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* El sueño de ÁrTICa *

El sueño de ÁrTICa

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*El sueño de ÁrTICa*

Hace 28 años nació una niña

que se llamaba Ártica.

Ártica era una niña despierta,

alegre, observadora y muy

soñadora.

Cuando cumplió los 5 años sus padres la llevaron al colegio y al

contrario que otros niños, ella se soltó de la mano de su mamá y papá y,

con una sonrisa de oreja a oreja, entro con decisión a su escuela.

A Ártica le gustaba mucho ir a clase y

relacionarse con los demás (siempre

ayudaba a quién le pedía ayuda y al

que no también) hasta tal punto que,

en toda su trayectoria escolar, era la

más querida por sus compañeros de

clase y profesores.

Pasados los años, Ártica y sus

compañeros, maduraron y

entraron al instituto para seguir su

aprendizaje. Todo era muy distinto

al colegio.

En los recreos, muchas veces,

entre ellos hacían debates de si les

había gustado las clases y que

cambiarían… A Ártica todo le

parecía bien porque a ella le

encantaba aprender pero… veía

que la forma que tenían de

enseñar sus profesores, a veces,

era muy aburrida y, tanto a ella

como a sus compañeros, se les

hacían pesadas las clases.

En el último curso de bachillerato a Ártica y sus compañeros les tocaba

tomar unas de las decisiones más importantes de su vida… a que

dedicarse en el futuro.

Ártica tenía claro que su futuro estaría relacionado con ayudar a la

gente, aprender de ellos y que todos lo demás aprendiesen de ella…

¡Quería ser profesora! Pero en los meses próximos a la selectividad

Ártica estaba cabizbaja y pensativa…

Ella tenía claro que quería ser

profesora, incluso antes de ser

consciente de ello, pero no le

gustaba la metodología que se

estaban impartiendo en los

centros. Comprendía que los

años pasaban y los cursos iban

siendo más difíciles pero, en su

cabeza no cabía que el sistema

educativo no tomase cartas en

el asunto sobre cómo abordar

las clases; si hubiera sido así,

no se hubiera tenido que

despedir de muchos de sus

amigos que ya no querían

seguir estudiando debido a que

estaban desanimados porque

no les motivaba estudiar.

Pasada la selectividad y matriculada en

la universidad para cursar magisterio

infantil, Ártica fue conociendo

compañeros nuevos y aprendiendo

cosas que nunca antes había conocido

e, incluso, se enamoró. Cada día que

pasaba para ella era una ilusión nueva.

Ella entro con muchas ganas y, a la

vez, con muchas dudas de como

acabaría siendo como maestra pero,

según iba pasando la carrera, cada día

se iba dando más cuenta de lo bien que

había hecho eligiendo esa futura

profesión.

En segundo de carrera Ártica estaba un

poco confusa… Le habían puesto una

asignatura de la que nunca antes había

escuchado hablar. La asignatura era TIC y

trataba sobre las tecnologías aplicadas a

la educación infantil. Ártica, por mucho

que quería, no imaginaba como podría

servirle a sus compañeros y a ella esa

asignatura para el aprendizaje de niños

tan pequeños.

Según pasaba el curso, Ártica se fue dando cuenta que no era tan

locura incorporar las TIC en educación infantil, de hecho, se dio

cuenta de que las TIC daban respuesta a su preocupación principal…

Como reforzar y cambiar la metodología que existía hasta ahora en las

aulas de los colegios para que los niños aprendan con más motivación

y con una manera más dinámica, manteniendo un permanente

contacto con el profesorado y ayudándose mutuamente.

Si los niños de hoy en día son

nativos digitales ¿Por qué tenemos

que privarles de las tecnologías?

Todos los centros en los que había

estado haciendo prácticas estaban

encantados con ella, los niños la

querían y todo el profesorado y

dirección estaban maravillados

con todo lo que aportaba ella en

sus centros y como sabía aprender

de las cosas que les enseñaban los

demás día a día. Pero Ártica tenía

una asignatura pendiente… volver

al colegio donde ella creció y

donde empezó a amar, desde

pequeña, su profesión.

Terminada la carrera de infantil, Ártica curso

primaria, se especializo en educación especial,

hablaba a la perfección Inglés e hizo cursos

relacionados con las tecnologías para la educación

en general.

Tengo experiencia y

formación…

¿Por qué no seguir

aprendiendo y compartir mis

conocimientos en la escuela

en la que me vio crecer y

soñar?

Pasado un año, y después de opositar, Ártica logro entrar en el colegio

que la vio crecer. Al entrar allí era como volver al pasado, el olor que

le transmitían los pasillos era como lo recordaba en su niñez ¡nada

había cambiado! Es verdad que algunos profesores ya se habían

jubilado y que habían hecho algunas reformas e, incluso, vio que las

aulas estaban informatizadas, poco pero era un paso hacia delante, y

se alegró. A partir de ahí Ártica conoció a sus nuevos compañeros,

saludo a antiguos profesores y comenzó un largo recorrido educativo.

En su aula había una gran diversidad. Había niños de diferentes

países, niños traviesos y tranquilos pero había un niño que

destacaba entre todos los demás. Ese niño se llamaba Tico y tenía

Síndrome de Down. A Ártica eso no le impacto, al contrario, le

pareció muy enriquecedor para todos sus alumnos y para ella

tenerlo en clase porque todos iban a aprender mucho de él y

viceversa.

Pero había una cosa que a Ártica no le

cuadraba… El colegio estaba

informatizado pero todos los dispositivos

que tenían no estaban adaptados a las

clases y eran inservibles como soportes

educativos. Les servían para exponer y dar

vida a sus exposiciones pero poco más.

Después de ese día Ártica se fue hablar

con la dirección y el profesorado para

saber que pasaba.

Después de hablar con sus compañeros y

director del colegio, Ártica entendió

porque estaba sucediendo aquello. El

colegio había conseguido tener

ordenadores y pizarras digitales pero no

tenían presupuesto para ofrecer cursos a

los profesores para aprender cómo

manejar esas tecnologías por lo que, por

mucho que quisieran utilizarlas no sabían.

Ártica se puso manos a la obra. Todas las

tardes durante un mes daba cursos a sus

compañeros sobre cómo utilizar estas

herramientas de aprendizaje. Pasado este

periodo sus compañeros y ella estaban

súper contentos y motivados porque por

fin podían utilizar herramientas que

estaban a su alcance para poder dar una

mejor enseñanza a sus alumnos y así

poder aprender todos.

Desde entonces Ártica daba clases a sus alumnos con los soportes

digitales. Los alumnos cada día mostraban más interés y participaban

en clase con la creación de cuentos, blog de clase, etc. Y Tico, por

fin, había logrado integrarse más en el grupo hasta tal punto que,

todos sus compañeros, no tomaban ninguna decisión sobre las tareas

que hacían hasta que el no exponía sus argumentos. Gracias a las

tecnologías Tico aprendió mucho y logro una mayor interacción y

curiosidad por las clases y compañeros.

Los compañeros de trabajo de Ártica ya no usaban el ordenador

como soporte para explicar sus clases sino que empezaron a

incorporarla en su metodologías, logrando una mejora en las

calificaciones de los alumnos, una mayor participación en clase,

interés en las materias y logrando un trato entre profesor/

alumno más estrecho y comunicativo.

Ártica por fin había cumplido su sueño, ser profesora e impartir clases

motivadoras, creativas y enriquecedoras tanto para el desarrollo y aprendizaje

de sus alumnos como el de ella misma y sus compañeros de profesión.

FIN

Como se observa en este relato, las TIC son una herramienta muy

importante para la enseñanza de los alumnos sea cual sea su edad y

condición.

Los alumnos que estamos educando hoy en día son nativos digitales,

es decir, son niños que desde muy pequeños ya saben cómo manejar

una Tablet, un móvil, un ordenador, etc. Por lo tanto, ¿por qué

privarles de las tecnologías si ellos nacen en un mundo lleno de

ellas?

Hay que empezar a abrir las mentes de las personas y cerrar un

poco el concepto de que las tecnologías son malas para los niños.

Las tecnologías son malas siempre que se utilicen de manera

incorrecta, pero utilizadas de buena manera son unas herramientas

útiles y necesarias para la formación de alumnos y profesores.

Internet abre a los alumnos, y a la educación en general, una

diversidad de posibilidades. A través de internet podemos buscar

información, dar soporte a nuestro conocimiento, interactuar con más

personas de otros lugares sobre distintos saberes y dejar nuestro

conocimiento escrito para que muchas más personas se puedan

beneficiar de ella y viceversa.

Incorporando las TIC en la educación se abren grandes caminos.

Dejamos que el alumno forme parte de su aprendizaje, es decir, le

damos un poco de rienda libre para que el investigue las cosas y, a su

vez, el profesor le va guiando para lograr un mayor y eficaz

aprendizaje. Con esta metodología el niño gana en confianza,

habilidades sociales, soltura, creatividad… No son, por decirlo de

alguna manera, ovejas detrás de un pastor, son personas con

capacidad de, por ellos mismos, buscar conocimientos y luego

ponerlos en común, llegar a un consenso mediante un debate y ver

qué es lo que se ha aprendido y lo que no. Con las TIC los alumno

además están fomentando su capacidad de investigación mediante la

búsqueda y comparativas de información.

Incorporar las Tic en la educación no significa que tengamos a los

alumnos jugando a videojuegos todo el día, esto es un concepto

erróneo. El alumnado va a seguir teniendo la misma enseñanza que

hasta hora pero más modernizada y , además, les abre las puertas de

la creatividad y el trabajo en grupo. Las TIC son un anclaje para

mejorar la educación y aprendizaje de nuestros alumnos y

profesorado.

Por lo tanto, hay que intentar que mediante el usos adecuado de las

tecnologías profesores, padres y alumnos utilicen estas herramientas

tan potentes para un buen aprendizaje para así tener unos alumnos

competentes, formados adecuadamente y preparados para el día de

mañana.

Trabajo realizado por:

Raquel Fernández Arias.

Universidad Autónoma de Madrid.

2º Grado en Educación Infantil.

Grupo 211.