República Bolivariana De Venezuela.Ministerio Del Poder Popular Para La Educación Superior.
Instituto Universitario Politécnico “Santiago Mariño”Extensión Mérida
ETNIA INDÍGENA PIAROAS
INTEGRANTES
Carlos Luis Molina C.I: 21.330.055
Cesar Cordero C.I:
Daniel Graterol C.I:
Gerardo Albornoz C.I: 26.765.980
Roger Herrera C.I: 25.
Veruzka Cabeza C.I: 26881127
Mérida, Junio del 2016
INTRODUCCIÓN
Los pueblos indígenas de Venezuela constituyen la población
originaria del país y un importante sector de la sociedad venezolana actual,
cada uno con su historia, idioma y cultura. Aunque con dificultades y muchas
veces sufrimientos, han sabido mantenerse en sus territorios como
sociedades y culturas diferenciadas frente al avasallamiento histórico que
han sufrido, defendiendo su derecho a una vida digna y en libertad. Por esto,
han experimentado transformaciones en sus culturas, y a la vez, han
incorporando nuevos objetos, instrumentos y palabras provenientes de otras
culturas.
Sin embargo, a pesar de estas transformaciones e incorporaciones, en
un contexto de cambios sociales profundos y creciente interrelación con la
sociedad envolvente, continúan en gran parte manteniendo los núcleos
profundos de su ser y de su cultura, distinguiéndose así entre ellos y, sobre
todo, de las poblaciones no indígenas. De esta manera, cada pueblo
indígena mantiene su continuidad histórica y demuestra su fortaleza,
expresando su identidad en el respeto de la identidad de los otros pueblos.
La cultura y la identidad constituyen los centros medulares de las
sociedades y sin ellas no conseguirían constituirse en pueblos diferentes de
los demás. Gracias al saber de sus ancianos y ancianas y las experticias de
sus hombres y mujeres, cada pueblo logra distinguirse de los otros. De allí la
importancia de la transmisión del saber cultural a las nuevas generaciones a
través de las enseñanzas de los ancianos y ancianas y, en general, de las
madres y padres de cada familia. La educación que los padres imparten a
sus hijos desde el nacimiento hasta que crecen y se hacen adultos, es una
labor fundamental para cada pueblo. En esta tarea, todos los integrantes de
la comunidad participan, ya que constituye el medio a través del cual cada
LOS PIAROAS
El grupo étnico uwotjuja, más conocido como piaroa en Venezuela, y
en Colombia como dearuwa y wotuja, pertenece lingüísticamente a la familia
saliva y se encuentra establecido en los Estados Amazonas y Bolívar de
Venezuela, en la ribera derecha del Orinoco medio. Los piaroa viven
generalmente en pequeñas comunidades que no llegan a cien individuos,
separadas entre ellas por una distancia de más o menos un día de camino.
Tradicionalmente, los piaroa vivían en una casa comunal, donde las
diferentes familias estaban emparentadas. En la actualidad, aunque continúa
existiendo la casa comunal, las aldeas están formadas por casas
principalmente unifamiliares.
El «Censo de Población y Vivienda», realizado en 2001 por el Instituto
Nacional de Estadística, contabilizó 14.494 individuos que se autodefinen
piaroa, de los cuales 12.558 en comunidades y
1.936 fuera del territorio del grupo, sobre todo en urbes criollas.
Tradicionalmente, cada grupo familiar (cawaruwa) es autónomo en lo
que se refiere a la organización del trabajo y a la gestión de los problemas
infra-familiares. Sin embargo, por encima de los grupos familiares, cada
territorio se encuentra bajo la jurisdicción de un ruwa, un hombre con
autoridad derivada de su poder chamánico y de sus conocimientos
especiales sobre el mundo natural y espiritual, autoridad que le permite
proteger a su gente y, al mismo tiempo, favorece la fertilidad de las tierras.
No se trata de un cargo hereditario, aunque a menudo uno de los hijos del
ruwa puede terminar por suceder al padre, así como puede ser un yerno,
dependiendo de la disponibilidad, saber y poder espiritual. Actualmente,
existen en cada comunidad otras figuras que ocupan cargo público,
nombrados por cada comunidad.
Además de las actividades directamente dirigidas a la obtención de
alimentos, un aspecto integral de su economía de subsistencia es la
manufactura de varios artefactos tecnológicos: cestas, alfarería, madereras,
tinturas, venenos, tejidos, mecates, antorchas, plumaje, collares, ceras,
gomas, máscaras, cerbatanas, tela de corteza y totumas.
Esta industria nativa se basa en el conocimiento y uso de un gran
número de plantas del hábitat Piaroa. Los artefactos no solamente son
utilizados en los trabajos explotativos, domésticos y religiosos sino también
constituyen la base de un sistema intercomunitarios de intercambio por
medio del cual los Piaroa obtienen también los bienes occidentales (los
cuchillos, anzuelos, ropa, mostacilla, etc.).
Según la tradición oral, el territorio ancestral de los Piaroa es la zona
inter fluvial montañosa flanqueada por los cursos altos de los ríos Cataniapo,
Marieta, Autana y Cuao.
Hoy día, el Alto Cuao, una zona cabecera de acceso difícil
caracterizada por una topografía muy accidentada y cubierta por una capa
densa de bosque, es uno de los últimos refugios de la cultura tradicional
Piaroa.
Allí, los habitantes mantienen formas culturales relativamente
autóctonas, tales como: asentamiento disperso y semi-nómado, una
tecnología simple en la cual los artefactos tradicionales son todavía
conspicuos, una economía de subsistencia, una red de microcircuitos de
intercambios comerciales entre comunidades vecinas y la religión autóctona.
Otros Piaroas que han migrado río abajo son más transculturizados;
ellos viven en comunidades nucleadas y sedentarias, están integrados a los
mercados regionales, tienen contactos frecuentes con los pueblos criollos y
han adoptado religiones occidentales.
De acuerdo con las normas tradicionales, hombres y mujeres visten
guayucos tejidos con el algodón que se cultiva en los conucos. Con este
material tejen, en sencillas armazones de madera, bandas y cintas
decorativas.
Los Wotjuja utilizan toda surte de adornos, en particular, zarcillos
triangulares hechos con monedas de metal martillado. De ellos penden
sartas de cuentas de mostacilla azul y blanca. Son frecuentes los largos y
gruesos collares hechos con dientes de caimán o báquiro, que ensartados
con plumas multicolores cruzan el pecho de los hombres.
El uso de plumas implica fórmulas mágicas y estéticas. Con las
plumas se perpetúa y prolonga el tiempo de las formas simbólicas. Por esto,
coronas, tocados, brazaletes, collares y otros adornos plumarios son la
metáfora permanente de un gusto por el uso del color que se encuentra en
tucanes, guacamayas y toda suerte de pequeños pájaros de extraordinario
colorido. Una verdad abstracta se expresa en los diseños pintados en el
cuerpo. Denominados “caminos de las cuentas”14, estos signos no
pretenden sólo decorar la piel: cada hombre y mujer lleva dentro de su
cuerpo los signos, cuyas claves mágicas conforman las palabras del canto
chamánico. Sus formas geométricas invocan y descubren elementos que no
repiten la naturaleza, como si se tratara de una tabla de referencias.
El dibujo corporal no es un artificio arbitrario o un capricho sin
alcances. Toda adición está sometida al infalible conocimiento del ruw’a,
encargado de asignar “las cuentas”. Ellas son la representación gráfica de un
saber adquirido con los años en complejas ceremonias rituales. La pintura
del cuerpo, que explora los misterios de la magia, se dirige a una región
particular de la sensibilidad. Para su ejecución se utilizan sellos de madera
que combinan diseños, formas y tamaños diversos. Los signos utilizados,
aunque infinitamente repetidos, adquieren sobre el cuerpo un sentido único e
intransmisible. Los femeninos encierran a las mujeres en su destino
inmutable de fertilidad; los masculinos someten a los hombres a los
designios promisorios de la caza y a los poderes del canto chamánico.
HISTORIA PIAROA
Los piaroa, originarios de Venezuela, llegaron al actual territorio
colombiano a finales del siglo XIX provenientes de los afluentes del río
Orinoco. El relativo aislamiento que les había permitido la localización de sus
asentamientos se transformó en función de las nuevas dinámicas
poblacionales iniciadas durante el período de la colonia. A partir del siglo XX,
se acentuaron las migraciones, en respuesta a la bonanza cauchera que
atrajo a varios grupos a trabajar en la extracción de chicle, caucho y
chiquichiqui, a cambio de mercancías occidentales.
En busca de trabajo o, en contraposición, huyendo del régimen de las
caucheras, los piaroa se reagruparon en su territorio actual, a lo largo del
bajo río Guaviare. En el transcurso del siglo XX las actividades de los
colonos, los comerciantes, las autoridades regionales y finalmente, la llegada
de las misiones, influyeron en la consolidación de sus asentamientos y en la
adopción de un patrón de residencia plenamente sedentario.
Se denominan así mismos como Wotiheh, Uhothuha o Dearwa. Se
ubican en el Río Guaviare, caño Matavén al sur del departamento del
Vichada. Esta misma etnia se le conoce con la auto denominación de huotuja
o wotjuja, en los municipios de Autana, Atabapo y Manapiare en el Estado de
Amazonas, República Bolivariana de Venezuela. Su población estimada en
este país es de 11.539 personas.
Esta admirable etnia ha sabido destacarse como recolectores,
cazadores y pescadores. En el área de la agricultura practican el cultivo del
conuco. Ocupan un extenso territorio, toda la serranía de Sipapo incluyendo
las hoyas del río Sipapo, ríos Marieta, Camani, Manapiare, como también los
ríos Parguaza, Suapure y Cuchivero del Estado Bolívar. Son fieles
observantes de las estrictas leyes naturales y sus arraigadas creencias. Su
vivienda es denominada Churuata, donde habitan todos los miembros de la
comunidad y se describe como una verdadera obra arquitectónica indígena.
CULTURA PIAROA
La cultura Piaroa es producto del mestizaje de los sobrevivientes de
otros grupos indígenas que habitaban su actual territorio y que por un efecto
de gravitación demográfica se concentraron y mezclaron con los grupos
montañeses de Piaroa, quienes habían logrado resistir mejor los efectos
despobladores de la colonización gracias a su dispersión demográfica y al
difícil acceso de sus territorios.
Uno de los perfiles más resaltantes de su conformación sociocultural
es la mezcla de rasgos, que en algún momento debieron pertenecer a grupos
desaparecidos de su actual territorio como los maipuri, los avani, los sereu,
los mabu, lo quiruba y los atures.
También se consideraban descendientes de la primera pareja, creada
por Wahari, héroe cultural. Su cosmovisión ancestral se vio
significativamente modificada como resultado de la acción de las misiones
evangélicas, en particular Nuevas Tribus, a cargo de Sofía Müller y el
Instituto Lingüístico de Verano, quienes representaron, en este momento,
una alternativa para escapar de los caucheros y mantener la cohesión social.
La adopción de la religión evangélica -católica y adventista en el caso
de los piaroa de Caño Colorado-, propició modificaciones en su sistema de
organización política y social, donde la figura del Rwatí, jefe político y
religioso de la comunidad, fue remplazada por el pastor indígena. Las
comunidades piaroa del Orinoco colombiano han recibido una menor
influencia protestante por su cercanía a las misiones católicas salesianas. A
pesar de la vigencia de la práctica evangélica desde los años cincuenta,
muchos elementos de sus creencias tradicionales se han mantenido.
La etnia se encuentra actualmente en un proceso constante de
búsqueda de nuevos mecanismos que le permitan consolidarse como
pueblo. En este marco, el recurrir a los elementos de la identidad indígena
tradicional, ha empezado a adquirir una gran importancia.
Bajo el influjo del yopo y de otras plantas alucinógenas, entre danzas,
mímicas y acciones rituales, “la imagen de los ojos” de los hombres levanta
el vuelo en línea recta. Su percepción vaga indistintamente por los días y las
noches, planea en regiones abismales, viaja hacia los filamentos dorados del
sol, y así logra ver el rojo intenso de sus diseños interiores. Wahari, el ser
supremo, fue el primero en tener estas visiones. Una fina red de
asociaciones acompaña desde siempre la aventura simbólica piaroa.
Su sofisticada tecnología botánica incluye múltiples maneras de
preparar las sustancias alucinógenas que forman parte de sus rituales.
Aunque la composición de los preparados del yopo se repita, hay una
tendencia a buscar la excelencia en la calidad y efectividad de la fórmula
particular de cada chamán. El yopo y los utensilios destinados a su consumo
(el mortero de madera con su mano de moler, el inhalador, la brocha para
agrupar el polvo alucinógeno, el estuche de caracol, el peine y la pluma de
paují) se guardan en pequeñas cestas tejidas en forma de caja, llamadas
petacas o yoperas.
Entre los piaroa, la cestería es una de las prácticas que se dirige más
hacia lo útil. Es común la fabricación de catumares, mapires, sebucanes,
guapas, cestas, esteras y manares destinados al transporte y procesamiento
de la yuca amarga.
La adopción de la religión evangélica -católica y adventista en el caso
de los piaroa de Caño Colorado-, propició modificaciones en su sistema de
organización política y social, donde la figura del Rwatí, jefe político y
religioso de la comunidad, fue remplazada por el pastor indígena. Las
comunidades piaroa del Orinoco colombiano han recibido una menor
influencia protestante por su cercanía a las misiones católicas salesianas. A
pesar de la vigencia de la práctica evangélica desde los años cincuenta,
muchos elementos de sus creencias tradicionales se han mantenido.
Hoy en día, el evangelio ha empezado a ser cuestionado, sin que esto
signifique que haya perdido importancia en su cultura. La etnia se encuentra
actualmente en un proceso constante de búsqueda de nuevos mecanismos
que le permitan consolidarse como pueblo. En este marco, el recurrir a los
elementos de la identidad indígena tradicional, ha empezado a adquirir una
gran importancia.
RELIGION PIAROA
El mundo espiritual de los piaroa está constituido por espíritus y
héroes culturales que definen tanto el origen del grupo como las relaciones
con el mundo natural. Los animales y las plantas, por ejemplo, tenían
aspecto humano, hasta que el dios creador Wahari los trasformó a su forma
actual. Por esto, considerando que todos los seres vivos descienden de una
pareja ancestral, de alguna forma también los animales, peces y plantas
están emparentados con los piaroa.
MEDICINA PIAROA
La medicina tradicional piaroa atribuye gran parte de las causas de
enfermedades al mundo espiritual, relacionado estrechamente con los
animales, quienes serían sus productores, tanto directamente a través de la
ingestión, como de manera indirecta cuando se rompe la relación ordenada
entre el individuo y el cosmos. A las causas de las enfermedades se añaden
algunas deorden natural, lo que implica un uso terapéutico de plantas y
masajes, pero siempre sobrepuestas a terapias espirituales.
ECONOMIA PIAROA
Los suelos son de limitada fertilidad, salvo en el curso superior de los
ríos Cuao y Sipapo, donde la fronda de la selva ha generado zonas con
grandes depósitos orgánicos apropiados para la agricultura. Las disimilitudes
existentes en los suelos explican desde el punto de vista de los agrónomos
Sabarari (“Sabarari”) o “criollos” las diferencias en cuanto al rendimiento
agrícola, interpretación técnica a la cual los wóthüha contraponen su propia
opinión, de alto valor simbólico, basada en la mitología. Según ellos, las
mejores tierras se sitúan en el Alto Cuao porque en ese sector cayó el follaje
de un gigantesco árbol mítico del que nacieron todas las frutas y especies
vegetales cultivables y comestibles; un árbol del cual quedó tan sólo un tocón
petrificado: el Cerro Autana o Kwawai (“Kuawai”), altamente sagrado para los
wóthüha y para otros pueblos indígenas vecinos.
Las actividades de subsistencia tradicionales de los wóthüha incluyen
la agricultura en el conuco (que en su idioma es denominado pätta, “pata”),
así como la cacería, la pesca y la recolección de diversos productos
naturales, aprovechando la extraordinaria biodiversidad presente en esta
región del país. De esas la bores, la principal es la agricultura y el rubro
agrícola de mayor significación es la yuca amarga o iré (manihot esculenta),
valioso ingrediente que gracias a las manos de las mujeres es hábilmente
transformado e incluido en alimentos y bebidas de uso cotidiano o
consumidas en el marco de la fiesta del Wärime, su celebración más
importante.
Los conucos se llevan a cabo en las áreas boscosas (de’a, “de a”) que
suelen estar cerca de las viviendas, si es que hay disponibilidad de terreno
apropiado para ello. Antiguamente, se mantenían en producción, de manera
simultánea, de tres a cuatro conucos por cada casa comunal (uchuhode,
“uchujode”, una churuata o vivienda multifamiliar), lo cual permitía disponer
de fuentes de alimentos permanentemente. Aparte de yuca, se cultiva ñame
(hwäre, “ware”, Dioscorea alatam Dioscorea tryphylla), batata (wiriyä, “wiriya”,
Ipomoea batatas), túpiro (nu’ä, “nu’a”, Solanum topiro), piña (khänä, “kana”,
Ananas sativus), entre otros productos.
La yuca o iré es tan valiosa en la cultura wóthüha que se dice que
hasta tiempos recientes el casabe, su principal subproducto, permitía medir
la prosperidad de una familia, y de hecho es considerada casi sagrada, pues
aparte de su papel fundamental en la alimentación constituye un ingrediente
necesario en la composición del sari (“sari” o “sani”), la bebida de yuca
fermentada imprescindible en la celebración del Wärime. Según algunos
estudiosos de la cultura wóthüha, estos indígenas conocen más de 100
variedades de la planta, diversidad que se expresa en diferencias de sabor,
acidez o color, quienes además la trasmutan en alrededor de treinta
presentaciones distintas, incluidas ocho tipos de tortas de casabe, cuatro
tipos de mañoco (harina tostada), tres maneras de consumir los tubérculos,
once tipos de bebidas y tres maneras de usar el yare (jugo exprimido), como
es el caso de la conocida “catara” o salsa picante (a base de yare, ají y
cabezas de bachaco).
Aunque los wóthüha conocen y cultivan la yuca dulce (ehtäwa ire,
“ejtawa ire”,manihot dulcis), realmente jamás consumida y valorada es la
yuca amarga. Bebidos o comidos, los subproductos de este tubérculo
constituyen un carbohidrato indispensable y de consumo casi obligatorio en
su dieta, y en su presentación más básica casabe sin aditivos, es alimento
apropiado para los aprendices de chamán o para personas que se someten a
ciertos ayunos preventivos o terapéuticos, a quienes se les prohíbe la
ingestión de comidas dulces, saladas o picantes. Conscientes de su valor
nutricional, la chicha de yuca es uno de los primeros alimentos dados a los
niños después de la leche materna. Así mismo, junto a su trascendencia
alimenticia, simbólica y religiosa, la yuca amarga tiene un importante valor
económico comercial: una parte importante de los derivados de la planta
(básicamente casabe y mañoco) son vendidos en la capital de Amazonas,
Puerto Ayacucho, y sus alrededores, o en la zona baja de los ríos Ventuari,
Cuao y Sopapo, gracias a lo cual los wóthüha obtienen moneda y algunos
productos inexistentes en sus regiones de origen.
Un aspecto interesante de la economía wóthüha es la estrecha
vinculación que se atribuía entre la prosperidad y las aptitudes espirituales de
los líderes reconocidos en la organización socio-política tradicional, los ruwa
(“ruwa”, es decir, en español, “Señor”) o “capitanes”, cuyas funciones
incluyen el fomento o preservación de la fertilidad de plantas y animales,
lograda por sí mismos o con el auxilio de los chamanes. Según los wóthüha,
el crecimiento de cultivos como la yuca no sólo depende de la disponibilidad
de suelos y de las condiciones climáticas necesarias sino de la insuflación de
fuerza vital por parte del líder local, mediante cantos y otros procedimientos.
Por otra parte, a mayor potencia espiritual hay mayor prestigio e influencia,
que a su vez favorece la capacidad de captar la atención y el apoyo de los
demás, un planteamiento que de alguna manera subraya la interdependencia
entre los ámbitos económico, religioso y político.
Esta situación, inevitablemente, ha ido cambiando. Después de varias
décadas de intensificación de sus contactos con la sociedad criolla, coexisten
elementos de esa organización socio-productiva tradicional con ciertas
innovaciones implantadas recientemente. Ya es común que la figura del ruwa
coexista con otras como el “comisario” o el “comisionado”, cargos de origen
criollo que suelen recaer en gente joven, menos sabia y por lo tanto
espiritualmente menos poderosa. Si bien en algunos pueblos siguen
operando el meñe ruwa (“meñe ruwa”) o el yuhuähuä ruwa (“yuwawa ruwa”),
especialistas en chamanismo, éstos deben enfrentar el escepticismo y la
indisciplina que entre los más jóvenes ha fomentado la penetración de la
cultura no indígena. Ante el decreciente número de aspirantes a continuar el
duro camino del aprendizaje espiritual, con preocupación se preguntan
quiénes velarán en el futuro por la continuidad del orden cósmico señalado
en la tradición de los ancianos.
Una de las últimas novedades organizativas son los Concejos
Comunales, constituidos por recomendación del Estado nacional como una
vía para promocionar y facilitar la gestión comunitaria y la atención a
problemas locales. Afortunadamente, en esta materia los wóthüha ya habían
acumulado una amplia experiencia organizativa, destacándose desde varias
décadas atrás en la conformación de cooperativas para la elaboración de
distintos productos agrícolas (cacao copoazú, producción de mañoco,
casabe, harina de plátano), pecuarios (cría de búfalos) y forestales (aceite de
seje, miel), e incluso en la prestación de servicios de telecomunicaciones (a
estudiantes de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez). En
esta materia han alcanzado importantes logros y también algunos fracasos
que, no obstante, han sido útiles de igual manera para el aprendizaje y el
perfeccionamiento de algunas modalidades de actuación.
Respecto a las actividades productivas, se mantiene la distribución de
las labores según el género. Los conucos siguen siendo familiares y todavía
no muy distantes de las viviendas. Los rubros principales aún son la yuca
amarga en primer lugar-, la piña, el maíz, el ñame, el plátano, la auyama y la
lechosa, entre otros. Algunas comunidades han experimentado con la venta
de los subproductos de la yuca, pero recientemente descubrieron que la piña
se cotiza bastante bien, no sólo en el mercado regional sino en otros más
distantes como es el caso de San Fernando de Apure. Un pueblo, Betania de
Topocho, parece haber avanzado más en este tipo de iniciativa, favorecido
por su posición geográfica, en la vía hacia Bolívar y los Llanos, habiendo
gestionado ya mejores dotaciones en materia de transporte, energía eléctrica
y refrigeración. El Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología los
incorporó a su programa Red de Frutales y producto de los logros
alcanzados han recibido, además, el apoyo de otras organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales. Ciertamente constituye un
interesante ejemplo del modo de vida wóthüha adaptado a los nuevos
tiempos.
Las actividades tradicionales de subsistencia entre los wóthüha
incluyen la agricultura en el conuco así como la cacería, la pesca y la
recolección de diversos productos naturales, aprovechando la extraordinaria
biodiversidad presente en esta región del país.
La yuca o iré es tan valiosa en la cultura wóthüha que hasta tiempos
recientes el casabe, su principal subproducto, permitía medir la prosperidad
de una familia, de hecho es considerada casi sagrada porque es un
ingrediente indispensable en la elaboración del sari (“sari” o “sani”), bebida
de yuca fermentada esencial en la celebración del Wärime.
ORGANIZACIÓN SOCIO-POLITICA PIAROA
Su organización social tradicional se basaba en la endogamia local
acompañada de un patrón de residencia matrilocal. La organización familiar
se regía por la autoridad del suegro, ante quién, durante un período
prematrimonial de varios meses, los hombres próximos a casarse debían
pagar un servicio. Actualmente se practica la exogamia tribal y se realizan
matrimonios cristianos o uniones de hecho.
Políticamente la comunidad se divide en subgrupos y unidades que ocupan
distintos territorios. Su sistema se caracteriza por la flexibilidad y la ausencia
de mecanismos de coerción. Dentro de sus especialistas tradicionales se
destacan el yuawaruhua quien diagnostica enfermedades y el meríeruhua
encargado del rezo correspondiente al diagnóstico.
VIVIENDA DE LOS PIAROAS
La casa Wotjuja es una forma curiosa de cúpula rebajada, coronada
por una punta cónica en la que culmina el techo. La churuata resume las
convenciones que definen un modo de ver y de apreciar la existencia, que
son característicos de la cultura piaroa. La casa tradicional, según Grelier,
mide aproximadamente 17 metros de diámetro y 12 de altura. Se estructura a
partir de una serie de vigas o tirantes horizontales fijados a cuatro postes que
sostienen la punta cónica del techo. La circunferencia, formada por 16 pilares
sobre los que se enlazan travesaños en forma de círculos concéntricos,
constituye la armazón sobre la que se van colocando delgados haces de
hojas de palma, que conforman la gruesa capa impermeable de techo y
paredes destinada a durar muchos años.
Desde el espacio interior de la churuata se observa la complicada red
de postes, vigas y ligamentos, sometidos a la ley de los anillos concéntricos.
El espacio interno se organiza de acuerdo con un patrón señalado por el
chamán.
VESTIMENTA DE LOS PIAROAS
De acuerdo con las normas tradicionales, hombres y mujeres visten
guayucos tejidos con el algodón que se cultiva en los conucos. Con este
material tejen, en sencillas armazones de madera, bandas y cintas
decorativas.
Los Wotjuja utilizan toda surte de adornos, en particular, zarcillos
triangulares hechos con monedas de metal martillado. De ellos penden
sartas de cuentas de mostacilla azul y blanca. Son frecuentes los largos y
gruesos collares hechos con dientes de caimán o báquiro, que ensartados
con plumas multicolores cruzan el pecho de los hombres.
El uso de plumas implica fórmulas mágicas y estéticas. Con las
plumas se perpetúa y prolonga el tiempo de las formas simbólicas. Por esto,
coronas, tocados, brazaletes, collares y otros adornos plumarios son la
metáfora permanente de un gusto por el uso del color que se encuentra en
tucanes, guacamayas y toda suerte de pequeños pájaros de extraordinario
colorido. Una verdad abstracta se expresa en los diseños pintados en el
cuerpo. Denominados “caminos de las cuentas”14, estos signos no
pretenden sólo decorar la piel: cada hombre y mujer lleva dentro de su
cuerpo los signos, cuyas claves mágicas conforman las palabras del canto
chamánico. Sus formas geométricas invocan y descubren elementos que no
repiten la naturaleza, como si se tratara de una tabla de referencias.
El dibujo corporal no es un artificio arbitrario o un capricho sin
alcances. Toda adición está sometida al infalible conocimiento del ruw’a,
encargado de asignar “las cuentas”. Ellas son la representación gráfica de un
saber adquirido con los años en complejas ceremonias rituales. La pintura
del cuerpo, que explora los misterios de la magia, se dirige a una región
particular de la sensibilidad. Para su ejecución se utilizan sellos de madera
que combinan diseños, formas y tamaños diversos. Los signos utilizados,
aunque infinitamente repetidos, adquieren sobre el cuerpo un sentido único e
intransmitible. Los femeninos encierran a las mujeres en su destino
inmutable de fertilidad; los masculinos someten a los hombres a los
designios promisorios de la caza y a los poderes del canto chamánico.
ALIMENTACION PIAROA
Los platos están elaborados en su mayoría a base de pescado de río.
Entre los platos más conocidos están la Catara, Kepeurí Río Negrero,
Yereque. Cuaja yare: Sopa creada por la familia Mayuare de Puerto
Ayacucho, contiene pescado asado, ají picante y sal. Su elaboración consiste
en llenar un recipiente de agua casi hirviendo, se echan trozos de pescado
previamente asado, picante (murupi, chirel o simplemente ají picante). Se
sirve con casabe o mañoco. Se consume en Comunidades indígenas.
Pescado asado en leña: Comida típica de las Comunidad Indígena Piaroa.
Consiste en pescado, hojas de topocho y sal. Se prepara el pescado con sal,
relleno de orégano, cilantro; se envuelve con la hoja de topocho y se coloca
sobre la troja en el fogón (parrilla).
Se acompaña con casabe o mañoco mojado, ají picante o catara. Se
puede conseguir en la diferente comunidad indígena. Yucuta: Mañoco (fibra
de la yuca preparada) comida típica de las Comunidad indígena Piaroa, la
preparación consiste en colocar en un recipiente con agua fría o fresca se
vierte el mañoco y se toma como jugo (sirve de acompañante del pescado
asado y del cuaja yare). Yaraque: Mañoco o casabe (fibra de la yuca
preparada) Bebida propia de la Comunidad indígena Piaroa.
Su preparación consiste en colocar en un recipiente grande con agua
el mañoco al gusto y se deja por varios días hasta que se fermente, se toma
como bebida alcohólica. Guarapo de caña fermentada: Jugo de caña de
azúcar. Se vierte jugo de caña, en un recipiente grande de madera o canoa
tapándose con hoja de plátano y vástago de caña. Y se deja por varios días
hasta que se fermente, se toma como bebida alcohólica en fiestas
autóctonas.
CONCLUSIÓN
Los pueblos indígenas que en la actualidad habitan territorio
venezolano, desciende de los grupos que ya se encontraban en el territorio
del país en el momento del arribo de los colonizadores. Una de las
características de estos pueblos es, haberse mantenido relativamente
aislados, han preservado en mayor o menor medidas las costumbres y
tradiciones de sus antepasados. Cada pueblo indígena ocupa un territorio
que, de acuerdo a sus creencias, les fue otorgado por los Dioses. Son
lugares sagrados a los que les deben cuidado y respeto y en los que viven
organizados en pequeñas comunidades o poblados. Estas comunidades
generalmente son independientes económica y políticamente unas de otras,
aunque mantienen entre sí estrechas relaciones sociales. Los cabeza de
familia o jefes de cada una de las familias de la comunidad, conforman una
especie de consejo reconocido como la máxima autoridad, entre los
miembros de ese consejo se escoge uno de ellos paraqué los represente en
sus relaciones con otras comunidades. Estos jefes basan su poder en el
prestigio que les proporciona su conocimiento sobre la historia sagrada,
rituales y ceremonias, técnicas de caza y pesca, construcción de viviendas,
comercio, etc. A su sabiduría deben agregarse la ecuanimidad, la tolerancia
y el buen juicio. Su liderazgo es reconocido por todos, pero no pueden
imponer su voluntad, ni ejercer su poder sobre los otros miembros de la
comunidad.