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111 I I I ' ' f. ! t I . I LIUUUUUUIJ CoLEcc16N DIAGONAL Alain Badiou l,SE PUEDE PENSAR LA POLITICA? Ediciones Nueva Vision Buenos Aires

Se puede pensarla politica

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CoLEcc16N DIAGONAL Alain Badiou

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Ediciones Nueva Vision Buenos Aires

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Tftulo dcl original frances: Peui-on penser la politique( © Editions du Seu ii, Paris, 1985

Traducci6n de Jorge Piat i!-!nr:J ~

FACULTAD DE CIENCIAS , POLJTICAlii Y SOCIALES

1.S.B.N. 950-602-209-3

JArJ 5~3\ '6 C ~ \ 1-5 Lt ;LO

© 1990 por Ediciones Nuev;i Vi~i<ln SAIC Tucunuln 3748, (1189) Buenos Aires, Republica Argentina Qucda hccho cl dcp<lsito quc marca la Icy 11.723 lmpreso en la Argentina. Printed in Argentina

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LIMINAR

CP .. 1;:·'. 'r) ,.1 I , ~j cj .~;.. !

En mi pafs, que, por lo mcnos dcsdc 1789, fuc cl lugar por cxcelcncia de la polftica, en csta Francia cuya disputa inconci­liable atestiguaba que todo sujeto cstaba allf polfticamente prescripto, succdc hoy quc la polftica ha cntrado en la apariencia de su auscncia.

lncluso cuando sc la rncnciona, con rcfcrcncia a lo quc ocurrc -a las clcccioncs, cl p.irlamcnto, los sindicatc>s, la prcsidcncia, a dcclaracioncs tclcvisadas, viajcs pomposos-, todos sabcn, con un saber en cl quc las palabras son irrcsponsablcs, que sc trata de un csccnario ahora dcstinado a otros lines, dcl quc proviencn cicrtos signos, pcro signos cu ya uniformidad cs tal queen clla s61o puede cmpalmarsc un sujcto automatico, dcspcjado de todo desco.

Las categorfas fundadoras entrc las quc sc cscogfa -dcrccha c izquicrda, movimicnto obrcro y patronal, nacionalismo c intcrnacionalismo, capitalismo y socialismo, socialismo y co­munismo, libertad y autoridad- son cada vez mas inopcrantcs: poco a poco perdieron la capacidad de dcsignar algo mas quc ct rctraso dy, los profcsionalcs, cl dcshcrcdamicnto de los actorcs;

Por cierto, sc multiplican microacontcc:imicntos err:iLicos. Pero cst:in rodcados y contaminados por la molicie general quc induce la convicci6n de quc sc asistc a una rcprescntaci6n sin ilPUesLa subjeLiva.

Hasta lo mas hondo de su scr nacional, Fran~ia, en po1flica, ha cntrado en la sobcranfa del csccplicismo.

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(en tanto quc clla nombra en lilosof'fa la pucsta en falta de Ju expcriencia polftica) cs s6lo un rcsultado final.

Es totalmcntc cxacto quc lo polflico csta en la rctirada y la ausencia; por ello sc lo intcrroga sobre su cscncia. Pero hay

No considero que sea estcril csta figura, quc siguicndo a Heidegger sc puedc caractcrizar como cl advenimicnto hist6rico y nacional de una retirada de la polftica. A mi juicio, clla no traduce ningun temor ni ningun rcnunciamicnto. Digo mas bien que invila a la filosoffa a la detem1inaci6n de una cscncia.

Cuando las mediacioncs de la polflica son claras, cl fil6sofo tiene por impcrativo subsumirlas en la direcci6n de un funda­mento. El ultimo debate sobre cl tcma opuso a los partidarios de la libertad como transparcncia rcflcxiva rundadora, por un lado, y por el otro a quienes postulan la cstructura como prescripci6n de un regimen de causalidad. Sartre y Althusscr cran, en el fondo, la Causa contra la causa.

, liberaci6n de la polftica, cuya movilidad, inscripla en cl pcnsa-1 micnto de Maquiavclo y Lcnfn, sc cncontr6 sojuzgada lilo-1 s6ficamente por la csencialidad rcconstituida de lo polftico.

C\ <;4'JUJKl·.·, l1fl'if<l fJ e) ~En su funci6n prcvia y crflica, la opcraci6n filos6fica sc oricnla \lt'-) ~ k~I PJ)(};c,v- J)\I: hacia la destrucci6n dcl filosofcma politico en cl que sc ha pcrdido . .,..pL . .1 , ,!Yfi l) de vista que el real, dcl quc La polftica hace su pasc, nunca ticnc

uw" it. ~·UJ rn"r "' 1b ~ mas que cl rostro sin cscncia dcl acontccimiento. ~ iv-v!'i\ 1' rt V~Vt-- ~ lo politico no ha sido nunca mas quc la 1icci6n dondc la

Pero cuando uno quierc ascgurarsc de! proccso de la auscncia, sc orienta hacia lo quc dcsaparccc, y lo que cst<i a la orden del dfa no cs la fundacion, sino la aptitud para escncializar en cl lugar mismo de la dcsaparicion. To do pcnsamicnto dcl f undamcnto rcmitc a la cxpcricncia de aquelJo de lo quc hay fundamcnto. Si la filosoffa sc manticnc en la proximidad dcl lugar vacfo dcl que

Ju .j f] h o1h. L.-- polftica hacc cl agujcro dcl acontecimiento. Un cnunciado ' i canonico de Rousseau a Mao, cl de que las masas haccn la historia,

i designa prccisamcritc en las masas csta inupci6n suprcsora, ' respccto de la cual la filosoffa polftica cs solo cl rclato sicrnprc

tardfo y sicmprc dcsgarrado.

sc rctira la polftica, cs guardiana no ya dcl fundamcnto de la polftica, sino de los axiomas de su auscntamicnto. Pucs si la po-lftica sc rctira, lo hacc de scguir cl plan de lo quc tiene lugar solo, al pi.into de quc ya no es cuestion de una expcricncia de lo polftico. La lilosoffa dcsignarfa la auscncia de csta cxpcricncia como r/5- Vi./e1(cw_: (,.. r,~l(J;c'-rctirada, retirada en cl rcfugio dcslocalizado de la gesti6n, -; ft vJ.e-/vtl jCf}'.~~ I discminaci6n en el haber-tenido-lugar de una actitud sin conccplo. .~ trf' t'.- : l 1 La filosoffa, en csta vision de las cosas, sc instituyc, con rcspccto f ~ '15 10 flilTVlro a la polftica, en .la brccha -quc cs rctirada- cntrc la plcnitud 0,no ft\ \)w.--. oti'./u~ ave~t~rada d~l acontcci1'.1ienl? cxpcri men Lado, la Fortuna dcl 5; IA CQV\Cf'p-f o. cap1tan o del JCfe rcvoluc1onano, por una partc, y, por la otra, cl ~ automatismo crrante dcl capital, llcgado, con la "modcmizacion", __} a la Gima de su potcncia, y dondc en la cxpcricncia no se da na- -~ No k·~ p~rrt~ir.ie~o da de lo polftico; donde cs posiblc haccr toda la cconomfa con \ . 1 ! f la hip6tesis de un sujcLo polftico cualquicra. El pcnsamicnto de & J\) ~f ta i Pot':f R t 1 e la escncia de lo polftico como rctirada sc hilvana en la brccha, casi y_c.. CJ : Ewi"'d:i y c1if"l. nula y que nuestro tiempo convicrte en su infortunio, cntrc la -".'.. ! fortuna y la rcpctici6n, entrc tux11 y au1:0~Lci1:0v. J 1

Pero en realidad lo polftico cmpcz6 mucho antes a no scr cl _/ concepto de una cxpcricncia ni la norm a subjetiva de un gobiemo. El pensamicnto debe aquf oricntarsc hacia esc "antes". Dcbe scr contcmporaneo de aquello de lo quc la dcclaraci6n de la retirada

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Lo quc con lo polftico cmprcndc una rctirada saludablc cs, al mismo ticmpo quc la figura narrativa y lineal de la novcla. la liccion de una medida, la idea de quc cl lugar social cs mensurable en cl pcnsamicnto scgun la nonna Jilos61ica dcl bucn Estado, o de la buena Rcvoluci6n, quc cs cxactam.cntc lo mismo. Estc objcto, a vcccs Estado, a vcccs Rcvoluci6n, ficticiamcntc cvocado en la f undaci6n ordcnada dcl filosofcma polftico, cs dudoso que pucda hoy en dfa pretender scr un conccplo de la cxpcricncia polftica.

En Francia, la idea rcvolucionaria, quc ticnc dos siglos, ha detcrminado, asf sea en su ncgaci6n absoluta, quc haya sujcto polftico, y constituido, transvcrsalmcnte a una historia muy a menudo abyecta (masacrcs de obrcros en el siglo xix, union sagrada de 1914, Munich y Pctain, guerras colonialcs, declinaci6n morosa), la abcrtura dondc sc pudo pensar que por lo politico circulaba una universalidad rcconociblc, y quc asf el intclectual frances, conjuntamentc con cl movimiento obrero, disponfa de una latitud de intervcncion, un rol cfvico, irreductiblc a la indiferencia que era su dcstino en el resto de Occidente, en lo concemiente a los asuntos reales.

Pero en la rcprescntacion de la idea revolucionaria, asf como en la idea contrarrevolucionaria en la que se cnunciaba la "Francia profunda", habfa una bucna dosis de ilusion acerc~del lazo social, puesto que se suponfa que la polftica encontraba su garantfa en

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I ," , · .: Lo quc dcbfa scr una cstratcgia dcl acontccimicnlo, una

la cllnsisll\ncia de csc lazo, sea quc sc lo denominc pmletariado, I hip6tesis sohrc las histerias de lo social, un 6rgano de la :pueblo, o, a la invcrsa, uni6n de todos los franccscs. El I intcrprctaci6n-corte, un coraje de la fortuna. ha sido linalmcmc pcnsaih1icnlO de, lo politico conccbido como fundamcnto de la I presentado, por cl sesgo de la economfa, como drtndolcs a las ~xperienci:qw0ponfa.una gencalogla de la rcprcscntaci6n (rcvo- ( rclaciones sociales una mcdida convcnicmc. Asf cl marxismo ha ludonaria 'O nacional) a partir de Ios conjuntos sociales. · sido dcstruido por su propia llistoria, que cs la de su lixi6n, • con , ·lo qllc rcvcla la crisis de lo politico cs quc todos los conjuntos 1 x historia de su lijaci6n al Jilosofcma polftico.

son mcdi'tsistcnrcs, quc no hay franccses ni prolctariado, y quc,_;> 4J 1ot 11\iJ co1~~ui.t ' Que Lo polftico sea una ticci6n no signilica quc sea Inocente. ptw 'cse mish1'o hccho, cl rostro d~ la rcprcscntaci~n y ta?1bicn _su ~I Ull\~ind iln"' . No kl hacc inoccntc ni :.;iquicra de su vcrdad,_ si cs vcrdad, com? rcvctsb. cl rostro de la cspontane1dad, son cllos m1smos mcons1s- , u Io sosticnc Lacan, quc la t'icci6n sc prcscnta JUStatncntc ?omo. la tcmcs: falra cl ticmpo simple de la prcscntaci6n. Lo quc sc disipa cstructura de Ia verdad. La vcrdad de lo polftico. en tanto mclu1da cs la ~esis de una escncia de l~ts r~l.aciones intemas de la ~iudad,

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en la polftica, ha sido prccisamcntc pro_n. unciada C? la licci6.n d~ cscntta representable en cl CJcrc1c10 de la sobcranfa (as1 sea la la cconomla Hamada polftica. Sc anunciaba su crfuca, pcro sc ha dictadura de los esclavos) y la rclaci6n (asf sea Ia de la guerra civil cstablecido su rcinado general. Esa pronunciaci6n, sin embargo, en la cstruc_tura de clascs). . ... . . . . : sc opera en dctrimcnto de Jo quc de Ia polftica hace verdad, Y de

L~1 vcntaJa de esta rctroacc1611, en la que la marndad pcrc1b1da 1 lo cual hay quc rccobrar Ia ralta y cl cxccso. · . de Io quc tcnfa consistcncia pone en crisis la dctcrminaci6n de Ia I Mallarmc ha dia"nosticado csa cscasa inocencia de la ficc16n. cscncia misma de lo polftico, consistc en que autoriza otras ) "S~ ha causado u~ gran dafio -cscribi6- a la asociaci.6n gcncalogfas, otras rcfcrcncias. Hoy en dfa s61o sabcmos quc tcrrcstrc, sccularmcntc, por indicarlc cl cspcjismo brutal, la c1u-Mallamic: ..._inmcidiatamcmc dcspucs de la Comuna de Paris, no) dad, sus gobicrnos, cl c6digo, de otro modo que como emble!°as, cs.·un azar~1. :uc tmo de nucstros grandcs pcnsadorcs polfticos, un o, en cuanto a nucstro estado, como lo quc son las necropolis en iguul' de 'Rous~cau, por cjcmplo. rclaci6n con cl parafso que cllas cvaporan". · ·Mallann'e' cscribi6 quc "la rclaci6n social y su mcdida mo-t'. . La licci6n de Jo polflico cs una licci6n funebrc, y tan~o mlis hlcntrtnca, 1Sea que s~ la,,estrcchc o sc la exticnda con vistas a .

1 ,, I . . cuanto que cllo ordcna Ia cvaporaci6n_verdadcra de la polfu~~: En

gobcmar, ,es una ficc16n . Gv1M ~ 'ii It 0{10l'fJ su ccntro, csta licci6n cs la de Ia rcum6n, dcl lazo, de la rclac16n. · . L!.o. quc·. cs una ficci6n cs propiamcntc la mczcla de la rclaci6n ..-7 ~ poikr1i ~kf icaj 1't Articula la sobcranfa sobrc Ia comunidad. La polftic.a e~ rc~rcscn-soci~l y .su mcdida, mezcla en la quc sc equilibra cl filosofcma ~ W'/2,11 r"blu tada filos6lica':'1cntc como cl c~nccpto dcl la~o com~mtano y de potfucb: : . . . . ft fer ~ 1 G:u rcprcscntaci6n en una autondad. La tcorfa cs ev1dcntcmentc

~n .. c. ·~.·ct,to •. al i~. aginar quc la cc?n?mfa polftica y, las rcl.aci~n~s cov<lvci bl£J . variable.', .scgun quc sc ponga cl acc~t? c_n la gcnealogf a dcl lazo, soc1alcs1propo:rc1onan cl lugar dchm1tablc de csa mczclat. el vteJO ~ su autofumlaci6n contractual o su lihac16n natur.d, o que por cl rtlatxisni() SC.CXtravi6, Y SC cncontr6 fCCUbiCrtO C invertid() Cl SUS- r contrario SC cnfatiCC Ja sobcranfa y SU potencia representaliVa U citamfortto-marxista de la polftica. Es bicn sabido quc la cconomfa · v or"anic:a para 1rarantizar la Icy de la totalidad. Y sicmprc la p~Ifti~a Hamada ·marxista no _sup~ criti~ar su propia crftica. Ha ~ ~>ttl 5'1\C\"~"'c1 ;11) di ficultad dcl lilosof cma po If ti co co~sistc en descu~rir quc "? .h~y tcprescrita~o,la_puesta en licc16n hlos6hca d~l enfoque por Marx fCJ!l~; 1c,.., k \Jl'.\1 ti niriguna transitividad cntrc la cscnc1a d~l lazo social comun~tano y· Lcnfn"dC.1 hecho de quc lo real de la polfttca es ~61o algo con , 1: \ I 1 ~ y su rcprcscntaci6n sobcrana. f<J polf~1co. crra cnt_rc la soc1~dad lo que trop1C'za, algo azaroso. La economfa, cu ya crfttca debfa dar JU/j(>.~ t.. O iu), 1_ civil y cl Estado. Conce tos de odo Lt mctafonzan es · una trama• a· 'lb quc en un puhto singular la exccdc abso- c)c1UJO(V- 0\ '" fO 1Tll..t-- oco mi ma. Poco im orta micntras siga sin ucbr.ir la

lutamcnte, ~-a .. · sid~ c.I scsgo por cl cual la polf~ica marxista --que J asignaci6n de lo po If ti co al pcnsam1cnto c azo comunilario, cs Ia prccanedad mterprctantc de la conc1encia obrcra; quc es la \ libcraci6n, en cscisi6n ·vulnerable, de una capacidad polftica anteriormentc -inadvenida-, sc cncontr6 inmovilizada bajo las cspccies de una · doctrina particular de Io polftico.

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* Jucgo de palabra~ con las homMonas ,lirti<m (lic,:dlin) y ftxion, crcada por dcrivaci6n de fixer, fijar. (N. dcl T.)

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_fsignaci6n donde ya ha comenzado el trabajo de lo fictici~. Y ._ ___ _. ;a_ 11- IJ ........ ,., ----::::C: ;::a .... 1 ii••••- ~--~-1 1 ----~....1 .... ;<j ~ ..

axiomas del capital cl Tligar de la retirada de lo polftico, no hace ~as gue conservar la judsdicci6n conccptu:1 I de! lazo. Del mismo modo quc afiadir al lazo amenazado o dcstruido la. noci6n democratica vulgar del respcto a las difcrcncias tampoco lleva a salir de la ficci6n. No puede haber una crftica molecular del concepto molar de la polftica. Por particulares que sean sus puntos, su detenninaci6n polftica por el pensamiento de la rclaci6n, asf se trate de una difercnciaci6n, reconducc a la escasa rcalidad de lo polftico. lQuc pucde prctcnderse de uria diferencia cuya garantfa comunitaria cs cl rcspcto? (,No hay algo de abyecto en esta pucsta en lugar de lo difcrcnciado, en el pensamiento, pacificado bajo la ley de la buena rclaci6n, de la diferencia como . dialogo? Peor que cl desconocimicnto y el rcconocimiento.

En los escombros del pcnsamiento de lo polftico, hoy en dfa se presta mucha atenci6n a la dcmocracia y al combate contra el totalitarismo .. que conviene librar por clla. Sin embargo, j,que es la democracia comp concepto? l Que cs, rucra de la combinaci6n empfriea de losJuncionamientos parlamcntarios'? l.Es conccbible que la crisis.,mundial del pensamicnto polftico se resuclva en la trivialidad de quc los regfmenes (capitalistas) de Occidente son mas flexibles ymas aptos para cl consenso que los regfmenes (igualmente -eapitalisias) del Este? Por preciosa que sea, la idea l :;k. dcmocratica'asf conccbida no esta de ningun modo a la altura de la·historicidad·de la crisis de lo polftico. Su prceminencia empfrica cs mas bi en uno de los sfntomas de la cxtensi6n y la profundidad de. esta crisis. Pues esa preeminencia disimula, aducicndo practicas inherentes a los rcgfmencs pluralistas -a l_as democra-cias representativas-, que lo quc esta sustrayendose es jus­tamente aquello a lo quc hay quc asignar csc plural, y que lo que ya no ptiede operar es la represcntaci6n, puesto quc incluso ya no hay presentaci6n.

La democracia es por cicrto un concepto de lo polftico, que toca de cerca lo real de la politica. Pero la dcmocracia no es nunca, en su sentido, comun, mas que una forma del Estado. En tal sentido, y como conccpto, es interior a lo ficticio de lo politico, y no hacc mas que formar pareja con el totalitarismo en el terreno mis.mo donde este se perfila como apogeo de lo polf tico.

Pues es indiscutible que en cl coraz6n dcl siglo, en su · paradil::,'llla sovietico, es lo polftico lo que sc despleg6 como

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pretensi6n universal del Estado. Y las democracias parlamenta­rias, contemporaneas de esc acontccimiento,Ihabrfan crrado al imaginar que ellas estan fucra de la esfcra donde cl derrumbe de esa pretensi6.n propaga una catastrofc del pensamiento. En verdad,

, es la oposici6n democracia/totalitarismo, y no s6lo el totali­tarismo, lo quc constituye la cscncia dialcctica de lo que bajo nuestros ojos entra en la nochc del no-pensamiento, y nos prescribd que realiccmos un nuevo gesto fundador. Democracia y totalitarismo son las dos versioncs en esta epoca de la rca­lizaci6n de lo polftico en la doblc categorf a del lazo y la re­prescntaci6n. Loque es nuestra tarca ti enc quc ver con la polftica, a pcsar que clla disponc de lo irreprcscntable de las ocurrencias de la desvinculaci6n.

La primera tarea, para fijar en ficci6n lo polftico y orientarse hacia la polftica, consistc en liberar a esta ultima de la prcscripci6n del lazo. Hay que cfcctuar, practica y teoricamentc, la desfijaci6n, desficcionalizaci6n ( de-fixion) de la polftica como lugar com uni-

. tario o relaci6n. Convienc postular como axioma q·ue la movilidad libcrada de la polftica tiene quc ver con quc ella toca lo real en cl modo del corte, y no en cl de la uni6n. Y quc cs un pensamiento activo intcrprctantc, y no la asunci6n de un podcr.

En_..cllo la polftica da muestra dcl cf ecto de sujeto, uni do a lo real como obstaculo, y escindido de la ficci6n del sentido.

Se dira tambien que hay quc libcrar la polftica de la tiranfa de la historia, para rcstituirla al acontccimiento. Hay quc tcner la au­dacia de plantcar que, desdc cl punto de vista de la polftica, la historia como sentido no existe; s6lo cxistc la ocurrencia pe­riodizada de los a priori dcl azar.

La tcorfa dcl bucn Estado, dcl regimen legftimo, del bien y cl mal en cl orden comunitario, de la democracia y la dictadura, no toca a la polftica mas que por el sesgo de lo polftico, es decir en la gcneraci6n inevitable del filosofema ficticio.-La polftica es la ocurrencia m6vil de una hip6tesis. Su proceso no es del orden de la legitimaci6n, es dcl ordcn de la consecuencia. ~a altemativa de despotismo o libertad no le es mas esencial que al proceso cientffico o artfstico. Y la consecuencia, a su tumo, no se de­muestra mas que por la prueba inverificable del acontecimiento.

Sea cual fuere la crecncia que la escolta, f-undada en el lugar de lo politico, la polftica no puede ahorrar coraje, definida -a la inversa de la angustia- como balanceo escindido en lo inde­cidiblc. Sean cuales fueren sus aparentes garantias, tomadas de la

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ficcicmd~,sµrvardad.,fa·dccisi6n poHtica vicnc a scr decidir desde ·ct pllmto rlcii\!isla 'dcJo irndceidiblc. Lo quc no· exclu~c, sino quc . e~igd;runa:igran. pane de. calculo. .lH-Se~t1'it~if{:1l'almcmc quc la polftica, a contrapelo de lo polftico, que11~s perlslltftiento mcdido de lo social y su reprcsentaci6n, no &Sf~· cr\tadcnaUa' a lo· social, sino quc, por el contrario, hacc cxcepci 6rVifo ttb social. i'' J;b~ h~t~o~ significativos para la poHtica marxista no son ckl dt'dcri de la'm:isividad y dcl. lazo; no son cstructurales. Mas bien i;({ t'r~ta de sfntbmas innombrablcs, de formas de concicncia foerl~ontt~das;: de acontccimicntos crraticos. A prop6sito de todo cho! el (:)6nsartlicnto activo SC arma de SU hip6tcsis precaria. Lo sq~ial cs}a dcnominaci6n dcl lazo de los lugares. Su pensamiento scorg,ani?-a' a partir dcl pcnsamicnto de las rclacioncs socfalcs, de cxplotad6n y, de, oprcsi6n. Pero la rclaci6n no toca a la:·polftica rn.~s quc fij~ndola. La'movilidad polftica no ticne SU verdad en la rclaci6.n social.Esto revel a una dcsrclaci6n, un dcslizamiento, que td impona.' Si bien la visibilidad de la dcs~rclaci6n. sc sostienc­gracias a un cncapsulamicnto conceptual de la rclaei6n misma.

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Aunquc cl mpdo casi no sc plantca, rcsulta aquf inevitable citar a.Marx,dwcs.Marx a su tumo da nombrc a un inicio de la puesta en ficci6n de lo polftico anti~'110. No cntrarc en la cuesti6n de si lo'prcccdicron en ello Maqu1avclo o Spinoza. · :Marx' pane,: absolutamcntc, no de la arquitectura de lo social,

dondc despucs va a dcsplcgar su seguridad y su garantfa, sino de la intcrprctaci6n-conc de un sintoma de histeria de lo social, los tumultos y panidos obrcros. Marx sc defini6 por escuchar esos sfntomas en cl regimen de una hip6tesis de verdad acerca de la polftica~ asf como Freud cscuchaba a la histcrica en el regimen dc·unahip6tcsis accrca de la verdad dcl sujeto. Paraqueel sfntoma que histcr.iila lo social sea rccogido de ese modo, sin estar prendido con alfilercs.a la ficci6n de lo politico, es prcciso que la capacidad polftica -prolc;:taria, como hip6tesis radical de verdad y puesta en la ficd6il de;todo lo politico anterior, sea exceptuada de la aproximaci0n 11 traves,de. lo comunitario. y lo social. Esta hip6tesis. s6lo .· amanza la verdad apanando todos los hechos sociales, metodb. ya· requerido por Rousseau. Es necesario que la polftica sea pensable como exceso conjunto sobre el Estado y la sociedad civil, sean ellos buenos o excelentes. La capacidad polftica proletaria, Hamada comunista, es absolutamente m6vil, no estatal,

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l1 • inlijablc. No sc deja rcprcsemar por, ni dcrivar del orden quc

cxccde. Por habcr caractcrizado la polftica como irreprcsentablc,

porquc clla hacc sujcto en cl ordcn perceptible del sfntoma, Marx cs un pcnsador de la polftica desprendido de lo polftico, en lo cual lija la licci6n. No sc ccrciora de la cxistencia de una norma, sino de un "hay" acontccimicnto, dondc cruza un real, en el atolladero de todo ordcn concebiblc· y rcprcsentado. La vcrdad de la polftica csta en cl punto de csc "hay", y no en su lazo.

La claboraci6n ulterior cstrccha cl lazo de las relaciones socialcs, para rcglar cl cspacio de la polftica como fucra-de-lugar puntual de csc lugar.

Tal cs cl cnunciado de! comicnzo dcl marxismo. Ahora bicn, mcd!do en csc comicnzo, y dcsdc el punto de vista

de la polftica, cl acontccimicnto dcl que somos contemporancos cs la crisis dcl marxismo. -

Incluso aunquc no lo conliescn, todos los quc piensan hoy en cl clcmcnto de la mucrtc dcl marxismo vcn bicn que esa muertc quc cllos proclaman o hasta olvidan cs cl signo aparente de un fcn6mcno mucho mas profundo, mas radical, que cs la crisis de lo polftico en su intcgridad.

El movimicnto de estc tcxto cs gobcmado por la voluntad de no convcnir csc signo en signo de la nada, por la voluntad de sos­tenerlo a la altura de su radiculidad, de no descender del lugar al quc nos asigna, al punto de cntrar en cl no-pcnsamiento, al punto de conscntir una prcocupaci6n exclusiva por la gesti6n de las tacticas conicntcs.

Loque csta cn-jucgo no cs nada menos que la posibilidad de la lilosoffa de contribuir al mantcnimiento de la polftica en el orden1de lo pensablc, y a la salvaci6n de la imagen de ser que tiene, contra los automatismos de lo indiferenciado.

El movimiento consiste en proponer, contra el registro simple del abandono, mi propia vfa en cuanto a la destrucci6n del marxismo, y de tal modo entrar, preservado de una decadencia, en los axiomas de la recomposici6n polftica.

Agosto de 1984

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1. DESTRUCCION

De la crisis dcl marxismo, hoy en dfa cs prcciso dccir quc cs comp/eta. No hay aquf un simple atributo cmpfrico. Esta en la cscncia de la crisis como cris~s dcsplcgarsc hasta sus ultimas consccucncias, o sea, para cl marxismo, de cntrar en la imagcn de su acabamicnto. Y csto no bajo las cspccics promctidas dcl acabamicnto conjunto de una prchistoria, sino al contrario, en la modalidad propiamcntc hist6rica dcl acabamicnto, cs dccir en lo quc harf a del marxismo un dato, a la vcz idcol6gico y practico, pura y simplemente pelimido.

I. DEL REFERENCIAL HISTORICO

Para pcnsar cl caracter completo de la crisis, hay que volver sobre lo que ha constituido la fuerza singular del marxismo y que cs la prueba -hoy en dia forcluida- de sus refcrentes hist6ricos. Lo que de alguna manera ha cenificado al marxismo como pcnsa­mierito unqversal de la actividad revolucionaria no ha sido, de manera axial, su capacidad de investigaci6n, su potencia analftica, el dominio (del que era garantfa) de un gran relato de la Historia. Tampoco foe lo que autorizaba o prescribfa en materia de compromiso politico. No; lo que, entre todas las doctrinas

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rcvolucionarias provcnicntcs de! siglo xix, ha caracLcrizado al marxismo era cl dcrccho, hist6ricamcntc alcsliguado, de librnr pagan~s contra la Historia. El marxismo, y s6lo cl, se prescntaba como una docLrina rcvolucionaria, si no hisL6ricamentc confir­mada (cslo cs un poco olra cucsti6n), por lo mcnos hist6ricamente acliva. Porlo mcnos durantc medio siglo cl marxismo Luvo crCdito hisL6rico. Esc credito era de hccho·Ja garantfa de que la polftica marxista scgufa sicndo adccuada 4 su movilidad fundadora, y cxccpluaba lo politico, conccbido 1como dispositivo puramente especulativo y sicmprc rerimido.

El marxismo anuda csc crcdilo de hisLoria a Lrcs rcfcrcntcs principales, cuya ubicaci6n cs simple, pero ·cuya diffcil anicula­ci6n inlcma ha sido analizada notablcmentc en cl trabajo de Paul Sandcvincc: 1

I) La existencia de una seric de Estados con funci6n de emblemas de la transformaci6n revolucionaria efcctuada (y no solamcnte proycctada). Esos Estados invocan cl socialismo en acto, materializau la elapa de .transici6n al comunismo, encaman la dictadura de! prolcLariado.

Acsta reforcncia escncial tencmos la tentaci6n de denominarla referenda cstatal. El marxismo ha sido la unica doctrina revolucionaria cuyo desLino fuc encamarse como doctrina del Estado. ·Por clla sc produjo csa apariencia activa de una fusi6n de punto y, lazo. ·La idea de una dominaci6n de la no-dominaci6n. Desdc un punto de vista subjetivo, cs imponante ver al)( lo que yo llamatia la rcfcrcncia victoriosa.

El marxismo ha sido vivido como aquello a travcs de lo cual, por primera vez en la historia, los oprimidos, los obreros, los campesinos, tomando las armas y organizandQse, pudiero!'l rcalmente veneer al advcrsario, descomponer y destruir la maquina militar y cstatal en la que se concentraba la custodia de las, vicjas ·op·resiones. ' En la' adhesi6n ofjrcra, popular, intelectual al marxismo, esta

itlea· deiJa 'vittoria desempeM un papel decisivo. La Rcvoluci6n de Ootubri:9 fue la imagen fastuosa del derrumbe del principio de la foertaieh 1a Historia. El leninismo es ante todo un marxismo vietorioscF

1 Por ejemplo, los artfculos de Paul Sandevince en el n° 41 de Perroquet: "La

fin des referents", "Critique des representations'', "La politiquc sous condition".

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A partir de ese punLo, los Estados socialistas· libraron un importante pagarc contra la Historia; la URSS por lo mcnos dcsdc 1917 hasta 1956. Despucs China, como renucvo de una sicga ya rcalizada, cnLre 1960 y 1976. Durante casi scscnta arios, csos Estados encamaron la subjeLividad victoriosa. Era csa cncar­naci6n lo quc csLaba activo, mucho masque la producci6n cstatal real, incluso tcnicndo en cucnta las ilusioncs y aparicncias que pululaban rcspecto de dla.

El primer refcrcmc no cs otro que csta escansi6n hist6rica que organiza un sujeto polftico en tomo del sistema de la victoria.

2) La gucrra de libcracion nacional constituyc el scgundo rc­fcrentc. Sc trata de la invcnci6n, bajo la dirccci6n de panidos modcm0s, de una nucva fonna de gucrra, una gucrra asimctrica, enraizada en cl camrx>. quc organiza al campcsinado y se dcspliega de mancra prolongada y por etapas. China y Vietnam fucron cjemplarcs en Lal scntido. Por cierto, sc siguc tratando de la victoria: a "la insurrcccion cs un ane" de Lcnfn, Mao rcsponde "la gucrra dcl pueblo cs invcnciblc". Pero sc trata aun mas de una fusion de! principio nacional y cl principio popular. La guerra de libcraci6n nacional postula que un movimicnto unico forja una naci6n contra el impcrialismo, y libcra al pueblo de las coacciones scmifcudalcs. Bajo la hcgemonfa marxista, con Ia garantfa del Partido como organizaci6n popular y cuancl general estratcgico, sc opera la unidad activa del pueblo y de la naci6n. Rcencontra­mos el tcma de la victoria, pcro en adclante sc aplica lanto a la guerra contra cl · extranjcro como contra a la guerra civil. Constituyc la naci6n como constitufa la dictadurn de clase. Estos ejemplos, articulados con la rcferencia china, alredcdor de la dccada de 1960 susciLaron en la juvcntud una segunda ola de adhesion al marxismo, rclcvo pfovisorio (que iba a revclarse prccario), de las sacudidas suscitadas por el estallido de octubrc de 1917.

3) El ultimo referentc cs.finalmente el movimiento obrero en sf, .que comprende en cste caso a las metropolis del Oeste, y en especial de la Europa occidental. Este movimiento rnanifes­taba su permanencia polftica en el elemento general de la ref erencia marxista. Los sindicatos de clase, los partidos marxis­tas, se habfan convcnido poco a poco en datos intemos ,estables de la vida polftica, abarcados en la esfera reglamentada.del par-

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i'lllJlentarismo, Dcsde cl punto de vista social, tenfa sentido hablar #: '.~Pa.rtidos de la clase obrera", mezcla singular de percnnidad ~stitpcional. y disidencia rclativa, tanto en posici6n de alerta c©IUD .de gesti6n de nivel medio, imagenes mixtas de una lon­tanimza de la Idea revolucionaria y de la proximidad de una ac­tw:idad opositora. ,,:.:t

Esos trcs referentes-movimicnto obrero, luchas de liberaci6n nac;:ional, Estados socialistas- ubicaban al marxismo en cl orden deJa Historia real, y lo diferenciaban de las simples corrientes de opini6n, asf fueran rcvolucionarias. Ellos transmitfan la convic­ci6n de quc la Historia trabajaba en cl sentido de la crcdibilidad del 1marxismo. La insurrecci6n, el Estado, la gucrra, la naci6n, la accion sindical de masas: todos cstos tenninos, en los quc sc resume --en aparicncia- la capacidad polftica obrera, cncontra­ban su articulaci6n en.el marxismo, y su agente subjetivo supremo en cLpartido marxista. ·

. Se pucde dcnominar "crisis de! marxismo" al derrumbc por etapas de cse dispositivo de rcfercncias. El marxismo csta hoy en df::i en Ia imposihilidad de scguir librando pagan~s contra la historia. Su credito sc ha agotado, y lo vemos adquirir las proporciones comunes de las doctrinas.

En cl lapso de una trcintcna de afios, hemos visto iniciarse el pro~so de desti~uci6n dcl refercnte cstatal (crftica del "socialismo realmentc exist~mc") y dcl ref crcntc de las liberacioncs nacio­nalcs (critica de las naciones liberadas, c'.:i!"accs a su tumo de expansi6n miUtar, como en cl caso c!-: Vietnam).

snPolonia (por lo menos dcsdc Gdansk en 1980) ha rematado la crisis es porque allf entr6 en ..:risis de manera radical la conexi6n casi secular entre cl marxismo y cl movimiento obrero: asf desaparecfa, en SU fomia si1nplc, la tercera y ultima referenda.

El referente cstatal fuc el primcro en entrar en la edad de la sospecha, principalmenle a partir dcl balance de la Uni6n Sovietica.

En este punto, adoptemos una actitud de alerta filos6fico. El descrectito en el que ha cafdo la Uni6n Sovietica es tan profundo, y la trivialidad de su fracaso esta tan cstablecida, que bien podrfa decirse que el pensamiento pcrdi6 hasta las huellas de lo quc estaba rea!111ente en juego en este dcsatino hist6rico. La prueba es un tcm1ble poder para el disimulo.

El angulo de ataque habitual privilegia el terror de la opresi6n,

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con hechos profusamentc atestiguados, para arrojar a la URSS fuera del campo de toda polftica razonable.

Pero lCUal es el orden de las razones en el que sc revela ese irrazonable? 1,Que salud polftica concebible diagnostica la pato­logfa sovietica?

Sc admite que subjctivamente cl horror .ruso emcrgi6 por fin a la lu~ del dfa de la conciencia occidental en el recurso profetico del artc. El simple cnunciado de los hechos, por Victor Serge, David Roussel y muchos otros, no habfa bastado. Solamcnte el genio de Solyenitsyn pudo conmover cl regimen de las certi­dumbrcs ciegas. Punto en cl quc el arte anticipa las imagcncs de la conciencia polftica.

Para quicn admitc, como lo hago yo, que la literatura puede nombrar un real al quc Ia polftica pennanccfa ccrrada, cabc aquf iniciar no obstantc una disputa literaria.

Pucs hay quc tcncr la lirmeza de convcnir que la denuncia del Terror no cs, ni puedc scr, la critica radical de la polftica quc lo fund a .

Il. SOLYENITSYN Y SHALAMOV

Por fto tanto, El archipielago de Gulag habrfa rccordado a Occidente su debcr y su conciencia. Habria puesto fin al cxtravfo marxista de los intclcctualcs. Los rcvolucionarios arrcpentidos, puesto ante cl real como horror, habrfan recncontrado el camino de la Ley y cl Derccho.

Para cmpczar, pcrmftascmc dccir quc Solycnitsyn csta de alguna manera por debajo (asf este hist6ricamentc de este !ado) de ese retomo masivo de los .intelectuales franccses a la democracia parlamentaria coalfa y omega de la convicci6n polftica. Es evidente que Solyenitsyn no se preocupa por los derechos del hombre, y poco le importan los parlamcntos. En el m1cleo de su discurso esta la Rusia espiritual, cuyo sufrimiento vale por la rcdenci6n de toda la humanidad. Lo que le interesa y anima su prosa con una tensi6n esoterica y grandiosa es la vocaci6n crJi.'' il.:a del pueblo ruso. Stalin fue la crucifixi6n necesaria para 4uc Rusia sola pudiera decirle al mundo el Mal de la ideologf a materialista. Al hacerlo, Solyenitsyn recusa absolu-

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ilWittlClllit:lla. dcb~l1idad,1dcmocnitica. Comra la totalidad blasfoma-1Loria ctcl dcspota rojo;: apcla a la totalidad del alma del Maestro, de;:lo[ycrdadcm1 aqucllo cuya trascendcncia cligio a Rusia para lu1icqifii!Caci6a,,d9lorosa de! siglo.

Ahora bicn, por violcma quc pucda parcccr la paradoja, y dcsde cftt1hi(!o'lpt'.in~0 dc'vista quc nos ocupa -la posici6n qc un nuevo berle~m dc:la·p61ftica_:..:. hay quc reconoccrque, en cdnsccucncia, So:ly~hitzyn csla en la1misma dimcnsi6n dcl pensamicnto polftico hlso 1!1°hi'q\.Jc p'crtcncci6 Stalin, quc cs de algt1n modo su rcvcrso ·n!J'as bl~n quc su dcstrucci6n. · ·. U viii polftka de Solyc11, 1syn csta por cieno trazada en cl odio a Stalin. Pero cl lugar de csc odio, lo quc. funda quc haya una ~b'sibilidad y capacidad crcadora dcl Odio, no SC dcsplaza. Sdlycnitsyir:y Stalin picnsan por igual a panir dcl nacion~lismo 111~0. sicmprc rctomado en una sublimaci6n populista, en cl quc ia flgufa1dc uh'G~an Iriquisidor, en cl Centro de una tcmpcstad de sh frimiCntos; cdristituyc Cl cs ti gm a de una salud superior a aquclla de la quc cs capaz Occidente, instalado c6modamcnte en su cxito y su paz.

Para Solyenitzyn, los campos de conccntraci6n son cl argu­mcnto de una prof cc fa. Sc trata de mantcncr al dfa cl expcdicntc dcl Mal, de mancra quc la cxigcncia cspiritual, la unica quc csta a la altura de un crimcn absoluto, sea clcvada (en cl scntido !1q;cl,i.al)o,,dcl "A!~flzehung") dcl fondo de.I abismo. , i CqiJ10 ,·Gscrjtor, Solyenitsyn dcsplicga los rccursos de la tq1dic;;o9 ,n~~a., RUC instituye de antiguo, para esc gran pueblo discmimido .en la llanura y cl frfo, un equilibria singular dcl rcalisrno, arrancado a la noche de! vagabundco y la mucnc, y la ex,al~¥.G.!6~ ,JJ)i!rnafista cu ya herof na cs la mas a campcsina. 1. ,1J;)e,;mo~g ... quc Solycnitsyn invcntari6 minuciosamentc cl 1.miverso.,d~r:l~ campos s61o para circunscribir (scgun su 16gica) lo,.qµc iA:<\b(a all( dc,.radical. En Occidente, pcrmiti6 que la cone;i9i:ici.~p~1J:f~ljl6mcno stalinista fuera dcsplazada y limitada, a la v,c~ ~Cfil~Jiell1.HO& campos de verdad dcl comunismo) y liviana (Gontra,f?Jlp, n,~Qlil distinto que .protcgcr de modo f riolento lo poco quc.se,~ie:~v.::.1tµcs a lc:>s1intelectualcs,occidentales no les intcresa la vigomsiuwa~lematica nacional y cristiana de Solyenitsyn, sino otras c()~a§. Se ~rnta d~ que la revoluci6n deja de ser el concepto transversal) P~np~nsal' Jilos6ficamente la polf tica. Con lo cual imaginaban)ogri3t;\una liberaci6n, micntras que no eran mas que

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los ponadorcs anonimos de un sfntoma, cl de la crisis 'universal de la po'iftica y su sustracci6n a todo csfuer1.o dcl ~nsamiento.

El caractcr sintomatico de esta depreciaci6n se '-Ice en su violcnCia pulsional. No bastaba (puesto que lo que estaba en jucgo comprometfa la conexi6n total dcl sujcto y la polftica) que la rcvoluci6n fucra imposiblc -lo que, para un lacaniano, la habrfa clcvado a lo real-. Era ncccsario quc fucra un crimcn. Y como cl verdadero crimcn polftico ccrtificado en cl siglo era cl nazismo, sc tondujo la vasta cmpresa de Solyenitzin. crfstica, nacional y antidcmocratica, a la ecuaci6n idcologica inmcdiatamcnte percep­tible en la propaganda: Stalin cs Hitler. Contra lo cual s61o valcn los parlamcntos y la libre cmprcsa.

Solyenitsyn era en suma dcmasiado ruso para quc Occidente tomara de cl lo quc ya habfa producido, s6lo con las fucr1.as mczquinas de su propia reaccion: quc Stalin era totalitario.

Pero la categorfa de ''totalitarismo", quc en sf no cs una noci6n opcratoria mas quc en pareja con la dcmocracia, sc mantienc (como ya lo he dicho) mas ad de las cxigencias de la crisis planctaria de lo polftico. No abrc cl pensamicnto a su propio imperativo. Asf, en cl vuclo literario de Solycnitsyn, succde quc la inteligcncia pblftica de los campos de conccntraci6n rusos, de los milloncs de mucrtos, dcl terror gencralizado, de Jo que succdi6 allf y de lo .quc tcncmos quc haccr con ello, para nosotros pcrmanccc cerrada.

No hay quc equivoc::1.rse de cscritor cuando cs cl anc cl quc go­bierna la posibilidad dcl pcnsamicnto polftico. Por grandc quc sea Solycnitsyn, su grandcza cs simctrica de la grandeza ncgra en la quc Stalin consum6 cl dcsastrc de lo rojo.

Quien ticnc que guiarnos cs Varlam Shalamov,2 cuyos primeros textos sobrc la Kolyma (cstas cuestiones de fochas son import<\ntcs) aparccicron en Francia a partir de 1969. 3

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2 Varlam Shalamov, Kolyma, Maspcro, 3 vols .. 3 Dcnocl publie6, en cfocto, bajo el tftulo de Article 58; en 1969, novelas

cortas de Shalamov.Observcmos al pa~ar quc la oposici6n Solyenitsyn/Shalamov pertincnte para la puesta en juego de .Ja esencia de la polftica no es una oposici6n inmcdiata, subjctiva. Solycnitzyn reconocicS la grandela, e incluso lasuperioridad de Shal:unov: "Es posiblc quc los Recits de la /(olyma de Shalai'J)ov hagan sentir

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al lcctor con mas scguridad todo lo que hay de despiadado en· cl espfritu de! Archipielago y tambien los lfmites de la desesperaci6n humana" (f Archipt!i du Goulag, t. II, Seu ii, 1974 ).

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ht.<-:SJi&lainov, cl)tuvo en los campos de concentraci6n del noreste sj~fiMJ.O «llirante veinte afios. Muri6 en Rusia, liberado, pero enfeiJno e inconsc.iente. El no utiliz6 los campos para una apolqgetica del Mal. Pertenece a la otra tradici6n rusa, la que sigue ge wrca la ffsica humana e ilumina algunos principios transmi­si\>les. Al senalar que, some ti dos a las tcrribles pruebas siberianas, lp&,caballos muercn mas rapido que los hombres, declara haber

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,.[ •.. ] comprendido lo esencial: cl hombre nose convirti6 en hombre por serJ~ criaLUra-dc Dias [ ... j. Lo hizo porque era fisicamente <;I mas rcsistente de todos los animalcs y, en segundo lugar, porque for.i:6 su cspfritu a servirsc con acicrto de su cuerpo.

; : Kolyma es una scrie de cuentos, y, si hay quc citar un precursor, uno pensarfa en Chcjov, pcro en un ChCjov rccio, sin mclancolfa, un Chcjov (si me atrcvo a dccirlo) posrcvolucionario. Esos c.uen\~s sc manticncn al margcn de la ficci6n y delirccucrdo; fuero.n cditados en francia en un ordcn sutil, quc no impone ninguna arquitcctura, sino mas bicn un trazado quc comienza con la.prcgunta "j,C6mo trazar un camino a travcs de la nicvc virgcn?" y :termina con "Era una cana de Pasternak". Uno picnsa en seguida que Ja nicvc dcl sufrimiento cs tambien la pagina y que, Pl,lillmentc,,concedida a Pasternak, hay "una escritura impetuosa, aerca, y al mismo tiempo, clara y legible".

El, u.nivCJiSO de los campos, tal como lo compone ese trazado cop w1a esp~cic de suavidad fragmcntada, cs ..,.-..cvidentcmentc­e~m:mtos~ ... :La muertc, los golpcs, cl hambre, la indifercncia, cl agotamicnto, son los puntos de refcrencia permanentes de la e~i,ij91cia. ~·~embargo, Shalamov no pretende que cl Mal lo sea todo, Sp. trata mas bicn de un haccr-mundo, de manera que la excepci6n '1alga como metafora de lo normal, y que la inmcrsi6n literaria en esa pesadilla nos despicrte a la universalidad de un querer.

Allf donde Solyenitsyn lleva los archivos del diablo, Shalamov, enJos Um1fies,.delo pqsiblc, cncucntra el carozo duro de un etica. Basta el aislamiento geografico de la Kolyma (a la que se llcga por agua, mientras que el res to del paf s es denominado "el continente" por los reclusos) contribuyc a provocar la extrafia impresi6n de que se cncara una utopf a al rev es. Pues el lee tor olvida progresivamente quc sc trata de la polftica, del Estado, de crlmenes ccntralizados, para cncerrarse en un mundo complcto,

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donde todas las dif crcncias, ramificadas y profundas, de la concic(lcia y cl compo1tamicnto, son llevadas a lo esencial. Punto en cl quc :tom a cl camino posiblc de otra pcrcepci6n de la vcrdad poHtica en sf.

Por cjcmplo, para los rcclusos Stalin es s6lo una figura cualquicra: "La muerte de Stalin no habfa provocado una gran impresi6n en nosotros, que cramos hombres de cxpericncia". lEs decir que el responsable era cl "sistema", y no Stalin, cl individuo? No hay nada de csto en Shalamov. Es que los "hombres de cxpericncia" saben que, con respccto a lo real de los campos (como en un cierto sentido, de la fabrica) no cs la invocaci6n de las grandes oprcsiones de cstructura lo que sirvc a la circulaci6n de la verdad, sino la tcnacidad en mantcncr algunos puntos, de concicncia y de practica, para iluminar las horas compactas y detcncr la dcscomposici6n subjctiva. Shalamov proponc lo que podrfamos dcnominar una "cana de comportamicnto" de los rcclusos (en suma, un punto de vista de clase):

No voy por cierto a denunciar a un hombre quc cs prisionero como yo, haga lo quc hicicrc. Tampoco voy a pcrscguir la funci6n de jcfc de cquipo, que ascgura la posibilidad de scguir vivo, pucs en un campo no hay nada pcor quc imponcr la propia voluntad -cs dccir, la ajcna- a otro hombre, un dctcnido como yo mismo. No tratat6 de haccr amistadcs "utilcs'', de sobornar. l Y de qu6 puede scrvirme saber que Ivanov cs un puerco, Petrov un cspia y Zaslavski un testigo falso?

Por lo demas, en csta pcrspcctiva, masque cl Mal, cs cl Sistema olicial (sus invcstigadores, sus golpcadorcs, sus jcfcs) cl ho­mogcnco con los rcclusos, en la mcdida en quc organiza una cxpciicncia, una cspecic de producci6n social rrionstruosa. Para Shalamov cl horror no son los comunistas, cs el hampa:

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El jcfe es grosero y cruel, cl cducador cs un mcntiroso y el medico dcshoncsto, pcro todo csto no cs nada en rclaci6n con la fuerza de depravacion del mundo del hampa. Los primcros son todavfa hombres, y, quicranlo o no, algo humano todavfa Jlcga a trans­parentarse en cllos. Pero Ios truhancs no son hombres.

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, · EL Lcrnta de los Lruhancs cs c~cncial en cl libro·. Conclnra cl odio' :y 'cLhorror. Para Shalamov. cl crimcn de Stalin consistc memos en ·los campos en sf quc en habcrlcs dado en cllos podcr y libcrtad a los truhancs, porquc frcntc a cstos no hay concicncia col~c;Liva ni principios linncs. Esc cs un punto crucial: para ~halam9,v. no cs la polftica, sino su auscncia, lo quc hizo posiblcs los camp'os. f\p su auscncia cstatal, sino su auscncia subjctiva. Los intclcctualcs s()n CriLicados porquc SU debilidad polftica los llcva ;i adoptar la "moral" de los truhancs:

En u1ia palabra, cl intelcctual quicrc I ... J scr un truhan con los truhancs, un criminal con los criminales. Roba, hebe, incluso esta contcnto cuando le aplican una pcna de dcrccho comun: por fin le han sacado de cncima cl scllo infamantc y maldito de polftico. Por otra partc nunca tuvo nada de polftico. No habfa politicos en cl cainpo.

Shalamov apunta aquf al igualitarismo funcbre dcl campo stalinista. Alli no sc golpca al otro como en cl campo de conccntraci6n nazi (al judfo, cl comunista, cl ruso, cl polaco). Sc gblpca al 111ismo. Si cl campo cs la cxpcriencia de una ctica en la qu~ cl advcrsario cs cl truh:in, cnto111..:cs en sf mismo carccc de SlgniJlc~ci6n d.ialcctica. No genera pfir lo tanto ningun pcnsa­~1)enlopo.lflicd'con rcspccto al Estado, sino s61o cl camino de una dctcrininacj6n singular c inmanente:

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La guadaiia mortal de Stalin scgaba a Lodos sin distinci6n [ ... J. Todas crnn pcrsonas tomadas al azar cntre los indiferentcs, los hlandos, los burgucscs c incluso los vcrdugos. Y se convirtieron

.. en vfcti1na,s por azar. ~ ·", ) l

,.El,;m1ur,:aquf convoc<tdo impidc todo acceso a una doctrina <'pplpgcH.c.i;d,cdos campos, sin ceder sin embargo a 16 irraciona1. En primer lu@ar, cl cam po cs tornado como efecto de lo real, para cons1ruir, a partir de una hipotcsis ctica, un discurso litemrio de vcrd~H· Yes ,rI ~politicismo prol'undo de las vfctimas lo quc csta en cl . rcsortc ilc csc real: r' ,· ,._ '1.·; ft•'',J'"~1

'.' V.J!fJ.J' '.

Los ,prc)fcsorcs, Lrabajadorcs de! partido, militares, ingcnicros, campcsinc>~ y obrcrcs. 4uc llcnaban profusamentc las carcclcs de csa cpoca, no tcnfan nada positivo dcLras de cllos [ ... ].La ausencia de Ia mcnor idc.1 capaz de unirlos dcbilitaba considcrnblcmcntc la

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finneza moral de los prcsos. No eran enemigos de! podcr, ni criminales del Estado y, cuando morfan, no sabfan por qu~ tcnran que morir.

Y sigue:

Trataban de olvidar que eran politicos. Por otra partc nunca habian sido poHticos, no mas que los otros "cincuenta y ocho" 4 de la epoca. La matanza de millarcs de persona-; con toda impunidad solo pudo realizarse porque cran inocent.cs. ·

De este modo todo Kolyma apcla, en nombrc de las vfctimas, a no cstablcccrsc en la inoccncia polftica. Es csa no inocencia lo que sc trata de inventar, en otra pane quc no sea la pura rcacdon. Para tcf]ninar con cl horror sc ncccsita la avanzada de una polftica quc intcgrc lo quc co116 su ausencia.

Es tambicn lo quc funda en cl libro la pcriodizacion de los fcn6mcnos. No hay cl sistcma pcrvcrso c inmutablc dcl totali­tarismo. Los campos ticncn una historia cscandida. En cl ccntro. cl aflo terrible: 1937-1938. Vcrdadcramcntc cntonccs, en la singularidad de un rnomcnto, sc dcscncadena la crucldad. Shalamov dcclara cxprcsamcntc que la tortura y los intcrrogato­rios datan de lines de 1937, y tambicn los fusilamicntos inmcnsos de rcclusos. Esta cl anti~s de 1937 y cl dcspucs, y cl propio 1937, como si cl rc~imcn hubiera atravesado allf un ticmpo paroxfstico de su proccso.

Y adcmas, como a contrapclo de la intcligcncia ctica. inyccta­da en todos los cucntos, hay una cspccic de poctica dcl Gran None, en cl que cl frfo, la nicve, los arbolcs, los torrcntcs, ~ncontrados como obst.aculos para la simple supcrvivcncia de los "moribundos", son tambicn una sustancia magica y lcjana, una familiaridad gravida, a la que Shalamov consagra cucmos cntcros. como "El pino cnano", dondc sc narrala amistad cntrc un hombre y un arbol. Tanto mas intensa cuanto quc, como todas las otras cosas de los campos de conccntraci6n, csa naturalcza ccrrada no tienc nada de nativa para quicn la describe, y quc, cuando sc produce su libcraci6n, dice:

~ El articulo 58 dcl Codigo Sovictico calificaba a los "trotskista~" y a otros cncrnigos polfticos dcl pueblo. Exponfa a lo pcor.

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Rozando con mi mano helada el antepecho frfo y poco finne, aspirando el olor de nafta y de polvo de la ciudad en inviemo, mire a los transc(mtes apresurados y comprendf hasta que punto yo era un habitante de ciudad. Comprendf que lo mas caro y m~s escncial p~a el hombre es el periodo en el que nace su patria micntr.is la familia y el amor no cxisten todavfa. Es el perfodo de la infancia y de .11.l primcra juventud. Y se me oprimi6 el coraz6n. Salude a lfkuts~ con todo mi coraz6n. Irkutsk era mi Vologda, mi Moscu.

Se habra comprcndido que los cucntos de Shalamov no son el balance politico de Stalin y las campos.

J::se balance csta en realidad ante nosotros, pues tiene por condici6n quc la polftica cmancipadora, Ia unica con Ia quc puede asociars'e la filosoffa, sc cstablccc en cl c1cmcnto de su surgi­micnfo, mas alla de la crisis mortal que hoy en dfa la golpca. Pero Shalamov nos Jcga algo infinitamcntc precioso: la prosa para enraizar la voluntad de un balance de esc tipo. Shalamov no es un Lribunal, aunquc juzga sin apclaci6n. Es una forma de con­cicncia, cjcmplar Y. transmisiblc.

};lay que vcr el terror sovictico de frcntc, y tambicn cs im­pt)Siblc Iimitarse a dccir "nosotros no somos csto", cubricndosc cl rostro. Pues esta, a su mancra, cs nucstra historia, aunque sc trata de pcnsarla y de romper con ell a. Shalamov nos llcva lo mas ccrca posiblc de aqucllo quc sc dice a vcccs quc prcfcrimos ignorar, Estamos cnganchados mas quc nadic a lo quc ya nunca mas sc reproduce, a lo desarraigado en sus fundamcntos mismos, cl horror quc Shalamov pone en prosa, clara y fraternal, la verdad subjctiva. ·

El ,escritor cs en cstc caso un gufa para la acci6n, puesto quc clla quierc rccomponcr una polftica digna de csc nombrc, cs decir homogenca a la tensi6n vcrfdica dcl sujcto.

l Y quc gufa podrf a rccmplazar a quien -como Io rclata en "El primer diente"- en cl momenta en que goipean a un recluso dclantc de cl, comprcndc quc "toda, toda mi vida iba ljugarsc ahora'~? Y que sale de la fila para declarar con voz temblorosa "Le prohfuo que le pegue a ese hombre'', con riesgo de que por la noche le dieran una golpiza y perdicra su primer dicntc.

Pero quicn, tambicn, en "Marcel Proust" habla de lo preciosos que eran los lihros, su tn1fico, su pcrdida, y quc cuenta quc, habiendo empczado por el cuarto tomo (cnviado no sc sabc por

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que a un ayudante de medico conocido) lo habfa "abrumado Guennantes". A el, un "hombre de Kolyma, un zck".

III. EL FIN DE LAS VICTORIAS

Al leer al zck, fortificamos, sin rcnunciar al prop6sito de escncia­lizar la polftica, la ccrtidumbre de que csta complctamente destruida su rcfercncia estatal. Pero con cse orfanato de lo real, vicne a introducirse una divisi6n y un cqufvoco en aqucllo de lo quc cse Estado era cl emblcma: la noci6n de victoria. i,Quc cs veneer? Durante todo cl siglo xix, la cucsti6n sigui6 oscura para la concicncia polftica obrcra. El lcninismo (scgun sc decfa, cl marxismo de "la cpoca de las rcvoluciones proletarias victorio­sas") habfa arrojado luz sabre esc punto: veneer era compromc­tcrsc, en las condicioncs nacionalcs cspccfficas, en la vf a abicrta por octubrc de 1917 y por la URSS. La victoria tenfa su patria, la "patria del socialismo".

Pero he aquf quc la victoria rue expatriada. Si la URSS, China o cualquicr otro Estado, hasta en la concicncia comun de aqucllos quc profcsan invocarla, dejan de scr cl cmblcma de csa victoria, si incluso sc convicrten en su invcrsi6n, en cl signo negro, la victoria misma qucda afcctada de vagahundco y sospccha. El primer alcanzado cntrc los conccptos dcl marxismo cs el de dictadura dcl proletariado, cl mas compromctido en la sub­jctividad victoriosa provcnicnte de Octubrc. Su pucsta en crisis oscurcci6 la dcmarcaci6n cntre cl marxismo (conccbido como rcalismo polftico) y las otras conicntcs de! pcnsamiento revolu­cionario. La dictadura de! proletariado era de algun modo cl concentrado conceptual de! proceso polftico victo1ioso, una dctcrminaci6n que convcrgfa con cl tcma de la capacidad polftica prolctaria (siendo la dictadura dcl prolctariado simctrica de la dictadura de la burgucsfa) y de la forma general de! Estado posrcvolucionario (la dictadura dcl prolctariado como esencia de clasc del Estado socialista). La pucsta en cucsti6n de la URSS como historicidad de la victoria hacc vacilar la firmcza conceptual de esa convcrgencia.

El scgundo refcrente (las liberaciones nacionalcs) ha sido dcstituido por el devenir de Vietnam, tanto mas cuanto quc, para

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' fa juvcnhid ti·c los pafscs de Occidente, cl compromiso en favor ' de la lucha ·Ide los pueblos de Indochina habfa sido una fuentc principal dcl radicalismo politico. Vietnam aparccc hoy como una potcncia militar cxpansionista. f ucrtcmcntc ado sad a al dispositivo sovictico, y cuyo pujantc dinamismo nacional no csta or­ganicamehtc ligado a un dinamismo popular. La scparaci6n-hoy en dfa cvidcntc- cntrc cl nacionalismo victnamita y cl compro­miso popular, plantca un intcrrogantc !.'Obfc lo bicn fundado de lo quc, en la sccucncia anterior, convcnfa.cn fucrLa de propaganda su fus.i6n. supucsta. La llamada gucrra "de! pueblo" sin duda condujo victoriosamcntc la cucsti6n nacion.al. Pero, ;,lo hizo en una unidad dialcctica con la cmancipaci6n popular? Uno pucdc hoy cri dfa' prcguntarsc si lo quc sc tom6 por unidad popular no era simplcmcntc una tccnica cspccf fica de la gucrra nacional, la forma general quc rcvistc csta gucrra en nucstra cpoca, sin quc ncccsariamcmc sea inhcrcntc a csa forma una univcrsalidad polftica popular cmancipadora. Por lo tanto, si siguc sicndo justo habcr rcspaldado cl csfucr1.o de gucrra de los pueblos de Indochina (en cl marco de la libcraci6n ncccsaria de las nacioncs), cs prcciso dclimi'iar csa justicia, scparandola de todo lo quc pretend fa cxccdcrla, y no vcr en la gucrra dcl pueblo la f ucntc prof unda de una novcdad po If ti ca y cl ref ugio para una rcgcncra-ci6n dcl marxismo. Mas bicn, la gucrra de Vietnam (los hcchos ultcriorcs lo dcmucstran) ha cstablccido de quc cs todavfa capaz cl nacionalismo, en cucsti6n de invcncioncs adaptadas a las condkioncs de la cpoca. Dcmostr6 quc no solamcnte la cpoca (burgucsa) de las gucrras nacionalcs no cstaba pcrim1ida, sino quc comcnfa min potcncialidadcs de innovaci6n polfticas y militares. Esa -cs una cnscnanza::util para cl marxismo de, analisis, sin constiLuir sin embargo un consuclo para cl marxismo militante. Las' tacticas y principios de la guerra prolongada hoy en dfa lbrman partc dcl arsenal universal de los mctodos :polfticos. Su car:1ctcr de clasc cst:1 dcshccho y, si bicn sc trata de' invcncioncs marxistasnm uso pcrmancntc ya no constituyc una rcforcncia de la cspccifrciaad· rcvolucionaria dcl marx.ismo.

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IV. SIGNIFIG:ACIC)N UNIVERSAL DEL MOVIMIENTO OBRERO POLACO

Al qucdar en duda los Estados y las gucrras, j,pucdc cmonces uno rcplcgarsc en la considcraci6n cxclusiva dcl movimiento social, cspccialmcntc en su imagcn obrcra'! (,Pucdc mantcncrse viva Ia concxi6n cntrc un marx1smo libcrado de las avcnturas csLaLalcs dcl siglo y la cspontancidad de lo quc yo llamaba las histcrias de lo social? Sc tratarfa de la vida polftica de una rcfcrencia unica. no atcstiguada rucra de clla misma y quc no cs representable en cl Estado ni en la Nacion, ni siquicra en cl Pueblo.

Sin embargo, (,de quc "vida" sc traLa'? ;,Dondc y como Ia clase obrcra dcmostr6 su capacidad polftica indcpcndicntc, basandose en sus propias rucr1.as, si sc dcscanan la cxpcricncia dcl Estado sovictico-o chino-- asf como las de las libcraciones nacionalcs'? Si uno sc aticnc a Europa, (,quc dcstacar como cscncial dcsdc la insurrccci6n cspanaquista de 1919 en Alcmania? E incluso cntorn.:cs. j,quc objctar a quicn, como cxpcricncia hist6rica, s6lo rcgistra la conducci6n de las masas. bajo la dirccci6n de marxistas puros, hacia fracasos sangricntos'! A lo cual no sc oponc como altcmativa m:1s quc una lcnta putrcfacci6n parlamcntaria, de la cual nos ofrccc un cspcctaculo dcgradamc cl Panido Comµnista Frances. Mas quc un rcfcrcntc, cl movimicnto obrcro-conccbido como movimicnto socialmcntc dctcrminado- parccc fundonar como una rcpctici6n de lo quc dcsdc sicmprc ha sido la sucnc de los oprimidos (campesinos tras csclavosJ: practicar la altcrnancia de la sur(lision tacituma y la insurrccci6n ahogada en sangrc. Entrc una y otra, la huclga, quc solo modirica Jos salarios. Al suponcr quc la capacidad polflica obrcra no cxccdc, bajo la Icy de! capital y los Impcrios. cl principio universal de rcbclion. en sus formas violcntas o rcglamcntadas, aparcntcmcntc sc dcstruyc cl funda~ mcnto ultimo de la hip6tcsis marxista.

En cstc punto. cl movimicnto obrcro polaco introdujo, cntrc 1980 y 1984 por lo mcnos, una novcdad, quc aun subsistc, scan cualcs fucrcn las pcripccias' y los fracasos tacticos de su historia concrcta. En cfccto. cs pcrfcctamcntc posiblc quc csc movimicnto haya agotado los rccursos t.kmcdiatos de scntido de los quc dispuso en su primcra ctapa. Pucdc quc hoy en dfa cslc dcrrotado o cstancado. Sin embargo, la autonomfa de la polftica implica la de su gcncralogfa. Por lo dcm:1s, ;,quc signilka cxactamcntc cl

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, "frncaso" del movimiento polaco, puesto que el mismo afinnaba que su objetivo no era "veneer"? Todo csto qucda por pensarse. Incluso aunquc Polonia como acontccimicnto haya desaparecido de la actualidad pcriodfstica; todavf a falta mucho para que la novedad que clla introdujo cstc integralmente disponiblc.

Esa novcdad cs tan to mas considerable cuanto quc, por muchos de sus rasgos, cl movimicnto polaco era cl mas clasicamente obrero -el mas clasicamentc marxista- que haya visto Europa d(f,sde principios de siglo. En Polonia, la clase obrera fabril ha sido, yes todavfa, hasta en cl fracaso, universalmentc reconocida como pilar politico de lo quc los polacos llaman "la sociedad". La clase obrera no ha sido un componcnte simple del movimiento social general, no hizo numcro. Por cl conlrario, clla constituy6, a partir de sf misma, cl ccntro de dcspliegue dcl pcnsamiento polftico nucvo en la totalidad dcl cucrpo social. Intelectuales, campesinos, j6vcncs de las ciudadcs, estaban, por propia con­fesi6n, bajo la garantfa polftica de la organizaci6n dcmocn1Lica de las fabricas. En su cscncia practica, el debate polflico sc remiti6 al debate obrcro.

Ahora bicll, hay quc tomar nota de que csc pcnsamiento po If ti co obrcro casi quf micamcntc puro tom6 posici6n contra cl marxismo-lcninismo. El movimicnto obrcro en sf,jpOHticamente constituido a travcs de acontccimicntos de masas, organiz6 su pensamiento propio de un modo totalmcnte cxtrafio al marxismo­leninismo.

Tenemos cntonccs un movimicnto que, por una pane, parece vcrificar, por primcra vcz en mucho ticmpo, la hip6tcsis originaria dcl marxismo: la existencia de una capacidad po11tica prolctaria espccffica, hctcrogcnca respccto de la capacidad polftica bur­guesa; por otro !ado, solo consuma csa vcrificaci6n en la inversi6n nominal de la hip6tcsis misma, en cl elcmento de la hostilidad a lo quc fuc su nombre bautismal, cs dccir, al marxismo.

Del hccho de quc cl mas grandc movimicnto obrcro contem­poraneo no haya encontrado cl autodesarrollo de su pensamicnto polftico sino en una extcrioridad complcta al marxismo -y sea cual fucrc cl papel en csla circunstancia de las imposiciones nacionales (la Iglesia, etcetera)-, resulta a mi juicio que ante nucstros ojos sc ha dcshecho univcrsalmentc el lazo organico entrc el marxismo y la rcfcrencia social obrcra.

De modo quc hoy en dfa ni los Estados socialistas, ni las luctias de libcraci6n nacional, ni cl movimicnto obrcro, constituycn

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refcrcncias tiisL6ricas capaccs de garantizar la univcrsalidad concreta del 'marxismo.

V. SIGNIFICACIC)N REACTIVA DEL ANTIMARXISMO CONTEMPORANEO

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No es ~xag~rado dccir que cl marxismo csta hist6ricamcntc dcshccho. Su"mantcnimicnto conceptual s6lo pcrtcnccc al ordcn de! discurso,

1 condcnado a la sucrtc comun si sc cxtinguc la

sustancia viva de su cncamaci6n. Dcsde lucgo, con respccto a csta destrucci6n hay dos vfas, dos

oricntacioncs»dc pcnsamiento. La primcra vuclve a dccir quc cl marxismo ha sido juzgado y

condcnado por la historia. Pucsto que cl marxismo rcivindicaba las garantfas positivas de la historia, ticnc quc scr juzgado scgun sus propios c~itcrios. La dcstrucci6n hist6rica dcl marxismo s6lo significa su mucnc como acontecimiento universal de! pcnsa­micnto politico. El socialismo "realmcnte cxistentc" cs la scntcncia pronunciada por la historia sobrc~a historicidad dcl marxismo mismo: ha pcrimido. Lo quc subsistc de su apariencia no es mas quc un cadaver de lenguajc, un discurso quc s6lo sc sosticnc con ,la mcntira y la mucrtc.

Esta idea, tan difundida en la actualidad, va de suyo, por asf dccirlo. Es la principal objeci6n quc sc le pucdc haccr. Dccir hoy que cl marxismo ha mucrto con respecto al pcnsamicnto vivo no cs mas quc lcvantar un acta. No hay allf ninguna idea profunda, ningun dcscubrimicnto. Es una idea comun, de la que cabc tcmcr quc sea la falsificaci6n de una cvidencia.

En cambio, lo quc soq)fcndc es que csa idea no haya tcnido. por cl momento mas quc una fccundidad puramentc rcactiva. lCual es hoy cl uso dominantc de la idea de quc cl marxismo csta muerto? lQuc consccucncia sc extrae a gran escala? Simplc­mente, que csta muerta la idea general de una politica quc no sea la gcsti6n de las coacciones -y por lo tanto la idea de una polftica digna dcl pcnsamiento-. Y que una polftica tal, en la quc el pcnsamiento serf a responsable dcl ser, y no de la sola neccsidad, cs una avcntura nociva. ;,No es en efecto nocivo adccuarse a la muene? Los antimarxistas de la nueva gcncraci6n ticncn por

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scguro quc sobrc todo hay quc conscrvar aqucllo de lo quc a pcsar de todo sc disponc: las libcrtadcs, cl pcnsamicnto occidental, los dcrcchos humanos. Dicho de otro modo, la cscncia polftica dcl antimarxismo contcmporanco ha sido en los hechos la adhesi6n (y por ptimcra vcz Ia adhcsi6n masiva) de los intclcctualcs a la Jonna parlamentaria de los pafscs de Occidente, y la renuncia a todo radicalismo, a toda cscncialidad de la polftica.

Estc modo de rcflcxr6n de la dcstrucci6n hist6rica dcl marxismo vuclvc a pcnsar rcactivamcntc las vinudcs de la de­mocracia parlamcntatia como fonna perfectible, pcro escncial­mentc bucna, dcl Estado. Esta crftica de la polftica no cxccdc el retomo puro y simple a Ia tcorf a liberal de Ia polftica. Sc rcstaura cl dcrccho como aqucllo de lo quc la filosoff a ticnc quc ascgu­rar cl fundamcnto. Primer cjcmplo de una crftica cuya confcsi6n cs Ia rcstauraci6n de una cdad clasica dcl filo:mf cma polftico.

De modo que sc manticnc al antimarx.ismo contcmporanco en una pulsi6n conservadora y occidental. El antimarx.ismo tienc por m1clco una formaci6n conceptual reactiva, en la que cl dinamismo hist6rico cs rccmplazado par la espiritualidad democratica conscrvador.r. Sc trata de un verdadero dcsastrq del pcnsamicnto, cuya inducci6n coyuntural cs cl dcsastrc dcl marxismo. Este dcsastrc ha quitado toda radicalidad a la cucsti6n filos6fica tocantc a la polftica. En cstc caso la retirada cs mucho mas una catastrof e.

Lo quc cl antimarxismo contcmporanco califica de fracaso y mcntira dcl marxismo no sc clcva siquicra hasta cl pcnsamicnto radical de los cfcctos de la dcstrucci6n dcl marx.ismo.

Propongamos una paradoja: si nos prohunciamos como "marxistas" (sea cual fucrc hoy en dfa el scntid·o de '~stc tcrmino) dircmos que las cosas son por cierto mas graves de lo que imagina cl antimarx.ismo. Pucs la crftica antimarx.ista (cl gulag, cl fin de las libcrtades, la delCnsa de Occidente ... ) no hace masque rcpctir objccioncs muy antiguas; si no hubicra mas quc eso, contarfamos para responder con las antiguas rcfutacioncs. '

En la crisis del marxismo hay mas cosas quc las que cl antimart.ismo puede sonar.

Simctricamcntc, una delcnsa dogmatica de11 marxismo vuelvc a repctir la rcfutaci6n antigua de las antiguas objecioncs, rcpcti-das a su turno por cl antimarxismo contcmporaneo. .

El nucvo antimarx.ismo y cl vicjo marx.ismo defcnsivo son dos aspectos de un mismo fon6meno, quc es cl fen6meno dcl

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mantcnimicnto de la polftica en su retirada, hasta cl punto en que cl pcnsamiento ahdica ante su propio impcrativo de crisis.

En cambio, la incidcncia contradictoria de la novedad esta en quc la objctividad obrcra ··marxista" del movimicnto polaco se dcsplicguc en cl antimarxismo subjctivo. Pucs de lo quc sc trnta cs de una nueva configuraci6n polftica de la capacidad obrera, y por lo tanto de una nueva configuraci6n, todavfa siJenciosa, del marx.ismo mismo.

Pero, para pcnsar csta novedad, hay quc sostener el enunciado si&'Uiente'; cl unico que no cs rcactivo (pucs todo pcnsamiento antirnarx.ista de la dcstrucci6n hist6rica del rnarxismo sc revcla reactivo): cl scr contemporanco de lo quc va a cscandir la nueva imagen de la polftica, y quc todavfa podra dcnominarse "marx.­ismo" si hay que prolongar la hip6tesis cmancipadora, no cs otra cosa quc cl pensamiento complcto de su dcstrucci6n.

VI. SUBJETIV ACIC)N DESTRUCTORA Y DESLOCALIZACION

Hoy en dfa cl marxismo no csta rnucn.o. Esta dcstruido his­Loricamcntc. Pero hay un ser de csta dcstrucci6n. Mas prccisa­mcnte: cs posiblc, y ncccsario, mantcncrsc en la inmanencia de la destrucci6n. ·

La existcncia real dcl marxismo, en cada una de las etapas de su desarrollo, cs un dato polftico inrnancntc. El marxismo no cs una doctrina. En cl nomhrc de lo Uno pam una red constifuida por practicas polfticas. La visi6n de la crisis del marx.ismo como de un real (cl "socialismo rcalmcntc existcnte") quc juzgarfa y descalificarf a un discurso (la doctrina marx.ista) no da en el blanco. El marxismo a su tumo no cs "realrncnte existente" mas quc en la medida en quc cs aqucllo que da sosten a un sujeto polftico. La juxtaposici6n de un real y una ideologfa pone al marx.ismo en f'alta, no pcrmite pcnsar en su fuerza ni en su dcbilidad.

La cuesti6n f undamcntal cs entonccs la del pun to desde cl que sc cxamina la destrucci6n dcl marxismo. ;,Se panicipa o no de cso mismo quc csta en proceso de destrucci6n'! Sostengo quc el pensami'cnto radical de la crisis de! marxismo cxige que sc este en la posiCi6n, subjcLiva y polftica, de inmanencia en csa crisis.

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Hay quc .scr sujcto de la dcstrucci6n dcl marxismo para proponcr su conccpto. Toda cxccntraci6n produce un pensa­miento debil y exterior, rcpetitivo y reactivo, de esta crisis fundamental de la polf tica.

Evidcntcmente, no di go quc para criticar el marxismo hay quc "crccr" en cl marxismo. En lo quc a mf concicrnc, yo no crco en absoluto en cl marxismo. No fonnulo ninguna hip6tesis de crccncia ode juramento de fidelidad .. El marxisqp no es de nin­guna mancra un Gran Rclato. El marxismo cs la'consistencia de un sujeto polftico, de una capacidad polftica hctcrogenca. Es la vida de una hip6tcsis. El cxtrcmo pcligro en cl que SC cncucntra csa consistcncia sc cxperimcnta en la cxpcricncia sul)jctiva de cse peligro. La cxpericncia de csa capacidad, en los confines de la incxistcncia, exigc quc uno incxista con ell a. Pucs la cxtcrioridad, scgun lo dcmuestra la cxpcricncia, conduce a un conccpto exterior de la crisis, a la pucsta en proccso de la idco\ogfa por el pn::--upucsto de unreal polftico dcsjuntado. La crisis de la polftica cs rcmitida.a la rclirada de la polftica. Pero cl marxismo csta justamcntc en crisis por soportar en sf mismo la irrupci6n de lo real. El cmpujc de lo real quc instruye cl proccso hist6rico de csta dcstrucci6n sc cxpcrimcnta a partir dcl marxismo dcstruido.

En. cl examen de la crisis de la polftica hay una cuesti6n topol6gica. i,Quc vccindad sc accpta soportar con el ser-cn­dcstrucci6n de\ marxismo? lDc quc corajc inmancnte sc ascgura cl pcnsamicnto? A csa vccindad y a csc corajc dcstinamos cl si­guicnte cnunciado: cl pcnsamicnto radical de la dcstrucci6n dcl marxismo no cs en su csencia mas quc la imagcn actual dcl mar­xismo como polftica. Allf sc manticnc cl pase activo dcl sujcto polftico contcmponinco.

Ser sujeto de la crisis dcl marxismo sc oponc a la idea de ser su objcto. /,Que quiere dccir scr su objeto? Quicrc dccir defender el marxismo, defender cl cucrpo doctrinario contra la destrucci6n. Quiere dccir mantencr en la vida mtificial dcl discurso todas las rcforencias mucrtas. Quicrc dccir seguir librando pagan~s contra la historia, sicndo que sc ha agotado el credito. Existe hoy en dfa una .mancra, digamos marxista-leninista, de abogar por el ~arx1smo, quc no es mas quc una imagen de su muene. Ese mar­x1smo, que sc asegura con la cxistcncia de Esfudos poderosos, 0 c_on ~I. su~ue~to de que cxis~e una "clase obrera" polftica, ya no uene el coraJe del pcnsam1ento. Es una sobrcvida cstatal, un

lJ-T aparaLajc de grundcll purtldm1, iirundcs sindicalos, polflicamcnlc monsLruoso. y filos6flcamcnlc cs16rl I.

En cl dCa de hoy ninglln mur>tista puede existlr en cl pensamiento sino como sujcto pr6ximo u lu dcstruccl6n dcl marxismo .. La proclamaci6n por Esu1dos, purtldos o intclcc1ualcs academicos de la salud dcl marll.ismo cs una mcdlclnu mmtul.

Llevemos m:1s lejos csta idea. En vcrdad, · s61o los polflicos pueden destruir realmentc cl marxismo, y en especial tu l'orma marxista-leninista del marxismo. La causa de la deslruccion, cl pasaje en ella misma de la muertc de lo quc tiene quc morir, y dcl nacimicnto de lo quc debc nacer, son las tareas de los polfticos marxistas de nuevo ti po. Pues la mucne y cl nacimiento son en sf mismos fen6mcnos inmanentes.

l,Quc cs hoy en dfa un marxista? Es cl que csta en la dcstrucci6n dcl mafxismo en posici6n subjctiva, quc pronuncia de manera inmancnte lo que dcbc morir, y quc por lo tanto mucrc cl mismo, disponiendo csa mucne como causa de una rccomposici6n de la politica. f.. lo largo de cse proccso practico puedc producirsc cl pcnsamiepto efectivamcnte polftico de la dcstrucci6n de! marx-ismo. ·'

Mantc;ncrsc en cl marxismo cs ocupar un lugar dcstruido, y por lo tanio inhabitable. Yo planteo que hay una subjctividad marxis­ta quc habita lo inhabitable. En rclaci6n con cl marxismo en tanto qu~ dcstruido, esa subjetividad esta en una situaci6n de adcntro/ al'ucra. La topologfa de la polftica, quc sigue pcnsando en cl lugar de lo i11habitablc, cs dcl orden dcl torcimiento o la torsi6n: ni intcrioridM en la hcrcncia marxista-lcninista, ni tampoco la. cxtcrioridad rcactiva de\ antimarxismo. Esa relac 6n de torsi6n se oponc a todo cl triunfalismo dcl marxismo anterior, a la rcctitud infalible de la "Hnea justa". Hoy en dfa cl pcnsamiento polftico s6lo tienc en cucnta una rclaci6n dcsviada con su propia historia.

Esto puede decirsc de otro modo: hoy los rcferentcs de la politica no son marxistas. Hay una dcslocalizaci6n fundamental dcl marxismo. Habfa anteriormentc una cspccie de autorrcferen­cia, pues cl marxismo basaba su crCdito general en Estados que se decfan marxistas, en luchas de liberaci6n nacional bajo la direcci6n de partidos marxistas, y en movimientos obrcros en­cuadrados por sindicatos marxistas. Pero cstc referencial ha perimido. Las grandcs pulsaciones.bist6ricas de masas ya no sc refieren al marxismo, por lo menos desde el fin de la revoluci6n cultural en China: veansc los casos de Polonia o Iran. En virtud

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de esto se ha producido una cxpatriad6n de la polftica. Su territorialidad hist6rica ya no le es transitiva. La era de la autorreferenda csta ccrrada. La polftica ya no tiene patria his-t6rica. 1

Todos los ref ercntes po If ti cos dotados de una vida obrera y popular real son hoy, con rclad6n al marxismo, atfpicos, errantes, cstan deslocalizados. Cualquier marxista ortodoxo objetara que el movimiento polaco cs nacional y religioso, que el movimiento iranfcs religioso y fanatico, queen el fondo nada de cso le interesa al marxismo. Y csc marxismo ortodoxo s6lo sera un objeto vacfo en el proceso de la destrucd6n dcl marxismo.

Esta en la .esencia de toda polftica real que los referentes hist6ricos le resulten impcnsables por las vfas de la ortodoxia. La ortodoxia es una opini6n rccta, pero cl marxismo cs torsi6n, ya no tiene el rccurso de scr una rcctitud dcl pcnsamicnto.

Es preciso mantcncrsc en el lugar deslocalizado dondc va a produdrse cl pcnsamicnto de lo que la ortodoxia rcprcsenta como impensablc.. ·

S6lo nos qucda en vcrdad el lugar inhabitable de una heterodoxia marxista por vcnir.

VU. LA IMAGEN DEL (RE)COMIENZO

Si cl marxismo cs indcfcndiblc, entonccs hay que inidarlo. El marxismo ya comcnz6 una vez, entrc 1840 y 1850. Despucs,

en la historia inaugurada por ese comienzo, conoci6 etapas, por cjcmplo la victoria de Octubrc de 1917 y la forma tc6rico-polftica dcl leninismo. Hoy en df a sc trata de mucho masque de una etapa. Hablar de etapa signilica quc cl primer comienzo Sigue valicndo. Nosotros introducimos la hip6tcsis radical de que justamcnte csc comiernzo.ha dcjado de valcr, y que en la expatriaci6n concluye un cicl0. complcto de la cxistcncia del marxismo.

Cuando Marx fund6 el marxisrno, su referenda fundamental era el movimiento obrcro. No cxistfa la referenda de los Estados socialistas, ni la de las libcracioncs nacionales. Eso no constitufa cvidentemente una autorrcfcrencia. El movimiento obrero, en su emergencia hist6rica a partir de los afios 1820-1830, no era por cicrto "marxista". Si rclecmos el Manifiestodel Partido Comunista,

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csc tcxto absolutamcmc inaugural, vemos que Marx establecc cxpresamente su pcnsamicnto polftico en el supuesto de la existencia enteramcntc indcpcndientc del movimiento obrero. El punto de partida es "hay cl movimiento revolucionario obrcro". Es dedr lo que un sujcto dcsigna como sfntoma y como cl obstaculo dondc se dcsprcndc. Es un puro "hay", es unreal. Y con rcspecto a esc "hay" Marx postula ta! o cual tesis. Ese cs cl senti­do de la f6rmula cnigmatica scgun la cual "los comunistas no son un partido distinto de los otros partidos obreros". Los comunistas -segun funda Marx su dcsignaci6n polftica- no estan agrupa­dos en torno de csa dcsignaci6n. No son una fracci6n cuya unidad cs una doctrina. Los comunistas son una dimensi6n existcntc de todo cl conjunto de! movimicnto obrero, de lo quc Marx. llama "los partidos obrcros". El "partido comunista" cs un atributo general de los partidos obrcros. Marx sc csfuerza por aislar y pcnsar csc atributo, a travcs dcl cual sc da cl real completo del movimicnto obrcro como real polftico.

Finalmcntc, la tcsis de Marx no cs s61o "hay el movimicnto obrero", sino tambicn "hay comunislas'', existc csa dimcnsi6n espccflica, irrcductiblc, de! movimiento obrcro, cuyo critcrio y consistcncia polftica intcnta cstablcccr. Allf reside la opcraci6n intcrprctaliva, la quc formula la vcrdad de la polftica prolctaria, y cuyo nombrc conceptual cs cl de partido comunista.

Esa cs la imagcn dcl comicnzo. No sc trata de scparar y cstructurar una partc dcl t'cn6mcno cxistcnte. Sc trata de un "hay", de! acto de pcnsamicnto en co rte de un real. Se trata de una forma de proximidad dcl pcnsamicnto polftico al real dcl movimicnto obrcro, dado en sus atributos, sus sfntomas, y particularmcntc en cl atributo comunist:1. Cuanao Marx dcclara quc un cspcctro rccorrc Europa, cl cspcctro de! comunismo, no prctcndc quc cl mismo es cl cspcctro, ni hacc surgir, en virtud de su doctrina, la imagen amcnazantc. Su prop6sito cs pensar esa obscsi6n, en el clemcnto de la vcrdad.

Despucs sigui6 la larga historia de la marx.izaci6n del movimicnto obrcro. La doctrina de la "f usi6n del marxismo y el movimiento obrcro real". El partido socialdem6crata alcman, Octubrc de 1917, la Tcrccra Internacional: todo lo que constituy6 cl sistema de refcrencias dcl quc hablc1bamos al principio. En esa larga historia, cl marxismo va a convertirse en cl pensamicnlo rctlexivd de esa marxizaci6n. Va a fundar la autorreferencia. El marxismo habla cntonccs dcl modo en que el marxismo penctra

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" u u u--u--v--u u u u ·u u u u u u \u u u u ~ u " u u u u u u u u ~ en Cl real de la lucha de clases: partidos marxistas, direccio- · Vlll. EL R,ETORNO DE LAS FUENTES nes marxistas, Estados marxistas. El "hay" se convierte en "hay el rnarxismo". A lo largo de esta sccucncia, el marxismo adquiere la capacidad de hablar de sf rnismo, de SU credibilidad hist6rica, de su marcha conquistadora. Esc trabajo cs tambien el trabajo necesario de la puesta en ficci6n. El marxismo se convierte para sf mismo en su propia represcntaci6n.

La crisis de los referentes significa que hoy el marxismo ya no esta en condiciones de pensarse el mismo en la experiencia. No se encuentra como poder de estructuraci6n de la historia real. Todas las cxperiencias, dcslocalizadas con relaci6n al marxismo, proponen una discontinuidad en la historia anterior de la marxizaci6n de la historia. Tambicn csta allf la oportunidad de libcrar la polflica de la f'orma marxizada dcl filosofema polftico.

De modo quc nos vemos conducidos a la imagen del comicnzo: ya no procedcmos a partir de "hay cl marxismo'', pucs esc "hay" csta en su destrucci6n. Proccdemos a partir del "hay" un corte, y mirando lo quc "hay" proponemos, como Marx en cl Manifiesto, hip6tcsis polftieas inauguralcs. Mas particularmentc: (re)for­mulamos la hip6tcsis de una capacidad polftica adecuada a la no­dominaci6n.

Por cllo, es juslo dccir que cl marxismo concluyc su primera cxistcncia. Hay un ciclo rccorrido, y utilizo la palabra "ciclo" para distinguirlo de una simple ctapa. Lo concluido es un primer ciclo de marxizaci6n; llcvado al punto en quc csa marxizaci6n sc suslrac cntcramentc como objcto de! marxismo. Esq marxizaci6n ha producido muchas cosas, admirablcs y siniestra'§; produjo la obra de Marx, Octubrc de 1917, Stalin, la Tcrccra Internacional, la rcvoluci6n china, la libcraci6n de las naciones de Indochina. Y cxactamente delras y en contacto con nosotros csta cl If mite extrcmo de esc ciclo, quc ya concluyc, y que va-digamos-, de la rcvoluci6n cultural china al movimiento obrero polaco.

Lo que en ese ciclo sc da como principio de existencia ha perimido hace mucho ticmpo. Por cllo nos vemos llevados a una imagen del comienzo. Las vcrdadcras polfticas de hoy en dfa ya no son contcmporaneas de la marxizaci6n, sino de un "hay" hist6rico-polftico del que hay que volver a pensar la dimensi6n emancipadora, la hetcrogeneidad de las imagenes de la domi­nacion (incluso las marxistas).

Tenemos que rehacer el Manifiesto.

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L,En que sc convierten, en la ligura del (rc)comienzo, las quc sc Haman "expericncias del marxismo"? El recomienzo, como dcs­construcci6n del marxismo-leninismo, 1,es cl olvido puro y sim­ple de esas "experiencias"? La pregunta licnc lanto senlido -ni mas ni menos- como cl interrogantc de si cl retomo ontol6gico del pensawiento debc ser el olvido integral de la metaffsica. Pues el marxiswo-leninismo es propiamente la epoca metaffsica de la ontologfa polftica.

Marx, Gn cl orden del pensamicnto, no partiq de la nada. Hegel fue para cl una rcfcrencia obligada, que, por cierlo, no proporcio­naba por sf misma el principio de la formulaci6n del "hay", ni la regla del compromiso politico. Yo dirfa que cl marxismo anterior --el dcl ticlo concluido de la marxizaci6n- funciona en su totalidad como una referenda "de tipo hegcliano": a la vez necesaria y que no prescribe nada dctcrn1inado. El marxismo sc ha convcnido en su propio hegclianismo. El rclcrentc de las cxpcriencias dcl marxismo dcbe scr dcsmcmbrado, desarticulado, rcli.mdido, para quc participc a su modo en la designaci6n contemporanea de! "hay", que csta en su comienzo, en tanto llevado a la hip6tesis fundadora: "Hay una capacidad polftica adecuada a la no-dominaci6n".

La polftica dcbe abrir audazmcntc un agujcro en el dispositivo mclaff sico del saber marxisla.

Lenfn pcnsaba quc Marx habfa articulado trcs rcfcrcntcs de pensamiento: un rcfcrcnte filos61ico (Hegel y cl idcalismo dialcctico alcman), un rcferenlc hist6rico-polflico (cl movimiento rcvolucionario obrero frances) y un rcforcnte cientffico (la economfa polftica inglesa).

En cuanto a nosotros, tenemos dos cosas. Tenemos el pcnsamiento marxisla tal como se desplcg6 en el ciclo de la marxizaci6n, y tal como esla actualmente deslruido, pero ni mas ni menos de lo que estaba destruido el pcnsamiento hegeliano del fin de la Historia. Y, desde la revoluci6n cultural china hasta cl movimiento obrero polaco, tenemos acontccimicntos polfticos cuya funci6n sintomatica se trata de evaluar, y cu yo sujeto se trata de pterpretar, sabiendo que, en la filiaci6n simple de! ciclo concluido del marxismo, ese sujeto sigue siendo impensable en cuanto a su verdad.

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Para decirlo de otro modo, de nuevo tenemos que pronunci­amos sobre la cuesti6n de las f uentes del marxismo. Decir que sus fuentes eran la filosoffa alcmana, la economfa inglesa y la polftica francesa es una dcfinici6n posible de todo cl primer ciclo de existencia del marxismo. La idea del re(comienzo) supone que esas tres · fuentes hoy en dfa estan agotadas. Y que la nueva disposici6n de las fuentes de nuestro pensamiento cs tal vez totalniente heterogenea rcspecto de lo que ha podido registrar la tradici6n marxista.

Si Heidegger tuvo que buscar en el poema lo quc bajo la empresa epocal de la mctaff sica constitufa ya para cl fuentc en cuanto a su desconstrucci6n, igualmentc nosotros debemos cncontrar cl cnunciado vcrdadcro crratico en cl quc, bajo la cmpresa de la marxizaci6n, se cnuncia por fin lo quc clla oculta y olvida de la poHtica marxista. Esta polftica, en cuanto a sus fuentes, tiene mcnos ncccsidad de una doctrina que de un poema, es decir de la intcprctaci6n de un acontccimiento.

Existe por cicrto cl movimiento obrero polaco, que es una fuente mas que un objeto. De allf que, como el movimicnto obrcro frances del si~lo xix, no cs su victoria lo que hace Icy, sino su corte. ,

Yo mismo, durantc mucho tiempo, desarrolle la tesis de que, en Francia, la tcoria de Lacan sobre el clivaje del sujcto y el eclipse del objcto pod fa hacer f uente en cuanto a una formulaci6n de la teorfa marxista de! sujcto polftico. 5

Todo ello es inconcxo y problematico. Pero el conjunto constituido porHegel, Ricardo y Junio de 1848 no estaba tampoco en cl: .punto de partida en una identidad consistentc muy manifiesta~ · ·

· Sin:du<da; para comenzar poi el principio, hay que pensar hasta el fin· 1a conclusi6n del ciclo anterior. La tarea inicial es la del examencdel ilfmite terminal de ese ciclo, es decir, crftica efectiva del -marX:ismo-leninismo, el proceso de su desconstrucci6n ..

A traves de esa crf tica, que es una directiva polftica -a la vez te6rida y ·practica-, ponemos a todo el marxismo en situaci6n de fuente· pa:ra·lo inaugural de otro pensamiento de la polftica. La descohstrucci6n del marxismo-leninismo establecela destrucci6n del marxismo ·en la instancia del (re)comienzo. _Esta escisi6n es el gesto por el ·cual uno vuelve a poder acoger en sf mismo, asf

s Cf. mi Theorie du sujet, Seuil, 1982. 'I

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sea al precio de la angustia y el pcligro, cl "hay" del real sobrc el que fundar una prtictica enteramente. nueva de la polftica.

Nosotros somos nucstras propias Erinias, lo cual siempre sc nos puede objetar. Es cicrto, la sangre es imborrable. Pero cs mucho mas cl antimarxista quien cree poder lavarsc las manos. Yo digo en "marxista" (en marxista impronunciable): i.cual es el gesto en el que la polftica vuelve a scr m6vil y se desprcnde de la ficci6n fUncbrc de lo polftico, es decir, de la economfa y del marxismo-leninismo? Si ese gesto es imposiblc, inhallablc, la dccisi6n, como en la tragcdia de S6focles, marchara bajo lo impensable. Si lo cs, en la vulnerabilidad instruida y organizada de una hip6tesis sobrc la verdad de un sujcto polftico proletario, cl marxismo sobrcllcvara, como en la tragedia de Esquilo, la escisi6n afirmativa de la Icy en la que, para nuestra desdicha, se habfa convcrtido.

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I. EL ACONTECIMIENTO. RECORRIDO EMPIRICO

La paradoja de la emprcsa en la que nos compromelc cl hecho de que la polftica se retire cs la determinaci6n de la cscncia de la polftica; que no pucdc ascgurarsc la csLructura (inconsistencia de Jos conjuntos, dcsvinculaci6n) ni cl scntido (la Historia no lo hacc Lodo), no ticnc mas punto de referenda que el acontccimicnto. El "hay" del acontccimicnto, tornado en su azar, cs justamcntc el sitio dondc corrcspondc circunscribir la cscncia de la polftica. La finneza de la esencializaci6n rcposa sobrc la precariedad de lo que advicnc.

Pero el acontecimicnto no pcrtcnece al orden de la realidad. El pensamiento sc oricnta aquf hacia la distinci6n del acontccimicnto respccto de su imitaci6n corriente, quc se pucde dcnominar cl hccho. La reducci6n contcmporanea de la reflexi6n polftica a la inescncialidad del pc1iodismo favorece de entrada la conf usi6n del acontecimiento con cl hecho.

Nada es mas dccisivo hoy en dfa que dcscartar de la dctcrminaci6n de la cscncia de la polftica la factualidad "politica'', y cspccialmcntc la considcraci6n m1mcrica ligada a clla. La polftica no scra pensablc mas que libcrada de la tiranfa de! 1

numero, numcro de votantes tanto como numero de manifcstantes o de huclguistas.

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Cotivcitz.tmonos dcsdc cl principio que hoy hay muy poca polftictJ en circulaci6n, casi nada, y que bordea panicularmcntc lo incxistcntc cuando hacc ostentaci6n de su m1mero.

Tfpicamcnte, cJ regimen corriente de lo quc se prcscnta como rcllcxi6n poJftica cs cl comcntario clcctoraJ. Ahora bien, ni cl comcmario ni las clcccioncs son vfas de acccso a la cscncia de la pol ltica:.

El comentario cs cl mumrnllo de la impotcncia, lo propio de la dcmocracia inactiva, cs dccir dcl periodismo. Una clecci6n cs por cicno un hccho, una rcalidad, y pucdc tencr una imponancia total en tal caraclcr. Sin embargo, no cs en general un acontcci­micnto ni un real. Y cuando lo cs, csto, si pucde dccirsc, no dc­pcndc de clla. La rclaci6n quc la rcalidad electoral mantienc con cl real politico dcbc diagnosticarsc en esc punto de imposiblc en cl quc cl calculo electoral no logra cnumerar aqucllo de lo quc sin embargo obticnc su consistcncia.

A tftulo de cjcmplo, csta claro quc, en todas las elcccioncs franccsas rccicntcs, una apuesta subjctiva muy imponantc ha cstado ligada a la prcscncia urbana masiva de obrcros inmigran­tcs.6 Sin embargo, cl punto en cl quc la reprcscntaci6n toca a csc real no cs legible en csa rcprcscntaci6n. En panicular, la ascrci6n dcl "aumcnto dcl racismo", significada en cl caudal electoral de la dcrccha o la extrema dcrccha, no rcvcla ningun scntido polftico real. La prueba csta en quc esa ascrci6n, como todas las quc prcscntan cl aumcnto de cualquicr cosa, s6lo pucdc crcar espanto. Ahora bicn, el espanto no cs un scntimicnto polftico. Es un scntimicnto dcl comcntario.

Para comprcndcr lo quc cl numero electoral forcluyc en la circunstancia, conviene atcnersc al acontecimiento mas bicn que al hccho.

El acontecimicnto cs lo que vicne a faltar a los hcchos, ya panir de lo cual puede asignarsc la verdad de esos hechos.

i,Disponcmos de un acontecimiento de ese ordcn? i,La polftica pucde advenir como verdad respecto de la facticidad "polftica"? Propongamos a tftulo de hip6tesis provisional que los "hechos"

:1 6 Lo quc ~cha llamado (pcro cste significante es ya reaccionario) el "problema

inmignmte" h:i desemP'-'fiado un papcl capital en las elccciones municipales de 1982, en la clccci6n parcial de Dreux, en las elccciones curopeas de 1984 (exito de la lista del Frente Nacional).

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de la fabrica Talbot7 tcjicron cl acontccimiento dcl quc las cleccioncs organizaron cl olvido.

Sin duda, lo quc succdi6 en la l'abrica de Poissy a principios de 1984, hoy dfa, como hccho, csta masivamcntc olvidado. En la cronologfa factica quc trama cl rclato parlamcntario o sindical. no constituyc una lccha dccisiva. Pero cs un aspecto de la distinci6n cntrc cl acontccimicnto y cl hccho la circunstancia de quc no sc rclacioncn con Ia misma cscala de imponancia. Es.pcrfcctamentc posiblc -como ya lo he dicho con rcspccto a Polonia- quc un acontccimicnto sc ausentc de la mcmoria cxplf cita, micntms quc la infinidad fie! de sus cfcctos pcrsiste de modo invisible en poncr en circulaci6n la vcrdad.

La polftica ticnc tambicn la tarca de rcpuntar la cr6nica. Ella distribuye otros acentos, aisla otras sccuencias.

Voy a mostrar en quc scntido lo quc succdi6 en csa fabrica pcriodiz6 cl tieinpo polftico.

Talbot, en apariencia, no cs mas quc una miniatur.i local de los hcchos "polfticos" nacionalcs. (.Que cs, en cfccto. lo quc sc vc? Trcs elcmcntos caracterf sticos de los datos en curso.

El primer elcmcnto cs la polftica gubcmamcntal de rccstruc~ turaci6n industrial. Esa polftica cs incuestionablcmentc la ncga­ci6n de todo aquello en tomo de lo cual cl Partido Socialista gan6 su clicntcla en 1981. La propaganda de la cpoca ncgaba la crisis del capital, e hizo alardc de su certidumbrc de acabar con cl dcscmplco mcdiantc la rcactivaci6n dcl consumo. Como lo dccfa cl tranquilo pueblo de los alichcs, en cl quc humcaban las chimencas, era posiblc tratar la crisis en una suave Larde de verano, en una scrcna cultura rcpublicana, y con satisfacci6n general.

Talbot cristaliza en un punto, segun scan las propias convic­ciones, la mcntira de esa promcsa, o bicn cl error completo de csa doctrina. El gobicrno rcvel6 cstar suspcndido entrc dos conscnsos

7 Los hechos de Talbot sc ubican cntre noviembrc de 1983 y febrcro de 1984. La dirccci6n propuso un plan de dcspidos de casi 3<X>O obrcros. Huelga, ocupaci6n del taller R3. Movilizaci6n de los capataces y dcl "sindicato" CSL. Grescas. Ataquc al B3 por los que la prensa dcnominara pudicamente "no­huclguistas", al grito de "los bougnouls al homo". La CGT aprob6 cl plan (lo mismo que cl gobiemo). Juzg6 quc la ocupacion era "avcnturcrista". No se me1,cl6 en nada. La CEDT, quc responde a la apelacion de las CRS, rcspalda la evacuaci6n, que termina por hacersc. ·

Como se ve, la objctividad cs simple. La ruptura subjctiva resulla csencial.

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imposibles, cl de su promcsa y cl de la brutalidad de!J..capital, para la cual el buen sentido popular estima que Thatcher, Regan o Chirac cstan mas calificados, aunquc mas no fucra por la adecuaci6n mayor de su historia ideol6gica.

El scgundo elcmento de la situaci6n Talbot cs la incapacidad de la CGT para dominar una situaci6n obrera, desde que esa situaci6n esta masivamcntc saturada por la brutalidad de la reestructuraci6n, y que clla suponc un mfnimo de autoconsti­tuci6n, de capacidad de palabra indcpendicnte, obrcros inmigran­tes. La CGT y cl Partido Comunista Frances sc rcvelaron suspendidos cntrc la aprobaci6n de! dcspido y de la expulsi6n de los inmigrantes, lo quc los suprimfa como mcdiadorcs sindicalcs, y la dcmagogia islamica, quc los suprimfa como propietarios dcl chauvinismo productivo y organizadorcs de los bucnos franceses calificados de las fabricas.

Finalmcntc, cl terccr clcmento cs la capacidad de las bandas de la CSL fConfcdcraci6n de los Sindicatos Librcs] para organizar contra los huelguistas a un numcro signi licativo de asalariados franccscs, al grito de "los bougnouls* al homo", y para de­sencadcnar de tat modo una pcquef'ia guerra civil y nacional en el cspacio de la f:lbrica.

Ahora bicn, esos trcs clcmcntos son inmcdiatamcnte legibles · en las macrosituaciones numcricas clectorales. La pequef'ia cantidad de los actores practicos (2000 o 3000) esta en mctonimia de los millones de votantcs.

El primer clcmcnto sc Ice como inconsistencia dcl Partido Socialista, que no cs portador de ningun proyccto polftico indcpcndicntc, y navcga a Ia vista cntrc su color cultural cmancipador y su funci6n cstatal de adhcsi6n a las ncccsidades del capital. De allf un consccucntc pasajc del 30 por ciento al 20 por ciento en las eleccioncs de 1984. it·

El segundo elemento sc lee como dcclinaci6n hist6rica del Partido Comunista Frances, cl cual, a difercncia del partido italiano, nunca pudo o supo desde hace treinta af'ios volverse indispensable para la cohesion estatal y nacional, dirigir las corrientes de opini6n o controlar las transformaciones objctivas y subjetivas dcl pueblo obrero de las fabricas, apegandosc a la

* Nombre peyorativo aplicado (entrc otros) a negros y norteafricanos [N. de! T.]

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rcprcscntaci6n de un "movimiento obrcro" quc la historia concrcta pone en todas panes en ficci6n. De allf cl descenso a los infiernos: del porcentaje electoral grupuscular.

El tcrcer elcmento sc Ice como asccnso de la capacidad de la extrema derccha -de filiacion pctainisla mas bicn quc nazi­para llcmar el vacfo de idenlidad en cl quc la crisis, la provincializaci6n de Francia a escala planctaria, y la prescncia masiva de obreros inmigrantes, han hundido a la conciencia rca~iva de una masa de personas. De allf cl 11 por cicnto de Le Peil basado en un discurso abstracto de satisfacci6n social del Mismo, los Franccses primero, los Franccscs son franceses, una cspccie de tautologfa cle taberna de la cual cl Arabc cs cl no man's land. :1

Y sin ·embargo, hay que sostencr quc no es sino donde ralla cl , isomorfismo de! acontecimicnto y la rcalidad, de lo micro y Io macro, dondc resulta politicamentc interpretable cl caractcr de acontccimicnto del acontecimicnto.

Hablcmos primero de una victoria subjctiva silcnciosa. En Talbot, ~as bandas de la CSL ganaron. No ganaron contra los obreros, 'sino contra cl gobicmo de Ia izquierda. En cf ecto, pucsto quc cstc:J cxtrac como lccci6n del acontccimicnto la polftica Hamada de "rctomo de los inmigrantcs", ratifica de inmcdiato cl rondo mismo de la intcnci6n rcactiva, a saber: quc los inmigrantcs ya no dcbcn estar rcprcsentados en su interioridad en la socicdad y la fabrica (cs dccir, como obreros que cstan aquf desdc hace veinte aftos), sino en su exterioridad nacional. Concebida como · disposici6n del pensamicnto, mas quc como practica de atcnci6n de neccsidades, la polftica dcl retomo de los inmigrantes esta exactamcnte en cl terreno de Ia doctrina de la extrema derecha. El parametro de la nacionalidad formal dcbe prevalccer absolu­tamentc sobre cualquicr otro, y en particular sobrc cl real obrcro, y csto hasta en la fabrica.

Entre "los bougnouls al homo" y "los inmigrantcs a su casa, pago x milloncs por su panida", hay una irnportantc difcrcncia de tono, pcro ninguna diferencia de principio polftico. La sub­jctividad rcactiva es igualmente convocada por las dos proposi­ciones. De modo que en Talbot la extrema derccha prcvaleci6 subjetivamentc sobrc cl gobiemo. Ahora bicn, esta anticipaci6n victoriosa es ilegiblc en las elecciones, puesto quc el comentario dio por sentada la oposici6n dcl racismo de la dcrccha y cl antirracismo de la izquierda; uno de los cuales ganaba puntos

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comra cl otm. La vcrdad cs que la rclaci6n que sc cstablcci6 en la circunstancia Talbot cntrc la acci6n de extrema derccha y el redcsplicguc de la polftica de izquicrda con rcspccto a los obrcros inmigrantes no f uc una rclaci6n de oposici6n frontal, sino una rc­laci6n de torsi6n comunicantc. Torsion quc hacc quc circulc una idcntidad f undamcntal cntrc enunciados situ ados en puntos formalmcnte separados o contrarios. Es csa torsi6n la que los porcentajcs electorales vuclvcn ilcgible, al mismo ticmpo quc sc cimenta en cllos; la extrema dcrccha es sin duda parlamcntaria­mcntc. crcfble porquc su discurso deja de scr pcrcibido como cxtrcmista, o atf pico, pucsto quc csc discurso, aunquc dcscono­cido, circula, si asf pucde dccirsc, de pane a partc.

No esta tan clam como podrfa crccrsc cual cs cl punto dondc hay quc corrcgir csa torsi6n. Las dcclarnciones fonnales de antirracismo no tiencn en tat scntido cfccto alguno. Hay que cscrutar los hcchos o constituir el acontccimicnto.

El cnunciado axial de la rcsistcncia obrcra cstuvo en la fabrica Talbot ocupada: ''Qucrcmos nucstms dcrcchos". Esta claro quc csc cnunciado ...;.;.,ct de un derccho como ta! dcl obrcro, dcspcdido, inmigrantc, puntt1o yo- no rcsucna en pane alguna en las cifras clcctoralcs. Sin embargo, cs cl cuano tcnnino de la situaci6n Talbot, y ademas el t1nico con podcr para ttansformar la situaci6n en un acontccimicnto.

Hay quicnes diccn hoy que si cl cnunciado de los obreros inmigrantes csta forcluido del campo parlamentario sc trata simplcmehte de que cllos no tiencn dcrccho al voto.

Tai es el ·punto dondc cl pcnsamicnto polftico renuncia a su impcrativo;· bajo la conminaci6n dcl numero. _· f.

En lo que me concierne, soy un firmc partidario del Cferccho al vot& de los inmigrantes. Lo soy en los hcchos y la propaganda dcsdc hace docc anos: dcsde las primeras huclgas de hambrc de obrcros sin documentos, en 1972.

Pero no irnagino en absoluto quc la csfcm de la representaci6n y del numcro sea apta para calificar el acontecimiento del que hablo en el orden de la polftica.

Sostengo p0r el contrario quc cl cnunciado de los obreros de Talbot, tal como tuvo lugar para siempre, ese cnunciado quc con todo apunta al derecho, es intrfnsccamente irrepresentable. Y en esa irrepresentabilidad consiste prccisamente la polftica de esc enunciado.

Digamoslo de otro modo. La imagen de la polftica quc inducen

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tanto la dclcgacion parlamcntaria occidental como cl burocra­tismo d~potico dcl Estc cs la de la cxprcsi6n programatica de las fucr1.as. Su rafz serf a quc los intcrcscs o idcales de los grupos sc pmycctan en la composicion gubcrnamcntal por la pucsta en obra de pmgramas y planes. Pmgramas y planes cuya naturalcza. tanto en cl Estc como en cl Ocstc, cs en primer lugar ccon6mica. La bumcracia dcsp6tica postula solamcntc su capacidad para cxprc­sar (si asf pucdc dcci rsc l de una sol a pieza el program a nacional. bajo las vcstiduras, por lo dcmas puramcnte decorativas y abstractas, de una lcgitimidad dictatorial obrera. Sc tmta de una cspccic de religion laica en la quc cl culto prcvalccc sobrc la crccncia, como en cl Impcrio Romano. El parlamcntarismo, por su partc, organiza la aparicncia de un connicto de los programas en cl tcrrcno rcconocido .en una convergcncia de las ncccsidadcs. En todos los casos, la concicncia polftica csta rcfcrida a lo quc en clla sc dclcga en los dcfcnsorcs de un sistcma de proposicioncs cstatalmcntc practicablcs.

En cl cnunciado obrcm de los dcrcchos, la Icy de la concicncia polftica cs totalmcntc distinta, pucs sc constituyc prccisamcntc porno tcncr ninguna imagcn programatica o contablc dcfinida. Como diccn a com cl gobicrno y los sindicatos, csos dcrcchos no cxistcn. Y, por lo dcmas, los obrcros marroqufcs, al mismo tiempo quc pmclaman csc dcrccho, afinnan, en vista de los hcchos, quc cllos, obrcros quc trabajan en Francia dcsdc hacc vcintc anos, no ticncn prccisamcntc dcrccho alguno.

La concicncia cs aquf inducida por cl acontccimiento a tmvcs de lo quc sc dcnomina cl dcrccho sin dcrecho, cs dccir, para rctomar la cxpresi6n de Marx y Lyotard, cl dano absoluto, cl dano a sccas,8 ocasionado a csas pcrsonas.

Esc dano no cs representable, y ningun programa puedc incorpqrar su compcnsacion. La pol(tica cmpicza cuando uno sc pmporl~. no rcprcscntar a las vfctimas (proyecto en el cual la vicja doctrina marxista sigui6 prisioncra dcl esqucma exprcsivo), sino scr ficl a los acontecimicntos en los que Jas. vfctimas se pronuncian. Esa fidelidad s6lo se manifiesta por una dccisi6n. Y csa decisi6n, que no promete nada a nadie, a su turno s6lo csta

s La idea del "daiio a sccas" hecho a los obreros esta presente en la Cr£tica .de lafllosofla del derechode /Jegel, de Marx. El de "dailo" es un concepto central • de! ullimo libro de J.-F. Lyotard, Le Differend (Minuit, 1984).

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atada por una hip6tesis. Se trata de la hip6tesis de una polftica de la no-dominaci6n, de la quc Marx ha sido el fundador y que hoy en dfa se trata de re-fundar.

Desde ese punto de vista, cl compromiso politico tienc la misma universalidad reflcjantc quc cl juicio de gusto para Kant. El compromiso politico no cs infcriblc de ninguna prueba, ni tampoco cl efecto de un impcrativo. No es deducido ni prcscripto. El compromiso es axiomdtico.

II. DEFINICIONES Y AXIOMAS

Lo quc csta en jucgo cs ccmir la cscncia no programatica de la polftica, y pcnsar lo que yo llamarfa una fidelidad intcrviniente.

Adopto por un momento cl cstilo cxpositivo de Spinoza. Llamo situaci6n prepolltica a un complcjo de hcchos y

enunciados talcs que en cllos sc cncucntran comp'rometidos colectivamcnte singularidades obrcras y popularcs, y tal que en cl cs discernible un fracaso dcl regimen de lo Uno. Por lo tanto, un "hay Dos" irreductiblc. 0 incluso: un punto de irreprcsentable. 0 incluso: un conjunto vacfo.

Llamo estructura de la situaci6n al mccanismo cxistente de cuenta-por-uno quc califica la situaci6n como sicndo esa situaei6n en la csfcra de lo representable.

Llamo acontecimiento a quc la calificaci6n en el regimen de lo Uno deja un resto; por lo tanto, al disf'uncionamiento de cse regimen. El acontccimicnto no es dado, pucs cl regimen de lo Uno es Ia ley de Loda donaci6n. El acontccimiento es asf el producto de una interprctaci6n.

Llamo intervenci6n a los enunciados y hechos supemumera:.. rios a traves de los cuales sc cfectua la interpretaci6n que desprende el acontecimiento, cs dccir cl "hay Dos", de la escisi6n.

Llamo politica a lo quc cstablcce en el regimen de la intervenci6n la consistencia del acontecimicnto, y la propaga mas alla de la situaci6n prepolftica. Esa propagaci6n no es nunca una repetici6n. Es un efecto de sujeto, una consistencia.

Llarno fidelidad a la organizaci6n polftica, es decir al producto colectivo de la consistencia dcl acontecimiento mas alla de su esfera inrnediata.

Talbot es una situaci6n prcpolftica, en cuanto allf se frustra la calificaci6n de la situaci6n como huclga sindical contra los despidos. El, enunciado de los obrcros inmigrantcs sobrc sus dcrechos no e~ cuantificablc en csa calificaci6n, ni por lo dcmas fue cuantificada. Los paramctros quc son la acci6n de la CSL y las grescas, la inercia de la CGT, la partida de la CFDT [Confederaci6n Francesa y Dcmocratica del Trabajo I. la llegada de las CRS [Compafifas Rcpublicanas de Seguridad], el balance gubcmamental en terminos de polftica de retomo, todo ello forma un conjunto coherente, legitimado por la situaci6n global, que podemos represcntar como Uno. Esos parametros efcctuan el cuenta-por-uno, la cstructura. Los obrcros inmigrantcs como conciencia c(cctiva son cl conjunto vacf o de ese Uno. De modo quc, cstrictamcntc hablando, son incuanti ficablcs.

El vacfo cs siemprc csc punto suturado a lo real; de allf que la plenitud de la representaci6n sc rcvclc simplemente como uno de los tcrminos de un Dos.

El acontccimicnto cs aquf el cnunciado del derecho sin derccho. Es producido por la intcrpretaci6n de las formas programatica.s inadccuadas en las que opera. El fndice de inadccuaci6n de esas formas cs la multiplicidad tlotantc. Unos dicen "ncccsitamos vcintc milloncs"; otros, "cl reembolso de las cuotas socia!'es"; otros aun, "un mes de salario [X>r afio de antigticdad'', etcetera, etcetera. La intcrpretaci6n produce ese acontccpniento que, en una situaci6n prepolftica, ha sido cl enunciacto de que era imposiblc tratar a los obreros como mcrcaderfa usada. Esc imposiblc es justamcntc, en la circunstan­cia, la realidad, y por lo tanto la posibilidad. La posibilidad de lo imposiblc cs el fondo de la polftica. Ella sc opone globalmcnte a todo Io que hoy sc nos cnscfia, segun lo cual la polftica cs la gesti6n de lo necesario. La polftica comienza por cl mismo gcsto con cl que Rousseau suprimc el fundamento · mismo de la desigualdad: hacer a un lado todos los hcchos.

Importa hacer a un lado todos los hechos, para que advenga el acontecimiento. ,

La intcrvenci6n le da consistcncia al acontecimiento, que ella interpreta, ptopagando como cnunciado del juicio reflejante el enunciado dyl acontccimicnto. Al hacerlo, organiza la fidelidad. La organizaci6n es una materialidad del juicio reflejante.

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III. REFUT ACIC)N DEL IDEALISMO

En mi dcfinici6n de la situaci6n prepolftica impongo quc se tcngan en cuenta "singularidadcs obreras y populares". Esta prcscripci6n es axiomatica, es decir, general. Quiero decir que clla concicmc a la cscncia de las situaciones, y no a tal 0 cual circunstancia concrcta, la cual puede implicar a Ia juventud, los intclectualcs, etcetera. En cuanto a su determinaci6n esencial, cs dccir cstratcgica, yo impido en efecto que la polftica pucda dcsplegarsc sin implicaci6n subjetiva de obreros, de gente de las suburbias populares, de inmigrantcs, campesinos, etcetera.

Ahora bicn, me cxpongo asf a una objcci6n decisiva ... l,De que sirvc -sc me din1- dcstruir cl marxismo en su historizaci6n sustancial (quicro dccir: quc sustancializa al prolctariado), y conducirlo a la hip6lesis de una polftica de la no-dominaci6n, si usted reintroduce in extremis Io empfrico obrcro? Vcmos bicn -continua mi objctor- quc rccmplaza Ia idea de un ser obrcro gcncrico y cmancipador (en sfntcsis, la idea de un proletariado) par una hip6tcsi~ inf undablc y puramcntc subjctiva, de la que sc trala de cxaminar las consccuencias y no de vcrilicar las efcclos. De tal modo ustcd ha rota cl lazo expresivo cntre lo .social y lo polftico. Ha liquidado la Gcsta dcl Prolctariado en bcneficio de una axiomatica dcl proccso polftico. Entonccs, jvaya hasta el fin! Suprill}a tambicn en la axiomalica la condici6n del paramctro obrero o popular de las situaciorcs. Pucs no ticne allf mas que cl fantasma situacional ~.tel prolctariado perdido.

Esta objeci6n no deja de recordar la de Hegel a Kant: i,para que conscrvar la "absurda cosa en sf'? Si el Sujeto constituye la expericncia, vayamos hasta el fin, es decir, concibamos lo Absoluto mismo como Sujeto. No dcbe subsistir ningun tras­mundo irrcprcscntablc.

Del mismo modo, si cl proceso de la polftica emancipadora tiene coma unii:;a condici6n la de estar abierta eri el punto del acontccimiento. no se cncuentra somctidft a ninguna condici6n predicativa en cuanto a las situaciones. "Obrero" y l'popular" son huellas del viejo sustancialismo social, que pretendfa deducir la polftica de la organizaci6n de la sociedad en clases.

Kant, en la Crltica de la razon pura, anticip6 e.sta objeci6n en la secci6n titulada "Refutaci6n del idealismo". Estableci6 que el acontecimiento no podfa operar en el sitio de la representaci6n sin

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que nada sc prcscnte nunca. Dicho de otro modo: cs preciso que cl scr en tanto quc scr sostenga cl impase de la reprcscntaci6n para quc la rcprcscntaci6n rcprcscmc. La cvacuaci6n de la cosa en sf cs en rcalidad la disoluci6n de la constituci6n subjetiva de la cx­pcriencia, y no, coma lo crcc Hegel, su paso al lfmitc. Pues la cxpcricncia s61o cs Sujcto ligada (topol6gicamentc) a un real quc en clla falta. Hegel crec poncr de manifiesto una inconsccuencia de Kant, pero en rcalidad cs cl el inconsecuentc con la doctrina kantiana dcl Sujcto.

Yo intento aquf rcfutar cl idealismo polftico absoluto que una interprctaci6n "maxima" de mi axiomatica podrfajustiftcar, y quc consistirfa en atcncrsc a la intcrvcnci6n, sin citar jamas la calificaci6n (obrcra y popular) dcl sitio dcl acontecimiento, en cl quc la intervcnci6n cs supcmumcraria.

Como Kant, ramno ncccsariamcntc por cl absurdo. Si, en cfecto, sc pudicra cstablcccr di rcctamcntc que cs ncccsario quc las situacioncs prcpolfticas scan obrcras, sc habrfa rcalmcnte rcstau­rado un privilcgio polftico obrcro, y por lo tanto cl prcsupucsto sustancia quc nucstro gcsto ref undador de scan.a. Si no hay prolctariado, en cl scntido de un sujcto polftico rcconoeiblc bajo las cspccics de -,u scr social, no sc pucde cspcrar cstablcccr, por la vfa de un argumcnto constructivo, que las situacioncs poHticas cmincntcs son obrcras. Nucstra unica posibilidad consistc en llcgar a justificar quc cs imposiblc no considcrar (cstratcgi­camcntc) la calificaci6n obrcra y popular de las situacioncs.

Teorema La intcrvcnci6n polftica en las condiciones actuates, cs dccir la polftica modcma, no pucdc cstratcgicamentc cvitar ser ficl a acontccimicntos cuyo panorama cs obrcro y popular.

Supongamos que puedc cvitarlo. Como la hip6tesis axiomatica cs la de una polftica de emancipaci6n, y par lo tanto de una polftica subjetiva no cstatal y adecuada a la no-dominaci6n, de ello rcsultarfa quc csta polftica podrf a dcsplegarse sin incluir nunca en su campo inmediato los lugares donde existe materialmente la masa (sea cual fuere su nombre) de las dominados --en las condiciones modemas-, o sea las fabricas, las suburbios, las rcsidencias de inmigrantes, o las oficinas del empleo repetitive informatizado. En particualr en el caso de las fabricas, la cxcepci6n ser{a radical, puesto que se puede establecer sin

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esfuerzo que las fabricas estan separadas de la sociedad civil y de las le yes · moderadoras que en clla rig en las relaciones sociales.

En tal supuesto, no habrfa polf tica de no-dominaci6n, para los dominados mismos, mas quc en la forrna de la reprcsentaci6n, puesto que ningun acontecirnicnto que de lugar a intcrvenci6n los incluirfa en cuanto a su sitio. En particular, los enuACiados obrcros y populares no constituirfan la materia de la intervenci6n polftica.

Mas precisamente: exccntrados estrategicamente de la polftica en cuanto a su atomo (la intcrvcnci6n a partir del acontecimiento), Jos dominados no podrf an forrnular su interes en esa polftica sino en terrninos programaticos, cs dccir que tcndrfan quc adherirse a clla por el unico motivo de quc cs representable como polftica igualitaria, o como polftica de la no-dominaci6n.

Ahora bicn, la cscncia de la polftica consistc en cxcluir la rcprescntaci6n, y no Lener jamas como imagcn la conciencia programatica. Su cscncia csta cntcramente en la fidelidad al acontccimiento ta! como estc sc materializa en la red de las intervcnciones.

En consecllcncia, cs imposiblc quc la polftica pueda evitar estrategicamcntc tomar en cuenta cl caracter obrero y popular de las situaciones. Si procediera a esa evitaci6n, serfa inconsccuente con respecto a su propio axioma inaugural.

Corolario La imagcn militantc de la polftica cxigc, en su conccpci6n misma, la prcscncia sin mcdiaci6n (en particular sin mediaci6n parlamcn­taria o sindical) en los grandcs sitios, fabricas, ciudades, etcetera, del acontccimiento obrcro y popular. Es notable que csa cxigcncia no se cxtraiga del supucsto de una "clase obrera" o de un "pueblo", sino pore! contrario de la dcsaparici6n de todo supuesto de ese tipo. Y, de hccho, si tcncrnos "cl partido de la clase obrcra", tenemos en origen nucstra mcdiaci6n, y de ningun modo nos vemos obligados a iniciar sin mcdiaci6n la polftica en las fabricas, las ciudadcs, etcetera. En sum a, nada requerirfa queen esos lugrcs pusicran los pies los intelcctualcs dcl Partido Comunista Frances. Hoy, por el contrario, la polftica no cxiste (lo qu~1 el capitalismo permite totalmente) o bien convoca a sus actores, es decir, en la situaci6n presente, a una mayorfa de intelectuales, a los lugares constitutivos de su esencia de acontecimiento. De tal modo se arranca la imagen militante dirccta de su estatuto de ejecuci6n o de adhcsi6n. Es un concepto inmanente de la existencia polftica

como tal. Ello se siguc implacablcmente de la cscncia no programatica de la polftica. Quien no la hace no la es.

IV. GENEALOGfA DE LA DIALECTICA

Hoy en dfa es un tema conicnte que la polftica no scrli rcstituiblc al pensamierto masque al prccio de que se terminc con la f'ilosoff a cspcculativa, con la dialcctica.

La cuesti6n cs entenderse sobre la dialectica. 9

Yo cnuncio quc los conccptos de acontccimiento, estructura, intcrvenci6n y fidelidad son los conccptos mismos de la dia­lcctica, no dbstantc que ella no sea llcvada a la imagen chata, ya inadccuada para Hegel, de la totalizaci6n y dcl trabajo de lo negativo. La dialccticidad de la dialectica consistc justamcntc en que ticnc su historia conceptual, y en quc divide la matriz hcgcliana hasta cl punto en quc csta sc rcvcla en su scr como doctrina de! acontecimicnto, y no como una avcntura rcgulada dcl espfritu. Una polftica, mas bicn quc una historia.

Desde cl punto en quc rnancjarnos y depuramos cl pcnsarnicnto dialectico, cstamos en condiciones de rccornponcr su gencalogfa. Otro conccpto, otros prccursorcs. Si uno quicrc iluminar la axiomatica dondc sc inicia la polftica, considcrara, por cjcmplo, a quicncs yo llamo los cuatro dialecticos f ranccscs: Pascal, Rousseau, Mallarrne y Lacan.

(,Que importancia ticnc csta cucsti6n? Considerable, pucsto que sc trata de inscribir la rdundaci6n de toda polftica en un horizontc lilos6fico dcspcjado. (,Dcspcjado de quc? Del cnroque mccanicista y cientilicista en cl quc sc mantuvo cl marxismo desdc su introducci6n en Francia por Lafarguc y Gucsde. Todo pcnsamiento activo ticnc quc rcalizar su inscripcion nacional. El marxismo franccs se quiso heredero de la Ilustraci6n, de! com bate anticlerical, del progrcso de la cicncia. Tuvo a la dialcctica cristiana como polo advcrso, rcconocido o cicgo. Laiciz6 y provincializ6 cl ideal revolucionario.

9 WJia huena parte de mi TMorie du sujet esta dedicada al concepto de dialcG,t1ca. Los puntos de apoyo provienen de Hegel, Jos materialistas de la AntigUeclad y Mal!arme.

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Cada vcz quc sc quiso cngalanar csa imagen rcducida, no sc hizo mas que inycctar en cl marxismo franccs una pequefia dosis de lo tr~gico hcgeliano. Se dio rcalcc a la referenda materialista (Spinoza o Lucrccio mas bicn quc Diderot o Helvccio). Pero cl nuclco rcprescnt~tivo de! marxismo, su ccntro de gravedad, segufa sicndo cl mismo: una tcorf a cicntffica de la historia, sostenida por una tcorf a positiva de las rclacioncs de producci6n y de la organizaci6n de la sociedad en clascs. Es cicrto queen cl trasfondo de csta rcprcscntaci6n se conscrvaban las caractcrfsticas nacio­nalcs dcl movimicnto obrcro: sindicalismo, 16gica de las luchas, prioridad de! programa.

Aprovcchando quc cl vicjo movimicnto obrcro ha mucrto, hay quc tcrminar con cl vicjo marxismo.

Con cl gcsto mcdiantc cl cual impona ccrrar todo un ciclo de cxistcncia de la polftica, yo propongo abrir otro, una filiaci6n difcrcntc. Todo nacimicnto hacc gcncalogfa.

Hoy sabcmos quc sc trata de tcrminar con la visi6n reprcscn­Lativa de la polftica. El cnunciado can6nico de rcnfn, scgun cl cual la socicdad esta dividida en clascs, y las clases reprcscntadas por partidos p~lfticos, ha pcrimido. En su cscncia, csc cnunciado cs homogcnco con la conccpci6n parlamcntaria. Pucs cl punto cla­ve, tanto en un caso como en cl otro, cs cl de la rcpresentaci6n de lo social en la polftica. En tal scntido -Lcnfn tambicn Io dijo-, la polftica "conccntra la cconomfa". Reprcscntaci6n y con­ccntraci6n son aqucllo a partir de lo cual hay quc pcnsar Ia cxistcncia de los partidc;s y medir el sitio de la polftica. Tai cs la imagcn en la quc sc pcrdi6 cl marxismo.

Por cmpczar sc rcconoccra un pcnsamicnto dialcctico en su conflicto con Ia reprcscntaci6n. Un pensamicnto de csc tipo acorrala en su campo cl punto irrcprcscntablc, dondc sc revcla quc uno toca lo real.

Rousseau, por cjcmplo, vcda radicalmcntc la representaci6n polftica. El pueblo, f undamento absoluto de la soberanfa, no pucdc dclcgarla a nadie, y tampoco a sf mismo, en lo cuaJ Rousseau no cs anarquista. Concebido como pura capacidad polftica, cl pueblo cs irrcprcscntablc. Rousseau es totalmcntc hostil al parlamcn-tarismo. ,

Para Mallarmc, la pocsfa no puede expresar al poeta ni al mundo. El poeta tienc 4uc cstar auscntc de la obra, como si csta tuviera lugar sin cl. Y, en cuanto al mundo, Mallanne dice cncrgicamcntc quc uno no sc sumara a cl. Dc

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debe efcctuar un proccso singular, que cntrcga su pmpia cscncia sin figurarla. En cl no hay ningun tipo de cosa.

Para Pascal, Dios no cs representable en la filosoffa. Nada del mundo conduce a cl lo. El muno no llcva a Dios ajuicio de Pascal, mas de lo quc para mf lo social llcva a Io polftico. Del mismo modo quc los conjuntos socialcs son inconsistentes en polftica, para Pascal cl "doble inlinito" dcl Mundo no describe ningun todo dcl que sc pucda infcrir a Dios. La rclaci6n subjetiva con Dios csta en lo alcatorio de una apucsta (y tambien hay que apostar a la polftica comunista: nunca sc la deducira del Capital).

Finalmcntc, para Lacan nada rcprcscnta al Sujeto. Lacan insistc en quc si bicn cl dcsco esta aniculado (en cl significantc), no cs sin embargo articulable. Ticnc la f6nnula "un si!,'llificantc rcprcscnta al sujcLO para otro signi ficantc". Pero cllo indica prccisamcnte quc ningun signilicantc particular reprcscnta cl sujcto, cl cual csta obligado a cacr en el intervalo de una cadcna de lcnguajc.

En todos los casos -y sc trata sicmprc dcl lugar en cl que sc instituyc un cfccto de sujeto: Dios, Pueblo, Poema, Deseo-, la Icy dcl conccpto cs la de un proccdimiento de irrcprescntaci6n. Del mismo modo, para mf la polftica no rcprcscnta en absoluto al proletariado, la clasc o la Naci6n. Loque hace sujeto en polftica, aunquc rcvclado en su existcncia por cl efccto polftico mismo, siguc sicndo inarticulable en clla.

No sc trata de quc algo, quc cxiste, pucda scr rcpresentado. Sc trata de aqucllo por lo cual algo vicnc a cxistir, que nada rcprcscnta y quc prcscnta pura y simplemcnte su existcncia. Pascal abomina de la idea (cartcsiana o tomista) de las "prucbas de la cxistcncia de Dios". Para Rousscau,.cl pueblo no prccxistc de ningun modo al Contrato por cl cual sc constituye como capacidad polftica. Y cse Contrato no tiene ninguna "prucba" conccbiblc. Mallam1c quicrc un poema quc sc refieje en sf mismo, inexplicable por nada exterior. Del sujcto lacaniano, ni siquicra sc dira quc cxistc. Lo quc ck-siste es mas bicn lo real. A mf tampoco me atracn las prucbas de la cxistencia dcl prolctariado. Ya cs bastantc con arricsgar una polftica hetemgenea sin la garantfa de ninguna dcducci6n.

Si hay un punto de irreprcsentablc, cl pcnsamiento no puedc adccuarsc al rcl1ejo de las rcalidadcs. Tiene neccsariamente quc haccr corte, para que sc ponga en movimiento un procedimiento de cxplic.aci6n quc no ticnc ref creme exterior. El pensamiento,

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que no rcprcscnta, produce cfectos, mediante la intcrrupci6n de una cadena de representaciones. Todo pensamiento dialectico es por lo tanto, en primer lugar, intcrpretaci6n-corte. Perfila un sfnt'Oma, a partir dcl cual sc pucdc formular una interpretaci6n (hipotCtica) en cuanto a efectos de pensamicnto. Es lo que hace Marx, quicn, en el Manifiesto, sabre la base de csos acontecimien­tos-sfntomas que son las insurrecciones obreras de principios del siglo xix, fonnula la hip6tcsis de la capacidad polftica proletaria -de una polftica que no sea una polftica de la representaci6n-

En su metodo intcrpretativo uno rcconocc un pensamicnto dialcctico. Esc pensamiento empieza sicmprc por descartar las rcprcscntacioncs. El mctodo lacaniano, tornado de Freud, consis­tc en rcchazar las rcprescntacioncs conscicntcs como gufas para la invcstigaci6n dcl sujcto, y opcrar por rodeos, mcdiantc la intcrrupci6n intcrprctativa, sobrc Indices cmiticos: lapsus, suefios, cxtrancza de las palabras ... Pascal inicia su pcdagogfa con una pucsta en crisis de la autovalorizaci6n dcl hombre. Indica su cscisi6n absolut~: cl hombre es miscria total (fnlima parccla dcl univcrso, cnccrrado cntrc lo infinitamentc grande y lo infini­tamcntc pcqucfl.o, dcsprovisto de scntido) y grandcza incompa­rable (pcnsamicnto que reflcja csa misma miscria). A partir de allf, la intcrrupci6n interprctativa propane la hip6tcsis dc(la salvaci6n por la gracia, lo unico comparable con cl abismo de la escisi6n. Y Mallarme scnala la divisi6n dcl lcnguajc. De un lado csta su f unci6n de comunicaci6n, de intcrcambio, la que Mallarme denomina monctaria, y de! otro lado lo que sc anuncia en cl sistcma dcl poem a, y con rcspecto a lo cual Mallarme formula una hip6tesis radical: la capacidad del Ienguajc para exhibir, sobre un fondo de nada, la csencia de la cosa.

En todos los casos, la ruptura con las representaciones se empalma a una hip6tesis gencrica sobrc la existencia de un proccdimicnto en el que la verdad circula sin estar representada. Es una hip6tesis de capacidad vcrdadera: capacidad polftica prolctaria (Marx), capacidad de sobcranfa popular (Rousseau), capacidad de salvaci6n reunificadora (Pascal), capacidad dcl Libro absoluto (Mallarmc), capacidad dcl sujcto de vcrdad (Lacan). Y esta hip6tesis instituyc rctroactivamcntc, en el lugar rnismo dcl sfntoma inicial donde cl pcnsamicnto hacc ruptura (la insurrccci6n, cl poema, la libcnad, la cscisi6n en abismo, la vcta dcl signiiicantc), al sujcto para el quc esa capacidad cs cl proccso

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mismo de la existencia: el prolctariado, la multitud, cl pueblo, el hombre crii;tiano, lo inconscientc.

Un pcnsamiento dialcctico tiene entonces que abrir un:1 hrccha en el dispositivo dcl saber (reprcscntaciones), cuando sc Lopa con un contrafuerte sintomatico, que cl interpreta en cl regimen de una hipote.~~s de capacidad en la que se revela cl apres-coup de un sujeto. ('

En Francia uno no encucritra estc mctodo complcto (cuyo regimen moderno aseguran Marx y Freud) salvo en Pascal, Rousseau, Mallarme y Lacan.

Obscrvesc quc los cuatro son maestros excepcionalcs de la lcngua, y sc cucntan entrc los mas grandes de nuestros artistas de la cscritura. Es quc solamentc cl aitc organiza en Francia (dondc cl cumulo lilos6fico nunca tuvo la scguridad alemana) la postura de indccidibilidad en la que cl sujcto sc anicula al acontccimicnto.

En cfccto, rcflcxioncmos quc si cl pcnsamicnto dialcctico rompc un qrdcn de rcprcscntacioncs, nunca ticnc otra garantfa en cuanto a lo real quc su propia cxpcricncia. El contrafucrtc quc autoriza su brccha cs un acontccimicnto singular.

El pcnsamicnto dialcctico no comicnza por la rcgla, sino por la cxccpci6n. Y la Icy tc6rica nucva quc articula csa cxccpci6n no cs, en cuanto a la cxistencia dcl sujcto, mas quc una rorma de apucsta. Es una gran apuesta, una cxplicitaci6n hipotctica. Rousseau admite que sin duda ninguna sociedad real sc sustcnta en cl contrato por cl cual cl pueblo sc instituyc como capacidad polftica subjctiva. El Li bro de Mallarmc no ha sido cscrito. Scgun Pascal, no sc puedc dctcm1inar ninguna salvaci6n particular; cl nurncro de los clcgidos cs indctcrminado, tal vez nu lo. Y la vcrdad dcl sujeto csta en suspcnso; de allf quc la cura psicoanalftica sea, en rigor, inl'inita. En cuanto a nosotros, sabcmos lo quc vale cl socialismo "realmcntc cxistentc".

Pero csta indccibilidad de! sujeto de la hip6tcsis es cl prccio de lo no representable. Esta en cl principio de la vcrdad. Para cxplicitarla, y hacer resonar cl acontccimiento inicial, el rccurso dcl artc no es cxccsivo. Tampoco lo es para'la rcligi6n, para la pocsfa, dcsdc lucgo, ni para cl analista, ni para cl Lcgislador de Rousseau. Ni para la polftica, mas artc quc cicncia, sin duda alguna.

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V. FORMALISMOS, 1 INTERDICTO/IMPOSIBLE

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Con cJ corajc quc talcs prcdeccsorcs nos prodigan, vuelvo a las meditaciones formalcs.

El que empicza dcsnudo tiene dcrccho a la abstracci6n mas simple. ' ·

El modelo sobrc cl que voy a opcrar es panicularmcntc magro. Sirvc para cstableccr los impascs de la conccptualizaci6n de lo representable. Su scricdad cs an:iloga a la quc Lyotard atribuye al cucrpo de anccdotas de la soffstica y cl esccpticismo, o Lacan a sus ap61ogos, como por cjemplo cl de los trcs prcsos: exhibir las dificultadcs dcl ser, en un ordcn en cl quc la ostensible cxtravagancia 16gica ticnc justamcntc por funci6n mantcncr a distancia la rcalidad.

Extraigo mi propio cucrpo de anccdotas dcl libro de Raymond Smullyan que ticnc por tftulo iCual es el titulo de este libro?, 10

de mancra quc quicn prcgunta "lcual cs cl tftulo de este libro?" rccibc una rcspucs1a en cspcjo: lCu:il cs cl tftulo de estc libro? Del mismo modo, al fin de cucntas, a quicn nos pregunta cual cs nuestra polftica podcmos respondcrlc que sc trata de que participe en la cuesti6n de "i,cu:il cs nucstra polftica?"

Supongo un univcrso en cl quc solo hay proposicioncs, cuya calificaci6n intuitiva cs vcrdadcras o falsas. En csc univcrso, los productorcs de proposicioncs dcbcn scguir lcycs fijas, quc los rcpancn en dos clascs: la de los quc no pucdcn producir mas que proposicioncs vcrdadcras, y la de los quc no pucdcn producir mas quc proposicioncs falsas. Mas tardc anadircmos la clasc de los quc pucdc producir indifcrcntcmentc proposicioncs falsas o vcrdadc­ras, a!!rc!!andonos de ta! modo nosotros mismos1I al universo iniciaC ~ :

Como ultimo gcsto de revcrcncia a la constituci6n;hegem6nica de la concicncia de Estado entrc nosotros, y en mem?iria de lo que

:1 10 Dunod, 1981, Raymond Smullyan cs un Jogico particuJarn\ente inventivo,

y su "dialectica" csclarcccdora para cl filosofo. En cicrtos sl!ntidos, retoma, pcrfeccionandolos, Jos artificios de prcscntacion de la logica q~c sc encuentran en Lewis Carroll. Ademas del libro mcncionado, citcmos su Theory of Formal Systems, quc incluye la prcscntaci6n mas cstimulantc <lei famoso tcorema de Giidcl sobrc la incomplctud de la aritmetica fonnalizada de primer o~dcn .

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hace mucho ticmpo fuc mi juramento de fidelidad, llamare izquicrda a la clase de los quc diccn siempre la verdad, y derccha a la clasc de los mcntirosos sistcmaticos. Eso nos difcrcnciani dcl famoso crctcnsc mentiroso: dcsdc luego, lo veremos pasar por cl csccnario, de dcrccha a izquierda.

Obscrvcmos quc, en cuanto a lo vcrdadero y lo f also, para cali ficar la proposici6n basta cl lugar (izquierda o derecha) que ocupa su productor. Hay por lo tanto una intrincaci6n de origcn cntre cl Cll;lunciado y la cnunciaci6n, pucsto que la detcrminaci6n dcl lugar de la cnunciaci6n me autoriza en scguida a calificar cl enunciado. Tcncmos aquf una topologfa de la verdad, en cuanto clla cs discernible por cl lugar. Su sucnc esta ligada a la oricntaci6n de un cspacio. Ycrcmos quc pasa con cl tiempo.

La clave dcl dispositivo apunta a quc por lo menos una proposici6n cs impronunciablc, enunciado sin cnunciaci6n admisiblc. Sc trata dcl cnunciado autorrcfcrcncial (variantc dcl cnunciado dcl crctcnse): "Yo soy de dcrccha". Por lo dcm:is cs la regla de la rcalidad, ode la diplomacia parlamcntaria, quc nadie pronuncic: "Yo soy de dcrccha". La dcrccha est:i sicmprc en scgunda persona: "tu ercs de dcrccha" cs moncda corricntc. ''Yo soy de derecha" no cs nunca cl cnunciado de la derccha, la cual nicga quc csc enunciado tcnga scntido. S61o cs cl cnunciado de la extrema derccha, por lo cual clla no pcrtcnccc en absoluto a la familia. Pero lamentablcmcntc pcrtcnccc a la cpoca.

''Yo soy de dcrccha" no cs pronunciable en mi modelo por alguicn de derccha, cl cual, pucsto quc sicmprc dice lo falso, no puedc decir su vcrdad. Tampoco cs pronunciablc por alguicn de izquicrda, quc, como dice sicmprc lo vcradcro, cst:i obligado a confcsarse de izquicrda. De modo quc csc cnunciado cs incfcc­tuable segun la Icy dcl lugar. Esto cquivalc a dccir quc est:i en posici6n de real general: la consistencia dcl lugar sc deduce trivialmcnte dcl hccho de que derccha c izquicrda ticncn en comun cl no podcr dccir cl scr-dc-dcrccha, cl quc, dcsdc lucgo, cs en cfccto su ser polftico cf cctivo, tanto de una como de la otra.

Sin embargo, csc real cs s61o de cstructura. Es la falta propia de los cnunciados posiblcs. No tienc nada quc vcr con ninguna situaci6n, pucsto quc toda situaci6n, cs decir todo complcjo de proposicioncs, vcrdadcras o falsas, rcaliza una posibilidad, la cual cst:i bajq,:la condicion de esa falta. Yo postularfa quc una falta cstructural de csc tipo cs un interdicto de! Jugar. Lo interdicto, a mi juicio, pilcsto quc cs incf cctuablc en cualquicr situaci6n, no

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constituye una catcgorfa polftica. Es una categoria del ser mismo de la Ley. Con lo cual postulo tambicn que la clasica noci6n de transgresi6n de lo interdicto, si cs que ticne, como sc pretcnde, alguna virtud cr6tica, carece de toda virtud politica.

Con s6lo dccir quc cs de dcrccha, cl politico de la extrema derecha apunta a la provocaci6n de goce, mas que a su efecto sobre la escena politica. Lamentablemente, adcmas dice muchas

otras cosas. A lo interdicto, yo opondria la historicidad de lo imposible. Consideremos las proposiciones siguicntes, en las,_9ue esta vez

participan dos pcrsonas -digamos A y B- sicmpre en nuestra topologia de dcrccha e izquierda. La proposici6n 1 es "B es de derecha". La proposici6n 2 cs "A cs de izquicrda". Tomadas en sf mismas, esas proposicioncs son pronunciablcs por cualquiera, salvo la primcra por cl propio B, pucsto quc nadie puede declararsc de dcrccha. Pero en general csas proposicioncs no estan intcrdictas. En particular, A pucdc pcrfcctamcntc dccir que B es de dcrccha, y B pucdc dccir pcrf cctamcntc quc A cs de izquierda. Basta con quc la vcrdad y la falscdad de cstas asercioncs concucrdcn con las clascs de los locutorcs. Asf, por poco que B sea de izquicrda -dice la vcrdad-, y A tambicn de izquierda, cl cnunciado por B de quc A es de izquicrda cs conformc, pucsto quc cs vcrdadcro, a su sitio de enunciaci6n.

El problcma cs que aquf entra en cscena cl acontccimicnto en su funci6n propia imposibilitadora. Si A pronuncia que B cs de derecha, vuelve imposiblc para sicmprc que B pronuncie quc A cs de izquicrda -y csto sea lo quc fucrcn A y B, de izquierda ode dcrccha-. Ni la proposici6n 1 ni la 2 cstan intcrdictas cstruc­turalmcntc. Pero la cnunciaci6n de l por A hacc imposiblc la enunciaci6n por B de 2.

Si en cfecto A dice quc B cs de dcrecha, hay dos posibilidadcs:

•A es de izquicrda, dice la vcrdad, y por lo tanto B es de derecha. En consecuencia, B dice lo falso, y no puedc decir que A es de izquierda, porquc esto cs verdadero.

•A es de dcrccha, dice lo falso, y por lo tanto B es de izquierda (y no de dcrccha como lo prctcnde A). Por lo tanto B dice la vcrdad, y no pucdc pronunciar quc A cs de izquierda, puesto que A es de dcrecha.

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De modo queen cuanto cualquicra pronuncia cl enunciado quc califica a 4lguien de dcrccha, estc alguien deja de estar en condiciones de anunciar que quicn lo caliric6 cs de izquicrda. No obstante, podria habcrlo hccho si cl otro no hubicra hablado primero. La imposibilidad de la proposici6n 2 no cs csta vcz como el "yo soy de derccha" un intcrdicto de cstructura; clla sc inficrc de un hecho verificablc, la pronunciaci6n cfectiva de la proposi-

ci6n 1. En estc sentido di go que SC trata de una imposibilidad hist6rica,

y no~ un \riterdicto de lugar. Obscrvesc tambien que cl intcrdicto sc dinge a todos, en tanto quc nuestro imposible cs cl de uno solo, el de quicn ha sido cali ficado como de dcrccha. Lo imposible cs una catcgqpa dcl sujeto, no dcl lugar; dcl acontccimicnto, no de la cstructu'ra. Ella cs cl scr para la polftica.

Para cnunciar lo intcrdicto,· pura y simplcmcntc hay quc dinamitar 'Ia Icy del lugar. En cambio, para cnunciar lo quc cs hist6ricartjcntc nuestra imposibilidad, basta con descartar un hccho. La:proposici6n 2 vuclve a scr pronunciablc si cl individuo B cs com{~ si la proposici6n 1 no hubicra sido pronunciada por

cl individuo A. Para haccr caso omiso dcl intcrdicto sc imponc la dcstrucci6n

total. Para cl imposiblc, basta una cspccie de sordcra. Mi acontccimicnto sc conslituyc en cl malentcndido de lo quc lo ha prcccdido, y quc sc considcra su imposibilitaci6n.

Asf, cl cnunciado obrcro de los dcrechos no cs en Talbot la subvcrsi6n instantanca y cstructural dcl ordcn. Le basta con no ofr lo quc lo imposibilita, cs dccir, lo que ha dicho la socicdad cntcra: quc cl obrcro inmigrantc no cs mas quc una mcrcadcria importada, y por lo tanto carccc de dcrccho cscrito de manten­imicnto c idcntidad. Pucsto que cl cnunciado dcl dcrccho sin dcrccho cs intrfnsccamcntc posiblc, y s6lo cs imposiblc por todo Jo quc lo precede. pucdc advcnir sobrc un rondo de revocaci6n de los hcchos prcccdcntcs, y sin exigir la dcstrucci6n de la ley.

La escncia dcl im posiblc, hist6ricamentc asignada, consiste por lo tanlo en ser sordo a la voz de la cpoca. Se crca cntonccs una situaci6n prcpolftica, cu yo principio (lo cstamos vicndo) cs la intcrrupci6n. Intcrrupci6n de la cscucha social comun, haccr a un lado los hechos. Por cllo tambicn llega la policfa; la policfa es sicmpre policfa de los hcchos. policfa contra Jos sordos. "lSon so:dos?", dice .e_J polizonte. Tiene raz6n. La policfa no es nunca mas quc ampl1f 1cadora de los 11cchos ya cslablccidos, su ruido

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maximo, con dcstino a todos aquellos cuyos dichos y hechos, en tanto hist6ricamente imposibles, atestiguan qlle son duros de of do.

Digamos que la demarcaci6n polftica de una situaci6n pre­polftica cxige que nos guiemos por la captaci6n de lo que se . interrumpc. Pucs s6lo a esc prccio cs . posible el punto de imposible.

Hoy en dfa sc hacc mucho ruido en tomo de la comunicaci6n. Sin embargo, esta claro quc es la incomunicaci6n la que, al hacer posiblc lo· irriposible, pone verdad en circulaci6n en la polftica.

VI. FORMALISMOS, 2 INTERVENCI6N DISCRIMINANTE E INTERVENCI6N EN APUEST A

i,Cuales sori las ~stiucturas y los caminos de esta circulaci6n? Una pequcna historia va_ a instruimos. · Sea esta vez ttn lugar regulado (ademas de scrlo por la

izquierda de la verdad :y la derecha de lo fruso) por un centro de personas capaces tanto de proposicioncs veroaderas como de pro­posiciones f alsas.

Ha tenido lugar un crimen polftico. La policfa ihvcstiga .. Se arresta a tres sospechosos sobre la base de presunciones materia­les. La policfa, enc~ ctapa de la invcstigaci6n, sabe cuatro cosas:

- Hay tin solo culpable. ·---:- Ese culpable no pcrtcnccc ai partido de la detecha,,el cual

no ticne ningun intcrcs polftico en comanditar el ctimen: -·Los tres sospechosos son: uno de izquierda, otro de derecha

y cl terccro del ccntro, pcro lamentablcmcnt~ no se Sabe quien cs qui en.

En efecto (y estc cs cl cuarto punto ), los trcs sdspechosos se han negado a haccr mas dcclaraciones quc las siguientcs:

•El sospechoso A dcclara "Soy inocentc". •El sospechoso B dcclara "A cs en cfecto inocentc". •El sospechoso C dcclara "No cs cierto, A cs culpable".

La situaci6n, dcsdc un punw ,,~ vista cstrictarncntc anaHtito, esta determinada por rnatro pa:"'l•,ictros quc inscribcn su cstruc­tura.

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Tenemos el hecho en sf, el crimen. Tenemos las imposiciones coyunturales, que son siempre restricciones de hip6tesis. En este caso: que la derecha ~o comcti6 cl crimcn, o que los tres sospechosos representan a los tres partidos. Tenemos las proposi­ciones cuyo refercnte es cl hccho, y las dcclaraciones de los sospechosos. Esas proposicioncs intrincan al sujeto en el hecho, en· cuanto al hccho mismo (i,quien es culpable?) y tambien en cuanto a la enunciaci6n de proposiciones relativas al hecho. Tenemos finalmente la imposici6n cstructural o 16gica, la ley del lugar, relativa a la topologia de lo verdadero y a sus clases.

La vfa del analisis de situaci6n, todavfa sin polftica alguna, consiste en interrogar cl hccho a partir de proposiciones sobre el hecho yen cl marco de imposiciones coyunturales y formates. Se trata de ptanejar lo dccidiblc en la pregunta planteada a la situaci6n por cl hecho mismo, cs decir en la pregunta planteada por el estricto analisis. Aquf sc opera sin intervenci6n, es decir sin enunciado supemumcrario. Si no es todavfa prepolftica, la situaci6n sigue en la guardia factica. Vcamos trabajando el intelecto dcl sabueso.

A dice "Soy inoccntc", Si fuera de derecha, dirfa lo falso. Por lo tanto, sclia culpable. Es ine~acto, puesto que una imposici6n coyunturll nos advierte que la derecha no ha comandit~do el crimen.

Por lo tanto, A es de izquicrda o de centro. Si es de izquierda, pucsto que dice quc es inocente, lo es, ya

que la imposici6n formal lo obliga a la verdad. En tal caso el sospechoso B, que dice quc A cs inocente, dice la verdad. Por lo tanto esc B es de izquicrda o de centro. Pero no es de izquierda, pucsto que ya lo cs A, y s6lo hay un rcprescntante de cada partido. Por lo. tanto, B es del ccntro. Adcmas, en esta hip6tesis, es culpable, pucsto quc cl otro culpable posible, el hombre de izquierda, no lo es.

De allf surge una hip6tcsis analftica coherente: A es de izquierda, B de centro y culpable; C, como rcstG, es forzosamente de derecha, lo que concucrda.

Lamentablementc, hay otras hip6tesis coherentes. A, en efecto -ya lo hemos dicho-- pucdc no scr de derecha, sino de Centro. En este caso, si Bes de dcrccha, al dccir que A es inocente, miente, de modo que A cs culpable. Y C es de izquierda, lo que concueraa. La hip6tcsis 1'A de centro y culpable, B de derecha, C de

izquierda" li.Jnciona, e.r decir que agota todos los datos e

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imposiciones. Finalmenle, siempre en el supuesto de que A es de centro. puede que B sea de izquierda. Diec la verdad al cxculpar a A, pero simultaneamente declara su propia culpabilidad, puesto que el culpable, si no es cl hombre de centro, tiene que ser el de izquierda. Y, nuevamenlc, C cs de dcrecha. La hip6tcsis "A de centro, B de izquierda y culpable, C de dcrecha" tambien concuerda.

Llegamos asf a un cuadro que es un saber analflico de si• Jaci6n (c designa la culpabilidad):

1 2 3

A I C+c c

B C+c D I+ c

c D I D

Tcnemos ante los ojos cl logro maximo de la intcligencia analftica, la sutilidad suprcma dcl comcntario, sin intcrvenci6n de ningun tipo. Estas son las famosas "reconstruccioncs" a las que son tan aficionados nuestros pcriodistas. jEn situaciones infini­tamcntc mas complcjas, todavfa cstan lcjos de cxigir la misma labm:.deductiva quc requicrc esta situaci6n csquelctica! Contem­plamos en cl agotamiento de los datos racticos y rcglamcntarios la corrclaci6n entrc un hccho y trcs hip6tesis, donde ~), aconte­cimiento, cl gesto dcl crimen, asf como su localizaci6n de enunciaci6n (la izquicrda o cl ccntro) quedan disimulados en lo indecidiblc.

Ahora bien, hemos agotado lqs rccursos del analisis, y por lo tanto asumimos con esc cuadro CI cuenta-por-uno de la situaci6n, su unificaci6n segdn la regla de! lugar.

Para ir mas lejos en la intcrpretaci6n hay que afiadir algo, introducir cnunciados complementarios. El efccto subjctivo es aquf quc haya que complementar la situaci6n s6lo para queen clla se revele, tal vez, el acontecimiento quc conticne.

Un sujeto, y por lo tanto una polf tica, es c1 intervalo entre un acontccimiento a dilucidar y un acontecimiento dilucidador. Es lo que un acontecimiento rcpresenta para otro acontccimiento.

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¥11 Aquf empieza la 16gica de la inlcrvcnci6n, que es el punto de

complemento: por el que la verdad (anterionnente bloqueada en la situaci6n) ~ircula en la figura del acontecimiento.

Sin embargo, no serfa razonable imaginar que la intervenci6n sc sustrae a t9da imposici6n coyuntural, y singularrnente a toda sujeci6n temporal. Quien ha hecho un poco de polftica sabe hasta que punto ella, con respecto a la situaci6n, esta bajo la presi6n de una urgencia. De la t6nica de esa urgencia depende que sea la verdad.

1

Digamos aquf que el interviniente, con un acceso muy breve a los tres sospechosos encarcclados, disponc de muy poco tiempo, el tiempo para fonnular a lo sumo una o dos proposiciones.

La polftica se conccntra a menudo en quc hay que fonnular la bucna pregunta que hace cone para la libcraci6n de aquello cuya imposiblc posibilidad el cuadro, la unidad de hip6tesis, prolon­gaba. Esa cs toda la cstetica acuciada de la intervenci6n.

La intcrvcnci6n va aquf a atacar la situaci6n por su unico ' angulo de certidumbre, que se lee en cl cuadro: cl sospechoso C

no pucde ser culpable. La intervenci6n opera a partir de la tonterfa de la policfa, la cual, sin salir del nivel analftico, tendrfa que haber liberado a C. La intcrvenci6n se apodera en scguida de cse sfntoma de tonterfa en la situaci6n, prc;5untando a C (cs la primera pregunta) "llf.S ustcd culpable?" Uno fonnula esa pregunta justamente porquc conoce, por analisis puro, la respuesta verdadera, que es "no", puesto que C no es culpable. Se puede cntonces medir, a partir de esa rcspucsta, el lugar de enunciaci6n de nuestro interlocutor, cs dccir saber si es de derecha o izquierda, pues ademas (cl cuadro lo muestra) no puede scr de centro.

La jugada polftica que consiste en fonnularle a un interlocutor la pregunta tacita por su propio lugar de enunciaci6ri es lo que yo llamo una intervenci6n discriminante.

. Si C resporide que no es culpable, la cuesti6n esta zanjada. Dice la verdad, · por lo tanto cs de izquierda, y queda validada la

. hip6tesis 2. Pero si C responde sf, que es culpable, es de derecha, y

subsisten dos hip6tesis, la 1 y la 3. En todos los casos, sabemos algo mas. ~ 12.4 ~ Primero, porque redujimos las hip6tesis, de tres que eran, a dos.'~'

Pero sobre todo porque la cuesti6n del culpable -la que sigueL ~ ~ cosquill~ando .a la inteligen~i~ analftica- tam?ien queda resuelta: :1~ en las h1p6tes1s 1 y 3, el umco culpable pos1ble ~;,.· ·"' . ,~~}

~ p 69 . ·. -~-··-·.

F'ACULTAO 0£ CIENCIAS

'-'OLITICAfi y SDCIALES

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1 La intervenci6n cs discriminantc en cuanto pennile piever con

. certidumbre ese.avancc. 0 bicn la rcspucsta de C zanja la cuesti6n, si es "no'', o bien, si es "sf', reduce cl m1mero de hip6tesis coherentes de trcs a dos, y dctcrmina al culpable.

Pero justatnente Ja intcrvenc16n, por ser cl <Homo de la politica, ,no puede quedar satisfccha con Ja dcsignaci6n del, culpable. La localizaci6n de este (izquicrda 0 Centro) le importa ffiUChO mas,

·· ligada como lo esta a la enunciaci6n -al sujeto- y no s6lo al hecho objetivo. Ahora bien, la incenidumbre entre las hip6tesis I y 3 no resuelve cstc punto. Si estc cs cl caso (C respondi6 "sf') aumenta la urgcncia, pucs el intcrviniente tiene que solucionar de un solo golpe el dilema entre las dos hip6tesis subsisterites.

El arte 'politico lleva a hacer lo sigu'iente: preguntar a A si C es culpable. Tambicn en cste caso uno hace pie en la certidumbre

· (C no es culpable) para discriminar entre las hip6tesis 1 y 3. Pues si A responde "sf", como cs falso, significa que ticne la capacidad de lo falso, de modo quc la bien fundada es la hip6tesis 3 (la 2, record~moslo, esta fucra del jucgo. pues si fuera la buena, la primera pregunta dcl intcrvinieme nos lo hubicra hecho saber).

· Si no obstame •A rcsponde "no", es verdad, y no puedo llegar a una conclusi6n, pucs tanto izquicrda como centro tienen capacidad de verdad. _

De modo que mi prcgunta es tal que redbe su calificacidn retraactivament~ de su cfecto. El "sf' la hace victoriosa; el "no" la vuelve completamemc vana, recondociendo a la situacidn

·anterior. La~ p~mera · pregunta producfa un efecto de modificacidn

neccsario ;en el saber. En tal sentido, tenfa el. estatuto de una prolongaci,6n asegurada de la inteligencia analftica. No ocurre lo mistno cuando·corro el riesgo de un efecto mtlo. La incertidumbre

· con respecto a lo que viene en forma de respuesta; es completa, y hacc. oscilat ,~ tiempo de anticipaci6n, antes ~e que le sea

· 1mpuesto el sell9 retroactivo, entre la nulidad y el dominio. Este ti po de intervenci6n que s6lo su efecto calificil, y que corre

el peligro de la nulidad, es la que yo llamo intervencion en apuesta. La polftica es pascaliana por pretender'que en todo caso es pretetible apostar, cuando se llega al lfmite extremo de lo que la seguridad c;te ancilisis justifj,ca, y que proloilga. como ya he di­cho, la intervenei6n discriminante.

En este caso el fracaso no consiste en ser VCl)Cjdb, sino en no haber heclio Dada.mas ~·"trific:ar ~ equfvocolrque.llev<\el

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analisis de la situaci6n. Una dcrrota intrapolftica es para mf la incapacidad intcrvinicn1c para scparar la poHtica de la anaUtica . Fracasar cs no intcrrumpir un cstado dado de certidumbrc.

!

VII. INTERVENCI()N Y ORGANIZACI6N LA POLfTICA. EL FUTURO ANTERIOR

En la concepci6n de la polftica a Ia que me atengo, lo que cuenta no son las rclacioncs de rucr1.a, sino los proccsos pnicticos del pcnsamicnto. Obscrvcmos hasta quc punto las polfticas muertas, dcl ala quc scan, han militarizado nucstros conccptos: estrategi;i, tactica, movilizaci6n, ordcn dcl dfa, otensiva y defensa, movi­micnto y posici6n, conquista, tropas, estado mayor, alianzas ... El modelo de la gucrra cs omniprcscnte. Por lo mcnos en cl lenguaje, lo quc sc pcrcibc cs la invcrsi6n de! axioma de Oausewitz. Sc dirfa quc la polftica cs la continuaci6n de la gucrra por las mismas palabras. ·

;,Hay en csta imagcn bclicosa una responsab1lidad de Marx, de la lucha a mucnc en la quc cl compromcte a las clases hist6ricas? Yo postularia quc Marx valido mas bicn una concepci6n prcvalccicntc mas antigua, la cual, adecuando la polftica: al conflicto dcl podcr, hacc de la violcncia su cxpresion concentrada.

La novacilSn marxista (lo dice cl propio Marx en fa carta a Weydemcycr) no csta ni en las cJascs ni en su lucha. Reside .en la hip6tcsis cstra1cgica de! comunismo, es decir, en la hip6ie­sis de la abolicion de la polftica rnnccbida justamente oomo ima­gen de violencia en tomo de la dominaci6n. La ambigiledad .consistc en habcr mantcnido la polftica en su concepci6n antag6nica; dclegando las fomrns de la conciencia innovado~ en lo que el imaginaba como fin escatol6gico. de la polftica .misma. En cste1.sentido se pueclc evidcntemente decir que Marx design6 el contenido posibJe de una politica distinta, y no que rompi6 con la fonna recibida de toda polftica posible. De alglin tr:iodo' Marx agreg6 a la idea comun de la polftica la indicaci6n de su marchitamiento posibk:, tnarchitamiento que a juicio de a podfa operarse por los medias de la polftica antigua, en cuanto los tomara en sus. manos el sujcLO obrero. ·

Hoy en dfa hay· quc hacer actualidad, y no prOfec(a, de la

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indepen<lencia de la polftica con rcspccto a la violcncia de Estado, preservando la asignaci6n de la hip6tcsis a los acontecimientos obretos·y populares. Esc mantcnimicnto conciemc en particular a Polonia, donde la polftica csta en todo caso tomada en una visi6n transformada de! ticmpo, y la consistcncia polftica obrera duradera prcvalecc dcfinitivamcntc sobrc la capacidad de asalto.

No queda duda alguna de que la polftica ti enc que dominar en su campo cl Estado y la gucrra, la cocrci6n y la rcbcli6n. Que ella sea coextensiva a esc dominio y quc su conccpto central sea cl del antagonismo, cso cs lo que hoy en dfa hay quc poncr en duda.

O mas bicn prcguntarsc: (.quc cs una polftica radical, quc va a latafz, quc recusa la gcsti6n de lo neccsario, que rc11cja los fines, quc manticnc y practica lajusticia y la igualdad, y quc no obstantc asumc. cl tiempo de paz, y que no cs como la espera vacfa del cataclismo? i.Quc cs un radicalismo quc cs al mismo ticmpo una tarca infinita? Pucs, lo mismo que el analisis para Freud, fin.porta plantear que la polftica, la polftica rcvolucionaria, si sc quierc cons(frvar ese adjetivo, cs cscncialmentc interminable. Mientras quela antigua Icy an~ag6nica no tcnfa mas ticmpo que cl nccesario para terminar lo antes posiblc, y la Icy parlamentaria, indiferente a los fines, no va mas alla de su presentc inactivo, cs dccir algo cuantificable quc sc distribuyc entre la pr6xima elecci6n y la pr6xima dcvaluaci6n.

En estc punto, plantco quc la intervcnci6n en apucsta, que se rcficre al acontecimicnto en la hip6tcsis de quc lo Otro sc cscondc en lo Mismo, de quc Dos, por estructura, contado por Uno, es cl :1tomo de la polftica. Esta intervcnci6n s6Io cs posiblc bajo la hip6tcsis de las hip6tcsis, cl axioma inaugural, scgun cl cual se Jes puede dar consistcncia polftica a los acontecimicntos en los que sc enuncia quc hay hetcrogcneidad, quc la polftica no ha sido aniquilada por la economfa, o que la justicia cs una dimcnsi6n intrfnseca del sujeto, y que se puede captar su cfecto alli donde se interrurnpe la comunicaci6n cstatal, allf dondc cl lazo social se . dispersa en las singularidades afirmativas.

La intervenci6n en apuesta politiza una situaci6n prcpolftica por la· interpretaci6n que propane, en la que sc construye el acontecimiento. Ella sostiene al Dos contra la estructura del Uno. Esto, a riesgo de su nulidad. Es por lo tanto tcdo lo contrario de una intervenci6n sabia y programatica. Nose pronuncia sobre lo que hay que hacer, sino sobre lo que habra sido pensado. Este futuro anterior es constitutivo, puesto que es en la retroacci6n

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donde esc pensamiento sc rcvela o no, tanto en cuanto a la hip6tesis inte~iniente como a los actores directos de la situaci6n.

Ese pensamiento ha sido como lo que escapa a la cuenta, porquc de haber hablado lo habrfa hecho cstar en la rcspuesta que Ia verifica.

El tiempo de lo que se ha denominado lotalitarismo es cl pasado, la legltimidad es legcndaria o racial. El ticmpo parlamen­tario es la nuiidad del presente en su saldo contable. El tiempo rcvolucionario clasico, finalmente, es cl futuro.

Pero el tiempo politico es el futuro anterior. Ese tiempo implica la organizaci6n en la doblc dimensi6n de

su anteriorid:;id y su futuro. Comunmehte, la organiaci6n es pensada en la tcnsi6n entre su

funci6nexpresiva y su funci6n instrumental. Exprcsiva, en tanto se considcra que representa, en cl marxismo, a las clases y la capacidad polftica, yen el liberalismo, a corrientcs de opini6n. Es instrumental por la mcdiaci6n de su programa, quc cs aqucllo mediante lo c;:ual ella organiza los intcrcscs y las conciencias. Sc trata de apodcrarsc de las posicioncs de podcr desde donde la puesta en obra de csc programa dara satisfacci6n a los tcrminos quc uno exprcsa.

Esta ontologfa de la organizaci6n, o del panido modemo, que dialectiza una especic de leibniziano cxprcsivo y urta teorfa programatica de la conciencia polftica, cs a mi juicio absolu· tamcnte comun a todas las corricntcs polfticas, y cl marxismo usual, cl vicjo marxismo, no introdujo en cste punto ninguna ruptura signiiicativa. La dialcdica se concentra en cl pumo en el quc cl programa, junci6ri de la cxprcsividad y lo Instrumental, de la conciencia adhcrida y de la pr~tctica de Estado, sc encuemra a su tumo sometido a rcalidadcs gencralcs en las quc ya no es legible lo que sc considera que el expresa. Pues el Estado, en la visi6n programatica, debcria ser de alguna manera el instrumento del instrumcnto-partido. Ahora bien, es irrevocablemcnte su amo, cl, que no expresa nada, pero se separa. La separaci6n estatal es inabordable , a partir de la exprcsi6n. Las tarcas generates del Estado fijan a la voluntad imperativos en los quc el mantenimiento del lazo, si es necesario por la fuerza, prevalece necesariamente sobre el principio de la desvinculaci6n, principio en el que enrafza la .idea de que en polf tica yo puedo querer por cuenta propia.

En l~ concepci6n dominantc, liberal o rnarxizante, y tambien fascista, la ppHtica esta en realidad suprimida. En ella no caben

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la idea de clase ni la de las opiniones libres. El complejo del Estado·Y la economfa ocupa la totalidad:dc lo visible. Los partidos modernos; scan cllos unicos o multiples; s6lo tecibcn su ca­lificaci6n, real dcl Estado, Ahora bicn, cl Estado cs por cicrto un tcrmino esencial dcl Campo polftito, pero por sf mismo cs apo­lftico. Este cs cl scntido prof undo quc atribuyo a la promoci6n polaca ·de la· sociedad. No sc trata en verdad ·de la· oposici6n hegeliana dd ~tado y la socicdad civil. Se trata de nombrar el lugar. de una reconstituci6n de la polftica, que no tiene posibili­dades de opc'"arsc mas quc a partir de fa independcncia r:especto dcl Estado, no porquc cl Estado sea el termirio advcrso u opuesto, sino porque es apolftico. · '

Asf. ccnccbida, la organizaci6n es necesaria i)or decisi6n; no Ja· sustenta ningun elemcnto cstructural de tipo clase; .ni ilingtln elcmento pasivo del tipo opini6n. Simplemcnte es la organizaci6n

· de la:.poUtica, la org-anizacion del futuro anterior.

'' .~· ..

V.Hl.<t,QUE·ES EL DOGMATISMO?

~ . ;

Mas.allriba de lassituaeioncs polftieas, la intervenci6n en apuesta ti¢.ne;que·ser organizada por dos razones .. Primeiio, porque se trata, com~, ya· lo ·he dicho, de intcrrumpir la oomunicaci6n, para que lo·: imposible · advengat en su · historicidad. El' cuerpo eolectivo iorgani~~C:io es: primero una sordera construida ante el manda~o de los:.hecl)~'.establecidos. El solitario 0tiene los of dos deniasiado .abieno~;rEbcolectivo otganizild9 ·~6lo tiene la densidad de un Jap6n~·f;~pues,·,porque una inteJ'\'.epci6n·en apuesta s6lo es ra­cional1:~i: .eilaiha. agotado el d9minio de las intervenciones di5':ri0litlantes( U~o inicia ,varias .parl!, controlat que el ri'esgo sea necei>arip,:, ·.: d· .. · •

, Un.ii' :pequena:;l_listoria mas, la ultitna. ·, ·· · ,, · , Bn. ·µti. lugar de derecha o izquierda·, supongo' l:}ue hay tres person~ •.. :J\, B y C. A dice: "B y C .son del'mismo partido".

, , Supongamos que, avido de saber lo, que se disimula. de verdad en esta afi.nnaci6n~ yo le pregunto a C: "[;A y B son del mismo partido?" Esa es una intervenci6n plausible, en suma. Pero l.ttue va a .contestarme C?

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a) Si A cs de izquierda, dijo la verdad. Por lo tanto B y C son del mismo partido.

Supongamos que B y C sean de izquierda. A y B son entonces del mismo partido, la izquierda. Y como C tambien es de izquierda, va a responder la verdad, es decir "sf''. · •

Si B y C son de derecha, A y B no son del mismo partido; A es de izquierda por hip6tsis, B de derecha. Pero como C es de derecha, miente, de modo que va a afirmar que ellos son del mismo partido. De nuevo me responde "sf".

b) Si ahora A es de derecha, i:iijo lo falso. Por lo tanto By C no son del mismo partido.

Supongamos a B de izquierda y a C de derecha. A y B no son del mismo partido, pero C miente, de modo quc mtt responde "sf''.

Y finalmentc si B es de derecha y C de izquierda, A y B SQn del mismo partido. Y como C dice la verdad, me respo~"sf'.

La respuesta de C es "sf" en todas las,...rombinaciones de pertenencias. Lo que equiv ale a . deeir que mi pregunta no discrimina absolutamente nada,ni me ensei\a naqa sobre.IQ qqe son A, By C. Mi intervenci6n no hace mella en la situaci6n.EUa era tal vez prepolf tica, pero yo no se nada al· respec~Q. .

Convengamos en Hamar intervenci6n . nula ,a este tipo d~ intervenci6n que, formulandole a una situaci6n la pregunta q~e no produce en ella ningun efecto, no: puede ser\tir para califj<?arla.

Digamos que esa es la matriz formal del dogmatismQ. J,.o q~e dice el dogmatico es supemumerario s6lo en aparie~ia. ·La indistinci6n de las respuestas que · recibe establece que no es JDU que parasito de la situaci6n, la cual le devuelve. Ia masividad estructural del cuenta-por-uno.

El dogmatico no es ta nunca en poder del Dos .. , Y, en consecuencia, es el correlato de la estructura. El.acontecimiento le falta por principio. · .. · . H ; ,' , '.

La organizaci6n, tal como he establecido su co~pto~ es. una maquina de acontecimiento, de riesgo, de apuesta. Toda su cienc,i' colectiva discriminante no es demasfada para evitar:el dogin,ar ·

.tismo ni menos para evitar formularle a las situacio~ .. pregun~ CalCulableS C0ffi0 nulas. . . , . , , Ii , .·· , • .•. r . ; ,

Mas abajo de la situaci6n, la organizaci6n es.~,~~~ 9~ i un instrumento, sino un producto .. Signiticaque 19-:QU~ m.-~teniQO ·! lugar no habr.i sido cxclusivamente el lugar. P()lh~U ~~4/ propagadora, escalonamiento de inter;venciQJ;JeS ~·~es~ ~~~1

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1abierto el punto por el que la sutura de lo Uno no logra s~llar el Dos. Es la materialidad reflejante del "hay" en sufuturqianterior; La organizaci6n polftica se necesita para que la intervenci6n en apuesta haga proceso d~ lo que va de una interrupci6n a una

ftdelidad. En tal sentido, la organizaci6n no es nada mas que la

consistencia de la polftica.

IX. LA DESUBLIMACI6N

Queda .por establecer que ese proceso o proccdimiento no es constructivo. Quiero decir con ello que SU relaci6n con la Icy no consiste en validarla mcdiante la presentaci6n de un caso cjemplar. Asf es quc Talbot no cs ejemplar de nada. Es una inscripci6n singvlar de la que procede la polftica, no lo que construirfa la poHtica para dcmostrar que es legf tima.

Si se compara el proccdimiento politico con un razonamiento, se vera quc cs sicmprc por cl absurdo. En cfecto, cl aconte­cimiento, por su poder de interrupci6n, remite a suponer que lo admisible ha dejado de Vl!ler. Lo inadmisiblc cs el referente principal de una polftica digna de ese nombrc. La politica extrae sus consecuencias, mediante intervcnciones organizadas, y en ta'nto que no encuentra contradicci6n, es decir, obligaci6n de volvcr a la escucha del ruido comun, pcrsevera. · ·De hccho, un razonamicnto por cl absurdo es una apuesta. Se

suponc que, a panir de la hip6tcsis que niega una proposici6n, se scguiran consecuencias inadmisiblcs, quc obligaran a admitir esa proposici6n. No obstante, uno no sabc cuando sc encontrara la contradicci6n. De allf el pcligro de una deducci6n1;infinita.

La apuesta de la polftica cs opuesta. Lo inadmisible no cs lo que se espera, sino aquello de lo que se parte. La apuesta polftica presume que de la interrupci6n, de lo inadmisiblc, va a deducirse la organizaci6n, segun apuestas sucesivas actualizables, desple­gando asf en futuro anterior un radicalismo jamas obstruido por

la roca de la Icy. El rawnarniento constructivo no cncuentra nunca la ley. Basta

con presentar un caso segun la lcy, la cu al pcnnanece inmanente. El razonamiento no constructivo, o por el absurdo, es encuentro,

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encuentroHde la contradicci6n. Hay entonces que ceder en la hip6tesis inicial, o ceder en la no-contradicci6n, es decir en la ley misma. Sfel encuentro de la contradicci6n cs sicmpre difcrido, el razonamiento no constructivo sc mueve dcductivamcnLe en cxistencia:'suspendida.

La politica pone cl encuentro de una interrupci6n de la Icy en cl principio mismo de su proccdimiento, en la forma de un acontecimicnto. Las intervenciones sucesivas estan bajo la hip6-tesis apostada de una fidelidad consistente con el acontecimiento. Se trata de organizar que lo infinito pucda proccder de un acontccimicnto real, y por lo tanto absurdo dcsde cl punto de vis­ta de la lcy. Lo no constructivo es entonccs el clcmcnto natural del proceso politico.

Mallarmc lo resume todo perfcctamentc en lgitur: "El azar conticnc qi Absurdo, lo implica, pero en cstado latcntc, y le impide cxistir, Id quc le pcnnitc scr al Infinito".

Traduzcamos: cl acontccimicnto politizado por la intcrvcnci6n, quc cquivalc sicmprc a arrojar los dados, pone a lo Absurdo, lo inadmisiblc, en latcncia de su proccdimicnto. Y asf lo Inlinito de la tarca polftica cs posiblc.

Obscrvcsc quc la dialcctica subyaccntc cs la de la cxistcncia dcl scr. El infinito politico es, pucs cl caractcr absurdo dcl acontccimiento cs pucsto por cl proccdimicnto intervinientc fuera de cstado, de cxistir, salvo como latcncia de! proccdimicnto mismo, cs decir de la organizaci6n.

Desdc cl punto de vista de la cxtinci6n de! cucnta-por-uno, la polftica cs la asunci6n inlinita dcl sr r por la pucsta en latencia durable de la cxistcncia dcl Dos.

Asf, cl antagonismo no cs cl principio de un asalto, sino cl principio de lo quc cl scr polftico rcticnc en lo inlinito de la apuesta, tenicndo de tal modo poder para sobrcsumir la cxistencia.

Que el inftnito sea la consistcncia de! acontccimiento propa- · gada por cl riesgo intcrvinicnte hacc que esc infinito no rcsultc nun ca presentable. Inadmisible en su f uente, la polftica cs impresentablc en su proccdimiento. Es asf como ella cs a la vez radical e interminable. Como no hay ningun punto de dctenci6n ni sfmbolo de su infinitud, la polftica ticnc que rcnunciar a lo sublime. Por lo cual sin dud a, en tcm1inos subjctivos, sc aparta con la mayor profundidad de la rcprcscntaci6n revolu...:ionaria. Como se lo ve en Kant, la indexaci6n sublime de la historicidad revolucionaria esta presente en el origen. Pero estcmos atentos a

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ii

lo que es tal .vez la caracteristica mas profunda del movimiento polaco, y que es la lucha iriterna constante· contra lo sublime de la acci6n.

Mas profunda, mas radical, es la desublimaci6n, pues el acontecimiento no es, no tienc que scr, la plenitud tempestuosa o estelar en la que se muestra cl infinito. Es mas bien el inadmisible punto vacfo en el que nada se presenta, pero del que proccde por el absurdo que el Infinito se efectue en la serie consistcnte de las intervenciones.

Nos queda el mandato poetico, en sf lnismo sublime, de rcnunciar a lo sublime. El infinito polftico tiene que hacerse a un !ado, separarse de toda presentaci6n. Concluyo con la directiva de Mallarme: "Que del Infinito sc separen las constelaciones y el mar'~;

Este texto proviene en gran parte de dos conferencias pronunciadas en enero de 1983 y junio de 1984 en el marco del Centre d'~tude phi\osophique du politique,Jiirigido en la Escuela Normal Superior de Ulm por Jean-Luc Nancy y Philippe Cacoue-Labarthe,' a quienes aqut agradezco.

.Alguno,.~ material es f ueron tomados de art£culos que aparecieron en el qitincenarlo Le Pcrr0<.1uct, que yo dirijo con Natacha Michel. ·

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IND ICE

-~1

Liminar ........ ,......................................................................... 7

1. Dcstrucci6n

I. Del rcfcrcncial hist6rico .......................................... .. II. Solyenitsyn y Shalamov .......................................... ..

III. El fin de las victorias ............................................... . IV. Significaci6n universal dcl movimicnto obrcro po-

laco ............................................................................ . V. Significaci6n rcacLiva dcl antimarxismo contempo-

ranco ........................................................................... . VI. Subjctivaci6n dcstructora y dcslocalizaci6n ........... ..

Vil. La imagcn dcl (rcJcomicnzo ................................... .. VIII. El rctomo de las fucntcs ............................................ .

I. II.

III. IV. v.

VI.

VII.

VIII. IX.

2. Rccomposici6n

El acontccimicnto. Rccorrido empf.rico .................. .. Dcfinicioncs y axiomas ............... ) ............................ . Rcfutaci6n dcl idcalismo ......................................... .. Gcncalogfa de la dialcctica ...................................... . Formalismos, 1. Intcrdicto/lmposiblc ..................... .. Fomialismos, 2. Intcrvcnci6n discriminante c inter-vcnci6n en apucsta ................................................... . lntcrvcnci6n y organizaci6n. La polftica. El futuro anterior .................................. -.. ~· ....... > ... , .... ~ .................... . (.Que cs cl dogmatismo? ....... : ....... :.::;:;:.:.i1,: ............. .. Ur dcsublimaci6n ................................ ;.;.:L ............... ..

17 21 29

31

33 35 38 41

45 52 54 57 62

66

71 74 76