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Asociación de Usuarios de Medios Audiovisuales en Argentina. Entrevista completa a Belén Igarzabal (docente e investigadora en el área de Comunicación y cultura de FLACSO, Argentina)

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En tiempos en que los nuevos medios enriquecen y complejizan el vínculo entre productores y “prosumidores” del mensaje audiovisual, Belén Igarzábal exhorta a un debate más profundo sobre los contenidos, a partir de temáticas que convoquen y movilicen al público, fomentando su participación.

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Proyecto de investigación

“Hacia la creación de la Asociación de Usuarios de Medios

Audiovisuales en Argentina: propuesta interdisciplinaria para promover

la “participa-acción” de las audiencias argentinas”

Observatorio de la Televisión, Universidad Austral, Facultad de Comunicación.

Entrevista en profundidad a Belén Igarzábal, (docente e investigadora en el

área de Comunicación y cultura de FLACSO, Argentina): "Cuando se sienten

interpeladas, las audiencias reaccionan en mayor medida”.

En tiempos en que los nuevos medios enriquecen y complejizan el vínculo entre

productores y “prosumidores” del mensaje audiovisual, Belén Igarzábal exhorta a un

debate más profundo sobre los contenidos, a partir de temáticas que convoquen y

movilicen al público, fomentando su participación.

Por: Carolina Roncarolo, asistente de investigación.

Belén Igarzábal es Licenciada en Psicología y graduada de la maestría de Periodismo de

la Universidad de San Andrés - Grupo Clarín - Columbia University. Actualmente realiza el

doctorado en Ciencias Sociales de FLACSO, donde se especializa en el análisis de

medios de comunicación. Trabaja como docente e investigadora en el área

de Comunicación y cultura de FLACSO.

A grandes rasgos, ¿qué busca hoy el televidente argentino en la televisión?

El televidente busca lo mismo que ha venido buscando en este último tiempo; no creo que

haya cambiado demasiado su vínculo con la pantalla audiovisual televisiva. Claramente,

hoy el acto de mirar televisión se complementa con otras pantallas y otras posibilidades

de interacción, dadas por los nuevos medios. Pero en lo que se refiere a géneros

televisivos, el vínculo no cambió demasiado.

Me parece que la relación que establece la TV con los televidentes argentinos se basa

principalmente en el entretenimiento, la emoción y la información. En general, los

espectadores siempre han buscado un “otro” que despierte en ellos determinados

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procesos afectivos y emocionales, principalmente relacionados con la identificación, con

la empatía y con el acceso a información.

La psicología de medios tiene muchos estudios empíricos y encuestas sobre la relación

entre audiencias y TV. En muchos de ellos, el entretenimiento y la información aparecen

como los pilares que sustentan el vínculo “televisión – televidentes”.

Por su parte, la identificación consiste en “verse reflejado” en “eso” que pasa en la

pantalla audiovisual (independientemente del género televisivo), concepto que se asocia a

la noción de “reconocimiento” que propone Jesús Martín Barbero.

¿De qué modo la nueva oferta de contenidos, soportes y alternativas de

participación que ofrece Internet ha modificado los hábitos de consumo de las

audiencias argentinas?

Me parece que hay mucha más posibilidad de interacción entre los televidentes, a partir

de foros, de blogs y redes sociales. Hoy existen espacios de participación mucho

más ampliados exponencialmente, e inmediatos. Estos nuevos soportes fomentan o

aumentan la necesidad de participar en el suceso audiovisual.

La posibilidad de generación de contenidos que permiten los nuevos

medios enriquece, retroalimenta y complejiza la producción de los programas televisivos.

Si en la “paleo televisión” la verdad la tenía el enunciador (que miraba a la cámara y

contaba “la” realidad), en la “neo televisión” la verdad estaba dentro de la televisión (a

partir del debate que se genera en ella misma), en la “post televisión” la verdad está en el

video mal grabado por un celular.

Las redes sociales fomentan la inmediatez de la opinión y la retroalimentación: por un

lado opino, comento, recomiendo, y por el otro lado también me entero. No obstante, la

televisión aún es el medio donde se va a chequear la información que se obtiene en

redes sociales. Como dice David Morley, nos enteramos por Twitter, por mensajes de

texto, por un mail, pero ante la crisis volvemos a la TV a chequear. Después hay que

discutir en qué formato está la credibilidad, si en un periodista o en un video casero. Pero,

definitivamente, la credibilidad sigue en la televisión, dada su función social, que nos

define como un colectivo que pertenece a cierto país, grupo, comunidad o sector.

¿Cómo interactúa el televidente del siglo XXI con la televisión? ¿Qué historias y

qué relatos lo motivan a conversar sobre lo que ve en pantalla?

Nuevamente, insisto en los pilares fundamentales que sustentan el vínculo entre TV y

televidentes: identificación e información.

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Lo que más convoca es lo que interpela al destinatario. En mi opinión, lo que más

convoca tiene que ver con la identificación, que parte de verse reflejado en un “otro” que

experimente cualquier situación que nos atraviese, ya sea una noticia o la tensión que

genera un evento televisivo. Me parece que siempre estamos buscando a un “otro” que

nos provoque “algo”, y eso es lo que nos moviliza a producir. Antes había que escribir una

carta al diario, ahora sólo alcanza con 140 caracteres: es más fácil participar.

La ficción es todavía el gran foco de identificación y vínculo estrecho con los

personajes, con la narración, con la historia… En las redes sociales hay mucha

formación de comunidad; por ejemplo, en determinados blogs se desarrollan fan fictions,

comunidades que van creciendo en torno a personajes o narrativas de ficción.

Por el otro lado, la novedad de la información (junto a los deportes, las catástrofes y el

vivo televisivo) suscita explosiones de participación en las redes sociales. De hecho, uno

lee en Twitter las publicaciones de twitteros que opinan, y hasta que enciende la televisión

no entiende de qué están hablando. Hay códigos en Twitter que convocan a uno a la

TV para ver qué está pasando.

En resumen, creo que lo que más fomenta la interacción tiene que ver con una novedad,

con una noticia, con algo que surge a partir de programas de cualquier índole. Respecto a

la ficción, el hashtag de un personaje o el hashtag de un programa van generando

códigos y comunidad, que se van manifestando en redes sociales de todo tipo, foros

y blogs.

¿Qué nuevas posibilidades aportan las narrativas transmedia al vínculo entre TV y

espectadores?

Creo que son una novedad que aportó Internet y que han generado un nuevo lenguaje.

Como dice Carlos Scolari, el relato ya no es el programa de televisión, sino que el

relato se construye a partir de todas las plataformas. Y hay algunos programas que

utilizaron bien las narrativas transmedia

Por ejemplo, respecto a Breaking Bad, hay un sitio donde vos podés crear tu personaje y

diseñar tu nombre con la tipografía de la serie, para luego ponerlo en tu Twitter como foto

de perfil. Esos también son contenidos transmediáticos, porque son juegos que hacen al

relato. Me parece que eso es lo fundamental en el ida y vuelta: incluir al destinatario,

hacer que se sienta parte del relato.

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Otro ejemplo sos fan fictions (desde Harry Potter y El Señor de los Anillos), en los que el

televidente se siente parte inmediata y activa de un relato donde puede escribir un

capítulo, hacerse un avatar, escribir su nombre con la tipografía del programa...

También cuenta la creatividad de los productores, que aprovechan los nuevos medios

para captar la atención del "prosumidor". Por ejemplo, TN y la Gente, donde el planteo

es “¿Te gusta hacer videos? Bueno, tráemelos y yo los pongo al aire”. Por un lado, están

generando mayor producción y mayor participación y, por otro, pueden ver por dónde

está la audiencia y convocarla a partir de un material que a ellos les parezca más

creíble. En síntesis, mezclan su propia narrativa con la narrativa de los prosumidores y

hacen un nuevo producto, para potenciar la interacción con el público.

¿Existe hoy en Argentina un debate instalado en la esfera pública acerca de los

contenidos televisivos?

En mi opinión, hay lugares donde hay debate. Pero son pocos. Principalmente, creo

que el debate se da en las Universidades. Sin embargo, me parece que hay mucho más

debate sobre la tecnología que sobre el contenido televisivo. Hoy estamos hablando

mucho más sobre antenas, decodificadores, normas, usuarios, cantidad de conectados al

cable… Hablamos más de cables y aparatos que de contenidos.

El debate sobre contenidos ha sido muy escaso y muy acotado, y en general muy

enfocado desde la crítica apocalíptica, que es lo más fácil de hacer. También es muy

común criticar algo que se disfruta en privado. Falta una mirada más enriquecida, que

realmente se pregunte qué le pasa a la audiencia, por qué la audiencia mira determinadas

contenidos, a qué estructura de contenido responde determinado formato para suscitar el

interés de determinadas audiencias. Es mucho más fácil criticar un programa de

alto rating que analizar el vínculo que establecen las audiencias con los contenidos de

dicho programa.

Hay que complejizar el concepto de calidad televisiva; antes, se lo relacionaba

únicamente con cultura y documental. Y la dimensión más compleja de este concepto hoy

no se da en la gráfica ni en la televisión, y en la academia se presenta muy poco, porque

se discute más tecnología que contenido.

Por otra parte, cuando pensamos en el televidente realmente tenemos que pensar en

esos procesos que atraviesan ese vínculo que tiene con los contenidos

audiovisuales. En mi tesis de maestría, me pregunté por qué la gente miraba reality

shows del estilo de Gran Hermano. Y descubrí que desde la academia era una crítica,

desde la prensa también. Hasta desde las mismas audiencias era una crítica. Y luego, el

programa figuraba primero en rating, primero en venta de revistas… Todavía todos e

incluso las audiencias tenemos una mirada muy culturosa de lo que debería ser la

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televisión, porque tenemos grabado que la televisión debe educar, y que no es lo que

están buscando las audiencias, o algunas audiencias.

Cuando yo hice las entrevistas sobre Gran Hermano, preguntaba a la gente qué era lo

que le gustaba de los reality shows. Y respondían que no los miraban, porque les

resultaban una porquería. Acto seguido, les preguntaba qué opinaban de Gastón

Trezeguet. Y comentaban todo tipo de anécdotas. Este es un claro ejemplo del consumo

vergonzante. No es sólo echarle la culpa al ámbito académico, al ámbito público o al

ámbito periodístico. Se trata de la cultura que nos atraviesa, que pretende una cultura de

elite, cuando la cultura es algo que tenemos en común, como decía Jesús Martín Barbero.

Creo que lo que habría que preguntarse es: este producto audiovisual qué tiene, qué

provoca, qué pasa acá… y poner realmente la mirada en ese vínculo.

La audiencia tiene criterio. Marcos Gorbalán, con quien trabajé durante varios años, me

comentaba que cuando Jorge Rial mostró las cartas de Juan Castro le bajó el rating. Y

cuando mostraron sexo en Gran Hermano también bajó el rating, porque a la gente le

gusta la histeria, no le gusta el sexo explícito. Y cuando en Bailando Kids invitaban a

“perrear” a las niñas, también le bajó el rating. Preguntémonos qué le pasa a la audiencia,

porque la gente también “castiga” lo que se va de criterio. Si le ponés basura, la gente

no mira basura.

Yo creo que hay una curva dramática en la ficción y en todos los programas, que es la

tensión que genera determinado programa de TV, que a la gente le atrae y le

entretiene. Y no está mal. Obviamente, tiene que haber alguien que regule y que

controle determinados contenidos en relación con las minorías, con el rol de la mujer, con

los niños fundamentalmente. Pero no diciendo que todo es una porquería y que hay que

poner teatro en la televisión, o canales culturales con medio punto de rating. Hablo más

que nada de los canales generalistas y temáticos.

Respecto al cable, ahí sí se pueden poner programas culturales con medio punto

de rating. Pero los canales masivos, que llegan a toda la audiencia (por aire, TDT,

etcétera), ahí es fundamental preguntarse qué contenidos convocan a la audiencia y qué

le pasa a dicha audiencia con el contenido que se le ofrece.

A grandes rasgos, ¿considera que al televidente argentino le interesa hacer

públicas sus opiniones, consultas, reclamos, etc. sobre lo que ve en televisión?

¿Por qué?

Para mí, el argentino siempre quiere opinar. Somos opinólogos, ya sea para explicar

cómo hacer un asado, cómo jugar un partido de fútbol o cómo producir un programa de

televisión. Me parece que somos una cultura verborrágica. Y esto lo vemos en las redes

sociales. Nos dan una herramienta para opinar y para participar, y la gente participa.

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Sí me parece que hay algunas variables que hay que analizar y tener en cuenta, que

tienen que ver con el tipo de participación (es mucho más fácil la crítica, por un lado, y

por otro, el consumo televisivo es algo muy íntimo que no se confiesa). Es mucho más

fácil participar y opinar sobre un programa periodístico que sobre un reality show “mal

visto”. Esto aplica a determinados sectores socioculturales que tienen computadora,

banda ancha y participan en redes sociales. En ese sector, es más fácil la opinión

anónima o la opinión más crítica.

En otros sectores socioculturales que consumen más televisión sin avergonzarse porque

no tienen esta imposición cultural académica, creo que sería mucho más fácil lograr una

participación espontánea. Respecto a la participación virtual e inmediata, el tema que nos

atraviesa es el acceso a una computadora y a Internet.

¿Existe hoy en Argentina interés y voluntad de asociación y participación por parte

de los televidentes?

Me parece que hay temas que convocan, movilizan y fomentan la participación del

público. Creo que es fundamental saber reconocerlos, marcando lineamientos para el

debate y la participación.

Hay cuestiones que movilizan más que otras. En líneas generales, es más fácil imponer

agenda que reconocerla. Me refiero a aquellos temas con los que la gente se identifica,

donde se siente reconocida, donde se sienta interpelada. Porque quiero que en la novela

siga el protagonista, o porque la mujer está segregada, o porque no se respetan los

derechos del niño, o porque me mintieron cuando dijeron que tal político dijo una cosa que

no era. Cuando se sienten interpeladas, las audiencias reaccionan en mayor

medida.

Actualmente hay muchos temas impuestos desde los medios, que no sé si interesan

tanto a las audiencias. Por ejemplo, el Grupo Clarín versus el Gobierno Nacional. Yo creo

que hay mucha bajada de línea desde medios del Gobierno y de los partidos opositores,

que ponen en agenda temas, y en realidad a mi mamá no le interesa de quién es cada

canal. En síntesis, hay temas que circulan en el escenario público, pero no sé cuánto

tienen de impuesto y cuánto tienen de reconocido.

Me parece que los temas que circularon más espontáneamente han estado

relacionados con denuncias… que, en última instancia, también tienen que ver con la

crítica. A su vez, hay mucho debate sobre la transparencia de la información, y ahí sí

hay un coletazo por el debate sobre los medios, que las audiencias toman como propio.

Por último, es fundamental pensar qué pasa con eso luego. Si la gente participa y

después no pasa nada, ahí se diluye la participación. Es un aprendizaje o una

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transición que los canales y productoras realmente escuchen qué está conversando la

gente, y que haya una retroalimentación.

Hace poco di una charla sobre trastornos de alimentación y medios, y en un libro que se

llama La mujer del medio, de Adriana Amado, estaba el ejemplo de la ballena de Slim.

Distintas asociaciones de defensa de los derechos de las mujeres se quejaron, y lograron

que se deje de publicitar el aviso. Pero, después, el Canal América apeló y lo volvieron a

poner al aire. Entonces, queda claro que las audiencias pueden hacerse escuchar,

pero vale la pena preguntarse qué pasa si después eso queda en la nada.

En mi opinión, una asociación de usuarios de medios audiovisuales debería plantear

más debates sobre ciertas cuestiones, y luego tendría que habilitar instancias

públicas, o alentar a los propios canales para que escuchen el televidente y le den

posibilidades de expresarse. Creo que hay que orientar el debate, pero siempre hacerlo

desde las temáticas que movilizan a la gente. Me parece que por ese lado es más fácil

convocar, y desde ahí ir proponiendo y orientando debates que colaboren a hacer una

televisión mejor.