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Punto.Com: Sabemos que escribiste las estatuas también tienen miedo. ¿Qué te inspiró al escri-
birlo?
Andrea Ferrari: Muchas veces, cuando yo estoy buscando ideas del libro estoy como muy alerta de lo
que veo en la calle, de lo que alguien me cuenta o algo que puedo leer en un diario. En este caso, fue
justamente algo que vi en una plaza, era una estatua viviente y me quedé mirándola.
Seguramente ustedes han visto estatuas vivientes. No sé si se han quedado mirándolas, pero
cuando uno las observa un rato empieza a pensar cómo puede ser que pueda mantener esa inmovili-
dad. Ese día hacía en particular mucho frío y el muchacho que estaba haciendo de estatua, tenía como
una pintura que hacía parecer que su piel era de cerámica marrón. Corría un viento helado y no se le
movía ni siquiera una pestaña. Mientras pensaba esto me decía: “¿Cómo hará?, ¿hará una preparación
física?, ¿alguien le habrá enseñado a ser estatua?”. En ese momento se me ocurrió que era un buen
personaje para un libro, una ado-
lescente que quisiera ser estatua.
A partir de ahí, cuando volví
a mi casa quise trabajar sobre
esa idea, pero como yo no sabía
nada de estatuas necesitaba al-
guien que me contara. Hice una
pequeña investigación: busqué
personas que trabajaran de esta-
tuas, dos chicas y dos mucha-
chos, que eran actores de profe-
sión, pero les faltaba dinero y tra-
bajo, trabajaban de estatuas vi-
vientes en la calle. Ellos cuatro me contaron cómo trabajaban, cómo habían empezado, todos los pro-
blemas que sucedían cuando estaban en la plaza. Muchas de las anécdotas que ellos me contaron,
después las incluí en el libro, en la piel de Florencia y del Rey, por eso habrán visto que el libro está de-
dicado a ellos.
P.C.: ¿Te inspirás en gente que conocés para crear tus personajes?
A.F.: No, ni en mí ni en las personas que me rodean. Trato de no llevar las personas a personajes, por-
que pienso que a las personas puede no gustarle. Alguna vez creo que he dejado un nombre o algún
rasgo, porque los personajes se crean a veces con la suma de rasgos que uno ya conoce. Por eso, a
veces le pongo cierta característica muy similar a la de alguien que yo conozco, como por ejemplo el
tartamudeo de alguien, pero eso no representa una persona.
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P.C.: Cuando empezás a escribir un libro ¿cómo hacés con el título?, ¿ya lo ponés desde el
principio?
A. F.: En general, nunca lo tengo desde el primer momento, a veces me aparece el título mientras voy escri-
biendo, por ejemplo, Rey dice la frase “también las estatuas tienen miedo”. Cuando la escribí dije “éste es el
título”, fue como muy claro. En otros casos me ha costado más, a veces termino el libro y no tengo título o tengo
dos opciones que me convencen, en otros casos a veces consultó con otras personas, a veces con los editores
para ver cuál es el titulo que nos gusta más.
P.C.: ¿Cuánto tiempo te lleva escribir un libro?
A. F.: Eso depende, hay libros que me han salido muy rápido y otros con los que estuve bastante. Por ejemplo,
en el caso de “También las estatuas…” fue un libro que salió bastante rápido: tardé seis meses entre que lo es-
cribí y lo corregí. Hay otros libros con los que he estado incluso un año y medio…
P.C.: ¿A qué otros escritores admirás?
A. F.: Muchos escritores de chicos de grandes no los puedo comentar porque no los conocen. Una escritora
para chicos que yo amaba cuando era chica es María Elena Walsh: algunos de sus libros los he leído cientos de
veces.
P.C.: ¿Qué te inspiró al escribir “El círculo de la suerte”?
A. F.: El tema de la suerte es un tema que me interesa, no sé si creen en suerte o no, si a veces tienen supers-
ticiones, si tienen amuletos; pero es un tema que a mí siempre me interesó y me hizo pensar ¿existe la suer-
te?. ¿Uno puede considerarse una persona de buena suerte o todo lo que pasa pasa por actuar o pasa porque
en realidad es consecuencia de lo que uno hace para que eso pase?
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Esas preguntas siempre dieron vueltas por mi cabeza y me parecieron interesantes.
Un día se me ocurrió trabajar sobre eso para una novela; pensar en cómo podría incidir la suerte en distin-
tos personajes. Algunos que creyeran en la suerte y otros que no, por eso hice estos nuevos personajes tan dife-
rentes que son Nicolás e Isabel.
Nicolás, escéptico total, que no cree en nada e Isabel, que es todo lo contrario a él, cree que la pulsera la va a ayudar en su vida. Me gustó la idea de trabajar con algo circular, como la pulsera, que es un objeto circular. Hasta se podría
decir que la historia es circular, porque el primer personaje que tiene la pulsera es Isabel y va pasando por una
cantidad de personajes hasta que vuelve.
La idea de la circularidad y de la suerte, que la tenía hace mucho tiempo en la cabeza, finalmente la pude
plasmar en este libro.
P.C.: De los libros que escribiste, ¿cuál te gustó más?
A.F.: Eso muy difícil, todos me gustan. De cada uno valoro cosas distintas. En general estoy visualmente más
pegada a los últimos libros, tal vez me representan más en mi momento actual, ustedes vieron que uno como es-
critor va cambiando, sobre todo el estilo.
El que me gusta más es mi último libro, “El Camino de Sherlock”, porque creo que es algo de la actualidad.
P.C.: ¿Estás planeando escribir un nuevo libro para este año?
A.F.: Estoy escribiendo. Saben que todo el proceso mientras que uno escribe y el libro se publica es largo, por
eso no es para este año. El que estoy escribiendo ahora, es en realidad una continuación de libro de “El camino
de Sherlock”, lo que cambia es el punto de vista, porque no lo cuenta el mismo chico si no que lo cuenta Santia-
go, un amigo.
P.C.: ¿Nos contarías un poco de qué se trata “El camino de Sherlock”?
A.F.: “El camino de Sherlock” es una historia de un chico que se llama Francisco, que tiene una gran inteligencia
y al mismo tiempo una relación muy difícil con su familia, en particular con su mamá, que cree que su hijo tiene un
alto coeficiente intelectual, que siente que su hijo es un genio y quien de alguna manera lo empuja todo el tiempo
porque quiere verlo convertido en un genio. A él eso le asusta mucho.
Por otro lado, es fanático de Sherlock Holmes: ha leído todos los libros, sabe prácticamente de memoria las
historias de Sherlock y por eso repite más o menos sus frases. El libro tiene como dos ejes: por un lado, el de su
evolución en lo personal porque la madre lo hace ir salteando grados porque es muy inteligente. Él está haciendo
una evolución un poco difícil hacia su adolescencia, hasta un momento en el que él participa en un programa de
televisión de preguntas y respuestas que lo pone en un lugar de mucha exposición pública y lo angustia mucho.
Además, como tiene esta afición por lo policial, se engancha en un caso policial que se trata de un asesina-
to en serie que sucede en Belgrano, acá en Buenos Aires, y va tratando de descubrir por su cuenta quién es el
asesino. Las dos partes del libro se van intercalando.
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P.C.: ¿Tenés pensado escribir libros para grandes?
A.F.: No, lo cual no quiere decir que lo descarte, pero, en realidad me siento muy cómoda escribiendo para chi-
cos. Creo que decidí que quería escribir profesionalmente cuando me dí cuenta que escribir para chicos era un
lugar donde yo me sentía muy cómoda. Antes había escrito cuentos, textos literarios para adolescentes, poemas
de grandes, pero no creía que lo que yo escribiera tuviera una calidad para publicarse. Cuando empecé a escribir
para chicos me sentí más confiada. Es un área que creo que es la mía.
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