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1 Luís Ángel Ríos Perea LA COMUNICACIÓN AUTÉNTICA Una herramienta indispensable para la convivencia armónica y pacífica Charalá, 2013

LA COMUNICACIÓN, ALGO MÁS QUE HABLAR Y ESCUCHAR PALABRAS

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Luís Ángel Ríos Perea

LA COMUNICACIÓN AUTÉNTICA Una herramienta indispensable para la convivencia armónica y pacífica

Charalá, 2013

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Arte para lograr es el dulce hablar. Refrán Castellano.

No te atrincheres en la seguridad

inamovible de tus afirmaciones. No empuñes tu verdad apostando

por ella tercamente. Cualquier pequeño detalle que ignores

puede haber cambiado el sentido

de lo que te parece irrefutable. Sea el "creo yo" tu modo de

afirmar en lugar del "estoy seguro".

Reflexión paulina.

―Se ha abusado de la palabra, y por eso ha caído en desprestigio‖. José Ortega y Gasset.

Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión."

Paulo Freire

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ÍNDICE

Introducción PRIMERA PARTE

EL UNIVERSO TEÓRICO DE LA COMUNICACIÓN

La persona es un ser que se comunica Etimología de la comunicación

Consideraciones entorno de la comunicación La diferencia entre oír y escuchar

El coloquio, una forma de comunicación La comunicación y el derecho a ser diferentes (tolerancia) El diálogo sincero

Compromiso ético y alteridad en la comunicación La responsabilidad social de la comunicación

Relaciones personales y comunicación Niveles de la comunicación Tipos de comunicación

La fuerza de la razón en la comunicación El lenguaje y la palabra en la comunicación

La realidad óntica de la palabra Presupuestos de la palabra La comunicación como una de las dimensiones de la vida personal

La empatía, actitud clave en la comunicación Las relaciones sociales y la comunicación

La comunicación y la competencia emocional. Comunicación y democracia Comunicación y derechos humanos

SEGUNDA PARTE

EL UNIVERSO PRÁCTICO DE LA COMUNICACIÓN

Pautas para una comunicación óptima La argumentación en la comunicación

Principios del diálogo Técnicas para el diálogo armónico

Condiciones para una buena comunicación La comunicación y la inteligencia emocional La comunicación empática

Evitar las discusiones La comunicación del consenso

La asertividad, ingrediente indispensable para la comunicación auténtica La importancia del habla popular La comunicación y los conflictos

La comunicación y la libertad de expresión

APÉNDICE I El poder manipulativo del lenguaje

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APÉDICE II La armonía con uno mismo y con los demás

APÉNDICE III

La cultura y los obstáculos para la comunicación APÉNDICE IV

La semiología: ojos para leer el libro del mundo.

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INTRODUCCIÓN

―¿El discurso que dice las cosas como son, es

verdadero; y el que las dice como no son, es falso?‖ El Cratilo, Platón.

Sin duda alguna, una de las dimensiones del ser personal es la comunicación humana; algo tan necesario e indispensable para nuestro entendimiento y

convivencia armónica en comunidad, debido a que somos seres, que por naturaleza, necesitamos comunicarnos con los demás. ―El funcionamiento de las

sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Esta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos‖.1 El término ―convivencia‖, según el Diccionario de la Real Academia Española, es la capacidad de vivir en armonía con

otros a pesar de sus posibles diferencias.

La práctica de la comunicación es una actitud que requiere del uso de nuestra racionalidad, por cuanto ésta exige que se realice dentro de los marcos de la cordialidad y el respeto porque, de lo contrario, se puede romper y hasta

imposibilitar; si no hay comunicación, se nos dificulta la vida comunitaria.

Fruto de mi experiencia, de mis lecturas y conferencias, y del esmero por adentrarme en tan apasionante universo, he querido redactar este pequeño texto con el ánimo de explorar tan vasto y complejo mundo, y de este modo compartirlo

con los amables lectores.

Para su elaboración acudí a mis reflexiones y a la sabiduría de expertos a través de conferencias, emisoras universitarias, libros, conversaciones con profesores universitarios y psicólogos, y consultas en la Red. No me mueve otro interés

distinto al de poner este modesto documento a disposición de quien quiera obtenerlo o consultarlo, porque considero que con esta noble intención contribuyo a

que se mejore la comunicación y vivamos en armonía.

1 Nancy Saavedra Montoya. Cultura, comunicación y lenguaje. http://www.monografias.com.

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PRIMERA PARTE

EL UNIVERSO TEÓRICO DE LA COMUNICACIÓN

El que habla se pierde fácilmente en disputas; el que oye sufre con facilidad

equivocaciones motivadas por las palabras. Cuando se conocen estos

peligros, no se puede errar el buen camino.

Anónimo.

LA PERSONA ES UN SER QUE SE COMUNICA

El investigador Héctor Beltrán Martínez2 señala que la persona es un ser que, por

naturaleza, se comunica; de tal manera que cuando esta facultad se pierde, entonces se aliena, se vuelve extraña y se neurotiza.

El fundamento de toda comunicación (de común unión) es el llamado encuentro con el otro, con los demás; el cual hace posible la mutua realización de dos o más

sujetos en una nueva experiencia que se llama comunidad. Esta nueva forma de ser hace que la persona deje su individualismo, para abrirse en una dimensión

comunitaria, cuya estructura está caracterizada por la presencia de seres personales. La persona es un ser de comunión, nacida por amor y no por contrato.

Esta comunión en el amor, como propiedad del ser personal, hay que entenderla en su justa dimensión. Supone en el fondo la comprensión y la posibilitación del otro, de los otros. La persona solamente puede llegar a ser ella misma si está

relacionada con otros; únicamente en diálogo con otros puede pensar.

La palabra es y será siempre el vehículo de la realidad. Con ella el ser humano comprende su mundo y se experimenta como un ser situado en él. Gracias a la palabra y a su libertad, la persona es capaz de presentarse a sí misma, de

entregarse, de relacionarse, de comunicarse. ―Sólo por medio de la comunicación interactuante puede haber Relaciones Humanas que aseguren un claro

entendimiento entre los padres e hijos, maestros y alumnos, hermanos entre sí, amigos, compañeros de estudios, de trabajo, etc. Es decir, en todo tipo de actividad realizada por el hombre, es necesaria la comunicación y con ella la ínter actuación,

ya que el ser humano no puede vivir aislado porque es por naturaleza un ser

2 BELTRÁN MARTÍNEZ, Héctor. Claves para estudiar, redactar y presentar informes científicos. USTA, Bogotá, 1993.

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gregario‖3 El poder de comunicarnos con las personas de manera efectiva, permite

expandir y enriquecer los modelos del mundo que se tienen según las experiencias personales vividas, cuyo objetivo es buscar que la vida sea más rica, satisfactoria y

provechosa.

El ser personal no puede cerrarse en su mundo; de hacerlo perdería el sentido real de su dimensión. La persona es comunicación por naturaleza. Sin embargo, para realizar a plenitud la comunicación de conciencia y la comprensión universal a la

que está destinada, la persona se enfrenta al individualismo como a su mayor enemigo. Algunas veces vemos a cada uno de nuestros semejantes como una

amenaza: ―¡O él o yo!‖ Es la vieja ley de ―con nosotros o contra nosotros‖, ―el que no está conmigo es mi enemigo‖, propia del belicismo. Como si no hubiera suficiente campo en este mundo para dos, para los demás. ―El derecho a expresar

una opinión (doxología) tiene como contrapartida el deber de argumentar de manera racional y de considerar una objeción como una ofrenda intelectual y no

como una agresión personal‖4. En la dinámica de nuestro sistema productor de mercancías se anula al individuo, y en la lucha por el poder sólo hay amigos y enemigos. ―El individuo no existe, los pueblos son un mito, lo único que existe son

las naciones; la nación se identifica con el estado y el estado con el poder; el mundo es un conjunto de poderes que está en lucha constante; las naciones son

rivales en permanente lucha para asegurar su supervivencia y expansión; el Estado es un organismo que debe defenderse, crecer y expandirse. El mundo y la vida humana se definen por las categorías amigo-enemigo, los individuos y las naciones

deben pactar alianzas y organizar coaliciones‖5. Las diferencias tienen por objeto ser complementarias, pero no antagónicas.

ETIMOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN

Etimológicamente, comunicación deriva del latín cummunis: poner en común algo con otro. Y cummunis proviene del griego koinoonia, que significa a la vez comunicación y comunidad; es decir, existe una estrecha relación entre

comunicarse y estar en comunidad. Es el mismo origen de comunidad, de comunión; expresa algo que se comparte: que se tiene o se vive en común.

Comunicación es común unión. Estamos en comunidad porque antes hemos puesto algo en común a través de la comunicación; cuando nos comunicamos, nos

relacionamos con los demás y somos escuchados en condiciones de igualdad. La comunicación no es un simple agregado a la convivencia, sino un hecho realmente esencial, intrínseco a la esencia misma del hombre como ser social.

En este sentido, comunicación es diálogo, intercambio; relación de compartir, de

hallarse en correspondencia, en reciprocidad. Es a través del proceso de intercambio como los seres humanos establecen relaciones entre sí y pasan de la existencia individual aislada a la existencia comunitaria.

3 PACHECO, Margaret. La comunicación, niveles y relaciones humanas. www.monografías.com. 4 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Sector de las Ciencias Sociales y Humanas. La filosofía, una escuela de la libertad. UNESCO, edición en español, México, 2011. http//unesdoc.unesco.org. 5 MEDINA GALLEGO, Carlos. Farc-Ep y Eln, una historia política comparada. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2010.

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CONSIDERACIONES ENTORNO DE LA COMUNICACIÓN

Consideremos por un instante la palabra ―comunicación‖. Su raíz está relacionada con la palabra ―común‖; hablamos de una comunidad cuando la gente tiene algo en

común. La comunicación es un esfuerzo por parte del hombre tendiendo a compartir algo con alguien: su saber, sus decisiones, sus sentimientos, sus ideas, sus opiniones, sus cosmovisiones… Sólo logra su objeto cuando este esfuerzo da

como resultado un algo común, como algo de conocimiento que los interlocutores tienen en común.

Ahora bien, cuando hay ambigüedad6 (imprecisión) en la comunicación, todo lo que hay en común son las palabras habladas o escritas que otro oye o lee. Mientras

continúe la ambigüedad no hay significado en común entre hablante y oyente. Para que la comunicación sea completa es necesario, por consiguiente, que las dos

partes usen las mismas palabras con los mismos significados. La comunicación es relación comunitaria mediante la emisión y recepción de

palabras, frases, expresiones, ideas o mensajes entre interlocutores válidos y recíprocos, y constituye un factor esencial de la convivencia y un elemento

determinante de nuestra sociabilidad. Es un proceso a través del cual entramos en cooperación mental con los demás hasta alcanzar una conciencia común. Es un proceso de interacción democrática, basada en el intercambio de signos, por el cual

nosotros compartimos experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación. La comunicación, además de estar dada por un emisor y un

receptor, se realiza entre dos o más personas o comunidades humanas que intercambian y comparten experiencias, conocimientos, sentimientos…

La comunicación es el fundamento de la comunidad. Es una categoría básica de relación y uno de los modos de estar con los demás. Comunicación equivale a

comunidad, y ésta es una relación recíproca entre interlocutores: auténtica relación entre iguales. Únicamente hay verdadera comunicación cuando se da una auténtica acción recíproca entre emisor y receptor, hablante y oyente o agente y paciente, es

decir, interlocutores que emiten y reciben en condiciones de igualdad.

La comunicación, como proceso de interacción social-democrático, basada en el intercambio de signos, por el cual los seres humanos comparten voluntariamente

experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación, debe ser coherente y dar participación al ―otro‖, al interlocutor. La comunicación debe propender por la apertura de espacios amplios de participación y de

interacción colectiva, que permitan que el ―otro‖ se exprese libremente, opine, critique, discrepe, disienta, controvierta y refute nuestros puntos de vista.

Solamente existe una relación genuina de comunicación, señala Reinaldo Suárez Díaz7, cuando interactúan interlocutores que hablan y escuchan sin el ánimo de

imponerse o de manipular, cuando se da un proceso de elaboración y comprensión mental de los mensajes, y cuando se producen efectos de convivencia y una

situación de auténtica reciprocidad entre las personas que dialogan.

6 El término ambigüedad procede de ambiguo para referirse a lo “que puede entenderse de varios modos o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión” (Diccionario de la Lengua Española). 7 SUAREZ DIAZ, Reinaldo. Lecciones de vida. Ediciones UIS, Bucaramanga, 1992.

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Entendiendo que a medida que permitamos que los demás se expresen, participen

y confronten la realidad, de acuerdo con su forma de percibirla, interpretarla y vivirla, estaremos posibilitando un mejor entendimiento. Escuchar a las personas

que piensan distinto no implica que debamos necesariamente cambiar de opinión, simplemente escuchar: dejar entrar la información, y luego decidir. El mundo

caminará hacia un auténtico personalismo en el momento en el cual seamos capaces de reconocer al otro como persona, y esto implica reconocerlo como ser de posibilidades.

LA DIFERENCIA ENTRE OÍR Y ESCUCHAR A menudo tendemos a confundir oír con escuchar. Entre estas dos palabras hay

significativas diferencias. Se puede oír sin escuchar, lo mismo que se puede ver sin mirar. Oír es percibir sonidos, reaccionar mecánicamente ante estímulos sonoros.

Escuchar es prestar atención a lo que se oye. Escuchar es una operación auditiva intencional, es decir, aplicación consciente del oído, característica del ser racional, para captar y comprender el estímulo sonoro. ―Oír significa percibir con el sentido

del oído las palabras que se hablan. Escuchar involucra otros cuatro sentidos para ayudarnos a entender las palabras que se dicen. Cuando oímos lo hacemos con

nuestro sistema auditivo. Cuando escuchamos otras funciones cognitivas entran en juego: poner atención, recordar, pensar y razonar. Uno oye las palabras en un mensaje. Uno escucha las palabras de un mensaje más cualquier otra señal que

complemente el mensaje. Uno oye voces y sonidos. Uno escucha mensajes. Escuchar va más allá de oír las palabras que se hablan. Escuchando significa pensar

en el mensaje para entender de manera clara y completamente. Esto requiere oír las palabras, observar el tono de voz, el estado anímico, y cualquier otra señal que complemente el mensaje‖8. Si somos conscientes de esta diferencia, nos será más

fácil posibilitar la verdadera comunicación para entender coherentemente al otro. ―Cuando no nos escuchan, nos sentimos invalidados y frustrados, puede que

concluyamos que no le importa a nadie lo que estamos diciendo. Por otro lado, cuando somos nosotros los que no escuchamos, corremos el riesgo de llegar a una conclusión que es incorrecta y a tomar acciones no deseadas. Podemos

malinterpretar al que está hablando o podemos perder información importante. El saber escuchar, es decir, prestar atención más allá de solamente percibir palabras y

sonidos, es la habilidad más importante que puede uno aprender para ser más efectivo y sostener relaciones estrechas y significativas‖9. Algunas personas, un

poco ―parlanchinas‖, hablan y hablan, sin permitir que su interlocutor hable. Quien sepa escuchar es un conversador moderado, aunque no diga mucho. El hablar encierra el callar. ―Sólo el que puede callar puede hablar realmente. El hombre

tiene que recogerse en el silencio, cuando quiere hablar de verdad‖10.

El no saber escuchar se convierte en una de las principales barreras de imposibilitan la comunicación auténtica; quien no sabe escuchar no presta atención al diálogo, a la conversación, a la plática, al coloquio, etc. Si uno de los

interlocutores no sabe escuchar, no sabe comunicarse adecuadamente. ―Por tu parte, no necesitas esperarte a que el otro aprenda a escuchar, aprende tu

primero. Verás que el tu escuchar a la otra persona causará que ella se sienta escuchada y libre para poderte escuchar ahora a ti‖11.

8 http://www.people-communicating.com/oir-y-escuchar.html 9 Ibídem. 10

CRUZ VELEZ, Danilo. El misterio del lenguaje. Santa fe de Bogotá, Planeta, 1995. P. 22. 11 http://www.people-communicating.com/oir-y-escuchar.html

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EL COLOQUIO, UNA FORMA DE COMUNICACIÓN

A través del coloquio, plática o diálogo el hablante puede transmitir sus ideas y

comunicar su mensaje o mensajes al receptor. Y también, quienes participan en un coloquio, pueden compartir sus pensamientos, discrepar, coincidir y, en suma,

conocer a los restantes interlocutores. Desde este punto de vista, el coloquio ha sido considerado como un método eficaz para la práctica de la tolerancia y como una escuela del comportamiento.

El coloquio es una garantía de comunicación, pues el término coloquio equivale a conversar y conferenciar. El diccionario de la Real Academia Española define el

coloquio, en su primera acepción, como la conferencia o plática entre dos o más personas; y en su segunda acepción, considera al coloquio como una composición literaria, prosaica o poética, en forma de diálogo.

La comunicación mediante el coloquio exige unos determinados supuestos o

requisitos previos. En primer lugar, y más concretamente, al hablar del origen del lenguaje, precisamente fue gracias a la comunicación por lo que surgió el mensaje. Luego, en definitiva, el fin principal del lenguaje no es otro más que la

comunicación, y para que haya comunicación es necesario que se realice la emisión de un mensaje y que, a su vez, ese mensaje sea recibido por un interlocutor

distinto de quien ha enviado el mensaje. El lenguaje ―proyecta en los demás su mundo afectivo y las palabras pueden asumir diferentes significados atendiendo a la entonación, las pausas, el volumen de voz, el contexto situacional, entre otros

aspectos‖12. El lenguaje, como sabemos, desempeña las funciones noética (o del pensamiento) y semiótica (o comunicativa).

En consecuencia, el coloquio surge de la combinación entre el mensaje que envía el hablante al oyente y la respuesta que el receptor se verá obligado a elaborar para replicar a su interlocutor. Por consiguiente, habrá coloquio cuando haya transmisión

de un mensaje y siempre que dicho mensaje esté cargado de contenido; pues, podría suceder que un interlocutor emitiera palabras sin sentido, esto es, con

significado ambiguo o ininteligibles, con lo cual no se cumpliría el principal requisito de la comunicación que consiste en la transmisión de mensajes; pero, como es obvio, sin contenido no hay mensaje. Y esto es así porque una de las características

primordiales del mensaje es su efectividad; y la efectividad queda demostrada exclusivamente cuando el receptor haya comprendido o captado el mensaje

enviado por el emisor.

Y así, el esquema universal que ilustra la estructura simplísima del coloquio, y que

mostrará esta interacción necesaria entre mensaje y comunicación, lo cual hará posible que se lleve a cabo un verdadero coloquio, sería como sigue: Emisión + Recepción + Réplica = Coloquio.

Conforme a todo lo anterior, se puede afirmar que entre hablante y oyente debe establecerse una comunicación mutua a fin de que el coloquio funcione, lo cual sólo

es posible si se cumplen los tres estadios del citado esquema universal, esto es, que el hablante emita un mensaje que debe ser captado y comprendido por el oyente quien, a su vez, responderá y argumentará como lo considere conveniente

y, de este modo, ya puede afirmarse que se produce la réplica; con lo que, definitivamente, se cerrará el círculo y se desarrollará el coloquio.

12 SAAVEDRA MONTOYA, Nancy. Cultura, comunicación y lenguaje. http://www.monografías.com.

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Además del mensaje y de la efectividad inherentes al coloquio, y teniendo presente

que para su funcionamiento es necesario que se lleve a la práctica el esquema universal indicado anteriormente, conviene también enumerar los tres elementos

principales del coloquio, a saber: interlocutores, situación y contexto.

1. Interlocutores

Puesto que en el coloquio se usa la lengua como herramienta de comunicación y la lengua es un sistema de signos, resultará que, para que se efectúe la comunicación por medio del coloquio es necesario que los interlocutores manejen y usen el

mismo código. Los interlocutores no cuentan únicamente con este código estrictamente lingüístico, sino que también pueden recurrir a otras formas de

comunicación calificadas por los estudiosos del lenguaje como circunstancias extralingüísticas, a las que pertenecerían, por ejemplo, cualquier clase de ademán, gesto o amago mímico, etcétera.

No obstante, lo propio es que los interlocutores sean personas y, como tal, proyecten en el coloquio su modo de ser y su actitud. De ahí que los interlocutores,

cuando participan en el coloquio como emisores, lo hagan en primera persona; y cuando participan en el coloquio como receptores, lo hagan utilizando la segunda persona.

De este modo, en el coloquio se fomentarán el diálogo y la convivencia. Y las personas que participan en el coloquio se enfrentarán, como interlocutores que son,

por medio del diálogo:

En un posible léxico coloquial sería forzoso registrar los modismos, las fórmulas de cortesía, los juramentos y términos de bendición o maldición.

La entonación y el ritmo de la prosa hablada serían otro elemento determinante del diálogo. Los diálogos deben ser auténticos, no inventados o supuestos. La invención

sería contraproducente, por muy verídica que la suponga. Tampoco son de resultados positivos las encuestas, que carecen de espontaneidad. Todo diálogo debe llevar su contexto y su situación. El diálogo familiar es una síntesis viva de

muchas cosas. El lenguaje escrito que más se parece al habla de la calle y del coloquio amistoso es el que empleamos en nuestras cartas familiares.

2. La situación

Como sabemos, el coloquio siempre se realiza en un determinado lugar, esto es, dentro de un contorno que les resulta familiar a los interlocutores o que, por el

contrario, ni siquiera conocen.

La situación incluye el contorno físico siempre que influya en el coloquio, las

incidencias de la acción que se desarrolla al alcance de los interlocutores y siempre que influyan en el diálogo (cuando hablamos y pasa un amigo haciéndonos cambiar

el tema de la conversación). También hay que contar con un contorno conocido por los interlocutores aunque no sea inmediatamente percibido por ellos.

La situación es importante, ya que no sólo están en ella los interlocutores sino

también los objetos que a menudo sirven de referencia o contexto situacional. Por otra parte cada situación determina de manera muy importante el contenido, es

decir la naturaleza de los mensajes en el coloquio.

2. Contexto

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Respecto al contexto cabe decir que implica referencia, y así, el emisor señala a

una persona cercana, que se encuentra en el mismo lugar del coloquio, y dice este señor es un conocido o esta señora asiste a menudo a nuestros coloquios. De por

sí, el coloquio no lo forma un grupo homogéneo de personas sino que en él participan interlocutores de todas clases, que se diferencian por su condición social,

profesión, edad, cultura…; de ahí la riqueza del contexto y el ―proceso nivelador‖ que iguala y unifica los criterios de los distintos interlocutores.

LA COMUNICACIÓN Y EL DERECHO A SER DIFERENTES

Un aspecto clave de la comunicación auténtica es el respeto por las diferencias; en este aspecto radica el éxito de la comunicación, porque si reconocemos que los

demás son diferentes a nosotros, estaremos abiertos a aceptar opiniones y puntos de vista que difieren de nuestra forma de comprender la realidad, permitiendo que

los demás se expresen libremente. En una sociedad –señala el filósofo Gianni Vattimo- tienen que convivir diferentes miradas, y eso es el relativismo.

Leo Buscaglia, en El arte de ser persona, señala que tenemos el derecho de escoger nuestro propio yo, aunque ese yo sea diferente del yo de los demás. Tenemos el

derecho a sentir lo que sentimos, aunque esos sentimientos sean desaprobados por los demás. Sólo a través de una sana relación con los otros se puede estructurar la personalidad autónoma y auténtica de cada uno de nosotros. Esto no significa que

tenemos el derecho a imponernos a los ―otros‖ más de lo que deseamos que los demás se nos impongan. Significa que tenemos el derecho de decidir, de

desarrollarnos y de vivir congruentemente con nosotros mismos y de compartir sin justificación.

Entender al ―otro‖ implica reconocerlo, tolerarlo y aceptarlo como es; sin tratar de cambiarlo, sin pretender que sea como nosotros, que piense y actúe como

nosotros. El otro, por ser diferente puede ser complemento o quizás mi opositor, pero nunca mi enemigo. No existen enemigos; existen opositores con los cuales puedo acordar reglas para resolver las diferencias y los conflictos, y luchar juntos

por la vida. Es importante aprender a valorar la diferencia como una ventaja que me permite ver y compartir otros modos de pensar, de sentir y de actuar. Hay que

valorar la vida del otro como mi propia vida.

La autoafirmación se puede definir como el reconocimiento que le dan los otros a mi forma de ver, de sentir e interpretar el mundo. Yo me afirmo cuando el otro me reconoce y el otro se afirma con mi reconocimiento. Todo acto de comunicación

busca transmitir un sentido, una forma de ver el mundo, que se espera sea reconocida por los otros. La primera función de la comunicación es la búsqueda de

reconocimiento, por eso el rechazo a la comunicación del otro que no somos produce hostilidad y afecta su autoestima.

Quien sabe comunicarse consigo mismo, sabe comunicarse con los demás. Porque quien no se oye a sí mismo no puede oír a los demás. Tendremos la impresión de

escucharlos, pero no de oírlos verdaderamente. No basta con escuchar al ―otro‖, también hay que entenderlo. Los demás son esenciales en la relación de comunicación; si vemos al otro como persona, le estaremos reconociendo su

igualdad.

No esperemos que nadie sea perfecto. La otra persona tiene derecho a ser diferente. Uno de los sellos de la madurez es reconocer la validez de múltiples

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realidades, y entender que la gente piensa, siente y reacciona de diferentes

maneras. La única persona a la que podemos cambiar y controlar es a nosotros mismos. No seamos reformadores. Vivamos y dejemos vivir. La comunicación es

tan trascendental en nuestra existencia, que el secreto de vivir está en el saber comunicarse con los demás, en saber relacionarse con los demás. En este sentido

sería bueno reflexionar sobre lo que nos dice Michele, citada por Buscaglia:

―Mi felicidad soy yo, no tú. No solamente porque tú puedes ser temporal,

sino también porque tú quieres que sea lo que no soy. No puedo ser feliz cuando cambio meramente para satisfacer tu egoísmo; ni me puedo sentir

contenta cuando me criticas por no pensar tus pensamientos o por no ver como tú. Me llamas rebelde, pero cada vez que he rechazado tus creencias, te has rebelado contra las mías. Yo no trato de moldear tu mente, sé que

tratas con firmeza de ser sólo tú y no puedo permitir que me digas lo que debo ser porque me concentro en ser yo‖.

Según el investigador Nicolás Buenaventura y el filósofo Estanislao Zuleta, el derecho a ser distinto, esencia del humanismo moderno, es la síntesis de todos los

derechos humanos, que giran alrededor del derecho a ser distinto. El reconocimiento de la diferencia, del ser otro, de ser tolerante, es el derecho que

impera sobre los demás derechos. Opinar es el derecho a ser distinto. La privacidad, ser minoría o tener derecho a la vida, es el derecho a ser distinto.

En la ética humana, en la ética del amor, es imperativo respetar la diferencia, la opinión, la actitud y la actividad contraria de buena manera, ser tolerante,

reconocer al otro como un ser distinto. El respeto por la diferencia implica respetar la libertad de cada uno, sus linderos, su pensamiento, sus palabras, sus ideas, sus gustos, sus vicios y sus virtudes, en fin, su particular estilo de vida, su peculiar ser

como una totalidad. El respeto por la diferencia, junto con la pluralidad, el multiculturalismo, la tolerancia, la aceptación de lo diverso y la tolerancia son

principios democráticos esenciales de la sociedad contemporánea para la coexistencia pacífica. ―Es tolerante el que busca la verdad en común, acepta lo que puedan tener de fecundo las opiniones ajenas y defiende con firmeza la propia

posición en cuanto la considera justificada‖13.

Es necesario amar, apasionarse, interesarse e intrigarse por la diferencia. No basta con aceptar y respetar al otro como ser distinto, hay que aceptar que nos gusta,

que nos atrae, que nos enamoramos de la diferencia. Con el encuentro de las relaciones sociales y sociables se busca trascender la ética del deber por la ética del amor. Se requiere de un nuevo modelo ético fundado en la construcción de sí

mismo, del reconocimiento del otro y del respeto por la diferencia. ―Una cultura de la tolerancia debe fundarse en el reconocimiento del otro y en la medida que haya

un reconocimiento del otro hay una sensibilización para el diálogo y la resolución de los conflictos‖14. Es procedente aclarar que la solución de los conflictos no es tan sencillo, tal como lo reconoce Estanislao Zuleta, cuando afirmar que ―la erradicación

de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal - en el amor y la amistad - ni en la

vida colectiva‖, y aclara que es ―es preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que

13

LOPEZ QUINTAS, Alfonso. Manipulación del hombre a través del lenguaje. http://www.riial.org 14

ACEVEDO LINARES, Antonio. La tolerancia como presupuesto fundamental para la construcción de una cultura de la democracia en América Latina. http://www.monografias.com/trabajos11/tole/tole2.shtml

14

la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la

impotencia o silenciándolo‖15.

Aceptar la diferencia implica aprender a escuchar al otro, palabra a palabra, e interiorizar su discurso, como el único regalo que damos al otro. La opinión

contraria merece mi interés, mi respeto, mi amor, mi apropiación. El mismísimo Aristóteles, antaño, planteaba en La política que el Estado no sólo se componía de cierto número de individuos, sino que se conformaba ―también de individuos

específicamente diferentes‖, porque los elementos que la conformaban no eran semejantes. ―La unidad sólo puede resultar de elementos de diversa especie, y así

la reciprocidad en la igualdad… es la relación necesaria entre individuos libres o iguales…‖16.

La diferencia exige oír las palabras y los silencios del otro, de mi interlocutor, en procura de facilitar, promover y posibilitar el diálogo de éste que busca luces para

proseguir o esclarecer sus ideas. Oír a los demás es oírse a sí mismo. El arte de saber oír equivale al arte de amar. En este sentido hay que demostrar entusiasmo ingenuo y apasionamiento espontáneo por lo distinto, por la diferencia. Las

relaciones de tolerancia y respeto mutuo llevan de la ética del deber a la ética del amor.

En este sentido hay que tener en cuenta el punto de vista del filósofo Estanislao Zuleta, porque identifica democracia con el derecho a la diferencia, ―la esencia

misma del humanismo moderno‖ y no reconoce la democracia como el gobierno de la mayoría, sino como el derecho del individuo a diferir contra la mayoría; a diferir,

a pensar y vivir distinto, en síntesis, al derecho a la diferencia. ―Nuestras democracias son solamente democracias de representación fundadas sobre la ley de la cantidad. Pero la ley de la mayoría no garantiza el respeto del derecho. Ser

verdaderamente demócrata no es respetar la ley sino respetar el derecho‖17.

En una concepción equívoca de la democracia, no importa tanto la verdad de lo que se afirma cuanto el hecho de que la sostenga la mayoría. La UNESCO declaró que "todos los individuos tienen el derecho a ser diferentes, a considerarse diferentes y

a ser considerados como tales". Una de las competencias ciudadanas dice que reconocemos que los derechos de los demás se fundan en la igualdad de las

personas, aunque cada uno sea, se exprese y viva de manera diferente. Herman Hesse en su Narciso y Goldmundo decía que ―conocer a un individuo es descubrir

en él aquellas notas que lo distinguen de los demás‖. Uno de los personajes de esta novela (el maestro Nicolao) le dice a otro (Goldmundo): ―Difiero de tu modo de pensar pero te comprendo y comprendo lo que quieres decir‖.

El mismo Voltaire, desde el siglo XVIII, nos invitaba a la práctica de la tolerancia, porque no hay ninguna ventaja en perseguir a aquellos que no son de nuestra opinión y en hacernos odiar de ellos. Decía que la intolerancia había cubierto la

tierra de matanzas, que eran la vergüenza de los pueblos que no conocen la tolerancia. Tolerancia proviene del nombre de la ciudad española de Toledo, donde lograron convivir armónicamente, durante siglos sin enfrentamientos por religiones,

culturas, idiomas o razas, moros, cristianos y españoles.

15

ZUELTA, Estanislao. Sobre la guerra. http://oigaherman.over-blog.es/article-sobre-la-guerra-y-la-paz-91601721.html. 16

ARISTÓTELES. La Política. ESPASA-CALPE, Madrid, 1974 17 MULLER, Jean-Marie. La no violencia como filosofía y como estrategia.

http://www.palabracubana.org/2008-02/no-violencia.htm

15

La tolerancia, como actitud y comportamiento, individual, social o institucional,

caracterizada por la consciente permisividad hacia los pensamientos y acciones de otros individuos, sociedades o instituciones, se relaciona estrechamente con la

democracia y la libertad. ―La tolerancia tiene su origen en la razón, en el logos, como lo entendían los griegos, como razón y como palabra, esto es, como

capacidad para comprender y para hacerse comprender. El hombre es hombre precisamente por poseer, a diferencia de otros animales, la razón. La tolerancia tiene su origen en la razón, en el logos, como lo entendían los griegos, como razón

y como palabra, esto es, como capacidad para comprender y para hacerse comprender. La razón o logos, en este doble sentido, como fuente de toda

tolerancia y la tolerancia como única posibilidad de convivencia… La tolerancia, es la sofrosine para los griegos, es decir, temperancia que significa templanza, moderación; y la intolerancia es la hibris que es intemperancia que significa

inmoderado, falta de templanza. La intolerancia ha convertido a otros hombres, otros pueblos y otras culturas en seres inferiores, ha negado la posibilidad de

pensar distinto, de tener otras opciones de vida, de fundar la vida a partir del respeto por la diferencia. La intolerancia llevada a los más lejanos rincones del universo. ¿Para qué? Sólo para tratar de demostrar lo de siempre, que unos

hombres son más hombres que otros, que unos pueblos tienen más derecho que otros, que sólo existe una razón, una justicia, una libertad y un orden: la del más

irracional, la del más injusto, intolerante y brutal. Los niveles sociales de la intolerancia son tan estrechos y cortos de dimensión humana que sólo se ven las cosas desde una sola perspectiva inmóvil, fija y obsesiva. La intolerancia es la

neurosis de nuestro tiempo. El hombre se niega a reconocer al otro en su misma dimensión humana como un ser poseedor de razón. La intolerancia ha generado las

más absurdas guerras, catástrofes y las más grandes atrocidades en nombre de la libertad y de la razón. Reconocernos en la diferencia y la pluralidad es reconocernos en la cultura, en una cultura de la tolerancia… Pensar distinto, lo otro, también es

una opción, un ejercicio de la libertad y de la imaginación. La imaginación también como el derecho a pensar la vida de otra manera y a vivirla utópicamente… En la

diferencia está la libertad. En la libertad está la pluralidad. La dignidad del otro no puede estar fundada sobre presupuestos morales o ideológicos para que haya un reconocimiento de la diferencia… En la diferencia el hombre se reconoce igual a

otros porque los hombres estarán en las mismas condiciones de igualdad social en términos de reconocimiento. Este reconocimiento de la otredad es un

reconocimiento de sí mismo en tanto que el otro se reconoce en mí y a su vez en mí se reconoce el otro, y sólo cuando la sociedad se reconoce a sí misma en su

diferencia puede reconocer a los otros en su propia diferencia‖18.

En la diferencia se reconoce la pluralidad. Reconocernos en la diferencia es reconocernos en la tolerancia. ―El reconocimiento de la diferencia en la pluralidad y la tolerancia debe tener en la sociedad una función social, materializarse en la

esfera de lo político, lo cultural y lo social, cubrir todas las esferas de la sociedad, es decir, debe legitimarse en la vida cotidiana de los individuos y en la vida

institucional de la sociedad, de lo contrario es un discurso que no tiene una función social, una abstracción teórica sin fundamento en el orden social… La tolerancia es el respeto por la diferencia; una opción política étnica, racial o sexual diferente a

los códigos del orden social, al estado de cosas existentes, a las costumbres o tradiciones, etc. En la tolerancia se funda la diferencia. En la diferencia se funda el

reconocimiento‖19. El Estado Liberal se fundamenta en el principio de la tolerancia para sentar las bases jurídicas, políticas y económicas de sus estructuras,

18 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 19 Ibídem.

16

promoviendo el estado de derecho fundado en el respeto y la garantía jurídica de

los derechos de libertad. ―El Estado Social de Derecho reacciona contra las formas represivas y amplía el espacio para la tolerancia‖20.

Tolerancia es respeto sincero y efectivo de las creencias y opiniones de los demás.

―En las sociedades modernas –decía Voltaire-, la tolerancia es importante porque sólo ella hace soportable la sociedad‖. Las conductas intolerantes son un ataque a

la intimidad e identidad de los otros, y constituyen una grave lesión al derecho a ser diferentes. La tolerancia está ligada con la libertad y la responsabilidad. ―Vivir en una democracia moderna quiere decir convivir con costumbres y

comportamientos que uno desaprueba‖.21 El gran humanista Erasmo de Rótterdam, ya desde el Renacimiento, nos alertaba sobre la intolerancia y el fanatismo.

―Siendo él mismo el menos fanático de todos los hombres, un espíritu acaso no de suprema categoría pero del saber más dilatado, un corazón no mugiente de bondades pero de proba benevolencia, veía Erasmo en toda forma de intolerancia

de opiniones el pecado original de nuestro mundo. En su opinión, casi todos los conflictos entre hombres y entre pueblos podían ser resueltos sin violencia,

mediante mutua tolerancia, porque todos caen dentro de los dominios de lo humano; casi toda conflagración podía resolverse por medio de árbitros si los incitadores y exaltados de una y otra parte no dieran tensión al arco de la

guerra… No puedo hacer otra cosa si no odiar la discordia y amar la paz y la comprensión entre las gentes; pues he reconocido lo obscuros que son todos los

asuntos humanos‖.22

En nuestro país, la adecuada difusión de los derechos constitucionales, particularmente del derecho a la diferencia, resulta fundamental para que

nuestra comunidad política alcance y mantenga niveles plausibles de justicia social, estabilidad y legitimidad. En este sentido, el maestro Estanislao Zuleta nos dice lo siguiente, en su famosísimo Elogio de la dificultad:

―Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de

los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de

respeto. No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo, como signos de que

se ha abdicado a las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la

entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la

diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa.

No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en

consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una crítica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla

desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o

20 Ibídem. 21 SAVATER, Fernando. Política para Amador. Ariel, Barcelona, 1992. 22 ZWEIG, Stefan. Erasmo de Rotterdan, triunfo y tragedia. http://www.librodot.com

17

mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba

contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra‖.

La tolerancia es el respeto de las opiniones y prácticas ajenas, aun contrarias a las

propias. ―La tolerancia no es posible hoy sin un reconocimiento y un respeto por el otro y en esa dirección se hace necesario construir una cultura de la tolerancia,

como objetivo específico, y del reconocimiento en el ejercicio de la política, la religión o la sexualidad… La construcción social de una cultura de la democracia en donde impere la tolerancia tiene que estar articulado a un proyecto social donde se

expresen los pluralismos y multiculturalismos que existen en la sociedad y, en la reformulación de una ética que no sea la de la dominación, el consumismo, la

competencia y la acumulación… Para que la paz sea posible se requiere no sólo el desarme militar sino, sobre todo, el desarme cultural, esto es, el aceptar al otro sin discriminación sin prejuicios y sin inhibiciones‖23. Hay que aceptar al otro con las

expresiones de su propia individualidad. Ese reconocimiento y respeto por el otro significa tomar el serio el pensamiento del otro; ―discutir con él sin agredirlo, sin

violentarlo, sin ofenderlo, sin intimidarlo, sin desacreditar su punto de vista, sin aprovechar los errores que cometa o los malos ejemplos que presente, tratando de saber qué grado de verdad tiene; pero al mismo tiempo significa defender el

pensamiento propio sin caer en el pequeño pacto de respeto de nuestras diferencias. Muy a menudo creemos que discutir no es respeto; muy por el

contrario, el verdadero respeto exige que nuestro punto de vista, sea equivocado total o parcialmente, sea puesto en relación con el punto de vista del otro a través de la discusión‖24.

Fernando Savater señala que el derecho a la diferencia es lo que comparten todos

los diferentes y lo que, pese a sus diferencias, los une. Así mismo, sostiene que éste es, sin duda, respetable, pero tanto en lo que tiene de salvaguardar las

diferencias como en la exigencia de respetar un derecho que los ampara a todos. La vida en comunidad le impone a la persona el deber de respetar los derechos de los demás. Mientras más piensen otros más posibilidades tengo yo de pensar. Zuleta

insiste en que todo derecho consiste en tratar como iguales a individuos que son desiguales. Cuando nos tratamos como iguales nos damos cuenta de nuestras

diferencias. Y somos iguales, debemos tratarnos con justicia, porque ésta se relaciona estrechamente con la tolerancia y el reconocimiento del otro. El hombre no sólo desea que se le reconozca como hombre, sino que además sea reconocido

por otros hombres… La posibilidad de comprender a otros, implica mi autorreconocimiento, aunque comprender a otros no significa tener que estar de

acuerdo con ellos. José Luis Álvarez González25 subraya que ante la preocupante realidad de injusticia

en nuestro entorno latinoamericano, que degrada, despersonaliza y atenta contra la dignidad humana, se necesita una verdadera y eficaz justicia, que permita entregar

al otro lo que le corresponde, lo que tiene derecho. Demanda estar en permanentemente búsqueda del bien del otro. La verdadera justicia reconoce al otro y lo libera de la injusticia. Hay que dar a cada uno lo suyo. Como seres

humanos, iguales por naturaleza, merecemos que se haga justicia en todas nuestras circunstancias existenciales. Justicia es reconocer, respetar y dar al otro lo

23 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 24

24

ZULETA, Estanislao. Educación y democracia. Un campo de combate. Corporación Tercer Milenio, Bogotá, 1.995, p. 129. 25 ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Luis José. Ética latinoamericana. USTA, Bogotá.

18

que le pertenece. La justicia debe propender porque todos vivamos en igualdad de

condiciones; que todos tengamos derechos. Justicia es respetar los Derechos Humanos. A sí mismo, justicia se relaciona con igualdad, es decir, con la ―virtud

ética y política que exige tratar a todos los seres humanos con el mismo rasero por ser a la vez portadores de la misma dignidad eminente y titulares de los mismos

derechos fundamentales‖26. Precisamente, Colombia, como ―Estado social de derecho‖ y República

―democrática, participativa y pluralista‖, debe ser el escenario propicio para que la comunidad sea tolerante tal como lo contempla el derecho a la diferencia. La Nueva

Declaración Universal de los Derechos Humanos (1998) precisa que todos tenemos ―derecho a obrar de acuerdo con nuestra conciencia‖ (art. 6) y a expresar las ―ideas de palabra, por escrito, o en cualquier otra forma, realizar sus actividades con

plena autonomía y libertad‖ (art. 7), inclusive el artículo 8 otorga el derecho a ser amados por los demás.

El derecho a la diferencia se relaciona con la alteridad, la cual no sólo reconoce al otro como diferente sino como distinto. ¿Qué es alteridad? ―Es ser capaz de

aprehender al otro en la plenitud de su dignidad, de sus derechos y, sobre todo, de su diferencia. Cuanta menos alteridad existe en las relaciones personales y sociales,

más conflictos suceden‖27. El reconocimiento de la alteridad facilita la coexistencia entre la extrema rareza y la reciprocidad. ―Mientras su horizonte sea la unidad —o la identidad—, el habla sólo contribuirá al aumento de la violencia, a la caída en la

entropía. Debe tenerse en cuenta que el espacio de las relaciones, el espacio del diálogo, no es plano, ni unidimensional‖28. El temor del primer contacto,

contrariamente a nuestra expectativa, no elimina al otro sino que lo refuerza en su ser. ―El otro no viene tratado como un obstáculo ante mis deseos, o como medio de consecución de estos, sino como la misma condición de posibilidad de que yo,

dinámicamente, pueda vivir como un ser humano‖29. Para decir yo necesito un tú, sentenció Martín Búber. ―Descubrir un tú en el otro es romper la esfera del egoísmo

individualista (ya que el otro me mueve a hablar)‖30. La alteridad supone aceptar al otro como diferente. ―El hombre sólo llega a su propio ser por conducto del otro, jamás por el solo saber. Llegamos a ser nosotros mismos sólo en la medida en que

el otro llega a ser él mismo, a ser libre sólo en la medida en que el otro llega serlo. De ahí que la intercomunicación humana sea el problema central de nuestra vida‖31.

La práctica cotidiana del derecho a la diferencia permitirá la generación de nuevos

espacios de tolerancia para que mejore la convivencia, por cuanto se propiciarán escenarios de respeto por las ideas, los pensamientos, las actitudes, las conductas, los ademanes, las opiniones y la cosmovisión de las personas. En nuestra

convivencia tenemos que aceptar que no existen rivales o enemigos, sino interlocutores válidos que piensan, sienten y actúan en forma diferente. La

sociedad de los hombres se nutre de opuestos que se necesitan. ―Una forma de maltratar al prójimo es no considerarlo un interlocutor válido. Repudiarlo y no verlo como un otro legítimo en la convivencia… Te cosifico en tanto no te reconozco como

sujeto, como un ser pensante con voz y voto. Aceptar al otro como un sujeto válido

26 VALENCIA VILLA, Hernando. Diccionario Espasa Derechos Humanos. Espasa, Madrid, 2010. 27 http://www.adiltalcom.br 28 ESPINOSA PROA, Sergio. La pasión por la pregunta. http://www.wikilearning.com 29 ARANGUREN, Javier. El hombre es un ser que se realiza en el diálogo. http://arvo.net/filosofia-del-hombre/y-si-hablaramos-creceriamos 30 Ibídem. 31 JASPERS, Karl. Autobiografía. http://www.epdlp.com

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es mirarlo como un fin en sí mismo, como alguien que merece respeto y tiene

derechos, así no estemos de acuerdo. Respetar es tomar al otro en serio, y tomarlo en serio es aceptar que tiene algo para decir que vale la pena escuchar. Umberto

Eco afirmaba que la ética comienza cuando los demás entran en escena, es decir, cuando nos vemos obligados a defender y fundamentar las propias decisiones bajo

la mirada ajena. Entonces ser ético es descentrarse y ponerse en los zapatos del otro‖.32 Para los intolerantes, los demás no son personas para amar sino competidores a los que hay que ganarles y hay que tumbar. Si respetamos la

diferencia, además del evidente progreso en las relaciones interpersonales y la disminución de los conflictos, se abrirán escenarios para la comunicación asertiva,

empática, biunívoca; es decir, una dialéctica, entendida como el arte de dialogar, argumentar y discutir, en donde los interlocutores experimenten un acto comunicativo que sea intercambio recíproco y armónico de mensajes y no un canje

de agravios.

El reconocimiento del derecho a la diferencia y la generación de escenarios donde se practique el hábito de la comunicación auténtica, capaz de interpelar a las comunidades, de inscribirse en su interior y de dinamizar procesos que fortalezcan

un proyecto consistente de modernidad, son ingredientes de interés para la convivencia. Este ―proyecto consistente de modernidad‖, según el comunicador

social Campo Elías Narváez Carranza33, debe permitir el florecimiento de escenarios donde construir ciudadanía y generar procesos de participación democráticos que sean la antesala a una sociedad no tanto en permanente armonía

celestial y por tanto inexistente, sino en permanente conflicto y tensión, pero capaz de convivir con la diferencia y con lo diferente sin apelar necesariamente a la

aniquilación física, social o política del otro o de los otros. José Saramago nos advierte que el ―respeto por los sentimientos ajenos es la mejor condición para una próspera y feliz vida de relaciones y afectos‖34. William Ospina señala en su libro

¿Dónde está la franja amarilla? que en nuestro país desde hace mucho tiempo se dio la tendencia a excluir y clasificar a los demás, a los otros, con la concomitante

generación de intolerancia y de hostilidad social. Reconocer el derecho a la diferencia, practicar la tolerancia y experimentar la

alteridad es vivir racionalmente, vivir de acuerdo a los dictados de la razón, que es una facultad intelectual del hombre que le permite pensar, discurrir y juzgar, actuar

acertadamente o distinguir lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. La función de la razón (que, según Kant, es una para todos los hombres) en la práctica social

―es la de instaurar un reino de libertad, de justicia, de igualdad, de tolerancia, de paz perpetua, de reconocimiento de la dignidad de la persona, de respeto de los derechos humanos, de democracia política‖35. Los ideales de la modernidad (época

a partir de la cual el hombre se debe guiar por la razón, atreviéndose a pensar por sí mismo), tal como los replantea Jurgen Habermas, deben estar ―en función de una

nueva realidad social donde reine no la arbitrariedad sino la tolerancia, el antidogmatismo, el reconocimiento de la particularidad y singularidad de los individuos y de las pequeñas comunidades, el respeto por la pluralidad de formas

de vida, de manifestaciones culturales, de juegos del lenguaje… El reconocimiento de nuestra contingencia, de nuestra pluralidad, de nuestras diferencias constituyen

de por sí la base para proponernos consensos acerca de aquello que nos permitirá trascendernos, humanizarnos y humanizar el mundo de nuestra vida cotidiana.

32 RISO, Walter. Pensar bien, sentirse bien. http://www.libros.es.com 33 NARVAEZ CARRANZA, Campo Elías. Hacia una nueva pedagogía. 34 SARAMAGO, José. El viaje del elefante. http:// www.libroos.es 35 HERRERA RESTREPO, Daniel. Postmodernidad, ¿ruptura con la modernidad?

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Ciertamente, no existe la igualdad. Es un ideal, Pero la igualdad no es cuantitativa.

Es razonable que existan razones para que en el trato humano se den diferencias que no pueden ser demostradas pero si argumentadas‖36. Daniel Herrera Restrepo

nos advierte que nuestro yo sólo será reconocido como yo cuando descubra y reconozca en el yo al otro y el otro descubra en sí a mi yo. ―El filósofo Daniel

Herrera señala que el proyecto de construcción de una sociedad democrática tiene que fundamentarse en la cultura, que mientras ésta sea sólo dada en la esfera de lo público o de lo organizativo, pero no toque la cotidianidad, concretamente la

familia, la escuela y el trabajo se tendrá una que otra práctica formalmente democrática, mas no la representación simbólica que le da sentido a la misma. La

democracia interesa, sobre todo como forma de vida y en esa perspectiva solo puede valer como proyecto ético. Se hace necesaria la construcción de un ethos cultural democrático y ello es responsabilidad de la sociedad civil. Lo esencial para

la construcción de una cultura democrática no es solo la libertad de cada cual y la igualdad de todos ante la ley, si no la fraternidad: el convencimiento moral de que

debemos ser solidarios y respetuosos con los demás. Más allá de la representación política, de las reglas que permiten la coexistencia dialéctica entre gobierno y oposición, del marco constitucional y jurídico en que mora una ciudadanía hay un

universo de actitudes, creencias, tolerancias y concepciones, es decir, todo un universo cultural. Esto constituye también la democracia. Permea tanto la cosa

pública como la privada. Es el universo de la ciudadanía, de sus convicciones y responsabilidades, de su civismo y su fraternidad. Sin él no hay democracia‖37. Se requiere de la construcción de ―una sociedad verdaderamente democrática, la cual

se fundamenta en el respeto a la diferencia, el reconocimiento del otro y, ante todo y sobre todo, en el irrestricto respeto a la vida‖38.

Antonio Acevedo Linares resalta la importancia de la construcción de una cultura de la tolerancia, desde la perspectiva habermasiana y savateriana. Veamos.

―La sociedad contemporánea debe estar fundada sobre una cultura de la

tolerancia, el pluralismo ideológico y el respeto por la diferencia, la facultad de pensar distinto de los demás sin tener que asesinar al otro para imponer una idea, una causa o una razón. Una cultura de la tolerancia nos permitirá

pensar una sociedad abierta, democrática, pluralista y participativa que realice los sueños y la imaginación de los hombres con todas sus

potencialidades y audacias desde las diferentes perspectivas de pensar la sociedad, la realidad, el mundo y la vida. Desde las diferentes perspectivas

de pensar la vida se hace más humana y sensible fundar una sociedad basada en la defensa de los derechos humanos como un proyecto político que permita consolidar en la sociedad la vida como el estado más natural y

necesario para fundar la posibilidad de una utopía en la sociedad, construida desde un pluralismo político - ideológico para el consenso como un ´nuevo

discurso filosófico de la modernidad‘, en una acción orientada al entendimiento para la creación de espacios de consenso y participación. Un diálogo para la tolerancia implica fundar una sociedad con capacidad de

lenguaje y diálogo para que armonice en el mundo. La relación de los individuos en la sociedad tiene que darse sobre la base de que el mundo no

se divide en blanco y negro, la vida tiene muchos matices y perspectivas sobre lo mismo y en donde quiera que cada individuo se sitúe, siempre es posible pensar dentro de una ‗racionalidad comunicativa‘ acaso no mediada

36 Ibídem. 37

ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 38

PIZARRO LEONGOMEZ, Eduardo. Crónica de un sobreviviente. http://www.revistasemana.com.co

21

por una ‗acción estratégica‘ para la búsqueda de un acuerdo con un mínimo

de entendimiento para que la interacción de la sociedad y los individuos tenga sentido… Una cultura de la tolerancia en la sociedad garantiza el no -

surgimiento de la violencia de la intolerancia conformada por el sicariato y los escuadrones de la muerte, que niegan la posibilidad de pensar la vida y la

realidad desde otras perspectivas que no sean las de la defensa de los valores tradicionales del establecimiento que son tenidos como valores sacrosantos y perpetuos para la existencia de su denominado mundo libre…

La legitimación de una cultura de la tolerancia tiene que pasar por ese

entendimiento y diálogo de los individuos que conforman la sociedad en tanto el consenso garantice su ejercicio y la internalización en el corazón de la sociedad. Una sociedad sensibilizada en la cultura de la tolerancia hará que

los individuos se sitúen en la perspectiva del otro, en la cosmovisión del ‗mundo de la vida‘ al que pertenece la cultura y la sociedad, en una nueva

racionalidad que no vea el mundo en una sola dirección, en tanto que mi perspectiva, situada en la perspectiva del otro y a su vez la perspectiva del otro situada dentro de mi perspectiva, enriquecerá nuevas perspectivas del

mundo y los individuos serán más consecuentes, porque racionalmente habrán desarrollado la facultad de pensar por cuenta propia, situarse en la

perspectiva del otro enriquece su propia perspectiva en los términos de los principios de una racionalidad kantiana. La diferencia es el respeto por el otro, por su perspectiva, saber que podemos pensar la realidad y la sociedad

desde perspectivas opuestas sin que por ello genere un conflicto por la diferencia de nuestras perspectivas. El respeto por la diferencia nos sitúa en

el más alto grado de desarrollo de la cultura de una sociedad y nos proporcional el conocimiento, la sensibilidad y la madurez intelectual necesaria para alcanzar una mayoría de edad en el ámbito político y filosófico

en la concepción de la vida.

La descentralización de las perspectivas de los individuos acerca de la manera de pensar la sociedad permitirá ir en la búsqueda de la verdad como la única posibilidad real de construir la sociedad donde la cultura de la

tolerancia, el pluralismo ideológico y el respeto por la diferencia sean los aspectos naturales y esenciales de la existencia de una sociedad humana y

solidaria. Un individuo capaz de lenguaje y acción comunicativa, estructura una personalidad que garantiza situarlo en condiciones de participación en

procesos de entendimiento, para configurar una cultura de la tolerancia con un individuo de conciencia crítica que afirma su propia identidad en un proceso de interacción con los demás individuos y con la sociedad, generando

la "reproducción cultural" que asegura una continuidad del ejercicio del saber y la tolerancia en la vida cotidiana, creando una "integración social" que

consolida la legitimidad e identidad de los diferentes grupos sociales que interactúan en la sociedad como un proceso de ‗socialización‘ de los individuos que aseguran a otras generaciones la capacidad de una acción

comunicativa. La sociedad contemporánea tiene que educar al hombre desde su primer estadio de desarrollo para asumir la razón de la tolerancia y el

respeto por las diferentes perspectivas que circulan en el mundo de la cultura, sobre el ordenamiento económico y político de una sociedad, sobre las múltiples concepciones del mundo y la vida, sobre la manera de asumir el

deseo, la muerte o el amor. La utopía de una sociedad de entendimiento sólo es posible mediante la cultura. Ella será el cimiento sobre la que se

construirá la tolerancia y el pluralismo con el respeto que las perspectivas

22

ajenas nos merecen como una manera de que nos respeten nuestras propias

perspectivas…

Una educación para la tolerancia es una educación para la cultura. En los espacios construidos por la libertad es posible la cultura como realización

humana y emancipación individual y social. La cultura es la salida del hombre de su estado de barbarie. El ejercicio de la tolerancia permite reconocer al otro como un igual haciendo posible el entendimiento racional con el otro.

Este reconocimiento de la alteridad a su vez permite ir en la búsqueda de la verdad, saber que no está la verdad en el ámbito de mi perspectiva sino

también en la perspectiva del otro y en ese sentido es posible un diálogo sobre la sociedad que vivimos y queremos construir. Reconocerse en los otros es salir de mí para afirmarme en tanto que los otros me dan plena

existencia. La subjetividad u objetividad en las interpretaciones del mundo tiene que reconocerse en la cultura desde donde emergen las diferentes

perspectivas que hace la diferencia. La pluralidad ideológica permitirá hacer una lectura del mundo desde diversas perspectivas que enriquecerá el espectro del conocimiento y el pensamiento humano y asegurará la libertad

social para poner en tela de juicio las concepciones teóricas que no posibilitan el desarrollo del mismo conocimiento y el de la sociedad que se fundamente

en una participación democrática, libre y autónoma… La educación debe formar a un ciudadano integral, completo, con sentido de

sus obligaciones, con respeto a lo que hay que respetar, y también con capacidad de crítica y de autonomía frente al poder como este no funciona

cuando es debido… debe educar para desconfiar en los absolutos. La educación debe desarrollar la capacidad de deliberar con argumentos racionales. La educación tiene la misión de formar ciudadanos en tanto que el

concepto de ‗ciudadanos‘, solo se da en la democracia. Hay que preparar a los individuos para la ciudadanía que es también el ejercicio del gobierno.

Nadie puede ejercer la función de gobernar si no ha recibido una formación adecuada. En la democracia todos somos políticos, somos a la vez gobernantes y gobernados. La formación de ciudadanos son las personas

capaces de ‗participar‘ y no solamente de ´pertenecer‘. La madurez ciudadana no implica el abandono de sus pertenencias pero si el desarrollo

de las formas de participación. En la democracia cada ciudadano debe ser educado con total libertad. No se debe educar a nadie para ser súbdito. Se

debe preparar a los individuos para ser dirigentes. De lo contrario se educaría para obedecer…

En conclusión, las manifestaciones de la cultura se hacen posibles mediante un espíritu de tolerancia y un espíritu de tolerancia se hace posible mediante

la cultura; esto es, el hombre adquiere un espíritu de tolerancia por el conocimiento y la formación que proporciona la cultura, como la cultura se hace posible por el espíritu de tolerancia que impera en la sociedad. Allí se da

una simbiosis, que quiere decir que entre más alto sea el nivel de la cultura de una sociedad, más alto será el nivel de espíritu tolerante, como entre más

alto sea el espíritu de tolerancia, más alto será el nivel de la cultura porque estar inmersos en la cultura define una postura ética, una visión de respeto por las diferencias, un reconocimiento del otro"39.

39 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit.

23

EL DIALOGO SINCERO

La relación de comunicación soberana y por excelencia es el diálogo; no el seudodiálogo manipulador y sometedor, sino el auténtico diálogo entre iguales, participativo, en plena libertad, sin maquinaciones ocultas o evidentes ni

argumentos prohibidos. ――El diálogo no es una cuestión de estrategias y tácticas, de resultados concretos y tangibles, sino una sabia mezcla de argumentos y

sentimientos, de cabeza y corazón... Dialogar significa trabajar por la reciprocidad, por compartir, por la mutualidad. El diálogo nace de la aceptación del otro, del reconocimiento de una dignidad paritaria de la persona con la que se entabla la

conversación‖40. El diálogo genuino sólo se puede dar en condiciones de una verdadera democracia. ―El pluralismo cultural como alternativa para la construcción

de una cultura de la democracia requiere desarmarnos frente al otro. No verlo como enemigo, como amenaza, ni siquiera como objeto de observación o conocimiento, sino como otra fuente para la comprensión de la realidad. Se requiere de instaurar

el diálogo para resolver las diferencias con los demás. El diálogo supone estar en un mismo nivel de igualdad. No se puede dialogar entre un superior y un inferior:

entre quien posee la verdad y quien está sumido en el error. El diálogo es imposible si no se dan las condiciones de igualdad entre quienes dialogan… El respeto y el reconocimiento de la diversidad cultural y política, es un proyecto político a

construir dentro del proyecto social de fomentar una cultura de la democracia sobre la base de la tolerancia como ejercicio de la libertad… La construcción de una

cultura de la democracia debe posibilitar la profundización de una sociedad plural y tolerante donde las identidades se construyen con la existencia social de la diferencia, la alteridad y la pluralidad cultural. El multiculturalismo consiste en el

reconocimiento de las diferencias entre las culturas sobre la base del diálogo, el respeto y la tolerancia… ―El diálogo debe convertirse en un instrumento de

transformación, en un medio para hacer prosperar la tolerancia y la paz, y en un vector de la diversidad y del pluralismo. Numerosos conflictos se deben, en parte, a repliegues sobre una religión o una tradición espiritual que excluye a todas las

demás‖41.

El filósofo Daniel Herrera señala que el proyecto de construcción de una sociedad

democrática tiene que fundamentarse en la cultura, que mientras ésta sea sólo dada en la esfera de lo público o de lo organizativo, pero no toque la cotidianidad,

concretamente la familia, la escuela y el trabajo se tendrá una que otra práctica formalmente democrática, mas no la representación simbólica que le da sentido a la misma. La democracia interesa, sobre todo como forma de vida y en esa

perspectiva solo puede valer como proyecto ético. Se hace necesaria la construcción de un ethos cultural democrático y ello es responsabilidad de la

sociedad civil. Lo esencial para la construcción de una cultura democrática no es solo la libertad de cada cual y la igualdad de todos ante la ley, si no la fraternidad: el convencimiento moral de que debemos ser solidarios y respetuosos con los

demás. Más allá de la representación política, de las reglas que permiten la coexistencia dialéctica entre gobierno y oposición, del marco constitucional y

40 LÓPEZ, Mario. Política sin Violencia. La no violencia como humanización de la política. Proyecto Editorial UNIMINUTO. Bogotá, 2006. 41

UNESCO. La filosofía, una escuela de la libertad. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Sector de las Ciencias Sociales y Humanas. Edición en español, México, 2011. http//unesdoc.unesco.org.

24

jurídico en que mora una ciudadanía hay un universo de actitudes, creencias,

tolerancias y concepciones, es decir, todo un universo cultural. Esto constituye también la democracia. Permea tanto la cosa pública como la privada. Es el

universo de la ciudadanía, de sus convicciones y responsabilidades, de su civismo y su fraternidad. Sin él no hay democracia‖42.

En una democracia, que es libertad con responsabilidad, el hecho de que hay que decidir, que no podemos dejar que otros lo hagan por uno, nos encontramos con la

dificultad que es imperativo decidir y ello nos produce angustia, ansiedad. Democracia, entre muchas otras cosas, es aceptar la angustia de tener que decidir

por sí mismo. La tragedia de la vida no significa la ocurrencia de hechos fatales; la tragedia se presenta cuando nos enfrentamos a dilemas en los que hay que decidir, en que se necesita decidir. ―La tragedia ocurre cuando se enfrentan dos alternativas

igualmente válidas, pero que resultan contradictorias e incompatibles y entre las cuales hay que decidir‖43. La democracia exige la sumisión a la voluntad de la

mayoría y de una voluntad de compromiso para mantener el orden y las leyes, como las limitaciones de impulsos dionisíacos conocidos y reglas. La tragedia, en sentido nietzscheano (que es a la que aquí me refiero), es que tiene un espíritu

dionisiaco, diferente al espíritu apolíneo que es la esencia en su sentido literario. La tragedia, en la concepción de Nietzsche, combinaba de manera sinérgica lo

dionisiaco (lo instintivo) y lo racional (lo apolíneo); pero a partir de Esquilio y de Sócrates, el ingrediente dionisiaco (lo instintivo) desapareció de la tragedia, haciendo la vida meramente racional. La democracia es profundamente racional, y

por eso nos confronta permanentemente con el dilema de tener que elegir. Esto nos aboca a la dimensión frágil de la democracia; fragilidad que procede del hecho de

que es difícil aceptar la angustia que implica pensar por sí mismo y decidir por sí mismo.

Con la difusión de la enseñanza socrática y su influencia en la formación de la tragedia griega, el hombre totalmente negará su carácter dionisíaco, es decir, su

impulsividad y su intuición, dando paso a la razón y la lógica.

―Quien ha experimentado en sí mismo el placer de un conocimiento socrático

y nota cómo éste intenta abrazar, en círculos cada vez más amplios, el mundo entero de las apariencias, no sentirá a partir de ese momento ningún

aguijón que pudiera empujarlo a la existencia con mayor vehemencia que el deseo de completar esa conquista y de tejer la red con tal firmeza que

resulte impenetrable… Pero ahora la ciencia, aguijoneada por su vigorosa ilusión, corre presurosa e indetenible hasta aquellos límites contra los cuales se estrella su optimismo, escondido en la esencia de la lógica. Pues la

periferia del círculo de la ciencia tiene infinitos puntos, y mientras aún no es posible prever en modo alguno cómo se podría alguna vez medir

completamente el círculo, el hombre noble y dotado tropieza de manera inevitable, ya antes de llegar a la mitad de su existencia, con tales puntos límites de la periferia, donde su mirada queda fija en lo imposible de

esclarecer. Cuando aquí ve, para su espanto, que, llegada a estos límites, la lógica se enrosca sobre sí misma y acaba por morderse la cola - entonces

irrumpe la nueva forma de conocimiento, el conocimiento trágico, que, aun sólo para ser soportado, necesita del arte como protección y remedio (…)

42 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 43

ZULETA, Estanislao. Educación y democracia. Un campo de combate. Corporación Tercer Milenio, Bogotá, 1.995, p. 125.

25

(…). Sócrates era, pues, aquel segundo espectador que no comprendía la

tragedia antigua y que, por ello, no la estimaba; aliado con él, Eurípides se atrevió a ser el heraldo de una nueva forma de creación artística. Si la

tragedia antigua pereció a causa de él, entonces el socratismo estético es el principio asesino; y puesto que la lucha estaba dirigida contra lo dionisíaco

del arte anterior, en Sócrates reconocemos el adversario de Dioniso, el nuevo Orfeo que se levanta contra Dioniso y que, aunque destinado a ser hecho pedazos por las ménades del tribunal ateniense, obliga a huir, sin embargo,

al mismo dios prepotente: el cual, como hizo en otro tiempo cuando huyó de Licurgo, rey de los edones, buscó la salvación en las profundidades del mar,

es decir, en las místicas olas de un culto secreto, que poco a poco invadió el mundo entero‖44.

Unida a esa fragilidad de la democracia se encuentra un segundo elemento: la modestia de la democracia. Esta actitud dirigida voluntariamente a la moderación y

a la templanza de las acciones externas para evitar el rebasamiento de ciertos límites impasables, nos permite reconocer y aceptar lo diferente con pluralidad de pensamiento, creencias, opiniones, convicciones y cosmovisiones; lo cual nos

sensibiliza que nuestra propia visión del mundo o cosmovisión ―no es definitiva ni segura, porque la confrontación con otras podría obligarme a cambiarla o a

enriquecerla; que la verdad no es la que yo propongo sino la que resulta del debate, del conflicto; que el pluralismo no hay que aceptarlo resignadamente sino como resultado de reconocer el hecho de que los hombres, para mi desgracia, no

marchan al unísono como los relojes; que la existencia de diferentes puntos de vista, partidos o convicciones debe llevar a la aceptación del pluralismo con alegría,

con la esperanza de que la confrontación de opiniones mejorará nuestros puntos de vista. En este sentido la democracia es modestia, disposición a cambiar, disposición a la reflexión autocrítica, disposición a oír al otro seriamente. En realidad, no hay

ninguna teoría, de cualquier clase que sea que pueda pretender un enfoque total, ni mirada alguna que globalice el paisaje humano en su complejidad. Los enfoques

sobre un mismo objeto, cuando provienen de un pensamiento propio se completan y se combaten a la vez‖45.

Algunos teóricos de la comunicación plantean que es casi imposible el acuerdo, pero esto no implica que el diálogo se tenga que interrumpir cuando los hablantes

disienten, controvierten o tienen posiciones antagónicas.

Si un diálogo no es objetivo, sincero, veraz y ético, puede romperse con facilidad. El mundo cotidiano nos presenta esquemas erráticos de conversación, que muchas veces los aplicamos, sin el debido cuestionamiento y la reflexión. Ello genera

distorsiones y malentendidos en la comunicación, que nos involucran en conflictos. La diversidad degradada de los conflictos ha estado animada por la degradación de los

lenguajes. Muchos conflictos surgen porque partimos del principio de que el otro posee las

mismas referencias que nosotros, usa los mismos itinerarios de pensamiento y debe saber lo que queremos decir. Cuando nos comunicamos con los demás,

por lo general no tenemos en cuenta esta selección de información, tan aferrados como estamos a la creencia de actuar sobre la misma realidad que el otro, esto es fuente de incomprensión y malentendidos. El famosísimo comediante

Roberto Gómez Bolaños, poéticamente nos dice que: ―Las palabras son alhajas /

44

NIETZSCHE, Federico. El nacimiento de la tragedia. http://www.librodot.com 45

Ibídem, p. 127.

26

que amalgaman fulgor y pulcritud / y dan con singular exactitud / sabor de

ambrosía a las migajas.// Pero a veces parecen ser navajas /que hieren con fatal solicitud, / y en gris funeral de la virtud / semejan ser auténticas mortajas.‖46.

Augusto V. Ramírez, en su libro Consumismo, familia y sociedad, plantea que la palabra no siempre transmite señales confiables. Que no siempre el que escucha

recibe la misma señal que el parlante cree enviar. El simbolismo del lenguaje tiene matices diferentes en cada persona; cada emisor tiene su particular simbología, cada receptor adapta el mensaje a su ecualizador. En fin que, tenemos que

convenir con los poetas, que andamos entre sombras adivinando signos. Por eso, cuando se dialoga es importante, además de escuchar y comprender al otro,

interpretar convenientemente lo que el interlocutor quiere expresar, porque si no ocurre esto, puede romperse la comunicación.

El diálogo auténtico requiere que se diga la verdad. ―La verdad es algo tan fundamental que no sólo se comporta como uno de los problemas filosóficos por

excelencia, sino que es también una de las bases del comportamiento social humano. No es posible establecer relaciones sociales significativas y duraderas sin tener la facultad de confiar en el otro. Una vez que la confianza se rompe, el

establecimiento de relaciones con otros significantes se vuelve bastante difícil. De este modo, una vez que nuestro comportamiento comienza a basarse en aspectos

que poco se relacionan con la verdad, las relaciones basadas en la confianza se rompen y poco queda de relaciones sociales valorables‖.47 No sólo basta con decir la verdad, lo realmente importante es no mentir. ―El culto a la verdad por la verdad

misma es uno de los ejercicios que más eleva el espíritu y lo fortifica… Pues el que no se acostumbra a respetarla en lo pequeño, jamás llegará a respetarla en lo

grande‖. (Miguel de Unamuno). Según Kant, la verdad hay que decirla por la razón misma. ―Si hablamos, es para comunicar algo, y si lo que decimos es mentira, entonces no comunicamos nada. La mentira despoja de todo sentido al lenguaje‖48.

La veracidad, o hábito de decir la verdad, es una virtud, y la obligación de practicarla surge de un origen doble. (Por verdad, si entrar en intrincadas

profundidades epistemológicas, se entiende que se trata de afirmar lo que concuerda con la realidad, referir los hechos tal como ocurrieron, que lo que se exprese esté en concordancia con lo que se piensa o se siente. Esa sería la ―verdad‖

que tendremos que decir en el diálogo, porque la verdad como valor, como ideal, es supremamente compleja e insondable. Porque: ¿Qué es la verdad? ¿Dónde está la

verdad? ¿Quién tiene la verdad? ¿Quién dice la verdad? ¿Cuál verdad? ¿La verdad lógica? ¿La verdad ontológica? ¿La verdad de hecho? ¿La verdad de razón? ¿La

verdad pragmática? ¿La verdad sintética? ¿La verdad analítica? ¿La verdad semántica? ¿La verdad de Perogrullo? ¿La verdad verbal? ¿La verdad apodíctica? ¿La verdad metafísica? ¿La verdad moral? ¿La verdad diacrónica? ¿La verdad

sincrónica? ¿La verdad monda y lironda? Por esta razón es mejor que entendamos la verdad en el sentido antes aclarado).

En primer lugar, puesto que el hombre es un animal social (como diría Aristóteles), un hombre debe naturalmente a los demás aquello sin lo que una sociedad no

perdura. Pero los hombres no pueden vivir juntos si no creen estar diciéndose la verdad uno a otro. De ahí que la virtud de la veracidad esté hasta cierto punto

dentro del capítulo de la justicia. La segunda fuente de la obligación de veracidad surge del hecho de que el habla tiene claramente la finalidad por su propia naturaleza de la comunicación del conocimiento de uno a otro. Debe utilizarse, por

46

GÓMEZ BOLAÑOS, Roberto. …y también poesías. Santillana, Bogotá, 2009, p. 139. 47 ¿Qué es la verdad? www.misrespuestas.com 48 Mentor interactivo. Océano editorial, Madrid.

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tanto, para la finalidad para la que está naturalmente propuesta, y las mentiras

deben ser evitadas. Pues las mentiras no son meramente un mal uso, sino un abuso, del don de la palabra, ya que, al destruir la confianza instintiva del hombre

en la veracidad de su prójimo, tienden a destruir la eficacia de ese don. Según Aristóteles, la mentira es el ocultamiento del ser bajo apariencias. El lenguaje,

plantea el filósofo José Ortega y Gasset, lo definimos ―como el medio que nos sirve para manifestar nuestros pensamientos. Pero una definición, si es verídica, es irónica, implica tácitas reservas, y cuando no se la interpreta así, produce funestos

resultados… Lo de menos es que el lenguaje sirva también para ocultar nuestros pensamientos, para mentir. La mentira sería imposible si el hablar primario y

normal no fuese sincero. La moneda falsa circula sostenida por la moneda sana. A la postre, el engaño resulta ser un humilde parásito de la ingenuidad‖49. El filósofo Martín Heidegger señala que el único modo de llegar al ser es el lenguaje, pues allí

es donde habita. El lenguaje lo oculta o lo muestra según su hablar. ―El lenguaje no es un ente más, digno del estudio de la ciencia; es nuestro vínculo con el ser,

vínculo propio de nosotros y propio del ser… La lengua es la poesía originaria, en la que un pueblo poetiza el ser‖.50 En plano muy profundo Javier H. Murillo nos dice que el lenguaje es el resultado de una necesidad, la manifestación de un

desbordamiento, de un desequilibrio o una insatisfacción.

El diálogo se nutre del debate y la controversia, y es a través de éstos que surge la verdad. El pluralismo democrático se evidencia en el debate y la controversia. En este sentido, según el discurso del presidente César Gaviria Trujillo (durante la

clausura de la Asamblea Constituyente de 1991), los debates francos no serán criticados por generar conflicto. ―Por el contrario, se dirá con razón: ¡Bienvenido

sea el diálogo abierto, sin temas vedados, donde todos tenemos algo que decir, donde todos tenemos el derecho a ser oídos! En el ámbito de un diálogo auténtico debe imperar la tolerancia para escuchar y respetar ideas ajenas, sin abandonar las

nuestras. Ello implica que ―todos podremos expresarnos libre y plenamente, que hemos adoptado unas nuevas reglas de juego para que dejemos de pelear como

enemigos y pasemos a dialogar como contradictores‖. El diálogo abierto posibilita un estilo armónico de convivencia. ―El enfrentamiento surge casi siempre de la incomprensión, del encasillamiento de cada cual en su posición y en su forma de

ver las cosas, sin atender a los problemas del otro. Una dinámica que haga posible una buena convivencia pasa inevitablemente por el diálogo abierto, por la

predisposición a escuchar y a ponerse en el lugar del otro, como única forma de una convivencia viable‖51.

Una persona con habilidades comunicativas debe vivir y hablar con inteligencia (saber lo que hace o lo que dice), prudencia (saber cómo, cuándo y dónde hacer o decir algo) y naturalidad (actuar y hablar de manera espontánea). Así mismo, en la

comunicación, se debe conocer la esencia del mensaje (qué es lo que se dice), su finalidad u objetivo (por qué se dice) y la forma cómo se dice. Porque la verdadera

elocuencia consiste en decir todo lo necesario, y no decir más que lo necesario. Con respecto a la prudencia para hablar, el filósofo Miguel Ángel Martí García52

señala que el aspecto más criticado es la incontinencia verbal o la imprudencia verbal, tal vez por ser el defecto más extendido. Son muchas las personas que se

dejan llevar por una forma exagerada por el deseo de hablar, cayendo en todo tipo

49 ORTEGA Y GASSET, José. La rebelión de las masas. http://www.librodot.com 50 Etimología de la verdad y verdad de la etimología, de Jorge Alejandro Flórez Restrepo. www.forodeeducación.com 51 Mentor interactivo. Ob. Cit. 52 MARTI GARCIA, Miguel Angel. El arte de hablar bien.

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de incorrecciones y produciendo cansancio a los que se ven obligados a

escucharles. En cambio, son más bien pocas las personas que se caracterizan por su prudencia y oportunidad a la hora de comunicarse con los otros. En decir lo que

se tiene que decir y en escoger el momento oportuno estribaría el arte de hablar, aunque para ser más preciso, a estas condiciones habría que añadir el hacerlo en

términos apropiados. No todas las personas cuentan con el número de vocablos suficientes para expresar lo que quieren decir; de ahí la importancia de poseer un vocabulario extenso, que pueda satisfacer nuestras necesidades de comunicación.

Como es lógico estas necesidades no serán las mismas para un intelectual que para quien no lo sea; de todas formas, si el vocabulario es muy reducido, no cubre las

exigencias mínimas que todo hombre necesita, no sólo para comunicarse con los otros, sino para entenderse a sí mismo, porque quien no posee la palabra para mencionar el concepto que representa, es que de alguna manera desconoce

también el concepto y la realidad que sustituye.

Por lo tanto, para hablar bien junto a la prudencia y la oportunidad es necesario disponer de un vocabulario apropiado. La prudencia y la oportunidad nos garantizan

que nuestros juicios, valoraciones, calificaciones, se ajusten a la realidad, porque nuestras palabras no van más allá de la realidad, y tampoco se quedan más cortas, porque se da una perfecta adecuación entre nuestro juicio de la realidad y la

realidad misma. Si además contamos con un vocabulario apropiado, esta adecuación no se dará únicamente en el campo axiológico y ético, sino también

ontológico. Cada realidad tendrá su palabra, con lo cual nuestra conversación será exacta y evitaremos circunloquios que hacen pesada la comunicación entre las personas. Indudablemente encontrar a una persona que se exprese bien, con

fluidez, haciendo uso de un léxico amplio, es algo que produce admiración, porque son muy numerosas las que lo hacen de una forma deficiente. Unos porque son

jóvenes, y aquí habría que hacer mención expresa de los adolescentes que, con su vocabulario tan reducido y sus expresiones tan repetitivas, acaban construyendo un

argot, que da poco gusto escucharlo. Y otros porque carecen de cultura, y tienen un vocabulario mínimo, que no les permite expresarse con propiedad. Por eso producen admiración quienes se expresan bien, y saben acudir a todos los recursos

que el lenguaje tiene como medio de comunicación. No se trata, como es lógico, de ir pronunciando grandes discursos. Se trata de decir lo que uno quiere decir con

precisión, con justeza, utilizando las palabras más adecuadas. En definitiva, poner por obra el consejo de Quilón: «Que tu lengua no corra por delante de tu pensamiento».

El diálogo tiene relación con la conversación, porque a través de ésta podemos

expresarnos, comprendernos, aclararnos, coincidir, discrepar y comprometernos. En una conversación auténtica cada uno busca convencer a su interlocutor o

interlocutores, pero también acepta poder ser convencido; y es, en este propósito mutuo, como se construye la autoafirmación de cada uno y la de todo el grupo. Por eso la mentira deteriora toda comunicación.

Si desarrollamos habilidades comunicativas, si nos convertimos en artistas de la

conversación, el arte reina en nosotros. Así la concibe también Estanislao Zuleta cuando plantea que el más bello de todos los artes, y el que los contiene, en cierto modo a todos, es la conversación, que es el arte por excelencia que debemos

cultivar, pero se lamenta que en el capitalismo se liquida la conversación. No la necesita, no existe para él.

29

COMPROMISO ÉTICO Y ALTERIDAD EN LA COMUNICACIÓN

Hablar implica un compromiso ético. Como la palabra es la expresión del pensamiento y de la identidad, es fundamental primero pensar y luego hablar. El uso adecuado de

la palabra fomentará condiciones éticas de convivencia social y de mayor tolerancia pública entre las personas. Si ―hablando se entiende la gente‖, es preciso cuidar la

palabra como cauce de la comprensión recíproca, requisito primero de toda convivencia. Si no podemos comprendernos es difícil la convivencia plena y lograda, que implica intercambio armónico y recíproco de ideas y proyectos comunes. Pero

ese ―axioma‖ de que ―hablando se entiende la gente‖ tenemos que analizarlo con espíritu crítico, porque el pensador José Ortega y Gasset nos advierte que ―dóciles

al prejuicio inveterado de que hablando nos entendemos, decimos y escuchamos tan de buena fe, que acabamos muchas veces por malentendernos mucho más que sí, mudos, procurásemos adivinarnos‖ 53. Así mismo, aclara que ―más que un

hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meros ídolos del foro; carece de un «dentro», de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo

que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones…‖ (Los ―ídolos del foro‖ son los ídolos del lenguaje y la

comunicación. En la comunidad, en la interrelación e interacción con los demás, en el foro, las cosas no son lo que son en realidad, sino como dicen que son. Las

palabras, instrumentos primordiales de comunicación, se hallan cargadas de tantas imprecisiones y ambigüedad que su uso implica responsabilidad y pensar antes de hablar).

Las falacias o los sofismas alteran la comunicación, por cuanto atentan contra la

verdad. Una falacia es un engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a otro. Un sofisma es una razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso. La significación de falacia o sofisma alude a un argumento

aparente o a una forma de argumento no válida.

Con el apoyo de un ensayo de Lovrencic Germán T., publicado en www.monografias.com, disertaré un poco sobre las falacias de atinencia. Las

falacias son razonamientos sicológicamente persuasivos. Una falacia no puede ser lógica, sino psicológica por cuanto busca convencer sin contemplar la verdad. El sofista o el falaz le interesa persuadir, convencer, pero no decir la verdad. En la

falacia o en el sofisma se utiliza un modo de argumentar en que hay un error en la estructura del razonamiento, que pasa inadvertido. Las falacias consisten en

errores en el razonamiento sometidos o bien por la fuerza persuasiva del argumento empleado para establecer la conclusión o bien por la ambigüedad que presenta el lenguaje utilizado para formular el razonamiento‖.

Entre las falacias de atinencia (atinencia quiere decir relación, conexión,

correspondencia), cuya característica común ―es que sus premisas carecen de atinencia lógica con respecto a sus conclusiones, no pudiendo establecer su verdad‖, encontramos las siguientes. A falta de esa atinencia lógica, se sustituye

por la atinencia psicológica para convencer y persuadir con la ayuda del lenguaje dada su capacidad para generar estados emocionales. En estos razonamientos, las

53 ORTEGA Y GASSET, José. Ob. Cit.

30

conclusiones no tienen relación de dependencia o necesidad con sus premisas

(atinencia), es por ello que no se puede establecer su verdad. El engaño es evidente porque el lenguaje se usa tanto expresivo como informativamente para

estimular emociones como temor, hostilidad, piedad, entusiasmo o terror.

1) Argumentum ad baculum (Apelación a la fuerza). Son argumentaciones fundadas en elementos coactivos, con el ánimo de fundamentar la conclusión pretendida. ―La intimidación no necesariamente debe hacerse a través de enunciados que aludan a

la coacción física, ya que dichos enunciados pueden referirse a otros métodos de intimidación no consistentes en las vías de hecho. Usualmente sólo se recurre a ella

cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales. Podría resumirse el ad baculum en la frase: ―La fuerza hace el derecho‖.

2) Argumentum ad hominem (Argumentación contra el hombre). En este caso se ataca al hombre, al autor del discurso, y no se refuta la verdad de lo que se afirma.

―No se trata de disputar acerca de la verdad o falsedad de la proposición en cuestión, sino arrojar dudas acerca de la plausibilidad y/o de la consistencia de la persona que defiende esta proposición y contra la cual se argumenta‖.

3) Argumento ad ignorantiam (Argumento por ignorancia). Se afirma que una proposición es verdadera argumentando sólo porque no se ha demostrado que sea

falsa, o bien que es falsa porque no se ha probado lo contrario. En el ámbito jurídico ―acarrea la declaración de inocencia de un agente, por parte del órgano aplicador de derecho. Se establece que la ignorancia por falta de pruebas o pruebas

insuficientes acerca de la culpabilidad de un individuo justifica la aserción de su inocencia‖.

4) Argumentum ad misericordiam (Argumento por misericordia). Se utiliza el lenguaje en sentido emotivo. Mediante esta falacia se pretende que se acepte una

argumentación apelando a la piedad. ―Se encuentra con frecuencia este tipo de argumentación en los tribunales de justicia, cuando un abogado defensor deja de

lado los hechos que atañen al caso y trata de lograr la absolución de su cliente despertando piedad o lastima en los miembros del jurado‖.

5) Argumentum ad populum (Argumento popular). Cuando se hace un llamado emocional al auditorio con la intención de provocar en ellos aquellos sentimientos

que les hagan adoptar el punto de vista del hablante. También se acude a ella cuando ―se trata de motivar determinada actitud por parte del auditorio, mediante

el empleo de una argumentación instrumentada desde una perspectiva psicológica, a efectos de lograr una actitud emocional en pro o en contra de un enunciado determinado‖. Son las falacias favoritas de los demagogos y de los publicistas.

6) Argumentum ad verecundiam (Argumento por autoridad). Es el argumento

aparente de quien sabe o presume saber o ejerce algún poder sobre el auditorio. Se comete esta falacia cuando para validar un argumento, se citan palabras de una autoridad. ―Pero la referencia a una reconocida autoridad en el campo especial de

su competencia puede dar mayor peso a una opinión y constituir un factor de importancia‖. Se suele utilizar por parte de los ―famosos‖ para publicitar un

producto. 7) Falacia de Accidente. ―La falacia de accidente consiste en aplicar una regla

general a un caso en particular cuyas circunstancias accidentales hacen inaplicable la regla. Lo que es verdad en general o en muchos casos, puede no serlo

universalmente, porque las circunstancias modifican los casos, relativisandolos‖.

31

8) Falacia de Accidente inverso (generalización apresurada). Ocurre cuando se

generaliza a partir de excepciones o apresuradamente una regla, que se adecúa a pocos casos particulares.

9) La causa falsa. ―Consiste en relacionar el post (después de) con el propter (a

causa de). Se comete esta falacia cuando se considera que, al ser A antecedente temporal de B, entonces se considera a A como la causa de B (sólo, por ser antecesor). Ejemplo: Una falacia seria creer que por el testimonio de alguien con

resfriado, por beber unos frascos de una cocción de una hierba secreta, pudo curarse en dos semanas.

10) Petitio principii. ―Se comete esta falacia cuando se trata de tomar como premisa de su razonamiento la misma conclusión que pretende probar. Se pretende

apoyar una conclusión en ella misma y sólo se cambia de palabras. Si la proposición que se quiere establecer está formulada exactamente en las mismas palabras como

premisa y como conclusión, el error será tan manifiesto que no engañará a nadie. Ejemplo: Esta falacia puede hallarse en una cadena de varios razonamientos: Si alguien afirma que Shakespeare es un autor más grande que Robbins, porque la

gente de buen gusto literario lo prefiere; y si además afirma que la gente de buen gusto es la que prefiere a Shakespeare, se estará cometiendo la falacia‖ .

11) La pregunta compleja. ―Cuando se comete la falacia de la pregunta compleja se está requiriendo A) una única respuesta, a un interrogante con varias preguntas,

o B) una única respuesta a un interrogante que contiene una presuposición. Ejemplo: Forma A) Si la madre le pregunta a su hijo, si quiere portarse bien e ir a

acostarse; claramente se trata de dos preguntas y una de ellas no presupone una particular respuesta a otra. Deben darse ambas preguntas una única respuesta. Otro ejemplo seria la pregunta: ¿Podría Dios todopoderoso, crear una piedra tan

pesada que ni él podría levantar? Forma B) Si se preguntara: ¿Ocultó usted en su escritorio la joya que sustrajo? Este interrogante contiene una presuposición que se

ha contestado afirmativamente a la pregunta: ¿Sustrajo usted la joya?‖ 12) Ignoratio elenchi. ―La falacia Ignoratio elenchi se comete cuando un

razonamiento que se supone dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente. Ejemplo: Si en un juicio, el fiscal trata

de probar la culpabilidad del acusado de asesinato de un niño, pero no a través de pruebas, sino tratando de explicar lo horrible de la muerte de un hijo. De esta

manera se tratara de despertar un estado emocional en el jurado, para que se lo culpe por el horror del crimen, y no por si es realmente culpable‖.

El filósofo Reinaldo Suárez Díaz nos dice que desde que nacemos nos sumergimos en una sociedad, vivimos con otros, dependemos de otros. ―Mi vida misma, mi

existencia, supuso la alteridad, la unión de dos seres. El hombre no se da a sí mismo el ser, lo recibe; no tiene generación espontánea, nace de otros. El otro es un constitutivo esencial de mi existencia y una necesidad para toda actividad

humana. Pienso. Pero ¿qué pienso? Todo pensamiento supone un objeto. No hay lenguaje ni comunicación sin interlocutor. Existimos con alguien‖ 54. Sabiamente, el

filósofo Gottlieb Fichte aclara que el hombre sólo se convierte en hombre con otros hombres. Para ser hombres hay que ser varios.

Fernando Savater en el capítulo séptimo de Ética para Amador ("Ponte en tu lugar") se refiere a la importancia ética de ponernos en el lugar de los demás. Como en el

54 SUAREZ DIAZ, Reinaldo. Pensamientos para hombres libres. Ediciones UIS.

32

mundo no estamos solos, debemos aprender a convivir con los otros sin importar

cómo piensen. "Lo que a la ética le interesa, lo que constituye su especialidad, es cómo vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos". Por el hecho

de existir necesariamente tenemos que convivir con otras personas. "Lo que hace humana a la vida es el transcurrir en compañía de humanos, hablando con ellos,

pactando y mintiendo, siendo respetado o traicionado, amando, haciendo proyectos y recordando el pasado, desafiándose, organizando juntos las cosas comunes, jugando, intercambiando símbolos..." Esa coexistencia lleva implícito el respeto al otro, el obrar

bien. Es necesario el reconocimiento del otro, como persona distinta a mí, como ser infinito en posibilidades. "Cuando un ser humano me viene bien, nada puede venirme

mejor". Sólo podemos amarnos entre seres humanos. ―Los hombres necesitan ser reconocidos y valorados en su dignidad porque es un deseo humano innato que está en relación con la valoración que el hombre tiene de sí mismo y de la valoración que

los demás tienen sobre él. Ello contribuye a la afirmación de su propio valor como ser humano, como persona, como ser moral y como ser libre. El hombre adquiere

capacidad de valorarse a sí mismo y capacidad para valorar a los demás‖55. La persona tiene necesidad de darle valor a las cosas y a los demás, lo mismo que a las acciones humanas y a lo existente su entorno. Debemos procurarnos la felicidad y

procurar la de los demás. "¿Si cuanto más feliz y alegre se siente alguien menos ganas tendrá de ser malo, no será cosa prudente intentar fomentar todo lo posible la

felicidad de los demás en lugar de hacerles desgraciados y por lo tanto propensos al mal?‖. Las personas deben ser tratadas como personas. Cuando nos ponemos en su lugar, las estamos tratando así. "Ponerse en el lugar del otro es algo más que el

comienzo de toda comunicación simbólica con él: se trata de tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan hay que comprender sus razones". Todo

hombre tiene derecho a que se pongan en su lugar y comprendan su hacer y su sentir. "Ponerse en el lugar del otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real como a ti mismo". Ponerse en lugar de otra persona, no es sólo atender sus

razones, sino "participar de algún modo de sus pasiones y sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos". Ponerse en el lugar del otro, implica ser justo, tratar a los

demás con justicia. La justicia como virtud es la "habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno -si queremos vivir bien- por entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de nosotros". Para vivir bien hay que ser justo y libre, pero nadie

puede ser justo y libre por nosotros. "Lo mismo que nadie puede ser libre en tu lugar, también es cierto que nadie puede ser justo por ti si tú no te das cuenta de que debes

serlo para vivir bien. Para entender del todo lo que el otro puede esperar de ti no hay más remedio que amarle un poco, aunque no sea más que amarle sólo porque

también es humano... y ese pequeño pero importantísimo amor ninguna ley puede imponerlo"56.

El filósofo Luís José Álvarez González57 señala que la categoría de alteridad se forma a partir del término latino alter, que significa otro. Alteridad significa, por

tanto, negación de la mismidad que caracteriza a la totalidad cerrada. La alteridad, como actitud, parte del reconocimiento del otro como distinto al yo y de lo otro frente a lo mismo; supone aceptar que existen diferentes mundos como totalidades

de sentido, que yo no poseo la verdad absoluta ni la raíz del derecho. El significado de la alteridad se extiende en tres direcciones diferentes, aunque complementarias.

Primeramente la podemos concebir como búsqueda de lo otro, en el sentido de posibilitación. Se parte de la negación de lo mismo como horizonte de proyección;

55 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 56 SAVATER, Fernando. Ética para amador. Ariel, Bogotá, 1994. 57 ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Luis José. Ética latinoamericana. USTA, Bogotá.

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de que existen siempre nuevas posibilidades para la realización del hombre. Éste,

como ser histórico, puede asumir dos actitudes opuestas frente a la historia: puede someterse a sus fuerzas y dejarse arrastrar positivamente por ellas o, por el

contrario, hacerle frente y dirigirla, construirla.

En segundo lugar, la alteridad implica apertura al otro, como actitud de fraternización. Aceptar la realidad de otro exige que nos abramos a él, que comprendamos y acojamos su realidad, que nos pongamos al servicio de su vida.

Cobra así el amor su pleno sentido como búsqueda desinteresada de la realización del otro. La solidaridad es auténtica cuando está cimentada sobre este espíritu de la

alteridad, cuando parte de la igualdad de todos frente a la vida y desde esa igualdad decide ayudar al desfavorecido para que recobre su dignidad de vida.

En tercer lugar, la alteridad nos lleva a tomar conciencia de nuestro ser-otro frente a las totalidades que pretenden uniformar o anular las diferencias. Implica una

actitud de identificación. Los grupos dominados cobran conciencia gracias a ella de lo que en realidad son como grupo o como pueblo, de su verdadera identidad son como pueblo, de su verdadera identidad histórica. Para alcanzar una vida auténtica

y de libertad, es necesario optar por la alteridad del propio ser personal, como individuo. Y del ser de nuestro pueblo, como colectividad.

El acto comunicativo nos exige reconocer al otro. La palabra tiene la connotación de reconocer al otro. Reconocer al otro significa permitir que el otro entre al colectivo.

La palabra no debe agredir al otro. Debemos acercarnos al otro a través de una comprensión del otro. En el diálogo se debe tener claro que el otro no es mi

esclavo o que me va a engañar. ―No se habla para convencer al otro de algo o para sacar algún provecho oculto, sino que hablamos los amigos porque nos enriquecemos mutuamente en un ámbito de donación natural‖ (Aristóteles). Javier

Aranguren indica que en el diálogo es posible la solidaridad, evitando mirar por encima del hombro al otro que dialoga; es posible el desinterés, entendido no como

indiferencia ante las consecuencias de mis actos, sino como capacidad de apreciar al otro en lo que es y no por los beneficios que me reporte. El saber no da lugar a la agresión, porque la agresión con la palabra tiene demasiadas implicaciones

negativas que conllevan a una accidentalidad del diálogo, y cualquier relación entre los hombres que acabe por anular el diálogo, de acuerdo con Speaman, anula

también su propia condición de relación humana: es una farsa de humanidad. La auténtica realización no se da a partir del ocultamiento del rostro del otro, o del

silenciamiento de la palabra del otro; todo lo contrario, se da en la revelación del rostro del otro, en la escucha de su palabra, en el compartir su propia realización. Si no reconocemos al otro, viviremos en soledad e indiferencia, y éstas, según

Javier Aranguren, ―son una vía de anulación del diálogo, y con ello de más propiamente definitorio de lo humano: es la pérdida de la ejecución práctica de la

racionalidad‖58. Cuando creemos que se nos contradice, pensemos si más bien se nos quiere decir algo diferente. Sólo quien mira con nuevos ojos descubre distintas versiones de la realidad que amplían el horizonte.

Reconocer al otro como persona implica intentar descubrir el sentido de lo que hace y

soporta, de lo que parece pasarle, de lo que lo perturba, de lo que lo hace sentirse incómodo o de mal humor. Es tomar conciencia de que compartimos un mundo común en el que, como posibilidad del nosotros, se funda el sentido de la experiencia

comunicativa en la que se desvela críticamente lo que hay en nosotros de mezquino y de elevado, de bueno o de malo. Sólo así se vivencia la verdadera alteridad como

58 ARANGUREN, Javier. Discurso, lenguaje, diálogo.

34

reconocimiento y aceptación del otro como un ser distinto a mí, un ser infinito en

posibilidades al igual que yo. La alteridad, que nos facilita la vida en comunidad, se relaciona con la generosidad. ―Sólo existe generosidad en la medida en que percibo al

otro como otro y la diferencia del otro en relación a mí. Entonces soy capaz de entrar en relación con él por la única vía posible, porque, si salgo de esa vía, caigo en el

colonialismo, voy a querer ser como él o que él sea como yo -la vía del amor, si quisiéramos utilizar una expresión evangélica; la vía del respeto, si queremos usar una expresión ética; la vía del reconocimiento de sus derechos, empleando una

expresión jurídica; la vía del rescate del realce de su dignidad como ser humano, si queremos utilizar una expresión moral. O sea, eso supone la vía más corta de la

comunicación humana, que es el diálogo y la capacidad de entender al otro a partir de su experiencia de vida y de su interioridad‖.59

El reconocimiento del otro como diferente implica la aceptación de los demás, permitiendo que sea él mismo, sin que tratemos de imposibilitar su proyecto

existencial, porque en nuestra sociedad de intolerancia sólo reconocemos a los otros si son iguales a nosotros; si es diferente sólo lo dejamos pasar de largo como si no existiera. Tenemos, por el contrario, que reconocer que el otro es diferente y, por

tanto, tener sus creencias religiosas, su concepción del bien, del mal, de la justicia, de la igualdad, de la belleza, de la libertad, de la verdad, de la amistad o del amor, su

cosmovisión, sus niveles de conciencia, tener partido político, tener ideales, valores, principios, vicios, virtudes y emociones, preferencias por cualquier equipo deportivo, etcétera. Basta que estemos de acuerdo con los otros en unos mínimos principios de

convivencia como son los derechos humanos. ―El hombre busca su reconocimiento sobre la base del respeto porque se sabe poseedor de valor y tiene una dignidad en la

que descansa su condición humana‖60. Toda persona, como ser único e irrepetible, libre y autónomo, como ser en el mundo,

como ser que coexiste y como ser que se comunica, realiza su humanidad de acuerdo con su situación, más o menos semejante, pero jamás idéntica. ―¡Escuchadme, pues

yo soy tal y tal. ¡Sobre todo, no me confundáis con otros!‖61. Ésta va haciéndose como ser histórico al enfrentarse a los acontecimientos para crear nuevas formas de vida y socialización. El fundamento de esta opción es la alteridad o búsqueda del

―otro‖, que es también búsqueda de lo nuevo, de lo diferente, a fin de formar nuevas posibilidades de convivencia para destruir el hábito de la repetición y de la

resignación. Este cometido presupone que la persona responsablemente trascienda todos los determinismos que le impone el medio, buscando su desarrollo físico e

intelectual, despertando y avivando sus propias potencialidades como individuo libre y como ser social, y, luego, como ser personal. El valor de la persona se concreta cuando ésta toma conciencia del ―otro‖ o alteridad, lo que presupone la aceptación de

otras realidades distintas a aquélla, de otros individuos concretos que son seres personales, o que están también en vías de personalización. La persona por su

condición natural de ser un ser gregario, necesariamente tiene que coexistir, vivir con ―otros‖, con el ―otro‖, y el ―otro‖ es todo aquello que ―no soy yo‖. La alteridad ―se aplica al descubrimiento que el ―yo‖ hace del ―otro‖, lo que hace surgir una amplia

gama de imágenes del ―otro, del ―nosotros‖, así como visiones del ―yo‖.62

La alteridad tiene estrecha relación con la justicia, que también se nos presenta como un ingrediente de la práctica comunicativa dentro del sistema democrático.

59 http://www.adital.com.br 60 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 61

NIETZSCHE, Federico. El Ecce Homo. 62 Diccionario de filosofía latinoamericana. www.ccydel.unam.mx

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Justicia, además de ser entendida como un asunto de distribución o administración,

―significa el reconocimiento del otro como en cuanto otro (alteridad-fin), como entidad con derecho a la vida y a su realización. En el sentido de darle a cada uno

lo que se merece, no es un imperativo coercitivo, sino la afirmación de los otros, de la alteridad; es un enunciado ético que debe materializarse en el derecho a la vida

de los demás… la justicia exige todas las condiciones materiales para que todos los individuos se realicen como fines‖.63 Todos tenemos necesidad de justicia para nuestra autorrealización. ―La justicia es una necesidad social, porque el derecho es

la regla de vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el derecho‖ (Aristóteles). ―El bien ético es el sí al otro y, por lo tanto, es

justicia―, señala el filósofo Enrique Dussel. ―¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados!‖, dice la Biblia.

En el diálogo es necesario el reconocimiento sincero de la condicionalidad recíproca, de su alteridad. Los versos del Nobel de literatura Octavio Paz así lo sugieren: ―Para

que pueda ser he de ser otro. / Salir de mí, buscarme en los otros. / Los otros que no son si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia‖.

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA COMUNICACIÓN

El filósofo Fernando Estrada Gallego64 reconoce que uno de los graves problemas de nuestra sociedad obedece a un deterioro de los lenguajes colectivos, y cómo los

medios de información están contribuyendo a degenerar la representación colectiva de vida social y de vida ética. Hay comunicadores que alimentan el acto violento a

través de la palabra. Mientras no reconozcamos los vínculos que hay entre la palabra y lo que ella implica para los oyentes, existe una forma irresponsable de asumir el decir.

Hay una diferencia entre lengua y lenguaje. La lengua tiene que ver con un signo de

identidad cultural, territorial, política, etcétera El lenguaje es lo que consiste, lo que conlleva, lo que construye la comunicación. Para que haya comunicación no necesariamente tiene que haber palabras. Puede haber una agresión, sin una sola

sílaba o puede haber un admiración, un reconocimiento, sin una sola sílaba.

La expresión de las palabras, la expresión de los acuerdos, no siempre está animada semánticamente; es decir, el problema no es el significado de la expresión ―común

acuerdo‖, el problema son los intereses que subyacen a esa expresión. El juego entre el lenguaje y la palabra es el que permite que nos definamos como

sujetos políticos. Una de las problemáticas en política es la inadecuación entre la palabra y sus contenidos.

El reconocido filósofo y docente santandereano, Reinaldo Suárez Díaz, citando a su colega francés Michel Lacroix, que ha centrado su reflexión en la importancia del uso adecuado del lenguaje en las relaciones humanas y la armonía social, resalta la

importancia de la eticidad en las palabras, con el ánimo de evitar riñas y disensiones, surgidas del uso inadecuado de éstas, ya sea por su carga emocional o

63 RODRIGUEZ ALBARRACIN, Eudoro. Introducción al filosofar. Usta, Bogotá, 1993. 64 Docente de la Universidad Industrial de Santander. Lecturas Dominicales, Vanguardia Liberal, Bucaramanga.

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su entonación volitiva, por cuanto pueden ser generadoras de paz o de violencia, de

alegría o de sufrimiento, de bienestar o molestia.

En su obra ―Palabras tóxicas, palabras bienhechoras‖, Lacroix señala que ―hemos perdido la ética de la cortesía que enseñaba a no herir los sentimientos del otro, a

no ofenderlo, a respetar su autoestima. Nos volvimos chabacanes, lenguaraces, mal hablados y sembradores de cizaña y malestar, no de alegría y cordialidad. Toda

discusión, todo debate puede y debe ser amable y respetuoso. La herida causada por una palabra puede ser mayor y más duradera que la de un puñal. En cambio la palabra graciosa o amable puede contribuir a calmar los ánimos o evaporar la

agresividad. Expresiones banales como ―hola‖, ―gracias‖, ―por favor‖, son esenciales en la armonía interpersonal, engrasadoras del engranaje social. Como toda palabra

que pronuncio tiene una perenne e irreparable resonancia emocional en el otro y en la atmósfera social, debo asumir la responsabilidad moral de mi lenguaje. Atención al aforismo budista: ―soy dueño de mis silencios, pero esclavo de mis palabras‖. No

es conveniente decir siempre lo que se piensa. Aunque no se puede sacrificar la verdad, con frecuencia toca no pronunciarla o matizarla con palabras amables. Es

mejor exagerar en la alabanza y galantería que en la grosería y el vituperio. Pienso que es éticamente válida toda palabra que es útil al otro o a las relaciones interpersonales‖65.

En complemento de lo expuesto por el anterior, a continuación incluyo ―Las ocho reglas de la ética del lenguaje‖:

―1. Mi palabra debe ser cordial: debo saludar, despedirme, dar las gracias.

2. Mi palabra debe ser amable: debo dejar en el aire una suerte de puntos

suspensivos para que el otro se exprese; no debo ridiculizar a nadie en público.

3. Mi palabra debe ser positiva: debo ser una fuente de inspiración para los demás.

4. Mi palabra debe ser respetuosa de los ausentes: debo evitar el encadenamiento

incesante de juicios sobre los demás, como si la conversación fuera un tribunal

virtual.

5. Mi palabra debe ser tolerante: debo exponer mi punto de vista de manera no

violenta, escuchar las opiniones distintas a la mía; la buena voluntad de discutir y

escuchar es el fundamento de la democracia.

6. Mi palabra debe ser la guardiana del mundo: debo mostrar admiración por lo que

me rodea, el mundo natural y el social. Es mejor el exceso de admiración que el

exceso de desprecio.

7. Mi palabra debe ser responsable del lenguaje: debo hablar bien mi lengua

materna, emplear la palabra exacta, respetar la gramática y la pronunciación, tratar

de expresarme con elegancia y refinamiento.

8. Mi palabra debe ser verdadera: debo evitar la mentira, los eufemismos hipócritas

y las exageraciones injustas‖66.

65 SUAREZ DIAZ, Reinaldo. La ética de las palabras. http://www.vanguardia.com 66 LOPEZ, Asbel. “Palabras tóxicas, palabras benevolentes Sobre el lenguaje como arte marcial, con Michel Lacroix, filósofo de la ética de las relaciones”. http://www.eltiempo.com.co

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RELACIONES PERSONALES Y COMUNICACIÓN

John Powell67, en su libro ¿Por qué temo decirte quién soy?, nos dice que en las relaciones humanas es fundamental la comunicación. Todos necesitamos comunicar ideas, opiniones, esperanzas, sentimientos, etcétera. Debemos hacerlo bien para

hacer más agradable nuestra convivencia. Una comunicación inadecuada genera malos entendidos, frustraciones, desperdicio de tiempo, explicaciones inacabables y

alienación de los demás. No existen personas perfectamente acabadas o terminadas, porque ser persona

implica necesariamente hacerse persona, existir en proceso. Si yo soy algo como persona, ese algo es lo que yo pienso, juzgo, siento, valoro, respeto, estimo, amo,

temo, deseo, espero, creo y me comprometo. Todo conocimiento y maduración personal, al igual que todo deterioro y regresión

personal, pasa a través de nuestras relaciones con los demás. Lo que yo soy, en cualquier momento dado del proceso de mi hacerme persona, vendrá determinado

por mis relaciones con los que me aman o se niegan a amarme y con aquellos a los que yo amo o me niego a amar.

Lo seguro es que una relación sólo será buena si es buena la comunicación en que se basa. Si somos capaces de decirnos con toda sinceridad el uno al otro quiénes

somos, es decir, qué es lo que pensamos, juzgamos, sentimos, valoramos, respetamos, estimamos, amamos, tememos, deseamos y esperamos, en lo que creemos y con lo que nos comprometemos, podremos ambos crecer. Entonces

podrá cada uno de nosotros ser lo que realmente es, decir lo que realmente piensa y expresar lo que realmente ama. Este es el verdadero sentido de la autenticidad

como persona: que mi exterior refleje verdaderamente mi interior. Lo cual significa que yo puedo ser sincero en la comunicación de mi persona con los demás, pero que no puedo hacerlo a menos que mi interlocutor me ayude. Sin su ayuda, yo no

puedo crecer ni ser feliz ni estar realmente vivo.

Tengo que ser libre y expresar mis pensamientos, hacer saber mis opiniones y mis valores, exponer mis miedos y mis frustraciones, reconocer mis fallos y compartir

mis éxitos, antes de poder estar realmente seguro de lo que soy y de lo que puedo llegar a ser. Debo ser capaz de decir quién soy antes de poder saberlo. Y debo saber quién soy antes de poder obrar auténticamente, es decir, de acuerdo con mi

verdadero yo.

De algún modo misterioso y casi indefinible, la otra persona se convierte en un ser especial a mis ojos, en una parte de mi mundo y en una parte de mi propio yo. En cuanto ello es posible, yo entro en el mundo de su realidad y él entra en el mundo

de mi realidad. Se ha producido una especie de fusión, aun cuando cada uno de nosotros sigue siendo su propio e inconfundible yo.

Yo me abro a mí mismo para el otro y abro mi mundo para que pueda entrar; y él se abre a sí mismo para mí y me abre su mundo para que también yo pueda

entrar. Yo le permito experimentarme como persona, en toda la plenitud de mi ser

67 POWELL, John. ¿Por qué temo decirte quién soy? Sal Terrae, España, 1996.

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personal, y él me ha permitido a mí experimentarme de la misma manera. Y por

eso debo decirle quién soy y él debe hacer lo mismo conmigo.

La vida humana tiene sus leyes, y una de ellas es ésta: debemos usar las cosas y amar a las personas. Pero aquel que vive la vida exclusivamente

instrumentalizando o cosificando a los demás, no tarda en descubrir que ama las cosas y usa a las personas. Y esto significa una auténtica sentencia de muerte para la felicidad y la realización humana. En consecuencia, al establecer cualquier

vínculo con una persona hay que verla siempre como un fin y nunca como un medio. Este ideal plantea que ningún hombre debe ser un medio para que otro

hombre realice sus fines, y que la persona siempre será un fin y nunca un medio. En este sentido no importa sólo lo que se haga, sino la motivación de fondo de quien actúa. Aristóteles recomendaba que en todas las cosas es preciso preferir

siempre lo que conduce a la realización del fin más elevado.

NIVELES DE LA COMUNICACIÓN

La comunicación tiene varios niveles. Jhon Powell, en el precitado libro, precisa que a medida que evolucionan esos niveles, se perfecciona ésta y se facilitan las

relaciones interpersonales. 1º. Comunicación ―tópica‖. Este nivel representa la más débil respuesta al dilema

humano y el más bajo nivel de autocomunicación. Puede decirse que no hay comunicación alguna, a menos que sea por puro accidente. En este nivel, hablamos

con frases hechas, tales como: ―¿Cómo estás?‖ ―¿Cómo está su familia?‖ ―¡Muy lindo su vestido!‖. En realidad no queremos decir casi nada de lo que, de hecho, decimos o preguntarnos. Las personas no comparten nada en absoluto.

2º. Comunicación ―hablar con otros‖. En este nivel no nos aventuramos demasiado

lejos de la prisión de nuestro aislamiento para adentrarnos en la verdadera comunicación, porque no revelamos casi nada de nosotros mismos. Nos contentamos con referir a otros lo que ha dicho fulano o lo que ha hecho mengano.

Pero no hacemos ningún comentario personal, autorrevelador, sobre tales hechos, sino que nos limitamos a referirlos. Ni damos nada de nosotros ni pedimos nada de

los otros a cambio.

3º. Comunicación de ―mis ideas y mis opiniones‖. En este tercer nivel ya comunico algo de mi persona. Estoy dispuesto a dar ese paso, para salir de mi solitaria reclusión, y a asumir el riesgo de referirte algunas de mis ideas y revelarte algunas

de mis opiniones y decisiones. Quiero estar seguro de que vas a aceptarme con mis ideas, mis opiniones y mis decisiones.

4º. Comunicación de ―mis sentimientos‖. Las cosas que más claramente me diferencian y me individualizan respecto de los demás, que hacen que la

comunicación de mi persona sea objeto de un conocimiento realmente único, son mis sentimientos o emociones. Si deseo realmente que sepas quién soy yo, debo

hablarte con sinceridad, con claridad. Si sólo te hago saber el contenido de mi mente, estaré ocultándote una gran parte de mí mismo, especialmente en aquellas áreas en las que soy más genuinamente persona, más individual, más

profundamente yo mismo.

5º. Comunicación ―cumbre‖. Toda amistad profunda y auténtica, y en especial la unión de quienes están casados, deben basarse en una transparencia y una

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sinceridad absolutas. Entre amigos íntimos, o en el matrimonio, ha de darse de vez

en cuando una comunión emocional y personal total y absoluta. Ambas personas experimentarán una empatía mutua casi perfecta: yo sé que mis reacciones son

totalmente compartidas por la otra persona, y en ella se reduplica perfectamente mi felicidad o mi aflicción.

La comunicación ―cumbre‖ requiere de unas reglas indispensables para que sea el nivel más óptimo de comunicación. Si la amistad y el amor humano han de

madurar entre dos personas, debe darse entre ambas una absoluta y sincera revelación mutua, y esta clase de autorevelación sólo se consigue mediante una

comunicación sincera, transparente. Una de las más gratas experiencias del ser humano es encontrar un amigo sincero; cuando tengamos la inmensa fortuna de encontrarlo, podremos sentirnos plenamente satisfechos de contar con un ser tan

grandioso: un amigo.

Una comunicación sincera da lugar a una verdadera y auténtica relación (un verdadero encuentro entre personas); no sólo un encuentro en el que únicamente va a darse una comunicación mutua entre personas, con el consiguiente compartir

u experimentar recíprocamente el ser personal de otro, sino que va a desembocar en un sentido cada vez más claramente definido de la identidad de cada una de las

partes de la relación. Así mismo, la comunicación sincera o transparente consiste en que, al haberme comprendido a mí mismo por haberme comunicado, constataré cómo mis pautas de inmadurez se transforman en pautas de madurez: cambiaré.

Si una persona entabla una relación sin la determinación de comportarse con la

absoluta sinceridad y transparencia, entonces no hay amistad ni crecimiento posible; lo único que habrá será, más bien, una especie de asunto superficial que podríamos tipificar en las riñas, las malas caras, los celos, los enfados y las

acusaciones propias de adolescentes. Comparto con el filósofo Miguel de Unamuno que la suprema virtud de un hombre debe ser la sinceridad. ―El vicio más feo es la

mentira, y sus derivaciones y disfraces, la hipocresía y la exageración. Preferiría el cínico al hipócrita, si es que aquél no fuese algo de éste. Abrigo la profunda creencia de que si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda

verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo

asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos fundiríanse en una inmensa piedad mutua.

Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos un malvado‖68.

La comunicación óptima, la comunicación sincera, la comunicación transparente, requiere de saber escuchar. Muchas personas se consideran tímidas, calladas o muy

nerviosas cuando están en grupo con otras personas, porque creen que no tienen nada importante qué decir. Pero para ser un buen ―conversador‖ no necesariamente se tienen que tener muchas cosas importantes qué decir, lo

verdaderamente importante es saber escuchar. Es mejor permanecer callado cuando no hay nada importante que decir. El secreto para resultar verdaderamente

interesante es saber escuchar. Cuando uno escucha con real afecto a las personas que nos hablan, cuando uno trata de ponerse en el lugar de ellas cuando nos hablan, cuando con nuestra actitud estemos diciendo ―¡cuéntame más!‖; entonces

los demás se abrirán con toda sinceridad y empezarán a considerarnos

68 HUNAMUNO, Miguel. Verdad y vida. http:// libros.astalaweb.com

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―conversadores‖ interesantes.

TIPOS DE COMUNICACIÓN

Según el profesor José Samuel Arango Martínez69, la comunicación como fenómeno humano se mueve en diferentes tipos, todos ellos decisivos en el momento actual

de la humanidad.

1. Comunicación consigo mismo. Existe una tendencia, resultado de las diversas crisis modernas, a regresar a los viejos principios del ―Conócete a ti mismo‖. El mundo pide un regreso a la filosofía elemental y clásica del desarrollo personal

como base del desarrollo social. El hombre debe aprender de nuevo a comunicarse consigo mismo, a interiorizarse, a llevar una vida que lo proyecte

más allá del simple espacio físico. Debe asumir procesos de comunicación interior, esenciales para su desarrollo.

2. Comunicación humana. Sin duda que una de las grandes problemáticas de la humanidad está relacionada con los procesos de comunicación humana,

interpersonal. Es necesario profundizar en este proceso en el cual cada ser humano, luego de reconocerse a sí mismo, valorarse, autoestimarse, elabora un proceso semejante con los demás seres que le rodean. Debe aprender a conocer

a otros, a valorarlos, a estimarlos, a respetarlos, a manejar las diferencias con dignidad. nuevos procesos de comunicación con base en la interrelación

respetuosa y edificante de hombres nuevos. 3. Comunicación social. Cuando entran en juego los medios de comunicación,

nuevamente el hombre debe plantearse su papel, su responsabilidad para crear un mundo mejor. Los medios manejados con criterios humanos y humanistas en

cuyo caso el protagonista es el hombre como tal. La noticia dejará de ser fría e insignificante cuando los actores sean personas inmersas en un mundo de interrelaciones.

4. Comunicación intercultural. La aldea global es un hecho dado por la economía

del nuevo milenio. El hombre tiene que aprender a comunicarse con diferentes culturas de tal manera que el entendimiento se amplíe y se respeten las grandes

diferencias. Se desarrollan nuevos esquemas comunicativos que permitan interacción de culturas muy dispares. Un pensamiento amplio, generoso, abierto a lo universal.

LA FUERZA DE LA RAZÓN EN LA COMUNICACIÓN Cuando hablamos o escuchamos conversaciones es frecuente oír que los

interlocutores digan: ―Tiene toda la razón‖. ―No tiene la razón‖. ―Fulano tiene la razón‖. ―Perencejo no tiene la razón‖. Pero ¿qué es la razón? La razón es una

facultad intelectual de toda persona que le permite pensar, discurrir y juzgar, actuar acertadamente o distinguir lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso. La razón es un conjunto de hábitos deductivos, tanteos y cautelas, algunos dictados

por la experiencia y otros basados en pautas de la lógica. La combinación de todos

69 ARANGO MARTINEZ, José Samuel. La comunicación, ¿en qué está? La Luciérnaga, revista virtual. http://www.politecnicojic.edu.co

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ellos constituye una facultad capaz de establecer o captar las relaciones que hacen

que las cosas dependan unas de otras, y estén constituidas de una determinada forma y no de otra.

La razón también es un procedimiento intelectual crítico que utilizamos para organizar la información recibida, los estudios realizados o las experiencias que

tenemos, aceptando unas cosas y descartando otras, intentando siempre vincular mis creencias entre sí con cierta armonía. Es una facultad capaz, en parte, de establecer o captar las relaciones que hacen que las cosas dependan unas de otras,

y estén constituidas de una determinada forma y no de otra. Lo característico de la razón es que nunca es exclusivamente mi razón. La razón es universal porque

todos los seres humanos la poseemos, y que la fuerza de la convicción de los razonamientos es comprensible para cualquiera.

Una cosa es lo racional y otra lo razonable. Lo racional es la búsqueda de los

mejores instrumentos para vérnosla con los objetos; lo razonable, el procedimiento de tratar con sujetos a los que suponemos tan dotados de intenciones respetables

como nosotros mismos.

La razón puede servir de árbitro para zanjar muchas disputas entre las personas. Esa facultad llamada razón es precisamente lo que todos los humanos tenemos en

común y en ello se funda nuestra humanidad compartida. La racionalidad es la superación del mundo de la pluralidad hasta reducirlo a su fundamento. El

razonamiento es el instrumento del filósofo. La razón nos permite revisar lo que sabemos, compararlo con otros conocimientos,

someterlos a examen crítico, debatirlos con otras personas que puedan ayudarme a entender mejor; buscar argumentos para asumirlos o refutarlos. Nos sirve para

examinar nuestros supuestos conocimientos, rescatar de ellos la parte que tengan de verdad y a partir de esa base tantear hacia nuevas verdades.

Una de las primeras misiones de la razón es delimitar los diversos campos de la verdad que se reparten la realidad de la que formamos parte. Nuestra vida abarca

muchas formas de realidad muy distintas y la razón debe servirnos para pasar convenientemente de unas a otras.

Razonar no es algo que se aprende en soledad sino que se inventa al comunicarse y confrontarse con los semejantes: toda razón es fundamentalmente conversación.

Razonar consecuentemente exige la universalidad humana de la razón, el no excluir a nadie del diálogo donde se argumenta. Razonar es pensar, razonar es

argumentar. Utilizar la razón es buscar y sopesar argumentos antes de dar como cierto lo que

creemos saber. La razón no exige nada especial para funcionar, ni fe, ni preparación espiritual, ni pureza de alma o de sentimientos, ni pertenecer a un

determinado linaje o a determinada etnia: sólo pide ser usada. Quien sepa raciocinar (utilizar bien la razón) podrá percibir la realidad de manera

más objetiva. Gracias a la dinámica del raciocinio la mente va adentrándose cada vez más en el camino de las ciencias hasta llegar a la verdad. El razonamiento es

una operación humana, consecuencia de la naturaleza del conocimiento del hombre que no es de suyo intuitivo, sino que necesita del discurso. Mediante esta actividad el entendimiento pasa del conocimiento virtual al estrictamente efectivo, esto es,

de la posibilidad al hecho positivo del conocimiento formal.

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Cuando la fuerza se impone sobre los argumentos estamos muy mal. Si hablamos del

mundo racional desde el cual ejerce la palabra, obviamente no podemos admitir que sea por la vía de la violencia o por la fuerza que se obtengan esas peticiones, que sea

por la vía de las argumentaciones. En el diálogo se debe imponer la fuerza de la razón, la fuerza de los argumentos, no la fuerza del dogma, la fuerza del

condicionamiento. ―Toda violencia que se ejerce contra un ser humano es una violación. La violación de su personalidad, de su identidad, de sus derechos, de su cuerpo, la violación, en definitiva, de su humanidad. Sabemos que no es necesario

recurrir a actos de violencia física para violar la humanidad de otro hombre… Si la vocación de todo ser humano es la de crear con el otro una relación de respeto mutuo

y de benevolencia recíproca, entonces, la violencia es siempre un fracaso, un drama y una desgracia. La violencia constituye, en primer lugar, la violación de la humanidad de quien la ejerce. La violencia hiere primero la humanidad del violento. La filósofa

Simone Weil decía que la violencia hace de quien la soporta una cosa. El hombre deja de ser tratado como sujeto para serlo como objeto. Deja de ser considerado con un

fin para serlo solamente como un medio. Al tomar la espada como símbolo de la violencia, Simone Weil afirmaba que el frío del acero es igualmente mortal tanto en la empuñadura como en la punta… Lo que caracteriza la cultura de la violencia no es

tanto ella misma como su justificación. En otros términos, justificar la violencia es cultivarla y cultivarla es recolectar sus frutos envenenados… Desde el momento en

que la violencia se justifica no existe ningún freno al desarrollo dela misma. Ésta se convierte en un engranaje puro, en un mecanismo puro. Es lo que vemos en todas las partes donde el proceso de la violencia se engrana: nada puede detenerla. Por ello es

vital rechazar todas las construcciones racionales que nos son ofrecidas por las ideologías dominantes para permitirnos justificar nuestras violencias y declararnos

inocentes‖70. El filósofo Fernando Savater71 sostiene que en una sociedad democrática, las

opiniones de cada cual no son fortalezas o castillos donde encerrarse como forma de autoafirmación personal: tener una opinión no es tener una propiedad que nadie tiene

derecho a arrebatarnos. Ofrecemos nuestra opinión a los demás para que la debatan y en su caso la acepten a la refuten, no simplemente para que sepan dónde estamos y quiénes somos. Y desde luego no todas las opiniones son igualmente válidas: valen

más las que tienen mejores argumentos a su favor y las que mejor resisten la prueba de fuego del debate con las objeciones que se le plantean. No sólo tenemos que ser

capaces de ejercer la razón en nuestras argumentaciones sino también desarrollar la capacidad de ser convencidos por las mejores razones, vengan de donde vengan. No

basta con ser racional, es decir, aplicar argumentos racionales a las cosas o hechos, sino que resulta no menos imprescindible ser razonable, o sea escoger en nuestros razonamientos el peso argumental de otras subjetividades que también se expresan

racionalmente. Según el jurista Gustavo Isaac González72, un argumento es la expresión o manifestación externa del razonamiento, una forma de diálogo, y eso

constituye la esencia de la dialéctica, para conseguir no la propia certeza sino la convicción ajena, para defender un aserto, para evidenciar una verdad, para refutar al adversario o rectificar su error, lo mismo que para suplir la ignorancia.

La mente adiestrada para pensar bien tiene sus facultades analíticas y críticas bien

desarrolladas. La mente adiestrada para discutir bien los tiene aún más agudizados. La una requiere una tolerancia para los argumentos originada en el tratar con ellos

70 MULLER, Jean-Marie. La no violencia como filosofía y como estrategia.

http://www.palabracubana.org/2008-02/no-violencia.htm 71 SAVATER, Fernando. Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona, 1999. 72 GONAZALES, Gustavo Isaac. Filosofía del derecho.

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paciente y simpáticamente. El impulso animal de imponer nuestras opiniones a los

demás es así controlado; aprendemos que la única autoridad es la razón misma (los únicos árbitros en cualquier disputa son las razones y las pruebas). No tratamos de

ganar autoridad mediante una discusión de fuerza y peleando con quienes no están de acuerdo con nosotros. Los verdaderos problemas no pueden ser resueltos por la

mera fuerza de la opinión; debemos apelar a la razón, no depender de grupos de presión.

El filósofo Estanislao Zuleta73, en su ensayo Kant y la educación, precisa que Kant, que asumió la razón como razón pura, como práctica de la crítica y la

demostración, estableció los siguientes derechos y deberes de la razón.

Entre los derechos, tenemos:

1. No se le puede prescribir una dirección ni imponerle límites a la razón sobre lo que debería o no debería ser objeto de su competencia. ―Resulta contradictorio

buscar ayuda en la razón y, al mismo tiempo, prescribirle un partido, una tesis, una doctrina‖.

2. La publicación y el debate. ―La razón debe tener la posibilidad de ser debatida

por el público… el derecho a publicar es incluso un derecho esencial desde el punto de vista de las libertades políticas. Reconoce que la libertad política no puede

consistir en el derecho a hacer cualquier cosa‖.

En cuanto a los deberes, precisa:

1. Ser consecuente. ―Si las consecuencias necesarias de la tesis de que hemos partido resultan contradictorias o incluso absurdas, debemos abandonar dicha

tesis‖.

2. El debate consigo misma. ―Éste es un deber permanente de la razón, porque de sí misma deben surgir los argumentos contra la tesis que está sustentando‖.

3. El principio de honestidad. ―Consiste en no presentar aquellos argumentos en los que no se creen en el fondo y de los cuales uno mismo sospecha‖. Este principio

debe regir tanto en el debate con el otro y consigo mismo.

La razón, en concepto de Kant, tiene la necesidad de permanecer en debate

consigo misma, porque de sí misma deben surgir los argumentos contra la tesis que estemos sustentando en el diálogo. El principio de honestidad nos exige no

presentar aquellos argumentos en los que no creamos en el fondo y de los cuales sospechemos. Las exigencias del debate con el otro, formuladas en la tradición

racional, las encontramos ya en Platón, quien en varios de sus textos sostenía que si vamos a argumentar contra la idea expuesta por alguien, sólo debemos hacerlo en el sentido de la razón, es decir, dando a los argumentos del otro tanta fuerza

como se pueda, hasta el punto de que si éste se equivoca en su manera de argumentar o ejemplificar, tenemos que ayudarlo a argumentar y a ejemplificar

mejor. De lo que se trata es de no caer en discusiones absurdas, en las que se aprovecha la imperfección o el error en la exposición del otro para hacerlo quedar mal; por el contrario, hay que pensar en el lugar del otro y decir desde su punto de

vista lo mejor que se pueda decir.

73 ZULETA, Estanislao. Educación y democracia, un campo de combate. Corporación Tercer Milenio, Bogotá, 1.995

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En su profundo y prolijo estudio, investigación o crítica de la razón, Kant estableció

los ideales del racionalismo o las reglas de la razón, que son:

1.- Pensar por sí mismo.

2.- Pensar en el lugar del otro. 3.- Ser consecuentes con lo que pensamos. Estas exigencias racionales nos impelen

a pensar por nosotros mismos, a ser capaces de ponernos en el punto de vista de los demás y a sostener las verdades conquistadas. Pensar por sí mismos implica

renunciar a una mentalidad pasiva y acrítica que recibe las verdades o simplemente las acepta de alguna autoridad, de alguna tradición, de algún prejuicio, sin someterlas a su propia elaboración.

Para ser capaces de ponernos en el puesto del otro debemos mantener por una parte

nuestro punto de vista pero ser capaces, por otra parte, de entrar en diálogo con los demás puntos de vista, en la perspectiva de llevar cada uno hasta sus últimas consecuencias, para ver en qué medida son coherentes consigo mismos. Llevar las

verdades, ya conquistadas, has sus últimas consecuencias quiere decir que si los resultados de nuestras investigaciones nos conducen a la conclusión de que estamos

equivocados, lo aceptemos.

Los procesos democráticos requieren pensar, debatir argumentar, sintetizar; es

decir, necesitan tiempo. Para entender la verdad de un asunto, es menester oír a las dos partes, sus razones y sus argumentos; tener acceso a los datos y los

hechos; estudiar, sopesar, ―rumiar‖. Para ponderar a un hablante, debemos escuchar sus ideas, hacer preguntas perspicaces, analizar su sinceridad, entender las implicaciones de lo que tiene para decir.

Es procedente que cuando dialoguemos tratemos de no utilizar la expresión ―tiene

razón‖, ―tiene la razón‖, ―no tiene razón‖ o ―no tiene la razón‖. ¿Por qué? Porque, como vemos, la razón ―es una facultad intelectual del hombre o de las personas‖; es decir, que todos tenemos razón. En lugar podemos decir: ―Usted o tú razona

adecuadamente‖. ―Su argumento me parece razonablemente fundado‖. ―Su punto de vista es racional‖. ―Su razonamiento me convence‖. ―Su argumentación se funda

en juicios, premisas, proposiciones o conclusiones coherentes‖. O como razona Platón en el Cratilo: ―Todo lo que dices está muy en razón‖ o ―Me pareces que

hablas acertadamente‖.

EL LENGUAJE Y LA PALABRA EN LA COMUNICACIÓN

El lenguaje es el instrumento primero de la comunicación, porque es el elemento indispensable para el pensamiento racional y posee un inmenso potencial para la comunicación y la comprensión entre personas. El lenguaje usado debe ser

correcto, es decir, adecuado; expresado sin ofender la dignidad del interlocutor y sin irrespetar sus opiniones. La grosería, la vulgaridad, la altanería, la pedantería y

las palabras soeces, procaces, altisonantes o que riñen con la cortesía atenta contra el debido respeto y alteran la comunicación amable entre los interlocutores.

Según el entorno, el momento, la disponibilidad de ánimo de las personas presentes, el motivo que anima la comunicación, el nivel de conocimiento y

confianza mutua y otros factores contextuales, los niveles de tolerancia en el uso

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del lenguaje podrán ser más o menos estrictos, pero en ningún caso se debe

sobrepasar el límite de lo correcto, de lo amable y del respeto.

El lenguaje tiene vínculos con la vida: familiares, sociales, políticos, culturales, etcétera. En tanto se tenga comprensión de esos vínculos, es decir, de que el

lenguaje rodea esos vínculos, estaremos entendiendo que toda expresión del lenguaje procura beneficiar a todos los hablantes.

El lenguaje es toda una red. Esta red vincula los pronombres personales de quienes participan en los procesos del habla. Esa red son los vínculos con los otros y con

nosotros. Cuando la red se rompe, se rompe la comunicación. Cuando esto ocurre el sujeto hablante queda en el vacío de palabra. Esto lleva a un aspecto básico del lenguaje que tiene que ver con el reconocimiento de la identidad. Uno funda el

reconocimiento de sí o del ―yo‖ sólo a través de una interacción con otros.

La palabra nos construye como personas, pero la palabra también construye colectivamente la identidad social de un país. Nos construye éticamente, es decir, para lo bueno, para la buena vida, para la idealización, para el sueño, para la

fantasía; pero también nos construye para la razón, para justificar mediante argumentos las razones por las cuales creemos lo que creemos y lo que pensamos:

apreciar la condición de claridad y la condición de sinceridad de la palabra. Son condiciones indispensables en las relaciones de comunicación y de argumentación. Debemos tener cuidado con las palabras, porque las palabras representan y van

adecuando la manera como nosotros concebimos a los demás, a la naturaleza, al mundo social y el universo en el cual estamos.

La palabra hace posible el entendimiento mutuo, la convivencia, el intercambio, la comunicación y la solución de conflictos. Por eso debe estar respaldada y animada

por la ―verdad‖, que es el fundamento de la convivencia, el sentido mismo de la comunicación. En la interlocución debe haber una condición de verdad, de

autenticidad, de veracidad. Toda conversación debe estar animada por los presupuestos de sinceridad, veracidad

y rectitud. Sinceridad no es sólo decir la verdad. Un sujeto es sincero cuando siente lo que está diciendo. Si hablamos es para comunicarnos, y si lo que decimos es

mentira, no nos comunicamos auténticamente, debido a que ésta despoja de sentido al lenguaje y la comunicación.

La palabra tiene el valor de la verdad. El diálogo auténtico implica decir la verdad. Pero no basta con decir la verdad, hay que vivenciarla, proyectarla, expresarla. Esa

verdad no se puede expresar de manera cínica, porque de una u otra manera daña al otro. Es importante decir la verdad con un sentimiento de reconocimiento y con una

comprensión de que la posibilidad de que el otro sea uno igual a mí. Una persona debe aprender a argumentar con palabras su forma de ver la vida y

reconocer la estabilidad social a través del lenguaje. Es decir, los lenguajes pueden contribuir a degradar una sociedad o pueden constituir una grave amenaza de la

convivencia. Expertos en la comunicación nos dicen lo siguiente, con respecto a la palabra:

―La palabra tiene un poder que muchas veces no percibimos. Es indispensable

que tengamos muy presente el poder de la palabra, porque una palabra ofensiva puede ocasionar una discordia. Una palabra cruel puede destruir una

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vida. Una palabra amarga puede crear odio. Una palabra brutal puede matar el

amor. Una palabra agradable puede suavizar el camino. Una palabra a tiempo puede evitar un conflicto. Una palabra alegre puede iluminar la existencia. Una

palabra sabia puede orientar al desconsolado. Una palabra dulce puede brindar ánimo. Una palabra amorosa puede curar y bendecir. Una palabra guarda

fuerzas insospechadas, es dinámica, es activa. La palabra es un don divino y se debe usar con respeto santo.

Como hablante, como ser que se comunica, no rebajes la palabra poniéndola al servicio del mal. Habla para unir, no para dividir: para amar, no para odiar.

Que tus palabras sabias sean gotas de miel para el amargado y fuente de luz para el que anda en la penumbra. Aprenda a escuchar a los demás porque su palabra también vale‖.

LA REALIDAD ÓNTICA DE LA PALABRA En la convivencia humana es un deber imprescindible defender la palabra empeñada

en dos logros básicos. Por un lado, es muy importante que la palabra sea razonable, razonablemente humana, para construir el espacio de convivencia social. Por otro

lado, esa palabra debe evitar la imposición dogmática o la impotencia y el silencio. Hay un aspecto de racionalidad en la forma como nosotros hacemos el reconocimiento del otro a través de la palabra. El otro merece respeto como yo, como

un ser humano con idénticas posibilidades de palabra y de escucha.

El que habla tiene que tener palabra. En la fidelidad-confianza se afirma el poder soberano de la palabra como medio privilegiado de comunión de dos presencias. Cuando, como en nuestros días, se devalúa la palabra, el hombre se ―enconcha‖ en sí

mismo, se ensimisma, nadie comprende a nadie como persona. Los otros pasan a ser mónadas incomprendidas, en vez de presencias abiertas. Pero no basta que el

prójimo nos hable. Sólo se habla en la proximidad, cuando se está cara a cara, a diferencia de la mirada que abarca en lejanía. Pero esta proximidad que requiere la palabra para ser oído en muchas veces puramente material y entonces la palabra

aleja más que la mirada. La palabra es medio de intercomunicación y de comunión de dos presencias cuando es escuchada. Uno empieza a ser prójimo de otro, cuando se

pone en actitud de escucha, cuando se inclina hacia el otro hasta quedar rostro a rostro.

En la comunicación, siguiendo las enseñanzas de Platón, debemos decir lo que conviene, cuanto conviene, a quienes decir conviene y cuando decir conviene.

―Decir lo que conviene es decir las cosas que han de ser útiles al que dice y al que oye. Decir cuanto conviene es decir lo que baste, ni más ni menos. Decir a quienes

conviene es acomodar las palabras a la edad de aquellos a quienes se dicen, ya sean ancianos, ya mozos. Y decir cuando conviene es que no sea demasiado presto, ni demasiado tarde‖. Así la verdad, como categoría axiológica suprema, se concibe

como correspondencia y relación del pensamiento con las cosas, en donde ―verdadero –tal como lo planteó Platón- es el discurso que dice las cosas como

son‖, y como sentenció Aristóteles lo verdadero es ―afirmar lo que es y negar lo que no es‖.

Es fundamental destacar cómo se construye la identidad del otro a través de la palabra. La identidad de la palabra es nuestra propia identidad. Esa identidad se

construye cuando hay la autonomía del decir. Cuando hay esta autonomía, obviamente hay la responsabilidad frente a las palabras que utilizamos. El problema

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de la identidad no está en que somos iguales, sino en que somos diferentes. José

Saramago nos dice que ―cuanto mayor es la diferencia, mayor será la igualdad, y cuanto mayor es la igualdad, mayor la diferencia…‖74. Somos distintos, pero

semejantes. Todos los hombres, señala el filósofo Leopoldo Zea, son iguales por ser distintos, esto es, por ser concretos, pero no tan distintos que dejen de ser hombres.

No tan distintos que puedan ser más o menos hombres sino simplemente hombres. Todas las personas somos semejantes porque existimos, pero diferentes porque tenemos esencias distintas. Los seres humanos somos diversos y semejantes por una

esencia (aquello por lo cual cada uno es tal y no otro) y una existencia (aquello por lo cual cada ser es realmente algo). La esencia designa el modo de ser, y la existencia

designa el ser, la realidad. Cuando se desconoce la diferencia, se desconoce el punto de vista del otro.

La palabra oral o escrita, según Tomás de Aquino, depende del pensamiento o la palabra interior porque es su signo inmediato, y depende también de la voluntad

porque es signo convencional y artificial. Se presentan así, entre otros, el problema ético de la mentira y el problema real y lingüístico de la equivocidad, la univocidad y la analogía. Por ello, no todas las palabras ayudan a conocer el pensamiento y la

realidad sino tan sólo las palabras sinceras, unívocas y análogas. Cuando se trata de palabras mentirosas y equívocas no hay que cuidar de ellas.

Tanto el pensamiento como la palabra exterior tienen que estar de acuerdo con la realidad que expresan. Si lo están, expresan la verdad, es decir, la realidad. Si no lo

están, expresan falsedad, esto es, algo que no es la realidad. Mentir es manifestar algo que no está de acuerdo con lo que se piensa o con la realidad queriendo

conscientemente decirlo e intentando engañar. Si se dice una falsedad, pero sin saber que lo es y sin intención de engañar, habrá un error pero no propiamente mentira. Según Aristóteles, verdad es decir del ser que es y del no ser que no es; en tanto que

mentira es decir del no ser que es y del ser que no es. Por ello, la falsedad es el ocultamiento del ser bajo apariencias.

La palabra equívoca, afirma Tomás de Aquino, es aquella que significa cosas totalmente diversas en cada caso, cosas que entre sí no tienen relación alguna. Por

el contrario, la palabra unívoca es la que en todos los casos significa cosas iguales, las mismas cosas. Y, finalmente, la palabra análoga, es la que, según los casos,

significa cosas que son simultáneamente diversas e iguales. Por tanto, cuando usamos una palabra equívoca el oyente o el lector se puede equivocar porque esa

palabra tiene sentidos totalmente diversos. Si empleamos una palabra unívoca, no hay posibilidad de equivocación. Si utilizamos una palabra análoga por una parte hay posibilidad de equivocarse y por otra no la hay. (Analogía es la relación de

semejanza entre cosas iguales). La palabra es y será siempre el vehículo de la realidad. Sólo cuando existan las palabras, el hombre comprenderá su mundo y se

experimentará como un ser situado en él. Gracias a la palabra y a su libertad, el hombre es capaz de presentarse a sí mismo, de entregarse, de relacionarse o comunicarse.

Javier Aranguren75 señala que la posibilidad del diálogo en libertad es lo que define

la riqueza y superioridad de lo político. El diálogo no está constreñido en su desarrollo: Sócrates empieza hablando de la oportunidad de la retórica para acabar por responder a la preocupación por la posibilidad de tener un alma bella. La

conversación dialogada no tiene previsto su tema. Se desarrolla en un ámbito de

74 SARAMAGO, José. Todos los nombres. Libro digital. 75 ARANGUREN, Javier. Si habláramos bien, creeríamos (Conferencia).

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libertad y desinterés (hablamos los amigos, y la amistad consiste más en dar que

en tomar, y por tanto es una actividad propia del magnánimo). Por eso, lo propio del diálogo en libertad es que no termine (ese era el objetivo de la dialéctica: la

verdad es el término, es decir, el movimiento dialéctico es aparente, como lo es la realidad temporal misma), sino que siempre puede crecer, su ámbito propio no es

el de un término (peras) sino el de estar en el fin (telos). Esto quiere decir que el diálogo en libertad es una actividad que hay que

caracterizar no como algo medial, como un útil, como un medio de eficacia (de nuevo, eso es la dialéctica: instrumentalizarlo todo, incluso el amor y la amistad),

sino como algo perteneciente al ámbito de los actos perfectos (praxis) y, por lo tanto, caracterizado por su perfectibilidad intrínseca (Aristóteles): no se habla para convencer al otro de algo o para sacar algún provecho oculto, sino que hablamos

los amigos porque nos enriquecemos mutuamente en un ámbito de donación natural.

Desde unas relaciones entendidas así aparecen perspectivas nuevas en el ámbito de lo humano. En el diálogo es posible la solidaridad, evitando mirar por encima del

hombro al otro que dialoga; es posible el desinterés, entendido no como indiferencia ante las consecuencias de mis actos, sino como la capacidad de

apreciar al otro en lo que es y no por los beneficios que me reporte; es posible sustituir el control necesario en un mundo cargado de sospechas, pero no por el caos desorganizativo, sino por la confianza; es posible también el desarrollo de un

ámbito de amistad social (por ejemplo, en las relaciones que surgen en las pequeñas empresas entre trabajadores y directivos y entre todos estos y

consumidores) y un ámbito de amor (donación) entre personas. Este ideal puede parecer difícil. Y lo es. Ya los griegos lo sabían. Por eso es un ideal

que implica el fomento de la paideia, es decir, de la educación en la excelencia o la virtud. Esta es una de las claves interpretativas de la ética aristotélica: el ideal de

nobleza es la clave de la actuación social. ¿Qué quiere decir esto? Que no importa sólo lo que se haga, sino la motivación de fondo de quien actúa. La altura de un hombre que ejecuta sus acciones no por el control en el miedo sino por el Bien, es

inmensamente grande. Actuar así es algo raro, pero por eso también es algo laudable y hermoso (Aristóteles).

Por su parte, el filósofo Miguel Ángel Martí García76 plantea que desde siempre la

sabiduría popular ha emitido juicios, muchos de ellos recogidos en los refranes, sobre el hecho de hablar. El aspecto más criticado es la incontinencia verbal, tal vez por ser el defecto más extendido; efectivamente, son muchas las personas que se

dejan llevar de una forma exagerada por el deseo de hablar, cayendo en todo tipo de incorrecciones y produciendo cansancio a los que se ven obligados a

escucharles. En cambio, son más bien pocas las personas que se caracterizan por su prudencia y oportunidad a la hora de comunicarse con los otros. En decir lo que se tiene que decir y en escoger el momento oportuno estribaría el arte de hablar,

aunque para ser más precisos, a estas dos condiciones habría que añadir el hacerlo con los términos más apropiados. No todas las personas cuentan con el número de

vocablos suficientes para expresar lo que quieren decir; de ahí la importancia de poseer un vocabulario extenso, que pueda satisfacer nuestras necesidades de comunicación. Como es lógico estas necesidades no serán las mismas para un

intelectual que para quien no lo sea; de todas formas, si el vocabulario es muy reducido, no cubre las exigencias mínimas que todo hombre necesita, no sólo para

76 MARTI GARCIA, Miguel Ángel. El Arte de Hablar. http://espanol.groups.yahoo.com

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comunicarse con los otros, sino para entenderse a sí mismo, porque quien no posee

la palabra para mencionar el concepto que representa, es que de alguna manera desconoce también el concepto y la realidad a que sustituye.

Por lo tanto, para hablar bien junto a la prudencia y la oportunidad es necesario

disponer de un vocabulario apropiado. La prudencia y la oportunidad nos garantizan que nuestros juicios, valoraciones, calificaciones, se ajusten a la realidad, porque nuestras palabras no van más allá de la realidad, y tampoco se quedan más cortas,

porque se da una perfecta adecuación entre nuestro juicio de la realidad y la realidad misma. Si además contamos con un vocabulario apropiado, esta

adecuación no se dará únicamente en el campo axiológico y ético, sino también ontológico. Cada realidad tendrá su palabra, con lo cual nuestra conversación será exacta y evitaremos circunloquios que hacen pesada la comunicación entre las

personas.

El filósofo Jorge Peña Vial77 indica que hablar es decir ―algo‖ a ―alguien‖. Es a la par signo objetivo y signo comunicativo. Y la plenitud de la comunicación se da en las palabras que dan a conocer la realidad en sí misma, en la palabra verdadera. Esto

no excluye otros usos de las palabras, que van desde el parloteo insustancial, el disimulo intencionado, el recurso a sofismas deliberados que bajo palabras nobles

ocultan designios viles, hasta la mentira pequeña o clamorosa. Tanto Steiner –cuando afirma que el idioma alemán no fue inocente de los horrores del nazismo- como Pedro Salinas, han destacado la doble potencia del lenguaje: letal y

vivificadora, de verdad y mentira, la ocasión de engañar como de aclarar, de confundir y extraviar como de iluminar y encaminar. Pero en sí misma,

independientemente de los usos viciosos de las palabras y de sus frecuentes adulteraciones, la palabra es luz. En este sentido Tomás de Aquino hace una instructiva distinción entre ―locutio‖ e ―illuminatio‖, que corresponde a dos modos

diversos de hablar. No se puede negar que hablar con un amigo de las trivialidades del día (que he dormido bien, que el día es bonito o que voy a dar un paseo)

constituye lenguaje, pero se trata de locutio, ―mero lenguaje‖, y no se realiza en él todo lo que el lenguaje puede y debe. En cambio, si yo participo a otro de una idea que se me ha hecho evidente, que irradia desde dentro e ilumina la realidad, que

me permite verla de modo distinto y nuevo, acontece algo más que mero lenguaje, se da al mismo tiempo illuminatio, ―enlightenment‖, dilucidación del mundo y del

espíritu.

Sólo la persona que dispone de un grado avanzado de posesión de la propia lengua puede alcanzar la plenitud como hombre, porque puede conocerse y darse a conocer. Es lo que acertadamente afirma Pedro Salinas: ―En realidad, el hombre

que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aun menos. ¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las

palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiese querido decirnos? Esa

persona sufre como de una rebaja de su dignidad humana‖. Por eso Thomas Mann, en su carta de renuncia al rector de la universidad para huir de Alemania, escribía:

―Grande es el misterio del lenguaje; la responsabilidad ante un idioma y su pureza es de naturaleza simbólica y espiritual; responsabilidad que no lo es simplemente en el sentido estético. La responsabilidad ante el idioma es, en esencia,

responsabilidad humana‖.

77

PEÑA VIAL, Jorge. Leer, Pensar, Hablar.

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Presupuestos de la palabra:

El filósofo Hans Gadamer plantea los siguientes presupuestos de la palabra:

1º. La palabra de la pregunta. Todos vivimos en permanente pregunta porque vivimos en permanente búsqueda de respuestas.

2º. La palabra de la fábula. Es la palabra artística, con la que construimos.

3º. La palabra de reconciliación. Es la palabra que nos permite llegar a acuerdos.

LA COMUNICACIÓN COMO UNA DE LAS DIMENSIONES DE LA VIDA PERSONAL

El filósofo francés Emmanuel Mounier78 reflexiona sobre la necesidad de luchar contra el individualismo en procura del personalismo. Como vivimos en un contexto de guerra permanente, la hostilidad se entroniza y se instala la indiferencia,

perdiéndose los caminos de la camaradería, la mistad y el amor. Ante la necesidad de poseer y someter, la comunicación se bloquea. Así el mundo de los demás no es

un jardín de delicias, sino una permanente provocación a la lucha, a la adaptación y a la superación. ―El infierno son los demás‖, como diría Sartre.

El individualismo se define como un sistema de costumbres, de sentimientos, de ideas y de instituciones que organiza el individuo sobre el egocentrismo y el

separatismo. En ese universo el individuo oscurece la comunicación con su sola presencia y desarrolla una especie de opacidad por todas partes donde se instale.

En esa circunstancia despersonalizadora la persona es abstracta y sin ligaduras ni comunidades naturales. Se confunde persona con individuo, surgiendo la necesidad

de superar esa confusión porque la persona sólo se desarrolla purificándose incesantemente del individuo que hay en ella; algo que se logra tornándose disponible y más transparente a sí misma y a los demás. Todo ocurre entonces

como si, no estando ya ―ocupada de sí misma, plena de sí misma‖, se tornase, y solamente entonces, capaz de acoger a otro, como si entrase en gracia. Si nos

encerramos en el yo no hallamos el camino hacia el otro.

Cuando la comunicación se rebaja o se corrompe, nos perdemos profundamente: todas las locuras manifiestan un fracaso de la relación con el otro, nos volvemos extraños a nosotros mismos, alienados. Casi se podría decir que sólo existimos en

la medida en que existimos para los demás, y, en última instancia, ser es amar.

La persona se fundamenta sobre una serie de actos originales que no tienen su equivalente en ninguna otra parte del universo: salir de sí, comprender, tomar sobre si, dar y ser fiel. Salir de sí implica que la persona es una existencia capaz de

separarse de sí misma, de desposeerse, de descentrarse para llegar a ser disponible para todos. Comprender es dejar de colocarme en mi propio punto de

vista para situarme en el punto de vista del otro. No buscarme en algún otro elegido semejante a mí, no conocer a otro con un saber general, sino abrazar su singularidad con mi singularidad, en un acto de acogida y un esfuerzo de re-

centramiento. Ser todo para todos sin dejar de ser, y de ser yo; pues hay una manera de comprenderlo todo que equivale a no amar nada y a no ser nada:

78

MOUNIER, Emmanuel. El personalismo. Librodot.com.

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disolución en los otros, no comprensión del otro. Tomar de sí, es asumir el destino,

la pena, la alegría, la tarea del otro. Dar es el don sin medida y sin esperanza de devolución. La economía de la persona es una economía de don y no de

compensación o cálculo. La generosidad disuelve la opacidad y anula la soledad del sujeto, aun cuando no reciba respuesta: contra el orden estrecho de los instintos,

de los intereses, de los razonamientos, es, estrictamente hablando, perturbadora. Ser fiel es la consagración continua a la persona, al amor, la amistad. La aventura de persona es una aventura continua desde el nacimiento hasta la muerte. Esta

continuidad no es un despliegue, una repetición uniforme como los de la materia o de la generalidad lógica, sino un continuo resurgir.

La comunicación, el trato, debe evitar la instrumentalización. Tratamos a otro como un objeto, cuando lo tratamos como un ausente, como un repertorio de

informaciones para nuestro uso, o como un instrumento a nuestra disposición; cuando lo catalogamos sin apelación, lo cual significa desesperar de él. Desesperar

de alguien es desesperarlo. Tratarlo como a un sujeto, como a un ser presente, es reconocer que no podemos definirlo, clasificarlo, que es inagotable, que está henchido de esperanzas: es concederle crédito. Como el ser no es amor en poco

tiempo, la comunicación tropieza con varios fracasos:

1. Siempre escapa algo del otro a nuestro más completo esfuerzo de comunicación. En el más íntimo de los diálogos, la coincidencia perfecta no se nos ha dado: nada nos asegura jamás que ella no vaya mezclada de

malentendido, nada, salvo en raros momentos de milagro en que la certeza de la comunicación es más fuerte que todo análisis, y que son un viático para

toda la vida. Tal es la profunda soledad del amor; cuanto más perfecto es, más la siente.

2. Algo, en el fondo de nosotros, resiste al esfuerzo de reciprocidad, una suerte

de mala voluntad fundamental. 3. Nuestra existencia misma no transcurre sin una opacidad irreductible, una

indiscreción que intercepta constantemente el intercambio. 4. Cuando hemos constituido una alianza de reciprocidad, familia, patria,

asociación religiosa, etc. Ésta alimenta enseguida un nuevo egocentrismo y

levanta una nueva pantalla entre hombre y hombre.

Así y de hecho, en el universo en que vivimos la persona está mucho más a menudo expuesta que protegida, desolada que comunicada. Ella es avidez de

presencia, pero el mundo entero de las personas le está masivamente ausente. La comunicación es más rara que la felicidad, más frágil que la belleza. Una nada la detiene o la quiebra entre dos sujetos; ¿cómo esperaría entre un gran número?

LA EMPATÍA, ACTITUD CLAVE EN LA COMUNICACIÓN Una habilidad social clave es la empatía, o sea, comprender los sentimientos del

otro y su perspectiva, y respetar las diferencias entre lo que cada uno siente respecto a las mismas cosas. La empatía es la capacidad o la habilidad de saber lo

que otra persona siente, de ―ponerse en el lugar del otro‖. Nos permite reconocer emociones en los demás. La empatía, otra capacidad que se basa en la autoconciencia emocional, es la habilidad fundamental de los seres humanos. Las

personas que tienen empatía están mucho más adaptadas a las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o quieren. Esto nos hace mejores en

profesiones tales como la enseñanza, las ventas y la administración. Etimológicamente, empatía proviene del griego y del latín en ―dentro de‖, y páthos

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―pasión, sentimiento‖. Así tenemos que empatía significa identificación emocional e

intelectual con los sentimientos, pensamientos, o actitudes de otros. Comprensión intuitiva del otro que nace de esta identificación mental.

La Enciclopedia Microsoft Encarta se refiere a la empatía como la capacidad que tiene el individuo para identificarse y compartir las emociones o sentimientos ajenos. La percepción del estado anímico de otro individuo o grupo tiene lugar por

analogía con las emociones o sentimientos, por haber experimentado esa misma situación o tener conocimiento del mismo. La empatía se diferencia de la simpatía en que ésta sitúa la fusión afectiva a un nivel más intenso.

La empatía –agrega Encarta- es la base esencial para la formación de la conducta

altruista y moral. Es también indispensable para la identificación y comprensión psicológica de los demás, ya que supone la penetración de una conciencia A en otra

conciencia B, penetración psíquica lo suficientemente avanzada para que A experimente los sentimientos de B. Sin embargo, Sigmund Freud la define como

―comprensión o autopercepción intelectual‖, en oposición a la identificación sentimental. Capacidad de empatía es por excelencia la que tiene la madre al percibir las necesidades y sentimientos de su hijo, y la capacidad de los hijos de

percibir las preocupaciones, alegrías o inquietudes de sus padres. Según Howard Gardner, la empatía es autoconciencia de las emociones de los otros.

El sociólogo estadounidense David Lerner –puntualiza Encarta- estudió la empatía

en las relaciones humanas durante los procesos de modernización de las sociedades. La sociedad moderna obliga a sus miembros a mantener numerosas relaciones y a adoptar roles variados. En este tipo de sociedades, la capacidad de

empatía de los miembros, que Lerner denominó también ‗movilidad psíquica‘, es esencial para su funcionamiento, ya que es la ―capacidad de adaptación a

situaciones diversas, nuevas o cambiantes, en un medio en constante transformación‖.

Un artículo publicado en la página http://www.liderazgoymercadeo.com refiere que

la empatía es una habilidad, propia del ser humano, que nos permite comprender y experimentar el punto de vista de otras personas o entender algunas de sus estructuras de mundo, sin adoptar necesariamente esta misma perspectiva. Esta

habilidad empleada con acierto, nos facilitara el progreso de las relaciones entre dos o más personas, convirtiéndose en algo así como nuestra conciencia social, ya

que situarse en el lugar de la otra persona, ayuda a comprender lo que esta siente en este momento. Eso sí, ser empáticos no significa estar de acuerdo con el otro, ni tampoco implica dejar de lado nuestras propias decisiones para asumir como

nuestras las de los otros. Podemos estar en completo desacuerdo con alguien, pero debemos tratar de respetar su posición, debemos aceptar como válidas sus propias

creencias y motivaciones. En consecuencia, la persona o el interlocutor empático, se ajusta a las situaciones; sabe escuchar, pero mejor aún sabe cuándo hablar; influencia y regula las emociones del otro; escucha con atención y está dispuesta a

discutir los problemas; es abierta y flexible a las ideas; apoya y ayuda; es solidaria; recuerda los problemas y le da solución; propicia el trabajo en equipo; alienta la

participación y la cooperación,; orienta y enseña; no se impone a la fuerza; confía en el grupo y en los individuos; estimula las decisiones de grupo; se comunica abiertamente, y demuestra capacidad de autocrítica. Ser empáticos es simplemente

ser capaces de entender emocionalmente a las personas, lo cual es la clave del éxito en las relaciones interpersonales. Cuando los interlocutores carecen de esta

habilidad tienen dificultades para poder interpretar de manera correcta las emociones de los demás. No saben escuchar, muchas veces son ineficientes, son

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sujetos fríos, son personas insensibles. Estos individuos dañan las emociones de

quienes los tratan.

¿Cómo se desarrolla? Desde la infancia, cuando los padres reaccionan ante el llanto de los demás niños. Empatía viene del griego empatheia (sentir dentro), pero el

psicólogo Edward Bradford Titchener sostiene que surge de una especie de imitación física de la aflicción de otro, que evoca entonces los mismos sentimientos

en uno mismo. La raíz de la empatía está en una tendencia básica de la persona de relacionarse con los demás, de abrirse a ellos en la aceptación y en el amor más abierto y universal posible. La ética y la empatía son las raíces del altruismo. Las

raíces de la moralidad se encuentran en la empatía. La misma capacidad para el efecto empático, para ponerse uno mismo en el lugar de otro, lleva a la gente a

seguir determinados principios morales. El nivel de empatía matiza los juicios morales. Algunos criminales, como violadores y abusadores de niños, son incapaces de experimentar empatía. El psicópata o sociópata carece de empatía, compasión o

remordimiento. Los psicópatas tienen una comprensión superficial de las palabras emocionales, una reflexión de superficialidad en el reino afectivo. Éstos miente,

roban, engañan y muestran poco o ningún sentido de responsabilidad, aunque suelen ser inteligentes y agradables a primera vista. Algunos son estafadores, criminales, impostores, fementidos, espurios, socaliñeros, locuaces, etcétera La

personalidad antisocial rara vez muestra el menor vestigio de ansiedad o sentimiento de culpabilidad por sus actos. Acusan a la sociedad o a sus víctimas por

las acciones antisociales que cometen. Se cree que se origina por una privación emocional en la niñez.

La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo; entre más nos abramos a nuestras emociones, más hábiles seremos para interpretar los sentimientos

ajenos. Los alexitímicos (personas que no pueden expresar sus emociones o sus sentimientos) no son empáticos, porque no tienen idea de sus sentimientos ni de

los demás. La compenetración, raíz del interés por los demás. Surge de la sintonía emocional, de la capacidad de empatía. Las emociones que se expresan mediante lenguajes no verbales, no son comprendidas por los alexitímicos. Como la empatía

favorece la vida afectiva, los alexitímicos, que no son empáticos y no comprenden, no disfrutan de su afectividad ni generan espacios para que su pareja disfrute. La

afectividad es el conjunto de emociones, como los deseos, los sentimientos, las pasiones, la voluntad, los juicios y otros componentes de la vida psíquica o mental de una persona, necesarias para expresar la amistad, el amor, el cariño, la ternura

y demás estados anímicos o estados de ánimo. La afectividad, que es algo eminentemente personal e íntimo que abarca todos los elementos anímicos y todas

las relaciones que se enraízan en el instinto y el inconsciente, la expresamos con nuestros actos, gestos, ademanes o palabras, es decir mediante lenguaje gestual y verbal, para relacionarnos con el mundo exterior, con los demás y con nosotros

mismos. A través de la afectividad comunicamos, manifestamos o expresamos los sentimientos de placer o dolor que acompañan a nuestras emociones.

El psicólogo Luís Duravía79 nos dice que tener empatía significa darnos cuenta de que el otro existe, de que está allí, de que tiene los mismos derechos míos, pero

tiene al mismo tiempo su propia originalidad. Así mismo, tener empatía significa meternos en su lugar para poder sentir como siente él, ser capaces de captar cómo

piensa y lo que le pasa por dentro, cuál es su visión del mundo, de los demás, de los acontecimientos y cuáles son sus creencias. El psicólogo Leo Buscaglia, por otra parte, precisa que tener empatía significa aceptar que el otro sea diferente y que

79 DURAVIA, Luis. Dimensión Afectiva de la Personalidad. Editorial Kimpres Ltda., Bogotá, 1992.

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las diferencias son buenas y positivas; y además ser capaces de manifestarle

nuestra aprobación y admiración por lo bueno que tiene, ser capaces de alabanzas sinceras y hasta de echarle piropos cuando éstos salen como expresión espontánea.

Los alexitímicos parecen carecer de sentimientos, aunque esto pueda deberse en

realidad a su incapacidad para expresar emociones más que a una ausencia de las mismas. Se caracterizan por su dificultad para describir sus sentimientos y los de los demás, y poseer un léxico emocional muy escaso. A veces no pueden distinguir

entre una emoción y otra, entre una emoción y una sensación física. Dan la impresión de ser personas diferentes y extrañas, y que viven en medio de una

sociedad dominada por los sentimientos. Rara vez lloran, pero cuando lo hacen sus lágrimas son abundantes. No se trata de que los alexitímicos no sientan, sino de que son incapaces de saber –y especialmente incapaces de expresar en palabras-

cuáles son exactamente sus sentimientos. Carecen absolutamente de la habilidad fundamental de la inteligencia emocional, la conciencia de uno mismo, que nos

permite saber lo que sentimos mientras las emociones se agitan en nuestro interior.

LAS RELACIONES SOCIALES Y LA COMUNICACIÓN

En el plano de las intrincadas y complejas relaciones sociales, a menudo la

convivencia y la comunicación se ven alteradas, debido a que están profundamente

influenciadas y, en cierta forma, condicionadas por los prejuicios, que tienen una

estrecha relación con los estereotipos, los fanatismos, la intolerancia, los dogmas,

el conformismo, el sexismo, el racismo, el etnocentrismo, la discriminación,

autoritarismo, las creencias, los esquemas, la masificación, la construcción de la

realidad social, los marcos referenciales, el yo colectivo, el pensamiento grupal, la

influencia social, la masificación y la heterofobia. Fernando Savater, en su Ética

para Amador, señala que para darnos la buena vida, hay que desechar "el racismo,

que clasifica a las personas en primera, segunda o tercera clase de acuerdo con

fantasías pseudocientíficas; los nacionalismos feroces, que consideran que el

individuo no es nada y la identidad colectiva lo es todo; las ideologías fanáticas,

religiosas o civiles, incapaces de respetar el pacífico conflicto entre opiniones, que

exigen a todo el mundo creer y respetar lo que ellas consideran la verdad y sólo

eso...".

La experiencia comunicativa en el plano de nuestras relaciones sociales puede sufrir

alteraciones si los interlocutores no están despojados de prejuicios, porque éstos se

emiten antes de haberse obtenido información o conocimiento real de una cosa,

hecho o circunstancia, y son producto de la obtención de conceptos, apreciaciones y

deducciones equívocas y fuera de toda lógica.

Pero ¿qué es el prejuicio? Según la Enciclopedia Microsoft Encarta, un prejuicio es

un ―juicio u opinión preconcebida y arbitraria que tiene por objeto a una persona o

a un grupo y puede ser de naturaleza favorable o adversa‖, y agrega que

actualmente este término indica, en la mayoría de los casos, una actitud

desfavorable u hostil hacia personas que pertenecen a un grupo social o étnico

diferente. La característica diferenciadora de un prejuicio –señala- es que se basa

en estereotipos relativos al grupo contra el que va dirigido.

55

Un estereotipo es, según la misma fuente, la perpetuación de una imagen simplista

de la categoría de una persona, una institución o una cultura. Agrega la definición

que el concepto de estereotipo suele ser negativo, debido a que degrada el

pensamiento individual hacia una esclavitud o casi esclavitud de formulaciones

predefinidas (el bloque de impresión original) que se opone a un razonamiento

crítico por nuestra parte o por parte de otros a la luz de experiencias nuevas o

diferentes; y aparece anclado en prejuicios, es esencialmente irracional, a menos

que pueda demostrarse que la idea original era un resumen exacto y sabio de

experiencias anteriores. En ciertas sociedades algunos sectores de la colectividad

están marcados por un estereotipo negativo y, por consiguiente, sujetos a castigos

que llegan hasta el asesinato o el genocidio. La formación social de estereotipos

está muy arraigada en la mente humana y, casi con seguridad, tuvo un valor

selectivo para la supervivencia en las primeras etapas evolutivas de las sociedades

primitivas, en su lucha por el control del territorio y por la cohesión del grupo.

El psicólogo Charles G. Morris, en su obra Psicología, un nuevo enfoque, considera

al estereotipo como un tipo especial de esquema en el cual creemos que un conjunto de características se aplica a todos los que pertenecen a un grupo social, y agrega que, como en el caso de los esquemas, los estereotipos afectan a lo que

recordamos sobre las personas y se convierten en profecías autocumplidas. En este sentido, Daniel Golemán señala que el estereotipo es la variación del esquema, y

que los esquemas representan el conocimiento a todos los niveles. El Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales define el prejuicio como la

acción y efecto de prejuzgar; o sea, de juzgar de las cosas antes del tiempo oportuno, o sin tener de ellas cabal conocimiento; al tiempo que señala que el

concepto tiene importancia jurídica en cuanto a la obligación en que se encuentra el juzgador de no anticiparse con sus juicios y reservar éstos para el momento procesal que le permita establecer con el debido conocimiento, la sentencia o

resolución que le parezca justa.

En concepción de la psicología social, que estudia la forma cómo pensamos unos de

otros, cómo nos influimos unos a los otros y cómo nos relacionamos con los otros,

el prejuicio, que en las relaciones sociales comporta desagrado por los demás, es

una actitud negativa injustificable hacia los individuos o hacia un grupo de éstos.

El psicólogo social David G. Myers, en su libro Psicología social, señala que el

prejuicio es una actitud, y como tal implica una combinación distintiva de

sentimientos (afectos), inclinaciones a actuar (tendencia conductual) y creencias

(cognición). El prejuicio es una actitud negativa, y la discriminación es una

conducta negativa. La conducta discriminatoria con frecuencia tiene su fuente en

actitudes prejuiciosas. El prejuicio y la discriminación se apoyan entre sí: la

discriminación fomenta el prejuicio y éste legitima a la discriminación. La esencia

del prejuicio es una actitud negativa o inadecuada injustificable hacia un grupo y

los individuos que lo integran. Las evaluaciones negativas que marcan el prejuicio

pueden derivarse de asociaciones emocionales, de la necesidad de justificar la

conducta o de creencias negativas llamadas estereotipos, y estereotipar es

generalizar. Es por eso que para simplificar el mundo, generalizamos todo el

tiempo: ―los ingleses son reservados, los gringos expresivos, los judíos usureros,

los bajitos hábiles, los altos fatuos, los abogados ladrones…‖

56

Un estereotipo, según el mismo psicólogo, es la creencia respecto a los atributos

personales de un grupo de personas, y pueden ser sobregeneralizados, imprecisos

y resistentes a la información nueva. Los estereotipos son generalizaciones acerca

de un grupo de personas y pueden ser ciertos, falsos o sobregeneralizados a partir

de una brizna de verdad. Los estereotipos tienen consecuencias cognitivas y

fuentes cognitivas. Al dirigir las interpretaciones y la memoria, nos conducen a

encontrar evidencia de apoyo, aun cuando no exista ninguna. Los estereotipos

resisten al cambio. Sin embargo, cuando se conoce a una persona, a menudo se

ignora el estereotipo del grupo y se le juzga de manera individual. Los estereotipos

son más poderosos cuando juzgamos a individuos desconocidos y cuando

consideramos a grupos complejos. Los estereotipos (creencias) no son prejuicios

(actitudes).

El prejuicio, los estereotipos, la discriminación, el racismo, sexismo y

fundamentalismos son términos que con frecuencia se superponen. La discriminación es una conducta negativa injustificable hacia un grupo o sus miembros. El racismo son actitudes prejuiciosas y conductas discriminatorias del

individuo hacia personas de una raza determinada o práctica de instituciones que subordinan a las personas de una raza determinada. A una persona ―negra‖ no se

le debe decir ―negro‖, porque negro es un adjetivo y no una persona; es mejor decir ―afrodescendiente‖. El sexismo son actitudes prejuiciosas y conducta discriminatoria del individuo hacia personas de sexo determinado o prácticas

institucionales que subordinan a las personas de un sexo determinado. Los fundamentalismos generan intolerancia religiosa, y por ende ―guerra ideológica sin

sentido de dos fundamentalismos, igualmente limitados y estrechos, que lejos de abrir los espacios para el necesario reconocimiento del ―otro‖ que precede a toda relación dialógica, transforma en cambio esa percepción inmediata de lo extraño y

distinto, de la alteridad, en miedo, incomprensión y odio irracionales frente a lo diferente‖80.

Las creencias estereotipadas, las actitudes prejuiciosas y la conducta

discriminatoria han ―envenenado‖ desde hace mucho tiempo nuestra existencia

social. El prejuicio surge de una intrincada interacción de fuentes sociales,

emocionales y cognitivas. El prejuicio emerge de diversas fuentes, debido a que,

como otras actitudes, cumple varias funciones. Las actitudes prejuiciosas pueden

expresar nuestro sentido de quiénes somos y proporcionarnos aceptación social.

Pueden defender nuestro sentido del yo contra la ansiedad que surge de la

inseguridad o el conflicto interno. Y pueden promover nuestro autointerés apoyado

lo que nos proporciona placer y oponiéndose a lo que no.

Entre las fuentes sociales encontramos que la situación social fomenta y mantiene

el prejuicio en diversas formas. Un grupo que disfruta de superioridad social y

económica a menudo justifica su posición con creencias prejuiciosas. El prejuicio

puede llevar a las personas a tratar a los demás de modos que provocan la

conducta esperada, que por tanto confirma aparentemente la opinión que

sostenemos. Una vez establecido, el prejuicio continúa en parte fomentado por la

inercia de la conformidad y en parte apoyado por las instituciones, tales como los

medios masivos de información social.

80 VALQUI CACHI, Camilo y otros. 11 de septiembre. Las caras de la globalización. Laguna, México, 2002.

57

Como el prejuicio también tiene raíces emocionales, la frustración fomenta la

hostilidad en las personas y éstas tratan de descargarla en ―chivos expiatorios‖ y a

veces la dirigen más directamente contra grupos competidores percibidos como

responsables de nuestra frustración. Al proporcionar un sentimiento de superioridad

social, el prejuicio también puede ayudar a ocultar los propios sentimientos de

inferioridad. A menudo se encuentran diferentes tipos de prejuicio juntos en

aquellos que tienen una actitud autoritaria. Aunque el prejuicio es alimentado por

las situaciones sociales, los factores emocionales a menudo agregan ―combustible

al fuego‖: la frustración y la agresión pueden fomentar el prejuicio, al igual que

pueden hacerlo los factores de personalidad como las necesidades, el status y las

tendencias autoritarias. El prejuicio cumple otras funciones, además de aumentar

nuestro autointerés competitivo.

Con respeto a la fuente cognitiva del prejuicio, se evidencia cómo el

estereotipamiento que subyace en el prejuicio es un producto secundario de

nuestra simplificación del mundo. Primero, el agrupamiento de personas en

categorías exagera la uniformidad dentro de un grupo y las diferencias entre los

grupos. Segundo, un individuo distinto, tal como una sola persona de la minoría,

tiene una cualidad irresistible. Estas personas nos hacen conscientes de las

diferencias que de otra manera habrían pasado desapercibidas. Tercero, atribuir la

conducta negativa de miembros de un grupo de carácter natural mientras

justificamos sus conductas positivas. ―Persona y conducta son fenómenos

diferentes- aclara Fausto Izcaray, y agrega que podemos apreciar la esencia de un

ser humano y estar en desacuerdo con sus conductas. Las conductas de una

persona no son esa persona. Las conductas de una persona son el producto de su

aprendizaje incluyendo sus sistema de creencias y valores‖81. Las creencias

estereotipadas y las actitudes prejuiciosas están no sólo debido al condicionamiento

social y no sólo porque cumplen una función emocional, al permitir a las personas

desplazar y proyectar sus hostilidades, sino también como productos secundarios

de los procesos normales de pensamiento. Los estereotipos resultan menos de la

maldad que de la manera en que simplificamos la complejidad de nuestro mundo.

Son como ilusiones preceptúales, un producto residual de nuestra facilidad para

simplificar. El enfoque cognitivo afirma que para entender el prejuicio, debemos

observar más de cerca la manera en que pensamos acerca del mundo.

El filósofo y psicólogo Daniel Golemán, en su libro La inteligencia emocional, sostiene que los prejuicios son una especie de aprendizaje emocional que tiene

lugar en las primeras etapas de la vida, haciendo que estas reacciones sean difíciles de erradicar por completo, incluso en la gente que, en la edad adulta, considera erróneo mostrarlas. Los viejos prejuicios no son tan fáciles de suprimir o modificar

debido a que son una variedad de aprendizaje emocional y están profundamente establecidos. Sin embargo, lo que sí puede modificarse es lo que hagan con

respecto a ellos. Los prejuicios nos conducen a la segregación, la hostilidad, la discriminación, el fanatismo, los estereotipos y la intolerancia.

Según Charles G. Morris, el prejuicio, que es una actitud injusta, intolerante o desfavorable hacia personas o grupos, tendría sus fuentes en la frustración, la

agresividad, la personalidad autoritaria y el conformismo.

81 IZCARAY, Fausto. La Inteligencia Emocional y La Programación Neuro Lingüística.

58

Ante la dificultad de erradicar o modificar los prejuicios, profundamente arraigados, se debe procurar, a nivel corporativo, que las normas de un grupo sean

decididamente modificadas adoptando una postura activa contra cualquier acto de discriminación, desde los niveles gerenciales más elevados hacia abajo. Las

tendencias pueden no ceder, pero los actos del prejuicio pueden ser reprimidos si el clima se modifica. Además, hay que descartar el prejuicio para posibilitar la diversidad, y tratar de ver las cosas con perspectiva, una postura que estimula la

empatía y la tolerancia. En la medida en que la gente llega a comprender el dolor de aquellos que se sienten discriminados, tiene más posibilidades de expresarse

contra esto. La camaradería constante, los esfuerzos hacia metas comunes, la mezcla social, la eliminación de los estereotipos negativos y el trabajo conjunto como iguales, generan un espacio para la modificación de los prejuicios, el

favorecimiento de la diversidad y la práctica de la tolerancia.

En la dinámica de los prejuicios influye la construcción de la realidad social. El aludido Golemán82, en otro de sus libros (La psicología del autoengaño) indica que el contexto condiciona hechos y conversaciones, determina cuáles actitudes son

apropiadas o inapropiadas, qué percibir y qué ignorar.

En el ámbito social encontramos los marcos referenciales. Un marco referencial es una definición compartida de una situación, que organiza y gobierna los eventos sociales y nuestra participación en ellos… Es la cara pública de los esquemas

colectivos… Se origina cuando los participantes activan esquemas compartidos con respecto a determinada acción o situación. En áreas sociales, cuyo marco

referencial conocemos, procedemos sin inconvenientes, espontáneamente y dominando la situación. El lenguaje influye en la vida cotidiana, y marca las coordenadas de mi vida en la sociedad y llena esa vida de objetos significativos…

No es sino esquemas hechos audibles: los actos sociales son esquemas hechos visibles. Los esquemas organizan el lenguaje. El marco referencial confiere el

contexto, y nos indica cómo leer lo que sucede. Es algo altamente selectivo; aparta la atención de todas las otras actividades que se producen simultáneamente y no corresponden a ese marco. Todo lo que está fuera del marco no merece atención.

Lo que está fuera del marco referencial también está al margen de la conciencia consensuada, inmerso en una especie de submundo colectivo. El mundo social está

lleno de marcos referenciales que orientan la atención hacia ciertos aspectos de la experiencia y la apartan de otros.

Los marcos referenciales condicionan nuestra cotidianidad en el mundo laboral. Uno aprende la disciplina laboral al ser sometido a las fuerzas que, sutilmente, dirigen

nuestra atención y moldean nuestra experiencia dentro de la organización. La persona es vista sólo desde el rol social que desempeña; no se tienen en cuenta

otros aspectos personales de su ser. La unidimensionalidad de la gente en sus roles sociales es sintomática de una alienación cada vez más amplia en nuestra condición moderna… La unidimensionalidad de los individuos en sus roles nos exige

que ignoremos el resto de ellos. Uno de los beneficios de la unidimensionalidad del marco referencial es la autonomía interna, en donde la persona dirige el resto de

atención a intereses y placeres privados en medio de la vida pública. Hay libertad por cuanto al desempeñar solamente su rol social, el individuo no tiene que hacer intercambios plenos y auténticos con cada persona que trata en el desempeño de

su rol. Las anteojeras que provee el rol permiten a la persona que desempeña ese rol deshumanizarse en lugar de liberarse. No se traspasa el rol para llegar a la

82 GOLEMAN, Daniel. La psicología del autoengaño. Editorial Atlántida, S. A., Bogotá, 1997.

59

persona que hay dentro del mismo. Preferimos no ver, preferimos ignorar, en lugar

de enfrentar a la persona, y prestamos atención sólo al rol, que ofrece una salida fácil, incluso, un momento agradable.

Los marcos referenciales definen el orden social. Nos dicen qué está pasando,

cuándo hacer y qué y a quién. Dirigen nuestra atención hacia la acción que se encuentra dentro del marco y la apartan de lo que, si bien es accesible a la conciencia, es irrelevante… Cada cultura es un conjunto de marcos referenciales. En

la medida en que los marcos difieren de cultura a cultura, los contactos entre la gente de distintos países pueden resultar un fracaso… Los marcos referenciales no

sólo dirigen la interacción, sino que también dictan de qué manera debe considerarse a la gente en sus distintos roles… Cuando nuestros marcos referenciales no coinciden, el orden público se tambalea… Muchas veces no estamos

demasiado seguros respecto de cuál es el marco de referencia correcto para un momento dado… La socialización del niño equivale a incorporarlo a los marcos

corrientes y válidos… Es esencial que los niños aprendan qué cosas se pueden ver y cuáles hay que ignorar… Los esquemas sociales domestican la atención… Los marcos referenciales tienen la capacidad de desviar la atención de aquellos hechos

que implican urgencia.

Interactuar implica acudir a mentiras piadosas para negar la información que nos incomoda. A pesar de que las mentiras sociales son detectables, a veces las pasamos por alto. El lenguaje no verbal es un canal apto para mentir. El rostro, el

tono de voz, los cambios de posturas y las discrepancias entre el rostro sonriente y el tono de voz enojado revelan fácilmente la mentira. Las mujeres son más hábiles

para leer mensajes no verbales o expresiones corporales. Los niños reciben grandes y pequeñas mentiras y aprenden cuando es beneficioso socialmente mentir y cuándo ignorar las mentiras ajenas; también aprender a percibir lo que los demás

quieren que perciban. A veces es mejor ver sólo lo que otros quieren que veamos y no lo que sienten. Dudar de las apariencias implica sentir mayor incertidumbre

frente al entorno. El tacto respeta la integridad de los marcos referenciales. Conocer el engaño y saber lo que los demás sienten realmente es comprender la realidad del mundo interpersonal. Las mentiras piadosas son una forma de engaño

social y protegen los marcos referenciales.

Los marcos referenciales, responsables de nuestro condicionamiento social, guían la atención hacia lo interesante y la desvían de lo irrelevante, porque a veces es

importante que cierta información esté al margen de los marcos referenciales para evitar inconvenientes o para ignorar cosas que se deben ignorar o que otros no quieren que se sepan. Hay temas tabú que se deben ocultar. No estamos

dispuestos a ver o recordar hechos sociales negativos. A veces la verdad es reemplazada por la desorientación, el silencio o la mentira.

Cuando la sociedad limita el espectro de su atención a través de marcos autoritarios, se restringen las opciones disponibles para sus miembros. El sello

distintivo de la democracia es el libre flujo de la información… ―La democracia es una forma de interactuar en la vida cotidiana un espíritu de tolerancia, de

solidaridad y una confianza en el poder de la palabra‖83. Para que una autoridad totalitaria pueda ejercer el control, tiene que reprimir todo punto de vista y toda realidad alternativa. Los esquemas dirigen la atención hacia lo que predomina y a

desviarla de lo irrelevante. De acuerdo con los intereses del gobernante, se condiciona la información expresada o recibida. Los puntos de vista o las versiones

83

ACEVEDO LINARES, Antonio.

60

de la realidad que no encajan en la visión consensuada pueden ser descartados y

calificados de excentricidad, o aberraciones. No vemos lo que preferimos no ver, y no vemos que no vemos.

En el ámbito de las relaciones sociales nos vemos compelidos a la construcción de

un yo colectivo. Es así como el mismo Golemán nos dice que las personas dentro de un grupo asumen una mente colectiva y sienten, actúan y piensan diferente a como se hace en forma individual. El grupo es conducido por el inconsciente. Es crédulo y

fácil de influenciar, acrítico, todo es probable, no conoce la duda y la incertidumbre. Un grupo se diferencia de una muchedumbre reunida al azar por los esquemas

compartidos: un entendimiento común, un interés común por un objetivo, una inclinación emocional similar en determinada situación.

Según Sigmund Freud, la psicología del grupo involucra una disminución de la personalidad individual consciente, la focalización de los pensamientos y los

sentimientos en una dirección común. Los esquemas compartidos dominan sobre los esquemas personales. Para Freud, en la mente grupo el individuo renuncia al ideal de su yo y lo sustituye por el ideal del grupo, encarnado en un líder. La

activación de esquemas compartidos cohesiona el nosotros, y cuanto mayor sea la capacidad de manejo de una situación y el conocimiento compartido, más estable

será el grupo. El yo grupal sólo incorpora aquellos esquemas compartidos. Lo que una persona dice tiene un significado inconsciente para los demás. En un grupo, al aprender a ver las cosas de la misma manera, los integrantes también aprenden a

cómo no ver.

Los esquemas establecidos en el yo familiar nos muestran como sensibles a la opinión de los demás. Según el sitio donde se resida, hay familias locales y cosmopolitas. Las locales conservan tradiciones, rutinas y hábitos de compra, vida

social y actividades recreativas. La cosmopolita tiene hábitos más flexibles y ve más allá de los confines del vecindario. La familia comparte un yo grupal que moldea

sus vidas. En la familia hay trueque entre atención y angustia: la familia, como grupo, elige e ignora información incongruente con su yo compartido, en un esfuerzo por proteger se integridad y su cohesión. Entre los miembros de una

familia existe un alto grado de correspondencia. Sus integrantes se parecen en su manera de absorber y utilizar información.

Un paradigma familiar está constituido por la suma total de esquemas compartidos.

A veces un ritual familiar puede servir para ocultar un temor, una parte del esquema familiar que es compartido por todos pero resulta demasiado amenazante como para ser tratado abiertamente. La familia es una especie de mente grupal, de

muchas de las propiedades de la mente individual. La familia estructura una realidad a través de los esquemas conjuntos que sus integrantes terminan por

compartir. Cada familia tiene su propio estilo en relación con qué aspectos de la experiencia

común pueden exponerse y cuáles deben ser ocultados o negados. Los miembros de la familia son dados a ocultar o negar inconvenientes, como el alcoholismo de

uno de sus integrantes, arguyendo que no se siente bien por cierto motivo. Cuanto más horrendo sean los secretos que una familia guarda para sí, mayor es la probabilidad de que recurra a estratagemas como la de la familia feliz para

mantener una cierta apariencia de estabilidad. La familia oculta la realidad, por culpa, vergüenza y temor. Por eso oculta secretos como alcoholismo, drogadicción,

delincuencia, enfermedades, etc., de alguno de sus integrantes. Esas familias pasan por ciclos de negación o de culpa; operan fuertemente en su defensa

61

colectiva. Se da crédito a las mentiras y a las justificaciones debido a la angustia

que genera el reconocer la realidad. La negación es la salida más fácil. Como se da el trueque atención-angustia, el autoengaño, bajo el disfraz de la familia feliz,

mantiene la angustia a raya.

El concepto de pensamiento grupal es lo que mejor ilustra el mecanismo de las defensas colectivas y las ilusiones compartidas en acción dentro de un grupo. El pensamiento grupal no constituye un argumento contra los grupos ni contra las

decisiones tomadas dentro de ellos, sino un llamado de atención frente a una patología colectiva, un nosotros que se ha distorsionado. El pensamiento grupal

distorsiona y tergiversa el pensamiento de grupo. Debido a la sutileza de sus mecanismos, el pensamiento grupal resulta difícil de detectar y contrarrestar. A medida que los individuos (miembros del grupo) se sienten cómodos e identificados

con él, ese mismo sentimiento de comodidad que existe entre todos ellos puede tener como consecuencia una reticencia a expresar opiniones que pudieran llegar a

destruir ese clima de unión y pertenencia. El impulso de caer en el pensamiento grupal busca disminuir la angustia y conservar la autoestima. La primera víctima del pensamiento grupal es el pensamiento crítico. Sólo se permite la expresión,

amplia y total, de los esquemas compartidos con los que todos se sienten cómodos.

En el grupo, condicionado o dominado por el pensamiento grupal, puede registrarse el fracaso por la ilusión de la invulnerabilidad, la ilusión de unanimidad, supresión de las dudas personales, custodios de la mente grupal, racionalizaciones y

estereotipos. El pensamiento grupal es una patología peligrosa para las empresas. En la dinámica empresarial se dan casos de actitudes de la familia feliz y

pensamiento grupal. La racionalización y los estereotipos compartidos son tácticas del pensamiento.

Debido a lo anterior, debemos despertar, acrecentar y fortalecer nuestro espíritu

crítico, nuestra mentalidad crítica, para evitar ser masificados, convertirnos en

masa. Como el hombre no existe exclusivamente para sí mismo, sino que vive en

comunidad con los demás, debe evitar convertirse en masa. El hombre, como ser

viviente que convive con otros, experimenta sentimientos de agradecimiento y de

reproche, de compañerismo y de amistad, y como es un ser condicionado por su

entorno cultural, social, político, religioso, económico, científico y filosófico, debe

estar alerta para no masificarse.

Pero ¿qué es la masa? En el libro La psicología descubre al hombre, el psicólogo

social Heinz Dirks84 sostiene que la masa es una pluralidad de individuos unidos por

un vínculo psíquico común de todo tipo puramente instintivo y sentimental. Por ello

es imperativo huir de la masificación, porque dentro de la masa la persona renuncia

cada vez más a su independencia y sólo se rige por lo que hacen y dicen los demás,

con el concomitante fenómeno de la despersonalización. La masa significa una

unión interna sin estructuración. Dentro de la masa no existe ningún orden

jerárquico o funcional con obligaciones y prescripciones determinadas sino una

pluralidad de individuos de igual clase, que, por una voluntad instintiva común, se

hallan regidos del mismo modo. La dirección espontánea se realiza a través de una

influencia sugestiva, quedando excluida toda crítica racional y sus acciones tienen

lugar sin gobierno ni dirección. El hombre masa no es un ser libre y autónomo. En

84 DIRKS, Heinz. La psicología descubre al hombre. Círculo de lectores, Bogotá.

62

la masa se pierde la individualidad. ―El hombre masa es el hombre cuya vida carece

de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades,

sus poderes, sean enormes‖85. Es necesario estar expectante para no perderse en

la masa. La inclusión de un individuo en la masa es tanto más fácil cuanto más

limitada sea su personalidad. La masa no respeta la diferencia. ―La masa -¿quién lo

diría al ver su aspecto compacto y multitudinario?- no desea la convivencia con lo

que no es ella. Odia a muerte lo que no es ella‖86. En consecuencia, no reconoce el

derecho a la diferencia.

Según las investigaciones del psicólogo social Gustavo Le Bon87, expuestas en su

Psicología de las multitudes, las características principales de la masa son la

exclusión de la razón en el obrar, el reaccionar de un modo rápido y emocional y

una capacidad especial para ser influenciada. Es sorprendente el hecho de que

personas tranquilas y razonables puedan sucumbir a la sugestión de la masa y se

comporten sin freno bajo su influencia. Es por eso que los fanáticos del fútbol,

luego de un episodio de desmanes, no logran comprender después cómo se han

podido comportar de tal manera, cosa que nunca habrían hecho en su estado

normal. Hay que hacer todo lo posible, a través de las auténticas relaciones

sociales, para evitar que nos sumerjamos en el mundo difuso y pegajoso de la

masa; mundo que imposibilita la comunicación auténtica.

Las reflexiones del pensador José Ortega y Gasset (compendiadas por Rafael Méndez) refieren que la masa, ―la multitud‖, ―el vulgo‖, es una entidad voluble y

vana que constituye el modo de ser de la sociedad occidental. Según el mismo Ortega y Gasset, ―masa es todo aquel que no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente «como todo el mundo» y, sin

embargo, no se angustia, se siente a saber al sentirse idéntico a los demás (La rebelión de las masas). El hombre masa no se exige nada. ―No pretende hacer con

su vida ninguna cosa particular. No intenta construirse de ninguna manera. Para él, la vida consiste en vivir en cada instante lo que ese instante ya es. La perfección sobre sí mismo es inconcebible. El hombre masa no se valora a sí mismo, no se

construye en ningún sentido. Siente, decide, obra, piensa y expresa como todo el mundo. Pero su condición definitiva, que le otorga todo su sentido y significación,

es que, ante semejante característica, que llenaría de angustia a un hombre genuino, el hombre masa, se siente tranquilo. A partir de su inauténtica realidad

construye su cotidianidad y su proyecto de vida. Su máxima satisfacción reside en fundirse con la multitud, en saberse y sentirse como todos los demás… La seguridad y comunidad de un tipo de vida semejante redunda en que la masa no

soporta nada distinto de ella misma. Cualquier mínima variación le resulta intolerable. Sabiéndose vulgar, el alma masiva se afirma en su vulgaridad, la

defiende y afirma, y la pretende en todos los lugares y condiciones. Su voluntad es absolutista y expansiva. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea, piense, sienta y se exprese como todo el mundo,

es rechazado y se encuentra en peligro de perecer‖88. Stefan Zweig, en su libro Erasmo de Rótterdam, triunfo y tragedia, señala que ―para la masa siempre será

más accesible que lo abstracto lo concreto y aprehensible; por ello, en lo político

85

ORTEGA Y GASSET, José. Ob. Cit. 86

Ibídem. 87

LE BON, Gustavo. La psicología de las masas. http://www.quedelibros.com 88 MENDEZ BERNAL, Rafael. Clásicos del pensamiento universal resumidos, de Rafael Méndez. Círculo de lectores, Bogotá, 2000.

63

siempre encontrará más fácilmente partidarios todo programa que, en lugar de un

ideal, proclame una hostilidad, una oposición bien comprensible y manejable, que se dirija contra otra clase social, otra raza, otra religión, pues, con el odio puede

encender fácilmente el fanatismo sus criminales llamas… Un hombre solo puede azuzar la pasión de las masas, pero casi nunca le es también dado volver a calmar

esta desencadenada pasión. Quien, con su palabra, sopla una llamita, tiene que tener conciencia de que se producirá una fogata destructora; el que excita el fanatismo, declarando como único valedero un solo sistema de existir, de pensar y

de creer, tiene que reconocer la responsabilidad de que, con ello, está provocando la desavenencia universal, una guerra espiritual o corporal, contra toda otra forma

de pensar y vivir‖89. Sigmund Freud plantea en su Psicología de las masas y análisis del yo que la masa

―carece de todo sentimiento de responsabilidad y respetabilidad, y se halla siempre pronta a dejarse arrastrar por la consciencia de su fuerza hasta violencias propias

de un poder absoluto e irresponsable. Se comporta, pues, como un niño mal educado o como un salvaje apasionado y no vigilado en una situación que no le es familiar. En los casos más graves, se conduce más bien como un rebaño de

animales salvajes que como una reunión de seres humanos‖ 90. La filosofía de la masa es que nadie debe querer sobresalir; todos deben ser y obtener lo mismo.

Dentro de la masa impera ―la desaparición de la personalidad individual consciente, la orientación de los pensamientos y los sentimientos en un mismo sentido, el predominio de la afectividad y de la vida psíquica inconsciente, la tendencia a la

realización inmediata de las intenciones que puedan surgir‖. La masa, ávida de autoridad, tiene, según las palabras de Gustavo Le Bon, una inagotable sed de

sometimiento. Le Bon precisa que el más singular de los fenómenos presentados por una masa

psicológica, es que ―cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su

carácter o su inteligencia, el simple hecho de hallarse transformados en una multitud le dota de una especie de alma colectiva‖, y agrega que ―esta alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por completo distinta de como sentiría,

pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente. Ciertas ideas y ciertos sentimientos no surgen ni se transforman en actos sino en los individuos

constituidos en multitud‖91.

La masificación, según el filósofo Eudoro Rodríguez Albarracín, se refiere a un

fenómeno sociológico e histórico inherente al tipo de sociedad industrial, a la

cultura de las grandes ciudades, a la insurgencia de grandes conglomerados

sociales y, por lo tanto, a procesos que tienen que ver con el tipo actual de

civilización. La masificación como fenómeno cultural alude al papel decreciente de

la individualidad ante el paso acelerado de una cultura estandarizada hecha para

multitudes. La masificación sumerge a las personas en el anonimato y en el

aislamiento que generan una vida y forma de vida impersonal, comportamientos

masivos y controlables por los medios de información social. Es por eso que en las

grandes ciudades el hombre no está tan solo como cuando camina en medio de las

grandes multitudes. ―Al contemplar en las grandes ciudades –señala Ortega y

Gasset- esas inmensas aglomeraciones de seres humanos que van y vienen por sus

89 SWEIG, Stefan. Erasmo de Rótterdam, triunfo y tragedia. http://www.librodot.com 90 Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. http:// www.literatura.itematika.com 91 LE BON, Gustavo. Ob. Cit.

64

calles y se concentran en festivales y manifestaciones políticas, se incorpora en mí,

obsesionante, este pensamiento: ¿Puede hoy un hombre de veinte años formarse

un proyecto de vida que tenga figura individual y que, por lo tanto, necesitaría

realizarse mediante sus iniciativas independientes, mediante sus esfuerzos

particulares? Al intentar el despliegue de esta imagen en su fantasía, ¿no notará

que es, si no imposible, casi improbable, porque no hay a su disposición espacio en

que poder alojarla y en que poder moverse según su propio dictamen? Pronto

advertirá que su proyecto tropieza con el prójimo, como la vida del prójimo aprieta

la suya. El desánimo le llevará, con la facilidad de adaptación propia de su edad, a

renunciar no sólo a todo acto, sino hasta a todo deseo personal, y buscará la

solución opuesta: imaginará para sí una vida estándar, compuesta de desiderata

comunes a todos, y verá que para lograrla tiene que solicitarla o exigirla en

colectividad con los demás‖92.

El filósofo Reinaldo Suárez Díaz nos advierte que la cárcel más terrible del ―yo‖ es

el grupo social, las creencias, valores y normas del grupo, de la masa. Vivimos

custodiados por el otro yo, el yo social, que nos dicta aquello que debemos ser:

―sea como yo‖, ―piense como yo‖, ―actúe como yo‖… El grupo, la masa, es una

dictadura amenazante, una cárcel colectiva. Dentro del grupo, de la masa, somos

incapaces de dar nuestro grito de libertad individual y personal… dejamos que otros

decidan por nosotros.

El fenómeno de la influencia social, que, según el psicólogo Charles G. Morris,

designa las acciones realizadas por una o más personas para cambiar actitudes,

comportamiento o sentimientos de uno o más individuos, se configura mediante

actitudes como la sumisión voluntaria a las normas sociales, aun a costa de las

propias preferencias (conformismo), un cambio de conducta en respuesta a una

petición explícita de otra persona o grupo (condescendencia) y cambio de conducta

en respuesta a una orden de otra persona, generalmente a una figura de autoridad

(obediencia). El conformismo es una respuesta a la presión ejercida por las normas

que generalmente no se expresan. Por el contrario, la condescendencia es un

cambio de conducta en respuesta ante la petición explícita de alguien. La

obediencia es la aceptación de una orden. A semejanza de la condescendencia, es

una respuesta a un mensaje explícito. La obediencia es la influencia social en su

manifestación más notoria y poderosa.

El psicólogo Robert S. Feldmán, que coincide con su colega Charles Morris, señala

que la conformidad, el acatamiento y la obediencia son los tipos fundamentales de

influencia social. La conformidad (hacer lo mismo que los demás) es el cambio de

comportamiento o actitudes por un deseo de seguir las creencias o patrones de

otras personas. Es un fenómeno en que la presión social no asume la forma de una

orden directa. Se caracteriza porque cuando más atractivo es el grupo para sus

miembros, mayor es su capacidad de generación de inconformidad; porque ésta es

mayor cuando las personas deben responder públicamente que cuando pueden

responder en privado; porque al dar una opinión, como decir qué tipo de ropa está

de moda, tiene más posibilidades de generar conformidad que responder a un

interrogante acerca de los demás, y porque las personas que se relacionan con la

92

ORTEGA Y GASSET, José. Ob. Cit.

65

conformidad son más pronunciadas en grupos en que el apoyo a una posición es

unánime.

El acatamiento (ceder a la presión directa) es un comportamiento que se adopta

como respuesta a la presión social directa. Cuando en ocasiones la presión social es

fortísima y existe la una presión directa y explícita que acatamos un particular

punto de vista o nos comportamos de un modo específico, nos encontramos con el

fenómeno del acatamiento.

La obediencia (obedecer órdenes directas) es el cambio en el comportamiento que

se debe a las órdenes de los demás. Las técnicas de acatamiento son un recurso

para ir en forma delicada a las personas hacia la aceptación de una solicitud. Sin

embargo, en algunos casos, las solicitudes se hacen de tal forma que buscan lograr

obediencia, es decir, cumplir la voluntad de quien manda. Aunque la obediencia es

mucho menos común que la conformidad y el acatamiento, se presenta en diversas

clases de relaciones. Sólo demostramos obediencia a quines tienen algún poder

sobre nosotros, pero únicamente porque tienen el poder de recompensarnos o

castigarnos.

La heterofobia es otra actitud que también puede afectar la convivencia y la

comunicación. La expresión heterofobia procede del griego hétero (otro, distinto, diferente) y fobia (aversión apasionada, temor infundado). Fernando Savater la define

como el sentimiento de temor y odio ante los otros, los que irrumpen desde el exterior en nuestro círculo de identificación (Diccionario filosófico).

En el universo de la heterofobia, la disposición mimética nuestra –señala Savater- es la que nos permite ser socialmente amaestrados. Nuestra naturaleza humana nos

revela como seres de imitación. Imitar es identificarse con los demás, reconocer e instituir como tales a nuestros semejantes. La proximidad física, los parecidos

externos, el paralelismo de los apetitos y por encima de toda la comunidad lingüística despiertan y mantienen vivo el instinto imitador que nos capacita para la aglutinación social. Esa imitación que nos une también es la causa de muchos de los

enfrentamientos entre nosotros. La mimesis social generalizada es conflictiva por su tendencia hacia a la uniformidad. El misoneísmo, el odio y la zozobra que se siente

ante lo nuevo, debe ser sin duda la más antigua de las manifestaciones de la heterofobia. Adoptar las novedades es difícil dentro del círculo reforzado de la identificación social; pero convivir con lo diferente, pluralizar las posibilidades dentro

del ser colectivo es cosa aún más delicada. De igual modo que la semejanza en comportamientos y criterios pacifica internamente el grupo a la par que ofrece

tranquilidad moral a cada uno de sus miembros, la convivencia con lo distinto introduce unas señal de alarma y de inestabilidad tanto en el conjunto como en la estructura psíquica de cada cual. Si ellos pueden vivir con nosotros sin ser como

nosotros, ¿por qué nosotros tenemos que ser como somos? La heterofobia –es decir, la desconfianza, el miedo y hasta el odio contra los que no pertenecen a nuestro

grupo- hunde sus raíces en mecanismos atávicos de socialización, cuando la pertenencia al grupo implicaba ante toda hostilidad frente a quienes no eran de la tribu o no eran como los de la tribu debe ser.

Para convivir en armonía no podemos sentir fobia por los otros, por los demás. Como

seres gregarios tenemos que vivir con los otros, sin sentir fastidio por ellos y sin pretender anularlos. ―Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo

66

está fuera de ella, más allá. Si me resuelvo a andar sólo por dentro de mi vida,

egoístamente, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada, que se pierde en sí

mismo, de puro no ser más que caminar por dentro de sí‖93.

El comportamiento humano sigue siendo un misterio insondable. Es muy posible que, de acuerdo con Aristóteles, el hombre sea un ser sociable por naturaleza (―infinitamente más sociable que las abejas y todos los demás animales que viven

en grey‖), pero también lo es que, conforme a lo planteado por Hobbes, el hombre sea un ser antisocial por naturaleza. ¿Cuál de los dos está en lo cierto? ¿Cuál está

equivocado? ¿Los dos están errados? ¡He ahí la cuestión! El historiador Rafael Gutiérrez Solano señala que es ingenuo suponer que el hombre sea tolerante, comprensivo y amable por naturaleza. Sin embargo, hay razones para pensar que

es sociable por naturaleza y las hay para pensar que es antisocial por naturaleza. Su insondable interior es muy complejo de explorar. Su inescudriñable alma

alberga grandezas y miserias. Así como tiene actos grandiosos, también tiene actos perversos. Su comportamiento, al igual que su auténtica esencia y naturaleza siguen siendo un inexpugnable misterio. Lo cierto es que todavía no ha encontrado

maneras armónicas de convivencia pacífica. Frecuentemente sus intereses y su falta de habilidades comunicativas lo confrontan y lo distancian. A pesar de su

aparente ―sociabilidad‖ se le dificulta tratar con sus semejantes. Desde del mismo seno familiar se ve enfrentado a conflictos, muchas veces absurdos, producto del desconocimiento de las diferencias, la intolerancia y el irrespeto consigo mismo y

con los demás; en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en su vida social y afectiva tiene conflictos, motivados por éstas y otras causas. Durante su efímera

existencia establece algún tipo de vínculos (familiares, académicos, laborales, sociales, afectivos, etc.) con un promedio muy escaso de personas, de seres semejantes, y sin embargo, en no pocas ocasiones, termina odiando, despreciando,

injuriando, calumniando o agrediendo a un gran porcentaje de ese escaso promedio; no son pocos casos en los que termina profundamente distanciado

afectivamente de sus hermanos y, lo más grave, hasta de sus propios padres, y qué decir cuando termina asesinándolos… Algo extraño debe ―habitar‖ la psiquis humana… ¡Quién pudiera desentrañar las miserias y grandezas del alma humana!

Porque tal como nos dice José Saramago, ―la dura experiencia de la vida nos ha demostrado que no es aconsejable confiar demasiado en la naturaleza humana, en

general‖ 94. ¿Será cierto el aforismo nietzscheano de que ―verdaderamente, el hombre es una corriente impura y cenagosa‖? Según José Ortega y Gasset, el

hombre es una fiera con veleidades de arcángel. Sigmund Freud planteaba que las personas, como seres paradójicos y complejos, detrás de la apariencia, detrás de la fachada de la conducta visible, escondemos todo un intrincado juego de móviles,

deseos y pensamientos inconscientes que revelan el dinamismo último y real de nuestros actos. Gustave Le Bon nos advierte que detrás de las causas confesadas

de nuestros actos, existen causas secretas, ignoradas por todos, y que la mayor parte de nuestros actos cotidianos son efecto de móviles ocultos que escapan a nuestro conocimiento. No nos queda más que seguir preguntando con Erich Fromm

si el hombre es lobo o cordero.

93

Ibídem. 94

SARAMAGO, José. Ob. Cit.

67

LA COMUNICACIÓN Y LA COMPETENCIA EMOCIONAL

La Constitución Política de 1991 señala que ―Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República… democrática… y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana…‖ (Artículo 1). Si es ―democrática‖, entonces,

entre otras garantías, somos libres de ―expresar y difundir el pensamiento y opiniones‖ (Artículo 20); y el acto natural para expresar lo que pensamos es la

comunicación. En un sistema democrático, en la práctica comunicativa, es necesario implementar

las competencias ciudadanas, que el Ministerio de Educación Nacional (MEN) define como ―el conjunto de conocimientos y de habilidades cognitivas, emocionales y

comunicativas que, articuladas entre sí, hacen posible que el ciudadano actúe de manera constructiva en la sociedad democrática… Retomando el concepto de competencia como saber hacer, se trata de ofrecer a los niños y niñas las

herramientas necesarias para relacionarse con otros de una manera cada vez más comprensiva y justa y para que sean capaces de resolver problemas cotidianos‖. En

nuestra convivencia ciudadana, que involucra la comunicación, se requiere de ―un ciudadano como sujeto con sentido de colectividad que procura con sus acciones favorecer la inclusión social; que transita por la vía de los conflictos acompañado de

habilidades y actitudes que favorezcan la convivencia pacífica; que se sabe partícipe activo y protagonista de las decisiones de su comunidad; que reconoce las

diferencias en los diferentes ámbitos del acontecer humano, como un espacio propicio para la construcción colectiva de comunidad más que como un obstáculo que es necesario anular y combatir‖95. Dentro del conjunto de competencias

comunicativas, emocionales y cognitivas, para efectos de la praxis comunicativa, es importante tener en cuenta las competencias emocionales que el MEN designa

como ―las habilidades necesarias para la identificación y respuesta constructiva ante las emociones propias y las de los demás‖. Gracias a la convivencia ciudadana la persona llega a ser ella misma, desarrolla las condiciones innatas de alguien que

siente, ama, razona y planifica. El MEN especifica los siguientes tipos de competencias ciudadanas:

―Así como para la formación ciudadana requerimos de ciertos conocimientos

específicos, también necesitamos ejercitar competencias cognitivas, emocionales, comunicativas e integradoras. Los conocimientos se refieren a la información que los estudiantes deben saber y comprender acerca del ejercicio de la ciudadanía. Si

bien esta información es importante, no es suficiente para el ejercicio de la ciudadanía y se necesitan las demás competencias.

Las competencias cognitivas se refieren a la capacidad para realizar diversos procesos mentales, fundamentales en el ejercicio ciudadano. Por ejemplo, la

habilidad para identificar las distintas consecuencias que podría tener una decisión, la capacidad para ver la misma situación desde el punto de vista de las personas

involucradas, y las capacidades de reflexión y análisis crítico, entre otras. No es lo mismo tener información sobre una norma que entender su importancia para la vida escolar. Puedo saber mucha teoría pero necesito reflexionar acerca de lo que

sé.

95

ARIAS REY, Agustín David. Competencias ciudadanas y educación emocional.

68

Las competencias emocionales son las habilidades necesarias para la identificación

y respuesta constructiva ante las emociones propias y las de los demás. Por ejemplo, la capacidad para reconocer los propios sentimientos y tener empatía, es

decir, sentir lo que otros sienten, por ejemplo su dolor o su rabia. Cuando estoy furioso, me pongo colorado y me salen chispas por los ojos. ¿Será eso lo que sintió

mi mamá? ¿Tendré que darle un tiempo para que respire profundo, antes de hablar con ella?

Las competencias comunicativas son aquellas habilidades necesarias para establecer un diálogo constructivo con las otras personas. Por ejemplo, la capacidad

para escuchar atentamente los argumentos ajenos y para comprenderlos, a pesar de no compartirlos. O la capacidad para poder expresar asertivamente, es decir, con claridad, firmeza y sin agresión, los propios puntos de vista. ¡Oreja! aguzar los

oídos y preguntar, pero sin guiar las respuestas de mi interlocutor. ¡Ojo! captar también sus mensajes no verbales.

Las competencias integradoras articulan, en la acción misma, todas las demás. Por ejemplo la capacidad para manejar conflictos pacífica y constructivamente, que es

una competencia integradora, requiere de ciertos conocimientos sobre las dinámicas de los conflictos, de algunas capacidades cognitivas como la habilidad

para generar ideas y opciones creativas ante una situación de conflicto, de competencias emocionales como la autorregulación de la rabia, y de ciertas competencias comunicativas como la capacidad para transmitir asertivamente los

propios intereses‖.

Las competencias emocionales favorecen la convivencia pacífica, el manejo no violento de los conflictos e incluso la indignación frente a situaciones injustas que puedan afectar a los demás. Agustín David Arias Rey, psicólogo de la Universidad

Javeriana, recomienda la educación emocional para mejorar la convivencia gracias a ciertas competencias como la autorregulación emocional y la empatía, entre

otras. La educación emocional consiste en aprender a reconocer nuestras emociones, aprender a regularlas y expresarlas para no hacernos daño, aprender a utilizarlas para cuidarnos mutuamente, como una forma de favorecer el ejercicio de

la ciudadanía ya que nuestras relaciones sociales están mediadas en gran parte por nuestras emociones.

En nuestra sociedad violenta y conflictiva es necesaria la práctica de la resiliencia,

definida por Barudy y Marquebreucq como la capacidad de mantener un proceso de crecimiento y desarrollo suficientemente sano y normal a pesar de las condiciones de vida adversa. La resiliencia, que implica un proceso activo de resistencia

(preservación de las capacidades personales en medio de las adversidades) y construcción (capacidad de fortalecimiento y recuperación tras vivir experiencias

dolorosas), Arias Rey la entiende como la capacidad con la que cuentan las personas para no quedar atrapadas en emociones destructivas aun cuando se hayan desarrollado y vivan en escenarios adversos para la convivencia. La

resiliencia también es una competencia emocional imprescindible para el desarrollo de las competencias ciudadanas en tanto favorece una eficaz educación emocional

en medio de contextos adversos. El psicólogo Robert Plutchik identificó las siguientes emociones: sufrimiento,

repugnancia, cólera, desprecio, éxtasis, adoración, terror, asombro, ira, repulsión, tristeza, sorpresa, miedo, fastidio, aburrimiento, melancolía, distracción y

aprensión. Según éste, las emociones varían de intensidad: unas son más intensas que otras. Cada una de ellas le ayuda al individuo a adaptarse al ambiente en cierto

69

modo. Para algunos psicólogos, la emoción es el resultado de reacciones viscerales

o periféricas; para otros, las emociones y las respuestas corporales ocurren simultáneamente; y hay quienes teorizan que la emoción resulta de la interacción

de los procesos cognoscitivos y fisiológicos. ―La mayor parte de los estados emocionales son difusos, y muchas emociones se acompañan de reacciones

fisiológicas esencialmente idénticas, que interponemos para crear la emoción‖96. Como las emociones suscitan y dirigen el comportamiento, provocan y moldean la conducta, necesitamos aprender a manejarlas, a ponerles inteligencia, para

armonizarlas con la razón, es decir, equilibrar ―cabeza‖ y ―corazón‖.

La escritora Sandra Anne Taylor, en su libro El éxito cuántico, precisa que las experiencias emocionales nos afectan de una u otra manera, porque nuestra resonancia influye en los demás y la resonancia de éstos tiene un efecto en

nosotros. Todo en la vida es un intercambio de energía que se mueve siempre alrededor nuestro. Es un proceso de acumulación que crea la corriente vibratoria y

emocional para todo en nuestras vidas. Por supuesto hay un fenómeno físico-cuántico que demuestra cómo trabaja este

proceso. La primera influencia es llamada la fase de fusión. En el mundo natural, las partículas se unen y se separan, pero a menudo cuando dos de ellas vienen

juntas, toman una porción de la otra al momento de separarse. Esta es la esencia de la ley de fusión: cuando dos entidades se juntan, la energía de cada una se une a la de la otra, y cada una dejan algo detrás al momento de separarse.

Las experiencias emocionales de los humanos pueden igualmente ser fase de

fusión. De hecho, nos pasa a todos cada día. Nos complementamos con otra persona, y tomamos su vibración con nosotros, lo mismo que ellas toman la nuestra. Por ejemplo, cuando discutimos con un adolescente que está enfadado,

podemos irritarnos nosotros mismos. Cuando pasamos tiempo con una persona depresiva, podemos notar que nosotros también nos sentimos mal, aun después de

algún tiempo de haber estado con esa persona. Y estar al lado de una persona que está llena de júbilo nos deja también con esa alegría. Las emociones son contagiosas, y la energía de cada persona es influyente.

Como los fenómenos afectivos influyen en la comunicación e interactúan con las

competencias emocionales, es preciso saber que la afectividad, como un sistema de la vida psíquica, está conformada por ―todo un conjunto de fenómenos de la vida

psíquica, que tienen su origen o están estrechamente relacionados con la sensibilidad y la emoción‖97, y agrega que la sensibilidad, la emoción, los sentimientos, los estados afectivos y los comportamientos son los fenómenos

integrantes de la afectividad. La sensibilidad es la capacidad de sentir agrado o desagrado. La emoción es un estado anímico o afectivo bastante intensivo,

caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, las ideas o los recuerdos, la cual produce fenómenos viscerales que percibe el sujeto emocionado y con frecuencia se traducen en gestos, actitudes u

otras formas de expresión. Los sentimientos, que son el origen y fuente de las emociones, son un fenómeno afectivo compuesto por el amor, el odio, la simpatía,

la aversión, las pasiones y otras actitudes afines. Los estados afectivos, resultado de nuestra autoestima, son el tono dominante de la vida psíquica de cada persona, que tienen bases fisiológicas, intelectuales y afectivas. Los comportamientos

afectivos son complejas manifestaciones de nuestra conducta, de nuestros

96 MORRIS, Charles. Psicología, un nuevo enfoque. Prentice-Hall Hispanoamericana, S. A., México, 1987. 97

TORRES NORIEGA, Fernando. La educación de la vida afectiva.

70

comportamientos, como la toma de decisiones, la comunicación, las conductas

antisociales, entre otras.

El componente afectivo de la persona tiene demasiada importancia en el fenómeno de la comunicación interpersonal o en nuestra experiencia comunicativa. En los

diálogos, en opinión de Fernando Torres Noriega, sobre negocios o reuniones científicas o profesionales pareciere que la influencia es la única rectora del comportamiento de los interlocutores. ―Pero lo más probable es que los

sentimientos: la autoestima, la necesidad de competir agresivamente, la aceptación y el rechazo de características personales del interlocutor, se hagan presentes

notoria y eficazmente, en los resultados de esta intelectual comunicación. En este grupo inteligente, cuando pensamos enviar mensajes científicos, es posible que la afectividad nos traicione, y enviemos mensajes agresivos o que sean interpretados

en esta forma por el competitivo interlocutor receptor‖98.

Según Fernando Torres Noriega, la educación sistemática de la afectividad permitirá que los interlocutores conozcan y acepten desde niños sus características emocionales, es posible que fomente la verdadera cooperación, en vez de una inútil

y fiera competencia, egoísta, por lo mismo que es ignorada.

La capacidad de interpretar las emociones de nuestros interlocutores se relaciona con la empatía, la cual depende de la capacidad de identificar las emociones ajenas y la capacidad de ―ponerse‖ en el lugar de los demás y emitir una respuesta

emocional apropiada. Si no hay un adecuado manejo y control de las emociones se afecta sustancialmente todo acto comunicativo, toda acción comunicativa, y, por lo

tanto, se dificulta la convivencia pacífica. Tanto la comunicación biunívoca como la convivencia armónica se exponen a rupturas si no hay dominio de los estados emocionales.

Si privilegiamos de la democracia, como ya se dijo, el hecho de ser diferentes, el

derecho a la diferencia, entonces tendremos claridad conceptual al expresarnos, al comunicarnos. Por ejemplo, cuando nos referimos a lo que somos, estamos expresando el concepto de sexo, y este término quiere decir simplemente

diferencia, ya sea biológica, anatómica o mental que caracterizan tanto al hombre como a la mujer; es decir, la determinación de la identidad sexual. Sexo significa

diferencia biológica, y de allí surge el concepto de lo masculino (hombre o varón) y de lo femenino (mujer o hembra). Sexo quiere decir diferencia. Según la

Organización Mundial de la Salud, es el ―conjunto de características biológicas que definen al espectro de los seres humanos como hembras y machos‖. Sexo es lo que somos y no lo que hacemos. En términos coloquiales, y a veces en lenguaje

ambiguo, inadecuadamente se utiliza la expresión como actividad y como comportamiento: desnudez, erotismo, seducción, coito, etcétera, y esto lleva a

confusiones. Si sexo es lo que somos, sexualidad es la expresión de lo que somos, la expresión de nuestras diferencias. Se experimenta y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Sexualidad es la forma en que cada uno se

manifiesta como hombre o como mujer, de acuerdo a normas y valores culturalmente establecidos. En todas las acciones manifestamos la sexualidad:

forma de vestir, hablar, trabajar, jugar, amar… La sexualidad es una dimensión de nuestro ser que comprende identidad de género, orientación sexual, vínculos afectivos, erotismo, sensualidad, reproducción, etcétera. ―Se experimenta o se

expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, practicas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la

98

Ibídem.

71

interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos

y religiosos o espirituales.

Si bien la sexualidad puede abarcar todos estos aspectos, no es necesario que se experimenten ni se expresen todos‖99. La sexualidad forma parte de nuestras

expresiones humanas. Sexo es el conjunto de características biológicas que diferencian al hombre de la mujer. Sexo es la ―condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas‖ (DRAE). Sexualidad, según DRAE, es el

―conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo‖. La sexualidad está conformada por elementos biológicos, sicológicos y sociales. La

sexualidad es la persona con sus pensamientos, sentimientos y acciones como hombre o como mujer; es el ser humano en la totalidad de su expresión vital. Según la psicóloga Cecilia Cardinal de Martín, ―es una manera de relación de la

persona consigo misma y con las demás personas y, si bien tiene bases biológicas comunes, es única, cambiante y relativa, como única, cambiante y relativa es la

existencia humana, hace parte de su vida de sentimientos, de su vida afectiva y de su vida de acción. En resumen, es un compromiso existencial‖100. La sexualidad está compuesta, entre otras dimensiones, por la comunicación, el amor, la

afectividad, la libertad, la autonomía, el respeto y la genitalidad. ―Es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse

con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano… La sexualidad lo invade todo: la psicología, las relaciones humanas, nuestra personalidad. Matiza el modo de entenderse y de entender la realidad. Una reflexión sobre la sexualidad sólo

puede elaborarse a partir de una concepción integral de la persona… Toda actividad, toda conducta, todo sentimiento y emoción queda impregnada por la

sexualidad‖101. Como se aprecia, sexo y sexualidad, aunque tienen estrecha relación, son

conceptos diferentes. Claridad conceptual y precisión semántica es ―tener claros los conceptos y mantener una comunicación descifrable y completa con uno mismo y

con los demás‖, precisa Walter Riso. La claridad conceptual, cuando hablamos de diferencias, de ser diferentes, nos sirve para evitar confusiones, ambigüedades y tergiversaciones en la experiencia comunicativa, en procura de una comunicación

más comprensiva.

Resulta paradójico que en una democracia, en donde debe imperar la justicia y la verdad, los medios de información, con sus intereses consumistas y de poder

comunicacional, algunas veces mienten de diversas maneras, entre las que encontramos la publicidad y la difusión de noticias.

Pareciere que quienes diseñan la dinámica televisiva no tuvieren claridad conceptual. Un ejemplo característico que respalda este aserto lo encontramos en

televisión. Antes de comenzar un programa advierten que ―no contiene escenas de sexo o de violencia‖. Sin embargo, durante la dinámica del programa, ya se trate de una novela, una película, un noticiero, un espectáculo, etc., se observan

―escenas de sexo‖ por cuanto aparecen hombres o mujeres, y como ya se dijo sexo se refiere a lo masculino y a lo femenino. Así este razonamiento, se estaría

mintiendo porque sí aparecen ―escenas de sexo‖: un macho o una hembra. Tal parece que se confunde sexo con genitalidad. En lugar de decir ―no contiene

99

PERELMAN, Luis. http://www.elarmarioabierto.com/faqSex.php?code=48. 100

PALACIOS, Martha Lucía. Sexo en los adolescentes. 101

http://www.mallinista.com/2010/07/diferencias-entre-sexo-sexualidad-y.html.

72

escenas de sexo‖, se debería decir ―no contiene escenas de genitalidad‖. ¿Pero qué

censurable tienen las ―escenas de genitalidad‖? ¿Luego no es lo más sublime de la naturaleza? Aquí nos encontramos con un problema de doble moral. Socialmente se

condena a la ―genitalidad‖ y se acepta la agresividad.

Así mismo, cuando se advierte que un programa ―no contiene escenas de violencia‖, encontramos otra incongruencia, porque se presentan ―escenas de violencia‖ en diversas manifestaciones. Sí, es cierto, algunos programas ―no

contienen escenas de violencia‖ física, pero de la violencia psicológica, ¿qué? Cuándo se presentan escenas de agresión psicológica, de actos de injusticia, de

falta de respeto por las diferencias, de expresión de dicterios e invectivas, de ademanes y miradas torvas, de despidos injustificados, de deslealtad entre las personas, de humillaciones, de hurtos, de corrupción, etcétera, ¿esas escenas no

contienen violencia? Los comerciales contienen, además de elementos alienatorios, una carga sutil de violencia al incitar a las personas al consumo: ―¡Ganga!‖ ―¡Única

oportunidad!‖ ―¿Qué espera para comprar?‖ ―¡Después no se lamente!‖ ―¡Compre ya!‖ ―¡Llame ya!‖ ―¡No lo dude más!‖ ―¡No deje pasar esta oportunidad!‖, etcétera, etcétera. Y de la publicidad que incita a al consumo de bebidas alcohólicas

y de cigarrillos, ¿qué? ¿Será que sujetarle la subjetividad a un sujeto con ese tipo de publicidad tan ―agresiva‖, no es una forma de violentarlo? La violencia se

define como un comportamiento deliberado que puede provocar daños físicos o psíquicos al prójimo. ―Es importante tener en cuenta que, más allá de la agresión física, la violencia puede ser emocional mediante ofensas o amenazas. Por eso la

violencia puede causar tanto secuelas físicas como psicológicas‖102. Como se aprecia, la violencia no es sólo física. ¿La advertencia solamente se refiere a la

violencia física? Para una adecuada claridad conceptual, se debería decir que el siguiente programa ―no contiene escenas de violencia física‖.

COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA

En una democracia se posibilita la dinámica de una comunicación auténtica que, al igual que aquélla, permita la participación activa de los interlocutores en

circunstancias de igualdad, sin que ninguno de ellos se imponga, ya sea porque cuenta con un aceptable nivel de información o porque ejerce algún tipo de autoridad. En un escenario democrático la finalidad de la comunicación es la de

acercar y no la de distanciar. La democracia favorece la comunicación y ésta contribuye al entendimiento dentro de una democracia. Según el premio Nobel de

literatura Octavio Paz, la democracia no es un absoluto ni un proyecto sobre el futuro: es un método de convivencia civilizada. No se propone cambiarnos ni llevarnos a ninguna parte; pide que cada uno sea capaz de convivir con su vecino,

que la minoría acepte la voluntad de la mayoría, que la mayoría respete a la minoría y que todos preserven y defiendan los derechos de los individuos. ―La

democracia no puede ser jamás el abuso de la mayoría sobre la minoría; sin el respeto hacia las minorías no existe verdadera democracia ni libertad para nadie. Hoy no se concibe una genuina civilización de progreso sin el valor de la tolerancia

frente a las opiniones ajenas que no coinciden con las nuestras, o con el ideario de nuestra iglesia o de nuestro partido político‖103. En opinión de Héctor Abad

Faciolince, la democracia no significa, con un simple conteo electoral, que la mayoría decide. ―La mayoría accede, sí, al poder, pero tiene que respetar los

102

http://definicion.de/violencia/. 103 Mentor interactivo. Ob. Cit.

73

derechos de las minorías, y reservar para ellas espacios de poder y sobre todo de

autonomía. La democracia que no admite el disenso y la libertad de las minorías, no puede llamarse democracia‖104.

Una democracia pluralista como la colombiana no subsiste sin libertad y sin la

tolerancia entre mayorías y minorías. Las mayorías deben ser muy tolerantes. ―La tolerancia es la facultad de comprender mediada por el respeto por el otro y

reconocimiento de las minorías, ese es el presupuesto fundamental que legitima la democracia… Gadamer en su Elogio de la Teoría (1993) ha escrito que la tolerancia es la más infrecuente de todas las virtudes y ve en ella no un signo de debilidad

sino de fortaleza y significa el reconocimiento de iguales derechos del que piensa distinto… En una democracia se dan numerosas realidades plurales y hay

contenidos unos principios irrevocables: el respeto a las minorías, a la autonomía personal, a la dignidad y a la existencia individual y sobre esa unidad básica de las leyes se configura la pluralidad de las formas de vida. Lo que debe ser respetado

son las personas (y sus derechos civiles) no sus opiniones o su fe pero esto no justifica que quienes se sientan "heridos" en sus convicciones crean por ello tener

derecho a herir de verdad en la carne a sus críticos. Es necesario aceptar la democracia como el marco en que han de encuadrase las creencias y las formas de vida‖105. La democracia no es una tiranía respaldada por los votos de una porción

gigantesca de la sociedad: ―es también el respeto a las minorías, a que no se ahoguen en el marasmo de una tendencia dominante y uniforme‖106.

¿Pero qué es democracia? Veamos. La democracia (demos = pueblo, y kratos = autoridad o gobierno) es el gobierno del pueblo, el régimen político pluripartidista

que reconoce las libertades públicas. Pero más que un régimen político, la democracia es una filosofía política, caracterizada por su elasticidad o su

flexibilidad. Una democracia ―es un régimen político y jurídico de organización y administración de la sociedad que se funda en la participación de la ciudadanía en

el gobierno del Estado a través de la articulación dinámica entre mayorías y minorías, y libertades y justicia‖107, y ésta tiene como fundamento la formación de mayorías sociales y políticas que coexisten civilizadamente con minorías sociales y

políticas, ―la práctica de libertades públicas o derechos humanos que se garantizan mediante la justicia social, la justicia socioeconómica y la justicia política‖108. El

Estado es una forma de organización social, es la organización política y jurídica de la sociedad.

El primer principio de la democracia es que la ley de la mayoría es la ley fundamental de la sociedad formada por individuos con iguales derechos. En

consecuencia, la democracia presupone la igualdad de las personas y su derecho igualitario a ejercer soberanía popular y alcanzar los fines que perseguimos todos. ―Es un error hacer descansar exclusivamente la democracia en la soberanía… hay

democracia allí donde la soberanía reside en todos los hombres libres… No hay democracia allí donde cierto número de hombres libres que están en minoría

mandan sobre una multitud que no goza de libertad… No hay verdadera democracia sino allí donde los hombres libres forman la mayoría y soberanos‖109.

104 ABAD FACIOLINCE, Héctor. Democracia sin demócratas. El Espectador, 7 de julio de 2013. 105 ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 106 El Espectador. Bogotá, 17 de abril de 2013. 107 VALENCIA VILLA, Hernando. Ob. Cit. 108

Ibídem. 109

ARISTOTELES. Ob. Cit.

74

Si hablamos de democracia, hablamos de igualdad y libertad, como dos de sus

elementos claves, de sus derechos fundamentales. El ejercicio de éstos y otros derechos está condicionado sólo a los intereses superiores del orden social, es

decir, a la seguridad del Estado y la coexistencia pacífica de los derechos individuales. ―Los derechos de cada uno se extienden, sin trabas, hasta el punto en

que pudieran ser lesivos para los derechos de los demás y allí se detienen. El concepto de que esos derechos existen como atributo inherente a la condición humana, y que se deben respetar, constituye la esencia ético-política de la

democracia‖110. El filósofo José Antonio Marina111 nos advierte que tenemos que contar con los demás para disfrutar de nuestros derechos. ―El derecho ajeno es la

paz‖, proclamó Benito Juárez. A pesar de que ―la ley de la mayoría es la ley fundamental de la sociedad‖ y el

―primer principio de la democracia‖, ésta, entendida como el gobierno de la mayoría, presenta una debilidad. ―Por razones programáticas en las democracias

deben decidir las mayorías, pero estas decisiones no pueden convertir en decisiones absolutas‖112. Así la decisión mayoritaria sea la sustancia y la fuerza motriz de la democracia, nos preguntamos si ¿es siempre la decisión de la mayoría la más

sabia? ―El sentido indicado por el mayor número, ¿será el verdadero?‖113. ¡Cuidado! A veces la mayoría es el rebaño… ¡Democracia y mayoría son cosas diferentes! ―La

verdad es que la democracia se basa en una paradoja que resulta evidente a poco que se reflexione sobre un asunto: todos conocemos más personas ignorantes que sabias y más personas malas que buenas… luego es lógico suponer que la decisión

de la mayoría tendrá más ignorancia y de maldad que de lo contrario. Los enemigos insistieron desde el primer momento en que fiarse de los muchos es fiarse de los

perores… A la mayoría se le engaña con facilidad, cualquier sofista o demagogo que dice palabras bonitas es más escuchado que la persona razonable que señala defectos o problemas. Y al que no se le engaña, se le compra, porque el vulgo no

quiere más que dinero y diversiones‖114. René Guenon nos dice que la opinión de la mayoría no puede ser más que la expresión de la incompetencia, ya sea que ésta

resulte de la falta de inteligencia o de la ignorancia pura y simple. ―Habría lugar también a hacer destacar, por otra parte, cómo algunos filósofos modernos han querido transportar al orden intelectual la teoría «democrática» que hace

prevalecer la opinión de la mayoría, haciendo de lo que ellos llaman el «consentimiento universal» un pretendido «criterio de la verdad»: suponiendo

incluso que haya efectivamente una cuestión sobre la que todos los hombres estén de acuerdo, este acuerdo no probaría nada por sí mismo; pero, además, si esta

unanimidad existiera realmente, lo que es tanto más dudoso cuanto que siempre hay muchos hombres que no tienen ninguna opinión sobre una cuestión cualquiera y que ni siquiera se la han planteado jamás, sería en todo caso imposible

comprobarla de hecho, de suerte que lo que se invoca en favor de una opinión y como signo de su verdad se reduce a no ser más que el consentimiento del mayor

número, y todavía limitándose a un medio forzosamente muy limitado en el espacio y en el tiempo‖115.

El hombre masa, el vulgo, la multitud, la mayoría, en su afán desaforado por saciar sus apetitos, no se detiene; por eso, todo lo que se oponga al disfrute de éstos,

110

MONTERROSO, Walter. Introducción a las doctrinas políticas-económicas. 111

MARINA, José Antonio. Ética para náufragos. Círculo de lectores. 112

GUTIERREZ SOLANO, Rafael. Reflexiones sobre la tolerancia. 113

PLATON. El Cratilo. 114

SAVATER, Fernando. Ob. Cit. 115

GUENNON, René. Crisis del mundo moderno.

75

debe desaparecer. Odia muerte todo lo que no sea ella. Para imponer su criterio y

sus opiniones realiza todo lo que esté a su alcance. No prevé consecuencias, no explora posibilidades y no acepta reglas; llevada por su soberbia, su vehemencia y

su fuerza, impone su agresividad y su pasión. Como no concibe nada distinto de ella misma, repugna a quienes se le oponen y procuran su desaparición. La

mayoría, el rebaño, el vulgo, la masa, es lo que no actúa por sí misma en una buena organización de las cosas, tal como señala José Ortega y Gasset. ―Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada -hasta para dejar de

ser masa o, por lo menos, aspirar a ello-. Pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí. Necesita referir su vida a la instancia superior, constituida por las

minorías excelentes‖116. Sigmund Freud nos dice que la mayoría, multitud, la muchedumbre, es impulsiva, versátil e irritable y se deja guiar casi exclusivamente, por lo inconsciente. ―Los impulsos a los que obedece pueden ser,

según las circunstancias, nobles o crueles, heroicos o cobardes, pero son siempre tan imperiosos que la personalidad e incluso el instinto de conservación

desaparecen ante ellos. Nada, en ella, es premeditado. Aun cuando desea apasionadamente algo, nunca lo desea mucho tiempo, pues es incapaz de una voluntad perseverante‖ 117.

Para muchos, la mayoría no es más que el vulgo, y el vulgo, según Maquiavelo, se

deja engañar por las apariencias y por el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse. Este pensador florentino piensa que el vulgo, el populacho, vive de apariencias, y

éstas son suficientes para el grueso de la humanidad, que es absolutamente incapaz de separar el grano de la paja. Según Aristóteles, ―una virtud superior

puede ser patrimonio de un individuo o de una minoría; pero a una mayoría no puede designársele por ninguna virtud especial, si se exceptúa la virtud guerrera, la cual se manifiesta principalmente en las masas…‖118. Así las decisiones

democráticas se tomen por mayoría, la democracia no es sólo la ley de las mayorías. ―Además de ser un método para tomar decisiones, la democracia tiene

también unos contenidos de principio irrevocables: el respeto a las minorías, a la autonomía personal, a la dignidad y la existencia de cada individuo‖119. La mayoría sólo sirve para elegir porque la minoría es la que gobierna. En otras palabras: la

―democracia‖ elige y la oligarquía manda. Es por eso que la democracia también hay que entenderla como el derecho a ser diferentes, y las diferencias en el ámbito

de la comunicación son importantes para comprendernos en nuestra práctica comunicativa. Como tenemos el derecho a ser diferentes, es decir, a pensar y

expresarnos libremente, la democracia implica dejar que los demás existan y actúen por sí mismos.

Con respecto al derecho a la diferencia, considero que una democracia no es sólo el gobierno de las mayorías (las mayorías, ―el pueblo‖, en muchos casos, son

personas manipuladas por los aparatos ideológicos de Estado y otras ―instituciones‖). Platón nos decía en La República que el pueblo no estaba convenientemente educado para escoger sus propios gobernantes. ―Porque el

pueblo no comprende nada; y no hace más que ir repitiendo lo que le cuentan sus dirigentes. El gobierno de la masa es, pues, un mar demasiado tempestuoso como

para que la nave del Estado pueda navegar por él… La locura es, entonces, dejar al

116

ORTEGA Y GASSET, José. Ob. Cit. 117

FREUD, Sigmund. Ob. Cit. 118

ARISTOTELES. Ob. Cit. 119

SAVATER, Fernando. Política para amador. Ariel, Bogotá.

76

capricho de la multitud la elección de los funcionarios‖120. En el Diccionario

filosófico, Fernando Savater advierte que el común denominador de las mayorías está más cerca de la oligofrenia que de la excelencia intelectual. Las decisiones

democráticas son mayoritarias, pero no toda decisión mayoritaria es democrática. Álvaro Salom Becerra en su hilarante y mordaz novela Al pueblo nunca le toca

afirma que el pueblo ―es un rebaño de indios analfabetos y henchidos, de obreros ignorantes y desnutridos, de empleados impotentes…‖). El expresidente Miguel Antonio Caro Tovar decía que el dogma de las mayorías ―nuca resulta suficiente

para asegurar por sí solo la legitimidad de la acción política‖121.

Estanislao Zuleta aclara que democracia y mayorías son dos cosas bien diferentes. El derecho a la diferencia también es el derecho del sujeto a diferir contra la mayoría; a diferir, a pensar y a vivir distinto, esto quiere decir al derecho a la

diferencia. ―Democracia es el derecho a ser distinto, a desarrollar esa diferencia, a pelear por esa diferencia, contra la idea de que la mayoría, porque

simplemente ganó, puede acallar a la minoría o al diferente‖122. Respecto al derecho por la diferencia y la democracia, veamos con atención lo que piensa Zuleta:

―Para Estanislao Zuleta la democracia es respeto y respetar al otro significa discutir

con su punto de vista, con la premisa implícita de que puede tener la razón, de que

ninguna mirada ve la totalidad del inmenso paisaje humano, de que ningún proyecto

es suficiente vasto para reunir y satisfacer la variedad inabarcable de aspiraciones y

necesidades. Respeto significa tomar en serio el pensamiento del otro: discutirlo,

debatir con él sin agredirlo, sin violentarlo, sin ofenderlo, sin intimidarlo. Pero

defender el pensamiento propio y no hacer este pequeño pacto de respeto de

nuestras diferencias, sin discutir nada porque creemos que esto no es respeto, es

contrario al verdadero respeto, que nos exige nuestro punto de vista, sea

equivocado, total o parcialmente. En esta dirección debemos entender el concepto de

respeto por la diferencia porque implica tolerancia y pluralidad, porque como

finalmente afirma Zuleta, el respeto implica tomar en serio el pensamiento del otro,

hasta el punto de debatirlo, tratando de saber qué grado de verdad tiene, debatir no

sólo desacreditando su punto de vista, al aprovechar los errores que cometa o los

malos ejemplos que dé, para ganar la discusión no con ese estilo parlamentario, sino

debatiendo efectivamente. Eso es respeto. La filosofía de los derechos humanos es

respeto por el otro, por su vida y por su dignidad. El derecho fundamental es el

derecho a diferir, a ser diferente. Cuando uno no tiene más que el derecho a ser

igual, todavía eso no es un derecho. Es necesario además de derecho, afirma Zuleta,

que exista la posibilidad. Es preciso observar que respeto no significa indiferencia,

implica el debate y la confrontación. El respeto no es un sentimiento negativo sino

positivo porque obliga a diferir, a rectificar, a profundizar el punto de vista, porque

impide tomar la unilateralidad como un absoluto. En Estanislao Zuleta hay un

reconocimiento de la pluralidad en tanto que admitir la pluralidad de pensamientos,

opiniones, convicciones y visiones del mundo enriquece el espíritu humano y la

sociedad. Afirma que la visión del mundo que se tiene no es segura porque su

confrontación con otras puede hacerla cambiar y la verdad es la que surge del

debate, del conflicto. En la concepción de pluralidad ve un mayor alcance para el

desarrollo del pensamiento y señala que debatir el pensamiento del otro con respeto

es ya una vieja idea enunciada por Platón en la Carta Séptima a los amigos de Dión

de Siracusa en donde afirma que en un debate seriamente llevado no hay

perdedores: quien pierde gana, sostenía un error y salió de él: quien gana no pierde

nada: sostenía su teoría que resultó corroborada. Allí se da una disputa muy distinta

a las guerras, en la que el que pierde nunca gana. La estrategia que hace posible

120 VARIOS. Consultor literario. Prolibros, Bogotá, 1995, p. 222. 121 TOVAR GNZALEZ, Leonardo. Tradicionalismo y escolastismo. 122

ZULETA, Estanislao. Educación y democracia, un campo de combate.

77

ponerse en el lugar del otro es el diálogo. Afirma Zuleta que en el diálogo tenemos

que identificarnos de algún modo con él para saber cómo podemos hablarle y qué

impresión le va a dar lo que le vamos a decir. Una enseñanza en la que se sienta el

enriquecimiento y la espontaneidad es importante para el desarrollo del nivel

educativo en tanto se reconoce el valor del reconocimiento y el respeto por el otro.

La racionalidad en la educación implica que los discursos no sean dogmáticos y para

que no sean dogmáticos es necesario la demostración, porque la demostración es

una gran enseñanza, en tanto concluye Zuleta, es una lección práctica que trata a los

hombres como iguales‖123.

Insisto: la democracia no es sólo el derecho tan respetable de la mayoría, ¡es el

derecho del otro a diferir! ―La democracia no es el derecho de la mayoría, sino la protección del de la minoría‖124. Reconocer y respetar el derecho a la diferencia

implica entender al ―otro‖, reconocerlo, tolerarlo y aceptarlo como es, sin tratar de cambiarlo, sin pretender que sea como nosotros, que piense y actúe como nosotros. Es aprender a valorar la diferencia como una ventaja que nos permite

ver y compartir otros modos de pensar, de sentir y de actuar. Antonio Acevedo Linares señala que ―por cultura de la democracia debe entenderse un modo de ser

de la sociedad (ethos) en donde en la vida cotidiana, social e institucional, se dan prácticas culturalmente democráticas, esto es, que la participación en las decisiones de la orientación política y económica de la sociedad, sean decisiones conjuntas con

los pueblos y sus culturas, que el reconocimiento y respeto por el otro y el reconocimiento de la diferencia, sea parte de una cultura de la democracia como un

modo de ser de la sociedad que se respeta a sí misma cuando respeta a los demás. La democracia no es solamente un orden político representativo, enmarcado en un conjunto de leyes que garantizan la libertad y los derechos de los ciudadanos. Es

también, y no en menor medida, una cultura, una conciencia participativa de que la cosa pública es de todos, de que todos somos responsables de lo que sucede y

también de la calidad de vida en común‖125.

Esta forma de enfocar y concebir la democracia tiene relación con la democracia representativa y pluralista, entendida como ―un sistema de toma de decisiones y un modelo de comportamiento social y político que se fundamenta en el pluralismo, el

respeto de las diferencias y la protección de los derechos y libertades, y que busca proteger la responsabilidad de los ciudadanos en la toma de decisiones‖126.

Fernando Savater refiere que la democracia se debe concebir también como derecho a participar en nombre propio en la toma de decisiones colectivas. Lo

verdaderamente revolucionario de la democracia es subsumir todas las desigualdades efectivas (de rango, posesiones, sexo, credo, educación, aptitudes,

raza, familia, etc.) bajo una superior igualdad legal y política. La democracia no es una mera forma de participación política, sino crear uno sociedad tal que todos sus miembros tengan igual posibilidad de realizar sus capacidades. ―La democracia no

puede limitarse tan solo a defender la autonomía política de cada cual y todos, sino que tiene también que incrementar medidas oportunas que corrijan las

desigualdades de fortuna producto del nacimiento, la habilidad o la desdicha, de modo que cualquiera pueda ver desarrollado y cumplido lo mejor de sí mismo‖127.

123

ACEVEDO LINARES, Antonio. Ob. Cit. 124

RESTREPO TRUJILLO, Jorge. Filosofía para profanos. Ariel, Bogotá, 1999, p. 213. 125

Ibídem.

126 PNUD-ACCI. Representar a Colombia: hacia un nuevo contrato social. 127

SAVATER, Fernando. Diccionario filosófico.

78

En su Política para Amador, Savater plantea que para que se dé una auténtica

isonomia democrática (igualdad ante las leyes e igualdad para participar en la promulgación o renovación de leyes) es preciso una cierta independencia personal

frente a las necesidades más imperiosas, que no posee el impecune ni el ignorante, y que la puesta en común de intereses diversos sea razonablemente accesible, lo

que no ocurre si los intereses de personas o grupos dentro de la comunidad son desaforadamente desiguales sea cuantitativa o cualitativamente. Las decisiones democráticas, tomadas desde la isonomia política, han de ir necesariamente

configurando una igualación más completa y profunda de las condiciones sociales. En la democracia, además, debe imperar la libertad como autonomía política

(libertad de participar en el gobierno de una colectividad y no acatar leyes cuya promulgación no haya sido sancionada por el propio individuo o sus representantes legítimos), y la libertad de la vida privada, entendida como capacidad reconocida de

autogestionar la existencia propia según gusto y criterio de cada individuo particular.

Insiste Savater que la democracia tiene como objeto generar al individuo, posibilitando institucionalmente el cumplimiento autónomo y sociable de su

individualidad irrepetible. El hombre así generado puede ser bueno o malo o regular; extirpar esta ambigüedad moral de su destino no la mejora sino que la

destruye. El día en que la sociedad lograse que los hombres tuvieran que ser buenos, habrían dejado de poder serlo. Serían buenos para ese tipo de sociedad, pero no para sí mismos.

En una sociedad democrática, la comunicación tiene que ser abierta y participativa;

debe dar participación a los demás, para escuchar sus planteamientos, sus puntos de vista, sus críticas y sus comentarios, aceptando sus diferentes formas de percibir las cosas y la realidad. La comunicación debe ser un proceso dinámico, en

el que el ―otro‖ pueda expresarse sin reservas ni limitaciones; en el que le sean profundamente respetadas y valoradas sus consideraciones, porque cada quien

opina desde su ignorancia o desde su sabiduría. El que habla tiene algo importante que decir. Es muy bien sabido que el que habla, algo dice. Cada uno tiene el derecho a sostener su propia opinión, pero no tenemos el derecho a ―pisotearla‖.

Savater nos advierte que vivir en una sociedad libre y democrática es muy complicado. ―El enemigo siempre es el mismo: el individuo egoísta y desarraigado,

caprichoso, que se desgaja de la acogedora unidad social y se toma demasiadas libertades por su cuenta‖128.

En su ensayo Ariel, el filósofo uruguayo José Enrique Rodó señala que la concepción utilitarista, que se opone a la concepción de la vida racional, fundada ―en el libre y

armonioso desenvolvimiento de nuestra naturaleza‖, se orienta a la inmediata finalidad del interés que genera bienestar material, pero produce la florescencia de

idealismos futuros, absorbe la vida y sus energías, y ocasiona nostalgias dolorosas, descontentos y agravios de la inteligencia. El desborde del espíritu de utilidad menoscaba la consideración estética y desinteresada de la vida. Las revelaciones de

la ciencia de la naturaleza son la universal difusión y el triunfo de las ideas democráticas.

Plantea Rodó que una alta preocupación por los altos intereses de la especie se opone al espíritu de la democracia, porque la concepción de la vida se ajusta a la

exclusiva búsqueda del bienestar material. La democracia, según Bourget, es desenvolvimiento progresivo de las tendencias individualistas y disminución de la

128

SAVATER, Fernando. Política para Amador. Ariel, Bogotá.

79

cultura. Quienes piensan así tienen un interés vivísimo por la posibilidad de una

noble y selecta vida espiritual que no se sacrifique a los caprichos de la multitud. ―…cuando la democracia no enaltece su espíritu por la influencia de una fuerte

preocupación ideal que comporta su imperio con la preocupación de los intereses materiales… extinguirá gradualmente toda idea de superioridad que no se traduzca

en una mayor y más osada aptitud para las luchas del interés que son entonces la forma más noble de las brutalidades de la fuerza‖129. La igualdad social debe destruir las jerarquías imperativas e infundadas y las superioridades injustas por las

verdaderas superioridades humanas, que son lo afirmativo de la democracia y su gloria, y tienen ―en la influencia moral su único modo de dominio y su principio en

una clasificación racional‖130. Para que surjan las más elevadas actividades humanas que determinan la alta

cultura, se necesita que impere la calidad sobre la cantidad de pobladores. ―La multitud, la masa anónima, no es nada por sí misma. La multitud será un

instrumento de barbarie o de civilización según carezca o no del coeficiente de una alta dirección moral… La civilización de un pueblo adquiere su carácter, no de las manifestaciones de su prosperidad o de grandeza material, sino de las superiores

maneras de pensar y de sentir que dentro de ellas son posibles…‖131.

El espíritu de la democracia es un principio de vida en donde priman la igualdad de derechos. ―Cuando se concibe de este modo, la igualdad democrática, lejos de oponerse a la selección de las costumbres y de las ideas, es el más eficaz

instrumento de selección espiritual, es el ambiente providencial de la cultura. La favorecerá todo lo que favorezca el predominio de la energía inteligente… sabemos

que no existe otro límite legítimo para la igualdad humana que el que consiste en el dominio de la inteligencia y la virtud, con sentido por la libertad de todos‖. Desconocer la obra de la democracia, ―es desconocer la obra, paralela y concorde,

de la ciencia‖. Nuestra civilización descansa sobre los soportes de la democracia y la ciencia. Según Bourget, en ellas somos, vivimos, nos movemos. La educación

popular debe tener interés supremo en ―la idea y la voluntad de justicia, el sentimiento de las legítimas autoridades morales‖132.

La ciencia debe conciliarse con el espíritu de la democracia, porque sus aportes muestran ―como la inmensa sociedad de las cosas y los seres es una necesaria

condición de todo progreso del orden jerárquico‖. Es por ello que se insiste ―en la concepción de una democracia noble, justa; de una democracia dirigida por la

noción y el sentimiento de las verdaderas superioridades humanas; de una democracia en la cual la supremacía de la inteligencia y la virtud –únicos límites para la equivalencia meritoria de los hombres- reciba su autoridad y su prestigio

de la libertad, y descienda sobre las multitudes en la efusión bienhechora del amor‖133.

129

RODO, José Enrique. Ariel. Ediciones Universales, Bogotá, 1986. 130

Ibídem. 131

Ibídem. 132

Ibídem. 133

Ibídem.

80

COMUNICACIÓN Y DERECHOS HUMANOS

Así como la comunicación auténtica es necesaria para la convivencia armónica y pacífica, también para que ésta pueda ser viable se requiere del disfrute y el

respeto de los Derechos Humanos.

Según Fernando Savater, considerados por la izquierda como una mojiganga idealista preconizada por el Estado burgués para legitimar su dominio de clase, y cuestionada por la derecha su pretenciosa universalidad porque suponen una

violación eurocéntrica del equilibrio cultural de otros grupos distintos a la tradición europea, los Derechos Humanos son la contribución axiológica más efectiva a la

autoinstitución de la sociedad razonablemente emancipada. Más que una ―mojiganga‖ o un simple gesto retórico, toda codificación de libertades es en sí misma un avance cualitativo por cuanto pone en evidencia lo instrumental y lo

simbólico, que son las dos funciones del derecho, el cual también comporta dos grandes dimensiones: lo justo y lo legal; por eso no todo lo que es justo es legal y

no todo lo que es legal es justo. El filósofo Maurice Joyly, siguiendo la línea de pensamiento de Maquievelo, pregunta: ―¿Qué le importa al proletariado, inclinado sobre su trabajo, abrumado por el peso de su destino, que algunos oradores tengan

el derecho de hablar y algunos periodistas el de escribir?‖ Y agrega que se han creado derechos que, ―para la masa popular, incapacitada como está de utilizarlos,

permanecerán eternamente en el estado de meras facultades. Tales derechos, cuyo goce ideal la ley les reconoce, y cuyo ejercicio real les niega la necesidad, no son para ellos otra cosa que una amarga ironía del destino‖134.

Estos postulados democráticos se caracterizan porque son necesarios, universales,

inalienables, limitados, inviolables, y son anteriores al derecho y a la ley, y por ello pertenecen al derecho subjetivo, que es derecho natural. ―La teoría de los derechos naturales sostiene que los derechos subjetivos son facultades naturales que trae el

hombre al nacer y por tanto son anteriores a la sociedad y al Estado, como se estatuyó en la Declaración de los Derechos Humanos y del Ciudadano (1789) en la

revolución francesa‖, precisa el jurisconsulto Jorge Orduz Ardila, y agrega que en la constituciones ―las garantías en ellas contenidas conforman la idea de que se trata

de derechos subjetivos, naturales, inviolables, a los cuales se les señalan un límite mínimo de interferencia ajena‖135. Sus notas distintivas son: imprescriptibilidad, inalienabilidad, indivisibilidad, interdependencia e inviolabilidad. El jurista Hernando

Valencia Villa nos recuerda qué significa cada una de estas cualidades: Imprescriptibilidad quiere decir que ―no se extinguen con el paso del tiempo‖.

Inalienabilidad significa que los derechos ―no pueden ser transferidos o a los cuales no se puede renunciar‖. La indivisibilidad señala que no pueden ser entendidos ni practicados en forma separada de los demás derechos. Por interdependencia se

entiende que cada derecho ―depende de los demás para su consagración normativa y sobre todo para su ejercicio práctico‖. Por la inviolabilidad los derechos ―no deben

ser violados so pena de que se produzca, como consecuencia de ello, un grave desorden jurídico y moral‖136.

134 JOLY, Maurice. Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquie. 135 ORDUZ ARDILA, Jorge. Manual de iniciación al derecho. 136

VALENCIAL VILLA, Hernando. Ob. Cit.

81

Señala Savater que los Derechos Humanos pertenecen al orden de lo moral, de lo

jurídico y de lo político. ―Algunos de ellos parecen claramente una explicitación normativa del reconocimiento ético de las exigencias efectivas de lo humano; otros

corresponden al área del derecho, pues se ocupan de cuestiones de justicia, tanto en lo tocante a distribución de bienes como en lo que respecta a prevención

reparación de males; otros son de índole netamente política, pues pretenden regular los mecanismos de imposición del Estado sobre los individuos y la participación de éstos en la administración del poder… Transversales a la ética, al

derecho y a la política, intentan proporcionar el código donde las exigencias de éstas se reúnen sin confundirse… Los derechos humanos son transversales a la

política, al derecho y a la moral, pues no pueden ser encajados estrictamente en ninguno de estos campos ni tampoco borrados sin más de ninguna de las tres nóminas. No constituyen por sí mismos una política, pero sirven como baremos

para juzgarlas todas y cada una; no forman parte de un derecho positivo ni siquiera cuando están recogidos en el preámbulo de las constituciones particulares, pero

guardan el sentido no burocráticamente funcionalista o represivo de cada derecho; exteriorizan demasiado normativamente el proyecto moral, pero contribuyendo mucho más a darle carne y sangre que a desfigurarlo. Si puede hablarse, como

aquí intentamos, de un porvenir para la ética, éste pasa inexcusablemente por los derechos humanos… Admitir unos derechos humanos significa estar activamente

decidido a que el reconocimiento de lo humano por lo humano equivalga al reconocimiento de derechos por parte de otro sujeto de esos mismos derechos. No es tanto que el hombre tenga tales o cuales derechos, sino que el derecho de ser

hombre (entendiendo por tal el sujeto de derecho) es un estatuto consciente y voluntario que los hombres deben moralmente concederse unos a otros. La

concreción histórica de este derecho se articula en una lista directamente relacionada con las necesidades del hombre tal como pueden ser universalmente estudiadas y con sus libertades tal como pueden ser comprendidas desde la

autonomía y responsabilidad de los individuos participantes en la comunidad‖137.

Savater aclara que en la relación entre lo jurídico y lo político, todo derecho debe ir respaldado por la fuerza de una autoridad que defienda su aplicación. Donde no hay poder constituido ni normas explícitas, no se puede hablar de derechos. Es por eso

que tener un derecho es tener la posibilidad reconocida normativamente por la autoridad establecida de ejercer alguna capacidad o disfrutar de algún beneficio.

Pero es necesario tener en cuenta que antes de que cualquier fuerza estatal respalde los derechos humanos, cada persona tiene derecho a ser respaldada por

algo más que la simple fuerza: el sentido legal de la fuerza (Naturaleza, Dios o Humanidad). Los Derechos Humanos apuntan al universal derecho a la de ser sujeto de derechos. Lo importante no son los derechos del hombre sino el derecho

a ser hombre. Cada uno merece del otro el reconocimiento a su dignidad personal. El derecho a la vida digna implica la afirmación universal de la persona poseedora

de derechos. Igualdad de derechos significa igualdad de condiciones y de posibilidades de afirmación práctica y real de la existencia. Los derechos humanos tienen un aspecto crítico, de baremo o paradigma, según la cual ―lo importante no

es pergeñar una lista más o menos satisfactoria de derechos del hombre sino mantener sin desfallecimiento el derecho a ser hombre. Pues la condición humana

no es un hecho, sino un derecho, porque implica una demanda a los semejantes y la aceptación de un compromiso esencial con ellos‖138. No puede haber Estado de derecho sin individuos sujetos a derechos humanos y a través de ellos

protagonistas significativos de la acción social. El dramaturgo Bertholt Brech nos

137 SAVATER, Fernando. Etica como amor propio. Grijalbo mondadori. Barcelona, 1988. 138

Ibídem.

82

dice que no hay nada en la creación más importante que el hombre, que todo

hombre, que cualquier hombre.

De nuestra pertenencia a la especie humana proviene la idea de derechos humanos, que no son más que una serie de reglas universales para tratarnos los

hombres unos a otros, cualquiera que sea nuestra posición histórica accidental. ―Los derechos humanos son una apuesta por lo que los hombres tenemos de fundamental en común, por mucho que sea lo que casualmente nos separa.

Defender los derechos humanos universales supone admitir que los hombres nos reconocemos derechos iguales entre nosotros, a pesar de las diferencias entre los

grupos a los que pertenecemos: supone admitir, por tanto, que es más importante ser individuo humano que pertenecer a tal o cual raza, nación o cultura‖139. En el pensamiento kantiano encontramos elementos para la fundamentación filosófica de

los derechos humanos como el derecho a la vida, ya que nos presenta al hombre como fin último de la creación, y por ende ―destinado a los más elevados fines de la

racionalidad y la cultura‖140. La importancia de la clasificación de las personas que habitan en Colombia –afirma

el jurisperito Germán Navas Talero141- radica en que de ella depende el grado de extensión de sus derechos y obligaciones. Nuestra Constitución clasifica algunos

derechos como fundamentales, lo cual implica que se le confiere una trascendental importancia y que tienen la virtud esencial de no necesitar ningún desarrollo legal para su aplicación. Los derechos políticos le permiten a una persona participar en la

conformación, ejercicio y control del poder. El más destacado es el de elegir y ser elegido. También pertenecen a esta clase los que permiten participar en plebiscitos,

referendos, consultas populares e iniciativas legislativas. Entre los derechos fundamentales se encuentran, entre otros, el derecho a la vida, a la igualdad, a la libertad, al debido proceso, a la intimidad, a la libertad de conciencia, a la libertad

de cultos, al trabajo, a la enseñanza, a la educación, al aprendizaje, a la libertad de cátedra y a la prohibición de la esclavitud. Además, consagra los derechos sociales,

económicos, culturales, colectivos y del ambiente. Estos últimos derechos determinan el derrotero que el Estado debe seguir para satisfacer necesidades básicas de las personas y de la población en general. Su desarrollo exige la

expedición de una variada legislación en los campos sociales de salud, educación, vivienda, servicios públicos, etc. El jurista francés René Cassín clasifica los derechos

humanos como personales (vida, libertad, dignidad, igualdad, seguridad, garantías contra la esclavitud y la tortura, y el debido proceso judicial), civiles (intimidad,

honor, circulación, asilo, nacionalidad, matrimonio y familia, y propiedad), políticos (conciencia, cultos, expresión, reunión, asociación, sufragio y función pública) y socioeconómicos (trabajo, seguridad social, asociación sindical, educación,

descanso, cultura y recreación artística).

De acuerdo con el Área de Proyectos del Departamento de Arte de la Universidad de los Andes, la Constitución de 1991 contiene una extensa carta de derechos. Con el fin de proteger a los ciudadanos de la indebida intervención del Estado en su vida

privada, salvaguardar la posibilidad de que todos los ciudadanos participen en la esfera pública de la comunidad, garantizar la satisfacción de las necesidades

materiales básicas de los individuos y evitar la desaparición o daño de bienes que pertenecen a todos los asociados, el constituyente de 1991 incluyó en el ordenamiento jurídico colombiano un número importante de derechos humanos de

139

SAVATER, Fernando. Política para Amador. 140

PAPACCHINI, Angelo. Los derechos humanos, un desafío a la violencia. 141

NAVAS TALERO, Germán. Guía práctica del derecho. Círculo de lectores.

83

primera, segunda y tercera generación. En la Constitución, por tanto, se pueden

encontrar derechos individuales, como la libertad de expresión y la libertad de conciencia, derechos económicos, sociales y culturales, como la vivienda digna, la

salud y el empleo, y derechos colectivos, como el derecho al medio ambiente sano y el derecho al espacio público. Los ciudadanos en Colombia, no hay duda, tienen

un importante conjunto de herramientas jurídicas para proteger sus intereses individuales y colectivos.

El jurista Luís Hernando Aristizábal142 señala que los llamados derechos civiles y garantías sociales son aquellos derechos mínimos que no podrán ser desconocidos

por ninguna ley; éstos son, entre otros, los derechos al trabajo, a la industria, a escoger profesión u oficio, a la huelga, a la asistencia pública, a la libertad y seguridad personales, a la propiedad, a la imprenta, a la inviolabilidad de

correspondencia, a presentar peticiones respetuosas a las autoridades, a reunirse libremente, a asociarse libremente, a la libertad de con ciencia –que debe

entenderse como el derecho a profesar con libertad cualquier idea- y a la libertad de cultos o de profesar cualesquiera credos religiosos no opuestos a la moral o a las buenas costumbres.

Como se aclaró al principio, los Derechos Humanos han sido objeto de

cuestionamientos por parte de la izquierda y la derecha. Kart Marx denuncia que la supuesta democracia encubre en realidad la explotación y el dominio capitalista. La democracia –señala Maurice Joly143- ha creado derechos que, para la masa popular,

incapacitada como está de utilizarlos, permanecen eternamente en el estado de meras facultades. Tales derechos, como goce ideal la ley los reconoce, y cuyo

ejercicio real les niega la necesidad, no son para ellos otra cosa que una amarga ironía del destino.

El Diccionario Jurídico ESPASA, sobre el tema de los Derechos Humanos, señala que los

derechos y libertades se incardinan en el más alto escalón de la jerarquía normativa.

―Observa Truyol que decir que hay «derechos humanos» o «derechos del hombre» en el

contexto histórico-espiritual, que es el nuestro, equivale a afirmar que existen derechos

fundamentales que el hombre posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza

y dignidad; derechos que le son inherentes y que, lejos de hacer de una concesión de la

sociedad política, han de ser por ésta consagrados y garantizados. Para Castán Tobeñas,

estos derechos integran un grupo diferenciado de los demás y que son humanos por

antonomasia. Los derechos fundamentales o derechos esenciales del hombre se

denominan así porque son fundamentales por cuanto sirven de fundamento a otros más

particulares derivados de ellos, y esenciales en cuanto son inherentes al hombre. Como

expresa Bobbio, el auténtico problema de nuestro tiempo respecto a los derechos

humanos no es ya fundamentario, sino el de protegerlos. Pues bien, con Alcalá-Zamora

Castillo, los modos de protección pueden buscarse por dos derroteros: a) en el cuadro de

las instituciones nacionales protectoras de los derechos humanos, y b) como jurisdicción

internacional a la que puedan acudir los individuos‖144.

El hecho evidente de que un apreciable porcentaje de la población no conoce, no comprende

o no sabe cómo ejercer sus derechos constitucionales, es motivo para que los demás se los

conculquen, y de esta manera se generen procesos inadecuados de convivencia.

142

ARISTIZABAL, Luis Fernando. Colombia. Consultor temático. Tomo 2. Planeta, Bogotá, 1991. 143

JOLY, Mauricio. Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Mostesquieu. http:// www.libroos.es 144

VALENCIA VILLA, Hernando. Ob. Cit.

84

SEGUNDA PARTE

EL UNIVERSO PRÁCTICO DE LA COMUNICACIÓN

―Bajo la clave adecuada, uno puede

decir cualquier cosa; bajo la clave

equivocada, nada vale. Acertar con la clave es lo esencial‖.

George Bernard Shaw

―Entonces, si alguno habla sin otra regla que su capricho, ¿hablará bien? ¿No es preciso, por el contrario, que diga las cosas como es natural decirlas, y sean dichas

sirviéndose del instrumento conveniente para hablar con verdad; mientras que, si procede de otra manera, se engañará y no hará nada de provecho?‖

El Cratilo, Platón.

PAUTAS PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN

El sacerdote Jorge Eliécer García145 sostiene que una verdadera comunicación implica un diálogo bilateral: cuando un interlocutor habla el otro escucha, y

viceversa. La comunicación dialogada involucra los siguientes aspectos: qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué.

Qué. El mensaje debe captarse y comprenderse, y los interlocutores tienen que estar en sintonizados. Su contenido debe ser claro para evitar que distorsione.

Cómo. El diálogo comporta respeto, honestidad, empatía y responsabilidad.

Cuándo. Escoger el mejor momento y el estado emocional adecuado para lograr mayor receptividad.

Dónde. Buscar el lugar y la forma adecuados, hablando de manera constructiva en

el sitio apropiado. Por qué. Compromete a los interlocutores a desarrollar habilidades comunicativas y

a construir una relación positiva y sólida.

Para qué. Favorece los procesos de convivencia, participación y desarrollo mediante el contacto intenso y diario con los demás. Los interlocutores deben estar animados por una actitud positiva, propositiva y la adquisición de habilidades enfocadas al

logro de una mejor convivencia e interrelación.

145

GARCIA, Jorge Eliécer. http://www.vanguadia.com.co

85

LA ARGUMENTACIÓN EN LA COMUNICACIÓN

Para disertar sobre la argumentación en la comunicación, es procedente definir antes argumentar y argumento. Argumentar es ―dar razones o argumentos en favor o en contra de una opinión (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007

Larousse Editorial, S.L.). El Diccionario de la Real Academia Española señala que argumentar procede del latín argumentāre (sacar en claro), y define el término

como aducir, alegar, poner argumentos; disputar, discutir, impugnar una opinión ajena (Microsoft ® Encarta). El Pequeño Larouse define argumentar como el presentar argumento, pruebas; sacar consecuencias. Este diccionario también nos

dice que ―argumento‖ es el ―asunto o materia de que trata una obra‖. Así mismo, es una ―prueba dada para apoyar o negar una afirmación‖. El libro Las buenas

palabras indica que ―argumentar es aducir razones para demostrar una opinión, idea o concepto‖146. El Diccionario del escritor precisa que argumento es un ―asunto o materia de la obra literaria, esto es, conjunto de actitudes, móviles y peripecias

que le confieren sentido‖147. Argumento, tal como lo precisa el Diccionario de filosofía, es el ―razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis,

al convencer a otro de la verdad o falsedad de la misma‖148. Los argumentos pueden ser racionales (se fundan en ―verdades‖ socialmente aceptadas acríticamente), de hecho (fundados en pruebas objetivas), de ejemplificación

(sustentados con ejemplos concretos) y de autoridad (proceden de una persona con reconocido bagaje intelectual o un considerable nivel de información). ―Argumentar

forma parte de la experiencia personal de cada ser humano. Todos argumentamos para defender aseveraciones o acciones y nos enfrentamos con argumentos de otras personas. Generalmente, podemos identificar claramente cuando estamos

frente a un argumento. Esto se debe a que hay ciertos rasgos peculiares de la argumentación que están presentes en cada discusión, y cuya presencia marca una

forma especial de usar el lenguaje: el uso argumentativo‖149. Argumentar, además de ser una operación del intelecto, es un quehacer social y

verbal, cuyo propósito es justificar o refutar opiniones. ―La argumentación es una actividad social, intelectual y verbal que sirve para justificar o refutar una opinión y

que consiste en una constelación de enunciados dirigidos a obtener la aprobación de la audiencia‖150. ―El argumento es esencial, en primer lugar –acota Antony

Weston151-, porque es una manera de tratar de informarse acerca de que opiniones son mejores que otras. No todos los puntos de vista son iguales. Algunas conclusiones pueden apoyarse en buenas razones, otras tienen un sustento mucho

más débil. Pero a menudo, desconocemos cual es cual. ―Tenemos que dar argumentos en favor de las diferentes conclusiones y luego valorarlos para

considerar cuan fuertes son realmente. En este sentido, un argumento es un medio para indagar‖152.

146

PESCARA, Julio G. Las buenas palabras. Ediciones Pirámide S.A., Cali, 1991. 147

GONZALEZ-CREMONA, J. M. y P. D. Diccionario del escritor. Editorial Mitre, Barcelona 1896. 148

MARTINEZ ECHEVERRI, Leonor y Hugo. Diccionario de Filosofía. Editorial Panamericana, Bogotá, 1997. 149

http://www.liccom.edu.uy. 150

Ibídem. 151

WESTON, Antony. Las claves de la argumentación. Ariel, Barcelona, 2001 152

http://www.librospdf.net y www.derkra.com.

86

Anthony Weston153, respondiendo a la pregunta ―¿por qué argumentar, refiere que

algunas personas piensan que argumentar es, simplemente, exponer sus prejuicios bajo una nueva forma. ―Por ello, muchas personas también piensan que los

argumentos son desagradables e inútiles. Una definición de «argumento» tomada de un diccionario es «disputa». En este sentido, a veces decimos que dos personas

«tienen un argumento»: una discusión verbal. Esto es algo muy común. Pero no representa lo que realmente son los argumentos‖. En concepción de Weston, «dar un argumento» significa ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de

una conclusión. ―Aquí, un argumento no es simplemente la afirmación de ciertas opiniones, ni se trata simplemente de una disputa. Los argumentos son intentos de

apoyar ciertas opiniones con razones. En este sentido, los argumentos no son inútiles, son, en efecto, esenciales‖.

La argumentación es una manifestación discursiva cuya finalidad es convencer mediante razonamientos con el propósito de probar o justificar lo que expresamos o

rebatimos. Su finalidad es ―defender una opinión o un punto de vista sobre algún tema, demostrando que son más acertados que los de los demás; poner de

manifiesto los fallos o errores de quienes se oponen a nuestra argumentación para hacerles cambiar de parecer; y convencer a los que nos escuchan o leen para que admitan como cierto lo que decimos‖ (Microsoft ® Encarta). Argumentación, para el

citado Diccionario del escritor, es el ―conjunto de técnicas de organización de un texto, destinado a convencer al lector para que acepte las conclusiones que en él se

proponen‖. Cuando argumentamos defendemos una idea, opinión o aserción aportando razones que la justifiquen.

La argumentación parte de la tesis que se defiende o se ataca, para luego apoyarla,

justificarla o fundamentarla, y terminar con una conclusión que sirve de refuerzo a la tesis. ―Si el emisor quiere convencer a quien le escucha, es aconsejable que exista desde el principio un acuerdo mínimo con este, pues de lo contrario será

muy difícil convencerle completamente de los razonamientos que se exponen. Los argumentos que utilicemos en una argumentación han de ser creíbles y estar

documentados y ordenados; no deben contradecirse entre sí ni ser falsos‖154.

La tesis, de acuerdo con el libro Las buenas palabras, del aludido Pescara, es lo que se intenta demostrar (hechos y opiniones), ―si posee entidad, importancia o gravedad‖. Para este texto, discutir los hechos es inútil, por cuanto mejor que

discutir es buscar pruebas. En cuanto a las ―opiniones‖ es necesario probar con argumentos que nuestra opinión es acertada. Pesquera recomienda que para que

nuestras opiniones sean acertadas debemos ser lógicos, argumentando ―con la fuerza de la razón, nunca con la razón de la fuerza‖ y limitándonos al tema tratado;

no acudir a las odiosas comparaciones que nos pueden desviar del asunto en discusión; hablar o discutir solamente de lo que conocemos o tenemos una opinión formada, sin improvisar, ya que ―para hablar bien hay que tener algo que decir y

saber lo que se dice‖; otorgar a los interlocutores el fundamento que les asiste; y utilizar modales que no ofendan a los demás.

La argumentación se compone de un objeto (tema sobre el que se argumenta), una

tesis (postura del argumentador sobre un tema específico) y unos argumentos (razones que sustentan el tema tratado, defendido, debatido o discutido). Es positiva (prueba) cuando se presentan argumentos para respaldar nuestras

153

WESTON, Antony. Ob. Cit. 154

Microsoft ® Encarta.

87

opiniones o puntos de vista, y negativa (refutación) cuando presentamos

argumentos para rechazar las posturas contrarias a la nuestra.

La argumentación es el conjunto de razones y explicaciones mediante el cual apoyamos o negamos una afirmación. Argumentar consiste en presentar

argumentos, pruebas; sacar consecuencias, conclusiones. El argumento es la prueba dada para apoyar o negar una afirmación. Dar un argumento significa

ofrecer un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión. Los argumentos son intentos de apoyar ciertas opiniones con razones. El argumento es esencial porque es una manera de tratar de informarnos acerca de qué opiniones

son mejores que otras. Argumentar es importante porque una vez que hemos llegado a una conclusión bien sustentada en razones, la explicamos y la

defendemos mediante argumentos. Para comunicarnos argumentadamente necesitamos argumentos para indagar,

explicar y defender los propios argumentos. El diálogo argumentado nos permite aprender a pensar por nosotros mismos y a formar nuestras opiniones de una

manera responsable. Cuando emitamos o expongamos los llamados ―argumentos de autoridad‖, es

necesario citar esa autoridad o fuente. Autoridad, en este contexto, es el crédito y la fe que le damos a una persona o institución experta en determinada materia o

tema; también es el autor o el texto que se alega o cita en apoyo de lo que se dice. Pero antes de citar la autoridad o fuente –dice Antony Weston155- es importante

saber qué tan informada está ésta. Tiene que ser cualificada para afirmar lo que afirma. Una fuente bien informada no tiene que corresponderse necesariamente con

nuestro modelo general de lo que es una autoridad; incluso, una persona que se adapta a ese modelo puede no ser una fuente bien informada. Las autoridades en

un determinado tema no están bien informadas, necesariamente, acerca de cualquier tema sobre el que opinan. El genio de Einstein en física, por ejemplo, no le convierte en autoridad en medicina.

A veces tenemos que confiar en autoridades cuyos conocimientos son mejores que

los nuestros, pero, aun así, son imperfectos. Si tenemos que confiar en una autoridad que posea informaciones incompletas, pero mejores que las nuestras, reconozcamos el problema. A menudo la información incompleta es mejor que

ninguna.

Las fuentes deben ser imparciales. Asegurémonos que la fuente sea genuinamente independiente y no un grupo de interés disfrazado bajo un nombre que suena a independiente. Tratemos de confirmar por nosotros mismos cualquier información

empírica citada por una fuente totalmente sesgada. Las supuestas ―autoridades‖ pueden ser descalificadas si no están bien informadas, o en su mayor parte no

están de acuerdo, pero los ataques no son ilegítimos cuando se descalifica a la fuente o autoridad por su credo, raza o ideología, y no por sus informaciones o planteamientos.

Débora Hernández nos dice que la argumentación es un discurso persuasivo. ―Este tipo de discurso apela al interlocutor de diversas maneras: a su emoción, a la autoridad o a la lógica. En el discurso persuasivo, la argumentación es esencial

tanto a la composición técnica, como a la composición ensayística. Esto es así, ya

155

WESTON, Antony. Ob. Cit.

88

que ambas composiciones comparten el desarrollo de una premisa de

argumentación como idea central. Es decir, en ambos tipos de composición los autores se plantean un tema como un problema de estudio y lo desarrollan

planteando razones que justifican su idea central o tesis. La diferencia de estos dos tipos de composición es el énfasis del tipo de apelación al interlocutor en su

desarrollo‖156.

Anthony Weston157 propone las siguientes reglas generales para exponer y sustentar argumentos:

1. Distinguir entre premisas y conclusiones. Una premisa es cada una de las proposiciones de un silogismo. Es un supuesto material, no necesariamente

válido lógicamente, a partir del cual se infiere una conclusión. Es una afirmación mediante la cual se ofrecen razones. Una conclusión es la consecuencia de un razonamiento. Es la afirmación a favor de la cual

estamos dando razones.

2. Presentar las ideas en orden natural. Primero debemos presentar o exponer las premisas y luego extraer la conclusión final. Expresar las ideas en orden tal que la línea de pensamiento sea natural.

3. Partir de premisas fiables. Si las premisas son débiles, la conclusión será

débil. Debemos justificar las premisas. Si no estamos seguros acerca de la fiabilidad de una premisa, debemos dar argumentos a favor de ésta. Si no podemos argüir adecuadamente a favor de la premisa o premisas, entonces

debemos replantear las premisas.

4. Usar lenguaje concreto, específico, definitivo. Hablemos evitando expresiones o términos generales, vagos o abstractos.

5. Evitar el lenguaje emotivo. No podemos hacer que nuestro argumento parezca bueno caricaturizando a nuestro interlocutor o a los demás.

Tratemos de defender nuestras opiniones, aun cuando pensemos que están equivocadas. Si no podemos imaginar cómo podría alguien sostener el punto

de vista que ataca, es porque todavía no lo hemos entendido bien. Evitemos el lenguaje cuya única función sea la de influir en las emociones del interlocutor, ya sea en favor o en contra de las opiniones que está

discutiendo.

6. Usar un único significado para cada término. Eliminando las ambigüedades aparece con claridad la conclusión de un argumento. Una buena manera de evitar la ambigüedad es definir cuidadosamente cualquier término clave que

introduzcamos: luego, tengamos cuidado de utilizarlo sólo como lo hemos definido.

Manuel Atienza, de la Universidad de Alicante (España), nos ofrece a continuación 10 consejos de carácter técnico y ético para argumentar de manera convincente en

su Decálogo del buen argumentador:

―1. El mejor consejo que puede darse a quien desee argumentar bien en el Derecho o en cualquier otro ámbito es prepararse bien. Picasso decía que la inspiración

156 Cómo argumentar lógicamente. http://www.myfaculty.metro.inter.edu. 157 WESTON, Antony. Ob. Cit.

89

existe pero tiene que pillarte trabajando. De manera semejante, la habilidad

dialéctica, argumentativa, existe, pero tiene que pillarte preparado, conocedor del fondo del asunto. No se puede argumentar bien jurídicamente sin un buen

conocimiento del Derecho, de los materiales jurídicos, y de la teoría del Derecho, de los instrumentos adecuados para manejar aquellos materiales.

2. Hay aspectos comunes a cualquier tipo de argumentación, pero también rasgos peculiares de cada campo, de cada tipo de debate. Por ejemplo, lo que es

apropiado para una conferencia (la exposición por extenso de una tesis) no lo es para el que participa en una mesa redonda: una buena presentación de la tesis que

se desea defender en ese tipo de debate no tiene por qué ser una ―miniconferencia‖; lo importante aquí no es efectuar una exposición completa, exhaustiva, sino más bien clara, razonablemente informativa, que estimule la

discusión y prepare de alguna forma para, al final, persuadir al auditorio.

3. No se argumenta mejor por decir muchas veces lo mismo, ni por expresar con muchas palabras lo que podría decirse con muchas menos. La amplitud excesiva del discurso aumenta las probabilidades de cometer errores y corre el grave riesgo de

provocar hastío en el oyente.

4. En una discusión, en un debate racional, esforzarse porque el otro tenga razón —como alguna vez propuso Borges— parece demasiado. Pero esforzarse por entender bien lo que el otro ha dicho es una exigencia moral —en el sentido amplio de la

expresión— que resulta además bastante útil como recurso retórico o dialéctico: hace más difícil que podamos ser refutados (por ejemplo, con un «yo no he dicho

eso») y aumenta las probabilidades de que nuestros contendientes estén también dispuestos a entendernos bien.

5. Cuando se argumenta en defensa de una tesis, no estar dispuesto a conceder nunca nada al adversario es una estrategia incorrecta y equivocada. Hace difícil o

imposible que la discusión pueda proseguir y muestra en quien adopta esa actitud un rasgo de carácter, la tozudez, que casi nadie aprecia en los demás. No es, por tanto, un buen camino para lograr la persuasión.

6. Cuando se argumenta con otro, uno puede tener la impresión de que los

argumentos de la parte contraria funcionan como una muralla contra la que chocan una y otra vez nuestras razones. Por eso, una vez probada la solidez de esa

defensa, lo más aconsejable es ver si uno puede tomar la fortaleza intentando otra vía. Esa maniobra debe hacerse sin desviar la cuestión. O sea, no se trata de disparar torcido, sino de disparar desde otro lado, cambiando la posición.

7. La argumentación no está reñida con el sentido del humor, pero sí con la pérdida

del sentido de la medida. Hay ocasiones en que no es apropiado hablar en broma (por ejemplo, del holocausto, del genocidio de un régimen militar...) y hay bromas y bromas. Para distinguir unas de otras, el mecanismo más simple y efectivo

consiste en ponerse en el lugar del que tiene que soportar la broma.

8. No se argumenta bien por hacer muchas referencias a palabras prestigiosas, autores de moda, etc. Lo que cuenta es lo que se dice y las razones que lo avalan; la calidad y fortaleza de esas razones son responsabilidad exclusiva del que

argumenta.

90

9. Frente a la tendencia, natural quizás en algunas culturas, a irse por las ramas no

cabe otro remedio que insistir una y otra vez en ir al punto, en fijar cuidadosamente la cuestión.

10. En cada ocasión, hay muchas maneras de argumentar mal y quizás más de una de hacerlo bien. Este (ligero) apartamiento de la regla de la multiplicidad del error y la unicidad de la verdad se debe a que en la argumentación las cuestiones de estilo

son importantes. Como ocurre con los autores literarios, cada persona que argumenta tiene su estilo propio y es él el que ha de esforzarse, primero, por encontrarlo, y luego, por elaborarlo‖158.

¡Cuánto mejoraríamos nuestra comunicación y convivencia si atendiéramos a lo que

nos dice el jurista colombiano Luis Carlos Sáchica!:

―1º. Admite que no siempre tienes la razón y reconoce al otro su razón o su parte de razón.

2º. Respeta los derechos de los demás, iguales a los tuyos, y jamás abuses de los que te pertenecen. 3º. Tus intereses merecen ser defendidos, pero tienes que aceptar que los

de los otros son igualmente valiosos. 4º. Muy pocas cosas, o ninguna, justifican el empleo de la fuerza, a menos

que se atente contra tu vida. 5º. Busca las identidades, las afinidades y las coincidencias constructivas, haciendo a un lado lo que genera pugnas y encono.

6º. Témele al ventajoso, al aprovechado y oportunista, y tiéndele la mano al que carece de habilidades para la ganancia deshonesta.

7º. Dedica una parte de tu tiempo al servicio de la comunidad, devolviendo así algo de lo que de ella recibes. 8º. Corresponde a la frialdad con el compañerismo que aproxima y solidariza

las voluntades y los corazones. 9º. Concierta, acuerda, dialoga, sin discutir estérilmente; que tus palabras

tiendan puentes al entendimiento mutuo y la amistad. 10. Reconoce a tu hermano y reconcíliate con tu enemigo; en ese sentido da siempre el primer paso‖.

PRINCIPIOS DEL DIÁLOGO

El vocablo diálogo proviene del griego día (a través de) y logos (palabra). El diálogo es una conversación armónica y bilateral entre dos o más personas, que

alternativamente manifiestan o expresan sus ideas, argumentos, opiniones, puntos de vista o afectos sobre un asunto determinado. El diálogo, como instrumento de

comunicación, es indispensable para solucionar los conflictos y crear alternativas de cambio. El diálogo debe estar alentado por la sinceridad y el respeto. ―En nuestra época el diálogo es un medio eficaz no sólo para adquirir conocimiento, sino para

buscar las soluciones a los problemas que se presentan en nuestra cotidianidad. Precisamente muchos de los conflictos obedecen a la falta de diálogo, de

intercambio de una palabra sincera y honesta, sin hipocresía, que conduzca a los hombres por los caminos de la solidaridad, la ayuda mutua y la plena realización de

158 ATIENZA RODRIGUEZ, Manuel. Decálogo del buen argumentador. http://arsbeneloquendi.blogspot.com

91

sus esperanzas‖159. El diálogo es fundamental para la realización personal y social.

Todo diálogo debe estar animado por un principio de cooperación, economía y racional de la palabra.

El principio de cooperación de la palabra permite que el diálogo construya, acerque y

posibilite la generación de espacios de debate, disenso, disertación, controversia, acuerdos o desacuerdos.

El principio de economía de la palabra nos indica que la palabra debe ser limitada, pertinente; todo diálogo provee una cierta información. No basta con decir la palabra,

hay que saber cómo la decimos. El principio racional de la palabra nos orienta en su uso, porque todo empleo de la

palabra debe ser relevante, estar orientada hacia aquello que está adelantándose a través del diálogo; así mismo, en su contenido moral. Si la palabra expresa lo

provechoso, lo conocido, lo justo, lo injusto, que se relaciona con la calidad de la palabra, entonces ¿por qué donde se habla tanto, es imposible el acuerdo?

En la comunicación se involucran procesos como la intención, la manipulación y utilización de elementos ajenos a la conversación. Debemos utilizar el lenguaje

esencial, los términos que posibiliten que nuestro interlocutor comprenda el sentido del mensaje, y nada más. En el diálogo genuino, en la comunicación auténtica, es condición indispensable aplicar el principio de ―economía de la palabra‖. Cuando se

habla debemos entender la intención del interlocutor, porque puede decir una cosa y sentir otra muy distinta. Cuando el diálogo no es veraz y sincero, existe una

evidente manipulación del emisor o del receptor. Muchos utilizan elementos fuera del contexto de la comunicación, los cuales, al ser detectados, la rompen de manera abrupta. Aquí es importante reflexionar sobre la inquietud heideggeriana de

que las palabras esenciales son acciones que ocurren en aquellos instantes en que el relámpago de una gran iluminación atraviesa el universo.

CONDICIONES PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN

John Powell160 señala las siguientes condiciones para una buena comunicación:

1º. La comunicación no debe jamás implicar un juicio sobre la otra persona.

Sencillamente, no estoy lo bastante maduro para entablar una verdadera amistad si no caigo en la cuenta de que no puedo juzgar acerca de la intención o motivación de otra persona. Debo ser lo suficientemente humilde y sensato como para respetar

la complejidad y el misterio de todo ser humano. Si te juzgo, lo único que hago es revelar mi propia inmadurez y mi ineptitud para la amistad. Naturalmente, lo

importante es que de hecho no haya juicio. Si yo tengo la costumbre de juzgar las intenciones o la motivación del otro, debería esforzarme por superar tan adolescente costumbre, porque, de lo contrario, sencillamente no podré camuflar

mis juicios, por más aclaraciones previas que haga. Si yo deseo realmente saber la intención, o motivación, o reacción de otra persona, no hay más que una forma de

averiguarlo: debo preguntárselo. 2º. Las emociones no entran en el terreno de la moral (no son ni buenas ni malas).

El sentirse frustrado, el estar enfadado, el tener miedo o el encolerizarse no hacen

159

Texto escolar Español sin fronteras 8. 160

POWLL, John. Ob. Cit.

92

que una persona sea buena o mala. Mis envidias, mi ira, mis deseos sexuales, mis

temores, etc., no hacen de mí una buena o mala persona. Por supuesto que esas reacciones emocionales deben ser integradas mental y efectivamente; pero antes

de que puedan ser integradas, antes de que yo pueda decidir si deseo o no deseo seguirlas, debo permitirles que se manifiesten y debo oír con toda claridad lo que

están diciéndome. Debo ser capaz de decir, sin el más mínimo sentido de represión moral, que estoy enfadado, o que estoy airado, o que estoy sexualmente excitado.

3º. Los sentimientos deben ser integrados con el intelecto y la voluntad. La no represión de nuestras emociones significa que debemos experimentar, reconocer y

aceptar plenamente nuestras emociones. Lo cual no implica en modo alguno que debamos siempre obrar de acuerdo con ellas. Sería trágico y demostraría la más absoluta inmadurez el que una persona permitiera que sus sentimientos o

emociones gobernaran su vida. Una cosa es sentir y reconocer ante uno mismo y ante los demás que uno tiene miedo, y otra cosa es permitir que ese miedo le

venza a uno. Una cosa es que yo sienta y reconozca que estoy enfadado, y otra cosa es que te aplaste la nariz de un puñetazo. El intelecto, la voluntad y los sentimientos deben ser integrados, es decir, en un conjunto armónico, si se desea

avanzar en el proceso de hacerse persona. Si el significado de esta integración está claro, resulta obvio que la mente juzga si es necesario o deseable seguir

determinadas emociones que han sido experimentadas plenamente, y la voluntad hace efectivo dicho juicio.

4º. En la comunicación sincera o transparente las emociones deben ser explicitadas. Si tengo que decir quién soy yo realmente, debo hablar de mis

sentimientos, tanto si voy a obrar de acuerdo con ellos como si no. Puedo decir que estoy enfadado y explicar el hecho de mi enfado sin inferir juicio alguno sobre el otro y sin tratar de obrar sobre dicho enfado. Puedo decir que tengo miedo y

explicar el hecho de mi miedo sin acusar a mi interlocutor como la causa de él y, al mismo tiempo, sin sucumbir al mismo. Pero, sí debo abrirme a él, tengo que

permitirle tener la experiencia (encuentro) de mi persona, para lo cual debo hablarle de mi enfado y de mi miedo. El explicitar nuestros verdaderos sentimientos no sólo favorece mucho más una auténtica relación, sino que además

es esencial para nuestra integridad física y para nuestra salud.

5º. Salvo raras excepciones, las emociones deben ser manifestadas en el momento en que se experimentan. A la mayoría de nosotros nos resulta mucho más fácil

manifestar una emoción que ya forma parte del pasado. Pero es casi como hablar de otra persona el hablar de uno mismo a un año o a dos de distancia y reconocer que en aquella época uno estaba lleno de miedo o sumamente airado. El momento

de manifestar las emociones es precisamente el momento que se experimentan. El diferirlo, aunque sea temporalmente, no es ni prudente ni saludable.

LA COMUNICACIÓN Y EL MANEJO DE LAS EMOCIONES

El fin supremo de nuestra vida es la felicidad, pero ésta no se conquista fácilmente

porque hay demasiados obstáculos que se nos oponen en su búsqueda; uno de ellos son las pasiones o emociones desenfrenadas. Su inadecuado manejo, la falta de dominio pasional, la inmadurez emocional y la ausencia de inteligencia

emocional (equilibrio armonioso entre los sentimientos y la razón) tratan de apartarnos del largo y complejo camino que puede conducirnos a la ansiada

felicidad. Y es, precisamente, la dinámica comunicativa uno de esos escenarios en donde experimentamos y vivenciamos nuestro intrincado universo emocional.

93

La naturaleza que, según Aristóteles, no hace nada en vano (―las cosas están allí donde actúan‖, sentencia un principio de la física), nos concedió la palabra para

expresar la alegría y el dolor, y comunicarlo entre nosotros. El hombre, en la concepción aristotélica, es un ser social, y por tanto un animal racional, es decir, un

animal con logos, dotado de palabra, de lenguaje. ―El lugar propio de aprendizaje del lenguaje, en la medida en que toda habla surge de una convención entre los hombres, es la sociedad: animal que habla, es decir, animal que debe vivir en

sociedad… Afirmar que el hombre es un animal que habla implica introducir desde el inicio mismo de la constitución del sujeto humano la alteridad‖161. A través de la

palabra, de acuerdo a éste, se expresa ―el bien y el mal, y por consiguiente, lo justo y lo injusto‖. Si esta herramienta, tan poderosa y útil, no se expresa hábilmente, puede convertirse en fuente de conflictos que nos distancian e

incomunican; como toda herramienta, es necesario saber hacer uso de ella para sacar provecho y evitar eventos de discordia, injusticia y maledicencia. Así como

una palabra, apropiadamente expresada, puede generar en el interlocutor instantes de concordia, también puede ocasionar episodios de discordia si no se emite convenientemente. Toda palabra expresada genera un estímulo que emite una

respuesta. Si se va a utilizar, hay que saberlo hacer. La palabra, señalaba Antonie de Saint-Exupéry, es fuente de malos entendidos.

El grandioso arte de saber comunicarnos despierta en nosotros el reconocimiento y la aceptación de que en nuestra existencia entramos en contacto con los demás,

con los cuales, en muchas ocasiones, establecemos diversos tipos de vínculos que demandan habilidades y destrezas comunicativas, es decir, ―competencia

comunicativa‖, como se dice en la dinámica educativa actual, para evitar que los conflictos y las diferencias, concomitantes con el derecho a ser distintos, alteren dichos vínculos y éstos se conviertan en motivo de discordia, ruptura, antagonismo

y animadversión. ―En nuestro paso por el mundo tropezamos (como es lógico) con situaciones que no son favorables ni agradables, y eso debemos entender que es

parte de la vida. Dichas situaciones desencadenan una serie de reacciones que te conducen a actuar de manera eficaz y acertada o de manera impulsiva y errónea. Con la madurez emocional (no cronológica) vamos depurándolas y siendo

conscientes de nuestras fallas; una de ellas, tal vez la más importante, está en la forma de comunicarnos, de cómo expresamos la vorágine de emociones que

llevamos internamente en determinados momentos y de cómo se manifiesta en el pensamiento lo que vamos a transmitir a los demás. La autoimagen es lo que

proyectamos; somos lo que creemos ser, y así nos ve el resto. Desarrollar la capacidad de hacerse entender efectivamente y manejar el proceso emocional derivado de cualquier situación adversa, es el paso más importante al logro del

éxito pleno. No se puede transitar por la vida destrozando todo a nuestro paso por el simple hecho de pensar: ‗Yo soy así‘. Ésta es una aseveración carente de validez

y nos refleja ante los demás como seres débiles, irascibles, ilógicos e incoherentes. Debemos aprender a ser fluidos, elegantes y precisos en lo que queremos transmitir; entendernos primero de manera honesta y hacernos entender ante los

demás. Recuerda que la palabra tiene efecto multiplicador muy poderoso. Existe una frase que dice: ‗Las palabras se las lleva el viento‘. Pero hay que estar

conscientes que el mismo viento las puede trasladar a otras latitudes y cumplir un cometido dañino o positivo que eleve o destruya la imagen que proyectas. Dale la mano al arte de saber expresarte y tendrás ganado un amplio trayecto del camino.

161 ARANGUREN, Javier. El hombre es un ser que se realiza en el diálogo. http://arvo.net

94

La palabra y la honestidad son los trajes de gala para vestirnos en la fiesta de la

vida‖162.

En el acto comunicativo es importante saber controlar nuestras emociones, y para poder dominarlas y manejarlas, sin que nos afecten o puedan ofender a nuestros

interlocutores u oyentes, debemos conocernos a nosotros mismos, es decir, saber con toda certeza quiénes somos en realidad. Una cosa es lo que nosotros creemos ser y otra muy distinta lo que somos en realidad. En el frágil y complejo campo de

la comunicación, si no nos conocemos funcionaremos como máquinas: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción, con el concomitante

deterioro y alteración de la praxis comunicativa. Las personas que buscan motivos para ofenderse siempre los hallarán, pero son ellas quienes tienen un problema. Y su problema es que necesitan ofenderse.

René Descartes (conocido como ―el padre de la modernidad‖) nos advirtió que

todas las ―vivencias de la psicología que llamamos sentimientos, pasiones, emociones, toda la vida sentimental‖, son pensamientos embrollados, confusos, oscuros. ―En su teoría de las pasiones propone Descartes simplemente al hombre

que estudie eso que llamamos pasiones, eso que llamamos emociones, y verá que se reducen a ideas confusas y oscuras; y una vez que haya visto que se reducen a

ideas confusas y oscuras, desaparecerá la pasión, y podrá el hombre vivir sin pasiones que estorban y molestan en la vida‖163. Las ideas confusas y oscuras provienen de las sensaciones, de la sensibilidad, del mundo sensible; es decir, de lo

que se percibe por los sentidos, y no proviene del pensamiento puro, de la razón. Otro filósofo, Benito Spinoza, señala que el proceder humano está determinado

causalmente por pasiones o por la razón. Por esta causa, el individuo está cautivo si no gobierna sus pasiones, y sólo es libre cuando sus acciones están controladas por la razón. ―Pasiones irracionales son las que dominan al hombre y lo obligan a actuar

contrariamente a sus verdaderos intereses, que debilitan y destruyen sus facultades y le hacen sufrir… La libertad no es otra cosa que la capacidad para

seguir la voz de la razón, de la salud, del bienestar, de la conciencia, contra las voces de pasiones irracionales… Para Spinoza, la tarea del hombre, su objetivo ético, es precisamente reducir la determinación y alcanzar el óptimo de libertad. El

hombre puede hacerlo conociéndose a sí mismo, transformando las pasiones, que lo ciegan y lo encadenan, en acciones ("afectos activos") que le permitan obrar de

acuerdo con su verdadero interés como ser humano. Una emoción que es una pasión deja de ser una pasión cuando nos formamos una imagen distinta y clara de

ella164. Según Spinoza, verse impulsado por pasiones irracionales es estar enfermo mentalmente. ―En la medida en que logremos un desarrollo óptimo, no sólo seremos (relativamente) libres, fuertes racionales y felices, sino también

mentalmente saludables; en la medida en que no podamos alcanzar esta meta, no seremos libres, y seremos débiles, nos faltará la racionalidad, y estaremos

deprimidos‖165. ―Amigo mío –decía el inmortal Werther de Goethe-, el hombre es el hombre y la

inteligencia que puede llegar a tener no vale mucho cuando golpean las pasiones y lo llevan hasta los límites de lo humano…‖. El mismo Goethe, en su inmortal

Fausto, advertía que ―nuestras mismas acciones, lo propio que nuestros sentimientos, entorpecen la marcha de nuestra existencia‖. Pero no se trata de vivir

162 http:// www.urbaneando2008.blogspot.com. 163 GARCIA MORENTE, Manuel. Lecciones preliminares de filosofía. Porrúa, Buenos Aires. 164

FROMM, Erich. El corazón del hombre. Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 154 y 172. 165

____________ Tener y ser.

95

sin emociones, sino de dominar las emociones y controlar las que nos ―estorban y

molestan en la vida‖ como la ira, el odio, el resentimiento, la animadversión, la envidia, etc. ―Nada tan insoportable para el hombre como estar en reposo total, sin

pasiones, sin asuntos, sin diversiones, sin empleos. Entonces siente su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Al instante

extraerá del fondo de su alma el tedio, la negrura, la tristeza, el pesar, el despecho, la desesperación‖, sentenciaba Pascal en sus Pensamientos. ―Muere lentamente quien evita una pasión‖, nos decía Pablo Neruda. ―Creo que la pasión bien

entendida es el motor que mueve al hombre y por ende al mundo. ¿Cómo evitar, entonces una pasión? ¿Cómo no vivir con intensidad cada momento de nuestra vida

si es ésta la única que habremos de vivir?‖166. Dominar nuestras pasiones, nuestras emociones, es vivir racionalmente, es decir, de acuerdo con las directrices de la razón. ―Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la

persona correcta, en la intensidad perfecta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil‖167.

Si en nuestra práctica comunicativa no experimentamos un dominio racional de nuestras emociones, es muy probable que no haya una comunicación empática,

armónica y asertiva, por cuanto las impertinencias y los inadecuados hábitos comunicativos de nuestro interlocutor nos pueden ofender, o viceversa.

La falta de un genuino control emocional hará que las necedades, las impertinencias, los agravios y otros ―defectos‖ comunicativos nos molesten afectiva

y sentimentalmente, hasta el extremo de afligirnos u optar por la improcedente dialéctica de devolverle agravios al interlocutor o interlocutores, con la ―lógica‖

alteración del evento comunicativo, que a través del intercambio de palabras procaces y ofensivas nos conducen a la ruptura de la conversación, que en muchos casos termina en la lamentable agresión de palabra o por las vías de hecho

(agresiones físicas). ―No debemos conformarnos con vencer el miedo, hay que ser valientes. No basta con controlar la agresión, hay que ser pacífico… Si tratas bien a

las personas habrá menos motivos de perturbación; no molestes y no te molestaré; no te incito ni te provoco emociones negativas y tú haces lo mismo conmigo… Si desarmamos el ánimo y lo hacemos más amable, desarmaremos a muchos… Ajusta

tu libertad para no afectar la mía y yo hago lo mismo… Muchas veces somos nosotros mismos quienes creamos las condiciones para una vida infeliz y no nos

damos cuenta‖168.

Saber dialogar, saber conversar, saber comunicarse, es no dejarse afectar por las sandeces del interlocutor, ni entrar a dar explicaciones que no se nos han pedido, ya que popularmente se dice que ―explicación no pedida, acusación manifiesta‖. Si

percibimos que nuestro interlocutor afirma o refiere hechos que no coinciden con la realidad, debemos escucharla sin interrumpir hasta que termine, para luego entrar

a refutar o aclarar, si las circunstancias o el contexto así lo permiten o demandan, tratando de no alterarnos ni entrar en discusiones agresivas. Esto no es fácil, pero es necesario hacerlo. La comunicación es una herramienta para aclarar, informar,

dialogar, compartir, intercambiar, negociar, disentir, llegar a acuerdos o a desacuerdos, mas no un instrumento de discordia y agresión. Los interlocutores no

tienen por qué estar siempre de acuerdo, pero sí tienen que vivir prácticamente a pesar de los desacuerdos. ―Si ambos logran entender sus respectivos puntos de vista, habrán avanzado mucho para aprender a convivir a pesar del desacuerdo y

166 FROTO Y MADARRIAGA, Germán. Ante el encuentro. http://www.elsiglodetorreon.com.mx 167 ARISTOTELES. Ética a Nicómaco. http://www.proyectoespartaco.dm.cl 168 RISO, Walter. El camino de los sabios. Norma, Bogotá, 2009.

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aceptar el hecho de que cada uno tiene derecho a su propio punto de vista sin

tratar de imponérselo al otro‖169.

Para una comunicación que genere espacios de convivencia armónica y pacífica no

sólo se requiere el dominio y control de las emociones, también es condición indispensable el dominio y control del lenguaje, ese maravilloso conjunto de

sonidos articulados que nos permite expresar pensamientos, ideas, sensaciones, emociones, informaciones y percepciones. El lenguaje, cual potro salvaje, hay que ―amansarlo‖; es necesario dominarlo y saberlo ―jinetear‖ para evitar la

accidentalidad del diálogo, de la comunicación. Los interlocutores tenemos el deber de desarrollar habilidades para domeñar ese ―potro salvaje‖ y poder cabalgar en

alas del lenguaje, que es la herramienta más importante del proceso de comunicación. Someterlo, dominarlo, controlarlo, no implica quitarle sus bríos y sus galopes naturales, sino dejarlo cabalgar libremente, fluidamente,

espontáneamente, para disfrutar de la magia, del hechizo y del deleite de las palabras estrictamente indispensables y apropiadamente expresadas en la práctica

comunicativa. De esta manera la comunicación será un acto constructivo, dinámico, enriquecedor, comprensivo, asertivo, biunívoco, empático, respetuoso, participativo y vivenciado, ya que las palabras, si se utilizan en forma adecuada, deben propiciar

el acercamiento y la armonía que todos necesitamos para la convivencia civilizada. La comunicación es un arte, y como tal requiere habilidades y práctica. ―El arte se

aprende, pero debemos estar conscientes de aprender, debemos querer aprender y debemos aprender a aprender y aprender a desaprender. Este complicado juego de palabras se basa en lo que llama Covey: ‗Ser proactivo, ser dueño de su vida y de

sus actos y querer verdaderamente influir en la vida y no pasar por ella sin vivir´‖170. Todos podemos y tenemos que dominar el apasionante arte de la

comunicación.

LA COMUNICACIÓN Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

¿Qué es la inteligencia emocional? La inteligencia emocional es la habilidad que ayuda a las personas a vivir en armonía, es la habilidad de armonizar ―cabeza‖ y

―corazón‖. Las habilidades emocionales o inteligencia emocional incluyen autodominio, celo, persistencia y capacidad de automotivación. La inteligencia

emocional se relaciona con el sentimiento, el carácter y los instintos morales. ―La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en

cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la

autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social‖171.

¿Para qué nos sirve ser emocionalmente inteligentes? Permite que nos ―desprogramemos‖ y no actuemos como ―animales de costumbre‖, sensibilidad al

cambio y a la creatividad, logro ético de nuestros proyectos, y ser optimistas,

169 DAVITZ, Lois Leiderman y Joel Robert. Su hijo adolescente, cómo comprenderlo y relacionarse con él. Norma, Bogotá, 1995, p. 14. 170 MARTINEZ, Jonny. La inteligencia interpersonal, es la madre de la comunicación, relacionarse con otras personas, no solo es hablar y hacer gestos. http://www.gestiopolis.com. 171 Césarmedina98. La inteligencia emocional. http://www.monografías.com.

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entusiastas, emprendedores, asertivos y empáticos. Nos ayuda a ubicarnos en la

vida de manera adecuada. Mejora las relaciones de pareja y constituye una base sólida para la educación de los hijos en la confianza, el respeto mutuo y el amor.

Cambia la concepción del poder, utilizado como el dominio sobre los demás, por la capacidad de realizar con ellos nuestros más nobles propósitos en la vida.

Proporciona serenidad y una visión más lúcida de los momentos difíciles que afrontamos.

Para ser emocionalmente inteligentes debemos permitirnos y permitir a nuestros interlocutores ser capaces de expresar honesta y sinceramente necesidades y

deseos, con base en la confianza de una comunicación sincera, honesta y real. Ser capaces de compartir conocimiento acerca de nosotros mismos, ofrecer y aceptar ayuda, mostrar verdadero interés por escuchar y ayudar; y sobre todo saber

expresar afecto y aprobación, siempre dentro de un marco de muchísima confianza, respeto y lealtad.

Según Abel Cortese, investigador de inteligencia emocional, la comunicación es el acto central de la vida humana. La comunicación es posible, entre los hombres,

porque todas las cosas, externas o internas, son representables.

Pero el hecho de representar, para otros, las cosas externas o internas, no es un proceso simple. ―Una de las cosas más difíciles del mundo es transmitir las ideas con exactitud de una mente a otra‖172.

Llamamos genéricamente proceso de comunicación a los fenómenos de

intercambio de información. Estos fenómenos se dan en dos pasos: 1) Hay que comprender y transmitir una situación o hecho.

2) Hay que escoger y transmitir bien los diferentes signos que pueden expresarla.

En la comunicación humana, el mensaje sólo puede transmitirse a través de una codificación. Una letra, una palabra van codificadas en un texto, con una

determinada entonación o escrito en determinada forma. Si la palabra ‗alma‘, por ejemplo, va en la frase ―te quiero con toda el alma‖, tiene diverso sentido de si va

en esta otra: ―el hombre consta de alma y cuerpo‖.

El mensaje humano tiene, pues, una codificación por parte del emisor y una descodificación por parte del receptor. Este sólo podrá descodificar la frase y por tanto entenderla, si está al tanto del código empleado. De ahí la importancia de

que toda persona que intenta influir en otra en cualquier campo (religioso, político, comercial…) conozca el lenguaje que es capaz de comprender su receptor

y se acomode a él. El código que domina el receptor es la regla a que debe ajustarse el emisor y no viceversa.

Pero la comunicación no es solamente un intercambio de información a través de códigos, sino una comunión de significados. En el contacto entre dos o más

personas, también se intercambian o crean impresiones y actitudes. La comunicación es, además, una concordancia emotiva. Es el hilo invisible que une o desune a los seres humanos.

172 CARROL, Lewis. Alicia en el país de las maravillas. http://www.librostauro.com.ar

98

Según Daniel Golemán173, la inteligencia emocional se compone de inteligencia

personal e inteligencia interpersonal.

1. La Inteligencia Personal.

Está compuesta a su vez por una serie de competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos. Esta inteligencia comprende tres componentes cuando se aplica en el trabajo:

a. Conciencia en uno mismo: es la capacidad de reconocer y entender en uno

mismo las propias fortalezas, debilidades, estados de ánimo, emociones e impulsos, así como el efecto que éstos tienen sobre los demás y sobre el trabajo. Esta competencia se manifiesta en personas con habilidades para

juzgarse a sí mismas de forma realista, que son conscientes de sus propias limitaciones y admiten con sinceridad sus errores, que son sensibles al

aprendizaje y que poseen un alto grado de auto-confianza.

b. Autorregulación o control de sí mismo: es la habilidad de controlar nuestras

propias emociones e impulsos para adecuarlos a un objetivo, de responsabilizarse de los propios actos, de pensar antes de actuar y de evitar

los juicios prematuros. Las personas que poseen esta competencia son sinceras e íntegras, controlan el estrés y la ansiedad ante situaciones comprometidas y son flexibles ante los cambios o las nuevas ideas.

c. Auto-motivación: es la habilidad de estar en un estado de continua búsqueda

y persistencia en la consecución de los objetivos, haciendo frente a los problemas y encontrando soluciones. Esta competencia se manifiesta en las personas que muestran un gran entusiasmo por su trabajo y por el logro de

las metas por encima de la simple recompensa económica, con un alto grado de iniciativa y compromiso, y con gran capacidad optimista en la consecución

de sus objetivos. 2. La Inteligencia Interpersonal

Al igual que la anterior, esta inteligencia también está compuesta por otras

competencias que determinan el modo en que nos relacionamos con los demás:

a. Empatía: es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder correctamente a sus reacciones emocionales. Las personas empáticas son aquellas capaces

de escuchar a los demás y entender sus problemas y motivaciones, que normalmente tienen mucha popularidad y reconocimiento social, que se

anticipan a las necesidades de los demás y que aprovechan las oportunidades que les ofrecen otras personas.

b. Habilidades sociales: es el talento en el manejo de las relaciones con los demás, en saber persuadir e influenciar a los demás. Quienes poseen

habilidades sociales son excelentes negociadores, tienen una gran capacidad para liderar grupos y para dirigir cambios, y son capaces de trabajar colaborando en un equipo y creando sinergias grupales.

173 GOLEMAN, Daniel. La inteligencia emocional. Javier Vergara Editor, 1996.

99

El mismo Golemán174, sobre este particular, nos muestra las siguientes pautas:

- Manejar las emociones del otro

Ser capaces de manejar las emociones de otro es el arte de mantener relaciones.

Esa actitud exige de habilidades emocionales como serenidad de uno mismo, autogobierno y empatía (capacidad de ponerse en el lugar de los demás). Así somos eficaces en el trato con los demás. Sin estas habilidades hasta las personas

más inteligentes fracasan en sus relaciones, apareciendo como arrogantes, desagradables o insensibles. ―Estas habilidades sociales le permiten a uno dar

forma a un encuentro, movilizar o inspirar a otros, prosperar en las relaciones íntimas, persuadir e influir, tranquilizar a los demás‖.

- La expresividad y el contagio emocional

Las emociones son contagiosas. En todo encuentro personal transmitimos señales emocionales que agradan o desagradan a los demás. Si somos hábiles socialmente, controlamos las señales que emitimos. La inteligencia emocional incluye el manejo

de este intercambio, ―popular y encantadora‖ son los términos que utilizamos para referirnos a la persona con la que nos gusta estar porque sus habilidades

emocionales nos ayudan a sentirnos bien. La gente que es capaz de ayudar a otros a calmar sus sentimientos posee un

producto social especialmente valioso; son las almas a quienes otros recurren cuando padecen alguna importante necesidad emocional. Todos formamos parte de

la caja de herramientas del otro para el cambio emocional, para bien o para mal‖. La coordinación de los estados de ánimo es la esencia de la compenetración. La habilidad con que desarrollamos nuestra sincronía emocional con otros, es un

determinante de la afectividad interpersonal. Quienes no logran percibir o expresar emociones se exponen a tener problemas en sus relaciones, debido a que los

demás se sienten incómodos con ellas, aunque no puedan expresar por qué. ―Fijar el tono emocional de una interacción es, en cierto sentido, una señal de dominio en un nivel íntimo y profundo: significa guiar el estado emocional de la otra persona‖.

- Las emociones de la pareja

En la pareja, los dos sienten y expresan sus emociones de maneras distintas. ―En

una pareja existen dos realidades emocionales: la de él y la de ella‖. Las raíces de estas diferencias pueden ser biológicas, surgir en la infancia y en los mundos emocionales separados en los que viven niños y niñas mientras crecen. A los

varones y a las hembras se les brindan lecciones muy distintas sobre el manejo de las emociones. Los padres hablan de las emociones más con las niñas que con los

niños. Las madres muestran una gama de emociones más amplia con las niñas que con los niños. Debido a las diferencias emocionales, las niñas desarrollan la facilidad con respecto al lenguaje más rápido que los niños, y son más expertas en

expresar sus sentimientos y más hábiles que los niños para usar palabras que exploran y sustituyen reacciones emocionales, tales como peleas físicas.

―En resumen, estos contrastes en el aprendizaje de las emociones favorecen habilidades muy distintas: las chicas se vuelven expertas en interpretar las señales

emocionales verbales y no verbales y en expresar y comunicar sus sentimientos, y

174

Ibídem.

100

los chicos en minimizar las emociones que tienen que ver con la vulnerabilidad, la

culpabilidad, el temor y el daño‖.

Hombres y mujeres desean y esperan cosas muy distintas de una conversación: los hombres se contentan con hablar cosas, mientras que las mujeres buscan la

conexión emocional. Las mujeres muestran más empatía que los hombres. Suele ser más fácil interpretar los sentimientos observando el rostro de una mujer que el de un hombre. Las mujeres expresan toda una gama de emociones con mayor

intensidad y más constancia que los hombres. Las mujeres son más emocionales que los hombres. Todo esto significa que, en general, las mujeres llegan al

matrimonio preparadas para desempeñar el papel de administradora emocional, mientras los hombres llegan con mucho menos apreciación de la importancia de esta tarea para ayudar a que la relación sobreviva. Según Ted Huston, para las

esposas, la intimidad significa hablar de cosas profundamente, sobre todo hablar de la relación misma. Los hombres no comprenden lo que sus esposas quieren de

ellas. ―Ellos dicen: yo quiero hacer cosas con ella, y lo único que quiere es hablar‖. Las mujeres son más sensibles a una expresión de tristeza del hombre que ellos para detectar la tristeza de una mujer. Los hombres son más optimistas con

respecto a la estabilidad del matrimonio, mientras las mujeres son más sensibles a los problemas. ―De hecho, temas tan específicos como con cuanta frecuencia hacer

el amor, cómo disciplinar a los hijos o cuantas deudas y ahorros resultan aceptables, no son los que unen o rompen un matrimonio. En todo caso, es la forma en que una pareja discute esos temas críticos lo más importante para el

destino del matrimonio. El simple hecho de haber alcanzado un acuerdo acerca de cómo discrepar es clave para la supervivencia marital; hombres y mujeres tiene

que superar las diferencias innatas de género para abordar las emociones más fuertes. Si no lo logran, las parejas son vulnerables a la ruptura emocional que finalmente puede quebrar su relación‖.

- La crítica áspera y las quejas

La crítica áspera, como las quejas expresas en forma despectiva o con mordacidad, en muchos casos conduce al divorcio. Se debe criticar el hecho o la acción molesta,

y no a la persona. Una queja o reclamo respetuoso sobre algo que le disguste del cónyuge no lo afecta. Las diferencias entre quejas y críticas personales son

sencillas. En una queja, la esposa afirma específicamente qué la perturba, y critica la acción de su esposo, y no a su esposo, diciendo lo que le hizo sentir… Es una

expresión de inteligencia emocional básica: positiva, no beligerante ni pasiva. La crítica áspera hace sentir a la pareja avergonzada, disgustada, inculpada y defectuosa. Esta actitud puede conducir a que se defienda y ataque, antes que

resolver el problema. La crítica cargada de desdén es destructiva. El desdén surge fácilmente con la ira; suele expresarse no sólo en las palabras utilizadas, sino

también en un tono de voz y en una expresión airada. Su forma más evidente es la burla o insulto… Pero igualmente dañino es el lenguaje corporal que expresa desdén, sobre todo la sonrisa burlona…

- Los pensamientos tóxicos de los cónyuges

Las conversaciones entre esposos con dificultades en su relación, algunas veces involucran frases verbalizadas y mudas, es decir, molestos por algo dicen una cosa

y piensan otra, para no ofender. Así uno se cree víctima y el otro piensa que es tratado injustamente. Parejas así están en problemas que alimentan con la ira y el

daño. Quien cree ser víctima vive analizando lo que su pareja hace, con el fin de confirmar que es víctima. Los dos se vuelven pesimistas y se exponen a asaltos

101

emocionales perturbadores. Los esposos violentos ―ven intentos hostiles incluso en

los actos más neutros de sus esposas, y utilizan una interpretación errónea para justificar ellos mismos su propia violencia‖. Los hombres que piensan que pueden

ser abandonados, se vuelven violentos con su esposa. El efecto neto de estas perturbadoras actitudes es crear una crisis incesante, ya que disparan el asalto

emocional más frecuentemente y hacen que resulte más difícil recuperarse del daño y furia resultantes.

Los esposos o las esposas desbordadas (alteradas emocionalmente) están tan abrumados por la negatividad de su pareja y por sus propias reacciones ante ésta

que se sienten hundidos por sentimientos espantosos y fuera de control. Las personas que están desbordadas no pueden oír sin distorsión ni responder con lucidez; les resulta difícil organizar su pensamiento y caen en reacciones primitivas.

Simplemente quieren que las cosas se detengan, o quieren salir corriendo o, a veces, devolver los golpes. El desbordamiento es el asalto emocional que se

perpetúa a sí mismo… Por su puesto, la mayoría de los esposos y esposas padecen estos intensos momentos cuando pelean… cosa muy natural. El problema de un matrimonio comienza cuando uno u otro cónyuge se siente desbordado casi

constantemente. Entonces se siente abrumado por su pareja, está siempre en guardia por si surge algún asalto emocional o una injusticia, adopta una actitud de

extrema alerta ante cualquier señal de ataque, insulto o queja, seguramente reaccionará excesivamente ante la menor señal.

- Diferencias de género en la vida emocional

Los esposos consideran desagradable y repugnante sentirse trastornados durante un desacuerdo matrimonial; a las esposas no les importa demasiado. Más hombres que mujeres reaccionan con el desbordamiento ante las críticas de su pareja. A los

esposos les lleva más tiempo recuperarse fisiológicamente del desbordamiento. Los hombres quieren evitar las confrontaciones emocionales, pero las mujeres buscan

suscitarlas. En general, a las mujeres no les importa zambullirse en la desagradable situación de una riña matrimonial tanto como a los hombres.

- ¿Qué protege el matrimonio?

En general hombres y mujeres necesitan diferente sintonía emocional. En el caso de los hombres, el consejo consiste en que no eviten o eludan el conflicto sino que

se den cuenta de que cuando la esposa plantea alguna queja o desacuerdo tal vez lo está haciendo como un acto de amor, intentando mantener la salud y el desarrollo de la relación. Cuando las quejas fermentan, aumentan de intensidad

hasta que se produce una explosión; cuando son ventiladas se resulten, disminuye la presión. Pero los esposos deben comprender que la ira y el descontento no son

sinónimos de ataque personal: las emociones de las esposas a menudo son simples llamadas de atención que enfatizan la fuerza de sus sentimientos con respecto al problema.

Los hombres también deben estar en guardia para no crear un cortocircuito en la

discusión al ofrecer una solución práctica prematura: es típicamente más importante para una esposa sentir que el esposo escucha su queja y empaliza con sus sentimientos sobre el tema. Ella puede interpretar que el consejo que él le

ofrece es una forma de considerar intrascendentes sus sentimientos. Los esposos que son capaces de soportar el calor de la ira en lugar de desdeñar las quejas de

ellas como algo insignificante ayudan a sus esposas a sentirse escuchadas y respetadas. Más aún, las esposas quieren que sus sentimientos sean reconocidos y

102

respetados como válidos, aunque sus esposos discrepen. Con mucha frecuencia,

cuando una esposa siente que su punto de vista es escuchado y sus sentimientos registrados, se serena.

En cuanto a las mujeres, el consejo es bastante similar. Dado que el problema

principal de los hombres es que sus esposas son demasiado intensas al expresar sus quejas, ellas deben hacer un esfuerzo y tener el cuidado de no atacar a sus esposos: quejarse de lo que él hizo, pero criticarlo como persona ni expresar

desdén. Las quejas no son ataques al carácter, sino más bien una clara afirmación de que un acto determinado resulta perturbador. Un ataque personal airado

conseguirá casi con certeza que el esposo adopte una actitud defensiva o se bloquee, lo cual resultará aún más frustrante y sólo logrará intensificar la disputa. También ayuda que la queja de la esposa se coloque en un contexto más amplio

que tranquilice al esposo con respecto al amor que ella siente por él.

- Incorporar inteligencia emocional al matrimonio Dado que sentirse escuchado a menudo es exactamente lo que busca el cónyuge

agraviado, un acto de empatía emocional es un reductor magistral de la tensión. Una estrategia general para lograr que un matrimonio funcione consiste en uno

concentrarse en los temas específicos por los que discuten las parejas sino, en todo caso, en cultivar una inteligencia emocional compartida, mejorando así las posibilidades de resolver los problemas. Las competencias emocionales como la

serenidad, la empatía, la asertividad y el saber escuchar, pueden hacer más probable que una pareja soluciones sus problemas, diferencias o conflictos de

manera satisfactoria y armónica. ―Esto hace posible desacuerdos saludables, las peleas buenas que permiten a un matrimonio florecer y superar las negatividades que, si dejan crecer, pueden destruir un matrimonio.

- Hábitos emocionales en pareja

1. Serenarse. Manejar los impulsos tendientes a la acción es básico para la

inteligencia emocional. Como la capacidad de escuchar, pensar y hablar con

claridad y lucidez se disuelve durante un conflicto o perturbación emocional, serenarse es un paso sumamente constructivo para la solución de las

desavenencias en pareja.

2. La desintoxicante charla con uno mismo. ―Debido a que el desbordamiento queda activado por los pensamientos negativos con respecto a la pareja resulta útil que el esposo o la esposa que se siente perturbado por estos

juicios ásperos los enfrente directamente. Sentimientos como: No voy a aceptar esto nunca más o No me merezco este tipo de trato, son frases

típicas de la víctima inocente o la indignación absoluta. Como señala el terapeuta cognitivo Aaron Beck, al captar estos pensamientos y desafiarlos –en lugar de simplemente sentirse furioso o herido por ellos- el esposo o la

esposa pueden empezar a sentirse libres de su dominio‖.

3. Escuchar y hablar sin estar a la defensiva. ―Escuchar es una habilidad que mantiene a la pareja unida. Incluso en el fragor de una discusión, cuando ambos están dominados por el asalto emocional, uno u otro –y a veces los

dos- pueden hacer el esfuerzo de escuchar más allá de la ira, y oír y responder al gesto reparador del otro miembro de la pareja… La forma más

poderosa de atención no defensiva es la empatía: escuchar realmente los sentimientos que haya detrás de lo que se dice… El hecho de que un cónyuge

103

empatice realmente con el otro exige que sus propias reacciones emocionales

se serenen hasta el punto en que él sea lo suficientemente receptivo para que su propia fisiología logre reflejar los sentimientos de su pareja. Sin esta

sintonía fisiológica, la noción que un cónyuge tiene de lo que está sintiendo el otro probablemente cederá de todo fundamento. La empatía se deteriora

cuando los propios sentimientos son tan intensos que no permiten una armonización fisiológica sino que simplemente dominan todo lo demás… El arte de hablar de una manera no defensiva en el caso de las parejas se

centra en mantener lo que se dice en el plano de una queja específica en lugar de convertirlo en un ataque personal… En resumen, en la comunicación

abierta no hay intimidación, amenazas ni insultos. Tampoco da lugar a ninguna de las innumerables formas de actitud defensiva: excusas, negación de la responsabilidad, contraataque con críticas y cosas por el estilo.

También en este caso la empatía es una herramienta poderosa‖.

4. Práctica. ―Debido a que estas maniobras deben realizarse durante el fragor de la confrontación, cuando la excitación emocional seguramente es elevada, para que resulten accesibles cuando más las necesitamos deben estar

incorporadas a nuestra formación. Esto se debe a que el cerebro emocional adopta esas rutinas de respuesta que fueron aprendidas en las primeras

etapas de la vida, durante momentos repetidos de ira y dolor, y por eso se vuelven dominantes. Dado que la memoria y la respuesta son específicas de la emoción, en tales situaciones las reacciones asociadas con momentos más

serenos son menos fáciles de recordar y de llevar a la práctica. Si una respuesta emocional más productiva resulta poco familiar o no está muy

practicada, es sumamente difícil intentarla en medio de un malestar. Pero si una respuesta es practicada de modo tal que se convierte en algo automático tiene mejores posibilidades de encontrar expresión durante una crisis

emocional. Por estas razones, las estrategias mencionadas anteriormente deben ser puestas en práctica y ensayadas durante aquellos encuentros que

no estén dominados por la tensión, así como en el fragor de la batalla, si queremos que tengan la posibilidad de convertirse en una primera respuesta adquirida en el repertorio del circuito emocional.

En la dinámica de la convivencia matrimonial o de pareja, al igual que en los

diversos eventos comunicativos, es importante el reconocimiento de las diferencias. Para que este tipo de convivencia sea fructífero debemos saber que ―sobreponer el

nosotros de una forma sincera y espontánea ante el yo es la base fundamental sobre la que descansará la convivencia matrimonial‖175. Ese respeto por las diferencias implica reconocer que ninguno de los integrantes de la pareja es inferior

o superior al otro y los dos tienen los mismos derechos y deberes.

La tolerancia, la integridad, la armonía, la afectividad y el respeto son otros elementos claves en el matrimonio. Según el texto antes citado, la tolerancia consiste en la aceptación del uno al otro en los momentos difíciles, y la ayuda a

comprender las diferencias individuales de cada uno. La integración favorece la consolidación y el respeto entre los integrantes de la pareja. La armonía permite

mantener una comunicación continua y cordial entre éstos. El ámbito de la afectividad se refleja en las constantes expresiones de cariño, comprensión y afecto, como una manera de acrecentar la confianza y el respeto entre los

miembros de la pareja. El respeto, como la base del entendimiento, la comprensión y del diálogo, se trata del sentimiento o acción que fija límites

175

VARIOS. “Formación familiar y ciudadana”. Santillana, Caracas, 2010.

104

permitidos, que indican hasta dónde se puede llegar y qué línea no debemos

atravesar para no hacer daño a los demás. Se manifiesta como la consideración que se tiene de sí mismo y de los demás.

LA COMUNICACIÓN EMPÁTICA

La comunicación es un intercambio recíproco de mensajes y no un canje de

agravios. La empatía es una de las características de una persona con habilidades comunicativas. La empatía es la capacidad de ponerse mentalmente en el lugar del

otro. Según el filósofo Savater, ―ponerse en el lugar del otro es algo más que el comienzo de toda comunicación simbólica con él: se trata de tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan hay que comprender sus razones‖. Todo

hombre tiene derecho a que se pongan en su lugar y comprendan su hacer y su sentir. ―Ponerte en el lugar del otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente

real como a ti mismo‖. Ponerse en lugar de otra persona, no es sólo atender sus razones, sino ―participar de algún modo de sus pasiones y sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos‖. Ponerse en el lugar del otro, implica ser justo, tratar a los

demás con justicia.

La empatía consiste en la actitud de ponernos en el punto de vista del otro, es la comprensión acompañada de aprecio y calor humano. Empatía es la habilidad de comprender al otro, poniéndose en su propio punto de vista: supone un esfuerzo

para comprender las motivaciones de los comportamientos desagradables, de los sentimientos y emociones ajenos que son semejantes a los propios. Es la capacidad

de entender los pensamientos, las motivaciones y sobretodo los sentimientos del otro. Es ver desde el punto de vista de los demás. Según Kart Rogers, ―la persona empática no está con nosotros para coincidir o discrepar, sino para comprender sin

juicios‖. Aprecia los sentimientos ajenos; los comprende, pero no se involucra en el estado emocional del otro y, precisamente por eso, puede ayudarle con objetividad.

En el diálogo auténtico es importante la capacidad de escuchar, de empatizar, de comprender lo que está diciendo la otra persona, de plantear nuevos puntos de vista y de ofrecer soluciones o esperanza.

Pero no se debe confundir empatía con simpatía. Una persona puede ser simpática

y no tener una actitud de empatía. La empatía es la escucha atenta, sensible, libre de prejuicios y valoración, del mundo interior del otro. Un esfuerzo por meterse en

la piel del otro, por avanzar unos pasos en su mundo interior, por oír sus leves llamadas, su casi imperceptible grito pidiendo trato afectuoso, ternura y reconocimiento de sus necesidades. La persona que comprende, conoce el

significado que tienen las vivencias y experiencias que le ha comunicado el otro, lo que significan para su sensibilidad. Es una percepción profunda del mundo interior

del otro, de aquello que siente, experimenta, percibe o piensa. Si realmente tuviéramos empatía, los problemas se solucionarían fácilmente, lograríamos la paz en nuestro hogar, y florecerían la autoestima y la autenticidad en grado máximo.

Ser capaz de dejar de lado el enfoque sobre uno mismo, y de controlar los impulsos, rinde

beneficios sociales: allana el camino hacia la empatía, a escuchar con atención, a ponerse

en el lugar del otro. La empatía conduce a interesarse, al altruismo y a la compasión. Ver

las cosas desde la perspectiva del otro rompe los estereotipos preestablecidos, y promueve

así la tolerancia y la aceptación de las diferencias. Estas aptitudes son cada vez más

requeridas en nuestra sociedad crecientemente pluralista, permitiendo a las personas vivir

unidas en respeto mutuo, y creando la posibilidad de un discurso público creativo. Son las

artes fundamentales de la democracia.

105

EVITAR LAS DISCUSIONES

Cuando algunas personas no han desarrollado habilidades para escuchar adecuadamente, tienen dificultades para aceptar la diferencia y no dominan sus

emociones de manera equilibrada, es prudente evitar las discusiones, porque muchas no saben discutir en el auténtico sentido del término. Discutir es examinar y tratar una cuestión, presentando consideraciones favorables y contrarias.

Contener y alegar razones contra el parecer de otro o de los demás. Disputar, sostener opiniones opuestas. En la mayoría de las discusiones cotidianas no se

tienen en cuenta estos aspectos. Es conveniente evitarlas porque, además de carecer de destrezas para discutir,

disputar o debatir pacífica, armónica y razonada o racionalmente, muchos interlocutores quieren ―ganar‖ la discusión, desconociendo que en realidad nunca se

gana una discusión. Las discusiones genuinas no son para ganarlas o perderlas; son para entendernos con los demás. El libro Cómo obtener y mantener el éxito personal y profesional sobre el particular aconseja lo siguiente:

―No se puede ganar en una discusión. Discuta con su pareja sobre lo que sea,

y perderá. El resultado será un verdadero lío… Antes de que se dé cuenta, una discusión, aparentemente sin importancia, puede dar lugar a un sinnúmero de explosiones verbales… Cuando las personas discuten, cada una

de ellas busca en lo más recóndito de su mente la forma de demostrar algo… Cuanto más larga y profunda sea una discusión, más convencida acabaría

cada una de las partes de que tiene la razón. La técnica de la discusión hace que cada parte se ponga a la defensiva. Y cuanto más se fuerza a una persona a defender su punto de vista, más pruebas encuentra para

demostrar que tiene razón‖.

Debido a que, en muchos casos y situaciones, las discusiones no hacen cambiar la opinión de los interlocutores que no tengan mente abierta, el arte de la discusión respetuosa, armónica, empática y asertiva podría ser más provechosa para los

expertos en discusiones, para quienes no buscan ganarlas, sino lograr, con ánimo sereno, acuerdos, consensos o disensos, en donde las partes en disputa ganen

simultáneamente… Las personas que siempre quieren ganar una discusión, es procedente que la eviten, porque la mejor forma de ganar una discusión es

evitándola.

106

No obstante, si la discusión conlleva al mejoramiento de las relaciones

interpersonales, es procedente tener en cuenta al discutir:

1. Capacidad de escucha. El otro merece ser oído, y reconocido en su mensaje. 2. Conocer al otro. Expresiones o actitudes que sabemos que no son del agrado del

otro; por eso es necesario no nombrarlas cuando se discute. 3. Estar dispuesto a ceder y a renunciar a algo. Se debe tener presente que no siempre se discute para ganar, además, cuando cedo le doy valor al otro.

4. Aprender a respetar al otro. Esto es aprender a valorar su palabra y su presencia.

5. Saber decir las cosas. Por encima de cualquier reclamo está la caridad y el tono de la voz. 6. Valorar la diferencia. Es necesario entender que el otro me ayuda a comple-

mentar mi forma de comprender la vida, el otro me ofrece otros aspectos de la vida que yo no capto.

7. Evitar la postura del victimismo o prepotencia. Estas actitudes le quitan a la discusión racionalidad y lógica. 8. Capacidad de perdonar. Aunque el otro me haya ofendido es necesario acogerlo

pues el perdón salva el amor.

LA COMUNICACIÓN DEL CONSENSO

Como forma de comunicarnos e interactuar, surge a mediados del siglo XX la propuesta de una ética comunicativa, también conocida como ética del consenso,

ética dialógica, ética ciudadana o ética habermasiana, caracterizada por la validez de las comunicaciones o emisiones que tratan de dar respuesta a una lógica argumentación, la cual se encuentra regulada por la pretensión de validez del

argumento o del discurso. Es una ética formal, basada en el diálogo y la comunicación. El diálogo es el único medio que nos queda para saber si los

intereses subjetivos pueden convertirse en normas universales. Se fundamenta en la autonomía de la persona, que confiere al hombre el carácter de autolegislador, y en la igualdad de todas las personas, que le da derecho a buscar una normativa

universal mediante el diálogo. Todos los miembros de la comunidad se deben reconocer recíprocamente como interlocutores con los mismos derechos y se deben

obligar a seguir las normas básicas de la argumentación.

La ética comunicativa se caracteriza por la validez de las comunicaciones, o emisiones que tratan de dar respuesta a una lógica argumentación, la cual se encuentra regulada por la pretensión de validez del argumento o del discurso, así:

1. La veracidad del enunciado o proposición presentada por el interlocutor. 2. El acto del habla sea verdadero en relación con el contexto normativo vigente. 3. La

intención manifiesta por el hablante tenga correspondencia con lo que éste piensa. Este modelo ético implica el uso racional de la inteligencia para dar explicaciones y

recibirlas. Comprender, aclarar y, sobre todo, atenerse a razones, sean propias o extrañas. En la acción comunicativa, quien quiera argumentar acepta

implícitamente la verdad de las proposiciones, la corrección del comportamiento, la veracidad del sujeto y la inteligibilidad. Estas pretensiones de validez son condición necesaria para el acto comunicativo. Para evitar la accidentalidad del consenso se

requiere:

1. Escuchar a los demás y comprender sus argumentos. 2. Exponer los propios argumentos.

107

3. Aceptar la evidencia más fuerte.

4. Proseguir el diálogo hasta que se hay conseguido un acuerdo. 5. Aceptar el acuerdo.

La ética comunicativa, por ser racional, nos exige tener en cuenta toda la

información, todos los argumentos, todas las evidencias pertinentes, sea cual sea su procedencia. La ética del consenso facilita la convivencia social porque posibilita situaciones discursivas de aceptación intersubjetiva sobre aquellos aspectos o

normas en que todos los intereses se pongan de acuerdo, sin ningún tipo de coacción.

El filósofo Jurgen Habermas denomina situación lingüística ideal al evento en que los interlocutores en la praxis comunicativa hacen eco o recepción de los

planteamientos racionales. Entonces se pone de manifiesto que un argumento puede convencer a un interlocutor o auditorio, es decir se da una aceptación para

que se acepte el discurso. Al interlocutor se le cataloga por su capacidad de lenguaje y de acción para sustentar racionalmente la argumentación. ―El valioso trabajo de Habermas busca fundamentar la democracia en una comunicación

auténtica, donde los consensos y disensos indispensables para lograr una participación activa, autónoma y libre en las decisiones ético-políticas de nuestras

sociedades llamadas democráticas, partan de diálogos argumentados, donde no primen los intereses individuales, o la fuerza bruta, sino la fuerza ética, es decir: la fuerza del mejor argumento‖176. Según Manuel Herrera Gómez177, con el concepto

de ―acción comunicativa‖, Habermas alude a la interacción de al menos dos sujetos capaces de lenguaje y acción que (con medios verbales o extraverbales) entablan

una relación interpersonal. Los actores buscan entenderse sobre una situación de acción para poder así coordinar de común acuerdo sus planes de acción y con ello sus acciones… Por tanto, el modelo de acción comunicativa no equipara la acción a

la comunicación; sin embargo, atribuye al lenguaje el rol de médium de comunicación que sirve para la comprensión y la consecución del entendimiento…

La acción comunicativa está caracterizada por la consecución, mediada lingüísticamente, de un entendimiento entre los participantes respecto a las modalidades de integración de los respectivos (o comunes) planos de acción… Está

claro que, en el modelo de acción comunicativa, el lenguaje asume una posición relevante. A través de él, los actores alcanzan el entendimiento, estableciendo una

común definición de la situación y de la forma con la que coordinar las respectivas acciones. Para Habermas esto es posible ya que el lenguaje, por vía del telos

(finalidad) del entendimiento que le es propio, abre a quien lo utiliza la posibilidad de confiarse en las particulares «energías de integración » que contiene. En el momento en que recurren al lenguaje, los actores siempre tienen la posibilidad de

escoger entre la confianza en el potencial de integración y coordinación de lenguaje, o buscar su «instrumentalización» respecto a los propios objetivos…

Como hemos visto, mediante la acción comunicativa se determina la reproducción simbólica del mundo de la vida, o bien la reproducción de sus componentes culturales, sociales y personales.

Según el filósofo y educador Gustavo Bueno, las personas educadas éticamente en

el proceso del discurso racional-universal, actuarán en consecuencia como sujetos racionales y tolerarán las inconsecuencias como males menores y pasajeros con los que será preciso contar. ―Se corresponde bastante bien esta situación ideal con la

idea de libertad democrática en el sentido formal, objetivo, «postmoderno». Los

176 CORTINA, Adela. La ética dialógica ante el problema de la violencia. 177 HERRERA GOMEZ, Manuel. Lenguaje y acción en la teoría de la acción comunicativa de Jurgen Habermas.

108

ciudadanos habrán alcanzado su madurez política y su libertad democrática cuando

puedan expresar públicamente sus opiniones, tolerando y respetando las opiniones ajenas, cuando puedan organizarse en partidos o en grupos para defender sus

proyectos sometiéndolos al juego democrático y buscando la persuasión pacífica de los demás ciudadanos‖178. El filósofo Rigoberto Pupo señala que ―la verdad se revela

y descubre en las relaciones intersubjetivas, en espacios comunicativos, donde por supuesto, el consenso desempeña un lugar especial. Una verdad, fuera de la práctica del consenso, no encuentra legitimación y por tanto resulta estéril. Lo

mismo que sin riqueza espiritual no hay acceso posible a ella. La creación subjetiva, humana, plena de sensibilidad, abre camino a la verdad… Al mismo tiempo, ayuda

a comprender que la verdad no se descubre espontáneamente, a través de una relación abstracta sujeto- objeto, sino que se revela en procesos intersubjetivos, en espacios comunicativos, que integran en su síntesis: conocimiento, valor y praxis.

Todo en los marcos de la subjetividad humana, donde el hombre piensa, siente, desea, actúa e intercambia los productos de su actividad en una relación dialéctica

sujeto- objeto, mediada por infinitos atributos cualificadores de su ser esencial, de la cultura, la historia y por el consenso legitimador… La concepción de la verdad como saber integral no puede soslayar tampoco la importancia cognitiva del

lenguaje metafórico, capaz de lograr la unidad de la diferencia…‖179.

LA ASERTIVIDAD, INGREDIENTE INDISPENSABLE PARA LA

COMUNICACIÓN AUTÉNTICA

La asertividad, por ser un concepto multidimensional, tiene diversas definiciones.

Entre éstas tenemos que especialistas como Alberty y Emmons se refieren a ella como la conducta que permite a una persona actuar con base a sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad, expresar cómodamente sentimientos

honestos o ejercer los derechos personales, sin negar los derechos de los otros. El reconocido psicólogo e intelectual Walter Riso sostiene que la asertividad permite a

la persona expresar adecuadamente (sin medir distorsiones cognitivas o ansiedad y combinando los componentes verbales y no verbales de la manera más efectiva posible) oposición (decir no, expresar desacuerdos, hacer y recibir críticas,

defender derechos y expresar en general sentimientos negativos) y afecto (dar y recibir elogios, expresar sentimientos positivos en general) de acuerdo a sus

intereses y objetivos, respetando el derecho de los otros e intentando alcanzar la meta propuesta. ―La asertividad es un estilo de comportamiento en las relaciones

humanas, en las relaciones interpersonales, de allí que la comunicación asertiva es una comunicación basada en la propia personalidad del individuo, en su confianza en sí mismo, en su autoestima. Ejemplo: Una persona asertiva es cuando se

comunica abiertamente en una forma adecuada y franca, capaz de interactuar con personas de todos los niveles, acepta o rechaza en su mundo emocional a las

personas y establece quienes van a ser sus amigos y quienes no‖180. De acuerdo con un documento publicado en http://www.liderazgoymercadeo.com,

la asertividad es una habilidad personal la cual permite, en el momento oportuno, y de la forma más adecuada, expresar sentimientos, opiniones y pensamientos. Sin

negar ni desconsiderar los derechos de los demás. Esta habilidad permite incrementar la autoestima; proporciona la satisfacción de hacer las cosas con la

178

BUENO, Gustavo. ¿Qué es la filosofía?

179 PUPO PUPO, Rigoberto. La verdad como eterno problema filosófico. http://www.monografías.com. 180 PACHECHO, Margaret. La comunicación, niveles y relaciones humanas. www.monografías.com.

109

capacidad suficiente, llegando a aumentar la confianza y la seguridad en sí mismo;

mejora la posición social, la aceptación y el respeto de los demás. Permite que no seamos ni muy agresivos ni muy pasivos. La asertividad, como habilidad social,

suele usarse también para resolver problemas psicológicos y disminuir la ansiedad social.

En la página www.miespacio.org, con respecto a la asertividad, encontramos que la palabra asertivo, de aserto, proviene del latín assertus y quiere decir: Afirmación de

la certeza de una cosa. ―De ahí podemos ver que la asertividad está relacionada con la firmeza y la certeza o veracidad, y podemos deducir que una persona

asertiva es aquella que afirma con certeza. Al decir asertividad nos referimos a una forma para interactuar efectivamente en cualquier situación, incluyendo aquellos momentos en las relaciones entre los seres humanos que representan un reto para

quien envía un mensaje, debido a que a través de éste se puede confrontar o incomodar a quien lo recibe. Cuando hablamos de aprender a ser asertivos me

refiero a promover el desarrollo de las habilidades que nos permitirán ser personas directas, honestas y expresivas en nuestras comunicaciones; además de ser seguras, auto-respetarnos y tener la habilidad para hacer sentir valiosos a los

demás‖.

Wikipedia precisa que la asertividad ―suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos‖, y

agrega que ―es una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender

nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia‖181. El estilo comunicativo asertivo permite la

apertura a las opiniones de los demás, las cuales son valoradas como si fueran propias. El estilo asertivo ―parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo,

planteando con seguridad y confianza lo que se quiere, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia y evitando los conflictos de forma directa, abierta y honesta‖182.

Desde otro punto de vista, la asertividad es la habilidad que debe tener cualquier

persona para expresarse y exigir sus derechos sin afectar los derechos de los demás. Se es asertivo cuando se es adecuadamente directo, transparente y

honesto al comunicarse con nuestros semejantes. La gran ventaja de actuar asertivamente es que cada actitud genera autoconfianza y además, cosa muy importante, ganamos el respeto de las otras personas.

Existen otras ventajas al comportarse asertivamente: aumenta las posibilidades de

que las relaciones que inicia o mantiene sean más honestas, lo hace sentir más auténtico y que tiene algún grado de control sobre las situaciones que enfrenta en la vida diaria. Todo esto aumenta su habilidad para la toma de decisiones y, por lo

tanto, incrementa las posibilidades de conseguir lo que realmente quiere alcanzar en la vida.

Asimismo, la asertividad es la habilidad para expresar los pensamientos y sentimientos de una manera tal que queden claras las necesidades y

simultáneamente no dañe la comunicación con el otro. ―La asertividad permite decir

181

http://www.wikipedia.org. 182

Ibídem.

110

lo que uno piensa y actuar en consecuencia, haciendo lo que se considera más

apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y

evitando situaciones que causen ansiedad. La asertividad es una actitud intermedia entre una actitud pasiva o inhibida y otra actitud agresiva frente a otras personas,

que además de reflejarse en el lenguaje hablado se manifiesta en el lenguaje no verbal, como en la postura corporal, en los ademanes o gestos del cuerpo, en la expresión facial, y en la voz. Una persona asertiva suele ser tolerante, acepta los

errores, propone soluciones factibles sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena pacíficamente a las personas que les atacan verbalmente. La asertividad

impide que seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y es un factor decisivo en la conservación y el aumento de nuestra autoestima, además de valorar y respetar a los demás recíprocamente porque la asertividad es una parte

importante en la vida‖183. En la asertividad es importante lo que se expresa verbalmente y lo que se comunica de manera no verbal, con el tono de la voz, los

gestos, mirando a los ojos, la expresión de la cara, la postura del cuerpo. Una de las condiciones fundamentales para que se llegue a ser asertivo es que se

sienta que uno tiene ciertos derechos:

1. Derecho a cambiar de manera de pensar, a equivocarse y algunas veces hasta a actuar ilógicamente (¡Eso sí, siendo consciente de ello y aceptando las consecuencias!).

2. Derecho a creer, a valorar y a opinar por sí mismo y el derecho a ser respetado en estos aspectos.

3. Derecho a decidir qué hace con su vida: buscar sus metas y escoger lo que es importante para uno. 4. Derecho a decirle a los demás cómo espera que lo traten.

5. Derecho a buscar información o ayuda. 6. Derecho a cambiar o terminar con relaciones en las que no se satisfacen

sus necesidades. 7. Derecho a no tener que estar justificando y explicando a los demás todo lo que siente o hace.

8. Derecho a decir ―no‖, ―no quiero‖, ―entiendo‖ o ―no me importa‖.

Según el aporte de http://www.liderazgoymercadeo.com, la persona asertiva es expresiva, espontánea y segura; tiene una personalidad activa y defiende sus

propios derechos; no presenta temores en su comportamiento; posee una comunicación directa, adecuada, abierta y franca. Su comportamiento es respetable y acepta sus limitaciones. Se distingue porque se comunica fácilmente con toda

clase de personas. La persona asertiva tiene la habilidad de saber expresarse sin ansiedades, es decir, demostrar cuáles son sus puntos de vista y sus intereses, sin

negar los de los demás. Para satisfacer nuestras necesidades humanas y superar los peligros y obstáculos,

tenemos que ser asertivos. Aunque las emociones y los impulsos agresivos nos ayudan en esta labor, con frecuencia nos causan grandes dificultades. Podemos

injuriar, herir, humillar, incluso destruir al otro y llenarnos nosotros mismos de inseguridad, de temores, de remordimientos y de otros sentimientos que produce la ira mal manejada.

Una conducta asertiva es una expresión sana que se encuentra entre dos extremos

183

Ibídem.

111

igualmente nocivos e inmaduros: por un lado la sumisión excesiva, rayana en el

servilismo, que inhibe al individuo para manifestar lo que necesita y exigir que se respeten sus derechos; el individuo excesivamente sumiso se deja pisotear

impunemente y sin protestar. Por el otro lado estaría la agresividad descontrolada, que no tiene en cuenta las necesidades y derechos ajenos y que es un defecto tan

indeseable como la sumisión. Ser una persona asertiva no consiste en volverse un egoísta, un peleador, ni un

tonto insensible empeñado en sacar la suya adelante. Las personas asertivas logran una equitativa participación en lo que la vida tiene que ofrecer, comunicando sus

necesidades, relacionándolas con las necesidades de los demás y teniendo el coraje para escoger un estilo de vida en armonía con los valores ajenos.

En la dimensión asertiva-comunicativa es importante tener en cuenta lo que nos dice el psicólogo Walter Risso, en su libro Deshojando Margaritas:

Las creencias irracionales, miedos, problemas de territorialidad, prejuicios, desconfianza, sumisión, son obstáculos que impiden la comunicación fluida y

tranquila y afectan la capacidad de expresión. La asertividad es vital en la comunicación; denota la capacidad de expresar libre y sinceramente

pensamientos negativos y positivos, respetando a los demás. Una persona asertiva comunica honestamente.

La franqueza es el aspecto más importante en la comunicación interpersonal afectiva. ―Si no tenemos nada qué ocultar, la mente se aquieta y los

subterfugios, los circunloquios y las indirectas no interfieren la fluidez de la buena comunicación‖. Mentir nos desgasta. La comunicación entre pareja debe ser espontánea, sin convencionalismos ni patrones de comportamiento

preestablecidos. La pareja crece si hay comunicación clara, transparente y respetuosa. ―Si no hay una buena comunicación, la relación desaparece,

porque no habría dos personas unidas, sino dos monólogos aislados. La condición más importante de cualquier intercambio afectivo es la honestidad de los mensajes. A este tipo de sinceridad se denomina asertividad‖.

Comunicarse asertivamente es darnos a conocer tal como somos.

Expresarnos honestamente nos engrandece, relaja y agradamos. El amor necesita fluir para mantenerse vivo. ―Si la comunicación es deficiente, el

amor, silenciosamente, decae hasta enmudecer‖184.

Contando con el valioso aporte de la licenciada en comunicación América Anguiano,

la palabra asertivo, de aserto, proviene del latín assertus y quiere decir: "Afirmación de la certeza de una cosa". De ahí podemos ver que está relacionada

con la firmeza y la certeza o veracidad, y podemos deducir que una persona asertiva es aquella que afirma con certeza. La asertividad implica relación con los demás y con nosotros mismos. Esta experta nos aclara que al decir asertividad nos

referimos a una forma para interactuar efectivamente en cualquier situación, incluyendo aquellos momentos en las relaciones entre los seres humanos que

representan un reto para quien envía un mensaje, debido a que a través de éste se puede confrontar o incomodar a quien lo recibe. Ser asertivos es aprender a promover el desarrollo de las habilidades que nos permitirán ser personas directas,

honestas y expresivas en nuestras comunicaciones; además de ser seguras, auto-respetarnos y tener la habilidad para hacer sentir valiosos a los demás.

184

RISO, Walter. Deshojando margaritas. http://www.alacan.com

112

En concepción de la anterior, ser asertivo implica tener una comunicación intrapersonal muy efectiva consigo mismo: Ser conscientes de nuestros

pensamientos, sentimientos, motivaciones, necesidades y deseos sin juzgarlos, administrar nuestras emociones y asumir la situación de manera responsable. Así

mismo, encontrar el valor que se tiene por quien se es, la consciencia de ser tan importantes como cualquier otra persona en este planeta. No más importantes, pero tampoco menos, ni el mejor ni el peor, todos igual de importantes. También

es la disposición a sintonizarnos con la experiencia de otros sin saltar a conclusiones ni juicios acerca de ellos o nosotros, desarrollar la habilidad de aplicar

el raciocinio derivado de la experiencia para tomar decisiones responsables y beneficiosas. El primer paso hacia la asertividad se genera en la relación del ser humano consigo mismo.

LA IMPORTANCIA DEL HABLA POPULAR El docente e investigador Nicolás Buenaventura plantea que el discurso popular

debe primar sobre el discurso ritual, oficial, ajeno, lineal, inauténtico, para que la comunicación sea la palabra por la palabra, que la palabra se case con ésta y no

que la palabra se case con el asunto o con la idea, que sea ―hablar por hablar‖. La persona se transforma cuando está disertando en una asamblea, en un evento

oficial. En ese escenario inauténtico su lenguaje cotidiano (rico en léxico popular) desaparece, se oculta, para dar paso a la oratoria, al discurso coherente (pero

vacío), lineal, unívoco, en el cual se opaca la amena y agradable conversación cotidiana pletórica del habla popular.

El discurso oficial es prestado, artificioso, pragmático, no comunica lo que en realidad el emisor desea comunicar, porque ese discurso no le pertenece; ése no es

su lenguaje, su habla popular, llena de palabras que sirven para hablar en serio, para dialogar y para hacer de la comunicación un escenario de amor.

Es, precisamente, mediante el discurso popular, que es común, noble, generoso, horizontal, constructivo, ancho y biunívoco, como se establece una genuina

comunicación humana.

LA COMUNICACIÓN Y LOS CONFLICTOS

Los conflictos

En el complejo universo de las relaciones interpersonales se nos presentan conflictos; nuestra sociedad pragmática y competitiva es fuente de frecuentes conflictos. El habla inadecuada es fuente de conflictos. ―El habla reduce la presencia, la expone a la violencia, la desnuda, la condena a la fragilidad‖, nos dice

el filósofo Sergio Espinosa Proa185. Los conflictos son inherentes al ser humano: donde haya vida habrá conflictos. Son el resultado de la intolerancia, del irrespeto,

de la perversidad y de la diferencia. Vivimos en un mundo y una sociedad conflictiva. ―Nos encontramos continuamente en situaciones de conflictos potenciales. Mi primera relación con respecto al otro es frecuentemente una

185 ESPINOSA PROA, Sergio. La pasión por la pregunta. Blanchot y la filosofía. http://www.monpgrafias.com

113

situación de enfrentamiento, de confrontación, de oposición y, por lo tanto, de

conflicto. Mi encuentro con el otro, a quien no conozco, con un extranjero, es en primer lugar un encuentro incierto, imprevisible, difícil. Tengo miedo que quien se

acerca a mí venga, en cierta medida, a apropiarse del espacio vital del que yo, en su momento, me he apropiado. El otro es, frecuentemente, aquel cuyos derechos

vienen a usurpar mis propios derechos, cuyos deseos vienen a contrariar los míos, cuya libertad arriesga amenazar mi libertad. En pocas palabras, frecuentemente, percibo al otro como un adversario cuya existencia constituye una amenaza para mi

existencia. Nos encontramos, con frecuencia, en una situación donde somos varios a desear la posesión de un mismo objeto. Si somos dos deseando al mismo tiempo

el mismo objeto nos encontramos ya en una situación de conflicto a través de la cual identifico al otro como un rival. Imito el deseo del otro rivalizando por la posesión del mismo objeto‖186. Los conflictos surgen de la escasez de recursos, y

motivan permanentemente la ausencia de alternativas. Construir cada conflicto ofrece una oportunidad de aprender.

El psicólogo social David G. Myers187 define el conflicto como la incompatibilidad percibida de acciones u objetivos, y nos orienta en la solución de conflictos (pacificación). Por nuestra condición de seres gregarios, es decir, por la necesidad

de vivir con los demás, en comunidad, y de tener que comunicarnos, entendernos y hacernos entender, estamos permanentemente expuestos a los conflictos. En

cualquier momento en que las personas o los grupos estemos vinculados con acciones que nos afecten entre sí, el conflicto es natural e inevitable. En ocasiones puede ser suprimido, pero a menos que las partes (interlocutores en el caso de la

comunicación) tengan necesidades y deseos idénticos, se presentan ―choques‖, roces, confrontaciones.

Conflicto significa involucramiento, compromiso y preocupación. Si es comprendido,

si es reconocido, el conflicto puede estimular el mejoramiento y la renovación de las relaciones humanas. Sin conflictos, las personas rara vez enfrentan y resuelven sus problemas. La paz, precisamente, es la supresión del conflicto abierto, más que

una calma superficial, tensa y frágil. La paz es el resultado de un conflicto manejado con creatividad, uno en el que las partes reconcilian sus diferencias

percibidas y alcanzan un acuerdo genuino. El conflicto se alimenta de ingredientes comunes como los dilemas sociales, la

competencia, la injusticia percibida y la percepción errónea. Muchos problemas sociales surgen cuando las personas persiguen sus intereses propios, en detrimento

de su colectividad (dilemas sociales). Cuando las personas compiten por recursos escasos, las relaciones a menudo caen en el prejuicio y la hostilidad; entonces nos encontramos con el ingrediente o componente denominado competencia. La

injusticia percibida se nos presenta cuando surgen los conflictos en que las personas se sienten tratadas de forma injusta. Este ingrediente se relaciona

estrechamente con la forma en que entendemos y defendemos la justicia, ya sea como equidad o igualdad. Algunos la definen como la distribución de recompensas en proporción a las contribuciones de las personas, es decir, en términos de

equidad. Otros la defienden como igualdad e incluso en términos de las necesidades de las personas. Este dilema tan complejo requiere de grandes habilidades

comunicativas y de entendimiento, por cuanto el concepto de justicia es tan difícil

186 MULLER, Jean-Marie. La no violencia como filosofía y como estrategia. http://www.palabracubana.org/2008-02/no-violencia.htm 187

MYERS, David G. Ob. Cit.

114

de definir, ya que se trata de uno de los más grandes valores e ideales, en cuya

definición no se han puesto de acuerdo tanto juristas como filósofos. Las personas con espíritu crítico siempre nos preguntaremos: ¿Qué es la justicia? Cuando los

conflictos contienen un pequeño núcleo de metas verdaderamente incompatibles, rodeado de una gruesa capa de percepciones erróneas de los motivos y metas del

adversario, nos hallamos con el componente de la percepción errónea. También nacen de la formulación de juicios sobre una persona sin conocimiento de

causa, muchas veces incurriendo en injuria y calumnia, que son dos conductas punibles contempladas en nuestra legislación penal. Hablar o actuar sin

conocimiento de causa es una necedad. Para resolverlos favorablemente tenemos que ponernos en el lugar del otro. Debemos tomar actitudes moderadas en las confrontaciones o discrepancias. Una forma de evitar los conflictos sería que

siempre tuviéramos en cuenta que todas las cosas han de mirarse no sólo desde el punto de vista propio, sino también desde el de los demás. Sería procedente

reflexionar sobre este aporte que nos brinda uno de los tantos libros de ―ediciones paulinas‖: Casi siempre nos falta un elemento de juicio a la hora de sentenciar contra nuestro hermano. Lo vemos tan claro con nuestras propias razones que negamos

réplica posible. Luego, la realidad nos desengaña con un nuevo argumento jamás imaginado. Por eso es necesaria la prudencia, la cautela, la información total, los

datos exhaustivos antes de pronunciarnos contra alguien. Nunca estés muy seguro de juzgar la conducta ajena. Seguro que le falta un dato sustancial.

Los conflictos también surgen como secuela del denominado ―chisme‖. ¿Pero qué es el ―chisme‖? Según el Diccionario de la Real Academia, es la noticia verdadera o

falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna.

Nada tan denigrante, infame, rastrero y degradante como el despreciable chisme. Esta es una oprobiosa práctica, propia de individuos sin talentos, que atenta,

muchas veces, contra el buen nombre, el honor, la dignidad y la integridad moral de los demás. La persona chismosa se dedica a propalar infundios, falacias, para indisponer a alguien ante otro u otros, sin ningún tipo de miramientos ni el más

mínimo respeto por sus semejantes.

El chismoso, con sus habladillas, murmuraciones, rumores, consejas o habladurías, sin ningún fundamento ni objetividad, se muestra como un individuo protervo,

abyecto, infeliz, ruin y despreciable. De un sujeto de esa laya todos quieren huir. La persona afecta a este tipo de actuaciones es un ser con una pobre personalidad, una baja autoestima e inmaduro, que no se conoce ni respeta a sí mismo.

El chismoso no somete sus percepciones a ningún criterio de verdad, aceptando

todo como cierto, como verdadero, aunque nunca se le presente como evidente, como un hecho. El chisme genera distanciamiento, confusión, desinformación y desarmonía en un conglomerado de personas, ya sea en el ámbito institucional,

social o familiar.

El chismoso, que no es más que un ruin zascandil (sujeto despreciable, entremetido y enredador), siempre está buscando sembrar la discordia entre las personas, mostrándose como un ser envidioso, egoísta y mediocre; reflejando a la vez

múltiples frustraciones que no le han permitido evolucionar, madurar y triunfar, y que inconscientemente no quiere que los demás triunfen.

El chismoso, como no vive pendiente de su mísera existencia, siempre está a la

115

expectativa de lo que hacen los demás, para divulgarlo subrepticia y furtivamente,

en procura de causar daño e incomodar a los demás.

Como es un tanto difícil liberarnos de esta clase de personas, debemos hacer lo posible por no escucharlos, por ignorar sus rumores, sus falacias y sus

murmuraciones infundadas, para no contagiarnos de este repudiable defecto y vernos expuestos a vergonzosos inconvenientes.

Es importante que se huya del chismoso porque éste, con su inaceptable y censurable actitud, pretende sembrar la cizaña, buscando la división, la fisura y el

deterioro de las relaciones interpersonales. A la persona que adolece de este reprochable e ignominioso defecto se le

recomienda cambiar de actitud y de mentalidad, para que se quiera y se respete a sí misma; se dedique a conocerse más, viva y deje vivir, y entienda que con su

erróneo proceder sólo contribuye a degradarse y a disminuirse como ser humano, lo que le impide trascender la ignorancia y obtener una nueva visión de la realidad que le permitirá vivir una existencia plena, sin preocuparse por lo que hacen o

dejan de hacer los demás. Es importante que entienda que la sociabilidad implica dos factores: lo que somos y valemos nosotros y lo que son y valen los demás.

Sería conveniente atender otra reflexión de ―ediciones paulinas‖: !Cuánta innecesaria curiosidad por las vidas ajenas! !Cuánto tiempo perdido al explorar otros nidos! !Cuánto juicio falaz! Vive y deja vivir: no sabemos del porqué y de los modos

de vivir del otro. Y aunque te escandalice lo que tú nunca harías, esfuérzate en ser respetuoso.

En consecuencia, es conveniente abstenernos de las murmuraciones para vivir en armonía y cordialidad, y evitar involucrarnos en múltiples dificultades que nos

puedan intranquilizar, ya que el hombre es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla. José Saramago nos dice que la boca es un órgano que será de más

confianza cuanto más silencioso se mantenga. El escritor Eduardo Galeano señala que entre palabra y palabra puede haber necesidad de silencio. El silencio es una parte importante del lenguaje.

Formas o mecanismos de resolución de conflictos

No podemos desconocer que las relaciones cercanas generan conflictos, pero si se

manejan de manera constructiva proporcionan oportunidades para la reconciliación y una más genuina armonía. Para evitar las contiendas destructivas y tener contiendas constructivas, debemos discutir con el otro o con el interlocutor en

privado (cuando las circunstancias así lo ameriten), definir con claridad la cuestión y repetir los argumentos del otro en sus propias palabras, divulgar sus sentimientos

positivos y negativos, dar la bienvenida a la retroalimentación sobre su conducta, esclarecer dónde está de acuerdo desacuerdo y dónde en desacuerdo y qué le importa más, hacer preguntas que ayuden al otro a encontrar palabras para

expresar su preocupación, esperar a que se calme sin tomar represalias, y ofrecer sugerencias positivas para el mejoramiento mutuo.

Entre los mecanismos de solución de conflictos o de ―pacificación‖ que nos presenta Myers, como el contacto (existen buenas razones para pensar que las personas

puestas en contacto cercano pueden reducir sus conflictos u hostilidades), la cooperación (implantar de manera constructiva la integración y fortalecer la

confianza en que las actividades cooperativas puedan beneficiar a las relaciones

116

humanas en todos los niveles), la comunicación y la conciliación, son de crucial

importancia estos dos últimos (la comunicación y la conciliación).

La comunicación

En cuanto a la comunicación nos dice que las partes en conflicto pueden buscar resolver sus diferencias negociando, ya sea de manera directa entre sí o a través de un tercero que actúa como mediador. Los terceros mediadores pueden ayudar

estimulando a los antagonistas a reemplazar su punto de vista competitivo de ganar o perder respecto al conflicto con una orientación de ganar o ganar más que

cooperativa. Los mediadores también pueden estructurar las comunicaciones que eliminarán las percepciones erróneas y aumentarán la comprensión y confianza mutuas. Cuando un acuerdo negociado no se alcanza, las partes en conflicto

pueden someter el resultado a un árbitro, quien dicta un acuerdo o selecciona una de las dos ofertas finales. Las partes en conflicto pueden resolver sus antagonismos

o sus diferencias a través de la negociación, la mediación y el arbitraje. Se acude a la negociación cuando los conflictos no son intensos ni están en un

―callejón sin salida‖. La negociación ―dura‖ de una parte o de un interlocutor puede disminuir las expectativas de la contraparte y hacer que ésta esté dispuesta a

llegar a un acuerdo por lo menos; pero la dureza a veces puede ser contraproducente, porque muchos conflictos no se encuentran sobre un terreno firme sino sobre uno que se encoge si el conflicto continúa. Ser inflexible también

puede disminuir las oportunidades de alcanzar en verdad un acuerdo. Si la otra parte responde con una postura igualmente extrema, ambos pueden bloquearse y

adoptar posiciones de las que ninguno se podrá echar atrás sin quedar mal. La mediación, considerada como un intento de un tercero neutral que facilite la

comunicación y ofrezca sugerencias para resolver un conflicto, nos ofrece la posibilidad de que un mediador brinde sugerencias que permitan a las partes

enfrentadas hacer concesiones y dejar a salvo su prestigio. Si mi concesión se puede atribuir a un mediador, quien además obtiene una concesión igual de mi antagonista, entonces ninguno de nosotros parecerá haber cedido antes las

demandas del otro.

Los mediadores también ayudan a resolver conflictos facilitando la comunicación constructiva. Su primera tarea es ayudar a las partes a pensar en replantear el

conflicto y a obtener información acerca de los intereses de la otra parte. Estimulándolos a dejar a un lado sus demandas conflictivas y las ofertas iniciales y a pensar en su lugar en las necesidades, intereses y objetivos subyacentes, el

mediador trata de reemplazar una orientación competitiva de ―ganar o perder‖ con una orientación competitiva de ganar o ganar que los conduzca a una resolución

que sea mutuamente benéfica. En la mediación se dan los acuerdos integrativos que son los acuerdos de ―ganar o ganar‖ que reconcilian los intereses de ambas partes para beneficio mutuo. La comunicación a menudo contribuye a reducir las

percepciones erróneas que se cumplen así mismas. El resultado de los conflictos a menudo depende de cómo se comunican las personas sus sentimientos entre sí.

En la mediación un factor clave es la confianza. Si pensamos que la otra persona es bien intencionada y que no nos va a explotar, entonces habrá una posibilidad

mayor de que divulgue sus necesidades y preocupaciones. Si la confianza no existe, probablemente será cautelosa por el temor de que al abrirse le proporcionará al

otro o al interlocutor información que podría usar en su contra. Cuando las partes desconfían una de la otra y se comunican de manera improductiva, un tercero

117

mediador a menudo es de ayuda. Después de coaccionar a las partes para que

replanteen su conflicto percibido de ―ganar o perder‖, el mediador, a menudo, hace que cada parte identifique y jerarquice sus metas. Cuando en realidad hay poca

incompatibilidad de metas, el procedimiento de jerarquización hace más fácil para cada uno ceder en metas menos importantes de modo que cada uno alcance sus

metas principales. ――Es requisito sine qua non y expreso, para que la transacción se efectivice, el reconocimiento del otro. Este reconocimiento radicará en la convicción mutua de cada una de las partes de que el otro está defendiendo su causa de

buena fe, convencido de la justicia de su reclamación. Pero mientras cada uno de los participantes se conciba a sí mismo como el poseedor de la verdad y pretenda

imponer su posición unilateralmente, con la utilización de todos los medios a su alcance, el conflicto perdurará‖188.

Cuando las partes convienen en comunicarse de manera directa, por lo general no pierden la esperanza de que, sin conceder, el conflicto se resolverá por sí solo. En

medio de un conflicto amenazador y tensionante, las emociones a menudo trastornan la capacidad para comprender el punto de vista de la otra parte.

Las terceras partes neutrales también pueden sugerir propuestas mutuamente agradables que serían desechadas si fueran ofrecidas por la otra parte. Del mismo

modo, las personas a menudo evalúan de manera reactiva una concesión ofrecida por un adversario; la misma concesión puede dejar de parecer sólo un gesto simbólico cuando es sugerida por un tercero. Cuando la comunicación directa es

imposible, un tercero puede reunirse con una de las partes, luego con otra, es decir, ―la diplomacia de aquí para allá‖.

El arbitraje, que es la resolución de un conflicto por un tercero neutral que estudia ambos lados e impone un acuerdo, contribuye a la solución de conflictos difíciles de

tratar porque los intereses subyacentes son muy divergentes. Cuando los conflictos no logran resolverse satisfactoriamente, hay necesidad de acudir al arbitraje

buscando que el ―árbitro‖, mediador o un tercero ―imponga‖ un acuerdo. Las partes en disputa por lo general prefieren resolver sus deferencias sin arbitraje, a fin de conservar el control sobre el resultado.

En casos en que las diferencias parecen grandes e irreconciliables, la perspectiva

del arbitraje puede tener efecto opuesto. Las partes en conflicto pueden congelar sus posiciones, con la esperanza de obtener ventaja cuando el árbitro decida un

compromiso. La mediación exitosa se entorpece cuando, como sucede a menudo, ambas partes creen que tienen dos tercios de probabilidad de ganar un arbitraje de oferta final (en el que un tercero elige una de las dos ofertas finales). El arbitraje

de oferta final motiva a cada una de las partes a hacer una propuesta razonable.

La psicóloga Mercedes Beltrán189 nos dice que ante los conflictos solemos adoptar las siguientes actitudes: Evitar: yo pierdo, usted gana. Competir: yo gano, usted pierde. Acomodar: aceptar las cosas así como así. Negociar: saber negociar y

saber qué se negocia. Colaborar: cooperar, es decir, ganamos todos.

Es procedente precisar que durante la negociación de conflictos es prioritario e imperativo tener en cuenta las posiciones e intereses. Si se quiere llevar una negociación a feliz término es fundamental entender que cada uno tiene posiciones

e intereses diferentes, que deben ser escuchados, analizados, debatidos y

188

MONTEZANTI, Guillermo N. La lógica interna en la solución de los conflictos particulares. 189

BELTRAN, Mercedes. Convierta sus conflictos en oportunidades.

118

concertados para llegar a una conciliación satisfactoria para las partes en conflicto.

Frecuentemente se nos presentan algunas alternativas para la solución de

conflictos, que es bueno tener presente:

Ganar-perder. Ante cualquier conflicto erróneamente tendemos a creer que nosotros sólo tenemos la razón y que los demás no la tienen, que están equivocados, que mi verdad es la única valedera. No acepto que puedo estar

equivocado, que no tengo la razón y que no estoy en posesión de la verdad. En consecuencia, yo gano y el otro pierde.

Perder-ganar. Este tipo de alternativa es contraria a la anterior. Aquí el otro tiene la razón; yo no la tengo; acepto estar equivocado con tal de no buscar solución

equitativa al conflicto, y me declaro perdedor, con la intención de ―llevarle la cuerda al otro‖ o para hacerle ver que él es infalible.

Estas dos alternativas no sirven en absoluto para la solución de conflictos. No aportan elementos útiles para el entendimiento, la tolerancia, la armonía, la

cordialidad, el reconocimiento y la aceptación de los demás. La primera nos muestra como autoritarios, dominantes, opresivos, manipuladores, etcétera. La

segunda permite que el otro nos considere como pusilánimes, débiles, sin liderazgo, temerosos, indecisos, mediocres, etcétera

La alternativa que nos ofrece una verdadera solución a los conflictos es la de Ganar-Ganar. O sea: gano yo y gana el otro. Ganamos todos. Con ella se llega a

una justa resolución de la eventualidad. Los dos quedamos satisfechos, porque cada uno fue escuchado, entendido, comprendido, aceptado y reconocido. En este caso no hay perdedores ni ganadores: hay personas satisfechas porque lograron

concertar y obtener beneficio mutuo.

Muchas veces los problemas y conflictos nacen de nuestra forma equivocada de sentir y de vivir, por el quebrantamiento de las leyes de la naturaleza, por la ignorancia ante la vida. Pero lo importante es que todos los problemas tienen

solución. Si somos conscientes la verdad es que, aunque haya problemas en la vida, no debemos dejarnos agobiar por ellos, pues en sí los problemas no son los

que nos afectan sino la forma como los enfrentamos. Las situaciones nos producen estrés de acuerdo a como las enfrentamos. El problema depende de la forma en

que una persona lo enfrenta: con alaridos emocionales o con la mente lúcida del que piensa. ―Que la gente cuando actúa emocionada cree tener razón porque sólo se mueve por instinto, por querer sobrevivir ante la amenaza de su destrucción. Sin

embargo, la persona serena, calmada y lúcida; piensa. El pensar nos hacer ver que tenemos más de una posibilidad, que hay varias salidas, varias consecuencias; en

las que podemos ganar o podemos perder. Y, el que piensa acepta eso, acepta la "posibilidad" de su fracaso; mientras que el emocionado, no; impone su supuesta verdad‖190. La manera en que uno interpreta un suceso determina si provoca o no

provoca estrés. Un hecho puede ser percibido como una amenaza, un desafío o un alivio, según las circunstancias. Lo que importa no es el suceso en si sino su

significado. Cuando el hecho se ve como amenaza, se desencadena el estrés. El estrés es producto de la evaluación de un hecho. Un suceso conduce al estrés sólo si es evaluado como una amenaza. Epicteto nos decía que lo que perturba y alarma

al hombre, no son las cosas sino sus opiniones y figuraciones sobre ellas. ―Con frecuencia nos atormenta más lo que pensamos que la misma realidad‖, afirmaba

190

http://waldis-postmodernidad.blogspot.com.

119

sabiamente Séneca.

Los psicólogos Lois y Joel Davitz191, con respecto a la resolución de conflictos nos

dicen que en los casos en que surgen éstos, los discrepantes o interlocutores muchas veces pierden gran cantidad de tiempo, energía e ingenio en acumular

recriminaciones mutuas. Con sus argumentos dan vueltas y vueltas, dedicándose cada uno a demostrar la presunta responsabilidad del otro, y cada cual está tan enredado en su propio razonamiento que lo que diga el otro no lo escucha, y mucho

menos lo entiende. La dificultad fundamental de estas disputas es que lo que se proponen los seres en conflicto es inadecuado para solucionar el problema o el

conflicto; y si se persiste en ello, no habrá solución posible. Para romper el círculo vicioso de las recriminaciones recíprocas, es preciso que uno de los interlocutores se dé cuenta de que cuando hay una desavenencia o choque de intereses entre dos

o más personas, ambas, inevitablemente, contribuyen a dificultar sus relaciones; ambos contribuyen al problema que surge entre ellos, y cuanto más pronto dejen el

juego de culparse mutuamente y encaminarse a la mutua comprensión y posterior resolución de sus dificultades.

Así las disputas sean ―explosivas‖, ―acaloradas‖ e ―irritantes‖ no constituyen un problema tan serio como la suspensión de la comunicación. Mientras los

contradictores, los contrincantes, los actores de la discusión, las partes en conflicto, los dialogantes o los interlocutores mantengan abiertos los canales de comunicación, mientras no se suspenda abruptamente la discusión, el diálogo o la

disputa, así sea para reñir, existe la posibilidad de llegar a una solución o a un acuerdo razonable. La disputa puede ser penosa, pero así se ―peleen‖ están,

permanecen o siguen en contacto. El problema se complica más cuando se distancian o interrumpen la comunicación. Por consiguiente, es imperativo continuar hablando, pase lo que pase. Encerrarse en el silencio hosco sólo sirve

para empeorar la situación. Si queremos una solución al conflicto, debemos empezar por romper el silencio y hacer los esfuerzos posibles por mantener

abiertos los canales de comunicación con nuestro interlocutor. Es importante aclarar que no basta conversar para que automáticamente se

resuelvan los conflictos que se nos presentan en nuestro mundo cotidiano. Es obvio que la conversación es apenas una forma de intercambio de ideas, opiniones e

información, y de participación de sentimientos, valores y experiencias; y mediante este intercambio y esta participación se puedan lograr soluciones. Pero hablar es

una condición necesaria para este intercambio y esta participación, una condición de comunicación entre los interlocutores que les posibiliten la solución de sus dificultades.

Para la resolución armónica de un conflicto es necesario suspender el juego de las

mutuas recriminaciones; ser el primero en romper el círculo vicioso de ataque y defensa suspendiendo acusaciones, haciendo en esta forma innecesaria la defensa, y esforzarse por buscar una mutua y amistosa comprensión; valerse de mensajes

de primera persona, expresar las opiniones y sentimientos en la forma más clara posible, poniendo atención sin interrumpir, comprendiendo y sin emitir juicios;

mantenerse centrado en el conflicto presente, sin generalizar y sin traer a colación otras cuestiones ajenas al problema que se discute; reconocer que las personas pueden estar en desacuerdo y, sin embargo, vivir juntas con verdadero afecto y

respeto, llegando a transacciones realistas, prácticas, con las cuales sea posible la convivencia pacífica y armónica; y, sobre todo, mantener abiertos los canales de

191

DAVITZ, Lois y Joel. Su hijo adolescente. Cómo comprenderlo y relacionarse con él. Norma, Bogotá, 1995.

120

comunicación. Veamos lo que nos dice una más de las reflexiones de ―ediciones

paulinas‖: ¡Cuántos conflictos personales y familiares se podrían evitar, si algunas veces reconociéramos estar equivocados o no tener la razón! ¡Cuántos matrimonios

y cuántas amistades se podrían ―salvar‖, si sólo se dijera, al menos, ―lo siento‖! Muchas veces, pedir perdón con sinceridad, es algo más que reconocer que hemos

cometido un error; es reconocer que algo que hemos dicho o hecho, ha dañado la relación, y que tenemos suficiente interés en dicha relación como para querer enmendar y restaurarla.

Conciliación.

La Gran enciclopedia ilustrada círculo define la conciliación como el ―acuerdo al que llegan las partes contrarias en un acto previo al juicio. El acto de conciliación es una

formalidad procesal a veces ineludible que intenta lograr la avenencia entre las partes antes de un juicio civil, declarativo o laboral‖.

En el ámbito judicial, la conciliación es un mecanismo jurídico que permite el ―entendimiento de las partes en un acto judicial, previo a la iniciación de un pleito,

o durante el curso del mismo‖, señala el jurista Germán Navas Talero192, y aclara que ―este acto procura la transigencia de las partes, con el objeto de prevenir un

litigio que una de ellas que quiere entablar, o terminar uno ya iniciado‖. La conciliación –puntualiza Navas Talero- es poner de acuerdo a las partes, amistar dos enemigos, advirtiendo que ―es un acto voluntario en el cual además de las

partes en conflicto, interviene una tercera persona o a quien se denomina conciliador‖. En este campo podemos acudir a la conciliación judicial y extrajudicial.

La primera se realiza con la intervención del juez dentro del curso de un proceso que éste da por terminado cuando la conciliación es positiva. En cuanto a la segunda, la conciliación extrajudicial, se realiza fuera del proceso con la

participación de un conciliador ajeno al conflicto, puede ser un particular; esto permite que no haya necesidad de incoar un litigio o pleito legal. En ciertos casos la

ley posibilita que así se haya iniciado un proceso se puede conciliar por fuera del expediente, comunicando luego al funcionario competente que adelanta el litigio. La conciliación pone término a la controversia litigiosa. ―La conciliación representa un

valor sustitutivo de mejor estirpe que la aplicación inalterable y tradicional de unos preceptos penales. La justicia, con este apoyo, no desmejora ni se constituye en un

hazmerreír o en una farsa, sino en un resultado mejor pensado y más recomendable. Lejos de quebrantarse el poder del estado este permanece incólume

y se orienta hacia mejores y más benéficos horizontes‖193. En nuestra legislación colombiana, la conciliación forma parte de los mecanismos

alternativos de solución de conflictos. En consecuencia, los artículos 64 de la Ley 446, de julio 7 de 1998, y el Decreto 1818 de septiembre 7 de 1998, definen la

conciliación como el ―mecanismo de resolución de conflictos a través del cual, dos o más personas gestionan por sí mismas la solución de sus diferencias, con la ayuda de un tercero neutral, denominado conciliador‖. El artículo 116 de la Constitución

Política de Colombia al respecto precisa que ―los particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de

conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que determine la ley‖.

192

NAVAS TALERO, Germán. Ob. Cit. 193

GOMEZ VELASQUEZ, Ramón Gustavo, y CASTRO CABALLERO, Fernando Alberto. Preacuerdos y negociaciones en el proceso penal acusatorio colombiano. Consejo Superior de la Judicatura, Bogotá, 2009.

121

El Diccionario del Ciencias Jurídicas, políticas y sociales la define como la ―acción y

efecto de conciliar, de componer y ajustar los ánimos de los que estaban opuestos entre sí‖, y prosigue afirmando que ―dentro del ámbito del Derecho Procesal, la

audiencia previa a todo juicio civil, laboral o de injurias, en que la autoridad judicial trata de avenir a las partes para evitar el proceso‖; aclarando que, ―no siempre se

requiere que el intento conciliatorio sea previo, pues algunas legislaciones admiten, especialmente en materia laboral, que el juez pueda intentar en cualquier momento la conciliación de los litigantes‖. En materia penal, algunas legislaciones exigen la

celebración de un acto conciliatorio previo para dar curso a las querellas por calumnia o injuria.

En cuanto a la conciliación, Myers nos dice que algunas veces la tensión y la suspicacia se elevan tanto que la comunicación, y mucho menos la resolución, se vuelven menos que imposibles de alcanzar, y por ello debemos acudir a este mecanismo. Para evitar que las partes enfrentadas coaccionen o tomen represalias,

es necesaria la conciliación. En momentos de tensión, los pequeños gestos conciliadores de una de las partes pueden producir actos conciliatorios recíprocos

de la otra. Por tanto, la tensión se puede reducir a un nivel donde puede ocurrir la comunicación. La comprensión puede ayudarnos a establecer y disfrutar relaciones pacíficas recompensantes.

Para la convivencia es importante tener en cuenta los siguientes aspectos:

1. Comunicación veraz, cierta, sin mentiras ni manipulaciones.

2. Hacer sólo aquello que se quiera hacer. No actuar solamente para responder a las

expectativas, a los intereses o a las necesidades del otro.

3. Tener un nivel muy alto de tolerancia y de respeto por las expectativas, intereses y

necesidades del otro. Recordar siempre que la convivencia necesita de un equilibrio en

que ambas partes salgan ganando.

Administración de conflictos interpersonales

Alberto Molano Alcocer194, investigador y docente universitario, sostiene que gran

parte de los problemas que se presentan en las relaciones humanas se deben a una manera inadecuada de comunicarnos, ―de suministrar información a los demás‖, y propone como solución a los conflictos interpersonales las siguientes técnicas de

comunicación:

1º. Entender el pensamiento y los sentimientos de nuestro interlocutor. Para entender a nuestro interlocutor debemos tener en cuenta que toda persona

actúa ―racionalmente‖ desde su particular punto de vista, y por ello nuestro receptor considera que lo racional es lo que él piensa y siente, y lo irracional es lo

que uno como emisor piensa y siente. Así mismo, ser conscientes de que cada persona percibe el mundo de manera distinta, y muchos nos oponemos al cambio. Si queremos entender a alguien debemos hacer el esfuerzo de captar la realidad tal

como la percibe nuestro interlocutor, sin ―juzgar‖ a priori lo que éste nos comunica, debido a que, desde un punto de vista objetivo, no hay certeza de que nuestras

percepciones sean más correctas que las de él, y si lo fuesen, ello sólo serviría para entenderme a mí y no al otro. No podemos convertirnos en ―jueces‖ sino tratar de comprender desde la cosmovisión de los demás. Tampoco debemos ―evaluar‖ a

ligera, ya que la tendencia a evaluar es una barrera en la praxis comunicativa; si no se reprime esta actitud, no podemos entender a nuestro interlocutor; es necesario

194

MOLANO ALCOCER, Alberto. Administración de conflictos interpersonales. http://ciruelo.uninorte.educ.co

122

―zambullirnos valerosamente en el mundo cognoscitivo y afectivo de nuestro

interlocutor‖ para entenderlo, sin que tengamos necesariamente que identificarnos con su punto de vista. ―Entender es un proceso intelectual y emocional que lleva a

percibir la realidad tal cual la capta el interlocutor‖. Además de entender al otro, hay que comprometernos con él. ―Comprometerse implica involucramiento

emocional, hacer propio no sólo el pensamiento sino los sentimientos ajenos; el compromiso induce a nuestra voluntad a moverse hacia la colaboración entusiasta con los fines del otro‖. A pesar de la resistencia hacia el esquema de pensamientos

y emociones del otro, debemos vencerla porque no podremos entender la realidad de nuestro interlocutor.

2º. Comunicación biunívoca.

Si cuando nos comunicamos no somos consecuentes con el lenguaje (lo que decimos), el paralenguaje (forma o tono en que lo decimos) y la quinesia

(movimientos corporales) estaremos engañando a nuestro interlocutor. Como la comunicación es entre dos o más personas, debemos hacerlo en ambas direcciones (hablando y escuchando), porque ésta ―es más precisa e induce en mayor grado al

compromiso con la acción‖. Las relaciones interpersonales mejoran mediante un diálogo profundamente auténtico: ―comunicación en dos direcciones, en donde

oímos y hablamos, recibimos y emitimos en forma alternada, sin tratar de engañar a nuestro interlocutor‖. Durante el diálogo es condición necesaria la disposición a entender y la apertura a ser persuadido.

3. Evitar las generalizaciones.

En el acto comunicativo, cada vez que surja la necesidad de ―juzgar‖ o ―evaluar‖ el decir o el hacer de alguien, ―debemos tratar de distinguir entre los actos del

individuo, su comportamiento y las características permanentes de su ser, su personalidad, evitando generalizar‖. Las personas nos comportamos de

determinada manera, pero no somos el comportamiento. Reaccionar con ira, por ejemplo, ante determinado estímulo o hecho, no implica ser una persona ―malgeniada‖. En aras del entendimiento, cuando critiquemos, critiquemos el hacer

y no el ser. ―La norma, por tanto, consiste en describir nuestras reacciones ante los actos que nos perturban de nuestro interlocutor, sin generalizar, sin convertirlas en

características permanentes de su personalidad. Criticar el comportamiento, no la personalidad; elogiar la personalidad y no el comportamiento‖.

4º. Responsabilizarnos de nuestras emociones.

No es procedente responsabilizar a nuestro interlocutor de nuestras emociones (―Me hiciste sentir celos, ira, tristeza, etc.‖) porque somos nosotros, y sólo

nosotros, los responsables de nuestros sentimientos, de nuestras emociones. ―La razón para escoger dentro de la gama de posibles reacciones emocionales, sólo puede ser explicada en términos de lo que no es, no en términos de lo que el otro

es. No es su interlocutor el responsable de lo que usted siente, es usted. Si no puede dominar o transformar su reacción emocional frente a los actos que le

perturban de los demás, puede justificadamente retirarse de la persona que provoca el estímulo que le induce a reacciones poco placenteras, pero es usted y su incapacidad para controlar esa emoción particular, el responsable de la reacción de

huida, no el otro… Al asignarle a los demás la culpabilidad de nuestras emociones desagradables, evitamos controlar el hecho de que somos nosotros, y nadie más

que nosotros, los que hemos escogido reaccionar de esta manera ante

123

determinados estímulos percibidos, consciente o inconscientemente, como

amenazadores‖.

5º. Razonar

En la dinámica comunicativa es indispensable analizar nuestras emociones a la luz serena de la razón, del entendimiento, del intelecto. Ante los juicios no ajustados a la realidad, se recomienda ―hacer reflexionar al interlocutor mediante preguntas, en

aquello que sustenta su juicio, con la intención de que capte por sí mismo la debilidad del mismo, si la hay‖. Ante reacciones fuertemente cargadas de

emociones no reconocidas como tales, se debe ―lograr primero que el interlocutor adquiera conciencia de lo que esté sintiendo, para posteriormente buscar soluciones‖. El dominio (no la represión) racional y adecuado de las emociones, en

algunos casos, puede contribuir a superar transitoriamente los desacuerdos, pero si no se acude al intelecto, al razonamiento, las diferencias reaparecerán

perturbando la relación. ―Por ello, el esfuerzo en la comunicación debe encaminarse hacia tratar de dialogar constructivamente con el interlocutor estableciendo unas condiciones que permitan llegar a eliminar o neutralizar las

causas del problema. En toda situación de diálogo bajo tensión emocional producida por juicios críticos evaluativos, y con reacciones emocionales fuertes, la tendencia

usual es la defensa a través del ataque. Conviene tomarse tiempo para calmar los ánimos. Pocas veces lamentamos haber dejado de decir algo estimulados por la ira; en cambio, nos pesa a menudo haber establecido en esa situación una

confrontación con otra persona. Mantenga la serenidad, piense en la finalidad de su acción… y adopte el método de comunicación más adecuado al caso‖.

6º. No descalificar a nuestro interlocutor

La descalificación de nuestro interlocutor produce reacciones emocionales que dificultan el diálogo. ―Descalificar es darle a su mensaje un valor que surge de su

propia forma de reaccionar ante lo que perturba al otro, desconociendo lo relevante que puede ser para él‖.

7º. Aprender a llegar a acuerdos de integración

La lucha no es un procedimiento adecuado para superar un desacuerdo, porque de ésta salen vencidos y vencedores, perdedores y ganadores, y en la comunicación

no puede haber ni vencidos ni vencedores, ni perdedores ni ganadores. En lugar de luchar, debemos negociar. A través del mecanismo de la negociación ―las partes entregan algo a cambio de algo, logrando un convenido satisfactorio para ambas,

en donde no se obtiene todo lo que se habría querido, pero si lo suficiente‖. Además de negociar, podemos acudir a un mecanismo más expedito: la

integración. Ésta nos permite el acuerdo, porque se puede obtener un convenio para los intereses en común. Si buscamos soluciones constructivas a nuestros conflictos, debemos acudir a los mecanismos de la negociación, pero

preferiblemente al de la integración. En la búsqueda de solucionar de manera pacífica los conflictos, se requiere agotar ―las posibilidades de integración antes de

acudir a la negociación, y todas las de negociación antes de acudir a la lucha‖. 8º. Informar sobre comportamientos modificables.

―Si la finalidad de una comunicación interpersonal correctiva es suministrar

información a nuestro interlocutor para que, si lo considera conveniente, cambie

124

alguna conducta que nos perturba, nos resulta útil informar sobre aquello que,

válidamente o no, consideramos inmodificable en la otra persona‖.

Para finalizar, Merlano Alcocer nos deja la siguiente reflexión:

―Vale la pena, finalmente, preguntarnos a nosotros mismos por qué esperamos tanto

de los demás, por qué no aceptamos a nuestros semejantes tal como son,

desarrollando la capacidad de captar y sentirnos estimulados ante la diversidad de

conductas de los seres humanos. Entenderlo todo, es perdonarlo todo, dice un sabio

aforismo popular; pero es más que eso: entenderlo todo es descubrir que nada

tenemos que perdonar… y no requerimos ni siquiera entender para aceptar. Cuando

dejamos de evaluar, dejamos de juzgar. Se llega a ese estado de equilibrio en el que

nos podemos relacionar armónicamente con nuestros semejantes, porque se ha

dejado de querer que los demás sean como uno cree que deben ser, aceptando la

diversidad de comportamiento de otros, sin sentirnos amenazados por ello… No se

puede eliminar lo que nos desagrada en los demás sin hacer desaparecer igualmente

algo positivo en ellos. Aceptarnos a nosotros mismos y comenzar a aceptar a los

demás, he allí el fundamento de la paz interior y de toda relación humana

venturosa…‖

LA COMUNICACIÓN Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Para expresar nuestras ideas y pensamientos contamos con mecanismos amparados por el orden constitucional y pactos y convenios internacionales. Por eso

es importante el ejercicio de la auténtica democracia, la cual nos brinda la posibilidad de decir o escribir lo que pensamos, opinar, disentir, refutar,

controvertir y pensar diferente; y para esto contamos con las siguientes garantías: Constitución Política de Colombia:

Artículo 20. Libertad de expresar y difundir el pensamiento y opiniones.

Declaración universal de los derechos humanos: Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento. Artículo 19. Derecho a la libertad de opinión y de expresión.

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano:

Artículo 10. Ninguno debe ser molestado por sus opiniones… Artículo 11. La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones…

Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Artículo 4. Toda persona tiene derecho a la libertad de investigación, de opinión y

de expresión y difusión del pensamiento por cualquier medio.

Convención Interamericana: Artículo 13. 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir

informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro

procedimiento de su elección. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Aprobado en la Asamblea

General de la ONU el 16 de diciembre de 1966): Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento…

125

Artículo 19. 1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones… 2. Toda

persona tiene derecho a la libertad de expresión…

Convención Americana sobre los Derechos Humanos. Pacto de San José de Costa Rica (22 de noviembre de 1969):

Artículo 12. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia… Artículo 13. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de

expresión…

Declaración Universal de los Derechos Humanos: Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de

investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.

La Nueva Declaración de los Derechos y Deberes (Nueva Declaración Universal para 1998, con motivo de los 50 años de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos en 1948): Artículo 6. Todo ser humano tiene derecho a obrar de acuerdo con su conciencia…

Artículo 7. Todo ser humano tiene derecho a expresar sus ideas de palabra, por escrito, o en cualquier otra forma, y realizar sus actividades con plena autonomía y libertad…

Corte Constitucional de Colombia.

Sentencia T-1319/01. Numeral 15. 15. La libertad de opinión, que hace parte del derecho a la libertad de expresión (Sentencia T-066 de 1998), garantiza a toda persona el derecho a

comunicar sus ideas y pensamientos. Numeral 27. ―La protección especial que la Constitución brinda a la libertad de

expresión –sea bajo la libertad de información o de opinión-, implica que cualquier restricción a ella tiene que tener por propósito alcanzar fines compatibles con la democracia‖.

La vida en comunidad nos impone el deber de respetar a los demás: cada uno tiene

la obligación de permitir que los otros vivan de manera digna. Y vivir dignamente supone que la persona puede exigir paras sí bienes espirituales, materiales y otros

que tienen una expresión física en el espacio y el tiempo. Pero estas libertades tienen restricciones, puesto que nuestras expresiones y

opiniones no podrán nunca molestar a los demás en su ámbito íntimo o personal, porque se estaría atentando contra los derechos que tienen otras personas,

especialmente los derechos humanos, postulados universales y democráticos considerados como aquellas facultades o atributos que nos permiten reclamar lo que necesitamos para vivir de manera digna y para cumplir con los fines propios de

la vida en comunidad, y que se caracterizan por ser necesarios (sin ellos no se puede vivir dignamente), universales (todas las personas, sin ninguna excepción,

tenemos derechos humanos), anteriores al derecho y a la ley (aparecen con la persona y no son creados por pactos de autoridad), limitados (en nuestro ejercicio de éstos sólo podemos llegar hasta donde comienzan los derechos de los demás o

los justos intereses de la comunidad) e inviolables (quien los vulnere comete un acto injusto).

126

Si desbordamos nuestro derecho a la expresión y opinión podríamos estar

incurriendo en conductas punibles como la injuria y la calumnia, que el Código Penal Colombiano considera como delitos. En cuanto a la injuria regula que el que

haga otra persona imputaciones deshonrosas, incurrirá en prisión y multa. Con respecto a la calumnia precia que el que impute falsamente a otro una conducta

punible, incurrirá en prisión y multa. El Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales define la injuria y la

calumnia, así:

Injuria. ―Agravio, ultraje de obra o de palabra. Hecho o dicho contra razón y justicia. Daño o incomodidad que causa una cosa. La primera acepción afecta al Derecho Penal, con repercusiones indemnizatorias de orden civil. La tercera

acepción se relaciona con el Derecho Laboral‖.

Calumnia. ―Etimológicamente, la acusación falsa hecha maliciosamente para causar daño. Jurídicamente, delito contra el honor de las personas, consistente en la imputación falsa de la comisión de un delito de los que dan lugar a procedimiento

de oficio; o sea, al ejercicio de la acción pública… Como este delito requiere la falsedad en la acusación, es evidente que el acusado quedará exento de pena si

prueba la veracidad de la imputación, inversamente a lo que sucede con el delito de injuria, que sólo admite prueba en algunas legislaciones… en los casos excepcionales que el propio código determina‖.

El jurista e historiador Horacio Gómez Aristizábal195 nos dice que, según el brillante

jurista Emilio Calvo, la injuria se concreta en la defensa del honor, la reputación o el decoro de alguna persona hecha por medio de comunicación con varias personas juntas o separadas, además, son las ofensas a la dignidad de una persona, puestas

de manifiesto por palabras, gestos o ademanes que revelan la intención de menospreciar. Quien injuria, ha de estar premunido del ánimo de injuriar, por

cuanto el dolo específico desaparece, cuando quien profiere expresiones, aparentemente difamatorias, no lo hace para deshonrar a otra persona, sino con distinto o distintos ánimos como el de bromear, de aconsejar, de defender, de

devolver la injuria, de corregir o ánimo de referir una cosa.

El Código Nacional de Policía señala que el que sin facultad legal averigüe hechos de la vida íntima o privada de otra persona, incurrirá en multa. Así mismo, precisa

que el que habiendo tenido conocimiento de un hecho de la vida privada ajena, la divulgue sin justa causa, incurrirá en multa.

Como se desprende de lo anterior, para la convivencia armónica y pacífica es necesario el respeto por los demás. La misma Declaración Universal de los

Derechos Humanos, en su artículo 29, nos dice que toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad, y que en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute

de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto

de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.

195

GOMEZ ARISTIZABAL, Horacio. Diccionario jurídico penal. Plaza & Janes, Bogotá, 1986.

127

APÉNDICE I

EL PODER MANIPULATIVO DEL LENGUAJE (CONFERENCIA RADIAL 1997*)

Una fuente de poder importante es el poder de la comunicación. Es el poder más violento, manipulativo y el que menos resistencia tiene por parte de las personas,

porque éstas cada vez disminuyen sus niveles críticos ante los medios de información. Estos están generando unos personajes tan extraños como Edgar Perea, Diomedes Díaz, Mauricio Puerta, Walter Mercado… que son una invención de

los medios y no están en capacidad de enseñarles a las generaciones jóvenes a resistirse contra eso, a desconfiar de los medios de información y aprender a leerlos

en toda la dimensión que ellos tienen. Ese es el poder del lenguaje. ¿Qué capacidad tiene el poder del lenguaje? A diferencia del poder de la jerarquía y

el poder de la violencia, el poder del lenguaje se instaura en las retinas con que una persona selecciona las informaciones del mundo. Pensamos y opinamos como los

medios de información. Nuestro yo es como electrónico; como si uno pensara de acuerdo a Yamith Amat o de acuerdo a Juan Gosaín o de acuerdo al ―Tiempo‖ o de acuerdo al ―Espectador‖. Y cada vez esto se va cerrando más. Y cada vez las ideas

que circulan son más. Más mínimas, más estrechas; y vamos para eso que es tan amenazante: la estupidez.

El lenguaje son los ojos con que vemos el mundo. No vemos más allá de lo que dice el lenguaje. Si tenemos un lenguaje muy reducido, es que nuestro mundo es muy

pequeño. Si nuestro lenguaje se empobreció, nuestro mundo se volvió algo muy limitado. A eso no se le ha puesto la debida atención. El lenguaje tiene mucha

importancia en la vida personal. El lenguaje es el espejo existencial de una comunidad. El lenguaje se vuelve vida cotidiana en el momento de la comunicación. Cuando nos comunicamos ponemos en acción todas las potencialidades del

lenguaje.

A veces las relaciones aparentemente amables y cariñosas, no son más que una máscara para ocultar nuestras verdaderas intenciones. Es una lucha por saber

quién orienta y quien domina las acciones. Es la comunicación el terreno adecuado para mirar las estrategias del poder.

Los roles bloquean los procesos comunicativos. En la relación de pareja, las personas no deben tratarse de ―mamita‖ o ―papito‖. Eso es parte del

empobrecimiento del lenguaje, porque uno le está diciendo al otro que ejerza el poder, la dominación. No nos relacionamos con las personas sino con los roles. La identidad de uno la tiene en el rol. Esto es lamentable. La persona se ve como un

medio y no como un fin. La persona importa por el papel que represente, mas no por lo que es como persona. Quien se define por su rol, sería como una especie de

retardado mental que pierde su condición de persona y adquiere su identidad de acuerdo con su rol. Eso es parte de la llamada racionalidad instrumental.

El acto de hablar tiene cuatro componentes: un hablante, un oyente, lo que se dice y la relación que se establece entre hablante y oyente. El hablante se descompone

en dos partes: tiene una intención y unas competencias lingüísticas para expresar sus intenciones. En lo dicho hay unos aspectos sonoros y significativos del lenguaje.

128

Cuando habla un político no se debe escuchar lo dicho porque es lo mismo que dice su adversario: están dispuestos al sacrificio. Quieren la paz. Esta vez todo va a

cambiar. Lo que nunca vemos en la comunicación manipulativa es la intención entre lo que las personas dicen y las intenciones que ocultan.

Según la teoría de la comunicación, una comunicación es manipulativa cuando lo que dice la persona oculta las intenciones. Ningún político dice: ―Le metí a la

campaña quinientos millones. Necesito rescatar ese dinero. Voten por mí para triplicar esos quinientos millones‖. Nadie dice que va a saquear el Estado. Siempre

se encubren en el sacrificio: ―¡La patria me ha pedido!‖ ―¡Mis amigos me presionaron!‖ ―¡Yo estoy dispuesto a sacrificarme!‖ Todas son expresiones para ocultar sus reales intenciones.

El segundo elemento de una comunicación manipulativa es cuando el significado de

lo que se dice no es preciso. Al significado se le montan elementos que son ajenos a la expresión misma. El encubrimiento entre el afecto y la comunicación es pura manipulación. Ejemplo: ―Hijo, usted que es el niño más lindo del mundo, vaya y me

trae el pan‖. Estos son elementos ajenos a la conversación. Simplemente hay que decirle: ―Hijo, ¡vaya por el pan!‖. Si un discurso, una comunicación, es precisa no

necesita de elementos ajenos a la conversación. Es la sobresaturación del discurso. El discurso es manipulativo cuando contiene elementos ajenos a la comunicación.

El tercer elemento de una comunicación manipulativa o estratégica es que la relación comprender es obedecer. El poder se ejerce en los discursos cuando al

oyente le plantean la ecuación comprender es obedecer. Esto es frecuente en publicidad: ―¡Compre!‖. ―¡Llame ya! Si está ocupado, ¡insista!‖ ―¡Ganga!‖ ―¡No deje pasar esta oportunidad!‖ ―¡Vote!‖ Esto manipula al oyente.

Una comunicación es auténtica cuando las intenciones del hablante son explícitas,

claras… Se muestra sin segundas intenciones ni prevenciones. ―Me interesa hacerle una invitación a comer porque quisiera departir un rato contigo‖. En esa frase no hay segundas intenciones. Sólo existe el deseo de invitar a comer. En este caso el

discurso es preciso, auténtico. Mis límites de la comunicación es lo que yo puedo hacer en mi campo como persona libre y responsable. Una comunicación

manipulativa, por el contrario, se caracteriza porque su verdadera intención está oculta.

Es importante tener en cuenta el lenguaje utilizado en la relación afectiva entre el hombre y la mujer, el lenguaje del amor. Es muy común decirle al ser amado en su

presencia: ―Reina‖. ―Princesa‖. ―Virgencita‖. ―Mamita‖. Estas palabras son inapropiadas porque expresan superioridad del otro: ―Nenita‖. ―Muñequita‖. Estas

también son inadecuadas porque expresan inferioridad del otro. En ausencia del ser amado se usan lenguajes indebidos para mencionar al ser amado: ―Procuraduría‖. ―Cuchilla‖. ―Pantera‖. ―Fiera‖. ―Policía‖. ―Fiscalía‖. ―Ministra‖. Todos estos términos

para referirse a la persona amada muestran un eventual empobrecimiento de la relación afectiva y del lenguaje afectivo. Estas expresiones muestran que no existe

igualdad en el ser humano, sino inferiores y superiores: uno manda y otro obedece. Si en la relación de pareja no hay igualdad, no hay comunicación; simplemente habrá obediencia o alguien manda. Es la dialéctica del amo y del esclavo. Mientras

uno sea superior, uno manda u otro obedece.

En la relación de educador y alumno también hay comunicación manipuladora. Mientras el estudiante no se eduque en la reflexión crítica, seguirá siendo

129

manipulado por los políticos, por los adultos y por la religión que le dice cómo

vestir, cómo actuar, como ser… No se puede seguir educando en el autoritarismo, sino en la autonomía. No se debe educar en el miedo y el temor, porque el miedo

es el fundamento del esclavo.

*Psicólogo Gonzalo Ordóñez. Emisora ―Luis Carlos Galán Sarmiento‖, Bucaramanga.

130

APÉNDICE II

LA ARMONÍA CON UNO MISMO Y CON LOS DEMÁS*

(Sandra Anne Taylor) En física cuántica, el teorema de Bell de no-localidad demuestra cómo la acción de

una partícula aquí, puede afectar la acción de otra partícula separada a una gran distancia. Esto no es menos cierto a nivel personal, debido a que vivimos en un

universo donde todas las cosas están conectadas. Energía en constante movimiento vibra dentro y alrededor de todos nosotros todo el tiempo, interconectándonos entre sí, y con el constante flujo de eventos y energía universal. Cuando estamos

en armonía, nos movemos dentro de una corriente interminable de bendiciones y abundancia que está activa en todas partes del planeta. Pero cuando estamos fuera

de armonía, nos salimos de esta magnífica corriente y nos quedamos como en la orilla del río, solamente viendo las bendiciones pasar.

De esta manera, nuestra energía que armoniza es la clave del mágico fenómeno del sincronismo, que es el lugar donde las energías están tan perfectamente alineadas

que se abre un mundo de fantásticas posibilidades. Produce esa serie de sorprendentes coincidencias que encienden la chispa para dar resultados reales. Cuando esto sucede, encontramos justo lo que necesitamos en el lugar y momento

correcto. Gente se nos aparecen para ayudarnos, recibimos información cuando la necesitamos, y la inspiración está siempre con nosotros. La armonía es la

confluencia de corrientes donde las intenciones obtienen resultados de una manera casi mística. Pero no es magia, y no se da al azar, la armonía trata de alineación, alineación de energías, consciencia y hasta intenciones.

La Ley de la Armonía dice que cuando conscientemente escoges crear balance y

alinearte con el universo, tu intención y energía abren las puertas hacia la abundancia universal, dejándote acceder a todas las bendiciones y todo el poder que el mundo tiene para ofrecer. Para poder lograr este sublime estado, tus

energías deben estar a tono con todas las fuentes vibratorias a tu alrededor, tienes que alinear tu energía contigo mismo, con la de los demás y con el flujo universal.

Armonía con uno mismo.

Todas las leyes y todas las soluciones, comienzan con uno mismo. La clave para armonizar con uno mismo es establecer un balance en tus pensamientos,

emociones y actividades, lo que se logra con las opciones diarias. La manera como vives tu vida, desde tus aparentes pensamientos inconsecuentes, hasta tus

momentos de serias decisiones, determina el grado de armonía en tu energía personal.

Pensamientos balanceados no tienen que ver con preocupaciones; son pensamientos de calma, centrados, enfocados en la tarea del momento. Este

estado mental comienza con la autoaceptación moviéndose a través de la imparcialidad de la vida. Puede sonar extraño, pero el tipo de equilibrio que crea armonía viene de estar centrado en dos aparentemente intenciones opuestas:

tomar completa responsabilidad, y dejar ir el control.

La verdadera autoresponsabilidad significa estar ciento por ciento a cargo de tu calidad de vida. Estás a cargo de tus pensamientos y emociones al igual que todo lo

131

que creas. Esto puede parecer una tarea difícil, por lo que es muy importante que

lo veas más como un proceso. Siempre estamos viviendo, creando y atrayendo. A medida que optamos por decisiones más honrosas en nuestros pensamientos y

actividades, en la misma medida aumenta nuestra frecuencia y nuestros cambios de consciencia. A medida que pasa el tiempo, nuestras decisiones más altas se

vuelven más espontáneas lo que trae una armonía más grande. Una de las mejores maneras de iniciar este proceso de armonía es bloqueando la

autocrítica. La autoaceptación es la clave para una consciencia más alta y una energía más atractiva. No dudes en parar tu autocritica; no puedes estar en

armonía y odio contigo mismo a la vez. No puedes estar en el flujo divino si odias su creación, y no puedes estar en

armonía con otros si tus pensamientos te dicen que les temas o los controles. Esto es absolutamente crucial tanto para tu consciencia como para tus cambios de

energía. Para vivir en balance con el mundo y aprovechar ese mágico río de abundancia, tienes que estar en armonía contigo mismo.

Comienza por encontrar un estado de paz en tu mente y en tu corazón, porque todas las bendiciones fluyen de ellos. Esto no es una simple teoría de ―pensamiento

positivo, es verdadera energía. Entre más conflictos tengas en tus pensamientos y sentimientos, más discordia atraerás del mundo exterior.

Las emociones más armoniosas –y más exitosas– son amor, paz, aceptación, y el entusiasmo por tu propia vida. Si no aprendes a atraer estás emociones esenciales

a un lugar prominente en tu existencia diaria, entonces continuarás esforzándote pero con muy poco que ofrecer. Para evitar esto, tienes que regresar al balance. Tu centro cognitivo tiene que ser de autoaceptación, y tu centro emocional debe ser el

autoquererte.

Esta clase de fundación apacible hace mucho más fácil el poder balancear tus actividades personales, tanto en tiempo como en prioridad. Aunque la vida a veces requiere tu atención en muchas áreas, como tu familia y tu trabajo, tienes a veces

que poner más energía en un área y a veces dejar ir las demás.

No importa que tan natural parezca, hay un problema de energía en prioridades no balanceadas, porque estás enviando señales que dicen que estás dispuesto a

renunciar a algo importante para ti, estos son claros mensajes vibratorios que solo pueden atraer gente y situaciones que te van a requerir que renuncies aun más. Y si constantemente te pones de último, entonces te encontrarás a ti mismo llegando

de último en lo que a tus deseos se refiere. No hay manera de evitarlo, el universo siempre te regresa tus prioridades.

La armonía en acción muestra un saludable respeto por ti mismo, tus seres queridos, tu carrera, y tus metas personales. Para crear la más alta resonancia

armónica, tienes que estar completamente consciente de cómo empleas tu energía física y emocional.

Si tu vida está plagada de interminables cosas que hacer, y te mantienes corriendo de reunión en reunión, tu vibración será agitada, y atraerás dificultad y confusión

de los demás. Si tus días se te pasan en la total distracción de indulgencia o en actividades adictivas, entonces este estado puede destruir la resonancia de tu

energía, interrumpiendo así lo que pudiera ser un moviendo fluido en dirección de

132

tus sueños. Cuando estás fuera de balance, estás fuera de armonía, y tus

vibraciones están fuera del tono con el flujo Universal.

La opción de armonía es una opción de tranquilidad, lo que quiere decir paz en vez de conflicto, confianza en vez de miedo, y valores en vez de juicio, puedes tomar

esta opción en cada momento. Deja ir el tumulto de tu mente, y deja ir el miedo de tu corazón, en lugar de eso permítete a ti mismo escoger la paz, confianza, y valor. Cierra tus ojos, deja ir, y respira profundamente… siente el cambio que esto crea

en la consciencia.

Armonía con los demás. Una resonancia en armonía comienza por uno mismo, luego vibra al exterior para

conectarse a otro ser viviente. Una linda sinfonía vibratoria se da cuando la gente está en armonía entre sí. Estás en el centro de esa música, y a través de ella

puedes crear linda música en cada parte de tu vida. Pero para ser parte de esta maravillosa sinfonía, y no simplemente sentarse en la audiencia, tienes que alinear armónicamente tus propias energías con las de los demás.

Para lograr verdadera armonía, tienes que llegar al punto de igual aceptación para

ti y para los demás, sin buscar su aprobación ni su negación. Esto es absolutamente esencial si quieres apartarte de las energías destructivas del conflicto. No puedes obtener ayuda del universo si estás trabajando en contra de él,

de modo que tu intención debe ser buscar unidad en vez de separación y reconocer similitudes en lugar de diferencias. Esto no es simplemente una manera idealista de

ver el mundo, es una necesidad fundamental si realmente quieres obtener la energía para triunfar.

La manera en que ves a los demás no puede ser diferente de cómo te ves a ti mismo, esta es una parte primaria de tu realidad y consciencia personal. No puedes

ver al mundo como un campo de constante competencia, sin desarrollar en la búsqueda de tus metas, un acercamiento basado en el miedo. Mientras veas a los demás como una potencial amenaza a tu felicidad, estarás destinado a vivir en

zozobra y actuar movido por la desesperación y urgencia.

Pero cuando sabes que eres la fuente de todas tus soluciones, nadie puede ser una amenaza para ti. El vivir en las altas energías de amor y aceptación atrae gente

que te apoyará en vez de amenazarte. La verdad es que cuando te niegas a aceptar a los demás, estás cediendo tu poder a ellos. En ese momento tu energía dice: ―¡Tienes la capacidad de ponerme enojado o temeroso, tienes el poder sobre mí!‖

Pero cuando tomas la decisión de aceptar a los demás, entonces recuperas tu

poder. Tomas el control de tus emociones y tus energías, creando una consciencia más alta y llena de paz, la cual te permite alinearte con el flujo de la intención universal. Tu decisión de aceptar a los demás demuestra que estás dispuesto a

trabajar en conjunto para traer armonía a ti mismo, a los otros y al mundo, de modo que entre más aceptación tengas, más influencia tendrás en el reino

energético. El negarse a aceptar a los demás no solamente reduce tu fuerza, si no que invita a tu vida personas y situaciones que van a desafiarte aún más.

El odio envía señales hostiles de energía, una resonancia que puede lastimar a los demás, pero no es simplemente eso, estos borbotones de energía negativa lo que

hace es atraer aún más energía negativa del universo, atrayendo más hostilidad a

133

tu vida. Aunque lo hagas por tu propio bien, tienes que dejar de juzgar, y dejar

atrás el miedo, en vez de eso debes escoger paz y aceptación.

La verdadera armonía se logra cuando percibes a los demás con compasión, en otras palabras, cuanto te apartas de tus propias experiencias y te imaginas en las

de ellos. Cuando vemos a los demás con humanidad y consciencia nuestra empatía abre el flujo armónico. Esto crea una profunda y alegre unificación energética, una armonía de comprensión que aumenta tu propia vibración y de todos los

involucrados.

Armonía con el universo.

No existe límite respecto a cuándo o como vibran tus energías, no hay tiempo ni espacio en el Universo donde tu influencia pase desapercibida. Todo lo que haces,

dices, y piensas se mueve más allá de ti en una frecuencia con tu nombre en ella. Con el tiempo, se unirá con otras similares, y esas frecuencias acumuladas son las que regresan a ti. El que atraigas lo bueno o lo malo, dependerá de las energías

con las cuales coincidas.

La armonía con el universo comienza cuando te conectas con la fuente misma del universo, esa gran conciencia que ha creado toda la realidad. Si realmente quieres armonizar tu energía con toda vibración positiva en el mundo, esto es todo lo que

tienes que hacer: ¡conectarte con la conciencia divina!, la cual está presente todo el tiempo y más cerca de lo que piensas.

Es interesante como la gente quiere ignorar y a veces hasta resistir esta poderosa fuerza cuando se trata de aplicarla en sus metas personales.

Quizás la presencia divina es un concepto extraño, que evoca memorias de temor,

o quizás es muy abstracto, o dogmático. Cualquiera que sea la razón, muchas personas tienen verdadera resistencia de invocar este poder, y como resultado ellos se apartan así mismos de la mayor fuente a sus soluciones. Ya sea que

quieras llamar a esta gran conciencia creativa como Dios, fuente de bondad, fuerza creativa, o simplemente universo, eso depende de ti. Lo que importa es tu

innegable conexión a ella.

Eres un alma y un corazón sagrado, que existe como una manifestación de la intención divina. La más grande inteligencia de toda creación vibra dentro y alrededor tuyo en todo momento. Entre más alinees tus propias energías con este

todo poderoso latido, más te mueves en el flujo de la bendición universal. Entre más reconozcas esta parte de tu identidad, tanto a nivel de energía con conciencia,

más claridad traerás a todo lo que hagas. Cuando vives en armonía con la fuente bondadosa del universo, miras claramente, tus intenciones son puras y actúas con creatividad.

Comienza a reconocer este poder dentro de ti afirmando: ¡Soy uno solo con la

fuente de la bondad! ¡Me conecto con la presencia divina en todas las cosas, reconozco lo divino dentro de mí y todos los demás! ¡Atraigo bendiciones si fin de esta fuente llena de poder y bondad, y estoy agradecido por todo ello!

Armonía en la meditación.

134

Este proceso te ayudará a armonizar tus energías con las del universo. Realiza este

ejercicio cada vez que vayas a dormir, o toma unos minutos de tu día para simplemente relajarte y recordarte a ti mismo acerca de esta fuerza bondadosa

dentro de tu vida. Enfócate en las palabras, y si tu mente se desvía, simplemente tráela de nuevo a tu intención de sentir la conexión divina muy dentro de tu

corazón. Lentamente visualiza la luz del sol y el cálido flujo a través de ti, haciéndote sentir

relajado y tranquilo. Muy dentro de ti, empiezas a notar una presencia muy fuerte la cual es toda ella una fuente brillante. Este es el rayo de amor divino que te

trae un sentido de calma y seguridad y que llena el centro de tu corazón con una paz sublime. Este lugar es la conexión donde el espíritu divino todo poderoso te envuelve en su incondicional y bondadosa luz.

Siente esta luz, respira esta luz, conviértete en esta luz. Siente como te llena la

energía del amor divino. Como un eterno bienestar, una fuente de iluminación sin fin te llena de sabiduría y gozo. Cada gota trae claridad y calma, y cada vibración te trae aliento y amor.

Esta es la realización bendecida de la presencia divina, un regalo siempre presente,

de la fuente eterna. Nunca hay un momento cuando esta luz perfecta no se sienta, o cuando el poder y la presencia de Dios no se invoquen. Déjate hacer juego con la energía radiante en tu propio sagrado corazón, tu corazón con el corazón divino, tu

amor con el amor divino, tu intención con la divina intención. Esta es tu conexión sagrada; dispuesta, esperando y disponible para ti todo el tiempo, en todo sitio,

para cualquier cosa. Ábrete a su maravillosa energía, entiende que esta bondadosa presencia está contigo todos los días.

El optar por armonizar contigo mismo, los otros y la divina fuerza, desencadena un mágico encanto en todas las áreas de tu vida. Es el centro del sincronismo, la

fuente de una energía milagrosa que transforma conflicto en paz, y dificultades en felicidad. Regresa a esta tranquilidad siempre que puedas.

Afirmaciones para estar en armonía.

¡Siempre tomo responsabilidad de mis pensamientos, mis emociones, y mi

calidad de vida! ¡Llevo una vida feliz y balanceada! ¡Opto por la armonía ahora! ¡Me acepto a mí mismo y acepto a los demás! ¡Reconozco la divina luz dentro

de todos nosotros! ¡Abundante riqueza y felicidad fluye libremente a través del universo, y

merezco recibir todo lo que deseo! ¡Soy uno solo con el universo! ¡Me abro a mí mismo al flujo de amor y

bendiciones que están a mí alrededor!

*Tomado del libro El éxito cuántico, de Sandra Anne Taylor.

135

APÉNDICE III

LA CULTURA Y LOS OBSTÁCULOS PARA LA COMUNICACIÓN Y LAS

RELACIONES INTERPERSONALES Introducción

En el presente ensayo pretendo disertar sobre la dificultad que impone nuestra

cultura para la dinámica de una auténtica comunicación y las relaciones interpersonales, debido a los múltiples condicionamientos culturales.

El concepto de cultura

Para comenzar, es pertinente develar el sentido del concepto de cultura, que es muy amplio, variado y problemático. Es todo ese quehacer material, espiritual y social que el hombre realiza en su intento de ―dominar‖ a la naturaleza y adecuarla

a sus condiciones de vida: ―el quehacer específico del hombre en su interacción con la naturaleza‖196. La podemos entender como ―la acción del hombre que desarrolla

y perfecciona su ser‖197. El psicólogo social David G. Myers señala que este concepto se refiere a ―la conducta, ideas, actitudes y tradiciones perdurables compartidas por un numeroso grupo de personas y transmitidas de una generación

a la siguiente‖198. El concepto de cultura se relaciona con el hombre en el nivel de su humanización, que se ―expresa en los modos específicamente humanos de

pensar, de proceder y actuar en sociedad‖199. La educadora e investigadora Nancy Saavedra Montoya señala que ―la cultura es lo que le permite a los hombres construir una sociedad, es decir definir las condiciones de su voluntad para convivir,

los códigos para reconocerse y distinguirse de los demás, así como la manera de organizar sus relaciones con las demás personas‖200 Cultura es el conjunto total de

los actos humanos en una comunidad: prácticas económicas, artísticas, científicas, políticas, jurídicas, religiosas, discursivas, comunicativas, sociales en general o cualesquiera otras; es decir, las prácticas espirituales y materiales. ―Toda práctica

humana que supere la naturaleza biológica es una práctica cultural‖201. La cultura, dimensión universal y diferenciante del ser del hombre, que no se

limita a un sector del quehacer humano sino a la totalidad de sus creaciones, está conformada por el nivel de las industrias (entorno o sistema técnico, que

comprende medios técnicos de la producción), de las instituciones (entorno o sistema social, que comprende el conjunto de normas y organizaciones), de los valores (entorno o sistema axiológico, que comprende formas peculiares como un

grupo aprecia y estima los distintos aspectos significativos de la existencia) y de lo ecológico (entorno o sistema natural, que comprende un ecosistema al que está

integrado el ser humano como a su casa que lo nutre). ―Los modos y los usos culturales no son simples expresiones ideológicas, sino modos de ser y estar ante la realidad, soportes primarios y constitutivos que señalan el arraigo y la permanencia

de grupos determinados más allá de los condicionamientos socioeconómicos‖202. La

196 RODRIGUEZ ALBARRACIN, Eudoro. Introducción al filosofar. Usta, Bogota, 1988, p. 206. 197 MARQUÍNEZ ARGOTE, Germán y otros. El hombre latinoamericano y su mundo. Ediciones Nueva América, Bogotá, 1986, p.129. 198 MYERS, David g. Psicología social. McGraw Hill, México, 1995, p. 554. 199 KELLE, Kovalzan. Materialismo histórico. Ensayo marxista sobre la sociedad. Progreso, Moscú, p. 141. 200 SAAVEDRA MONTOYA, Nancy. Cultura, comunicación y lenguaje. http://www.monografías.com 201 SASTRE, Fernando. NAVARRO, Andrea. Qué entendemos por cultura. http://www.monografias.com 202 MORALES BENITEZ, Otto. Estudios críticos. Plaza & Janes, Bogotá, 1985, p. 233

136

sicóloga Ana Bonilla precisa que empleamos el término cultura en el sentido que

alude a toda la obra que realiza el hombre y que se ha ido distinguiendo del mundo natural. ―De este modo, dentro de la esfera de la cultura se encuentran el arte, la

ciencia, la filosofía así como las técnicas, las formas de la vida religiosa, política, doméstica y económica. Tanto lo grande como lo pequeño del hacer humano queda

así comprendido: el lenguaje, el floklore, las modas del vestir, los humildes utensilios de la vida cotidiana‖203.

Los convencionalismos y otros condicionamientos culturales

El quehacer cultural ha entronizado el poder tirano de los convencionalismos y de las tradiciones que muchas veces son un obstáculo para las relaciones interpersonales y nos imponen absurdos condicionamientos. Convencionalismo, que

procede del término convención (Norma o práctica admitida tácitamente, que responde a precedentes o a la costumbre204) es el ―conjunto de opiniones o

procedimientos basados en ideas falsas que, por comodidad o conveniencia social, se tienen como verdaderas‖205 Tradición es la ―doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos‖206 Estamos en la

tradición, pertenecemos a la tradición. Se trata de algo que nos viene dado… La tradición es ―transmisión‖ condicionante. ―Estar dentro de la tradición es estar

sometido al influjo de prejuicios que limitan la posibilidad de una autoconciencia perfecta y una verdad acabada y objetiva… Siempre nos acercamos con prejuicios a un texto que queremos comprender. Por lo tanto nos acercamos condicionados por

el poder de una tradición…207. El tradicionalismo es conservadurismo cuando se fija la vida a lo pasado, negándole el carácter proyectivo y creador del sujeto. ―Al

hombre no se le puede negar su carácter proyectivo, utópico, creador, a nombre de lo dado o tradición. El tradicionalismo, en cuanto actitud que trata de conservar lo dado, fijando la vida humana en formas pretéritas y preteridas, es un estéril

conservadurismo‖208. Los convencionalismos procedimentales u ―operativos‖, aquellos que nos

orientan en la realización de quehaceres cotidianos como conducir un vehículo por la derecha, esperar el bus en el paradero, utilizar la tarjeta débito en los cajeros, etc., nos resultan de mucha utilidad en la vida práctica. En cambio, la mayoría de

convencionalismos sociales (esas reglas fundadas en la costumbre), no siempre son útiles y sí más bien representan un obstáculo para nuestra libertad y el libre

desarrollo de la personalidad por lo absurdos que resultan. En lugar de hacernos la vida más ―llevadera‖, nos encadenan. ―En opinión de la psicóloga Leonor Noguera

Sayer209, algunos convencionalismos posibilitan la sobrevivencia, nos ponen ―a salvo del riesgo de vivir‖; pero la gran mayoría, convertidos en arma de doble filo, ahogan la identidad y desdibujan el verdadero yo. ―Es a ti, convencionalismo, a

quien quiero desterrar de mi casa, para abrirle las puertas a la felicidad, tan anhelada en este mundo de falsos rituales… Necesito rebelarme contra tu tiranía, la

del convencionalismo social y creador de hombres y mujeres en declive espiritual y falsos actores de una vida que han construido otras personas que vivieron mil años antes que ellos‖210 Quienes obedecen a su tiranía, viven ―ajenos a cualquier análisis

a fondo sobre sí mismos‖. Al pertenecer al conjunto de los que ―hacen lo mismo‖,

203

BONILLA, Ana. Adolescencia, identidad y creación artística. http://www.avizora.com 204 DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA 205 Ibídem 206 Ibídem 207 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 208

MARQUINES ARGOTE, Germán. Metafísica desde Latinoamérica. Usta, Bogotá, 1993. P. 77. 209 NOGUERA SAYER, Leonor. En busca de una vida propia. Planeta, Bogotá, 1995, p. 60. 210 RAMIREZ, Amarillo. La República de las letras. http://amarilloramirez.blogspot.com.

137

adoptan una actitud que se torna rutinaria, ―psíquicamente muy económica‖, y

permiten que ―la energía para reflexionar y pensar que virtualmente disponible para tareas ajenas a la propia vida, que, en cuanto transcurre tranquilamente, se

considera resuelta‖. También se disuelven en lo cotidiano, que se les convierte ―en un hondo motivo de vacío interior, con sentimientos dolorosos de ansiedad,

desasosiego, insatisfacción, inseguridad e incertidumbre. Los convencionalismos son el ―ropaje formal que silencia los tonos y los llamados para una reflexión…‖. El reconocido psicólogo y escritor Wayne Dyer, con acertado fundamento, señala que

―el condicionamiento a la sociedad o medio cultural puede ser muy útil a veces, pero si esto es llevado a un punto extremo, puede convertirse en una neurosis,

particularmente si el resultado de esta adaptación a los "debes hacer esto o aquello" es la infelicidad, la depresión o la ansiedad‖211. La vida auténtica exige que desdeñemos ―los absurdos convencionalismos sociales y las reglas que nadie sabe

de dónde salieron pero que la inmensa mayoría respeta a ciegas, tontamente a ciegas‖212

Las tradiciones nos imponen modelos de vida que debemos seguir acríticamente, sin preguntarnos el porqué y el para qué de éstas. Muchos, simplemente siguen esas tradiciones porque sí, porque es lo tradicional. ―Las costumbres y los

comportamientos se diferencian cada vez más y algunos mensajes educativos proponen auténticos estereotipos culturales, es decir, normas que tienden a fijarse

como inmutables a lo largo del tiempo‖213 Los convencionalismos y las tradiciones condicionan algunas maneras de ser y de hacer. Parafraseando a Javier Veliz214 podría afirmar que mucho de lo convencional está envenenado desde su concepción

y es por lo tanto peligroso pues es agente de su propio veneno. ―¡Qué diablos!, el deber, es sentir lo que es grande, amar lo que es bello, y no aceptar todos los

convencionalismos de la sociedad, con las ignominias que ella nos impone‖215 El antropólogo Edward Burnett Tylor señala que "la cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del

individuo en la medida en que se ven afectadas por las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la medida que se ven

determinadas por dichas costumbres". Cuando disentimos de estos fenómenos sociales, se nos rechaza; quien no los acepte es tildado de persona incómoda. El hecho de cuestionarlos genera conflicto y comunicación inadecuada. A la persona

que no se someta dócilmente a la tiranía de los convencionalismos y tradiciones se le atropella su derecho a ser y a vivir diferente.

Cuando un interlocutor, libre no sólo de convencionalismos y de tradiciones, esquemas, marcos referenciales, prejuicios, ideologías, simbolismos, imposturas,

supuestos, pareceres y modelos sociales acríticos, expresa su pensamiento, así sea de manera asertiva y empática, la otra persona o las personas que participan en el evento comunicativo, y que aún se encuentran encadenadas por estos fenómenos

culturales, reaccionan de manera inadecuada, muchas veces dificultando y hasta imposibilitando la comunicación.

Como sobre estas situaciones de la vida cotidiana no se reflexiona, ―cuando algo de lo que sucede parece estar fuera del orden esperado y aceptado por nuestra sociedad y cultura nos sorprendemos, nos molestamos o nos desconcertamos‖216.

Si alguien no es como los modelos culturales lo determinan, surge la contrariedad, sin ser conscientes que, dada nuestras diferencias, los demás hacen sus cosas a su

211

DYER W., Wayne. Tus zonas erróneas. http://librostauro.com.ar. 212 FROTO MADARRIAGA, Germán. Ante el encuentro. http://www.elsiglodetorreon.com.mx 213 GIOMMI, Roberta. PERROTTA, Marcello. Programa de educación sexual. Everest, León, 1993, p. 8. 214 VELIZ, Javier. Cazador de unicornios. http://www.javierveliz.com.ve. 215 FLAUBERT, Gustavo. Madame Bovary. http://www.librodot.com 216 MORENO LOPEZ, Salvador. Ob. Cit.

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manera y nosotros también las hacemos a nuestra manera. Cuando estemos

molestos o nos sintamos frustrados a causa de una persona o de una situación, debemos recordar que este estado no es contra ésta y aquélla, sino contra nuestros

sentimientos acerca de esa persona o de esa situación. Responsabilidad es no culpar a nadie o a nada de nuestra situación. Todos los problemas nos ofrecen una

oportunidad que nos permite transformarlos en una situación o cosa mejor. Hay un significado oculto en todos los hechos, y éste trabaja a favor de nuestra evolución. La actitud no defensiva consiste en que nuestra conciencia abandona su actitud

defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto. Si miramos a quienes nos

rodean, vemos que se la pasan defendiendo inútilmente sus puntos de vista, sin saber que esto les genera una considerable pérdida de energías. ―Como peces en el agua, estamos tan inmersos en nuestra cultura que debemos saltar fuera de ella

para comprenderla‖217 El desconocimiento de otras realidades, de las realidades del interlocutor que ha

trascendido todos estos determinismos, producto de nuestra cultura, ―con su fementido brillo de feria, ordinario y de hojalata‖218, lo condicionan para oponerse a lo diverso, al disenso y a lo multidimensional. ―Aunque todavía hay muchas

personas que siguen pensando que sólo existe una realidad, también es un hecho que hay quienes creemos más bien en la existencia de múltiples realidades, sobre

todo cuando se trata de situaciones humanas… cómo a partir de distintas creencias, ideas y valores, podemos tener diferentes interpretaciones de una situación humana y por consiguiente maneras diferentes de comunicarnos y de actuar. Estas

creencias, ideas y valores son una construcción social, en una cultura dada. Y responden a las características de la sociedad que las construye; están influidas por

las condiciones económicas, políticas, religiosas e históricas en las que se han desarrollado… Suponer, entonces, que todos tenemos los mismos imaginarios sociales puede dar lugar a múltiples equívocos, distorsiones y desencuentros en la

comunicación interpersonal, y de ahí derivar en distanciamientos y conflictos en las relaciones humanas‖219. Según Denis de Moraes, ―el imaginario social está

compuesto por un conjunto de relaciones imagéticas que actúan como memoria afectivo-social de una cultura, un substrato ideológico mantenido por la comunidad. Se trata de una producción colectiva, ya que es el depositario de la memoria que la

familia y los grupos recogen de sus contactos con el cotidiano. En esa dimensión, identificamos las diferentes percepciones de los actores en relación a sí mismos y

de unos en relación a los otros, o sea, como ellos se visualizan como partes de una colectividad… Se trata de un lugar estratégico en que expresan conflictos sociales y

mecanismos de control de la vida colectiva. El imaginario social se expresa por ideologías y utopías y también por símbolos, alegorías, rituales y mitos. Estos elementos plasman visiones de mundo, modelan conductas y estilos de vida, en

movimientos continuos o discontinuos de preservación de la orden vigente o de introducción de cambios… Esa concepción dinámica del imaginario nos posibilita

observar la vitalidad histórica de las creaciones de los sujetos - esto es, el uso social de las representaciones y de las ideas. Los símbolos revelan el que está por tras de la organización de la sociedad y de la propia comprensión de la historia

humana. Su eficacia política va a depender del grado de reconocimiento social alcanzado por la producción de imágenes y representaciones en el cuadro de un

imaginario específico a una cierta colectividad, la cual "designa su identidad haciendo una representación de sí; marca la distribución de los papeles y posiciones sociales; expresa e impone creencias comunes que determinan principalmente

217 MYERS, David g. ob. Cit. P. 190. 218 HESSE, Hermann. El lobo estepario. Alianza editorial, Madrid, 1967. 219 MORENO LOPEZ, Salvador. Ob. Cit.

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modelos formadores‖220. Todo intérprete está ubicado en una situación marcada

sobre todo por el lenguaje. ―En una situación de diálogo el factor más importante es, sin duda, el lenguaje‖221 El enorme poder del lenguaje nos impone, en muchas

ocasiones, la realidad y no la percibimos tal como ella es. Al respecto, el sociólogo Manuel Castells Oliván (citado por Nancy Saavedra Montoya), señala lo siguiente:

"No vemos la realidad como es, sino como nuestros lenguajes son. Y nuestros lenguajes son nuestros medios de comunicación. Nuestros medios de comunicación son nuestras metáforas. Nuestras metáforas crean el contenido de nuestra

cultura"222. El lenguaje, además de considerarse como ―el espejo existencial de una comunidad‖, es el instrumento de ―la vida mental y de la comunicación‖ y ―el

elemento fundamental del ser del hombre en el mundo‖. Ludwig Wittgenstein, filósofo del lenguaje, plantea que conocer el lenguaje es conocer la realidad. El lenguaje es el espejo de la realidad. ―El mundo humano, que es el mundo total,

está afincado en el lenguaje y encuentra sus límites allí donde el lenguaje es incapaz de avanzar. No podemos abandonar los límites del lenguaje y tal aspiración

nos aboca a contradicciones ilímites‖223. Los hermeneutas precisan que la dimensión fundamental que caracteriza al ser

humano es la dimensión lingüística. En opinión de Martín Heidegger, el lenguaje no es solo lo que nos abre al mundo, lo que nos sitúa en el mundo. ―El lenguaje es la

sede, el lugar en el que el mundo deviene mundo… El lenguaje es la sede en la que la cosa deviene cosa‖224. En concepto de Martín Heidegger, el lenguaje es la morada del ser y el hombre su pastor, la casa donde habita éste, el gran intérprete que

responde a esa llamada y que en ella y desde ella desvela la inconclusión de su propio decir. La forma de decir condiciona la de pensar y la de ser. El ser habla por

nosotros y en nosotros. ―El lenguaje es un modo del ser, la forma de decirlo, como mostró Aristóteles, que a su vez determina la manera de ese ser‖225. De acuerdo con Hans Gadamer, sólo podemos pensar dentro del lenguaje; el conocimiento de

nosotros mismos y del mundo implica siempre el lenguaje, el nuestro propio; el lenguaje es la verdadera huella de nuestra finitud. ―El mundo que conocemos y del

que hablamos es inseparable del lenguaje con el que nos expresamos; que usamos. El lenguaje es el horizonte de toda ontología: la forma lingüística y el contenido transmitido no pueden separarse de la experiencia hermenéutica. Si cada lengua es

una acepción del mundo, no lo es tanto en su calidad de representante de un determinado tipo de lengua (que es como considera la lengua el lingüista), sino en

virtud de aquello que se ha hablado y transmitido en ella‖226.

En el amplio universo del lenguaje, la palabra es problemática como la realidad misma, aunque la palabra no es la realidad. La palabra no es el objeto; sólo lo designa, lo nombra. La palabra no es el objeto ni tampoco el objeto es exactamente la palabra que lo designa. ―El medio con que lo expresamos es la palabra; pero la

palabra no es el objeto que realmente existe: por tanto, no expresamos a nuestro prójimo una realidad existente, sino solamente la palabra, que es una realidad

220

DE MORAES, Denis. Hegemonía cultural y comunicación en el imaginario social contemporáneo. http://www.ucm.es/info/especulo/numero35/hegecult.html 221 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 222 SAAVEDRA MONTOYA, Alejandra. Ob. Cit. 223

MENDEZ BERNAL, Rafael. Clásicos del pensamiento resumidos. Círculo de Lectores, 2000, p. 373. 224 CIURANA, Emilio Roger. Antropología hermenéutica. http://www.fly.uva.es 225

RESTREPO TRUJILLO, Jorge. Filosofía para profanos. Ariel, Bogotá, 1999, p. 42. 226 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit.

140

distinta del objeto...‖227. La palabra es finalidad en sí misma y medio para entender

el mundo de otra manera, más que hablar de la realidad externa. La palabra, además de no ser la realidad ni el objeto, tampoco es el concepto ni el ser. Platón

planteaba que el análisis de la realidad debería hacerse siguiendo las ideas, no las palabras. ―El lenguaje implica gran capacidad de abstracción y las palabras no se

refieren sólo a objetos o a hechos concretos, sino también a abstracciones‖228. Como el sofisma pretende defender con palabras lo falso, ―la palabra no puede identificarse con la realidad, desde el momento, en que con palabras, es posible

falsear la realidad‖229.

Erich Fromm, reflexionado sobre el ser y el tener, señala que en el modo de tener,

no hay una relación viva entre mi yo y lo que tengo:

―Las cosas y yo nos convertimos en objetos, y yo las tengo, porque tengo

poder para hacerlas mías; pero también existe una relación inversa: las cosas me tienen, debido a que mi sentimiento de identidad, o sea, de

cordura, se apoya en que yo tengo cosas (tantas como me sea posible). El modo de existencia de tener no se establece mediante un proceso vivo, productivo, entre el sujeto y el objeto; hace que objeto y sujeto sean cosas.

Su relación es de muerte, no de vida… El idioma es un factor importante para vigorizar la orientación de tener. El nombre de la persona (todos tenemos un

nombre y quizá tendremos un número, si continúa la actual tendencia a la despersonalización) crea la ilusión de que es inmortal y eterno. La persona y su nombre se vuelven equivalentes; el nombre demuestra que la persona es

una sustancia duradera, indestructible, y no un proceso. Los sustantivos comunes tienen la misma función; o sea, el amor, el orgullo, el odio, la

alegría causan la impresión de ser sustancias fijas, pero estos nombres no tienen realidad y sólo oscurecen la idea de que nos enfrentamos a procesos que se desarrollan en los seres humanos; pero hasta los sustantivos que

denominan cosas, como "mesa" o "lámpara", son engañosos.

Las palabras indican que nos referimos a sustancias fijas, aunque las cosas sólo son procesos de energía que causan ciertas sensaciones en nuestro

sistema corpóreo, pero estas sensaciones no son percepciones de cosas específicas, como una mesa o una lámpara, sino resultado de un proceso cultural de aprendizaje, proceso que hace que ciertas sensaciones adquieran

la forma de representaciones mentales específicas. Ingenuamente creemos que cosas como las mesas y las lámparas existen como tales, y no

advertimos que la sociedad nos enseña a transformar las sensaciones en percepciones, que nos permiten manipular el mundo que nos rodea para

sobrevivir en una cultura dada. Después de que bautizamos estas representaciones mentales, el nombre parece garantizar su realidad absoluta e inmutable‖230.

A esta realidad problemática de la palabra se le agrega el hecho de ―nunca oímos lo

que se dice, sino algo que tiene una complica relación accidental con lo que se dice‖, tal como lo reconoció el filósofo Bertrand Rusell, citado por el escritor y

ensayista Germán Espinosa231. En opinión de José Manuel Redondo Ornelas, ―decir

227 Sexto Empírico, Adv. math., VII, 65-87 http://www.e-torredebabel.com 228

ARDILA, Rubén. Síntesis experimental del comportamiento. Planeta, Bogotá, 1993, p. 157. 229 ESPINOSA, Germán. La aventura del lenguaje. Planeta, Bogotá, 1992, p. 33. 230

FROMM, Erich. Tener y ser. 231 ESPINOSA, Germán. Ob. Cit. p. 35.

141

es también escuchar; el lenguaje dice y nos dice –nos habla- al hablar, nos

interpela en nuestro decir‖232. Espinosa señala que Rusell solía alertar sobre el ingenuo realismo con que irreflexivamente consideramos el mundo. ―La relación

accidental entre la palabra oída y la palabra hablada empieza por un proceso puramente físico de ondas sonoras que parten de la boca del hablante y se dirigen

al oído del que escucha. Sobrevine un segundo y complejo proceso en el oído y en los nervios, y luego algo se produce en el cerebro, pero todo ello se encuentra sujeto a cierto número de condiciones físicas, cuya variabilidad permite deducir

altos márgenes de error. Pensemos, si no, en los frecuentes malentendidos de que somos víctimas o culpables bajo circunstancias aparentemente normales. No sólo,

pues, resulta imposible identificar la palabra con el objeto ni con el concepto que representa, sino ni siquiera la palabra hablada con la palabra escuchada. Los terrenos quebradizos se hacen aquí movedizos…‖233. Para Flaubert, la palabra ni

define el ovejo ni es éste. ―La palabra no es el objeto, ni siquiera lo define. La palabra es el lugar en donde los hombres convivimos con las cosas‖234. Es tan

problemático el tema del lenguaje que ya Hobbes, en su Leviatán, destacó que verdad y falsedad no está en los hechos, sino que son atributos del lenguaje, lo que se afirma es verdadero o falso, no el hecho. Y el problema se hace más complejo e

insondable si tenemos en cuenta que no existen ―hechos‖ sino interpretaciones… Es cierto que los condicionamientos culturales logran una cohesión social en

procura de una comunidad homogénea, y así percibimos el mundo como los demás integrantes de nuestra sociedad. Este ―orden establecido‖ nos permite cierta seguridad dentro de nuestro contexto social, económico y político. ―Sin embargo,

estas normas sociales provocan ciertos desafíos bastante particulares… El condicionamiento cultural tiene un papel importante en nuestras vidas… El

materialismo que se ha impuesto ha ligado erróneamente los conceptos de la felicidad y de la posesión. Esta visión nos hace creer que entre más cosas poseemos, más felices somos. La búsqueda de la felicidad ha sido sustituida por la

búsqueda de placer… Aunque la libertad individual es muy grande en el mundo occidental, asimilamos de la misma manera las creencias que limitan nuestra vida

cotidiana. El individuo se confina por lo tanto a vivir una vida que no se asemeja a su ideal. Se siente atrapado en una trampa dentro de un torbellino de circunstancias incontrolables. Toma decisiones en función de lo que hacen los

demás y se convence de que la vida con la que sueña en secreto, es inaccesible. Y por lo tanto se aísla cada vez más. Prefiere conservar su status quo. Y se

resigna‖235. Con respecto a la tiranía ideas (ídolos) y convencionalismos, convendría reflexionar un poco sobre lo siguiente:

―Es mentira que debemos morir como animales en un sacrificio, mientras otros se llenan por la vida de herencias de los mejores manjares. La vida es

para vivirla, y no morir esperando las migajas de la mesa. ¿No tiene derecho el ave de volar en libertad sin sentirse amarrada? ¿No sentimos indignidad

por aquellos que se dejan adornar los cabellos por mirra, oro y espejos? La vida es cambio y evolución, y de ustedes depende mover las tuercas y ver la luz de sol, aunque esta pueda causar dolor, pues es sabido que para vivir a

232 REDONDO ORNELAS, José Manuel. Las travesuras de Hermes: ¿conocimiento más allá del lenguaje? http://www.revista.unam.mx 233 ESPINOSA, Germán. Ob. Cit. P. 35. 234 AGUIRRE ROMERO, Joaquín María. Lenguaje y tópico en la obra de Gustavo Flaubert. http://www.ucm.es 235 ROY, Louis-Simón. Revisar su condicionamiento cultural. http://www.libro-psicologia.com

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plenitud hay que sacudirse las cadenas de la tiranía de las ideas y

convencionalismos‖236.

La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura La persona, como ser cultural, como ser que hace cultura y que se hace gracias a

la cultura, necesita buscar el sentido de su cultura. Como la cultura es su habitación o su morada, busca las relaciones de sentido de ese mundo de posibilidades que es su cultura, teniendo en cuenta que ―las cosas cobran sentido cada vez más

profundo y cambian de sentido cada vez que son sometidas a nuevas relaciones‖237 La intencionalidad, como comunicación de sentido, anima el obrar de una persona,

y ese obrar transforma su mundo exterior (vida social) e interior (vida personal). ―Todo cambio intencional en la vida personal o en la vida social, obedece a una nueva valoración de relaciones, tiene un sentido‖238 La cultura es un esfuerzo por

hacer sentido nuevo. En la búsqueda de las relaciones de sentido se requiere interpretar los símbolos

implícitos en nuestra cultura. Un símbolo es una ―representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada‖239. Los símbolos comportan demasiada

importancia hasta el punto de afirmarse que el hombre es ser simbólico. ―Símbolo es toda realidad, natural o artificial, en la que se halla impresa una relación formal

para el hombre. La palabra casa es símbolo porque los sonidos que la conforman tiene un significado determinado. El hombre ha convertido esos sonidos en una forma de identificación que permite la comunicación interhumana. Lo mismo sucede

con un rito, una pintura, un gesto de un saludo, un vestido, una fórmula química, etc. Todas las realidades culturales poseen un contenido simbólico, consistente en

una formalidad con sentido para el hombre en general o para un determinado grupo humano‖240. La antropología simbólica concibe a ―cada cultura como un contexto en el cual los sujetos, pueden entender que se está comunicando, cómo

debe interpretarse un gesto, una mirada, y por lo tanto, qué gestos deben hacerse para dar a entender algo, qué palabras deben usarse y cuáles no, etcétera. Es

decir, la cultura es una red de signos que permite, a los individuos que la comparten, atribuir sentido tanto a las prácticas como a las producciones sociales‖241 La práctica cultural ha permitido la construcción de símbolos que es

necesario interpretar y clarificar, y develar su sentido profundo, oculto y velado. ―El pensamiento simbólico y la conducta simbólica se hallan entre los rasgos más

característicos de la vida humana y que todo el progreso de la cultura se basa en estas condiciones‖242 Hay quienes aceptan que el hombre es un animal simbólico.

―Cassirer dice que el símbolo es la significación de la existencia humana. Hay un sentido que envuelve toda la realidad, que cada existencia humana lo vive, lo plasma, lo trasmite; cuando ese sentido es vivido por cada uno de nosotros ese

sentido se transforma en una significación, y que se nos hace visible en un símbolo‖243 El símbolo es portador de un sentido y exige una comprensión. Cassirer

dice que el símbolo es la significación de la existencia humana. La significación es el sentido vivido, incorporado. El símbolo es plasmación del sentido. ―Qué es lo que el

236 PINKAS, Zarko. El profeta iluminado. http://www.lapagina.com.sv. 237 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. El sentido de nuestra cultura. En El hombre latinoamericano y su mundo. Nueva américa, Bogotá, 1986, p. 130. 238 Ibídem, p. 131. 239 DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. 240 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 131 241 SASTRE, Fernando. NAVARRO, Andrea. Ob. Cit. 242 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 131 243 VERGER, Osvaldo. El hombre como animal simbólico en Ernest Cassirer. http://imago-inis.blogspot.com

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símbolo pretende presentar, hacer visible: el sentido inherente a la existencia

humana‖244. La persona, prisionera en la cárcel cultural, necesita, a manera de una ―revolución

cultural‖, desinterpretar y reinterpretar su intrincado universo simbólico, conformado por el lenguaje, los mitos, el arte, las creencias, los rituales, las

rutinas, las tradiciones, las costumbres, los convencionalismos, la religión, etc., que son la urdimbre de la experiencia humana. ―Cassirer dice que el universo del hombre no es un universo físico, es un universo simbólico; está plasmado, está

configurado por múltiples y variadas formas. Las formas simbólicas son de diferentes tipos: el lenguaje, el arte, la religión, el mito, las ciencias que en el fondo

constituyen las diferentes expresiones culturales. Cuál es la función de estas formas culturales que son formas simbólicas: son el medio a través de las cuales nuestra experiencia se manifiesta, se expresa (la manifestación es simbólica); la

experiencia del hombre se manifiesta a través de estas expresiones culturales; es una forma distinta de ver la realidad‖245 Para conocer su realidad, la persona debe

interpretar todo ese mundo artificial. ―La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha

envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la

interposición de este medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la práctica… Vive, más bien, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños‖246.

Para comprender determinada cultura y a las personas que viven en ella, es importante el estudio de los símbolos. ―Sin una labor de interpretación de los

símbolos se nos escapa el sentido profundo de las realidades que constituyen nuestra propia cultura‖247 La semiología y la hermenéutica de la cultura se encargan del estudio de los símbolos. Estamos rodeados de todo tipo de símbolos que nos

están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir. La realidad es un ―texto‖ simbólico que hay que interpretarlo y

comprenderlo para no "perdernos" en ésta. Gracias al esfuerzo semiológico evitamos ser manipulados por los símbolos y ser pasivos ante las creencias y las valoraciones. En palabras del semiólogo Charles

Morris, nos sirve como antídoto para la explotación de la vida individual. El estudio semiológico de los símbolos le permite al ser humano ser autónomo, ―ni

desconfiado con exceso ni fácilmente mistificable, un centro de vida y no un animal hipnotizado‖248 La semiología (que también estudia los signos) diseña e interpreta

las condiciones de producción de sentido, los modos de producción de significación de los fenómenos sociales. En el contexto que nos ocupa, la semiología o semiótica es la ―disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos

sociales partiendo de la base de entender dichos fenómenos como configuraciones significativas‖249. Por consiguiente, el semiólogo tiene ―la responsabilidad de dar

cuenta de los procesos discursivos mediante los que las diferentes culturas logran dar intelegibilidad a sus propias prácticas sociales… Si nada de lo que nos rodea en el plano social es natural, todo es construido a partir de procesos que generan

sentido sobre la materialidad circundante, eso quiere decir que existe la posibilidad

244 Ibídem. 245 Ibídem. 246 CASSIRER, Ernesto. Antropología filosófica. Fondo de Cultura Económica, México, 1976. 247 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 132 248 MORRIS, Charles. Lineamientos de una teoría del signo. Losada, Buenos Aires, 1953. 249 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com.

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de "otro" mundo, de generar otro sentido...‖250. La semiología nos permite una

correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla;

porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que las veamos.

La hermenéutica de la cultura ejerce un papel demasiado preponderante en la interpretación de los símbolos culturales, por cuanto éstos, en algunos casos su interpretación no requiere mucho esfuerzo, mientras que en otros exigen un

profundo trabajo de interpretación. Dado que un símbolo puede poseer más de un sentido o significado, se debe acudir a la interpretación o exégesis. ―La cultura no

es algo que se tiene (como generalmente se dice), sino que es una producción colectiva, y esa producción es un universo de significados, ese universo de significado está en constantes modificaciones‖251 La interpretación, según

Heidegger, es el modo de estar del hombre en el mundo. Dilthey consideró la hermenéutica como autoexplicación de la comprensión de la vida. ―Elaborar los

proyectos correctos y adecuados a las cosas, que como proyectos son anticipaciones que deben confirmarse en las cosas, tal es la tarea constante de la comprensión‖252 Con la hermenéutica se nos propone una idea de cultura como

diálogo y conversación. La hermenéutica de la cultura se ―hace necesaria porque las expresiones culturales poseen una estructura funcional que responde a un

sentido oculto o porque concatenan varios sentidos insospechados‖253 El símbolo es susceptible a múltiples y variadas lecturas, interpretaciones. ―Los símbolos constituyen un aspecto del mundo, aspecto que no resulta evidente a la experiencia

inmediata. Los símbolos expresan situaciones, ciertas estructuras de la existencia que son imposibles expresar de otro modo. Por lo tanto en los símbolos la

existencia humana queda comprometida‖254. Para comprender el sentido de la cultura y la cosmovisión de una comunidad se requiere desentrañar su intrincada red simbólica. ―Fiestas, ritos, canciones,

imágenes, costumbres forman una masa rica en sentidos aparentes, ocultos o semiocultos, que no se revelan totalmente ni siquiera a los mismos miembros del

pueblo‖255 La vida del espíritu no se puede aprehender si no captamos el sentido de sus manifestaciones. Comprender es el modo originario de ser. ―Interpretamos desde dentro de la tradición y esa interpretación jamás es definitiva… Por más que

tratemos de interpretar nuestros símbolos culturales, no existe la interpretación definitiva, pues en la medida en que cada nuevo intérprete se incorpora al sentido

que hay que comprender, también cada nueva época puede interpretar correctamente y de forma distinta el texto u objeto de que se trata‖256.

Esta labor hermenéutica es compleja por la multiplicidad de símbolos que aparecen en todas las dimensiones culturales, por la profundidad oscura en que se alojan algunos sentidos simbólicos y por la variedad de intenciones con que pueden

ser concatenados los sentidos de un símbolo o la variedad de modelos de simbolización. ―De esta multiplicidad de formalizaciones o simbolizaciones

culturales, surge una multiplicidad de modelos interpretativos‖257 Los más representativos y expresivos, dada su oposición de intencionalidad, son el de la continuidad de sentidos y el que rompe con éstos. ―La primera forma hermenéutica

se basa en la continuidad de sentido entre los distintos planos de un símbolo. Un

250 Ibídem. 251 SASTRE, Fernando. NAVARRO, Andrea. Ob. Cit. 252 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 253 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 138. 254 CASSIRER, Ernesto. Ob. Cit. 255 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 138. 256 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 257 Ibídem, p. 139.

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sentido aparente nos lleva a otro oculto mediante un mecanismo de lógica o de

sentimiento universal. El trabajo hermenéutico, en este caso, se convierte en una restauración de sentido, en un develamiento de la verdad profunda que confiere

sentido definitivo al símbolo. El hermeneuta supone aquí que el símbolo posee una verdad. Y se coloca a la escucha de la palabra que le revelará esa verdad. Su

actitud interpretativa es de atención y confianza. Este modelo hermenéutico es utilizado, por ejemplo, en la exégesis bíblica, en las investigaciones antropológicas, en los análisis literarios, etc. La segunda forma, al contrario, se basa en el corte, la

ruptura entre los niveles de sentido. No es la analogía, como en el caso anterior, sino la equivocidad lo que sustenta la ambigüedad del simbolismo. La tarea

hermenéutica consiste aquí en el ejercicio de la sospecha… El hermeneuta pretende reducir ilusiones, desmitificar creencias, denunciar máscaras y falsas justificaciones. Su actitud arranca de la desconfianza. Sólo destruyendo las máscaras, las

simulaciones, los ídolos, las ilusiones es posible reconstruir el sentido auténtico…‖258 La palabra, nos decía Antoine de Saint-Exupéry, es fuente de malos entendidos.

Estos modelos no son antagónicos sino complementarios, porque ambos son dos momentos en el análisis interpretativo. Si se excluye uno de ellos, el otro se vuelve totalizador. No obstante hay que mantenerlos en tensión dialéctica. ―No hay que

olvidar que todo iconoclasmo obedece a la búsqueda de otro sentido; ni que tampoco es imposible identificar un rostro enmascarado mientras no se le destruya

su máscara. Toda sociedad posee una carga mítica. De ahí la necesidad de comenzar por hacer morir los ídolos, por desenmascarar y desmitificar las realidades culturales, para poder llegar a la verdad profunda de sus símbolos…

Cualquier expresión lingüística, en el sentido más comprensivo del término, puede ser un símbolo preñado de sentidos ocultos. Descifrar estos símbolos es la tarea

reservada a quien pretenda descubrir la cultura de un pueblo‖259 La tiranía de los condicionamientos culturales

Los seres humanos, encadenados a la cultura propia de nuestro contexto,

encontramos dificultades en la dinámica de nuestras relaciones interpersonales, debido a los condicionamientos, convencionalismos, tradiciones, imposturas, determinismos, supuestos, creencias, marcos referenciales, esquemas compartidos,

construcción de la realidad social, yo colectivo, pensamiento grupal, imaginarios socioculturales, inconsciente colectivo, masificación y cosificación, entre otros

fenómenos culturales, que nos tiranizan con su velado poder hasta el extremo de imponernos qué pensar, qué sentir, qué decir y qué hacer. ―Todos saben que las

influencias sociales de la cultura son enormes… la cultura y sus normas y papeles moldean nuestras identidades y conductas…‖260 Las diversas situaciones sociales influyen poderosamente en nosotros, pero nosotros también influimos en las

situaciones sociales. Individuos y situaciones sociales interactuamos. Existe un estrecho vínculo entre lenguaje y cultura y cultura y comunicación. ―Lenguaje y

cultura están íntimamente ligados, uno depende del otro para existir, sin palabras el hombre no puede pensar racionalmente… La comunicación y la cultura son un solo campo de estudio. La cultura no es un ente fijo, una herencia; es un proceso

que se construye en la interacción‖261. Con respecto al lenguaje como ―camisa de fuerza‖, que condiciona el decir, el psiquiatra y filósofo Luis Carlos Restrepo

Ramírez precisa lo siguiente:

258 Ibídem, p. 140. 259 Ibídem, p. 141 260 MYERS, David. Ob. Cit. Págs. 186 y 187. 261 SAAVEDRA MONTOYA, Nancy. Ob. Cit.

146

―(…)el lenguaje se constituye también en camisa de fuerza que expresa un

orden y relaciones jerárquicos, con censuras implícitas y caminos prohibidos. El niño queda inscrito desde el momento de la concepción en una trampa

lingüística que asigna un lugar y destino a sus deseos, señalando como buenos los que se amoldan a su estructura y condenando al ostracismo los

que no se avienen a las normas valorativas, fonéticas y gramaticales predominantes en el grupo cultural al que pertenece… Como afirma Max Horkheimer, la coherencia y el nexo lógicos que se dan en los diferentes

quehaceres de la vida cotidiana, responden a las necesidades de dominio de una élite que gracias a la diferenciación lingüística y conceptual asegura la

continuidad, regularidad y uniformidad del proceso productivo. La capacidad señalizadora y discriminativa del lenguaje se pone al servicio de un interés de poder, objetivando relaciones eficientes entre las personas, subdividiéndolas

y clasificándolas según las funciones que deben cumplir al interior de la estructura social, recurriendo al aparato lingüístico para justificar y

encadenar su actividad (…). (…) El lenguaje, dice Lacan, es una trama que preexiste a la llegada del sujeto y como tal, portadora de la tradición y experiencia central de la

comunidad, a más de fundamentadora de las estructuras elementales de la cultura. El lugar del sujeto está ya definido en el momento del nacimiento,

atrapado en un discurso que lo trasciende y le impide decir algo que no esté codificado en las permutaciones fonéticas y gramaticales que la lengua autoriza. El lenguaje es la ley, el pacto social congelado que tiene el poder de

señalar los límites entre la realidad y el sinsentido. Al constituir, el lenguaje construye también un mundo de tinieblas, de no dichos, de cosas imposibles

de decir, de deseos y vivencias que entran a conformar lo que se conoce como inconsciente…‖262

Encarcelado en la prisión de los condicionamientos culturales, el individuo vive en la soledad, padece una crisis de soledad. La soledad es su compañera. Prisioneros

de la soledad no sabemos convivir con la soledad. ―A la gente le aterra la soledad porque no sabe estar consigo misma. La soledad no es estar uno solo, sino saber estar uno solo. Las más complejas relaciones son las de uno consigo mismo. Para

llegar al sentido de concentración se necesita saber estar consigo mismo‖263. La comunicación incomunicadora lo aísla más y más. ―La soledad vigila las relaciones

con espíritu prevenido; la comunicación se establece únicamente en base a criterios profesionales, diplomáticos, ocupacionales o simplemente convencionales. Dicha

comunicación es banal porque no hay identificación posible con el otro. Es ocasional, permanece sólo mientras se satisfacen intereses transitorios; es competitiva, de confrontación, no de animación y búsqueda de la verdad; es pobre,

no procede del enriquecimiento y conocimiento mutuos; no puede dar ni recibir valores, de cuya posesión ningún espíritu aislado es totalmente pródigo o

mendigo‖264. La comunicación es auténtica y liberadora si está animada por la búsqueda de la verdad. ―Cuando dos personas rompen las barreras de su intimidad para permitir una comunicación profunda, la claridad de la relación supera las

actitudes ficticias, las conductas estudiadas; la verdad irrumpe necesariamente como don y como requerimiento. Se experimenta la sensación de encontrarse a sí

mismo, de reconocerse a través del otro, buceando con placer en ideas y sentimientos que se enriquecen, perfeccionan y complementan mutuamente. La

262

RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. La trampa de la razón. Arango editores, Bogotá, 1995, págs. 45, 46 y 47. 263

GILARDI POLAR, Hernando. Claves para triunfar en la vida. Fundación Nueva Acrópolis. 264

DEL SOCORRO, María Luz. Ob. Cit. P. 71.

147

comunicación se establece en lo profundo del YO y, por tanto, es auténtica y

liberadora‖265. En nuestra cultura, las normas culturales en el ámbito social (reglas para la

conducta aceptada y esperada), que nos restringen y nos controlan, afectan de manera sutil pero poderosa nuestras actitudes y conducta. ―La diversidad

notablemente amplia de las actitudes y conductas de una cultura a otra indica el grado en que somos los productos de las normas culturales‖266 Si bien es cierto que las tradiciones culturales nos proporcionan beneficios, éstas nos ―cobran‖ un alto

precio, especialmente en nuestra cultura occidental, profundamente individualista y competitiva. En ésta las personas disfrutan de más libertad personal, pero el precio

es soledad, violencia y tensión emocional. Además de los convencionalismos, las tradiciones, las costumbres, los esquemas, los marcos referenciales, las imposturas, los supuestos, los pareceres,

las creencias y los modelos sociales acríticos, también condicionan la dinámica de la comunicación y, por ende, las relaciones interpersonales, fenómenos como los

atavismos, los estereotipos, los contextos, la socialización, la educación (¿domesticación?) y la ideología. Las personas vivimos condicionadas por estos hechos sociales. ―El hombre no vive únicamente su vida personal como individuo,

sino que también, consciente o inconscientemente, participa de la de su época y de la de sus contemporáneos. Aunque inclinado a considerar las bases generales e

impersonales de su existencia como bases inmediatas, como naturales, y a permanecer alejado de la idea de ejercer contra ellas una crítica… el individuo puede idear toda clase de objetivos personales, de fines, de esperanzas, de

perspectivas, de los cuales saca un impulso para los grandes esfuerzos de su actividad; pero cuando lo impersonal que le rodea, cuando la época misma, a pesar

de su agitación, está falta de objetivos y de esperanzas, cuando a la pregunta planteada, consciente o inconscientemente, pero al fin planteada de alguna manera, sobre el sentido supremo más allá de lo personal y de lo incondicionado,

de todo esfuerzo y de toda actividad, se responde con el silencio del vacío, este estado de cosas paralizará justamente los esfuerzos de un carácter recto, y esta

influencia, más allá del alma y de la moral, se extenderá hasta la parte física y orgánica del individuo. Para estar dispuesto a realizar un esfuerzo considerable que rebase la medida de lo que comúnmente se practica, sin que la época pueda dar

una contestación satisfactoria a la pregunta «¿para qué?», es preciso un aislamiento y una pureza moral que son raros y una naturaleza heroica o de

vitalidad particularmente robusta‖267 Aquí no se trata de entrar en abierta ―revolución‖ y rebelión contra estos

fenómenos sociales, profundamente arraigados en el inconsciente, dada la programación cultural; lo que se pretende es que se cuestionen, se revisen, se analicen, se replanteen y se prescinda, paulatinamente, de aquellos que se

convierten en obstáculos para la comunicación y las relaciones interpersonales. El hecho de que no podamos escapar de las cadenas culturales no puede impedirnos

tomar conciencia de los condicionamientos que nuestra cultura nos impone y tratar, en la medida de nuestras posibilidades, liberarnos de su tiranía avasalladora. Las costumbres merecen una profunda revisión, porque hay costumbres a las

cuales uno no debe ―acostumbrarse‖. Un espíritu libertario, crítico, iconoclasta y contestatario, propio de los intelectuales, no se acostumbra dócilmente a las

costumbres. Por consiguiente, explora y reinventa nuevas maneras y estilos de comunicación y de relaciones interpersonales, diferentes a las tradicionales, a las que nos hemos ―acostumbrado‖, con el fin de posibilitar la convivencia armónica y

265

Ibídem, p. 72. 266 MYERS, David g. ob. Cit. P. 216. 267 MANN, Thomas. La montaña mágica. Edhasa, Barcelona, 2002

148

pacífica. Un detractor de las costumbres acríticas y tiranas nuca se sube al

remolque de la multitud y sabe morir en la soledad.

La programación cultural Como vivimos ―programados‖ culturalmente, procedemos mecánicamente: a tal

pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas. ―La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta razón tan endeble somos capaces de matarnos por

defender: honor, patria, bandera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido

real, que nos han inculcado como cultura. Y lo mismo ocurre con las ideas religiosas... Toda esa actitud sólo depende de nuestra programación. Estamos programados desde niños por las conveniencias sociales, por una mal llamada

educación y por lo cultural. Vivimos por ello programados y damos la respuesta esperada ante situaciones determinadas, sin pararnos a pensar qué hay de cierto

en la situación, y si es consecuente con lo que de verdad somos esa respuesta habitual y mecánica… Cuando eres un producto de tu cultura, sin cuestionarte nada, te conviertes en un robot. Tu cultura, tu religiosidad y las diferencias raciales,

nacionales o regionales te han sido estampadas como un sello y las tomas como algo real. Te enseñaron una religiosidad y una forma de comportarte que no has

elegido, sino que te vinieron impuestas desde fuera, antes de que tuvieses edad o discernimiento para decidir, y sigues así, con ellas colgadas, como una piedra al cuello. Sólo lo que nace y se decide adentro es auténtico y te hace libre. Lo que

haces como hábito y que no puedes dejar de hacer porque te domina, te hace dependiente, esclavo de lo que crees, porque te lo han programado. Sólo lo que

surge de dentro lo analizas, lo pasas por tu criterio y te decides a ponerlo en práctica asumiéndolo; es tuyo y te hace libre‖268 Es que, desde antes de nacer, ya estamos programados. ―En el ser humano la relación entre sujeto y objeto de

conocimiento está atravesada por el orden de la subjetividad. Es imposible la constitución de una objetividad humana que no esté atravesada por la subjetividad,

desde los comienzos de la vida. ¿Qué significa esto? La madre inscribe sus esquemas representacionales (su peculiar visión de la realidad, las cosas a las que le presta atención, los recortes que hace del mundo) en el inconsciente del niño, sin

ser consciente que lo hace. Dice Silvia Bleichmar que el hijo parasita biológicamente a la madre y la madre lo parasita simbólicamente‖269. Para el

relativismo antropológico, el ser humano no es más que el producto de normas culturales que lo moldean y programan. Por su parte, Marx pensaba que ―la esencia

del hombre no es más que el conjunto social en que vive‖270. Una persona, a pesar de ser producto de sus condicionamientos y del medio ambiente que le rodea, ―puede dar un sentido a su vida, sin que se deje dirigir completamente por sus

condicionamientos‖271. La programación comienza desde que somos niños, o si no leamos los siguientes versos de Juan Manuel Serrat, quien nos lo dice de una

manera sencilla y bella: "Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, / con nuestros rencores y nuestro porvenir. / Por eso nos parece que son de goma / y que les bastan nuestros cuentos / para dormir. // Nos empeñamos en dirigir sus

vidas / sin saber el oficio y sin vocación. / Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones / con la leche templada y en cada canción"272.

268 DE MELLO, Anthony. Autoliberación interior. http:/ www.promineo.gq.nu 269

HARAMBOURE, María Helena. Aprendizaje vs. Enseñanza. http://construccionanormalidad.blogspot.com/2007/11/paul-watzlawick-el-sinsentido-del.html 270

FROMM, Erich. El corazón del hombre. Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 135. 271 DIRKS, Heinz. La psicología descubre al hombre. Ediciones Nacionales, Bogotá, p. 159. 272

SERRAT, Juan Manuel. Esos locos bajitos.

149

Esas leyes (instrumentos de poder), tácitas o establecidas sociojurídicamente,

ejercen un enorme poder alienatorio que sujeta a los sujetos. Cuántas veces, la ley, que debe estar al servicio de la persona o de la colectividad, termina, contraria a su

espíritu, tiranizando, esclavizando. ―La esclavitud a la ley es una de las más serias consecuencias a que han conducido las estructuras socioeconómicas y políticas al

hombre en todos los tiempos; el sometimiento a esquemas, la reproducción en serie de tipos ideales, construidos según maquetas estáticas que obedecen a normas y a principios que lejos de servir al hombre le recortan, han creado dentro

de las instituciones hombres serviles, fanáticos o anárquicos, tipos cada uno bien funesto para la sociedad, que tiene como función facilitar el camino del destino

creador de cada hombre... Los esclavos de la ley son aquellos que sin comprender su sentido, se acogen a ella literalmente, más como defensa que como esfuerzo, más como componenda que como argumento, son los que le sirven estérilmente y

en lugar de fieles se convierten en serviles. El espíritu de la ley queda reemplazado por la obediencia ciega, por la letra muerta; el hacer se convierte en un no hacer.

El deber ser en un tener que, lo cual despersonaliza al individuo, comunicándole una configuración bien deformada… El sentido de la ley debe enriquecer mi persona; para ello es necesario rescatar y conquistar dicho sentido a cada instante;

las opciones concretas a las que ella me somete deben producir en mi un sentimiento de dignidad personal, que se apoya en el reconocimiento de mi

libertad. La ley así me permite tomar conciencia, me hace libre, me dignifica y pone en movimiento en lugar de esclavizarme‖273. Dyer afirma que las leyes son necesarias y el orden es parte importante de la sociedad civilizada, pero aclara que

―la obediencia ciega a los convencionalismos es algo completamente distinto, algo que puede ser mucho más destructivo para el individuo que el hecho de violar las

leyes. A menudo estas leyes son absurdas y las tradiciones dejan de tener sentido‖274.

Las creencias moldean nuestra percepción de la realidad Nuestras creencias, un fenómeno psicosocial, también necesitan de nuestra

reflexión. Las creencias, mayoritariamente impuestas por la tradición religiosa, que ejerce una profunda influencia en la manera en que percibimos, interpretamos y sistematizamos la realidad, condicionan nuestra manera de ser y de estar en el

mundo. Este tipo de convicciones de superstición y de prejuicios, constituyen el pensamiento que ―representa la realidad, o lo que es tomado por realidad, presente

en nosotros en grado mayor que las ficciones y hace que pese más sobre el pensamiento y que tenga una influencia superior sobre las emociones y sobre la

imaginación‖275 Nuestras creencias impiden ver la realidad tal como es. La vemos tal como nosotros, tan programados como estamos, creemos que es. ―Como soy, así veo‖,

sentenció Ralph Waldo Emerson. Las creencias no sólo moldean nuestra interpretación de todo, también nuestras percepciones y recuerdos. ―Hay una

realidad objetiva allá afuera, pero nosotros la vemos a través de los anteojos de nuestras creencias, actitudes y valores‖276 Obsesionados por verificar nuestras creencias, no buscamos evidencias para refutarlas. En el plano epistemológico las

creencias impiden la búsqueda de la verdad, pues ―con notable facilidad formamos y sostenemos creencias falsas‖277, sin que establezcamos certeza de nuestras

percepciones e interpretaciones de la realidad, por cuanto no comportan criterios

273 DEL SOCORRO, María Luz. Mujer, liberación y destino. STVDIVM, Madrid, 1974, p.18 y 19. 274

DYER W., Wayne. Ob. Cit. 275 MARTINEZ ECHEVERRI, Leonor y Hugo. Diccionario de filosofía. Panamericana, Bogotá, 1997. 276 MIERS, David. Ob. Cit. P. 42. 277 Ibídem, p. 66.

150

de objetividad incontrastables. ―Las sociedades en su conjunto siguen impregnadas

de condicionamientos culturales, donde lo religioso siempre tiene su lugar, y quizás más todavía hoy con el ascenso de los fundamentalismos que representan un

retroceso del pensamiento, una vuelta atrás de algunas decenas de años incluso hasta de varios siglos‖278.

Dentro del amplio y variado espectro de las creencias encontramos los dualismos que dividen arbitrariamente la realidad, que por naturaleza es compacta, empezando por nuestro ser personal: cuerpo y alma o materia y espíritu. Así

mismo, la dualidad, propia de nuestra cultura, nos clasifica en buenos y malos, feos y bonitos, pobres y ricos, sabios e ignorantes, etcétera, etcétera. Por consiguiente,

producto de nuestra cultura, adoptamos posturas dogmáticas, actuando sólo como amigos o enemigos: ―O él o yo‖, pareciere ser nuestra manera de interrelacionarnos. ―El sentido de la dualidad ha interpretado el sentido de que

puede existir lo bueno y lo malo. No existe lo malo, existe la desviación de lo bueno. Las cosas no tienen doble cara; las cosas son lo que son. No nos

preocupamos por hacer las cosas bien, sino por no hacer las cosas bien. El dualismo nos ha hecho perder el sentido del universo: en lugar de mejorar lo que es, siempre atacamos lo que nos parece que no es. No digamos: Esta persona no

es buena; digamos: Esta persona tiene que ser más buena"279. En consecuencia, nuestras creencias nos convierten, en muchas ocasiones, en personas

intransigentes, agresivas, conflictivas, dogmáticas e intolerantes, sin que afloren espacios de diálogo argumentado y nuevas formas de relaciones interpersonales en donde impere el respeto por la diferencia, por lo diverso, por lo múltiple. ―Si los

demás no son y se comportan como yo quiero, son objeto de mis críticas, de mis denuestos, de mi rechazo y de mi animadversión‖, se impone como máxima que

rige la dinámica de nuestra ―convivencia‖. ―En lugar de discutir un razonamiento se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es, en este sistema, sinónimo de enemigo-, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla

peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición, sino también toda diferencia: el que no está conmigo está contra mí, y el que no está

completamente conmigo, no está conmigo‖280. La importancia de la diferencia

En opinión del investigador Salvador Moreno López, si bien es cierto que entre nosotros hay semejanzas significativas, también encontramos en los demás

importantes diferencias. Es por ello que piensa que es ―difícil sostener que existe sólo un conocimiento válido de la realidad, compartido de la misma forma por todas

las personas‖281. Por el hecho irrefutable de ser personas únicas e irrepetibles, tenemos que consentir, así nos resulte difícil, que el otro piense y se exprese libremente, haciendo uso legítimo de su inalienable derecho a ser diferente. ―Por

pertenecer a culturas diferentes, los hombres son diferentes, poseen distintos modos de vida, se expresan de manera diferente, interpretan y valoran la realidad

según patrones diversos‖282 Los modelos culturalmente impuestos y aceptados eclipsan nuestro espíritu crítico, impidiéndonos entender la importancia de las diferencias. ―Cada uno tiene

su propia sensibilidad, una tendencia natural a preferir ciertas actitudes y comportamientos respecto a los demás. Por otra parte, si no hubiera diferencias,

278 ABELLA, René. Los condicionamientos culturales y religiosos. http://www.culturaespirita.com. 279

GILARDI POLAR, Hernando. Ob. Cit. 280

ZULETA, Estanislao. El elogio de la dificultad. Universidad del Valle, 1980. 281 MORENO LOPEZ, Salvador. Los imaginarios sociales de la comunicación interpersonal. http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n25/smoreno.html 282 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. p. 72.

151

incluso profundas, entre los individuos, nunca tendrían lugar los procesos de

renovación que transforman, a menudo de forma radical, normas y estereotipos que habían permanecido inmutables durante mucho tiempo‖283 Para revelarnos

contra los dictados culturales, ―se requiere de una protección contra la tiranía de las opiniones y pasiones dominantes, contra la tendencia de la sociedad a imponer

como reglas de conducta sus ideas y costumbres a los que difieren de ellas, contra su tendencia a obstruir el desarrollo e impedir la formación de individualidades diferentes… El principio de la libertad humana requiere la libertad de gustos y de

inclinaciones, la libertad de organizar nuestra propia vida siguiendo nuestro modo de ser. No se puede llamar libre a una sociedad, cualquiera sea la forma de

gobierno, si estas libertades no son respetadas‖284. A pesar de que compartimos una biología similar, somos socialmente diferentes. Biológicamente somos parecidos, pero diferentes socialmente. Nuestra biología compartida posibilita

nuestra diversidad social. ―Debido a que nuestras mentes no ven la realidad de modo idéntico, cada uno de nosotros responde a una situación según la

construyamos‖285 Libres de los condicionamientos culturales, podremos comprender que los mecanismos sociales están encaminados deliberadamente a que tengamos una

visión compartida de las situaciones humanas, que desconocen la pluralidad y las diferencias, para que las personas piensen de acuerdo con el rebaño y se

―aclimaten‖ dentro de él, con el ánimo de que se anule el pensamiento crítico y se desconozcan otras realidades distintas a las que nos imponen dichos mecanismos. ―Bajo la justificación de que las sociedades necesitan de mecanismos y procesos

que las mantengan unidas, y que preserven el orden social necesario para la convivencia, muchas veces se esconden formas de dominación, manipulación,

imperialismo o totalitarismo. Dichos mecanismos y procesos se hacen también presentes en la comunicación y en las relaciones interpersonales. Es así que encontramos contenidos y formas de comunicación que, si bien es cierto

contribuyen a mantener también una desigualdad entre hombres y mujeres, y entre adultos y niños, por ejemplo, son sancionadas positivamente por muchos, incluso

por aquellos y aquellas que padecen la injusticia, la desigualdad o el mal trato‖286. Quienes manipulan los diversos mecanismos socioculturales, tendientes a la homogenización o a la ―visión compartida‖, generan ambientes inapropiados para

que la dinámica comunicativa fluya, por cuanto pretenden ―eliminar‖ las diferencias y que todos piensen y sientan de la misma manera, en aras de favorecer oscuros

intereses, generalmente inherentes a las relaciones de poder y de dominación. Por consiguiente, el ser humano en nuestro sistema productor de mercancías, además

de estar extraviado en la racionalidad instrumental, viviendo de sucedáneos que lo despersonalizan, lo cosifican y masifican, no se reconoce a sí mismo como un ser diferente, ni reconoce en los demás una condición análoga. Perdido como está

dentro de los estrechos límites de su marco cultural, no desarrolla habilidades comunicativas ni es capaz de aceptar, en su mundo anónimo y vacío, que su

realidad es distinta de la de los demás, y que en toda praxis comunicativa se tiene que permitir que aflore la realidad de los interlocutores y se les posibiliten espacios para disentir, controvertir, debatir y opinar de manera diferente a como conciben la

realidad intrínseca y extrínseca.

283 GIOMMI, Roberta. PERROTTA, Marcello. Ob. Cit. 284 ACEVEDO LINARES, Antonio. La tolerancia como presupuesto fundamental para la construcción de una cultura de la democracia en América Latina. http://www.monografias.com/trabajos11/tole/tole2.shtml 285 MYERS, David g. ob. Cit. P. 215. 286 Ibídem.

152

Comunicación y relaciones de pareja

Las relaciones de pareja (profundamente condicionadas por las tradiciones, los convencionalismos y las costumbres) y su complejo universo afectivo y

comunicacional se ven hondamente condicionadas y afectadas por la concepción que se tiene de ésta en nuestra cultura y los roles genéricos (―formas típicas de comportarse para uno y otro sexo‖) que impone la misma. La psicoterapeuta María

Consuelo Cárdenas señala que la dinámica de la pareja se ve profundamente expuesta a irreconciliables inconvenientes por la diferencia en la concepción y

expectativas que a priori se tienen de ésta; también influyen la resistencia al cambio, el mito de que hay que compartirlo todo, las relaciones de poder, el nivel de entrega, la incompatibilidad en las diferencias en las expectativas de rol y los

factores socioeconómicos. Considera que las diferencias genéricas en las expectativas respecto a la relación de pareja obedecen a las socialización de roles

que se hace todavía en nuestro contexto sociocultural. Los roles arbitrarios, socioculturalmente establecidos, pretenden que la mujer ―sienta‖ y el hombre ―piense‖, y encasillar a la mujer en el rol ―expresivo‖ y al hombre en el rol

―instrumental‖. ―Esto limita al hombre en su expresividad, a la vez que dificulta la comunicación con la mujer porque definitivamente su marco de referencia es otro…

En nuestro medio parece prevalecer la idea de que cada uno de los géneros, hombre y mujer, le corresponden determinadas expresiones y actividades en relación con el otro. Se sigue suponiendo que la mujer debe expresar sus

sentimientos, verbalizar necesidades, y al hombre esto parece estarle negado o al menos limitado… En pocas palabras, todo el terreno de la llamada vida privada

sigue siendo responsabilidad fundamental de la mujer, y se asigna al hombre el terreno de lo público. Esta concepción de los roles genéricos lleva implícito un círculo vicioso: mantiene una separación de esferas de vida y de formas de

expresión que dificultan la comunicación entre los miembros de la pareja y garantizan, por consiguiente, que nada cambie… en la práctica lo que permite la

existencia de la relación de pareja es que cada pareja, cada persona, es única, diferente y construye su propia forma de vivir, y bienvenida sea la creatividad y la iniciativa para hacerlo‖287 La psicóloga plantea la necesidad de cambiar la

socialización de roles que nos muestran como seres opuestos y que nos definen como contrarios por siempre. No se trata de invertir los roles del hombre por los de

la mujer, pero sí de modificarlos de manera que el otro ―no se vea como el opuesto, o el superior o el inferior en una jerarquía, sino como una persona, diferente, por

supuesto, pero de igual nivel‖288 Cada vez que surjan conflictos en la pareja por la diferencia de roles, sus integrantes deben estar dispuestos a introducir algunos cambios para encontrar nuevas formas de enfrentarlos y solucionarlos.

Como quiera que, según la experiencia terapéutica de Cárdenas, muchos de los diversos problemas de pareja tienen su origen en las múltiples diferencias y en la

discrepancia sobre los roles adecuados a cada uno de sus componentes, es procedente ―enseñar habilidades de comunicación y expresión de todos aquellos sentimientos, creencias, deseos y actitudes que cada cual trae a la relación, para

que a través de esta comunicación se compartan las diferencias, que siempre estarán presentes, y que son, precisamente, las que hacen atractiva la idea de

establecer una relación con otro porque es distinto y se mantiene diferente, porque si se anula la diferencia ese atractivo dejaría de serlo‖289.

287 CARDENAS SAENS DE SANTAMARIA, María Consuelo. Las relaciones de pareja, la importancia de la diferencia. Uniandes, Bogotá, 1990, p. 36, 55 y 174. 288 Ibídem, p. 37. 289 Ibídem, p. 51.

153

Las relaciones de pareja, dada la programación cultural ―machista‖ del varón, se

tornan un tanto difíciles en el ámbito de la dinámica comunicativa, por cuanto el hombre adopta, en muchas ocasiones, un lenguaje autoritario e intimidatorio. Para

que éste propicie de diálogo armónico y participativo, debe conocer la naturaleza femenina, bien diferente a la suya. ¡Qué paradoja! La mujer, un ser profundamente

fervoroso y, según una mujer, ―religiosa por naturaleza‖290, es víctima de sus creencias. ¿Acaso el mismísimo San Pablo no sentenció como axioma irrefutable que la mujer estará sometida al marido? ―Que las esposas se sometan a sus

maridos… En efecto, el marido es cabeza de su esposa… cuerpo suyo… Y así como la Iglesia se somete a Cristo, así también la esposa debe someterse en todo a su

marido‖291. Son tan oprobiosos estos ―axiomas‖ paulinos para la dignidad de la mujer, que, precisamente, un sacerdote, obrando como imprimatur292, aclara que ―entre cristianos no cabe el prejuicio masculino de que hay que someter a la

mujer…‖293 En pleno siglo XX cuántas mujeres siguen creyéndose el ese cuento tan absurdo e indigno de que ―la esposa debe someterse en todo a su marido‖. Y

pensar que esa doctrina paulina es el dogma ―oficial‖ que se repite en la celebración del matrimonio en los rituales católicos tradicionales. ¿Será que un hombre que siga al pie de la letra el imperativo de San Pablo verá a la mujer como un ser igual

y como un interlocutor válido durante un evento comunicativo? Como secuela de los absurdos ―preceptos sociales‖ se estableció arbitrariamente

cómo debe ser y qué debe hacer la mujer y cómo debe ser y qué debe hacer el varón. Así, debido a estas imposiciones culturales, se configuró a la mujer ―como dependiente y sumisa, tierna e intuitiva, débil y temerosa, caprichosa y superficial,

voluble e incomprensible‖294; constituyéndose el mito de lo femenino, contrario a lo viril, ―caracterizado por la fuerza y el valor, la inteligencia y la decisión, el dominio,

la autoridad, cualidades indispensables para el ejercicio del poder‖295. Por consiguiente, esta injusta discriminación ha facilitado que el hombre se imponga sobre la mujer atropellando sus derechos y su dignidad humana. Esta oprobiosa

realidad no le ha permitido a la mujer buscar su verdad, sino que ha tenido que aceptar la verdad impuesta por el hombre. Las palabras de la investigadora María

Luz del Socorro nos invitan a reflexionar: ―(…) Este hecho de juzgar la verdad al contacto con los otros la han llevado muchas veces a adquirir una configuración mental impuesta desde fuera, con criterios

universales, elaborados frecuentemente por el hombre. La mujer se ha limitado a las fronteras que le han sido impuestas y ha aprendido la verdad a través de la

imagen que se le ha querido comunicar. Esto lo ha asimilado de una manera tan candorosa, que pocas veces intenta recurrir a sí misma para descubrirse

plenamente (…). (…). La visión poética que matiza la contemplación femenina, la lleva finalmente a construcciones mentales impregnadas de este sentimiento (debilidad de la especie),

impulsándola a desempeñar papeles heroicos tales como el silencio, el anonimato, la entrega y el pleno sacrificio‖296.

Gustavo Flaubert nos dejó una interesante reflexión en labios de Madame Bovary:

290

DEL SOCORRO, María Luz. Ob. Cit. P. 27. 291

SAN PABLO. Carta a los efesios. Cap. 5, ver. 22 y 24. 292

“Un Imprimatur es una declaración oficial por la jerarquía de la Iglesia Católica de que una obra literaria o similar está libre de error en materia de doctrina y moral católica, y se autoriza por lo tanto su lectura por los fieles católicos”. http://www. es.wikipedia.org. 293

SANCHEZ B., Manuel. Arzobispo de Concepción (Chile). Sagrada Biblia Latinoamericana. Edición familiar. C. D. Stampley Enterpriss, Charlote (USA), 1991, p. 290 (Nuevo Testamento). 294 PALACIOS, Martha Lucía. El sexo en los adolescentes. Editora Cinco, Bogotá, 1986, p. 11. 295 Ibídem. 296 DEL SOCORRO, María Luz. Ob. Cit. P. 21 y 22.

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―Un hombre, al menos, es libre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar

los obstáculos, gustar los placeres más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente vedado. Fuerte y flexible a la vez, tiene en contra de sí las molicies

de la carne con las dependencias de la ley. Su voluntad, como el velo de su sombrero sujeto por un cordón, palpita a todos los vientos; siempre hay algún

deseo que arrastra, pero alguna conveniencia social que retiene‖297. Daniel López les habla a las mujeres a través de la canción Corazón de mujer.

¡Escúchenlo! ―Devuélveme la vida, / no me hagas más llorar; / no sujetes ya mis alas / que hoy

quiero volar; / tengo sentimientos, sueños y deseos, / mi voz grita con fuerza ¡libertad!‖ Conclusión

Para liberarnos de las cadenas de los condicionamientos e imposiciones culturales y poder desarrollar habilidades comunicativas, además de fortalecer nuestro

espíritu crítico, iconoclasta, contestatario, anticonvencional, libertario y controversial, se requiere explorar, así sea de manera superficial, las diversas ciencias que se relacionan con el lenguaje y, por ende, con la comunicación, como

la sociolingüística (estudio de las interrelaciones entre estructura social y sistema lingüístico), la lingüística (estudio del lenguaje), psicolingüística (estudio del

proceso de la adquisición del lenguaje), la neurolingüística (estudio de los mecanismos del cerebro humano que facilitan el conocimiento y la comprensión del lenguaje), la psicología social (estudio de la manera en que las personas piensan

unas de otras, se influyen y se relacionan entre sí), la sociología del lenguaje (estudio de los factores socioeconómicos y sociopolíticos que condicionan el

lenguaje), la filosofía del lenguaje (estudio del uso y el entendimiento del lenguaje, el significado, la verdad, el aprendizaje y la creación del lenguaje), la semiología (estudio de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas), la

hermenéutica (arte de interpretar los discursos escritos o hablados), la gramática (arte de hablar y escribir correctamente una lengua), retórica (arte de bien decir,

de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover), la dialéctica (arte de dialogar), la lógica (estudio de la rectitud de las operaciones y actos del

entendimiento), la quinesia (estudio del lenguaje corporal) y las funciones del lenguaje (representativa o referencial, expresiva o emotiva, apelativa o conativa,

poética o estética, fática y metalinguística). ¿Por qué es necesario conocer, así sea de manera somera, estas ciencias

relacionadas con el lenguaje? Porque ―desde el momento en que estamos dentro del ser-lenguaje estamos siempre acercándonos a la realidad con ―prejuicios‖ que predeterminan la comprensión, que la anticipan‖298. Los prejuicios son subjetivos,

y, como se sabe, la lente de la subjetividad es un espejo deformante. El ideal de la Ilustración (supremacía del poder de la razón) era combatir los prejuicios. ―La razón

tiene como cometido fundamental ser clarificadora y autoclarificarse: la razón consiste siempre en no afirmar ciegamente lo tenido por verdadero, sino en ocuparse de ello críticamente‖299.

Todo lo anterior nos llevará a entender que nuestros interlocutores, además de ser emisores válidos, son personas que tienen su particular manera de interactuar y

comprender su mundo en una forma muy diferente a la nuestra, pero que es digna de todo nuestro respeto y aceptación. Así no compartamos su peculiar cosmovisión, tenemos el deber de aceptarla; de lo contrario, se presenta una accidentalidad del

297

FLAUBERT, Gustavo. Madame Bovary. Oveja Negra, Bogotá, 1982. 298 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 299 Ibídem.

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diálogo, del acto comunicativo. ―Los interlocutores son llevados por el diálogo y

nunca pueden saber a priori a qué lugar les va a llevar el diálogo ni donde va a terminar éste. Cuando uno de los interlocutores intenta controlar la conversación lo

que hace es acabar con ella‖300 Si somos seres pluriétnicos y multiculturales, nos debe animar el imperativo categórico de reconocer y aceptar las diferencias.

―Mientras nos preparamos para jugar, trabajar y vivir con personas cuya cultura y género difieren del nuestro, necesitamos comprender cómo cada uno de nosotros ha llegado a ser quien es. Y al aceptar nuestras diferencias, nuestras sociedades

necesitan también abrazar ideales unificadores que los mantengan juntos. Hacerlo así puede finalmente ayudarnos a ampliar nuestros círculos de amor para abarcar

no sólo a nuestras familias, vecinos y grupos étnicos, sino a la comunidad humana completa en nuestra nave espacial planetaria‖301 Finalmente, convendría reflexionar sobre las palabras de la sicóloga María Luz del

Socorro: ―La comprensión de la persona como tal exige de inmediato la comprensión de su

devenir, es decir, de su realidad de ser en movimiento, cuya última finalidad es la realización plena de sus potencialidades y de sus aspiraciones‖302.

300 Ibídem. 301 MYERS, David g. ob. Cit. P. 187. 302

DEL SOCORRO, María Luz. Ob. Cit. P. 93.

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APÉNDICE IV

LA SEMIOLOGÍA: OJOS PARA LEER EL LIBRO DEL MUNDO Contenido Introducción El hombre, como ser social, necesita comunicarse El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística La semiología, una ciencia muy útil La semiología en la educación El lenguaje de las relaciones sociales La semiología en el análisis de los relatos La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos Introducción Desde el nacimiento hasta la muerte vivimos rodeados de signos que simbolizan. Lo signos nos acechan, nos informan, nos orientan y hasta nos confunden. Nuestro quehacer es interpretarlos en búsqueda de su significado con el aporte de la ciencia de los signos, es decir, con la semiología. Gracias a ésta, en nuestra interrelación con los signos podremos interpretarlos y comprenderlos. En la dinámica comunicativa necesitamos interpretar y comprender los signos que comunican múltiples significados. Lo que vemos y oímos nos ‘habla’ constantemente en los códigos que nos rodean. La semiología nos sirve como instrumento teórico que facilita la interpretación de los objetos culturales y sociales. Se nos convierte en un aparato analítico, riguroso y eficaz para la interpretación de los discursos sociales. La semiología es la ciencia de los signos y la ciencia de la comunicación. En el presente texto me dispongo a disertar, con el aporte de especialistas, sobre este saber tan complejo, pero de palpitante actualidad y capital importancia. Sin entrar en honduras semiológicas –que es tarea de los teóricos de la semiología-, pretendo embarcarme en la difícil aventura de elaborar un escrito que les sirva a los lectores –profanos en este apasionante universo- para aproximarse al conocimiento de los signos a través de la ciencia que se encarga de su estudio. Como en la Red existen diversos trabajos sobre el particular –algunos con cierta profundidad-, solamente procuro escribir sobre el tema de manera sucinta mediante un lenguaje comprensible, de un diletante en semiología y no de un semiólogo. Exploro someramente la comunicación y los signos, enfoco el quehacer semiológico en los procesos comunicativos, en la búsqueda de significados, en sus relaciones con la semántica y la lingüística; destaco su importancia en la interpretación y comprensión de los signos en nuestra cotidianidad; la abordo con respecto a la educación; diserto sobre el lenguaje de

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las relaciones sociales y sobre la semiología en el análisis de los relatos (lenguaje textual y lenguaje cinematográfico); y, finalmente, me sumerjo en las relaciones de sentido en nuestra cultura saturada de signos y de símbolos. Es importante destacar y agradecer el aporte de los textos consultados, en especial el de “Introducción a la semiología”, de Alberto Cárdenas y Héctor Beltrán, el cual orientó y facilitó mi labor. El hombre, como ser social, necesita comunicarse El hombre, el individuo, el sujeto o la persona humana, en su quehacer cultural, en aras de poder comunicarse con los demás hombres, ha tenido que crear o inventar signos y aprender a “leerlos”, interpretarlos o descodificarlos con el fin de comprender sus significados, tanto de los artificiales como de los naturales. Como ser social, el hombre necesita comunicarse, porque quien no se comunica se aliena y se neurotiza. La comunicación es un presupuesto de su ser personal y una de sus dimensiones de su ser multidimensional. La comunicación humana, que es mucho más que sólo hablar y escuchar palabras, se considera como un intercambio de signos que contienen un significado. En la praxis comunicativa se realiza la codificación y la descodificación de los diversos conjuntos de códigos, que son sistemas de signos que tienen relaciones directas e indirectas con los significantes y con los significados. Los signos tienen una intención simbólica, es decir, los signos simbolizan. Un código es un sistema de signos, cada uno con su propio significado. En ejemplo es el semáforo o la vestimenta. Como la semiología hace posible la comprensión del contexto, los códigos (sistemas de signos) son los medios para poder rescatar el contenido del mensaje. En la comunicación humana el hombre interpreta símbolos, porque su mundo es el mundo del símbolo. “La palabra y, concretamente, el símbolo, se convierten en el medio que permite comprender y entender la realidad abstrayéndola, la cual llega a ser el objeto de la comunicación”303. Su mundo es el mundo de la interpretación de los signos y de los símbolos. Como los símbolos no tienen un solo sentido, el hombre los interpreta en función del contexto social, ya que es éste quien determina los significados. Una bombilla roja, por ejemplo, de suyo no tiene una significación determinada; es en un contexto social donde adquiere su significación particular: un estudio fotográfico, alarma o situación de peligro, un prostíbulo, una luz navideña, una señal intermitente en una torre, un destello utilizado por los automotores para indicar “pare”, freno o anunciar una desviación, etc. “Es, pues, en función de la realidad como se construyen y se interpretan los símbolos de la comunicación humana”304. El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos Como ser o animal sígnico, el hombre vive en un universo complejo de signos. Además de ser sígnico, el hombre también es simbólico. El hombre, a diferencia del animal –que conoce su medio sólo a través de la experiencia directa-, cristaliza su saber y sus sentimientos en representaciones simbólicas. El animal sólo tiene mundo extensional, mientras que el hombre cuenta con un mundo simbólico. “En cambio, el hombre vive en el plano extensional y habla de

303 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Introducción a la semiología. USTA, Santafé de Bogotá, 1996. 304 LOPEZ FORERO, Luis. Introducción a los medios de comunicación. USTA, Bogotá, 1992.

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su vida consigo mismo en el símbolo, bien con palabras, bien con símbolos carentes de valor verbal, como la pintura, la música y la danza. El ser humano no se contenta con un conocimiento extensional, sino que casi no puede prescindir de hablar consigo mismo sobre lo que ha visto, sentido y hecho”305. Dentro de sus entornos (social, ecológico y tecnológico) vive rodeado y, en cierta manera, condicionado y manipulado por signos y símbolos; su mundo es un universo sígnico y simbólico. En su cotidianidad se encuentra con diversos signos: verbales, gráficos, icónicos y gestuales, entre otros. Los hombres, como seres culturales, somos seres semiológicos. Nuestro mundo es un rompecabezas gigantesco, una colección de signos y claves que hay que interpretar porque tienen un sentido. El semiólogo traduce los mensajes que se transmiten dentro de una cultura; es como un investigador que sigue las pistas y llega hasta los signos que nos “hablan” subrepticiamente. El mundo es una colección de signos y claves que hay que interpretar en búsqueda de significados. Como los signos transmiten significados e informaciones de maneras complejas están en la base del simbolismo y del estilo personal. Es por eso que un sobrero puede tener un significado general socialmente, pero también podría tener asociaciones personales sólo para su dueño, usuario o poseedor. Pero, ¿qué es un signo? La definición de signo es problemática toda vez que es un concepto polisémico. El Diccionario de la lengua española lo define como: “Objeto, fenómeno o acción material que, natural o convencionalmente, representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción”. El signo es algo que utilizamos para manifestar otra cosa. Es un objeto material o imagen psíquica que interviene en el proceso comunicativo, representando o sustituyendo otro objeto o imagen, para percibir, conservar, transformar y retransmitir una información relativa al objeto o imagen representado o sustituido. El signo es una entidad síquica compuesta por significante o contenido y significado o expresión. “El significante (imagen acústica) es la huella síquica que produce en la mente el estímulo de un signo. El significado es el concepto que nos formamos después del estímulo de un significante”306. La función de los signos es comunicar. Los signos son creaciones culturales como instrumentos comunicativos. El hombre, para expresar pensamientos, acude al lenguaje, es decir, emplea formas verbales y formas no verbales. “El papel que desempeñan los signos no verbales aumenta considerablemente día a día. Carteles, anuncios, diagramas, mapas, planos, imágenes y multiplicidad de formas enriquecen los medios que emplea el hombre para establecer comunicación”307. El signo se caracteriza por ser una cosa natural, convencional, arbitraria y material. La relación entre signo y referente o significado es indirecta, debido a que ésta es arbitraria por cuanto no hay vínculo necesario entre ellos. Entre el signo y el significante hay una relación causal o natural porque los dos son correlativos. Entre el significante y el significado existe una relación de adecuación. “La constitución de un signo exige ciertos requisitos: la convención o acuerdo de los usuarios para que tales signos funcionen; el carácter síquico que involucra sonidos en el cerebro; y una imagen conceptual que es el reflejo de las abstracciones que hacemos de la realidad”308. Si el signo evoca o representa la idea de otra cosa, es convencional, “y tiene un carácter abierto e ilimitado porque siempre se pueden crear nuevos signos o códigos; de ahí que exista una amplísima variedad de

305

HAYAKAWA, S. I. El lenguaje en el pensamiento y la acción. UTEHA, Grupo Noriega Editores, editorial Limusa, México, 1993. 306 SAUSSURE, Ferdinad de. Curso de lingüística general. Planeta-Agostini, Barcelona, 1985. 307 FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Semántica general. Usta, Bogotá, 1984 308 Ibídem.

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códigos, de cuyo estudio también se encarga la semiótica, entre otros: olfativo, táctil, proxénico, cinésico, pictórico, musical, paralingüístico y lingüístico”309. La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos Toda comunicación o información, emitida a través de signos verbales y no verbales, requiere de diversas herramientas metodológicas para comprender sus significados. Es así que el hombre en sus múltiples faenas culturales ha creado y recreado, inventado y reinventado artes o ciencias, como la lingüística, la filología, la gramática, la hermenéutica, la exégesis, la lógica, la retórica y la semiología, entre otras, para comprender el significado de la infinidad de signos que lo circundan en su universo sígnico y simbólico. En el campo de la comunicación, terreno fértil para el trabajo semiológico, la semiología aparece como una disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos sociales, entendiéndolos como configuraciones significativas. “Es una mirada que permite dar cuenta de los mecanismos con los cuales, sobre materialidades diversas, damos sentido a nuestra realidad”310. Para poder comprender esos signos y esos símbolos o desentrañar el lenguaje y la comunicación que éstos contienen se requiere, además de las anteriores, del aporte específico de la semiología o semiótica, tanto en su aspecto teórico como práctico. Semiología y semiótica son una misma ciencia. La primera, que tiene sus orígenes en Europa, se constituyó sobre el estructuralismo, que es la teoría y el método científico que considera un conjunto de datos como una estructura o sistema de interrelaciones. La segunda, teorizada en los Estados Unidos, se planteó con fundamento en el positivismo, conocido como el sistema filosófico que admite únicamente el método experimental y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto, y el pragmatismo, método filosófico según el cual el único criterio válido para juzgar de la verdad de toda doctrina científica, moral o religiosa, se ha de fundar en sus efectos prácticos. La semiótica, como herramienta metodológica que sirve para dar cuenta de los sentidos que construye una sociedad y para democratizarla, se erige sobre las bases de factores esencialmente sicológicos y sociológicos, y nos presta su auxilio en la interpretación crítica de la significación de los fenómenos sociales. Desde la semiología se ubica el texto como sistema de comunicación y se explica la forma de construcción del mensaje. Etimológicamente, semiología procede del griego semeion (signo) y logos (estudio), que sería estudio del signo; semiótica, del griego semeion (signo) e ykos (relativo a), es lo relativo al signo. Entonces semiología o semiótica es la ciencia, el estudio, la teoría, la disciplina o la reflexión sobre el signo (códigos, lenguas, señalizaciones, símbolos, síntomas, lenguajes, ritos, ceremonias, artes, vestidos, fiestas, emblemas, escudos, banderas, protocolos, propagandas, juegos, saludos, ideologías, tradiciones, costumbres, convencionalismos, espectáculos deportivos, celebraciones religiosas, construcciones arquitectónicas, culinaria, insignias militares, alfabeto de sordomudos, formas de cortesía, títulos nobiliarios, cargos públicos, etc.) en el seno de la vida social, debido a que el mundo del hombre es un universo complejo de signos. Semiología es la ciencia que estudia la naturaleza, la clasificación, la interpretación y la producción de los signos. La semiología aborda el problema del significado en su raíz, descubriendo los elementos y las relaciones que tienen el significante y el significado. “La semiótica se ocupa de cualquier cosa que

309 GONZALEZ ALBEAR, María Isabel. Análisis semiológico del texto “Molinos o gigantes”, de Javier Tomeo. www.monografias.com 310 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com/2009/06/para-que-sirve-la-semiologia.html

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pueda considerarse como signo. Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como sustituto significante de cualquier cosa”311. La semiología es la disciplina dedicada a estudiar los signos no verbales, es decir, los signos pictóricos, visuales, cinéticos, escritos, etc. Con respecto a los signos, ésta se encarga de definirlos, clasificarlos, dividirlos, caracterizarlos y determinar su naturaleza, su objeto, su estructura, sus funciones, sus alcances y sus límites, entre otras actividades que realiza esta ciencia. “En términos generales, la semiología tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que fuere la sustancia y los límites de estos sistemas –que pueden encontrarse en ritos, protocolos o espectáculos- constituyen, si no ‘lenguajes’, al menos sistemas de significación”312. En sus investigaciones semiológicas, Umberto Eco plantea la existencia de la semiótica general y la semiótica aplicada. La primera diseña e interpreta las condiciones de producción de sentido y los modos de obtención de significación de los fenómenos sociales. La segunda es la descripción de una gramática de producción de sentido o de una manera de funcionamiento textual. La semiótica se enfoca en la comunicación humana, y por eso tiene implicaciones sociales. En presencia del hombre, el signo deja de ser señal porque al ser el significado del significante se carga inmediatamente de connotaciones sociales. “Toda señal, en cuanto es interpretada por el hombre, se convierte en símbolo”313. Eco atribuye a la semiótica el estudio de los procesos culturales como procesos de comunicación. La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos La semántica se ocupa de orientarnos en el esclarecimiento de los problemas del significado. La semántica, objetivo del hermeneuta o del descodificador, es la ciencia de los significados. Entre el signo y el referente no existe una relación directa, sino que se relaciona por el sentido. “El sentido es un proceso semiótico fundamental en el análisis. El sentido, en tanto dirección, finalidad, o intención, se encuentra, en el nivel de la enunciación, en el plano del contenido: el significado de las palabras en una cadena de relaciones de significado entre varios códigos”314. El significado es la información de una realidad expresada por el signo. “El significado de un signo es la relación recíproca entre el signo material y el objeto al cual presenta”315. Entre los modos de significación encontramos la relación directa entre signo (realidad material) y sentido (significante); la motivación: relación natural (analógica o metafórica) entre significante y significado; la arbitrariedad: no hay relación entre significante y significado; la monosemia: un solo significado del signo; la polisemia: varios significados del signo; la denotación: significado primario u objetivo del signo; y la connotación: significado secundario o subjetivo del signo. La denotación supone siempre un primer lenguaje con sus significantes y sus significados. La connotación es un segundo lenguaje que engloba al primero, pero con un significado simbólico. La connotación no es más que la forma de la denotación. “Tanto en el lenguaje articulado como en el cinematográfico se

311 ECO, Umberto. Tratado de semiótica general. Lumen, Barcelona, 1975. 312 BARTHES, Roland. Semiología. Alberto Corazón editor, Madrid, 1971. 313 LOPEZ FORERO, Luis. Introducción a los medios de comunicación. Usta, Bogotá, 1992. 314 ADRIANA AZUCENA RODRIGUEZ. Semiótica de los relatos. http://cosasdeteorialiteraria.blogspot.com/2013/04/semiotica-del-relato.html) 315 ECO, Humberto. Signo. Labor, Barcelona, 1976.

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puede hablar de un primer sentido (el sentido literal) que se comunica inmediatamente a través del signo, y de un segundo sentido (el sentido profundo) que se expresa a través de la manera se organiza y presenta el primero”316. Todo mensaje tiene una jerarquía de intencionalidad con varias escalas y posibilidades de interpretación que van desde niveles superficiales a ni niveles profundos. Un signo es algo que transmite un significado. En el ejemplo del fuego se aprecia cómo funcionan los signos. El humo es un indicio del fuego, la fotografía del fuego es el ícono del fuego y la palabra fuego es un signo del fuego. Un signo es cualquier cosa que evoca o representa la idea de otra. Es cualquiera de los caracteres usados en la escritura. Es la asociación de un significado, o un contenido semántico, y de un significante, o expresión. El signo lingüístico, uno de los muchos signos, es una entidad psíquica de dos caras, formada por la unión de significante (imagen acústica) o contenido y significado (concepto) o expresión. El significante del signo lingüístico es el conjunto de los elementos fonológicos de la serie de sonidos que lo forman, por ejemplo, el significante de la palabra niño sería n+i+ñ+o. El significado del signo lingüístico es el concepto o idea que evoca en la mente el significante. “Pues bien, el signo, en cuanto signo, es correlativo, paralelo y eco de la cosa significada, la fotografía de lo fotografiado, la imagen de la realidad imaginada, la semejanza de lo semejante, el indicador de la cosa indicada, la señal de lo señalado. Por ello, conocer en su totalidad un signo no es conocerlo solamente en sí mismo sino además conocer la cosa significada. El conocimiento de una fotografía no se limita a los elementos físicos, químicos, visuales y demás, sino que nos traslada al paisaje o persona fotografiados”317. Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística La semiología, en su estudio del signo, se relaciona con otras ciencias como la sicología, la sociología, la sociolingüística, la filosofía, la antropología, la fenomenología, la etnología, la epistemología, la semántica y la lingüística, entre otras. En este documento solamente reseño su vínculo con las dos últimas, sin desconocer que también comporta profunda relación con otros saberes como la sintáctica y la pragmática.

El signo, cuyas finalidades es manifestar otra cosa, ser vehículo del pensamiento y la realidad y ser un elemento del proceso de significación, es tridimensional, y por eso se relaciona con la semántica, la sintáctica y la pragmática. “Texto es un artificio sintáctico – semántico – pragmático cuya interpretación está prevista en su propio proyecto generativo, sistema de nudos o amalgamas donde se articula y manifiesta todo el tejido de marcas, rasgos o prioridades que lo explicitan”318. En concepto de Rosario Moñalich Suárez, “cada texto constituye una unidad organizada en partes dotadas de sentido e intención comunicativa que se caracteriza por su cierre semántico y para su comprensión se acude a pistas gráficas, sonoras, icónicas y otras”319. La semiótica o la semiología consideran el signo desde tres puntos de vista o tres direcciones, es decir, desde la tridimensionalidad. La dimensión semántica o referencial se ocupa de asociar un significante con un significado; es la resultante de la dimensión sintáctica. La dimensión semántica logra su profundidad en sus funciones emotiva, connotativa y poética gracias a la

316 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 317 ZABALZA IRIARTE, Joaquín. Lectura sobre el derecho. Tomás de Aquino y Latinoamérica. Usta, Bogotá, 1978. 318 ECO, Umberto. Ob. Cit. 319 MOÑALICH SUAREZ, Rosario. Interdisciplinariedad e Intertextualidad: una ojeada desde la didáctica de la Literatura en Acerca de la enseñanza del español y la Literatura. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 2003

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dimensión pragmática. La pragmática (o los actos del habla o los actos lingüísticos) es el estudio de los signos en relación con los usuarios de éstos. La pragmática es la ciencia que analiza los contextos significativos y las acciones del emisor y del receptor. La dimensión sintáctica tiene que ver con la relación formal entre los signos con independencia de las personas que hablan y las relaciones con las cosas significadas. La dimensión pragmática o relación con los contextos tiene su íntima relación con la producción y uso de los signos. En concepto de Charles Morris, la pragmática, en el universo semiológico, “trata del origen, usos y efectos producidos por los signos en la conducta dentro de la cual aparecen”320. La semiótica, que habla de índices, símbolos e iconos, orienta su interés en la triada semántica-sintáctica-pragmática: con la semántica estudia la relación entre los signos o los objetos a los que se refiere; con la sintaxis estudia las relaciones de los signos entre sí; y con la pragmática toma en consideración los nexos entre el signo y quien lo interpreta o descodifica. La sema ntica es la ciencia de los significados. Es el estudio del significado de los signos lingu í sticos: palabras, expresiones y oraciones. La palabra sema ntica procede del griego semaino (significar) e icos (relativo a). “El te rmino sema ntica (del griego semantikos, "lo que tiene significado") se refiere a los aspectos del significado, sentido o interpretacio n de signos lingu í sticos como sí mbolos, palabras, expresiones o representaciones formales”321. Segu n Jakobson, la sema ntica es el estudio de la significacio n y la investigacio n de los diferentes tipos de significados. “La poesí a se basa en el signo verbal como tal. Esta caracterí stica de la poesí a esta centrada en el sonido, el significado y su interrelacio n. La sema ntica es un constituyente vital de la poesí a y, por lo tanto, de su ana lisis cientí fico, que se denomina poe tica… La visio n sema ntica debe ser cuidadosamente considerada en lo que atan e a los componentes fone micos, morfemas, palabras, estructuras sinta cticas, frases y, por u ltimo, en la segmentacio n del discurso”322. El significado es siempre algo ma s amplio que lo que se muestra en la apariencia inmediata. La semántica, que interpreta signos como figuras, símbolos, códigos alfabéticos, numéricos, alfanuméricos, colores, entre otros, proviene del griego, nos brinda su valioso aporte en la obtención del significado de los signos. La semántica, la ciencia del contenido del mensaje, es componente importante en la lingüística, y por tanto de la semiología. La semántica se relaciona con lo epistemológico, lo sintáctico con lo lógico y lo pragmático con el uso y la acción. Como la relación o dimensión semántica se relaciona con el objeto, la sintáctica con otros signos y la pragmática con los usuarios, es necesario interpretar los signos desde esta trilogía o triada, de manera interdependientes, para evitar significados encubridores o enmascaradores de la realidad que nos impiden interpretar las motivaciones, las convenciones, los intereses ocultos en los mensajes, las informaciones o significados de los signos, de acuerdo con la potestad de quien los crea o manipula. “Al interpretar un complejo sígnico no es suficiente averiguar qué dice (enfoque semántico-sintáctico), sino también qué no dice, qué hubiera podido decir, qué quiso decir en las circunstancias en que los signos fueron emitidos”323. Para que los signos sean comprendidos tiene que existir una relación entre la semántica, la sintaxis y la pragmática, debido a que la finalidad de acercarnos a cualquier signo es la comprensión. “Comprender es descubrir el sentido de un objeto cultural; y descubrir su sentido es hallar la relación de los signos que constituyen dicho objeto con los propósitos del hombre. La comprensión es lo mismo que el análisis pragmático de los signos; y análisis pragmático es lo mismo que interpretación

320 MORRIS, Charles. Signo y comportamiento. Losada, Buenos Aires, 1946. 321 http://es.wikipedia.org 322 BLECUA, José Manuel. Lingüística y significación. 323 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor.

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teleológica”.324 Los lenguajes o sistemas sígnicos del saber o epistemológicos representan las relaciones entre los elementos del mundo objetivo, y pretenden la representación de la estructura de la realidad, al margen de la sensibilidad. “Todo discurso científico es un cuerpo de signos, que, como todo sistema sígnico, posee una sintáctica, una semántica y una pragmática. Del aspecto sintáctico de la ciencia se ocupa especialmente la lógica; del semántico, la epistemología; y del pragmático, la sociología de la ciencia. En cuanto a la semiología, aun cuando está en capacidad de integrar los tres tipos de relaciones, se ha especializado hasta ahora en el estudio de las relaciones entre significantes y significados de los lenguajes científicos”325. Con respecto a su relación con la lingüística, que es la ciencia encargada del estudio científico del lenguaje como medio de comunicación y como sistema de signos, con el fin de conocer su naturaleza y su estructura, encontramos que tienen profunda implicación y no se ha determinado con precisión si la semiología es parte de la lingüística o ésta es parte de la semiología. Lo cierto es que la semiología estudia el singo en general y la lingüística el signo lingüístico; es decir, las se ocupan del signo. El objeto de la semiología es el estudio general de todos los sistemas de signos; como tal, engloba a la lingüística, según la propuesta de Ferdinand Saussure. "La tarea del lingüista es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos"326. Éste señala que el problema lingüístico es ante todo semiológico. En opinión de Roland Barthes es una la parte de la lingüística que tiene por objeto del estudio de las grandes unidades significantes del discurso. La semiótica, tal como lo propuso Pierce, es la ciencia encargada de del estudio de los signos, similar a la semiología propuesta por Saussure. La semiología estudia el signo, y éste es un concepto de la lingüística, que también es una ciencia relacionada con el análisis de la actividad humana. La lingüística, cuya tarea fundamental consiste en el esclarecimiento de la relación entre significado general de un signo verbal y su contexto, se relaciona con la semiología porque el problema lingüístico es fundamentalmente semiológico, y todo sistema semiológico se coimplica con el lenguaje, que es el conjunto de signos para representar el universo. Las reglas establecidas por la semiología se podrán aplicar a la lingüística, según el proyecto de Saussure. Se encontrarían más relaciones en que la semiología estudia todos los posibles sentidos transmitidos a través del lenguaje, a nivel de las estructuras profunda y superficial. También porque la semiología ayuda a estudiar los signos a nivel lingüístico; teniendo implicaciones evidentes con la gramática, especialmente con la sintaxis, la semántica, la fonética, la morfosintaxis, etc. Su relación es evidente en el análisis literario porque nos ayuda a encontrar el sentido profundo de las lecturas. Igualmente, se patentiza como complemento o auxiliar para entender el uso del lenguaje; y al profesor le sirve en la enseñanza de la escritura y la comprensión e interpretación de textos. La semiología, una ciencia muy útil Como nuestra sociedad capitalista, pragmática, utilitaria y consumista –donde impera la racionalidad instrumental- exige que los saberes sean prácticos, en función de los

324

Ibídem. 325

CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M. Héctor. Ob. Cit. 326 SAUSSURE, Ferdinad de. Ob. Cit.

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resultados para satisfacer la demanda de la competitividad, es pertinente tratar de demostrar la utilidad de las ciencias y de otros saberes, so pena de pasar como conocimientos inútiles. La semiología también debe demostrarle a los “utilitarios” que es útil. La semiología, indiscutiblemente tiene profusa importancia. Estamos rodeados de todo tipo de signos que nos están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir; signos que podemos comprender con el valioso aporte de la semiología o semiótica (estudio de los signos), que es una ciencia de los modos de producción, funcionamiento y recepción de los diferentes sistemas de signos de comunicación entre individuos y colectividades. Nuestro mundo está rodeado de signos que, de una u otra manera, nos afectan, nos impresionan y nos comunican, difunden o trasmiten informaciones evidentes o tácitas. La realidad es un "texto" que hay que interpretarlo y comprenderlo para no "perdernos" en ella. Cada signo impreso en ésta nos brinda diversas informaciones para orientarnos o desorientarnos; haciendo que siempre estemos expectantes para que no nos engañen los sentidos y el entendimiento y las percibamos equívocamente, convirtiéndonos en instrumentos u en objetos de esa realidad hábilmente manejada por quienes tienen interés de manipularla y, de paso, manipularnos. Gracias a la ayuda de la ciencia de los signos interpretamos éstos y evitamos la instrumentalización y la manipulación. “El sabio deberá someter a crítica, con la mirada puesta en la realidad, su propio lenguaje y el de los demás, pues la duplicidad encubridora, el equívoco, etc. se agazapan de continuo en las palabras”327. La semiología nos permite una correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que las veamos. Así mismo, identificar, interpretar y analizar los signos de nuestro entorno para ubicarnos en nuestra realidad, comprometiéndonos con la transformación y mejoramiento de ésta. La semiología, como disciplina que se ocupa del estudio comparativo de los sistemas de signos, desde los sistemas de señalización más sencillos hasta los lenguajes naturales y los lenguajes formalizados de la ciencia, puede transmitir una comunicación o la expresión de un sentido; hacer posible que el "oyente" o el lector comprenda una comunicación transmitida, e inducir a una acción, influir emotivamente, etc. La semiología facilitará hacer correcto uso de las señales de tránsito, por ejemplo, en nuestras agitadas ciudades "grises", para acatarlas cómo debe ser y no como queremos que sea; de lo contrario, las consecuencias son apenas obvias. Si bien es cierto que no se necesita ser un "semiólogo" para entenderlas, sí es innegable que el concurso de la semiótica es una herramienta valiosa para su mejor y adecuada comprensión. Un ejemplo práctico de la actividad semiológica la encontramos en el tradicional semáforo, por cuanto la trilogía de luces son señales que “tienen significaciones diferentes y son sustitutivas, dentro del tránsito, de las funciones que un fiscal cumple en una comunidad”328. La capacidad de comprender los signos es una herramienta útil, por ejemplo, para las personas que trabajan en publicidad, que utilizan la semiología para crear sus mensajes; también para el público, que debe aprender a resistirse a los mensajes ocultos del 327 SANTO TOMAS. Sentencias. 328

MARIN, Perfecto. La semiología. Alcances y fines.

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anunciante, que de no estar verdaderamente alerta podrán alienarlos y manipularlos con sus fútiles anuncios que pretenden decirles qué comer, qué vestir, qué pensar, cómo actuar y cómo ser. Aquí es importantísima la ayuda de la semiología para evitar que el consumismo nos envuelva en su amplio manto y nos deshumanice, perdiendo nuestra autonomía y autenticidad, y de paso encontrar lógica la inversión de valores que nos hacen ver y apreciar a las personas por lo que tienen o por lo que se ponen, por sus apariencias, y no como en realidad son ellas. Es fundamental la semiología, en ésta y muchas circunstancias, para ser uno mismo, una de las más difíciles tareas del ser humano. La semiología responde en nuestro tiempo a una necesidad precisa: la propia historia del mundo contemporáneo. El hombre necesita acudir a la semiología porque en nuestro “espacio estimúlico” o entorno (conjunto de las cosas que nos rodean y percibimos sensorialmente) nos encontramos con múltiples y complejísimos signos y símbolos –de manera evidente o tácita- y todo tipo de significados (muchas veces “indetectables” a pesar de ingentes esfuerzos). La semiología, además de ser una forma de analizar la lengua y una manera de leer textos, es una invitación a “leer el mundo” como si fuera un texto. “Aunque no este escrito en ningún lado que la finalidad práctica de la semiótica sea transformar el mundo, el pensamiento crítico acerca de la realidad que implica la mirada semiológica es un modo de cambiar actitudes pasivas y de forzar, desde esa nueva mirada, una duda permanente sobre todos los valores heredados”329. Ella nos enseña en qué consisten los signos y cuáles son sus leyes. Su palpitante interés es tanto que algunos afirman que nos sirve para “movernos en el mundo”. Nos sirve para descubrir lo que las cosas significan e interpretar el mundo. La finalidad última de la semiología es la búsqueda de significados para comprender el mundo que nos rodea. Significado es, según el diccionario, el concepto que, como tal, o asociado con determinadas connotaciones, se une al significante para constituir un signo lingüístico. En aquella asociación, pueden dominar los factores emotivos, hasta hacerse casi exclusivos como en el caso de la interjección. Es importante para el examen de las obras literarias, musicales y artísticas, por ejemplo, como sistemas de significado que hay que descifrar y con los cuales hay que experimentar, en lugar de como obras del genio creativo que hay que valorar. Como el significado del libro depende de los códigos, más que del autor, independiente de las intenciones de éste, es necesaria la semiología. Es así como podemos percibir que la novela "En nombre de la rosa", de Humberto Eco, nos muestra cómo su personaje principal (un monje) emplea métodos semiológicos para investigar una serie de asesinatos espeluznantes y desconcertantes ocurridos en un monasterio. En el cine, igualmente, se ha hecho sentir mucho la influencia de los conceptos semiológicos, como en el caso de "La Guerra de las galaxias", por ejemplo. Charles Morris, estudioso de la semiótica, a continuación nos muestra cómo es de importante ésta en los diversos momentos de la vida social:

Todo individuo que haya considerado los fenómenos de signo desde el punto de vista de la semiótica debería haber tomado conciencia de lo importante que resulta distinguir los diversos modos de significar y los varios empleos a que pueden sujetarse los signos. Todo aumento en tal conciencia debiera ampliar la capacidad individual para utilizar los recursos de signo que la cultura pone a nuestra disposición. Se aprecia así la importancia crucial de la

329

MONZON, Francisco Leonardo. Ob. Cit.

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ciencia, al proveer información fidedigna sobre uno mismo y sobre el mundo, una información en interés propio y un factor poderoso para originar y rectificar apreciaciones y prescripciones. Al mismo tiempo, estará capacitado para moverse entre tipos de discurso que no sean el científico para utilizar los recursos de la ficción, la poesía, la mitología, la religión y la filosofía en la dirección y orientación de su vida. Porque la vida como actividad no puede contentarse con mera información; necesita elegir los objetos con los cuales ha de entrar en contacto y requiere la elaboración de técnicas adecuadas para entrar en relación con dichos objetos. Únicamente el individuo que aprovecha los signos de los artistas, los profetas y los filósofos, tanto como la información que le suministran los hechos de ciencia, se encuentra viviendo al nivel de una individualidad compleja. Quizá la tarea más importante que pueda hoy realizar la semiótica consista en demostrar el papel fundamental que desempeñan en la vida los signos no científicos, pero haciéndolo de tal manera que no reduzca en lo más mínimo la capital importancia de la ciencia.

EI conocimiento de los signos también puede servir para que el individuo no permita que lo exploten los demás. Desde la cuna hasta la tumba, desde que se levanta hasta que se acuesta, el individuo de hoy se halla rodeado por una interminable red de signos, mediante los cuales procuran los demás adelantar sus propios objetivos. Se indica lo que ha de creer, lo que debe aprobar o desaprobar, lo que debe hacer o evitar. Si no se pone en guardia se transforma en un verdadero robot manipulado por signos, pasivo en sus creencias, sus valoraciones, sus actividades. El desarrollo de la radio, la prensa y el cine permite la enorme extensión de una influencia que en lo esencial no difiere de la hipnosis. La conducta se torna así estereotipada, monótona, compulsiva y patológica. La semiótica puede servir como antídoto contra esta explotación de la vida individual. Cuando el individuo hace frente a los signos que se le presentan con un conocimiento de cómo operan los signos, le es más fácil defenderse contra la explotación por parte de los demás, así como está mejor capacitado para colaborar con ellos, cuando tal cooperación se justifica. Si se pregunta qué especie de signo le sale al paso, con qué propósito se lo emplea, qué pruebas hay de su verdad y adecuación, su actuación se transformará de respuesta automática en conducta crítica e inteligente.

Por idéntico camino, el individuo puede hallar en la semiótica una defensa contra su propia auto-explotación por signos inadecuados y patológicos (…) Hay mecanismos poderosos que impiden que el individuo descubra en sí mismo la existencia de tales signos, si no lo hacen imposible, pero la comprensión de cómo y por qué se hacen inflexibles los signos es por lo menos un arma para combatir dicha inflexibilidad. EI individuo que se problematiza la verdad y la adecuación de sus signos, los fines a que lo guían sus signos favoritos, y las zonas de su vocabulario de signo, que se resisten especialmente a dejarse explotar, está al menos mejor capacitado para señalarse sus propias técnicas de auto-explotación, con lo que hasta cierto punto logra infundir a sus procesos una flexibilidad que refleja la salud individual y la promueve. (…) La semiótica puede facultar al individuo para que juegue su papel en su manera irremplazable dentro de la transmisión y transformación de la estructura de los signos de la que dependen el individuo y la sociedad complejos para su existencia y su continua evolución (…)330.

Como se puede apreciar, la importancia y ámbito de aplicación de la semiología es sumamente amplio, porque nos facilita la búsqueda de la verdad, esa verdad tan ansiosamente buscada y a veces tan esquiva, que es necesario hacerla brillar en este oscuro limbo para que nos ilumine el camino que nos conduce a ser nosotros mismos, a ser auténticos, a ser personas en todo el amplio sentido y connotación profunda del término, y no instrumentos u objetos de nadie, porque el hombre es demasiado grande para ser pequeño.

330 MORRIS, Charles. Ob. Cit.

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La semiología en la educación En el sistema educativo de una sociedad democrática (cuya finalidad es –para muchos- trasmitir la cultura para perpetuarla) es imperativo cultivar la semiología para conocer el amplio y complejo universo sígnico y simbólico, desarrollar habilidades interpretativas de los signos que operan en nuestra vida social, y evitar la manipulación de quienes crean, poseen y manipulan los signos. El docente de lengua materna o nacional, mediante un lenguaje no técnico, puede enseñar cómo se deben estudiar los diferentes signos presentes en los lenguajes verbales y no verbales. Como las informaciones que captamos con los sentidos nos llegan a través de las palabras, las imágenes, los símbolos, las señales y demás convenciones sígnicas los estudiantes necesitan cultivar ciertas habilidades en el reconocimiento y manejo de los signos, determinando sus propósitos, funciones y finalidades. Los discentes, si quieren aprender a interpretar, desinterpretar y reinterpretar los signos para no dejarse manipular por el poder de éstos, necesitan adentrarse en el problema general del signo, estudiarlo y conocer su doctrina. El profesor que se interesa por la educacio n semiolo gica toma conciencia de la importancia del lenguaje en la interaccio n entre los estudiantes, debido a que su quehacer docente se desarrolla a trave s del lenguaje verbal y no verbal, es decir, de los signos. “En medio de dicha interaccio n se originan los signos (í conos, í ndices y sí mbolos) los cuales se forman, se usan, se reforman, se modifican y consumen permitiendo la representacio n de ideas, la explicacio n de conceptos, la comunicacio n de feno menos y, consecuentemente, la construccio n del conocimiento”331. Con respecto al quehacer semiológico en la educación, el aludido Morris señala lo siguiente:

Sólo así lograría el o la estudiante traducir su comprensión en habilidad, y pasar de una mera adquisición de la cultura tradicional a una participación personal en su continuación y reforma. Ello es posible en cada etapa del proceso educativo, utilizando los recursos apropiado al nivel del desarrollo del educando, y en esta tarea todos los maestros deben participar (…) (…) Sólo de esta manera se puede incorporar al estudiante como personal total dentro del proceso educativo, y el resultado será el adiestramiento espontáneo y responsable de un ciudadano democrático.

(…) Al incidir sobre la herencia cultural común de sus estudiantes, tal educación contribuirá a recrear y transmitir símbolos comunes que exige una sociedad democrática, al tiempo que prepara al estudiante para asumir su propio papel dinámico u constructivo en la extensión de procedimientos democráticos. En una sociedad democrática no es suficiente un lenguaje común, ni es de desear un lenguaje rígido e inflexible impuesto desde arriba. El adiestramiento en el empleo reflexible de los signos proporciona la habilidad de entrar en fructífero contacto con aquellos cuyos signos difieren de los nuestros, para traducir sus signos a nuestro vocabulario propio y los nuestros a su vocabulario, adaptando el discurso a los problemas únicos de diversos individuos que establecen contacto en situaciones únicas. De esta manera el lenguaje común de la democracia tendrá su flexibilidad sin sacrificar su capacidad de integración, nutriendo sus raíces en aquellas relaciones entre personas que son la última fuente y la prueba suprema de los procesos democráticos. Sólo una educación que permita la perpetua renovación de los símbolos democráticos puede asegurar en última instancia la transmisión de tales signos, y tal educación hallará en la semiótica su aliado natural332.

331 WALTHER, E. Teoría general de los signos: Introducción a los fundamentos de la semiótica. Dolmen, Santiago, 1979. 332 MORRIS, Charles. Signos, lenguaje y conducta. Losada, Buenos Aires, 1962.

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El lenguaje de las relaciones sociales Teniendo en cuenta que el hombre es el vehículo y la sustancia del signo y el significado y lo significado, en el lenguaje de las relaciones sociales encontramos el lenguaje identificatorio (escudos, banderas, insignias, informes, etc.) que sirve para indicar la pertenencia social; y los lenguajes de cortesía sirven para indicar el tipo de relación entre el emisor y el receptor. “Todos esos lenguajes pueden combinarse en lenguajes complejos y heterogéneos que constituyen los macrolenguajes más o menos institucionalizados y estereotipados de la comunicación social: los protocolos, que, valiéndose de múltiples signos de cortesía y de identificación, convenientemente integrados, significan públicamente la función y la ubicación de los individuos cuando se reúnen para emprender una acción común; los ritos y las fiestas, que integran signos sociales de toda clase y cuyo objetivo es ante todo significar la solidaridad de los individuos frente a las obligaciones y responsabilidades de la comunidad-persona a que pertenecen; las modas, que indican el modo de ser de un grupo y satisfacen deseos de prestigio y de poder; los juegos y los espectáculos, que, imitando la realidad social, permiten que el emisor (jugador, actor) sea lo que no ha podido ser o espera llegar a ser en la vida social. Mientras en los protocolos interpretamos nuestro rol social y en los ritos y fiestas nos conocemos partes constitutivas del todo social, en los juegos lo que principalmente pretendemos es interpretar un rol social distinto del que nos toca vivir”333. Dentro de los grandes sistemas de signos encontramos lenguajes paralingüísticos, lenguajes de las relaciones sociales, lenguajes de acción, lenguajes estéticos y lenguajes del saber. Los paralingüísticos funcionan como parásitos del lenguaje verbal, complementándolo como auxiliares fijadores o sustitutos. Los de las relaciones sociales significan las relaciones entre el emisor y el receptor. Los de acción pertenecen a los sistemas sígnicos prácticos (señalización de circulación y tránsito) y los programas, cuya función es ordenar o regular la interacción social mediante avisos, instrucciones, consignas y mandatos. Los lenguajes de acción trasmiten informaciones para coordinar diversas interacciones. Los estéticos, que expresan la sensibilidad del emisor y estimulan la del receptor, permiten la comunicación de los sentimientos. “Lenguajes paralingüísticos son todos aquellos lenguajes que funcionan como parásitos del lenguaje oral pero que, as u vez, funcionan como auxiliares fijadores o sustitutos del oral. Lenguajes de las relaciones sociales son aquellos lenguajes o formas de expresión de un grupo social que contribuyen a identificar, en primer lugar, la pertenencia social, cultural, económica, profesional, etc., de los mismos grupos que intercambian o interactúan. En segundo lugar, a señalar el tipo de relación que existe entre los miembros de esa clase social o grupo. Lenguajes de la acción son lenguajes que sirven para condicionar las acciones de los grupos a fin de facilitar la convivencia externa. En fin, son medios que ayudan a ordenar o regular la interacción, mediante llamadas de atención, advertencias, amonestaciones, programas. Lenguajes estéticos son lenguajes que han surgido en el seno de las sociedades para expresar la sensibilidad del emisor y estimular la del receptor. Los signos estéticos tienen la propiedad de liberarse de toda convención, de tal manera que son continuamente inventados o reinventados por su emisor. Los lenguajes del saber tienen como función representar las relaciones entre los elementos del mundo objetivo al margen de la sensibilidad. Su papel estriba en ser eminentemente transitivos, es decir, conductores hasta el referente real que es, en últimas, su objetivo final”334.

333 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Ob. Cit. 334 Ibídem.

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Dada su naturaleza polisémica, una imagen presenta múltiples significados y su lectura e interpretación es múltiple. Las estructuras gráficas e icónicas de los mensajes visuales no se dejan captar de inmediato por cuanto pertenecen más a lo sugerido, a lo tácito, que lo evidente o implícito. “Es necesario, por tanto, saber leer la imagen para descifrar sus significados ocultos y encontrarle, de este modo, una significación precisa a sus contenidos. Y para ello hay que atender tanto a la complejidad de formas, colores, etc. –significante del mensaje como descifrar las sugerencias que propone (significado del mismo)-. Solamente con la lectura correcta de cada unidad icónica y lingüística, se puede comprender la imagen”335. La semiología en el análisis de los relatos En el análisis semiológico de los relatos, toda búsqueda de significados debe partir de la lectura de las formas del texto, para descubrir sus elementos, sus relaciones, sus transformaciones, sus metalenguajes y devolverlos a su verdadera causa sígnica. Captar el sentido de un texto significa percibirlas relaciones de diferencia o la red de relaciones intertextuales e intratextuales. “El análisis del relato es un modo de organización sintagmática de la significación: una manera de segmentar el texto, el reconocimiento de ciertas regularidades y de modelos previsibles de la organización narrativa, vinculados a estereotipos de conductas humanas”336. No es fácil captar el auténtico significado de los signos en los relatos dinámicos y los relatos estáticos. Los dinámicos (como la literatura y el cine) se presentan en secuencias de signos y los estáticos (como los vitrales) ofrecen relaciones que el lector intuye cuando lee. Los textos de hondura semiológica requieren de una metodología analítica semiológica que implica, en muchos casos, el ordenamiento de las secuencias narrativas, identificar e interpretar la estructura del relato y seleccionar los niveles o planos (momentos narrativos donde aparecen o desaparecen los personajes). La analítica semiológica tiene que enfocar el problema del significado o significación como función del signo. Se requiere identificar el plano real y el plano referencial o anecdótico, lo mismo que los niveles de interpretación sociológico, de conocimiento, filosófico, narrativo-discursivo y, el más importante, el nivel temático o nivel eje, que le corresponde explicar y dar sentido al discurso narrativo. El texto analizado es el signo, y ese signo contiene la forma o el relato y sus niveles y el contenido o el significado o el tema o el mensaje. Roland Barthes propone un modelo de análisis textual, en el que es necesario leer el texto buscando registrar y clasificar los códigos de acuerdo con los cuales los sentidos son posibles. Su objetivo es registrar las avenidas de sentido, concebir, imaginar lo plural del texto. Su propuesta implica dividir el escrito en segmentos contiguos o lexías y enumerar cada una de las lexías. Como disposición operatoria, anotar los sentidos que susciten cada segmento. Analizar progresivamente el texto, en orden lineal, recorriendo toda su extensión. Desembocar el texto en otros textos, en otros códigos, en otros signos, es decir, qué hace el texto intertextual. Jenaro Talens propone el siguiente modelo de ana lisis semiolo gico, teniendo en cuenta las secuencias, las funciones y las acciones. “Las secuencias: definidas como unidades ba sicas de la narracio n. Son microrrelatos que cierran acciones y acontecimientos asumidos por actantes entorno a un proyecto humano en unas coordenadas espacio-temporales bien determinadas. Pueden ser elementales (simples) o complejas (resultado de la combinacio n

335 SALVAT. El poder de la imagen. Temas clave No. 44. 336 RODRIGUEZ, Adriana Azucena. Ob. Cit.

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de secuencias). Las funciones: entendidas por Propp (1992) como "la acción de un personaje definido desde el punto de vista de su significación en el desarrollo de la intriga", esto significa que encarnan a los valores constantes, repetidos; son pues unidades narrativas mí nimas. Las acciones: En la semio tica literaria lo que ma s interesa son las acciones y no lo que tradicionalmente se llama personajes. Un personaje adquiere relevancia en cuanto que participante (influyente) en unas acciones con otros personajes”337. El lenguaje cinematográfico también es un campo de trabajo de la semiología. “El estudio semiológico del cine, que trata de confrontar el lenguaje verbal con el lenguaje fílmico, logra poner entonces de relieve las diferencias y las semejanzas entre ambos lenguajes. Más que tratar de asimilar el cine a una lengua, la visión semiológica trata de aclarar la especificidad del cine a través de los conceptos lingüísticos”338. El cine y todas las demás manifestaciones artísticas tienen su propio lenguaje, que para comprenderlo es necesario ‘aprender a leer’ el lenguaje de las imágenes según el código audiovisual, porque de descifrar signos que nos comunican un mensaje codificado de una manera especial. “La lectura cinematográfica supone el conocimiento del código empleado, al igual que para leer el español se requiere el conocimiento del alfabeto, vocabulario, reglas de gramática, sintaxis, etc.”339. En el lenguaje cinematográfico, con respecto al lenguaje verbal o escrito, la imagen es como la letra, el plano es como la palabra, la escena es como la frase y la secuencia es como el párrafo o el capítulo. “La diferencia principal entre el lenguaje articulado y el lenguaje cinematográfico es el de la motivación de las unidades significantes. El signo lingüístico en el lenguaje articulado (la palabra, por ejemplo) es arbitrario o inmotivado, puesto que no existe una relación causal o natural entre el significante y el significado (de hecho en cada idioma se emplean palabras y sonidos diferentes para designar una misma cosa, por ejemplo, una casa)”340. En el análisis semiológico de los textos cinematográficos se tendrán en cuenta los encadenamientos del discurso, con variantes como un símbolo y una cadena discursiva continua, es decir, como una metáfora y un sintagma; como un símbolo y una cadena comparativa, es decir, cuando dos hechos fílmicos se combinan para obtener significación; y como referencia y discurso comparativo cuando se toma un objeto por la totalidad o la totalidad por la parte, es decir, a través de la sinécdoque. Los desplazamientos, entendidos como las relaciones que guarda el significante del discurso con su referente, se realizan a través de la cámara que vendría a ser como el “ojo” para ver y relacionar los elementos del discurso que van más allá de la simple observación. “Gracias al juego de la cámara, el montaje y la composición, cualquier elemento de la película se puede convertir en símbolo de otro (metonimia), o de un conjunto fílmico más amplio (sinécdoque), y tales elementos constituyen el referente cinematográfico”341. El montaje o la composición. “Un montaje bien logrado confiere nuevos elementos de significación al significante narrativo de la película y, concretamente, a las imágenes que funcionan en favor de la totalidad”342. El montaje comprende elementos de análisis como el tiempo, el espacio, la alegoría, el ritmo y la panorámica. El tiempo se presenta como un marco de sucesión o de continuidad del hecho significado a través del símbolo. La semiología introduce en su estudio al sujeto como persona que produce los espacios o el espacio como una nueva categoría fílmica, la cual

337 BELAAICHI, Abderrahmane. Didáctica del análisis semiótico del texto moderno. Revista digital del centro de profesores Cuevas-Olula, Almería, España 338 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 339

Ibídem. 340 Ibídem. 341 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Ob. Cit. 342 Ibídem.

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involucra cualidades táctiles, térmicas, acústicas, cromáticas y afectivas, entre otras, del sujeto o sujetos actuantes. “En sentido más restringido, la semiología también considera el espacio desde la referencia del comportamiento de los personajes quienes son los únicos seres que pueden separarse de él para transformarlo e ir mucho más allá de sus sentidos”343. La alegoría es la virtud por la cual el artista o el productor de signos, con algún elemento, representa o significa otra cosa diferente. Las vendas y las alas de Cupido son una alegoría. “Semiológicamente halando, la alegoría consiste en hacer patentes en el discurso cinematográfico un sentido recto y otro figurado, a través de la presentación de varias metáforas consecutivas, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente”344. El ritmo, concebido como la expectativa del lector frente a lo desconocido de la secuencia narrativa, “concede al relato cinematográfico nuevas posibilidades de significación puesto que es un ‘refuerzo’ al significante narrativo”345. El recurso significativo conocido como la panorámica es el movimiento de la cámara para cambiar de imagen sin recurrir al montaje. “Se emplea para mostrar simultáneamente personajes que se mueven en un espacio, y al espacio visto con los ojos del personaje”346. En cuanto a la semiología de los textos icónicos (que combinan lo dinámico con lo estático, las imágenes con las palabras, lo icónico con lo verbal), como en el caso de los comics y las fotonovelas, presentan diversos significados o formas expresivas. “Gráficamente, su meta será gustar o impresionar y en cuanto al contenido, de igual forma que en el cine, será necesario acudir al análisis de la forma del significante y del contenido latente que se guarda allí”347. La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos La persona, como ser cultural, como ser que hace cultura y que se hace gracias a la cultura, necesita buscar el sentido de su cultura. Como la cultura es su habitación o su morada, busca las relaciones de sentido de ese mundo de posibilidades que es su cultura, teniendo en cuenta que “las cosas cobran sentido cada vez más profundo y cambian de sentido cada vez que son sometidas a nuevas relaciones”348 La intencionalidad, como comunicación de sentido, anima el obrar de una persona, y ese obrar transforma su mundo exterior (vida social) e interior (vida personal). “Todo cambio intencional en la vida personal o en la vida social, obedece a una nueva valoración de relaciones, tiene un sentido”349 La cultura es un esfuerzo por hacer sentido nuevo. En la búsqueda de las relaciones de sentido se requiere interpretar los símbolos implícitos en nuestra cultura. Un símbolo es una “representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente aceptada”350. Los símbolos comportan demasiada importancia hasta el punto de afirmarse que el hombre es ser simbólico. “Símbolo es toda realidad, natural o artificial, en la que se halla impresa una relación formal para el hombre. La palabra casa es símbolo porque los sonidos que la conforman tiene un significado determinado. El hombre ha convertido esos

343 Ibídem. 344 Ibídem. 345 Ibídem. 346 Ibídem. 347 Ibídem. 348 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. El sentido de nuestra cultura. En El hombre latinoamericano y su mundo. Nueva américa, Bogotá, 1986. 349 Ibídem. 350 DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.

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sonidos en una forma de identificación que permite la comunicación interhumana. Lo mismo sucede con un rito, una pintura, un gesto de un saludo, un vestido, una fórmula química, etc. Todas las realidades culturales poseen un contenido simbólico, consistente en una formalidad con sentido para el hombre en general o para un determinado grupo humano”351. La antropología simbólica concibe a “cada cultura como un contexto en el cual los sujetos, pueden entender que se está comunicando, cómo debe interpretarse un gesto, una mirada, y por lo tanto, qué gestos deben hacerse para dar a entender algo, qué palabras deben usarse y cuáles no, etcétera. Es decir la cultura es una red de signos que permite, a los individuos que la comparten, atribuir sentido tanto a las prácticas como a las producciones sociales”352 La práctica cultural ha permitido la construcción de símbolos que es necesario interpretar y clarificar, y develar su sentido profundo, oculto y velado. “El pensamiento simbólico y la conducta simbólica se hallan entre los rasgos más característicos de la vida humana y que todo el progreso de la cultura se basa en estas condiciones”353. Hay quienes aceptan que el hombre es un animal simbólico. “Cassirer dice que el símbolo es la significación de la existencia humana. Hay un sentido que envuelve toda la realidad, que cada existencia humana lo vive, lo plasma, lo trasmite; cuando ese sentido es vivido por cada uno de nosotros ese sentido se transforma en una significación, y que se nos hace visible en un símbolo”354 El símbolo es portador de un sentido y exige una comprensión. La significación es el sentido vivido, incorporado. El símbolo es plasmación del sentido. “Qué es lo que el símbolo pretende presentar, hacer visible: el sentido inherente a la existencia humana”355. La persona, prisionera en la cárcel cultural, necesita, a manera de una “revolución cultural”, desinterpretar y reinterpretar su intrincado universo simbólico, conformado por el lenguaje, los mitos, el arte, las creencias, los rituales, las rutinas, las tradiciones, las costumbres, los convencionalismos, la religión, etc., que son la urdimbre de la experiencia humana. “Cassirer dice que el universo del hombre no es un universo físico, es un universo simbólico; está plasmado, está configurado por múltiples y variadas formas. “Pero para penetrar a fondo en el universo de lo simbólico es preciso ir más lejos y plantear el problema de la ruptura entre el símbolo y la cosa significada, o lo que es lo mismo, entre el significante y lo significado por éste. Fundamentalmente, lo que caracteriza el símbolo es que el fondo del mensaje no es aquello que se puede deducir directamente del mismo, sino aquello que, a través de su contenido manifiesto, es susceptible de querer decir. Para el lenguaje simbólico lo importante es ir siempre más allá del tema del que explícitamente se habla. Aquí está todo el secreto de la cuestión. Lo simbólico remite a otra cosa distinta de lo que se ha dicho, y esta ‘otra cosa’ debe ser revelada”356. Las formas simbólicas son de diferentes tipos: el lenguaje, el arte, la religión, el mito, las ciencias que en el fondo constituyen las diferentes expresiones culturales. Cuál es la función de estas formas culturales que son formas simbólicas: son el medio a través de las cuales nuestra experiencia se manifiesta, se expresa (la manifestación es simbólica); la experiencia del hombre se manifiesta a través de estas expresiones culturales; es una forma distinta de ver la realidad”357 Para conocer su realidad, la persona debe interpretar

351 GONZALEZ ALVAREZ, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 352 SASTRE, Fernando, y NAVARRO, Andrea. Qué entendemos por cultura. http://www.monografias.com 353 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 354 VERGER, Osvaldo. El hombre como animal simbólico en Ernest Cassirer. http://imago-inis.blogspot.com 355 Ibídem. 356 LOPEZ FORERO, Luis. Ob. Cit. 357 VERGER, Osvaldo. Ob. Cit.

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todo ese mundo artificial. “La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la práctica… Vive, más bien, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños”358. Para comprender determinada cultura y a las personas que viven en ella, es importante el estudio de los símbolos. “Sin una labor de interpretación de los símbolos se nos escapa el sentido profundo de las realidades que constituyen nuestra propia cultura”359. La semiología y la hermenéutica de la cultura se encargan del estudio de los símbolos. Estamos rodeados de todo tipo de símbolos que nos están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir. La realidad es un “texto” simbólico que hay que interpretarlo y comprenderlo para no "perdernos" en ésta. El proceso simbólico (hacer que unas cosas representen caprichosa o arbitrariamente a otras cosas) invade nuestra vida cotidiana, debido a que tenemos una dimensión simbólica como seres multidimensionales que somos. “En nuestra calidad de seres humanos tenemos libertad única para crear, manejar y adjudicar valores a nuestros símbolos, según nos plazca… Esta libertad de crear símbolos de cualquier valor y símbolos de símbolos es esencial en el proceso que llamamos simbólico”360. Si no comprendemos el proceso simbólico viviremos de manera inauténtica. El proceso simbólico, que hace posible proceder de manera absurda e inauténtica, también posibilita los diversos lenguajes con todas sus realizaciones humanas que de ellos dependen. “Mejor será comprender el proceso simbólico para, en lugar de ser sus víctimas, convertirnos más o menos en sus árbitros”361. La incomprensión del proceso simbólico propicia actitudes confusas hacia las palabras y los símbolos. La confusión entre el símbolo y lo simbolizado resulta problemática, por ignorar que el símbolo no es lo simbolizado ni la palabra es la cosa representada por ella. Por lo tanto, como personas de nuestra sociedad en donde impera el sentido común, necesitamos “comprender a fondo los poderes y limitaciones de los símbolos, especialmente de las palabras evitar [aturdirnos] totalmente con la complejidad del medio semántico”362. El proceso simbólico, uno de los ingredientes culturales, que en el lenguaje encuentra la forma más desarrollada, sutil y complicada de simbolismo, condiciona nuestra manera de ser y de estar en el mundo, por cuanto no hay necesaria relación entre el símbolo y lo simbolizado; símbolos y cosas simbolizadas son independientes. Desconocer que no existe esta relación ocasiona confusión semántica que facilita caer en el consumismo y en la manipulación política. “Vivimos en un medio formado y creado en gran parte por influencias semánticas desconocidas hasta ahora: periódicos y revistas de enorme circulación, que reflejan los prejuicios y obsesiones extrañas de sus redactores y dueños en numerosísimos casos; programas de radio, locales y nacionales, casi completamente inspirados en motivos comerciales; agentes de relaciones públicas que no son sino artesanos pingüemente pagados del arte de manipular y alterar nuestro medio semántico

358 CASSIRER, Ernesto. Antropología filosófica. Fondo de Cultura Económica, México, 1976. 359 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 360

HAYAKAWA, S. I. Ob. Cit. 361

Ibídem 362

Ibídem

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con tal de atraer clientes… Hoy, los recursos de las agencias de anuncios y de relaciones públicas, la radio, la televisión, las películas comerciales y los noticieros se ponen en juego para influir nuestras decisiones en las campañas electorales…”363. Así mismo, cuando no hay equilibrio entre el mundo verbal (mundo de las palabras) y el mundo extensional (mundo de la experiencia), cuando no hay una relación intrínseca entre éstos, la persona cree, llena de errores y supersticiones, encontrándose con obstáculos constantes, derroche inútil de esfuerzos y procederá de manera insensata. “Algunas de las tonterías en que incurrimos por los falsos mapas que llevamos en la cabeza son tan corrientes, que apenas paramos mientes a ellas, Hay quienes se protegen contra los accidentes con una pata de conejo en el bolso. Otros no quieren ocupar el piso 13 de un hotel, lo cual ha sido causa de que hasta los hoteles más suntuosos de capitales populosas de nuestra cultura científica no tenga piso 13. Algunos hacen planes para su vida con base en predicciones astrológicas. Otros se dejan guiar por sueños. Hay quienes esperan blanquear sus dientes cambiando de pasta dentífrica. Todos estos individuos viven en mundos verbales que apenas tienen relación con el mundo extensional”364. Gracias al esfuerzo semiológico evitamos ser manipulados por los símbolos y ser pasivos ante las creencias y las valoraciones. En palabras del semiólogo Charles Morris, la semiótica nos sirve como antídoto para la explotación de la vida individual. “El estudio semiológico de los símbolos le permite al ser humano ser autónomo, ni desconfiado con exceso ni fácilmente mistificable, un centro de vida y no un animal hipnotizado”365 La semiología (que también estudia los signos) diseña e interpreta las condiciones de producción de sentido, los modos de producción de significación de los fenómenos sociales. En el contexto que nos ocupa, la semiología o semiótica es la “disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos sociales partiendo de la base de entender dichos fenómenos como configuraciones significativas”366. Por consiguiente, el semiólogo tiene “la responsabilidad de dar cuenta de los procesos discursivos mediante los que las diferentes culturas logran dar inteligibilidad a sus propias prácticas sociales… Si nada de lo que nos rodea en el plano social es natural, todo es construido a partir de procesos que generan sentido sobre la materialidad circundante, eso quiere decir que existe la posibilidad de "otro" mundo, de generar otro sentido...”367. La semiología nos permite una correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que las veamos. La hermenéutica de la cultura ejerce un papel demasiado preponderante en la interpretación de los símbolos culturales, por cuanto éstos, en algunos casos su interpretación no requiere mucho esfuerzo, mientras que en otros exigen un profundo trabajo de interpretación. Dado que un símbolo puede poseer más de un sentido o significado, se debe acudir a la interpretación o exégesis. “La cultura no es algo que se tiene (como generalmente se dice), sino que es una producción colectiva y esa producción es un universo de significados, ese universo de significado está en constantes modificaciones”368. La interpretación, según Heidegger, es el modo de estar del hombre en el mundo. Dilthey

363 Ibídem 364 Ibídem 365 MORRIS, Charles. Lineamientos de una teoría del signo. Losada, Buenos Aires, 1953. 366 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com. 367 Ibídem. 368 SASTRE, Fernando. NAVARRO, Andrea. Ob. Cit.

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consideró la hermenéutica como autoexplicación de la comprensión de la vida. “Elaborar los proyectos correctos y adecuados a las cosas, que como proyectos son anticipaciones que deben confirmarse en las cosas, tal es la tarea constante de la comprensión”369 Con la hermenéutica se nos propone una idea de cultura como diálogo y conversación. La hermenéutica de la cultura se “hace necesaria porque las expresiones culturales poseen una estructura funcional que responde a un sentido oculto o porque concatenan varios sentidos insospechados”370 El símbolo es susceptible a múltiples y variadas lecturas, interpretaciones. “Los símbolos constituyen un aspecto del mundo, aspecto que no resulta evidente a la experiencia inmediata. Los símbolos expresan situaciones, ciertas estructuras de la existencia que son imposibles de expresar de otro modo. Por lo tanto en los símbolos la existencia humana queda comprometida”371. Para comprender el sentido de la cultura y la cosmovisión de una comunidad se requiere desentrañar su intrincada red simbólica. “Fiestas, ritos, canciones, imágenes, costumbres forman una masa rica en sentidos aparentes, ocultos o semiocultos, que no se revelan totalmente ni siquiera a los mismos miembros del pueblo”372 La vida del espíritu no se puede aprehender si no captamos el sentido de sus manifestaciones. Comprender es el modo originario de ser. “Interpretamos desde dentro de la tradición y esa interpretación jamás es definitiva… Por más que tratemos de interpretar nuestros símbolos culturales, no existe la interpretación definitiva, pues en la medida en que cada nuevo intérprete se incorpora al sentido que hay que comprender, también cada nueva época puede interpretar correctamente y de forma distinta el texto u objeto de que se trata”373. Esta labor hermenéutica es compleja por la multiplicidad de símbolos que aparecen en todas las dimensiones culturales, por la profundidad oscura en que se alojan algunos sentidos simbólicos y por la variedad de intenciones con que pueden ser concatenados los sentidos de un símbolo o la variedad de modelos de simbolización. “De esta multiplicidad de formalizaciones o simbolizaciones culturales, surge una multiplicidad de modelos interpretativos”374. Los más representativos y expresivos, dada su oposición de intencionalidad, son el de la continuidad de sentidos y el que rompe con éstos. “La primera forma hermenéutica se basa en la continuidad de sentido entre los distintos planos de un símbolo. Un sentido aparente nos lleva a otro oculto mediante un mecanismo de lógica o de sentimiento universal. El trabajo hermenéutico, en este caso, se convierte en una restauración de sentido, en un develamiento de la verdad profunda que confiere sentido definitivo al símbolo. El hermeneuta supone aquí que el símbolo posee una verdad. Y se coloca a la escucha de la palabra que le revelará esa verdad. Su actitud interpretativa es de atención y confianza. Este modelo hermenéutico es utilizado, por ejemplo, en la exégesis bíblica, en las investigaciones antropológicas, en los análisis literarios, etc. La segunda forma, al contrario, se basa en el corte, la ruptura entre los niveles de sentido. No es la analogía, como en el caso anterior, sino la equivocidad lo que sustenta la ambigüedad del simbolismo. La tarea hermenéutica consiste aquí en el ejercicio de la sospecha… El hermeneuta pretende reducir ilusiones, desmitificar creencias, denunciar máscaras y falsas justificaciones. Su actitud arranca de la desconfianza. Sólo destruyendo las máscaras, las

369 CIURANA, Emilio Roger. Antropología hermenéutica. http://www.fly.uva.es 370 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 371 CASSIRER, Ernesto. Ob. Cit. 372 GONZALEZ ALVARES, Luis José. BELTRAN PEÑA, Francisco. Ob. Cit. 373 CIURANA, Emilio Roger. Ob. Cit. 374 Ibídem

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simulaciones, los ídolos, las ilusiones es posible reconstruir el sentido auténtico…”375. La palabra, nos decía Antoine de Saint-Exupéry, es fuente de malos entendidos. Estos modelos no son antagónicos sino complementarios, porque ambos son dos momentos en el análisis interpretativo. Si se excluye uno de ellos, el otro se vuelve totalizador. No obstante hay que mantenerlos en tensión dialéctica. “No hay que olvidar que todo iconoclasmo obedece a la búsqueda de otro sentido; ni que tampoco es imposible identificar un rostro enmascarado mientras no se le destruya su máscara. Toda sociedad posee una carga mítica. De ahí la necesidad de comenzar por hacer morir los ídolos, por desenmascarar y desmitificar las realidades culturales, para poder llegar a la verdad profunda de sus símbolos… Cualquier expresión lingüística, en el sentido más comprensivo del término, puede ser un símbolo preñado de sentidos ocultos. Descifrar estos símbolos es la tarea reservada a quien pretenda descubrir la cultura de un pueblo”376. BIBLIOGRAFIA CORTES, Joseph. Análisis semiótico del discurso. Del enunciado a la enunciación, trad. Enrique Ballón Aguirre. Gredos, Madrid, 1997. BIBLIOTECA SALVAT DE GRANDES TEMAS. Revolución en la lingüística. Salvat editores, Barcelona, 1973 CARDENAS P., Alberto, y BELTRAN M., Héctor. Introducción a la semiología. USTA, Bogotá, 1996. ECO, Humberto. Signo. Labor, Barcelona, 1976. ESPINOSA, Germán. La aventura del lenguaje. Planeta, Santafé de Bogotá, 1992. FERNANDEZ DE RUBIANO, Nohemy. Semántica general. Usta, Bogotá, 1984 MONZON, Francisco Leonardo. ¿Para qué sirve la semiología? http://codigosbinarios.blogspot.com/2009/06/para-que-sirve-la-semiologia.html MORRIS, Charles. Signo y comportamiento. Losada, Buenos Aires, 1946 PIERCE, Ch. S. La ciencia de la semiótica. Nueva Visión, Buenos Aires, 1974. http://www.archivo-semiotica.com.ar/paraque.html SAUSSURE, Ferdinad de. Curso de lingüística general. Planeta-Agostini, Barcelona, 1985.

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