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APOLOGÍA DE SÓCRATES Sócrates (470 399) Apología: 17a-18a 17a ¡Ciudadanos atenienses! 1 Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores. Han hablado tan seductoramente 2 que al escucharlas, casi han conseguido deslumbrarme a mí mismo. Sin embargo, quiero demostraros que no han dicho ninguna cosa que se ajuste a la realidad. Aunque de todas las falsedades que han urdido, hay una que me deja lleno de asombro, aquella en que se decía que tenéis que precaveros de mí, y no dejaros embaucar porque soy una persona muy hábil en el arte de hablar. Y ni siquiera la vergüenza les ha hecho enrojecer al sospechar de que les voy a desenmascarar con hechos y no con unas simples palabras. A no ser que ellos consideren orador habilidoso a aquel que sólo dice y se apoya en la verdad. Si es eso lo que quieren decir, gustosamente he de reconocer que soy orador, pero jamás en el sentido y en la manera usual entre ellos. Aunque vuelvo a insistir, que poco, por no decir nada, han dicho que sea verdad. Y, ¡por Zeus! 3 , que no les seguiré el juego compitiendo con frases redondeadas, ni con bellos discursos escrupulosamente estructurados como es propio de los de su calaña, sino que voy a limitarme a decir llanamente lo que primero se me ocurra, sin rebuscar mis palabras, como si de una improvisación 4 se tratara, porque estoy tan seguro de la verdad de lo que digo, que tengo bastante con decir lo justo, dígalo como lo diga. Por eso, que nadie de los aquí presentes, espere de mí, hoy, otra cosa. Porque, además, a la edad que tengo sería ridículo que pretendiera presentarme ante vosotros con rebuscados parlamentos, propios más bien de los jovenzuelos con ilusas aspiraciones de medrar 5 . Tras este preámbulo, debo haceros, y muy en serio, una petición. Y es la de que no me exijáis que use en mi defensa 6 un tono y estilo diferente del que uso en 1 CIUDADANOS ATENIENSES: En griego la expresión es: Andres Athenaioi. Es un saludo que puede traducirse por varones o ciudadanos atenienses y que no va dirigido realmente a los jueces que formaban el Tribunal Popular (Heliastai), sino a la Asamblea Popular de Atenas, y consiguientemente, a todos sus conciudadanos. Sócrates quiere con ello resaltar el hecho de que quiere dialogar ante todo con los miembros de su misma Polis. 2 SEDUCTORAMENTE: Desde el primer momento, Sócrates quiere desmarcarse del modo de reflexionar y debatir de los Sofistas. Ellos enfocaban, pensaba Sócrates, sus batallas dialécticas no con el objeto de convencer sino de vencer no importando el modo y, por ello, gustaban de la elaboración de seductores discursos. No se puede olvidar que Gorgias definía la oratoria como el arte de la seducción. 3 ZEUS: En el texto original, Platón usa el término má Día, que se puede traducir como por mi dios. Era la fórmula popular de expresar un juramento, y señala claramente, ya desde el principio, la convicción de Sócrates de realizar su defensa huyendo de las triquiñuelas legales para centrarse exclusivamente en el uso de un lenguaje coloquial y estrictamente racional. 4 IMPROVISACION: Aparte del deseo de Sócrates de huir en su defensa de un lenguaje legalista, lo cierto era que la ley ateniense prohibía el ejercicio de los profesionales o logógrafos como abogados de la defensa. Cada acusado debía hacer su propia defensa. En este contexto, sabemos por Diógenes Laercio que Sócrates había rechazado el discurso que Lisias, famoso orador, le había preparado afirmando: el discurso es muy hermoso pero no apropiado para mí. 5 MEDRAR: El arte de la elocuencia como medio de medrar estaba de moda en Atenas. Jóvenes ambiciosos con ganas de medrar, se apuntaban a las clases de aquellos maestros (que a cambio de importantes sumas de dinero) prometían a través de sus enseñanzas una ascensión meteórica en la política o los negocios. 6 DEFENSA: El sistema de defensa judicial ateniense funcionaba del modo siguiente:

Apologia de Sócrates

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Filosofía

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Page 1: Apologia de Sócrates

APOLOGÍA DE SÓCRATES

Sócrates (470 – 399)

Apología: 17a-18a

17a ¡Ciudadanos atenienses!1 Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las

palabras de mis acusadores. Han hablado tan seductoramente2 que al escucharlas, casi

han conseguido deslumbrarme a mí mismo. Sin embargo, quiero demostraros que no

han dicho ninguna cosa que se ajuste a la realidad. Aunque de todas las falsedades que

han urdido, hay una que me deja lleno de asombro, aquella en que se decía que tenéis

que precaveros de mí, y no dejaros embaucar porque soy una persona muy hábil en el

arte de hablar.

Y ni siquiera la vergüenza les ha hecho enrojecer al sospechar de que les voy a

desenmascarar con hechos y no con unas simples palabras. A no ser que ellos

consideren orador habilidoso a aquel que sólo dice y se apoya en la verdad. Si es eso lo

que quieren decir, gustosamente he de reconocer que soy orador, pero jamás en el

sentido y en la manera usual entre ellos. Aunque vuelvo a insistir, que poco, por no

decir nada, han dicho que sea verdad.

Y, ¡por Zeus!3, que no les seguiré el juego compitiendo con frases redondeadas, ni con

bellos discursos escrupulosamente estructurados como es propio de los de su calaña,

sino que voy a limitarme a decir llanamente lo que primero se me ocurra, sin rebuscar

mis palabras, como si de una improvisación4 se tratara, porque estoy tan seguro de la

verdad de lo que digo, que tengo bastante con decir lo justo, dígalo como lo diga. Por

eso, que nadie de los aquí presentes, espere de mí, hoy, otra cosa. Porque, además, a la

edad que tengo sería ridículo que pretendiera presentarme ante vosotros con rebuscados

parlamentos, propios más bien de los jovenzuelos con ilusas aspiraciones de medrar5.

Tras este preámbulo, debo haceros, y muy en serio, una petición. Y es la de que no me

exijáis que use en mi defensa6 un tono y estilo diferente del que uso en

1 CIUDADANOS ATENIENSES: En griego la expresión es: Andres Athenaioi. Es un saludo que puede

traducirse por varones o ciudadanos atenienses y que no va dirigido realmente a los jueces que formaban

el Tribunal Popular (Heliastai), sino a la Asamblea Popular de Atenas, y consiguientemente, a todos sus

conciudadanos. Sócrates quiere con ello resaltar el hecho de que quiere dialogar ante todo con los

miembros de su misma Polis. 2 SEDUCTORAMENTE: Desde el primer momento, Sócrates quiere desmarcarse del modo de

reflexionar y debatir de los Sofistas. Ellos enfocaban, pensaba Sócrates, sus batallas dialécticas no con el

objeto de convencer sino de vencer no importando el modo y, por ello, gustaban de la elaboración de

seductores discursos. No se puede olvidar que Gorgias definía la oratoria como el arte de la seducción. 3 ZEUS: En el texto original, Platón usa el término má Día, que se puede traducir como por mi dios. Era

la fórmula popular de expresar un juramento, y señala claramente, ya desde el principio, la convicción de

Sócrates de realizar su defensa huyendo de las triquiñuelas legales para centrarse exclusivamente en el

uso de un lenguaje coloquial y estrictamente racional. 4 IMPROVISACION: Aparte del deseo de Sócrates de huir en su defensa de un lenguaje legalista, lo

cierto era que la ley ateniense prohibía el ejercicio de los profesionales o logógrafos como abogados de la

defensa. Cada acusado debía hacer su propia defensa. En este contexto, sabemos por Diógenes Laercio

que Sócrates había rechazado el discurso que Lisias, famoso orador, le había preparado afirmando: el

discurso es muy hermoso pero no apropiado para mí. 5 MEDRAR: El arte de la elocuencia como medio de medrar estaba de moda en Atenas. Jóvenes

ambiciosos con ganas de medrar, se apuntaban a las clases de aquellos maestros (que a cambio de

importantes sumas de dinero) prometían a través de sus enseñanzas una ascensión meteórica en la política

o los negocios. 6 DEFENSA: El sistema de defensa judicial ateniense funcionaba del modo siguiente:

Page 2: Apologia de Sócrates

el ágora7, curioseando las mesas de los cambistas o en cualquier sitio donde muchos de

vosotros me habéis oído. Si estáis advertidos, después no alborotéis por ello.

Pues, ésta es mi situación: hoy es la primera vez que en mi larga vida8 comparezco ante

un tribunal9 de tanta categoría como éste. Así que - y lo digo sin rodeos soy un extraño a

los usos de hablar que aquí se estilan. Y si en realidad fuera uno de los tantos

extranjeros que residen en Atenas, me consentiríais, e incluso excusaríais el que hablara

con aquella expresión y acento propios de donde me hubiera criado.

18 a Por eso, debo rogaros aunque creo tener el derecho a exigirlo que no os fijéis ni os

importen mis maneras de hablar y de expresarme (que no dudo de que las habrá mejores

y peores) y que por el contrario, pongáis atención10

exclusivamente en si digo cosas

justas o no. Pues, en esto, en el juzgar, consiste la misión del juez, y en el decir la

verdad, la del orador.

Apología: 18b-20c

Así pues, lo correcto será que pase a defenderme11

.

En Primer lugar de las que fueron las primeras acusaciones propaladas contra mí por

mis antiguos acusadores y después pase a contestar las más recientes. Todos sabéis que,

tiempo ha, surgieron detractores míos, que nunca dijeron nada cierto y es a éstos a los

que más temo, incluso más que al propio Anitos12

y a los de su comparsa, aunque

también esos sean de cuidado. Pero lo son más, atenienses, los que tomándoos a muchos

de vosotros desde niños os persuadían y me acusaban mentirosamente diciendo que hay

un tal Sócrates, sabio, que se ocupa de las cosas celestes13

, que investiga todo lo que hay

1. Presentación oficial de la acusación y exposición de las acusaciones ante los jueces.

2. Alegaciones y réplicas por parte del acusado.

3. Oídas ambas partes, el tribunal de los 500 votaba la sentencia, que sólo podría escogerse entre

las penas propuestas por los acusadores o por el presunto reo.

4. Todo esto debía realizarse en el plazo de 24 horas, lo que explica las continuadas quejas de

Sócrates por ello. 7 AGORA: Era el lugar de reunión, por excelencia, del ciudadano ateniense. No se puede olvidar que la

vivienda griega era pequeña, y el clima del Mediterráneo invitaba a vivir en la calle. Por todo ello,

el ágora se convertía realmente en el parlamento improvisado de todos aquellos que querían conversar y,

claro está, también negociar. Sócrates debió pasarse más de la mitad de tiempo de su vida usando del

Agora como medio ideal de discusión dialéctica. 8 LARGA VIDA: En el momento en que se celebra este juicio, la edad de Sócrates debía de ser de unos

70 años. 9 TRIBUNAL El tribunal de tanta categoría, al que se refiere Sócrates, era el formado por los dikastai, es

decir, el Tribunal de los 500 Jueces, elegidos por sorteo entre los componentes de la Helieia (lo formaban

5000 miembros) y que era el auténtico Tribunal Popular, pero que progresivamente fue cediendo en

importancia ante el Tribunal de los 500. 10

ATENCION: Para los atenienses era conocida la fama de Sócrates como gran conversador dialéctico.

Pero también, era grande su fama de sujeto extraño y extravagante. Diógenes Laercio nos cuenta

que muchas veces caía en excesos de vehemencia en sus conversaciones, lo que le llevaba a darse fuertes

coscorrones y aún a arrancarse los cabellos. Sean ciertos o no estos tipos de testimonios, lo que si

sabemos seguro fue la gran expectación que levantó el juicio en contra de Sócrates. Se esperaba un

gran espectáculo. Sócrates, sin embargo, no responderá en este juicio a las expectativas teatrales que

muchos esperaban, y de ahí el creciente enfado e irritación de la multitud en su contra. 11

DEFENDERME: La defensa o Apología, como ya hemos señalado, debía hacerla el propio interesado,

aunque el acusado podía ser asesorado e, incluso, aprenderse de memoria discursos realizados por

especialistas en la materia, como Lisias. Sócrates, rechaza este tipo de ayuda e inicia su defensa personal,

usando como única arma la verdad, la razón y la dialéctica. 12

ANITOS: Anitos era un negociante y curtidor de pieles. Políticamente conservador. Fue el cerebro de

la acusación en contra de Sócrates, aunque permaneció en la sombra, siendo Meletos, quien firmó la

acusación y el que dio la cara 13

COSAS CELESTES: Parece que existía en Atenas una tradición, a la que Sócrates hace ahora

referencia, según la cual había tenido un pasado naturalista y sofista lo cual le llevaría a prescindir de los

Page 3: Apologia de Sócrates

bajo la tierra y que hace más fuerte el argumento más débil. Estos, son, de entre mis

acusadores, a los que más temo por la mala fama que me han creado y porque los que

les han oído están convencidos de que quienes investigan tales asuntos tampoco creían

que existan dioses. Y habría de añadir que estos acusadores son muy numerosos y que

me están acusando desde hace muchos años, con la agravante de que se dirigieron a

vosotros cuando erais niños o adolescentes y por ello más fácilmente manipulables,

iniciando un auténtico proceso contra mí, aprovechándose de que ni yo, ni nadie de los

que hubieran podido defenderme, estaban presentes. Y lo más desconcertante es, que ni

siquiera dieron la cara, por lo que es imposible conocer todos sus nombres, a excepción

de cierto autor de comedias14

. Esos, pues, movidos por envidias y jugando sucio,

trataron de convenceros para, que una vez convencidos, fuerais persuadiendo a otros.

Son, indiscutiblemente, difíciles de desenmascarar, pues ni siquiera es posible hacerles

subir a este estrado para que den la cara y puedan ser interrogados, por lo que me veo

obligado como vulgarmente se dice a batirme contra las sombras y a refutar sus

argumentos sin que nadie me replique.

Convenid, pues, conmigo, que dos son los tipos de acusadores con los que debo

enfrentarme: unos, los más antiguos, y otros, los que me han acusado recientemente. Por

ello, permitidme que empiece por desembarazarme primero de los más antiguos, pues

fueron sus acusaciones las que llegaron antes a vuestro conocimiento y durante mucho

más tiempo que las recientes.

Aclarado esto, es preciso que pase a iniciar mi defensa para intentar extirpar de vuestras

mentes esa difamación que durante tanto tiempo os han alimentado y debo hacerlo en

tan poco tiempo15

como se me ha concedido. Esto es lo que pretendo con mi defensa,

confiado en que redunde en beneficio mío y en el vuestro, pero no se me escapa la

dificultad de la tarea. Sin embargo, que la causa tome los derroteros que sean gratos a

los dieses. Lo mío es obedecer a la ley16

y abogar por mi causa.

Remontémonos, pues, desde el principio para ver cual fue la acusación que dio origen a

esta mala fama de que gozo y que ha dado pie a Meletos17

para iniciar este proceso

contra mi. Imaginémonos que se tratara de una acusación formal y pública y oímos

recitarla delante del tribunal.

Sócrates es culpable porque se mete donde no le importa, investigando en los cielos

y bajo la tierra. Practica hacer fuerte el argumento más débil e induce a muchos

otros para que actúen como él.»

dioses a la hora de explicar la formación del cosmos natural. Ello implicaría también, como educador de

los jóvenes, que Sócrates se dedicaría a corromper a la juventud con la introducción de nuevas ideas y de

nuevos dioses. 14

AUTOR DE COMEDIAS: Se está refiriendo a Aristófanes (450-385) autor de la comedia

las Nubes en donde caricaturiza a Sócrates identificándolo con un Sofista. Tal obra, había sido estrenada

unos 25 años atrás, cuando la mayoría de los asistentes eran adolescentes. 15

POCO TIEMPO: La ley permitía al acusado un tiempo determinado que era medido por

las clepsidras o relojes de agua. Sócrates se queja, como si de un programa de TV se tratara, del poco

tiempo que le dejan para defenderse. 16

LEY [Nomos]: En todo momento, Sócrates quiere desmarcarse de los Sofistas. Es sabido que este

movimiento contraponía la naturaleza (physis) y la ley (nomos), afirmando que ésta última era

convencional y producto cambiante. Además la evolución de la Sofística (1ª y 2ª) llevará a ciertos sofistas

a defender que mientras, por naturaleza, los fuertes deben imponerse a los débiles, la ley busca la

conciliación y el equilibrio entre ambos, con lo que la ley actuaba contra natura 17

Meletos era un poeta de escasa categoría. Es el acusador oficial, aunque, como hemos señalado ya, el

auténtico cerebro de la acusación en contra de Sócrates fue Anitos.

Page 4: Apologia de Sócrates

Algo parecido encontraréis en la comedia de Aristófanes18

, donde un tal Sócrates se

pasea por la escena, vanagloriándose de que flotaba por los aires, soltando mil tonterías

sobre asuntos de los que yo no entiendo ni poco ni nada. Y no digo eso con ánimo de

menosprecio, no sea que entre los presentes haya algún aficionado hacia tales materias y

lo aproveche Meletos para entablar nuevo proceso contra mí, por tan grave crimen.

La verdad es, oh, atenienses, que no tengo nada que ver con tales cuestiones. Y reto a la

inmensa mayoría para que recordéis si en mis conversaciones me habéis oído discutir o

examinar sobre tales asuntos; incluso, que os informéis los unos de los otros, entre todos

los que me hayan oído alguna vez, publiquéis vuestras averiguaciones.

Y así podréis comprobar que el resto de las acusaciones que sobre mí se han propalado

son de la misma calaña.

Pero nada de cierto hay en todo esto, ni tampoco si os han contado que yo soy de los

que intentan educar a las gentes y que cobran por ello y también puedo probar que esto

no es verdad y no es que no encuentre hermoso el que alguien sepa dar lecciones a los

otros, si lo hacen como Gorgias de Leontinos19

o Pródicos20

de Ceos o Hipias de

Hélide21

, que van de ciudad en ciudad, fascinando a la mayoría de los jóvenes y a

muchos otros ciudadanos que podrían escoger libremente y gratis, la compañía de

muchos otros ciudadanos y que, sin embargo, prefieren abandonarles para escogerles a

ellos para recibir sus lecciones por las que deben pagar y, aún más, restarles

agradecidos.

Y me han contado, que corre por ahí uno de esos sabios, natural de Paros22

y que

precisamente ahora está en nuestra ciudad. Coincidió que me encontré con el hombre

que más dinero se ha gastado con estos sofistas, incluso mucho más él solo que entre el

resto juntos.

A éste - que tiene dos hijos, como sabéis - le pregunté:

18

ARISTOFANES: Padre de la comedia griega. Por lo que a Sócrates se refiere, conviene destacar su

obra las Nubes estrenada en el año 423 a d Cristo, sin demasiado éxito. En las Nubes, Aristófanes realiza

una burda caricatura de los sofistas, pero a expensas de Sócrates. Este aparece como un maestro que

cobra en su escuela o pensatorio (phrontistérion) por enseñar como hacer fuerte el discurso débil, aunque

éste sea injusto. Desde un cesto, colgado por los aires, Sócrates intenta escudriñar cielos, mientras sus

discípulos, con la cabeza inclinada, intentan descubrir lo que sucede debajo de la tierra.

Pues bien, en este contexto, Estrepsíades, un palurdillo cosido a deudas por la vida lujosa de su mujer y la

afición de su hijo a las carreras de caballos, acude al pensatorio para aprender como hacer fuertes las

causas débiles, es decir, como aprender a eludir sus deudas usando del razonamiento. Lo que sucede es

que se pierde en tan profundos pensamientos y, por ello, convence a su hijo para que ocupe su lugar. Este,

que llega ser un discípulo aventajado, aprende tan bien las enseñanzas del pensatorio que resuelve a palos

sus deudas e, incluso, echa al padre de su casa para quedarse con todos lo bienes familiares... Estrepsíades

acabará quemando el pensatorio socrático. [ Ver ANEXO 1] 19

GORGIAS DE LEONTINO: Segundo en importancia dentro del movimiento Sofista, después de

Protágoras, y que Sócrates, curiosamente, no nos lo sitúa dentro de la sofística. Por su parte, Platón,

escribió un diálogo titulado Gorgias, y lo cierto es que el sofista no sale muy bien parado, pues, de alguna

forma, Platón, lo hace responsable del modo de pensar de sujetos como Polo (hedonista)

y Calicles (defensor de la teoría del derecho del más fuerte).

De todos modos, también es cierto que Gorgias tuvo por discípulo a Isocrátes, y gozó de una gran

reputación como gran orador y hábil dialéctico. 20

PRODICOS DE CEOS: Era un jonio, discípulo de Protágoras, el cual nos lo describe como un

hombre con poca voz y con poca salud. Su especialidad eran los argumentos basados en los diversos

sentidos de una misma palabra (sinonimias). Según Diógenes Laercio, recorría las ciudades, recitaba en

público a la manera de Orfeo, y enseñaba a la juventud a adquirir conocimientos por lo que recibía

grandes emolumentos. Fue embajador de su Polis (Ceos) en Atenas. 21

HIPIAS DE HELIDE: Era el más joven de los tres sofistas citados y el de menor importancia. Estaba,

sin embargo, dotado de una gran facilidad de palabra la que usaba, según parece, para embaucar a los más

infelices. Platón le dedicó 2 diálogos: Hipias mayor y menor. 22

EVENOS DE PAROS: Poeta y sofista. Citado por Platón en el Fedón y en Fedro.

Page 5: Apologia de Sócrates

« Calias23

, si en lugar de estar preocupado por dos hijos, lo estuvieras por el

amaestramiento de dos potrillos o dos novillos, nos sería fácil, mediante un un jornal,

encontrar un buen cuidador: éste debería hacerlos aptos y hermosos según posibilitara

su naturaleza y seguro que escogerías al más experto conocedor de caballos o a un buen

labrador. Pero, puesto que son hombres, ¿a quién has pensado confiarlos? ¿Quién es el

experto en educación de las aptitudes propias del hombre y del ciudadano? Pues me

supongo que lo tienes todo bien estudiado, por mor de esos dos hijos que tienes. ¿Hay

alguien preparado para tal menester?

Claro que lo hay, respondió.

¿Quién?, y ¿de dónde?, y ¿cuánto cobra? -le acosé.

¡Oh Sócrates! se llama Evenos, es de Paros y cobra cinco minas24

.

Y me pareció que este tal Evenos puede sentirse feliz si de verdad posee este arte y

enseña tan convincentemente. Es por si yo poseyera este don me satisfaría y

orgullosamente lo proclamaría. Pero, en realidad es que no entiendo nada sobre eso.

Apología: 20d-24b

Puede que ante eso, alguno de vosotros me interpele:

-Pero entonces, Sócrates, ¿cuál es tu auténtica profesión? ¿De dónde han surgido estas

habladurías sobre ti? Porque ni no te dedicas a nada que se salga de lo corriente, sin

meterte en lo que no te concierne, no se habría originado esta pésima reputación y tan

contradictorias versiones sobre tu conducta. Explícate de una vez, para que no tengamos

que darnos nuestra propia versión.

Esto sí que me parece razonable y sensato, y por ser cuerdo, quiero pasar a contestarlo

para dejar bien claro de dónde han surgido estas imposturas que me han hecho acreedor

de esta notoriedad tan molesta. Escuchadlo. Quizá alguno se crea que me lo tomo a

guasa, sin embargo, estad seguros de que sólo os voy a decir la verdad25

.

Yo he alcanzado este popular renombre por una cierta clase de sabiduría que poseo. ¿De

qué sabiduría se trata? Ciertamente que es una sabiduría propia de los humanos. Y en

ella es posible que yo sea sabio, mientras que por el contrario, aquellos a los que acabo

de aludir, quizá también sean sabios, pero lo serán en relación a una sabiduría que quizá

sea extrahumana, o no se con qué nombre calificarla. Habo así, porque, yo, desde luego,

que ésa no la poseo ni sé nada de ella y el que propale lo contrario o miente, o lo dice

para denigrarme.

Atenienses, no arméis barullo porque parezca que me estoy dando autobombo.

Lo que os voy a contar no serán valoraciones sobre mí mismo, sino que os voy a remitir

a las palabras de alguien que merece vuestra total confianza y que versan precisamente

sobre mi sabiduría, si es que poseo alguna, y cual sea su índole. Os voy a presentar el

testimonio del propio dios de Delfos26

.

23

CALIAS: Hombre acomodado y mecenas de los Sofistas, tal como afirma Platón en su

diálogo Protágoras. 24

MINAS: Una mina era una moneda griega, sexagésima parte de un talento. 25

VERDAD: Suele decirse que la verdad ofende. Pues bien, el proceso seguido en contra de Sócrates

parece responder claramente a esta afirmación. Sócrates, decide huir del espectáculo y contar lo que el

considera la verdad que explicaría el porque se encuentra en el banquillo de los acusados: la envidia

despertada por su manera de actuar en el ámbito de la Polis; su diferente concepción de los valores

éticos y políticos presentes tradicionalmente en mundo griego. La claridad y la convicción socrática

acerca de lo que considera que son los verdaderos motivos de su acusadores, explican los murmullos y el

malestar de los asistentes al proceso. 26

ORACULO DE DELFOS: En Delfos, y situado sobre la vertiente sudoeste del monte Parnaso, se

hallaba el famoso santuario al dios Apolo. A él acudían gentes de toda Grecia con el objeto de realizar

todo tipo de consultas. En el santuario, una sacerdotisa o pitonisa, sentada sobre el sagrado trípode,

entraba en trance, según decían, por estar poseída por el dios, aunque otros atribuían tal trance a

Page 6: Apologia de Sócrates

Conocéis sin duda a Querefonte27

, amigo mío desde la juventud, compañero de muchos

de los presentes, hombre democrático.

Con vosotros compartió el destierro y con vosotros regresó. Bien conocéis con qué

entusiasmo y tozudez emprendía sus empresas.

Pues bien, en una ocasión, mirad a lo que se atrevió: fue a Delfos a hacer una especial

consulta al oráculo, y os vuelvo a pedir calma, ¡oh, atenienses! y que no me alborotéis.

Le preguntó al oráculo si había en el mundo alguien más sabio que yo. Y la pitonisa

respondió que no había otro superior.

Toda esta historia la puede avalar el hermano de Querofonte, aquí presente, pues sabéis

que él ya murió.

Veamos con qué propósitos os traigo a relación estos hechos; mostraros de dónde

arrancan las calumnias que han caído sobre mí.

Cuando fui conocedor de esta opinión del oráculo sobre mí, empecé a reflexionar:

¿Qué quiere decir realmente el dios? ¿Qué significa este enigma? Porque yo sé muy

bien que sabio no lo soy, ¿a qué viene, pues, el proclamar el que lo soy? Y que él no

miente, no sólo es cierto, sino que incluso ni las leyes del cielo se lo permitirían.

Durante mucho tiempo me preocupe por saber cuáles eran sus intenciones y qué era lo

que en verdad quería decir. Más tarde y muy a desagrado, me dediqué a descifrarlo28

de

la siguiente manera. Anduve mucho tiempo pensativo y al fin entré en casa de uno de

nuestros conciudadanos que todos tenemos por sabio, convencido de que éste era el

mejor lugar para dejar esclarecido el vaticinio, pues pensé: «Este es más sabio que yo y

tú decías que yo lo era más que todos.»

No me exijáis que diga su nombre; haya bastante con decir que se trataba de un

renombrado político.

Y al examinarlo, ved ahí lo que experimenté: tuve la primera impresión de que parecía

mucho más sabio que muchos otros que, sobre todo, el se lo tenía creído, pero que en

realidad no lo era. Intenté hacerle ver que no poseía la sabiduría que él presumía tener.

Con ello, no sólo me gané su inquina, sino también la de sus amigos.

Y partí, diciéndome para mis cabales: ninguno de los dos sabemos nada, pero yo soy el

más sabio, porque yo, por lo menos, lo reconozco. Así que pienso que en este pequeño

unos vapores emanados de una fuente de un rincón del templo. Sea lo que fuera, durante el trance, la

pitonisa pronunciaba palabras inconexas o ruidos, que unos sacerdotes, sentados a su lado,

interpretaban. Por supuesto, alrededor del templo, existía el clásico negocio-montaje que suele

acompañar a todas estas manifestaciones de carácter religioso-popular: poetas que versifican oráculos a

cambio de dinero, sacrificadores de víctimas animales, examinadores de las entrañas de animales con el

objeto de predecir el futuro, aunque, claro está, cobrando a cambio. Nihil nuovo sub sole. [ Ver ANEXO

2]

27

QUEREFONTE: Era un amigo de Sócrates de toda la vida. Muerto en los momentos en que se realiza

este juicio. Aristófanes lo ridiculiza también en Las Nubes pues nos lo presenta como enfermizo y

apodado el murciélago por sus anchas cejas que contrastaban con la calvicie de Sócrates. Los dos se

dedican, en la obra citada, a medir la longitud del salto de una pulga desde las cejas de Querefonte

hasta la calvicie del maestro.

Caricaturas aparte, Querefonte, es un demócrata convencido y, por ello, será desterrado por el régimen

de lo 30 tiranos, para contribuir con su lucha a la posterior restauración del sistema democrático. 28

DESCIFRARLO: Con el objeto descifrar las causas que explicarían el proceso acusador al que se ve

sometido, Sócrates, propone tres muestras de la aplicación de su molesto método irónico:

su interrogatorio abarca a cada una de las tres clases sociales, con poder, presentes en Atenas (políticos-

oradores-artesanos). La conclusión final, señala, es que con tal investigación, además de entender el

porque de lo dicho por el Oráculo acerca de su sabiduría, lo que ha logrado realmente es enemistarse con

la totalidad de la población poderosa de Atenas.

Page 7: Apologia de Sócrates

punto, justamente si que soy mucho más sabio que él: que lo que no sé, tampoco

presumo de saberlo.

Y de allí pase a saludar a otro de los que gozaban aún de mayor fama que el anterior y

llegué a la misma conclusión. Y también me malquisté con él y con sus conocidos.

Pero no desistí. Fui entrevistando uno tras otro, consciente que sólo me acarrearía

nuevas enemistades, pero me sentía obligado a llegar hasta el fondo para no dejar sin

esclarecer el mensaje del dios. Debía llamar a todas las puertas de los que se llamaban

sabios con tal de descifrar todas las incógnitas del oráculo.

Y ¡voto al perro! - y juro porque estoy empezando a sacar a la luz la verdad- que ésta

fue la única conclusión: los que eran reputados o se consideraban a sí mismos como los

más sabios, fue a los encontré más carentes de sabiduría, mientras que otros que

pasaban por inferiores, los superaban.

Permitid que os relate cómo fue aquella mi peregrinación, que cual emulación de los

trabajos de Hércules29

llevé a cabo para asegurarme de que el oráculo era irrefutable.

Tras los políticos, acosé a los poetas: me entrevisté con todos: con lo que escriben

poemas, con los que componen ditirambos30

o practican cualquier género literario, con

la persuasión de que aquí sí me encontraría totalmente superado por ser yo muchísimo

más ignorante que uno cualquiera de ellos.

Así pues, escogiendo las que me parecieron sus mejores obras, les iba preguntando qué

es lo que querían decir. Intentaba descifrar el oráculo y, al mismo tiempo, ir

aprendiendo algo de ellos.

Pues sí, ciudadanos, me da vergüenza deciros la verdad, pero hay que decirla:

cualquiera de los allí presentes se hubiera explicado mucho mejor sobre ellos, que sus

mismos autores. Pues pronto descubrí que la obra de los poetas no es fruto de la

sabiduría, sino de ciertas dotes naturales y que escriben bajo inspiración, como les pasa

a los profetas, adivinos, que pronuncian frases inteligentes y bellas, pero nada es fruto

de su inteligencia y muchas veces lanzan mensajes sin darse cuenta de lo que están

diciendo. Algo parecido opino que ocurre en el espíritu de los poetas. Sin embargo, me

percaté de que los poetas, a causa de este don de las musas, se creen los más sabios de

los hombres y no sólo en estas cosas, sino en todas las demás, pero que, en realidad, no

lo eran.

Y me alejé de allí, convencido de que también estaba por encima de ellos, lo mismo que

ya antes había superado a los políticos.

Para terminar, me fui en busca de los artesanos, plenamente convencido de que yo no

sabía nada y que en estos encontraría muchos y útiles conocimientos. Y ciertamente que

no me equivoqué: ellos entendían en cosas que yo desconocía, por tanto, en este aspecto

eran mucho más expertos que yo, sin duda.

Pero pronto descubrí que los artesanos adolecían del mismo defecto que los poetas: por

el hecho de que dominaban bien una técnica y realizaban bien un oficio, cada uno de

ellos se creía entendido no sólo en esto, sino en el resto de las profesiones, aunque se

tratara de cosas muy complicadas. Y esta petulancia, en mi opinión, echaba a perder

todo lo que sabían.

29

TRABAJOS DE HERCULES: Hercules es el Heracles griego. Personifica la fuerza y el sufrimiento

de tener que soportar durante su vida diferentes transformaciones. Heracles, para expiar la muerte de su

esposa, Megara, debe ejecutar los famosos 12 trabajos, impuestos por su primo Euristeo, rey de la

Argólide: [Ver ANEXO 3] 30

DITIRAMBOS: El ditirambo era un canto coral que se cantaba con acompañamiento de flauta y que

se entonaba en las fiestas del dios del vino, Dionisios (Baco para los romanos). Estas fiestas, fueron

adquiriendo, poco a poco, carácter profano y puramente lúdico, al modo de los carnavales.

Page 8: Apologia de Sócrates

Estaba hecho un lío, porque intentando interpretar el oráculo, me preguntaba a mi

mismo si debía juzgarme tal como me veía -ni sabio de su sabiduría, ni ignorante de su

ignorancia- o tener las dos cosas que ellos poseían. Y me respondí a mí mismo y al

oráculo, que me salía mucho más a cuenta permanecer tal cual soy.

En fin, oh atenienses, que como resultado de esta encuesta, me encuentro, que por un

lado me he granjeado muchos enemigos y odios profundos y enconados como los haya,

que han sido causa de esta aureola de sabio con que me han adornado y que han

encendido tantas calumnias. En efecto, quienes asisten accidentalmente a alguna de mis

tertulias se imaginan quizá de que yo presumo de ser sabio en aquellas cuestiones en

que yo someto a examen a los otros, pero en realidad, sólo el dios es sabio, y lo que

quiere decir el oráculo es simplemente que la sabiduría humana poco o nada vale ante

su sabiduría. Y si me ha puesto a mí como modelo, es que simplemente se ha servido de

mi nombre como para poner un ejemplo, como si dijera: Entre vosotros es el más sabio,

¡oh hombres!, aquél que como Sócrates ha caído en la cuenta de que en verdad su

sabiduría no es nada.

Es por eso, sencillamente, por lo que voy de acá para allá, investigando en todos los que

me parecen sabios, siguiendo la indicación del dios, para ver si encuentro una

satisfacción a su enigma, ya sean ciudadanos atenienses o extranjeros. Y cuando

descubro que no lo son, contribuyo con ello a ser instrumento del dios.

Ocupado en tal menester, da la impresión de que me he dedicado a vagar y que he

dilapidado mi tiempo, descuidando los asuntos de la ciudad, e incluso los de mi familia,

viviendo en la más absoluta pobreza por preferir ocuparme del dios.

Por otra parte, ha surgido un grupo de jóvenes que espontáneamente me siguen y que

son los que disponen de mayor tiempo libre, por preceder de familias acomodadas,

disfrutando al ver cómo someto a interrogatorios a mis interlocutores y en más de una

ocasión se ponen ellos mismos a imitarme examinando31

a las gentes. Y es cierto que

han encontrado a un buen grupo de personas que se pavonean de saber mucho pero que

en realidad poco o nada saben. Y en consecuencia, los ciudadanos examinados y

desembaucados por estos, se encorajinan contra mí -y no contra sí mismos que sería lo

más lógico-, y de aquí nace el rumor de que corre por ahí un cierto personaje llamado

Sócrates, de lo más siniestro y malvado, corruptor de la juventud de nuestra ciudad.

Pero cuando alguien les pregunta qué es lo que en realidad enseño, no saben qué

responder, pero para no hacer el ridículo, echan mano de los tópicos sobre los nuevos

filósofos: «que investigan lo que hay sobre el cielo y bajo la tierra, que no creen en los

dioses y de saber hostigar para hacer más fuerte los argumentos más débiles».Todo ello,

antes que decir la verdad, que es una y muy clara: que tienen un barniz de saber, pero

que en realidad no saben nada de nada. Y como, en mi opinión, son gente susceptible y

quisquillosa, amén de numerosa, y que cuando hablan de mí, se apasionan y acaloran,

os tienen los oídos llenos de calumnias graves - durante largo tiempo alimentadas.

Y de entre éstos32

es de donde ha surgido Meletos y sus cómplices, Anitos y Licón.

Meletos en representación de los resentidos poetas; Anitos, en defensa de los artesanos

y políticos, y Licón, en pro de los oradores. Así pues, me maravillaría -como ya dije

31

EXAMINANDO A LAS GENTES: Desde su regreso de la batalla de Potidea (432), Sócrates, ocupa

en el alma de muchos atenienses el vacío dejado por Pericles y los intelectuales y artistas que lo

acompañaron. Su ascendencia entre la juventud ateniense, comenzó a tener una importancia tan grande

que debió asustar realmente a muchas poderosos. Los hijos de las mejores familias atenienses

comenzaron a sentirse orgullosos de su amistad. Más adelante, (en su despedida) Sócrates describirá una

larga lista de personajes que el consideró sus amigos y discípulos. 32

MELETOS, ANITOS Y LICON: En esta nueva relación de sus acusadores, a través de la

manifestación de Sócrates sobre lo que representan realmente, queda claramente puesto de manifiesto

el carácter político-social del juicio realizado en contra suya.

Page 9: Apologia de Sócrates

anteriormente- de que en el poco tiempo que se me otorga para mi defensa, fuera capaz

de desvanecer calumnias tan bien arraigadas.

Esta es, oh atenienses, la pura verdad de lo sucedido y os he hablado sin ocultar ni

disimular nada, sea importante o no. Sin embargo, estoy seguro que con ello me estoy

granjeando nuevas enemistades; la calumnia me persigue y éstas son sus causas. Y si

ahora, o en otra ocasión, queréis indagarlo, los hechos os confirmarán que es así.

Por lo que hace referencia a las acusaciones aducidas por mis primeros

detractores33

, con lo dicho basta, para mi defensa ante vosotros.

Apología: 24c-25e

Por lo que, ahora, toca defenderme contra Meletos, el honrado y entusiasta patriota

Meletos, según el mismo se confiesa y con él, al resto de mis recientes acusadores.

Veamos cuál es la acusación jurada de éstos -y ya es la segunda vez que nos la

encontramos- y démosle un texto como a la primera. El acta diría así:

Sócrates es culpable de corromper a la juventud, de no reconocer a los dioses de la

ciudad, y por el contrario, sostiene extrañas creencias y nuevas divinidades.

La acusación es ésta. Pasemos, pues, a examinar34

cada uno de los cargos.

Se me acusa, primeramente, de que corrompo la juventud.

Yo afirmo, por el contrario, que el que delinque es el propio Meletos al actuar tan a la

ligera en asuntos tan graves como es el convertir en reos a ciudadanos honrados;

abriendo un proceso so capa de hombre de pro y simulando estar preocupado por

problemas que jamás le han preocupado. Y de que esto sea así, voy a intentar hacéroslo

ver.

Acércate, Melétos, y respóndeme35

:

-¿No es verdad que es de suma importancia para ti el que los jóvenes lleguen a ser lo

mejor posible?

-Ciertamente.

-Ea, pues, y de una vez: explica a los jueces, aquí presentes, quién es el que los hace

mejores. Porque es evidente que tú lo sabes ya que dices tratarse de un asunto que te

preocupa. Y además, presumes de haber descubierto al hombre que los ha corrompido,

que según dices soy yo, haciéndome comparecer ante un tribunal para acusarme.

Vamos, pues, diles de una vez quien es el que los hace mejores. Veo, Meletos, que

sigues callado y no sabes qué decir. ¿No es esto vergonzoso y una prueba suficiente de

que a ti jamás te han inquietado estos problemas? Pero vamos hombre, dinos de una vez

quien los hace mejores o peores.

Las leyes.

33

DETRACTORES: Aquí termina, como una primera parte de la Apología, que estaría dedicada a

refutar la mala imagen de Sócrates entre sus conciudadanos. A partir de ahora, Sócrates, iniciará

la auténtica defensa, o respuesta razonada a la acusación oficial realizada en contra suya. 34

EXAMINAR: A partir de estos momentos, Sócrates inicia su auténtica defensa, es decir, comienza a

realizar una respuesta razonada a la acusación oficial realizada en contra suya. Para ello, como veremos,

echará mano de su propia doctrina filosófica: la dialéctica. 35

RESPONDER: En su defensa, Sócrates rechaza hacer uso de la demagogia, el sentimentalismo o el

engaño y, consecuente con su propia doctrina: la mayéutica, interroga dialécticamente a Meletos, como

haría en el Agora o en el Liceo. De la lectura de la conversación entre ambos, podemos observar hasta

que punto eran débiles los argumentos de Meletos: llega a la fantástica conclusión de que todos los

atenienses, menos Sócrates, responsable único de la corrupción de los jóvenes, querían hacer mejores a

tales jóvenes. ¿No es más cierto, interroga Sócrates, que, como sucede con la doma de los caballos, es

uno sólo, o pocos, quienes logran la mejoría y la doma de tales caballos, volviéndose peores cuando son

muchos los que quieren intervenir en la doma de los mismos?

Page 10: Apologia de Sócrates

Pero, si no es eso lo que te pregunto, amigo mío, sino cuál es el hombre, sea quien sea,

pues se da por supuesto que las leyes ya se conocen.

Ah sí, Sócrates, ya lo tengo. Esos son los jueces36

.

¿He oído bien, Meletos? ¿Que quieres decir? ¿Qué estos hombres son capaces de educar

a los jóvenes y hacerlos mejores?

-Ni más ni menos.

-Y, ¿cómo? ¿Todos?, o, ¿unos si y otros no?

-Todos sin excepción. ¡Por Hera37

!, que te expresas de maravilla. ¡Qué grande es el

número de los benefactores, que según tú sirven para este menester...! Y, ¿el público

aquí asistente, también hace mejores o peores a nuestros jóvenes?

También.

-¿Y los miembros del Consejo?

Esos también.

Veamos, aclárame una cosa: ¿serán entonces, Meletos, los que se reúnen en Asamblea,

los asambleistas, los que corrompen a los Jóvenes? O, ¿también ellos, en su totalidad los

hacen mejores?

-Es evidente que sí.

Parece, pues, evidente que todos los atenienses contribuyen a hacer mejores a nuestros

jóvenes. Bueno, todos, menos uno, que soy yo, el único que corrompe a nuestra

juventud. ¿Es eso lo que quieres decir?

Sin lugar a dudas.

-Grave es mi desdicha, si esa es la verdad. ¿Crees que seria lo mismo si se tratara de

domar caballos y que todo el mundo, menos uno, seria capaz de domesticarlos y que

uno sólo fuera capaz de echarlos a perder? 0, más bien, ¿no es todo lo contrario?, ¿que

uno sólo es capaz de mejorarlos, o muy pocos, y que la mayoría, en cuanto los montan,

pronto los envician? ¿No funciona así, Meletos, en los caballos y en el resto de los

animales? Sin ninguna duda, estéis o no estéis de acuerdo, Anitos y tú. ¿Qué buena

suerte la de los jóvenes si sólo uno pudiera corromperles y el resto ayudarles a ser

mejores? Pero la realidad es muy otra. Y se te ve demasiado el que jamás te hayan

preocupado tales cuestiones y que han motivado el que me hicieras comparecer ante

este Tribunal.

Pero, ¡por Zeus!, dinos todavía: que vale más, ¿vivir entre ciudadanos honrados o entre

malvados? Ea, hombre, responde, que tampoco te pregunto nada del otro mundo.

¿Verdad que los malvados son una amenaza y que pueden acarrear algún mal, hoy o

mañana, a los que conviven con ellos?

-Sin lugar a duda.

-¿Existe algún hombre que prefiera ser perjudicado por sus vecinos, o todos prefieren

ser favorecidos? Sigue respondiendo, honrado Meletos, porque además la ley te exige

que contestes, ¿hay alguien que prefiera ser dañado?

No, desde luego.

-Veamos pues: me has traído hasta aquí con la acusación de que corrompo a los Jóvenes

y de que los hago peores. Y esto, lo hago, ¿voluntaria o involuntariamente?

-Muy a sabiendas de lo que haces, sin lugar a duda.

36

Meletos no tiene reparos en adular a los jueces y a la concurrencia con el objetivo de hacerse popular

usando, para ello, de todos los medios a su alcance. [Ver Anexo 4]

37

HERA: Es la divinidad del matrimonio y simboliza la grandeza maternal, así como la divinidad de la

tierra fecunda, de la vegetación y de la primavera, en cuya época se realizó precisamente el juicio al que

estamos asistiendo.

Page 11: Apologia de Sócrates

Y tú, Meletos, que aún eres tan joven, ¿me superas en experiencia y sabiduría hasta tal

punto de haberte dado cuenta de que los malvados producen siempre algún perjuicio a

las personas que tratan y los buenos algún bien, y considerarme a mí en tan grado de

ignorancia, que ni sepa si convierto en malvado a alguien de los que trato diariamente,

corriendo el riesgo de recibir a la par algún mal de su parte, y que este daño tan grande,

lo hago incluso intencionadamente?

Esto, Meletos, a mí no me lo haces creer y no creo que encuentres quien se lo trague: yo

no soy el que corrompe a los jóvenes y en caso de serlo, sería involuntariamente y, por

tanto, en ambos casos, te equivocas o mientes.

Apología: 26a-28a Y si se probara de que yo los corrompo, desde luego tendría que concederse que lo hago

involuntariamente. Y en este caso, la ley ordena, advertir al presunto autor en privado,

instruirle y amonestarle, y no, de buenas a primeras, llevarle directamente al Tribunal.

Pues es evidente, que una vez advertido y entrado en razón, dejaría de hacer aquello que

inconscientemente dicen que estaba haciendo...Pero tú, has rehuido siempre el

encontrarte conmigo, aunque fuera simplemente para conversar o, simplemente, para

corregirme y has optado por traerme directamente aquí, que es donde debe traerse a

quienes merecen un castigo y no a los que te agradecerían una corrección. Es evidente,

Meletos, que no te han importado ni mucho ni poco estos problemas que dices te

preocupan.

Aclaremos algo más: explícanos cómo corrompo a los Jóvenes, ¿no es -si seguimos el

acta de la denuncia- que es enseñando a no honrar a los dioses que la ciudad venera y

sustituyéndoles por otras divinidades38

nuevas? ¿Será, por esto, por lo que los

corrompo?

Precisamente eso es lo que afirmo.

Entonces, y por esos mismos dioses de los que estamos hablando, explícate con claridad

ante esos jueces y ante mí, pues hay algo que no acabo de comprender:

¿O sea que yo enseño a creer que existen algunos dioses, y en este caso, yo en modo

alguno soy ateo ni delinquo, o bien, dices, por esta parte, que en concreto no creo en los

dioses del Estado, sino en otros diferentes, y es por eso por lo que me acusas o más bien

sostienes que no creo en ningún dios y que además estas ideas las inculco a los demás?

Eso mismo digo: que tú no aceptas ninguna clase de dioses.

Ah, sorprendente Meletos, ¿para qué dices semejantes extravagancias? O, ¿es que no

considero dioses al sol, la luna, como creen el resto de los hombres?

¡Por Zeus! Sabed, oh jueces, lo que dice: el sol es una piedra y la luna es tierra.

¿Te crees que estás acusando a Anaxágoras39

, mi buen Meletos? O, ¿desprecias a los

presentes hasta tal punto de considerarlos tan poco eruditos que ignoren los libros de

Anaxágoras el Clazomenio, llenos de tales teorías? Y, más aún: ¿los jóvenes van a

perder el tiempo escuchando de mi boca lo que pueden aprender por menos de

38

DIVINIDADES: Sócrates inicia la refutación a la acusación de impiedad. La acusación sobre impiedad

parece que tenía su principal causa, no tanto en que Sócrates fuera considerado ateo, como por la

interpretación personal que hacia de la divinidad (daimon) a quien consideraba como la base de las demás

divinidades. 39

ANAXÁGORAS: Físico del siglo V, junto con Empédocles. Residió en Atenas durante 30 años,

llegando a formar parte del círculo íntimo de Pericles. Acusado de impiedad por afirmar que el sol era una

piedra incandescente, se le aplicó la ley de Dioptes y fue desterrado de Atenas.

Parece que los acusadores quisieron jugar la "baza Anaxágoras" con el objeto de fundamentar así la

acusación de impiedad en contra de Sócrates, del cual se decía que había sido discípulo del de

Clazomene. Puede percibirse claramente como Sócrates se desmarca de una teoría que no está dispuesto

aceptar como suya.

Page 12: Apologia de Sócrates

un dracma40

, comprándose estas obras en cualquiera de las tiendas que hay junto a

la orquesta41

y poder reírse después de Sócrates si este pretendiera presentar como

propias estas afirmaciones, sobre todo, y, además, siendo tan desatinadas?

Pero, ¡por Júpiter!, ¿tal impresión te he causado que crees que yo no admito los dioses?,

¿absolutamente ningún dios?

-Sí, ¡Y también por Zeus!: tú no crees en dios alguno.

Increíble cosa la que dices, Meletos. Tan increíble que ni tu mismo acabas de creértela.

Me estoy convenciendo, atenienses, de que este hombre es un insolente y un temerario y

que en un arrebato de intemperancia, propios de su juvenil irreflexión, ha presentado

esta acusación. Se diría que nos está tramando un enigma para probarnos:

«A ver si este Sócrates, tan listo y sabio, se da cuenta de que le estoy tendiendo una

trampa, y no sólo a él, sino también a todos los aquí presentes, pues en su declaración,

yo veo claramente que llega a contradecirse. »

Es como si dijera:

«Sócrates es culpable de no creer en los dioses, pero cree que los hay.» Decidme, pues,

si esto no parece una broma y de muy poca gracia. Examinad, conmigo, atenienses, el

porqué me parece dice esto. Tú Meletos, responde, y a vosotros -como ya os llevo

advirtiendo desde el principio- os ruego que prestéis atención, evitando cuchicheos

porque siga usando el tipo de discurso que es habitual en mí.

¿Hay algún hombre en el mundo, oh Meletos, que crea que existen cosas humanas, pero

que no crea en la existencia de hombres concretos? Que conteste de una vez y que deje

de escabullirse refunfuñando. ¿Hay alguien que no crea en los caballos, pero sí que

admita, por el contrario, la existencia de cualidades equinas?, o, ¿quien no crea en los

flautistas pero si que haya un arte de tocar la flauta? No hay nadie, amigo mío.

Y puesto que no quieres, o no sabes contestar, yo responderé por ti y para el resto de la

Asamblea:

¿Admites o no, y contigo el resto, que puedan existir divinidades sin existir al mismo

tiempo dioses y genios42

concretos?

-Imposible.

¡Qué gran favor me has hecho con tu respuesta, aunque haya sido arrancada a

regañadientes! Con ella afirmas que yo creo en cualidades divinas, nuevas o viejas, y

que enseño a creer en ellas, según tu declaración, sostenida con juramento. Luego,

tendrás que aceptar que también creo en las divinidades concretas, ¿no es así?

Puesto que callas, debo pensar que asientes.

Y ahora, bien, prosigamos el razonamiento: ¿no es verdad que tenemos la creencia de

que los genios son dioses o hijos de los dioses? ¿Estás de acuerdo, sí o no?

40 PENTADRACMA

41

ORQUESTA: No debemos confundirla con la parte central o espacio circular de un teatro griego y en

donde accionaba el coro, sino que con este nombre, Sócrates, parece hacer referencia a un lugar también

llamado así, que se encontraba en el ágora y sería como el mercadillo de libros (Los libros de la época de

Sócrates no eran como los actuales, sino rollos de papiro o materiales similares. Atenas constituía el

mayor mercado de estos rollos, lo que explicaba la masiva afluencia de extranjeros intelectuales). 42

GENIOS: El texto original griego usa el término daimónia y se refiere a genios, demonios o seres

semi-divinos. No se trata, por tanto, de la voz interior (daimon-daimónion) dios personal que Sócrates

decía escuchar. Es mejor traducirlo por divinidades que por demonios por tener para nosotros un

significado religioso ausente en el sentir griego.

Page 13: Apologia de Sócrates

-Lo estoy.

En consecuencia, si yo creo en las divinidades, como tú reconoces, y las divinidades son

dioses, entonces queda bien claro de que tú pretendes presentar un enigma y te burlas de

nosotros, pues afirmas, por una parte, que yo no creo en los dieses, y, por otra, que yo

creo en los dioses, puesto que creo en las divinidades. Y si estas son hijas de los dioses,

aunque fueran sus hijas bastardas, habidas de amancebamiento con ninfas o con

cualquier otro ser -como se acostumbra a decir-, ¿quién, de entre los sensatos, admitiría

que existen hijos de dioses, pero que no existen los dioses? Sería tan disparatado como

el admitir que pueda haber hijos de caballos y de asnos, o sea, los mulos, pero que

negara, al mismo tiempo, que los caballos y asnos existen.

Pero, lo que ha pasado, Meletos, es que, o bien pretendías quedarte con nosotros,

probándonos con tu enigma o, que de hecho, no habías encontrado nada realmente serio

de qué acusarme. Y dudo que encuentres algún tonto por ahí, con tan poco juicio, que

crea que una persona pueda creer en demonios y dioses, y al mismo tiempo, no creer en

demonios o dioses o genios. Es absolutamente imposible.

Apología: 28b-30d

Así pues, creo haber dejado bien claro de que no soy culpable, si nos atenemos a la

acusación de Meletos. Con lo dicho, basta y sobra.

Pero, como llevo machaconamente dicho, hay mucha animadversión43

contra mí, y son

muchos los que la sustentan. Podéis estar seguros, que eso sí que es verdad. Y es eso lo

que va a motivar mi condena. No esas incongruencias de Meletos y Anitos, sino la

malevolencia y la envidia de tanta gente. Cosas que ya han hecho perder demasiadas

causas a muchos hombres de bien y que las seguirán perdiendo, pues estoy seguro de

que esta plaga no se detendrá con mi condena.

Quizá alguno de vosotros, en su interior, me esté recriminando:

«-¿No te avergüenza, Sócrates, el que te veas metido en estos líos a causa de tu

ocupación y que te está llevando al extremo de hacer peligrar tu propia vida?»

A éstos les respondería, y muy convencido por cierto:

-Te equivocas completamente, amigo mío, si crees que un hombre con un mínimo de

valentía debe estar preocupado por esos posibles riesgos de muerte antes que por la

honradez de sus acciones, preocupándose sólo por si son fruto de un hombre justo o

injusto. Pues, según tu razonamiento, habrían sido vidas indignas las de aquellos

semidioses que murieron en Troya44

, y principalmente el hijo de la diosa Tetis, para

quien contaba tan poco la muerte, si había que vivir vergonzosamente, que llegó a

43

ANIMADVERSION: Sócrates, después de haber refutado la acusación contra él, basada en motivos

religiosos (impiedad), y en ser corruptor de la juventud, va a proclamar, ahora, que su condena se basa

realmente en la animadversión de ciertos sectores sociales a lo que su actividad significa dentro del

contexto político de la Atenas de su época. Y es que las acusaciones de impiedad y de corrupción, no eran

realmente otra cosa que disfraces que ocultaban los motivos verdaderos de la animadversión que los

atenienses sentían en contra suya. En este sentido, no hay que olvidar el sentimiento de humillación que

los atenienses están experimentando por la derrota sufrida en las Guerras del Peloponeso. Pues bien, que

en este contexto político, se presente una persona, como Sócrates, que afirma poseer la verdad y, ser

el mejor, y al mismo tiempo, intente señalar los verdaderos defectos que afectan al ciudadano ateniense,

podía, como así parece que fue, ser muy negativamente interpretado.

44

TROYA: La ciudad de Troya, llamada también Ilión, estaba situada en el Asia Menor, muy cerca del

mar, a la entrada de los Dardanelos. En el año 1870, el alemán Schliemann, decidió dedicar su fortuna y

tiempo a explorar su ubicación, siguiendo la lectura de Homero. Acabó por descubrir su verdadero

emplazamiento. Troya es famosa, sin embargo, por constituir la base del relato que Homero realiza en

su Iliada: Helena, esposa del rey de Esparta, Menelao, es seducida por Paris, y juntos huyen a Troya.....

Page 14: Apologia de Sócrates

despreciar tanto los peligros, que, deseando ardientemente matar a Héctor para vengar la

muerte de su amigo Patroclo, a su madre, la diosa, que más o menos le decía:

«-Hijo mío, si vengas la muerte de tu compañero Patroclo y matas a Héctor, tú mismo

morirás, pues tu destino está unido al suyo»,-tras oír esto, tuvo a bien poco a la muerte y

el peligro, y temiendo mucho más el vivir cobardemente que el morir por vengar a un

amigo, replico:

«-Prefiero morir aquí mismo, después de haber castigado al asesino, que seguir vivo,

objeto de burlas y desprecios, siendo carga inútil de la tierra, arrastrándome junto a las

naves cóncavas».

¿Se preocupó, pues, de los peligros y de la muerte?

Y es que así debe ser, atenienses. Quien ocupa un lugar de responsabilidad, por creerse

que es el mejor45

, o bien, porque allá le han colocado los que tengan autoridad, allí debe

quedarse, resistiendo los peligros sin echar cuentas para nada ni con la muerte ni con

otro tipo de preocupaciones, sino es con su propia honra.

Así pues, vergonzosa y mucho más sería mi conducta, si yo, que siempre permanecí en

el puesto que mis jefes me asignaron que afronté el riesgo de morir, como tantos otros

hicieron, obedientes a los estrategas que vosotros elegisteis en las campañas

de Potidea46

, Anfipolis47

y Delión48

, ahora, que estoy plenamente convencido de que es

un dios el que me manda vivir buscando la sabiduría, examinándome a mí mismo y a

los demás, precisamente ahora, me hubiera dejado vencer por el miedo a la muerte o

cualquier otra penuria y hubiera desertado del puesto asignado. Sería, indiscutiblemente,

mucho más deshonroso, y con ello sí que me haría merecedor de que alguien me

arrastrara ante los tribunales de justicia por no creer en los dioses, puesto que

desobedecía al oráculo, por temer a la muerte y por creerme sabio sin serlo.

En efecto, el temor a la muerte49

no es otra cosa que creerse sabio sin serlo: presumir

saber algo que se desconoce. Pues nadie conoce qué sea la muerte, ni si en definitiva se

45

MEJOR: Sócrates, y ello los atenienses lo debieron considerar como un signo de altanería, se sitúa al

mismo nivel que los mejores hombres de la tradición griega. Además, afirmará que su misión es realizar

en la tierra un proyecto de tipo divino, lo que muchos ya podrían considerar como el colmo del

atrevimiento. 46

POTIDEA: Estaba en la península Calcídica, colonia de Corinto, perteneciente a la Confederación de

Delos, a pesar de ser doria, y, por tanto, próxima a Esparta. En el año 432 se separa de la Confederación y

Atenas no lo consiente, por temor a que otros miembros de la Confederación siguiesen su ejemplo. Un

ejercito de 3000 hoplitas, entre los que van Sócrates y Alcibíades, es envidado a luchar contra los de

Potidea. En la batalla, Sócrates salvará a Alcibíades de una muerte segura. Pues bien, su relación con

Alcibíades también contribuirá a que los Atenienses vean a Sócrates como culpable. 47

ANFIPOLIS: La batalla de Anfípolis sucedió dos años más tarde que la de Potidea. Sócrates ronda ya

los 50 años. Anfípolis era una ciudad situada al norte de Tracia y constituía un lugar estratégico para los

intereses de Atenas. También era importante por sus minas de plata y de oro. 48

DELION: Fue escenario de la más sangrienta de las batallas terrestres, en las guerras del Peloponeso,

en las que intervino Sócrates. Hipócrates guía a 8000 atenienses, pasan la frontera de Beocia y ocupan el

santuario de Apolo, en Delión, junto al mar de Eubea. Sin embargo, son atacados por los beocios, al

mando de Pagondas, siendo los atenienses vencidos, y produciéndose después una masacre. Sócrates y el

general Laques se retiran con orden y con calma, logrando escapar. En esta batalla sucedió la anécdota,

que nos relata Platón en el Banquete, acerca de que Sócrates permaneció dos noches y un día, absorto, de

pie, meditando sobre la solución de un problema. 49

TEMOR A LA MUERTE: Sócrates afirma que es absurdo el temor a la muerte. Y es que, según

Sócrates, ningún humano sabe con certeza que sucede realmente después de la muerte, con lo que podría

tratarse no del peor de los males que nos puedan suceder sino del mayor de los bienes. Es por tanto

absurdo el temor a la muerte. Y no debemos temer a la muerte ya que es manifiesta nuestra ignorancia

sobre lo que sucede después de ella.

Es importante hacer notar, que Platón no pone en boca de Sócrates ningún indicio acerca de su creencia

en la inmortalidad. Sócrates parece confesar su ignorancia sobre el tema. Con ello, posiblemente, Platón

Page 15: Apologia de Sócrates

trata del mayor de los bienes que pueden acaecer a un humano. Por el contrario, los

hombres la temen como si en verdad supieran que sea el peor de los males. Y, ¿cómo no

va a ser reprensible esta ignorancia por la que uno afirma lo que no sabe? Pero, yo,

atenienses, quizá también en este punto me diferencio del resto de los mortales y si me

obligaran a decir en qué yo soy más sabio, me atrevería a decir que, en desconociendo

lo que en verdad acaece en el Hades50

, no presume saberlo. Antes por el contrario, sí

que sé, y me atrevo a proclamarlo, que el vivir injustamente y el desobedecer a un ser

superior, sea dios o sea hombre, es malo y vergonzoso. Temo, pues, a los males que

sé positivamente51

sean tales, pero las cosas que no sé si son bienes o males, no las

temeré, ni rehuiré afrontarlas.

Así que, aun en el caso de que me absolvierais, desestimando las acusaciones de Anitos,

que en definitiva ha llegado a exigir que yo debiera haber comparecido ante este

Tribunal y una vez comparecido, merecía ser condenado a muerte, diciéndoos que si

salía absuelto, vuestros hijos correrían el peligro de dedicarse a practicar mis

enseñanzas y todos caerían en la corrupción, si a mí, después de todo esto, llegaran a

decirme:

«-Sócrates, nosotros no queremos hacer caso a Anitos, sino que te absolvemos, pero con

la condición de que no molestes a los ciudadanos y abandones tu filosofar. De manera,

que en la próxima ocasión en que te encontremos ocupados en

tales menesteres52

, debemos condenarte a morir.»

Si vosotros me absolvierais con esta condición, os replicaría:

«-Agradezco vuestro interés y os aprecio, atenienses, pero prefiero obedecer antes al

dios que a vosotros y mientras tenga aliento y las fuerzas no me fallen, tened presente

que no dejaré de inquietaros con mis interrogatorios y de discutir sobre todo lo que me

interese, con cualquiera que me encuentre, a la usanza que ya os tengo acostumbrados»

Y aún añadiría:

«Oh tú, hombre de Atenas y buen amigo, ciudadano de la polis más grande y de la más

renombrada por su intelectualidad y su poderío, ¿no te avergüenzas de estar

obsesionado por aumentar al máximo tus riquezas y con ello, tu fama y honores, y por

el contrario descuidas las sabiduría y la grandeza de tu espíritu53

, y cómo lograr

engrandecerlas?» Y si alguno de vosotros me lo discute y presume de preocuparse por

nos quiera hacer resaltar que las ideas sobre la Inmortalidad, tal como aparecen, por ejemplo, en el Fedón,

son propiamente del mismo Platón y no de Sócrates.

50

HADES: El dios Hades, era hijo de Crono y guardián de los mundos subterráneos. Se trata de un dios,

no de un lugar, temible, aunque no torturador, y por ello, no comparable ni con el demonio ni el infierno

del cristianismo, en donde el personaje es más vengativo y sádico. 51

POSITIVAMENTE: Parece evidente que Sócrates afirma que el ámbito de interés de sus reflexiones

filosóficas gira alrededor de cuestiones de este mundo. Solamente, afirma, temo a los males que se

positivamente que son tales. Ello explica lo absurdo de todo intento de cristianización de la figura de

Sócrates e, incluso, cualquier intento de reducirlo a un mero apéndice de Platón. 52

MENESTERES: Esta nueva arrogancia socrática debió contribuir grandemente a su condena.

Debemos fijarnos en que Sócrates afirma que antes de abandonar su forma de enseñar, es decir, traicionar

sus ideas o abandonar su ironía, (tened presente que no estoy dispuesto a dejar de inquietaros con mis

interrogatorios y discutir sobre todo lo que me interese, con cualquiera que me encuentre) prefiere que

los atenienses le condenen a muerte, a la cual, además, dice no temer. Todo ello, sin duda, les debió

parecer a muchos atenienses, el colmo de la altanería. 53

ESPIRITU: Es la traducción griega de psijé (alma). Deberíamos huir de comparar este término con el

presente en la religión cristiana, e, incluso en Platón, ya que ni siquiera sabemos con certeza que Sócrates

creyera en su inmortalidad. Muy posiblemente Sócrates creyera que el espíritu era una facultad humana

relacionada con la inteligencia y la ignorancia así como con la bondad y maldad. Reflexiones más

profundas, sobre tales cuestiones, debieron ser realizadas por Platón.

Page 16: Apologia de Sócrates

tales cosas, no le dejaré marchar, ni yo me alejaré de su lado, sino que le someteré a mis

preguntas y le examinare y si no me parece que está en posesión de la virtud, aunque

afirme lo contrario, le haré reproches porque aquello que más estima merece, él lo

valora en poco o en nada, en tanto que prefiere las cosas más viles y despreciables.

Este será mi modo de obrar con todo aquél que se me cruce por nuestras calles, sea

joven o mayor o forastero o ateniense, pero preferentemente con mis paisanos, por

cuanto tenemos una sangre común.

Sabed que esto es lo que me manda el dios54

.

Enteraos bien: estoy convencido de que no ha acaecido nada mejor a esta polis que

mi labor al servicio del dios.

En efecto, yo no tengo otra misión ni oficio que el ir deambulando por las calles

para persuadir a jóvenes y ancianos de que no hay que inquietarse por el cuerpo ni

por las riquezas, sino como ya os dije hace poco, en cómo conseguir que nuestro

espíritu sea el mejor posible, insistiendo en que la virtud no viene de las riquezas,

sino que las riquezas y el resto de bienes y la categoría de una persona vienen de

la virtud55

, que es la fuente de bienestar para uno mismo y para el bien público. Y

si por decir esto corrompo a los jóvenes, mi actividad debería ser condenada por

perjudicial; pero si alguien dice que yo enseño otras cosas, se engaña y pretende

engañaros.

Resumiendo, pues, oh atenienses, creáis a Anitos o no le creáis, me absolváis o me

declaréis culpable, yo no puedo actuar de otra manera, mil veces me condenarais a

morir.

No os pongáis nerviosos, atenienses, y dejad de alborotar56

, por favor, como os llevo

repitiendo tantas veces, para que podáis escucharme, pues sigo convencido de que os

beneficiaréis si no me interrumpís. Tengo que añadir aún algo que quizá os provoque

tanto que tengáis que manifestaros gritando, pero evitadlo si podéis.

Apología: 30e-31c

Si me matáis por ser lo que soy, no es a mí a quien castigáis ni infringís el más mínimo

daño, sino que es a vosotros mismos. Pues a mi, ni Meletos ni Anitos pueden

ocasionarme ningún mal, aunque se lo propusieran. ¿Cómo pueden hacerlo si estoy

plenamente convencido de que un hombre malvado jamás puede perjudicar a un hombre

justo? No niego que puedan lograr mi condena a muerte, el destierro, o la pérdida de

derechos ciudadanos; penas que para muchos de ellos puedan tratarse de grandes males,

pero yo pienso que no lo son en modo alguno. Más bien creo mucho peor hacer lo que

él hace ahora: intentar condenar a un hombre inocente. Por eso estoy muy lejos de lo

que alguno quizá se haya creído: de que estoy intentando hacer mi propia

defensa57

. Muy al contrario, lo que hago es defenderos a vosotros para que al

54 Dios: Sócrates presenta su actividad filosófica como un mandato divino y no tiene reparos en señalar,

de nuevo, que su existencia en Atenas es lo mejor que pudo sucederle a la Polis. Por último, recuerda a

los atenienses que, suceda lo que suceda en el juicio, él no esta dispuesto a abandonar el ejercicio de su

función como filósofo. 55

VIRTUD: La areté tiene para Sócrates, como puede verse, no únicamente una dimensión

puramente individual sino también política. 56

ALBOROTO: La referencia al alboroto, provocado por las palabras anteriores de Sócrates, es un claro

indicio del efecto negativo que tales palabras debieron causar en el ánimo de los asistentes, los cuales en

su mayoría, debieron asistir al Juicio, con el objeto de soportar el comportamiento de un

hombre extravagante, pero nunca el de un maestro de la virtud. 57

PROPIA DEFENSA: No es de extrañar que Sócrates avisara a los asistentes a su Juicio que lo que va

decir ahora pudiera ser motivo no de murmullos y pequeños alborotos sino de gritos en su contra.

Pues bien, Sócrates señala, ahora, que no está intentando con su exposición, el realizar su propia defensa

Page 17: Apologia de Sócrates

condenarme no cometáis un error desafiando el don del dios. Porque si me matáis

difícilmente encontrareis otro hombre como yo, a quien el dios ha puesto sobre la

ciudad, aunque el símil parezca ridículo, como el tábano58

que se posa sobre el caballo,

remolón, pero noble y fuerte y que necesita que un aguijón le encorajine. Así, creo que

he sido colocado sobre esta ciudad por orden del dios para teneros alerta y corregiros,

sin dejar de encorajinar a nadie, deambulando todo el día por calles y plazas.

Un hombre como yo, no lo volveréis a encontrar, atenienses, por lo que si mi hicierais

caso me conservaríais. Pero, en el caso de que vosotros, enojados como los que

sobresaltados por el aguijón de un molesto tábano, de una fuerte palmada y dóciles a las

insinuaciones de Anitos, me matarais impulsivamente, creyendo que os pasaréis el resto

de vuestra vida tranquilos sin que nadie moleste ya vuestros sueños, a no ser que el dios,

preocupado por vosotros, os mande a algún otro como yo.

Que yo sea un don del dios59

para esta ciudad, vais a convenceros con lo que voy a

añadir: no parece muy humano el que haya vivido descuidado de todos mis asuntos e

intereses y que durante tantos años dejé abandonados mis bienes, y en cambio esté

siempre ocupándome de lo vuestro, llegando a interesarme para que cada uno se ocupe

del bien y de la virtud, como si yo fuese su padre o hermano mayor. Y si de estas

actividades sacara alguna ganancia o hiciera estas exhortaciones mediante paga, aún

tendría algún sentido que justificaría lo que hago. Pero vosotros mismos podéis

comprobar que a pesar de tantos reproches acumulados contra mí por esa caterva de

acusadores, no han tenido el atrevimiento ni de insinuar de que yo haya cobrado alguna

vez renumeración alguna. Y de que estoy diciendo la verdad presento al mejor y al más

fidedigno de los testigos: mi pobreza60

y la de los míos.

sino la de los propios asistentes al juicio: quiere defenderlos, señala, del error que cometerían

condenando a un hombre justo puesto por el dios en la ciudad.

Parece evidente que su empeño en repetir, tanto que su misión era divina como en querer hacer ver a los

asistentes al juicio que los acusados eran realmente ellos, no debió ser aceptado de buena gana por sus

conciudadanos. 58

TÁBANO: Es esta una expresión metafórica con la que se ha popularizado la figura de Sócrates. No es,

sin embargo, el tábano entendido como algo que molesta sino como el que mantiene a

alguien despierto y alerta. En este sentido, nunca debería hacérsele desaparecer de un manotazo sino

mantenerlo vivo e, incluso, premiarlo por sus servicios. Sospecho que esta metáfora tampoco debió ser

del agrado de la mayoría de los asistentes al juicio.

59

DON DEL DIOS: Sócrates se presenta de nuevo ante los atenienses como un don y no como un

castigo divinos para la ciudad. De todos modos, fundamenta el ser un don no en sus cualidades políticas

ni en sus cualidades oratorias, al modo de los sofistas, sino únicamente en realizar una dedicación

filosófica, absolutamente desinteresada, a los asuntos de la ciudad. Sospecho que tampoco esta idea,

contrapuesta a la tradición griega de una areté fundamentada en el éxito y fama bien individual o

colectiva, debió ser del agrado de la mayoría de los asistentes al juicio.

60

POBREZA: Existen controversias acerca de la pobreza de Sócrates. Según sus detractores llegó a ser,

incluso, un usurero. Para otros, es la representación clásica del mendigo y del miserable. No parecen ser

ciertas ninguna de las dos visiones. Y es que no podemos olvidar que Sócrates era un hoplita y, por ello,

debía poseer como mínimo la solvencia económica que le permitiera costearse sus pertrechos, algo que no

estaba al alcance de cualquiera.

Jenofonte en el Económico afirma que poseía unas cinco minas. Sobre esta base, García

Calvo afirma: las posesiones de Sócrates (cinco minas) se corresponderían con unas 460 pts oro, por

tanto, unas 9000 pesetas actuales (1971), aunque calculando sobre el valor adquisitivo, podrían

multiplicarse por tres o cuatro.

Según Falero, Sócrates tenía una casa y una renta de 70 u 80 minas que le administraba Critón, pero que

las perdió al ir a las campañas militares.

Sea cierto o falso todo lo dicho, lo que parece desprenderse de los textos de la Apología es que la

situación de Sócrates era del todo voluntaria, fruto de una decisión libre de dedicar su actividad vital al

desarrollo y adquisición de valores diferentes a los tradicionales en Grecia.

Page 18: Apologia de Sócrates

Apología: 31d-33b

Quizá encontréis que sea un contrasentido el que yo me he pasado la vida exhortando a

los ciudadanos en privado y que me he metido en tantos líos, que no me haya atrevido a

intervenir en la vida pública, participando en vuestras Asambleas y aconsejando a la

ciudad.

La explicación está en lo que me habéis oído decir tantas veces y en tan diversos sitios,

y es que se da en mí una voz, manifestación divina o de cierto genio61

, y que me

sobreviene muchas veces. Incluso se habla de ella en la acusación de Meletos, aunque

sea en tono despectivo. Es una voz que me acompaña desde la infancia y se hace sentir

para desaconsejarme algunas acciones pero que jamás me ha impulsado a emprender de

nuevas. Esta es la causa que me ha impedido intervenir en la política. Y me lo ha

desaconsejado, creo yo, muy razonablemente. Porque lo sabéis muy bien: si hace

tiempo me hubiera metido en política, hace tiempo que ya estuviera muerto y por ello

no habría sido útil, ni a vosotros, ni a mí mismo.

Y no os irritéis contra mí porque os diga la verdad, una vez más. No hay nadie que

pueda salvar su vida, si valientemente se opone a vosotros o a cualquier otra Asamblea

y se empeña en impedir las múltiples injusticias e irregularidades que se cometen en

cualquier ciudad. En consecuencia, a quien quiera luchar por la justicia, debe tener muy

presente si es que quiere vivir muchos años que se conforme con una vida retirada y que

no se ocupe de los asuntos públicos62

.

Y voy a daros pruebas contundentes de ello, no con palabras, sino con lo que tiene

mayor fuerza ante cualquier auditorio: los hechos.

Escuchad lo que me ha ocurrido para que comprobéis que yo no cedo ante nadie. El

temor a la muerte es impotente para hacerme desistir de algo que sea contrario a la

justicia.

Os voy a relatar cosas cargantes, a la manera de los abogados, pero todas ciertas.

Yo no ejercido cargos públicos más que en dos ocasiones: cuando siendo miembro

del Consejo63

coincidió que nuestra tribú64

de Antióquida, ejercía su turno de

Presidencia y vosotros estabais deliberando qué hacer con aquellos diez estrategas que

61

GENIO: El daimon socrático es una especie de genio/espíritu/divinidad que acompañaba a Sócrates

desde la niñez. Solamente le disuadía de las acciones que no debía hacer, jamás le indicaba lo que debía

de hacer. Intentar reducirlo a una especie de pepe grillo o voz de la conciencia es, además de quitarle

expresividad al término, caer en el peligro de la tantas veces pretendida cristianización de Sócrates. 62

ASUNTOS PUBLICOS: Esta afirmación habría que situarla en la tan debatida cuestión sobre si

Sócrates-Platón eran o no partidarios de la intervención del filósofo en la política. Negarlo en el caso de

Platón, es complicado a la luz de la Republica aunque pueda que no lo sea tanto si nos situamos en la

época de sus relaciones con Dionisio de Siracusa. Sea lo que fuera, parece que la postura de Sócrates, que

podría ser distinta a la de Platón, parece decantarse por una no participación directa del filósofo en los

asuntos políticos. 63

CONSEJO: El Consejo estaba formado por 50 senadores que representaban a las 10 tribus en que

estaba dividida Atenas. Durante un período de 35 a 39 días, este Consejo ostentaba la máxima

responsabilidad pública. De entre los 50 senadores, por sorteo, se elegía a uno de éstos para ser el

presidente, (Epistátes) durante el tiempo señalado. 64

Tribú de Antióquida: La distribución por tribus, en Atenas, había sido realizada por Solón con el

objeto de eliminar las diferencias de clase. Hasta Solón, Grecia estaba dividida por razones de sangre

(la physis especial del noble) y por la posesión de tierras (aristocracia-latifundios).

Page 19: Apologia de Sócrates

no habían recogido los cuerpos de los soldados caídos en la batalla naval65

y se intentó

juzgarlos a todos juntos. Esto estaba en contra de nuestras leyes como después se

demostró.

Entonces yo sólo, y en contra de todos los Prítanos, me opuse a que vosotros hicierais

algo en contra de la ley y voté en contra de todos. Y a pesar de que los oradores,

alentados por vuestras protestas y vuestro apasionamiento, exigían abrirme un proceso

para llevarme ante los tribunales, creí que era mucho mejor estar de parte de la ley y de

la Justicia, aunque me supusiera graves peligros, que ponerme de vuestra parte en busca

de seguridades, si por ello debía ir en contra de la justicia o era movido por el temor de

la muerte o del encarcelamiento. Y esto ocurrió cuando Atenas era gobernada por

la democracia66

.

Pero también, bajo el régimen oligárquico67

de los Treinta68

fui requerido, juntamente

con otros, para que me presentara ante el Tolos69

, y nos ordenaron que nos

trasladáramos a Salamina para buscar al estratega León70

y colaborar en su muerte.

65

BATALLA NAVAL: Se refiere a un suceso acaecido en el 406 en la denominada batalla naval de

las Arguinusas: los griegos habían vencido en la batalla, pero una tormenta hizo muy peligroso cumplir

con el deber sagrado de recoger los cadáveres de los griegos que flotaban muertos en las aguas. Los diez

estrategas decidieron abandonar el lugar para no perder más vidas. Este hecho dio lugar a un juicio

colectivo contra los 10 estrategas así como a su posterior ejecución. Sócrates recuerda ahora,

precisamente en un momento crucial de su existencia, que tal juicio había sido ilegal: ni había sido legal,

señala, hacerles un juicio colectivo ni condenarlos en un único juicio. ¿No estarían los Atenienses

tropezando por segunda vez en la misma piedra? Por otro lado, recuerda a los presentes que, desafiando

las iras populares, fue el único de los Prítanos que se había opuesto a la decisión de la Asamblea de

condenar a los estrategas.

66

DEMOCRACIA: Platón trata sobre la forma del gobierno democrático en los libros VIII-IX de la

República.

Ahora, en el contexto de la Apología parece deducirse, por lo que Sócrates se refiere, que su oposición

política no iba dirigida tanto a la forma de gobierno en sí como a sus acciones. En el caso de

la Democracia, Sócrates, no parece condenarla por sus contenidos ideológicos (Isonomia= igualdad para

todos; isogoría=participación de todos; isocracia=igual poder para todos) sino por sus concreciones

prácticas: sistema que depende del azar en el sorteo; artimañas, trampas y presiones para votar, sin más,

lo que dice la Asamblea etc. 67

REGIMEN OLIGARQUICO: Platón trata del sistema Oligárquico en los libros VIII-IX de la

Republica.

Por lo que a Sócrates se refiere, podría decirse lo mismo que lo que hemos señalado sobre la Democracia,

con la salvedad, de que Sócrates tilda al gobierno oligárquico como duro, es decir, tiránico. De todos

modos, Sócrates centra su condena de la Oligarquía no en lo meramente ideológico sino en una aplicación

práctica: en este caso, el régimen oligárquico, le ordena el asesinato de otra persona. Esto es lo que, según

Sócrates, invalida sin más a tal tipo de gobierno. 68

REGIMEN DE LOS 30 TIRANOS: A pesar de lo dicho anteriormente, Sócrates, aparecía ante la

opinión pública ateniense como amigo de las familias que tuvieron más poder durante la oligarquía de los

30 tiranos. En Jenofonte, el acusador de Sócrates, Polícrates, afirma: los acompañantes de Sócrates

causaron al Estado males incontables, Critias, el más rapaz y sanguinario, y Alcibíades, de todos los de

la democracia, el más descomedido y violento. En este Juicio, vemos como Sócrates se desmarca

claramente de los dos sistemas políticos de gobierno. 69

TOLOS: Edificio circular en donde se reunían los 30 tiranos y, anteriormente a ellos, los Prítanos de

turno. 70

LEON DE SALAMINA: León de Salamina era un rico general que fue ejecutado por orden de los 30.

Sócrates había sido uno de los 4 que había recibido la orden de participar en tal ejecución, pero como se

señala claramente en la Apología: mientras los otros cuatro fueron a cumplir el encargo, Sócrates se

marchó del Tolos a su casa, sin inmutarse. El hecho era muy grave y Sócrates seguro que se sintió ya

condenado a muerte. Sin embargo, no hubo tiempo a que hubiera represalias pues los Treinta fueron

derrocados muy pronto

Page 20: Apologia de Sócrates

Misiones de este tipo encomendaban a muchos otros para comprometer a cuantos más

pudieran en su criminal gestión de gobierno. Y entonces, volví a demostrar, no con

palabras, sino con los hechos, que la muerte lo digo sin ambages, no me importa lo más

mínimo, mientras que intentar no cometer acciones injustas es para mí lo más

importante. E incluso aquel régimen que presumía de duro, y en verdad lo era, no pudo

doblegarme para hacer un acto injusto. Y cuando salimos del Tolos, los otros cuatro se

dirigieron a Salamina para cumplir tan injusta orden y traerse a León, pero yo me fui

tranquilamente a mi casa. Por este motivo es muy posible que ya hubiera encontrado

entonces la muerte, pero aquel régimen cayó poco después. De todo esto muchos de

vosotros podéis ser testigos.

Y bien: ¿acaso creéis que yo hubiera vivido muchos años si me hubiera dedicado a la

política, si, portándome como es propio de quien antepone su honradez a sus intereses,

hubiera hecho de la defensa de la justicia mi compromiso, anteponiéndole, como debe

ser, por encima de todo? Ni mucho menos, atenienses, como tampoco ningún otro que

lo intente de esta manera.

Pero yo, durante toda mi vida, ya sea en las cuestiones de interés público en que he

intervenido o en las privadas, he sido siempre el mismo y jamás he actuado contra la

justicia, ni he permitido hacerlo a aquéllos que mis acusadores denominan mis

discípulos, ni a los demás.

Pero, aunque jamás he sido maestro de nadie, si alguien, joven o mayor, ha sentido

deseos de oírme u observarme, nunca lo he rehusado. No soy hombre que hable

por dinero71

o que me calle si me lo dan. Estoy a total disposición tanto del rico como

del pobre para que me pregunten cuanto deseen y todos podéis contrastar lo que digo.

Jamás me he negado a dialogar. Y si alguno, por todo ello, se convierte en un hombre

mejor o peor, no se me eche a mí el mérito ni el castigo, ya que jamás prometí a nadie

ningún tipo de enseñanza ni de hecho la enseñé. Por ello, si sale alguien que dice que ha

aprendido algo porque ha recibido lecciones mías, sean particulares o públicas, podéis

estar seguros que os está mintiendo.

Apología: 33c-34b

Ya lo habéis oído, atenienses, os he dicho sólo la verdad: les resulta intrigante ver cómo

interrogo a los que presumen de sabios, pero que de hecho no lo son.

Sostengo que ese es el mandato que he recibido del genio, ya sea en sueños, oráculos o

por cualquiera de los medios normales con que un dios acostumbra a servirse para

asignar a un hombre una misión72

. Esa es la verdad y no es nada difícil probarla. Pues si

yo hubiera dejado una estela de jóvenes corrompidos, y aun ahora los fuera

corrompiendo, es natural que alguno, o todos, estarían aquí presentes para acusarme y

exigir el castigo y si ellos no se atreviesen, sus padres o hermanos vendrían en su lugar

por considerar que se ha causado daño a alguien de su familia.

Por el contrario veo a muchos de ellos sentados entre vosotros: primero a Critón73

, de

mi misma edad y del mismo demos, padre de Critóbulo, también aquí presente: después

a Lisanias, del distrito de Esfeto, padre de Esquines, quien tenéis aquí también, y ved a

71

DINERO: De nuevo, Sócrates, quiere dejar muy claro el sentido de su actividad filosófica, diferente de

la de los Sofistas y los oradores. Su saber ni se compra ni se vende. 72

MISION: En la tradición griega, los sueños, los oráculos o la voz interior (daimon) eran algunas de

las señales que los dioses escogían para comunicarse con los hombres. 73

CRITON: Critón es el amigo que siempre procuró que no le faltara nada a Sócrates. Aparece en varios

diálogos de Platón y es el protagonista del estupendo diálogo titulado Critón, el cual resume los 30 días

de carcel que Sócrates tuvo que vivir antes de su muerte.

Page 21: Apologia de Sócrates

Antifonte, del distrito de Cefisia, padre de Epigenes, y a esos otros cuyos hermanos han

estado presentes en las conversaciones aludidas: Nicóstrato, hijo de Teozótides, y

hermano de Teódoto -Teódoto murió y, por tanto, no puede testimoniar-; Paralio, hijo

de Demódoco, cuyo hermano era Téages; Adimanto, hijo de Aristón, del cual es

hermano Platón, ahí presente, y Ayantodoro, del cual es hermano Apolodoro, ahí

presente. Y podría citaros a muchos más, que incluso al propio Meletos hubiera podido

presentar como testigos de su pleito, y si no lo hizo por descuido o por olvido, que lo

haga ahora, a ver si encuentra a alguien que corrobore alguno de sus puntos. Pero

comprobaréis todo lo contrario, atenienses: todos están dispuestos a declarar a favor del

que ha sido su corruptor, el que ha destrozado sus familias, según Anitos y Meletos

aseguran.

Cabría la posibilidad de que los ya corrompidos tuvieran alguna secreta razón para

auxiliarme y compartir mi responsabilidad, pero los no corrompidos y que son mayores

de edad que ellos, sus parientes, ¿qué motivos pueden tener para ayudarme, si no es la

que Anitos y Meletos están mintiendo y de que yo estoy en la verdad?

Ya he dicho bastante, atenienses. Todo lo que pueda añadir en defensa propia, queda

suficiente aclarado con lo expuesto y aunque podría ir añadiendo nuevos aspectos, más

o menos, serian del mismo estilo.

Apología: 34c-35d

Y quizá alguno se indigne al recordar que en otros casos de menos monta, se rogó y

suplicó a los jueces con lágrimas74

, haciendo comparecer ante el Tribunal a sus hijos

para despertar compasión, y si se terciaba, a sus parientes y familiares, y yo, en cambio,

no hago ninguna de estas cosas a pesar de que estoy corriendo, como se ve, el mayor de

los peligros. Puede ser que alguno echándose esas cuentas, tome hacia mí una actitud de

despecho, y que irritado por mi forma de actuar, deposite su voto con cólera.

Pues bien: si en alguno de vosotros se da esta situación, aunque ni afirmo de que se dé,

sino que analizo esta posibilidad, ya tengo preparada la respuesta que le daría:

Amigo mío, también yo tengo una familia75

y también puedo aplicarme aquello de

Homero: "No he nacido ni de una encina ni de las rocas», sino de hombres. Tengo

familiares, e incluso tres hijos, uno adolescente, por cierto, y dos de corta edad. Y, sin

embargo, a ninguno de ellos permitiré que suba a este estrado para suplicar vuestro voto

absolutorio.

¿Por qué no quiero hacer nada de todo esto? No es ni por fanfarronería ni mucho menos

por falta de consideración hacia vosotros. Que después afronte la muerte con firmeza o

con flaqueza, esa es otra cuestión. Pero, por mi buen nombre y por el vuestro, que es el

de nuestra ciudad, a mi edad no me parece honrado echar mano de ninguno de estos

74

LAGRIMAS: A partir de estos momentos, ya al final de su intervención, Sócrates, introduce otro

elemento en su defensa que no debió jugar tampoco gran cosa en su favor. Hemos visto como Sócrates,

hasta ahora, basa su defensa en la exposición de la verdad. Tal verdad, sin embargo, no la fundamenta ni

en los sentimientos ni en las pasiones sino en la lógica. Pues bien, Sócrates es consciente del papel que en

los juicios atenienses jugaban la presentación de los familiares y amigos que rogaban, con lágrimas en los

ojos, compasión para el acusado. Estamos ante un momento crucial: ni Sócrates puede ceder y permitir la

entrada de la baza de la sensibilidad en su defensa; ni el Tribunal le dejará completamente libre sin que

esté presente en el juicio algún síntoma del arrepentimiento de Sócrates.

Pues bien, Sócrates, aún siendo consciente de esta situación, descarta el recurso a la sensibilidad cuando

ello, muy posiblemente, hubiera bastado para olvidar su causa. 75

FAMILIA: Sócrates estuvo casado dos veces, con Xantipa y Mirta.De sus tres hijos solamente

conocemos el nombre del mayor, Lampódecles. Los otros dos debían de ser muy pequeños, pues estaban

en las rodillas de su madre.

Page 22: Apologia de Sócrates

recursos, y mucho menos, con la opinión que se ha formado de que Sócrates se

diferencia de la mayoría de los hombres. Si de entre vosotros, los que destacan por su

valentía o por su inteligencia o por cualquier otra virtud, se comportasen de este modo,

cosa fea sería. Alguna vez he visto a algunos de esos que son considerados importantes,

cuando se les está juzgando y temen sufrir alguna pena o la misma muerte, su conducta

me parece inexplicable, pues, parece que están convencidos de que si logran de que no

se les condene a muerte, después ya serán por siempre inmortales. Estos son la deshonra

y el oprobio de nuestra ciudad, porque pueden hacer creer a los extranjeros que aquellos

ciudadanos que distinguimos con honores y que elegimos para que ocupen las

magistraturas, no se diferencian en nada de las mujeres76

. Esas son escenas, atenienses,

que los que rozamos de cierto prestigio no debemos hacer, y si lo hacemos, vosotros no

debéis permitirlo, sino que más bien debéis estar dispuestos a demostrar que

condenareis a quien ofrezca el triste espectáculo77

de suplicar la compasión de sus

jueces, dejando en ridículo a la ciudad.

Pero, aparte de la cuestión de mi buen nombre, tampoco me parece digno el ir

suplicando a los jueces y salir absuelto por la compasión comprada, sino que hay que

limitarse a exponer los hechos y tratar de persuadir78

, no de suplicar. Pues el jurado no

está puesto para repartir la justicia como si de favores se tratara, sino para decidir lo que

es justo en cada caso; y lo que ha jurado es interpretar rectamente las leyes, no a

favorecer a los que le caigan bien.

Por tanto, no podemos permitirnos el perjurio a nosotros mismos, ni a los demás, pues

ambos nos haríamos reos de impiedad. No esperéis, pues, de mí, que recurra a artimañas

ni acciones que no sean rectas ni justas, y menos ahora, ¡oh por Zeus!, que estoy aquí

acusado de impiedad por Meletos. Pues es evidente que si con súplicas llegara a

convenceros o bien os forzara a faltar a vuestro juramento, os enseñaría a pensar de que

no hay dioses y, así, con mi defensa, de hecho, lo que haría sería condenarme a mí

mismo por no creer en los dioses.

Pero no es así, ni mucho menos: yo creo en los dioses, como cualquiera de mis

acusadores. Por eso, atenienses, dejo en vuestras manos79

y en las de los dioses el

decidir lo que va a ser mejor para mí y para vosotros.

Apología: 35e-37a

No me ha sorprendido ni indignado, oh atenienses, esta condena que acabáis de sellar

con vuestro voto80

.

76

MUJERES: Esta referencia a las mujeres, además de revelar, y eso dentro de las mentes más preclaras

del momento, la poca valoración griega hacia la mujer: no podía participar en las asambleas ni apenas

salir de casa; el marido podía compartir lecho con sus esclavas...En este contexto, Sócrates, se sirve

del concepto de mujer de un modo psicológico, identificándola con la fácil sensiblería y la mayor

facilidad para exteriorizar sus sentimientos. 77

TRISTE ESPECTACULO: Sócrates rechaza como espectáculo triste todo aquello que intente

convertir un juicio en un intento de pedir compasión a los jueces hacia el acusado. La Polis no necesita

lloros sino razones. 78

PERSUASION: Es evidente que, estemos o no de acuerdo con él, Sócrates es coherente con su modo

de pensar: salir absuelto de un juicio por la compasión y no por la persuasión de los jueces, es una

traición de uno mismo a las leyes de la ciudad. 79

VUESTRAS MANOS: Finaliza la primera parte de la Apología. La clépsidra marca el final del

tiempo permitido para la defensa de Sócrates. Alia jacta est..... 80

VOTO: El resultado de la votación fue de 280 votos a favor de su culpabilidad por 200 de

su inocencia. El sistema de votación era secreta y consistía en depositar unas piedras de color blanco o

negro. Los que podían votar eran los 500 jueces, más el voto del Presidente, en el caso de un posible

empate.

Page 23: Apologia de Sócrates

Y entre muchas razones, la primera, es que no me ha resultado inesperada; más bien me

sorprende el tan gran número de votos a mi favor, pues no sospechaba que se resolvería

así, sino que esperaba muchos más votos en contra mía. Pero ved que los resultados se

hubieran trastocado con sólo una treintena que hubieran votado mi absolución.

Por de pronto, que de la acusación de Meletos, según las cuentas que yo me hecho, he

quedado plenamente absuelto y no sólo absuelto, sino que incluso es evidente que si no

hubieran comparecido Anitos y Licón, hubieran sido condenados a pagar la multa de

mil dracmas por no haber alcanzado la quinta parte81

de los votos exigidos.

Ahora, este hombre propone la pena de muerte para mí.

Bien, ¿y qué contrapuesta82

os voy a hacer, atenienses?

Ciertamente que voy a proponer la que creo que me merezco. ¿Que cuál es? ¿Qué pena

o castigo tengo que sufrir por haberme empeñado tozudamente en no querer una vida

tranquila y cómoda, sino descuidando lo que obsesiona a la mayoría de las personas,

como son sus bienes, sus intereses personales, la dirección de ejércitos, el discursear en

la Asamblea, dedicarme a la caza de cargos públicos, sino que he permanecido neutral

ante coaliciones y revueltas, por considerar que soy demasiado honrado para poder salir

ileso si intervengo en la política? Por ello, jamás me he ocupado de aquellas cosas que

ni a vosotros ni a mí pudieran reportar utilidad, y prefiriendo hacer a cada uno de

vosotros el máximo bien tratando de convencerle de que no se ocupara más que de

aquello que era de la máxima utilidad para sí mismo y lo más razonable. Y que no se

ocupara de los asuntos de la nación, sino de la nación misma, y que así procediera en

todos los asuntos.

Ahora bien, ¿qué debo sufrir por todo esto? Ciertamente, que algún bien, atenienses, si

de verdad hay que ser ecuánimes con arreglo a los merecimientos. Y, ¿qué bien puede

ser el más apropiado para un benefactor pobre que necesita todo el tiempo posible para

poder dar consejos a sus conciudadanos? Indudablemente que sólo hay una recompensa

que haga justicia a los merecimientos: mantenerle a costa del Estado en el Pritaneo y

con mayores merecimientos que cualquiera de los ganadores de alguna carrera de

caballos, o de carros por parejas o de las cuadrigas que se celebran en Olimpia. Pues

mientras éstos os hacen creer que os dan la felicidad, yo os hago felices de verdad, y,

por otro lado, ellos no precisan de vuestras pensiones y yo sí. En resumen, si de verdad

debo proponer la condena que merezco haciendo justicia, esa es la que propongo: ser

mantenido a costa del Estado83

en el Pritaneo.

81

QUINTA PARTE: La ley ateniense estipulaba que en caso de que el acusador no llegaba a conseguir

una quinta parte de votos a favor de sus petición de pena, entonces, o bien retiraba la acusación o bien

debía pagar una multa de mil dracmas. 82

CONTRAPUESTA: El sistema de los juicios en Atenas era bastante simple:

los acusadores presentaban la acusación y las pruebas; el acusado pronunciaba su propia defensa, y,

finalmente, el Tribunal pasaba a la primera de las votaciones sobre la culpabilidad o la inocencia del

acusado.

Una vez conocidos los primeros resultados de la votación (tal como está sucediendo ahora en la

Apología), en el caso de culpabilidad, debía adjudicarse una pena al acusado, pero que debía de ser

escogida entre las propuestas de los acusadores (pena de muerte) o entre una propuesta del presunto

culpable (Sócrates). Esta contrapropuesta, que Sócrates se propone hacer a continuación, se

denomina Antitímesis.

Ahora bien, visto el desarrollo de la Apología y conocido el pensamiento y personalidad de Sócrates:

¿qué contrapropuesta podía hacer si realmente no se sentía culpable sino un salvador del hombre

ateniense y merecedor, por tanto, del reconocimiento público de la Polis por los servicios prestados?

Pues....

Ser mantenido a costa del Estado en el Pritaneo 83

COSTA DEL ESTADO: Estamos en el momento crucial del proceso. El resultado de la votación

indicaba claramente que el Tribunal aceptaría una contrapropuesta socrática del tipo: una fuerte multa,

una temporada de destierro...y, muy posiblemente, no llegarían nunca condenarlo a muerte.

Page 24: Apologia de Sócrates

Tal vez al oír esta proposición y ver el tono que uso, se repita en vosotros la misma

impresión que cuando hablaba de recurrir a lágrimas y súplicas: que os parezca

arrogante mi comportamiento. Pero no es esta mi intención, atenienses, aunque ésta es

la única verdad: no tengo conciencia de que voluntariamente jamás haya hecho mal a

nadie, aunque no he podido convenceros a la mayoría de vosotros porque no ha habido

tiempo suficiente para ello.

Apología: 37b-38c

Pues yo creo que si entre vosotros fuera ley, lo que es costumbre en otros pueblos, de

que las cuestiones de pena capital no se dicte sentencia en el mismo día del juicio, sino

después de uno o de varios, estoy persuadido de que os convencería; pero, ahora, no es

demasiado fácil rechazar tan graves cargos en tan corto espacio de tiempo84

.

Estando convencido de no haber hecho mal a nadie injustamente, es lógico que tampoco

me lo haga a mí mismo hablando como si me mereciera un castigo o me condenara a mí

mismo.

¿Qué tengo que temer? ¿Tal vez, el sufrir aquello que propone Meletos contra mí, cosa

que repito que aún no sé si es un bien o un mal? ¿Voy a decantarme hacia las cosas que

sé que son malas y proponer contra mí algún castigo concreto? ¿Tal vez la cárcel?

Y, ¿por qué tengo que encerrarme en una cárcel, a merced de los que vayan ocupando

anualmente el cargo de los Once85

, que son los vigilantes?

O, ¿tal vez proponer una multa y prisión hasta que no haya pagado el último plazo?

Estamos en lo mismo: debería estar siempre en la cárcel, pues no tengo con que pagar.

¿Me condenaré al exilio86

? Quizá sea esta la pena que a vosotros mayormente os

satisfaga. Pero debería estar muy apegado a la vida y muy ciego para no ver que si

vosotros, mis paisanos, no habéis podido soportar mis interrogatorios ni mis tertulias,

sino que os han resultado molestos hasta el extremo de obligaros a libraros de ellos,

¿cómo voy a esperar que unos extraños las soporten más generosamente?

Es evidente que no lo soportarían, atenienses. Y, ¡vaya espectáculo el mío! A mis años

escapando de Atenas, vagando de ciudad en ciudad, convirtiéndome en un pobre

desterrado. Bien sé que a todas partes donde fuere, vendrían los jóvenes a escucharme

Ahora bien, Sócrates que parece adivinar tales intenciones, después de analizar los resultados de la

votación, apuesta por todo lo contrario: no merezco ningún castigo por parte vuestra sino un

PREMIO. Y, a partir de ahí, exige el mayor premio que podía recibir un ateniense: ser mantenido a

costas del erario público y así, tener aún más tiempo, para seguir siendo el tábano de Atenas.

Veremos como la reacción de tribunal será absolutamente negativa.

Esta contrapuesta de Sócrates fue analizada desde muchos puntos de vista. Señalaremos la presente

en Nietzsche el cual afirma que Sócrates refleja la situación del hombre cansado y desengañado que lo

que quería realmente era morir.

Sócrates quería morir. No fue Atenas, sino él mismo el que se obligó a la cicuta. Sócrates forzó a

Atenas a la cicuta. (Nietzsche) 84

TIEMPO: Sócrates hace de nuevo referencia al corto espacio de tiempo permitido para su defensa.

La ley establecía la obligación de resolver los juicios y la aplicación de la ejecución de las penas, en el

espacio de 24 horas. 85

LOS ONCE: El sistema carcelario ateniense estaba formado por 10 magistrados, elegidos por sorteo,

y 1 escribano, con lo que formaban los Once encargados de custodiar a los presos existentes en Atenas. 86

EXILIO: El ostracismo era una costumbre muy generalizada en Atenas. Se producía cuando la

Asamblea, en una votación secreta, lo decidía contra alguien por un número de 6000 votos. Si Sócrates lo

hubiera ahora solicitado sin duda alguna se lo hubieran concedido. De todos modos, decide no solicitar tal

condena. Es importante señalar los motivos que le llevan a rechazar tal petición:

sentirse lejos de la Polis.

desobedecer al dios que le encargó la tarea de realizar su misión en Atenas.

repetición cíclica de su proceso vital en otra ciudad.

Page 25: Apologia de Sócrates

con agrado, igual que aquí. Pero si los rechazara, serían ellos los que rogarían a sus

viejos para que me exiliaran de su ciudad, y si los acogiera, serían sus padres y

familiares los que no pararían hasta hacerme la vida imposible y tendría que volver a

huir.

Oigo la voz de alguien que me recomienda: pero Sócrates, ¿no serás capaz de vivir

tranquilamente, en silencio, lejos de nosotros? Este es el sacrificio mayor que podíais

pedirme, pues se trataría de desobedecer al dios y, por tanto, jamás podría quedarme

tranquilo si renunciara a mi misión. Y aunque no me creáis y os penséis que os hablo

con evasivas, debo deciros que el mayor de los bienes para un humano es el ir

manteniendo los ideales87

de la virtud con sus palabras y tratar de tantos temas como

hemos hablado, examinándome a mí mismo y a los demás, pues, una vida sin examen

propio y ajeno no merece ser vivida por ningún hombre, me creáis o no. Sin embargo,

es tal cual os digo, pero ya sé lo difícil que es convenceros. Pero tampoco soy de los que

aceptan gratamente condenas injustas. Si me sobrara el dinero me habría puesto una

multa que fuera capaz de soportar, pues no representaría un perjuicio para mí. Pero

como no lo tengo, sois vosotros los que debéis tasar la multa. Tal vez, rebuscando

podría pagaros hasta una mina de plata88

. Así que, esta es la suma que os propongo.

Pero algunos de los presentes, como Platón, Critón y Critóbulo, me instan a que os

proponga ascender hasta treinta minas, de las que ellos se hacen fiadores. Propongo,

pues, esta nueva suma. Y tendréis en ellos a unos fiadores de total solvencia.

Apología: 38d-39c

Por no querer aguardar un poco más de tiempo, os llevaréis, atenienses, la mala

fama89

de haber hecho morir a Sócrates, un hombre sabio, pues para avergonzaros, os

dirán que yo era un sabio, a pesar de no serlo. Si hubierais sabido esperar un poquito

más, habría llegado el mismo desenlace aunque de un modo natural, pues considerad la

edad que tengo y cuán recorrido tengo el camino de la vida y que cercana ronda la

muerte. Lo dicho no va para todos, sino solamente para los que me habéis condenado a

muerte.

Y a éstos aún tengo algo más que decirles: quizá penséis, atenienses, que es por falta de

razones o por la pobreza de mi discurso por lo que he sido condenado, me refiero a

aquel tipo de discursos que no he usado, en los que se recurre a todo tipo de recursos

con tal de escapar del peligro. Nada más lejos de la realidad. Sí, me he perdido por

cierta falta pero no de palabras, sino de audacia y osadía, y por querer negarme a hablar

ante vosotros de la manera que os hubiera satisfecho, entonando lamentaciones, y

87

IDEALES DE LA VIRTUD: Sócrates parece que se tomaba muy en serio su misión hasta tal punto

que afirma que si tuviera que prescindir del ideal irónico de búsqueda de la verdad, a partir de examen de

uno mismo, entonces la vida no merecía vivirse.

De todos modos, no parece que Sócrates desease morir, tal como pensaba Nietzsche, pues claramente

afirma que no es de los que aceptan gratamente una condena injusta que le lleve a la muerte. Lo que

si parece que sucedió fue que la situación política ateniense había llegado a un punto en que había

que elegir: Atenas, con sus tradiciones culturales o políticas, o la reforma absoluta de las mismas

planteadas por Sócrates. 88

MINA DE PLATA: Parece ser un síntoma claro de que Sócrates no quería morir sin más. De todos

modos, esta nueva salida de Sócrates, solicitando una mina de plata de multa y que asciende, bajo el aval

de sus amigos, a 30 minas, debió ser también interpretada muy negativamente por los jueces. 89

MALA FAMA: Entramos en la 3ª y última parte de la Apología: realizado el nuevo recuento de

votos, a partir de la contrapuesta socrática, se produjo el resultado siguiente: 361 votos a favor de la

condena a muerte y 140 a favor de su inocencia. A partir de aquí, Sócrates se despide con una condena

dura en contra de sus acusadores; con una despedida emotiva y tierna de sus compañeros.

Page 26: Apologia de Sócrates

diciendo otras muchas cosas que yo sostengo que son indignas e inesperadas en mí,

aunque estéis acostumbrados a oírlas en otros. Pero yo, ni antes creí que no hacía falta

llegar a la deshonra para evitar los peligros, ni ahora me arrepiento de haberme

defendido así; pues prefiero morir por haberme defendido así, que vivir si hubiera

tenido que recurrir a medios indignos. Pues es evidente que muchos en los combates se

escapan de la muerte a costa de abandonar sus armas e implorar el perdón de los

enemigos. En todos los peligros hay muchas maneras de evitarlos, sobre todo para

quienes están dispuestos a claudicar. Pero lo más difícil no es el escapar de la

muerte90

, sino el evitar la maldad91

, pues ésta corre mucho más deprisa que la muerte. Y

a mí, que ya soy viejo y ando algo torpe, me ha pillado la primera de las dos, mientras

que a mis acusadores, que aún son jóvenes y ágiles, van a ser atrapados por la segunda.

Así, que ahora, yo voy a salir de aquí condenado a muerte por vuestro voto, pero ellos

marcharán llenos de maldad y vileza, acusados por la verdad. Yo me atengo a mi

condena, pero ellos deben soportar también la suya. Tal vez era así, como debían

transcurrir los hechos. Y pienso que incluso están bien, tal cual están.

Apología: 39c-42a

Después de todo esto, quiero añadir lo que veo que os va a suceder a los que me habéis

condenado pues cuando los hombres van a morir es cuando gozan mayormente del don

de profetizar92

. Os predigo, que después de mi muerte caerá sobre vosotros, ¡por Zeus!,

un castigo mucho más duro del que me acabáis de infringir. Acabáis de condenarme con

la esperanza de quedar libres de responder de vuestro actos, pero, lo que os profetizo, es

que las cuentas os van a salir muy al revés: cada día aumentará el número de los que os

van a exigid explicación de vuestros actos y a los que hasta ahora yo he podido

contener, aunque vosotros ni lo advertíais, y tanto más duros serán, cuanto que son más

jóvenes y por ello más exigentes y por todo ello, viviréis aún mucho más enojados.

Estáis rotundamente equivocados si creéis que la mejor manera de iros desembarazando

de los que os recriminan, es el de irlos matando. No es este el modo más honrado de

cerrar la boca a quienes os inquietan, sino que hay otro mucho más fácil: no perjudicar a

los demás y mejorar nuestra conducta en todo lo posible.

Con estas predicciones, como si de un oráculo fueran, quiero despediros de los que

habéis votado mi muerte.

Y ahora, me gustaría conversar con los que me habéis absuelto93

, conversando sobre lo

que aquí ha sucedido a la espera de que los magistrados acaben de trajinar con estos

90

ESCAPAR A LA MUERTE: Sócrates contrapone muerte y maldad para señalar que no está dispuesto

a huir de la muerte a cambio de no evitar la maldad, que para él consistiría en traicionarse a sí mismo, al

dios y a la Polis. 91

EVITAR LA MALDAD: Sus acusadores, que son jóvenes, han logrado que Sócrates no escapase a la

muerte pero ellos mismos, sin embargo, no han podido evitar la maldad, a partir de la realización de una

acusación injusta que les acompañara toda su existencia. Su vida será acusada por la verdad. 92

PROFETIZAR: Sócrates hace alusión a la creencia de que el hombre al llegar a enfrentarse con la

muerte adquiere una lucidez mental extraordinaria. A ella acude para profetizar grandes males futuros

para sus acusadores y que, según la leyenda, habrían sido desterrados y muertos pocos días después de la

muerte de Sócrates. Oigamos a Diógenes Laercio:

Este fue el fin de Sócrates, pero los atenienses se arrepintieron en tanto grado, que cerraron palestras

y gimnasios. Desterraron a algunos y, más tarde, sentenciaron a muerte a Meletos. Honraron a

Sócrates con una estatua de bronce....que colocaron en el Pompeyo. Los de Heraclea echaron de la

ciudad a Anitos, en el mismo día en que llegó. 93

ABSUELTO: A partir de ahora Sócrates inicia su despedida de aquellos que le han absuelto. En

coherencia, tanto con su modo de pensar, como con su trayectoria vital, Sócrates, huye de

Page 27: Apologia de Sócrates

asuntos y que me conduzcan a donde debo esperar la muerte. Permaneced, atenienses,

conmigo el tiempo que esto dure, pues nada nos impide platicar.

Querría mostraros, como amigos que sois, cuál es mi interpretación de lo que acabamos

de vivir.

¡Oh jueces!, y os llamo jueces con toda propiedad por haberlo sido conmigo, algo

sorprendente me acaba de suceder y es, que aquella voz del daimon, que antes se me

presentaba tan frecuentemente para oponerse a cuestiones, incluso mínimas, si creía que

iba a actuar a la ligera, hoy, que según la mayoría acaba de sucederme lo peor que podía

sufrir, como es encontrarme con la muerte, no me ha alertado de la presencia de ningún

mal. Ni al salir de casa esta mañana, ni cuando subía al Tribunal, ni en ningún momento

de mi apología, dijera lo que dijera, me ha impedido seguir hablando, cuando en otras

ocasiones llegó a quitarme la palabra en la mitad del razonamiento, según lo que

estuviera hablando.

¿Qué sospecho que hay detrás de todo esto?

Voy a aclarároslo: lo que me acaba de suceder es para mí un bien y, por tanto, no son

válidas nuestras conjeturas cuando consideramos la muerte como el peor de los males.

Esta es la razón de más peso para convencerme de ello: de lo contrario esa voz del genio

se hubiera opuesto para impedir los hechos, si lo que me iba a ocurrir se tratara de un

mal y no de un bien.

Pero aún puedo añadir nuevas razones para convenceros de que la muerte94

no es una

desgracia, sino una ventura: una de dos: o bien la muerte supone ser reducido a la nada,

y por ello no es posible ningún tipo de sensación, o de acuerdo con lo que algunos

dicen, simplemente se trata de un cambio o mudanza del alma de éste hacia otro lugar.

Si la muerte es la extinción de todo deseo y es como una noche de profundo sueño, pero

sin ensoñar, ¡maravillosa ganancia sería! Es mi opinión de que si nos obligaran a

escoger entre una noche sin sueños pero plácidamente dormida, con otras noches con

ensoñaciones o con otros días de su vida, que después de una buena reflexión tuvieran

que escoger qué días y noches han sido los más felices, pienso que no sólo cualquier

persona normal, sino que incluso el mismísimo rey de Persia, encontraría pocos

comparables con la primera. Si la muerte es algo parecido, sostengo que es la mayor de

as ganancias, pues toda la serie del tiempo se nos aparece como una sola noche.

Pero si la muerte es una simple mudanza de lugar, y si, aún más, es cierto lo que

cuentan, que los muertos están todos reunidos95

, oh jueces, ¿sois capaces de imaginar

algún bien mayor?

Pues, uno, al llegar al reino del Hades, liberado de todos esos que aquí se hacen pasar y

llamar por jueces, nos encontraremos con los que son auténticos jueces y que, según

los sentimentalismos y decide investigar de un modo racional, sobre lo que, para él, está a la vuelta de la

esquina: la muerte. 94

MUERTE: Sócrates analiza la naturaleza de la muerte sobre dos hipótesis: o no existe para el hombre,

pues, como dirá Epicuro, cuando ella es el hombre no existe; o bien, la muerte es un cambio de

morada, aunque de peor a mejor, ya que, y esta sería la novedad de la concepción de Sócrates frente, por

ejemplo a los órficos o pitagóricos, permite la reunión en el otro mundo de los hombre de bien.

Es importante hacer notar, las dudas socráticas incluso frente a la hipótesis que él considera como más

posible: la muerte como cambio de morada. Muy posiblemente, Platón, quiera señalarnos con ésto, que

la doctrina de la reminiscencia, por ejemplo, o las reflexiones sobre la inmortalidad del Alma, presentes

en el Fedón, eran una creación suya y no de Sócrates, el cual mantendría todavía serias dudas racionales

sobre lo que sucede después de la muerte. 95

REUNION: La muerte es muy posible, según Sócrates, que signifique el paso de una vida buena a otra

aún mejor. Y tal vida sería mejor por consistir en una especie de cielo de intelectuales, hombres de bien,

seres perfectos y triunfadores que, por fin, pueden juntarse para intercambiar sus experiencias y poder

contrastarlas.

Page 28: Apologia de Sócrates

cuentan, siguen ejerciendo sus funciones. A Minos96

, Radamanto y Triptólomeno97

, y a

toda una larga lista de semidioses que fueron justos en su vida. Y, ¿qué me decís del

poder reunirme con Orfeo98

, Museo, Hesiodo y Homero?, ¿qué no pagaría cualquiera de

vosotros si esto es así? En lo que a mí se refiere, mil y mil veces, ¡prefiero estar muerto

si tales cosas son verdad! Qué maravilloso pasatiempo sería para mí poder encontrarme

con Palamedes, y con Ayax, hijo de Telamón, y todos los héroes de los tiempos

pasados, víctimas también de otros tantos procesos injustos. Aunque sólo fuera para

poder comparar sus experiencias con las mías, ya me daría por satisfecho. Mi mayor

placer sería pasar mis días interrogando a los de allá abajo, como durante toda mi vida

terrena lo he hecho con los de aquí, para ver quiénes entre ellos son los auténticamente

sabios y quiénes creen serlo, pero que en realidad no lo son. ¿Qué precio no pagaríais,

oh jueces, para poder examinar a quien condujo contra Troya a aquel numeroso ejército,

o no digamos, si es el mismo Ulises o Sísifo99

, o tantos hombres y mujeres que ahora no

puedo ni citar? Estar con ellos, gozar de su compañía e interrogarlos, sería el colmo de

mi felicidad.

En cualquier caso, creo que Hades no me llevaría a un juicio y me condenaría a muerte

por profesar mi oficio. Ellos son, allá, mucho más felices que los de aquí y entre muchas

razones por la de ser inmortales para el resto de los tiempos, si es que son verdad las

cosas que se dicen.

Vosotros también, oh jueces míos, debéis tener buena esperanza ante la muerte y

convenceros de que una cosa es cierta: la de que no hay mal posible para un hombre de

bien100

, ni durante esta vida, ni después en el reinado de la muerte, y que los dioses

jamás descuidan los asuntos de estos hombres justos. Lo que me ha sucedido a mí, no es

fruto de la causalidad, sino que al contrario veo claro que el morir y quedar libre de

ajetreos, era lo mejor para mí.

Es por eso por lo que en ningún momento me ha disuadido la voz del genio y que por lo

que respecta por mi parte, no estoy enojado lo más mínimo contra mis jueces, ni contra

mis acusadores, a pesar de que no eran esas sus intenciones al acusarme y condenarme,

sino la de hacerme algún mal.

Y ahora debo pediros un último favor:

Cuando mis hijos Lleguen a ser mayores, atenienses, castigadles, como yo os he

incordiado durante toda mi vida, si os parece que se preocupan más de buscar riquezas o

negocios antes que de la virtud.

96

MINOS: Rey de Creta. Creador del famoso laberinto. Primer rey del Mediterráneo. Impositor a

Atenas del tributo de las siete parejas de jóvenes. 97

TRIPTOLEMO: Rey de Eleusis y fundador de los misterios de esta ciudad 98

ORFEO: Rey de Tracia. Casado con Eurídice. Músico y poeta, inventor de la lira y que amansaba a las

fieras con sus cantos 99

SÍSIFO: El más seductor y astuto de los héroes. Por ello sería castigado por Zeus a subir una roca a la

cima de una montaña y dejarla caer, para volver a subirla, y así eternamente.

100

HOMBRE DE BIEN: Los hombres de bien, son, para Sócrates, aquellos que encaminan su razón en

la dirección correcta, es decir, usan adecuadamente de la misma para analizar crítica y honestamente la

realidad personal y social.

Page 29: Apologia de Sócrates

Y si presumen creer ser algo, sin serlo de verdad, reprochadles como yo os he

reprochado, exigiéndoles que se cuiden de lo que deben y no creerse ser algo, cuando en

realidad nada valen.

Si hacéis esto, ellos y yo habremos recibido el trato que merecemos.

Y no tengo nada más que decir. Ya es la hora de partir.

Yo a morir101

, vosotros a vivir.

Entre vosotros y yo, ¿quién va a hacer mejor negocio?

Cosa oscura es para todos, salve, si acaso, para el dios.

[ANEXO 1]

Sócrates en las Nubes

Texto de las Nubes de Aristófanes

SÓCRATES.--¿Cual Júpiter?, tú te burlas. No hay tal Júpiter.

ESTREPSIADES.- ¿Qué estás diciendo? ¿pues quién hace llover? Demuéstrame esto

antes de todo.

SÓCRATES.-Ellas; y voy a demostrarlo con grandes razones. ¿Has visto alguna vez

que Júpiter haga llover sin nubes? Si fuese él, sería necesario que lloviese estando el

cielo sereno y después de haberlas disipado.

ESTREPSIADES.-Perfectamente; por Apolo, tu argumento me ha convencido. Yo creía

antes, como cosa cierta, que Júpiter para hacer llover orinaba en una criba. Pero dime:

¿quién produce el trueno? Esto me hace temblar.

SÓCRATES.-Las nubes truenan cuando se revuelven sobre sí mismas.

ESTREPSIADES.- ¿De qué manera, hombre audaz?

101

MORIR: Sócrates acepta su destino: morir aún a sabiendas de que fue condenado injustamente. Los

griegos ejecutaban a los condenados a muerte de diversas maneras: degollación, asfixia por insolación o

sistema de la plancha, en donde el condenado, sujetado por el cuello y por sus cuatro miembros, era

expuesto al sol hasta su asfixia; apaleo hasta la muerte; lapidación o precipitación desde el monte

Báratro....

Sócrates será condenado a beber la cicuta, el más suave de los sistemas de ajusticiamiento, y concedido

como una especial concesión, equiparable al suicidio tolerado.

Page 30: Apologia de Sócrates

SÓCRATES. Cuando están muy llenas de agua y se ponen en movimiento arrastradas

por su propio peso, al caer se entrechocan y rompen con estrépito. [···]

ESTREPSIADES.-... Pero nada me has enseñado todavía del fragor de los truenos.

[...]

SÓCRATES. Observando lo que a ti mismo te sucede, como voy a demostrarte. Cuando

en las panateneas cenas tanto que se te desarregla el vientre, ¿no has notado que éste

produce de repente algunos ruidos?

ESTREPSIADES. -Sí a fe mía; y en seguida me atormenta, y se revuelve, ruge como el

trueno, y después estalla con estrépito. Primero hace, con ruido apenas perceptible, pax;

luego papax, en seguida papappax, y cuando hago mis necesidades es un verdadero

trueno pappappas lo mismo que las nubes.

SÓCRATES. Considera al gran ruido que haces con tu pequeño vientre; ¿será, pues,

inverosímil el que el aire inmenso truene con estrepitoso fragor? Por eso las palabras

trueno y ventosidad son semejantes.

ESTREPSIADES. Pero dime: ¿de dónde provendrá el rayo resplandeciente que a unos

los reduce a cenizas y a otros los toca sin matarlos? Evidentemente, Júpiter es quien lo

lanza contra los perjuros.

SÓCRATES.-Si un viento seco se eleva y se encierra dentro de las nubes, las hincha

como si fueran una vejiga; después, cuando su misma fuerza las revienta, se escapa

violentamente comprimido por su densidad, y el ímpetu terrible con que estalla hace que

se encienda a sí mismo. (ARISTÓFANES: Las nubes, pág. 30, op. cit.)

[ANEXO 2]

Pitonisa en trance

[ANEXO 3]

Hércules (mitología): En la mitología griega, héroe conocido por su fuerza y valor así

como por sus muchas y legendarias hazañas. Hércules es el nombre romano del héroe

griego Heracles. Era hijo del dios Zeus y de Alcmena, mujer del general tebano

Anfitrión. Hera, la celosa esposa de Zeus, decidida a matar al hijo de su infiel marido,

poco después del nacimiento de Hércules envió dos grandes serpientes para que

acabaran con él. El niño era aún muy pequeño pero estranguló a las serpientes. Ya de

joven, mató a un león con sus propias manos. Como trofeo de esta aventura, se puso la

piel de su víctima como una capa y su cabeza como un yelmo. El héroe conquistó

posteriormente a una tribu que exigía a Tebas el pago de un tributo. Como recompensa,

se le concedió la mano de la princesa tebana Megara, con quien tuvo tres hijos. Hera,

aún implacable en su odio hacia Hércules, le hizo pasar un acceso de locura durante el

cual mató a su mujer y a sus hijos. Horrorizado y con remordimientos por este acto,

Page 31: Apologia de Sócrates

Hércules se habría suicidado, pero el oráculo de Delfos le comunicó que podría purgar

su delito convirtiéndose en sirviente de su primo Euristeo, rey de Micenas. Euristeo,

compelido por Hera, le impuso el desafío de afrontar doce difíciles pruebas, los doce

trabajos de Hércules.

Los doce trabajos: La primera prueba fue matar al león de Nemea, un animal al que

no podía herirle arma alguna. Hércules primero aturdió al león con su garrote y después

lo estranguló. En su segunda prueba mató a la Hidra, que vivía en un pantano en

Lerna. Este monstruo tenía nueve cabezas. Una cabeza era inmortal y, cuando le

cortaban cualquiera de las otras, crecían dos en su lugar. Hércules quemó cada cuello

mortal con una antorcha para impedir que crecieran las dos cabezas y sepultó la cabeza

inmortal bajo una roca. Después mojó sus flechas en la sangre de la Hidra para

envenenarlas. La siguiente prueba de Hércules fue capturar viva a una cierva con

cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Ártemis, diosa de la caza, y

la cuarta prueba consistió en cazar a un gran jabalí cuya guarida estaba en el monte

Erimanto. A continuación, Hércules tuvo que limpiar en un día la suciedad acumulada

durante treinta años por miles de rebaños en los establos de Augias. Desvió el cauce de

dos ríos, haciendo que corrieran por los establos. En su siguiente trabajo apartó una

enorme bandada de aves de picos, garras y alas de bronce que vivían junto al lago

Estínfalo y atacaban a las gentes del lugar, y devastaban sus campos y cosechas. Para

cumplir su séptimo trabajo, Hércules entregó a Euristeo un toro furioso que Poseidón,

dios del mar, había enviado para aterrorizar a Creta. Para recuperar las yeguas de

Diomedes, rey de Tracia, que se alimentaban de carne humana, Hércules capturó al rey,

se lo ofreció como alimento a las yeguas y después las condujo hacia Micenas. Hipólita,

reina de las amazonas, deseaba ayudar a Hércules en su noveno trabajo. Cuando

Hipólita estaba a punto de dar a Hércules su cinturón, que Euristeo quería para su hija,

Hera dijo a las amazonas que Hércules intentaba raptar a la reina y estas lo atacaron.

Entonces el héroe mató a Hipólita, creyendo que era responsable del consiguiente

ataque, y escapó llevándose el cinturón. En su camino a la isla de Eritia para capturar

los bueyes de Gerión, el monstruo de tres cabezas, Hércules erigió dos grandes

columnas (los peñones de Gibraltar y de Ceuta, que bordean ahora el estrecho de

Gibraltar, y que se representan en el escudo de la ciudad de Cádiz) como monumentos

conmemorativos de su hazaña. Después de que Hércules se llevara los bueyes, fue a

buscar las manzanas de oro de las hespérides pero como no sabía dónde estaban esas

manzanas, pidió ayuda a Atlas, padre de las hespérides. Atlas accedió a ayudarlo si

Hércules, sostenía el mundo sobre sus hombros, mientras él conseguía las manzanas. El

último y más difícil trabajo de Hércules fue capturar a Cerbero, el perro de los

infiernos. Hades, dios de los muertos, dio permiso a Hércules para llevarse al animal

siempre que no usara armas. Hércules capturó a Cerbero, lo llevó a Micenas y lo

devolvió al Hades.

Muerte del héroe: Después Hércules se casó con Deyanira, a la que obtuvo de Anteo,

hijo de Poseidón, dios del mar. Cuando el centauro Neso atacó a Deyanira, Hércules lo

hirió con una flecha de las que había envenenado con la sangre de Hidra. El centauro

moribundo dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre que, según él, era un

poderoso filtro de amor, pero era un veneno. Creyendo que Hércules se había

enamorado de la princesa Yole, Deyanira le envió una túnica mojada con la sangre.

Cuando se la puso, el dolor causado por el veneno fue tan grande que se mató

arrojándose a una pira funeraria. Después de su muerte, los dioses lo llevaron al Olimpo

y lo casaron con Hebe, diosa de la juventud. Los griegos veneraron a Hércules como un

dios y como un héroe mortal. Se le solía representar como un hombre fuerte y

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musculoso, vestido con una piel de león y armado de un garrote. La estatua más famosa

del mítico héroe está en el Museo Nacional de Nápoles.

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[ANEXO 4]

Máquina para sorteo de los jueces

[ANEXO 5]

La diosa Hera