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Cosas de Familia ¡Quién te dio permiso!, ¿eh?- Fue lo último que alcanzó a escuchar Mario, antes de que su padre lo agarrara del pelo y lo aventara violentamente contra el suelo. -¡No le pegues, no le pegues, por favor!- Gritó desde la cocina la mamá de Mario, dirigiéndose a su esposo, mientras corría a socorrer al muchacho. Como respuesta, Salvador le contestó, -¡Pues ya sabe que en esta casa nadie tiene derecho a usar el teléfono sin mi autorización! -Pues sí, Chava, -dijo Luisa, mientras levantaba a su hijo del piso- pero el niño está en su casa y también tiene derecho a usar las cosas que hay en ella. -¿Cuál niño, cual niño? ¡Tu hijito ya tiene 16 años, y si quiere tener derechos, por lo menos debería de ayudar con el quehacer de la casa. No que nada más se la pasa colgado del teléfono cotorreando con sus cuates!- Alcanzó a replicar Salvador, antes de salir de la casa azotando la puerta. Luisa apretó a Mario contra su cuerpo, tratando de consolarlo, mientras le decía: -Ya vez hijo, obedece a tu padre para que ya no te pegue. Mario, con el llanto escurriendo por las mejillas y con la voz entrecortada, sólo repetía para sí mismo. - Pero ya verá, antes de largarme de la casa le voy a decir sus verdades... -No mi amor, no hagas eso- decía tímidamente la madre, con la angustia reflejada en el rostro y con el deseo de encontrar la forma para que su hijo y esposo lograran ponerse de acuerdo. La voz de nuestra conciencia Hay quienes dicen que los problemas son como la sal de la vida. Es decir, que sirven para darle sabor y hacerla más intensa e interesante. Sin embargo, hay problemas que nos roban la paz y destruyen las relaciones de amor y afecto que mantenemos con nuestros seres queridos. Si tuvieras la oportunidad de ayudar a Luisa a solucionar su problema familiar, ¿qué le aconsejarías hacer?

Casos 4°A

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Page 1: Casos 4°A

Cosas de Familia¡Quién te dio permiso!, ¿eh?- Fue lo último que alcanzó a escuchar Mario, antes de que su padre lo agarrara del pelo y lo aventara violentamente contra el suelo.

-¡No le pegues, no le pegues, por favor!- Gritó desde la cocina la mamá de Mario, dirigiéndose a su esposo, mientras corría a socorrer al muchacho.

Como respuesta, Salvador le contestó, -¡Pues ya sabe que en esta casa nadie tiene derecho a usar el teléfono sin mi autorización!

-Pues sí, Chava, -dijo Luisa, mientras levantaba a su hijo del piso- pero el niño está en su casa y también tiene derecho a usar las cosas que hay en ella.

-¿Cuál niño, cual niño? ¡Tu hijito ya tiene 16 años, y si quiere tener derechos, por lo menos debería de ayudar con el quehacer de la casa. No que nada más se la pasa colgado del teléfono cotorreando con sus cuates!- Alcanzó a replicar Salvador, antes de salir de la casa azotando la puerta.

Luisa apretó a Mario contra su cuerpo, tratando de consolarlo, mientras le decía:

  -Ya vez hijo, obedece a tu padre para que ya no te pegue.

Mario, con el llanto escurriendo por las mejillas y con la voz entrecortada, sólo repetía para sí mismo. - Pero ya verá, antes de largarme de la casa le voy a decir sus verdades...

-No mi amor, no hagas eso- decía tímidamente la madre, con la angustia reflejada en el rostro y con el deseo de encontrar la forma para que su hijo y esposo lograran ponerse de acuerdo.

 La voz de nuestra conciencia

Hay quienes dicen que los problemas son como la sal de la vida. Es decir, que sirven para darle sabor y hacerla más intensa e interesante. Sin embargo, hay problemas que nos roban la paz y destruyen las relaciones de amor y afecto que mantenemos con nuestros seres queridos.

Si tuvieras la oportunidad de ayudar a Luisa a solucionar su problema familiar, ¿qué le aconsejarías hacer?

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Cosas de Vecinos-Nada más vuelves a tocar el timbre de esa forma y te doy tus trancazos. -Le dijo Irene a Toño, en actitud retadora.

-¡Pues bájale a tu música! -le respondió Toño, con la cara enrojecida por el enojo.

-¿Ah, sí? Y cuando tú traes a tus amigotes a escandalizar al edificio, ¿quién te dice algo?

-Pues estoy en mi derecho, es mi casa...

-¡Tú lo has dicho! Yo también estoy en mi casa y puedo escuchar música cuando quiera y al volumen que mejor me parezca.

-Pero agarra la onda, estoy estudiando para mi examen y con tu ruidote no me puedo concentrar.

-Ese no es mi problema -dijo Irene en tono burlón- El otro día también yo estaba estudiando y con el cotorreo que te traías, tampoco me podía concentrar y nunca fui a tocarte a tu casa. Así que ya estamos a mano.

  

-¡Órale pues! Pero ya te advertí, si no le bajas me cae que vengo y...

-¿Y qué jovencito? - interrumpió doña Lorena, vecina de ambos- Parecen enemigos en lugar de vecinos. ¿A poco yo me quejo de los ruidos que hacen los dos? La verdad, ustedes son unos desconsiderados con todos los vecinos y un día van a provocar un problema mayor. ¿No creen que ya deberían de ponerse de acuerdo? -Concluyó Lorena, antes de continuar su marcha.  

La voz de nuestra conciencia

 Dicen que para casarse y pelearse, siempre hacen falta dos. Y nosotros opinaríamos que también para solucionar los conflictos.

Ahora que si de opinar se trata, ¿cuál crees que sería una buena medida para que Toño e Irene solucionen sus diferencias?

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Por andar de “Grillo”Eso se saca por andar de "grillo". Siempre está criticando todo. Qué si el maestro dio mal la clase o que los baños de la escuela siempre están sucios.

Hasta ha dicho que nosotros deberíamos de preocuparnos por los problemas que pasan en el país... La verdad, yo no lo entiendo. -Decía Jaime a Lupe, con aire de reproche.

-Lo que pasa es que a ti te cae mal, desde que lo nombramos jefe de grupo el año pasado. -Le contestó la muchacha, mientras cerraba su cuaderno.

-Además, el maestro de "mate" le dijo que no era culpa del director el que faltara material para trabajar en los talleres. Que en lugar de andar sonsacando a los compañeros para que se quejaran, mejor deberían de cooperar para comprar lo que falta. -Replicó Jaime.

-Pues eso pensaba hacer el "fachas" cuando nos dijo que integráramos una comisión para hablar con el maestro de taller; y ya entre todos plantearle el problema al director. -Insistió Lupe, enojada.

-Pues si, eso hubiera estado bien; pero empezaron a hablar con los de primero y tercero, y ahora resulta que ya en todos los talleres falta material.

  Luego los de tercero se avientan la "puntada" de llamar a toda la escuela a una asamblea y ya ves lo que pasó: nadie entró a clases después del descanso y por eso el prefecto los reportó. -Dijo Jaime.

-¡Y qué! Eso no era motivo para que expulsaran al "fachas". El director primero debió de preguntar de qué se trataba el asunto. Entonces qué, vas a firmar la carta, ¿o no? Sólo estamos pidiendo que no lo expulsen. Además ya lo sabe la tutora del grupo y los maestros de los talleres; todos están apoyando para encontrar una solución al problema. ¿Le entras o no? -Terminó diciendo Lupe, mientras extendía la lista con los nombres y firmas recabadas.

La voz de nuestra conciencia

Dice el dicho que las cosas se ven de acuerdo con el cristal que las mires. Muchas veces podemos ser juzgados negativamente por lo que hacemos. Pero si no hacemos nada frente a los problemas que nos afectan a todos, ¿estaremos actuando correctamente?

Si estuvieras en el lugar de Jaime, ¿qué harías

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