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LA TELEVISIÓN Y LA DESAPARICIÓN DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA DIEGO RODRÍGUEZ El problema no estriba en que la televisión no eduque lo suficiente sino en que educa demasiado y con fuerza irresistible; lo malo, no es que transmita falsas mitologías y otros embelecos, sino que desmitifica vigorosamente y disipa sin miramientos las nieblas cautelares de la ignorancia que suelen envolver a los niños para que sigan siendo niños(Fernando Savater) 1 Hoy por hoy se vive, desde la perspectiva del economista Alvin Toffler, lo que se titula como la “Sociedad del Conocimiento”, es decir, una sociedad en la cual los individuos, comunidades y naciones exitosas son aquellas que manejan la información. Quienes pertenezcan a esta sociedad serán quienes competirán mejor y podrán mostrar un mejor nivel de desarrollo social, económico, político y cultural. El éxito de las naciones desarrolladas, según Toffler, se debe a que la mayoría de su población económicamente activa se dedica al sector terciario de la economía: los servicios, la publicidad, las tecnologías de información 2 . Preocupante situación. Pensar que sólo el conocimiento reducido a información es el principal indicador de felicidad de las personas. Situación que el capitalismo a ultranza defiende camuflándose de todo lo que suene, en apariencia, a bienestar individual. Craso error es creer que la felicidad individual traerá felicidad colectiva. Sin embargo es la idea que se está vendiendo en la actual sociedad del consumo y del confort, y, por lo tanto, es el escenario en el que los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión, tienen el terrero ganado. La televisión se muestra como una gran revolución, que, en palabras del Filósofo Español, Fernando Savater, en su obra “El Valor de Educar”, y parafraseando a Neil Postman, sociólogo americano, “nada tiene que ver con la perversidad bien sabida de sus contenidos sino que proviene de su eficacia como instrumento para comunicar conocimientos 3 ”. Muchos sectores educativos, antropológicos, políticos, culturales, entre otros, ha denunciado sarcásticamente a la televisión como la “Caja Boba”; incluso investigaciones realizadas por el doctor Julian de Zubiría Samper, cuyas 1 SAVATER, Fernando. El Valor De Educar. Editorial Ariel. Segunda Edición. Barcelona. España. 1997. Págs: 33 - 34. 2 Cfr. SILVA GIRALDO, Germán Darío. El Concepto de Competencia En Pedagogía Conceptual. Instituto Internacional De Pedagogía Conceptual, Alberto Merani. Bogotá. 2004. En Monografías. com. Págs: 2 – 3. 3 SAVATER, Fernando. Op Cit. Pág: 32.

La revolución televisiva

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LA TELEVISIÓN Y LA DESAPARICIÓN DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA DIEGO RODRÍGUEZ

“El problema no estriba en que la televisión no eduque lo suficiente sino en que educa demasiado y con fuerza irresistible; lo malo,

no es que transmita falsas mitologías y otros embelecos,sino que desmitifica vigorosamente y disipa sin miramientos

las nieblas cautelares de la ignorancia que suelen envolver a los niños para que sigan siendo niños”

(Fernando Savater)1

Hoy por hoy se vive, desde la perspectiva del economista Alvin Toffler, lo que se titula como la “Sociedad del Conocimiento”, es decir, una sociedad en la cual los individuos, comunidades y naciones exitosas son aquellas que manejan la información. Quienes pertenezcan a esta sociedad serán quienes competirán mejor y podrán mostrar un mejor nivel de desarrollo social, económico, político y cultural. El éxito de las naciones desarrolladas, según Toffler, se debe a que la mayoría de su población económicamente activa se dedica al sector terciario de la economía: los servicios, la publicidad, las tecnologías de información2. Preocupante situación. Pensar que sólo el conocimiento reducido a información es el principal indicador de felicidad de las personas. Situación que el capitalismo a ultranza defiende camuflándose de todo lo que suene, en apariencia, a bienestar individual. Craso error es creer que la felicidad individual traerá felicidad colectiva. Sin embargo es la idea que se está vendiendo en la actual sociedad del consumo y del confort, y, por lo tanto, es el escenario en el que los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión, tienen el terrero ganado.

La televisión se muestra como una gran revolución, que, en palabras del Filósofo Español, Fernando Savater, en su obra “El Valor de Educar”, y parafraseando a Neil Postman, sociólogo americano, “nada tiene que ver con la perversidad bien sabida de sus contenidos sino que proviene de su eficacia como instrumento para comunicar conocimientos3”. Muchos sectores educativos, antropológicos, políticos, culturales, entre otros, ha denunciado sarcásticamente a la televisión como la “Caja Boba”; incluso investigaciones realizadas por el doctor Julian de Zubiría Samper, cuyas conclusiones se encuentra en su obra “Las Competencias Argumentativas”, han determinado que los preocupantes índices de los estudiantes colombianos en lo relacionado a competencias lectoras, interpretativas, argumentativas, conceptuales y socio – afectivas, se debe a la cantidad de tiempo que las personas permanecen frente a un televisor y a la pobreza estructural, lexical y conceptual de la misma. Al respecto es significativo observar que las telenovelas son producciones realizadas, en definitiva, para menores de edad: tramas muy simples, excesivamente previsibles, sin cromatización y con pobreza lexical. Otra investigación realizada por la Sociedad Colombiana de Psicología Afectiva y el doctor Miguel de Zubiría Samper, en su obra “Psicología de la Felicidad”, sostienen que por cada cinco minutos que una persona mire televisión sus expectativas de vida se disminuyen en un cinco por ciento, lo cual es mucho.

1 SAVATER, Fernando. El Valor De Educar. Editorial Ariel. Segunda Edición. Barcelona. España. 1997. Págs: 33 - 34. 2 Cfr. SILVA GIRALDO, Germán Darío. El Concepto de Competencia En Pedagogía Conceptual. Instituto Internacional De Pedagogía Conceptual, Alberto Merani. Bogotá. 2004. En Monografías. com. Págs: 2 – 3.3 SAVATER, Fernando. Op Cit. Pág: 32.

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Sin embargo Fernando Savater hace una lectura completamente distinta y, como en el epígrafe de este artículo, se arriesga a decir que durante mucho tiempo se ha mantenido a los niños en el misterio del conocimiento, que las dos principales fuentes de información eran los libros y las lecciones orales de padres y maestros, que ellos no podían elegir voluntariamente los modelos de conducta y de interpretación del mundo que sólo llegados ya a cierta madurez, y curados de la infancia, podían hacerlo. Pero la televisión ha terminado con ese lento y progresivo proceso, rompe todos los tabúes y lo cuenta todo, permite mirar todo y con gran fuerza persuasiva4. Eso además del hecho, según Savater, que, para ver televisión, no hace falta aprendizaje alguno especializado. Juan Carlos Tedesco, un gran pedagogo, en su obra “El Nuevo Pacto Educativo”, sostiene que: “La televisión tiende a reproducir los mecanismos de socialización primaria empleados por la familia y por la Iglesia: socializa a través de gestos, de climas afectivos, de tonalidades de voz y promueve creencias, emociones y adhesiones totales”5.

Podríamos concluir, inspirados en Savater, y sin ánimo de ganarme el disgusto de los lectores por usar esta referencia, dos cosas en particular: en primer lugar que no hay nada más subversivo que un Televisor. Algunos creen que este aparato sumerge en la ignorancia a los niños y los jóvenes, y pasa totalmente lo contrario: les permite aprehenderlo todo sin pudor, sin esfuerzo educativo y pedagógico y, lo más delicado y preocupante, lo hace cuando la presencia de los padres y madres de familia es totalmente ausente. En segundo lugar que la tarea actual de las instituciones educativas y la familia es doblemente complicada. Por un lado debe preocuparse por la formación afectiva y moral de los niños y jóvenes, y ahora más que nunca en donde la humanidad se siente agobiada por los tres grandes males del siglo XXI: la soledad, la depresión y el suicidio. Y, por otro lado, llevar a cabo esta empresa en radical competencia con la campaña socializadora de la televisión que, como asevera Savater, es hipnótica y acrítica, reduce la cultura a programación, desfila como en un espectáculo, y, por supuesto, suprime las herramientas que se necesita para un buen desarrollo en la inteligencia intrapersonal.

BIBLIOGRAFÍA

DE ZUBIRÍA SAMPER, Julián. Las Competencias Argumentativas. Editorial Magisterio. Bogotá. 2006. DE ZUBIRÍA SAMPER, Miguel. Psicología De La Felicidad. Fundación Internacional de Pedagogía

Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2007. MEJÍA, Marcos Raúl. La Globalización Reconstruye Culturas Juveniles. Apartes del documento

presentado en el Encuentro Lasallista de Hermanos Acompañantes de Hermanos Jóvenes. Medellín. 2001.

SAVATER, Fernando. El Valor De Educar. Editorial Ariel. Segunda Edición. Barcelona. España. 1997. SILVA GIRALDO, Germán Darío. El Concepto de Competencia En Pedagogía Conceptual. Instituto

Internacional De Pedagogía Conceptual, Alberto Merani. Bogotá. 2004. En Monografías. Com. VÁZQUEZ RODRÍGUEZ, Fernando. Las Premisas de Frankenstein: Fragmentos Para Entender la

Postmodernidad. Ensayo. Universidad Javeriana. Bogotá 1998.

4 SAVATER, Fernando. Ibid. Pág: 32.5 TEDESCO, Juan Carlos. El Nuevo Pacto Educativo. Anayana. Madrid. 1995. Cfr. SAVATER, Fernando. Ibid. Pág: 32.