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Poemas HUMANOS CÉSAR VALLEJO Laberintos

"Poemas humanos"

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  1. 1. Poemas HUMANOS CSAR VALLEJO Laberintos
  2. 2. CSAR VALLEJO36
  3. 3. Poemas humanos POEMAS HUMANOS Edicin de divulgacin basada en la de Ricardo Gonzlez Vigil (99) Lima, 2007 [Madrid, 1939] Laberintos Csar Vallejo
  4. 4. CSAR VALLEJO2 2008 DERECHOS RESERVADOS DE ESTA EDICIN EN FORMATO ELECTRNICO Centro Peruano de Estudios Culturales Ediciones Laberintos es una marca comercial del Centro Peruano de Estudios Culturales Edicin distribuida por Pginas del Per S. A. C. www.paginasdelperu.com DIGITACIN Alumnos de la promocin 2003 del Colegio Trilce Surco, dirigidos por Karem Robertson y scar Limache PRIMERA REVISIN Rosario Rivas Tarazona REVISIN FINAL Paul Forsyth DISEO Y DIAGRAMACIN Ana Mara Tessey SUPERVISIN Y EDICIN GENERAL scar Limache y Alexander Forsyth PINTURA DE PORTADA Ricardo Wiesse
  5. 5. Poemas humanos 3 NDICE DE LOS PRIMEROS VERSOS (I) POEMAS PUBLICADOS EN REVISTAS Un guijarro, uno solo, el ms bajo de todos, 9 He aqu que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo, 0 Quin no tiene su vestido azul? Sin haberlo advertido jams, exceso por turismo 2 (II) POEMAS EN PROSA Y MBITO DE CONTRA EL SECRETO PROFESIONAL Todos han muerto. 5 Un hombre dijo: 7 Se peda a grandes voces: 8 Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama Pars. Un 9 Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafsica del 2 Yo no sufro este dolor como Csar Vallejo.Yo no me duelo 25 Seores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la 26 Una mujer de seos apacibles, ante los que la lengua de la 28 Cesa el anhelo, rabo al aire. De sbito, la vida se amputa, en 29 No vive ya nadie en la casa me dices; todos se han 30 Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no 3 Cuatro conciencias 33 Entre el dolor y el placer median tres criaturas, 34 En el momento en que el tenista lanza magistralmente 35 ADDENDA Tendramos ya una edad misericordiosa, cuando mi padre 39 Seores: 4 Los trescientos estados de mujer de la Tour Eiel, estn hela- 43
  6. 6. CSAR VALLEJO4 (III) POEMAS SIN FECHA MECANOGRAFIADOS EN LETRA ROJA Eslavo con respecto a la palmera, 47 Reanudo mi da de conejo, 48 Y no me digan nada, 50 Enfrente a la Comedia Francesa, est el Caf 5 Me morir en Pars con aguacero, 52 Dulzura por dulzura corazona! 53 La vida, esta vida 55 Hasta el da en que vuelva, de esta piedra 57 Por ltimo, sin ese buen aroma sucesivo, 58 Fue domingo en las claras orejas de mi burro, 59 Considerando en fro, imparcialmente, 60 Hoy me gusta la vida mucho menos, 62 Por entre mis propios dientes salgo humeando, 63 Ahora vestirame 65 De todo esto yo soy el nico que parte 66 (IV) POEMAS SIN FECHA MECANOGRAFIADOS EN LETRA NEGRA Mecnica sincera y peruansima 69 Con efecto mundial de vela que se enciende, 7 Los mineros salieron de la mina 73 Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas 75 Parado en una piedra, 76 De disturbio en disturbio 78 Quisiera hoy ser feliz de buena gana, 80 Pero antes que se acabe 8 Y si despus de tntas palabras, 82 (V) POEMAS FECHADOS Calor, cansado voy con mi oro, a donde 85
  7. 7. Poemas humanos 5 Un pilar soportando consuelos, 86 Al cavilar en la vida, al cavilar 87 S que hay una persona 88 El acento me pende del zapato; 89 La punta del hombre, 90 Oh botella sin vino! oh vino que enviud de esta botella! 9 Va corriendo, andando, huyendo 92 Al n, un monte 93 Quiere y no quiere su color mi pecho, 94 Esto 95 Quedme a calentar la tinta en que me ahogo 96 La paz, la abispa, el taco, las vertientes, 97 Transido, salomnico, decente, 98 Y bien? Te sana el metaloide plido? 99 De puro calor tengo fro, 00 Conanza en el anteojo, n en el ojo; 0 Hablando de la lea, callo el fuego? 02 Escarnecido, aclimatado al bien, mrbido, hurente, 03 Alfonso: ests mirndome, lo veo, 04 Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera 06 Al cabo, al n, por ltimo, 08 A lo mejor, soy otro; andando, al alba, otro que marcha 09 Profesor de sollozo he dicho a un rbol 0 A la cabeza de mis propios actos, Tengo un miedo terrible de ser un animal 2 Quiero escribir, pero me sale espuma, 3 El placer de sufrir, de odiar, me tie 4 Oye a tu masa, a tu cometa, escchalos; no gimas 6 Qu me da, que me azoto con la lnea 7 Cunto catorce ha habido en la existencia! 8 He visto ayer sonidos generales, 9 La clera que quiebra al hombre en nios, 2 Un hombre est mirando a una mujer, 22 No. No tienen tamao sus tobillos; no es su espuela 23
  8. 8. CSAR VALLEJO6 I, desgraciadamente, 25 Un hombre pasa con un pan al hombro 28 Hoy le ha entrado una astilla. 30 Me viene, hay das, una gana ubrrima, poltica, 32 Ahora, entre nosotros, aqu, 34 T sufres de una glndula endocrnica, se ve, 36 Completamente. Adems, vida! 38 Acaba de pasar el que vendr 39 Viniere el malo, con un trono al hombro, 40 Ande desnudo, el pelo, el millonario! 42 Al revs de las aves del monte, 45 Ello es que el lugar donde me pongo 47 Algo te identica con el que se aleja de ti, y es la facultad 49 En suma, no poseo para expresar mi vida, sino mi muerte. 50 Otro poco de calma, camarada; 52 Ya va a venir el da; da 54 Y, en n, pasando luego al dominio de la muerte, 56
  9. 9. Poemas humanos 7 Poemas publicados en revistas
  10. 10. CSAR VALLEJO8
  11. 11. Poemas humanos 9 ME ESTOY RIENDO Un guijarro, uno solo, el ms bajo de todos, controla a todo el mdano aciago y faranico. El aire adquiere tensin de recuerdo y de anhelo, y bajo el sol se calla hasta exigir el cuello a las pirmides. Sed. Hidratada melancola de la tribu errabunda, gota a gota, del siglo al minuto. Son tres Treses paralelos, barbados de barba inmemorial, en marcha 3 3 3 Es el tiempo este anuncio de gran zapatera, es el tiempo, que marcha descalzo de la muerte hacia la muerte.
  12. 12. CSAR VALLEJO0 He aqu que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo, supercial de pasos insondable de plantas. Tal me recibo de hombre, tal ms bien me despido y de cada hora ma retoa una distanciA. Queris ms? encantado. Polticamente, mi palabra emite cargos contra mi labio inferior y econmicamente, cuando doy la espalda a Oriente, distingo en dignidad de muerte a mis visitas. Desde ttttales cdigos regulares saludo al soldado desconocido al verso perseguido por la tinta fatal y el saurio que Equidista diariamente de su vida y su muerte, como quien no hace la cosa. El tiempo tiene hun miedo ciempis a los relojes. * (Los lectores pueden poner el ttulo que quieran a este poema)
  13. 13. Poemas humanos ALTURA Y PELOS Quin no tiene su vestido azul? Quin no almuerza y no toma el tranva, con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo? Yo que tan slo he nacido! Yo que tan slo he nacido! Quin no escribe una carta? Quin no habla de un asunto muy importante, muriendo de costumbre y llorando de odo? Yo que solamente he nacido! Yo que solamente he nacido! Quin no se llama Carlos o cualquier otra cosa? Quin al gato no dice gato gato? Ay, yo que slo he nacido solamente! Ay! yo que slo he nacido solamente!
  14. 14. CSAR VALLEJO2 LOMO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS Sin haberlo advertido jams, exceso por turismo y sin agencias de pecho en pecho hacia la madre unnime. Hasta Pars ahora vengo a ser hijo. Escucha, Hombre, en verdad te digo que eres el HIJO ETERNO pues para ser hermano tus brazos son escasamente iguales y tu malicia para ser padre, es mucha. La talla de mi madre movindome por ndole de movimiento, y ponindome serio, me llega exactamente al corazn: pesando cuanto cayera de vuelo con mis tristes abuelos, mi madre me oye en dimetro callndose en altura. Mi metro est midiendo ya dos metros mis huesos concuerdan en gnero y en nmero y el verbo encarnado habita entre nosotros y el verbo encarnado habita, al hundirme en el bao, un alto grado de perfeccin.
  15. 15. Poemas humanos 3 (II) Poemas en prosa y mbito de Contra el secreto profesional
  16. 16. CSAR VALLEJO4
  17. 17. Poemas humanos 5 LA VIOLENCIA DE LAS HORAS Todos han muerto. Muri doa Antonia, la ronca, que haca pan barato en el burgo. Muri el cura Santiago, a quien placa le saludasen los jvenes y las mozas, respondindoles a todos, indistintamente:Buenos das, Jos! Buenos das Mara! Muri aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de me- ses, que luego tambin muri, a los ocho das de la madre. Muri mi ta Albina, que sola cantar tiempos y modos de he- redad, en tanto cosa en los corredores, para Isidora, la criada de ocio, la honrossima mujer. Muri un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dorma al sol de la maana, sentado ante la puerta del hojalatero de la es- quina. Muri Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quin. Muri Lucas, mi cuado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia. Muri en mi revlver mi madre, en mi puo mi hermana y mi hermano en mi vscera sangrienta, los tres ligados por un gnero triste de tristeza, en el mes de agosto de aos sucesivos.
  18. 18. CSAR VALLEJO6 Muri el msico Mndez, alto y muy borracho, que solfea- ba en su clarinete tocatas melanclicas, a cuyo articulado se dor- man las gallinas de mi bario, mucho antes de que el sol se fuese. Muri mi eternidad y estoy velndola.
  19. 19. Poemas humanos 7 EL MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA Un hombre dijo: El momento mas grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne, cuando fui herido en el pecho. Otro hombre dijo: El momento ms grave de mi vida, ocurri en un maremo- to de Yokohama, del cual salv milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de lacas. Y otro hombre dijo: El momento ms grave de mi vida acontece cuando duer- mo de da. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida ha estado en mi mayor soledad. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida fue mi prisin en una crcel del Per. Y otro dijo: El momento ms grave de mi vida es el haber sorprendido de perl a mi padre. Y el ltimo hombre dijo: El momento ms grave de mi vida no ha llegado todava.
  20. 20. CSAR VALLEJO8 NMINA DE HUESOS Se peda a grandes voces: Que muestre las dos manos a la vez. Y esto no fue posible. Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos. Y esto no fue posible. Que piense un pensamiento idntico, en el tiempo en que un cero permanece intil. Y esto no fue posible. Que haga una locura. Y esto no fue posible. Que entre l y otro hombre semejante a l, se interponga una muchedumbre de hombres como l. Y esto no fue posible. Que le comparen consigo mismo. Y esto no fue posible. Que le llamen, en n, por su nombre. Y esto no fue posible.
  21. 21. Poemas humanos 9 EL BUEN SENTIDO Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama Pars. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande. Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar. La mujer de mi padre est enamorada de m, viniendo y avan- zando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adis y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tnto sus ojos, justa de m, infragan- ti de m, acontecindose por obras terminadas, por pactos consu- mados. Mi madre est confesa de m, nombrada de m. Cmo no da otro tanto a mis otros hermanos? A Vctor, por ejemplo, el ma- yor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: Parece hermano menor de su madre! Fuere porque yo he viajado mucho! Fuere porque yo he vivido ms! Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viaj durante dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmen- te lvida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fui dichoso. Pero, ms se pone triste; ms se pusiera triste. Hijo, cmo ests viejo! Y desla por el color amarillo a llorar, porque me halla enve- jecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro. Llora de m, se entristece de m. Qu falta har mi mocedad, si
  22. 22. CSAR VALLEJO20 siempre ser su hijo? Por qu las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jams la edad de ellos alcanzar a la de ellas? Y por qu, si los hijos, cuanto ms se acaban, ms se aproximan a los padres? Mi madre llora porque estoy viejo de mi tiempo y porque nunca llegar a envejecer del suyo! Mi adis parti de un punto de su ser, ms externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, ms el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. All reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo entonces hasta que me callo: Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama Pars. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande. La mujer de mi padre, al orme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.
  23. 23. Poemas humanos 2 (A) Las ventanas se han estremecido, elaborando una metafsica del universo. Vidrios han cado. Un enfermo lanza su queja: la mitad por su boca lenguada y sobrante, y toda entera, por el ano de su espalda. Es el huracn. Un castao del jardn de las Tulleras habrse aba- tido, al soplo del viento, que mide ochenta metros por segundo. Capiteles de los barrios antiguos, habrn cado, hendiendo, ma- tando. De qu punto, interrogo, oyendo a ambas riberas de los oca- nos, de qu punto viene este huracn, tan digno de crdito, tan honrado de deuda, derecho a las ventanas del hospital? Ay! las direcciones inmutables, que oscilan entre el huracn y esta pena directa de toser o defecar! Ay! las direcciones inmutables, que as prenden muerte en las entraas del hospital y despiertan clu- las clandestinas, a deshora, en los cadveres. Qu pensara de s el enfermo de enfrente, se que est dur- miendo, si hubiera percibido el huracn? El pobre duerme, boca arriba, a la cabeza de su morna, a los pies de toda su cordura. Un adarme ms o menos en la dosis y le llevarn a enterrar, el vientre roto, la boca arriba, sordo al huracn, sordo a su vientre roto, ante el cual suelen los mdicos dialogar y cavilar largamen- te, para, al n, pronunciar sus llanas palabras de hombres. (B) La familia rodea al enfermo agrupndose ante sus sienes regresi- vas, indefensas, sudorosas.Ya no existe hogar sino en torno al velador del pariente enfermo, donde montan guardia impaciente,
  24. 24. CSAR VALLEJO22 sus zapatos vacantes, sus cruces de repuesto, sus pldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha cado. Ignoro lo que ser del enfermo esta mujer, que le besa y no pue- de sanarle con el beso, le mira y no puede sanarle con los ojos, le habla y no puede sanarle con el verbo. Es su madre? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es su amada? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es su hermana? Y cmo, pues, no puede sanarle? Es, simplemente, una mujer? Y como, pues, no puede sanarle? Porque esta mujer le ha besado, le ha mirado, le ha hablado y hasta le ha cubierto mejor el cuello al enfermo y cosa verdadera- mente asombrosa! no le ha sanado. (C) El paciente contempla su calzado vacante. Traen queso. Llevan tierra. La muerte se acuesta al pie del lecho, a dormir en sus tran- quilas aguas y se duerme. Entonces, los libres pies del hombre enfermo, sin menudencias ni pormenores innecesarios, se estiran en acento circunejo, y se alejan, en una extensin de dos cuer- pos de novios, del corazn. (D) El cirujano ausculta a los enfermos, horas enteras. Hasta donde sus manos cesan de trabajar y empiezan a jugar, las lleva a tien- tas, rozando la piel de los pacientes, en tanto sus prpados cien- tcos vibran, tocados por la indocta, por la humana aqueza del amor.Y he visto a esos enfermos morir precisamente del amor desdoblado del cirujano, de los largos diagnsticos, de las dosis exactas, del riguroso anlisis de orinas y excrementos. Se rodea- ba de improviso un lecho con un biombo. Mdicos y enfermeros
  25. 25. Poemas humanos 23 cruzaban delante del ausente, pizarra triste y prxima, que un nio llenara de nmeros, en un gran monismo de plidos miles. Cruzaban as, mirando a los otros, como si ms irreparable fuese morir de apendicitis o neumona, y no morir al sesgo del paso de los hombres. (E) Sirviendo a la causa de la religin, vuela con xito esta mosca, a lo largo de la sala. A la hora de la visita de los cirujanos, sus zumbidos no perdonan el pecho, ciertamente, pero desarrollndo- se luego, se aduean del aire, para saludar con genio de mudan- za, a los que van a morir. Unos enfermos oyen a esa mosca has- ta durante el dolor y de ellos depende, por eso, el linaje del dis- paro, en las noches tremebundas. (F) Cunto tiempo ha durado la anestesia, que llaman los hombres? Ciencia de Dios, Teodicea! si se me echa a vivir en telas condi- ciones, anestesiado totalmente, volteada mi sensibilidad para adentro! Ah doctores de las sales, hombres de las esencias, pr- jimos de las bases! Pido se me deje con mi tumor de conciencia, con mi irritada lepra sensitiva, ocurra lo que ocurra, aunque me muera! Dejadme dolerme, si lo queris, mas dejadme despierto de sueo, con todo el universo metido, aunque fuese a las malas, en mi temperatura polvorosa. (G) En el mundo de la salud perfecta, se reir por esta perspectiva en que padezco; pero, en el mismo plano y cortando la baraja del juego, percute aqu otra risa de contrapunto.
  26. 26. CSAR VALLEJO24 En la casa del dolor, la queja asalta sncopes de gran compositor, golletes de carcter, que nos hacen cosquillas de verdad, atroces, arduas, y, cumpliendo lo prometido, nos hielan de espantosa incertidumbre. En la casa del dolor, la queja arranca frontera excesiva. No se reconoce en esta queja de dolor, a la propia queja de la dicha en xtasis, cuando el amor y la carne se eximen de azor y cuando, al regresar, hay discordia bastante para el dilogo. Dnde est, pues, el otro anco de esta queja de dolor, si, a estimarla en conjunto, parte ahora del lecho de un hombre? De la casa del dolor parten quejas tan sordas e inefables y tan colmadas de tanta plenitud que llorar por ellas sera poco, y sera ya mucho sonrer. (H) Se atumulta la sangre en el termmetro. No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que se deja en la vida! No es grato morir, seor, si en la vida nada se deja y si en la muerte nada es posible, sino sobre lo que pudo dejarse en la vida!
  27. 27. Poemas humanos 25 VOY A HABLAR DE LA ESPERANZA Yo no sufro este dolor como Csar Vallejo.Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquie- ra.Yo no sufro este dolor como catlico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase Csar Valle- jo, tambin sufrira este mismo dolor. Si no fuese artista, tambin lo sufrira. Si no fuese catlico, ateo ni mahometano, tambin lo su- frira. Hoy sufro desde ms abajo. Hoy sufro solamente. Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. Qu sera su causa? Dnde est aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. A qu ha nacido este dolor, por s mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi do- lor sera igual. Si me hubieran cortado el cuello de raz, mi dolor sera igual. Si la vida fuese, en n, de otro modo, mi dolor sera igual. Hoy sufro desde ms arriba. Hoy sufro solamente. Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, sal- dra siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. Qu sangre la suya ms engendrada, para la ma sin fuente ni consumo! Yo crea hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aqu que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en una es- tancia obscura, no dara luz y si lo pusiesen en una estancia lumi- nosa, no echara sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.
  28. 28. CSAR VALLEJO26 HALLAZGO DE LA VIDA Seores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. Seores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emocin formidable, espontnea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasa y me hace dichoso hasta las lgrimas. Mi gozo viene de lo indito de mi emocin. Mi exultacin viene de que antes no sent la presencia de la vida. No la he sen- tido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me hara desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie pue- de ir contra esta fe. Al que fuera, se le caera la lengua, se le cae- ran los huesos y correra el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos. Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le dira que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. Cundo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sera la primera vez que nos conocemos. Le dira que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez. Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un pas extrao, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifa- na inmarcesible. No, seor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendera tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quin sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vaco. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.
  29. 29. Poemas humanos 27 Cun poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. Si acabo de nacer! Si an no he vivido todava! Seores: soy tan pequeito que el da apenas cabe en m. Nunca, sino ahora, o el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construccin del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora, avanc paralelamente a la primavera, dicin- dola:Si la muerte hubiera sido otra Nunca, sino ahora, vi la luz urea del sol sobre las cpulas del Sacr-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acerc un nio y me mir hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que exista una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias. Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
  30. 30. CSAR VALLEJO28 Una mujer de seos apacibles, ante los que la lengua de la vaca resulta una glndula violenta. Un hombre de templanza, mandibular de genio, apto para marchar de a dos con los goznes de los cofres. Un nio est al lado del hombre, llevando por el revs, el derecho animal de la pareja. Oh la palabra del hombre, libre de adjetivos y de adverbios, que la mujer declina en su nico caso de mujer, aun entre las mil voces de la Capilla Sixtina! Oh la falda de ella, en el punto maternal donde pone el pequeo las manos y juega a los plie- gues, haciendo a veces agrandar las pupilas de la madre, como en las sanciones de los confesionarios! Yo tengo mucho gusto de ver as al Padre, al Hijo y al Espri- tusanto, con todos los emblemas e insignias de sus cargos.
  31. 31. Poemas humanos 29 Cesa el anhelo, rabo al aire. De sbito, la vida se amputa, en seco. Mi propia sangre me salpica en lneas femeninas, y hasta la misma urbe sale a ver esto que se pra de improviso. Qu ocurre aqu, en este hijo del hombre? clama la urbe, y en una sala del Louvre, un nio llora de terror a la vista del re- trato de otro nio. Que ocurre aqu, en este hijo de mujer? clama la urbe, y a una estatua del siglo de los Ludovico, le nace una brizna de yerba en plena palma de la mano. Cesa el anhelo, a la altura de la mano enarbolada.Y yo me escondo detrs de m mismo, a aguaitarme si paso por lo bajo o merodeo en alto.
  32. 32. CSAR VALLEJO30 No vive ya nadie en la casa me dices; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido. Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pas un hombre, ya no est solo. nicamente est solo, de soledad humana, el lugar por donde ningn hombre ha pasado. Las casas nuevas estn ms muertas que las viejas, por- que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edicar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive nicamente de hombres, como una tumba. De aqu esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Slo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera est de pie, mientras que la se- gunda est tendida. Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad.Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos.Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avin o a caballo, a pie o arrastrndose. Lo que contina en la casa es el rgano, el agente en gerundio y en crculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los cr- menes. Lo que contina en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazn. Las negaciones y las armaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que contina en la casa, es el sujeto del acto.
  33. 33. Poemas humanos 3 Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdi el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdi en el curso normal de la vida y no en un acci- dente. Lo perdi en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres. El coronel Piccot, Presidente deLes Gueules Casses, lleva la boca comida por la plvora de 1914. Este mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e inmemorial. Rostro muerto sobre el tronco vivo. Rostro yerto y pegado con clavos a la cabeza viva. Este rostro resulta ser el dorso del cr- neo, el crneo del crneo. Vi una vez un rbol darme la espalda y vi otra vez un camino que me daba la espalda. Un rbol de espal- das slo crece en los lugares donde nunca naci ni muri nadie. Un camino de espaldas slo avanza por los lugares donde ha habido todas las muertes y ningn nacimiento. El mutilado de la paz y del amor, del abrazo y del orden y que lleva el rostro muerto sobre el tronco vivo, naci a la sombra de un rbol de espaldas y su existencia transcurre a lo largo de un camino de es- paldas. Como el rostro est yerto y difunto, toda la vida psquica, toda la expresin animal de este hombre, se refugia, para traducirse al exterior, en el peludo crneo, en el trax y en las extremidades. Los impulsos de su ser profundo, al salir, retroceden del rostro y la respiracin, el olfato, la vista, el odo, la palabra, el resplandor humano de su ser, funcionan y se expresan por el pecho, por los hombros, por el cabello, por las costillas, por los brazos y las piernas y los pies. Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado del rostro, este hombre, no obstante, est entero y nada le hace falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene narices y huele y respira. No tiene
  34. 34. CSAR VALLEJO32 odos y escucha, No tiene boca y habla y sonre. No tiene frente y piensa y se sume en s mismo. No tiene mentn y quiere y subsiste. Jess conoca al mutilado de la funcin, que tena ojos y no vea y tena orejas y no oa.Yo no conozco al mutilado del rga- no, que ve sin ojos y oye sin orejas.
  35. 35. Poemas humanos 33 Cuatro conciencias simultneas enrdanse en la ma! Si vierais cmo ese movimiento apenas cabe ahora en mi conciencia! Es aplastante! Dentro de una bveda pueden muy bien adosarse, ya internas o ya externas, segundas bvedas, mas nunca cuartas; mejor dicho, s, mas siempre y, a lo sumo, cual segundas. No puedo concebirlo; es aplastante. Vosotros mismos a quienes inicio en la nocin de estas cuatro conciencias simultneas, enredadas en una sola, apenas os tenis de pie ante mi cuadrpedo intensivo. Y yo, ante le entrevisto (Estoy seguro)!
  36. 36. CSAR VALLEJO34 Entre el dolor y el placer median tres criaturas, de las cuales una mira a un muro, la segunda usa de nimo triste y la tercera avanza de puntillas; pero, entre t y yo, slo existen segundas criaturas. Apoyndose en mi frente, el da conviene en que, de veras, hay mucho de exacto en el espacio; pero, si la dicha, que, al n, tiene un tamao, principia ay! por mi boca, quin me preguntar por mi palabra? Al sentido instantneo de la eternidad corresponde este encuentro investido de hilo negro, pero a tu despedida temporal, tan slo corresponde lo inmutable, tu criatura, el alma, mi palabra.
  37. 37. Poemas humanos 35 En el momento en que el tenista lanza magistralmente su bala, le posee una inocencia totalmente animal; en el momento en que el lsofo sorprende una nueva verdad, es una bestia completa. Anatole France armaba que el sentimiento religioso es la funcin de un rgano especial del cuerpo humano, hasta ahora ignorado y se podra decir tambin, entonces, que, en el momento exacto en que un tal rgano funciona plenamente, tan puro de malicia est el creyente, que se dira casi un vegetal. Oh alma! Oh pensamiento! Oh Marx! Oh Feuerbach!
  38. 38. CSAR VALLEJO36
  39. 39. Poemas humanos 37 Addenda
  40. 40. CSAR VALLEJO38
  41. 41. Poemas humanos 39 LNGUIDAMENTE SU LICOR Tendramos ya una edad misericordiosa, cuando mi padre orden nuestro ingreso a la escuela. Cura de amor, una tarde llu- viosa de febrero, mam serva en la cocina el yantar de oracin. En el corredor de abajo, estaban sentados a la mesa, mi padre y mis hermanos mayores.Y mi madre iba sentada al pie del mis- mo fuego del hogar. Tocaron a la puerta. Tocan a la puerta! mi madre. Tocan a la puerta! mi propia madre. Tocan a la puerta! dijo toda mi madre, tocndose las entraas a trastos innitos, sobre toda la altura de quien viene. Anda, Nativa, la hija, a ver quin viene. Y, sin esperar la venida maternal, fuera Miguel, el hijo, quien sali a ver quin vena as, oponindose a lo ancho de nosotros. Un tiempo de ra contuvo a mi familia. Mam sali, avanzan- do inversamente y como si hubiera dicho: las partes. Se hizo pa- tio afuera. Nativa lloraba de una tal visita, de un tal patio y de la mano de mi madre. Entonces y cuando, dolor y paladar techaron nuestras frentes. Porque no le dej que saliese a la puerta, Nativa, la hija, me ha echado Miguel al pavo. A su paVO. Qu diestra de subprefecto, la diestra del padrE, revelando, el hombre, las falanjas liales del nio! Poda as otorgarle la ven- tura que el hombre deseara ms tarde. Sin embargo: Y maana, a la escuela, disert magistralmente el padre, ante el pblico semanal de sus hijos. Y tal, la ley, la causa de la ley.Y tal tambin la vida. Mam debi llorar, gimiendo apenas la madre.Ya nadie quiso comer. En los labios del padre cupo, para salir rompindose, una na cuchara que conozco. En las fraternas bocas, la absorta amargura del hijo, qued atravesada.
  42. 42. CSAR VALLEJO40 Mas, luego, de improviso, sali de un albaal de aguas llove- dizas y de aquel mismo patio de la vista mala, una gallina, no ajena ni ponedora, sino brutal y negra. Cloqueaba en mi gargan- ta. Fue una gallina vieja, maternalmente viuda de unos pollos que no llegaron a incubarse. Origen olvidado de ese instante, la galli- na era viuda de sus hijos. Fueras hallados vacos todos los hue- vos. La clueca despus tuvo el verbo. Nadie la espant.Y de espantarla, nadie dej arrullarse por su gran calofro maternal. Dnde estn los hijos de la gallina vieja? Dnde estn los pollos de la gallina vieja? Pobrecitos! Dnde estaran!
  43. 43. Poemas humanos 4 LA NECESIDAD DE MORIR Pars, 926 Seores: Tengo el gusto de deciros, por medio de estas lneas, que la muerte, ms que un castigo, pena o limitacin impuesta al hom- bre, es una necesidad, la ms imperiosa e irrevocable de todas las necesidades humanas. La necesidad que tenemos de morir, sobre- puja a la necesidad de nacer y vivir. Podramos quedarnos sin nacer pero no podramos quedarnos sin morir. Nadie ha dicho hasta ahora:Tengo necesidad de nacer. En cambio, s se suele decir:Tengo necesidad de morir. Por otro lado, nacer es, a lo que parece, muy fcil, pues nadie ha dicho nunca que le haya sido muy difcil y que le haya costado esfuerzo venir a este mundo; mientras que morir es ms difcil de lo que se cree. Esto prueba que la necesidad de morir es enorme e irresistible, pues sabido es que cuanto ms difcilmente se satisface una necesidad, sta se hace ms grande. Se anhela ms lo que es menos accesi- ble. Si a una persona le escribieran dicindole siempre que su madre sigue gozando de buena salud, acabara al n por sentir una misteriosa inquietud, no precisamente sospechando que se le engaa y que, posiblemente su madre debe haber muerto, sino bajo el peso de la necesidad, sutil y tcita, que le acomete, de que su madre debe morir. Esa persona har sus clculos respectivos y pensar para sus adentros:No puede ser. Es imposible que mi madre no haya muerto hasta ahora. Sentir, al n, una necesidad angustiosa de saber que su madre ha muerto. De otra manera, acabar por darlo por hecho.
  44. 44. CSAR VALLEJO42 Una antigua leyenda del Islam cuenta que su hijo lleg a vivir trescientos aos, en medio de una raza en que la vida acababa a lo sumo a los cincuenta aos. En el decurso de un exilio, el hijo, a los doscientos aos de edad, pregunt por su padre y le dijeron: Esta bueno. Pero, cuando cincuenta aos ms tarde, volvi a su pueblo y supo que el autor de sus das haba muerto haca dos- cientos aos, se mostr muy tranquilo, murmurando:Ya lo saba y desde hace muchos aos. Naturalmente. La necesidad de la muerte de su padre, haba sido en l, a su hora, irrevocable, fatal y se haba cumplido fatalmente y tambin a su hora, en la reali- dad. Rubn Daro ha dicho que la pena de los dioses es no alcanzar la muerte. En cuanto a los hombres, si stos, desde que tienen conciencia, estuviesen seguros de alcanzar la muerte, seran di- chosos para siempre. Pero por desgracia, los hombres no estn nunca seguros de morir: sienten el afn obscuro y el ansia de morir, mas dudan siempre de que morirn. La pena de los hom- bres, diremos nosotros, es no estar nunca ciertos de la muerte.
  45. 45. Poemas humanos 43 Los trescientos estados de mujer de la Tour Eiel, estn hela- dos. La herzciana crin de cultura de la torre, su pelusa de miras, su vivo aceraje, engrapado al sistema moral de Descartes, estn helados. Le Bois de Boulogne, verde por clusula privada, est helado. La Cmara de Diputados, donde Briand clama:Hago un lla- mamiento a los pueblos de la tierra, y a cuyas puertas el cen- tinela acaricia, sin darse cuenta, su cpsula de humanas inquietu- des, su simple bomba de hombre, su eterno principio de Pascal, est helada. Los Campos Elseos, grises por clusula pblica, estn hela- dos. Las estatuas que periplan la Plaza de la Concordia y sobre cuyos gorros frigios se oye al tiempo estudiar para innito, estn heladas. Los dados de los calvarios catlicos de Pars, estn helados hasta por la cara de los treses. Los gallos civiles, suspensos en las agujas gtica de Notre- Dame y del Sacr-Coeur, estn helados. La doncella de las campias de Pars, cuyo pulgar no se repite nunca al medir el alcance de sus ojos, est helada. El andante a dos rumbos deEl pjaro de fuego de Stra- winsky, est helado.
  46. 46. CSAR VALLEJO44 Los garabatos escritos por Einstein en la pizarra del anteatro Richelieu de la Sorbona, estn helados. Los billetes de avin para el viaje de Pars a Buenos Aires, en dos horas, 23 minutos, 8 segundos, estn helados. El sol est helado. El fuego central de la tierra est helado. El padre, meridiano, y el hijo, paralelo, estn helados. Las dos desviaciones de la historia estn heladas. Mi acto menor de hombre est helado. Mi oscilacin sexual est helada.
  47. 47. Poemas humanos 45 (III) Poemas sin fecha, mecanograados en letra roja
  48. 48. CSAR VALLEJO46
  49. 49. Poemas humanos 47 SALUTACION ANGELICA Eslavo con respecto a la palmera, alemn de perl al sol, ingls sin n, francs en cita con los caracoles, italiano ex profeso, escandinavo de aire, espaol de pura bestia, tal el cielo ensartado en la tierra por los vientos, tal el beso del lmite en los hombros. Mas slo t demuestras, descendiendo o subiendo del pecho, bolchevique, tus trazos confundibles, tu gesto marital, tu cara de padre, tus piernas de amado, tu cutis por telfono, tu alma perpendicular a la ma, tus codos de justo y un pasaporte en blanco en tu sonrisa. Obrando por el hombre, en nuestras pausas, matando, t, a lo largo de tu muerte y a lo ancho de un abrazo salubrrimo, vi que cuando comas despus, tenas gusto, vi que en tus sustantivos creci yerba. Yo quisiera, por eso, tu calor doctrinal, fro y en barras, tu aadida manera de mirarnos
  50. 50. CSAR VALLEJO48 y aquesos tuyos pasos metalrgicos, aquesos tuyos pasos de otra vida. Y digo, bolchevique, tomando esta aqueza en su feroz linaje de exhalacin terrestre: hijo natural del bien y del mal y viviendo talvez por vanidad, para que digan, me dan tus simultneas estaturas mucha pena, puesto que t no ignoras en quin se me hace tarde diariamente, en quin estoy callado y medio tuerto.
  51. 51. Poemas humanos 49 EPSTOLA A LOS TRANSENTES Reanudo mi da de conejo, mi noche de elefante en descanso. Y, entre m, digo: sta es mi inmensidad en bruto, a cntaros ste es mi grato peso, que me buscara abajo para pjaro; ste es mi brazo que por su cuenta rehus ser ala, stas son mis sagradas escrituras, stos mis alarmados compaones. Lgubre isla me alumbrar continental, mientras el capitolio se apoye en mi ntimo derrumbe y la asamblea en lanzas clausure mi desle. Pero cuando yo muera de vida y no de tiempo, cuando lleguen a dos mis dos maletas, ste ha de ser mi estmago en que cupo mi lmpara en pedazos, sta aquella cabeza que expi los tormentos del crculo en mis pasos, stos esos gusanos que el corazn cont por unidades, ste ha de ser mi cuerpo solidario por el que vela el alma individual; ste ha de ser mi hombligo en que mat mis piojos natos, sta mi cosa cosa, mi cosa tremebunda. En tanto, convulsiva, speramente convalece mi freno, sufriendo como sufro del lenguaje directo del len; y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo, convalezco yo mismo, sonriendo de mis labios.
  52. 52. CSAR VALLEJO50 Y no me digan nada, que uno puede matar perfectamente, ya que, sudando tinta, uno hace cuanto puede, no me digan Volveremos, seores, a vernos con manzanas; tarde la criatura pasar, la expresin de Aristteles armada de grandes corazones de madera, la de Herclito injerta en la de Marx, la del suave sonando rudamente Es lo que bien narraba mi garganta: uno puede matar perfectamente. Seores, caballeros, volveremos a vernos sin paquetes; hasta entonces exijo, exijir de mi aqueza el acento del da, que, segn veo, estuvo ya esperndome en mi lecho. Y exijo del sombrero la infausta analoga del recuerdo, ya que, a veces, asumo con xito mi inmensidad llorada, ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino y padezco contando en maces los aos, cepillando mi ropa al son de un muerto o sentado borracho en mi atad
  53. 53. Poemas humanos 5 SOMBRERO, ABRIGO, GUANTES Enfrente a la Comedia Francesa, est el Caf de la Regencia; en l hay una pieza recndita, con una butaca y una mesa. Cuando entro, el polvo inmvil se ha puesto ya de pie. Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa de un cigarrillo humea, y en el humo se ve dos humos intensivos, el trax del Caf, y en el trax, un xido profundo de tristeza. Importa que el otoo se injerte en los otoos, importa que el otoo se integre de retoos, la nube, de semestres; de pmulos, la arruga. Importa oler a loco postulando qu clida es la nieve, qu fugaz la tortuga, el cmo qu sencillo, qu fulminante el cundo!
  54. 54. CSAR VALLEJO52 PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA Me morir en Pars con aguacero, un da del cual tengo ya el recuerdo. Me morir en Pars y no me corro talvez un jueves, como es hoy, de otoo. Jueves ser, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los hmeros me he puesto a la mala y, jams como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo. Csar Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que l les haga nada; le daban duro con un palo y duro tambin con una soga; son testigos los das jueves y los huesos hmeros, la soledad, la lluvia, los caminos...
  55. 55. Poemas humanos 53 Dulzura por dulzura corazona! Dulzura a gajos, eras de vista, esos abiertos das, cuando mont por rboles cados! As por tu paloma palomita, por tu oracin pasiva, andando entre tu sombra y el gran tezn corpreo de tu sombra. Debajo de ti y yo, t y yo, sinceramente, tu candado ahogndose de llaves, yo ascendiendo y sudando y haciendo lo innito entre tus muslos. (El hotelero es una bestia, sus dientes, admirables; yo controlo el orden plido de mi alma: seor, all distante paso paso adis, seor) Mucho pienso en todo esto conmovido, perduroso y pongo tu paloma a la altura de tu vuelo y, cojeando de dicha, a veces, repsome a la sombra de ese rbol arrastrado. Costilla de mi cosa, dulzura que t tapas sonriendo con tu mano; tu traje negro que se habr acabado, amada, amada en masa, qu unido a tu rodilla enferma! Simple ahora te veo, te comprendo avergonzado en Letonia, Alemania, Rusia, Blgica, tu ausente, tu porttil ausente, hombre convulso de la mujer temblando entre sus vnculos.
  56. 56. CSAR VALLEJO54 Amada en la gura de tu cola irreparable, amada que yo amara con fsforos oridos, quand on a la vie et la jeunesse, cest dj tellement! Cuando ya no haya espacio entre tu grandeza y mi postrer proyecto, amada, volver a tu media, haz de besarme, bajando por tu media repetida, tu porttil ausente, dile as
  57. 57. Poemas humanos 55 La vida, esta vida me placa, su instrumento, esas palomas Me placa escucharlas gobernarse en lontananza, advenir naturales, determinado el nmero, y ejecutar, segn sus aicciones, sus dianas de animales. Encogido, o desde mis hombros su sosegada produccin, cave los albaales sesgar sus trece huesos, dentro viejo tornillo hincharse el plomo. Sus paujiles picos, pareadas palomitas, las pbridas, hojendose los hgados, sobrinas de la nube Vida! Vida! Esta es la vida! Zurear su tradicin rojo les era, rojo moral, palomas vigilantes, talvez rojo de herrumbre, si caan entonces azulmente. Su elemental cadena, sus viajes de individuales pjaros viajeros, echaron humo denso, pena fsica, prtico inuyente. Palomas saltando, indelebles palomas olorosas, manferidas venan, advenan por azarosas vas digestivas, a contarme sus cosas fosforosas, pjaros de contar, pjaros transitivos y orejones
  58. 58. CSAR VALLEJO56 No escuchar ya ms desde mis hombros huesudo, enfermo, en cama, ejecutar sus dianas de animales Me doy cuenta.
  59. 59. Poemas humanos 57 Hasta el da en que vuelva, de esta piedra nacer mi taln denitivo, con su juego de crmenes, su yedra, su obstinacin dramtica, su olivo. Hasta el da en que vuelva, prosiguiendo, con franca rectitud de cojo amargo, de pozo en pozo, mi periplo, entiendo que el hombre ha de ser bueno, sin embargo. Hasta el da en que vuelva y hasta que ande el animal que soy, entre sus jueces, nuestro bravo meique ser grande, digno, innito dedo entre los dedos.
  60. 60. CSAR VALLEJO58 Por ltimo, sin ese buen aroma sucesivo, sin l, sin su cuociente melanclico, cierra su manto mi ventaja suave, mis condiciones cierran sus cajitas. Ay, cmo la sensacin arruga tnto! ay, cmo una idea ja me ha entrado en una ua! Albino, spero, abierto, con temblorosa hectrea, mi deleite cae viernes, mas mi triste tristumbre se compone de clera y tristeza y, a su borde arenoso e indoloro, la sensacin me arruga, me arrincona. Ladrones de oro, vctimas de plata: el oro que robara yo a mis vctimas, rico de m olvidndolo! la plata que robara a mis ladrones, pobre de m olvidndolo! Execrable sistema, clima en nombre del cielo, del [bronquio y la quebrada, la cantidad enorme de dinero que cuesta el ser pobre
  61. 61. Poemas humanos 59 Fue domingo en las claras orejas de mi burro, de mi burro peruano en el Per (Perdonen la tristeza) Mas hoy ya son las once en mi experiencia personal, experiencia de un solo ojo, clavado en pleno pecho, de una sola burrada, clavada en pleno pecho, de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho. Tal de mi tierra veo los cerros retratados, ricos en burros, hijos de burros, padres hoy de vista, que tornan ya pintados de creencias, cerros horizontales de mis penas. En su estatua, de espada, Voltaire cruza su capa y mira el zcalo, pero el sol me penetra y espanta de mis dientes incisivos un nmero crecido de cuerpos inorgnicos. Y entonces sueo en una piedra verduzca, diecisiete, peasco numeral que he olvidado, sonido de aos en el rumor de aguja de mi brazo, lluvia y sol en Europa, y cmo toso! cmo vivo! cmo me duele el pelo al columbrar los siglos semanales! y cmo, por recodo, mi ciclo microbiano, quiero decir mi trmulo, patritico peinado.
  62. 62. CSAR VALLEJO60 Considerando en fro, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo nico que hace es componerse de das; que es lbrego mamfero y se peina Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su frmula famlica de masa Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona Considerando tambin que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza Examinando, en n, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperacin, al terminar su da atroz, borrndolo Comprendiendo que l sabe que le quiero,
  63. 63. Poemas humanos 6 que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente Considerando sus documentos generales y mirando con lentes aquel certicado que prueba que naci muy pequeito le hago una sea, viene, y le doy un abrazo, emocionado. Qu mas da! Emocionado Emocionado
  64. 64. CSAR VALLEJO62 Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir: ya lo deca. Casi toqu la parte de mi todo y me contuve con un tiro en la lengua detrs de mi palabra. Hoy me palpo el mentn en retirada y en estos momentneos pantalones yo me digo: Tnta vida y jams! Tntos aos y siempre mis semanas! Mis padres enterrados con su piedra y su triste estirn que no ha acabado; de cuerpo entero hermanos, mis hermanos, y, en n, mi sr parado y en chaleco. Me gusta la vida enormemente, pero, desde luego, con mi muerte querida y mi caf y viendo los castaos frondosos de Pars y diciendo: Es un ojo ste, aqul; una frente sta, aqullaY repitiendo: Tnta vida y jams me falla la tonada! Tntos aos y siempre, siempre, siempre! Dije chaleco, dije todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar. Que es verdad que sufr en aquel hospital que queda al lado y est bien y est mal haber mirado de abajo para arriba mi organismo. Me gustar vivir siempre, as fuese de barriga, porque, como iba diciendo y lo repito, tnta vida y jams! Y tntos aos, y siempre, mucho siempre, siempre siempre!
  65. 65. Poemas humanos 63 LA RUEDA DEL HAMBRIENTO Por entre mis propios dientes salgo humeando, dando voces, pujando, bajndome los pantalones Vca mi estmago, vca mi yeyuno, la miseria me saca por entre mis propios dientes, cogido con un palito por el puo de la camisa. Una piedra en que sentarme no habr ahora para m? Aun aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz, la madre del cordero, la causa, la raz, sa no habr ahora para m? Siquiera aquella otra, que ha pasado agachndose por mi alma! Siquiera la calcrida o la mala (humilde ocano) o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre, sa ddmela ahora para m! Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto, sa ddmela ahora para m! Siquiera la torcida y coronada, en que resuena solamente una vez el andar de las rectas conciencias, o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva, va a caer por s misma, en profesin de entraa verdadera, sa ddmela ahora para m! Un pedazo de pan, tampoco habr para m? Ya no ms he de ser lo que siempre he de ser,
  66. 66. CSAR VALLEJO64 pero dadme una piedra en que sentarme, pero dadme, por favor, un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme en espaol algo, en n, de beber, de comer, de vivir, de reposarse, y despus me ir Hallo una extraa forma, est muy rota y sucia mi camisa y ya no tengo nada, esto es horrendo.
  67. 67. Poemas humanos 65 PIENSAN LOS VIEJOS ASNOS Ahora vestirame de msico por verle, chocara con su alma, sobndole el destino con mi mano, le dejara tranquilo, ya que es un alma a pausas, en n, le dejara posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto. Podra hoy dilatarse en este fro, podra toser; le vi bostezar, duplicndose en mi odo su aciago movimiento muscular. Tal me reero a un hombre, a su placa positiva y, por qu n? a su boldo ejecutante, aquel horrible lamento lujoso; a su bastn con puo de plata con perrito, y a los nios que l dijo eran sus fnebres cuados. Por eso vestirame hoy de msico, chocara con su alma que quedse mirando a mi materia Mas ya nunca verle afeitndose al pie de su maana; ya nunca, ya jams, ya para qu! Hay que ver! Qu cosa cosa! qu jams de jamases su jams!
  68. 68. CSAR VALLEJO66 PARS, OCTUBRE 1936 De todo esto yo soy el nico que parte. De este banco me voy, de mis calzones, de mi gran situacin, de mis acciones, de mi nmero hendido parte a parte, de todo esto yo soy el nico que parte. De los Campos Elseos al dar vuelta la extraa callejuela de la Luna, mi defuncin se va, parte de mi cuna, y, rodeada de gente, sola, suelta, mi semejanza humana dase vuelta y despacha sus sombras una a una. Y me alejo de todo, porque todo se queda para hacer la coartada: mi zapato, su ojal, tambin su lodo y hasta el doblez del codo de mi propia camisa abotonada.
  69. 69. Poemas humanos 67 (IV) Poemas sin fecha, mecanograados en letra negra
  70. 70. CSAR VALLEJO68
  71. 71. Poemas humanos 69 TELRICA Y MAGNTICA Mecnica sincera y peruansima la del cerro colorado! Suelo terico y prctico! Surcos inteligentes; ejemplo: el monolito y su cortejo! Papales, cebadales, alfalfares, cosa buena! Cultivos que integra una asombrosa jerarqua de tiles y que integran con viento los mujidos, las aguas con su sorda antigedad! Cuaternarios maces, de opuestos natalicios, los oigo por los pies cmo se alejan, los huelo retomar cuando la tierra tropieza con la tcnica del cielo! Molcula exabrupto! Atomo terso! Oh campos humanos! Solar y nutricia ausencia de la mar, y sentimiento ocenico de todo! Oh climas encontrados dentro del oro, listos! Oh campo intelectual de cordillera, con religin, con campo, con patitos! Paquidermos en prosa cuando pasan y en verso cuando pranse! Roedores que miran con sentimiento judicial en torno! Oh patriticos asnos de mi vida! Vicua, descendiente nacional y graciosa de mi mono! Oh luz que dista apenas un espejo de la sombra, que es vida con el punto y, con la lnea, polvo y que por eso acato, subiendo por la idea a mi osamenta!
  72. 72. CSAR VALLEJO70 Siega en poca del dilatado molle, del farol que colgaron de la sien y del que descolgaron de la barreta esplndida! ngeles de corral, aves por un descuido de la cresta! Cuya o cuy para comerlos fritos con el bravo rocoto de los temples! (Cndores? Me friegan los cndores!) Leos cristianos en gracia al tronco feliz y al tallo competente! Familia de los lquenes, especies en formacin basltica que yo respeto desde este modestsimo papel! Cuatro operaciones, os sustraigo para salvar al roble y hundirlo en buena ley! Cuestas en infraganti! Auqunidos llorosos, almas mas! Sierra de mi Per, Per del mundo, y Per al pie del orbe; yo me adhiero! Estrellas matutinas si os aromo quemando hojas de coca en este crneo, y cenitales, si destapo, de un solo sombrerazo, mis diez templos! Brazo de siembra, bjate, y a pie! Lluvia a base del medioda, bajo el techo de tejas donde muerde la infatigable altura y la trtola corta en tres su trino! Rotacin de tardes modernas y nas madrugadas arqueolgicas! Indio despus del hombre y antes de l! Lo entiendo todo en dos autas y me doy a entender en una quena! Y lo dems, me las pelan!
  73. 73. Poemas humanos 7 GLEBA Con efecto mundial de vela que se enciende, el prepucio directo, hombres a golpes, funcionan los labriegos a tiro de neblina, con alabadas barbas, pie prctico y reginas sinceras de los valles. Hablan como les vienen las palabras, cambian ideas bebiendo orden sacerdotal de una botella; cambian tambin ideas tras de un rbol, parlando de escrituras privadas, de la luna menguante y de los ros pblicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!) Funcin de fuerza sorda y de zarza ardiendo, paso de palo, gesto de palo, acpites de palo, la palabra colgando de otro palo. De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta orecida, de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo, y, agitando y agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras, levantan sus defectos capitales con cintas, su mansedumbre y sus vasos sanguneos, tristes, de jueces colorados.
  74. 74. CSAR VALLEJO72 Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades, tienen su pantaln, sus dedos metacarpos y un palito; para comer vistironse de altura y se lavan la cara acaricindose con slidas palomas. Por cierto, aquestos hombres cumplen aos en los peligros, echan toda la frente en sus salutaciones; carecen de reloj, no se jactan jams de respirar y, en n, suelen decirse: All, las putas, Luis Taboada, los ingleses; all ellos, all ellos, all ellos!
  75. 75. Poemas humanos 73 Los mineros salieron de la mina remontando sus ruinas venideras, fajaron su salud con estampidos y, elaborando su funcin mental, cerraron con sus voces el socavn, en forma de sntoma profundo. Era de ver sus polvos corrosivos! Era de or sus xidos de altura! Cuas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (Es formidable!) El orden de sus tmulos, sus inducciones plsticas, sus respuestas corales, agolpronse al pie de gneos percances y airente amarillura conocieron los trstidos y tristes, imbuidos del metal que se acaba, del metaloide plido y pequeo. Craneados de labor, y calzados de cuero de vizcacha calzados de senderos innitos, y los ojos de fsico llorar, creadores de la profundidad, saben, a cielo intermitente de escalera, bajar mirando para arriba, saben subir mirando para abajo. Loor al antiguo juego de su naturaleza, a sus insomnes rganos, a su saliva rstica! Temple, lo y punta, a sus pestaas! Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios! Felpa de hierro a sus nupciales sbanas! Mujeres hasta abajo, sus mujeres!
  76. 76. CSAR VALLEJO74 Mucha felicidad para los suyos! Son algo portentoso, los mineros remontando sus ruinas venideras, elaborando su funcin mental y abriendo con sus voces el socavn, en forma de sntoma profundo! Loor a su naturaleza amarillenta, a su linterna mgica, a sus cubos y rombos, a sus percances plsticos, a sus ojazos de seis nervios pticos y a sus hijos que juegan en la iglesia y a sus tcitos padres infantiles! Salud, oh creadores de la profundidad! (Es formidable)
  77. 77. Poemas humanos 75 PRIMAVERA TUBEROSA Esta vez, arrastrando briosa sus pobrezas al sesgo de mi pompa delantera, coteja su coturno con mi traspi sin taco, la primavera exacta de picotn de buitre. La perd en cuanto tela de mis despilfarros, jugula en cuanto pomo de mi aplauso; el termmetro puesto, puesto el n, puesto el gusano, contusa mi doblez del otro da, aguardla al arrullo de un grillo fugitivo y despeda uoso, somtico, sufrido. Veces latentes de astro, ocasiones de ser gallina negra, entabl la bandida primavera con mi chusma de aprietos, con mis apocamientos en camisa, mi derecho sovitico y mi gorra. Veces las del bocado laurneo, con smbolos, tabaco, mundo y carne, deglusin translaticia bajo palio, al sn de los testculos cantores; talentoso torrente el de mi suave suavidad, rebatible a pedradas, ganable con tan slo suspirar Flora de estilo, plena, citada en fangos de honor por rosas auditivas Respingo, coz, patada sencilla, triquiuela adorada Cantan Sudan
  78. 78. CSAR VALLEJO76 Parado en una piedra, desocupado, astroso, espeluznante, a la orilla del Sena, va y viene. Del ro brota entonces la conciencia, con peciolo y rasguos de rbol vido: del ro sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados. El parado la ve yendo y viniendo, monumental, llevando sus ayunos en la cabeza cncava, en el pecho sus piojos pursimos y abajo su pequeo sonido, el de su pelvis, callado entre dos grandes decisiones, y abajo, ms abajo, un papelito, un clavo, una cerilla Este es, trabajadores, aqul que en la labor sudaba para afuera, que suda hoy para adentro su secrecin de sangre rehusada! Fundidor del can, que sabe cuntas zarpas son acero, tejedor que conoce los hilos positivos de sus venas, albail de pirmides, constructor de descensos por columnas serenas, por fracasos triunfales, parado individual entre treinta millones de parados, andante en multitud, qu salto el retratado en su taln y qu humo el de su boca ayuna, y cmo su talle incide, canto a canto, en su herramienta atroz, parada, y qu idea de dolorosa vlvula en su pmulo!
  79. 79. Poemas humanos 77 Tambin parado el hierro frente al horno, paradas las semillas con sus sumisas sntesis al aire, parados los petrleos conexos, parada en sus autnticos apstrofes la luz, parados de crecer los laureles, parada en un pie las aguas mviles y hasta la tierra misma, parada de estupor ante este paro, qu salto el retratado en sus tendones! qu transmisin entablan sus cien pasos! cmo chilla el motor en su tobillo! cmo grue el reloj, pasendose impaciente a sus espaldas! cmo oye deglutir a los patrones el trago que le falta, camaradas, y el pan que se equivoca de saliva, y, oyndolo, sintindolo, en plural, humanamente, cmo clava el relmpago su fuerza sin cabeza en su cabeza! y lo que hacen, abajo, entonces, ay! ms abajo, camaradas, el papelucho, el clavo, la cerilla, el pequeo sonido, el piojo padre!
  80. 80. CSAR VALLEJO78 De disturbio en disturbio subes a acompaarme a estar solo; yo lo comprendo andando de puntillas, con un pan en la mano, un camino en el pie y haciendo, negro hasta sacar espuma, mi perl su papel espeluznante. Ya habas disparado para atrs tu violencia neumtica, otra poca, mas luego me sostienes ahora en brazo de honra fnebre y sostienes el rumbo de las cosas en brazo de honra fnebre, la muerte de las cosas resumida en brazo de honra fnebre. Pero, realmente y puesto que tratamos de la vida, cuando el hecho de entonces eche crin en tu mano, al seguir tu rumor como regando, cuando sufras en suma de kanguro, olvdame, sostnme todava, compaero de cantidad pequea, azotado de fechas con espinas, olvdame y sostnme por el pecho, jumento que te paras en dos para abrazarme; duda de tu excremento unos segundos, observa cmo el aire empieza a ser el cielo levantndose, hombrecillo, hombrezuelo, hombre con taco, quireme, acompame Ten presente que un da ha de cantar un mirlo de sotana sobre mi tonelada ya desnuda. (Cant un mirlo llevando las cintas de mi gramo entre su pico) Ha de cantar calzado de este sollozo innato,
  81. 81. Poemas humanos 79 hombre con taco, y, simultnea, doloridamente, ha de cantar calzado de mi paso, y no orlo, hombrezuelo, ser malo, ser denuesto y hoja, pesadumbre, trenza, humo quieto. Perro parado al borde de una piedra es el vuelo en su curva; tambin tenlo presente, hombrn hasta arriba. Te lo recordarn el peso bajo, de ribera adversa, el peso temporal, de gran silencio, ms eso de los meses y aquello que regresa de los aos.
  82. 82. CSAR VALLEJO80 Quisiera hoy ser feliz de buena gana, ser feliz y portarme frondoso de preguntas, abrir por temperamento de par en par mi cuarto, como loco, y reclamar, en n, en mi conanza fsica acostado, slo por ver si quieren, slo por ver si quieren probar de mi espontnea posicin, reclamar, voy diciendo, por qu me dan as tnto en el alma. Pues quisiera en sustancia ser dichoso, obrar sin bastn, laica humildad, ni burro negro. As las sensaciones de este mundo, los cantos subjuntivos, el lpiz que perd en mi cavidad y mis amados rganos de llanto. Hermano persuasible, camarada, padre por la grandeza, hijo mortal, amigo y contendor, inmenso documento de Darwin: a qu hora, pues, vendrn con mi retrato? A los goces? Acaso sobre goce amortajado? Ms temprano? Quin sabe, a las porfas? A las misericordias, camarada, hombre mo en rechazo y observacin, vecino en cuyo cuello enorme sube y baja, al natural, sin hilo, mi esperanza
  83. 83. Poemas humanos 8 Pero antes que se acabe toda esta dicha, pirdela atajndola, tmale la medida, por si rebasa tu ademn; rebsala, ve si cabe tendida en tu extensin. Bien la s por su llave, aunque no sepa, a veces, si esta dicha anda sola, apoyada en tu infortunio o taida, por slo darte gusto, en tus falanjas. Bien la s nica, sola, de una sabidura solitaria. En tu oreja el cartlago est hermoso y te escribo por eso, te medito: No olvides en tu sueo de pensar que eres feliz, que la dicha es un hecho profundo, cuando acaba, pero al llegar, asume un catico aroma de asta muerta. Silbando a tu muerte, sombrero a la pedrada, blanco, ladeas a ganar tu batalla de escaleras, soldado del tallo, lsofo del grano, mecnico del sueo. (Me percibes, animal? me dejo comparar como tamao? No respondes y callado me miras a travs de la edad de tu palabra). Ladeando as tu dicha, volver a clamarla tu lengua, a despedirla, dicha tan desgraciada de durar. Antes, se acabar violentamente, dentada, pedernalina estampa, y entonces oirs cmo medito y entonces tocars cmo tu sombra es sta ma desvestida y entonces olers cmo he sufrido.
  84. 84. CSAR VALLEJO82 Y si despus de tntas palabras, no sobrevive la palabra! Si despus de las alas de los pjaros, no sobrevive el pjaro parado! Ms valdra, en verdad, que se lo coman todo y acabemos! Haber nacido para vivir de nuestra muerte! Levantarse del cielo hacia la tierra por sus propios desastres y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla! Ms valdra, francamente, que se lo coman todo y qu ms da! Y si despus de tnta historia, sucumbimos, no ya de eternidad, sino de esas cosas sencillas, como estar en la casa o ponerse a cavilar! Y si luego encontramos, de buenas a primeras, que vivimos, a juzgar por la altura de los astros, por el peine y las manchas del pauelo! Ms valdra, en verdad, que se lo coman todo, desde luego! Se dir que tenemos en uno de los ojos mucha pena y tambin en el otro, mucha pena y en los dos, cuando miran, mucha pena Entonces Claro! Entonces ni palabra!
  85. 85. Poemas humanos 83 (V) Poemas fechados
  86. 86. CSAR VALLEJO84
  87. 87. Poemas humanos 85 Calor, cansado voy con mi oro, a donde acaba mi enemigo de quererme. Cest Septembre attidi, por ti, Febrero! Es como si me hubieran puesto aretes. Pars, y 4, y 5, y la ansiedad colgada, en el calor, de mi hecho muerto. Cest Paris, reine du monde! Es como si se hubieran orinado. Hojas amargas de mensual tamao y hojas del Luxemburgo polvorosas. Cest lt, por ti, invierno de alta pleura! Es como si se hubieran dado vuelta. Calor, Pars, Otoo, cunto esto en medio del calor y de la urbe! Cest la vie, mort de la Mort! Es como si contaran mis pisadas. Es como si me hubieran puesto aretes! Es como si se hubieran orinado! Es como si te hubieras dado vuelta! Es como si contaran mis pisadas! 4 Set. 937
  88. 88. CSAR VALLEJO86 Un pilar soportando consuelos, pilar otro, pilar en duplicado, pilaroso y como nieto de una puerta oscura. Ruido perdido, el uno, oyendo, al borde del cansancio; bebiendo, el otro, dos a dos, con asas. Ignoro acaso el ao de este da, el odio de este amor, las tablas de esta frente? Ignoro que esta tarde cuesta das? Ignoro que jams se dicenunca, de rodillas? Los pilares que vi me estn oyendo; otros pilares son, doses y nietos tristes de mi pierna. Lo digo en cobre americano, que le debe a la plata tnto fuego! Consolado en terceras nupcias, plido, nacido, voy a cerrar mi pila bautismal, esta vidriera, este susto con tetas, este dedo en capilla, coraznmente unido a mi esqueleto. 6 Set. 937
  89. 89. Poemas humanos 87 Al cavilar en la vida, al cavilar despacio en el esfuerzo del torrente, alivia, ofrece asiento el existir, condena a muerte; envuelto en trapos blancos cae, cae planetariamente el clavo hervido en pesadumbre; cae! (Acritud ocial, la de mi izquierda; viejo bolsillo, en s considerada, esta derecha). Todo est alegre, menos mi alegra y todo, largo, menos mi candor, mi incertidumbre! A juzgar por la forma, no obstante, voy de frente, cojeando antiguamente, y olvido por mis lgrimas mis ojos (Muy interesante) y subo hasta mis pies desde mi estrella. Tejo; de haber hilado, hme tejiendo. Busco lo que me sigue y se me esconde entre arzobispos, por debajo de mi alma y tras del humo de mi aliento. Tal era la sensual desolacin de la cabra doncella que ascenda, exhalando petrleos fatdicos ayer domingo en que perd mi sbado. Tal es la muerte, con su audaz marido. 7 Set. 937
  90. 90. CSAR VALLEJO88 POEMA PARA SER LEDO Y CANTADO S que hay una persona que me busca en su mano, da y noche, encontrndome, a cada minuto, en su calzado. Ignora que la noche est enterrada con espuelas detrs de la cocina? S que hay una persona compuesta de mis partes, a la que integro cuando va mi talle cabalgando en su exacta piedrecilla. Ignora que a su cofre no volver moneda que sali con su retrato? S el da, pero el sol se me ha escapado; s el acto universal que hizo en su cama con ajeno valor y esa agua tibia, cuya supercial frecuencia es una mina. Tan pequea es, acaso, esa persona, que hasta sus propios pies as la pisan? Un gato es el lindero entre ella y yo, al lado mismo de su tasa de agua. La veo en las esquinas, se abre y cierra su veste, antes palmera interrogante Qu podr hacer sino cambiar de llanto? Pero me busca y busca. Es una historia! 7 Sep. 937
  91. 91. Poemas humanos 89 El acento me pende del zapato; le oigo perfectamente sucumbir, lucir, doblarse en forma de mbar y colgar, colorante, mala sombra. Me sobra as el tamao, me ven jueces desde un rbol, me ven con sus espaldas ir de frente, entrar a mi martillo, pararme a ver a una nia y, al pie de un urinario, alzar los hombros. Seguramente nadie est a mi lado, me importa poco, no lo necesito; seguramente han dicho que me vaya: lo siento claramente. Cruelsimo tamao el de rezar! Humillacin, fulgor, profunda selva! Me sobra ya tamao, bruma elstica, rapidez por encima y desde y junto. Imperturbable! Imperturbable! Suenan luego, despus, fatdicos telfonos. Es el acento; es l. 2 Set 937
  92. 92. CSAR VALLEJO90 La punta del hombre, el ludibrio pequeo de encojerse tras de fumar su universal ceniza; punta al darse en secretos caracoles, punta donde se agarra uno con guantes, punta el lunes sujeto por seis frenos, punta saliendo de escuchar a su alma. De otra manera, fueran lluvia menuda los soldados y ni cuadrada plvora, al volver de los bravos desatinos, y ni letales pltanos; tan slo un poco de patilla en la silueta. De otra manera, caminantes suegros, cuados en misin sonora, yernos por la va ingratsima del jebe, toda la gracia caballar andando puede fulgir esplendorosamente! Oh pensar geomtrico al trasluz! Oh no morir bajamente de majestad tan rauda y tan fragante! Oh no cantar; apenas escribir y escribir con un palito o con el lo de la oreja inquieta! Acorde de lpiz, tmpano sordsimo, dondoneo en mitades robustas y comer de memoria buena carne, jamn, si falta carne, y un pedazo de queso con gusanos hembras, gusanos machos y gusanos muertos. 4 Set 937
  93. 93. Poemas humanos 9 Oh botella sin vino! oh vino que enviud de esta botella! Tarde cuando la de la tarde ame funestamente en cinco espritus. Viudez sin pan ni mugre, rematando en horrendos metaloides y en clulas orales acabando. Oh siempre, nunca dar con el jams de tnto siempre! oh mis buenos amigos, cruel falacia, parcial, penetrativa en nuestro trunco, voltil, jugarino desconsuelo! Sublime, baja perfeccin del cerdo, palpa mi general melancola! Zuela sonante en sueos, zuela zaa, inferior, vendida, lcita, ladrona, baja y palpa lo que eran mis ideas! Tu y l y ellos y todos, sin embargo, entraron a la vez en mi camisa, en los hombros madera, entre los fmures, palillos; t particularmente, habindome inuido; l, ftil, colorado, con dinero y ellos, znganos de ala de otro peso. Oh botella sin vino! oh vino que enviud de esta botella! 6 Set 937
  94. 94. CSAR VALLEJO92 Va corriendo, andando, huyendo de sus pies Va con dos nubes en su nube, sentado apcrifo, en la mano insertos sus tristes paras, sus entonces fnebres. Corre de todo, andando entre protestas incoloras; huye subiendo, huye bajando, huye a paso de sotana, huye alzando al mal en brazos, huye directamente a sollozar a solas. Adonde vaya, lejos de sus fragosos, custicos talones, lejos del aire, lejos de su viaje, a n de huir, huir y huir y huir de sus pies hombre en dos pies, parado de tnto huir habr sed de correr. Y ni el rbol, si endosa hierro de oro! Y ni el hierro, si cubre su hojarasca! Nada, sino sus pies, nada sino su breve calofro, sus paras vivos, sus entonces vivos 8 Set 937
  95. 95. Poemas humanos 93 Al n, un monte detrs de la bajura; al n, humeante nimbo alrededor, durante un rostro jo. Monte en honor del pozo, sobre lones de gratuita plata de oro. Es la franja a que arrstranse, seguras de sus tonos de verano, las que eran largas vlvulas difuntas; el taciturno marco de este arranque natural, de este augusto zapatazo, de esta piel, de este intrnseco destello digital, en que estoy entero, lbrico. Quehaceres en un pie, mecha de azufre, oro de plata y plata hecha de plata y mi muerte, mi hondura, mi colina. Pasar abrazado a mis brazos, destaparme despus o antes del corcho! Monte que tntas veces manara oracin, prosa uvial de llanas lgrimas; monte bajo, compuesto de suplicantes gradas y, ms all, de torrenciales torres; niebla entre el da y el alcohol del da, caro verdor de coles, tibios asnos complementarios, palos y maderas; lones de gratuita plata de oro. 9 Set 937
  96. 96. CSAR VALLEJO94 Quiere y no quiere su color mi pecho, por cuyas bruscas vas voy, lloro con palo, trato de ser feliz, lloro en mi mano, recuerdo, escribo y remacho una lgrima en mi pmulo. Quiere su rojo el mal, el bien su rojo enrojecido por el hacha suspensa, por el trote del ala a pie volando, y no quiere y sensiblemente no quiere aquesto el hombre; no quiere estar en su alma acostado, en la sien latidos de asta, el bimano, el muy bruto, el muy lsofo. As, casi no soy, me vengo abajo desde el arado en que socorro a mi alma y casi, en proporcin, casi enaltzcome. Que saber por qu tiene la vida este perrazo, por qu lloro, por qu, cejn, inhbil, veleidoso, hube nacido gritando; saberlo, comprenderlo al son de un alfabeto competente, sera padecer por un ingrato. Y no! No! No! Qu ardid, ni paramento! Congoja, s, con s rme y frentico, coriceo, rapaz, quiere y no quiere, cielo y pjaro; congoja, s, con toda la bragueta. Contienda entre dos llantos, robo de una sola ventura, va indolora en que padezco en chanclos de la velocidad de andar a ciegas. 22 Set 937
  97. 97. Poemas humanos 95 Esto sucedi entre dos prpados; tembl en mi vaina, colrico, alcalino, parado junto al lbrico equinoccio, al pie del fro incendio en que me acabo. Resbaln alcalino, voy diciendo, ms ac de los ajos, sobre el sentido almbar, ms adentro, muy ms, de las herrumbres, al ir el agua y al volver la ola. Resbaln alcalino tambin y grandemente, en el montaje colosal del cielo. Qu venablos y harpones lanzar, si muero en mi vayna; dar en hojas de pltano sagrado mis cinco huesecillos subalternos, y en la mirada, la mirada misma! (Dicen que en los suspiros se edican entonces acordeones seos, tctiles; dicen que cuando mueren as los que se acaban, ay! mueren fuera del reloj, la mano agarrada a un zapato solitario) Comprendindolo y todo, coronel y todo, en el sentido llorante de esta voz, me hago doler yo mismo, extraigo tristemente, por la noche, mis uas; luego no tengo nada y hablo solo, reviso mis semestres y para henchir mi vrtebra, me toco. 23 Set 937
  98. 98. CSAR VALLEJO96 Quedme a calentar la tinta en que me ahogo y a escuchar mi caverna alternativa, noches de tacto, das de abstraccin. Se estremeci la incgnita en mi amgdala y cruj de una anual melancola, noches de sol, das de luna, ocasos de Pars. Y todava, hoy mismo, al atardecer, digiero sacratsimas constancias, noches de madre, das de biznieta bicolor, voluptuosa, urgente, linda. Y aun alcanzo, llego hasta m en avin de dos asientos, bajo la maana domstica y la bruma que emergi eternamente de un instante. Y todava, aun ahora, al cabo del cometa en que he ganado mi bacilo feliz y doctoral, he aqu que caliente, oyente, tierro, sol y luno, incgnito atravieso el cementerio, tomo a la izquierda, hiendo la yerba con un par de endecaslabos, aos de tumba, litros de innito, tinta, pluma, ladrillos y perdones. 24 Set 937
  99. 99. Poemas humanos 97 La paz, la abispa, el taco, las vertientes, el muerto, los declitros, el bho, los lugares, la tia, los sarcfagos, el vaso, las morenas, el desconocimiento, la olla, el monaguillo, las gotas, el olvido, la potestad, los primos, los arcngeles, la aguja, los prrocos, el bano, el desaire, la parte, el tipo, el estupor, el alma Dctil, azafranado, externo, ntido, porttil, viejo, trece, ensangrentado, fotograadas, listas, tumefactas, conexas, largas, encintadas, prdas Ardiendo, comparando, viviendo, enfurecindose, golpeando, analizando, oyendo, estremecindose, muriendo, sostenindose, situndose, llorando Despus, stos, aqu, despus, encima, quiz, mientras, detrs, tnto, tan nunca, debajo, acaso, lejos, siempre, aquello, maana, cunto, cunto! Lo horrible, lo suntuario, lo lentsimo, lo augusto, lo infructuoso, lo aciago, lo crispante, lo mojado, lo fatal, lo todo, lo pursimo, lo lbrego, lo acerbo, lo satnico, lo tctil, lo profundo 25 Sept. 937
  100. 100. CSAR VALLEJO98 Transido, salomnico, decente, ululaba; compuesto, caviloso, cadavrico, perjuro, iba, tornaba, responda; osaba, fatdico, escarlata, irresistible. En sociedad, en vidrio, en polvo, en hulla, marchse; vacil, en hablando en oro; fulgur, volte, en acatamiento; en terciopelo, en llanto, replegse. Recordar? Insistir? Ir? Perdonar? Ceudo, acabara recostado, spero, atnito, mural; meditaba estamparse, confundirse, fenecer. Inatacablemente, impunemente, negramente, husmear, comprender; vestirse oralmente; inciertamente ir, acobardarse, olvidar. 26 Sept 937
  101. 101. Poemas humanos 99 Y bien? Te sana el metaloide plido? Los metaloides incendiarios, cvicos, inclinados al ro atroz del polvo? Esclavo, es ya la hora circular en que en las dos aurculas se forman anillos guturales, corredizos, cuaternarios. Seor esclavo, en la maana mgica se ve, por n, el busto de tu trmulo ronquido, vense tus sufrimientos a caballo, pasa el rgano bueno, el de tres asas, hojeo, mes por mes, tu monocorde cabellera, tu suegra llora haciendo huesecillos de sus dedos, se inclina tu alma con pasin a verte y tu sien, un momento, marca el paso. Y la gallina pone su innito, uno por uno; sale la tierra hermosa de las humeantes slabas, te retratas de pie junto a tu hermano, truena el color oscuro bajo el lecho y corren y entrechcanse los pulpos. Seor esclavo y bien? Los metaloides obran en tu angustia? 27 Sept 937
  102. 102. CSAR VALLEJO00 De puro calor tengo fro, hermana Envidia! Lamen mi sombra leones y el ratn me muerde el nombre, madre alma ma! Al borde del fondo voy, cuado Vicio! La oruga tae su voz, y la voz tae su oruga, padre cuerpo mo! Est de frente mi amor, nieta Paloma! De rodillas, mi terror y de cabeza, mi angustia, madre alma ma! Hasta que un da sin dos, esposa Tumba, mi ltimo hierro d el son de una vbora que duerme, padre cuerpo mo! 29 Set 937
  103. 103. Poemas humanos 0 Conanza en el anteojo, n en el ojo; en la escalera, nunca en el peldao; en el ala, n en el ave y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Conanza en la maldad, n en el malvado; en el vaso, mas nunca en el licor; en el cadver, no en el hombre y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Conanza en muchos, pero ya no en uno; en el cauce, jams en la corriente; en los calzones, no en las piernas y en ti slo, en ti slo, en ti slo. Conanza en la ventana, no en la puerta; en la madre, mas no en los nueve meses; en el destino, no en el dado de oro, y en ti slo, en ti slo, en ti slo. 5 Oct 937
  104. 104. CSAR VALLEJO02 Hablando de la lea, callo el fuego? Barriendo el suelo, olvido el fsil? Razonando, mi trenza, mi corona de carne? (Contesta, amado Hermeregildo, el brusco; pregunta, Luis, el lento!) Encima, abajo, con tamaa altura! Madera, tras el reino de las bras! Isabel, con horizonte de entrada! Lejos, al lado, astutos Atanacios! Todo, la parte! Unto a ciegas en luz mis calcetines, en riesgo, la gran paz de este peligro, y mis cometas, en la miel pensada, el cuerpo, en miel llorada. Pregunta, Luis; responde, Hermeregildo! Abajo, arriba, al lado, lejos! Isabel, fuego, diplomas de los muertos! Horizonte, Atanacio, parte, todo! Miel de miel, llanto de frente! Reino de la madera, corte oblicuo a la lnea del camello, bra de mi corona de carne! TERREMOTO 6 Oct 937
  105. 105. Poemas humanos 03 Escarnecido, aclimatado al bien, mrbido, hurente, doblo el cabo carnal y juego a copas, donde acaban en moscas los destinos, donde com y beb de lo que me hunde. Monumental adarme, fretro numeral, los de mi deuda, los de mi deuda, cuando caigo altamente, ruidosamente, amoratadamente. Al fondo, es hora, entonces, de gemir con toda el hacha y es entonces el ao del sollozo, el da del tobillo, la noche del costado, el siglo del resuello. Cualidades estriles, montonos satanes, del anco brincan, del ijar de mi yegua suplente; pero, donde com, cunto pens! pero cunto beb donde llor! As es la vida, tal como es la vida, all, detrs del innito; as, espontneamente, delante de la sien legislativa. Yace la cuerda as al pie del violn, cuando hablaron del aire, a voces, cuando hablaron muy despacio del relmpago. Se dobla as la mala causa, vamos de tres en tres a la unidad; as se juega a copas y salen a mi encuentro los que aljanse, acaban los destinos en bacterias y se debe todo a todos. 7 Oct 937
  106. 106. CSAR VALLEJO04 Alfonso: ests mirndome, lo veo, desde el plano implacable donde moran lineales los siempres, lineales los jamases. (Esa noche, dormiste, entre tu sueo y mi sueo, en la rue de Ribout) Palpablemente, tu inolvidable cholo te oye andar en Pars, te siente en el telfono callar y toca en el alambre a tu ltimo acto tomar peso, brindar por la profundidad, por m, por ti. Yo todava comprodu vin, du lait, comptant les sous bajo mi abrigo, para que no me vea mi alma, bajo mi abrigo aquel, querido Alfonso, y bajo el rayo simple de la sien compuesta; yo todava sufro, y t, ya no, jams, hermano! (Me han dicho que en tus siglos de dolor, amado sr, amado estar, hacas ceros de madera. Es cierto?) En labote de nuit, donde tocabas tangos, tocando tu indignada criatura su corazn, escoltado de ti mismo, llorando por ti mismo y por tu enorme parecido con tu sombra, monsieur Fourgat, el patrn, ha envejecido. Decrselo? Contrselo? No ms, Alfonso; eso, ya n!
  107. 107. Poemas humanos 05 El htel des Ecoles funciona siempre y todava compran mandarinas; pero yo sufro, como te digo, dulcemente, recordando lo que hubimos sufrido ambos, a la muerte de ambos, en la apertura de la doble tumba, de esa otra tumba con tu sr, y de sta de caoba con tu estar; sufro, bebiendo un vaso de ti, Silva, un vaso para ponerse bien, como decamos, y despus, ya veremos lo que pasa Es ste el otro brindis, entre tres, taciturno, diverso en vino, en mundo, en vidrio, al que brindbamos ms de una vez al cuerpo y, menos de una vez, al pensamiento. Hoy es ms diferente todava; hoy sufro dulce, amargamente, bebo tu sangre en cuanto a Cristo el duro, como tu hueso en cuanto a Cristo el suave, porque te quiero, dos a dos, Alfonso, y casi lo podra decir, eternamente. (9 Oct. 937)
  108. 108. CSAR VALLEJO06 TRASPI ENTRE DOS ESTRELLAS Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera tienen cuerpo; cuantitativo el pelo, baja, en pulgadas, la genial pesadumbre; el modo, arriba; no me busques, la muela del olvido, parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, or claros azotes en sus paladares! Vanse de su piel, rascndose el sarcfago en que nacen y suben por su muerte de hora en hora y caen, a lo largo de su alfabeto glido, hasta el suelo. Ay de tnto! ay de tan poco! ay de ellas! Ay en mi cuarto, oyndolas con lentes! Ay en mi trax, cuando compran trajes! Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada! Amadas sean las orejas snchez, amadas las personas que se sientan, amado el desconocido y su seora, el prjimo con mangas, cuello y ojos! Amado sea aquel que tiene chinches, el que lleva zapato roto bajo la lluvia, el que vela el cadver de un pan con dos cerillas, el que se coge un dedo en una puerta, el que no tiene cumpleaos, el que perdi su sombra en un incendio, el animal, el que parece un loro, el que parece un hombre, el pobre rico, el puro miserable, el pobre pobre!
  109. 109. Poemas humanos 07 Amado sea el que tiene hambre o sed, pero no tiene hambre con qu saciar toda su sed, ni sed con qu saciar todas sus hambres! Amado sea el que trabaja al da, al mes, a la hora, el que suda de pena o de vergenza, aquel que va, por orden de sus manos, al cinema, el que paga con lo que le falta, el que duerme de espaldas, el que ya no recuerda su niez; amado sea el calvo sin sombrero, el justo sin espinas, el ladrn sin rosas, el que lleva reloj y ha visto a Dios, el que tiene un honor y no fallece! Amado sea el nio, que cae y an llora y el hombre que ha cado y ya no llora! Ay de tnto! Ay de tan poco! Ay de ellos! ( Oct. 937)
  110. 110. CSAR VALLEJO08 DESPEDIDA RECORDANDO UN ADIS Al cabo, al n, por ltimo, tomo, volv y acbome y os gimo, dndoos la llave, mi sombrero, esta cartita para todos. Al cabo de la llave est el metal en que aprendiramos a desdorar el oro, y est, al n de mi sombrero, este pobre cerebro mal peinado, y, ltimo vaso de humo, en su papel dramtico, yace este sueo prctico del alma. Adis, hermanos san pedros, herclitos, erasmos, espinozas! Adis, tristes obispos bolcheviques! Adis, gobernadores en desorden! Adis, vino que est en el agua como vino! Adis, alcohol que est en la lluvia! Adis tambin, me digo a m mismo, adios, vuelo formal de los milgramos! Tambin adis, de modo idntico, fro del fro y fro del calor! Al cabo, al n, por ltimo, la lgica, los linderos del fuego, la despedida recordando aquel adis. 2 Oct 937
  111. 111. Poemas humanos 09 A lo mejor, soy otro; andando, al alba, otro que marcha en torno a un disco largo, a un disco elstico: mortal, gurativo, audaz diafragma. A lo mejor, recuerdo al esperar, anoto mrmoles donde ndice escarlata, y donde catre de bronce, un zorro ausente, espreo, enojadsimo. A lo mejor, hombre al n, las espaldas ungidas de ail misericordia, a lo mejor, me digo, ms all no hay nada. Me da la mar el disco, rerindolo, con cierto margen seco, a mi garganta; nada, en verdad, ms cido, ms dulce, ms kanteano! Pero sudor ajeno, pero suero o tempestad de mansedumbre, decayendo o subiendo, eso, jams! Echado, no, exhmome, tumefacta la mezcla en que entro a golpes, sin piernas, sin adulto barro, ni armas, una aguja prendida en el gran tomo No! Nunca! Nunca ayer! Nunca despus! Y de ah este tubrculo satnico, esta muela moral de plesiosaurio y estas sospechas pstumas, este ndice, esta cama, estos boletos. 2 Oct 937
  112. 112. CSAR VALLEJO0 EL LIBRO DE LA NATURALEZA Profesor de sollozo he dicho a un rbol palo de azogue, tilo rumoreante, a la orilla del Marne, un buen alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, entre el agua evidente y el sol falso, su tres de copas, su caballo de oros. Rector de los captulos del cielo, de la mosca ardiente, de la calma manual que hay en los asnos; rector de honda ignorancia, un mal alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, el hambre de razn que le enloquece y la sed de demencia que le aloca. Tcnico en gritos, rbol consciente, fuerte, uvial, doble, solar, doble, fantico, conocedor de rosas cardinales, totalmente metido, hasta hacer sangre, en aguijones, un alumno leyendo va en tu naipe, en tu hojarasca, su rey precoz, telrico, volcnico, de espadas. Oh profesor, de haber tnto ignorado! oh rector, de temblar tnto en el aire! oh tcnico, de tnto que te inclinas! Oh tilo! oh palo rumoroso junto al Marne! 2 Oct 937
  113. 113. Poemas humanos MARCHA NUPCIAL A la cabeza de mis propios actos, corona en mano, batalln de dioses, el signo negativo al cuello, atroces el fsforo y la prisa, estupefactos el alma y el valor, con dos impactos al pie de la mirada; dando voces; los lmites, dinmicos, feroces; tragndome los lloros inexactos, me encender, se encender mi hormiga, se encendern mi llave, la querella en que perd la causa de mi huella. Luego, haciendo del tomo una espiga, encender mis hoces al pie de ella y la espiga ser por n espiga. 22 Oct 937
  114. 114. CSAR VALLEJO2 Tengo un miedo terrible de ser un animal de blanca nieve, que sostuvo padre y madre, con su sola circulacin venosa, y que, este da esplndido, solar y arzobispal, da que representa as a la noche, linealmente elude este animal estar contento, respirar y transformarse y tener plata. Sera pena grande que fuera yo tan hombre hasta ese punto. Un disparate, una premisa ubrrima a cuyo yugo ocasional sucumbe el gonce espiritual de mi cintura. Un disparate En tanto, es as, ms ac de la cabeza de Dios, en la tabla de Locke, de Bacon, en el lvido pescuezo de la bestia, en el hocico del alma. Y, en lgica aromtica, tengo ese miedo prctico, este da esplndido, lunar, de ser aqul, ste talvez, a cuyo olfato huele a muerto el suelo, el disparate vivo y el disparate muerto. Oh revolcarse, estar, toser, fajarse, fajarse la doctrina, la sien, de un hombro al otro, alejarse, llorar, darlo por ocho o por siete o por seis, por cinco o darlo por la vida que tiene tres potencias. 22 Oct 937
  115. 115. Poemas humanos 3 INTENSIDAD Y ALTURA Quiero escribir, pero me sale espuma, quiero decir muchsimo y me atollo; no hay cifra hablada que no sea suma, no hay pirmide escrita, sin cogollo. Quiero escribir, pero me siento puma; quiero laurearme, pero me encebollo. No hay toz hablada, que no llegue a bruma, no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo. Vmonos, pues, por eso, a comer yerba, carne de llanto, fruta de gemido, nuestra alma melanclica en conserva. Vmonos! Vmonos! Estoy herido; Vmonos a beber lo ya bebido, vmonos, cuervo, a fecundar tu cuerva. 27 Oct 937
  116. 116. CSAR VALLEJO4 GUITARRA El placer de sufrir, de odiar, me tie la garganta con plsticos venenos, mas la cerda que implanta su orden mgico, su grandeza taurina, entre la prima y la sexta y la octava mendaz, las sufre todas. El placer de sufrir Quin? a quin? quin, las muelas? a quin la sociedad, los carburos de rabia de la enca? Cmo ser y estar, sin darle clera al vecino? Vales ms que mi nmero, hombre solo, y valen ms que todo el diccionario, con su prosa en verso, con su verso en prosa, tu funcin guila, tu mecanismo tigre, blando prjimo. El placer de sufrir, de esperar esperanzas en la mesa, el domingo con todos los idiomas, el sbado con horas chinas, belgas, la semana, con dos escupitajos.
  117. 117. Poemas humanos 5 El placer de esperar en zapatillas, de esperar encogido tras de un verso, de esperar con pujanza y mala poa; el placer de sufrir: zurdazo de hembra muerta con una piedra en la cintura y muerta entre la cuerda y la guitarra, llorando das y cantando meses. 28 Oct 937
  118. 118. CSAR VALLEJO6 Oye a tu masa, a tu cometa, escchalos; no gimas de memoria, gravsimo cetceo; oye a la tnica en que ests dormido, oye a tu desnudez, duea del sueo. Reltate agarrndote de la cola del fuego y a los cuernos en que acaba la crin su atroz carrera; rmpete, pero en crculos; frmate, pero en columnas combas; descrbete atmosfrico, ser de humo, a paso redoblado de esqueleto. La muerte? Opnle todo su vestido! La vida? Opnle parte de tu muerte! Bestia dichosa, piensa; dios desgraciado, qutate la frente. Luego, hablaremos. 29 Oct 937
  119. 119. Poemas humanos 7 Qu me da, que me azoto con la lnea y creo que me sigue, al trote, el punto? Qu me da, que me he puesto en los hombros un huevo en vez de un manto? Qu me ha dado, que vivo? Qu me ha dado, que muero? Qu me da, que tengo ojos? Qu me da, que tengo alma? Qu me da, que se acaba en m mi prjimo y empieza en mi carrillo el rol del viento? Qu me ha dado, que cuento mis dos lgrimas, sollozo tierra y cuelgo el horizonte? Qu me ha dado, que lloro de no poder llorar y ro de lo poco que he redo? Qu me da, que ni vivo ni muero? 30 Oct 937
  120. 120. CSAR VALLEJO8 ANIVERSARIO Cunto catorce ha habido en la existencia! Qu crditos con bruma, en una esquina! Qu diamante sinttico, el del casco! Cunta ms dulcedumbre a lo largo, ms honda supercie: cunto catorce ha habido en tan poco uno! Qu deber, qu cortar y qu tajo, de memoria a memoria, en la pestaa! Cuanto ms amarillo, ms granate! Cunto catorce en un solo catorce! Acorden de la tarde, en esa esquina, piano de la maana, aquella tarde; clarn de carne, tambor de un solo palo, guitarra sin cuarta cunta quinta, y cunta reunin de amigos tontos y qu nido de tigres el tabaco! Cunto catorce ha habido en la existencia! Qu te dir ahora, quince feliz, ajeno, quince de otros? Nada ms que no crece ya el cabello, que han venido por las cartas, que me brillan l