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Las ondas largas del desarrollo ernest mandel

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En 1972, en la primera versiónalemana de su libro El capitalismotardío (México, Era, 1979), ErnestMandel formuló un diagnósticonotablemente certero de la crisismundial que los economistasacadémicos sólo reconocerían comotal a partir del choque del petróleode 1973. Mandel se apoyaba en unmodelo de ondas largas deacumulación y estancamiento de laeconomía mundial, un modelo quese aproxima notablemente a losciclos de Kondrátiev, pero que biense puede remitir a un trabajo clásico

y poco conocido de Trotski («Lacurva del desarrollo capitalista»,1923), y que debe distanciarse de laidea del ciclo como mecanismoautomático por la importancia queconcede a un factor no prefijado: lalucha de clases.

Este libro es una serie deconferencias en las que Mandelresume su propia teoría de lasondas largas y su diagnóstico de lacrisis actual, a la vez que discute lasmás significativas críticas yalternativas que se han ofrecido asus ideas. Fundamental para lacomprensión de la problemática de

las crisis capitalistas, este ensayoes a la vez un excelente ejemplo dela tarea de uno de los principalesteóricos marxistas de este siglo porsu nivel y su intencionalidad política.

Ernest Mandel

Las ondas largasdel desarrollo

capitalistaLa interpretación marxista

ePub r1.0Rusli 06.12.13

Título original: Long waves of capitalistdevelopment. The marxist interpretationErnest Mandel, 1980Traducción: Javier Maestro

Editor digital: RusliTexto digital: Jaime OnemixePub base r1.0

PREFACIO

Este libro es una ampliación de laconferencia anual Alfred Marshall queme invitaron a dar en 1978 en laFacultad de Ciencias Políticas yEconómicas de la Universidad deCambridge. El tema en sí me hafascinado de forma creciente desdemediados de los años sesenta, cuandoaparecieron los primeros signos queponían de manifiesto que el boom de laposguerra tocaba a su fin. Ya lo abordéen un capítulo de mi libro Elcapitalismo tardío (México, Era, 1979).En tanto que durante varias décadas el

concepto de ondas largas en eldesarrollo de la economía capitalistahabía caído para la mayoría de losmarxistas definitivamente en desgracia,en los círculos académicos tampoco sele había prestado mayor atención. Fuenecesario un cambio brusco en lasituación económica real para que loseconomistas volvieran a centrar suatención en las ondas largas, las cuales,resulta innecesario decirlo, durante elperíodo de entreguerras habían sidoobjeto de un estudio más detenido.

Al tratar de proporcionar un análisismarxista de las ondas largas, basadoesencialmente en los movimientos a

largo plazo de la tasa de ganancia, que,en última instancia, determinan a largoplazo ritmos más rápidos y más lentosde la acumulación de capital (delcrecimiento económico y de laexpansión del mercado mundial), creoque también he contribuido a los debatesque de forma creciente se estándesarrollando entre los economistasacadémicos en torno a las razonesbásicas que explican por qué aparecenestas ondas largas. Será interesantecomprobar si subsiguientes tentativas de«marginar» los papeles de la ganancia yde la acumulación de capital en favor defactores monetarios, psicológicos o de

pura inventiva continuarán siendo lanorma entre aquellos economistas que seorientan cada vez más hacia el estudiode los movimientos del crecimientoeconómico a largo plazo bajo elcapitalismo. Lo menos que se puededecir es que los capitalistas «prácticos»llegarán a estar probablemente deacuerdo con los «teóricos» marxistassobre este aspecto esencial antes de quelo puedan llegar a estar muchoseconomistas académicos.

Deseo expresar mi agradecimiento aAndre Gunder Frank, David M. Gordon,Dick Roberts y Anwar Shaikh por lasmuchas observaciones provechosas y

críticas que han realizado sobre elmanuscrito original, algunas de lascuales han influido en la redacción final.Pero sigo discrepando profundamentecon las opiniones de los dos primeroscolegas, que sostienen que las ondaslargas pueden explicarse mediantemecanismos puramente endógenos de laeconomía capitalista.

E. M.

1. LAS ONDAS LARGAS:LAS PRUEBASEMPÍRICAS Y SUEXPLICACIÓN PORMEDIO DE LASFLUCTUACIONES DE LATASA MEDIA DEGANANCIA

Aunque la teoría de las ondas largas enla historia de la economía capitalista esde origen claramente marxista (susiniciadores fueron Parvus, Kautsky, VanGelderen y Trotski[1]), los marxistas,

paradójicamente, han vuelto de formaresuelta la espalda al concepto desdeque éste fue adoptado por economistasacadémicos como Kondrátiev,Schumpeter, Simiand y Dupriez. Esto hademostrado ser doblementecontraproducente. En primer lugar, hacegado cada vez más a los marxistasante lo que ahora aparece nítidamentecomo un aspecto clave del cicloindustrial: su articulación con las ondaslargas y, por ende, su amplitud variable.En segundo lugar, ha impedido a lamayoría de los marxistas preverimportantes puntos de inflexión en lareciente historia económica: el de las

postrimerías de los años cuarenta, quesupuso un fuerte ascenso del crecimientoeconómico en los países capitalistas, yel punto de inflexión no menos acusadode finales de los años sesenta yprincipios de los setenta, que provocóun fuerte descenso de la tasa media decrecimiento de la economía capitalistamundial.

La existencia de estas ondas largasen el desarrollo capitalista difícilmentepuede negarse a la luz de unas pruebasabrumadoras[2]. Todos los datosestadísticos disponibles indicanclaramente que si tomamos comoindicadores clave el crecimiento de la

producción industrial y el crecimientode las exportaciones mundiales (delmercado mundial), los períodos 1826-1847, 1848-1873, 1874-1893, 1894-1913, 1914-1939, 1940/48-1967 y1968-? están marcados por acusadasfluctuaciones de las tasas medias decrecimiento, con altibajos entre lassucesivas ondas largas que oscilan entreel 50 y el 100%.

Estas ondas largas son másevidentes en las economías de los paísescapitalistas más avanzados (GranBretaña durante el período anterior a laprimera guerra mundial, EEUU en elperíodo posterior a la primera guerra

mundial) y más en la producciónmundial en su conjunto que en laseconomías de los países capitalistasconsiderados aisladamente. Tambiénaquí opera la ley del desarrollodesigual. Los países capitalistas,entregados a un esfuerzo máximo porponerse al día en el proceso deindustrialización, como fue el caso deEEUU después de la guerra de Secesióny de Japón en el siglo XX, arrojan tasasde crecimiento superiores a la mediaincluso durante la fase de estancamientode una onda larga. Pero este hecho sólosubraya con mayor énfasis laimportancia general de las ondas largas.

Recordemos brevemente lasprincipales pruebas estadísticas queaportamos para la teoría de las ondaslargas en El capitalismo tardío (cuadro1.1).

Añadamos algo del materialestadístico elaborado por otros autores.Gaston Imbert confeccionó los índices(basados en los cálculos de JürgenKuczynski) de la producción mundialper cápita (tendencias exponenciales)que aparecen en el cuadro 1.2. Aunquealgunos de sus criterios cronológicosparecen arbitrarios (al reducir laamplitud de las fluctuaciones), estosdatos confirman la conclusión generalsobre la existencia de ondas largas. Noresulta difícil ampliar estas tendenciascon la inclusión del fuerte ascenso de laproducción mundial per cápita durante1948-1968 y la tendencia subsiguiente,

de signo descendente, de la tasa decrecimiento.

Imbert añadía un cálculo interesantede las tendencias a largo plazo en laproducción mundial de energía (cuadro1.3). De nuevo discreparíamosprofundamente de algunos de loscriterios cronológicos, pero las ondasaparecen de manera no menos acusada

con arreglo a estas cifras.

No hace mucho W. W. Rostow hapublicado un largo libro dedicadoprincipalmente al problema de las ondaslargas, que contiene una gran riqueza dedatos estadísticos[3].

Angus Maddison ha presentadorecientemente[4] datos estadísticos queconfirman la existencia de ondas largas

en el desarrollo capitalista, siete añosdespués de que lo hiciéramos en Elcapitalismo tardío. Es cierto que suscálculos difieren algo de los nuestros.Maddison trata de verificar la existenciade ondas largas para el conjunto de losdieciséis países miembros de la OCDE.Esta elección nos parece dudosa porcuanto la mayoría de estos países tieneneconomías que, al menos durante elperíodo anterior a la primera guerramundial, no se encontraban realmenteindustrializadas, por lo que quedabantotalmente fuera del ámbito del ciclocomercial normal (aunque por supuestoestuvieran fuertemente influidas por el

mismo).

Su periodización difiere también dela nuestra porque elimina los años de lasegunda guerra mundial, cosainjustificada, al menos en el caso de

EEUU, y porque engloba el período1870-1913 en una sola onda, con lo cualelimina la prolongada depresión de1873-1893, operación que loshistoriadores económicos no secundaráncon toda seguridad. El cuadro 1.4 nospresenta sus resultados estadísticos. Sinembargo, si eliminamos de este cálculolos países no industrializados,obtendremos una diferenciación entre elperíodo1870-1890 y el período 1890-1913 (cuadro 1.5). Y si corregimos lacronología para que se ajuste almovimiento histórico real (por ejemplo,para que incluya la gran depresión de1873-1893), la diferencia oscila entre el

2,2 y el 3,2% (es decir, se haceclaramente significativa al alcanzar lamagnitud del 50%). Así pues, los datosde Maddison no difieren sustancialmentede los nuestros, con la salvedad de queno se remontan al período 1826-1873,que nosotros incluirnos en nuestroscálculos.

Entretanto, otros economistas derenombre se han subido al carro de lasondas largas. Entre ellos cabe destacar

al profesor Jay Forrester[5].Si consideramos la historia del

desarrollo capitalista en su conjunto,sólo quedan por aclarar dos cuestionesimportantes relacionadas con la teoríade las ondas largas. ¿Puede aplicarseesta teoría al período anterior a 1826, elaño de la primera crisis moderna desobreproducción de bienes industriales?¿Se puede detectar una onda larga designo expansivo desde, por ejemplo, laRevolución francesa o las guerrasnapoleónicas hasta 1826? ¿Se puedededucir de la teoría de las ondas largasque una nueva onda larga, de signoexpansivo, sucederá a la larga depresión

actual hacia finales de la década de1980 o principios de la de 1990? Laúltima parte del capítulo 4 se consagraráa la consideración de esta últimacuestión.

La primera interrogante interesabásicamente a los historiadoreseconómicos y sociales. El propio Marxdudaba de que se pudiera hablar conrigor de ciclo industrial antes de 1826,dados los límites de la industrializaciónfuera de Gran Bretaña, así como loslímites de las exportaciones de bienesindustriales. No obstante, hubo una claraaceleración del ritmo de desarrolloindustrial entre 1790 y los primeros

años de la década de 1820, y unaevidente desaceleración de este ritmo enel cuarto de siglo posterior. Essignificativo que este mismo ritmopueda percibirse en los paísescontinentales más industrializados deese período: Bélgica y Francia[6].

Desde el punto de vistametodológico, la elección deindicadores clave viene a ser el rasgodistintivo que diferencia la teoríamarxista de las ondas largas en eldesarrollo económico de la teoríaacadémica en curso. Los marxistas senegarían a seguir a aquelloshistoriadores económicos que cifran sus

análisis de las ondas largas en losmovimientos monetarios o en los de losprecios[7]. No descartarían que estosmovimientos sean relevantes para eldiagnóstico de las ondas largas;admitirían incluso una relativaautonomía de los fenómenos monetarios.Pero partirían del supuesto —esencialpara el análisis económico marxista—de que las leyes básicas de movimientodel sistema capitalista son las de laacumulación de capital, y que laacumulación de capital tiene su origenen la producción de mercancías, valor yplusvalor, y en su realizaciónsubsiguiente. Por tanto, los indicadores

clave de las ondas largas sonmovimientos que se refieren a laproducción y venta de mercancías. Ydado que Marx consideraba que elmercado mundial era el verdaderomarco de las fluctuaciones económicas,la producción industrial y lasestadísticas de las exportacionesmundiales aparecen nítidamente comolos dos indicadores clave. Esto indicaclaramente que no está justificada lamuy suave crítica de Altvater a nuestrateoría de las ondas largas, según la cualinfravaloramos el papel desempeñadopor las tasas relativas de expansión (yde contracción) del mercado mundial.

Asimismo, su observación de que nopuede demostrarse la existencia demasas de capital monetario de reserva agran escala en los inicios de una ondalarga de signo expansivo esevidentemente falsa para 1893 (tras lalarga depresión hubo una plétora decapital en Occidente que empezó a serexportado de forma masiva a ultramar) odespués de 1940/48 (el PlanMarshall)[8].

Mi propia contribución a laformulación de tina teoría marxista delas ondas largas en el desarrollocapitalista ha sido malinterpretada.Algunos críticos la entendieron como

una «explicación tecnológica» de estasondas largas[9]. La idea de que lasrevoluciones tecnológicas —de las quedistingo tres desde la revoluciónindustrial— son la causa de ascensos alargo plazo de la tasa media decrecimiento industrial no se correspondeen absoluto con mi análisis.

En realidad, cualquier teoríamarxista de las ondas largas en eldesarrollo capitalista sólo puede ser unateoría de la acumulación de capital o, sise desea expresar esa misma idea conotras palabras, una teoría de la tasa deganancia. Desde un punto de vistamarxista, resulta una tautología decir

que un marcado ascenso a largo plazo dela tasa media de crecimiento de laproducción industrial sólo puede serexpresión de subidas marcadas en latasa de acumulación de capital y de latasa media de ganancia, al menos dentrodel marco del modo capitalista deproducción. Una repentina duplicaciónde la tasa de crecimiento a largo plazode la producción industrial,coincidiendo con un estancamiento alargo plazo de la acumulación de capital(o, peor todavía, con un descenso alargo plazo de la tasa media deganancia), es una hipótesis absurdadentro del contexto del análisis

marxista. No es difícil demostrar quesería igualmente absurda desde el puntode vista del análisis clásico oneoclásico, o que no sería verificablebasándose en la evidencia empírica.

El propósito de esta discusión no esentrar en la extensa polémica (sostenidadurante tres cuartos de siglo o más)sobre la importancia de la «ley de latendencia a la caída de la tasa media deganancia» de Marx para el desarrollo dela economía capitalista internacional enlos siglos XIX y XX, dejando aparte elproblema mucho más abstracto (aunqueen absoluto carente de interés oimportancia) de si esa «ley tendencial»

puede ser verificada empírica ohistóricamente, o si Marx simplementepretendía indicar que estimulacontratendencias (verificables) auncuando no pueda estimularlasindefinidamente (la controversia sobrela llamada teoría del derrumbe)[10].Baste señalar que la mayoría de loseconomistas marxistas, así como muchoseconomistas académicos especializadosen el análisis de los ciclos industriales ocomerciales, están generalmente deacuerdo en reconocer que lasfluctuaciones de la tasa media deganancia y de la tasa media deacumulación de capital se dan en un

ciclo industrial que oscila entre los sietey los diez años. Dentro de cada ciclo lasfases de auge y prosperidad estáncaracterizadas por un ascenso de lasexpectativas de ganancia y de larealización de la ganancia (ganancias exante y ex post), acompañado o seguidode un ascenso de la tasa de acumulaciónde capital productivo[11]. Las fases decrisis y depresión aguda estáncaracterizadas por un descenso de latasa de ganancia realizada y de lasexpectativas de ganancia, acompañado oseguido de un descenso de la tasa deacumulación de capital productivo (esdecir, de la inversión).

No vamos a entrar en los matices deestas correlaciones, que en modo algunoson mecánicas, no más para los analistasmarxistas serios que para los analistasacadémicos serios. Se refieren afenómenos tales como los desfasestemporales, en especial los que se danentre las decisiones en materia deinversión y los incrementos finales de laproducción que generan. Abarcan lasfluctuaciones de la suma de capitalmonetario disponible para la inversiónpor encima del capital productivo, estoes, la división fluctuante del capitalsocial entre capital productivo, capitalmercantil (capital congelado en

productos ya elaborados; por ejemplo,existencias de almacén) y capitalmonetario, incluyendo fenómenos comolas fluctuaciones del crédito y del tipode interés. Consideran las fluctuacionesde la oferta y la demanda de capitalmonetario, así como toda una serie defactores subsidiarios. Pero losmovimientos esenciales, los quedeterminan las tendencias básicas delsistema, siguen siendo las fluctuacionesde la tasa media de acumulación decapital productivo.

El análisis económico marxistageneralmente ha situado losmovimientos de la tasa media de

ganancia en dos marcos temporalesdiferentes: el del ciclo industrial y el delciclo vital del sistema capitalista (denuevo, la controversia sobre ladenominada teoría del derrumbe)[12].Nosotros propugnamos que debeintercalarse un tercer marco temporal,con el fin de ser coherentes tanto con elanálisis teórico general como con losdatos empíricos disponibles. Este tercermarco temporal es precisamente el delas llamadas ondas largas de veinte aveinticinco años de duración. Estasplantean un reto real al análisiseconómico marxista. Y no quererafrontar este reto equivale a negar la

realidad, como el avestruz, y areconocer una importancia teórica.

Para una teoría en la que latendencia decreciente de la tasa mediade ganancia desempeña una función tanimportante supone un reto el explicarcómo es posible que, después de almenos tres puntos de inflexión en lahistoria económica capitalista (despuésde 1848, después de 1893 y después de1940 en EEUU y de 1948 en Europaoccidental y Japón), se produjeran alargo plazo repentinos ascensos de latasa media de crecimiento económico.Ya subrayamos el hecho de que lacoincidencia de tales incrementos a

largo plazo del crecimiento de laproducción industrial y de la inversióncon tasas de ganancia en estancamientoo decreciente resulta teóricamenteinsostenible y empíricamenteindemostrable. Así pues, el problemareal dentro del marco del análisiseconómico marxista es el siguiente: ¿esposible, contando con los instrumentosconceptuales del análisis económicomarxista, explicar los ascensos a largoplazo de la tasa media de ganancia endeterminados puntos de inflexiónhistóricos, a pesar del descenso cíclicode esa misma tasa de ganancia al finalde cada ciclo industrial y a pesar del

declive secular que señala el límitehistórico del modo de produccióncapitalista? Nuestra respuesta a estapregunta es un «sí» rotundo. Estamosconvencidos de que lo que ocurriódespués de 1848, 1893 y 1940/48 fueronde hecho ascensos a largo plazo de latasa media de ganancia. Y estamosconvencidos de que esto esperfectamente explicable dentro delmarco del análisis económico marxista,y ello por la siguiente razón.

Diversas variables clave del«sistema» marxista son variablesparcialmente autónomas. Suscorrelaciones no son mecánicas. Una de

las principales razones por las que sehan hecho tantas interpretacioneserróneas de la teoría económica deMarx reside precisamente en el hecho deque, al interpretar erróneamente sumétodo operativo de niveles deabstracción sucesivamente diferentes (o,si se prefiere, su práctica de usar elmétodo de aproximaciones sucesivas),muchos de sus comentaristas y críticosle han atribuido una correlaciónmecánica entre estas variables básicas,lo que no sólo se encuentra encontradicción con la lógica interna de susistema, sino también con lo que afirmóexplícitamente al respecto.

Esto lo ilustra bien la teoría de Marxsobre los salarios, que se contrapone alconcepto de Malthus-Lasalle sobre laley de bronce del salario, teoría queprecisamente sólo puede explicarsedentro del marco de tales variablesparcialmente autónomas que operan bajola lógica interna de un sistemacoherente[13]. Aquí no podemosadentramos en un análisis detallado dela teoría de Marx sobre los salarios conobjeto de justificar nuestro criterio.Recordemos simplemente unaconsecuencia importante de la teoría deMarx sobre el plusvalor. Contrariamentea Ricardo, él no veía la tasa de ganancia

como una función lineal de lasfluctuaciones salariales. Para Marx, lostres principales factores determinantesde la tasa de ganancia son lasfluctuaciones de la composiciónorgánica del capital, las fluctuaciones dela tasa de plusvalor y las fluctuacionesde la tasa de circulación del capital (latasa de plusvalor en sí, como señalamos,no es tampoco una función lineal de lasfluctuaciones de los salarios reales)[14].De forma que, de nuevo, lo que sucedacon la tasa de ganancia en forma algunapodrá deducirse directamente de lo queocurra a los salarios reales. La tasa deganancia puede experimentar un ascenso

mientras ascienden los salarios reales, ypuede descender mientras desciendenlos salarios reales. Sólo mediante unatento examen de todas las variablesparcialmente autónomas es posibleextraer conclusiones sobre la tendenciade hecho de la tasa de ganancia y hacerpredicciones a corto y medio plazosobre sus futuras fluctuaciones.

Puede pensarse que esto es unadigresión del tema que nos ocupa. No loes. Porque al demostrar cómo se da enel sistema de Marx una interrelacióndialéctica y compleja de variosprocesos que no están predeterminadosmecánica y unilateralmente, captamos el

método que debe emplearse paraexplicar los marcados ascensos a largoplazo de la tasa media de ganancia, queson lo único que nos permite explicarlos marcados ascensos a largo plazo dela tasa inedia de crecimiento de laproducción industrial y del comerciomundial después de 1848, 1893 y1940/48, así como, a la inversa, la caídaa largo plazo de la tasa media deganancia es lo único que nos permiteexplicar las sorprendentes bajas delritmo de crecimiento económico que sedieron hacia 1823, 1873, en el períodode entre-guerras durante la primeramitad del siglo XX y a finales de la

década de 1960.En otras palabras, un incremento

brusco de la tasa de plusvalor, unabrusca desaceleración de la tasa deincremento de la composición orgánicadel capital, una brusca aceleración de lacirculación del capital o unacombinación de varios de estos factoreso de todos ellos pueden explicar unbrusco ascenso de la tasa media deganancia. Además, Marx indicó queentre las fuerzas que amortiguan losefectos de la tendencia a la caída de latasa de ganancia se encuentran elincremento de la masa de plusvalor y eldesplazamiento de capital a países (y,

añadiríamos, a sectores) donde lacomposición orgánica media del capitales significativamente inferior que en lossectores industriales básicos de lospaíses capitalistas industrializados.

Por consiguiente, se puede concluir,al nivel teórico más abstracto, que unbrusco ascenso de la tasa media deganancia acontece cuando varios de loscinco factores que hemos mencionadoanteriormente, o todos ellos, operan deforma sincronizada, superando así lacaída a largo plazo, previamentereconocible, de la tasa media deganancia. Esto no significa que esosfactores anulen los normales altibajos

cíclicos de la tasa media de ganancia (esdecir, que eliminen el ciclo comercialnormal), pero sí significa que actúan defreno a los descensos cíclicos, lo queocurre en la medida en que las fuerzasde contrapeso operan con más vigor y deforma más sincronizada que antes.

A la inversa, cuando estas fuerzas decontrapeso son relativamente débiles ycuando sólo opera alguna (o ninguna) deellas, entonces la tendencia a la caída dela tasa media de ganancia se manifestaráplenamente y caracterizará un largoperiodo (una onda larga de signodepresivo) con una baja tasa media decrecimiento o incluso una tendencia al

estancamiento. Esto de nuevo no excluyeascensos cíclicos de las tasas deganancia y de la acumulación de capital(es decir, un ciclo comercial normal),pero sí explica por qué los períodos derecuperación son relativamente débilesy efímeros.

Por consiguiente, las ondas largas designo expansivo son períodos en los quelas fuerzas que operan contra latendencia a la caída de la tasa media deganancia actúan con fuerza y de formasincronizada. Las ondas largas de signodepresivo son períodos en los que lasfuerzas que operan contra la tendencia ala caída de la tasa media de ganancia

son más escasas, más débiles y estánclaramente menos sincronizadas. Elhecho de que esto se produzca en ciertospuntos de inflexión sólo puedeexplicarse a la luz de un análisishistórico concreto de un período dadodel desarrollo capitalista que conduce atal punto de inflexión.

Luego este análisis tiene que sercompletado con una explicación de porqué una serie de factores pueden seguirsiendo operativos y predominantesdurante todo un período histórico y porqué no son rápidamente neutralizadospor los mismos resultados económicosque generan. Por ejemplo, ¿por qué un

brusco incremento de la tasa decrecimiento de la producción industrialdurante un ciclo no conduce rápidamentea una situación de pleno empleo ycrecientes dificultades para aumentar latasa de plusvalor, lo que predeterminaráel ciclo siguiente haciendo que parta deunas expectativas de ganancia muchopeores que durante el precedente,impidiendo así una tasa de crecimientoacumulativamente más elevada durantelos diversos ciclos sucesivos?

A la inversa, un incremento superiora la media de la composición orgánicadel capital, una tasa de plusvalorestancada o incluso decreciente, un

pronunciado descenso de la tasa deincremento de la circulación del capitalo una combinación de varios de estosfactores o de todos ellos puede explicarun descenso a largo plazo de la tasamedia de ganancia. Este análisis tieneasimismo que ser completado con unaexplicación de las razones por lascuales tal descenso no produceautomáticamente los resultados queharían rápidamente posible un nuevoascenso de la tasa de ganancia (es decir,por qué no se da, como resultado de unaeconomía estancada durante un ciclo, unincremento del desempleo que induzcauna caída de los salarios reales, lo que a

su vez induciría un fuerte crecimiento dela tasa de plusvalor, que puede luegodar lugar, a partir del siguiente ciclo, aun fuerte incremento de la tasa media deganancia, a un fuerte incremento de laacumulación de capital y, por tanto, a unfuerte incremento de la tasa decrecimiento económico).

¿Pueden encontrarse pruebasempíricas de estas ondas larga en la tasamedia de ganancia? Para conseguirloparece que faltan datos sobre los paísescapitalistas industrializados en suconjunto, aunque se ha realizado muchainvestigación sobre ciertos períodos, yespecialmente sobre sectores

específicos de ciertos países. Pero estosdatos generalmente no cubren un períodode tiempo lo suficientemente ampliocomo para arrojar luz sobre nuestraexplicación de las ondas largas en eldesarrollo económico. En el caso deJapón, Christian Sautter haconfeccionado un gráfico de larentabilidad a largo plazo de la empresaprivada japonesa no agrícola para elperíodo 1908-1973, gráfico que poneclaramente de manifiesto las tendenciasa largo plazo (fig. 1)[15].

FIGURA 1. Rentabilidad de lasempresas privadas japonesasno agrícolas durante el periodo

1908-1973. Adaptado deStautter. (Véase nota 15).

Sin embargo, existe un campo dondelas estadísticas abundan y cubrenperíodos muy amplios de tiempo: elcampo de los tipos de interés. Ahorabien, desde el punto de vista de la teoríaeconómica marxista los tipos de interésno son en modo alguno paralelos a latasa de ganancia en cada momento.Pueden presentar una acusadadivergencia con relación a esta tasa bajocircunstancias excepcionales. Cuandoestalla una grave crisis económica (una«crisis de liquidez» de numerosasempresas y bancos capitalistas), el tipo

de interés puede dispararse por encimade la tasa de ganancia, ya que se trata deindustriales que piden dinero prestadono para crear ganancias adicionales,sino más bien para poner a salvo sucapital. A la inversa, en una depresiónprofunda los tipos de interés caen pordebajo de la tasa media de ganancia, yaque el capital dinerario es abundante ylas empresas industriales atrasan ofrenan los planes normales de inversión.

Pero si observamos las medias alargo plazo de los tipos anuales deinterés, estas desviaciones de la normaquedan fuertemente reducidas, y sepuede suponer que, al menos en su

tendencia a largo plazo, los tipos deinterés fluctúan paralelamente a la tasamedia de ganancia. Así, un cálculo deestas fluctuaciones a largo plazo de lostipos de interés demuestra que secorresponden en líneas generales con lasondas largas del desarrollo económicoque hemos identificado. Aunque estacorrelación en sí no supone una pruebadefinitiva para la interpretación marxistade las ondas largas como función de lasfluctuaciones de la tasa media deganancia, ciertamente refuerza nuestroargumento.

TIPOS DE INTERÉS A LARGOPLAZO

Gran BretañaInterés máximo 1798: 5,9%.Fluctuaciones indeterminadas hasta

1812-1815.Descenso hasta 1852, después

ascenso hasta 1874 y luegonuevo descenso hasta 1897.

Interés mínimo 1897: 2,25%.

EEUUInterés máximo 1920: 5,32%.Interés mínimo 1946: 2,19%.

Interés máximo 1974: 7,20% (debecorregirse debido a la fuerte tasade inflación; en Suiza, el tipo deinterés más elevado se registróen 1974: 7,13%).

FranciaAntes de 1841: en descenso.1852-1873: en ascenso.1873-1896: en descenso.1897-1974: en ascenso.

TIPOS DE INTERÉS A CORTOPLAZO (MEDIAS DECENALES)

Gran Bretaña

1805-1845: en descenso.1845-1875: en ascenso.1875-1895: en descenso.1895-1925: en ascenso.1925-1945: en descenso.1945-1965: en ascenso.

EEUU1835-1845: en descenso.1845-1855: en ascenso.1855-1895: en descenso.1895-1925: en ascenso.1925-1945: en descenso.1945-1965: en ascenso[16].

Una vez que hemos determinadoclaramente el método de aproximación a

una teoría marxista de las ondas largas,que, en última instancia, es una teoría delas «ondas largas de la tasa media deganancia», podemos hacer hincapié enotros dos rasgos distintivos de la teoríamarxista (en contraposición a la teoríaacadémica) de las ondas largas deldesarrollo capitalista, dos rasgosdistintivos que están íntimamenteinterrelacionados.

Los factores extraeconómicosdesempeñan un papel clave en laexplicación de los bruscos ascensos dela tasa media de ganancia después de losgrandes puntos de inflexión de 1848,1893 y 1940/48. Y, por esta misma

razón, los marxistas por regla general nodeberían aceptar una teoría de los cicloslargos del desarrollo económico comola de Kondrátiev, según la cual hay, enla propia economía, un mecanismoincorporado a través del cual un ciclolargo de signo expansivo, de unosveinticinco años, conduce a un ciclo deestancamiento de la misma duración, queautomáticamente conduce a otro ciclolargo de signo expansivo, etcétera[17].

Para expresarlo con más claridad:aunque la lógica interna de la leyes demovimiento capitalistas pueda explicarl a naturaleza acumulativa de cadaonda larga, una vez iniciada, y aunque

también pueda explicar la transición deuna onda larga expansiva a una ondalarga de estancamiento, no puedeexplicar el paso de la última a laprimera[18]. No hay simetría alguna entrelos resultados inevitables a largo plazodel crecimiento económico capitalistaacelerado (que son precisamente unacada a largo plazo de la tasa media deganancia) y el marcado ascenso a largoplazo de la tasa de ganancia después deun descenso persistente a lo largo de uncuarto de siglo. Este ascenso no puedededucirse de las propias leyes demovimiento del modo de produccióncapitalista. No puede deducirse de la

actuación del «capital en general». Sólopuede entenderse si se consideran todaslas forestas concretas del desarrollocapitalista en un medio determinado(todas las formas y contradiccionesconcretas de «muchos capitales»)[19]. Yéstas entrañan toda una serie de factoresextraeconómicos, Como guerras deconquista, ampliación y contracción delámbito de actuación del capital,competencia intercapitalista, lucha declases, revoluciones ycontrarrevoluciones, etc. Estos cambiosradicales del medio general, social ygeográfico, en el que opera el modo deproducción capitalista, son a su vez el

detonante, por decirlo así, de cambiosradicales en las variables básicas delcrecimiento capitalista (es decir, puedenconducir a cambios en la tasa media deganancia).

La revolución de 1848 y eldescubrimiento de los yacimientos deoro en California produjeron unrepentino ensanchamiento cualitativo delmercado capitalista mundial. Zonasenteras de Europa central y oriental,Oriente Próximo y el océano Pacífico seabrieron de repente como mercados paramercancías de producción capitalista.Este tremendo ensanchamiento delmercado (por sus proporciones

seguramente el mayor que el capitalismoha experimentado desde su nacimiento)espoleó con fuerza una industrializaciónextensiva y una nueva revolucióntecnológica, tal como lo describiódetalladamente Marx en el capítulo 13del libro primero de El capital: el pasode la máquina de vapor al motor devapor, de la manufactura a la producciónindustrial de capital fijo. Esto, a su vez,implicó un incremento muy fuerte de latasa de crecimiento de la productividaddel trabajo (es decir, del plusvalorrelativo, de la tasa de plusvalor).

Asimismo, la tasa de circulación decapital aumentó significativamente como

resultado de las revoluciones deltransporte y la telecomunicación (elbarco de vapor, el telégrafo, elincremento de la construcción deferrocarriles en Norteamérica y Europacentral y occidental) y las revolucionesdel crédito y el comercio (la sociedadanónima, los grandes almacenes, etc.).La combinación de todos estos cambioses suficiente para explicar un incrementofuerte, repentino y duradero de la tasa deganancia.

Los principales rasgos delimperialismo (la configuración final deÁfrica, Oriente Próximo, Asia oriental yChina como imperios coloniales o

esferas de influencia semicoloniales, elcrecimiento cualitativo de laexportación de capital a paísessubdesarrollados, la caída de losprecios relativos de las materiasprimas) explican también el bruscoascenso de la tasa media de gananciadespués de 1893 (es decir, el final de lalarga depresión, que duró de 1873 a1893). Una desaceleración de la tasa decrecimiento de la composición orgánicadel capital, unida a un incremento de latasa de plusvalor, de nuevo comoresultado de una revolución tecnológica(la electricidad), desempeñó un papelclave en la subida duradera de la tasa de

ganancia.Con relación al punto de inflexión de

1940/48, ya hemos analizadoextensamente en El capitalismo tardíoel ascenso de la tasa media de gananciaque permitió al capitalismo superar ellargo estancamiento relativo que sufrióentre 1914 y 1939. De nuevo eldesencadenante fue un factorextraeconómico. Esta vez no fue ni larevolución social (con una ampliacióngeográfica de la esfera operativa delcapital, como ocurrió después de 1848)ni la conquista imperialista (comosucedió a finales del siglo XIX). Estavez el principal factor extraeconómico

que actuó de desencadenarte fue laderrota histórica sufrida por la claseobrera a escala mundial durante los añostreinta y cuarenta (el fascismo, la guerra,y la guerra fría y el período deMcCarthy en EEUU), que permitió a laclase capitalista imponer unsignificativo incremento de la tasa deplusvalor (en los casos de Alemania,Japón, Italia, Francia y España,incrementos sensacionales, queoscilaron entre el 100 y el 300%; en elcaso de EEUU, un incremento másmodesto, pero no por ello menossignificativo). Esta fuerte subida de latasa de plusvalor, acompañada de nuevo

por una desaceleración de la tasa decrecimiento de la composición orgánicadel capital (caídas de los preciosrelativos de las materias primas despuésde 1951, acceso fácil y casimonopolístico de EEUU al petróleobarato de Oriente Próximo,abaratamiento de muchos de loselementos del capital fijo desdeprincipios de los años cincuenta) y porun ritmo acelerado de la circulación delcapital (revoluciones en latelecomunicación y el crédito,surgimiento de un verdadero mercadomonetario internacional paralelo alnacimiento de empresas

multinacionales), es suficiente paraexplicar un brusco ascenso de la tasamedia de ganancia, seguido de un fuerteincremento de la tasa de acumulación decapital[20]. La oportunidad de invertir elcapital excedente en el sectorarmamentístico, con gananciasgarantizadas por el Estado, desempeñóun papel auxiliar.

Hemos señalado que, aunque lospuntos de inflexión clave son claramenteproducto de factores extraeconómicosexógenos, desencadenan procesosdinámicos que pueden explicarse por lalógica interna de las leyes demovimiento capitalistas. En este punto

es en el que atribuimos un importantepapel a las revoluciones tecnológicas,como lo hizo el propio Marx. Nuestrainterpretación de las ondas largas, encomparación con las ofrecidas porKondrátiev y Schumpeter, posee laventaja de que no explica las ondaslargas, su origen y su fin por la dudosaexistencia de «proyectos de inversiónmadurados durante un largo período» deveinticinco o incluso cincuenta años deduración (que, obviamente, sólodesempeñan una función marginal en laeconomía capitalista) o, peor todavía,por la súbita aparición de gran númerode «personalidades innovadoras» (es

decir, por accidente biológico ogenético), sino más bien por lasoscilaciones a largo plazo de la tasamedia de ganancia. Pero una vez quecomienza una onda larga de esascaracterísticas, se nos plantean algunaspreguntas: ¿cómo toma impulso? ¿Porqué es capaz de sostenerse durante unlargo período? Las respuestas seencuentran a diversos niveles.

Una verdadera revolucióntecnológica implica una revisión radicalde las técnicas básicas utilizadas entodas las esferas de la producción y dela distribución capitalista, incluyendolos transportes y la telecomunicación.

La innovación a gran escala noacontece durante la onda larga deestancamiento relativo que precede auna revolución tecnológica, porque lasexpectativas de ganancia son mediocres.Precisamente por esa razón, una vez quese inicia el brusco ascenso de la tasa deganancia, el capital encuentra unareserva de inventos no aplicados oaplicados sólo de forma marginal, y porello posee el instrumental material paraun ascenso de la tasa de innovacióntecnológica. Cuando se produce unarevolución tecnológica básica, ésta es yade por sí de larga duración. A eseinstrumental material va unido el

instrumental financiero, pues el períodoprecedente ya conoció incrementossignificativos de capital reciénacumulado que no fueron invertidos deforma productiva (es decir, reservas decapital dinerario), los cuales ahora sesuman a los fuertes incrementos delplusvalor producido y acumulado enrégimen normal para hacer posible unfuerte incremento de la tasa deacumulación de capital productivo (enotras palabras, de la inversiónproductiva).

Una verdadera revolucióntecnológica significa, al menos en suprimera fase, grandes diferencias en los

costes de producción entre aquellasempresas que ya aplican la técnicarevolucionaria y aquéllas que no laaplican o la aplican sólo de formamarginal. Pero como el clima general esexpansionista, lo que determinará elvalor social de estas mercancías será laproductividad media del trabajo en lossectores industriales avanzados, yaquellas empresas que tengan unaproductividad del trabajo por encima dela media gozarán de grandesplusganancias. Lo mismo se aplica, conmayor razón todavía, a aquellos«nuevos» sectores industriales que«cargan» con el peso de la revolución

tecnológica. Al principio, el valorsocial de los productos serádeterminado por las empresas quecorran con los costes de producción máselevados. En otras palabras, las rentastecnológicas, en estas condiciones,tienden a elevar la tasa media deganancia, y no se realizan a expensas delas empresas menos productivas.

Es más, generalmente la clase obreraentra en una onda larga marcada por lascicatrices del largo desempleo delperíodo anterior (una reducidacapacidad negociadora y, en muchoscasos, una deteriorada confianza en símisma), de modo que no se aprovecha

de las condiciones expansionistas (almenos no de forma inmediata) parasuperar la caída de los salariosrelativos, que ha sido uno de losfactores desencadenantes de la subidade la tasa de ganancia. Los salariosreales aumentan, pero más biendespacio; en general, al menos duranteuna década, si no más, los salariosreales aumentan con menos rapidez quela tasa de crecimiento de laproductividad del trabajo deldepartamento II, que está muyestimulada por la propia revolucióntecnológica. Así pues, la tasa deplusvalor continúa aumentando a pesar

de la subida de los salarios reales.Además, el clima general

expansionista atrae a enormes olasmigratorias de mano de obrasubempleada y a pequeños productoresde mercancías empobrecidos de laperiferia del capitalismo industrial a loscentros metropolitanos. Esto, a su vez,abastece con regularidad al ejércitoindustrial de reserva de trabajo ymantiene el aumento de los salariosreales dentro de unos límites«razonables» desde el punto de vista dela burguesía[21].

Éste fue ciertamente el caso de laonda larga de 1940/48, que se prolongó

hasta finales de los años sesenta. Cadaonda larga expansiva previa requiere eneste sentido un análisis específico,aunque exista una asombrosa similitudentre las olas migratorias de la décadade 1850 y las de la década de 1890[22].

Así pues, todas estas fuerzasconcurren para dar a la onda largaexpansiva un impulso que le permitamantener la tasa media de crecimientopor encima de la media a lo largo devarios y sucesivos ciclos industriales,porque las tasas medias de gananciarealizadas y previstas se sitúan porencima de la media de la onda largaanterior.

Esto desde luego no significa que latasa media de ganancia se encuentre enascenso permanente o que estéestabilizada a un nivel más o menossuperior a la media. Existe unaarticulación entre las ondas largas deldesarrollo capitalista y el ciclocomercial normal. Durante una ondalarga expansiva los períodos deascenso, prosperidad y boom duran másy son más pronunciados, y lasrecesiones son más cortas y menosagudas. Y, a la inversa, durante una ondalarga con tendencia al estancamiento, losperíodos de ascenso y prosperidad sonmás cortos, más indecisos y más

desiguales, y las recesiones duran más yson más pronunciadas. Pero durante unaonda larga expansiva hay de hechorecesiones (es decir, caídas temporalesde la tasa media de ganancia).Igualmente, durante una onda larga contendencia al estancamiento hay períodosde ascenso y prosperidad (es decir,ascensos coyunturales de la tasa mediade ganancia).

Hay pruebas empíricas queconfirman esta articulación. Woytinskiaportó los siguientes datos para dosondas largas del desarrollo económicoen Alemania: durante la onda largadepresiva de 1874-1894 hubo quince

años de crisis o depresión frente a seisaños de ascenso; pero durante la ondalarga expansiva de 1895-1913 sólo hubocuatro años de crisis o depresión frentea quince años de ascenso[23]. Los datospresentados por Gordon (cuadro 1.6)permiten corroborar el análisis paraEEUU y Gran Bretaña. Estasoscilaciones coyunturales de la tasamedia de ganancia no necesitan serexplicadas por medio de la teoría de lasondas largas. Pueden ser perfectamenteexplicadas por medio de la teoríatradicional de las crisis (como ladenominan los marxistas) o de la teoríadel ciclo comercial (como la denominan

los economistas académicos). Pero esprecisamente la articulación del cicloindustrial o comercial tradicional con laonda larga lo que convierte a la teoríade las ondas largas en un instrumentoútil para explicar las particularidades decada ciclo industrial específico y, másconcretamente, las variaciones en suamplitud.

Cuando Trotski rechazó,correctamente, el uso del término «cicloa largo plazo» de Kondrátiev comoanálogo al ciclo industrial normal, fueesencialmente porque los repentinospuntos de inflexión ascendentes de lasondas largas no pueden explicarse sobre

todo por medio de causas económicasendógenas. Por esa misma razón, nopuede existir ninguna simetría mecánicaentre la longitud del ciclo industrial y lalongitud de la onda larga. Los marxistaspiensan (como lo hizo el propio Marx)que la longitud del ciclo industrialdepende del ciclo vital del capital fijo(es decir, del período característico enque se produce la renovación masiva delcapital fijo), el cual, por su mismanaturaleza física, no puede renovarsepor partes ni sobre una base continua.Pero acontecimientos tales como nuevasconquistas geográficas del capitalismo,guerras, revoluciones y

contrarrevoluciones no se pueden regirpor una ley mecánica como el ciclo vitalde la maquinaria a gran escala.

Sin embargo, negar que, una vez quese ha iniciado una onda larga, la lógicainterna del capitalismo (es decir, lasleyes de movimientos del sistema) tienenecesariamente que regir el cursosubsiguiente de los acontecimientos, esnegar que estas leyes de movimientossean en absoluto operativas en larealidad. Si se piensa que fuerzasexternas extraeconómicas —no sólocada cincuenta o sesenta años, sinocontinuamente— determinan eldesarrollo de la economía capitalista,

entonces se rechaza de un plumazo todoel análisis económico de Marx[24].

Ésa es la razón por la cual nopodemos aceptar la crítica que se nos hahecho (así como, en general, a la teoríamarxista de las ondas largas) en elsentido de que, de forma ecléctica,tratamos de combinar explicacionesexógenas y endógenas del desarrollocapitalista (es decir, tratamos de«combinar a Trotski y Kondrátiev»)[25].No hay nada de ecléctico en la tesis deque los marcados ascensos a largo plazode la tasa media de ganancia sólopueden explicarse, en última instancia, através de cambios en el medio social en

el que se desenvuelve el capitalismo yque, una vez que estos ascensos se hanproducido, las contradicciones internasdel modo de producción capitalista semanifiestan e inexorablemente conducena nuevas caídas de la tasa de ganancia,tanto en el plano coyuntural (el cicloindustrial) como a largo plazo. Esinevitable que una nueva onda larga contendencia al estancamiento suceda a unaonda larga de tendencia expansionista, ano ser, por supuesto, que se estédispuesto a suponer que el capital dealguna manera ha descubierto el trucopara eliminar durante un cuarto de siglo(si no más) la tendencia a la caída de la

tasa de ganancia.A fin de ilustrar con mayor precisión

aún esta articulación de factoresexternos e internos en la interrelaciónentre las ondas largas del desarrollocapitalista y la historia económica delcapitalismo, tenemos que introducir enel análisis de las ondas largas doselementos adicionales: la tendencia alargo plazo de la competenciacapitalista internacional, a escalaestatal, y las fluctuaciones a largo plazode la producción de oro.

Existen paralelismos indiscutiblesentre la hegemonía relativa de GranBretaña en el mercado mundial durante

el período 1848-1873, seguida de undeclive de esa hegemonía durante lalarga depresión de 1879-1893, larelativa hegemonía del imperialismobritánico durante el período 1893-1913,seguida de un acusado declive de esahegemonía durante el período 1914-1940, y la fuerte hegemonía delimperialismo americano desde 1940/48hasta finales de los años sesenta,seguida de un declive relativo de esahegemonía a partir de entonces.

Ciertamente, sólo podemos hablarde paralelismos, no de identidadesabsolutas. La hegemonía de la industriabritánica durante el período 1848-1873

fue mucho más pronunciada que lahegemonía del imperialismo británicodurante el período 1893-1913, que, casidesde el principio, fue cuestionadacrecientemente por el auge delimperialismo alemán y, más tarde, por elauge del imperialismo americano.También es cierto que la hegemonía delimperialismo americano a finales de losaños cuarenta y en los cincuentaprobablemente deje muy atrás todo loque los capitalistas británicospresenciaron en cualquier período delsiglo XIX. También se podrían subrayarotras diferencias.

Pero el movimiento rítmico es

notable en los tres casos. Ya a mediadosde los años sesenta fuimos unos de losprimeros analistas en anunciar eldeclive relativo del imperialismoamericano[26]. Difícilmente puedeponerse hoy en duda que esaspredicciones han sido totalmenteconfirmadas por los acontecimientossubsiguientes.

En unas condiciones de propiedadprivada y competencia por la gananciasólo un fuerte grado de concentracióninternacional del poder económico ypolítico-militar hace posible imponer almundo capitalista solucionespragmáticas normales en tiempos de

crisis, soluciones que pueden o nopueden ayudar al sistema a superar susdificultades, pero que no obstante sonimpuestas. Cuando falta esaconcentración de poder, cuando se danlas condiciones clásicas de «equilibrioinestable» entre dos, tres, cuatro oincluso más bloques de podercapitalista, entonces no se puedeimponer ninguna clase de decisiones yse produce una crisis general en ladirección del capitalismo internacional,lo que ciertamente no ayuda al sistema asuperar sus profundas depresiones conmayor rapidez.

Por ello no se pueden considerar

accidentales las similitudes evidentesque se dan entre la falta de iniciativaque mostraron las potenciasimperialistas durante la depresión de1929-1932 y después de ella parapromover cualquier tipo de «solución»internacional a la crisis (inclusosoluciones de expediente) y la mismaincapacidad que ha mostrado el capitalinternacional a partir de 1973 paracolaborar (a pesar de las numerosas«conferencias cumbre»)[27]. Qué dudacabe de que la intensidad de las guerrascomerciales internacionales y lasiniciativas proteccionistas son ahoramenos pronunciadas que en los años

treinta. Pero no es menos sorprendentela inversión de la tendencia, encomparación con lo sucedido amediados de los años cuarenta, en loscincuenta y principios de los sesenta[28].Durante ese período, el imperialismoamericano fue capaz de imponer elsistema de Bretton Woods, el PlanMarshall y la reconstrucción industrialde Alemania Occidental y Japón, sin quehubiera ninguna resistencia seria de susaliados competidores, para bien o paramal. Hoy no puede hacer nada parecido.

Ahora bien, estas sucesivasvariaciones en la correlación de fuerzasentre las principales potencias

imperialistas (capitalistas en el sigloXIX) o bloques de poder obviamente nopueden explicarse por medio de las«leyes internas de movimiento del modode producción capitalista», aunque esténciertamente relacionadas con la ley deconcentración y centralización delcapital y la ley del desarrollo desigual.Pero es obvio que en este sentidodesempeñan un papel decisivo lasguerras, la expansión y contracción delos imperios coloniales o las esferas deinfluencia semicoloniales, losmovimientos de liberación nacional, lasrevoluciones, las contrarrevoluciones ysus respectivos resultados. Sin la

derrota aplastante de la clase obreraalemana en 1933, el imperialismoalemán jamás habría podido emprendersu curso acelerado de expansión yagresión en los años treinta y principiosde los cuarenta. Sin la derrota delimperialismo alemán y japonés en lasegunda guerra mundial, el imperialismonorteamericano jamás habría podidoestablecer la sólida hegemonía de quedisfrutó en el período 1945-1965. Sin lacombinación del declive del poderpolítico y militar británico en la segundaguerra mundial y el surgimiento de losmovimientos de liberación nacional enAsia y África, no habría podido

producirse el colapso del imperiobritánico en el espacio de tiemporelativamente corto en que se produjo.

La correlación entre lasfluctuaciones de la producción de oro ylas ondas largas del desarrollo de laeconomía capitalista ha fascinado amuchos historiadores económicos. Apartir del innovador trabajo de Casselse han introducido numerosas y sutilesmejoras en su tesis básica (a saber, quelas ondas largas, en última instancia,están determinadas por las ondas largasde movimiento de los precios, y queéstos a su vez están determinados porlas fluctuaciones a largo plazo de la

producción de oro)[29]. Pero, desde unaperspectiva marxista, todos estosanálisis adolecen de una falta deconsistencia básica. La producción deoro en general, o la producción de oro«monetizada» (es decir, aquella parte dela producción normal de oro queadquieren los bancos centrales, o la tasade crecimiento de las reservas globalesde oro de los bancos centrales, etc.)siempre se compara en términoscuantitativos con el total de laproducción mundial y se afirma quedetermina la tendencia general de losprecios por medio de la relación queguardan entre sí ambas tasas de

crecimiento. Esto no viene a ser sino unatosca aplicación de la errónea teoríacuantitativa de Ricardo sobre el dinero,aplicada al oro en cuanto moneda.

El oro puede desempeñar la funciónde dinero (es decir, como equivalentegeneral) precisamente porque se trata deuna mercancía, de una encarnación detrabajo humano abstracto comocualquier otra mercancía. Por ello, loque determinará la tendencia general delos precios, expresada en oro/moneda oen papel moneda con una cotización fijarespecto al oro (es decir, convertible auna cantidad fija de oro), no será lacantidad de oro producida, sino las

fluctuaciones del valor del oro encomparación con el valor medio de lasmercancías. Así pues, el factor claveque debe ser objeto de análisis paraexplicar las tendencias a largo plazo delos precios (expresadas en moneda-oro)es la tendencia comparativa de laproductividad del trabajo en la mineríade oro, por una parte, y en la industria yla agricultura, por otra parte.

Desde hace tiempo se ha entendidoque la producción de oro fluctúa deforma «anticíclica» como respuesta alos altibajos de la economíacapitalista[30]. Pero cuando tratamos deaveriguar si este funcionamiento

anticíclico también se puede aplicar alas ondas largas del desarrollocapitalista, en principio tenernos quedistinguir la situación de la producciónde oro en el siglo XIX de la del sigloXX. En el siglo XIX, la búsqueda deyacimientos de oro, así como lasrepentinas y bruscas caídas del valor deloro causadas por el descubrimiento denuevos y ricos filones, fueronesencialmente cuestiones dependientesdel azar. Los desembolsos de capitalque se destinaron a estosdescubrimientos fueron mínimos[31].Sólo tras el descubrimiento a finales delsiglo XIX de las minas del Rand, en el

Transvaal, se transformó la minería deoro en una industria capitalista cuyaspropias leyes de movimiento veníandeterminadas por la lógica de laacumulación de capital[32]. Elaprovechamiento posterior de losyacimientos de Orange, así como todo loque está ocurriendo hoy tras laasombrosa subida del «precio del oro»a más de 500 dólares la onza, no hacesino confirmar esta regla[33].

Pero los descubrimientos casualesdel siglo XIX, como los ricosyacimientos de California, Australia yTransvaal, son obviamente factoresexógenos que no pueden explicarse (ni

por su volumen ni con relación almomento en que se produjeron)[34] porlo que ocurrió durante la anterior ondalarga del desarrollo capitalista. Ycuando hicieron bajar de forma acusaday repentina el valor del oro, influyeronen una subida de los precios, queindudablemente favoreció un ascenso dela tasa de ganancia; esto es, figuraronentre aquellos factores «ambientales»que permiten explicar los dos puntos deinflexión de la tasa de ganancia quehicieron posibles las dos ondas largasexpansivas posteriores a 1848 y1893[35].

Sin embargo, curiosamente, un autor

soviético sostiene la opinión de muchoseconomistas y tecnócratasnorteamericanos e internacionales enrelación con la posibilidad de«desmonetizar» el oro, al defender laidea de que el «dinero crediticio»(crédito bancario) representa «dineroreal», por lo que puede desempeñar lamisma función que el oro[36]. Esto seencuentra en total contradicción no sólocon la teoría del trabajo como sustanciadel valor de Marx, sino también con loque se ha observado durante los últimosaños en el mercado mundial: cuanto máselevadas son las tasas de inflación delas monedas de los principales países

capitalistas, y cuanto más se reafirma eloro en su papel de verdadera medida del«valor» del papel moneda, más aumentael «precio» del oro en la economíamundial. Fallarán todos los proyectospara «desmonetizar» el oro.

2. LAS ONDAS LARGAS,LAS REVOLUCIONESTECNOLÓGICAS Y LOSCICLOS DE LA LUCHADE CLASES

Las revoluciones tecnológicas sonimposibles sin el avance de la ciencia.¿En qué medida están determinadas porel progreso científico? ¿En qué medidapuede relacionarse el progresocientífico con el desarrollo de lasfuerzas productivas dominadas ydomesticadas por el capitalismo? Estoes, ¿en qué medida se le puede

relacionar con la lógica interna delmodo de producción capitalista? Es untema fascinante, pero en este ensayo nopodemos ni siquiera abordarlosuperficialmente[37].

Se puede establecer una primeracorrelación al nivel de la tendenciageneral histórica del capital atransformar el trabajo científico (esdecir, el «trabajo general», en laacepción más abstracta de la palabra[38])en una forma específica de trabajoproletarizado (es decir, trabajosubordinado a las necesidades delcapitalismo y controlado por el capital).E n El capitalismo tardío señalamos

cómo Marx había deducido estatendencia de las leyes generales demovimiento del capital, describiendoasí, de forma anticipada, un fenómenoque no ocurriría en su época, sino muchodespués. A despecho de un tópico que serepite con insistencia, lo señalado nohace sino confirmar que El capital deMarx es mucho más una obra del sigloXX que del siglo XIX, precisamente porcausa de la amplitud de su profecíahistórica:

La apropiación del trabajo vivo porel capital adquiere en la maquinaria,también en este sentido, una realidad

inmediata. Por un lado, lo que permite alas máquinas ejecutar el mismo trabajoque antes efectuaba el obrero es elanálisis y la aplicación —que dimanandirectamente de la ciencia— de leyesmecánicas y químicas. El desarrollo dela maquinaria por esta vía, sin embargo,sólo se verifica cuando la gran industriaha alcanzado ya un nivel superior y elcapital ha capturado y puesto a suservicio todas las ciencias; por otraparte, la misma maquinaria existentebrinda ya grandes recursos. Lainvenciones se convierten entonces enrama de la actividad económica y laaplicación de la ciencia a la

producción inmediata misma se tornaen un criterio que determina e incita aésta[39].

En El capitalismo tardío señalamosel proceso concreto por medio del cualse desarrollaron los laboratorios deinvestigación bajo control empresarial,proceso iniciado a finales del siglo XIXy continuado a lo largo de la primera ysegunda guerras mundiales[40]. Sinembargo, como predijo Marx, estarelación directa entre el progresocientífico y el surgimiento de una nuevatecnología aparece relativamente tardeen el desarrollo del modo de producción

capitalista. Va precedida por dos fasesdurante las cuales el capital se apropiade una manera mucho más pragmática dela destreza técnica de los artesanos-técnicos con el fin de sustituir el trabajovivo por maquinaria dentro del procesode constante fragmentación yparcelación del trabajo, con el propósitode ejercer un control socioeconómicosobre el trabajo (es decir, de maximizarla producción de plustrabajo, queconstituye la fuerza motriz para unconstante crecimiento yperfeccionamiento de la división deltrabajo dentro del proceso productivo):

1. Una fase en que laexperimentación de los artesanos, que seda en el proceso de producción y esanterior en siglos a la experimentaciónsistemática de los científicos naturales,es la base directa de la mayor parte delos avances tecnológicos. Esta faseabarca, según Arthur Clegg[41], la mayorparte del período correspondiente alcapitalismo manufacturero. HarryBraverman, siguiendo a Bernal, señalóque esto también es aplicable a lamayoría de las invenciones básicas de larevolución industrial. David Landesllegó a una conclusión similar en su

Prometheus unbound [42].

2. Una fase en que la observaciónexperimental realizada por losingenieros (o por los ingenierosconvertidos en capitalistas) les conduce,como apuntó Marx, a transformar lasoperaciones del trabajador en otras cadavez más mecánicas, de forma que, en undeterminado momento, un mecanismopuede ocupar el puesto del trabajador.Aquí se podría decir que la contribucióndel artesano a la invención ha sido engran medida indirecta, a pesar de que ladistinción entre artesanos e ingenierosno siempre ha sido tan nítida como

aparenta ser a veces con arreglo a lascategorías profesionales.

La reunificación formal de «cienciaabstracta» e «invenciones tecnológicasconcretas» se produce con la apariciónde la «ciencia aplicada». Aquí no esposible profundizar en el análisis de lacorrelación entre esta aparición y ladialéctica interna del desarrollo de lasciencias naturales, por una parte, y lalógica interna del modo de produccióncapitalista (o, mejor dicho, la sociedadburguesa en general), por otra. Éste esun tema que requiere una atención muchomayor de los teóricos marxistas que la

que se le ha prestado hasta ahora.Esperemos que algún día tengamostiempo para volver sobre él con másdetenimiento.

Debe subrayarse que la tendenciadel capital a proletarizar (es decir, asubordinar a sí mismo) el trabajocientífico está directamente relacionadacon la sed insaciable por conseguir másplustrabajo, más plusvalor y másganancia, sed continuamente espoleadatanto por la competencia como por lalucha de clases entre capital y trabajo.Por consiguiente, está interconectadacon el movimiento rítmico de laacumulación de capital. Parece obvio

que largos períodos con tasas deganancia generalmente decrecientestienden a fomentar una investigaciónorientada a conseguir avances radicalesen el campo de la reducción de loscostes de producción (es decir,transformaciones tecnológicasradicales), al tiempo que, de forma nomenos obvia, no fomentan lasinnovaciones tecnológicas radicales agran escala; es decir, tienden aconcentrar la inversión normal eninversión para la racionalización (esdecir, en inversión que quedainmediatamente amortizada en términosde costes de trabajo)[43]. Gerhard

Mensch reunió importantes pruebas parademostrar que en los años 1820-1830,1880-1890 y 1930-1940 tuvo lugar unaconstelación de innovaciones básicas,coincidiendo precisamente con lasondas largas de estancamiento[44]. Lahistoria económica, a su vez, confirmaque las inversiones en las primerasaplicaciones masivas de estasinnovaciones básicas generalmente seprodujeron diez años más tarde, una vezque ya se había producido la inflexiónde una onda larga de carácter depresivoa una de carácter expansivo (fig. 2).

A la inversa, cuando el climageneral de la sociedad burguesa está

dominado por una sensación de«crecimiento» boyante (prosperidad),como reflejo de repentinos y acusadosincrementos reales de la tasa media deganancia y de acumulación de capital,las condiciones son entonces máspropicias para los enormes desembolsosde capital que necesitan lasrevoluciones tecnológicas radicales, poroposición a las innovaciones parcialesnormales, que no revolucionan lastécnicas básicas de todas las esferas dela vida social, todas las ramas de laindustria, los transportes, latelecomunicación, el comercio y elcrédito, la administración, etc. En

estricta lógica, es, por tanto, posibleconcluir que se da una alternanciarítmica entre la intensificación de lainvestigación y las innovaciones básicasiniciales (durante las ondas largasdepresivas)[45] y la intensificación de lainnovación radical (durante las ondaslargas expansivas). Queda pordeterminar si el decisivo nexointermedio (el incremento de lasconstelaciones de invenciones) seproduce en la fase final de la onda largadepresiva o si ésta es una relacióndemasiado mecánica entre el ritmo alargo plazo de la acumulación de capitaly el ritmo a largo plazo del «ciclo

investigación-invención-innovación» (enel caso de que se pueda realmenteprobar esa relación, el término «ciclo»estaría justificado en este contexto).

FIGURA 2. Frecuencia de lasinnovaciones básicas, 1740-1960.

J. Schmookler ha intentado probarque el ciclo de patentes está íntimamenterelacionado con el ciclo comercial en

general y que no lo precede o loanuncia[46]. Aunque la argumentaciónparece convincente, no hace distinciónalguna entre tipos de patentecualitativamente diferentes, por lo queno puede proporcionar una respuesta ala pregunta que planteamos. Lo decisivoes el fenómeno de las patentes que hacenposible las innovaciones radicales y noel ciclo de patentes en general.

W. Rupert Maclaurin[47] introducediferencias entre cinco condicionessucesivas para la innovación:

1. La propensión a desarrollar laciencia pura.

2. La propensión a inventar.3. La propensión a innovar.4. La propensión a financiar la

innovación.5. La propensión a aceptar la

innovación.

No obstante, aunque indica que «unanación podría contribuirsignificativamente a la ciencia pura y ala invención pero permanecer estancadasi se canaliza una proporción demasiadopequeña de la oferta de capital hacia elnuevo desarrollo»[48] (aquí son obviaslas mediaciones entre las expectativasde ganancia y las fluctuaciones de la

tasa de ganancia), no llega a estableceruna distinción entre las innovacionesque no modifican la técnica general dela producción y las que sí lo hacen. Si secombina su análisis con el de GerhardMensa, es posible apreciar con mayorexactitud las siguientes condicionessucesivas para una revolucióntecnológica:

1. La propensión al desarrollo de laciencia pura.

2. Un punto de inflexión en lasinvenciones normales que conducen ainvenciones básicas capaces de cambiartoda la tecnología básica de la

producción.3. La propensión a la innovación

radical.4. Modificaciones en las

condiciones generales de acumulaciónde capital, las expectativas de gananciay las expansiones previsibles delmercado que justifican desembolsosmasivos para una innovación radical[49].

5. Efecto combinado de lasinnovaciones radicales realizadas, lascrecientes tasas de ganancia y elcrecimiento económico acelerado(acumulación de capital), que impulsa larevolución tecnológica en el sentidoestricto de la palabra.

Pero al llegar a este punto delanálisis es necesario establecer unasegunda e importante correlación entreel proceso de acumulación de capital yla lógica de las revolucionestecnológicas. Cada tecnologíaespecífica, radicalmente diferente de laprecedente, gira alrededor de un tipoespecífico de sistema de maquinaria, yesto, a su vez, presupone una formaespecífica de organización del procesode trabajo. Supongamos, a grandesrasgos, que las sucesivas fases de larevolución industrial y de la primera,segunda y tercera revolución tecnológica(poniendo siempre en guardia contra una

interpretación demasiado mecánica deestas fases y subrayando la existenciainevitable de formas transitoriascorrespondientes a la ley del desarrollodesigual y combinado) se correspondengrosso modo con los siguientes sistemasde maquinaria: máquinas manejadas porartesanos (y fabricadas por artesanos) ymovidas por máquinas de vapor;máquinas operadas por maquinistas (yfabricadas industrialmente) y movidaspor motores de vapor; máquinascombinadas en cadenas de montaje,manejadas por operadores de máquinassemiespecializados y movidas pormotores eléctricos, y equipos de

producción de alimentación continuaintegrados en sistemassemiautomatizados gracias a laelectrónica[50].

Resulta indudable que estos cuatrosucesivos tipos de tecnología y sistemasde maquinaria radicalmente diferentespresuponen cuatro tipos diferentes deorganización del trabajo. La transiciónde uno a otro ha conllevadohistóricamente una seria resistencia porparte de la clase obrera (entre otrasrazones, porque conlleva un importantedeterioro de las condiciones de trabajo,un deterioro no necesariamente asociadoa una baja de los salarios reales o a un

incremento de la carga de trabajo físico,pero sentido y entendido por una partesignificativa de los trabajadoresindustriales como un deterioro global desus condiciones de trabajo). Lo quedeseamos subrayar no son tanto lasconsecuencias como los orígenes de lastransformaciones revolucionarias en elproceso del trabajo. A nuestro juicio sonconsecuencia de las tentativas delcapital durante el período precedentepara eliminar los crecientes obstáculos aun ulterior incremento de la tasa deplusvalor. De este modo se establece denuevo una relación directa con elmovimiento rítmico a largo plazo de la

acumulación de capital y la presióncreciente (o decreciente) en favor decambios radicales en la organizacióndel trabajo. Durante la mayor parte de laduración de una onda larga expansiva,cuando la tasa media de ganancia seencuentra en alza o permaneceestabilizada, el incentivo para cambiarradicalmente la organización del trabajo(que es tendencialmente permanentebajo el capitalismo) es menosapremiante para la burguesía. Se hanproducido enormes desembolsos decapital que necesitan ser depreciados yvalorizados. Reemplazarlos condemasiada rapidez iría en contra de

estas necesidades. Cambios radicales enla organización del trabajo provocaríanuna fuerte resistencia por parte de laclase obrera, frecuentes interrupcionesde la producción y una agudizacióngeneralizada de la lucha de clases, loque choca con la tendencia normal de laburguesía a rebajar las tensionessociales cuando la tasa de crecimientoes elevada y cuando dispone de mediosmateriales para conceder algunasreformas a la clase obrera.

A la inversa, al final de una ondalarga expansiva, y durante buena partede la onda larga depresiva subsiguiente,la caída de la tasa de ganancia es más

acusada y generalmente permanece en unmínimo mucho más bajo que durante laprecedente onda larga expansiva. Se daentonces un creciente y poderosoincentivo para que el capital incrementela tasa de plusvalor, cosa que no puedelograr simplemente mediante laelevación de la carga de trabajo, laaceleración de los ritmos, laintensificación del proceso de trabajoexistente, etc., sino que exige unprofundo cambio de ese proceso.Asimismo, hacia el final de la ondalarga expansiva la lucha de clasesgeneralmente se intensifica por razonesvinculadas a la propia aceleración a

largo plazo de la acumulación de capital(reforzamiento numérico de la claseobrera, retroceso relativo deldesempleo, creciente sindicación, etc.).Y precisamente porque laintensificación de la lucha de clases yase ha convertido en una tendenciaobjetiva, decrecerán los titubeos de laclase capitalista para agudizar aún máslas tensiones sociales mediante cambiosen la organización del trabajo (o, almenos, en las divisiones internas de laclase capitalista en relación con estascuestiones el equilibrio se inclinará afavor de aquéllos que propugnan pasar auna ofensiva más dura contra la clase

obrera).Si examinamos las fases históricas

de la introducción inicial delmaquinismo, de los primeros sistemasde maquinaria, del taylorismo y de laorganización del trabajo de alimentacióncontinua, podemos comprobar que,aunque su experimentación y suintroducción inicial generalmenteacontecen hacia el final de una ondalarga expansiva, su generalizacióncoincide con una onda larga depresiva.Esto queda muy claro en el caso de unaorganización del trabajo en cadena demontaje, introducida por primera vezdurante el período 1910-1914[51], pero

generalizada sólo después de la primeraguerra mundial[52]. También quedapatente en el caso de la organización deltrabajo de alimentación continua quedurante el período 1940/48-1968 selimitó a unas cuantas industrias(centrales nucleares, refinerías depetróleo, fábricas petroquímicas,fábricas de conservassemiautomatizadas, plantas deembotellado y embalaje de la industriaalimenticia, etc.); su generalización sólocomienza ahora con la aparición de losmicroprocesadores.

Por consiguiente, en el campo de laorganización del trabajo encontramos

una notable confirmación de lo queafirmamos anteriormente con relación alas propias revoluciones tecnológicas:se dan alternancias que abarcan largosperíodos durante los cuales tienen uncarácter innovador (lo cual tiende aelevar la tasa media de ganancia),seguidos de largos períodos durante loscuales cobran una forma generalizada yvulgarizada (lo cual tiende a rebajar y amantener baja la tasa media deganancia).

Por otra parte, existen pruebas cadavez más numerosas de que cada una deestas revoluciones en la organizacióndel trabajo, posibles gracias a las

sucesivas revoluciones tecnológicas,fueron resultado de los intentosconscientes de la patronal de romper laresistencia de la clase obrera con elpropósito de promover nuevosincrementos de la tasa de explotación.La primera revolución tecnológica fueuna clara respuesta a la lucha de lostrabajadores británicos encaminada aacortar la jornada de trabajo. El propioMarx hizo extensos comentarios alrespecto en El capital[53]. La segundarevolución tecnológica estuvoestrechamente relacionada con lacreciente resistencia de los fuertessindicatos, tanto en EEUU como en

Europa occidental, al creciente controlempresarial sobre el proceso de trabajo;el «taylorismo» surgió de hechodirectamente de las tentativas deimponer tal control directo. La tercerarevolución tecnológica estuvoigualmente vinculada de forma directa ala creciente sindicación de lostrabajadores semiespecializados de laproducción en masa y a la necesidad decercenar la capacidad de control que taltipo de poder sindical podía ejercersobre la producción en cadena. Algunosautores han sugerido que ahora se estánrealizando tentativas para emprenderuna nueva y revolucionaria

transformación de la organización deltrabajo como respuesta del capital alascenso de la fuerza y combatividad dela clase obrera en Europa occidental,EEUU y Japón a partir de 1967-1968[54].Y según los estudios realizados porhistoriadores como Gareth StedmanJones, resulta incluso posible aplicar unanálisis similar al mismo surgimientodel sistema fabril moderno, a la mismarevolución industrial[55].

Hasta ahora todos los procesosdescritos parecen corresponder deforma lineal a las necesidades internas ya la lógica de la acumulación de capital,a las necesidades objetivas del capital.

Pero en este estadio aparece unelemento exógeno. El capital tiene unanecesidad constante de incrementar latasa de plusvalor y de fomentar eldeterioro de las condiciones generalesde trabajo de la clase obrera, y estanecesidad es particularmente acusadacuando el capital se enfrenta a una caídabrusca y sostenida de la tasa deganancia; pero su capacidad para llevara cabo estos fines no depende sólo delas condiciones objetivas. Tambiéndepende de factores subjetivos (esdecir, la capacidad de la clase obrera deofrecer resistencia y contraatacar). Yesta capacidad, a su vez, no es una

función mecánica y lineal de lo queocurrió en el período precedente: elnivel de crecimiento de la claseasalariada, la tasa relativa dedesempleo, el nivel y la homogeneidadde la sindicación (y, más en general, dela organización de la clase obrera).

Aunque estos factores sonevidentemente muy importantes, debenbarajarse otros: la fuerza (numérica)absoluta de la clase obrera (su peso conrelación a la población activa global) yla del movimiento obrero organizado; elgrado de seguridad y combatividad de laclase obrera; su grado de autonomía conrespecto a las ideologías burguesas

dominantes; la fuerza relativa de lavanguardia obrera en el seno de la clasey en el movimiento obrero (es decir, lafuerza relativa de ese estrato de la claseobrera que es cualitativamente másindependiente de la ideología burguesa ypequeño burguesa, al menos conrelación a las cuestiones centralesinmediatas de la lucha de clases); lacorrelación de fuerzas entre lavanguardia obrera y los aparatosburocráticos que dominan las grandesorganizaciones de la clase obrera; lafuerza (o la debilidad) relativa de unpolo de atracción anticapitalista eindependiente en el seno del movimiento

obrero (organizacionesrevolucionarias). Junto a los factoressubjetivos aplicables a la clase obrerase encuentran los factores subjetivosaplicables a la clase capitalista (lafuerza relativa de sus diferentes partidospolíticos, factores históricos y de otraíndole que favorecen u obstaculizan elrecurso a fuertes recortes de laslibertades democráticas y a la represiónmasiva, etc.).

La interrelación de todos estosfactores subjetivos con las tendenciasobjetivas que hemos descrito antes es loque determina de forma decisiva elresultado de la lucha de clases

intensificada que generalmentecaracteriza a la mayor parte de una ondalarga depresiva. No sólo determina laduración del intervalo de tiempo quetiene que transcurrir antes de que elcapital pueda llevar a cabo la necesariareestructuración para corregir el cursode la tasa de ganancia, sino que tambiéndetermina la misma posibilidad de esareestructuración (es decir, si laprolongada crisis finalizará con esareestructuración o con un avance haciael socialismo).

En otras palabras, la aparición deuna nueva onda larga expansiva nopuede considerarse como un resultado

endógeno (más o menos espontáneo,mecánico, autónomo) de la precedenteonda larga depresiva, cualquiera que seala duración y gravedad de ésta. Lo quedetermina este punto de inflexión no sonlas leyes de movimiento del capitalismo,sino los resultados de la lucha de clasesde todo un período histórico. Por tanto,lo que estamos planteando aquí es unadialéctica de los factores objetivos ysubjetivos del desarrollo histórico, enla cual los factores subjetivos secaracterizan por su relativa autonomía;es decir, no están directa eindefectiblemente predeterminados porlo ocurrido previamente a las tendencias

básicas de la acumulación de capital, alas tendencias de la transformacióntecnológica o al impacto de estastendencias en el propio proceso deorganización del trabajo.

Planteamos que se da un ciclo largode lucha de clases (o, para ser másprecisos, un ciclo largo de ascenso ydescenso de la combatividad y laradicalización de la clase obrera) que esrelativamente independiente de lasondas largas de acumulación más rápidao más lenta, aunque en cierta medidaesté entrelazado con las mismas. Si bienno pretendemos trazar tal ciclo paratodo el proletariado mundial desde los

inicios del modo de produccióncapitalista, creemos que es bastanteevidente con referencia a la clase obreraeuropea (fig. 3).

Cuando hablamos de un ciclo de lalucha de clases a largo plazorelativamente autónomo (fuertementedeterminado por los efectos históricosde las victorias y derrotas acumulativasde la clase obrera en una serie de paísesclave), sólo queremos decir eso y nadamás. Ningún marxista negaría que elfactor subjetivo en la historia (laconciencia de clase y el liderazgopolítico de las principales clasessociales) está a su vez determinado por

factores socioeconómicos. Pero, a largoplazo (es decir, desde una perspectivahistórica), no está directa einmediatamente determinado por eldesarrollo económico, como tampoco loestá por el del período inmediatamenteanterior. Esto lo podemos ilustrar con unejemplo elocuente: mientras que laaparición de un desempleo masivodebilitó en Gran Bretaña a lossindicatos y a la combatividad obrera afinales de los años veinte y principiosde los treinta, en los años setenta hasurtido el efecto contrario.

En este sentido es en el quediscrepamos del análisis de David

Gordon, que en muchos aspectos seaproxima estrechamente al nuestro.Gordon concluye que la solución a largoplazo de la crisis de acumulación es tanendógena al sistema como lo pueda serel propio desencadenamiento de lacrisis por la precedente onda largaexpansiva[56]. Con el fin de hacer estaconclusión compatible con la manifiestafunción clave que desempeñan lasfuerzas sociales (reducibles en últimainstancia a la lucha de clases) para darsalida a largo plazo a la crisis deacumulación (para determinar un nuevoy pronunciado ascenso de la tasa mediade ganancia), introduce el concepto

general de «condiciones sociales para laacumulación», que predetermina laposibilidad del ascenso a largo plazo. Aprimera vista esto aparece como unaruptura decisiva con el «economismo»,el demonio que los marxistas denuestros días, de la escuela deAlthusser-Poulantzas, tratan de exorcizarimplacablemente. Pero cuando se prestamayor atención a la interrelación de losdiferentes factores en el análisis, ladiferencia más llamativa entre los cicloslargos simétricos y endógenos deGordon y nuestras ondas largasasimétricas reside precisamente en elhecho de que nosotros nos basamos en la

relativa autonomía del factor subjetivopara llegar a la conclusión de que lasalida de la onda larga depresiva noestá predeterminada (depende delresultado de las luchas de claseentabladas entre fuerzas sociales vivas),en tanto que Gordon concibe la salida dela onda larga depresiva como algopredeterminado por los procesos deacumulación de capital y deorganización del trabajo del períodoprecedente. El «economismo» y eldeterminismo económico puroreaparecen en todo su apogeo, en líneacon la tradición clásica de la IIInternacional, a pesar de todos los

sutiles análisis de instituciones,ideologías, procesos de adopción dedecisiones y un montón de factoresadicionales de menor entidad.

FIGURA 3. Ondas largas en lalucha de clases en Europa yondas largas del crecimientoeconómico.

Insistimos en el hecho de que granparte del análisis de Gordon es valioso

y en lo referente al método y a losresultados enriquece ciertamente elenfoque marxista del problema de lasondas largas en el desarrollocapitalista[57]. Pero, al tratar dedescubrir un solo conjunto de leyes demovimiento en el funcionamiento delmodo de producción capitalista y en loscambios que se registran en su mediohistórico y geográfico, y al mezclar logeneral y lo particular en una totalidadmecanicista y adialéctica, Gordonreproduce inevitablemente lasdeficiencias de todas aquellas tentativasde explicar las ondas largas que hancaracterizado a las teorías de

Kondrátiev y Schumpeter. No es casualque Gordon regrese a «la introducciónen bloque de bienes de inversión a largoplazo» como explicación básica de lasondas largas, hipótesis de trabajo que nopuede justificarse una vez cerrada lafase de la construcción de ferrocarriles,una de las principales fuerzasimpulsoras de fuertes inversiones decapital. Tampoco es casual que larevolución rusa, la revolución china y elascenso de los movimientos deliberación nacional en el hemisferio surno ocupen ningún lugar en el esquema deGordon, porque difícilmente pueden serconsiderados resultado de la precedente

«estructura social de acumulación».Lo que apuntamos acerca del

carácter relativamente autónomo de lalucha de clases es también válido parael auge y el declive de las potenciascapitalistas hegemónicas en el mercadomundial y la interferencia de esemovimiento en las tendencias básicas deexpansión y contracción del mercadomundial. Ciñéndonos al siglo XX, no sepuede afirmar que la revolución deOctubre, la derrota de la revoluciónalemana, el Tratado de Versalles o suhundimiento y la conquista del poder porHitler sean resultados lógicos de lospatrones de acumulación de capital, de

la organización del trabajo o de la«estructura social de acumulación» de laprecedente onda larga de desarrollocapitalista. Aunque el ascenso delimperialismo norteamericano a lahegemonía tiene unas raíces a todasluces más objetivas, basta indicar elimpacto directo que la migración masivade científicos alemanes de primera fila aEEUU (resultado de la conquista delpoder por Hitler, que pudo ser evitada)ha tenido en el desarrollo en EEUU dela investigación nuclear y en laaparición de técnicas totalmenteautomatizadas estrechamente asociadasa la energía nuclear para entender por

qué numerosos factores que incidieronen la determinación de la cronología ylas dimensiones de esa hegemoníapermanecieron inicialmenteindeterminados y dependieron delresultado y la interrelación denumerosas luchas sociales, políticas eideológicas.

De igual manera, la rapidez con quese ha erosionado y socavado lahegemonía americana (algo que hasorprendido a muchos autores incapacesde comprender la diferencia entre elmundo de 1945-1950 y el de 1968-1978) en modo alguno puedeinterpretarse como resultado directo de

las contradicciones de la «estructurasocial de acumulación» que determinó laonda larga expansiva del período deposguerra. Es la consecuenciacombinada de una serie de luchaspolíticas y sociales a escala mundial ydel resultado de las mismas, algo que enmodo alguno estaba predeterminadocuando se introdujo el proceso deproducción de alimentación continua ocuando se impusieron la electrónica ylas empresas multinacionales. Lahistoria real de los últimos treinta ycinco años se hace incomprensible (o sedeforma) si no tenemos en cuenta elhecho de que los acontecimientos

políticos y las decisiones a escalainternacional son relativamenteautónomos con relación al procesogeneral de acumulación de capital[58].

La implicación más grave delenfoque fatalista derivado deldeterminismo económico mecanicista(implicación que no está presente en losescritos de Gordon, señalémosloclaramente a fin de evitar polémicasinnecesarias) es que oculta lacontradicción polar entre las víasalternativas a través de las cuales puederesolverse la crisis histórica a largoplazo de la acumulación de capital.Atribuye una especie de poder ilimitado

al capital (por regla general inclusodivorciado de las fuerzas sociales,políticas y humanas concretas en las queel capital tiene que encarnarse) paraalcanzar sus objetivos históricos[59]. Deesta manera suministra una excusa y unaconsolación a todos aquéllos que tienenla responsabilidad política de lo queocurre con la lucha de clases y elescenario mundial. Cuando se afirmaque el capitalismo conduce alsocialismo o a la barbarie, se sugiereque tanto el socialismo como la barbarieserán portadores (al menos en la faseinicial) de algunos de los estigmas de lasociedad de la que emergieron. Pero

sería un simple sofisma concluir que porese motivo no importa realmente muchoque triunfe uno u otro. Podríamostambién decir que importa poco que lahumanidad sobreviva o desaparezca.

Por todas las razones señaladas, nosaferramos a nuestro concepto de unritmo básico asimétrico para las ondaslargas del desarrollo capitalista, en elcual la tendencia descendente (el pasode una onda larga expansiva a unadepresiva) es endógena, mientras que laascendente no lo es; esta última dependemás bien de aquellos cambios radicalesque se producen en el medio histórico ygeográfico general del modo de

producción capitalista, cambios capacesde inducir un ascenso fuerte y sostenidode la tasa media de ganancia. Y aunquelos ciclos largos de la lucha de clases ysu interrelación con la búsqueda de unatransformación radical del proceso deorganización del trabajo debenintegrarse en este análisis, hay quesubrayar su relativa autonomía, así comoel papel decisivo que desempeña elfactor subjetivo a la hora de determinarsi una fase inevitable de lucha de clasesexacerbada (fase que es naturalmente elresultado directo de una crisis a largoplazo en la valorización del capital)acabará en una derrota o una victoria de

la clase obrera. La síntesis provisionalde todos estos elementos analíticosaparecen en el cuadro 2.1.

Resulta interesante señalar que enlas investigaciones preparatorias delSystems Dynamics National Project delMIT que dan pie al artículo deForrester, en el informe anual de 1976del proyecto, inédito, dirigido a suspatrocinadores y entregado el 11 demarzo de 1977, se decía:

Una respuesta a la situación deexceso de demanda [de bienes decapital] consiste en incrementar elprecio del capital. Así, [en la figura 4]un alto retraso en el suministro en elsector de capital conduce a unincremento en el precio del

equipamiento del capital. El incrementodel precio, a su vez, aumenta elrendimiento de la inversión en el sectorde capital. Una creciente rentabilidad dela producción de bienes de capitalestimula directamente más demanda decapital, tanto por la expansión de losproductores de bienes de capitalexistentes como por la atracción denuevas empresas a la industria[60].

Aunque, naturalmente, no estamos deacuerdo con la idea de que uncrecimiento de las ganancias en el«sector de bienes de capital» (losmarxistas hablarían de departamento I)

sea el resultado de las subidas de losprecios derivadas de un incremento dela demanda, aquí, sin embargo, sesubraya correctamente el papelestratégico del crecimiento de lasganancias para inducir un aumento de lainversión. Es una pena que estainteresante línea de investigación hayasido abandonada, según parece, en elcurso posterior de los trabajos delproyecto. El concepto de«sobreproducción de capital físico» quebaraja el profesor Forrester jamás puedeser absoluto en una economíacapitalista. Siempre se trata de«sobreproducción» relativa a las ventas

potenciales a una tasa de gananciaesperada.

FIGURA 4. El ciclo Kondrátieven el sector de bienes de capital.Adaptado de Forrester[61]

El economista holandés Dr. VanDuijn también ha realizado hace pocouna investigación detallada del

problema de las ondas largas. Intentacombinar la teoría de la innovación deSchumpeter con el concepto de excesode demanda de bienes de capital fijo deForrester, y añade el ciclo de vida delos productos como tercer elementoexplicativo. Ahora una crecientedemanda en el sector de bienes decapital viene inducida por la crecienteaparición de nuevos bienes de consumo,para los que surge una demandaadicional de consumo[62]. La dificultadque entraña tal explicación reside en quelas pruebas empíricas ofrecidas por elpropio Van Duijn tienden a demostrarque las innovaciones que producen los

nuevos productos generalmente tienenlugar mucho antes del comienzo de unanueva onda larga expansiva. ¿Por qué seproduce entonces ese repentino ascensode la inversión de capital paraproducidas de forma masiva? De nuevo,al omitir el factor clave de unincremento masivo de la tasa deganancia, estos elemento explicativos,valiosos en sí, siguen siendoinsuficientes para explicar el punto deinflexión de una onda larga depresiva auna expansiva (Van Duijn advierte laasimetría con el paso de una onda largaexpansiva a una depresiva, que esendógeno). Esto está estrechamente

relacionado con el fenómeno de lasobrecapacidad.

El profesor Forrester ha realizadouna interesante tentativa de construir unmodelo que conduzca a una onda largaendógena. Ésta se basa en la inversiónsuplementaria en el departamento Inecesaria para satisfacer una granreserva de pedidos de medios deproducción adicionales[63], inversiónque inevitablemente conduce a unasobrecapacidad. Semejante modelo esobviamente aplicable a una oleada deinnovaciones radicales, esto es, arevoluciones tecnológicas como lasdescritas con anterioridad. El fallo del

modelo (como el de tantos otros) está enla eliminación del factor ganancia,factor estratégico para el desarrollocapitalista. Una gran reserva de pedidosno puede presentarse a las empresasproductoras de maquinaria y materiasprimas a no ser que se dé un fuerteincremento de la ganancia y de lasexpectativas de ganancia. ¿Qué factoressuperan el exceso de capacidadcaracterístico de las ondas largasdepresivas? Primero se produce unascenso de la tasa de ganancia y sólodespués vienen los grandes pedidos denuevo equipo. Pero el modelo deForrester no explica el repentino

ascenso de la tasa de ganancia. Sólopuede confirmar que los factoresendógenos por sí solos no puedenexplicar el punto de inflexión ascendentede las ondas largas.

3. LAS ONDAS LARGAS,LA INFLACIÓN Y EL FINDEL BOOM DE LAPOSGUERRA

Ahora tenemos que añadir unadimensión adicional a la teoría marxistade las ondas largas del desarrollocapitalista. El histórico punto deinflexión de la primera guerra mundial yel punto de inflexión de la revoluciónrusa no pueden eliminarse de esa teoría.

La evolución general del sistemacapitalista que hemos utilizado comofondo o marco de los tres sucesivos

ascensos de la tasa media de ganancia,la tasa media de acumulación de capitaly la tasa media de crecimientoeconómico tiene que ser reexaminada,ampliada y modificada a fin decomprender que los cambios posterioresa la primera guerra mundial fueron denaturaleza cualitativamente diferente alos cambios anteriores a la primeraguerra mundial.

Trataremos de sintetizar estoscambios de una manera un tantoprovocativa: los marxistasrevolucionarios sostienen que con elestallido de la primera guerra mundial elperíodo histórico de auge y expansión

del modo de producción capitalistallegó a su fin. Desde entonces hemosentrado en un nuevo período históricoque implica tanto el declive como lacontracción geográfica de ese modo deproducción. La victoria de la revoluciónrusa y las pérdidas subsiguientes quesufrió el sistema capitalistainternacional en la Europa del Este,China, Cuba y Vietnam sonmanifestaciones significativas de eseretroceso, aunque en modo alguno seanlas únicas.

Estos cambios no son por supuestopuramente externos, y sus causastampoco son básicamente exógenas. Lo

que los marxistas revolucionariosafirman es que el capitalismo entró en unperíodo de crisis estructural prolongadotras el estallido de la primera guerramundial, crisis que, en última instancia,puede explicarse por una agudizacióncualitativa de las contradiccionesinternas del sistema (es decir,precisamente por el funcionamiento delas leyes de movimiento del sistema). Enese sentido, la guerra, loslevantamientos revolucionarios quesiguieron a la guerra, la «secesión» deRusia del capitalismo y la excepcionaldepresión de 1929-1932 sóloexpresaron de forma concentrada la

profundidad de esa crisis estructural.Otro asunto es el resultado de estoscataclismos.

Volveremos a abordar lascaracterísticas económicas de esa crisis.Antes de hacerlo, deseamos clarificaruna cuestión que puede parecer oscura ycarente de importancia para loseconomistas académicos, pero que, engeneral, no carece ciertamente deimportancia para los historiadoreseconómicos, los historiadores delanálisis económico y los historiadoresdel pensamiento político y social. Estacuestión también ha desempeñado unimportante papel en las discusiones

sostenidas entre diversos gruposmarxistas. La cuestión es la siguiente: siuna crisis estructural y un declivehistórico del capitalismo excluyen o nonuevos accesos de desarrollo aceleradode las fuerzas productivas (es decir, siexcluyen o no nuevas ondas largassimilares a la de 1940/48-1968)[64].

Curiosamente, el argumento ha sidoplanteado por dos grupos «dogmáticos»que se encuentran en polos opuestos delespectro de lo que podemos denominar«filósofos de la historia marxistas».

En un polo del espectro se sostieneque es innegable que, debido al rápidocrecimiento de las fuerzas productivas y

de la economía capitalista internacionaldurante el primer cuarto de sigloposterior a la segunda guerra mundial, lanoción de «época de declivecapitalista» es científicamenteinsostenible y tiene que serdesechada[65]. En el polo opuesto delespectro se argumenta que, dado que eldeclive del capitalismo es innegable (alfin y al cabo ha perdido una terceraparte de la humanidad en aquellas zonasdonde ya no impera), el desarrollo delas fuerzas productivas, después de1940 en EEUU y después de 1948 en elresto de la economía capitalistainternacional, es un fenómeno inexistente

(es decir, que el crecimiento económico,e incluso el crecimiento económicorápido, es perfectamente compatible conel concepto de estancamiento e inclusode retroceso de las fuerzas productivas).(Pasamos por alto a aquéllos que seesfuerzan en eludir la verdaderadificultad del análisis al negar que elcapitalismo haya perdido nada ysostener que todavía impera en Rusia,China, la Europa del Este, Cuba yVietnam. Baste decir que difícilmenteencontrarán un capitalismo ruso, chino,de Europa del Este o vietnamita quecomparta su fantástica convicción).

Creemos que la tesis de que en 1914

se produjo un punto de inflexiónfundamental en la historia delcapitalismo es muy importante desde unpunto de vista económico y político.Además, este punto de inflexión puededetectarse a cualquier nivel de laactividad social. Pensamos que eldeclive de la sociedad burguesa, de laexpansión capitalista mundial, de lo quese podría llamar civilización burguesa,constituye un hecho innegable, y que susmanifestaciones en el campo económicopueden verificarse con facilidad[66].Basta con considerar la naturalezapeculiar de la crisis económica de1929-1932 para relacionarla con ese

declive.Pero también opinamos que el hecho

de que el capitalismo entrara en 1914 enun período de crisis estructural y dedeclive histórico no excluye nuevosascensos periódicos de las fuerzasproductivas[67] ni tampoco una nuevaonda larga expansiva como la que hemospresenciado entre 1940/48 y 1968. Sólosignifica que la naturaleza de esta ondalarga será significativamente diferente ala naturaleza de las ondas largas que sedieron durante el período de auge yexpansión histórica del sistemacapitalista. Vamos a examinarprecisamente de qué manera la

naturaleza específica de la onda larga decrecimiento acelerado de la economíacapitalista internacional de 1940/48-1968 está relacionada con lascaracterísticas a largo plazo del declivecapitalista.

Tomemos como ejemplo ilustrativode nuestro análisis la correlaciónexistente entre el auge y el declive delas principales potencias capitalistas enel mercado mundial y el auge y eldeclive del sistema monetariointernacional. Aparentemente existe talcorrelación entre el auge y el declivedel imperio británico y el auge y eldeclive de la libra esterlina, aceptada

como «moneda mundial» (es decir,aceptada por ser «tan buena como eloro», aunque las reservas de oro delBanco de Inglaterra nunca representaranmás que una proporción muy modesta delas reservas mundiales, el 3,6% en1913). Existe incluso una correlaciónaparente más notable entre el auge y elsubsiguiente declive de la hegemoníaabsoluta del imperialismonorteamericano en la economíacapitalista internacional y el auge y eldeclive del dólar como moneda mundialconsiderada tan buena como el oro.

Es interesante señalar que el sistemamonetario anterior a la primera guerra

mundial no se basaba en un patrón oropuro, sino más bien en un patróncambio-oro[68]. Esto no carece derelación con una característica ycontradicción estructural delcapitalismo: el hecho de que laproducción capitalista de mercancíastiende, por su misma naturaleza, a seruna producción para el mercadomundial, mientras que los «muchoscapitales» que organizan esa producciónde mercancías de forma competitivaestán estructurados en naciones-Estadoburguesas. La producción generalizadade mercancías presupone (es imposiblesin ella) la existencia independiente de

un valor de cambio (dinero) separado yaparte de las mercancías normalmenteproducidas. Pero el dinero a su vez estáestructurado en monedas nacionales. Elimpulso a expandir constantemente laacumulación de capital, a incrementarpermanentemente la realización deplusvalor, en combinación con lanecesidad menor (pero en absolutocarente de importancia) de economizarel uso de la mercancía especial quesirve de equivalente universal (oro, uoro y plata o, tal vez mañana, oro ydiamantes), ha conducido a una situacióndonde el oro por sí solo no puedecumplir su función de moneda mundial,

al menos sobre una base permanente.Sólo es «moneda mundial en últimainstancia». Y aunque no exista ningún«Estado mundial» burgués, y no pueda,por tanto, existir ningún «papel-monedainternacional»[69], el papel-moneda deun Estado burgués hegemónicoespecífico normalmente puede sustituiral oro y hacer las veces de monedamundial (es decir, puede servir deinstrumento para saldar las cuentascorrientes entre las empresas y nacionesdel mercado mundial y también puedeservir de divisa de reserva para otrasmonedas), con tal de que seaprecisamente «tan bueno como el oro».

Las operaciones financierasinternacionales normales, en la mayoríade los casos, se realizan con un solopapel-moneda internacional, o con unospocos, aunque muchos papeles-monedaestán vinculados al oro y el patrón ororige en muchos países (los superávits ydéficits finales de la balanza de pagos seliquidan mediante movimientos de oroentre los bancos centrales). Ésta fue lafunción que cumplió la libra esterlina enel período anterior a 1914.

Asimismo, dentro del marco delsistema de Bretton Woods, el dólar, alser convertible en oro (aunque no paralos ciudadanos particulares de EEUU),

asumió a todos los efectos el papel desucedáneo de la moneda mundial,apareciendo ahora (al contrario que enel sistema anterior a 1914) también engran medida como fondo de reserva paralos bancos centrales, superando así lafuerte desigualdad en la distribución deoro entre las naciones capitalistas, quese suponía había sido una de las razonesbásicas del derrumbe del comerciointernacional después de 1929 (del queya se había tenido un presagio por loocurrido tras el estallido de la primeraguerra mundial).[70].

Pero es obvio que el papelespecífico que cumple el papel-moneda

de un país como sucedáneo de lamoneda mundial durante todo un períodohistórico no puede ser tratado como unfactor exógeno de la economíacapitalista mundial. Los marxistasrechazan cualquier teoría «política» deldinero según la cual los papeles-monedason impuestos a la fuerza a losdesafortunados poseedores demercancías y pagarés por un Estadoomnipotente. Aunque los gobiernospueden manipular o influir en el tipo decambio del papel-moneda y puedenevidentemente disminuir su poderadquisitivo mediante dosis masivas deinflación, no pueden impedir el

funcionamiento de la ley del valor, nopueden modificar duraderamente losprecios relativos de diferentesmercancías, no pueden hacer que loscompradores prefieran mercancías máscaras con calidades idénticas a las deotras menos caras, no pueden asegurar alargo plazo a las empresas deproductividad menor mercados másamplios que a las de productividadmayor. En especial, no pueden hacer quelos capitalistas prefieran mantenerbalances líquidos o semilíquidos enpapeles-moneda que pierden poderadquisitivo con mayor rapidez que otros.

Si en 1945-1946 hubo una demanda

universal de más dólares de papel enmedio de un mundo en ruinas, no fueporque no hubiera inflación en losEEUU (ya había inflación) ni tampocoporque los tanques, cañones y avionesestuvieran presionando a los clientespotenciales para «comprar productosamericanos». Fue porque los bienesindustriales americanos se producían encondiciones tecnológicas y deproductividad del trabajo másavanzadas que las mercancías de otrospaíses, porque su calidad erageneralmente superior y, especialmente,porque EEUU era el único paíscapitalista que podía suministrar estos

bienes (es decir, era el único país conuna enorme capacidad productivaindustrial que no había sido destruida odañada por la guerra).

Si en los países imperialistas se dahoy en día una creciente huida deldólar[71], no es porque haya menostanques, cañones y aviones americanosque en 1945. De hecho hay muchos más,y además mucho más mortíferos. No esporque la «cantidad de dinero» crezcamás de prisa en EEUU que en otrospaíses imperialistas. De hecho allí crecemás despacio que en la mayoría de losdemás países, con la excepción de Suizay Alemania Occidental. Es porque la

industria americana se ha vuelto menosproductiva que la de muchos de susprincipales competidores en una seriede ramas de la industria que ocupan lamayor parte del espacio de lasexportaciones mundiales de bienesmanufacturados[72]. El déficit crónico dela balanza comercial de EEUU tiene susraíces en una productividad más baja yno en el elevado coste de los crudosimportados. Se podría inclusoargumentar que el declive de lacotización del dólar en comparación conla del marco alemán, el yen y el francosuizo (y, junto con ello, la tasa deinflación más elevada en EEUU que en

estos países) es, al menos en parte, másbien la consecuencia que la causa deldéficit en la balanza de pagos de EEUU.Porque en el actual «sistema» monetariointernacional (tal vez debería hablarsede carencia de sistema) EEUU todavíaposee, hasta cierto punto, la posibilidadde cubrir su déficit comercial mediantela emisión adicional de dólares depapel, fenómeno que cumple una funciónnada despreciable en el procesoinflacionista de EEUU y del resto delmundo. Esto arroja constantemente unacreciente cantidad de dólares de papeldevaluados a la circulacióninternacional y los mantiene allí cada

vez más (en forma líquida o semilíquida,una de las funciones que desempeñan losmercados de eurodólares y asiadólares)estrictamente de acuerdo con la ley deGresham. Como la oferta de estosdólares de papel se encuentraconstantemente por encima de su«demanda efectiva» en los mercadosmonetarios internacionales, la cotizacióndel dólar está abocada a bajar conrelación a otras monedas (al menosmientras «todos los demás factorespermanezcan iguales»). No existeninguna forma de «estabilizar el dólar»dentro del actual marco del «sistema»monetario internacional.

Hemos hablado antes de unademanda efectiva de dólares de papelporque podemos señalar un aspecto dela situación monetaria mundial que no semenciona con demasiada frecuencia,pero que confirma en términosnegativos, por decirlo así, la relevanciade nuestro análisis. Todos aquellospaíses que registran una productividadmedia del trabajo industrialsustancialmente inferior a la de EEUUsiguen estando interesados en comprarbienes manufacturados norteamericanos.Sienten esencialmente la mismanecesidad de obtener e incluso atesorardólares que sintieron Europa occidental

el Japón durante el períodoinmediatamente posterior a la segundaguerra mundial. Esto no sólo es válidopara los países del llamado TercerMundo, sino también para los paísesllamados socialistas (definiciónincorrecta donde las haya, pero elpropósito de estas conferencias no esenmendarla). Algunos realizan inclusograndes esfuerzos para adquirir yconservar estos dólares de papeldevaluados y destinados a devaluarseconstantemente[73]. Pero, precisamentepor las mismas razones económicas porlas que están tan interesados enadquirirlos, les resulta muy difícil

hacerse con dólares: sufren déficitscrónicos en su comercio y su balanza depagos con los países imperialistas. En1976, los cuarenta y cinco «países envías de desarrollo» más pobres(semicolonias) arrojaban un déficit en labalanza comercial que ascendía a 10500 millones de dólares. Otros treinta ycinco «países en vías de desarrollo» noexportadores de petróleo y de rentasignificativamente superior a la delprimer grupo (su renta anual per cápitaoscila entre los 400-2 600 dólares,frente a los 80-400 dólares del primergrupo) sufrieron un déficit en su balanzacomercial total en el mismo año de 23

500 millones de dólares (total neto, yaque incluye los superávits en ese mismoaño de unos pocos países, como laCosta de Marfil, Malasia, Chile yArgentina)[74]. El déficit comercial totaldel Tercer Mundo ascendía, por tanto,en 1976 a 34 000 millones de dólares.Como resultado de estos persistentesdéficits, la deuda acumulativa deochenta «países en vías de desarrollo»se elevaba a 140 000 millones dedólares en 1976 y a 244 000 millones dedólares en 1977, y se estimaba que afinales de 1979 alcanzaría los 391 000millones de dólares y a finales de 1980los 450 000 millones de dólares[75]. La

deuda acumulativa que los llamadospaíses socialistas adeudan a Occidentese estima en 60 000 millones de dólares.

Así pues, si existe una analogía entreel declive de la libra esterlina y eldeclive de la hegemonía británica aescala mundial y, posteriormente, entreel declive de la hegemonía imperialistanorteamericana y el declive del dólar,esta analogía es limitada y discutible.

La discrepancia entre el declive deldólar y la relativa supremacía política ymilitar que EEUU todavía consiguemantener en el mundo capitalista es muysorprendente. Si bien es posible que esasupremacía se vea cada vez más minada

por una escalada en el rearme de Europaoccidental y Japón, todavía existenmuchos escollos políticos en esecamino, lo que contribuirá a que cuandomenos sea un proceso largo. Peroincluso en todo el período intermedioEEUU será incapaz de frenar la erosióndel dólar como moneda mundialhaciendo valer su poderío político ymilitar, aun cuando éste sea todavíaformidable. La erosión no se puededetener, a no ser que se haga al preciode una tremenda depresión, más agudaque la de 1929-1933. Y ese preciopolítico ni EEUU ni la burguesíainternacional están dispuestos a pagarlo

dada la actual correlación de fuerzaspolíticas y sociales entre capital ytrabajo a escala internacional.

Aquí hemos llegado al fondo de lacuestión. Cuando la libra esterlina era lamoneda dominante del mundo, ello veníaa ser algo más que la simple expresiónde la supremacía del capitalismo inglés.Era también una manifestación de unsistema capitalista mundial en auge,expansivo, confiado en sus propiasfuerzas y relativamente estable en elplano social. En estas circunstancias, elfuncionamiento relativamente fluido deun sistema monetario internacionalbasado en el oro (y en papeles-moneda

convertibles en oro, algunos de loscuales hacían de hecho las funciones demonedas de reserva) no sólo expresabala confianza de la clase capitalistainternacional en la capacidad delsistema para corregir sus propiasdesviaciones sin necesidad de recurrir auna fuerte intervención de los gobiernos,sino también capacidad real del sistemapara hacerlo así.

Las crisis de sobreproducción y elnivel de desempleo que provocaronfueron importantes en el período 1893-1913. De hecho, algunas de éstas fueronmás significativas que la recesión de1974-1975, al menos con relación a las

tasas de desempleo que crearon[76]. Perola estabilidad relativa del sistema era talque los capitalistas pensaban que podíanvivir con tales recesiones y tasas dedesempleo, superándolas a través de losmecanismos normales de mercado y sinque estos lastres amenazaran con uninmediato colapso político y social delsistema. Y los acontecimientos lesdieron ampliamente la razón.

Tras la primera guerra mundial, y enespecial tras la gran crisis de 1929-1932, la situación cambió radicalmentea este respecto. La crisis de 1929-1932no sólo fue la más aguda de las quehabía tenido que afrontar el sistema

capitalista, no sólo fue unamanifestación de que lascontradicciones internas del sistemahabían alcanzado unas cotas explosivas,sino que vino también acompañada deretos políticos y sociales que, despuésdel triunfo de la revolución de Octubre,eran inconmensurablemente máspeligrosos para el sistema que losexistentes antes de 1914.

Todos los gobiernos capitalistas, sinexcepción, han adoptado técnicasinflacionistas contra la crisisprecisamente para evitar o amortiguar larepetición de un desempleo estructuralcrónico y masivo de la amplitud del de

1929-1932. Como apuntó conperspicacia el profesor liberal francésAndré Cotta, «hoy somos todoskeynesianos», incluidos los defensoresmás ardientes de las políticasmonetaristas «ortodoxas»[77]. Ni un sologobierno de un país capitalista, ya seade derechas o de izquierdas, ha aplicadorealmente una política deflacionista en1975. Ninguno ha planteado unpresupuesto equilibrado o con superávit,y ninguno ha emprendido recortesdrásticos en los subsidios de desempleo(política que, conviene recordarlo, fueaplicada durante la crisis de 1929-1932y no sólo en países sin importancia).

Esta elección no se hace por razonesideológicas, no se hace porque lordKeynes haya ofuscado la mente de lospolíticos en cuanto a las prioridades ohaya engañado al público, sino porrazones evidentes de autopreservaciónpolítica y social. Si hoy hubiera cincomillones de parados en AlemaniaOccidental y los subsidios de desempleofueran recortados drásticamente paraaquéllos que carecen de trabajo, yhubiera una grave escasez de mano deobra en Alemania Oriental, entoncessería Alemania Occidental la quetendría que construir un muro a sualrededor para evitar que millones de

personas se evadieran a AlemaniaOriental.

FIGURA 5. Crédito bancarioper cápita en EEUU.

Resulta interesante recordar que elboom de la «inflación crediticia»empezó en realidad en EEUU durante laprimera guerra mundial; es decir, que

sostuvo el efímero boom de los añosveinte, interrumpido por el crac de1929, para recobrar sus señas deidentidad ya definitivamente a partir dela segunda guerra mundial. (Esto encajaperfectamente en nuestra descripcióngeneral del período posterior a laprimera guerra mundial como un períodode crisis estructural del capitalismo, deinicio del servicio del declive de esemodo de producción). La figura 5 ilustracon claridad este fenómeno[78].

Así pues, el abandono del patrónoro, el paso a una inflación mundialpermanente y el irrevocable declive delos papeles-moneda utilizados

sucesivamente como monedas dereserva en estas circunstancias estánvinculados no sólo (o básicamente) aldeclive del poderío norteamericano o dela ventaja norteamericana en laproductividad industrial. Estánvinculados a la necesidad delcapitalismo de emplear la inflación conel fin de encontrar soluciones, aunquesean temporales, para las cada vez másexplosivas contradicciones internas delsistema. Sin la explosión permanente dela deuda de los últimos treinta años(explosión de la deuda pública durantela guerra, explosión de la deuda privadaen mayor grado que la de la pública en

EEUU, Alemania Occidental y Japóndesde la guerra) nunca se habría dadouna nueva onda larga expansiva. Peroesta explosión permanente de la deudaes la principal fuente de la inflaciónpermanente como fenómeno mundial,aplicable a la economía capitalistainternacional en su conjunto. Según elprofesor Dupriez, las tasas decrecimiento exponencial de los diezprincipales países capitalistas durante elperíodo 1945/48-1971 fueron de 1,4%para las reservas de oro, 3,7% para lasreservas de divisas y 11,6% para loscréditos al sector privado concedidospor los bancos de depósito[79]. Para

decirlo brevemente: aunque elcapitalismo logró salir de un largoperíodo de depresión antes de laprimera guerra mundial debido a supropia fuerza interna (aun después dehaber recibido un fuerte golpe inicial defactores externos), esto ya no lo pudohacer después de la primera guerramundial y el gran crac de 1929-1932. Apartir de entonces ha necesitado losestímulos artificiales de la inflaciónpermanente, la creciente intervenciónestatal, el rearme permanente, etc., a finde embarcarse en una nueva expansión alargo plazo.

En ese sentido, mientras que el

declive de la libra esterlina no tuvo susraíces en las condiciones de su ascensodentro del marco de un sistemamonetario internacional que, a grandesrasgos, funcionó bien para elcapitalismo en el sistema anterior a laprimera guerra mundial, el declive deldólar tiene sus raíces en las mismascondiciones de su ascensoinmediatamente antes y después de lasegunda guerra mundial. Tiene susraíces en las condiciones generales parala expansión capitalista en una época dedeclive capitalista. Tiene sus raíces enlas mismas condiciones que permitieronsuperar la onda larga de estancamiento

relativo de 1914-1939. En otraspalabras, refleja una diferencia básicaentre la onda larga expansiva de1940/48-1968 y las anteriores ondaslargas expansivas. Es necesario queentendamos esta diferencia no sólo paracomprender los orígenes de la actualdepresión, sino también para poderrealizar predicciones sobre las vías ymedios a los que recurrirá elcapitalismo para superar esa depresiónen el futuro. Todas estasconsideraciones indican claramente laespecificidad de cada onda larga dentrode su marco histórico, y nos deben poneren guardia contra analogías demasiado

elegantes y demasiado mecánicas.¿De qué manera se encuentra

vinculada la inflación mundial desde1940 a las explosivas contradiccionesinternas del modo de produccióncapitalista y a los medios que el sistemaha utilizado para neutralizar durante uncuarto de siglo sus efectos como frenodecisivo para el crecimiento económicoque dichas contradicciones tuvieronclaramente en el período 1914-1939?

En nuestra opinión (que en modoalguno comparten todos los marxistas,pero que nosotros podemos demostrarque es la que más se ajusta a los propioscriterios de Marx), las contradicciones

internas del capitalismo (que constituyenla fuente de cualquier desaceleración oderrumbe de la reproducción ampliada,del crecimiento capitalista) debenbuscarse en la esfera de la producción yde la circulación. La reproducción,como Marx expresó claramente en ellibro II de El capital, es la unidad delproceso de producción y el proceso decirculación. Dichas contradicciones sonlos fenómenos correlacionados de lacreciente dificultad para mantener enalza la tasa de acumulación de capital(resultado de la tendencia a la caída dela tasa media de ganancia) y de lacreciente dificultad para vender la

montaña cada vez mayor de bienesmanufacturados (o, lo que es lo mismo,para utilizar plenamente la capacidad deproducción de mercancías existente),dada la creciente discrepancia entre eldesarrollo de la capacidad productivade la sociedad y el poder adquisitivo delos «consumidores finales»,discrepancia que está incorporada alsistema como resultado de todas susleyes básicas de movimiento.

Aquí no podemos detenernos ademostrar por qué esta teoría de lacrisis (que trasciende la oposiciónclásica entre los defensores de la teoríade las crisis de sobreacumulación y los

de la teoría de las crisis de subconsumo)es la que más se ajusta a los escritos deMarx, la más coherente en términos depura lógica y la más capaz de explicarlas veintiuna crisis reales desobreproducción que el capitalismoindustrial ha conocido desde 1826.Baste señalar que, para nosotros, cadacrisis de sobreproducción es al mismotiempo una crisis de sobreproducción decapital y una crisis de sobreproducciónde mercancías. La forma exacta en queambas están interrelacionadas tienenaturalmente que ser explicada endetalle para que esta tesis puedaconvencer a alguien. Aquí no

disponemos de espacio para realizaresta exposición. Por ello solicitamos dellector que la dé por hecha para, a la luzde ese supuesto, pasar a analizar lafunción de la inflación (inflación de ladeuda, inflación del crédito, inflacióndel dinero bancario)[80].

Michel Aglietta ha mostrado deforma convincente cómo funcionan losmecanismos concretos que conducen delos precios de monopolio«administrados», a través de unaexpansión permanente del crédito y deldinero bancario, a una inflaciónpermanente de la oferta global dedinero, de la «cantidad de dinero»,

contando con la complicidad de losbancos centrales y de los gobiernos. EnEl capitalismo tardío ya ofrecimos unanálisis similar, y así también lo ofreceAndre Gunder Frank[81]. No haynecesidad de que aquí nos explayemossobre los mecanismos. Lo que hay quedestacar es la relación de estosfenómenos con las necesidades globalesdel sistema, es decir, su función parasuperar temporalmente las marcadastendencias al estancamiento de uncapitalismo en declive, tendencias quese pusieron tan fuertemente demanifiesto en el período de entreguerra.

La inflación del crédito ha

desempeñado una doble función paraestimular el largo boom de la posguerra.Ha creado un mercado de ampliaextensión que, en el caso del paíscapitalista decisivo (EEUU), absorbeuna proporción significativa de lasventas totales de dos sectores clave dela producción: automóviles y viviendas.Un asombroso exponente de esta«dificultad de realización» delplusvalor, para usar la expresiónmarxista, puede verse en el hecho de quemientras el total de la deuda privadaacumulada en EEUU supuso un 75% dela renta nacional en 1945, en 1956alcanzó el 100% , en 1970 el 150%, y

en 1980 se situará cerca del 175%[82].Simultáneamente, la inflación del

crédito ha permitido a las firmascomerciales expandirse por encima dela cantidad de plusvalor de la que sehabían apropiado (es decir, expandirse acosta de un endeudamiento cada vezmayor). Aquí, de nuevo, hay algunosindicadores sorprendentes[83]. Y aunqueesta tendencia se ha visto algo frenadapor el curso recesivo posterior a 1975(gran incremento de la masa deganancias no acompañado por unincremento proporcional de la inversión,de modo que la proporción de la deudaha podido reducirse temporalmente),

está destinada a continuar siendo unatendencia histórica.

Parafraseando la famosa afirmaciónde un estadista británico: después de lasegunda guerra mundial el capitalismointernacional ha navegado hasta laexpansión sobre un mar de deudas.Insistimos en que esto no fue unadecisión irracional adoptada pornegociantes desaprensivos o porpolíticos demagogos; fue la única salidaque tenía el capitalismo, dadas lascondiciones económicas existentes, asícomo la correlación de fuerzas socialesy políticas.

La revista Business Week no ha

dudado en describir a toda la economíaamericana como una economía dedeudas. De hecho, a finales de 1978 ladeuda global de EEUU ascendía a casi 4billones de dólares (frente a mediobillón en 1946 y un billón de dólares en1960); este crecimiento ha sidoconstantemente superior al del productonacional bruto. La tasa anual decrecimiento de la deuda total privada ypública, que durante el período 1968-1973 fue de un 13,5%, durante larecesión de 1974-1975 se desaceleró,para alcanzar, durante la recuperaciónde 1976-1978, un nuevo techo del14,2%. Y aunque la tasa de incremento

de la deuda global descendió del 15,6 al12%, la tasa de incremento de la deudade los consumidores pasó del 12,6 al16,4% y la de las hipotecas sobreinmuebles del 11,5 al 14% anual. Afinales de 1978 la deuda total de losconsumidores alcanzaba la vertiginosacifra de 1,2 billones de dólares, tresveces superior a la cifra de 1969[84].

Este fenómeno no es privativo deEEUU, aunque ciertamente sea másacusado allí que en los otros principalespaíses imperialistas. Incluso AlemaniaOccidental, célebre por su políticamonetaria conservadora, experimentó unascenso de su deuda privada en dos

años, 1977 y 1978, de 764 000 millonesde marcos alemanes a 927 000 millones(es decir, una tasa de crecimiento del20%, que subió al 28% durante elúltimo trimestre del año 1978)[85].

¿Quiere decir que se ha tratado deuna expansión «ficticia» o artificial, quela onda larga expansiva de 1940/48-1968 de ninguna manera puedecompararse a las clásicas ondas largasexpansivas del capitalismo ascendente?Por supuesto que no.

Cuando los keynesianos, tanfuertemente representados enCambridge, y los políticos liberal-burgueses y laboristas reformistas, que

se inspiran en ellos, señalanorgullosamente los logros del sistemadurante la onda expansiva, tienen a sufavor un punto innegable. Nadie puedecuestionar seriamente que se produjo untremendo salto adelante en laproducción material (y no sólo en laproducción de armas y bienesinnecesarios y nocivos), que aumentósignificativamente la productividad deltrabajo, que el nivel de empleo fuesignificativamente más elevado en lospaíses imperialistas que en el períodode entreguerras, que el nivel de vida dela masa de la población de Occidenteaumentó considerablemente, que muchas

reformas sociales importantes, querepresentaban un verdadero progresosocial (por ejemplo, el servicio nacionalde asistencia médica en Gran Bretaña, lageneralización de las vacacionespagadas y los sistemas de seguridadsocial en la mayoría de los paísesimperialistas), pudieron por ello serconquistadas por los trabajadores. Y sila masa de la población de los paísescoloniales y semicoloniales no sebeneficiaron de estas reformas, se puedeseñalar que su existencia no fueciertamente más feliz en los años veintey treinta, cuando había un desempleomasivo en Occidente.

Así pues, la onda larga expansiva dela posguerra es una onda real y noficticia si se aplican criterios marxistas(es decir, materialistas) para valorarla:producción material, productividad deltrabajo, exportaciones mundiales. Huboun fuerte crecimiento de la producciónmaterial. Hubo una fuerte expansión delmercado mundial como resultado de unascenso de la tasa media de ganancia ydel subsiguiente ascenso de laacumulación de capital. La función de lainflación permanente no consistió enproducir este ascenso (los fenómenosmonetarios por sí solos nunca lo habríanlogrado); su función fue remontar o

reducir durante todo un período lascontradicciones inherentes a laexpansión (es decir, prolongarla en eltiempo y posponer el momento en queestas contradicciones estallarían, dandolugar a una aguda crisis de rentabilidady a una grave crisis desobreproducción). En este sentido, lainflación (es decir, la inflacióncrediticia) desempeñó exactamente elmismo papel en el marco del tiempo deduración de la onda larga que el queMarx atribuía al crédito dentro del cicloindustrial o comercial:

Si el sistema crediticio aparece

como palanca principal de lasobreproducción y de lasuperespeculación en el comercio, ellosólo ocurre porque en este caso sefuerza hasta su límite extremo el procesode la reproducción, elástico por sunaturaleza, y porque se lo fuerza a causade que una gran parte del capital socialresulta empleado por los no propietariosdel mismo, quienes en consecuenciaponen manos a la obra de una maneratotalmente diferente a como lo hace elpropietario que evalúa temerosamentelos límites de su capital privado, en lamedida en que actúa personalmente[86].

Cuando Von Hayek y la Escuela deViena exclaman «¡Ya os lo decíamos!»,refiriéndose a las inevitables secuelasacumulativas a largo plazo de una«moderada» inflación permanente[87],son incapaces de responder a unaobjeción obvia: su propia medicina parasuperar el crac de 1929-1932 falló, y nosurtió efecto en ninguna parte. Lastécnicas moderadamente inflacionistasal menos lograron superar el cractemporalmente para dar lugar a un cuartode siglo de crecimiento acelerado.

Entonces, ¿cómo se produjo elsiguiente punto de inflexión? ¿Por qué

fue la inflación incapaz de remontarindefinidamente las contradiccionesinternas de la expansión capitalista?¿Cuáles fueron exactamente lascontradicciones económicas quedeterminaron el final de la onda largaexpansiva de 1940/48-1968?

En primer lugar, a lo largo de toda laonda larga expansiva continuóafirmándose una de las leyes básicas demovimiento del modo de produccióncapitalista. Hubo un continuo incrementode la composición orgánica del capital.

Somos perfectamente conscientes deque éste es un punto muy controvertidoentre los economistas, especialmente

(pero no exclusivamente) entre loseconomistas no marxistas. No tenemosningún reparo en reconocer que esteincremento de la composición orgánicadel capital fue menos pronunciado,particularmente durante la primera partede la onda larga expansiva, de lo que seseguiría de la misma definición de latercera revolución tecnológica (es decir,de la semiautomatización). No hay queolvidar que, dentro del marco de losconceptos analíticos del marxismo, lasustitución puramente física de la manode obra por máquinas (una de lascaracterísticas generales de laindustrialización capitalista,

especialmente en su última fase, lasemiautomatización) no es un indicadorcorrecto del crecimiento de lacomposición orgánica del capital. Esteconcepto se refiere a relaciones de valor(vinculadas a relaciones técnicamentepredeterminadas), no a cantidadesfísicas. Además, no se refiere al valordel equipo en comparación con lapartida de los salarios industriales(capital variable), sino al precio delequipo utilizado, más los costes de lasmaterias primas y la energía, divididopor los salarios.

Otra dificultad estriba en el hecho deque, desde el punto de vista de la teoría

económica marxista, sólo debenconsiderarse los salarios de lostrabajadores productivos, no la partidanacional de los salarios. Unaverificación estadística del incrementode la composición orgánica del capitales, por consiguiente, imposible sobreuna base global, partiendo del PNB. Esmás fácil verificarlo utilizando lasestadísticas de la industria consideradacomo un todo, y más fácil todavíautilizando estadísticas separadas paracada una de las principales ramas de laindustria.

En El capitalismo tardío lanzamos anuestros colegas un reto al que todavía

no se han dignado responder. Quequienes niegan la validez de la tendenciaal incremento de la composiciónorgánica del capital nombren una solarama de la industria en la que los costesdel trabajo constituyan hoy unaproporción más elevada de los costestotales que hace setenta y cinco,cincuenta o cuarenta años. Será difícilencontrar un ejemplo de esa índole, ymás aún descubrir una tendencia generalen ese sentido. Porque, ¿qué es lasemiautomatización sino un progresotécnico orientado al ahorro de fuerza detrabajo?[88].

Recientemente se han publicado dos

informes relacionados con el futuro dela producción de bienes de equipo parala industria telefónica y detelecomunicaciones en Francia. Enambos se indica que, para producir lasiguiente generación de centralestelefónicas, se necesitará un 50% dehoras de trabajo menos si las nuevascentrales son semielectrónicas y un 80%de horas de trabajo menos si las nuevascentrales son totalmente electrónicas[89].En EEUU se barajaban recientementecifras similares para la misma industria.Tales cambios se han producido ysiguen produciéndose en cada ramaparticular de la industria una vez que la

tercera revolución tecnológica se haabierto paso. Y en estas ramas, para quela composición orgánica del capital nose alterase, o bien el salario real porhora tendría que doblarse oquintuplicarse en el espacio de pocosaños, o bien una subida menos fuerte delos salarios (quizá de un 50 o un 100%),durante el mismo período de tiempo,tendría que ir acompañada de una caídaabsoluta de los costes reales de lasmaterias primas y del nuevoequipamiento, caída que oscilaría entreel 25 y el 40% en el caso de que separta, desde el inicio, de unadeterminada proporción de los costes

del trabajo con relación a los costestotales. Obviamente tales supuestos sontotalmente irreales y no se correspondencon nada de lo que ha venidosucediendo en cualquier rama real de laindustria durante los últimos diez aquince años, por no hablar de lo que vaa suceder en los próximos diez años.Para ilustrarlo con un ejemplo,consideremos la industria desemiconductores. A finales de la décadade 1960 los circuitos impresos enminiatura (chips), todavía bastantecostosos, podían fabricarse en unaplanta cuyo coste ascendía a 2 millonesde dólares, pero hoy se requieren 50

millones de dólares para construir unafábrica capaz de vender los circuitosimpresos en miniatura, actualmentebaratos, a un nivel mínimo derentabilidad[90].

En segundo lugar, como señalamosantes, las condiciones específicaspropias del comienzo de una revolucióntecnológica, de la puesta en marcha denuevas ramas industriales que garantizanenormes rentas (superganancias)tecnológicas a las empresas másimportantes, desaparecen paulatinamentea medida que la revolución tecnológicacomienza a generalizarse. Generalmenteel paso de una onda larga expansiva a

una onda larga de estancamiento vaasociado, en la historia del capitalismo,a tales cambios desde la introducciónrevolucionaria hasta la generalizaciónde las nuevas técnicas. Las rentastecnológicas comienzan a escasear. Losprecios de los típicos «nuevos»productos comienzan a caer bajo elimpacto de la producción masiva y deuna vuelta a la competencia.

La industria de los ordenadores esun excelente ejemplo de esa tendencia.La evolución desde el ordenador basadoen tubos de vacío al ordenador detransistores, y después a los circuitosintegrados con base de silicona, ha

reducido los costes en una medida muyconsiderable, en particular debido a laproducción masiva. Entre 1965 y 1971los costes bajaron hasta tal punto que elprecio medio por función de circuito (untransistor) bajó de 2 dólares a menos de3 centavos. En Alemania, la caída de losprecios fue aún más pronunciada (deunos 2 marcos alemanes por transistoren 1965 a 0,002 marcos hoy por funciónde transistor en un circuito integrado).Todas las funciones del primerordenador americano (el ENIAC, cuyocoste ascendía en 1943 a 2 millones dedólares) pueden hoy ser realizadas pormicroordenadores cuyo precio oscila

entre los 50 y los 500 dólares[91].Como resultado de esta

generalización de la tercera revolucióntecnológica con losmicroprocesadores[92], el monopolio deIBM en el campo de los ordenadores ylas enormes rentas tecnológicas queobtiene sobre esa base se hallandoblemente amenazadas; de un lado, porla aparición de competidoresamericanos que han conquistado unaposición aventajada en el campo de losmicroprocesadores (por ejemplo, TexasInstruments, Control Data, Honeywell-Bull, Burroughs, Intel y Amdahl) y, deotro lado, por una ofensiva combinada

del monopolio japonés Fujitsu y lamultinacional alemana Siemens, que sepreparan en estrecha colaboración paradesbancar a IBM en su propio campo (lapróxima generación de grandesordenadores)[93]. Si lo conseguirán o noes algo que está por ver, pero no cabe lamenor duda de que esto conducirá a unaerosión de las plusgananciasmonopolísticas a través de una fuertecompetencia en los precios. En EEUU,Wall Street ya ha previsto tal erosión,puesto que la proporciónprecios/utilidades de las acciones deIBM ha bajado de 30/1 en la década de1960 a 13/1 en la actualidad. Se calcula

que los precios medios de losordenadores en Alemania Occidentalsufrieron una baja absoluta del 11,5%entre 1971 y 1977, mientras que la bajarelativa (considerando la subida generalde los precios de los bienesmanufacturados) llegó a ser de un54,9%[94].

Con la caída de estas enormes rentastecnológicas, la masa media de gananciase encuentra doblemente amenazada. Yano es la empresa con la menorproductividad la que determina el valorde estos productos «innovadores», dadoque sus condiciones de producción y decomercialización se han «normalizado»

y las condiciones de escasez estructuralhan desaparecido. En la medida en queexisten aún situaciones de monopoliorelativo y se realizan aún plusganancias,ahora estas rentas tecnológicas serealizan de forma creciente a expensasde las empresas con una productividadmenor (es decir, ya no incrementan lamasa total de las ganancias). También sepuede hablar a partir de 1965 de unincipiente declive de la tasa deinnovación y de un estancamiento delgasto revolucionario en «información»(cibernética) en cuanto parte de la rentanacional per cápita[95].

Se pueden dar muchas razones de

este declive de la tasa y el impacto delas innovaciones. Muchas fuentes loatestiguan. Para la industria químicapodemos citar The Economist:

La tecnología se ha estabilizado.Pasaron los días iniciales de laelaboración de nuevas combinacionesmoleculares para grandes nuevosplásticos y fibras. Sólo quedan porelaborar las cadenas moleculares másdifíciles, y ya se han desvanecido lasexpectativas de elevados beneficios. Nohay ningún sucesor inmediato para eldesaparecido boom de la petroquímica,aunque el encarecimiento del petróleo y

del gas está adelantando el día en queresultará rentable fabricar productosquímicos a partir de materias primasvegetales. La industria está empezando apensar en las aplicaciones de lastécnicas bioquímicas y genéticas. Peropor ahora son decepcionantes losprimeros resultados obtenidos, porejemplo, de las proteínas sintéticas y delas drogas microbianas (es decir, de lautilización de la química natural en lugarde la sintética). Pasarán de diez a veinteaños antes de que cualquier nuevoestímulo de importancia en este campotransforme la industria[96].

No se trata tan sólo ni básicamentede un problema de falta deconocimientos científicos, de falta deinvenciones. Se trata de un problema derentabilidad, como subrayacorrectamente The Economist, y de unproblema del clima socioeconómicogeneral respecto al futuro mercado y alas futuras expectativas de ganancia.Para que la innovación siga a lasinvenciones es necesario que lasimportantes reducciones en los costes(avances en la productividad) vayanacompañadas de la posibilidad de unaproducción masiva (es decir, de una

rápida difusión de los productosinnovadores). Por esta razón, elprogreso técnico parece desacelerarsecuando el paso de la invención a lainnovación se hace más difícil (es decir,menos rentable) y cuando la difusión detécnicas y productos radicalmentenuevos se hace más arriesgada, comoresultado de una desaceleración generaldel crecimiento económico[97]. Denuevo, la rentabilidad desempeña aquíuna función clave. Incluso si la demandase expande rápidamente, si la tasa deganancia cae, la inversión de capital semuestra perezosa. La industria desemiconductores en EEUU confirma este

extremo: aunque exista una gran (ycreciente) escasez de chips, la inversiónde capital no va acompasada con larápida expansión de la capacidadproductiva, puesto que durante losúltimos cinco años la industria hasufrido una caída del 31% en losdividendos medios de sus acciones yuna caída del 18% en sus márgenes deganancia antes de los impuestos[98]

Igualmente, no se pueden disociar deesta situación la estrategia y la funciónde los monopolios. La necesidad deasegurar en primer lugar unaamortización total de la gigantescainversión de capital realizada durante la

onda anterior (por ejemplo, en energíanuclear y equipamientos nucleares) haceque sea extremadamente improbable quese puedan introducir rápidamentedesembolsos de capital similares ensectores competitivos (por ejemplo, enenergía solar)[99].

En tercer lugar, cada vez resultanmás difíciles ulteriores incrementos enla velocidad de rotación del capital. Larevolución en el campo de lastelecomunicaciones hizo posible latransferencia de enormes sumas dedinero en el espacio de unos segundosde Nueva York a Tokio o de Londres aJohannesburgo (lo que todavía sucede a

diario, pese a todas las hipócritascondenas del bárbaro apartheid). Pero,desde hace más de una década, losnuevos avances en campos tales comolos transportes, las ventas y la rotaciónde fondos líquidos se han hecho cadavez más infrecuentes, en parte debido arazones técnicas, pero sobre tododebido a razones socioeconómicas,porque tales avances chocan conbarreras institucionales de índole socialasociadas a la misma naturaleza delcapitalismo: la propiedad privada, lasnormas de distribución burguesas (esdecir, altamente desiguales y con unmarcado sesgo clasista) y la

supervivencia de la nación-Estado.En cuarto lugar, el prolongado

período de crecimiento acelerado creóunas condiciones de crecientedesproporción entre la tasa decrecimiento de la capacidad productivade equipamiento de capital fijo y debienes de consumo, por una parte, y, porotra, esa misma tasa de crecimiento enel sector de las materias primas, que seencuentra más estrechamente asociada alas condiciones naturales, por lo que esmenos flexible. Como resultado, fueimposible mantener indefinidamente lacaída de los precios relativos de lasmaterias primas que se había venido

produciendo durante casi veinte años(1952-1971). Aquí el verdadero puntode inflexión se produjo en el año 1972,y no con ocasión de la subida del preciodel petróleo después de la guerra delYom Kipur. Esta inversión de larelación entre los precios de lasmaterias primas y de los crudos y losprecios de los productos manufacturadosestá también relacionada con el cambiode la correlación de fuerzas entre laburguesía imperialista y la burguesíasemicolonial, consecuencia deveinticinco años de ascenso de losmovimientos de liberación nacional, sinque este cambio haya modificado las

condiciones de dependencia de estaburguesía con respecto al imperialismo.Pero resulta evidente que todos estosfactores ejercieron un efecto adversosobre la tasa media de ganancia delcapital industrial.

Paradójicamente, W. W. Rostow vioen esta limitada redistribución delplusvalor a escala mundial a favor delas clases dominantes de lassemicolonias el origen de un nuevoascenso a largo plazo del crecimientoeconómico[100]. Dejando a un lado elhecho de que la magnitud de estaredistribución haya sido enormementeexagerada (las ganancias netas de los

países de la OPEP deben serconfrontadas con las pérdidas netas dela mayoría de los países semicolonialesno exportadores de petróleo, pérdidasque siguen siendo enormes) y laconsideración de que no debeconfundirse la redistribución real de lasganancias (rentas del petróleo) con loscrecientes créditos destinados a lassemicolonias (que se traducen en uncreciente endeudamiento, crecientescargas originadas por el endeudamiento,y, por consiguiente, en un estancamiento—cuando no un descenso— a medioplazo de la capacidad adquisitiva en elmercado mundial, y en absoluto en un

incremento de tal capacidadadquisitiva), la principal debilidad delargumento reside en que no tiene encuenta el efecto sobre la tasa deganancia del incremento relativo de losprecios de las materias primas. Esteefecto, globalmente considerado, esnegativo. Materias primas y productosenergéticos más costosos significan unacomposición orgánica del capital máselevada y, si todos los demás factorespermanecen iguales, una tasa media deganancia más baja. Esto no puede versecompensado por una tasa de gananciamás elevada procedente del capitalinvertido en el sector de las materias

primas (por ejemplo, los grandesmonopolios del petróleo), a no ser queeste capital represente una altaproporción (alrededor del 50%) deltotal del capital invertido, lo que no esen absoluto el caso.

El único efecto positivo de lainversión a largo plazo de los términosde intercambio entre materias primas ybienes manufacturados, dentro del marcode una economía capitalista, es queestimula la búsqueda de materiales yfuentes de energía alternativos (es decir,fomenta la innovación). Pero tanto elalcance que esto pueda tener como elimpacto que pueda ejercer sobre la

tendencia general de la tasa decrecimiento dependerá una vez más dela rentabilidad relativa. Sólo cuando lainversión en estos sectores prometeacarrear importantes plusganancias (demagnitud tal como para producir unasubida significativa de la tasa media deganancia) es posible esperar que esteefecto indirecto de la subida de losprecios de las materias primas fomenteun ascenso generalizado de la tasa decrecimiento de la economía capitalistainternacional. Sin embargo, talesplusganancias no están en absoluto alorden del día en las tecnologíasalternativas, al menos para períodos de

corta o media duración y en magnitudessuficientemente grandes. Muy alcontrario, las fuentes de energíaalternativas resultan todavía mucho máscostosas que el caro petróleo. Demanera que el análisis de Rostow debeser considerado erróneo. No respondeevidentemente a ninguna tendenciavisible de la economía internacional enlos años setenta, caracterizada por tasasde crecimiento decrecientes, y nocrecientes[101].

En quinto lugar, durante toda la ondalarga expansiva se consolidó confirmeza una sobreproducción potencial(es decir, el desarrollo de la capacidad

productiva creció más rápidamente quela capacidad adquisitiva de losconsumidores finales). El mejorindicador a este respecto es el firmedeclive en la utilización de la capacidadindustrial norteamericana, tanto en elpunto más alto de cada boom cíclicocomo en el punto más bajo de cadarecesión cíclica (cuadro 3.1). Pero estatendencia general descendente en lautilización del capital[102] ha sido unatendencia más generalizada en elconjunto de los países imperialistas,como queda claramente ilustrado en elcuadro 3.2. Estas cifras son sumamentesignificativas, porque 1978 fue un año

de recuperación económica, mientrasque la media de 1964-1973 incluyediversos períodos de recesión.

Esta situación de sobrecapacidadcrónica es particularmente acusada enramas específicas de la industria.Destacaremos dos ejemplos: en lo quese refiere al acero, los países delMercado Común esperaban vender,antes del estallido de la crisis,alrededor de 185 millones de toneladasen 1980. Las ventas reales se situaránprobablemente por debajo de los 145millones de toneladas. La capacidad deproducción en 1980 era de 230 millonesde toneladas de acero. Dado el nivel deventas previsto, son de esperar grandesrecortes en el exceso de capacidad. En

cuanto a los principales productosquímicos, la sobrecapacidad quedailustrada en la figura 6. La industriaconstructora de equipamiento paracentrales nucleares está siendo afectadapor una sobrecapacidad similar. Elgráfico de la figura 7 indica el declivegeneral de la utilización de la capacidaden EEUU durante la década 1965-1975.

FIGURA 6. Sobrecapacidad deproducción de productosquímicos clave. Adaptado deThe Economist, 7 de abril de1979.

El constante crecimiento de la deuda

de los consumidores durante este mismocuarto de siglo, como se señalóanteriormente, aparece como unindicador no menos convincente de estamisma tendencia. Esto es especialmenteevidente si combinamos ambos factores:a pesar del constante aumento delendeudamiento, a pesar de que decenasde millones de consumidoresamericanos gastan constantemente másde lo que ganan, una creciente fracciónde la capacidad productiva del país estásiendo desaprovechada. El desempleomasivo también frena una expansiónrápida del gasto de los consumidorescapaz de superar la sobrecapacidad

productiva.

FIGURA 7. Capacidad deutilización decreciente enEEUU (1967 = 100, escaladesestacionalizada). Adaptadode Systems dynamics nationalProject, informe anual, 1976, p.5.

En sexto lugar, dadas todas lascrecientes contradicciones anteriormentecitadas, el único medio que le queda alcapital para neutralizar sus efectos sobrela tasa media de ganancia (es decir, paraimpedir una constante erosión de larentabilidad) sería un constante y fuerteincremento de la tasa de plusvalor.Aunque es indudable que tal incrementose produjo durante la primera fase de la

onda larga expansiva (de la mismamanera que había ocurrido antes deiniciarse la onda larga, lo quedesencadenó, por decirlo así, la ondalarga) como resultado de un vertiginosoincremento de la productividad deltrabajo del departamento II (incrementode plusvalor relativo), unido a losefectos acumulativos de la onda largaexpansiva sobre el ejército industrial dereserva de trabajo y sobre el deconfianza en si misma y organización dela clase obrera que se dejaron sentirdesde principios de la década de 1960,cada vez resultó más difícil mantener elincremento de la tasa de plusvalor. Este

incremento comenzó a chocar con ladoble barrera del final de la faserevolucionaria de cambio tecnológico ydel relativo pleno empleo. Elincremento de la tasa de plusvalor sedesaceleraba precisamente en elmomento en que se aceleraba elincremento de la composición orgánicadel capital. La caída de la tasa deganancia se hizo inevitable.

En séptimo lugar, en unascondiciones de creciente dificultad derealización, unidas a una rentabilidaddecreciente, la función de la inflación,como medio de posponer el momento deadmitir la realidad, podría ser operativa

sólo en el caso de que las dosis deinflación aumentaran de ciclo en ciclo.Pero la experiencia confirma lo quepredecía el análisis teórico: dado undeterminado nivel de inflación, sucontinua aceleración llega a sercontraproducente por sus efectos sobrela expansión económica. Y esto es asípor numerosas razones, varias de lascuales merecen una especial atención:las reacciones previsoras en forma de«bola de nieve», la tasa negativa deinterés «real», la tendencia a hacer másdudosos (y, por ello, más difíciles) losproyectos de inversión a largo plazodesde el punto de vista de los cálculos y

las expectativas de ganancia.En octavo lugar, el continuo

crecimiento de la empresamultinacional, como forma organizativatípica de la empresa del capitalismotardío, choca de forma creciente con lalimitada eficacia de intervencióneconómica por parte del Estado delcapitalismo tardío, los planeseconómicos anticíclicos y muchas otrastécnicas por medio de las cuales lascontradicciones del sistema habían sidoparcialmente reducidas durante la ondalarga expansiva. Si combinamos losfactores séptimo y octavo (tasas deinflación crecientes y diferentes según

los países; creciente debilidad de lasnaciones-Estado frente a lasmultinacionales), también integramos ennuestro análisis algunas de las razonestécnicas más obvias del hundimiento delsistema monetario de Bretton Woods,así como la creciente anarquíamonetaria internacional resultante.

4. LAS ONDAS LARGASCOMO PERIODOSHISTÓRICOSESPECÍFICOS

Una vez bosquejadas todas estascaracterísticas básicas de la teoríamarxista de las ondas largas deldesarrollo capitalista, resulta necesarioextraer una conclusión final. Las ondaslargas no son sólo empíricamentedemostrables. No representan simplesmedias estadísticas de determinadoslapsos de tiempo. En ellas no hay nadade «formal» o «convencional» (es decir,

en última instancia, de arbitrario), comolo hay evidentemente en las famosastendencias a largo plazo de Kuznets.Representan realidades históricas,segmentos de la historia global delmodo de producción capitalista queposeen unos rasgos claramentedistintivos. Por esa misma razón son deduración irregular[103]. La explicaciónmarxista de estas ondas largas confiere ala realidad histórica de la onda larga uncarácter integrado «total»[104] a travésde su peculiar mezcla de los factoreseconómicos endógenos, los cambios«ambientales» exógenos y la forma enque son mediatizados por los procesos

socioeconómicos (es decir, los cambiosperiódicos en el equilibrio general entrelas fuerzas de clase y la correlaciónintercapitalista de fuerzas, los resultadosde las guerras y las luchas de clases másimportantes).

Podemos encontrar una confirmaciónextraordinaria de esta «totalidad»histórica de las ondas largas en lacorrelación entre una serie de tendenciasideológicas predominantes(predominantes al menos dentro delmarco de la ideología burguesa) y lastendencias generales del desarrolloeconómico reflejadas a través de undeterminado prisma.

¿No es sorprendente el predominiodel credo del «optimismo delcrecimiento», del «pleno empleogarantizado» y de la «racionalidadtecnológica» durante todo el período decrecimiento económico acelerado de1948-1968, tanto en el ámbito de laeconomía y sociología académicas comoentre los consejeros económicos y losartífices de las políticas económicas? Ycuando se pasó de una onda largaexpansiva a una onda larga depresiva¿no es una coincidencia asombrosa quede repente surgieran tantos profetas deljuicio final y del «crecimiento cero»?

Aunque estamos dispuestos a

conceder una gran importancia a lasopiniones de nuestros doctos colegasencargados de aconsejar a los diversosgobiernos de los países imperialistas, loque desde luego no podemos hacer esexagerar su papel en la aparición deunos puntos de inflexión decisivos parael desarrollo económico y para lastendencias de la producción industrial yde las exportaciones mundiales. Por esemotivo llegamos a la conclusión de quefue el paso de una onda larga expansivaa una onda larga depresiva lo que, enúltima instancia, determinó el paso de laprioridad keynesiana del pleno empleo ala prioridad monetarista de combatir la

inflación. No fue la doctrina económicapredominante lo que cambió la realidadeconómica. Fue el cambio de la realidadeconómica lo que cambió la doctrinaeconómica predominante.

Pero, de nuevo, para comprender elcarácter total integrado de las ondaslargas es necesario incluir losimperativos de la lucha de clases comolos mediadores más importantes entrelas tendencias básicas del desarrolloeconómico y las tendencias básicas dela ideología económica y sociopolítica.

La general aceptación de las ideaskeynesianas y neokeynesianas durante elperíodo posterior a la segunda guerra

mundial expresó tanto una ciertavaloración por parte de la clasecapitalista de la correlación de fuerzassociopolíticas entre capital y trabajocomo una cierta predicción por parte deesa misma clase de las posibilidades deexpansión del sistema. Dentro del marcode un crecimiento económico a largoplazo superior a la media, una políticade pleno empleo, aunque fueramoderadamente inflacionista, noalteraría la situación (es decir, noamenazaría básicamente las gananciascapitalistas)[105].

El cambio de la actitud de laeconomía académica hacia la

contrarrevolución antikeynesiana no fuetanto un reconocimiento tardío de lasamenazas a largo plazo de la inflaciónpermanente. Estas amenazas ya eran bienconocidas mucho antes de que elkeynesianismo perdiera su hegemoníaentre los consejeros económicos de losgobiernos burgueses y reformistas. Nisiquiera fue esencialmente un resultadode la inevitable aceleración de lainflación, aunque indudablemente estaaceleración comenzó a provocarreacciones de pánico a principios de ladécada de 1970 entre teóricos yprácticos de la economía capitalista.Fue esencialmente un producto de un

cambio básico en las prioridades de lalucha de clases de la clase capitalista.

Durante una onda larga expansiva,en unas condiciones de rápidocrecimiento económico y deteriorobásico de la correlación de fuerzasinternacional en detrimento delcapitalismo mundial, la prioridad parala clase capitalista fue comprar a laclase obrera mediante reformas, entrelas cuales las políticas de pleno empleoy seguridad social desempeñaron unpapel clave. La propia expansióneconómica creó las condicionesmateriales en las cuales el sistema podíaen general suministrar estas

prestaciones.Pero cuando pasamos de una onda

larga expansiva a una onda largadepresiva, ya no es posible asegurar elpleno empleo, erradicar la pobreza,ampliar la seguridad social, asegurar unincremento sostenido (aunque modesto)de los ingresos reales para losasalariados. Llegados a este punto, lalucha por restablecer la tasa de gananciamediante un fuerte ascenso de la tasa deplusvalor (es decir, de la tasa deexplotación de la clase obrera) setransforma en la prioridad suprema.

La «contrarrevoluciónantikeinesiana» de los monetaristas en el

ámbito de la economía académica no essino la expresión ideológica de estecambio de prioridades. Sin elrestablecimiento a largo plazo deldesempleo estructural crónico, sin elrestablecimiento del «sentido de laresponsabilidad individual» (es decir,sin serios recortes en las prestacionesde la seguridad social y de los serviciossociales), sin una política de austeridadgeneralizada (es decir, conestancamiento o caída de los salariosreales) no puede darse un acusado yrápido restablecimiento de la tasa deganancia: ésa es la nueva teoríaeconómica[106]. No hay nada de

«científico» en ella, pero hay mucho queresponde a las necesidades inmediatas ya largo plazo de la clase capitalista, apesar de todas las referencias a laciencia objetiva.

El profesor Heilbroner observó queentre los capitalistas se daba unaalternancia rítmica a largo plazo entreeuforia y desesperación[107]. Desdenuestro punto de vista, ésta esobviamente una consecuencia, y no unacausa, del paso de una onda largaexpansiva a una onda larga depresiva.Pero podemos observar unacorrespondencia similar entre el paso deuna onda larga a otra, por una parte, y el

clima ideológico general, en absolutolimitado a la economía, por otra parte.

Durante el período de entreguerras,con su típico clima de estancamiento, ybajo el impacto de la primera guerramundial y la revolución rusa, hubo unaorientación general hacia lo irracional ylo místico entre los intelectuales demuchos países imperialistas,especialmente en Europa continental yJapón (esta tendencia fue menospronunciada, aunque en modo algunoestuvo ausente, en los paísesanglosajones). Esto contrastabaprofundamente con el clima de feoptimista en el racionalismo, en las

ciencias naturales y en el progresohumano que prevaleció en el períodoanterior a la primera guerra mundial. Dehecho, en la mayoría de los paíseseuropeos y en Japón, las doctrinasfascistas o fascistoides conquistaron unaposición hegemónica entre losestudiantes universitarios, e inclusoentre los profesores universitarios,mucho antes de que el fascismoconquistara el poder político.

Durante el período de 1948-1968 seprodujo una fuerte inversión de estatendencia. A pesar de las tremendascatástrofes que había presenciado lahumanidad en los años anteriores (Hitler

y Stalin, Auschwitz e Hiroshima), denuevo prevaleció un clima deoptimismo, de fe en las cienciasnaturales, de creencia en un crecimientoeconómico más o menos ilimitado queconduciría también a un progresohumano más o menos ilimitado. En esteclima, las fuerzas de la derecha y de laextrema derecha sufrieron en todaspartes un retroceso a nivel universitario.Y una combinación de factoreshistóricos dio a la generación estudiantilde finales de los años sesenta unimpulso izquierdista y promarxistaexcepcional y masivo, sin paralelo en lahistoria de la universidad burguesa.

Al producirse el paso de una ondalarga expansiva a una onda larga deestancamiento, todo volvió a cambiar.Los «nuevos filósofos» franceses no sonsino un ejemplo de una vuelta másgeneralizada al escepticismo, lairracionalidad y el misticismo que denuevo prevalecen en muchos círculosintelectuales. Esto en modo algunoqueda circunscrito a la «franja lunática».Al contrario, está en marcha unapoderosa ofensiva para que eldarwinismo social, la socio-biología yla justificación «científica» del racismoy de la desigualdad social vuelvan arecobrar respetabilidad en los círculos

académicos. Esa ofensiva echa al mismotiempo hondas raíces en los círculosinternos de los partidos dominantes dela burguesía, en los conservadores eincluso en los «liberal-conservadores»[108]. Esta tendencia vaacompañada de un ascenso no menosmarcado de las tendencias irracionales,que desprecian y degradan al hombre enla «subcultura popular», de las cuales laastrología y la demonología no son sinodos ejemplos ilustrativos[109], muysimilares a lo que ocurrió en Alemania yotros países a principios de los añostreinta.

En realidad, no existe ningún

paralelismo mecánico entre los altibajosdel movimiento estudiantil y laradicalización de la juventud, por unaparte, y estos cambios significativos enel seno de la ideología burguesa y de lastendencias ideológicas predominantesdentro de las universidades, por otraparte. La base objetiva de laradicalización juvenil y estudiantilcontinúa operando sobre supuestos alargo plazo, aun cuando se veacoyunturalmente contrarrestada por unparo juvenil masivo, por la presión paraprepararse para obtener un empleo atoda costa, por el temor a no obtener unpuesto de trabajo y por la decepción

ante la tardanza de una solución políticaglobal a la crisis social en la que estánprofundamente inmersos (es decir,decepción ante la tardanza histórica dela revolución socialista).

Asimismo, no existe razón algunapara identificar el creciente recelo hacialos riesgos que entrañan la tecnologíacapitalista y el mal uso capitalista de lasciencias naturales, con el refugio generalen el irracionalismo, el misticismo, ladesesperanza y el desprecio por la razahumana. Los socialistas y los marxistasno compartimos el irresponsable credo«productivista» de los años cincuenta ysesenta. Muchas de las críticas sociales

a ese credo están ampliamentejustificadas. No es necesario aceptar laspredicciones acerca de la inevitable yabsoluta escasez de la energía y lasmaterias primas, del tipo de lasbarajadas por el Club de Roma[110], paracomprender que la actual generacióntiene la responsabilidad colectiva detransmitir a las generaciones veniderasun medio y unas reservas de riquezanatural que constituyen la condiciónprevia necesaria para la supervivencia yel florecimiento de la civilizaciónhumana. Tampoco es necesario aceptarlos supuestos empobrecedores de unascetismo y una austeridad permanentes,

tan ajenos al espíritu básico delmarxismo que habla del goce de la viday del infinito enriquecimiento de laspotencialidades humanas, paracomprender que la producción siemprecreciente de una infinita variedad deproductos más o menos innecesarios(productos cada vez más nocivos tantopara el medio ambiente como para elsaludable desarrollo del individuosocial) no responde a un idealsocialista. Semejante producciónexpresa simplemente las necesidades yla codicia del capital por obtenercantidades cada vez mayores deplusvalor, encarnado en una montaña

siempre creciente de mercancías.Pero el rechazo del modelo de

consumo capitalista, combinado con unrechazo no menos firme de la tecnologíacapitalista, debería basarse, desde unpunto de vista socialista, en unadecidida lucha a favor de tecnologíasalternativas que extiendan —y norestrinjan— el potencial emancipadorde la maquinaria (es decir, laposibilidad de liberar a todos los sereshumanos de la carga de un trabajomecánico, mutilador, no creativo, defacilitar un desarrollo enriquecedor dela personalidad humana a todos losindividuos a través de la satisfacción de

todas sus necesidades materialesbásicas). Estamos convencidos de queuna vez que se haya asegurado esasatisfacción en una sociedad dondevayan desapareciendo los incentivospara el enriquecimiento personal, lacodicia y el comportamientocompetitivo, el «crecimiento» ulteriorgirará en torno a la necesidad de unaproducción «no material» (por ejemplo,el fomento de relaciones sociales másricas). Las necesidades morales,psicológicas e intelectualesreemplazarán la tendencia a adquirir yacumular más bienes materiales. Por«impopulares» que estas convicciones

puedan parecer con arreglo a las modasactuales, creemos en la ilimitadacapacidad de la inteligencia, de laciencia, del progreso, de laautorrealización y de la libertadhumanas, sin subordinar de modo algunola defensa de tales libertades (en primerlugar, la liberación con respecto a lanecesidad, pero también la libertad deexpresión, de creación y de acciónpolítica y social) a cualquier instanciapaternalista supuestamente capacitadapara asegurar tales libertades a lahumanidad.

Pero cualesquiera que sean estasreservas, la correlación entre un cambio

fundamental de una onda larga expansivaa una onda larga depresiva, y el cambiono menos importante en el estado deánimo de los ideólogos burgueses, esdemasiado evidente para que seaconsiderada una mera coincidencia. Lasimplicaciones antihumanitarias,antiigualitarias y antidemocráticas deeste cambio son suficientementeinquietantes. Y están relacionadas connecesidades a largo plazo no menosinquietantes del capital internacional enel contexto de una onda larga depresiva.

Por ello, podemos aceptar la idea deque las ondas largas son mucho más quesimples altibajos rítmicos de la tasa de

crecimiento de la economía capitalista.Vienen a ser períodos históricosprecisos en un sentido real. La siguientetabulación lo ilustra claramente:

1. 1789-1848: período de larevolución industrial, de lasgrandes revoluciones burguesas,de las guerras napoleónicas y dela constitución de un mercadomundial para los productosindustriales: fase «ascendente»,1789-1815/25; fase«descendente», 1826-1848.

2. 1848-1893: período delcapitalismo industrial de «libre

competencia»: fase«ascendente», 1848-1873; fase«descendente», 1873-1893(larga depresión del capitalismode libre competencia).

3. 1893-1913: apogeo delimperialismo y del capitalfinanciero clásicos; fase«ascendente»[111].

4. 1914-1940: inicio de la épocadel declive del capitalismo, delas guerras imperialistas, lasrevoluciones ycontrarrevoluciones; fase«descendente».

5. 1940/48-?: capitalismo tardíosurgido de la tardanza históricade la revolución mundial y de lasgrandes derrotas de la claseobrera en los años treinta ycuarenta, pero acompañado defenómenos ulteriores de declivey descomposición del sistema:fase «ascendente» (pero limitadaa un área geográficasignificativamente reducida),1940/48-67; fase «descendente»,1968-?

Se puede formular la siguientepregunta: ¿significa la violentaexplosión de las contradicciones

internas del modo de produccióncapitalista, después de un largo períodoen que éstas fueron contenidas, que lanueva onda larga de relativoestancamiento o bajo crecimiento va adurar un período de tiempo indefinido yque no es probable que aparezca unnuevo punto de inflexión, similar al de1940/48 o al de 1893, en un futuroprevisible, dado el marco históricogeneral de declive y decadencia delsistema capitalista internacional? O, porel contrario, a pesar del declivehistórico del sistema capitalista, ¿puedeéste repetir su «milagro» de 1940/48, y,tras un largo período de «purificación»

a lo largo de las décadas de 1970 y1980[112], iniciar un nuevo período deexpansión acelerada comparable al de1893-1913, si no al de 1948-1968?

Estas preguntas requieren unarespuesta a dos niveles diferentes.¿Cuáles son las exigencias «técnicas» deesta nueva onda larga expansiva? ¿Cuáles el precio político y social que deberápagarse por ella y, en términos másgenerales, cuál es el precio en términosde bienestar humano y de civilizaciónhumana?

Desde un punto de vista técnico, unanueva ola expansiva que incrementarasignificativamente la tasa de crecimiento

económico por encima de los nivelesmedios de las décadas de 1970 y 1980exigiría una subida espectacular de latasa de acumulación y, por ello, de latasa media de ganancia, y una no menosconsiderable expansión del mercado demercancías capitalistas en la acepciónmás amplia de la palabra.

La función «racionalizadora» de laonda larga, de crecimiento más lento queel que hemos estado presenciando desdefinales de la década de 1960 yprincipios de la de 1970, tendría quecrear las necesarias condicioneseconómicas previas para un incrementobrusco a largo plazo de la tasa media de

ganancia. Esto requeriría esencialmentelo siguiente: un desempleo masivocrónico orientado, a la larga, a erosionarlos salarios reales y la confianza en símismos de los trabajadores, sucombatividad y su nivel deorganización, así como a incrementarsignificativamente la intensidad deltrabajo, llevando a una pronunciadasubida de la tasa de plusvalor;desvalorización masiva del capitalmediante la creciente eliminación deempresas no eficientes, no pequeñas ymedianas, sino también grandes,incluidas muchas multinacionales (estoes, mediante un nuevo salto hacia la

concentración y centralización delcapital, no sólo a escala nacional, sinoespecialmente a escala internacional);nuevas formas radicales de reducir, almenos en términos relativos, los costesde equipamiento, materias primas yenergía; aplicación masiva de nuevasinnovaciones tecnológicas; nuevaaceleración revolucionaria de la tasa decirculación del capital.

Semejantes cambios radicales en latecnología, la organización del trabajo yla técnica de circulación sonteóricamente posibles; los cimientospara tales cambios ya han sidocolocados por todos los recientes

desarrollos de los microprocesadores.Esto implicaría un nuevo saltocualitativo hacia la automatización (esdecir, una transición masiva de lasemiautomatización a laautomatización). Asimismo, las técnicasde la ingeniería genética podrían llevara innovaciones radicales en laagricultura, la farmacología, elequipamiento científico y otras variasramas de la industria[113].

Pero inmediatamente se plantean eneste sentido dos cuestiones, desde elpunto de vista de las relaciones de valor(es decir, desde el punto de vista de lasleyes generales de movimiento del modo

de producción capitalista y su lógicainterna).

En primer lugar, una nuevasustitución radical de los hombres pormáquinas (de hecho, la nueva ola deautomatización podría ser calificada de«robotismo»[114]) implicaríainevitablemente una reducción masivadel total del empleo productivo. Lasestimaciones al respecto varíanenormemente, pero la tendencia generales inequívoca. Estudios globales sobrelos efectos del robotismo en AlemaniaOccidental señalan la posibilidad deque esa técnica reduzca el número deasalariados a 4,3 trabajadores por

robot[115]. Estudios japoneses estimanque el robotismo podría eliminar unatercera parte de los actuales puestos detrabajo en la industria en un plazo dediez años y el 90% de estos puestos detrabajo en un plazo de veinte a treintaaños[116].

Una reducción tan drástica deltrabajo productivo implicaría, con todaprobabilidad, una fuerte caída de lamasa de plusvalor, aun si un nuevoavance en la productividad del trabajo yuna tendencia al estancamiento o inclusoal declive de los salarios realesincrementara fuertemente la producciónde plusvalor relativo (la proporción del

total de la semana laboral durante lacual los trabajadores producen elequivalente de los bienes que adquierencon sus salarios). En tales condicionesun incremento de la tasa de plusvalorsólo podría ser marginal, y en modoalguno proporcional a los enormesnuevos desembolsos necesarios parafinanciar el robotismo. La tasa deganancia no experimentaría una fuertesubida.

Parece poco realista, como mínimo,que la enorme masa de trabajadoresexpulsados del proceso productivo portales técnicas revolucionarias pudieraser reabsorbida a través de una nueva

expansión de las denominadas industriasde servicios. Al revés, uno de losprincipales efectos de la aplicacióngeneralizada de los microprocesadoressería la supresión drástica de puestos detrabajo en oficinas, en laAdministración, en telecomunicacionese incluso en la enseñanza. Expertossindicales de Alemania Occidental hanestimado que un 75% de los dosmillones y medio de empleados que sededican hoy a trabajos de mecanografíapodrían ser reemplazados por unaproducción de cartas mecánicamenteprogramadas[117]. Profesiones enteras,como las de contable, delineante y

empleado de banca, serían diezmadas,cuando no totalmente suprimidas. Dadoque es probable que la propia industriade equipamiento de microprocesadoressea revolucionada por la introducciónmasiva de la automatización, no serácapaz de suministrar los empleosadicionales necesarios para absorber alos trabajadores y empleadosexpulsados de otras ramas.

Esto es tanto más cierto cuanto queuna de las razones de la desaceleraciónde la «productividad social media deltrabajo» (fórmula que no tienedemasiado sentido desde un punto devista marxista) en países como EEUU,

Gran Bretaña, Suecia, etc. (es decir, losmás industrializados), ha sido el fuerteincremento del empleo en lasdenominadas industrias de servicios (enespecial los servicios de laAdministración pública, los serviciossanitarios y la educación). De aquí lafuerte presión por «racionalizar» estosservicios a fin de hacerlos «rentables»(el término francés generalmentee m p l e a d o , rentabliser, esparticularmente elocuente con respecto ala naturaleza intrínseca del capitalismo:¡hagamos que los servicios sanitarios yeducativos sean de nuevo rentables!)mediante recortes salvajes en el nivel de

empleo[118].Así pues, el balance global de un

salto cualitativo hacia la automatización(de hecho, la transición de lasemiautomatización a la automatización)mediante la aplicación masiva demicroprocesadores arrojaría unincremento drástico del desempleopermanente. Aun si se diera una tasa decrecimiento anual medio de un 3% enlos próximos diez años (lo que noparece descartar nuevas recesiones,razón por la que resulta demasiadooptimista), el Instituto de EstudiosCoyunturales (IFO) de AlemaniaOccidental, de carácter conservador, ha

pronosticado 3,8 millones de parados enAlemania Occidental si continúandesarrollándose las tendenciasanteriormente esbozadas. Sir CharlesCarter, vicerrector de la Universidad deLancaster y presidente del Comité deInvestigación y Gestión del Instituto deEstudios Políticos de Londres, no esmenos pesimista:

Creo que el desempleo aumentará oseguirá siendo elevado (…) La nuevatecnología que está siendo introducidaahora es genuinamente diferente en susefectos si se la compara con todos losanteriores cambios tecnológicos. El

sector servicios no absorberá a aquéllosque están empleados en la industria[119].

Los empresarios americanos hanexpresado opiniones similares. Lossindicalistas británicos hablan inclusode 5 millones de parados en su país afinales de siglo, cifra que TheEconomist considera extremadamenteexagerada, sin que por ello niegue queexiste un problema y que «algo habráque hacer»[120].

Ahora bien, incluso sin tener encuenta las explosivas consecuenciaspolíticas y sociales de semejantedesempleo permanente, es evidente que

crearía enormes problemas para larealización de plusvalor. La nuevatecnología implicaría un nuevo saltocualitativo hacia adelante en la masa devalores de uso producidos (tanto viejoscomo nuevos). ¿Quién va a comprar esaenorme montaña de mercancías en unascondiciones de desempleo masivo en lospaíses imperialistas? Y si esa enormemontaña incluye una cantidadcualitativamente mayor de bienes deproducción (adquiridos medianteplusvalor), ¿no supondría tal reversiónradical del reparto de la renta nacionalviolentas luchas políticas y sociales? Encualquier caso, ¿no conduciría

inevitablemente a un incremento de lamasa de bienes de consumo producidosdespués de un cierto tiempo? El fuerteincremento de la productividad deltrabajo que provocaría no podría sinoreflejarse también en un masivoincremento de los bienes producidos enel sector de bienes de consumo.

Por otra parte, una nueva y vigorosaexpansión del mercado de mercancíasproducidas por los países imperialistasrequeriría un salto hacia laindustrialización (¡y el bienestar!) dealgunos de los países y áreassemicoloniales del mundo (los paísesmás densamente poblados de América

Latina, Asia y África), o un incrementocualitativo del grado de integración dela URSS y China en el mercadocapitalista internacional, o ambas cosasa la vez.

Basta enumerar estas condicionestécnicas para comprender que no puedenser satisfechas sólo por medios técnicos.No se darán como resultado automáticode ciertos cambios económicos, de unnormal desarrollo económico. Surealización, al menos a una escalasuficiente para desencadenar un nuevoproceso de crecimiento acelerado alargo plazo de la economía capitalistainternacional, exigiría trascendentales

cambios en la correlación sociopolíticade fuerzas de clase dentro de unconjunto de países capitalistas clave, asícomo a escala internacional. En otraspalabras, que lleguen o no a realizarsedependerá del resultado de las luchassociales y políticas que marcarán lospróximos años, de la misma manera queal menos algunas de estas luchas ya hanmarcado los últimos años.

La ofensiva mundial del capitalcontra el trabajo se inició bajo el signode la denominada política de austeridad,y la vuelta a un desempleo masivocrónico tiene sin duda la funciónobjetiva de posibilitar acusados

incrementos a largo plazo de la tasa deplusvalor y de la tasa de ganancia[121].Esta ofensiva ha tenido cierto éxito.Durante un par de años, los salariosreales descendieron realmente en unaserie de importantes países capitalistasindustrializados, tales como EEUU,Alemania Occidental, Gran Bretaña yhasta cierto punto Italia. Laintensificación del proceso de trabajo seha incrementado bruscamente en todaspartes, y con ello la tasa de explotaciónde la clase obrera, incluso allí donde lossalarios reales continúan subiendo, peroa un ritmo mucho más lento que antes.

Sin embargo, el balance general de

este éxito capitalista es muy modesto,por no decir algo peor. Ya se han dejadosentir los primeros efectos de lamodesta recuperación económica quesiguió a la recesión de 1974-1975, conla erosión de las modestas gananciasrealizadas por los capitalistas. Lostrabajadores de Alemania Occidentalestán a punto de recuperar las pérdidasde capacidad adquisitiva de los últimosaños. La clase obrera británica logrómás o menos lo mismo durante elinvierno de 1978-1979. En Francia eItalia, la tenaz resistencia de lossindicatos y de sectores clave de laclase obrera ha conseguido que sólo los

sectores menos privilegiados y peororganizados de los asalariados hayansentido el peso de la ofensiva patronal,mientras que los sectores más fuerteshan mantenido prácticamente susposiciones. Lo mismo se puede decir, engeneral, de América del Norte y Japón.

Se puede, pues, afirmar que, paraincrementar la tasa de ganancia en lamedida necesaria para cambiar todo elclima económico, en las condiciones delcapitalismo, los capitalistas tienenprimero que quebrantar decisivamente lafuerza organizativa y la combatividad dela clase obrera en los paísesindustrializados más importantes. Esto

exigiría un largo período, como loexigió en las décadas de 1920 y 1930.En EEUU exigiría desvertebrar losgigantescos y poderosos sindicatos queni siquiera existían al iniciarse la crisisde 1929. Inevitablemente implicaríapruebas de fuerza política y social queafectarían a enormes contingentes declase, a millones, si no a decenas demillones, al menos en lo que respecta alos asalariados[122].

El punto importante que convienedestacar es que tal trayectoria implicaríaun recorte drástico de las libertadesdemocráticas de que normalmentedisfrutan la mayoría de los países

imperialistas. El número de portavocesrepresentativos de la clase capitalistaque lo han confirmado es impresionante.El discurso antes citado de Sir CharlesCarter señalaba inequívocamente que eldesempleo causado por la nuevatecnología, unido a una inflacióncontinua, podría llevar a una ruptura dela ley y el orden y al derrumbamientodel actual sistema político. W. W.Rostow afirmaba de manera no menosinequívoca que la solución está a mediocamino entre una economía del bienestary una economía de la guerra[123]. Y lomás inquietante de todo son lastendencias sugeridas en el informe de la

Comisión Trilateral, The crisis ofdemocracy, que reflejan lasconvicciones de un sector significativode altos dirigentes del capitalmonopolista internacional. Suponen unataque directo contra la «democraciaexcesiva» y expresan la convicción deque el tipo de decisiones que habrán deadoptarse en los próximos años(obviamente en interés del sistemacapitalista) y la propia«gobernabilidad» de los paísesimperialistas dependerán del recorte delas libertades democráticas[124].

Por supuesto, no se puede excluir deantemano la posibilidad de que pruebas

de fuerza decisivas entre el capital y eltrabajo acaben una vez más en derrotasaplastantes para la clase obrera, comoocurrió en las décadas de 1920 y 1930.Tampoco se puede excluir laposibilidad de que nuevas dictadurasterroristas, no necesariamente idénticasa las de Mussolini, Hitler, Franco o lacasta militar japonesa de la década de1930 y principios de la de 1940, perosimilares a ellas por su capacidad dedestruir la organización de la claseobrera y las libertades democráticas,sean empleadas por la clase dominantepara alcanzar el deseado efecto dereducir fuertemente el peso relativo de

los salarios en la renta nacional. Perohabría que señalar que la correlación defuerzas entre el capital y el trabajo eshoy mucho más favorable a lostrabajadores de lo que lo fue en elperíodo 1923-1940, tanto a escalainternacional como en todos los paísesafectados, si sólo se tienen en cuentacriterios objetivos, y en la mayoría delos países (con las posibles excepcionesde Alemania Occidental y EEUU) si seañade el factor subjetivo.

En cualquier caso, infligir unaderrota tan aplastante a la clase obreraes imposible a corto plazo. Ésta sólopodría producirse como resultado final

de un período de escaramuzas y luchaspreliminares a través de las cualesquedara erosionada la fuerza de lostrabajadores, al tiempo que no seproduciría ningún progreso significativoen la elevación del nivel medio de laconciencia de clase y de la capacidad dela clase obrera para crear unavanguardia cada vez más numerosa detrabajadores radicalizados quecontribuyera decisivamente a laaparición de nuevos dirigentes y nuevospartidos revolucionarios capaces deelevar el nivel de responsabilidadexigido por la naturaleza misma de laspruebas de fuerza a que se vieran

enfrentados. Personalmente, pensamosque no existe el menor fundamento parallegar a conclusiones pesimistas de estaíndole, partiendo de lo que ha ocurridoen la mayoría de los principales paísesimperialistas durante los últimos diezaños, incluidos EEUU y AlemaniaOccidental (donde la aparición de estesector ha sido más lenta que en otrospaíses, pero en modo alguno ha estadoausente).

Observaciones similares resultanpertinentes si contemplamos la cuestiónde la expansión geográfica de losmercados. Cambios más radicales quemarginales para la transformación de

algunas áreas claves del denominadoTercer Mundo en extensos mercadospara los productos capitalistas exigiríancambios radicales en la estructura socialinterna de estos países[125], derrotasprofundas de los movimientos deliberación nacional y enormes éxitos enuna primera fase de industrialización detal envergadura que el cambio de unapolítica represiva por otra reformista(de un descenso por un ascenso del nivelde vida del 75% de la población) fueramaterialmente posible para la clasedominante. Lo menos que se puede decires que existen muy pocos indicios deque cambios tan trascendentales estén a

punto de producirse, incluso en un paíscomo Brasil, por no mencionar la India,Pakistán, Indonesia, Nigeria y Egipto.En países más pequeños, comoVenezuela, Kuwait, Hong Kong,Singapur y Taiwan, esto es naturalmenteposible y ya está sucediendo; pero susefectos en el mercado mundial en suconjunto siguen siendo absolutamentemarginales[126].

No hay que confundir una expansiónglobal del mercado mundial en una faserápida con una reestructuración globalde la división capitalista internacionaldel trabajo. Si se produce un grandesplazamiento de la industria textil, de

la industria petroquímica o de laindustria de montaje de equiposelectrónicos ligeros de los paísesimperialistas a los paísessemiindustrializados, esto en modoalguno implica una expansión automáticadel mercado mundial. El trabajo peorpagado en ciertos países sustituye altrabajo mejor pagado en otros países. Elequipamiento se desplaza de una partedel mundo a otra. El efecto global sobreel conjunto de la demanda seguirásiendo indiferente. En el mejor de loscasos, partiendo de una idénticainversión inicial, supondrá unincremento marginal del conjunto de la

demanda como resultado delfuncionamiento de un multiplicador máselevado en los paísessemiindustrializados que en lasmetrópolis. Pero todo esto esabsolutamente insuficiente paradesencadenar por sí solo una nueva olade crecimiento acelerado a largo plazo,en particular si se tiene en cuenta que lamayoría de las ramas industrialesdesplazadas a los paísessemiindustrializados se enfrentan ya auna casi saturación de la demandamundial[127].

Es muy posible que semejantereestructuración de la división

capitalista internacional del trabajotenga un efecto global positivo sobre elempleo en los países imperialistas, yaque el incremento del empleo en susindustrias exportadoras de bienes deequipo neutraliza con creces la pérdidade puestos de trabajo en las industriasdesplazadas a los países del TercerMundo, tal como afirmaba un recienteestudio de la OCDE[128]. Pero esteefecto es tan modesto y tandesproporcionado con relación a lamagnitud del nivel global del actualdesempleo (por no mencionar eldesempleo previsible si se generalizanlos microprocesadores) que en manera

alguna puede servir de base para unasuperación rápida o a medio plazo de laonda larga depresiva.

Si se considera la posibilidad de unaenorme expansión de los mercados enlos países poscapitalistas, es necesariotener en cuenta que, a pesar del enormeéxito de la Ostgeschäft alemana (a laque ahora se podría añadir, con lasnecesarias precauciones, el éxito similarde los negocios japoneses en China), elporcentaje total de los países«socialistas» en las exportaciones de lospaíses imperialistas fue inferior al 5%en 1977[129]. Para que este porcentajeaumentara a un 10 o un 12% e

incrementara significativamente la tasaanual de crecimiento del mercadomundial capitalista tendría queproducirse una tremenda explosióncrediticia que afectara a varios cientosde miles de millones de dólares,superior a la explosión crediticia deOccidente a los países del denominadoTercer Mundo durante la segunda mitadde la década de 1970. Aun sin tener encuenta los efectos de tal explosióncrediticia sobre la tasa mediainternacional de inflación y sobre lacrisis permanente de las reservas depapel-moneda, hay que señalar que uncambio estructural de tal envergadura en

las relaciones de estos países con laeconomía capitalista internacionaltambién supondría un radicaldebilitamiento de su capacidad pararealizar una planificación económica alargo plazo con independencia de lasfluctuaciones de la economía capitalistainternacional y un cambio radical de laestructura interna de poder, lo queprobablemente exigiría importantestrastornos sociales y políticos, cuandono directamente guerras por parte delimperialismo (no necesariamenteguerras nucleares).

Aquí, de nuevo, no pretendemosminimizar los cambios que ya se han

producido, el crecimiento significativodel comercio Este-Oeste y de losproyectos de inversión, con lacolaboración capitalista, en losllamados países «socialistas», entre loscuales el creciente entendimiento delrégimen de Deng en China con elOccidente capitalista (y sobre todo conJapón) va a suponer una nueva ysignificativa extensión. Pero lo quesostenemos es que, sin trastornosradicales como los que acabamos deseñalar, sus efectos globales sobre laeconomía capitalista internacionalseguirán siendo limitados y no tendrán laamplitud suficiente para desencadenar la

dinámica de una onda larga decrecimiento acelerado en esa economía.

Por consiguiente, nuestra conclusióngeneral es que la posibilidad «técnica»de un nuevo y fuerte ascenso a largoplazo de la tasa de crecimientocapitalista dependerá de los resultadosde las batallas cruciales entre el capitaly el trabajo en Occidente, entre elcapital y el trabajo en algunos de lospaíses clave semiindustrializados deldenominado Tercer Mundo, entre losmovimientos de liberación nacional y elimperialismo y entre los países nocapitalistas y el imperialismo (sobre losque también influirán las luchas internas

entre las masas y los dirigentesburocráticos de estos países), cuando node una serie de guerras internacionales yciviles. De nuevo, la similitud con lasituación de la década de 1930 esasombrosa. Y de nuevo hay que subrayarque la clase obrera y los pueblosoprimidos del mundo entran en esteperíodo de violentas convulsiones enunas condiciones mucho más favorablesque a finales de la década de 1920 ydurante la de 1930, aunque no lo haganen modo alguno en condiciones ideales.

Con frecuencia se ha dicho que losmarxistas, y en especial los marxistasrevolucionarios, han subestimado

enormemente la capacidad delcapitalismo para adaptarseflexiblemente a los nuevos y gravesretos, tales como contextosinternacionales y sociales cambiantes.Sin pretender negar que existe unelemento de verdad en esa crítica, almenos cuando va dirigida contra ciertasescuelas dogmáticas de pensamientorelacionadas con el marxismo, creemosque la teoría marxista de las ondaslargas en el desarrollo capitalistaincluye precisamente esta capacidad enla historia general del sistema. Perohace algo más que eso. También indicalos costes sociales y humanos de tal

adaptación, factor que los apologistasdel sistema generalmente escamoteanmediante un discreto silencio.

Se han producido ruidosas protestasacerca de los costes sociales y humanosde los primeros experimentos«socialistas», comenzando por el de laURSS, con independencia de que seacepte o no el balance de progresohistórico a que han llevado estosexperimentos. No podemos, en el marcode esta conferencia, someter este métodode contabilidad histórica a la profundacrítica que desde luego requiere.Tampoco disponemos aquí de espaciopara demostrar que Stalin no fue en

absoluto un producto necesario de larevolución de Octubre, y que si lasmatanzas y despilfarros que Stalinocasionó no fueron necesarios paraindustrializar y modernizar a fondoRusia, la revolución de Octubre sí lofue. Pero no olvidemos que las«adaptaciones» por las que pasó elcapitalismo para superar la crisis deestancamiento de las décadas de 1920 y1930 significaron fascismo, Auschwitz,la segunda guerra mundial y sugigantesca destrucción, con Hiroshimacomo botón de muestra (es decir, almenos 60 millones de muertos, sin tomaren consideración las subsiguientes

guerras coloniales y las millones demuertes que ocasionaron, así como lapersistente miseria y hambre en elTercer Mundo) [130]. Ése es el preciosocial y humano que pagó la humanidadpara que el capitalismo mundial sehiciera con el método para superar laGran Depresión y pudiera embarcarseen una nueva fase expansiva a largoplazo. ¡En efecto, en este contexto esválida la fórmula «adaptacióndestructiva» para una «destruccióncreativa»[131]!

Cuando señalamos que no se puedeexcluir la posibilidad teórica de unanueva fase de expansión a partir de la

década de 1990, aunque nos parecebastante improbable, inmediatamentehay que añadir que el precio social yhumano de esa «adaptación» sería, estavez, infinitamente más costosa de lo quelo fue en la década de 1930 y comienzosde la de 1940. Esto es cierto no sóloporque los enemigos del capitalismo sehan hecho mucho más fuertes que antestanto a nivel nacional comointernacional (por lo que romper estaresistencia requiere mucha másviolencia y destrucción), sino tambiénporque la misma naturaleza del mediotecnológico (incluidas las armasnucleares, aunque en modo alguno sólo

las armas nucleares o de hecho sólo lasarmas) se ha hecho potencialmentemucho más destructiva de lo que lo erahace cincuenta o cuarenta años.

No hay más que comparar ladictadura de Pinochet con la deAlessandri en Chile. No hay más queimaginar lo que supondría tener unnuevo Hitler capaz de desplegar armasnucleares, pensar en la posibilidad deregímenes totalitarios que utilizaranlobotomías a gran escala u otrosmétodos actuales de neurocirugía paraaplastar a sus adversarios políticos,considerar las posibilidades de utilizarlas reservas alimenticias mundiales no

sólo con el propósito de chantajear a lospaíses del Tercer Mundo, sino tambiéncon el propósito manifiesto de limitar latasa de crecimiento de la población delTercer Mundo, para hacerse una idea dela potencial barbarie implícita en unapróxima fase de «adaptación»destructiva del capitalismo a su crisisestructural, como condición previa parauna nueva expansión.

Y la función objetiva del actualresurgimiento de los «valores»irracionales y antihumanitarios en lacultura y la subcultura burguesa esprecisamente la de preparar lamentalidad de los hombres para la

aceptación o al menos la «tolerancia»pasiva de una nueva posible ola debarbarie. Y al mismo tiempo que laprepara ideológicamente la anticipa«idealmente»[132].

Dejamos a un lado el problema de siel medio ambiente humano puede o nosoportar otros veinte o veinticinco añosde crecimiento económico del tipo quehemos conocido durante el período1940/48-1968, con su enormedespilfarro de recursos naturales y lacreciente amenaza que implica para elequilibrio ecológico. No pertenecemos ala escuela de los profetas delapocalipsis. Creemos que la ciencia y el

esfuerzo humano consciente puedenresolver cualquier problema creado poruna ciencia subyugada al móvil de laganancia privada. Pero es evidente queen el marco de una economía capitalistano se aplicarán tales soluciones, almenos no a una escala suficiente comopara evitar una nueva fase decrecimiento económico aceleradoanárquico que no haría sino aumentar lasnumerosas amenazas que se ciernensobre nuestro común futuro.

Si se suman todas estas amenazas ycostes de la «adaptación destructiva» (laúnica que el capitalismo podría lograren ciertas circunstancias altamente

improbables y dado un resultadofavorable para la burguesía de todas lasluchas cruciales que ya están marcandoy marcarán cada vez más la onda largacon una tendencia al estancamiento), hayque concluir que, en lugar de especularcon la posibilidad de tal «adaptación»,sería más sensato considerar las vías ylos medios de evitarla. Una nueva «olade crecimiento económico» tras unaguerra librada con arma nucleares«tácticas», o incluso sólo con armasconvencionales del mismo poderdestructivo que la bomba de Hiroshima,acarreando así unos cuantos cientos demillones de muertos, no es precisamente

un futuro ideal.Estamos profundamente convencidos

de que existe otra vía para salir de esteperíodo de depresión económica, unavía que reduciría los costes sociales yhumanos a una mínima fracción de loque supondría la «adaptacióndestructiva» del capitalismo. Ésta es lavía del socialismo: apropiación por losproductores de sus medios deproducción; empleo planificado de losmismos con el fin de satisfacerdirectamente las necesidades, y no derealizar ganancias; determinación de lasprioridades de la planificación pormayoría y mediante procesos

democráticos que supongan todas laslibertades democráticas de información,elección, debate, crítica y pluralismopolítico; gestión de la economía por lospropios productores asociados y de lasociedad por sus ciudadanosorganizados en órganos democráticos deautogobierno; desaparición aceleradadel costoso y abultado aparato deEstado burocrático; rápida reducción delas desigualdades en la renta de laeconomía dineraria y mercantil;reducción drástica de la jornada laboral,sin la cual la autogestión y elautogobierno no son sino una utopía o unfraude. Esto es lo que implica el

socialismo, tal como fue concebido porKarl Marx (un régimen de productoresasociados). Sólo puede llevarse a caboa una amplia escala internacional.Supone la adaptación creativa de lahumanidad a las necesidades yposibilidades de la era actual, basada enla opción consciente de evitar los costesde la espontánea «adaptacióndestructiva» del capitalismo. Nosabemos si se producirá a tiempo paraevitar los desastres a que se enfrenta lahumanidad en las próximas décadas,pero en cualquier caso es la única víaque nos queda para tratar de evitar estosdesastres. Luchar por el socialismo es el

único camino racional, decente ygeneroso para todo aquél que no hayaabandonado la fe en el futuro de lahumanidad y que desee garantizar esefuturo.

Notas

[1] Véase E. Mandel, Late capitalism,Londres, 1975 [El capitalismo tardío,México, Era, 1979], capítulo 4, para unaexposición detallada de estascontribuciones, así como de toda lacontroversia sobre las ondas largas delos últimos ochenta años. <<

[2] Un excelente repertorio bibliográficode la literatura y la controversia sobre laondas largas lo proporciona KennethBarr, «Long waves: a selectiveannotated bibliography» Review,Binghampton, 2, 1979, p. 675. Lasúnicas omisiones destacables son dosobras alemanas: Hans Rosenberg,Grosse Depression und Bismarckzeit ,Berlín, 1967, que posee una extensabibliografía, y Gerhard Mensch, Dastechnologische Pait, Francfort, 1975.<<

[3] W. W. Rostow, The world economy,history and prospects, Austin, 1978 [Laeconomía mundial, Barcelona, Reverte,1983]. <<

[4] Angus Maddison, «Phases ofcapitalist development», BancaNazionale del Lavoro QuarterlyReview, junio de 1977, p. 103. Ésta esuna versión ampliada de la ponenciapresentada en la conferencia de 1977del Congreso Mundial de Economistascelebrada en Tokio. <<

[5] Jay Forrester en la revista Fortunecorrespondiente al 16 de enero de 1978.Esta entrevista es un resumen de untratamiento más extenso del mismo autorsobre el tema de las ondas largas:«Business structure, economic cyclesand national policy», Futures, 1976, pp.195-214. <<

[6] Sobre esta cuestión, véase labibliografía reseñada en la nota 2: Barr,Review, 2, 1979, p. 675. Andre GunderFrank defiende con fuerza la idea de queuna onda larga ascendente comenzóhacia 1789. <<

[7] Abundan especialmente entre losseguidores de Cassel-Kitchin-Woytinskiy en la escuela francesa basada en lostrabajos de François Simiand. <<

[8] Elmar Altvater, Jürgen Hoffman yWilli Sernmler, Vom Wirtschaftswunderzur Wirtschaftskrise, Berlín, 1979, pp.25-26. <<

[9] Véase Robert Rowthorn, New LeftReview, 1976, p. 59 [«“El capitalismotardío” de Ernest Mandel», En Teoría ,3, octubre-diciembre de 1979], y ErickOlin Wright, Class, crisis and the State,Londres, 1978, p. 164 [Clases, crisis yEstado, Madrid, Siglo XXI, 1978].Además, quisiera plantear la modestapretensión de no pertenecer a aquéllosque solo parecen lúcidos a posteriori.Predije el cambio de una onda largaexpansionista a una onda largadepresiva antes de que se produjera(«The economics of neo-capitalism»,The Socialist Register, 1964, p. 56), y

fijé con bastante precisión el punto deinflexión hacia finales de los añossesenta. <<

[10] Una variante reciente se basa en eldenominado teorema de Okishio, quepostula que, dado que ningún empresarioestá dispuesto a introducir una nuevatecnología que no mantenga o incrementela tasa de ganancia, lo que es cierto paracada empresa en particular también debeser válido para la economía en suconjunto. Obviamente este teorema nocomprende bien la naturaleza misma delcapitalismo (es decir, la producción ypropiedad privadas), olvidando de estamanera que los agentes económicos,incluidos los empresarios, no puedenprever correctamente el resultado global

objetivo de sus decisiones, que puedeser contrario al deseado. Haceabstracción de la naturaleza misma de lacompetencia capitalista. Lo que esbueno para ciertas empresas no lo esnecesariamente para todas. Para unabuena réplica al teorema de Okishio,véase Anwar Shaikh, CambridgeJournal of Economics, 1978. <<

[11] El marxista húngaro P. Erdós, «Acontribution to the interrelation betweenthe theory of reproduction and that ofbusiness fluctuations», en For theprogress of marxist economics ,Budapest, 1967, ha criticado, desde unaperspectiva marxista, el concepto deganancia ex ante como determinantedecisivo de los ciclos comerciales,insistiendo en su carácter psicológico(es decir, subjetivo). Sin embargo, no esdifícil demostrar que estas expectativasde ganancia ex ante, que determinan lasdecisiones en materia de inversión, noson en absoluto subjetivas, sino que

vienen a ser funciones de factoresobjetivos, entre los cuales figuran lasganancias ex post del período anterior(año, ciclo de reproducción, etc.), lastendencias del mercado, lasperspectivas del mercado, etcétera. <<

[12] Para un resumen y una ampliaantología sobre esa controversia, véanseL. Colletti y C. Napoleoni (comes.),futuro del capitalismo: crollo osviluppo?, Bari, 1970. <<

[13] Hemos tratado este tema, inter alia,e n Late capitalism, Londres, 1975, pp.149-58, y en nuestra introducción allibro I de Capital, Harmondsworth,Middlesex, 1976. <<

[14] Véase Karl Marx (por ejemplo,sobre las fluctuaciones de los salariosreales durante períodos de boom),Capital, capítulo 32; Marx-Engels-Werke, Berlín, 1969, vol. 25, pp. 529-30, 876 ss. <<

[15] Christian Sautter, «Phases et formesstructurelles du capitalismo japonais»,Quatre economies dominantes surlongue période, Institut National de laStatistique et des Etudes Economiques,París, 1978, pp. 178-79. Las cifras estánbasadas en los cómputos de Ohkawa-Rosovsy, Japanese economic growth,Stanford, 1978, y C. Sautter, Leralentissement de la croissance auJapon et en France d’ici 1980, París,1978. <<

[16] Sidney Homer, A history of interestrates, New Brunswick, 2." ed., 1977.Para los tipos de interés a largo plazo enGran Bretaña, véanse pp. 505 y 195-96;para los tipos de interés a largo plazo enEEUU y Suiza, véase p. 505. Para lostipos de interés a corto plazo, véase p.513. Los datos correspondientes aFrancia provienen de Robert Marjolin,Prix, monnaie, et production. Essai surles mouvement économiques de longuedurée, París, 1941, p. 207. <<

[17] Trotski fue el primero encontraponer la teoría marxista de losperíodos largos (fases, ondas) deldesarrollo de la economía capitalista alconcepto de ciclos mecánicos deKondrátiev. Véase León Trotski, «Okrivoi kapitalisticheskovo razvitiya»(Sobre la curva del desarrollocapitalista), Viestnik sotsialisticheskoiAkademii, núm. 4, abril-junio de 1923;traducción al inglés en FourthInternational, mayo de 1941. <<

[18] Richard Day, New Left Review,1976, p. 67, opina que hemos pasadopor alto el ataque de Trotski a la tesisfundamental de Kondrátiev según la cualel capitalismo es de alguna maneracapaz de restablecer más o menosautomáticamente su equilibrio una vezque éste ha quedado roto por una ondalarga de signo depresivo. Esto no escierto. En El capitalismo tardíocompartíamos el criterio de Trotski deque no existe ninguna lógica internaautomática del capitalismo que puedaconducir de una onda larga depresiva auna expansiva. Para ello son

indispensables factores exógenos(«conmociones del sistema», por citar aAngus Maddison). Que no somos enabsoluto «neoarmonicistas», que nocreemos en la capacidad del sistemacapitalista para restablecerautomáticamente el equilibrio, deberíaestar claro para cualquier lector de Elcapitalismo tardío, donde opinionescomo las expuestas por Hilferding yBujarin son sometidas a una severacrítica. <<

[19] Angus Maddison, ob. cit. (nota 4), p.120, también saca la conclusión de que«el paso de una fase a otra estáprovocado por conmociones delsistema. Estas conmociones pueden muybien deberse al derrumbe predecible dealguna característica básica de una faseprevia, pero la cronología del cambioestá habitualmente dictada por hechosexógenos o accidentales que no sonpredecibles». Esto es aplicable al puntode inflexión de una onda larga deestancamiento a una onda largaexpansiva. No lo es al punto de inflexiónde una onda larga expansiva a otra de

estancamiento. <<

[20] En un interesante estudio publicadopor la Ecole Nationale Supérieure deTechniques Avancées (ENSTA, núm.37, 1974), F. Hoffherr y R. Lerustedemostraron empíricamente la existenciade una estrecha correlación entre lasfluctuaciones de la tasa de ganancia(según sus cálculos, que obviamentedifieren del concepto marxista de la tasade ganancia, pero no lo suficiente comopara que tal correlación carezca desentido desde una perspectiva marxista)y el crecimiento económico de AlemaniaOccidental, Gran Bretaña y Francia enlos años cincuenta y sesenta. <<

[21] Podemos distinguir dos fases encada onda larga expansiva: en laprimera predomina la industrialización«extensiva», precisamente debido alrelativo bajo nivel de los salarios, y enla segunda, como resultado delagotamiento del ejército industrial dereserva de trabajo (la realización del«pleno empleo»), se da gran importanciaa la producción de plusvalor relativo (esdecir, al incremento de la productividaddel trabajo en el sector de bienes deconsumo). Es evidentemente durante estasegunda subfase cuando salennormalmente a la luz todas las

contradicciones internas del sistemacapitalista, preparando el inevitablepunto de inflexión hacia una onda largade tendencia depresiva. <<

[22] Deben tomarse en consideraciónfactores adicionales de migracióninternacional. Durante la segunda mitaddel siglo XIX, la migración a Américadel Norte del excedente de trabajadoresde los países europeos durante elproceso de industrialización superó concreces la migración dentro de Europa,creando así un descenso secular delejército industrial de reserva en Europaoccidental y central que contribuyó acrear unas condiciones favorables parael surgimiento de movimientos obrerosde masas en las décadas de 1880 y1890. Y, a la inversa, el agotamiento de

las reservas de mano de obra en Europaoccidental durante la década de 1960condujo a una migración masiva haciaestos países industrializados de lospaíses mediterráneos, incluyendo Áfricadel Norte y Turquía, de las Indiasoccidentales, India y Pakistán, e inclusode Corea del Sur (por ejemplo, elpersonal hospitalario de AlemaniaOccidental). Se produjeron movimientossimilares en EEUU (inmigración masivade Puerto Rico, México yCentroamérica) durante el boom de laposguerra, y en el Oriente Próximo apartir de la década de 1960,incrementándose desde 1973 con la

subida de los precios de los crudos(afluencia de mano de obrasuplementaria a Kuwait, Arabia Saudí,Estados del golfo Pérsico, etc., no sólode palestinos, egipcios y paquistaníes,sino también de Corea del Sur). <<

[23] W. Woytinski, «Das Rätsel derlangen Wellen», Schmollers Jahrbuch ,55, 1931. <<

[24] Es evidente que, durante una ondalarga expansionista, las leyes básicas demovimiento del capitalismo operan enun doble sentido. Una vez que se hainiciado el ascenso mediante un fuerteincremento de la tasa de ganancia, larevolución tecnológica «seautoalimenta» (es decir, permite una tasade crecimiento por encima de la mediaen el departamento I, que produce bienesde equipo, y una tasa de inversiónproductiva por encima de la mediadurante todo el período). Y, a la inversa,cuando esta tasa de desarrollo porencima de la media del departamento 1

cruza un determinado umbral, tanto elcrecimiento de la composición orgánicadel capital como los efectos de larevolución tecnológica en la capacidadproductiva del departamento II operaninexorablemente en favor de lacombinación de una caída de la tasa deganancia y de una crisis de realización.<<

[25] Véase, además del artículo de Day,ob. cit. (nota 18), Marcel van derLinden, Vrij Nederland Kleurkatern ,19, p. 20, y Chris Harman, InternationalSocialism, 1978, p. 79. <<

[26] Esta tesis fue violentamente puestaen cuestión por autores marxistas comoMartin Nicolaus y Christian Palloix.Desde entonces los acontecimientos hanzanjado la controversia. <<

[27] «La explicación de este libro es quela depresión de 1929 fue tan amplia, tanprofunda y tan duradera porque elsistema económico internacional se hizoinestable debido a la incapacidadbritánica y a la renuencia de EEUU ahacerse cargo de su estabilización entres aspectos: a) manteniendo unmercado relativamente abierto parabienes de primera necesidad; b)suministrando créditos a largo plazo conefectos anticíclicos, y c) facilitandodescuentos en tiempos de crisis… Elsistema económico mundial erainestable mientras no hubiera algún país

que lo estabilizara, como lo había hechoGran Bretaña durante el siglo XIX yhasta 1913. En 1929, los británicos nopudieron y los norteamericanos noquisieron hacerlo». Charles P.Kindleberger, The world in Depression1929-1939, Londres, 1973, pp. 291-92.<<

[28] Existen innumerables datos quecorroboran este extremo. Un ex ministrofrancés, el señor Jeanneney, publicórecientemente un libro en defensa de un«proteccionismo moderado». Elsemanario liberal alemán Die Zeitpublicó, en el número correspondienteal 17 de noviembre de 1978, una reseñade un simposio internacional sobre estetema, organizado por Sperry Rand ennoviembre de 1978 cerca de Niza, en elque, además de políticos (y destacadosrepresentantes de la ComisiónTrilateral) y prominentes tecnócratas deinstituciones internacionales,

participaron muchos empresarios yfinancieros de renombre internacional.La reseña iba encabezada por unelocuente título: «Nadie cree ya en ellibrecambio». Véase también el folletoThe rise in protectionism, publicado en1978 por el Fondo MonetarioInternacional, y los artículos decontenido similar publicados en elnúmero de septiembre de 1978 de lapublicación trimestral de dicho fondo,Finances and Development. <<

[29] Gustav Cassel, The theory of socialeconomy, Nueva York, 1924, pp. 441s.s. [Economía social teórica, Madrid,Aguilar, 5.ª ed., 1960]. Véanse tambiénWoytinski (citado en la nota 23) yRobert Marjolin, Prix, monnaie etproduction, París, 1941. Convienerecordar que Kautsky en «DieWandlungen der Goldproduktion und derwechselnde Charakter der Teuerung»(suplemento a Die Neue Zeit, núm. 16,24 de enero de 1913), subrayó el hechode que los principales descubrimientosde yacimientos de oro durante el sigloXIX se habían producido antes de los

movimientos ascendentes, estimulandoasí las inversiones. <<

[30] Leo Katzen, Gold and the SouthAfrican economy, Ciudad del Cabo yAmsterdam, 1964, p. 233. Esta hipótesisestá basada en el hecho de que losprecios (expresados en moneda-oro)bajan durante las depresiones. Con ello,las relaciones de intercambio entre eloro y otras mercancías (o entre paísesexportadores de oro y todos los demáspaíses) ascienden, la tasa de ganancia dela minería de oro asciende igualmente,el capital afluye a la minería de oro yaumenta la producción de oro. <<

[31] «Durante el siglo XIX, los cambiosen la oferta de oro fueron en granmedida debidos a descubrimientosfortuitos de nuevos yacimientos y a suagotamiento. Los factores de coste eranrelativamente insignificantes, puesto queel equipamiento básico invertido confrecuencia se reducía a una batea o amaquinaria del tipo más sencillo…Durante los últimos cincuenta o sesentaaños, el azar ha dejado de desempeñarun papel de primer orden en los cambiosen la oferta de oro. La minería de oro hapasado a ser asumida por unidades muygrandes que desarrollan la actividad

minera a gran profundidad coninversiones de capital costosas. Lastécnicas perfeccionadas han reducido elfactor riesgo en la minería yprospección de oro. En suma, se hatransformado en una industria que es tansensible a los costes y a los precioscomo cualquier otra industria»: Katzen,ob. cit. (nota 30), p. 9. <<

[32] Esto es aplicable no sólo a laamplitud de la inversión de capital en laminería de oro, sino también a suparticipación en la nivelación de la tasade ganancia de las exportaciones decapital imperialista. A ese respecto,véase S. Herbert Frankel, Investimentand the return on equitiy capital in theSouth African gold-mining industry1887-1965, Cambridge (Mass.), 1967.<<

[33] Esto naturalmente supone lapresencia de dos factores simultáneos:un considerable incremento de la rentadiferencial para las minas másflorecientes y la posibilidad de volver aexplotar muchos de los yacimientospobres, no sólo en Suráfrica, sinotambién en los EEUU. Véase The NewYork Times del 28 de julio de 1979, quehabla de una «segunda fiebre del oro enOccidente» y señala que, dado el actualnivel del «precio del oro», «merece lapena mover cinco toneladas de piedrapara poder obtener una onza de oro». <<

[34] Resulta interesante comprobar que labúsqueda de oro en el Transvaalcomenzó a principios de la década de1850, prolongándose a lo largo de la de1860, y no parece haberse vistoacelerada por ningún tipo de «escasezde oro» durante la larga depresión de1873-1893. <<

[35] Sería interesante asociar latendencia a largo plazo del valor del oro(y el valor de todas las demásmercancías expresadas en oro, es decir,la tendencia secular de los precios) alos salarios de hambre pagados a losmineros negros de Suráfrica (es decir, atodos los aderezos del racismo y alrégimen del apartheid que hacenposible estos bajos salarios y, por ende,los costes de producción relativamentebajos del oro surafricano). SegúnKatzen, los costes laborales por cadatonelada extraída en las minas de orosurafricanas permanecieron

prácticamente estables durante más decuarenta años, registrándose sólofluctuaciones de escasa entidad. Estabanen 25/9 chelines por tonelada en 1902 yen 25/7 chelines por tonelada en 1946(se produjeron sucesivas bajas duranteel período anterior a la primera guerramundial, subidas entre 1916 y 1922, unanueva baja entre 1921 y 1936 y unanueva subida después de 1936, que en1946 alcanzó de nuevo el nivel de1902): Katzen, ob. cit. (nota 30), pp. 18-19. Los costes salariales representanmás o menos la mitad de los costestotales. Los salarios de los trabajadoresnegros son exactamente un 10% de los

de los empleados blancos. Entre 1914 y1920 sólo aumentaron un 10%, mientrasque el coste de la vida aumentó un 55%.Entre 1940 y 1950 aumentaron un48,7%, mientras que los precios aldetall aumentaron un 65%. Subieronposteriormente un 36% entre 1950 y1961, pero esa subida apenas logróseguir el ritmo del incremento de losprecios al detall durante el mismoperíodo: Katzen, ob. cit. (nota 30), pp.22-23. ¡Los salarios reales de lostrabajadores negros eran probablementeinferiores a mediados de la década de1960 que a principios de siglo! SegúnFrancis Wilson, Labour in the South

African mines, 1911-1969 , Cambridge,1972, los salarios reales estaban en uníndice 109 en 1969, mientras que en1911 el índice era de 111. Katzenconcluía: «Es evidente que cualquierreducción de la distancia entre lossalarios de los mineros blancos yafricanos supondría una enormediferencia para los costes de la minería.Si tomamos como ejemplo el año 1930 ysuponemos que los mineros africanosrecibieron los mismos salarios que losmineros blancos, los costes laborales deese año, en lugar de ser de 31 millonesde libras, habrían aumentado aaproximadamente 100 millones de

libras, es decir, más del doble del valordel oro producido ese año». Katzen,nota 30, p. 22. <<

[36] G. G. Matyushin, Problems ofcredit-money under capitalism, Moscú,1977. <<

[37] Del amplio repertorio bibliográficoque existe sobre el tema, citaremos lassiguientes obras: J. D. Bernal, Sciencein history, Londres, 1969 [Historiasocial de la ciencia, Barcelona,Península, 1973]; S. Lilley, «Socialaspects of the history of science»,Archives Internationales d’Histoire desSciences, 28, 1949, p. 376; Thomas S.K u h n , The structure of scientificrevolutions, Londres, 1964 [Laestructura de las revolucionescientíficas, México, FCE, ed., 1977];Die Wissenschaft von der Wissenschaft ,escrito por un colectivo de la

Universidad Karl Marx de Leipzig,Leipzig, 1968; Benjamin Coriat,Science, technique et capital, París,1 9 7 6 [Ciencia, técnica, capital,Barcelona, Blume, 1976]; Pierre Papon,Le pouvoir et la science en France,París, 1979; Robert B. Lindsay, The roleof science in civilization, Londres,1963; J. Agassi, Towards ahistoriography of science, La Haya,1963; D. Gabor, Innovations: scientific,technological and social,Harmondsworth, Middlesex, 1970; PeterWeingart, comp., WissenschaftlicheEntwicklung als sozialer Prozess,Francfort, 1972; Peter Bulthaup, Zur

gesellschaftlichen Funktion derNaturwissenschaften, Francfort, 1973, yHans-Jörg Sandkühler, comp.,Marxistische Wissenschaftstheorie,Francfort, 1975. <<

[38] Marx utilizó explícitamente lacategoría de «trabajo general» conrelación al trabajo científico. Capital,Berlín, 1969 [El capital, Madrid, SigloXXI, 1975-1981], libro III <<

[39] Karl Marx, Grundrisse,Harmondsworth, Penguin/NLR, 1975,pp. 703-704 [Elementos fundamentalespara la crítica de la economía política,3 vols., Madrid, Siglo XXI, 1972-1976,II, pp. 226-27]. <<

[40] E. Mandel, Late capitalism,Londres, 1975, pp. 249-59 [Elcapitalismo tardío, México, Era, 1979].Véase también Harry Braverman, Laborand monopoly capital, Nueva York,1974, pp. 157-66. <<

[41] Arthur Clegg, «Craftsmen and theorigin of science», Science and Society,43, 1979, p. 187. <<

[42] Harry Braverman, ob. cit. (nota 4),pp. 132-34; David Landes, Prometheusunbound, Cambridge, 1970, pp. 62-63[Progreso tecnológico y revoluciónindustrial, Madrid, Tecnos, 1979]. <<

[43] Ésta fue ciertamente unacaracterística general de los años veintey de los años setenta, especialmentedespués de la recesión de 1974-1975.Sobre la primera ola de racionalización,véase Lyndall Urwick, The meaning ofrationalization, Londres, 1929, asícomo Otto Bauer, Rationalisierung undFehlrationalisierung, Viena, 1931. <<

[44] Gerhard Mensch, Dastechnologische Patt, Francfort, 1975,pp. 142-45. <<

[45] Aplicando la analogía históricaretrospectivamente, señalaremos que,según David Landes, ob. cit. (nota 6), p.237, hacia el último cuarto del siglo XIXse inició «el agotamiento de lasposibilidades tecnológicas de larevolución industrial». La inversión nosupuso innovaciones tecnológicas a granescala, al menos en los países queprimero se industrializaron. Sobre estacuestión, véase H. Rosenberg, GrosseDepression und Bismarckzeit , Berlín,1967. <<

[46] Jacob Schmookler, «Economicsources of inventive activity», Journalof Economic History, 22, 1962, p. 1. <<

[47] W. Rupert Maclaurin, «The sequencefrom invention to innovation and itsrelation to economic growth», QuarterlyJournal of Economics, 67, 1953, p. 96.<<

[48] Ibíd., p. 108. <<

[49] George Ray, «Innovation in the longcycle», Lloyds Bank Review, enero de1980, p. 21, opina correctamente:«Desde el punto de vista de su impactoen la economía, lo que importa no es lainnovación básica, sino su difusión porla industria o la economía, así como lavelocidad de esa difusión. Sólo cabesuponer que la difusión rápida y extensade algunas de las principalesinnovaciones desempeña un papel en eldesencadenamiento de un movimientoascendente a largo plazo del tipoKondrátiev o de cualquier otro». <<

[50] Véase Robert Blauner, Alienation anfreedom, Londres, 1964, pp. 7-8, y W.H. Armytage, A social history ofengineering, Londres. 1969 [Historiasocial de la tecnología, Barcelona,Península, 1970]. <<

[51] Harry Braverman, ob. cit. (nota 4),pp. 147-49; Michel Aglietta, Régulationet crises du capitalisme, París, 1976,pp. 97 ss. [Regulación y crisis delcapitalismo, Madrid, Siglo XXI, 1979].<<

[52] Véase Benjamin Coriat, L’atelier etle chronométre, París, 1979, pp. 139 ss.[El taller y el cronómetro , Madrid,Siglo XXI, 1982]. Es interesante señalarque un «prototipo» de producción concadena de montaje fue creado por laindustria cárnica de Chicago, claroreflejo del destacado papeldesempeñado por la agricultura en eldespegue de la industrialización y latecnología americanas, a diferencia delos procesos seguidos por Gran Bretaña,Bélgica, Francia, Alemania y Japón. <<

[53] Véase Karl Marx, Capital,Harmondsworth, Middlesex, 1976, libro1, capítulo 13, 3 c [El capital, ob. cit.,libro I, vol. 2, pp. 498-510]. <<

[54] Aglietta, ob. cit. (nota 15), pp. 143-45; Benjamín Coriat, ob. cit. (nota 16),pp. 227 ss., y Mario Tronti, Ouvriers etcapital, París, 1977. <<

[55] Véase Gareth Stedman Jones, «Classstruggle and the industrial revolution»,New Left Review, 1975, pp. 35 ss. <<

[56] David M. Gordon, «Up and down thelong roller coaster», U.S. capitalism incrisis, Nueva York, 1978, serie deartículos publicados por la Union forRadical Political Economics. David M.Gordon, «Stages of accumulation andlong economic cycles», The politicaleconomy of the world system, BeverlyHills, 1980, vol. 3, serie publicada porSage. <<

[57] Aglietta, antes de que lo hicieraGordon, prestó atención al papel quedesempeñó la modificación de loshábitos de consumo de los trabajadoresen el surgimiento de lo que denominó«fordismo» (nosotros lodenominaríamos «capitalismo tardío»).Sobre este mismo tema véanse E.Mandel, Late capitalism, Londres, 1975[El capitalismo tardío, México, Era,1979], pp. 387-99, y Harry Braverman,ob. cit. (nota 4, capítulo 13). Sinembargo, Aglietta (al igual queBenjamin Coriat) cometió el error de norelacionar el incremento de los salarios

reales, posible gracias al fuerte ascensode la productividad del trabajo (y elincremento paralelo de la producción deplusvalor relativo), con la tendenciageneral de la tasa de ganancia, que esante todo una función de la tendencia dela composición orgánica del capital.Cuando la tasa de ganancia comienza acaer de forma constante, el incrementoulterior de los salarios reales encuentrauna resistencia cada vez mayor delcapital, a pesar de sus efectos positivossobre la realización de plusvalor. <<

[58] Gordon, ob. cit. (primera referenciade la nota 20), alude a la «teoría de lasetapas» del capitalismo del marxistajaponés Kozo Uno como marco paramuchas de sus conclusiones. Nosotrossólo conocemos la obra de Uno a travésdel resumen de Thomas T. Sekine queapareció en el Journal of EconomicLiterature, 1975, p. 853. Pero en eseresumen el carácter deterministaeconómico y mecánico de la sucesión deetapas se manifiesta de una forma muchomás pronunciada que en los propiosescritos de Gordon. Según Sekine, paraUno «las diferentes etapas están, por

consiguiente, fundamentalmentecaracterizadas por el estado subyacentede la tecnología industrial, que configurala correspondiente organizaciónindustrial y comercial. Esta última, aescala nacional, reclama una políticaeconómica (incluido el rechazo decualquier política activa), la cual sientalas bases para el despliegue de la formade capital dominante». A la luz denuestras objeciones y de las posicionesclaramente contrarias que sostenemos entrabajos como por ejemplo Latecapitalism, capítulo 5, no logramoscomprender cómo el «equipo de trabajoque investiga los ritmos cíclicos y las

tendencias seculares» puede llegar a laconclusión de que ignoramos laimportancia de los procesos políticos:Barr, ob. cit. (nota 2 del capítulo 1), p.490. <<

[59] El economista francés JacquesAttali, que se supone es el principalconsejero económico del dirigente delPartido Socialista francés FrançoisMitterrand, defendía recientemente latesis de que «la crisis ya ha sidoremontada», de que las ganancias seencuentran en fuerte ascenso y de que lasituación internacional «se estáreestructurando» en el área del Pacíficoa expensas de Europa occidental: LeMonde, 1 de marzo de 1980. <<

[60] Systems Dynamics National Project,informe anual de 1976, presentado a laasamblea de patrocinadores del MIT,celebrada el 11 de marzo de 1977;mimeografía D-2715-2, pp. 12-13. <<

[61] Jay Forrester, «Business structure,economic cycles and national policy»,Futures, 1976, p. 205. <<

[62] J. J. Van Duijn, De Lange Golf in deEconomie, Assen, 1979, pp. 69-74. <<

[63] Véase nota 25. <<

[64] Otra variante del debate estárepresentada por la teoría de Baran-Sweezy sobre las crecientes dificultadesde «disposición de excedente» bajo elcapital monopolista, así como por lasdiferentes escuelas que defienden lateoría de que el capitalismocontemporáneo tiende al estancamientopermanente. <<

[65] Un reciente ejemplo: GeoffH o d gs o n , Trotsky and fatalisticMarxism, Londres, 1975. <<

[66] Se podría demostrar de formaconvincente que los liberales«ortodoxos» no están tan equivocadoscuando arguyen que la crecienteintervención estatal va acompañada deun creciente derroche de los recursoseconómicos. Pero lo contrario tambiénpodría ser cierto: una decrecienteintervención estatal bajo el capitalismoconduciría a niveles de desempleo cadavez mayores de la mano de obra humanay del equipamiento, lo que resultaigualmente un derroche a gran escala delos recursos económicos. <<

[67] Trotski, junto con Varga y otrosteóricos de los primeros años de laInternacional Comunista (fueron los queacuñaron el concepto de «época dedeclive del capitalismo»), afirmóexplícitamente que un nuevo ascenso delas fuerzas productivas era posible apesar de este declive, siempre quedeterminadas condiciones sociopolíticasfueran radicalmente modificadas enfavor del capitalismo. Véanse el informede Trotski al III Congreso de laKomintern en 1921 y su crítica alprograma de 1928 de la Komintern,publicados, respectivamente, en The

first five years of the CommunistInternational, Nueva York, 1945, vol.1, pp. 174 ss., y The CommunistInternational after Lenin, Nueva York,1936, pp. 1 ss. <<

[68] Sobre este tema, véanse MarcelloDe Ceceo, Economia e finanzainternazionale dal 1890 al 1914, Bari,1971, y Roger Dehem, De l’étalon-sterling à l’étalon-dollar, París, 1972.De hecho, la libra esterlina, comomoneda de reserva, representaba unporcentaje más elevado con relación alas reservas totales de los bancoscentrales en 1913 que en el caso detodas las demás monedas en 1938 (un11% frente a un 7%). <<

[69] El hecho de que los DEG(supuestamente «papel oro») noconsiguieran suplantar en modo algunoal oro real no está relacionado sólo consu objetivo declarado, que eraincrementar y no reducir la «liquidezinternacional». Como su creacióndepende de acuerdos (es decir, dechalaneos) entre los gobiernos,inevitablemente reflejan las diversaspolíticas financieras nacionales de estosgobiernos (es decir, una inflaciónpersistente pero variable de una nacióna otra). <<

[70] Folke Hilgert, The network ofworld’s trade, Londres, 1940. <<

[71] Resulta bastante significativo queesto también pueda aplicarse a lasmultinacionales norteamericanas. <<

[72]

<<

[73] Los países «socialistas» acaban deintroducir los pagos en dólares en elcomercio entre los países miembros delComecon en forma de multas pordesequilibrios excesivos («noplanificados») en la balanza comercial.<<

[74] Annuaire Statistique des Nations-Unies, Nueva York, 1977. <<

[75] El informe del Banco Mundial de1978 da las cifras de 1976; las cifrascorrespondientes a 1977 proceden delas publicaciones regulares de la OCDEy la FAO; las cifras correspondientes afinales de 1979 y de 1980 han sidosuministradas por una publicaciónreciente de la OCDE, resumida en LeMonde, 7 de agosto de 1980. <<

[76] La tasa media de desempleo (comoporcentaje de la fuerza de trabajo) fuedel 5,7% durante el período 1870-1913en los dieciséis países de la OCDE:Angus Maddison, ob. cit. (nota 4 delcapítulo 1), p. 115. <<

[77] No olvidemos que incluso bajo laadministración calificada deconservadora de Arthur F. Burns, laReserva Federal permitió tasas decrecimiento anual de la oferta monetariaque superaron en un 50-100% a la tasade crecimiento del PNB en términosreales. <<

[78] George F. Warren y Frank A.Pearson, Gold and prices, Nueva York,1935, p. 142. <<

[79] Leon H. Dupriez, «1945 bis 1971 alsAufschwungsphase eines KondratieffZykl us ? » , Problémes économiquescontemporains, textes réunis par PaulLöwenthal, Lovaina, 1972, p. 321. <<

[80] Arrighi insiste en que la inflaciónsirve para «cancelar las concesionesarrancadas [a los capitalistas] en elterreno de la producción por la crecientefuerza estructural de los trabajadores».«Towards a theory of capitalist crisis»,New Left Review, 1978, pp. 3 ss. <<

[81] Michel Aglietta, ob. cit. (nota 15 delcapítulo 2), pp. 263-69, 297-98 y 310-22. Andre Gunder Frank, La crisismundial, Barcelona, Bruguera, 1979-1980, 2 vols. <<

[82] Las fuentes oficiales del gobiernoque sirven de base a estas cifras soncitadas en Mandel, The second slump,Londres, 1978, p. 29. La estimación de1980 se basa en las tasas de crecimientodel consumo y del crédito comercial de1976, 1977, 1978 y 1979. <<

[83] Véase Mandel, The second slump,Londres, 1978, pp. 81-82. <<

[84] Business Week , 16 de octubre de1978 y 23 de abril de 1979. <<

[85] Der Spiegel, 26 de febrero de 1979.<<

[86] Nuestra propia traducción de K.Marx, Das Kapital, Berlín, 1969, libroIII, p. 457 (Marx-Engels-Werke, vol.25) [El capital, ob. cit., libro IV, vol. 7,p. 538]. <<

[87] Una buena antología de estasadvertencias nos la suministra VonHayek, A tiger by the tail, Londres,1972. Véase también Jacques Rueff, Themonetary sin of the West , Nueva York,1972 [El pecado monetario deOccidente, Barcelona, Dopesa, 1971].<<

[88] Algunos marxistas, como RobertRowthorn, hacen objeciones a estaconfirmación del incremento de lacomposición orgánica del capital. Marx,en El capital, libro I, y especialmente enel «capítulo VI», originalmente noincluido, subrayó el hecho de que elcapital variable no sólo cubre lossalarios de los trabajadores manuales,sino también los salarios del«trabajador colectivo», necesarios parael proceso productivo en su conjunto,incluyendo técnicos, etc. Esto es cierto ycon nuestro concepto de «costes deltrabajo como parte de los costes de

producción total» no aludimos a otracosa. Pero Marx jamás aplicó la nociónde «trabajador colectivo» fuera de laesfera de la producción, para incluir loscostes de circulación, de los asalariadosdel comercio, de los funcionariospúblicos, etc., en el concepto de«capital variable». Mantuvo ladistinción entre trabajo productivo ytrabajo improductivo a lo largo de lostres libros de El capital, aunque conligeras modificaciones en las líneas dedemarcación entre ambos. Porconsiguiente, nunca dio a entender queexistiera una identidad entre el capitalvariable y la partida nacional de los

salarios en la renta nacional. <<

[89] Le Monde, 11 de octubre de 1978.<<

[90] «Microelectronics: a survey», TheEconomist, 274, 1980, p. 4. <<

[91] Harry Braverman, ob. cit. (nota 4 delcapítulo 2), p. 198. Uno de losprincipales capitalistas alemanes,Friedrich Bauer, de Siemens, es citadopor Peter Bartelheimer y Winfried Wolfen «Neue Technologien undBRD/Kapi tal», Die Internationale,1979, p. 42. <<

[92] Según Friedrich Bauer, ob. cit. (nota28), p. 41, se trata sólo de un comienzo.Mientras que la actual tecnología de altaintegración (LSI) permite reunir hasta 50000 chips en un solo cristal de silicio,¡dentro de tres años el número de estoschips puede llegar a un millón! <<

[93] Bartelheimer y Wolf, ob. cit. (nota28), pp. 56-59. <<

[94] Bartelheimer y Wolf, ob. cit. (nota28), p. 54. <<

[95] «Muchas razones hablan a favor dela idea de que, durante muchos años, nopodremos contar con un período deexpansión largo y sosegado como el quepresenciamos durante los veinticincoaños anteriores a 1975. Una de estasrazones se encuentra, entre otras cosas,en un cierto agotamiento de lasrevoluciones técnicas más rentables“acumuladas” durante los años treinta ycuarenta, las cuales, después de laguerra, crecieron hasta dominar eldesarrollo de la economía»: profesorKurt Rothschild, Wiener Tagebuch ,diciembre de 1977. <<

[96] The Economist, 7 de abril de 1979.<<

[97] Véase Christian de Bresson,L’innovation selon Marx (manuscritoinédito). <<

[98] The Economist, 274, 1980, p. 4. <<

[99] «Al otro lado del Atlántico se escada vez más consciente de que cuandola innovación se desarrolla a la sombrade enormes organizaciones públicas oprivadas, no sólo corre el riesgo deorientarse hacia el fortalecimiento deposiciones y rentas adquiridas (…) sinoque, paradójicamente, tal innovaciónanula la innovación». Le Monde, 15 dediciembre de 1978. <<

[100] Véase W. W. Rostow, ob. cit. (nota3 del capítulo 1), p. 287. <<

[101] Una refutación similar de la tesis deRostow ha sido ofrecida por ImmanuelWallerstein, «Kondratieff up orKondratieff down?», Review,Binghampton, 2, 1979, pp. 663 ss. Enrealidad, Rostow se remonta a laexplicación inicial que diera Kondrátievde las ondas largas —las fluctuaciones alargo plazo de los términos deintercambio entre industria y agricultura(materias primas)—, que el propioeconomista ruso abandonó en seguida yque no resiste una demostraciónempírica. <<

[102] «Es probable que ahora hayasuficiente capital instalado como paramantener la producción con escasainversión adicional al menos durante unadécada»: Jay Forrester, entrevista en larevista Fortune, 16 de enero de 1978.<<

[103] «Durante las dos últimas décadashemos estado desarrollando un campodenominado dinámica de sistemas,utilizando ordenadores para simular elcomportamiento de sistemas complejos.Descubrimos que la interacción entresectores de consumidores y sectores debienes de equipo puede producir unaprolongada fluctuación de la actividadeconómica que oscila entre los cuarentay cinco y los sesenta años»: JayForrester, entrevista en la revistaFortune, 16 de enero de 1978. <<

[104] Erik Olin Wright, ob. cit. (nota 9del capítulo 1), pp. 163-64. <<

[105] Con esto, por supuesto, no negamosel papel central que las plusgananciasmonopolistas, derivadas de la capacidadde los monopolios para imponer precios«administrados» a los sectores quedominan, han desempeñado desde 1940en la «inflación permanente». Pero es lasimbiosis de estos monopolios con elcapital financiero (es decir, unadeterminada política crediticia delsistema bancario) y el apoyo servil queel Estado y los bancos centrales prestana esa política lo que posibilitatécnicamente la aplicación a largo plazode estos precios «administrados» y la

inflación permanente. <<

[106] Volvemos a utilizar una cita deldifunto profesor Harry Johnson que yarecogimos en The second slump: «Larespuesta [a la inflación] depende (…) alargo plazo (…) de la voluntad de lasociedad de abandonar el Estado delbienestar»: The Banker, agosto de 1975.El profesor Jacques Chevallier afirmó(Projet, marzo de 1980) en un artículotitulado «El fin del Estado delbienestar» que «en el plano social (…)el esfuerzo de solidaridad admitido afavor de los estratos más pobres debeser limitado». <<

[107] Robert L. Heilbroner, Beyond boomand crash, Nueva York, 1978. Estaexplicación psicológica de las ondaslargas es análoga a la propuesta por elprofesor belga Dupriez y a laexplicación «generacional» elaboradapor Gerhard Mensch, ob. cit. (nota 8 delcapítulo 2), p. 74: los nietos secomportan como sus abuelos pero nocomo sus padres, con lo que, de pasada,se trata de explicar el «lapso decincuenta años» de dos ondas largassucesivas por la edad de dosgeneraciones sucesivas. <<

[108] El diario francés Le Monde, a pesarde su posición semioficial, se ha sentidoalarmado por la penetración en círculosoficiales del partido gubernamentalgiscardiano del grupo GRECE(Groupement de Recherches et d’Étudespour la Civilisation Européenne), quedefiende abiertamente una serie detemas tradicionales de la extremaderecha fascista (o neofascista):antiigualitarismo, hostilidad hacia elEstado «liberal», rechazo no sólo delmarxismo, sino también de la «tradiciónjudeocristiana oriental», etc. Para unbuen estudio del GRECE y todas sus

implicaciones, véanse The New YorkReview of Books, 24 de enero de 1980,y Thomas Sheehan, Paris: Mosses andpolytheism, pp. 13 ss. <<

[109] Una manifestación más bienaterradora del crecimiento de estatendencia antihumanitaria y despectivahacia la vida dentro de la «subcultura»popular fue el tremendo éxito (millonesde lectores y millones de espectadoresen todo el mundo capitalista) del libro yla película Damien, cuyo tema central,reducido a su «mensaje» final, es unaexhortación a matar a un joven porque esla «reencarnación de Satanás» y, sipermanece con vida, traerá la miseria yla muerte a muchas personas. CarlSagan, en «The paradoxers», Broca’sbrain, Nueva York, 1978 [El cerebro de

Broca, Barcelona, Grijalbo, 1981],también ha denunciado correctamente laola de seudociencia y anticiencia queinunda EEUU, so capa de unrenacimiento del fundamentalismoprotestante, como puede ser el caso deThe late great planet earth, NuevaYork, 1975 (diez millones deejemplares vendidos), y de otros librosque ridiculizan la evolución. <<

[110] Como admitió un estudio posteriordel Club de Roma, una vez que se aceptala hipótesis de que no existen límitespara el avance de la ciencia humana, elingenio inventivo y la capacidad deadaptar las instituciones sociales a lasnecesidades de supervivencia de laespecie, las conclusiones acerca de «loslímites del crecimiento» caen por supropio peso. <<

[111] Deliberadamente hemos dividido lafase 1893-1940 en dos períodosseparados con el fin de recalcar laimportancia histórica de la líneadivisoria 1914-1918 (es decir, el iniciode la época del declive del capitalismoy de la descomposición del sistemacapitalista mundial). El libro de HansRosenberg sobre la «larga depresión de1872-1893» es un ejemploimpresionante del tratamiento de unaonda larga como un período históricoespecíficamente estructurado: ob. cit.(nota 2 del capítulo 1). <<

[112] Utilizamos este término poranalogía con la función que Marxatribuía a la crisis de sobreproduccióndurante el ciclo comercial normal. <<

[113] Una descripción detallada demuchas nuevas técnicas que han sidoposibles gracias a losmicroprocesadores en casi todas lasáreas de la vida social, desde laproducción hasta la banca, la enseñanzao la administración, es proporcionadapor Dieter Balkhausen, Die dritteindustrielle Revolution, Dusseldorf,1978. Sobre las posibilidades (y lospeligros) de las técnicas de la ingenieríagenética, véanse The Economist, 273,1980, p. 53, y Le Monde, 6 de febrerode 1980, p. 17. <<

[114] Ibíd., pp. 100 ss.; Bartelheimer yWolf, ob. cit. (nota 28 del capítulo 3),pp. 47-49. <<

[115] Ventil, 1979, p. 11. <<

[116] Deutsche Zeitung/ Christ und Welt ,8 de septiembre de 1978. <<

[117] Bartelheimer y Wolf, ob. cit. (nota28 del capítulo 3), p. 49. <<

[118] El señor Jean Vogé ( Le Monde, 24de febrero de 1980, p. cit.) relacionaeste problema con una supuesta«inflación galopante de los gastos deinformación necesarios para laorganización del sistemasocioeconómico». De forma máspráctica, nosotros más bien diríamosque se debe al desfase entre laproducción a gran escala de bienes deconsumo en general y la producción agran escala de ese tipo de «nuevos»bienes de consumo que podríanreemplazar servicios basados en eltrabajo humano individualizado. <<

[119] The Times, 23 de noviembre de1978. <<

[120] Véanse las afirmaciones hechas porrepresentantes de ITT en la Conferenciade Ginebra, celebrada los días 9 y 10 denoviembre de 1978 y organizada, entreotras instituciones, por la CámaraInternacional de Comercio (Le Monde,12-13 de noviembre de 1978). Respectoa la controversia sobre el desempleo enGran Bretaña, véanse Clive Jenkins yBarrie Sherman, The collapse of work,Londres, 1979, y The Economist, 9 dejunio de 1979. <<

[121] Véase el interesante debate entre eldirigente de los sindicatos alemanes,Vetter, y el difunto señor Schleyer,presidente de la Federación deEmpresarios de Alemania Occidental,en el que el primero insistió en el«derecho al trabajo» (es decir, el plenoempleo) y el segundo en el «deber deltrabajo» (es decir, la necesidad de quelos trabajadores trabajen más y esperenmenos de la seguridad social en unascondiciones de desempleo masivo)(Neue Zürcher Zeitung, 25 de mayo de1977). No hace falta echar mano deninguna «teoría de la conspiración» para

comprender que en el capitalismo tardío(a pesar de toda la palabrería sobre«economía mixta» y «Estado delbienestar») la función objetiva deldesempleo masivo, permitido por todoslos gobiernos occidentales, esprecisamente imponer a los trabajadoresesa actitud «más responsable» (es decir,«disciplinarios» para que aumenten laproducción de plusvalor absoluto, comodirían los marxistas). <<

[122] Una variante aparentemente másaceptable de este intento de aumentar latasa de ganancia, sin llegar al extremode destruir por completo todas laslibertades democráticas, pudiera seraquella forma de política de rentasreglamentada por la que abogan cadavez más keynesianos de izquierda comoel profesor Galbraith. Los crecientesllamamientos en favor de unaplanificación más imperativa (que enEEUU unen a personajes tan disparescomo el profesor liberal Heilbroner y elbanquero neoyorquino dedicado ainversiones Felix Rohatyn)

aparentemente apunta en esa mismadirección. Sin embargo, un momento dereflexión deja claro que semejantesolución intermedia sólo pospondría sureconocimiento (como sucedió en los«años dorados» de la República deWeimar, durante los años veinte) sinconseguir evitarlo. Una clasetrabajadora combativa, bien organizaday al mismo tiempo asediada no aceptarávoluntariamente una congelación dehecho a largo plazo o incluso una caídade sus salarios reales, incluso bajogobiernos «amistosos de izquierda».Esto lo descubrieron consternados losempresarios británicos y alemanes en el

año 1978, al igual que los dirigentesreformistas de estos países. Por tanto,sigue en pie la interrogante: ¿cómo sepuede quebrantar esta combatividad yresistencia de los trabajadores de formadecisiva sin un recorte violento delderecho de huelga, que implica unatentado no menos grave contra lalibertad de prensa, el derecho deasociación y manifestación, etc.? <<

[123] W. W. Rostow, ob. cit. (nota 3 delcapítulo 1), p. 630. <<

[124] Véase el excelente comentariosobre ese informe de Samuel Bowles,«The Trilateral Commission: havecapitalism and democracy come to aparting of the ways?», U.S. capitalismin crisis, ob. cit. (nota 20 del capítulo2), pp. 261 ss. <<

[125] Algunos de los aspectos realmenteespeluznantes de la miseria delHemisferio Sur, a pesar (o quizá deberíadecirse con frecuencia en función) del«progreso en el desarrollo», se ponen demanifiesto en los estudios sobre lasalud. Según el informe de laOrganización Mundial de la Salud,presentado a la conferencia de Londreslos días 5 y 6 de junio de 1978, las trescuartas partes de la humanidad (3 200millones de seres humanos, de los 4 000millones de habitantes de nuestroplaneta) no tienen ningún tipo de accesoa la asistencia médica. De los 80

millones de niños que nacen anualmenteen los llamados países del TercerMundo, 5 millones mueren y otros 10millones quedan seriamente lisiadoscomo resultado de enfermedadescontraídas durante el primer período desu vida (Le Monde. 8 de junio de 1978).El 55% de los habitantes de estos países(es decir, más de mil millones de sereshumanos) sufren de desnutrición, cifraque se eleva al 62,8% entre los niños, locual deteriora gravemente el desarrollode su capacidad intelectual. S.Reutlinger y M. Selowsky, «Malnutritionand poverty», documento núm. 23 delBanco Mundial. J. Cravieto y E. de

Licardie, «The effect of malnutrition onthe individual», A. Berg et al., comps.,Nutrition, national development andplanning, Cambridge (Mass.), 1973. <<

[126] Lógicamente, los grandes«historiales de éxito» en materia deindustrialización de países del TercerMundo en las décadas de 1960 y 1970,tales como los historiales de Brasil yCorea del Sur, fueron posibles gracias au n a reducción radical, y no a unincremento, de los salarios reales, conlo que el «mercado interior» no fue másallá de las clases medias. The New YorkTimes (28 de julio de 1979) publicó unaestimación ponderada de Sylvia AnnHewlett sobre los «costes delcrecimiento» en los paísessemicoloniales: «La estrategia

capitalista en países como Nigeria,Filipinas y Brasil ha conseguido rápidastasas de crecimiento económico, peroeste dinamismo económico se haapoyado en la miseria de las masas. Enestos países, al menos la mitad de losciudadanos han sido excluidos delproceso de modernización y permanecenen la más abyecta miseria». A nuestrojuicio, el porcentaje indicado seencuentra muy por debajo de la realidad.<<

[127] El ejemplo más llamativo loproporciona la industria textil, en la cualla tasa anual de crecimiento de lademanda global (ya sea satisfecha conproductos del país o con productosimportados) es inferior al 2% en lospaíses de la OCDE. <<

[128] OCDE, «L’incidence des nouveauxpays industriels sur la production et leséchanges des produits manufactures»,París, junio de 1979. <<

[129] En 1976, los llamados paísessocialistas compraron un 2,5% de lasexportaciones de EEUU, un 5,5% de lasexportaciones de la CEE y un 6% de lasexportaciones japonesas, y para alcanzareste modesto resultado tuvieron queacumular grandes deudas. <<

[130] Según el Financial Times del 6 dejulio de 1979, «el Tercer Mundo fue engran medida autosuficiente en cerealeshasta 1950, pero en 1975 lasimportaciones netas de cerealesalcanzaron los 50 millones de toneladasy durante la década de 1980 se esperaque alcancen los 100 millones detoneladas». Robin Sokal proporciona lassiguientes cifras sobre los déficits decereales en los países del TercerMundo: 85 millones de toneladas en1979 y 145 millones de toneladas en1980 (La Stampa, 25 de junio de 1980).<<

[131] Schumpeter utilizó el término«destrucción creativa» comodescripción del proceso por el cual lasempresas tecnológicamente atrasadasson eliminadas despiadadamente por lasempresas «innovadoras» bajo elcapitalismo. Es el título del capítulo 7d e Capitalism, socialism anddemocracy, Nueva York, ed., 1962[Capitalismo, socialismo y democracia,Madrid, Aguilar, 1971]. <<

[132] Un ejemplo de esta preparaciónideológica y esta anticipación «ideal» losuministra el libro de «ciencia-ficción»The Third World War : August 1985 [Latercera guerra mundial], Madrid,Felmar, 19801, escrito no por unnovelista profesional, sino por elgeneral Sir John Hacket y otrosprominentes generales y consejeros dela OTAN. El objetivo del libro esevidentemente preparar el clima no sólopara una nueva escalada en los gastos dearmamento, sino también para unaeventual acción militar preventiva delimperialismo contra la «amenaza de la

agresión soviética». <<