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LO QUE NOS APORTA EL JAPON
Japón es un país un poco más pequeño que el nuestro, pero tiene ciento veinticuatro millones de
habitantes, los diez bancos más grandes del mundo, los índices educativo y de longevidad más altos y el
índice de criminalidad más bajo. Su producto nacional es igual al de Francia, Inglaterra y Alemania sumados.
¿A qué se debe esa productividad? Es una gran historia, una gran tradición.
Les voy a dar unas claves para que seamos magníficas personas en ésta nación.
Analizando las diferencias entre Japón y Ecuador, se ve tres especialmente importantes: la educación, la religión y la actitud
hacia la vida misma y la naturaleza.
LA EDUCACION
En Ecuador se da mucho la educación instructiva, de conocimientos. A vosotros padres les preocupa la tabla de
multiplicar del 5, el 6 y el 8, pero ¿Y la educación formativa? ¿Qué valores inculcamos en las escuelas?
Entre los valores que tenemos que tomar en cuenta están la honestidad, la puntualidad y la limpieza.
Estos hacen parte de la educación necesaria para personas de éxito.
Existen cuatro pasos para ser personas de excelencia: el bien ser, el bien hacer, el bien estar y el bien tener.
Primero, el “Bien ser”, es decir, ser honesto, puntual y disciplinado. Por ejemplo: en este momento están cerca de
treinta personas, Si la persona que les habla llega diez minutos tarde, la nación está perdiendo 1.800 minutos. Por eso no se
puede jugar con el tiempo, y menos con el de los demás.
¿Qué deban hacer? Que el objetivo de hoy sea ser feliz y disfrutar lo que hacen. Prepárense para que su objetivo de vida no sea que den las cinco de la tarde. ¡Qué triste! Así hay padres
de familia, mestros, empresarios, que todos los días crean fracasados.
Pero también hay maestros, padres de familia, empresarios y jefes que todos los días crean triunfadores. Es muy diferente,
créanme, trabajar así.
Debemos cambiar la mentalidad de la gente.
Quiero terminar con un pequeño cuento que escuché una vez:
Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente se desató un incendio y todos salieron corriendo.
Todos menos un gorrioncito que fue al río, mojo las alitas, voló sobre el bosque en llamas y dejó caer una gota de agua,
tratando de apagar el fuego. Volvió al río, mojó las alitas, voló sobre el bosque y dejó caer algunas gotas. Un elefante que
pasaba le gritó:
¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¿No ves que te vas a achicharrar?
El gorrioncito se volteó y le dijo:
Este bosque me lo ha dado todo: mi familia, mi felicidad, y le tengo tanta lealtad que no me importa morir, pero voy a tratar
de salvarlo.
Fue al río otra vez, mojó sus alitas y revoloteó sobre el bosque, dejando caer una o dos gotas de agua.
Los dioses se compadecieron de él y dejaron caer una gran tormenta que apagó el incendio. El bosque reverdeció y todos
los animalitos regresaron y volvieron a ser felices, más que antes.
Queridos papitos: el bosque es Ecuador, es la escuela. Tal vez estemos en un gran incendio, en una crisis, pero yo les pido que todos los días dejen caer una o dos gotas de sudor y de trabajo. Si así lo hacen, el país se los agradecerá y Dios les bendecirá.