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Las últimas décadas han sido testigo del desarrollo de nuevas estrategias educativas, que desde la interpretación del patrimonio o la educación ambiental, han contribuido a la revalorización de los recursos naturales y culturales, muchas veces ligados a un medio rural en declive social y económico. El olivo y el aceite de oliva, como manifestaciones vinculadas directamente al paisaje y saber hacer de los territorios situados a ambas orillas del Mediterráneo, han comenzado a beneficiarse de este renacimiento, que de forma holística integra los fundamentos que tanto la naturaleza como la cultura han forjado en esta área geográfica a través de la historia.

Renovando formas tradicionales de conservación y exposición del conocimiento, la nueva cultura evoluciona desde las primeras fases dirigidas a la salvaguarda del patrimonio, para dar luego paso a iniciativas de valorización del mismo, con la vista puesta en co-crear a través del tiempo, el espacio y las personas implicadas, una redefinición del conjunto de saberes, manifestaciones materiales e inmateriales y expresiones creativas nacidas a la sombra del olivo, a la luz de una lámpara de aceite.

La crisis o sucesivas crisis que sacuden al mundo rural, han conllevado cambios trascendentes en su configuración más profunda, dibujada con trazos claros en la pérdida de diversidad y calidad del paisaje agrícola, reducido en su extensión, simplificado en sus formas, expoliado de campesinos y agricultores, así como de sus respectivas construcciones de identidad.

La ignorancia con la que nacen y viven los habitantes de la ciudad respecto a ese entorno rural, muchas veces físicamente próximo, pero casi siempre separado por los distintos intereses, modos de vida y pautas sociales, dan lugar a un desconocimiento real de lo que son y representan las materias y elaboraciones que salen del primero de los medios en dirección al segundo. De ahí, que para los urbanitas resultase difícil apreciar la calidad y valía de gran parte de estas producciones locales, del mismo modo que los rurales se mostraban incapaces de comunicar eficazmente la savia viva que late en los resultados de su trabajo agrícola, ganadero, artesanal.

Este escenario descrito de manera simplificada, conoció desde los años ochenta del pasado siglo, sucesivas variaciones que afectaron por igual a ambos grupos humanos, abriendo el interés y compromiso de unos hacia los otros, al hilo del nacimiento de diferentes medios facilitadores del contacto, como han sido la creación de las denominaciones de origen y otros instrumentos de diferenciación de calidad territorial, la evolución del turismo rural y el agroturismo, el desarrollo de campañas y acciones promocionales, la vuelta o primera instalación de un público neorural más capacitado y emprendedor…

¿Qué evolución ha seguido en medio de este proceso la propuesta de una nueva cultura del olivo?

El olivo y el aceite de oliva, como manifestaciones vinculadas directamente al paisaje y saber hacer de los territorios situados a ambas orillas del mediterráneo, han comenzado a beneficiarse de este renacimiento, que de forma holística integra los fundamentos que tanto la naturaleza como la cultura (...)

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los musEos como cEntros dE consErvación dEl Patrimonio .La primera apuesta por valorizar la cultura del olivo arrancó, entre otras actuaciones pioneras, con la creación de algunos museos específicos. Hasta entonces, las piezas ligadas a la industria del aceite o a la cultura olivarera habían sido objeto de colección o exhibición junto a otros objetos etnográficos o industriales, muchas veces en el propio centro de producción. Un caso singular lo representa la Almazara Núñez de Prado en Baena (Córdoba), visitable desde hace más de veinte años, abriendo al público una hacienda agrícola que integra una bodega del siglo XVIII, con un molino de principios del siglo XX, con la particularidad de mostrar la maquinaria del “sistema Acapulco”, una auténtica joya de la elaiotecnia española. El lanzamiento fundacional de los primeros museos creados ex profeso para divulgar la cultura oleícola vino del siempre destacado Museo dell’Olivo Fratelli Carli, en Imperia (Italia), seguido por una saga de museos en países como Grecia, Turquía o Francia. En España, la evolución se vivió con un cierto boom, dando lugar a un fenómeno extendido en numerosas comunidades autónomas. El Museo de la Hacienda de la Laguna, en Baeza, representó la recuperación de una arquitectura soberbia en cuanto a exponente de una edificación única, y algunas piezas

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decontextualizadas pero extraordinarias, que han echado siempre en falta un proyecto que diera unidad y visión a una oportunidad original, pero lamentablemente inacabada a pesar del encomiable esfuerzo de su actual empresa gestora. A fines del pasado siglo se encontraban perlas centenarias, en desigual estado de conservación. Una temprana recuperación sirvió para poner en valor el Molino de Nigüelas (Granada), mientras en la otra punta del país, se conservaba un original molino centenario en Las Parras de Castellote (Teruel), o en el otro extremo peninsular, se comenzaba con la restauración del Lagar del Mudo en San Felices de los Gallegos (Salamanca), cercano al cual se hallan el Solar de Cortiços en Tras-os-Montes y el Núcleo Museológico de Idanha-a-Velha, en la Beira portuguesa. En este último complejo destaca la labor investigadora llevada a cabo en torno a la tecnología tradicional del aceite de oliva en Portugal, por el antropólogo Benjamim Pereira. En el año 2000, el Ayuntamiento de Baena (Córdoba), creó sobre la base de un molino de principios del siglo XX, el que sería el primero de los museos enfocados como centros de interpretación y agentes dinamizadores de la cultura del olivo, el Museo del Olivar y el Aceite de Baena. Vinieron en los últimos años numerosas restauraciones, adaptaciones a usos turísticos u hoteleros sobre la planta y las piezas de viejos molinos, hasta formar un mapa de recursos que acaba de ser reunido en un libro, Museos del Aceite de España, del que es autor el malagueño Paco Lorenzo Tapia. Coleccionista de miniaturas primero, presidente de la Asociación OLEARUM más tarde, y viajero a través de los recursos del olivo, ha preparado esta cuidadosa guía de museos que incluye también

agroturismo, paisajes culturales u olivos monumentales, rutas y otras posibilidades oleoturísticas. En el II Congreso Internacional de Oleoturismo, celebrado en Sevilla, se presentó junto al libro, la experiencia de varios museos, que representan algunos de los perfiles culturales y humanos presentes en la guía. Así, el Lagar del Mudo expresa vivamente el modo de hacer y ser de sus propietarios, Jesús y Marce. Ambos son artífices de un proyecto de rehabilitación sin duda ejemplar, como reconoció en su día el Premio Europa Nostra, convertido años después en un sencillo pero cálido elemento dinamizador de San Felices de los Gallegos, municipio modesto, fronterizo y orgulloso en su torre de la historia pasada. No lejos de allí, Julio Rodríguez-Calvarro, médico de Robledillo de Gata (Cáceres), nació junto al muro de un molino, así que el primer sonido que escuchó fue el crujir de una muela olearia. Celoso de perder ese recuerdo hizo del edificio su casa y del molino, otro museo de autor, como el de sus vecinos salmantinos. Unos y otros sienten, como escribe Julio en un libro titulado “Hijos del Aceite”, correr el oro verde por sus venas. Se trata del Molino del Medio. A unos centenares de kilómetros y unas décadas después nació José Luís Calpe, nuevo actor de este pasaje museístico, que también vino al mundo vecino de un molino ahora convertido en museo, apartamentos y bandera oleoturística del levante interior. El Museo del Aceite de Segorbe es una apuesta centrada en el corazón del oleoturismo, en tanto que intenta aprovechar el valor diferencial del aceite de oliva, más aún en estos tiempos que se adivinan difíciles para aquellos productores que se despreocupen de la innovación, como revulsivo necesario ante un cambio de ciclo.

Tras el reconocimiento justo a los apasionados propietarios de estos molinos, museos y centros revalorizados, ha llegado la hora de sentirse definitivamente en el siglo XXI. Resuelto en gran parte el cuidado de los edificios y las colecciones, se ha hecho preciso abordar desde una estrategia nueva, otros objetivos intrínsecos a la labor museística como son la educación, la investigación, la comunicación, el trabajo en red o la introducción de las nuevas tecnologías. Todo ello en un contexto complejo y diverso donde intervienen otros recursos y actores territoriales. Ello incluye obligadamente la salida misma del museo al campo abierto, así como a otros espacios complementarios o alternativos.

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comunicar más allá dE los muros dEl musEo.Tras esta primera hornada, heredera de los orígenes museísticos de conservación e investigación, las instituciones patrimoniales y las iniciativas privadas han virado a un nuevo concepto que traspasando las fronteras limitadas de la almazara, la bodega o el museo, amplían sus horizontes hacia públicos diversos, en base a sus conocimientos y motivaciones previas, en tanto que ponen en marcha métodos y recursos adecuados.

Algunas actividades se enmarcan decididamente en esta nueva vía, en tanto que ciertos recursos pueden constituir un excelente apoyo educativo para los museos, almazaras o centros que están trabajando desde hace unos años, pero que necesitan mejorar su oferta. El trabajo en red de unos y otros es una alternativa que debe evidenciarse más pronto que tarde si se quiere superar la debilidad propia de las pequeñas y modestas iniciativas que constituyen el tejido oleoturístico. El proyecto TERRA OLEA ha sido un referente que ha intervenido en esa dirección y que, renovado y enriquecido con nuevos socios, espera seguir contribuyendo a ese reto. Además, propuestas particulares como la que lidera Fermín Jiménez, con sus paseos entre Olivos Milenarios y la degustación de aceites y otros productos que comercializa, son un ejemplo a seguir por sencillas iniciativas que quieran diferenciarse en un mercado tan competitivo.

Los medios audiovisuales ofrecen fondos de imágenes y recursos expositivos de calidad a los gestores de estos equipamientos culturales dedicados al olivo y el aceite de oliva. Un buen ejemplo de ello es la película documental “Entre Olivos” dirigida por Eterio Ortega, tan universal como atemporal en su tratamiento, convertida en un medio adecuado para descubrir que la belleza de un árbol y sus historias de vida no conocen fronteras. Entre olivos, es también un rayo de esperanza, donde brillan con luz propia: — La recurrente presencia y reconocimiento a los abuelos y su legado. Lo escuchamos en varios momentos, “mi abuelo me decía que su abuelo…”, “en la puerta de cada casa había un olivo, mi abuelo…” De refilón, representa un toque de atención sobre el poder de la memoria, su pervivencia, “no se me olvida en toda la vida los años que yo estuve aquí de chiquillo…”, comenta uno de los abuelos acerca del tronco que cobijó a su familia y algunos animales durante la guerra:— El contrapunto ajustado son los niños y el paciente maestro con el que dibujan su particular Jardín de los Olivos, envueltos en una dulce poética fotográfica, lenta y precisa, donde en silencio buscan la relación entre ellos y los árboles— La connotación didáctica se transmuta en investigación práctica

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con objeto de hallar los olivos milenarios que protagonizan esta historia y reclaman su lugar en el mundo. Dos botánicas van de un lugar a otro en busca de estas piezas nobles del Arca de Noé. En uno de sus hallazgos, un poderoso ejemplar, vemos la secuencia compartida que reúne al acebuche con el olivo doméstico en una misma planta. Esa representación misteriosa que el olivo encarna como pocos seres vivos, donde se funde el carácter del mundo salvaje con la mano civilizadora del ser humano— La tierra misma que da acogida a los cultivos intensivos y a la recogida mecanizada, fundiendo en un plano continuado, la recolección de la cuadrilla de aceituneras, perro incluido, arrojadas sobre el suelo, con las máquinas cosechadoras peinando el tapiz de seto vegetal del que arranca una abundante cosecha— La misma mano que igual poda, estudiosa de las orientaciones del árbol, para iluminarlo y facilitar su arroje, que arranca de cuajo troncos centenarios, a los que cercena de sus despeinadas ramas, para terminar apresando el tronco en cuadradas cajas de metal que les llevarán hasta jardines lejanos, nuevos jardines de olivos— Un japonés risueño representa el interés de otras culturas por la planta universal, enredado en una sesión de cata con quien presta su nariz para testar los sentidos vivos en una muestra de aceite de oliva — Las mujeres, omnipresentes en esta película, matizando la aparente masculinidad del árbol, porque si la película es intergeneracional, es también película de género.

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El camPo y las almazaras como lugar dE EncuEntro.La irrupción de restaurantes localizados en zonas olivareras, que demuestran una preocupación e interés especial hacia el papel del aceite de oliva en la cocina y en la mesa, abriendo una vía a la innovación y a la experiencia lúdica a través de la gastronomía, son una prueba más de este emergente espacio cultural alrededor del olivo. El Restaurante Flor de Sal en Mirandela, es un ejemplo notable de esta tendencia.

Es en medio del olivar y el espacio productivo de las almazaras donde sigue abierta la oportunidad a través de la cual comunicar al visitante el sentido de esta cultura olivarera, haciendo de ello una experiencia memorable y única. Ello requiere de un objetivo claro, una estrategia coherente y la disponibilidad de los medios necesarios con los que abordar este reto. Frente a las visitas mal planificadas y realizadas sin las mínimas condiciones de calidad material, humana y ambiental, en los últimos años han comenzado a abrir sus puertas almazaras que consideran la visita y la estancia del público como parte central de su posicionamiento. Es el caso de la almazara visitable Campopineda, en Piñar (Granada), concebida como centro de interpretación de la cultura del olivo, reuniendo en un edificio conceptualmente adaptado para las visitas, junto a las instalaciones productivas, zonas sociales, restaurante y sala de exposiciones.

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Una excelente visión integrada de producción agrícola, compromiso medioambiental y elaboración de aceites de gran calidad, en un entorno global de innovación es la propuesta que lleva a cabo la almazara Suerte Alta, en Albendín, pedanía perteneciente a Baena, ciudad olivarera donde las haya. El proyecto, originalmente centrado en la gestión de una finca de olivar ecológico de 250 hectáreas, ha dado un salto cualitativo con la construcción de una almazara verdaderamente modélica, que marca un hito en su concepción bioclimática, tanto como en el riguroso diseño interior de los sistemas de elaboración, pensado para extraer aceites de gran calidad organoléptica. Su propietario, Manuel Heredia, es un arquitecto que hasta el año 1986 “no había visto un olivo”, pues aún teniendo propiedades de olivar su familia, no eran los olivos más que un elemento estático en el

paisaje al que no había prestado mayor atención. Posteriormente comprometido con la gestión directa de las explotaciones familiares heredadas, se introdujo en el mundo del olivar ecológico de la mano de Andrés Núñez de Prado, transformando pacientemente a lo largo de una década el sistema de cultivo e introduciendo el regadío. Más tarde, en 2006, diseñado por el mismo propietario, se lleva a cabo la construcción del molino, en base a criterios medioambientales, con una forma de rectángulo que aprovechando el desnivel del terreno integra el edificio en el entorno, asegurando una temperatura adecuada en el interior por medio de la creación de cámaras de ventilación en los muros de termo-arcilla, creando porches sombreados exteriores –cubiertos completamente de placas solares- y en la pared norte un cubrimiento a base de plantas trepadoras que dan igualmente sombra permanente a los nueve metros de altura de la fachada. En los interiores se ha producido un curioso efecto “catedral”, al forrar completamente las paredes con acero inoxidable, lo que mejora el poder de termo-conservación, facilita la limpieza, impide la acumulación de suciedad u olores desagradables, provocando un luminoso juego de destellos.

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Tras la producción de tres cosechas propias, Suerte Alta ha recibido los primeros reconocimientos en forma de premio a sus aceites extra vírgenes de oliva, con certificación ecológica, mientras sus innovadoras botellas están ya en el mercado internacional. El aceite obtenido, que intencionadamente busca recuperar bajo un enfoque de excelencia el gusto y aroma característico de los aceites “tipo Baena”, mezcla de las variedades hojiblanca, picual y picudo, es el mejor exponente del cuidado y la constancia con la que esta tarea de renovación cultural ha de ser abordada. Cuando se tiene la oportunidad de compartir unas horas en el campo, junto a las cuadrillas de aceituneros de Albendín, charlar reposadamente con Manuel Heredia mientras se pasea por la alomada topografía de la finca, a orillas del río Guadajoz, se degustan los aceites en la bodega, se maravilla de la limpieza del patio de molino o se disfruta de una acogedora recepción en la casa familiar, se percibe el potencial educativo y comunicador que aún aguarda en lo más hondo de la cultura olivarera, para ser puesto convenientemente en valor.

Asumir este reto puede ser una ilusión y un revulsivo para la estima de quienes profesionalmente buscan una recreación de las formas, una tarea estimada por quienes habitan en estas zonas de olivar y atractiva para quienes querrán acercarse a compartir una experiencia de placer y conocimiento.

información En intErnEt: – Aceites Campo Pineda. www.aceitescampopineda.com/index.html– Cortijo de Suerte Alta. www.suertealta.es– Documental “Entre olivos”. www.cedecom.es/default.asp?s=ampcatdoc&id=485– Molino del Medio. www.molinodelmedio.com– Molino de Nigüelas. www..juntadeandalucia.es/averroes/gpba/granada/mE/la%20almazara%20de%20nig%fcelas/niguelas.pdf– Molino Las Parras de Castellote. www.turismomaestrazgo.com/centros/jaganta/jaganta.htm– Museo dell’Olivo. www.museodellolivo.com/ita/iinforma.htm– Museo del Aceite de Segorbe. www.apartamentosbelluga.com– Museo Hacienda de La Laguna. www.todosobrebaeza.com/publi/museo_aceite/default.html– Museo Lagar del Mudo. www.lagardelmudo.com/– Museo Solar de Cortiços. http://oleopolis.wordpress.com/2007/07/23/solar-de-corticos– Museo del Olivar y el Aceite de Baena. www.museoaceite.com– Núcleo Museológico de Idanha-a-Velha. www.proencal.proencal.com/lagarProenca/museuazeite.htmlwww.cm-idanhanova.pt/turismo/idanha_velha.html– Restaurante Flor de Sal. www.flordesalrestaurante.com– Señorío de Vizcantar. www.aceitesvizcantar.com– TERRA OLEA. www.terra-olea.org