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LA FÍSICA DE LA UNIVERSIDAD DISTRITAL QUE SE GANÓ LA MEDALLA MAXWELL Alexandra Olaya-Castro recibió en Londres una de las mayores distinciones de la física teórica. El galardón lo han recibido personalidades como Stephen Hawking. La Medalla Maxwell es un reconocimiento que entrega el Instituto de Física británico (IOP por sus siglas en inglés) a jóvenes físicos teóricos por su contribución para mejorar el prestigio de la ciencia en el Reino Unido. De tal mención han sido merecedores personajes de talla mundial como Abdus Salam (premio Nobel Física), Jonathan Richard Ellis (premio Dirac) y el astrofísico británico Stephen William Hawking, quien en 1976 recibiera este reconocimiento por su contribución a la aplicación de la relatividad general a la astrofísica, especialmente al comportamiento de la materia altamente condensada. En este mismo año (1976) nacería Alexandra Olaya-Castro, Licenciada en Física de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (1997), Magister en Ciencias-Física de la Universidad de los Andes (2002) y Doctora en Física (DPhil) de la Universidad de Oxford, Inglaterra (2005), quien después de hacerse merecedora de distintas becas para trabajar como investigadora en el Trinity College de la Universidad de Oxford y en el University College London (UCL), ocupa hoy la posición de Profesora de Planta en el UCL. Desde allí, Olaya-Castro ha hecho numerosas contribuciones al campo de la física teórica en el área de la óptica cuántica en sistemas biológicos con publicaciones del mayor impacto científico que a hoy superan las 1500 citaciones en revistas científicas internacionales.

Avances científicos por mujeres (reconocimiento)

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LA FÍSICA DE LA UNIVERSIDAD DISTRITAL QUE

SE GANÓ LA MEDALLA MAXWELL

Alexandra Olaya-Castro recibió en Londres una de las mayores distinciones de la física teórica. El galardón lo han recibido personalidades como Stephen Hawking.

La Medalla Maxwell es un reconocimiento que entrega el Instituto de Física

británico (IOP por sus siglas en inglés) a jóvenes físicos teóricos por su

contribución para mejorar el prestigio de la ciencia en el Reino Unido. De tal

mención han sido merecedores personajes de talla mundial como Abdus Salam

(premio Nobel Física), Jonathan Richard Ellis (premio Dirac) y el astrofísico

británico Stephen William Hawking, quien en 1976 recibiera este

reconocimiento por su contribución a la aplicación de la relatividad general a la

astrofísica, especialmente al comportamiento de la materia altamente

condensada.

En este mismo año (1976) nacería Alexandra Olaya-Castro, Licenciada en

Física de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (1997), Magister en

Ciencias-Física de la Universidad de los Andes (2002) y Doctora en Física

(DPhil) de la Universidad de Oxford, Inglaterra (2005), quien después de

hacerse merecedora de distintas becas para trabajar como investigadora en el

Trinity College de la Universidad de Oxford y en el University College London

(UCL), ocupa hoy la posición de Profesora de Planta en el UCL. Desde allí,

Olaya-Castro ha hecho numerosas contribuciones al campo de la física teórica

en el área de la óptica cuántica en sistemas biológicos con publicaciones del

mayor impacto científico que a hoy superan las 1500 citaciones en revistas

científicas internacionales.

Su monumental obra le ha hecho merecedora este año del prestigioso

reconocimiento otorgado por la IOP mediante el galardón de la Medalla

Maxwell, en ceremonia que se celebra hoy viernes 01 de julio de 2016.

La Universidad Distrital Francisco José de Caldas, como primera gestora de

esta gran científica de talla mundial, se enorgullece y celebra con emoción el

reconocimiento recibido por la ex-alumna.

El galardón, otorgado desde 1962, es uno de los más importantes de la física teórica, y entre sus ganadores se encuentran el nobel Abdus Salam y el astrofísico británico Stephen Hawking. Según la institución Olaya-Castro lo recibió por “su rol central internacional” en la biología cuántica y, en especial, por su contribución a la óptica cuántica en sistemas biológicos.

http://www.semana.com/gente/articulo/alexandra-olaya-castro-recibio-la-

medalla-maxwell-del-institute-of-physics-de-londres/484228

https://www.udistrital.edu.co/novedades/particularNews.php?Type=N&idNovedad=6082

http://www.iop.org/about/awards/career/maxwell/medallists/page_67613.html

NUBIA MUÑOZ, LA CIENTÍFICA QUE DESAFIÓ AL

CÁNCER

Esta colombiana ya hizo historia con sus investigaciones que la llevaron a descubrir la causa del cáncer de cuello uterino. Publicidad

Médica, patóloga y epidemióloga llegó a Lyon en 1970 y desde ahí lideró, por más de 30 años, estudios en la Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer. Su nombre sonó para el premio Nobel y hoy es una abanderada de la vacuna para prevenir la enfermedad que más mata mujeres en Colombia. *** Por: Guido Hoyos - Lyon, Francia. Fotos: Juan Felipe Barriga. Nubia Muñoz es una mujer grande y nada tiene que ver con su físico. Es grande porque ha dedicado su vida a investigar las causas de la enfermedad con más índice de mortalidad en mujeres: el cáncer de cuello uterino. Y es la científica colombiana más respetada y con más reconocimientos en todo el mundo, pues sin su trabajo no se habría podido desarrollar la vacuna para prevenir la enfermedad. No es exageración, es una mujer grande que ya dejó huella en la ciencia. Esa grandeza es el resultado de su pasión por saber, analizar y encontrar la respuesta exacta. Es también una científica sencilla que en su vocabulario usa más el ‘nosotros’ que el ‘yo’. Es tranquila, muy reservada, quizás tímida, evita posar ante una cámara y afirma que no le gustan las entrevistas porque le cambian sus palabras. Pero no se incomoda, al contrario, se relaja mucho más cuando habla de su trabajo.

Nubia es de Cali pero su acento se esfumó con los años, suena neutra y por momentos las letras parecen patinar en la sonoridad del francés, su otra lengua desde hace 45 años, cuando llegó a Lyon. Habla claro, sin rodeos y ‘aterriza’ al lenguaje cotidiano virus, enfermedades y palabras científicas que enredarían a los que apenas tocaron un tubo de ensayo en el laboratorio del colegio. Imitando su estilo claro, su gran aporte a la ciencia podría resumirse así: descubrió en 1992, y después de varios años de investigaciones, que la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH) era la causante del cáncer de cérvix. No es triunfalismo, su conclusión cambió radicalmente la vida de miles de mujeres en riesgo de sufrir esta enfermedad.

Nubia Muñoz se decidió a estudiar medicina, al pensar en su padre, quien falleció a causa de la difteria cuando ella tenía 6 años.

Esto no lo logra cualquiera y por eso ha recibido distinciones en la comunidad científica en diferentes países y su nombre estuvo en la lista de candidatos al Nobel en 2008, premio que al final se llevó el alemán Harald zur Hausen por un descubrimiento igual al de Nubia. Hubo controversia, pues para muchos su trabajo era muy importante para la prevención del cáncer cervical, pero hoy Nubia prefiere no entrar en discusiones que a lo mejor mostrarían cierta vanidad científica que en ella no aflora. La importancia de que su nombre hubiera estado en la mira de la academia sueca se debió a que Nubia no se contentó con comprobar en el laboratorio que el cáncer era producido por el virus de papiloma humano, sino que lo corroboró con el análisis de su comportamiento en diferentes mujeres y países. Para hacerlo tenía el apoyo de Xavier Bosch, director del Programa de investigaciones epidemiológicas en cáncer del Instituto Catalán de Oncología de Barcelona, quien fue su gran aliado en la investigación desde 1985. “El grupo de zur Hausen ya estaba convencido de que el virus era la causa del cáncer, pero Xavier Bosch y yo queríamos que se afirmara con base en estudios epidemiológicos. Nosotros analizamos los hábitos de 2.500 mujeres con cáncer versus 2.500 mujeres sin cáncer, en doce países. Luego hicimos el estudio en 22 países con mujeres con cáncer invasor, recolectamos los tumores, los trajimos a Lyon y demostramos que fragmentos del virus estaban

en el 99,7 por ciento de más de mil biopsias congeladas. En 1992 dijimos que el virus era la causa y en 1999 aseguramos que sin el VPH no había cáncer de cuello uterino. Un universo lleno de detalles y pruebas que la rondaban desde que era la mejor alumna del salón en el Liceo Departamental, en Cali. “Pensé en estudiar biología, microbiología, bacteriología y a último momento me decidí por la medicina”, cuenta. No hubo una razón poderosa pero cree que la muerte de su padre quizás le dejó un mensaje en el subconsciente a la hora de decidirse. Cuando Nubia tenía seis años, su papá murió de difteria debido a que no se le hizo el tratamiento adecuado y la penicilina apenas llegaba a Colombia. La menor de cinco hijos y la única mujer creció en el barrio Libertadores, muy cerca al centro de Cali, donde quedaba su colegio, toda una institución para mujeres en la ciudad y donde la educación, además de ser de calidad, era gratuita. “Mi mamá sabía leer y escribir pero no tuvo una profesión. Ella trabajaba lavando ropa para sostener la casa y tenía unas primas con más dinero que vivían cerca al colegio, que eran como mis madrinas, y yo iba a almorzar a su casa”, recuerda. Pero su mamá no estaba sola, los cuatro hermanos empezaron a trabajar al terminar el colegio y los estudios de Nubia fueron como un proyecto familiar.

Su apartamento en el barrio medieval de Lyon, frente al río Saona, es su refugio. Allí comparte con su esposo Lionel Langrand el olor de los geranios que sobreviven al otoño francés.

Nubia entró a la Universidad del Valle y allí también fue la mejor estudiante, pero ser la primera no era cuestión de ego sino un estímulo que facilitaba las finanzas familiares: el mejor alumno no pagaba matrícula. “En el primer semestre se la ganó un colega que era rico y fui segunda, entonces me propuse ser la primera y así fue hasta que terminé”. Una anécdota que hoy recuerda con humor y orgullo pues nunca la bajaron del primer puesto. Cuando llegó al tercer año de carrera no estaba segura en qué área quería enfocarse. “Me gustaba mucho el trato con los pacientes pero me

identificaba mucho con ellos y cuando se moría alguno, yo sufría mucho. Para evitar ese dolor decidí irme por el camino de la investigación”. Fue el patólogo Pelayo Correa, hoy uno de los nombres más importantes a nivel internacional en la investigación de cáncer gástrico, quien la acercó a los estudios de cáncer de cuello uterino y estómago (en hombres), que eran los dos más comunes en Cali. En ese momento, Correa era pionero, pues realizó el primer registro de cáncer del país, que consiste en llevar un control de todos los casos que se diagnostiquen por ciudades, edad o sexo para identificar problemas de salud pública. Nubia hizo parte de este proceso y hasta trabajó en vacaciones o en las tardes después de las largas jornadas como estudiante de medicina. Esto le dio muchas luces y ejerció gran influencia para decidirse después de graduarse. Se especializó en patología, con Correa como director de área, pero más para tener una base sólida para investigar que para ejercerla pues le parecía un poco rutinaria. Además, no le gustaba hacer autopsias, algo común en la patología, y más si era de un paciente que había conocido. Pero como su objetivo no era solo ser acertada a través del microscopio se enfocó hacia la epidemiología. Se ganó una beca que la llevó a estudiar en dos de los más importantes centros de investigación en Estados Unidos: el Instituto Nacional de Cáncer, en Bethesda, y la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore. “Fue fantástico”, dice, y allá llegó con inglés básico que al comienzo le costó pero ante tal oportunidad, qué importaba. Su plan era regresar a Cali pero un día se encontró al director de la Agencia Internacional para la Investigación de Cáncer, que queda en Lyon, y le dijo que quería seguir estudiando. No había becas así que le ofreció un contrato de un año que después se extendió a toda una vida. “Yo me adapto a los lugares, trato de sacar lo mejor de cada sitio”, afirma tranquila después de que su francés pasó de casi nulo a fluido y de que la tierra lionesa la sedujera por completo. En la agencia tenía la opción de escoger sus proyectos que la llevaban a todos los continentes. Siguió con su trabajo con el cáncer de cuello uterino y se abría paso en un ambiente competido y machista aún en Francia. “Los problemas no son solo en el laboratorio, hay que competir con colegas, hay que mostrar y defender proyectos. Una vez me enfrenté a un director italiano de la agencia porque simplemente no le importaba mi trabajo. Al final dio el dinero que necesitábamos”.

Fue la mejor estudiante en la Universidad del Valle porque el mejor alumno no pagaba matrícula. “En el primer semestre se la ganó un colega que era rico, entonces me propuse ser la primera y así fue hasta que terminé”.

Eran los gajes del oficio que nunca la detuvieron en sus investigaciones del

virus de papiloma humano, que la llevaron desde 1974, y por casi 30 años, a

Brasil, Filipinas, Tailandia, India, España, Colombia y diferentes países

africanos en busca de respuestas.

“Conseguí dinero de la Comunidad Europea y otras entidades, pero lo

importante era tener la colaboración de colegas en más de 30 países.

Entrenábamos (con Xavier Bosch) a la gente, les dábamos los tubos, las

jeringas y no más de 5.000 dólares, pero lo duro era motivarlos para que

tomaran los estudios como suyos. Pasábamos dos o tres semanas en cada

sitio con muchas horas de trabajo, era pasión. Lo más interesante de estos

colegas es que esta era su primera experiencia en investigación y cuando

publicábamos poníamos sus nombres como primeros autores. Eso los motivó

mucho porque a veces los ignoran”.

Nubia relata sin vacilar toda esa aventura ahora desde la sala de su casa.

-¿Qué sintió cuando ya estaba segura de que el virus era causante del cáncer

de cérvix?

-Satisfacción, pero lo importante era pensar en la vacuna.

Esa fue otra carrera de obstáculos aunque nunca la creyó imposible de ganar.

En ese tiempo las leyes europeas habían dejado en el pasado las vacunas que

se podían desarrollar en el laboratorio de una universidad y debido a los

estándares exigidos solo algunos fabricantes podían crearlas. Pensó en

hacerla en Cuba pero no había dinero suficiente, un ministro de Brasil le

prometió ayudarla pero se cayó el gobierno y él también. “Vi que las compañías

farmacéuticas estaban haciendo vacunas e invité a Merck y Glaxo, que ya

estaban trabajando en virus de papiloma para animales. Les mostré lo que

habíamos hecho y lo que se podía usar para la vacuna. El resultado final lo

sacaron de nuestros estudios y me dijeron que estuviera en todos los ensayos

de la vacuna”.

Hoy la prevención con la vacuna es un hecho que ha desatado discusiones y cierto pánico que Nubia no se explica. “Está comprobado que los efectos secundarios son leves y los casos de los que se habla no tuvieron nada que ver con la vacuna. Hay reticencia en algunos países y el problema es que hay grupos anti vacunas que difunden información como virus en las redes sociales. Esos grupos son más activos que los científicos, hacen escándalo con cosas que no son ciertas y eso está haciendo mal”.

Con un tono seguro y sin asomo de arrogancia dice que en 20 años habrá una

reducción del cáncer gracias a la vacuna que se está aplicando en las niñas.

Pero también afirma que hay mucho por hacer frente al cáncer, no solo el de

cuello uterino, pues el de próstata o de seno siguen aumentando. Tal vez es

justo decirle que una vida solo alcanza a veces para combatir uno de muchos

males.

Nubia se retiró hace unos años pero nunca ha parado. Da conferencias en todo

el mundo, asesora proyectos y campañas de vacunación, y saca tiempo para

placeres como irse unos días al sur de Francia a una conferencia sobre la obra

de Albert Camus. Todo esto con su esposo por más de 30 años, Lionel

Langrand, un francés de risa permanente y aprendiz de cumbia que luce como

su más fiel escudero.

Y claro, para volver a Cali dos o tres veces al año, sobre todo para huir del frío

europeo, visitar la familia y comerse unas marranitas (bolas de plátano verde

con chicharrón). “A mí me gusta también la cocina francesa, la italiana, la

española, a veces cocinaba y hacíamos fiestas con los colegas que terminaban

bailando cumbia y vallenato porque la salsa no existía por acá en esa época”.

También se refugia en su apartamento de un edificio del barrio medieval de

Lyon, frente al río Saona. “Fue construido en 1490”, dice orgullosa y señala la

estructura de madera del techo antes de salir al balcón donde sus geranios

rojos todavía soportan el frío de otoño. Adentro, un pequeño lienzo que

muestra la calle donde vive reposa junto a cientos de objetos repartidos en

mesas y repisas, en una especie de colección etnológica con budas, máscaras,

artesanías y pequeñas figuras en madera y cristal organizadas al azar.

Pero ese cuadro de colores rojos y ocres con la imagen de su casa revela el

nuevo hobby de Nubia Muñoz. “Estoy pintando ahora, algo que nunca se me

pasó por la cabeza”, dice. Es mejor recordarle que estaba ocupada buscando

cómo salvarle la vida a miles de personas.

http://www.cromos.com.co/especial/las-mujeres-con-los-pies-en-la-

tierra/nubia-munoz-la-cientifica-que-desafio-al-cancer

http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/vacuna-contra-vph-

salva-muchas-vidas-nubia-munoz-calero

http://www.semana.com/nacion/articulo/vph-medica-nubia-munoz-

defiende-el-uso-de-la-vacuna/469249

DIANA TRUJILLO, LÍDER DE MISIÓN DEL MARS CURIOSITY, NASA.

Ingeniero espacial. NASA. Marte. Colombia. 33 años, no son palabras que normalmente van juntas en una oración. Pero van muy bien para describir a la caleña Diana Trujillo Pomerantz, quien creció en Cali, Colombia soñando con la exploración espacial.

Desde su escuela primaria en Cali, la colombiana Diana Trujillo soñaba con

trabajar en tareas aeroespaciales y después de hacer su ruta de aprendizaje a

través de varias universidades hoy trabaja para la NASA como líder de

misiones del robot Curiosity en Marte.

"Mi trabajo es verificar que toda la información que llega del robot a la tierra

demuestra que no tenemos ningún problema y todas las secuencias que le

mandamos y las actividades que le pedimos se han ejecutado de la forma que

esperamos", dijo a Efe Trujillo en la base de Laboratorio de Propulsión (JPL) de

la NASA en Pasadena, California.

"Si en algún momento nos damos cuenta que esa información trae algunos

problemas, entonces mi trabajo es empezar a llamar la gente que necesitamos

para poder verificar cuales son los siguientes comandos que tenemos que

hacer para poder poner el estado del robot en un estado normal", explicó.

Trujillo, de 32 años de edad, estudió en el colegio caleño "Los Cañaverales" en

donde un profesor de química la motivó a trabajar por sus sueños

aeroespaciales después de observar que finalizaba con excelencia y en tiempo

récord los exámenes con ecuaciones numéricas.

Con una visa de estudiante la colombiana estudió inglés y Ciencia Espacial en

el colegio comunitario de Miami-Dade, luego en la Universidad de la Florida

hasta graduarse en ingeniería aeroespacial de la Universidad de Maryland en

2007.

"Por haber realizado una pasantía en la academia de la Agencia Aeroespacial

(NASA), conocí un amigo que comenzó a trabajar en el Curiosity y me invitó a

llenar la solicitud de empleo en el JPL, luego me contrataron en noviembre de

2008", rememoró.

La ingeniera ya contaba con experiencia de trabajo previo en el centro de

vuelos espaciales Goddard para el programa Constellation para crear una

nueva generación de naves espaciales para ir a la luna y Marte.

En cuanto a sus aportes específicos al Curiosity en el Laboratorio de Ciencias

de Marte (MSL), Trujillo contó que el vehículo autómata posee una Herramienta

de Remoción de Polvo (DRT), que es una especie de brocha que "limpia el piso

antes de poder poner una cámara para poder ver bien".

"Uno de los aportes míos fue que en el día 151 en Marte fue la primera vez que

usamos esta pieza y ese fue el fruto de mi trabajo", reveló acerca del

instrumento que remueve el polvo sobre rocas para perforar y estudiar sus

componentes químicos.

En su laboratorio en JPL trabajó más de 6 meses para "hacer funcionar bien el

DRT" antes de lanzar el "Curiosity" al espacio el 26 de noviembre de 2011

hasta posarse en Marte el 6 de agosto de 2012.

Trujillo explicó además que otra de sus responsabilidades es programar a

diario las rutas del robot, a lo largo de 12 horas, en Marte.

"Los planificadores del rover elegirán la dirección en que vamos a conducir con

base a la información de ciencias ingresada", dijo la vicejefa del departamento

de ingeniería y operaciones de JPL.

"Mi trabajo (consiste en) evaluar si la ruta que elegimos es segura o no para el

rover y en algunas ocasiones hemos tenido discusiones acerca de que una ruta

no sería la más segura por la que debemos ir", reveló.

La experta en ingeniería aeroespacial indicó que a pesar de que entre un grupo

de 45 profesionales que trabajan en el "Curiosity" sólo hay 3 hispanos sabe que

hay muchas oportunidades laborales en JPL-NASA para las cuales los latinos

deberían de llenar la solicitud de empleo.

"Lo único que necesitamos es sacar buenas notas en la escuela, estudiar en la

universidad y si seguimos luchando por nuestros sueños de trabajar en

programas aeroespaciales no hay nadie que nos pueda detener", aseveró

Trujillo .

La líder de misiones del "Curiosity", casada y con 6 meses de embarazo, contó

que las influencias científicas en su hogar provienen de su padre quien en su

labor de contador trabaja con números, pero también de su progenitora, que se

dedica a las labores de la casa, y fue quien le enseñó a preguntar el porqué de

todo.

"En este instante preparo colegas para certificarlos en el trabajo que estoy

haciendo, porque eventualmente quiero llenar la solicitud de entrenamiento

para ser astronauta", concluyó.

https://www.cnet.com/es/noticias/diana-trujillo-lider-mars-curiosity-nasa-

20-latinos-2014/

http://www.elpais.com.co/elpais/cali/noticias/calena-detras-misiones-

explora-marte

http://noticias.caracoltv.com/mundo/vida-en-marte-hangout-con-diana-

trujillo-ingeniera-colombiana-de-la-nasa