La pista semiótica en torno a los

signosANDREA BERMEO ROSERO

¿Cuál es el origen de los signos? ¿Por qué tenemos necesidad de crear signos? O de manera más directa todavía: ¿Por qué habla la

gente?

Reflexión

General

Apenas la persona humana se coloca ante el

mundo, se da cuenta que

existen cosas.

Y entre las cosas que existen, está ella misma como ser humano que percibe cosas.

¿Qué es la realidad?

Lo que percibimos

Lo que pensamos

Lo que experimentam

os

Son todas las cosas

Así llegamos a la pregunta filosófica acerca del “ser”, es decir,

aquello por el cual alguna cosa “es”

El ser es el fundamento de

cuanto puede existir, de lo que podemos hacer o imaginar.

Es lo que está allí y que posibilita

cualquier actividad humana, física,

psicológica, afectiva o mental.

No podríamos percibir ni pensar nada si no hubiera

alguna cosa, es decir, si no hubiera ser.

Es lo que está allí y que posibilita

cualquier actividad humana, física,

psicológica, afectiva o mental.

¿Qué tiene que ver todo esto con los signos?

• Porque también como trasfondo de toda actividad sígnica se halla la realidad del ser

• la realidad de todo aquello sobre lo cual es posible decir algo o simplemente pensarlo y, en consecuencia, representarlo con signos

• Un niño visita el zoológico y se detiene con curiosidad a mirar los elefantes. Al día siguiente en la escuela le cuenta a la maestra lo que vio. Esta lo invita a describir como son los elefantes que ha visto. Con toda probabilidad el chico narrará algunas de las características y añadirá otras a modo de comentario e impresiones. Lo que hizo el chico con sus palabras es seleccionar y estructurar signos lingüísticos, para comunicar su experiencia, o sea, para expresar un significado.

Naturaleza, rasgos y vocación de los signos

En primer lugar el signo ofrece datos sobre la realidad

representada, es un conjunto de elementos que están en lugar de

otra cosa y que la designan.

Los datos que entrega el signo son ante todo la imagen

del elefante reproducida en la mente del niño.

El signo es una interpretación de la realidad representada

La postura lingüística de Ferdinand de Saussure

-Una sensible llamada Significante. Puede ser acústica (los sonidos de las palabras), o bien visual (letras de la escritura), pero siempre es algo material. -Otra es inmaterial: la idea o concepto evocado en nuestra mente, y se llama Significado.

El modelo triádico de Charles S. Peirce

Peirce afirma la dimensión teórico-cognitiva del actuar

humano, y sostiene que nosotros nos movemos en

nuestro entorno guiados por creencias de tipo existencial y

pragmático.

Enfoques sobre el signo

La reflexión sobre el signo lleva a descubrir en él tres

componentes:La cosa o fenómeno que denota el signo: Objeto (Ch.Peirce)

El signo propiamente tal: Representamen (Ch.Peirce),

Lo que expresa el signo se denomina:

Interpretante, imagen mental

(Ch.Peirce)A B

C

Persona que capta la relación entre A,B,C

Los perceptores hacen una lectura Denotativa y connotativa de los signos.

Lo cubierto y lo manifiesto de los signos

Los signos

disimulan

• El signo -hemos señalado- funciona sobre el binomio “presencia-ausencia”. Precisamente su función consiste en hacer referencia a alguna cosa no presente.

Entidades

culturales

• La producción de signos es, en el fondo, una estimulación programada por un grupo social, destinada a manifestar y a expresar aspectos de su vida.

Las funciones de los signos

Según Roman

Jakobson

• Conativa: Todos aquellos mensajes destinados a mover al sujeto a actuar

• Fática: Asegura el contacto y la relación con los demás ej:saludos

• Referencial: Los contextos o circunstancias del signo. Su rol es, pues, referir y denotar

• Estética: Desarrolla la dimensión poética o artística de los mensajes, abiertos a interpretaciones por el modo con que son construidos

• Emotiva: Mensajes subjetivos aptos para emocionar o tocar los sentimientos ej:insultos

• Metalingüística: su función es explicar otros códigos y signos, con el fin de aclararlos o explicarlos, es decir, tiene como referente el lenguaje mismo

ANDREA BERMEO ROSERO