Texto 3: Propuesta para la escritura quechua Por Pablo Carreño
El idioma quechua El quechua o runasimi —es decir, la lengua de los hombres— es, por su
demografía, la lengua indígena más importante del continente americano. Se
habla actualmente en territorios de Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia,
Argentina y Chile y el total de sus hablantes suma, según algunos estimados,
10 millones. El mayor número de hablantes se encuentra en los tres países
andinos centrales: Ecuador (al menos 2 200 000 hablantes), Perú (4 400 000) y
Bolivia (1 500 000)1.
Como toda lengua hablada en territorios extensos, el quechua tiene varios
dialectos, divididos en tres grupos principales. El Quechua Norteño agrupa a
las variedades del norte del Perú (departamentos de Lambayeque, Cajamarca,
San Martín, Amazonas e Iquitos), y a las del Ecuador, Colombia y Brasil. El
Quechua Central congrega a los dialectos de la sierra central del Perú
(departamentos de Lima, Áncash, Huánuco, Cerro de Pasco y Junín), que
ahora son considerados por los lingüistas los más antiguos. El Quechua
Sureño, el grupo más importante y prestigioso en la actualidad, agrupa a los
dialectos de la sierra sur del Perú (departamentos de Ayacucho, Huancavelica,
Cuzco, Apurímac, Arequipa y Puno), de Bolivia, de Argentina y de Chile.
Origen Alfredo Torero2, lingüista peruano fallecido recientemente, ha vinculado el
origen de esta lengua con la milenaria ciudad de Caral, cuya sorprendente
antigüedad recientemente ha salido a la luz. Según Torero, la primera
expansión del protoquechua partió de Caral y conquistó la sierra central del
Perú en una época anterior al desarrollo de la cultura Chavín. Torero apoya
esta teoría con la evidencia lingüística, ya que, como se dijo, el quechua del
centro agrupa a los dialectos más antiguos todavía hablados. 1 Rodolfo Cerrón Palomino, Lingüística quechua (Cuzco, 1989). 2 Idiomas de los Andes (Lima, 2002).
Según Ruth Shady3, investigadora a quien se deben los estudios más recientes
y exhaustivos, Caral tuvo sus inicios alrededor del año 2600 a. C., es decir, fue
contemporánea de las ciudades sumerias de Mesopotamia y de las pirámides
de Egipto. La ciudad fue un complejo de pirámides-templo y edificios
administrativos de barro y piedra que se constituyó en el centro de un pequeño
estado a lo largo del valle del río Supe, en el norte del departamento de Lima.
Por su gran antigüedad, no solo es la ciudad más antigua de América, sino que
parece haber sido el foco difusor original de la cultura andina y, acaso, de toda
la civilización en América.
Debido a la desaparición del quechua de la costa a poco de la conquista
española, el runasimi nos parece hoy una lengua vinculada exclusivamente con
la sierra. No fue así originalmente. El quechua fue una lengua costeña en sus
inicios y lo siguió siendo durante miles de años. Si esta hipótesis es cierta,
nació apenas a unos kilómetros de Lima. En ese sentido, nuestro curso busca
retornarlo en alguna medida a sus predios originales.
La escritura quechua El quechua se puso por escrito casi desde la llegada de los españoles4. Sin
embargo, los avatares de su historia han determinado que nunca se haya
generalizado realmente la práctica de escribir entre sus hablantes. Como
consecuencia, hasta la actualidad no solo no existe pleno consenso acerca de
cómo escribir el quechua sino que, más bien, se dan de cuando en cuando
acalorados e interminables debates sobre la cuestión.
Ante esto, en este curso enseñaremos y escribiremos el quechua sureño.
Esta es una propuesta de normatividad lingüística y ortográfica del lingüista
Rodolfo Cerrón Palomino5 cuyo objetivo es sentar las bases para una escritura
unificada y, eventualmente, una lengua estándar quechua. Está basado en los
dos dialectos quechuas más importantes del Perú actual: el quechua cuzqueño
3 Ruth Shady y Carlos Leyva (editores), La ciudad sagrada de Caral-Supe (Lima, 2002). 4 De hecho, el primer libro impreso en el Perú fue la gramática quechua de Fray Domingo de Santo Tomás: Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los Reynos del Peru. Lima, 1560. 5 Quechua sureño: diccionario unificado. Lima, 1994.
y el quechua ayacuchano. Según Andrés Chirinos6, que trabajó con datos del
Censo de 1993, los hablantes de ambas variedades sureñas suman 2 395 007
hablantes en nuestro país, lo cual constituye el 75% de nuestra población
quechua-hablante.
El alfabeto quechua sureño El quechua sureño, según la propuesta de Cerrón Palomino, se escribe con el
alfabeto latino, adaptado como se muestra el siguiente cuadro:
Letra Ejemplo Pronunciación cuzqueña Significado
A a allqu [álqo] ‘perro’
B b bautizasqa ‘bautizado’
C c caballo [kawályu] ‘caballo’
Ch ch chuqllu [chójlyo] ‘choclo’
Chh chh chhulla ‘rocío’
Ch’ ch’ ch’isi ‘anoche’
D d daliy ‘golpear’
E e escuela [iskúila] ‘escuela’
F f febrero [fiuríru] ‘febrero’
G g gastay ‘gastar’
H h hina [jína] ‘así’
I i icha ‘tal vez’
J j juez [júwis] ‘juez’
K k kimsa [kínsa] ‘tres’
Kh kh khipu ‘nudo’
K’ k’ k’anchay ‘luz’
L l lawa ‘sopa de varias
harinas’
Ll ll llulla [lyúlya] ‘mentiroso’
M m mikhuy [míjui] ‘comer’
N n ninri ‘oreja’
6 Atlas Lingüístico del Perú. Cuzco, 2001.
Ñ ñ ñukñu [ñújñu] ‘delicioso’
O o otaq [útaj] ‘o’
P p pukyu [pújiu] ‘fuente’
Ph ph phaway ‘volar, correr’
P’ p’ p’unchaw [p’únchay] ‘día’
Q q qispi [qéspi] ‘vidrio; libre’
Qh qh qhapra [qjáfra] ‘frágil, débil’
Q’ q’ q’usñi [q’ósñi] ‘humo’
R r rimay ‘hablar’
S s sinqa [sénqa] ‘nariz’
T t tiqsimuyu [tejsemúyu] ‘universo’
Th th thanta ‘gastado’
T’ t’ t’anta ‘pan’
U u utqha [úsqha] ‘rápido’
V v valeq [bálej] ‘valioso’
W w wachwa [wásua] ‘ganso andino’
X x taxi [tájsi] ‘taxi’
Y y yawar ‘sangre’
Z z zapato [sapátu] ‘zapato’
Como puede notarse, para escribir los préstamos del castellano u otras lenguas
utilizaremos, en general, la ortografía original con solo pequeñas adaptaciones
(como no escribir tildes ni otros signos diacríticos). Hay que notar que las letras
b, c, d, e, f, g, j, o, v, x, z se utilizan solamente en palabras prestadas de otros
idiomas.
Sobre la pronunciación El quechua sureño, tal como ha sido propuesto por Cerrón Palomino, es una
norma de escritura, no de pronunciación. No pretende ser una nueva variedad
quechua ni remplazar a las ya existentes. Se trata simplemente de una forma
de escribir el quechua que intenta de no identificarse con ninguna variedad en
particular. El quechua sureño puede pronunciarse al modo cuzqueño o al modo
ayacuchano, o según se prefiera.
Las diferencias entre la pronunciación cuzqueña y la ayacuchana son
relativamente pocas. Solo a modo de ejemplo, en la variedad cuzqueña, las
letras acompañadas de una hache (ph, th, kh, etc.) se pronuncian “aspiradas”,
es decir, seguidas de una jota muy suave. En la variedad ayacuchana, estos
sonidos no existen, así que se pronuncian solo sonidos simples. Así, la palabra
phuyu ‘nube’ se pronuncia [pjúyu] en el Cuzco, pero [púyu] en Ayacucho.
Asimismo, en el quechua del Cuzco, se relaja la pronunciación de las
consonantes cuando están antes de otra consonante o al final de la palabra,
mas eso no ocurre en Ayacucho. Por ejemplo, la palabra upyay ‘beber’ se
pronuncia [úfiay] en Cuzco y [úpiay] en Ayacucho.
En este curso adoptaremos la pronunciación cuzqueña en razón de la
importancia demográfica de esta variedad y de su reconocido prestigio histórico
y cultural. Nuestro modelo, en general, será el quechua hablado en la ciudad
del Cuzco.
La gente: Cultura y sociedad [este titulo abre una indice (creciente) con un índice de textos y videos
preparados por mi, Roberto y otros]
Estudios
Texto 4: El quechua y sus hablantes: En la Pontificia Universidad Católica del Perú Por Cecilia Rivera7
MUY A MI PESAR NUNCA APRENDÍ QUECHUA. MI PADRE NACIÓ
EN HUARAZ, Y MI MADRE EN HUANCAVELICA, Y AMBOS ERAN 7 Roberto de la Puente se encargó de la investigación de campo en que se basa este trabajo. No sólo sus datos, también sus observaciones y a veces su estilo forman parte del mismo.
QUECHUA HABLANTES. VIVÍ DE NIÑO EN HUANCAVELICA, Y LAS
POCAS PALABRAS QUE SÉ DE QUECHUA LAS APRENDÍ EN ESA
ÉPOCA. MI MADRE NO QUISO QUE YO HABLE QUECHUA, Y POR
ELLO NO LO APRENDÍ.
Luis Guzmán Barron, Rector PUCP
¿Cuántas personas hablan quechua? Casi parece un error y reiteración empezar este trabajo estableciendo el
número de personas que hablan un idioma como si así se estableciera el valor
de una lengua. Sin embargo el volumen de los hablantes y sus características
pueden revelar a grandes trazos algunos rasgos del panorama social de los
usos del idioma y permite ubicar en el esta primera aproximación a las
características del uso del quechua en el medio universitario de la Universidad
Católica del Perú.
Según diversos estimados, entre 7 y 8 millones de personas hablan hoy en día
quechua en varios países de Sudamérica. La gran mayoría está concentrada
en los países andinos centrales, Ecuador, Perú y Bolivia8. En el Perú hay más
de tres millones de compatriotas que tienen como lengua materna alguna de
las variantes del quechua. De ellos 3,166,453 personas son mayores de 5
años y representan el 16.6% de los peruanos mayores de 5 años según el
censo de 1993. Los peruanos quechua hablantes son además el 85% de ese
quinto de los peruanos (19.5%) que tienen por lengua materna una lengua
diferente del castellano (Valdivia, 20029).
Ahora bien, hacia mediados del siglo pasado el número de quechua hablantes
era menor que el actual: entonces cerca de dos millones y medio de personas
hablaban quechua (2,442,123). Sin embargo su participación en la población
total era significativamente mayor que la actual. Los peruanos que tenían por
8 Tomado de Carreño, Pablo “El quechua y la modenidad: Instrumentos para crear un vocabulario actual”, quien a su vez refiere a: Cerrón Palomino 1987: 75-76, Hornberger y Coronel-Molina 2004: 19-24. 9 Este y el próximo acápite están compuestos en lo fundamental con la información que Valdivia Vargas, Néstor consigna en: “Etnicidad, pobreza y exclusión social: la situación de la población indígena urbana en Perú” (Informe Final) el Banco Mundial, Marzo, GRADE, 2002. Existen otros estimados de población indígena y quechuahablantes que no se consideran aquí. El informe de Valdivia usa en lo fundamental los datos del censo de 1993 y la Encuesta Nacional de Niveles de Vida de 2000 del Instituto Cuanto S.A.
lengua materna una lengua diferente del castellano pasaban de la mitad (51%)
de la población peruana y los peruanos quechua hablantes sumaban el 91% de
ellos. Así pues, los quechuahablantes aumentaron a lo largo del siglo, aunque
no tanto como los hispanohablantes. Hoy hay en el Perú más peruanos y
peruanas cuya lengua materna es quechua que hace 70 años.
Sin embargo esta tendencia expansiva parece empezar a revertirse. Desde el
censo de 1981 el número de personas cuya lengua materna es quechua
empezó a descender, pasó de 3,184,422 a 3166,453. Es más, la ausencia de
un dato importante en el último censo, el de los quechuahablantes que son
monolingües, es decir, no entienden ni hablan castellano, impide comprobar si
continúa la tendencia a la disminución de su número que ha sido
constantemente entre los censos de 1940 y 1981. Mientras la población
monolongue descendía, los bilingües quechua castellano, en cambio,
aumentaban notablemente hasta 1981 sosteniendo el crecimiento general de la
población de lengua materna quechua.
Tendremos que esperar al próximo censo para saber qué está pasando con
mayor exactitud, pero a pesar de que probablemente el monolingüismo
quechua sigue descendiendo, de que el número total de quechuahablantes
empieza a caer y a pesar de su decreciente participación en la población total
nuestros compatriotas quechuahablantes siguen siendo muchísimos más de
los que eran en la primera mitad del siglo XX.
¿Quechua en la Gran Lima? Los sentidos culturales imperantes en el país, tanto entre hispanohablantes
como quechua hablantes me atrevería a decir, suelen asociar el quechua a las
zonas rurales de la parte andina de nuestro país. En el mejor de los casos
imaginamos que en las ciudades de los andes también debe hablarse algo de
esta lengua, pero suponemos que de allí no se extiende a otras áreas urbanas
y modernas. El hispanohablante limeño, por ejemplo, proyecta su experiencia
cotidiana en la que aparentemente nadie habla quechua. Si en Lima
escuchamos alguito de quechua, esto ocurre en contextos y circunstancias muy
especiales: una fiesta provincial, una conversación de migrantes en el terminal
de buses, tal vez una broma en algún mercado popular o la intimidad de algún
hogar. Pero lo normal es lo contrario: escuchar sólo castellano todo el tiempo.
Castellano en la tele, castellano en la combi, en la radio, en los salones de
clase, castellano en los paraderos y en los restaurantes, castellano en todos
lados.
Sin embargo el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática calcula que más
de medio millón de quechuahablantes vive en Lima. 549,145 personas son un
montón y son el 9.6% de los habitantes de la ciudad. De acuerdo a la Encuesta
Nacional de Niveles de Vida del 2000, 11% de la población que habla idiomas
diferentes del castellano vive en Lima Metropolitana, 30% de ellos en zonas
urbanas en todo el país, y 28.7% de quienes tienen lenguas maternas distintas
del castellano y son mayores de 5 años ha nacido en una ciudad. ¡Las
ciudades no les son extrañas! Cabe suponer también que cerca de un tercio de
los quechuahablantes vive en zonas urbanas.
De hecho, aun cuando, algo más de 1 de cada 10 personas habla quechua en
Lima, muy rara vez se escucha hablar quechua en las calles de la ciudad. ¿Por
qué no escuchamos más quechua en Lima?
Vehículo de discriminación y exclusión La Constitución Política del Perú considera al quechua idioma oficial de la
república. Sin embargo en la práctica el Estado básicamente ignora este hecho
así como el número de peruanos para quienes el quechua es lengua materna y
prefiere suponer que los peruanos hablamos castellano. Ni las leyes ni las
normas fundamentales del Estado se traducen al quechua. Los procesos
judiciales se siguen en castellano y los juzgados no cuentan con traductores de
oficio. Todos los trámites del aparato estatal se hacen en castellano y los
servicios, incluyendo la atención de salud y seguridad (policía) se presta en
castellano, dejando de lado a millones de compatriotas que difícilmente
entienden leyes, recetas e indicaciones en una lengua que no es la suya. Salvo
ciertamente algunos programas vinculados a los juzgados de paz no letrados y
la educación bilingüe que se imparten crecientemente en zonas donde el
castellano no es la lengua materna mayoritaria; y no donde la situación es a la
inversa.
Pero no sólo es el Estado quien no tiene espacio para el quechua. La mayoría
de programas de radio y televisión se emite en castellano, como los periódicos,
revistas, los libros, comics, películas, etc. A pesar del creciente esfuerzo por
hacer publicaciones bilingües o quechuas, algunos programas de radio local o
apoyados por ONG’s e instituciones afines, o alguna presencia en los
programas de madrugada en la televisión nacional y la musica floklorica, el
quechua no tiene presencia pública o institucionalizada, ni reconocimiento
efectivo cotidiano.
El monopolio que el castellano tiene como lengua del estado y los espacios
públicos, se extiende también a nuestras sensibilidades estéticas. Las
ideologías modernizantes tienden a considerar al quechua una lengua
atrasada, inadecuada para transmitir los avances y desarrollos de las ciencias y
las artes. Para muchos - incluidos quechua hablantes10 - este idioma y la
cultura que le está asociada no son más que un obstáculo a ser prontamente
superado y olvidado11. Así, oír hablar quechua llega a incomodar y avergonzar.
El quechua parece feo, fuera de lugar, e igual quien lo habla. Es curioso cómo,
de acuerdo al poder de las sociedades que hablan el idioma, algunos nos
parecen bonitos como el francés, prácticos como el inglés e inteligentes como
el alemán, y otros nos resultan feos y desagradables. Es que, querámoslo o no,
todos tendemos a repetir esquemas mentales que son prácticas
discriminatorias y que nos empujan a ver el mundo de manera prejuiciosa y
esencializante y actuar en consonancia: lo rural debajo de lo urbano, lo
10 Ver Montoya, R. El quechua hoy, Lima : Mosca Azul, 1987 o Valdivia Vargas, Néstor. “Etnicidad, pobreza y exclusión social: la situación de la población indígena urbana en Perú” (Informe Final) el Banco Mundial, Marzo, GRADE, 2002. 11 Ver Vargas Llosa, Mario. 1996. La Utopía Arcáica. José María Arguedas y las Ficciones del indigenismo. México: Fondo de Cultura Económica o Portocarrero, Gonzalo y Patricia Oliart. 1989. El Perú desde la escuela. Lima: Instituto de Apoyo Agrario.
campesino debajo del mundo moderno, lo indígena debajo de lo occidental. Y,
el quechua debajo del castellano. Confundimos el idioma con un vergonzoso
defecto o un obstáculo para ser un ciudadano de verdad. Lo que no tenemos
tan claro es el cómo llegamos a adquirir esta manera de sentir y pensar.
Dicen que el quechua era el idioma de los incas y no el aymara o puquina12. Lo
cierto es que los incas lo usaron para gobernar, como luego hicieron los
conquistadores españoles y más tarde los terratenientes andinos, porque el
quechua era, en cada situación, mayoritario o único entre los subordinados.
Las élites coloniales y republicanas hasta cerca de 1940, en cambio, hablaban
también o exclusivamente un idioma minoritario que las identificaba y
distinguía.
Las personas aprendemos desde muy niños y a lo largo de la vida a identificar
y discriminar; y a usar el idioma como marcador de la diferencia que es
vehículo de exclusión. Aprendemos a catalogar a las personas cada una en su
lugar según lo entiende nuestro entorno social. Las ubicamos unas como
mejores que otras que consideramos no son como nosotros o no pertenecen a
nuestra comunidad pues hablan otro idioma. El idioma entonces colabora para
crear una red social y política de la que algunos están excluídos.
Comprobamos también los efectos prácticos de estas redes: los que se
comunican en castellano tienen más oportunidad de ser escuchados y
atendidos por el estado, el sistema financiero y laboral, mientras que los que
sólo se expresan en quechua se les ignora, subvalora o se sospecha de ellos.
Nuestra historia reciente demuestra lo terrible y perjudicial que son estos
prejuicios y la exclusión económica y política de las poblaciones
quechuahablantes. Durante el enfrentamiento armado entre 1980 y 1993 el
75% de las victimas fueron quechuahablantes: muertos y desaparecidos13. La
pobreza es excesiva en el país, pero es mayor entre quienes hablan idiomas
distintos del castellano. 61% de ellos se cuentan entre los pobres y 16 % entre
12 Poner nota sobre la polemica entre Cuzco y otras regiones quechuas 13 Informe Final de la Comición de la Verdad y Reconciliación
los pobres extremos, mientras 45.5% y 6 % de los restantes peruanos se
encuentran en esas situaciones14.
No es sólo un prejuicio que produce exlución y vejación, que se comprueba por
ejemplo, cuando, las mujeres quechuahablantes difícilmente entienden las
indicciones médicas o cuando sus hijos terminan con otros nombres porque el
registrador no entiende ni considera civilizado el nombre que le solicitan15.
También evoca subordinación: esperamos que el quechuahablante esté listo a
servir y sea complaciente con quien habla castellano; o solíamos hacerlo.
Prejuicios y plantillas mentales han permitido que ignoremos su sufrimiento o
que simple y llanamente no los veamos.
Pero prejuicios y plantillas sirven para discriminar en ambas direcciones.
También las comunidades subordinadas discriminan a quienes a su interior
merecen menor respeto y quienes más16, y determinan quienes pertenecen al
grupo y quienes no, por el idioma que manejan. Así, por ejemplo, los
profesionales muertos cuando el pánico colectivo en 1989 por la supuesta
presencia de foráneos sacaojos fueron personas que no pudieron demostrar su
dominio del quechua17. Y es también el recurso al idioma local el que
incomunica al funcionario nacional ante la población sublevada en Ilave cuando
sus portavoces se dirigen a ella en aymara18.
El estudio de Valdivia ya citado demuestra que la diferencia en el logro social y
económico de la las personas no se puede atribuir al idioma que hablan. Las
diferencias se deban a las redes sociales en las que ellos pueden participar; y
el idioma es una de las claves de ingreso y permanencia en ellas. No es pues
descabellado que los padres no se interesen en que sus hijos aprendan
quechua y pongan en cambio todo su esfuerzo en que aprendan castellano e
14 Valdivia op.cit. 15 ver: Ossio, Juan. 1998. Las paradojas del Perú oficial. Lima: PUCP Fondo Editorial. 16 ver por ejemplo: De la Cadena, Marisol. 1991 “’Las Mujeres son mas indias’: Etnicidad y genero en una comunidad del Cuzco.” Revista Andina, No.1, Julio 1991:7-47, o Harvey, Penelope. 1989. Género, autoridad y competencia Lingüística. Participación política de la mujer en pueblos andinos. Documento de trabajo N. 33, Serie Antropológica, IEP Instituto de Estudios Peruanos, Lima - Perú 17 ver: Portocarrero, G., I. Valentín y S. Irigoyen. 1991. Sacaojos: crisis social y fantasmas coloniales. Lima : Tarea. 18 Degregori, Carlos Iván. 2004. Ilave: Desafío de la gobernabilidad, la democracia participativa y la descentralización. Cuadernos Descentralistas 13, Lima: Grupo Propuesta ciudadana
ingles en la esperanza que estos idiomas les permitan ingresar en las redes
sociales más favorecidas. Los prejuicios que las instituciones y las personas
practicamos no nos dejan reconocer ni usar el quechua como un importante
instrumento de comunicación y creación cultural público.
Queda confinado al hogar, y dentro de él a las generaciones mayores. Es el
idioma de los afectos, como dice Montoya19, donde el poder y la discriminación
es en todo caso un asunto de la relación de la pareja. Pero no se reproduce
suficientemente. El esfuerzo por progresar que los padres hacen en un medio
dominantemente castellano hace que las siguientes generaciones escuchan
quechua pero no se las incentiva a hablarlo.
Nada es inmutable. Es posible luchar contra nuestros prejuicios cambiando
nuestras prácticas.
El quechua en la universidad Así como no se escucha mayormente quechua en la ciudad de Lima, menos se
lo escucha en sus universidades. ¿Por qué no escuchamos hablar quechua en
la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP)?
Las razones pueden relacionarse con asuntos prácticos, estéticos y políticos: el
quechua no tiene utilidad en la universidad, no hay allí personas que usen este
idioma, no hay redes sociales que se distingan por el uso del quechua o las
personas se inhiben de hacerlo porque les da vergüenza, o para evitar ser
señaladas y excluidas.
Espacios para el quechua en la universidad La universidad como institución se propone a sí misma como un espacio de
tolerancia y respeto a la diversidad, donde todas las opiniones y costumbres
son bienvenidas con la única condición de que ellas respeten a todas las
demás. En los hechos, lamentablemente, esto es difícil de lograr y la 19 op.cit.
universidad termina privilegiando unos valores, intereses y puntos de vista por
sobre otros. La Pontificia Universidad Católica del Perú no escapa a esta
situación.
Tal y como se hace en la totalidad de las universidades e instituciones públicas
del Perú, también en la Pontificia Universidad Católica del Perú los reglamentos
y tramites administrativos se hacen en castellano. Los formularios, los recibos,
etc., todos ellos están escritos en castellano. La atención de ventanillas para
esos trámites ocurre en castellano y no se cuenta con traductores
quechuahablantes. ¿Para qué? Sólo pensarlo parece ridículo. Se da por
sentado que todo aquel que ingresa en un campus universitario debe hablar
castellano. Y esto es generalmente cierto. Sin embargo, al actuar en ese
supuesto no sólo se contribuye a que en efecto la castellanización sea
indispensable para interactuar con las instituciones y en la universidad.
También se contribuye a la exclusión y desprestigio de del quechua y sus
hablantes.
Académicamente, se da la misma selección: el examen de admisión a los
futuros nuevos alumnos es sólo en castellano. Lo cual es coherente, porque las
clases son dictadas en castellano. Sin embargo las lecturas y bibliografía
pueden ser en ingles, francés, latín, griego o alemán, pero no las encontramos
en quechua. Excepto, en las pocas clases introductorias de quechua que se
dictan en Estudios Generales Letras, en CEMDUC y para las especialidades de
lingüística y antropología. Mecánica, filosofía, arte, economía, química y
educación, etc. todo es en castellano.
Al parecer el saber, la ciencia o la creación no se practicarían en quechua en el
Perú. El saber universitario es hijo y heredero de Occidente y, en
consecuencia, sería básicamente en las lenguas europeas que se cultiva y
enriquece. Pero semejante estrechez de miras es muestra de dominación
cultural y falta de redes globales. Dificulta reconocer que la producción cultural,
científica y tecnológica se da en todo el mundo y lenguas, aunque ciertamente
cuenta con más recursos económicos sobre todo en los países del norte. Pero
sobre todo muestra, de un lado, que no encontraríamos problemática la
inexistencia de saberes y artes producidos por personas y comunidades que se
expresan en quechua o nuestro desconocimiento de ellos, y del otro lado, que
no estamos haciendo mayor cosa por revertir la situación.
Sin embargo el quechua tiene un lugar reconocido, aunque limitado, en la
universidad: es objeto de estudio y se usa en ciertas actividades culturales y
recreativas. Desde las especialidades de ciencias sociales, historia o lingüística
se ha realizado y promueve algunas investigaciones sobre esta lengua y sus
hablantes. El idioma y las costumbres de sus hablantes son parte de la historia
peruana y son recibidas con entusiasmo en las canciones y poemas de los
eventos folclóricos, junto a las danzas, las abigarradas máscaras y los trajes
multicolores.
Vistas así las cosas: ausente de los procesos administrativos y escasamente
presente en el quehacer académico, tal pareciere que nadie supiese hablar o
usase quechua en la universidad.
Quechuahablantes Pero sí hay quechuahablantes en la PUCP. Otro asunto es que no hablen en
quechua dentro de la universidad. O que lo hagan muy raramente. Nosotros
iniciamos la búsqueda de sus historias con el fin de encontrar en ella los
contenidos de nuestro curso.
Es difícil saber con exactitud cuántas personas hablan quechua en la PUCP
pues nadie ha hecho un censo general que los cuente, ni la información básica
que la universidad requiere a sus miembros consigna siempre este dato. La
PUCP no es una excepción, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
tampoco requiere este dato de su personal, pero lo consideró en el censo de
estudiantes de pregrado realizado el 2002. Este censo arroja que sólo 3.1% de
los 27938 alumnos habla quechua. La información basica de la que dispone la
PUCP consigna este dato cuando el empleado, académico o estudiante decidió
mencionar los idiomas que habla y entre ellos considera relevante el quechua.
Según esta irregular información 0.1%, es decir 18 de 17004 estudiantes
incluyeron el quechua entre los idiomas que hablan. En total sólo 0.4%, es
decir 78 personas hablarían quechua en la universidad. Y el grupo más
numeroso estaría ente los docentes (34).
No esperabamos encontrar muchos quechuahablantes, pero este resultado nos
sorprendió, por ello fue que en mayo del 2004 hicimos una convocatoria masiva
a través del correo electrónico de la universidad. Así fue como nos
contactamos con ciento ochenta y tres (183) miembros de la comunidad
universitaria que hablan quechua. Más del doble de los que figuraban en la
base de datos de la PUCP. Son alumnos de pre-grado, alumnos de Maestrías,
alumnos de Programas a Distancia, ex alumnos, docentes y trabajadores, la
mitad de los cuales (94) ha nacido en provincias distintas a Lima.
A las personas que nos contestaron les remitimos, también por el correo
electrónico, una encuesta que buscaba saber cual es su grado de dominio del
quechua y la manera puntual en que lo usan: dónde, con quiénes, en qué
situaciones, con qué frecuencia.
Ahora bien, no toda la comunidad universitaria hace uso del Internet o se siente
inclinado a contestar correos de desconocidos, así que también contactamos
personalmente con numerosos quechuahablantes dentro de la PUCP. El Sr.
Orlando Barboza, chofer del Departamento de Ciencias Sociales, por ejemplo,
nos dio los nombres de por lo menos nueve (9) trabajadores. Luego de
entrevistarlos, muchos de ellos nos llevaron a su vez a otros trabajadores que
también hablan quechua y que tampoco habían contestado el correo
electrónico. De la misma manera, entrevistamos en persona a varios docentes,
pero no llegamos a hacer lo propio con los estudiantes. Los quechuahablantes
entre ellos resultaron más difíciles de ubicar.
En total, contactamos de una forma u otra con ciento ochenta y tres (183)
personas que saben aunque sea algo de quechua y concurren de manera
regular al campus de la PUCP (Fundo Pando). Por supuesto el número total
real de personas que hablan quechua dentro de la PUCP debe ser mucho
mayor. Y aun así, tanto en la Católica como en San Marcos la proporción de
quechuahablantes parece estar muy alejada del 9.1% que el censo de 1993
encontraba en Lima.
Ahora bien las diversas respuestas recibidas y las entrevistas nos permiten
formarnos una idea sobre las características del uso que estas personas hacen
del quechua en la universidad. La iremos presentando por grupos
ocupacionales.
Trabajadores Sólo un trabajador de la Pucp contestó el correo electrónico, pero Roberto de la
Puente20 entrevistó personalmente a doce (12) trabajadores de la PUCP, todos
varones provincianos, excepto uno que había nacido en el mismísimo Fundo
Pando. Sus ocupaciones son múltiples: conserjes (7), auxiliares (2), jardineros
(2) y trabajadores de cafetería (1). Todos ellos tuvieron al quechua como
idioma materno. Seis (6) de ellos aprendieron el castellano en casa, los otros
seis (6) lo aprendieron después, en el colegio o en la primera ciudad a la que
migraron.
Todos ellos se casaron con quechuahablantes (paisanos, la mayoría de las
veces). Sin embargo, en casi todos los casos, sus hijos no aprenden el
quechua. El traspaso generacional se pierde y la cadena de cientos de años de
transmisión del idioma se rompe.
Dentro de la PUCP apenas sí utilizan el quechua y algunos no lo hablan desde
hace años. Cuando lo utilizan es para bromear con los paisanos o saludarse
con otro quechuahablante (uno que de preferencia hable su misma variante de
quechua). Un trabajador aseguró que sí utilizaba a diario el quechua para
hablar con otros dos compañeros. Son la excepción que confirma la regla.
Tres (3) trabajadores recuerdan que hasta hace pocos años las oportunidades
de hablar en quechua eran mayores. Las ahora inexistentes Olimpiadas de los
Trabajadores eran un espacio que permitía que trabajadores de distintas
20 Roberto de la Puente hizo toda la investigación de campo en que se basa este trabajo. No sólo sus datos, también sus observaciones y a veces su estilo forman parte del mismo sobre todo en las sigientes secciones.
facultades y departamentos se encuentren y confluyan en un ambiente de
camaradería y fraternidad, lo que permitía que fácilmente se use el quechua.
Explicaron también que al haber diferencias entre los dialectos del quechua
muchas veces es difícil conversar con una persona que habla una variante
diferente de la propia. Los trabajadores que hablan la variante ancashina
sostuvieron que les es difícil entender a los quechuahablantes cuzqueños,
siendo un poco menos arduo entender a los ayacuchanos.
En pocas ocasiones hablan quechua con miembros de otros estamentos
universitarios. Cuando lo hacen no se ocupan de asuntos del trabajo. La
relación laboral es en castellano.
Es afuera del campus universitario que los trabajadores entrevistados utilizan
más profusamente el quechua. En la casa, con la pareja, los hijos sólo
escuchan. O con sus paisanos en las reuniones de los clubes provinciales. O
cuando los parientes visitan Lima. Y también cuando ellos viajan a sus pueblos
de origen y allí hablan en quechua casi todo el tiempo.
Todos los entrevistados declaran al quechua como un idioma igual de valioso
que el castellano, un idioma del que hay que estar orgulloso. Entonces, ¿por
qué no hablan ellos en quechua dentro de la PUCP? Me responden que sus
posibles interlocutores tienen vergüenza de usarlo, se hacen los que no saben
o fingen haberlo olvidado. No mencionan sus propios sentimientos, pero
aseguran que es esta vergüenza la que causa que no haya nadie con quien
hablar en quechua.
Los prejuicios que desvalorizan el quechua se viven como una presión
insistente, recurrente, incesante. Ya sean “los demás” o uno mismo el que evita
mostrar su condición de quechuahablante, lo que se logra es que el prejuicio
sea reproducido y confirmado: hablar en quechua es algo negativo, un estigma
que los demás pueden señalar en nosotros y que nos marca y nos pone en una
situación inferior. Así el quechua se guarda para el ámbito privado y familiar;
para los amigos, la provincia, el terruño; para aquellos dominios donde
pareciera no existir el riesgo de ser estigmatizado y donde hay seguridad
acerca de la condición de los demás. El castellano es para la ciudad, para la
vida publica, para la universidad. Eso explica que todos los entrevistados vean
como normal que en la universidad ellos y los demás usen exclusivamente el
castellano y no extrañen que no se escuche hablar en quechua.
Alumnos A través del Internet contactamos con ochenta y cinco (85) alumnos de pre
grado que saben aunque sea algo de quechua. La mayoría (51) de los jóvenes
que respondieron ha alcanzado un nivel bajo de competencia en el idioma,
pero veinticuatro (24) han nacido en provincia y allí aprendieron el quechua
como idioma materno. El grueso de los alumnos que respondieron informó que
recién habían aprendido algo de quechua en el curso introductoria en la
Facultad de Letras, por lo que reconocían que su nivel era bajo. Cuarenta (40)
alumnos señalaron que quieren perfeccionar su quechua y diecisiete (17)
ofrecieron colaborar con el proyecto RunasimiNet.
La gran mayoría de los alumnos, casi todos, señala en sus correos que no
utilizan el quechua dentro de la PUCP, al menos no para entablar
conversaciones. Cuando lo han usado ha sido dentro de la clase de quechua,
traduciendo algunas palabras de alguna lectura, o enseñándole alguna palabra
a algún amigo.
Desde 200? se dicta en la Facultad de Estudios Generales Letras cada ciclo
cursos introductorios de gramática quechua, en los que se matriculan
alrededor de 80 alumnos deseosos de aproximarse al quechua. A diferencia de
los cursos de otros idiomas que se dictan en un instituto de idiomas estos
cursos no tiene continuación que permitan el domino de todas las dimensiones
del idioma quechua.
A diferencia del pregrado la competencia en el quechua entre los estudiantes
mayores y egresados es muy superior. Nos escribieron cuarenta (40) alumnos
de programas como Maestrías, Plan Adulto y la Maestría de Gerencia Social a
Distancia (MGSD) la gran mayoría de los cuales (34) situaba su nivel de
conocimiento del quechua en los rangos alto y medio. Treinta y siete (33) de
ellos señalaron además que nacieron en provincias distintas a Lima.
Los alumnos de la MGSD fueron los más entusiastas a la hora de
respondernos. Los veinticinco (25) que escribieron son provincianos y
quechuahablantes nativos, y no se quedaron cortos al mostrar su grato
asombro ante el interés de la PUCP por difundir y enseñar el quechua. Aunque
la mayoría sigue los cursos desde provincias, muchos de ellos sostienen que
bromean y conversan en quechua cuando tienen que venir al campus para los
cursos presénciales. Todos manifiestan su deseo de perfeccionar su domino
del quechua y siete (7) ofrecieron su experiencia y dominio del quechua en la
producción del curso de RunasimiNet.
Nos respondieron también quince (15) ex alumnos de la PUCP que saben
quechua por lo general a nivel medio y alto. Once (11) de ellos son
provincianos. Diez (10) quieren perfeccionar su dominio del quechua y cuatro
(4) ofrecen su ayuda y colaboración. No sabemos sobre el uso que hacen del
idioma salvo el destacable caso del profesor Demetrio Túpac Yupanqui, quien
lleva 50 años en la enseñanza del quechua en su propia academia “Yachay
Wasi” y ha producido un curso introductorio de quechua en Internet
(www.yachay.com.pe/especiales/quechua).
Los alumnos no mencionaron el tema de la vergüenza de ser señalado, por el
contrario entre ellos primó el entuciasmo de quién ha decidido empezar a
aprender, o encuentra reconocimiento para su saber en el mero hecho de ser
convocados.
Docentes Nuestro sondeo nos permitió contactar por vía del correo electrónico a treinta y
dos (32) docentes de la PUCP que hablan quechua. Quince (15) de ellos son
provincianos que aprendieron el quechua en su tierra.
Ocho (8) de los docentes sostienen que dentro del campus usan el quechua
ocasionalmente para charlas casuales, comentarios y bromas, ya sea con otros
profesores, con empleados o trabajadores. Al parecer hay un núcleo
interesante de profesores quechuahablantes del área de las ingenierías que
mantienen fluido contacto entre ellos y gustan de bromear y conversar en
quechua. Pero ninguno mencionó que sus actividades en la universidad
incluyeran enseñar quechua u ocuparse del estudio de esta lengua.
Diecisiete (17) quieren perfeccionar su quechua, seis (6) ofrecen colaborar con
nuestro proyecto.
Empleados Seis (6) empleados (bibliotecario, secretaria, técnico de laboratorio, etc.) nos
escribieron. Lamentablemente pocos contestaron nuestra encuesta por lo que
no tenemos suficiente información sobre ellos. De las respuestas se desprende
que prácticamente no se comunican en quechua dentro del campus.
Parientes y allegados Muchas personas de la comunidad universitaria nos escribieron aún sin saber
ellos mismos quechua, ofreciéndonos su ayuda. Doce (12) de ellas nos
ofrecieron la valiosa colaboración de sus parientes quechuahablantes, tales
como madres, padres, hermanos y esposas. Este es un gesto generoso que
apreciamos y esperamos poder capitalizar en nuestro proyecto. Y también es
un gesto revelador. Como tantos que estudian quechua porque los familiares
mayores lo hablan, ellos también parecen encontrar que difundir el quechua es
una actividad reparadora y dignificante. Expresan su satisfacción por este
proyecto y asumen que sus familiares también encontrarán en él motivo de
entuciasmo.
El uso del quechua De las diversas respuestas podemos extraer algunas conclusiones generales
sobre la presencia del idioma en la vida universitaria.
El quechua no se usa de manera ordinaria en la PUCP. Normalmente no se
conversa ni se hacen gestiones rutinarias en ese idioma. Muchos trabajadores
lo usan a veces para bromear con los paisanos o para saludarlos. Pero no para
conversar largo y tendido, ya no dentro de la Universidad, salvo excepciones,
aunque alguna vez se pudo crecer aprendiendo quechua en el Fundo Pando.
Los alumnos no conversan en quechua dentro de la PUCP. Ocho profesores
nos dijeron que sí lo hacen, charlan con algún otro profesor quechuahablante o
con algunos trabajadores.
A pesar de que el único espacio donde se usa muy limitadamente el quechua
es en las relaciones interpersonales, de acuerdo a sus respuestas muchos de
los que saben quechua están interesados en mejorar y afianzar su destreza de
este idioma: ciento un personas (101) así lo manifestaron. Esto por diversos
motivos entre los que hay que destacar: contactar con sus raíces culturales,
comunicarse con parientes y motivos profesionales. Y es que en carreras como
educación, derecho, ingeniería de minas y ciencias sociales (entre otros), el
quechua, más que un recurso necesario para el estudio, es una herramienta
para alcanzar sus fines y objetivos profesionales.
Pero la tendencia dominante es mas bien otra. De un lado, la institución
universitaria no usa quechua ni en sus actividades administrativa y académicas
ni en las relaciones labroles por lo que no requiere de sus miembros que lo
hablen. Tampoco le brinda mayor reconocimiento simbólico. Del otro lado, los
quechuahablantes son pocos y la tendencia a reducir su presencia entre los
sectores sociales no pobres que se manifiesta en la ciudad se lleva aquí al
extremo. Además están dispersos en los diversos grupos ocupacionales y
unidades de la universidad y tienen dificultades para establecer relaciones
entre ellos. Por ello sus redes en la universidad son muy débiles o inexistentes.
Son trabas para relacionarse en tanto quechua hablantes el no tener relaciones
familires entre si, no hablar el mismo tipo de quechua, no tener un origen
comun en la provincia o distrito del pais, su dispersión en estamentos
diferentes, la inexistencia de espacios ludicos y la vergüenza, más profunda
entre quienes no la nombran pero tampoco proclaman su conocimiento del
idioma.
Aunque son pocos los que hablan o aprenden quechua en la Purcp, son
entusiastas. Así, lo que más nos sorprendió gratamente fue el contacto con
numerosas personas interesadas en colaborar con el proyecto RunasimiNet.
Un cuarto (58) de los que contestaron el correo electrónico entre alumnos,
docentes, trabajadores y terceros interesados lo hicieron para ofrecer aliento y
sugerencias, así como ofreciéndose a probar las primeras versiones del curso
de quechua de RunasimiNet. Apoyaban el proyecto impulsados por la
necesidad y la nostalgia ya sea porque quieren aprender el idioma a través de
nuestro curso o porque creen que es necesario difundir y enseñar el quechua.
Eso indica que la posibilidad de aprender el quechua o difundir su uso no deja
indiferentes a los miembros de la PUCP, todo lo contrario, esa posibilidad es
recibida con impaciencia y entusiasmo.