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NOTAS DE APOYO TEMA 7 “Las aguas y la red hidrográfica en España” Las vertientes hidrográficas españolas. Las cuencas hidrográficas en España: características y distribución geográfica 1. Introducción. La HIDROLOGÍA tiene por objeto el estudio de las aguas continentales; tanto superficiales como subterráneas. Pueden ser corrientes, como ríos o arroyos, o estancadas, como los lagos y humedales. El agua es un elemento fundamental para la vida humana y un elemento esencial para todos los ecosistemas naturales. 1.1. Factores condicionantes del régimen fluvial El régimen de los ríos depende de un conjunto de factores geográficos, que son externos al propio río. Unos son de índole física y otros derivados de la acción humana. Factores de índole física: 1. El clima es, probablemente, el factor más influyente en el régimen fluvial. Las aguas que transportan los ríos proceden de la escorrentía, por ello existe una relación directa entre el total de precipitaciones que registra un clima y el caudal de sus ríos. La secuencia estacional de las precipitaciones, igualmente, influye en el régimen fluvial, cuyas crecidas y estiajes coinciden con las estaciones húmedas y secas. 2. El relieve, además de condicionar el trazado de los cursos de agua, afecta al régimen fluvial de forma diversa. La topografía es responsable de la pendiente de un río y de la velocidad de sus aguas y, consecuentemente, de su fuerza erosiva y de su potencialidad para la producción de energía hidroeléctrica. El relieve también influye en el clima a través de la altura, e incluso puede propiciar la aparición de regímenes fluviales de alimentación nival. 3. El suelo o sustrato, por u parte, afecta al régimen hidrográfico en virtud de su grado de permeabilidad. Un sustrato impermeable apenas interfiere en el discurrir de las aguas, mientras en un sustrato permeable, como el calizo, absorbe y retiene una cantidad importante de agua, lo que repercute, tanto en el desfase temporal entre el momento de la lluvia y el crecimiento del caudal como en los efectos beneficiosos que produce el aprovechamiento de estos manantiales en los meses de sequía. 4. La existencia de vegetación evita el desplazamiento rápido de las aguas por las laderas y ralentiza el proceso de incorporación del agua de lluvia a los cauces, y es un excelente atenuador de las crecidas violentas, tan frecuentes 1

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Notas de Apoyo - TEMA 7 - aguas y red hidrográfica en España - GEOGRAFÍA 2º BACHILLERATO, Selectividad en Andalucía, Curso 2012/2013

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TEMA 7“Las aguas y la red hidrográfica en España”

Las vertientes hidrográficas españolas.Las cuencas hidrográficas en España:

características y distribución geográfica

1. Introducción.

La HIDROLOGÍA tiene por objeto el estudio de las aguas continentales; tanto superficiales como subterráneas. Pueden ser corrientes, como ríos o arroyos, o estancadas, como los lagos y humedales.

El agua es un elemento fundamental para la vida humana y un elemento esencial para todos los ecosistemas naturales.

1.1. Factores condicionantes del régimen fluvial

El régimen de los ríos depende de un conjunto de factores geográficos, que son externos al propio río. Unos son de índole física y otros derivados de la acción humana.

Factores de índole física:

1. El clima es, probablemente, el factor más influyente en el régimen fluvial. Las aguas que transportan los ríos proceden de la escorrentía, por ello existe una relación directa entre el total de precipitaciones que registra un clima y el caudal de sus ríos. La secuencia estacional de las precipitaciones, igualmente, influye en el régimen fluvial, cuyas crecidas y estiajes coinciden con las estaciones húmedas y secas.

2. El relieve, además de condicionar el trazado de los cursos de agua, afecta al régimen fluvial de forma diversa. La topografía es responsable de la pendiente de un río y de la velocidad de sus aguas y, consecuentemente, de su fuerza erosiva y de su potencialidad para la producción de energía hidroeléctrica. El relieve también influye en el clima a través de la altura, e incluso puede propiciar la aparición de regímenes fluviales de alimentación nival.

3. El suelo o sustrato, por u parte, afecta al régimen hidrográfico en virtud de su grado de permeabilidad. Un sustrato impermeable apenas interfiere en el discurrir de las aguas, mientras en un sustrato permeable, como el calizo, absorbe y retiene una cantidad importante de agua, lo que repercute, tanto en el desfase temporal entre el momento de la lluvia y el crecimiento del caudal como en los efectos beneficiosos que produce el aprovechamiento de estos manantiales en los meses de sequía.

4. La existencia de vegetación evita el desplazamiento rápido de las aguas por las laderas y ralentiza el proceso de incorporación del agua de lluvia a los cauces, y es un excelente atenuador de las crecidas violentas, tan frecuentes

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en los regímenes mediterráneos. De ahí que la reforestación de las cuencas altas fuese un anhelo de los naturalistas, tanto para la protección medioambiental como para la regulación de caudales.

Factores derivados de la acción humana:

En lo que se refiere a los factores humanos, ha de entenderse que su interferencia en los regímenes fluviales deriva de una doble necesidad: la de regular las cuencas hidrográficas para disminuir los riesgos de inundaciones y los efectos de las crecidas y la de almacenar agua para consumo humano y usos agrícolas o industriales. Ello requiere la construcción de embalses y presas de contención.

Con independencia de la merma de caudal que suponen los antedichos usos del agua, su retención en pantanos altera el régimen del río, cuyas aguas dejan de fluir conforme a las secuencias marcadas por la naturaleza para hacerlo conforme a la voluntad humana, que ha logrado domesticar a los ríos

1.2. Características de la red hidrográfica peninsular:

• Disimetría de la red fluvial, es decir, la falta de simetría que presenta con relación al soporte geográfico. La hay entre la superficie peninsular que vierte sus aguas hacia el Océano Atlántico y la que las que vierte hacia el Mediterráneo, que son del 69% y del 31%, respectivamente.

• Adecuación al relieve. Es por causa de la gran longitud de sus ríos que discurren por las llanuras y depresiones, que oscilan en torno a los 1.000 Km. y el corto recorrido de los ríos de montaña, que no suelen sobrepasar el centenar. Los ríos de la Meseta destacan por su escasa pendiente y lentitud de aguas, mientras que los que drenan los rebordes montañosos o los sistemas exteriores unen a su escasa longitud la altura de cumbres en su nacimiento, resultando un desnivel y una pendiente que confieren a sus aguas tanta velocidad como fuerza erosiva.

• Paralelismo. La red hidrográfica peninsular es reconocible a simple vista por el paralelismo que, a excepción del Ebro, presentan los grandes ríos entre sí, cuyos cauces están relativamente equidistantes y regularmente distribuidos sobre el espacio.

• Alternancia entre cursos de agua y sistemas montañosos. Está favorecido por la disposición paralela del relieve. De hecho, los grandes ríos se sitúan entre dos sistemas montañosos y el curso fluvial es más o menos paralelo a los ejes de las cordilleras, desde los cuales descienden los afluentes transversalmente hacia el cauce principal. Así se explica que los ríos que discurren por zonas de pocas precipitaciones puedan tener un caudal considerable gracias al agua procedente de las montañas.

• Intensa relación con la ocupación del territorio. Ocurre con el emplazamiento de las ciudades antiguas junto a importantes cursos de agua (casos de Sevilla, Mérida, Zaragoza, Toledo…) o la utilización de los valles fluviales para el establecimiento de vías de comunicación.

1.3. Caudal de los ríos peninsulares.

Un dato elemental para apreciar la importancia de un río es su caudal, entendido éste como la cantidad de agua que transporta, expresada en metros cúbicos por segundo. Se mide en las estaciones de aforo que hay distribuidas por la geografía y los

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datos recogidos se presentan en sus doce valores mensuales o reducidos a la cifra media anual. Son cifras que expresan el caudal absoluto.

El río más caudaloso es el Duero (660 m³), seguido del Ebro (614 m³).

El caudal guarda relación con el tamaño de los ríos y que, en general, los más largos son los más caudalosos. Los caudales descienden de norte a sur.

Así, los ríos de mayor caudal (Duero, Ebro) pertenecen al tercio septentrional de la Península; el Tajo se sitúa en un nivel intermedio; y el Guadiana y el Guadalquivir que son los menos caudalosos, ocupan la parte meridional.

Aunque los datos de caudal absoluto de los ríos son muy expresivos de su magnitud, no informan acerca de si la cantidad de agua que transporta un río es consecuencia de la abundancia de precipitaciones o de que drena una superficie muy grande.

Por ello, la noción de caudal absoluto ha de complementarse con la de caudal relativo, que es la noción que realmente nos permite hablar de la entidad y continuidad de los cursos de agua.

Atendiendo a los datos de caudal relativo de los grandes ríos, podemos establecer una jerarquización de los mismos de acuerdo con su importancia hidrológica y ponerla en relación con los elementos del clima.

Así quedan de manifiesto las diferencias entre ríos muy caudalosos, como el Miño o el Nalón, que drenan cuencas reducidas de clima atlántico, y ríos de escaso caudal, como el Guadiana y el Júcar, que avenan cuencas mayores pero de clima mediterráneo.

También hay que mencionar las extraordinarias variaciones de nivel que acusan los ríos. Éstas variaciones de nivel van asociadas a la persistencia de precipitaciones, a precipitaciones de alta intensidad horaria, al deshielo brusco de nieves, etc.

1.4. Régimen de los ríos peninsulares

Por régimen fluvial entendemos el comportamiento del caudal medio de un río a lo largo del año, es decir, el modo habitual de fluencia de sus aguas. Se estudia a partir de los datos de caudal, pero el manejo directo de estas cifras tiene ciertos inconvenientes, como el de hacer muy difíciles las comparaciones.

Resulta por eso más conveniente sustituir la noción de caudal por la de coeficiente, que consiste en relacionar el caudal medio anual (módulo) con los caudales medios mensuales. Así, el coeficiente 1 equivale al valor del caudal medio. Los coeficientes mensuales se pueden representar gráficamente con el fin de obtener una imagen del régimen fluvial.

Los regímenes fluviales se clasifican, básicamente atendiendo a la procedencia de sus aguas.

Distinguimos un régimen pluvial, en el que el agua que llevan los ríos procede directamente de la lluvia, y un régimen nival, en el cual las aguas fluviales procederían de la fusión de las nieves.

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• En el régimen pluvial el tiempo que media entre la caída del agua y su evacuación por los ríos es muy escaso, siempre y cuando los suelos se hallen saturados.

• En el régimen nival pueden transcurrir varios meses, pues depende de la persistencia de las bajas temperaturas y del momento en que se alcance la fusión de las nieves. Entre unos y otros regímenes existen situaciones intermedias según predomine en el mismo la nieve o el agua.

La mayoría de los ríos peninsulares son de alimentación pluvial, por lo que se observan regímenes diferentes de acuerdo con la variedad climática de la Península.

• Régimen pluvial oceánico. Se caracterizan por la abundancia de aguas durante todo el año y por no tener grandes crecidas ni estiajes, como corresponde a la secuencia anual de las precipitaciones del clima atlántico. A este tipo pertenecen los ríos cántabros y gallegos, cuya principal ventaja a efectos de aprovechamiento hidrológico es la regularidad y constancia de sus caudales.

• Régimen pluvial subtropical o mediterráneo continental. Es propio de las tierras del interior de la Iberia seca, llegando a la costa mediterránea andaluza en las que la precipitación anual es reducida, está mal distribuida en el tiempo y presenta una sequía estival muy pronunciada que se acrecienta por las elevadas temperaturas. Las diferencias de caudal son notables entre períodos de máxima y mínima, apareciendo unos coeficientes mensuales tan contrastados como para advertir la existencia de dos estaciones contrapuestas: la de abundancia de aguas y la de estiaje.

• Régimen pluvial mediterráneo. Se caracteriza por las inflexiones que muestra su gráfica. Registra un máximo principal en otoño y otro secundario a finales de invierno-primavera, destacando un mínimo estival menos acusado en duración e intensidad que en el régimen mediterráneo continental.

• Régimen nival. Se limita a las cumbres centrales pirenaicas. Su característica principal es la de ofrecer un régimen muy simple, con una estación de aguas muy altas y elevado coeficiente a finales de primavera y verano, y un prolongado estiaje, de mínimo coeficiente, durante los meses en los que las temperaturas son lo suficientemente bajas como para impedir la fusión de las nieves.

En las restantes cumbres montañosas, que tienen la altura suficiente como para recibir precipitación en forma de nieve y retenerla durante varios meses (Sistema Central, Cordillera Ibérica, Sierra Nevada), surgen los regímenes nivo-pluvial y pluvio-nival, cuyos caracteres son muy parecidos a los del régimen nival, sólo que atenuados en intensidad y con crecidas levemente anticipadas en el tiempo.

Los regímenes fluviales comentados se presentan en toda su pureza en ríos cortos, pero no así en los largos.

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2. Las vertientes hidrográficas.

Los ríos peninsulares vierten sus aguas al mar Cantábrico, al océano Atlántico y al mar Mediterráneo. Cada una de estas vertientes recibe unos cursos hidrográficos que se diferencian por sus características físicas y por su régimen fluvial.

Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos y caudalosos. Cortos por la proximidad de la cordillera Cantábrica al mar y por tener su nacimiento a considerable altura y a escasa distancia de su desembocadura, en su recorrido han de salvar un gran desnivel; son caudalosos por la abundancia de precipitaciones y carecen de estiajes acusados por la regularidad de las precipitaciones que los alimentan.

Los ríos de la vertiente cantábrica. Son ríos que se extienden desde la Estaca de Bares hasta la frontera francesa Los principales ríos de la Vertiente Cantábrica: Eume, Eo, Navia, Narcea-Nalón, Besaya, Nervión y Bidasoa.

En la vertiente atlántica desembocan los grandes ríos de la Meseta, así como el Miño, atlántico por su lugar de desembocadura, pero que no comparte rasgos con los restantes ríos de su vertiente, pues a todos los efectos es un río de la Iberia húmeda.

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Adaptados a las condiciones del relieve y a la inclinación de la Meseta, los ríos atlánticos son largos y de pendiente muy suave. Conforme a la distribución espacial de las precipitaciones, disminuyen de caudal a medida que se sitúan más al sur, siendo la cantidad de agua que transportan un reflejo de las condiciones climáticas de la Iberia seca y de la irregularidad del clima mediterráneo. Su régimen se ve enriquecido por los grandes afluentes, en particular los que tienen su nacimiento en las montañas, cuyas aguas vienen a atenuar los contrastes estacionales de caudal.

Los ríos de la vertiente atlántica. Estos ríos están comprendidos entre la Estaca de Bares y la Punta de Tarifa,

• Los principales: Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir. • Los secundarios: Odiel, Tinto, Guadalete, Barbate.

En la vertiente mediterránea desaguan ríos desiguales. El Ebro es el de mayor longitud, caudal y regularidad, pues recibe aportes hídricos

de sus afluentes pirenaicos e ibéricos. En los restantes ríos está patente la influencia de los relieves adyacentes al mar, que limitan la longitud de las corrientes. Se trata, en general, de ríos muy poco caudalosos, con grandes crecidas estacionales y fortísimos estiajes. Asimismo, en esta vertiente están presentes cursos que llevan agua sólo en ocasiones, permaneciendo secos la mayor parte del año: son las denominadas ramblas, que tanto significado tienen en las regiones mediterráneas, hasta el punto de que muchas han quedado incorporadas al callejero de las ciudades con este nombre.

Los ríos de la vertiente mediterránea. Recorren el territorio peninsular desde la Punta de Tarifa al Cabo de Creus

• Los principales: Segura, Júcar y Ebro.• Como secundarios: Guadiaro, Guadalhorce, Guadalmedina, Guadalfeo, Andarax, Almanzora, Vinalopó, Turia, Mijares, Francolí, Llobregat, Ter y Fluviá.

3. Las cuencas hidrográficas Cada una de las vertientes hidrográficas peninsulares está configurada por una serie de cuencas hidrográficas; es decir, por una serie de áreas avenadas por un conjunto de ríos y afluentes cuyas aguas son recogidas por un territorio delimitado por las diferentes líneas divisorias de aguas, que coinciden con el cambio de pendiente del terreno.

3.1. Cuencas principales.

MIÑO: Rio gallego por excelencia. Nace en la Sierra de Meira (Lugo) y desemboca en La Guardia - Caminha (frontera con Portugal). Presenta una longitud de 310 Km. sobre una Cuenca de 15.000 km2. Su principal afluente es el Sil. Río caudaloso, pese a disponer de una superficie de cuenca muy reducida.

DUERO. Nace en los Picos de Urbión (Logroño - Soria) y desemboca en Oporto (Portugal). Su longitud es de 895 Km. en una cuenca de 97.290 en km2., la mayor de la Península. Su caudal es de 660 m³/s. Tiene una tupida red de afluentes que recoge aguas de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central, y es responsable de su elevado caudal. Su curso sirve de frontera con Portugal y en este tramo se encaja

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profundamente en la zona conocida como Les Arribes do Douro, donde se construyó uno de los mayores complejos hidroeléctricos peninsulares.Sus Principales afluentes son:

• por la derecha: Pisuerga, Esla. • Por la izquierda: Duratón, Eresma, Adaja, Tormes.

TAJO: Nace en la Sierra de Albarracín (Teruel) discurriendo entre el Sistema Central y los Montes de Toledo para desembocar cerca de Lisboa (Portugal). Es el río más largo de la Península y del Estado español con 1.202 Km. de recorrido sobre una cuenca de 56.000 km2.

Sus principales afluentes son: • el Tajuña, Jarama, Alberche, Tiétar, Alagón., por la derecha; • y el Guadiela, Algodor, por la izquierda

GUADIANA. Nace en el Campo de Montiel (Albacete) y desemboca en Ayamonte (Huelva, Andalucía) haciendo frontera con Portugal. Recorre 778 Km. sobre una cuenca de 54.650 km2. Es el menos caudaloso de los grandes ríos peninsulares, pues sólo desagua 79 m³/s.Sus principales afluentes:

• Dcha: Záncara, Cigüela. • Iqda: Jabalón, Zújar y Matachel.

GUADALQUIVIR.

El Gran Rio de Andalucía. Nace en la Sierra de Cazorla (Jaén) y desemboca en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Cuenta con una longitud de 667 Km. por las fértiles tierras de la Depresión Bética y una Cuenca de 58.000 km2. Entre Sevilla y el estuario, se sitúa una amplia zona húmeda: las Marismas del Guadalquivir. El régimen en la cabecera es pluvial con un máximo en invierno que es general en toda la cuenca, si bien después del deshielo se produce otro máximo secundario en primavera, con el deshielo en las sierras.

Sus principales afluentes: • Dcha: Guadalimar, Jándula, Guadiato, Bembézar y Viar.

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• Iqda: Guadiana Menor y Genil.

SEGURA. Nace en la Sierra de Segura (Jaén, Andalucía) y desemboca en Guardamar (Alicante). Su longitud es de 325 Km. y presenta una cuenca de 17.087 km2.

• Principales afluentes por la derecha: Guadalentín-Sangonera. • Por la izquierda: El Mundo.

JÚCAR. Nace en la Serranía de Cuenca. Desemboca en Cullera (Valencia). Su longitud de 498 Km. los recorre sobre una Cuenca de 21.400 km2

Principales afluentes los encontramos por la izquierda: Cabriel, y Magro.

EBRO. Nace en Fontibre (Cantabria) y desemboca en el municipio de Amposta (Cataluña) formando el delta que lleva su nombre. Es el segundo río más largo de la Peninsula con sus más de 910 Km. de longitud y el más caudaloso, recogiendo sus aguas de los 85.680 km2 de superficie de su cuenca. Representa la paradoja de ser una vía muy caudalosa sobre una zona muy seca, lo que es posible gracias a los afluentes de los Pirineos y del Sistema Ibérico. Tiene un régimen complejo, resultante de la alineación pluvial de su cabecera y nivo-pluvial y pluvio-nival de los afluentes montañosos.

• Por la derecha son importantes los afluentes del Jalón-Jiloca, y Guadalope. • Por su izquierda cabe mencionar el Aragón, Gállego, Cinca, Segre.

3.2. Baleares y Canarias carecen de ríos propiamente dichos. Tienen arroyos o corrientes de agua de escaso caudal, alimentados por manantiales.

En Canarias, la sobreexplotación de los acuíferos ha supuesto que apenas existan arroyos permanentes en la actualidad.

Los torrentes también son frecuentes en ambos archipiélagos.

3.3. Los lagos y humedales.

Los lagos son masas naturales de agua dulce o salobre acumuladas en zonas deprimidas, que alcanzan cierta profundidad. Las lagunas tienen menor tamaño y profundidad, aunque la diferencia entre ambos no es muy precisa.

Están catalogados 2474 lagos, pero muchos son de escasas dimensiones y de carácter estacional.

Según su origen pueden ser: endógenos y exógenos.

3.3.1. Los lagos endógenos están originados por fuerzas del interior de la Tierra:

• Los lagos tectónicos, se forman en terrenos hundidos por la acción de pliegues o fallas, como era la laguna de La Janda (Cádiz, Andalucía), desecada por intereses económicos para disponer de buenas tierras agrícolas.

• Los lagos volcánicos se alojan en el cráter de un volcán apagado, como los del Campo de Calatrava (Ciudad Real).

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3.3.2. Los lagos exógenos se originan por fuerzas externas, como la acción del hielo, el agua o el viento.

• Los lagos glaciares se forman en las cubetas excavadas por el hielo en el circo del glaciar (lagos de circo) o en el valle (lagos de valle), como sucede en los lagos pirenaicos. También pueden formarse por las obstrucciones que causan las morrenas en el valle glaciar como los Lagos de Sanabria (Zamora).

• Los lagos cársticos se alojan en cubetas creadas por la disolución de la caliza o el yeso, como es el caso de Las Lagunas de Ruidera en Castilla-La Mancha.

• Los lagos endorreicos, son el tipo de lago exógeno más extendido en la Peninsula. Se forman en zonas áridas o semiáridas, donde las escasas aguas no tienen fuerza para llegar al mar y se acumulan en zonas deprimidas o llanas hasta que se evaporan o se reducen. Suelen tener las aguas salobres y escasa profundidad. Suelen localizarse en las depresiones interiores y exteriores de la Meseta.

• Los lagos eólicos ocupan depresiones excavadas por el viento sobre materiales blandos, como los closes del Ampurdán.

• Los lagos litorales o albuferas son lagos salados separados del mar por un cordón de arena, como las albuferas del Mar Menor y de Valencia.

3.3.3. Los humedales son extensiones de terreno cubiertas por aguas poco profundas, en muchos casos de carácter intermitente, pues pueden llegar a desaparecer durante el verano. Comprenden lagunas, marismas, deltas, turberas y albuferas.

Están inventariados 2559 zonas húmedas. Tienen un gran interés biológico por albergar muchas especies adaptadas a vivir en un medio de transición entre el agua y la tierra y por ser lugar de anidamiento y de parada para las aves acuáticas migratorias.

Los más destacados se encuentran en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real), las Marismas del Guadalquivir, el Delta del Ebro, las Albuferas de Valencia y del Mar Menor

3.4. Los acuíferos son embolsamientos de aguas subterráneas. Se forman cuando las aguas de precipitación se infiltran, encuentran un estrato impermeable y se acumulan sobre él. Pueden descargar sus aguas a través de ríos o manantiales, o directamente al mar.

Hay más de 400 acuíferos. Se encuentran, sobre todo, en las depresiones terciarias (Duero, Tajo, Guadiana), en las proximidades de los ríos (terrazas y riberas) y en las cabeceras montañosas húmedas de los principales ríos (Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Ebro, Júcar y Segura).

En Baleares y Canarias la mayor parte de los recursos hídricos proceden de los acuíferos, favorecidos por la permeabilidad de las rocas calizas y volcánicas respectivamente.

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ANEXOLectura sobre las cuencas hidrográficas

La cuenca atlántica andaluza

• La Cuenca Atlántica Andaluza abarca una superficie de 13.316 kilómetros cuadrados de los cuales 6.445 corresponden a los ríos Guadalete y Barbate en Cádiz y 6.871 a los ríos Tinto, Odiel, Piedras y Chanza en Huelva.

• En el conjunto de la cuenca residen más de un millón trescientos mil andaluces a los que hay que sumar un importante volumen de población estacional, que se concentra fundamentalmente en la franja más litoral. Asimismo, los recursos hídricos de la Cuenca Atlántica Andaluza han permitido la explotación de importantes superficies de regadío, que ascienden a 75.000 hectáreas en el conjunto de la cuenca.

• Los ríos Guadalete y Barbate, se enmarcan entre el Valle del Guadalquivir, la cordillera Penibética emplazada al Este y el Océano Atlántico al suroeste.

• En Huelva, los ríos Piedras y Chanza se sitúan en la parte occidental de la provincia mientras que en el sector más oriental de la costa onubense aparece el estuario y complejo marismeño de los ríos Tinto y Odiel

La cuenca mediterránea andaluza o cuenca del sur

• La Cuenca del Sur se extiende a lo largo de la costa mediterránea andaluza, en una franja de unos 50 kilómetros de ancho y 350 de longitud, desde los términos municipales de Tarifa y Algeciras hasta la cuenca y desembocadura del río Almanzora, extendiéndose sobre una superficie de 18.425 Km.'.

• Las estribaciones de Sierra Nevada, con la presencia de las mayores cumbres de la geografía peninsular, jalonan una gran parte del territorio, lo que da origen a acusados contrastes climáticos y del régimen de precipitaciones.

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• Mientras las lluvias son extraordinariamente generosas en la vertiente occidental, donde se pueden superar los 2.000 Mm. de precipitación media anual, que representan uno de los máximos nacionales, en las comarcas del subdesierto almeriense apenas se alcanzan los 200 mm., valor equivalente al de regiones saharianas.

• Estas cuencas son competencia exclusiva de la Junta de Andalucía.

La cuenca del Guadalquivir.

• La cuenca del Guadalquivir se localiza al sur de la Península Ibérica y comprende una extensión de 57.527 Km². Se extiende por Andalucía, en la que se encuentra más del 90 % de la superficie total de la cuenca mientras el resto se distribuye entre sus tres comunidades limítrofes.

• Su espacio geográfico se enmarca entre el escalón meridional de Sierra Morena situada al Norte, la cordillera Penibética emplazada al Sur con desarrollo en dirección SO-NE y el Océano Atlántico al SO. La orla montañosa que delimita el espacio -con altitudes comprendidas en los 1.000 y más de 3.000 m-, contrasta con la escasa altitud del amplio valle del río que, a medida que va agotando su recorrido, se va abriendo hacia el Atlántico.

• El territorio de la cuenca pertenece a tres grandes unidades litológicas: Sierra Morena, Cordillera Bética y Valle del Guadalquivir. Tanto la constitución litológica como la estructura tectónica difieren en las tres unidades e influyen en las formas del relieve en general y también en el propio trazado de la red de drenaje, en el régimen hídrico, en la calidad de las aguas, en la susceptibilidad a la erosión, etc.

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