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El Rectángulo Áureo: El enigma De todo el conjunto de números notables hay uno especialmente interesante: 1.618033, resulta curioso saber que esta sencilla cifra ha fascinado a lo largo de la historia a muchas personas con mente sobresaliente, incluso más que el número pi y e. Durante siglos ha recibido denominaciones de lo más llamativas: número de oro, razón áurea, número divino, etc. Este número se representa con una letra griega: Φ, la cual significa phi, y habita una cantidad increíble de conexiones insospechadas entre la naturaleza y las creaciones humanas. Una de sus grandes maravillas es su inagotable capacidad de generar figuras de gran belleza y asombrosas propiedades, tales como los polígonos rectángulos o los polígonos regulares. Tras estas figuras se esconden objetos geométricos cotidianos, como las tarjetas de crédito o las estrellas de cinco puntas. Las primeras constituyen un ejemplo claro de los rectángulos áureos, éstos son aquellos cuyos lados guardan entre sí la divina proporción. Diversos profesionales han intentado descubrir o esclarecer el misterio que existe detrás de este número tan sencillo como singular, el primero en hacer un estudio formal sobre el número áureo fue Euclides, unos tres siglos antes de Cristo, en su obra Los Elementos. Euclides definió su valor diciendo que "una línea

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El Rectángulo Áureo: El enigma

De todo el conjunto de números notables hay uno especialmente interesante: 1.618033, resulta curioso saber que esta sencilla cifra ha fascinado a lo largo de la historia a muchas personas con mente sobresaliente, incluso más que el número pi y e. Durante siglos ha recibido denominaciones de lo más llamativas: número de oro, razón áurea, número divino, etc. Este número se representa con una letra griega: Φ, la cual significa phi, y habita una cantidad increíble de conexiones insospechadas entre la naturaleza y las creaciones humanas. Una de sus grandes maravillas es su inagotable capacidad de generar figuras de gran belleza y asombrosas propiedades, tales como los polígonos rectángulos o los polígonos regulares. Tras estas figuras se esconden objetos geométricos cotidianos, como las tarjetas de crédito o las estrellas de cinco puntas. Las primeras constituyen un ejemplo claro de los rectángulos áureos, éstos son aquellos cuyos lados guardan entre sí la divina proporción.

Diversos profesionales han intentado descubrir o esclarecer el misterio que existe detrás de este número tan sencillo como singular, el primero en hacer un estudio formal sobre el número áureo fue Euclides, unos tres siglos antes de Cristo, en su obra Los Elementos. Euclides definió su valor diciendo que "una línea recta está dividida en el extremo y su proporcional cuando la línea entera es al segmento mayor como el mayor es al menor." En otras palabras, dos números positivos a y b están en razón áurea si y sólo si (a+b) / a = a / b. El valor de esta relación es un número que, como también demostró Euclides, no puede ser descrito como la razón de dos números enteros (es decir, es irracional y posee infinitos decimales) cuyo su valor aproximado es 1,6180339887498. Casi 2000 años más tarde, en 1525, Alberto Durero publicó su “Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras planas y sólidas”, en la que describe cómo trazar con regla y compás la espiral basada en la sección áurea, la misma que hoy conocemos como “espiral de Durero”. Unas décadas después, el astrónomo Johannes Kepler desarrolló su modelo del Sistema Solar, explicado en Mysterium Cosmographicum (El Misterio Cósmico). Para tener una

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idea de la importancia que tenía este número para Kepler, basta con citar un pasaje de esa obra: “La geometría tiene dos grandes tesoros: uno es el teorema de Pitágoras; el otro, la división de una línea entre el extremo y su proporcional. El primero lo podemos comparar a una medida de oro; el segundo lo debemos denominar una joya preciosa”. Es posible que el primero en utilizar el adjetivo áureo, dorado, o de oro, para referirse a este número haya sido el matemático alemán Martin Ohm (hermano del físico Georg Simon Ohm), en 1835. En efecto, en la segunda edición de 1835 de su libro “Die Reine Elementar Matematik” (Las Matemáticas Puras Elementales), Ohm escribe en una nota al pie: “Uno también acostumbra llamar a esta división de una línea arbitraria en dos partes como éstas la sección dorada." El hecho de que no se incluyera esta anotación en su primera edición es un indicio firme de que el término pudo ganar popularidad aproximadamente en el año 1830.

Si hay existe una relación tan estrecha, esa es la que hay entre el número áureo y la serie de Fibonacci, si llamamos Fn al enésimo número de Fibonacci y Fn+1 al siguiente, podemos ver que a medida que n se hace más grande, la razón entre Fn+1 y Fn oscila, siendo alternativamente menor y mayor que la razón áurea. Esto lo relaciona de una forma muy especial con la naturaleza, ya que como hemos visto antes, la serie de Fibonacci aparece continuamente en la estructura de los seres vivos. El número áureo, por ejemplo, relaciona la cantidad de abejas macho y abejas hembras que hay en una colmena, o la disposición de los pétalos de las flores. De hecho, el papel que juega el número áureo en la botánica es tan grande que se lo conoce como “Ley de Ludwig”. Quizás uno de los ejemplos más conocidos sea la relación que existe en la distancia entre las espiras del interior espiralado de los caracoles como el nautilus. En realidad, casi todas las espirales que aparecen en la naturaleza, como en el caso del girasol o las piñas de los pinos poseen esta relación áurea, ya que su número generalmente es un término de la sucesión de Fibonacci. Este número también aparece con mucha frecuencia en el arte y la arquitectura. Por algún motivo, las figuras que están “proporcionadas” según el número áureo nos resultan más agradables. Aunque recientes investigaciones revelan que no hay ninguna prueba que conecte esta proporción con la estética griega, lo cierto es que a lo largo de la historia se ha utilizado para “embellecer” muchas obras. Por ejemplo, el uso de la sección áurea puede encontrarse en las principales obras de Leonardo Da Vinci. Es bien conocido el interés de Leonardo por la las matemáticas del arte y de la naturaleza, y esta proporción no le era indiferente. De hecho, en su estudio de la figura humana, plasmado en el Hombre de Vitruvio, puede verse cómo todas las partes del cuerpo humano guardan relación con la sección áurea. Algunos expertos creen que la gran pintura inacabada de Leonardo, San Jerónimo, que muestra a este santo con un león a sus pies, fue pintada ex profeso de forma que un rectángulo con estas proporciones encajase perfectamente alrededor de la figura central. También el rostro de la Mona Lisa encierra un “rectángulo dorado” perfecto. Obviamente, Leonardo no fue el único en utilizar esta proporción en su obra. Miguel Ángel, por ejemplo, hizo uso del número áureo en la impresionante escultura El David, desde la posición del ombligo con respecto a la altura, hasta la colocación de las articulaciones de los dedos. Muchos productos de consumo masivo se diseñan siguiendo esta relación, ya que resultan más agradables o cómodos. El número áureo puede encontrarse por todas partes, y a menudo ni siquiera somos

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consientes de que está allí. Pero en general, cuando algo nos resulta atractivo, esconde entre sus partes esta relación.

El rectángulo áureo consta de un proceso sencillo en cuanto a su construcción, ya que se construye a partir de la regla y compás siguiendo los pasos:

1. Se construye un cuadrado de lado unidad ABCD2. Traza una línea desde la mitad del lado del cuadrado (G) hasta una de sus

esquinas, dando un segmento GC3. Empleando esta línea GC como radio, se coloca la punta del compás en la mitad

del cuadrado y se abate hasta cortar en E.4. Se completa el rectángulo AEDF así como el rectángulo BCEF.

Ejemplos:A continuación se darán unos ejemplos en los cuáles está presente el rectángulo áureo:

1. Mucho se ha escrito sobre el misterio que oculta la sonrisa más célebre de la historia del arte, pero además se puede aventurar una solución geométrica al enigma.

2.  Salvador Dalí realizó con su lienzo dedicado a "La última cena" una obra extraordinaria, en la que la divina proporción posee gran protagonismo. No sólo es el lienzo, de 269 por 167 cm, un rectángulo áureo casi perfecto, sino que, presidiendo la sagrada escena, se alza un monumental dodecaedro. Y es que los

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sólidos regulares que, como éste, quedan perfectamente inscriptos en una esfera, están íntimamente relacionados con el número de oro. 

3. La razón áurea resulta ser predominante en la conformación de diversas construcciones y edificios, por lo cual resulta difícil mantenerse escéptico cuando se examina con detalle la fachada de la obra maestra de Fidias, el Partenón, y se descubre con asombro que sus diversos elementos pueden descomponerse limpiamente en rectángulos áureos. 

4. A partir de varios rectángulos áureos, se puede formar un espiral áurico:

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Se puede observar muy fácilmente en nuestro entorno, en un recorrido vertiginoso que va desde la concha de los nautilus y la forma de los brazos de las galaxias

5. En el Renacimiento, el desarrollo de la perspectiva y la búsqueda de las proporciones ideales para la belleza hicieron coincidir en el tiempo y en la dedicación a artistas y científicos. El momento de la codificación de la perspectiva es también el comienzo de la geometría proyectiva, que los propios pintores renacentistas fundamentaron al lograr plasmar de manera realista los objetos tridimensionales en sus cuadros, es decir, en dos dimensiones. Leonardo da Vinci jugó un papel fundamental en estos logros, pero también lo harían Rafael o

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Durero. En 1435 apareció la obra fundamental de la perspectiva, el "Tratado de la pintura", de León Battista Alberti, en el que se explicaban los métodos para conseguir representar la realidad. En ella aparecieron ideas que lo cambiaron todo y que se convirtieron en las nuevas reglas, como las expresadas en las famosas frases "el primer requisito para un pintor es conocer la geometría" y "el cuadro es la ventana abierta a través de la que se ve el objeto pintado". La obsesión de Alberti era la búsqueda de reglas teóricas y prácticas para guiar el trabajo de los artistas, por lo que sus obras están repletas de numerosos cánones. En "De statuta" expone las proporciones del cuerpo humano, en "De pictura" realiza la primera definición e la perspectiva científica y en "De re aedificatoria" describe su concepto de la arquitectura moderna, completamente imbuido de la proporción áurea. Lo revolucionario de sus propuestas es una constante del conocimiento humano: la mezcla entre lo antiguo y lo moderno, que, en el período renacentista había comenzado ya Felipo Brunelleschi. Leonardo da Vinci continuó el estudio de la perspectiva, en pleno auge y desarrollo formal y teórico de su época. El genio afirmó que "la perspectiva es la rienda y el timón de la pintura". Su influencia es claramente identificable en muchos de los artistas que le sucedieron, en particular Alberto Durero, quien estuvo igualmente interesado en la investigación de los fundamentos científicos de la pintura. Aunque no se dispone de testimonio directo del uso de la proporción áurea por parte de Leonardo, la composición de obras como "La última cena" se solapa de forma asombrosa con diversas figuras áureas; en especial, el rectángulo. 

6. En términos generales, los pintores renacentistas influidos, siquiera inconscientemente, por la proporción áurea usaron los RA (rectángulos áureos) para las proporciones a todos los niveles de detalle. El símbolo pentalfa les sirvió para la distribución del espacio, rigiendo sobre todo la colocación de los personajes. Con el mismo propósito se usó también la espiral áurea. Un ejemplo de organización de la estrella pentagonal es "La Sagrada Familia", de Miguel Ángel. La presencia de Φ en "La flagelación", de Piero de la Francesa, y en "El

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nacimiento de Venus", de Sandro Botticelli, ofrece imágenes de una belleza estremecedora. Trazar las figuras que organizan esas obras es un delicioso desafío. El más destacado continuador de la estela de Leonardo fue Alberto Durero. En 1525, Durero publicó el primer libro de matemáticas escrito en alemán: "Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras planas y sólidas", conocido popularmente de manera mucho más simple por el título "De la medida". El pintor y matemático ofrece en él su filosofía de la belleza en la armonía de las proporciones: "La belleza consiste en la armonía de las partes entre sí y con el todo [...] Lo mismo que cada parte en sí debe ser convenientemente dibujada, también su reunión debe crear una armonía de conjunto, [...] porque a los elementos armoniosos se les tiene por bellos". "De la medida" describe la construcción de un gran número de curvas, como la conocida espiral de Arquímedes y la espiral basada en la sección áurea, también conocida a partir de entonces como "la espiral de Durero". El libro ofrece métodos exactos (y otros aproximados) para construir polígonos regulares; considera las pirámides, los cilindros y otros cuerpos sólidos, y estudia los cinco sólidos platónicos, así como los sólidos semirregulares de Arquímedes. Durero tampoco olvidó la construcción de las secciones cónicas, como la parábola. En conjunto, como vemos, su obra se puede considerar como el inicio de la geometría descriptiva. Finalmente, el libro cuenta con una introducción a la teoría de la perspectiva. Durero hizo varios grabados en los que mostraba los aparatos necesarios para aplicarla en dibujos del natural. 

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7. En cuanto a los grabados del artista, "Melancolía I" es quizás el más conocido. En él, Durero muestra su pericia al trazar distintos objetos en perspectiva, en particular lo que parece ser un romboedro, situado a la izquierda. A la derecha aparece un cuadrado mágico, un cuadrado compuesto por números donde la suma de sus filas, columnas o diagonales es constante. El cuadrado muestra dos cifras en la parte inferior de las filas centrales que datan la obra: 1514. 

8. Los arcos del triunfo de la Roma clásica resiguen la proporción áurea, como también lo hacen las tumbas licias y las iglesias de la antigua ciudad de Mira (la

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actual Demre turca). Otras civilizaciones muy alejadas de la cultura clásica parecen coincidir en el aprecio por la razón de oro. No lejos del lago Titicaca, junto a la capital de Bolivia, La Paz, se encuentra la Puerta del Sol de Tiwanaku, monumento de una cultura preincaica regido completamente por Φ. 

9. Los avances en las técnicas de construcción y el desarrollo de nuevos materiales hicieron estallar los límites para la imaginación de los arquitectos del siglo XX. El norteamericano Frank Lloyd Wright (1867-1959) fue uno de los representantes de la arquitectura orgánica. Poco antes de morir, como elegante canto del cisne y legado impagable para la posteridad, diseñó la gran rampa de acceso al Museo Guggenhein de Nueva York siguiendo una forma muy osada: la estructura del nautilo, es decir, de un espiral. 

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10. También el arquitecto polaco Zvi Hecker (1931) utilizó diseños en espiral en las escuelas Heinz-Galinsky de Berlín, construidas en 1995. Hecker partió del concepto de un girasol, con un círculo en el centro alrededor del que rotan todos los elementos arquitectónicos. El edificio es una combinación de una retícula ortogonal y una concéntrica, intentando representar la simbiosis entre la rigidez del pensamiento humano y el caos controlado de lo natural. Imita a la planta, que sigue la órbita del Sol, para que sus rayos iluminen todas las clases a lo largo del día. 

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CONCLUSIÓN:El rectángulo áureo parece ser algo realmente existente en todo aquello que es reconocido por su belleza estructural, y aunque aún haya dudas sobre esta idea, siento que es sólo cuestión de que se investigue con extrema profundidad, con tal de encontrar aquel detalle que nos hará saber la verdad de este tema, ese detalle que hace falta será esencial para confirmar o refutar que la razón áurea está presente en todo aquello que se cree bello o armonioso.