veinte del siglo XVI y terminara en 1720 con la expulsin de los luteranos de Salzburgo.
En los aos noventa el concepto de confesionalizacin adquiri un gran
protagonismo, recibiendo a la vez las primeras crticas. Se empez a publicar una coleccin de
monografas sobre territorios del Sacro Imperio bajo el ttulo de Die Territorien des Reichs im
Zeitalter der Reformation und Konfessionalisierung. Land und Konfession, 1500-1650 (Los
territorios del Imperio en la poca de la Reforma y la confesionalizacin. Tierra y confesin,
1500-1650). En total se editaron siete tomos desde 1989 hasta 1997, cinco de ellos estn
dedicados a territorios concretos del Sacro Imperio y los dos ltimos recogen el balance de las
investigaciones presentadas. Al mismo tiempo, se han seguido publicando obras concretas sobre
el tema. Para terminar este recorrido historiogrfico por el concepto de la confesionalizacin,
cabe decir que, recientemente, Anton Schindling, editor de los tomos citados y estudioso de la
sozialem Wandel in der Friihneuzeit am Beispiel der Grafschaft Lippe, Giitersloh, 1981. Tesis de habilitacin.
61 RUIZ RODRGUEZ, Jos Ignacio e gor SOSA MAYOR: op. cit., pp. 286-289. 62 SCHILLING, Heinz: Die Konfessionalisierung im Reich: Religiser und gesellschaftlicher Wandel in Deutschland
zwischen 1555 und 1620, Historische Zeitschrift, 246 (1988), pp. 1-45.
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historiografa de la confesionalizacin, ha sealado los lmites que plantea el concepto,
consciente de que el anlisis de los mismos contribuir a ampliar el conocimiento sobre el tema.
Del mismo modo, el historiador suizo Schmidt ha hecho nuevas aportaciones al modelo de la
confesionalizacin y ha insistido en la necesidad de abandonar en los estudios acerca del
fenmeno el prisma estatalista dominante de confesionalizacin, reivindicando la importancia de
instancias confesionalizadoras como la familia, la comunidad, la villa o la parroquia, en el seno
de las cuales se establecen las interacciones sociales que sern el germen de la
confesionalizacin64.
As pues, en la Edad Moderna las diversas Iglesias se organizaron mediante normas
que regularon el culto litrgico, el Derecho Cannico, etc., y todas las confesiones, a la vez que
emprendieron con fuerza la labor de catequizar a nios y a jvenes, se preocuparon por preservar
la ortodoxia65. Ante las proclamas de la Reforma luterana y calvinista, el Concilio de Trento trat
de determinar definitivamente las doctrinas de la Iglesia catlica frente a las herejas que se
propagaban por Europa.
Tanto los reformadores catlicos como los protestantes aspiraron a conseguir la
recristianizacin de la sociedad a partir de sus propios postulados66. La Reforma se cuestion el
valor religioso de la Iglesia jerrquica y de la intercesin de los santos, as como neg la mayora
de los sacramentos, de manera que llev a cabo una reduccin de los tradicionales canales de
comunicacin entre el hombre y Dios, al tiempo que se ponan en valor otros nuevos, como la
comunicacin directa entre la criatura y el Creador sin necesidad de intermediarios.
Jean Delumeau, en su obra El catolicismo de Lutero a Voltaire, insisti en que, a
pesar del esfuerzo emprendido por la Iglesia catlica y por el protestantismo entre los siglos XVII
y XVIII para cristianizar a la poblacin de sus respectivos mbitos, la cristianizacin estaba
muy lejos de haberse completado en el momento en que las revoluciones polticas y econmicas
63 RUIZ RODRGUEZ, Jos Ignacio e gor SOSA MAYOR: op. cit., pp. 289-291. 64 Ibidem, pp. 295 y 301-304. 65 FLORISTN IMZCOZ, Alfredo: op. cit., pp. 104-105.
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se aduearon de Occidente para trastornar sus cimientos67. Segn Delumeau, las dos Reformas,
protestante y catlica, haban tratado de restituir al cristianismo su carcter sagrado pero, en
contrapartida, se deshumanizaron al olvidar cristianizar lo profano y esta inconsciencia, respecto
a los valores terrenales y humanos, fue su debilidad congnita68.
En su estudio sobre la Inquisicin de Toledo entre los siglos XVI y XVIII, Jean-
Pierre Dedieu explic que la reforma catlica tuvo que ejercer un enorme esfuerzo de
aculturacin. Dos palabras, desacralizacin y clericalizacin, condensaban el proceso.
Desacralizacin, porque se buscaba borrar el viejo fondo de religiosidad difusa, ese sentido de lo
sagrado que poblaba la tierra de fuerzas misteriosas, afirmando en su lugar el poder concentrado
en la divinidad suprema representado en la Eucarista. Clericalizacin, porque los nuevos lmites
de lo sagrado sern fijados por las autoridades eclesisticas, no por los laicos69.
La identificacin de Estado y religin haba llevado consigo las guerras
confesionales pero, en la Europa del Seiscientos, la idea de tolerancia se fue abriendo paso,
quedando subordinada la poltica religiosa a las conveniencias de la tranquilidad interna. Segn
Jos Antonio Maravall, hay que aceptar en los primeros siglos de la modernidad la presencia de
dos sectores, uno secularizado y otro de tradicin religiosa, de los cuales ste ltimo fue el ms
amplio hasta fechas cercanas al presente70.
En la base de la quiebra o fisura del sistema que preparara el camino para el
desarrollo del pensamiento ilustrado se encuentra el debate entre dos planteamientos o formas de
entender la Iglesia. En primer lugar, en tanto que estructura social, se define como un cuerpo de
creyentes que forman la Communitas christiana, la cual presenta una organizacin horizontal
fundamentada en la propia Palabra de Dios, puesto que Jesucristo dijo que donde estn reunidos
66 LPEZ, Roberto J.: Iglesias y religiosidad en el siglo del Barroco, en FLORISTN IMZCOZ, Alfredo (coord.):
Historia Moderna Universal, p. 310. 67 DELUMEAU, Jean: El catolicismo de Lutero a Voltaire, Barcelona, Editorial Labor, 1973, p. 275. 68 Ibidem, pp. 278-279. 69 DEDIEU, Jean-Pierre: op. cit., p. 48. 70 Esta complementariedad entre ambos sectores est presente ya en la Europa del siglo XVI. Recurdese el caso de
Fernando el Catlico, personaje histrico que representa la poltica calculada y el empleo de la religin como instrumento poltico, que lleg a amenazar al papa, por intereses de la soberana temporal, con sacar a sus reinos de la obediencia de Roma, mediante una carta enviada a su virrey en Npoles y publicada en el siglo XVII por Quevedo.
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dos o tres en mi nombre, all estoy en medio de ellos71.
En segundo lugar, est la idea del cuerpo apostlico, integrado por los apstoles
elegidos por Jess y cuya auctoritas ha sido transmitida a los obispos, encabezados por el papa.
Esta vertiente se apoya en el mensaje evanglico de tu es Petrus, t eres Pedro, y sobre esta
piedra edificar mi Iglesia72.
La dialctica entre esos dos planos se halla en la base de los discursos de laicidad y
secularidad, de forma que en los ms de dos mil aos de cristianismo han existido etapas en las
que ha predominado el tu es Petrus, mientras que en otras han primado las tesis conciliaristas.
Esta dialctica hizo que despus de la Paz de Westafalia, cuando se vio que las
guerras de religin ya no tenan ningn sentido, se produjera esa quiebra del sistema, que vendra
acompaada por un complejo conjunto de factores como fueron la creciente racionalizacin del
mundo, la revolucin cientfica y las crisis polticas de 1640-1660, dcadas en las que en Europa
se registr la ms amplia e importante oleada de levantamientos hasta el final del Antiguo
Rgimen73, pues en estas fechas tuvieron lugar las revueltas de Catalua y Portugal, que
estallaron en 1640, la Fronda (1648-1653) en Francia y la primera revolucin inglesa, iniciada
tambin en 1640, despus de la cual se producira la gloriosa revolucin de 1688. Entre otros
factores, las guerras de religin de la Edad Moderna, hicieron que el cristianismo mostrase cada vez
con mayor mpetu su pretensin de absoluto en cuestiones de religin.
En suma, desde el siglo XVI y especialmente en el siglo XVII, la cultura europea
vivi un proceso contradictorio, ya que por un lado se fue perdiendo la confianza salvfica del
Medievo, a pesar del intento catlico de reafirmar la seguridad en Dios, convirtindose la crtica
religiosa en uno de los elementos determinantes para llegar a una sociedad emancipada. De este
modo, a partir de las guerras de religin y de diversas formas de fanatismo religioso, como los
procesos inquisitoriales, la quema de brujas y el hostigamiento de las minoras religiosas, se haca
Cf.: MARAVALL, Jos Antonio: La oposicin poltica bajo los Austrias, pp. 146-147.
71 San Mateo 18, 20. 72 San Mateo 16, 18. 73 SNCHEZ MARCOS, Fernando: Los Estados europeos en la primera mitad del siglo XVII y las crisis polticas de
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inevitable el camino a la religin privada y a la separacin de la Iglesia y del Estado, mientras
que, por otro lado, en contraste con esta incertidumbre salvfica, se produjo la bsqueda de
certezas y la autoafirmacin del yo74.
Asimismo, en el siglo XVII, el nuevo conocimiento basado en la experimentacin y
en la cuantificacin matemtica contena unas claras virtualidades secularizadoras, aunque los
protagonistas de la revolucin cientfica, desde Coprnico hasta Newton, posean profundas ideas
religiosas75.
Este cambio de paradigma, desde una concepcin teocntrica a otra antropocntrica
del mundo, tuvo trascendentales consecuencias. El papa Juan Pablo II, en su libro Memoria e
identidad. Conversaciones al filo de dos milenios, afirmaba que, con el transcurso de los aos, se
haba ido convenciendo de que las ideologas del mal estaban profundamente enraizadas en la
Historia del pensamiento filosfico europeo y recordaba que, cuando se public la encclica
Dominum et Vivificantem sobre el Espritu Santo en 1986, algunos sectores de Occidente
reaccionaron negativamente. De dnde proceda esta reaccin? Pues bien, segn Juan Pablo II:
Surga de las mismas fuentes de las que, hace ms de doscientos aos,
naci la llamada Ilustracin europea, especialmente la francesa, pero sin
excluir la inglesa, la alemana, la espaola o la italiana. En Polonia tuvo un
sesgo peculiar y Rusia, por su parte, probablemente no sinti tanto la
sacudida de la Ilustracin. All, la crisis de la tradicin cristiana lleg por
otros derroteros, hasta estallar a comienzos del siglo XX con mayor virulencia
an, como sucedi con la revolucin marxista, radicalmente atea76.
1640-1660, en MOLAS, Pere et alii: Manual de historia moderna, Barcelona, Editorial Ariel, 1993, p. 411.
74 ESTRADA, Juan Antonio: Dios en las tradiciones filosficas, volumen II: De la muerte de Dios a la crisis del sujeto, Madrid, Editorial Trotta, 1996, pp. 80-81.
75 GINZO FERNNDEZ, Arsenio: La Edad Moderna y el problema de la secularizacin, p. 504. 76 JUAN PABLO II: Memoria e identidad. Conversaciones al filo de dos milenios, Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, p.
20.
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Karol Wojtyla indicaba que para esclarecer mejor este problema era necesario
remontarse al perodo anterior a la Ilustracin y, especialmente, a la revolucin que supuso el
pensamiento de Descartes en la filosofa. El cogito, ergo sum (pienso luego existo) supona la
inversin en el modo de hacer filosofa ya que, en la poca precartesiana, la filosofa y, por tanto,
el cogito, o ms bien cognosco, estaba subordinado al esse, que era considerado primordial.
Descartes, sin embargo, estim que el esse era secundario y que el cogito era lo principal. De esta
forma se produca un cambio de rumbo en el modo de filosofar y un abandono decisivo de lo que
haba sido la filosofa hasta entonces y, especialmente, para Santo Toms de Aquino: la filosofa
del esse. Anteriormente, todo era interpretado desde el prisma del esse y, desde esa perspectiva se
buscaba una explicacin a todo. Dios, como el Ser plenamente autosuficiente (Ens subsistens),
era considerado el fundamento indispensable de todo ens non subsistens, ens participatum, de
todos los seres creados y, por tanto, tambin del hombre. Pero el cogito, ergo sum marc la
ruptura con este modo de pensar y lo primordial pas a ser el ens cogitans. As pues, a partir de
Descartes la filosofa se convierte en la ciencia del puro pensamiento, pues todo lo que es esse
(tanto el Creador como el mundo creado) permanece en el campo del cogito, como contenido de
la conciencia humana. La filosofa se ocupa de los seres en tanto que son contenido de la
conciencia y no en cuanto existentes fuera de ella. En la lgica del cogito, ergo sum, Dios se
reduce a un contenido de la conciencia humana, pues no es considerado como Quien es la razn
ltima del sum humano. El Dios de la revelacin deja de existir, quedando nicamente la idea de
Dios como tema de una libre elaboracin del pensamiento humano77.
No obstante, segn Juan Pablo II la Ilustracin europea no slo dio lugar a las
crueldades de la Revolucin Francesa, tuvo tambin frutos buenos, como la idea de libertad,
igualdad y fraternidad, valores enraizados en el Evangelio. De esta manera, la Ilustracin francesa
prepar el terreno para comprender mejor los derechos del hombre pues, aunque la revolucin
misma viol de varios modos muchos de ellos, desde ese momento el reconocimiento efectivo de
77 Ibidem, pp. 21-23.
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estos derechos, radicados en la naturaleza humana, comenz a ponerse en prctica con mayor
fuerza78.
Igualmente, Benedicto XVI, en su segunda carta encclica, Spe salvi, publicada en
2007, reivindica al Dios personal como ltima instancia en el gobierno del universo, frente a las
teoras que defienden que son los elementos del cosmos y las leyes de la materia quienes rigen al
hombre. A juicio de Ratzinger, Bacon y los seguidores de su corriente de pensamiento se
equivocaron al estimar que el ser humano sera redimido por medio de la ciencia pues, aunque
sta puede contribuir a la humanizacin del mundo, tambin puede destruir al hombre y al mundo
si no est orientada por fuerzas externas a ella. El restablecimiento del paraso perdido ya no se
esperaba de la fe, sino de la correlacin entre ciencia y praxis. Esto no supona que la fe fuera
negada, pero s quedaba desplazada a otro nivel, el de las realidades privadas y empezaba a ser
considerada como irrelevante para el mundo. La esperanza cristiana fue sustituida por la fe en el
progreso y la razn y la libertad fueron consideradas como la estrella-gua que se deba seguir
en el camino de la esperanza 79. Esta mentalidad ha marcado el proceso de los tiempos
modernos y la crisis actual de la fe, pero el hombre, concluye el Papa, no es redimido por la
ciencia, sino por el amor.
El panorama que se fue configurando a lo largo del siglo XVII, a impulsos de la
revolucin cientfica y de las nuevas posiciones ante la naturaleza y Dios, prepar el terreno para
que, en la centuria siguiente, surgiera y se desarrollara la Ilustracin, ya que hay que tener
presente que este movimiento no naci de la nada sino que, en los siglos previos, hubo una serie
de individuos, de los que se hablar en las siguientes pginas de este trabajo, que formularon
novedosos discursos, cuyas ideas constituan un claro precedente de los postulados ilustrados.
78 Ibidem, p. 136. 79 BENEDICTO XVI: op. cit., pp. 36-37 y 41-51.
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3. LOS ALEGATOS A FAVOR DE LA RAZN NATURAL Y LA CRTICA AL
JUDASMO RABNICO EN EL SIGLO XVII
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El caso del marranismo en la dispora tiene como referencia los ya clsicos trabajos
de I.S. Rvah. La acertada expresin de judos sin sinagoga, acuada en sus trabajos por Yosef
Kaplan, engloba no slo a individuos, sino lo que es ms importante, a actitudes ante la vida,
pues ni siquiera podemos hablar de una homogeneidad en las respuestas formuladas.
Con la categora de judos sin sinagoga se designa un fenmeno similar al desafo
que se realiz al vnculo confesional en el seno de las tres principales Iglesias reformadas que se
explicar en el cuarto captulo de esta Tesis, pero acaecido en este caso en el mbito del judasmo.
Estos judos sin judasmo eran, en realidad, personas que, en la Amsterdam del
siglo XVII, cuya comunidad sefard fue durante dicha centuria el eje principal del judasmo
hispano-portugus de Europa occidental, se mostraron en contra del judasmo tradicional.
Adems, sintieron el deseo de crear un judasmo no confesional, en el que sus lderes no
estuvieran sujetos a la ley oral sino que, segn Uriel da Costa, tuvieran un corazn
comprensivo80.
Se trataba de individuos con rasgos heterogneos ya que, a pesar de que algunos se
haban apartado completamente de la comunidad juda y vivan sin intervenir en sus actividades,
otros permanecieron dentro de la misma durante gran parte de su vida, pero sin dejar de poner en
80 KAPLAN, Yosef: Judos nuevos en Amsterdam. Estudio sobre la historia social e intelectual del judasmo sefard en el
siglo XVII, Barcelona, Editorial Gedisa, 1996, p. 35.
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entredicho la Halaja, ley religiosa, tal como era entendida por los rabinos.
De este modo, Amsterdam fue en el siglo XVII el principal centro de confrontacin
entre los que eran firmes partidarios del judasmo rabnico y aqullos que intentaron desafiar la
supremaca del Talmud y la autoridad de la Halaja. Ejemplo de este ltimo grupo fueron, entre
otros, Uriel da Costa, Juan de Prado, Baruch de Spinoza y Daniel de Ribera, quienes seran
combatidos y excomulgados por enunciar la crtica racionalista de las fuentes rabnicas y del
texto bblico.
A su vez, en la Universidad de Alcal, en la dcada de los aos treinta del siglo
XVII, exista un crculo formado por estudiantes y profesores de Medicina y Teologa de origen
judeoconverso que manifestaban una clara tendencia al desmo. Fue miembro del mismo Juan de
Prado, que sera excomulgado, al igual que Spinoza, por la comunidad sefard de Amsterdam.
Otros integrantes de este colectivo, siendo criptojudos en Espaa o en Portugal, adoptaron
nuevas interpretaciones de la Ley mosaica y as se lleg a desarrollar una concepcin que
afirmaba que era ms importante la identificacin interior con la herencia religiosa juda, que la
observancia de los preceptos judaicos81.
Con el propsito de explicar m