174
i

R sierra prop_vegecuador_1999-120103

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

i

Page 2: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

ii

El Proyecto GEF "Plan Maestro para la Protección de la Biodiversidad Mediante el Fortalecimiento del Sistema Nacional de Areas Protegidas" fue firmado el 19 de Mayo de 1994, entre el Gobierno de la República del Ecuador por intermedio del INEFAN y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento como Fiduciario del GEF (Fondo para el Medio Ambiente Global). El Convenio se firmó para un programa de 5 años y US$ 7.2 millones. EcoCiencia es una entidad científica ecuatoriana, privada y sin fines de lucro cuya misión es conservar la biodiversidad mediante la investigación científica, la recuperación del conocimiento tradicional y la educación ambiental impulsando formas de vida armoniosas entre el ser humano y la naturaleza. EcoCiencia, a través de su Proyecto “Conservación de la Biodiversidad en el Ecuador”, pretende promover la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica mediante un conjunto de actividades de investigación, manejo y difusión de información, capacitación de actores clave y formulación de políticas e instrumentos legales, con la activa participación del Estado, la comunidad científica y otros sectores de la sociedad civil. Este documento debe ser citado de la siguiente manera: Sierra, R. (Ed.). 1999. Propuesta preliminar de un sistema de clasificación de vegetación para el Ecuador continental. Proyecto INEFAN/GEF-BIRF y EcoCiencia. Quito, Ecuador. Portada:

Revisión de texto: Patricio A. Mena, EcoCiencia. ISBN: Número de Registro Autoral: Impreso en el Ecuador por /Printed in Ecuador by: Editorial Rimana. Las Orquídeas E12-32 y las Palmeras, Quito, Ecuador. La publicación de este estudio ha sido coauspiciada por el Proyecto INEFAN/GEF (Convenio de Donación TF 28700 EC); ejecutado por el Gobierno del Ecuador con el apoyo financiero del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y por el Proyecto “Conservación de la Biodiversidad en el Ecuador” (EC 008301), ejecutado por EcoCiencia con el apoyo financiero del Gobierno de los Países Bajos. Esta obra puede ser obtenida en las oficinas del Ministerio de Medio Ambiente y en EcoCiencia. 8 1999. Proyecto INEFAN/GEF-BIRF y EcoCiencia. Quito, Ecuador.

Page 3: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

iii

TABLA DE CONTENIDOS

Presentación. .............................................................................................................................iii Agradecimientos. ....................................................................................................................... v Los autores. ...............................................................................................................................vi 1 INTRODUCCIÓN (R. Sierra) ..................................................................................... 1 2 EL ESTUDIO DE LA VEGETACIÓN A NIVEL REGIONAL (R. Sierra) .......... 7

2.1 Los sistemas bioclimáticos para la clasificación de la vegetación ......................... 8 2.2 Los sistemas ecofisonómicos para la clasificación de la vegetación..................... 13 2.3 Los sistemas fisonómicos y taxonómicos para la clasificación de la vegetación . 16

3 LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE LA VEGETACIÓN PROPUESTOS

PARA EL ECUADOR (R. Valencia, C. Cerón, W. Palacios y R. Sierra) ................ 20 4 CRITERIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LA VEGETACIÓN

DEL ECUADOR (R. Sierra, C. Cerón, W. Palacios y R. Valencia).......................... 30 4.1 Estructura y nomenclatura ..................................................................................... 30 4.2 Criterios fisonómicos ............................................................................................. 36 4.3 Criterios ambientales ............................................................................................. 43 4.4 Criterios bióticos.................................................................................................... 46 4.5 Criterios topográficos ............................................................................................ 49 4.6 Las regiones naturales del Ecuador ....................................................................... 54

5 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA COSTA DEL ECUADOR

(C. Cerón, W. Palacios, R. Valencia y R. Sierra) ....................................................... 55 5.1 Subregión Norte (Húmeda).................................................................................... 55 5.2 Subregión Centro (Seca y Húmeda) ...................................................................... 62 5.3 Subregión Sur (Seca) ............................................................................................. 74

6 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA SIERRA DEL ECUADOR

(R. Valencia, C. Cerón, W. Palacios y R. Sierra) ....................................................... 80 6.1. Subregión Norte y Centro ..................................................................................... 81 6.2. Subregión Sur ....................................................................................................... 98

7 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA AMAZONÍA DEL ECUADOR

(W. Palacios, C. Cerón, R. Valencia y R. Sierra) ..................................................... 111 7.1 Subregión Norte y Centro ................................................................................... 112 7.2 Subregión Sur ..................................................................................................... 119

8. EL MAPA DE VEGETACIÓN DEL ECUADOR CONTINENTAL

(R. Sierra, C. Cerón, W. Palacios y R. Valencia) ...................................................... 122 8.1 Escala y nivel de detalle....................................................................................... 122

Page 4: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

iv

8.2 Metodología ......................................................................................................... 128 8.3 La relación entre el estudio de la vegetación y de la biodiversidad a nivel regional................................................................................................... 135 BIBLIOGRAFÍA. ...................................................................................................... 143

ÍNDICE. ...........................................................................................................................

ILUSTRACIONES. .........................................................................................................

Page 5: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

v

Presentación

El 19 de mayo de 1994, mediante el Decreto Ejecutivo No. 1762, se celebró el

CONVENIO DE DONACIÓN TF 28700 EC entre el Banco Internacional de Reconstrucción y

Fomento (BIRF) y el Gobierno del Ecuador el financiamiento del Proyecto "Plan Maestro de

Protección de la Biodiversidad en el Ecuador". Uno de los objetivos claves de este proyecto es

apoyar a los procesos administrativos, de manejo y de monitoreo local y regional de la Dirección

de Áreas Naturales y Vida Silvestre (DANVS), mediante sistemas digitales que permitan la

actualización rápida, la evaluación y el análisis de la información existente. Estos facilitará el

establecimiento de mecanismos apropiados para evaluar los cambios en las áreas protegidas

causados por acciones humanas o procesos naturales, así como el verdadero impacto de las

acciones de manejo. Desafortunadamente, el Ecuador no cuenta con un sistema estandarizado de

clasificación de ecosistemas o comunidades naturales que permita desarrollar las actividades de

mapeo, monitoreo o inventarios requeridas en forma consistente, en tiempos apropiados y que

sean compatibles con las herramientas, la información y las tecnologías disponibles.

Por este motivo, el Proyecto INEFAN/GEF decidió financiar la iniciativa de los autores

de este documento para el desarrollo de la presente propuesta y de los mapas que la acompañan.

Se logró un financiamiento adicional para la elaboración del El Mapa de Vegetación del Ecuador

Continental y el de Vegetación Remanente del Ecuador Continental gracias al interés y apoyo

económico de Wildlife Conservation Society y Arizona State University. Se espera que la

propuesta constituya una base para la estandarización de los criterios usados en inventarios,

monitoreo y estudios de cambio del uso del suelo a nivel regional y que contribuirá en la

sistematización de la información sobre las características y condiciones de la biodiversidad en el

Ecuador. Esto ayudará a la comunidad profesional, a estudiantes y a todas aquellas personas

interesadas en el manejo apropiado de los recursos naturales del país. La propuesta es un

Page 6: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

vi

complemento a los inventarios botánicos y zoológicos locales; es una propuesta abierta, es decir,

nuevas unidades de vegetación pueden ser añadidas, y su expansión y profundización permitirán

desarrollar modelos analíticos detallados de ecosistemas y biodiversidad (por ejemplo, con

información florística y zoológica detallada) a nivel subregional o local. Los mapas, por su

parte, están diseñados para ser una guía para los estudios de la vegetación locales o regionales y,

a través de éstos, de la biodiversidad del Ecuador con un nivel de detalle mayor al aplicado aquí.

R. Sierra.

Page 7: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

vii

Agradecimientos

Los autores agradecen a Aida Álvarez, Carmen de Elao, Pablo Lozano, Antonio

Matamoros y Felipe Serrano por sus comentarios y por su valiosa y desinteresada contribución al

desarrollo de esta propuesta. El apoyo de Enrique Laso, Coordinador del Proyecto

INEFAN/GEF, y de Alejandro Grajal, Ex-Director del Programa para América Latina de

Wildlife Conservation Society (ahora con Audubon Society), fue muy importante para el inicio

de este proyecto. La colaboración de Santiago López, Patricio Azimbaya, Jordan Chamberlin,

Debbie Brewer y Helga Dunn fue muy valiosa durante la aplicación de la propuesta al mapa

preliminar de vegetación del Ecuador. Los autores también agradecen a Patricio A. Mena, de

EcoCiencia, por su ayuda en la revisión final del texto y de la nomenclatura. Cualquier error u

omisión es responsabilidad de los autores.

Los autores

- Dr. Carlos Cerón. Profesor del Departamento de Biología y Director del Herbario de la

Universidad Central del Ecuador.

- Ing. Walter Palacios. Profesor de Ingeniería Forestal de la Universidad del Norte e

Investigador de la Fundación Jatun Sacha.

- Dr. Rodrigo Sierra (Coordinador del Proyecto). Profesor del Departamento de Geografía

de Arizona State University e Investigador Asociado de EcoCiencia.

- Dr. Renato Valencia. Profesor del Departamento de Biología y Director del Herbario de

la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Page 8: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

8

1 INTRODUCCIÓN

(R. Sierra)

El presente trabajo es una propuesta preliminar de un sistema de clasificación de la

vegetación natural del Ecuador continental. Incluye también el resultado de su aplicación en dos

mapas: un mapa de la vegetación y un mapa de la vegetación remanente del Ecuador continental

ambos a escala 1:1'000.000. Los objetivos de esta propuesta de clasificación son: 1) contribuir al

estudio de la biodiversidad en general y específicamente al estudio de la fitosociología y la

fitogeografía del Ecuador mediante la estandarización de la nomenclatura respectiva, y 2) a

través del primer objetivo, apoyar las actividades de conservación de la biodiversidad del

Ecuador. Este enfoque es consistente con las tendencias actuales para promover la conservación

de la biodiversidad que enfatizan el uso de comunidades naturales en lugar de especies, y de la

diversidad a nivel de paisaje, como las unidades de análisis y operación. En esta área, el mapeo

de la vegetación juega un papel estratégico ya que ésta es la forma de biodiversidad que más

eficientemente puede ser caracterizada, identificada y mapeada. La vegetación, además, ofrece

una excelente base para la identificación de otras formas de biodiversidad, y específicamente de

las comunidades animales. Su aplicación, junto a otros criterios (como la viabilidad de

poblaciones silvestres, el nivel de fragmentación y presión, etc.), ayudará en la identificación de

áreas críticas, la definición de áreas protegidas, el manejo de recursos y el ordenamiento

territorial, entre otros. Su aplicación tiene también importancia para otros esfuerzos a nivel

continental y mundial en las áreas de conservación de la biodiversidad y cambio climático. En

el pasado, los resultados del uso de varios sistemas de clasificación al nivel regional han sido rara

vez comparables. Stone et al. (1994), por ejemplo, identificaron 39 clases de vegetación en

América del Sur, pero éstas debieron ser agrupadas en solo 13 para poder ser comparadas con

otros trabajos debido a la diversidad de sistemas de clasificación usados. En un estudio similar,

Page 9: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

9

Matthews (1983) diferenció 15 formaciones a nivel continental, pero estas no son directamente

comparables con las categorías finales de Stone et al. o con otras clasificaciones basadas en

criterios climáticos o florísticos (como las de Huber y Alarcón 1988). Townshend et al. (1991)

sugieren que la falta de estándares para la clasificación de la vegetación (esto es, qué

características de la vegetación se usan en la clasificación) es la razón principal para la variación

en los estimados actuales sobre la extensión y condición de los diferentes biomas a nivel

mundial.

Se estima que en el Ecuador existen más de 20.000 especies de plantas vasculares y

alrededor de 3.500 especies de vertebrados, sin incluir los peces marinos. Muchas de estas

especies son endémicas al Ecuador y muchas están consideradas en peligro de extinción (Tabla

1.1). Esto convierte al Ecuador en uno de los países más diversos del mundo -- uno de los

llamados países megadiversos -- pero también lo señala como una región en peligro. La

biodiversidad del Ecuador es más impresionante aún si se toma en cuenta que está concentrada

en tan solo 260.000 km2, menos del 2 % de América del Sur. Pocos países tienen mas especies

por unidad de área que el Ecuador (WRI 1998). En aves y anfibios, por ejemplo, solo Costa Rica

tiene más especies por unidad de área que el Ecuador y solo Costa Rica y Colombia tienen más

especies de plantas. El Ecuador es el tercero en anfibios, el segundo en peces de agua dulce, el

quinto en aves residentes, el séptimo en reptiles y el decimoséptimo en mamíferos.

Desafortunadamente, y a pesar de que las colecciones de plantas y su sistematización en

el Ecuador comenzaron hace más de dos siglos con la llegada de La Condamine en 1736, todavía

conocemos poco sobre la distribución, extensión y condición de las formaciones botánicas

naturales y sobre los procesos de cambio que las afectan. Este problema está relacionado, en

gran medida, con la falta de un sistema de clasificación de vegetación apropiado y estandarizado

Page 10: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

10

Tabla 1.1 Número estimado de especies, especies endémicas y especies amenazadas del Ecuador.

Número de especies Grupo Total endémicas Amenazadas Mamíferos 366 24 36 Aves 1.618 38 92 Reptiles 374 121 12 Anfibios 422 163 45 Peces de agua dulce 706 ? ? Plantas vasculares 20.000 4.000 375 Basado en: WRI (1998); UICN-Sur et al (1997a, 1997b); F. Campos (com. Pers, 1998).

y se ilustra por el número de mapas de vegetación basados en diferentes sistemas de clasificación

y con clases que no pueden ser comparadas entre sí. Kuchler (1980), por ejemplo, encontró

mapas de vegetación para el Ecuador de Jijón y Caamaño (1952), Acosta Solís (1950, 1977), US

Forest Service (1958) y Cañadas (1977). A éstos deben sumarse trabajos más recientes, como

CLIRSEN/DINAF (1990), Harling (1979) y Cañadas (1983), entre otros, que adolecen del

mismo problema. La falta de un sistema de clasificación de vegetación estandarizado ha

determinado, además, que en muchos casos se usen propuestas que no fueron diseñadas para su

aplicación en estudios de vegetación. Específicamente, el sistema de zonas de vida de Holdridge

ha sido usado frecuentemente en el Ecuador como tal, aún cuando no es una propuesta para la

clasificación de la vegetación.

En el pasado se han presentado varias propuestas de sistemas de clasificación de la

vegetación del Ecuador y, aunque no se han utilizado ampliamente, han sido muy valiosas para

su estudio (éstas se discuten en detalle más adelante). Posiblemente, su falta de aplicación se

debe a que estas propuestas presentan problemas para su uso. Una limitación importante, desde el

punto de vista de los esfuerzos actuales para estudiar la distribución de la vegetación a nivel

regional y los procesos de cambio que la afecta, es que no son compatibles con las herramientas

y métodos usados actualmente para caracterizar, predecir y monitorear la cobertura de vegetación

Page 11: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

11

y sus tipos en áreas que no pueden ser muestreadas a un costo y en un tiempo razonables (como

los sistemas de información geográfica y los sensores remotos satelitarios). Estas herramientas y

métodos requieren de un sistema de clasificación de vegetación apropiado. Esto quiere decir,

específicamente, que poseen una estructura jerárquica basada en características cuantificables a

varias escalas de detalle y, en la medida de lo posible (es decir con un error aceptable), que sean

predecibles con la información actualmente disponible (Sierra 1995). Estas características son

principalmente la estructura, la fenología y la composición de la vegetación y su organización en

clases relativamente homogéneas y únicas; es decir, diferentes unas de otras en al menos uno de

estos criterios. Estos criterios pueden ser identificados a varios niveles de detalle, permitiendo

así profundizar el estudio de la vegetación sin perder coherencia con los resultados (es decir, las

condiciones) encontrados a menores niveles de detalle. Un ejemplo de este proceso es el mapa

de vegetación incluido en este trabajo.

Afortunadamente, y a pesar de que muchas regiones del país continúan inexploradas, en

los últimos años se han consolidado la disponibilidad de bases de datos con cuantiosa

información y el conocimiento de expertos sobre las especies de plantas del Ecuador y su

distribución. Ésta, en conjunción con el inicio de la publicación de estudios florísticos,

inventarios cuantitativos y estudios sobre los patrones de diversidad, permite caracterizar la

vegetación con mayor precisión que en el pasado y proponer un sistema de clasificación más

ajustado a la realidad fitogeográfica del país.

Dentro de este contexto, la presente propuesta preliminar es un aporte para la

actualización de la información regional sobre la vegetación del Ecuador (como el mapa de

vegetación remanente incluido). La propuesta propiamente dicha constituye una síntesis de la

información publicada y de la experiencia de los autores. El sistema propuesto se basa en una

estructura jerárquica y en una nomenclatura estandarizada y se ajusta a lineamientos

Page 12: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

12

internacionales para la clasificación de la vegetación (como los de FDGC 1997). Los niveles mas

generales del sistema han sido diseñados para corresponder en forma amplia a características

ecológicas fácilmente identificables a nivel regional (clima, suelo, etc.). Los niveles más

específicos enfatizan la composición florística de la vegetación y deben ser caracterizados a nivel

local, es decir, no corresponden a patrones globales y solo son aplicables, en este caso, al

Ecuador (y posiblemente a la región Andina tropical). Aquí, la experiencia de los autores ha

permitido identificar las regiones biogeográficas y los pisos florísticos del Ecuador con base en

parámetros específicos para el país. Al momento es un sistema amplio, aplicable a estudios que

requieran de un nivel medio de detalle sobre las características de la vegetación natural o

seminatural a nivel regional. La propuesta incluye también tipos de vegetación que son

posiblemente el resultado de la actividad humana prolongada, pero que en la actualidad existen

en forma silvestre o semisilvestre y ocupan grandes áreas. Se ha adaptado una nomenclatura

sugerida como un estándar en otras publicaciones sobre el tema. Por el momento, se reconocen

ocho tipos de formaciones, 19 formaciones vegetales y 72 tipos de vegetación. Ésta es una

propuesta abierta, es decir, permite aumentar nuevas unidades de vegetación a cada nivel e

incluso a niveles más detallados que los incluidos aquí (por ejemplo, al nivel de asociación). Al

ser un sistema preliminar, se espera éste sea desarrollado y profundizado en el futuro hasta

reflejar la diversidad florística a nivel local, incluyendo la amplia gama de asociaciones

florísticas y comunidades de plantas. Un sistema de clasificación final solo podrá ser

desarrollado a largo plazo, con base en un intenso muestreo con un diseño metodológico

apropiado, la sistematización de la información publicada y en herbarios, y usando como base un

sistema como el propuesto en este documento.

Este trabajo esta organizado en dos partes. La primera parte (capítulos 2 a 7) revisa las

propuestas para la clasificación de la vegetación existente para el mundo y para el Ecuador, y

Page 13: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

13

presenta la nueva propuesta de un sistema de clasificación de vegetación para cada una de las

tres regiones del Ecuador continental, con detalles sobre las especies características de cada tipo

de vegetación o formación natural. Aunque la base de la organización de la propuesta es

geográfica, su enfoque es florístico, es decir, se fundamenta en unidades de vegetación

relativamente homogéneas que han sido separadas, en la medida de lo posible, con base en las

especies que la conforman. La segunda parte (capítulo 8) corresponde a la aplicación de esta

propuesta a un mapa de la vegetación y a un mapa de la vegetación remanente del Ecuador

continental a escala 1:1'000.000. Se discuten además los detalles técnicos sobre los métodos

usados y el modelo cartográfico digital en que éstos se basan.

Page 14: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

14

2 EL ESTUDIO DE LA VEGETACIÓN A NIVEL REGIONAL

(R. Sierra.)

Este capítulo examina varias propuestas de sistemas de clasificación de la vegetación en

el mundo y su aplicabilidad para estudios de fitosociología, biodiversidad y otros temas

relacionados. El objetivo es establecer, en forma general, las bases que han permitido el

desarrollo de la propuesta preliminar de clasificación de vegetación del Ecuador continental y su

aplicación en el Mapa de Vegetación y el Mapa de Vegetación Remanente del Ecuador

Continental.

Esfuerzos sistemáticos para estudiar la distribución de la vegetación en el mundo y sus

regiones se desarrollaron a partir del siglo XVIII, empleando una gran variedad de métodos y

sistemas de clasificación y a casi cada nivel de detalle imaginable1. Quizás el aspecto más básico

en el estudio de la vegetación a nivel regional o de paisaje es el reconocimiento de que no es

posible hacer una clasificación perfecta o definitiva de la vegetación ya que en la naturaleza no

existen estructuras o asociaciones perfectamente definidas. Su delimitación en unidades más o

menos homogéneas es, sin embargo, una necesidad operativa y un artificio muy conveniente. La

estructura final de un sistema refleja los criterios primarios usados para agrupar elementos de la

vegetación. Diferentes objetivos, sin embargo, requieren de sistemas y criterios apropiados y

aplicables a escalas específicas, por lo que es imposible establecer un solo sistema perfecto que

sea útil para toda aplicación. En la actualidad, los sistemas de clasificación dominantes varían en

los criterios básicos usados y en el nivel de detalle requerido para definir las clases dentro del

sistema. Así, en Finlandia el sistema de clasificación se basa en la productividad del suelo,

1 El estudio de la vegetación a nivel regional, sin embargo, es mucho más antiguo. De

acuerdo con Collinson (1988), el primer mapa de vegetación conocido data del siglo XIV a.n.e, época en la que se registró la flora de Siria en un altorrelieve del templo de Karnak.

Page 15: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

15

caracterizada a su vez por la presencia de ciertas especies; en Europa continental se usa la

composición florística; en los Estados Unidos e Inglaterra se usan grupos de especies dominantes

(Tuomisto 1993).

A más de los sistemas de clasificación específicos para regiones o países determinados,

hay un número considerable de propuestas aplicables al mapeo de vegetación a nivel mundial

basados en criterios cuantitativos que permiten la clasificación de la vegetación en unidades

homogéneas y teóricamente diferenciables. La mayoría de estos sistemas pueden ser agrupados

en tres tipos generales de propuestas: modelos bioclimáticos, modelos ecofisiológicos y modelos

fisiológicos y taxonómicos (Tabla 2.1). Las diferencias operacionales entre estos tres tipos de

sistemas radican en dos áreas: 1) los factores que determinan la distribución de los varios tipos

de vegetación y 2) la definición de las unidades de vegetación y, en especial, el nivel de

generalización. Los dos primeros tipos de sistemas resaltan el clima como el elemento primordial

que determina el tipo de vegetación, mientras que el tercer tipo recoge, al menos en forma

cualitativa, el impacto de otros factores físicos y de procesos evolutivos. La función del clima

merece especial atención por el amplio uso de estas propuestas (e.g., Holdridge 1947, 1967).

2.1 Los sistemas bioclimáticos para la clasificación de la vegetación

Los sistemas bioclimáticos usan como criterio de clasificación series de tipos

ambientales, especialmente climáticos, caracterizados por los tipos de vegetación esperados en

cada uno de ellos. El primero en establecer la conexión entre el clima y la vegetación fue

Schimper\ (1898, en Woodward 1987). Varias investigaciones contribuyeron luego al

establecimiento de modelos predictivos basándose en las condiciones climáticas determinadas,

Page 16: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

16

Tabla 2.1. Algunos sistemas de clasificación de vegetación y su modelo predictivo usado. Solo se incluyen lis sistemas aplicables al nivel mundial. Sistema Modelo La Candolle (1874) Fisonómico Drude (18??, en Collinson 1988) Fisonómico Schimper (1898) Bioclimático Rubel (1930) Fisonómico Raunkaier (1934) Bioclimático Koppen (1936) Bioclimático Holdridge (1947) Bioclimático Troll y Paffen (1964) Bioclimático Mather y Yoshioka (1966) Bioclimático Eyre (1968) Bioclimático Thornthwaite (1933, 1948) Bioclimático Good (1964) Fisonómico/Taxonómico Hueck y Siebert (1972) Fisonómico Ellenberg y Mueller-Dombois (1967) Fisonómico Mueller-Dombois y Ellenberg (1974) Fisonómico FAO (1973), basado en Ellenberg y Mueller-Dombois (1967) Fisonómico Walter (1975); Walter y Box (1976); Walter y Breckle (1985) Ecofisiológico Box (1981) Ecofisiológico Woodward (1987) Ecofisiológico Bailey (1997) Ecofisiológico FGDC (1997) Fisonómico lo que condujo a propuestas como las de Thornthwaite (1933, 1948), Koppen (1936)2, Holdridge

(1947) y Eyre (1968), entre otras. En conjunto, estos modelos definen a la vegetación en forma

general, no estratificada o jerárquica, con un mínimo de detalle florístico, por lo que han sido

usados principalmente para predecir el tipo de vegetación a nivel global o a escalas muy

grandes3. Estas unidades son comparables con lo que ahora llamamos biomas o zonobiomas. En

2 Koppen usa el esquema fisionómico vegetal propuesto por La Candolle (1874).

3 Por razones prácticas el uso de los términos gran escala y pequeña escala en este documento no es consistente con su definición cartográfica. Desde un punto de vista cartográfico Agran escala@ se refiere a escalas con mucho detalle y con menor cobertura superficial (por ejemplo 1:1.000, 1:10.000). Esta relación se llama aquí Apequeña escala@ ya que se refiere a un área relativamente pequeña. Por esta razón, "gran escala" debe ser entenido como aplicaciones que tienen una gran amplitud geográfica (por ejemplo 1:1'000.000; 1:5'000.000; etc.).

Page 17: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

17

estos modelos, el clima define los presupuestos anuales de agua y energía a través de patrones

específicos de radiación solar, temperatura de aire y suelo, disponibilidad de agua y

evapotranspiración. La vegetación se adapta a estas condiciones a través de formas de vida

particulares y sus respectivas características estructurales y dinámicas. Sin embargo, si bien

hay abundante evidencia sobre su impacto en la vegetación potencial a nivel general, su utilidad

para caracterizar la vegetación actual o potencial con alto nivel de detalle (regional o local) es

limitada ya que los modelos mencionados ignoran los factores locales (como topografía,

pendiente y aspecto) y, especialmente, las difererencias biogeográficas producto de procesos

evolutivos y de aislamiento.

De estas propuestas, sin duda, la más usada (1947, 1967), basada en datos climáticos

promedio anuales. Otros sistemas, como los de Koppen, Paffen y Thornthwaite y Troll, aunque

menos usados, reconocen que la estacionalidad del clima (incluyendo la duración y la

confiabilidad de los períodos de precipitación) afecta los presupuestos de agua y energía y, por lo

tanto, las formas de vida óptimas para un lugar determinado.

En un estudio reciente, Prentice (1990) evalúo la eficiencia de cuatro modelos

bioclimáticos (Holdridge, Thornthwaite, Koppen y Troll y Paffen) para predecir la vegetación a

nivel mundial, comparándolos con vegetación natural actual. Aún cuando los cuatro sistemas

son más o menos detallados (con 36, 59, 25 y 29 clases bioclimáticas y sus respectivos tipos de

vegetación), Prentice encontró que ninguno de estos esquemas permitía predecir correctamente

más del 40 % de los tipos de vegetación encontrados en el campo. Solo una tercera parte de los

tipos generales de vegetación identificados a nivel mundial (N=31) tiene aparentemente una clara

correlación con tipos de clima específicos. Como es de esperarse, la correlación clima-

vegetación, y por lo tanto, la utilidad predictiva de estas propuestas, es mejor para tipos de

vegetación definidos con base en patrones climáticos extremos. Prentice nota que parte del

Page 18: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

18

problema radica en que hay patrones climáticos que no están representados en estos esquemas y,

sobre todo, en el sistema desarrollado por Holdridge. Prentice escribe, Alos 36 regímenes

climáticos identificados por Holdridge no encajan con los regímenes climáticos encontrados en la

práctica, lo que indica un problema con la definición de clima dada por Holdridge@4. La

manipulación de los parámetros climáticos establecidos y la introducción de más detalle en el

número de clases de climas permitió a Prentice llegar a un 77 % de precisión pero con un nivel

de detalle más limitado en los tipos de vegetación (N=29, incluyendo tipos de vegetación

primarios y transicionales). Prentice reconoce que para llegar a este nivel de precisión es

necesario sacrificar homogeneidad vegetacional si se quiere mantener una homogeneidad

climática.

Esto quiere decir que el uso de sistemas bioclimáticos requiere que grupos vegetales

estructuralmente distintos muchas veces no sean diferenciados mediante patrones climáticos

amplios. Por ejemplo, los bosques tropicales húmedos definidos en función del clima (es decir, a

la manera de Holdridge, Thornthwaite, etc.) incluyen en realidad varios tipos de vegetación,

como por ejemplo varias formas de bosques siempreverdes y los bosques estacionales tropicales

y subtropicales. A estos hay que sumar las formaciones no identificadas por Prentice, como

vegetación lacustre, vegetación inundada e inundable en general y otras. En otro estudio, Walter

(1971, 1973), encontró que la dominancia de plantas anuales (es decir, las hierbas) en las zonas

tropicales (como son las formaciones tipo sabana) podía ocurrir en zonas que bien podían

sostener bosques deciduos o semideciduos (ver también Woodward 1987). Únicamente sobre

cierta altitud o latitud el clima predice bien estas formaciones. Box (1981) concluye que los

sistemas de clasificación bioclimáticos son apropiados cuando la información de campo sobre la

vegetación es escasa y se requiere solamente una aproximación general.

4 Traducción del autor.

Page 19: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

19

A nivel regional (esto es, en América del Sur) se pueden citar varios ejemplos que

ilustran los problemas de aplicar sistemas bioclimáticos al mapeo de vegetación. En Venezuela,

por ejemplo, la zona de vida reconocida como bosque seco tropical según el sistema de

Holdridge alberga los tipos de vegetación reconocidos por Tamayo (sin fecha) como varias

formas de sabanas, bosque tropófilo, bosques de transición xero-tropófilos, bosques de palmas

inundables, matorrales higrófilos, espinares, manglares bajos y otros. La mayoría de estas

formaciones está, a su vez, también incluida en otras zonas de vida. Si la comparación es hecha

con propuestas más detalladas, como la de Huber y Alarcón (1988) para Venezuela, los

resultados son todavía más imprecisos.

2.2 Los sistemas ecofisiológicos para la clasificación de la vegetación

Los modelos ecofisiológicos fueron desarrollados a partir de precursores bioclimáticos y

establecen una relación funcional entre la vegetación y el ambiente en que ésta existe. Una

diferencia importante con las propuestas bioclimaticas es que en estos sistemas la unidad de

clasificación es la vegetación propiamente dicha (o sea, no los climas). Se basan en las formas

de vida, denominadas ecofisionómicas, que son más apropiadas para determinadas condiciones

ambientales y, en especial, en el presupuesto hídrico y la temperatura, pero también en el suelo y

la topografía. Las formas de vida ecofisionómicas son aquéllas que muestran adaptaciones

similares debido a requerimientos similares en sus presupuestos de agua y energía (Field y

Ehleringer 1993), relaciones que están bien entendidas (Dawson y Chapin 1993; Chabot y Hicks

1982). Box (1981) nota que las estructuras de la vegetación convergen en un número limitado de

formaciones estructurales-funcionales, las llamadas formaciones ecofisionómicas. Éstas

corresponden en forma general a lo que se ha denominado en este trabajo formaciones tipo

(véase el capítulo 3).

Page 20: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

20

Desde el punto de vista de la vegetación propiamente dicha, los requerimientos de agua y

energía están determinados por el tamaño, la forma de crecimiento (área total de las hojas y

altura del dosel), el tamaño, la dureza (perdida potencial de agua) y la duración de las hojas. Por

ejemplo, la abundancia de agua afecta el presupuesto hídrico, que a su vez está relacionado con

la cantidad de biomasa y el tamaño de las hojas. El resultado es que la biomasa varía desde muy

baja en zonas áridas a muy alta en zonas muy húmedas (Box 1981; Woodward 1987). En

combinación con la temperatura, el presupuesto hídrico ha sido relacionado con varias

características de la vegetación, en especial la duración y la forma de las hojas. La temperatura y

su variación afectan al presupuesto hídrico independientemente del volumen total acumulado en

los varios elementos del paisaje (suelo, vegetación, etc.). Las temperaturas bajas, por ejemplo,

disminuyen la disponibilidad de agua para el crecimiento vegetal y traen importantes

consecuencias fisiológicas (relacionadas con la sensibilidad de las membranas celulares a la

congelación del agua) ya que la formación de hielo entre las células de la planta, y en especial de

las hojas, es generalmente fatal (Levitt 1980). En áreas tropicales boscosas, donde el

presupuesto hídrico es limitado por la precipitación y no por la temperatura, es decir, en zonas

tropicales secas (en relación a la evapotranspiración potencial), las formaciones ecofisionómicas

estarán caracterizadas por vegetación decidua (Woodward 1987).

Las correlaciones entre tipo de hoja y temperatura, entre presupuesto hídrico, duración de

los períodos de calor y sequía, y volumen de hojas y biomasa han sido usadas para generar mapas

potenciales de vegetación a nivel mundial (Eyre 1968; Larcher y Bauer 1981; Neilson et al.

1992; Prentice 1990; Walter 1985; Woodward 1987, entre otros). Estos modelos producen

resultados aceptables al nivel global para formas generales de vegetación dominados por una o

dos formas de vida o hábitos y para grupos de familias (es decir, angiospermas y

gimnospermas), con base en índices del área de las hojas y tipo de hojas. Los errores son, sin

Page 21: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

21

embargo, significativos cuando se aplican al nivel regional, incluso en áreas con abundante

información climática (como es el caso de Norteamérica). Box (1981), por ejemplo, compara los

bosques húmedos tropicales, los bosques mediterráneos de roble y los bosques temperados de

laurel. Estos bosques son siempreverdes y tienen hojas anchas, pero su fisonomía, estructura y

fenología varían considerablemente debido al tamaño de las plantas y a la mezcla de los

elementos subdominantes.

Esto se debe a que el clima opera en forma de límites amplios dentro de los cuales la

variación de la vegetación es grande (problemas similares a los encontrados con los sistemas

bioclimáticos). Así, por ejemplo, las hojas anchas parecen estar bien adaptadas a temperaturas

mínimas superiores entre 0 y -10 ºC mientras que, las hojas de las coníferas pueden resistir bien

temperaturas entre -5 y -30 ºC (Woodward 1987). Esta regla establece principalmente el hecho

de que las plantas de hojas anchas no deberían existir en lugares donde la temperatura desciende

bajo los -15 ºC. En estos lugares, la vegetación será posiblemente del tipo de las coníferas. En

contraste, en áreas sin estas limitaciones climáticas, los árboles con hojas anchas tienen una

ventaja competitiva sobre las coníferas (Woodward 1987, Chabot y Hicks 1982, Channell 1982)

y tienden, por lo tanto, a dominar. Esto no excluye, sin embargo, la existencia de otras formas de

vida adaptadas al frío intenso y, por lo tanto, no ofrece una apreciación completa de la

vegetación potencial a escalas regionales o locales. Más aún, muchas especies de plantas tienen

mecanismos facultativos que les permiten sobrevivir ciertos extremos ambientales durante

períodos de crisis. Tal es el caso de los árboles tropicales siempreverdes que pierden sus hojas

durante épocas anómalas de sequía extrema.

Dentro del marco ambiental establecido por el clima y la temperatura, los factores

noclimáticos locales se vuelven más importantes (véase entre otros, Box 1981; Walter y Breckle

1985; Bailey 1997). Por ejemplo, el impacto del tipo del suelo en la vegetación es crítico a nivel

Page 22: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

22

regional y local (Collinson 1988; Archibold 1995; Bailey 1997). En el suelo se realizan

funciones ecosistémicas claves (Jeffery 1987). Sus características definen, entre otras, las

condiciones del soporte físico, la absorción de minerales, el intercambio hídrico, la

descomposición y la mineralización. A su vez, el suelo es el producto de la acción del clima pero

también depende de otros factores, como las condiciones de transporte, el tipo de sustrato, etc.

Los factores no climáticos funcionan principalmente al nivel de los individuos, pero la

agregación de éstos y de sus funciones determinan las características dominantes de la

vegetación local o regional.

Una limitación importante de los sistemas ecofisiológicos (y bioclimáticos) es que no

reconocen el impacto de procesos evolutivos y de dispersión genética (Woodward 1987) ni la

variabilidad de formas de vida no dominantes en formaciones más o menos similares. La

flexibilidad de las plantas frente al cambio de los elementos del clima es un factor crítico en la

distribución de la vegetación. Esta flexibilidad puede desarrollarse a partir de varios grupos

taxonómicos y a través de varias formas de vida y estrategias de crecimiento, algo que ha sido

reconocido por largo tiempo en las propuestas ecofisiológicas. A nivel regional y local, las

variaciones en la distribución de la vegetación están relacionadas con factores que operan a

niveles mucho más pequeños que los que se pueden modelar por medio de los criterios

climáticos que dominan en los sistemas bioclimáticos y ecofisionómicos. A estos niveles, los

límites de distribución se definen por ventajas comparativas en colonización y competición en

relación con variaciones microclimáticas, suelos, topografía, dinámica geológica y fuente

genética potencial.

Page 23: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

23

2.3 Los sistemas fisionómicos y taxonómicos para la clasificación de la

vegetación

Las propuestas fisionómicas y taxonómicas enfatizan el hecho de que las plantas

generalmente existen en comunidades con dominancias específicas, donde los procesos

biológicos y físicos son influenciados por su proximidad (Bazzas 1993). Es evidente que existe

una serie de factores que determinan los tipos de vegetación en una región o en un sitio: clima,

suelo, relación con otros complejos bióticos, etc. El resultado es que los flujos de carbón, agua,

nutrientes y energía son también elementos característicos de la vegetación o formaciones

naturales (Field y Ehleringer 1993). Esta relación se halla implícita en el concepto de ecosistema.

Las clasificaciones fisionómicas como las de La Candolle (1874), Raunkaier (1934),

Drude (18??, en Collinson 1988), Kuchler (1967), Ellenberg y Mueller-Dombois (1967),

Mueller-Dombois y Ellenberg (1974), FAO (1973) a nivel mundial, y Etter (1998), Huber y

Alarcón (1988), Pinto (1993), Cuatrecasas (1958), Acosta Solís (1966, 1968, 1977, 1982) y

Harling (1979) a nivel de la región andina tropical, son descriptivas; usan las características más

obvias de la vegetación, en especial su estructura, apariencia y asociaciones florísticas para

definir los tipos de vegetación y su organización jerárquica. El sistema de Raunkaier, por

ejemplo, clasifica la vegetación con base en las características del tronco y el tamaño de la hoja.

Así, los bosques húmedos tropicales son definidos como una unidad debido a la dominancia de

formas arbóreas (denominadas fanerofitas en el sistema de Raunkaier). Las sabanas son

identificadas por la codominancia de plantas anuales que se regeneran a partir de semillas (o

terofitas) y por plantas que mueren después de la estación de crecimiento (o hemicriptofitas) y

otras. Drude, por su lado, define cerca de 100 tipos de formas de vida en 20 tipos fisionómicos

generales, que incluyen árboles con copa, palmas, matorrales, almohadillas, hierbas, hierbas

acuáticas, lianas, epífitas y suculentas, entre otras.

Page 24: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

24

Box (1981) identifica seis criterios principales para definir formas de vida: tipo

estructural, tamaño relativo, tipo de hoja, tamaño relativo de las hojas, estructura de la superficie

de la hoja y hábitos fotosintéticos estacionales. De éstos, los más importantes en los sistemas

fisionómicos son tipo estructural, tamaño relativo y hábitos fotosintéticos estacionales. Box

reconoce 14 formas de vida dentro de tres formas de vida generales: árboles, graminoides y

arbustos. Así, por ejemplo, algunos arbustos (como Prosopis! .) pueden crecer hasta parecer

árboles pequeños, pero se diferencian de éstos en que muestran ramificaciones desde muy cerca

al suelo. Cada una de estas formas generales puede ser diferenciada en forma más especifica al

tomar en cuenta principalmente el tamaño y la altura del dosel, el tipo y el tamaño de las hojas y

la estacionalidad fotosintética.

Estos criterios han sido aplicados en varios esquemas regionales o nacionales. De

particular importancia es el sistema propuesto por Huber y Alarcón (1988) para Venezuela

debido a su aplicabilidad a nivel regional. Huber y Alarcón identifican los tipos de vegetación y

los asocian a regiones especificas. Tres tipos generales de vegetación, leñosas, herbáceas y

mixtas, dan lugar a un total de 12 tipos específicos de formaciones. Este sistema adapta y

simplifica (por razones prácticas) la terminología presentada en sistemas anteriores (como los de

Ellenberg y Mueller-Dombois 1967; Mueller-Dombois y Ellenberg 1974; FAO 1973; Raunkaier

1934) para desarrollar un sistema jerárquico que incluye información sobre la localización de la

vegetación en regiones. El tipo estructural, o la fitocenosis, es el carácter más importante para

definir formas de vida y, por ende, las formaciones vegetales donde uno o dos tipos estructurales

de plantas dominan. Las formas de vida se basan en características fundamentales como tamaño,

patrón de ramificación y crecimiento leñoso, herbáceo o suculento, pero no se refieren al

desarrollo o al crecimiento estacional.

Page 25: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

25

La agrupación o clasificación de la vegetación basándose en su estructura y función es

posiblemente la forma más efectiva de generalizar la información sobre la vegetación a nivel de

plantas individuales o especies (Dawson y Chapin 1993), pero su aplicabilidad en modelos

predictivos, como los necesarios para el estudios de la distribución de la vegetación en áreas

grandes, regiones o al nivel nacional, ha sido por mucho tiempo limitada. En contraste, la

relativa simplicidad de los modelos bioclimáticos, como el de Holdridge, han determinado que

sean mucho más usados. Por esta razón, en los últimos años el énfasis en desarrollo de las

propuestas fisonómicas se ha puesto sobre el establecimiento de criterios generales de

clasificación que permitan la identificación o caracterización de la vegetación a varios niveles de

detalle. El Estándar Nacional para la Clasificación de Vegetación para los Estados Unidos de

Norteamérica, desarrollado por FGDC (1997), por ejemplo, es un sistema jerárquico con énfasis

en unidades taxonómicas. Los criterios básicos son la estructura, la forma de crecimiento y la

cobertura de la vegetación, con los niveles más altos (es decir, más generales) definidos por la

fisonomía y los bajos (es decir, más detallados) definidos por las características florísticas. Los

niveles altos son correlacionados, en forma general, con variables climáticas y ambientales que

pueden ser colectadas para grades áreas con relativa facilidad. Éstas son usadas para organizar el

sistema, pero el criterio primordial es la fisonomía, es decir, la vegetación propiamente dicha. Un

enfoque similar es seguido por el proyecto AFRICOVER de la FAO (FAO 1999).

Page 26: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

26

3 LOS SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN DE LA VEGETACIÓN

PROPUESTOS PARA EL ECUADOR

(R. Valencia, C. Cerón, W. Palacios y R. Sierra)

Desde el siglo XVIII, numerosos botánicos y naturalistas han visitado el Ecuador y han

estudiado su biodiversidad. Acosta Solís (1968) cita a 87 naturalistas que han contribuido con

colecciones de plantas y observaciones sobre su distribución en el país. Los primeros

exploradores fueron La Condamine (1736-1743) y Jussieu (1735-1747), quienes estudiaron tanto

las tierras altas como los bosques de tierras bajas. A ellos les siguieron, en el siglo XVIII,

naturalistas como Alexander von Humbolt y Aimé, Bonpland (1802-1803), y William Jameson

(1822-1869). El padre Luis Sodiro (1870-1909) colectó numerosas especies de plantas nuevas de

los Andes ecuatorianos e hizo importantes observaciones sobre la vegetación andina. Las

publicaciones de Humbolt, Jameson y Sodiro se encuentran entre las más importantes que se han

escrito sobre la fitogeografía de los Andes ecuatorianos. Los estudios taxonómicos y ecológicos

sobre las plantas ecuatorianas se incrementaron sustancialmente en la segunda mitad de este

siglo. En 1968, botánicos suecos iniciaron la serie Flora of Ecuador (Harling 1986) para estudiar

sistemáticamente las plantas del país. Desde 1979 hasta la presente, el Herbario QCA de la

Pontificia Universidad Católica del Ecuador y la Universidad de Aarhus han colaborado en una

serie de investigaciones que ha aportado nuevas colecciones de especies y registros de plantas de

la región andina. Entre 1986 y 1989, QCA ejecutó el proyecto "Estudios Botánicos sobre la

Taxonomía del Bosque Montano". Este proyecto, financiado por el Consejo Nacional de

Universidades y Escuelas Politécnicas (CONUEP), contribuyó con un gran número de

colecciones, especialmente de árboles y arbustos andinos que crecen sobre los 2400 m.s.n.m. Así

mismo, el proyecto "Promoción Botánica", una colaboración entre el Jardín Botánico de

Missouri (MO) y el Herbario Nacional del Ecuador (QCNE), ha contribuido sustancialmente a

Page 27: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

27

los estudios taxonómicos y ecológicos en el Ecuador. Otros estudios y colecciones de los Andes

del Ecuador son los efectuados por el Herbario de la Escuela de Biología de la Universidad

Central del Ecuador (QAP). Las investigaciones sobre composición florística y estructura de los

bosques andinos, iniciadas en la década de los sesentas (Grubb et al. 1963; Grubb y Withmore

1966, 1967), también se han incrementado en los últimos años (por ejemplo, Cerón 1993a,

1993b, 1994, 1996; Cerón y Ávila 1995; Cerón y Montesdeoca 1994; Cerón y Toasa 1994;

Jørgensen 1992; Jørgensen et al. 1995; Madsen 1994; Valencia y Jørgensen 1992). Hasta la

fecha, se ha revisado taxonómicamente alrededor del 25 % de las familias de plantas encontradas

en el Ecuador.

La información sobre la distribución de especies y familias de plantas ha servido, en

parte, para desarrollar varias clasificaciones sobre los tipos de vegetación del Ecuador, como las

propuestas por Sodiro (1874), Wolf (1892), Rimbach (1932), Diels (1937), Acosta Solís (1966,

1968, 1977, 1982), Harling (1979) y Cañadas (1983). Todas las propuestas, excepto la de

Cañadas, reconocen una variedad de unidades diferentes en función del tipo de vegetación, la

distribución de especies y familias de plantas y los ambientes físicos en los que éstas se

encuentran. En conjunto, estas propuestas resumen el conocimiento presente sobre los tipos de

vegetación del Ecuador y han permitido una amplia gama de estudios, inventarios o

reconocimientos de la biodiversidad en el Ecuador. Además, han sido la base para el desarrollo

rasional de sistemas híbridos, como el usado por CLIRSEN/DINAF (1990).

Por otro lado, cada sistema propuesto presenta limitaciones propias y compartidas para el

estudio de la vegetación a nivel regional. El principal problema compartido es la

sobresimplificación de la diversidad de los tipos de vegetación del Ecuador. Por ejemplo, el

mosaico de bosques de manglares, sobre aguas blancas y negras, bosques de pantanos y tierra

firme y otros, frecuentemente se incluyen dentro un solo tipo de vegetación (o zona de vida): el

Page 28: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

28

bosque húmedo tropical. Así mismo, la variación vegetacional en las zonas secas, que van desde

bosques siempreverdes en las cordilleras hasta formaciones casi desérticas, es agrupada en

bosques y matorrales secos. Esta simplificación resulta, en gran parte, del nivel de

generalización (es decir, de la escala) usada para estos estudios.

El sistema de clasificación de Cañadas (1983) merece especial atención debido a que es el

más usado en el Ecuador para la caracterización de la vegetación. Esta propuesta se basa en el

sistema bioclimático de Holdridge (1947, 1967) y presenta importantes limitaciones que son

propias de los sistemas bioclimáticos (véase la Sección 2.1). Estas limitaciones son más

evidentes cuando se trata de caracterizar la vegetación de regiones relativamente pequeñas pero

muy diversas. Desde el punto de vista del estudio de la fitogeografía del Ecuador, la más

importante es que las zonas de vida aplicadas por Cañadas no corresponden a tipos de vegetación

propiamente dichos (en efecto, Cañadas mismo advierte que Holdridge no es un sistema de

clasificación de vegetación). Una zona de vida puede incluir varios tipos de vegetacion similares

o un mismo tipo de vegetación puede estar incluido dentro de varias zonas de vida. La

formación de vegetación Amanglar@, por ejemplo, es incluida en al menos 3 de las 25 zonas de

vida definidas por Cañadas, mientras que casi todos los otros sistemas relevantes, por ejemplo

Acosta Solís (1966, 1968, 1977, 1982) y Harling (1979) para el Ecuador, y Cuatrecasas (1958),

Pinto (1993) para Colombia y Huber y Alarcón (1988) para Venezuela, los identifican como un

tipo de vegetación independiente. Así mismo, los rangos altidudinales propuestos por Cañadas

no tienen un fundamento florístico ya que no coinciden con la distribución conocida de varios

taxones característicos de varias zonas fitogeográficas. Por ejemplo, la diferencia entre las

asociaciones sobre y bajo el rango de los 900 a 1.200 m.s.n.m., que es el límite superior de la

distribución de la mayoría de especies amazónicas, no es reconocida por los elementos

predictivos del sistema de Holdridge y, por lo tanto, por Cañadas. La variación latitudinal

Page 29: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

29

tampoco es reconocida (es decir, tipos de vegetación similares aparecen al sur del Ecuador a

altitudes menores que al norte). La aplicación del sistema de Holdridge en el Ecuador tampoco

permite reconocer la diferencia entre grupos taxonómicos heterogéneos pero morfológica y

estructuralmente similares. Además, la falta de suficiente información metereológica, en

especial en un país climáticamente tan diverso como el Ecuador, resulta en la ubicación de zonas

bioclimáticas equívocas. Por ejemplo, Cañadas ubica una zona de "bosque seco tropical" en el

nororiente del Ecuador, desde Cascales hacia el norte y este en la provincia de Sucumbíos. En

esta zona los pocos datos de precipitación disponibles analizados durante este estudio indican

que toda esta región recibe más lluvia que la evaporación potencial durante los 12 meses del año.

Estaciones como las de El Chaco, Río Salado y Santa Cecilia reciben mas de 2.500 mm de

lluvia al año (promedio de 9, 5, y 10 años, respectivamente). El bosque seco tropical aparece

también en el suroriente en los alrededores de Méndez, lo cual aparentemente es un error

también. Otro problema es el uso de totales anuales de precipitación, lo que no permite evaluar

el impacto de la estacionalidad (duración e intensidad) de los períodos lluviosos y secos en la

vegetación.

Los sistemas desarrollados por Acosta Solís (1966, 1968, 1977, 1982) y Harling (1979)

son propuestas fisionómicas y taxonómicas. Es decir, son estrictamente sistemas de clasificación

de la vegetación y son comparativamente más apropiados para el estudio de las formaciones

naturales y de la vegetación del Ecuador. Son consistentes además, en términos generales, entre

sí y con otros sistemas regionales, como por ejemplo los usados o propuestos por GeoBol (1978)

para Bolivia, Cuatrecasas (1958), Forero (1978) y Pinto (1993) para Colombia, y Huber y

Alarcón (1988) y Tamayo (sin fecha) para Venezuela. Las divisiones fitogeográficas del

Ecuador propuestas por Acosta Solís y los tipos de vegetación propuestos por Harling, aunque

generales, son una buena aproximación al complejo mosaico de la vegetación del Ecuador. Al

Page 30: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

30

igual que Cañadas (o sea el sistema de Holdridge), los dos sistemas reconocen que el clima y la

elevación son factores importantes en el estudio y la clasificación de la vegetación pero basan sus

categorías en criterios florísticos y biogeográficos. Acosta Solís, por ejemplo, llama a la zona

bajo los 800 m.s.n.m. en la región amazónica del Ecuador "Selva Pluvial Macrotérmica de la

Región Oriental" o "Hylea Amazónica", diferenciándola de la formación equivalente al oeste de

los Andes con estructuras, dinámica y rangos de precipitación y temperatura similares, pero con

una composición florística diferente. Esta división también reconoce implícitamente el gran

cambio florístico entre las tierras bajas y las altas. Harling, por su parte, reconoce las diferencias

entre las formaciones del norte y sur de los Andes, corroboradas por estudios posteriores como

los de Jørgensen y Ulloa (1994) y Madsen y Øllgaard (1994).

Desafortunadamente, Acosta Solís (1966, 1968, 1977, 1982) no es consistente en su

propuesta, pues presenta abundantes diferencias y reajustes en cada versión. Los criterios de

clasificación y la nomenclatura usados por Acosta Solís son inconsistentes entre sí al mantener

paralelamente un sistema de clasificación geobotánico y otro de divisiones fitogeográficas,

usando términos con significados distintos. Cuando este autor se refiere a la "clasificación

geobotánica" habla de 18 "divisiones fitogeográficas y formaciones geobotánicas" nombradas de

acuerdo con términos "fitotérmicos, higrofílicos y ecovegetativos". Al mismo tiempo presenta un

cuadro titulado "Clasificación de la cubierta vegetal del Ecuador" que divide al país en tres

regiones, 10 divisiones fitotérmicas, 18 ó 19 divisiones higrofílicas y 18 ecovegetativos. La

mezcla de términos climáticos (tales como macrotérmicos, gélida), altitudinales (tales como

altiandina), de la estructura de la vegetación (tales como graminetums) y términos vernáculos

(tales como páramo) para nombrar a las diferentes formaciones causa confusión. Además, la

caracterización climática en la propuesta de Acosta Solís es imprecisa debido a la ausencia de

suficientes datos meteorológicos.

Page 31: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

31

Aún cuando el sistema de Harling es posterior, en términos generales se parece bastante a

las propuestas iniciales de Acosta Solís en la definición de las grandes formaciones vegetales del

Ecuador. Hay, sin embargo, diferencias importantes en los rangos altitudinales y en la definición

de formaciones específicas. La nomenclatura utilizada por Harling tiene la ventaja de ser sencilla

y fácil de comprender, pero el nivel de detalle es mínimo e insuficiente ante la gran diversidad

de formaciones naturales encontradas en el Ecuador. Harling resume su propuesta en un mapa a

escala 1:5'000.000, aunque advierte que en muchos de los casos la delimitación de los tipos de

vegetación es arbitraria.

La Tabla 3.1 resume las similitudes y diferencias entre estos tres sistemas de clasificación

de vegetación. Los tres son muy diversos en terminología y límites altitudinales y es difícil

definir unidades equivalentes o parcialmente equivalentes. La falta de coincidencia está, al

menos en parte, relacionada con las diferencias en el nivel de detalle: Cañadas define 25 zonas

de vida, Acosta Solís 18 formaciones geobotánicas y Harling 16 tipos de vegetación. Pero aún

más importantes son las diferencias en las definiciones de cada una de las unidades identificadas.

Como consecuencia, Harling y Acosta Solís presentan más similitud entre sí que con Cañadas.

Por ejemplo, Acosta Solís reconoce dos tipos de páramos, mientras que Harling reconoce tres y

Cañadas los incluye dentro de seis zonas de vida (Tabla 3.1). Harling ubica al bosque húmedo

montano bajo sobre los 600-700 y hasta los 2.500 m.s.n.m., con precipitaciones mayores que en

la baja Amazonía. En forma más o menos equivalente, Acosta Solís reconoce la formación selva

pluvial submacrotérmica flanco andina oriental para el rango comprendido entre 800 y 1.800

m.s.n.m. Harling y Acosta Solís reconocen a esta zona como una región homogénea en su

composición florística, estructura del bosque y diversidad. En comparación, Cañadas ubica tres

zonas de vida en el rango altitudinal de 600 a 2.000 m.s.n.m.: bosque húmedo premontano,

bosque muy húmedo premontano y bosque pluvial premontano.

Page 32: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

32

El nivel de coincidencia es menor para los tipos de vegetación de las estribaciones y en

los Andes. Tanto Harling como Acosta Solís reconocen, respectivamente, el bosque nublado o la

higrofitia nublada como una formación única y comparable en las estribaciones intermedias de

los Andes, pero no hay acuerdo en los rangos altitudinales. Según los rangos altitudinales dados

por estos autores, estas formaciones ni siquiera se sobreponen. En los Andes ecuatorianos,

sobre los 1000 m de altitud, se encuentran 12 tipos de vegetación según Acosta Solís y nueve

según Harling. Cañadas reconoce 14 zonas de vida, cada una con varios tipos de vegetación

asociada. Algunos de estos tipos de vegetación ocurren a la misma altitud pero bajo diferentes

condiciones climáticas y de suelo. Los tres autores reconocen la existencia de una vegetación

interandina seca; no obstante, la clasifican de manera distinta. Harling reconoce diferencias entre

los valles interandinos del norte y los del sur, mientras que Acosta Solís y Cañadas no lo hacen.

Cañadas, por su parte, reconoce cuatro zonas de vida en los valles secos, caracterizadas por

diferente cantidad de lluvia (Tabla 3.1). Los tres coinciden en que los valles interandinos

húmedos mantienen pocos relictos de vegetación nativa, en general restringida a las quebradas y

lugares inaccesibles. Acosta Solís es el único autor que establece una diferencia entre la

vegetación de las cordilleras oriental y occidental.

A pesar de estas limitaciones, cada uno de estos sistemas contribuye de forma

significativa y en diferente manera al estudio de la vegetación y biodiversidad en el país, pero

son sobre todo las de Acosta Solís y Harling las de mayor importancia por su aplicabilidad y por

su enfoque fitogeográfico. Mas aún, éstas constituyen una de las bases más importantes para la

presente propuesta. A éstos se ha incorporado la información florística producida en los últimos

años y discutido la validez de los tipos de vegetación identificados en ellos, para modificarlos,

eliminarlos y añadir otros que no fueron considerados.

Page 33: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

33

Tabla 3.1 Cuadro de equivalencias entre los sistemas de vegetación propuestos por Harling (1979), Acosta Solís (1982) y Cañadas (1983). N/A= la correspondencia no es aplicable.

Harling (1979)

Acosta Solís (1982)

Cañadas (1983)

1

N/A

Incluido en 3

2

I

incluido en 3, 7 y 15

N/A

N/A

2

3

III; incluido en IV

1; incluido en 2, 2', y 3; 4

4

incluido en IV

incluido en 3, 4 y 7

5

incluido en V

incluido en 7

6

incluido en V

8; 11

?

VI

?

7

II; XVIII

incluido en 12; 15; 16; 19; 20

8

VII; VIII XVI XVII

incluido en 12; 13; 16; 17; 20; 21

9

incluido en VIII; IX; XV; XVI

10; incluido en 13, 16 y 18

10

N/A (¿incluido en XII?)

N/A (¿incluido en 9?)

11

N/A (¿incluido en XII?)

N/A (¿incluido en 9?)

12

N/A (¿incluido en XIII?)

N/A (¿incluido en 4,5 y8?)

13

XIII

incluido en 4 y 5

14

incluido en X y XIV

14; incluido en 23 y 24

15

incluido en X y XIV

incluido en 18, 23 y 24

16

incluido en X y XIV

22

N/A

N/A

25

N/A

XI y Xia

N/A

Page 34: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

34

Tabla 3.1 Cont. Código de unidades vegetales establecidas por cada autor: Harling 1979 Acosta Solís 1982 Cañadas 1983 1 Vegetación costera I Formaciones Hidroalófilas 1 Matorral desértico tropical 2 Manglar e hidrófitas 2 Matorral desértico pre-montano 3 Desierto y Semi-Desierto costero II Selva pluvial macrotérmica 2' (25)Desierto tropical 4 Sabana de la cordillera occidental 3 Monte espinoso tropical 5 Bosque deciduo III Selva ombrófila noroccidental 4 Monte espinoso pre-montano 6 Bosque semideciduo del pie de la cordillera 5 Estepa espinosa montano-baja 7 Bosque de tierra baja IV Formaciones macrotérmicas 6 Estepa montana (Sub-páramo seco) 8 Bosque montano-bajo subhigrofíticas 7 Bosque muy seco tropical 9 Bosque nublado V Formaciones macrotérmicas y 8 Bosque seco pre-montano 10 Vegetación de quebrada de los subxerofíticas de la Costa 9 Bosque seco montano-bajo

Andes del norte VI Selva submacrotérmica higrófila 10 Bosque húmedo montano 11 Matorral de los Andes del sur de la cordillera occidental (Sub-páramo húmedo) 12 Matorral seco de los Andes del sur VII Selva mesotérmica pluvial de 11 Bosque seco tropical 13 Desiertos y semi-desiertos andinos la cordillera occidental 12 Bosque húmedo pre-montano 14 Páramos herbáceo VIII Selva submesotérmica higrófila 13 Bosque húmedo montano-bajo 15 Páramo de almohadillas y de matorral de la cordillera occidental 14 Bosque muy-húmedo montano 16 Páramo desértico IX Higrofitia andina de la (Sub-páramo muy húmedo)

cordillera occidental 15 Bosque húmedo tropical X Graminetum microtérmico 16 Bosque muy húmedo pre-montano XI Microtermia geliofita (A y B) 17 Bosque muy húmedo montano-bajo

XII Mesotermia interandina 18 Bosque pluvial montano XIII Xerofitia interandina (Páramo lluvioso)

XIV Formaciones microtérmicas 19 Bosque muy húmedo tropical higrófilas de la cordillera oriental 20 Bosque pluvial pre-montano

XV Ceja andina oriental higrófila 21 Bosque pluvial montano-bajo XVI Bosques mesotérmicos higrófilos 22 Bosque húmedo sub-alpino XVII Selva submacrotérmica higrófila 23 Bosque muy húmedo sub-alpino XVIII Selva macrotérmica higrófila de 24 Bosque pluvial sub-alpino

la Amazonía

Page 35: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

35

4 CRITERIOS PARA LA CLASIFICACIÓN DE LA VEGETACIÓN

DEL ECUADOR

(R. Sierra, C. Cerón, W. Palacios y R. Valencia)

4.1 Estructura y nomenclatura

Esta propuesta recoge las experiencias de un gran número de estudios de la vegetación a

nivel regional dentro y fuera del Ecuador. El concepto en el que se basa es un híbrido entre los

sistemas ecofisiológicos y los fisiómicos discutidos en el capítulo 2. Los planteamientos de estas

propuestas han sido adaptados al Ecuador para establecer un sistema eficiente, tanto desde el

punto de su estructura como de su lógica organizativa. El énfasis está en que el sistema de

clasificación de la vegetación propuesto provea de información válida a varios niveles de detalle,

en especial desde el punto de vista biológico (esto es, diversidad, fisiología y formas de vida).

Esto quiere decir que debe permitir la diferenciación de formaciones progresivamente mas

especializadas, con variaciones cada vez más sutiles que las separen de otras formaciones

similares a menor nivel de detalle.

Dentro de este esquema, la vegetación es definida o clasificada por medio de un sistema

jerárquico de tres niveles de detalle, cada uno de los cuales establece una definición más

restringida de las unidades de vegetación. Esto significa que a niveles mayores de detalle hay

más unidades y que éstas son agregables en unidades más generales a niveles con menor detalle.

El esquema jerárquico ha sido adaptado de la propuesta de Eyre (1968), a la que se le ha

agregado el concepto de región natural. Conceptualmente, este esquema es consistente con los

estándares para la clasificación de la vegetación establecidos por FGDC (1997). El interés es

ofrecer un esquema de clasificacion que pueda ser aplicado con la información y las herramientas

disponibles. Específicamente, las unidades más generales de vegetación pueden ser asociadas a

patrones ambientales fáciles de estudiar, caracterizar y mapear (por ejemplo, clima, flujos de

Page 36: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

36

energía y suelo) siguiendo criterios establecidos por las relaciones ecofisiológicas y ambientales

(véase la sección 2.2). Las unidades más específicas no pueden ser identificadas por estos

medios y han sido establecidas en este trabajo para el Ecuador con base en una regionalización

florística. Más detalle a este nivel requiere de la recolección de información florística en el

campo (o sea, a nivel local). La estructura jerárquica y las unidades de vegetación de esta

propuesta son, además, consistentes y, por lo tanto, comparables con otras propuestas como las

de Pinto (1993), Huber y Alarcon (1988), Walter y Breckle (1985) y Bailey (1996), y con

criterios generales de jerarquía en sistemas de clasificación de vegetación como los de Di

Gregorio y Jansen (1995).

El nivel más general en esta propuesta preliminar es llamado formación tipo, definido

por las características fisionómicas dominantes o formas de vida (es decir, por las morfologías en

el amplio sentido de la palabra) que reflejan adaptación para cierto tipo de ambiente pero cuyos

elementos pueden guardar poca o ninguna relación taxonómica, evolutiva, morfológica fina y/o

geográfica entre sí. Formaciones tipo son, por ejemplo, matorral, sabana, y bosque. La

formación tipo es equivalente al nivel de Clase en los niveles estándares establecidos por FGDC

(1997).

Las formaciones tipo pueden a su vez caracterizarse con mayor detalle y ser divididas en

clases de vegetación. Los elementos característicos de cada una de las formaciones vegetales

dentro de una formación tipo están relacionados con su dinámica y sus formas estructurales finas.

Este nivel enfatiza sobre los dos primeros criterios propuestos por Graetz (1990) para el estudio

de la distribución de la vegetación: estructura y fenología. A este nivel, por ejemplo, aquellos

bosques con estructura simple, como los montano-altos (por ejemplo las de la ceja andina), son

claramente diferenciables de los bosques con estratos múltiples de las regiones bajas.

Formaciones tipo como la de bosque puede subdividirse además por su fenología en

Page 37: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

37

siempreverde, semideciduo y deciduo. Las clases de vegetación son equivalentes al nivel de

Grupo en la jerarquía establecida por FGDC (1997) y pueden ser caracterizadas por patrones

ambientales específicos.

El tercer nivel, tipos de vegetación o formaciones naturales, resalta las variaciones

altitudinales de la vegetación, la relación con elementos del paisaje como ríos, lagunas y

océanos, y las diferencias biogeográficas entre unidades morfológicamente similares pero con

historias evolutivas aisladas (al contrario del nivel de formación tipo). Esta diferenciación, a su

vez, permite identificar en forma general las variaciones en la composición florística de regiones

más o menos amplias. Las variaciones altitudinales están definidas por los pisos florísticos del

Ecuador. Cada uno de estos pisos representa una unidad más o menos homogénea y con una

composición florística diferente a las de los pisos superiores e inferiores. Las variaciones en

composición que se deben a barreras al flujo genético están identificadas en esta propuesta por

las regiones naturales y están dominadas por límites naturales como montañas, ciertos ríos o sus

cuencas, etc. Dos regiones naturales distintas son, por ejemplo, las estribaciones occidentales y

las estribaciones orientales de los Andes. Dentro de estas regiones naturales aparecen tipos de

vegetación diversos, es decir fisonómica y fenológicamente heterogéneos, cuyos elementos

guardan cierta relación taxonómica evolutiva entre sí pero que son diferentes de los encontrados

en otras regiones naturales. Por ejemplo, los bosques tropicales (húmedos) siempreverdes de las

tierras bajas de la Amazonía constituyen una unidad distinta que los bosques similares en el

occidente de los Andes. Otro ejemplo son los páramos del norte y los páramos del sur del país.

La formación tipo es equivalente al nivel de Formación en los niveles estándares establecidos por

FGDC (1997).

Existen más niveles de clasificación que los aplicados en esta propuesta. De éstos, el más

importante es el nivel de asociación, dentro del cual se identifican subunidades de formaciones

Page 38: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

38

vegetales similares (es decir, de grupos fisonómica y fenológicamente homogéneos) por sus

características y composición taxonómica. Esto reconoce el hecho de que los grupos

taxonómicos heterogéneos tienden a presentar morfologías y estructuras similares en áreas con

características físicas similares y el énfasis dado por ecólogos vegetales al concepto de tipos

funcionales de vegetación o "guilds". La identificación de este nivel de variación, sin embargo,

requiere de trabajo de campo local y no puede, en la mayoría de los casos, ser identificada a nivel

regional con las herramientas que se usan para estudios a nivel regional (como en el caso de los

sistemas de información geográfica y sensores remotos)5.

La nomenclatura propuesta aquí para identificar los tipos o formaciones naturales del

Ecuador ha sido adaptada del trabajo de Huber y Alarcón (1988) con modificaciones

significativas para sujetarse a la estructura jerárquica mencionada. Además, cada uno de los

términos es reconocido por Huber y Rilna (1997). La nomenclatura que define una formación

natural o tipo de vegetación específico se establece en base a tres criterios generales y ocho

criterios específicos para la clasificación de la vegetación, los cuales son discutidos en la

siguiente sección. El nivel de formación tipo está definido por criterios fisonómicos. Las

formaciones tipo pueden ser subdivididas en unidades más homogéneas con base en criterios

ambientales, bióticos y topológicos. El nivel de detalle más fino previsto en esta propuesta es la

diferenciación de tipos de vegetación basada en a los pisos florísticos y las regiones y

subregiones naturales del Ecuador.

Cualquier formación vegetal puede ser definida por uno o más de estos criterios, pero hay

criterios más restrictivos que pueden ser aplicados solo cuando uno más general ya ha sido

aplicado. Por ejemplo, la formación tipo Aherbazal@ puede ser subdividida en formaciones

5 Este tipo de distinción, por ejemplo, se puede realizar en bosque nórdicos donde la

variación (esto es, las especies de coníferas) es detectable con sensores remotos satelitarios.

Page 39: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

39

vegetales específicas dependiendo de si los herbazales son lacustres o ribereños, de si ocurren en

tierras bajas en la cordillera o de si están al este o al oeste de la cordillera. Todas o algunas de

estas condiciones pueden aplicarse.

En general, para cada región natural:

NOMBRE DE LA FORMACIÓN NATURAL:

[{TIPO FISONÓMICO}] + [{CARACTERÍSTICAS CLIMÁTICAS} + {CARACTERÍSTICAS

HÍDRICAS} + {CARACTERÍSTICAS FENOLÓGICAS} + {CARACTERÍSTICAS

FLORÍSTICAS}] + [{CARACTERÍSTICAS TOPOLÓGICAS} + {PISO FLORÍSTICO} +

{REGIÓN NATURAL}] (1)

Donde, [ ] define el grupo de criterios generales necesario para nombrar formaciones tipo

y formaciones vegetales. El primer grupo de criterios identifica las formaciones tipo. El

segundo grupo define las formaciones vegetales. El tercer grupo define los tipos de vegetación

del Ecuador. Los criterios generales de formación natural o tipo de vegetación están construidos

por un grupo de criterios específicos, identificados dentro de { }. El uso del criterio fisonómico

que define las formaciones tipo es obligatorio, independientemente del nivel de detalle deseado,

y en algunos casos elimina la necesidad de más definición (como en manglar). Así mismo, con

pocas excepciones (como en páramo y gelidofitia), el uso de al menos uno de los criterios

específicos que definen formaciones vegetales es necesario. Solo con las excepciones que aplican

en el caso anterior, el uso de los dos criterios que definen tipos de vegetación (piso florístico y

región natural) es obligatorio.

La nomenclatura propuesta usa la menor cantidad posible de criterios de clasificación.

Por ejemplo, los bosques secos son necesariamente deciduos o semideciduos. El uso del criterio

fenológico, es decir deciduo o semideciduo, hace entonces innecesario el uso del criterio

ambiental seco. En la mayoría de los casos, el nombre está definido por el orden establecido en

Page 40: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

40

(1), pero en algunos casos hay cambios que son necesarios para lograr mayor claridad. Por

ejemplo, los bosques inundables de la Amazonía pueden ser inundables por aguas blancas o por

aguas negras; el nombre aplicado aquí es bosque de tierras bajas inundable por aguas negras o

blancas, según sea el caso, para evitar confusión con el origen altitudinal de las aguas de

inundación. En otros casos, el uso de los nombres locales y ampliamente reconocidos es

suficiente para identificar una formación determinada a nivel local. Tal es el caso de moretales,

guandales, etc. En estos casos, se recomienda el uso de las denominaciones completas específicas

para facilitar la interpretación y la estandarización de la nomenclatura al nivel nacional e

internacional.

Se prefiere el uso del nombre más corto que identifique claramente la unidad de estudio.

Una formación tipo puede ser definida como bosque húmedo siempreverde inundable de tierras

bajas, o simplemente como bosque siempreverde inundable de tierras bajas o bosque inundable

de tierras bajas, ya que no se anticipa encontrar una formación bosque seco inundable; si hubiera

tal, el nombre bosque húmedo inundable sería necesario. El tipo de vegetación podría ser

definido entonces como Bosque de Tierras Bajas Inundables por Aguas Negras. Así mismo, la

formación tipo herbazal adquiere mayor definición por el uso de, por ejemplo, criterios

topológicos: herbazal lacustre o herbazal ribereño de tierras bajas. La Tabla 4.1 identifica las

formaciones naturales (o tipos de vegetación) encontrados en el Ecuador hasta el nivel de piso

florístico.

4.2 Criterios Fisonómicos

Los criterios fisonómicos se refieren a la estructura y fisionomía de las formaciones. La

presente propuesta ha sido modificada de Huber y Alarcón (1988) y es, además, consistente con

otros sistemas, como los de Drude (18??, en Collinson 1988), Raunkaier (1934), FAO (1973),

Page 41: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

41

Ellenberg y Mueller-Dombois (1967), y Mueller-Dombois y Ellenberg (1974), entre otros. Por

ejemplo, del sistema de Drude los tipos reconocidos en el sistema propuesto aquí son: árboles

con copa, matorrales, almohadillas, hierbas y hierbas acuáticas. Drude además identifica como

tipos de vegetación aquellas formas fisionómicas incluidas aquí dentro de grupos más amplios,

como por ejemplo palmas, lianas, epífitas y suculentas, pero no reconoce algunos de los tipos

fisonómicos descritos para Ecuador6. Cabe anotar que la propuesta de Huber y Alarcón es el

producto de varios años de trabajo por los autores y fue diseñada para el neotrópico en un país

con similitudes significativas (por ejemplo, presencia de los Andes, Amazonía, bosques secos y

deciduos, etc.). Los tipos fisonómicos reconocidos aquí son similares también a los aplicados

por Etter (1998) en el Mapa General de Ecosistemas de Colombia.

Los tipos fisionómicos reconocidos en el Ecuador son:

Manglar: Los manglares son asociaciones anfibias de plantas leñosas arbóreas o arbustivas,

perennifolias de varias familias (Dinerstein et al. 1995; Pinto 1993), con una alta

tolerancia a la salinidad (Huber y Alarcón 1988). Ocurren en zonas planas de

estuarios y otras zonas de interacción entre las mareas y el agua dulce de ríos y

esteros. Forman un bosque denso, cuyos árboles tienen raíces fulcreas (zancudas)

con neumatóforos. La altura del dosel es variable y está generalmente entre 3 y

12 metros (Huber y Alarcón 1988), aunque en la Costa norte del Ecuador puede

alcanzar 25 metros o más. Thom (1984) reconoce ocho tipos de manglares. En

este estudio se reconocen tres tipos, aunque, por falta de información, se los ha

considerado uno solo. El Manglillo o Mangle Enano es una formación de menos

6 Para una discusión detallada de estos sistemas véase Collinson (1988) y Archibold

(1995).

Page 42: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

42

de cinco metros, en contraste con los manglares propiamente dichos, que crecen

en suelos especialmente pobres y salinos. Posiblemente existen además al menos

otros dos tipos generales de manglar: litoral y ribereño, con ciertas diferencias

florísticas y estructurales. Esta propuesta no refleja esta división debido a la falta

de datos que apoyen la división de los manglares a este nivel. Los estudios

detallados (es decir, locales), sin embargo, deben considerar esta posibilidad. Los

manglares son diferentes de otros tipos de bosques porque reciben sus nutrientes

y energía tanto del suelo como del mar (Dinerstein et al. 1995).

Bosque: Formación dominada por elementos arbóreos con un tronco con ramas formando

una corona más o menos bien definida. El dosel es de al menos 5 metros de

altura, pero en la mayoría de los casos sobrepasa los 10 metros. Forma por lo

menos un estrato o dosel más o menos continuo, cubriendo por lo menos el 40 %

de la superficie (a diferencia de la sabana) siempre o al menos durante una época

del año (Box 1981; FAO 1973; Huber y Alarcón 1988). Excepto por casos

especiales (como en Podocarpus! .), casi todas las especies arbóreas de las

regiones tropicales tienen hojas anchas. Los bosques tropicales de tierras bajas

maduros están compuestos típicamente de tres hasta cinco estratos (Richards

1952; Terborgh 1985), pero a mayor elevación puede existir un solo estrato. En

tierras bajas, los árboles del dosel alcanzan 30-40 metros de altura pero ocurren

típicamente en bajas densidades, con entre uno y tres árboles adultos por hectárea

(Richards 1952; Chase et al. 1996). Este dosel desaparece en los bosques de

altura.

Page 43: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

43

Tabla 4.1 Cuadro sinóptico de los tipos de formaciones y las formaciones vegetales del Ecuador y su correspondiente nombre. Los tipos de vegetación por regiones naturales no están reconocidos aquí. Nivel I: Nivel II: Nivel II: Formación Tipo Formación vegetal Tipo de vegetación Criterio: Fisionómico Ambiental Biótico Topológico/Piso florístico Nombre Bosque de Manglar - Manglar Bosque Húmedo Siempreverde De tierras bajas - Bosque siempreverde de tierras bajas

A @ Piemontano - Bosque siempreverde piemontano A @ Montano bajo - Bosque siempreverde montano bajo A @ Montano alto - Bosque siempreverde montano alto A /Inundable Siempreverde De tierras bajas - Bosque siempreverde inundable de

tierras bajas (Guandal) A @ @ A - Bosque siempreverde de tierras bajas

inundable por aguas blancas A @ @ A - Bosque siempreverde de tierras bajas

inundable por aguas negras A @ De palmas De tierras bajas - Bosque inundable de palmas de tierras

bajas (Moretal) Seco Deciduo De tierras bajas - Bosque deciduo de tierras bajas A Semideciduo De Tierras Bajas - Bosque semideciduo de tierras bajas A @ Piemontano - Bosque semideciduo piemontano A @ Montano bajo - Bosque semideciduo montano bajo De neblina Siempreverde Montano bajo - Bosque de neblina montano bajo A @ Montano - Bosque de neblina montano

Page 44: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

44

Tabla 4.1 Continuación Nivel I: Nivel II: Nivel II: Formación Tipo Formación vegetal Tipo de vegetación Criterio: Fisonómico Ambiental Biótico Topológico/Piso florístico Nombre Matorral Húmedo Siempreverde Piemontano - Matorral húmedo piemontano

A @ Montano bajo - Matorral húmedo montano bajo A @ Montano - Matorral húmedo montano Seco Semideciduo Litoral - Matorral seco litoral A @ De tierras bajas - Matorral seco de tierras bajas A @ Montano - Matorral seco montano

Espinar Litoral/Tierras Bajas - Espinar litoral

Montano - Espinar montano Herbazal Húmedo Siempreverde Lacustre/De tierras bajas - Herbazal lacustre de tierras bajas

A @ Lacustre/Montano - Herbazal lacustre montano A @ Lacustre/Montano alto - Herbazal lacustre montano alto A @ Ribereño/De tierras bajas - Herbazal ribereño de tierras bajas

Sabana - Sabana Páramo Húmedo Herbáceo - Páramo herbáceo

A De frailejones - Páramo de frailejones A De almohadillas - Páramo de almohadillas A Arbustivo - Páramo arbustivo Seco - Páramo seco

Super Páramo (Gelidofitia) - Super Páramo (Gelidofitia)

Page 45: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

45

Matorral: Formación dominada por plantas leñosas, generalmente ramificadas desde

abajo, de más de 0,5 y menos de 5 metros de altura (Box 1981; FAO

1973). La vegetación puede ser densa y entrelazada o dispersa con un

estrato bajo de gramíneas. Puede ser siempreverde o semideciduo

dependiendo del régimen hídrico (véase más adelante). El dosel es

generalmente irregular.

Espinar: Corresponde generalmente a vegetación xerofítica caracterizada por una

alta presencia o dominancia de plantas armadas (con espinas). Incluye

los tipos de vegetación denominados cardonal y espinar por Huber y

Alarcón (1988). Familias importantes son Cactaceae, Fabaceae,

Mimosaceae y Achatocarpaceae. En la Costa ocurren cerca de los

salitrales. En la cordillera ocurren en valles secos.

Sabana: Llanuras cubiertas con vegetación de gramíneas, arbustos y árboles

esparcidos, generalmente caducifolios (Harling 1979; Pinto 1993).

Presentan generalmente un marcado cambio estacional, con un período

lluvioso en Ecuador (en otras regiones las sabanas pueden tener dos

períodos lluviosos o más). Durante la época de lluvias, la vegetación

germina y las plantas anuales, en especial gramíneas y arbustos, se

vuelven dominantes. A diferencia de los bosques, los árboles cubren

menos del 40 % de la superficie. Las sabanas en el Ecuador posiblemente

corresponden a lo que Huber y Rilna (1997) denominan sabana arbolada

y arbustiva. Existen opiniones contrarias sobre si ésta es una formación

completamente natural o es el resultado de la acción humana extensiva y

sostenida. Se presenta generalmente en zonas cálidas. Huber y Alarcón

Page 46: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

46

(1988) reconocen tres tipos de sabanas en Venezuela, pero el nivel de

detalle y la información en la que se basa esta propuesta no permiten

identificar éstas en el Ecuador. En el Ecuador posiblemente existan al

menos dos tipos de sabanas caracterizadas por el régimen hídrico:

sabanas inundables y sabanas no inundables, pero faltan estudios para

confirmar esta división.

Páramo: Formación altoandina predominantemente herbácea. Las plantas

gramíneas generalmente forman densos haces. Puede incluir, además,

una cantidad variable de plantas almohadilladas, arbustos pequeños de

hojas coriáceas y, en ocasiones, pubescentes. Puede estar intercalado con

pequeñas manchas de bosques y/o arbustos, en especial cerca de la ceja

andina, la que es denominada como subpáramo por Huber y Alarcón

(1988). Es importante notar que los bosques incluidos en esta propuesta

en la formación páramo deberían ser incluidos en la formación bosque en

estudios detallados de la vegetacion. Los páramos ocurren en una

variedad grande de ambientes, desde muy húmedo hasta semiárido (este

último denominado superpáramo por Huber y Alarcón 1988). La

abundancia y diversidad de formas de vida y especies disminuyen con la

humedad. Las plantas están adaptadas a un clima frío y con poca agua,

teniendo frecuentemente estructuras xeromórficas. Pinto (1993) nota que

incluso los páramos húmedos presentan escasez de agua debido a la

Adisminución de la absorción de agua ocasionada por la baja temperatura

y por la elevada presión osmótica del suelo en contraste con una intensa

transpiración@.

Page 47: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

47

Super Páramo: (o Gelidofitia) Formación altoandina descrita por Acosta Solís (1982) que

posiblemente coincide con el superpáramo definido por Cabrera y Willink

(1973), pero no con el superpáramo definido por Huber y Alarcón (1988).

La vegetación es dispersa y consiste principalmente de musgos y

líquenes sobre un suelo arenoso con abundantes piedras y rocas cerca del

límite nival inferior.

Herbazal: Formación herbácea formada por hierbas no graminiformes (por ejemplo

de las familias Araceae, Marantaceae y Musaceae) o plantas suculentas

(por ejemplo de las familias Aizoaceae y Chenopodiaceae) asociada

típicamente a pantanos o zonas costeras (Huber y Alarcón 1988). En el

Ecuador se lo encuentra principalmente alrededor de lagunas o en zonas

de inundación de ríos.

Otras formaciones identificadas por Huber y Alarcón para Venezuela podrían existir en el

Ecuador, en especial arbustales y vegetación rupestre. Si su existencia es comprobada podrán ser

incluidos en esta lista y aplicados siguiendo los mismos lineamientos establecidos en la sección

4.1.

4.3 Criterios ambientales

4.3.1 Climáticos

Estos criterios reflejan la influencia del clima y otros factores metereológicos sobre la

vegetación.

La clasificación resultante es la siguiente:

Secos: Se consideran secas las formaciones que ocurren en regiones donde la

evapotranspiración potencial es mayor que la precipitación real (Koppen,

Page 48: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

48

1936; Walter y Breckle 1985), lo que resulta en un déficit hídrico durante

parte del o todo el año. Incluyen las formaciones tropófilas de Huber y

Alarcón 1988. Cañadas (1983) ubica las zonas secas del Ecuador

principalmente en la Costa, en regiones con menos de 1.500 mm de lluvia

al año. De acuerdo con Cañadas este rango de precipitación puede, sin

embargo, caracterizar a zonas de vida húmedas hasta lluviosas a mayores

alturas con menores temperaturas. Los tipos de vegetación secos se

pueden identificar usando características específicas como la presencia de

especies deciduas (que forman bosques deciduos o semideciduos),

arbustos enanos y ramificados; forma de la copa de plantas leñosas

aparasolada (como paraguas); hojas engrosadas (por ejmplo las

crasuláceas), predominancia de plantas espinosas; epidermis engrosadas;

presencia de plantas anuales en la época de lluvia (cucurbitáceas,

poáceas, malváceas, etc.). Dependiendo de la sequedad, estas

formaciones van desde muy abiertas a semicerradas. En la época seca

hay generalmente ausencia de un estrato inferior denso (esto es, el suelo

está despejado). La diversidad de helechos es reducida y, si están

presentes, usualmente dominan pocas especies.

Húmedos: Se consideran húmedas las formaciones que ocurren en zonas con

abundancia y hasta exceso de agua la mayor parte del año (Huber y

Alarcón 1988). Incluyen los tipos climáticos I (Húmedo Ecuatorial) y II

(Tropical con lluvias estacionales) de Walter y Breckle (1985). Presentan

una gran dominancia de especies siempreverdes. Sin embrago, no siempre

es posible establecer el balance hídrico comparando precipitación y

Page 49: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

49

evapotranspiración debido a la influencia de precipitación horizontal

(garúa y neblina) en ciertas condiciones y localidades. La vegetación

húmeda es densa, sea en bosque o en páramo. El dosel de los bosques de

estas formaciones varía en altura pero es generalmente cerrado. Un

porcentaje menor (es decir, menos del 25 %) de individuos puede ser

estacionalmente o facultativamente deciduo (por ejemplo, algunas

especies de los géneros Cordia, Erythrina, Triplaris, Parkia, Ceiba,

Tabebuia, Genipa, etc.). Se encuentran pocas plantas espinosas. Son

generalmente abundantes en palmas, bejucos y lianas, en especial en

tierras bajas. La diversidad de las epífitas es mayor que en los bosques

secos. En los páramos húmedos se encuentran almohadillas, plantas

arrosetadas (Puya, Espeletia) y licopodios. En las zonas anegadas ocurre

gran cantidad de musgos e Isoetes. Éstos tienen mayor diversidad de

formas de vida y especies que los páramos secos en todos los niveles de

taxones.

De neblina: Son éstas formaciones principalmente boscosas de zonas cubiertas

constantemente por neblinas y lluvias orográficas (Huber y Alarcón

1988). Ocurren generalmente en los flancos de las cordilleras,

incluyendo cordilleras bajas de la Costa y la Amazonía, son similares a

los bosques húmedos pero los troncos y ramas están generalmente

cubiertos de musgos, helechos y epífitas; en general hay una gran

diversidad de helechos.

Page 50: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

50

4.3.2 Hídricos

Se refieren a los ciclos hídricos superficiales que afectan a la estructura y composición de

las comunidades, especialmente de los bosques.

Inundables: Se consideran inundables las formaciones inundadas estacional o

periódicamente. No incluyen los manglares, inundados periódicamente

por la marea. Generalmente ocurren en zonas bajas. Pueden ser

inundables por Aaguas negras@ (agua con pocos sedimentos suspendidos)

o por Aaguas blancas@ (agua con sedimentos suspendidos) en la

Amazonía. En la Costa solo se reconocen formaciones inundables por

aguas negras.

Inundados: Se consideran las formaciones permanentemente o casi siempre

inundadas. Generalmente ocurren en zonas bajas.

4.4 Criterios bióticos

Los criterios bióticos caracterizan la composición y la fenología de las subunidades de

las formaciones tipo. Cuando se usan para identificar un tipo de vegetación se anteponen al

criterio ambiental.

4.4.1 Florísticos

Los criterios florísticos se refieren a asociaciones florísticas o taxonómicas específicas.

Éstos pueden identificar, por ejemplo, rodales o elementos característicos. Por el momento se

identifican cinco asociaciones.

De palmas: Ésta es una formación generalmente boscosa con un alto número de

palmas, aunque no necesariamente dominadas por éstas, como los

bosques de Mauritia flexuosa llamados en el Ecuador moretales o

Page 51: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

51

morichales. Podría también aplicarse a bosques con abundancia de

Phytelephas aequatorialis, la tagua. Por el momento estos últimos no son

reconocidos formalmente en esta propuesta.

Herbáceo: Se consideran herbáceas las formaciones dominadas por hierbas,

usualmente en penacho (manojo). Los grupos de hierbas pueden estar

entremezclados con pequeños arbustos.

De almohadillas Éstas son formaciones altoandinas parameras con una presencia grande de

almohadillas, plantas pequeñas, generalmente de menos de 30 cm. de

altura, densamente agrupadas en forma de pequeños montículos.

Arbustivo Son formaciones similares a la anterior. Se trata de formaciones

altoandinas parameras con una presencia grande de arbustos de hasta 2

metros de altura, más o menos dispersos.

De frailejones En esta formación altoandina paramera el frailejón (Espeletia

pyanophylla) domina el estrato arbustivo.

4.4.2 Fenológicos

Estos criterios describen los patrones de actividad fotosintética, evidenciados por

características estacionales como la presencia de hojas o raíces aéreas, y en algunos casos por los

períodos de floración o de fructificación7. Algunos autores reconocen más fenologías que las

tres reconocidas por Huber y Alarcón (1988) y aplicadas en esta propuesta. Box (1981), por

ejemplo, reconoce siete tipos de estacionalidades que incluyen siempre-verde, semi-siempre-

verde, estacionales lluviosas, estacionales de verano, etc. En el Ecuador los límites de tolerancia

establecidos en otras regiones no siempre aplican debido, especialmente en la costa, a la

7 Para más detalle véanse Reich y Borchert (1984) y Sarmiento y Monasterio (1983).

Page 52: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

52

influencia de la precipitación horizontal que ocurre con el incremento de la altura y la exposición

a los vientos húmedos que vienen del océano.

Siempreverdes En los trópicos estas formaciones, ocurren típicamente en regiones con

estaciones secas que duran menos de un mes al año (Ellenberg 1958a,

1958b, en Prentice 1990). Generalmente menos del 25 % de los

individuos arbóreos o arbustivos pierde las hojas durante la época seca

(Huber y Alarcón 1988). La época de floración no es un buen indicador

de la estacionalidad por la gran variabilidad a nivel de especies y de

lugares (Newstrom 1994). En el Ecuador la precipitación horizontal

incrementa de manera significativa la abundancia de agua en forma de

neblina o garúa en zonas costeras hasta aproximadamente 100 kilómetros

de la costa. En estas áreas, la vegetación siempreverde puede aparecer

sobre la vegetación semidecidua aún cuando la precipitación no exceda la

evapotranspiración la mayor parte del año.

Semideciduos En los trópicos estas formaciones, ocurren en regiones con estaciones

secas que duran entre uno y seis meses al año de acuerdo con Ellenberg

(1958a, 1958b, en Prentice 1990) y de dos a siete meses de acuerdo con

FAO (1992). Generalmente, entre el 75 y el 25 % de los individuos

arbóreos o arbustivos pierde las hojas durante la época seca (Huber y

Alarcón 1988). En el Ecuador esta regla se aplica, en términos generales,

a las zonas de tierras bajas (véase más adelante), pero es afectada

drásticamente por la elevación y el incremento de humedad que llega del

océano en forma de neblina y garúa. En estas condiciones climáticas, los

pisos superiores cambian paulatinamente a siempreverdes.

Page 53: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

53

Deciduos: En los trópicos estas formaciones ocurren típicamente en regiones con

estaciones secas que duran entre seis y ocho meses al año de acuerdo con

Ellenberg (1958a, 1958b, en Prentice 1990) y de siete a nueve meses de

acuerdo con FAO (1992). Koppen (1936) define los períodos Asecos@

como aquéllos en los que la evapotranspiración potencial es mayor que la

precipitación real. Generalmente más del 75 % de los individuos

arbóreos o arbustivos pierde las hojas durante la época seca (Huber y

Alarcón 1988). En el Ecuador esta regla se aplica, en términos generales,

a las zonas de tierras bajas pero es afectada drásticamente por la

elevación y el incremento de la humedad que llega del océano en forma

de neblina y garúa. En estas condiciones climáticas, los pisos superiores

cambian paulatinamente a semideciduos y más arriba a siempreverdes.

4.5 Criterios Topográficos

4.5.1 Topológicos

En cartografía, la topología se refiere a la relación entre los objetos en un mapa (Bohman-

Carter 1994; Burrough 1986). En esta propuesta, la topología se refiere a la relación entre la

vegetación y los elementos específicos del paisaje que afectan sus características fisionómicas

y/o fenológicas. Al momento se identifican tres elementos del paisaje: océanos, lagunas y ríos.

Litoral: Son las formaciones contiguas a la zona de mareas en las costas.

Son, por lo tanto, resistentes a la salinidad y pueden desarrollarse en

suelos pobres y arenosos.

Lacustre: Son formaciones que ocurren en o muy cerca de lagunas, lagos u otros

humedales perennes o estacionales.

Page 54: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

54

Ribereño: Son formaciones que ocurren a lo largo de ríos, especialmente en zonas

donde la amplitud de las cuencas hace que la corriente sea lenta,

permitiendo el crecimiento de vegetación en cierta forma similar al que

ocurre al borde de lagunas o lagos.

4.5.2 Pisos florísticos o altitudinales

Se refiere a la ubicación de las formaciones con respecto al nivel del mar y a los cambios

florísticos, fisionómicos y fonológicos correspondientes. Esta definición es diferente de la

presentada por algunos autores (por ejemplo, Huber y Alarcón 1988) en las que se resalta la

relación locacional de la vegetación con respecto a cordilleras o montañas (por ejemplo, al pie de

la montaña, en la montaña, etc.). La definición de la condición altitudinal propiamente dicha,

como es presentada aquí, evita ambigüedad en su uso. Debido a que el énfasis es en los cambios

florísticos (esto es, los rangos altitudinales de grupos botánicos característicos) y a que estos

cambios son evidentes a diferentes elevaciones en diferentes cordilleras (debido a su elevación

total, efecto de sombra, distancia al mar, etc.) los rangos son definidos para cada grupo de

regiones orográficas (esto es, cambian de región a región). Además, los rangos de elevación en

los que tipos de formación y sus formaciones vegetales ocurren disminuyen paulatinamente de

norte a sur y hacia la costa. Por ejemplo, formaciones equivalentes se pueden encontrar 300 o

400 m más abajo en el límite sur del Ecuador que en su extremo norte. En Loja hay páramos a

2.900 m de altitud (como en el caso de la Loma del Oro). En algunas localidades la vegetación

puede encontrarse fuera del rango sugerido debido a condiciones climáticas o geológicas locales.

En general, los rangos propuestos aquí son aproximados y pueden variar de acuerdo con las

condiciones locales. Para sugerir un rango más preciso hacen falta estudios detallados sobre la

Page 55: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

55

distribución de los tipos de vegetación, en especial en las estribaciones andinas. La Tabla 4.2

resume los criterios de clasificación aplicables en esta propuesta.

De tierras bajas Estas formaciones ocurren a bajas elevaciones, desde el nivel del mar

hasta límites específicos. Las formaciones de tierras bajas en la Costa

llegan aproximadamente hasta los 300 metros de altura. En la región

amazónica, las formaciones de tierras bajas alcanzan los 600 m.s.n.m.

Son formaciones con géneros o familias típicos, generalmente con una

pobre representación a mayor altitud.

Piemontano: Se trata de formaciones de transición entre la vegetación de tierras bajas y

las de cordillera. Sus características florísticas, por lo tanto, presentan

elementos típicos de las dos floras, pero sus límites inferior y superior son

también los límites de distribución de cada una de ellas. En las

estribaciones occidentales de los Andes las formaciones piemontanas

empiezan aproximadamente a los 300 metros y alcanzan los 1.300

m.s.n.m. en el norte y los 1.100 m.s.n.m. al sur del país. En las cordilleras

de la Costa, esta franja de transición es más restringida y alcanza los 450

m.s.n.m. En la región amazónica, la franja pie-montana alcanza los 1.300

m.s.n.m. en el norte y sur del país. Incluye las franjas piemontana y basi-

montana en Huber y Alarcón (1988).

Montano bajo Esta es la formación andina donde la mayoría de los géneros y familias

típicos de las tierras bajas desaparece. Se encuentra sobre la faja

piemontana en un rango altitudinal aproximado que va desde los 1.300 a

1.800 m.s.n.m. en el norte y de 1.100 a 1.500 m.s.n.m. en el sur de las

estribaciones occidentales de los Andes. Es la ultima franja de las

Page 56: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

56

cordilleras de la Costa, donde aparece a los 450 m.s.n.m. y avanza hasta

las partes más altas. En las estribaciones orientales y en las cordilleras

amazónicas, esta franja va desde los 1.300 m hasta los 2.000 m.s.n.m. en

el norte y los 1.800 m.s.n.m. en el sur. Corresponde a la franja sub-

montana de Huber y Alarcón (1988).

Montano: Esta es la formación andina típica, tanto estructural como florísticamente.

El ambiente físico es notablemente diferente, con temperaturas promedio

menores que en las partes bajas y una constante condensación de niebla.

Se encuentra sobre la faja montano baja, en un rango altitudinal

aproximado que va desde los 1.800 a los 3.000 m.s.n.m. en el norte de las

estribaciones occidentales de los Andes, y de 1.500 a 2.900 m.s.n.m. en el

sur. No existe en las cordilleras de la Costa. En las estribaciones

orientales y en las cordilleras amazónicas, va desde los 2.000 a los 2.900

m.s.n.m. en el norte y de los 1.800 a los 2.800 m.s.n.m. en el sur. Es la

última franja de las cordilleras amazónicas. Corresponde a las franjas

montanas y alti-montanas de Huber y Alarcón (1988).

Montano alto Corresponde la franja final de la vegetación no herbácea. Su límite

coincide con la distribución inferior de los páramos. Se encuentra sobre

la faja montana en un rango altitudinal aproximado que va desde los

3.000 a 3.400 m.s.n.m. en el norte de las estribaciones occidentales de los

Andes, de 2.900 a 3.300 m.s.n.m. en el sur. En las estribaciones

orientales va desde los 2.900 a los 3.600 m.s.n.m. en el norte y de los

Andes, de 2.900 a 3.300 m.s.n.m. en el sur. En las estribaciones

Page 57: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

57

Tabla 4.2 Esquema de las zonas altitudinales propuestas, en metros sobre el nivel del mar. No se incluye una definición de la zona sobre los 3600 m.s.n.m. debido a que en esta zona solo existen dos tipos de vegetación (Páramo y Gelidofitia) cuyos nombres no requieren de dicha definición.

Región Pacífica Región Andina Región Amazónica

Estribaciones Occidentales Estribaciones Orientales

Norte Sur Norte Sur Norte Sur Norte Sur

Tierras bajas: 0-300 0-300 No se aplica No se aplica No se aplica No se aplica 0-600 0-800

Piemontano: 300-450 300-450 300-1.300* 300-1.100* 600-1.300** 800-1300** 600-1.300 800-1.300

Montano bajo: > 450 > 450 1.300-1.800 1.100-1.500 1.300-2.000 1.300-1.800 > 1.300 > 1.300

Montano: No se aplica No se aplica 1.800-3.000 1.500-2.900 2.000-2.900 1.800-2.800 No se aplica No se aplica

Montano alto: No se aplica No se aplica 3.000-3.400 2.900-3.300 2.900-3.600 2.800-3.100 No se aplica No se aplica

* La vegetación de esta franja altitudinal está incluida en la discusión sobre la vegetación de la Costa en el texto.

** La vegetación de esta franja altitudinal está incluida en la discusión sobre la vegetación de la Amazonía en el texto.

Page 58: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

58

orientales va desde los 2.900 a los 3.600 m.s.n.m. en el norte y de los

2.800 a los 3.100 m.s.n.m. en el sur. No existe en las cordilleras

amazónicas ni en las de la Costa. Aparentemente no hay correspondencia

en Huber y Alarcón (1988).

4.6 Las Regiones naturales del Ecuador

Las formaciones vegetales del Ecuador se encuentran en una serie de regiones naturales o

ecoregiones con historias geológicas, climáticas y evolutivas diferentes. En el Ecuador

continental se pueden identificar tres regiones naturales claramente definidas: la región pacífica o

Costa, la región andina o Sierra y la región amazónica u Oriente, cada una de las ellas dividida

en varias subregiones o paisajes. Esta categorización es consistente con el concepto de región y

subregión establecidos en ecología del paisaje. Los elementos de una región son llamados

paisajes y los elementos del paisaje son denominados unidades del paisaje (Forman y Godron

1986; Forman 1995) y corresponden generalmente a los varios tipos de ecosistemas y de usos del

suelo. Por razones prácticas, las regiones y subregiones del Ecuador son definidas en el siguiente

capítulo junto con sus formaciones respectivas.

Page 59: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

59

5 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA COSTA DEL

ECUADOR

(C. Cerón, W. A. Palacios, R. Valencia y R. Sierra)

Se define aquí la Costa del Ecuador como la región situada bajo los 1.300 m.s.n.m. en las

estribaciones occidentales de los Andes y el Océano Pacífico, incluyendo las cordilleras costeras y

las tierras bajas. La Costa se subdivide en las subregiones norte, centro y sur, las que a su vez están

compuestas por varios sectores según sean ambientes de cordillera o de tierras bajas. Excepto en el

norte, varios siglos de actividades humanas han reducido la vegetación natural de la región a

pequeños remanentes aislados. Su transformación ha sido especialmente rápida en las últimas cinco

décadas. Entre los finales de los años sesenta y mediados de los ochenta, el área usada para

agricultura en la Costa se duplicó (Whitaker y Alzamora 1990). Su transformación está íntimamente

relacionada con la necesidad de acomodar una población que crece con rapidez y de ajustarse a las

crecientes demandas nacionales e internacionales de productos agrícolas (Bromley 1981; Devalaud

1980; PMRC/FPVM 1989; Sierra 1996; Sierra y Stallings 1998). Aún así, se descubren especies

nuevas con frecuencia, especialmente bajo los 800 m.s.n.m. Algunos investigadores estiman que

cerca del 20% de las especies de plantas son endémicas de la región (e.g., Dodson y Gentry 1993).

Varios estudios (Gentry 1977; Dodson y Gentry 1991; Sierra y Stallings 1998) sugieren que la

transformación y degradación de la región es las más rápida del Ecuador.

5.1 Subregión Norte (Húmeda)

Se localiza aproximadamente desde los 0° de latitud, en el norte de la provincia de Manabí,

hasta el límite con Colombia. Abarca las provincias de Esmeraldas, parte del Carchi, Imbabura y

Manabí, es húmeda y muy húmeda. La vegetación es una continuación de la del

Chocó colombiano.

Page 60: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

60

5.1.1 Sector Tierras Bajas

5.1.1.1 Manglar (Ilustraciones 1 y 2)

Es una vegetación arbórea que se encuentra al nivel del mar dentro de la zona de influencia directa

de las mareas. El elemento más obvio es la presencia dominante de seis especies diferentes de

mangles, árboles que pueden sobrepasar los 30 metros de altura, con raíces zancudas, que ocurren en

asociación con especies de otras familias como Bromeliaceae, Orchidaceae y Polypodiopsida

(helechos). También aparecen áreas donde los mangles no sobrepasan los cinco metros de altura,

denominados "manglillo" o "manglar enano". Se encuentran en los estuarios y desembocaduras de

los ríos en la provincia de Esmeraldas, como San Lorenzo-Mataje y Muisne-Cojimíes. Existen

algunas diferencias florísticas con los manglares del centro y sur de la Costa ecuatoriana, pero falta

información para definirlas con precisión. Las especies Pelliceria rizophora (mangle), Mora

megistosperma (nato) y Triganosidia psilosperma, por ejemplo, no se encuentran en la Costa sur.

Además, hay diferencias florísticas entre los manglares ribereños y los del litoral. En los mangles

ribereños son frecuentes en el estrato epífito la orquídea Lockhartia serra! . y la bromelia Tillandsia

usneoides.

Flora característica: Mangles: Rhizophora harrizonii, R. mangle (Rhizophoraceae); Conocarpus

erectus, Laguncularia racemosa (Combretaceae); Avicenia germinans (Aviceniaceae); Pelliceria

rizophora (Pelliceriaceae); Guzmania monostachya, Tillandsia usneoides (Bromeliaceae);

Polypodium bombicynum (Polypodiaceae); Lockhartia serra (Orchidaceae).

Correspondencia en otros sistemas: Acosta Solís (AS): formaciones hidrohalófilas de los estuarios y

desembocaduras: manglares y natales del estuario San Lorenzo-Mataje y Muisne-Cojimíes; Cañadas

(C): incluido en el monte espinoso tropical, bosque muy seco tropical y bosque húmedo tropical;

Huber (H): manglares.

Page 61: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

61

5.1.1.2 Bosque siempreverde inundable de tierras bajas

Es conocido localmente como Guandal. Son bosques de tierras bajas muy húmedas, inundados en

ciertos períodos del año (pantanos), a continuación de los manglares y hasta los 100 m.s.n.m. La

vegetación arbórea puede alcanzar más de 30 metros y es dominada por la especie conocida

localmente como coco, cuángare indio o tangaré (Otoba gordoniifolia), en asociación con otras

especies de otras familias tropicales como Arecaceae, Araceae, Mimosaceae, Myrsinaceae y

Fabaceae. Es una formación restringida al norte de la Costa ecuatoriana, en la provincia de

Esmeraldas, especialmente en la cuenca baja del río Santiago. Pinto (1993) también lo rcconoce en

el sur dle Chocó colombiano.

Flora característica: Coco, cuángare indio o tangaré: Otoba gordoniifolia (Myristicaceae); figueroa:

Carapa guianensis (Meliaceae); nato: Mora megistosperma, Pterocarpus officinalis (Fabaceae);

Euterpe chaunostachys (Arecaceae); guaba: Inga punctata, trompo: Entada gigas (Mimosaceae);

machare: Symphonia globulifera (Clusiaceae); jagua: Genipa americana (Rubiaceae); cuero negro:

Amanoa anomala (Euphorbiaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva fluvial macrotérmica o hidrofitia tropical;

C: incluido en bosque húmedo tropical; H: incluido en bosque húmedo de tierras bajas.

5.1.1.3 Bosque siempreverde de tierras bajas (Ilustraciones 3 y 4)

Esta formación boscosa llega hasta los 300 m.s.n.m., con árboles de más de 30 m de altura,

dominada por especies arbóreas de las familias Myristicaceae, Arecaceae, Moraceae, Fabaceae y

Meliaceae. Presenta abundantes epífitas, trepadoras y un estrato bajo herbáceo denso dominado por

especies de la familia Araceae y por Polypodiophyta (Helechos). En una hectárea se han encontrado

más de 100 especies arbóreas de más de 10 cm de DAP (Valencia et al. 1998; Palacios et al. 1994;

Tirado 1994). Cerón (ined.) encontró entre 43-70 especies de 2,5 cm de DAP en adelante en

Page 62: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

62

cuandrantes de 0,1 hectáreas. En la mayoría de los casos, la palma Wettinia quinaria representaba

mas del 50% de los individuos. Es un tipo de vegetación restringido a la provincia de Esmeraldas y

el norte de Manabí. Un ejemplo característcio de esta formación es la cuenca del río Santiago, en los

alrededores de la población de Playa de Oro.

Flora característica: Sande: Brosimum utile, Perebea xanthochyma, Castilla elastica, damagua:

Poulsenia armata (Moraceae); Wettinia quinaria, tagua: Phytelephas aequatorialis, Astrocaryum

standleyanum (Arecaceae); Guarea polymera, tangaré: Carapa guianensis (Meliaceae); Brownea

multijuga (Caesalpiniaceae); cuángare: Otoba gordoniifolia (Myristicaceae); guagaripo: Nectandra

guadaripo, Caryodaphnopsis theobromifolia (Lauraceae); Chanul: Humiriastrum procerum

(Humiriaceae); Inga silanchensis (Mimosaceae); Swartzia haugtii (Fabaceae); Cybianthus kayapii

(Myrsinaceae); Lecythis ampla (Lecythidaceae); Theobroma gileri (Sterculiaceae); Conostegia

cuatrecasaii (Melastomataceae); Tetrathylacium macrophyllum (Flacourtiaceae); herbáceas y

trepadoras como Rhodospatha densinervia, Xanthosoma daguense (Araceae) y en áreas disturbadas

Calathea luthea (Marantaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva pluvial macrotérmica o hidrofitia tropical; C: bosque

húmedo tropical, bosque muy húmedo tropical; H: bosque húmedo de tierras bajas.

5.1.1.4 Bosque semideciduo de tierras bajas (Ilustración 7)

Formación bajo los 300 m.s.n.m., con vegetación arbórea algo dispersa, caracterizada por la

presencia de árboles de copas anchas de hasta 20 metros de altura y con fustes abombados. El estrato

no arbóreo está caracterizado por una gran presencia de especies espinosas, principalmente del orden

Fabales. Presenta algunas especies deciduas, como los ceibos (varias especies), el bototillo

(Cochlospermum vitifolium) y el guayacán (Tabebuia chrysantha, T. bilbergii). En la copa de los

Page 63: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

63

árboles hay una gran variedad de bromelias como epífitas y en el suelo herbáceas de la familia

Acanthaceae y Polypodiopsida. Se encuentra en las provincias de Esmeraldas y Manabí.

Flora característica: Ceiba trichistandra, Ceiba pentandra, Pseudobombax millei, Cavanillesia

platanifolia, Eriotheca ruizii (Bombacaceae); Cochlospermum vitifolium (Cochlospermaceae);

guayacán: Tabebuia chrysantha, T. bilbergii (Bignoniaceae); Triplaris cumingiana (Polygonaceae);

Prosopis juliflora, Pithecellobium excelsum (Mimosaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: bosques caducifolios; C: bosque seco tropical; H: bosques

deciduos.

5.1.1.5 Matorral seco de tierras bajas

Se caracteriza por la presencia de una vegetación achaparrada de no más de seis metros de altura y

de aspecto seco, dominada especialmente por especies de las familias Boraginaceae y

Convolvulaceae. Se encuentra cerca de las playas y avanza en algunos casos hasta unos 50 m.s.n.m.

Se encuentra en la provincia de Esmeraldas, alrededor de la ciudad de Esmeraldas. Un ejemplo

característico es la vegetación cercana a la refinería.

Flora característica: Cordia lutea, Heliotropium peruvianum (Boraginaceae); Ipomoea carnea

(Convolvulaceae); Waltheria ovata (Sterculiaceae); Cochlospermum vitifolium (Cochlospermaceae);

Muntingia calabura (Elaeocarpaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluido en bosque muy seco tropical; H:

incluido en desiertos y semidesiertos de la Costa.

5.1.1.6 Herbazal lacustre de tierras bajas (Ilustración 12)

Es la vegetación flotante y de los bordes de las lagunas. Son asociaciones herbáceas densas de hasta

dos metros de altura, con especies acuáticas de las familias Araceae, Marantaceae, Thyphaceae y

Page 64: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

64

Pontederiaceae. Se la encuentra, por ejemplo, en las lagunas de Sade y Cube en la provincia de

Esmeraldas, entre los 100-200 m.s.n.m.

Flora característica: Pistia stratiotes (Araceae); Typha dominguensis (Thyphaceae); Talia

geniculata (Marantaceae); Eichhornia crassipes (Pontederiaceae); Echinodorus bracteatus

(Alismataceae); Paspalum conjugatum (Poaceae); Xanthosoma sagitifolia (Araceae); Bolbitis

pandurifolia (Polypodiaceae). En el borde de las lagunas se encuentran especies arbóreas como

Euterpe chaunostachys (Arecaceae) y Cariodaphnopsis theobromifolia (Lauraceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: incluye en bosques

semideciduos.

5.1.2 Sector de las estribaciones de la Cordillera Occidental

Incluye toda la región sobre los 300 y hasta los 1.300 m.s.n.m. al pie de la cordillera de los

Andes, como por ejemplo en la Cordillera de Toisán en Imbabura, Pichincha y Esmeraldas.

5.1.2.1 Bosque siempreverde piemontano

Es una formación caracterizada por una gran dominancia de especies arbóreas, en especial del grupo

de las palmas junto a Mimosaceae, Fabaceae, Burseraceae y Meliaceae. El dosel puede alcanzar 30 o

más metros de altura. Los fustes de los árboles están cubiertos por orquídeas, bromelias, helechos y

aráceas. El estrato herbáceo es denso, en especial con especies de las familias Marantaceae y

Araceae y por Polypodiopsida. En 0,1 ha se encontraron más de 80 especies de 2,5 cm o más de

DAP (Cerón ined.). Se ubica en la provincia de Esmeraldas y en al pie de la cordillera occidental

en las provincias de Carchi! ., Imbabura y Pichincha.

Flora característica: Palmas: Wettinia quinaria, Pholidostachys dactyloides, Iriartea deltoidea

(Arecaceae); Virola dixonii, Otoba gordoniifolia (Myristicaceae); Guarea cartaguenya (Meliaceae);

Protium occidentalis (Burseraceae); Vitex gigantea (Verbenaceae); Caryodaphnopsis theobromifolia

Page 65: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

65

(Lauraceae); Swartzia haughtii (Fabaceae). Entre las herbáceas están: Irbachia alata (Gentianaceae);

Begonia glabra (Begoniaceae) y Costus laevis (Costaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva ombrófila noroccidental del pie de cordillera; C:

bosque muy húmedo premontano; H: bosque lluvioso montano bajo.

5.1.3 Sector de la Cordillera Costera

Corresponde a la cordillera de Mache-Chindul. Incluye también pequeños cerros al este de

la cuidad de Esmeraldas y al norte del río del mismo nombre.

5.1.3.1 Bosque siempreverde piemontano

Es una vegetación arbórea de más de 30 metros con un alto número de especies de las familias

Lauraceae, Myristicaceae, Meliaceae y Arecaceae. Entre los bejucos se destaca la familia

Bignoniaceae y en el estrato herbáceo las familias Cyclanthaceae y Araceae y los Polypodiopsida.

Avanza hasta la cúspide de la cordillera costera de Mache-Chindul (600-800 m.s.n.m.) en la

provincia de Esmeraldas y en el norte de Manabí. Separa la parte húmeda del norte y la seca del sur

de la Costa.

Flora característica: Caryodaphnopsis theobromifolia (Lauraceae); Carapa guianensis (Meliaceae);

Virola dixonii, Otoba gordoniifolia (Myristicaceae); Matisia soegengii (Bombacaceae); Pourouma

bicolor, Coussapoa villosa (Cecropiaceae); Perebea xantochyma (Moraceae); Chamaedorea

pinnatifrons, C. poeppigiana, Iriartea deltoidea (Arecaceae); Eschweilera rimbachii

(Lecythidaceae); Faramea occidentalis (Rubiaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en selva submacrotérmica higrófila; C: incluido

en bosque húmedo premontano; H: incluido en bosques semideciduos

Page 66: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

66

5.2 Subregión Centro (Seca y Húmeda)

Se extiende aproximadamente desde los 0° en la provincia de Manabí hasta más al sur de los

3° de latitud sur en la provincia de El Oro. Su límite sur se extiende desde la desembocadura del río

Jubones en el Océano Pacífico hacia la cordillera, siguiendo la cuenca de este río. Coincide,

aproximadamente, con el límite norte de la región de impacto de la corriente fría de Humbolt, que

avanza desde el sur y gira hacia las Islas Galápagos frente a la provincia de Manabí.

5.2.1 Sector Tierras Bajas

5.2.1.1 Manglar

Faja de vegetación arbórea que se encuentra al nivel del mar dentro de la zona de influencia directa

de las mareas. Vegetacionalmente, la parte más obvia es la presencia dominante de cinco especies de

mangles (a diferencia del norte que presenta seis especies), con alturas de hasta 30 metros o más y

con raíces zancudas. Ocurren en asociación con especies de otras familias como Bromeliaceae,

Orchidaceae y Polypodiopsida (helechos). Se localiza en Bahía de Caráquez, en la desembocadura

del río Chone (provincia de Manabí) y en el Golfo de Guayaquil (provincia del Guayas). El

ambiente es menos húmedo que en los manglares del norte debido a que está inmerso en una zona

básicamente seca. De igual manera que los manglares del la Costa norte se pueden diferenciar

manglares de tipo litoral y manglares de tipo ribereño (por ejemplo, en la Reserva Manglares-

Churute).

Flora característica: Rhizophora harrisonii, R. mangle (Rhyzophoraceae), en especial en los

manglares litorales; Conocarpus erectus, Laguncularia racemosa (Combretaceae); Avicenia

germinans (Aviceniaceae); Aechmea pyramidalis, Guzmania monostachya, Tillandsia usneoides

(Bromeliaceae); Polypodium bombicynum (Polypodiaceae); Lockhartia serra (Orchidaceae).

Page 67: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

67

Correspondencia con otros sistemas: AS: formaciones hidrohalófilas de los estuarios y

desembocaduras: manglares y natales; C: incluido en monte espinoso tropical, bosque muy seco

tropical y bosque húmedo tropical; H: manglares.

5.2.1.2 Bosque siempreverde de tierras bajas

Vegetación arbórea de más de 30 metros de alto con predominancia de especies de las familias

Arecaceae, Moraceae, Meliaceae, Lauraceae y las del orden Fabales. Las epífitas (orquídeas y

bromelias) son importantes. En el sotobosque están bien representadas herbáceas de las familias

Araceae, Cyclanthaceae y Marantaceae. En 0,1 hectáreas se han encontrado más de 100 especies de

2.5 cm de DAP en adelante (Gentry ined.). Se localiza en forma de remanentes boscosos en varios

lugares de la cuenca del río Guayas, como Palenque y Jauneche en la provincia de los Ríos, y los

bosques entre Naranjal y Ponce Enríquez en la provincia del Guayas, entre altitudes de 100-300

m.s.n.m.

Flora característica: Castilla elastica, Clarisia racemosa, Poulsenia armata, Ficus obtusifolia

(Moraceae); Virola sebifera (Myristicaceae); Ceiba pentandra (Bombacaceae); Iriartea deltoidea

(Arecaceae); Caryodaphnophsis theobromifolia (Lauraceae); Coussapoa villosa (Cecropiaceae);

Zammia lindenii (Cycadaceae); Tillandsia narthecioides (Bromeliaceae); Tectaria incisa

(Tectariaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva pluvial macrotérmica o hidrofitia tropical; C: bosque

húmedo tropical; H: bosque húmedo de tierras bajas.

5.2.1.3 Bosque semideciduo de tierras bajas

El estrato arbóreo es disperso. Crece en pendientes muy fuertes con suelos pedregosos. El

sotobosque es muy denso y en ocasiones cerrado por el suro, Riphidocladon racemiflora

Page 68: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

68

(Poaceae). Se encuentran especies espinosas y algunas plantas que pierden sus hojas en una

época del año (como Cochlospermum vitifolium y Tabebuia chrysantha). Se localiza entre los

bosques secos deciduos de tierras bajas y los húmedos de la cordillera costera en una franja entre

los 100 y 300 m.s.n.m.. Avanza hacia el norte en la cordillera de Chongón y Colonche hasta la

provincia de Manabí en el Parque Nacional Machalilla y por el Sur, en la provincia de Guayas, a

la Reserva Ecológica Manglares-Churute. En los cerros Cimalón, Masvale y Pancho Diablo se

han encontrado más de 40 especies de 2,5 de DAP en 0,5 hectáreas. En la misma superficie en el

Parque Nacional Machalilla se encontraron 20 especies de 10 cm o más de DAP (Cerón 1996).

Flora característica: Triplaris cumingiana, Coccoloba mollis (Polygonaceae); Gallesia

integrifolia (Phytolaccaceae); Trema micrantha (Ulmaceae); Pseudolmedia rigida (Moraceae);

Malmea lucida (Annonaceae); Cynometra bauhinifolia (Caesalpiniaceae); Cecropia litoralis

(Cecropiaceae); Chrysophyllum argenteum (Sapotaceae); Eugenia sp. (Myrtaceae); Heliconia

latispatha (Heliconiaceae); Piper amalago (Piperaceae); Philodendron purpureoviride

(Araceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en selva submacotérmica higrófila; C: incluido

en bosque húmedo premontano; H: incluido en bosques semideciduos.

5.2.1.4 Bosque deciduo de tierras bajas (Ilustración 6)

Se ubica entre las formaciones de matorrales secos de tierras bajas y los bosques semideciduos o

húmedos tropicales, en una franja altitudinal entre los 50 y 200 m.s.n.m. La vegetación se

caracteriza por perder las hojas durante una parte del año. Los árboles más conspicuos son de la

familia Bombacaceae, tienen troncos abombados y copa ancha. La vegetación en el estrato medio

incluye varias especies de cactos y de plantas espinosa del orden Fabales. Se localiza entre las

provincias de Manabí en el Parque Nacional Machalilla y en la base del Cerro Montecristi, en la

Page 69: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

69

provincia del Guayas en Cerro Blanco y las bases de los cerros Masvale, Cimalón, Perequetre, Mate

y Pancho Diablo en la Reserva Ecológica Manglares-Churute.

Flora característica: Cochlospermum vitifolium (Cochlospermaceae); Tabebuia chrysantha, T.

bilbergii, Tecoma castanifolia (Bignoniaceae); Ceiba trichystandra, Pseudobombax millei,

Eriotheca ruizii (Bombacaceae); Guazuma ulmifolia (Sterculiaceae); Muntingia calabura

(Eleaocarpaceae); Armathocereus cartwrigthianus, Hylocereus polyrrizus (Cactaceae); Anthurium

barclayanum (Araceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: bosque caducifolios; C: bosque seco tropical; H: bosque

deciduos.

5.2.1.5 Sabana (Ilustración 8)

En condiciones originales podría corresponder al bosque deciduo de tierras bajas. Por la pérdida

de la vegetación arbórea por acción del ser humano hay una proliferación de especies herbáceas, en

su mayoría de las familias Poaceae y Cyperaceae, utilizadas para el pastoreo de ganado. Su

distribución es tan extendida que se la puede considerar en estado casi silvestre. Se localiza en las

provincias de Manabí y Guayas. En algunos sectores de la provinvia del Guayas es posible que

haya dos tipos diferentes de sabanas: inundables (húmedas y semi-húmedas) y no inundables (secas).

Las sabanas alrededor de Milagro, Babahoyo y Chone sufren inundaciones periódicas que

posiblemente afectan la composición florística de estas áreas. Más información es necesaria para

poder crear una división formal entre estos dos tipos de sabanas. Una gran parte de lo que serían

sabanas inundables han sido ya drenadas y están bajo uso intensivo. Las sabanas secas en Ecuador

posiblemente corresponden a lo que Huber y Rilna (1997) denominan sabanas arboladas y

arbustivas.

Flora Característica: Pennisetum purpureum, P. occidentale, Chloris virgata, C. radiata, Aristida

Page 70: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

70

adscensionidis, Eichinochloacolonum sp., Paspalum virgatum, Tragus berteronianus (Poaceae);

Cyperus odoratus, C. iria (Cyperaceae). En sabanas inundables: Neptunia oleracea, N. plena

(Mimosaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: subxerofitia de la Costa ecuatoriana; C: incluido en

bosque seco tropical; H: sabana.

5.2.1.6 Matorral seco de tierras bajas (Ilustraciones 9 y 10)

Ocurre en la cercanía al mar, a altitudes inferiores a los 100 m.s.n.m. La vegetación se caracteriza

por ser seca, achaparrada de hasta 6 metros de altura y espinosa, con notable presencia de cactos

columnares. Familias bien representadas son Capparaceae, Euphorbiaceae, Boraginaceae y

Convolvulaceae, y el orden Fabales. En 0,1 ha se han encontrado entre 14 y 30 especies de plantas

de 2,5 cm de DAP en adelante (Cerón ined.). Se puede encontrar en el Parque Nacional Machalilla,

cerca a Manta, San Mateo, en la provincia de Manabí, y en Santa Elena y alrededores bordeando el

océano Pacífico en la provincia de Guayas.

Flora Característica: Capparis crotonoides, C. heterophylla, C. angulata (Capparaceae); Bursera

graveolens (Burseraceae); Geoffroea spinosa (Caesalpiniaceae); Maytenus octogona (Celastraceae);

Achatocarpus pubescens (Achatocarpaceae); Croton riviniaefolius (Euphorbiaceae); Cordia lutea

(Boraginaceae); Ipomoea carnea (Convolvulaceae); Monvilla diffusa, Armathocereus

cartwrigthianus (Cactaceae); Vallesia glabra (Apocynaceae); Erythroxylum glaucum

(Erythroxylaceae); Althernanthera pubiflora (Amaranthaceae); Pisonia aculeata (Nyctaginaceae);

Carica parviflora (Caricaceae); Jacquinia spucei (Theophrastaceae); Tillandsia latifolia y Vrisea

barclayana (Bromeliaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluido en bosque muy seco tropical; H:

incluido en desiertos y semidesiertos de la Costa.

Page 71: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

71

5.2.1.7 Matorral seco litoral

La vegetación está caracterizada por arbustos de hasta 4 metros de alto que crecen sobre arena y

rocas en contacto con el agua del mar durante los períodos de marea alta. Se localiza en la provincia

de Manabí y el Guayas en lugares de playas, como por ejemplo en Punta Piquero, Los Frailes y

Salango en el Parque Nacional Machalilla.

Flora Característica: Maytenus octogona (Celastraceae); Cryptocarpus pyriformis (Nyctaginaceae);

Ipomoea pescaprae (Convolvulaceae); Cannavalia maritima (Fabaceae); Sesuvium portulacastrum

(Portulacaceae); Vallesia glabra (Apocynaceae); Hippomane mancinella (Euphorbiaceae); Lycium

minimum (Solanaceae); Scaveola plumieri (Goodeniaceae); y Batis maritima (Batidaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluye en matorral desértico tropical,

monte espinoso tropical, bosque montano seco tropical; H: playas pedregosas o arenosas.

5.2.1.8 Espinar litoral

Ocurre en las cercanías al mar, en la mayoría de casos mezclada con el matorral seco de tierras bajas.

La vegetacion está caracterizada por plantas de la familia Cactaceae, columnares, aplanadas o

triangulares, con alturas de hasta 6 m. Se encuentran también otras familias en las que la presencia

de espinas es un carácter general: Malpighiaceae, Mimosaceae, Achatocarpaceae, Erythroxylaceae,

Celastraceae y Rhamnaceae. Se localiza en la provincia de Manabí entre Manta y San Mateo, Puerto

Cayo-Salaite-Machalilla, Machalilla-Puerto López-Salango; en la provincia de Guayas en La

Libertad, y especialmente en la Península de Santa Elena.

Flora característica: Como especie más abundante está Monvillea diffusa (Cactaceae),

frecuentemente acompañada de otras especies de la misma familia como Armathocereus

cartwrigthianus e Hylocereus polyrhysus. También están presentes Malpighia punicifolia

(Malpighiaceae), Pithecellobium excelsum (Mimosaceae), Achatocarpus pubescens

Page 72: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

72

(Achatocarpaceae), Erythroxylum glaucum (Erythroxylaceae), Maytenus octogona (Celastraceae) y

Scutia pauciflora (Rhamnaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce: C: incluido en bosque muy seco tropical,

monte espinoso tropical, matorral desertico tropical; H: incluido en desiertos y semidesiertos de la

Costa.

5.2.1.9 Herbazal lacustre de tierras bajas (Ilustración 11)

Son asociaciones densas de herbáceas no graminiformes que viven en contacto con el agua de las

lagunas. Pueden alcanzar hasta los 2 metros de altura. La vegetación está dominada por especies de

las familias Araceae, Marantaceae, Thyphaceae y Pontederiaceae. Se localiza en lagunas en las

provincias de Manabí y Guayas, como por ejemplo en la laguna de El Canclón en la Reserva

Ecológica Manglares-Churute.

Flora Característica: Thypha dominguensis (Thyphaceae); Thalia geniculata (Marantaceae); Canna

paniculata (Cannaceae); Rhynchosphora scutellata, Cyperus odoratus, Fimbristilis dichotoma,

Mariscus ligularis (Cyperaceae); Hydrocotyle ranunculoides (Apiaceae); Nymphaea blanda

(Nymphaeaceae); Pistia stratoites (Araceae); Ludwigia octovalvis (Onagraceae); Eichhornia

crassipes (Pontederiaceae); Hidrolea spinosa (Hidrophyllaceae); Neptunia prostrata (Mimosaceae);

Ceratophyllum demersum (Ceratophyllaceae); Limnobium laevigatum (Hydrocharitaceae); Lemna

minima (Lemnaceae); Hychocleis nymphoides, Lymnocharis flava (Limnocharitaceae);

Ceratopteris pteridioides (Parkeriaceae) y Corchorus orinocensis (Tiliaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

5.2.1.10 Herbazal ribereño de tierras bajas

Son asociaciones similares a los herbazales lacustres pero ocurren en zonas donde los ríos ocupan

Page 73: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

73

áreas amplias y de poca profundidad. Las islas de vegetación son comunes, como ocurre en las

Abras de Mantequilla cerca de Vinces en la provincia de Los Ríos. En los ríos de más profundidad

la vegetación también forma parches pequeños de vegetación flotante, como sucede en la cuenca del

Río Guayas.

Flora Característica: Especies flotantes: Eichhornia azurea, Heteranthera reniformis, Pontederia

rotundifolia (Pontederiaceae); Lemna aequinoctialis (Lemnaceae); Limnobium laevigatum

(Hydrocharitaceae); Phyllanthus fluitans (Euphorbiaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

5.2.2 Sector de la Estribaciones de la Cordillera Occidental

5.2.2.1 Bosque siempreverde piemontano

Son bosques con alto endemismo (aproximadamente 10 %), como los de la Cordillera de Tenefuerte

y las Montañas del Ila (Centinela). Los árboles alcanzan más de 30 m de alto, con una gran

concentración de epífitas y un sotobosque arbustivo y herbáceo abundante en las familias Araceae,

Heliconiaceae, Cyclanthaceae, Piperaceae, Orchidaceae y Gesneriaceae. Se ubica en el occidente

de las provincias de Cotopaxi, Los Ríos, Bolívar y Azuay-Guayas, entre 300 y 1.300 m.s.n.m.

Flora característica: Carapa megistocarpa (Meliaceae); Erythrochyton carinatus (Rutaceae);

Brownea coccinea (Caesalpiniaceae); Castilla elastica (Moraceae); Iriartea deltoidea, Wettinia

aequalis, W. quinaria (Arecaceae); Caryodaphnopsis theobromifolia, Ocotea sodiroi (Lauraceae).

En el subdosel: Trichilia surinamensis (Meliaceae); Heliconia stricta (Heliconiaceae), Ossaea

micrantha (Melastomataceae); Palicourea demissa (Rubiaceae); Anthurium pallidiflorum,

Heteropsis ecuadorensis, Philodendron purpuero-viride y Xanthosoma daguense (Araceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva ombrófila noroccidental del pie de cordillera; C:

bosque muy húmedo premontano; H: bosque lluvioso montano bajo.

Page 74: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

74

5.2.3 Sector de la Cordillera Costera

Se ubica en la cordillera de Chongón-Colonche y también en pequeños cerros al sureste del

golfo de Guayaquil, y en especial los cerros en la Reserva Ecológica Manglares-Churute.

5.2.3.1 Bosque siempreverde piemontano (Ilustración 5)

Se localiza entre los bosques semideciduos piemontanos y de los de neblina en las cordilleras de la

Costa, entre los 300 y 450 m.s.n.m., en zonas con pendientes fuertes. Los árboles son de más de 25

metros de alto. Familias importantes son Myristicaceae, Lauraceae, Moraceae y Euphorbiaceae.

Entre las herbáceas están las familias Arecaceae, Cyclanthaceae, Piperaceae y los helechos. En 0,1

ha se ha encontrado más de 70 especies de 2.5 cm de DAP en adelante (Cerón 1996). A esta

formación se la puede encontrar en el cerro San Sebastián en el Parque Nacional Machalilla, cerca a

la cumbre de los cerros Montecristi, Masvale, Pancho Diablo y Cimalón en la Reserva Manglares-

Churute. Al contrario de las formaciones similares en las cordilleras interiores, la precipitación

dominate es horizontal.

Flora característica: Clarisia racemosa, Sorocea sarcocarpum, Pseudolmedia rigida (Moraceae);

Mabea occidentalis (Euphorbiaceae); Virola elongata, Virola sebifera (Myristicacecae); Quararibea

asterolepis (Bombacaceae); Hirtella mutisii (Chrysobalanaceae); Heisteria acuminata (Olacaceae);

Erythrochyton giganteus (Rutaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en selva submacrotérmica higrófila; C:

incluido en bosque húmedo premontano; H: incluido en bosques semideciduos.

5.2.3.2 Bosque de neblina montano bajo

Aparece sobre los 450 m.s.n.m. hasta las cumbres de los cerros por efecto de la precipitación

horizontal y condensación de la humedad que traen los vientos marinos. Estas cumbres presentan

Page 75: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

75

árboles de más de 20 metros de alto, cubiertos en su totalidad por musgos, asociados con otras

epífitas como helechos y plantas con flores de las familias Orchideaceae, Ericaceae, Gesneriaceae y

Bromeliaceae. El estrato herbáceo en el sotobosque es muy húmedo, cubierto en su totalidad por

pteridofitos de los géneros Adiantum y Selaginella y por Peperomia y Oxalis. En los fustes de los

árboles se destacan las familias Araceae y Cyclanthaceae como epífitas y trepadoras. Se localiza

cerca y en las cumbres de los cerros Cimalón, Pancho Diablo y Masvale en la Reserva Ecológica

Manglares Churute, y en la cumbre de los cerros San Sebastián y Salaite en el Parque Nacional

Machalilla, desde los 450 hasta los 600-800 m.s.n.m. Valencia et al. (1998) reportan 62 especies de

arboles con DAP superiores a los 10 cm en San Sebastián, Parque Nacional Machalilla, a 520

m.s.n.m.

Flora característica: Hedyosmum sprucei (Chloranthaceae); Beilshmiedia alloiophylla (Lauraceae);

Symplocos ecuadorensis (Symplocaceae); Alsophylla cuspidata, Cyathea bipinnatifida

(Cyatheaceae); Alchornea iricurana, Hyeronima duckei (Euphorbiaceae); Phytholacca dioica

(Phytolaccaceae); Myrsine pellucida (Myrsinaceae); Conostegia cuatrecasii, C. montana

(Melastomataceae); Brunellia acostae (Brunelliaceae), Metteniusa nucifera (Icacinaceae), Guzmania

angustifolia (Bromeliaceae), Asplundia peruviana (Cyclanthaceae), Columnea densibracteata y C.

minor (Gesneriaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en la selva submacrotérmica higrófila; C: bosque

húmedo premontano; H: no reconoce.

5.2.3.3 Bosque semideciduo piemontano

El estrato arbóreo es disperso. Crece en pendientes muy fuertes con suelos pedregosos. El

sotobosque es muy denso y en ocasiones cerrado por el suro, Riphidocladom racemiflora (Poaceae).

Se encuentran especies espinosas y algunas plantas que pierden sus hojas en una época del año

Page 76: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

76

(tales como Cochlospermum vitifolium y Tabebuia chrysantha). Se localiza entre los bosques secos

deciduos de tierras bajas y los húmedos (de neblina) de la cordillera costera en una franja entre los

100 y 300 m.s.n.m. Avanza hacia el norte en la cordillera de Chongón y Colonche hasta la provincia

de Manabí en el Parque Nacional Machalilla y por el Sur, en la provincia de Guayas, a la Reserva

Ecológica Manglares-Churute. En los cerros Cimalón, Masvale y Pancho Diablo se han encontrado

más de 40 especies de 2.5 de DAP en 0.5 hectáreas. En la misma superficie en el Parque Nacional

Machalilla se encontraron 20 especies de 10 cm. o más de DAP (Cerón 1996).

Flora característica: Triplaris cumingiana, Coccoloba mollis (Polygonaceae); Gallesia integrifolia

(Phytolaccaceae); Trema micrantha (Ulmaceae); Pseudolmedia rigida (Moraceae); Malmea lucida

(Annonaceae); Cynometra bauhinifolia (Caesalpiniaceae); Cecropia litoralis (Cecropiaceae);

Chrysophyllum argenteum (Sapotaceae); Eugenia sp (Myrtaceae). En las áreas disturbadas son

comunes Heliconia latispatha (Heliconiaceae), Piper amalago (Piperaceae) y Philodendron

purpureoviride (Araceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en selva submacotérmica higrófila; C: incluido en

bosque húmedo premontano; H: incluido en bosques semideciduos.

5.3 Subregión Sur (Seca)

Se encuentra aproximadamente desde los 3° de latitud sur, en la vertiente sur de la cuenca del

rio Jubones, hasta más allá de los 4° de latitud sur en la frontera con el Perú. Abarca las provincias

del Oro y Loja. Representa la continuación y el límite norte de las formaciones áridas y semiáridas

del norte peruano, con elementos caracteristicos como Losophterigium guasango (Apocynaceae).

Ciertos elementos floríticos del norte (por ejemplo, la palma Iriartea deltoidea) no llegan acá.

Page 77: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

77

5.3.1 Sector Tierras Bajas

5.3.1.1 Manglar

Formación natural similar a la descrita para el Golfo de Guayaquil, siendo únicamente diferentes en

la ubicación geográfica. Algunos autores (entre ellos, Dinerstein et al. 1995) los separan de los

manglares de la costa centro del Ecuador. Son los manglares más meridionales del país y se los

encuentra en la Costa en la provincia del Oro, como por ejemplo en Machala y en Puerto Bolívar.

Flora Característica: Rhizophora harrisonii, R. mangle (Rhyzophoraceae); Conocarpus erectus,

Laguncularia racemosa (Combretaceae); Avicenia germinans (Aviceniaceae); Guzmania

monostachya, Tillandsia usneoides (Bromeliaceae); Polypodium bombicynum (Polypodiaceae);

Lockhartia serra (Orchidaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: formaciones hidrohalófilas de los estuarios y

desembocaduras; C: incluido en monte espinoso tropical, bosque muy seco tropical y bosque

húmedo tropical; H: manglares.

5.3.1.2 Bosque deciduo de tierras bajas

La vegetación es dispersa, con escasos árboles aparasolados y espinosos, en su mayoría de 15 metros

de altura y en menor número de hasta de 20 metros. Algunas de las especies pierden las hojas

durante una época del año (como Ceiba trichystandra y Tabebuia chrysantha). Se encuentra en el

lado Suroccidental de las provincias del Oro y Loja (por ejemplo, en Macará y en el Bosque

Petrificado de Puyango), entre los 100 y 300 m.s.n.m. Hay más especies endémicas que en su

homólogo del centro de la Costa. En 0,2 ha en Puyango se han encontrado 49 especies de 5 cm de

DAP en adelante, siendo la especie más frecuente Gliricidia brenningii y la más dominante por el

IVI Cavanilesia platanifolia (Klitgaard et al. 1999).

Flora Característica: Gliricidia brenningii, Machaerium millei (Fabaceae); Prosopis juliflora, Acacia

Page 78: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

78

guarango, Albizia multiflora (Mimosaceae); Muntingia calabura (Eleaeocarpaceae); Bombax ruizii,

Ceiba trichystandra, Cavanillesia platanifolia (Bombacaceae); Tabebuia chrysantha

(Bignoniaceae); Trichilia hirta (Meliaceae); Guazuma ulmifolia (Sterculiaceae); Cochlospermum

vitifolium (Cochlospermaceae); Simira ecuadorensis (Rubiaceae). En áreas disturbadas: Celtis

iguanaeus (Ulmaceae) y Acnistus arborescens (Solanaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: macrotérmia xerofítica y subxerofítica; C: incluido en

monte espinoso premontano, bosque seco tropical, bosque seco premontano; H: bosques deciduos.

5.3.1.3 Matorral seco de tierras bajas

La vegetación es seca, espinosa, achaparrada con una gran presencia de cactos columnares y

leguminosas. La vegetación es más seca y dispersa que en formaciones equivalentes en la Costa

norte. Se localiza en la provincia del Oro entre Arenillas y Huaquillas, cerca a la frontera con el

Perú. Un ejemplo de ésta es la Reserva Militar Arenillas, entre altitudes de 0 y 50 m.s.n.m.

Flora Característica: Croton riviniaefolius (Euphorbiaceae); Ipomoea carnea (Convolvulaceae);

Cordia lutea (Boraginaceae); Capparis mollis (Capparaceae); Waltheria ovata (Sterculiaceae);

Jacquinia pubescens (Theophastaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluye en matorral desértico tropical,

monte espinoso tropical, bosque montano seco tropical; H: playas pedregosas o arenosas.

5.3.1.4 Espinar litoral

Al igual que en la Costa centro, ocurre en la cercanía al mar. La vegetación se caracteriza por un

claro dominio de especies de la familia Cactaceae, cuyos tallos son de forma columnar, aplanados,

cilíndricos o triangulares, con hojas modificadas en forma de espinas con alturas de hasta 6 m.

Ocurren también otras familias en las que la presencia de espinas es un carácter general:

Page 79: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

79

Malpighiaceae, Mimosaceae, Achatocarpaceae, Erythroxylaceae, Celastraceae y Rhamnaceae. Se lo

puede encontrar en la provincia de El Oro, dentro de la Reserva Militar Arenillas, en la parte más

cercana al mar.

Flora característica: Como especie más abundante está Monvillea diffusa (Cactaceae),

frecuentemente acompañada de otras especies de la misma familia como Armathocereus

cartwrigthianus e Hylocereus polyrhysus. También están presentes Malpighia punicifolia

(Malpighiaceae), Pithecellobium excelsum (Mimosaceae), Achatocarpus pubescens

(Achatocarpaceae), Erythroxylum glaucum (Erythroxylaceae), Maytenus octogona (Celastraceae) y

Scutia pauciflora (Rhamnaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: no reconoce: C: incluido en bosque muy seco tropical,

monte espinoso tropical, matorral desertico tropical; H: desiertos y semidesiertos de la Costa.

5.3.1.5 Sabana

Ocupa la misma distribución geográfica del bosque seco deciduo de tierras bajas, pero corresponde a

los lugares en que parte de la vegetación arbórea ha sido talada, quedando algunos árboles

caducifolios aislados, principalmente de la familia Bombacaceae y algunas especies del orden

Fabales. La vegetación no arbórea más conspicua está principalmente compuesta de especies de las

familias Poaceae y Cyperaceae.

Flora característica: Árboles: Eriotheca ruizii, Pseudobombax millei (Bombacaceae);

Cochlospermum vitifolium (Cochlospermaceae). Herbáceas: Pennisetum purpureum, P. occidentale,

Aristida ascencionis, Panicum spp., Paspalum spp, Chloris radiata (Poaceae); Cyperus spp

(Cyperaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: formaciones macrotérmicas xerofíticas y subxerofíticas; C:

bosque seco tropical; H: sabanas.

Page 80: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

80

5.3.2 Sector de la estribaciones de la Cordillera Occidental

5.3.2.1 Bosque siempreverde piemontano

Se encuentra al sur del río Jubones, sobre los bosques semideciduos piemontanos, entre altitudes de

400-600 hasta 800 m.s.n.m. Está caracterizado por la presencia de árboles de más de 20 m de altura

de las familias Arecaceae y Meliaceae. Ocupan áreas con pendientes fuertes en la provincia de El

Oro, entre Pasaje y Chilla.

Flora Característica: La tagua, Phythelephas aequatorialis (Arecaceae), es importante, formando

rodales de mas de cinco hectáreas en algunos lugares. También se encuentran Bactris setulosa,

Geonoma macrotachys (Arecaceae), Carludovica palmata (Cyclanthaceae), Erythrina edulis

(Papilionaceae), Ficus obtusifolia (Moraceae), Guadua: Guadua angustifolia (Poaceae); Carapa

guianensis (Meliaceae). En áreas disturbadas y bordes de carretera aparecen Lophosoria

quadripinnata (Lophosoriaceae) y especies de las familias Araceae y Orchidaceae.

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva submacrotérmica higrófila; C: incluido en bosque

húmedo premontano, bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo montano; H: bosque

lluvioso montano bajo.

5.3.2.2 Bosque semideciduo piemontano

La vegetación arbórea es algo dispersa, con árboles de más de 20 metros de altura y un denso estrato

herbáceo de helechos y plantas nograminiformes (como Araceae y Marantaceae). Se encuentra en

fuertes pendientes. Se localiza en la provincia de El Oro entre Pasaje y Chilla, y en Macará en la

provincia de Loja, en el Bosque Petrificado de Puyango, entre altitudes de 200-400 m.s.n.m.

Zapotillo, entre los 100 y 400 m.s.n.m., tiene una vegetación más dispersa que en las otras zonas

mencionadas. Incorpora elementos florísticos tipicos de la Costa como Cochlospermum vitifolium

(Cochlospermaceae) y Miroxylum peruviferum y otros andinos. Algunos de los elementos florísticos

Page 81: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

81

de esta zona, como Miroxylum peruviferumy y Dichapetalum asplundianum, representan los

vestigios del tipo de vegetación que originalmente avanzaba hasta la provincia del Guayas, pero que

ya ha desaparecido en su mayor parte.

Flora característica: Cochlospermum vitifolium (Cochlospermaceae); Gallesia integrifolia

(Phytholaccaceae); Pradosia montana (Sapotaceae); Triplaris cumingiana (Polygonaceae);

Cecropia litoralis (Cecropiaceae); Anthurium barclayanum (Araceae); Plumbago scandens

(Plumbaginaceae); Capparis sp. (Capparaceae); Cedrela odorata (Meliaceae ); Sorocea sprucei

(Moraceae). En áreas disturbadas: Acnistus arborescens (Solanaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: formación macrotérmica subhigrofíticas; C: incluido en

bosque muy seco tropical, bosque seco premontano; H: bosques semideciduos.

Page 82: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

82

6 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA SIERRA DEL

ECUADOR

(R. Valencia, C. Cerón, W. A. Palacios y R. Sierra)

En esta propuesta, la región andina o Sierra norte del Ecuador incluye las áreas ubicadas

sobre los 1.300 m.s.n.m. hasta la cúspide de las montañas o el límite nival, tanto de la cordillera

oriental como de la occidental de los Andes. El límite altitudinal inferior de la Sierra baja

paulatinamente hacia el sur del Ecuador hasta aproximadamente los 1.000 m.s.n.m. en la

provincia de Loja. La Sierra se caracteriza por una topografía irregular con predominancia de

pendientes fuertes en las estribaciones de la cordillera y de valles secos y húmedos e el interior

del callejón interandino. En esta propuesta se reconocen dos subregiones: la subregión norte y

centro y la subregión sur. A su vez, cada subregión está dividida en dos sectores: sector

occidental y sector oriental. La estructura de la vegetación puede ser similar en ambos lados de

la cordillera andina pero la composición florística tiene notables diferencias.

A nivel regional la temperatura disminuye con el incremento de la altitud, pero a nivel

local ésta es influenciada significativamente por la cercanía a los nevados y por el origen y

dirección de los vientos. La precipitación puede ser abundante en las estribaciones y es

frecuentemente incrementada por la niebla persistente. Los patrones estacionales de lluvia

pueden variar de una cuenca a otra ya que están fuertemente influenciados por los patrones

climáticos de la costa o de la región amazónica. Por ejemplo, entre 1974 y 1983 la precipitación

anual en una muestra de 48 localidades sobre los 2.400 m de altitud varió entre 170 y 1.668 mm

anuales (observaciones en Mira y Papallacta, respectivamente; en Jørgensen y Ulloa [1994]).

La región andina del Ecuador es la más deforestada del país. Sin embargo, mantiene una

flora única y rica en especies que crece mayormente en lugares escarpados y poco accesibles. Se

estima que entre los 900 m y 3.000 m de altitud (10 % del territorio del país) crece cerca de la

Page 83: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

83

mitad de las especies de plantas ecuatorianas (Balslev 1988). Según los registros depositados en

los principales herbarios del mundo, al menos 4.868 especies de plantas vasculares con semilla,

de las cuales 1.566 son arbustos y árboles, crecen sobre los 2.400 m.s.n.m. (Jørgensen y Ulloa

1994; Ulloa y Jørgensen 1995).

6.1 Subregión Norte y Centro

Se extiende desde el límite con Colombia hasta alrededor del valle Girón-Paute, a

aproximadamente 3o de latitud sur, donde Jørgensen y Ulloa (1994) sugieren que existe una

división natural que coincide con un límite de distribución de especies. Actualmente, éste es un

valle seco que actúa como una barrera natural que impide la migración de las plantas (Jørgensen

y Ulloa 1994). Muchas especies de plantas (entre ellas Aiphanes gelatoninosa occidentale y

Liabum igniarium) se distribuyen al norte de esta línea en forma restringida. Geológicamente, el

sur es más antiguo que la región norte y no incluye volcanes activos.

6.1.1 Sector Norte y Centro de los Valles Interandinos

6.1.1.1 Matorral húmedo montano

Se encuentra en los valles relativamente húmedos entre 2.000 y 3.000 m.s.n.m. La cobertura

vegetal está casi totalmente destruida y fue reemplazada hace mucho tiempo por cultivos o por

bosques de Eucalyptus globulus, ampliamente cultivados en esta región. La vegetación nativa

generalmente forma matorrales y sus remanentes se pueden encontrar en barrancos o quebradas,

en pendientes pronunciadas y en otros sitios poco accesibles a lo largo de todo el sector.

Ocasionalmente se pueden encontrar remanentes de bosques asociados a estos matorrales (como

en el volcán Pasochoa). La composición florística de estos matorrales o pequeños remanentes de

bosques puede variar entre las localidades, dependiendo del grado de humedad y el tipo de suelo.

Page 84: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

84

Flora característica: Árboles y arbustos de: Oreopanax confusus, O. corazonensis y Oreopanax

spp. (Araliaceae); Baccharis prunifolia, B. buxifolia y B. spp. (Asteraceae); Cordia rusbyi

(Boraginaceae); Coriaria ruscifolia (Coriariaceae); Croton wagneri y C. spp. (Euphorbiaceae);

Juglans neotropica (Juglandaceae); Erythrina edulis (Fabaceae); Blakea oldemanii, Miconia

crocea y M. spp. (Melastomataceae); Calceolaria crenata, C. adenanthera y C. spp.

(Scrophulariaceae); Cestrum quitense, C. peruvianum, Solanum crinitipes y S. spp. (Solanaceae);

Lantana rugulosa (Verbenaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluido en bosque seco montano bajo,

bosque húmedo montano bajo; H: pastizales y vegetación de quebrada del Norte.

6.1.1.2 Matorral seco montano (Ilustraciones 17 y 19)

Corresponde a los valles secos entre 1.400 y 2.500 m.s.n.m. Según Acosta Solís (1977), el

promedio anual de precipitación y temperatura están entre los 360 y 600 mm y los 18 y 22 oC. A

lo largo de los ríos que atraviesan estos valles la vegetación es más densa y verde y la tierra es

apta para la agricultura. En varios sitios se siembra hobo (Spondias mombin). Cerón y

Montesdeoca (1994) reportan que en cuadrantes de 0,01 hectáreas se han encontrado entre 22 y

34 especies de 50 cm o más de alto. La vegetación puede ser espinosa pero las plantas armadas

no dominan. Fuera de la zona de influencia de los ríos, la vegetación es verde solamente en las

épocas de lluvia. Algunos ejemplos de estos valles son Chota, Guayllabamba, Patate y

Yunguilla-Jubones.

Flora característica: Aloë vera (Aloëaceae); Opuntia soederstromiana, O. pubescens, O. tunicata.

(Cactaceae); Dodonaea viscosa (Sapindaceae); Talinum paniculatum (Portulacaceae); Tecoma

stans (Bignoniaceae); Acacia macracantha, Mimosa quitensis (Mimosaceae); Croton wagneri, C.

elegans (Euphorbiaceae); Caesalpinia spinosa (Caesalpiniaceae). En sitios más húmedos:

Page 85: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

85

Schinus molle (Anacardiaceae); Salix humboldtiana (Salicaceae); Tillandsia recurbata, T.

secunda (Bromeliaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: xerofitia interandina; C: incluido en monte espinoso

premontano, estepa espinosa montano bajo; H: desiertos y semidesiertos interandinos.

6.1.1.3 Espinar seco montano (Ilustración 20)

Es una formación de distribución restringida, dominada por plantas armadas o espinosas,

especialmente de la familia Cactaceae, pero donde las familias Fabaceae, Mimosaceae y

Acanthaceae pueden ser importantes. Ocurre en áreas secas, con suelos pobres y con

precipitación aún más escasa que donde se encuentran los matorrales secos. Esta formación

puede ser encontrada en forma restringida en los valles de Chota, Guayllabamba y Chanchán.

Flora característica: Este tipo de vegetación está dominada por varios géneros y especies de

cactos, como Clesistocactus sepium, Opuntia soederstromiana, O. Pubescens y O. tunicata. Es

frecuente además Acacia macracantha (Mimosaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.2 Sector Norte y Centro de la Cordillera Occidental

Incluye las estribaciones de las montañas de la cordillera occidental y sus lomos sobre los

1.300 m.s.n.m.

6.1.2.1 Bosque siempreverde montano bajo

Comprende los bosques que van de los 1.300 m hasta los 1.800 m.s.n.m., con un dosel entre 25 a

30 m. En esta faja de vegetación, la mayoría de especies y familias enteras de árboles

características de las tierras bajas desaparece (por ejemplo, Bombacaceae). En otros casos, éste

es el límite superior de su distribución (como en Myristicaceae). Las leñosas trepadoras también

Page 86: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

86

disminuyen, tanto en el número de especies como en el de individuos, mientras que las epífitas

(musgos, helechos, orquídeas y bromelias) se vuelven más abundantes. Este tipo de bosque es

una franja angosta a lo largo del flanco occidental de la cordillera de los Andes, desde Colombia

hasta el valle de Girón-Paute. A 1.200 m de altitud en el Azuay se encontró el límite inferior de

una especie de palma de cera (Ceroxylon alpinum) creciendo junto a bosques de tagua

(Phytelephas aequatorialis). En este tipo de vegetación se encontraron entre 70 y 140 especies

leñosas con diámetros de 2,5 cm o más en áreas de 0,1 hectáreas (Cerón 1993b).

Flora característica: Anthurium ovatifolium, A. spp. (Araceae); Ceroxylon alpinum, Socratea

exhorriza (Arecaceae); Buddleja americana (Budlejaceae); Cecropia bullata, C. monostachya y

C. spp. (Cecropiaceae); Cyathea spp. (Cyatheaceae); Heliconia spp (Heliconiaceae); Nectandra

membranacea (Lauraceae); Carapa guianensis (Meliaceae); Siparuna guajalitensis, S. eggersii,

S. laurifolia S. spp. (Monimiaceae); Fuchsia macrostigma (Onagraceae); Piper spp (Piperaceae);

especies hemiepífitas de Ficus spp. (Moraceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva mesotérmica de la cordillera

occidental, selva submesotérmica de la cordillera occidental; C: incluido en bosque húmedo

premontano, bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo premontano, bosque muy

húmedo montano bajo, bosque pluvial premontano, bosque pluvial montano bajo; H: bosque

húmedo montano bajo.

6.1.2.2 Bosque de neblina montano (Ilustraciones 14 y 15)

Típicamente se distribuye desde 1.800 m hasta 3.000 m de altitud. Es un bosque cuyos árboles

están cargados de abundante musgo y cuya altura del dosel está entre 20 y 25 m. En esta franja

altitudinal las epífitas, especialmente orquídeas, helechos y bromelias, son numerosas en

especies e individuos, registrándose probablemente su más alta diversidad. Los bambúes, por

Page 87: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

87

ejemplo, alcanzan su máxima diversidad en esta zona, donde se encuentran 45 de las 54 especies

descritas para el Ecuador (Clark 1997). En algunas localidades, sin embargo, puede encontrarse

fuera de este rango altitudinal y probablemente corresponde a una mezcla de elementos que

resulta en un tipo específico de bosque nublado. Acosta Solís (1982) reconoce el bosque nublado

desde los 800 hasta los 1.800 m (o 2.600 m en Acosta Solís [1968]) en las dos estribaciones de la

cordillera; Harling (1979) da un rango entre 2.500 hasta 3.400 m.s.n.m.

Flora característica: Bomarea spp. (Amaryllidaceae); Anthurium mindense, A. gualeanum, A.

nanegalense, A. clorugatum y A. spp. (Araceae); Ceroxylon ventricosum, Prestoea acuminata

var. montana (Arecaceae); Blechnum monomorphum (Blechnaceae); Begonia spp (Begoniaceae);

Alnus acuminata (Betulaceae); Brunellia tomentosa y B. spp. (Brunelliaceae); Cecropia maxima

(Cecropiaceae); Weinmannia pinnata (Cunoniaceae); Cyathea caracasana (Cyatheaceae);

Dennstaedtia tryoniana (Dennstaedtiaceae); Escallonia paniculata (Escalloniaceae); Gunnera

brepoghea y G. colombiana (Gunneraceae); Bocconia integrifolia (Papaveraceae); Piper

carpunya, P. sodiroi y P. spp., Peperomia spp (Piperaceae); Palicourea spp (Rubiaceae);

Nectandra spp (Lauraceae); Miconia corazonica, M. crocea, M. theazans y M. spp., Brachyotum

ledifolium (Melastomataceae); Cedrela montana (Meliaceae); Siparuna guajalitensis y S. spp.

(Monimiaceae); Myrcianthes hallii y M. spp. (Myrtaceae) Fuchsia pilalensis y F. spp.

(Onagraceae); numerosas especies de Orchidaceae; Passiflora mixta, P. alnifolia y P. coactilis

(Passifloraceae); Chusquea scandens y Ch. spp. (Poaceae); Elaegia utilis (Rubiaceae); Freziera

verrucosa y F. spp. (Theaceae); Aegiphila spp. (Verbenaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva submesotérmica subandina de la

cordillera occidental, selva submesotérmica andina de la cordillera occidental; C: incluido en

bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo montano bajo, bosque pluvial montano; H:

bosque nublado.

Page 88: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

88

6.1.2.3 Bosque siempreverde montano alto

Se extienden desde los 3.000 hasta los 3.400 m.s.n.m. Incluye la "Ceja Andina" o vegetación de

transición entre los bosques montano altos y el páramo. El bosque siempreverde (húmedo)

montano alto es similar al bosque nublado en su fisonomía y en la cantidad de musgos y plantas

epífitas. Una diferencia importante es que el suelo tiende a estar cubierto por una densa capa de

musgo y los árboles tienden a crecer irregularmente, con troncos ramificados desde la base y en

algunos casos muy inclinados o casi horizontales. Una localidad típica de este tipo de vegetación

se encuentra en El Corazón. Varias investigaciones (entre ellos Jørgensen y Ulloa, 1994)

sugieren que los parches de bosques de Polylepis y otros géneros, ahora asilados y restringidos a

las zonas de páramos más altos, corresponden a otro tipo de vegetación que en el pasado ocupó

áreas mucho más grandes.

Flora característica: Gynoxys buxifolia y G. spp. (Asteraceae); Berberis conferta

(Berberidaceae); Tournefortia fuliginosa (Boraginaceae); Hedyosmum spp. (Chloranthaceae);

Gunnera pilosa (Gunneraceae); Brachyotum ledifolium (Melastomataceae); Siphocampylus

giganteus (Campanulaceae); Vallea stipularis (Elaeocarpaceae); Siparuna echinata

(Monimiaceae); Myrcianthes rhopaloides y M. spp. (Myrtaceae); Piper spp (Piperaceae);

Hesperomeles lanuginosa (Rosaceae); Cervantesia tomentosa (Santalaceae); Freziera verrucosa,

F. canescens y F. spp. (Theaceae). A mayor altitud, en la Ceja Andina (según Diels 1937), los

arbustos son más frecuentes (e.g., Hypericum laricifolium, Brachyotum ledifolium, Lupinus spp.),

pero ocasionalmente se encuentran árboles de Buddleja incana (Budlejaceae), Oreopanax spp.

(Araliaceae), Polylepis spp. (Rosaceae) y Miconia spp. (Melastomataceae), entre otros.

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluye la ceja andina; C: incluido en bosque húmedo

montano, bosque muy húmedo montano, bosque pluvial montano; H: incluido en bosque

nublado.

Page 89: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

89

6.1.2.4 Páramo herbáceo

Los páramos herbáceos (pajonales) ocupan la mayor parte de las tierras entre los 3.400 y 4.000

m.s.n.m. En su límite inferior se encuentra la Ceja Andina arbustiva o, frecuentemente, campos

cultivados donde el bosque andino ya ha sido deforestado. Estos páramos están dominados por

hierbas en penacho (manojo) de los géneros Calamagrostis y Festuca. Estos grupos de hierbas

generalmente se entremezclan con otro tipo de hierbas y pequeños arbustos. Algunas especies,

como por ejemplo Calamagrostis effusa, están restringidas a los páramos herbáceos del norte del

Ecuador, en las provincias de Carchi e Imbabura (S. Laegaard, com. pers.). Ejemplos de esta

formación se pueden encontrar en los Ilinizas! . y en el Pichincha.

Flora característica: Calamagrostis effusa, C. Spp., Festuca spp. (Poaceae); Hypochaeris spp.,

Baccharis spp, Chuquiraga jussieui, Oritrophium peruvianum (Asteraceae); Gentiana sedifolia,

Gentianella selaginifolia, G. cerastioides, Halenia spp. (Gentianaceae); Geranium sericeum, G.

ecuadorense (Geraniaceae); Huperzia talpiphila (Lycopodiaceae); Lupinus smithianus, Lupinus

spp. (Fabaceae); Ranunculus guzmanii, Ranunculus spp. (Ranunculaceae); Castilleja spp.

(Scrophulariaceae); Valeriana rigida y V. spp. (Valerianaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluye la microtermia higrofitia, microtermia higrófila

de la cordillera occidental; C: incluido en bosque muy húmedo subalpino, bosque pluvial

subalpino, bosque muy húmedo montano; H: páramo herbáceo.

6.1.2.5 Páramo de frailejones (Ilustración 25)

El frailejón es una planta del género Espeletia (Asteraceae). Este género es muy diverso en los

páramos de Colombia y Venezuela y avanza hacia el sur en la cordillera occidental del Ecuador

hasta la provincia del Carchi. Los páramos en esta región, especialmente entre 3.500 y 3.700 m

Page 90: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

90

de altitud, se caracterizan por estar densamente poblados por la subespecie endémica Espeletia

pycnophylla ssp. angelensis, formando verdaderos bosques.

Flora característica: Oreopanax sodiroi (Araliaceae); Azorella spp. (Apiaceae); Espeletia

pycnophylla ssp. angelensis (Asteraceae); Eriocaulon microcephalum (Eriocaulaceae);

Calamagrostis sp., Agrostis sp., Stipa Ichu, Festuca sp. (Poaceae); Polylepis pauta y P. incana

(Rosaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.2.6 Páramo seco (Ilustraciones 21 y 22)

Los páramos secos (o desérticos) generalmente empiezan a los 4.200 m.s.n.m. y se extienden

hasta el límite nival. En este tipo de páramos la vegetación alterna con parches de arena desnuda.

Presentan una vegetación xerofítica, con pocas hierbas y pequeños arbustos y algunos musgos y

líquenes. En algunas montañas, el páramo desértico comienza a un nivel considerablemente más

bajo. Las laderas occidentales del Chimborazo, por ejemplo, son secas y arenosas desde los 3.800

m.s.n.m., donde existe un gran arenal con conjuntos esparcidos de especies de Stipa y unos pocos

arbustos y hierbas. En los páramos del Chimborazo el gradiente entre húmedo, semiseco y seco

es muy evidente.

Flora característica: Azorella pedunculata (Apiaceae); Chuquiraga jussieu, Hypochaeris

sonchoides, Senecio microdon y S. comosus, Culcitium nivale, Werneria rigida (Asteraceae);

Ephedra americana (Ephedraceae); Lupinus microphyllius, Astragalus geminiflorus (Fabaceae);

Nototriche pichinchensis (Malvaceae); Poa cucullata, Stipa hans-meyeri, S. ichu (Poaceae);

Calandrinia acaulis (Portulacaceae); Polylepis microphylla (Rosaceae); Calceolaria ericoides

(Scrophulariaceae). En las partes más secas, Loricaria ilinissae (Asteraceae) y Astragalus

geminiflorus (Fabaceae) forman matas dispersas.

Page 91: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

91

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en microtermia higrófila, microtermia higrófila

de la cordillera occidental; C: incluido en bosque húmedo subalpino (aunque no coincide

altitudinalmente); H: páramo desértico.

6.1.2.7 Super Páramo (Gelidofitia) (Ilustración 27)

Se extiende sobre los 4.700 m.s.n.m. Este tipo de vegetación, descrito por Acosta Solís (1968),

está dominado por líquenes y musgos; las plantas superiores (fanerógamas) casi han

desaparecido y las que existen crecen más subterráneamente que hacia la atmósfera. Los rizomas

y raíces son muy desarrollados y las hojas son muy pequeñas. Este tipo de vegetación se

encuentra en todos los nevados de la cordillera occidental (como en el Chimborazo).

Flora característica: Aciachne flagellifera (Poaceae); Loricaria ferruginea (Asteraceae); Draba

aretioides (Brassicaceae); Valeriana pilosa (Valerianaceae). Musgos: Andreana sp y Grimmia sp

Líquenes: Lecanora sp. y Gyrophora sp.

Correspondencia en otros sistemas: AS: gelidofitia occidental; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.2.8 Herbazal lacustre montano (Ilustraciones 28 y 29)

No ha sido descrito como un tipo de vegetación especial anteriormente. Se encuentran sobre los

2.100 m de altitud. Las lagunas andinas tienen una flora característica que debe ser estudiada

con más detalle para su clasificación. Ejemplos de esta vegetación se encuentran en las lagunas

de El Voladero, Colta, Yaguarcocha y San Pablo. La mayoría de especies es ampliamente

distribuida entre las lagunas andinas del norte y sur. Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae) es una

especie endémica del Ecuador que se encuentra tanto en lagunas del norte como del sur.

Flora característica: Isolepis inundata (Cyperaceae); Callitriche deflexa (Callitrichaceae);

Crassula vanezuelensis (Crassulaceae); Myriophyllum quitense (Haloragaceae); Juncus

Page 92: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

92

stipulatus y J. arcticus, Scirpus californicus (Juncaceae); Potamogeton filiformis, P. striatus

(Potamogetonaceae); Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.3 Sector Norte y Centro de la Cordillera Oriental

Incluye las estribaciones de las montañas de la cordillera oriental y sus lomos sobre los

1.300 m.s.n.m. La cordillera oriental del Ecuador es generalmente más húmeda que la cordillera

occidental.

6.1.3.1 Bosque siempreverde montano bajo (Ilustración 13)

Es similar a los bosques húmedos montano bajos de las estribaciones de la cordillera occidental,

pero restringido a una franja altitudinal más amplia, entre los 1.300 m y 2.000 m.s.n.m. La altura

del dosel puede alcanzar los 25 ó 30 m. En esta faja de vegetación la mayoría de especies, al

igual que familias enteras de árboles características de las tierras bajas desaparece (tal es el caso

de Bombacaceae y Myristicaceae). Las leñosas trepadoras también disminuyen tanto en el

número de especies como en el de individuos, mientras que las epífitas (musgos, helechos,

orquídeas y bromelias) se vuelven más abundantes. Esta formación puede ser encontrada, por

ejemplo, en la cordillera de los Guacamayos y en Borja. En algunos casos, esta formación puede

incluir, desde un punto de vista geográfico, herbazales lacustres (montanobajos), como por

ejemplo los de la laguna de Sardinayacu, no identificados independientemente aquí debido a la

falta de información sobre éstos.

Flora característica: varias especies de Araceae; Dictyocaryum lamarckianum, Ceroxylon

echinulatum, Geonoma weberbaueri (Arecaceae); Cecropia andina y C. hachensis

(Cecropiaceae); Hedyosmum spp. (Chloranthaceae); Cyathea sp. (Cyatheaceae); Sapium utile y

Page 93: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

93

S. spp. (Euphorbiaceae); Heliconia spp. (Heliconiaceae); Ocotea spp. (Lauraceae); Miconia

porphirotricha y M. spp. (Melastomataceae); Cedrela odorata, Guarea kunthiana (Meliaceae);

Casearia spp. (Flacourtiaceae); Ficus spp., Morus insignis (Moraceae); Piper spp. (Piperaceae),

Chusquea spp. (Poaceae); Elaegia sp. (Rubiaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva mesotérmica de la cordillera oriental,

selva submesotérmica de la cordillera oriental; C: incluido en bosque húmedo premontano,

bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo premontano, bosque muy húmedo montano

bajo, bosque pluvial premontano, bosque pluvial montano bajo; H: bosque húmedo montano

bajo.

6.1.3.2 Bosque de neblina montano

Ocurre entre los 2.000 y 2.900 m.s.n.m. Típicamente es un bosque cuyos árboles están cargados

de abundante musgo. En esta altitud las epífitas, especialmente orquídeas, helechos y bromelias,

son numerosas en especies e individuos, registrándose probablemente su más alta diversidad. Las

hierbas bambusoideas, por ejemplo, alcanzan su máxima diversidad en esta franja altirudinal en

las dos cordilleras. Cuyuja y La Bonita, se encuentran en esta formación. En algunas

localidades, sin embargo, este tipo de vegetación puede encontrarse fuera de este rango

altitudinal y probablemente corresponde a una mezcla de elementos que resultan en un tipo

específico de bosque nublado. Acosta Solís (1982) reconoce el bosque nublado desde los 800

hasta los 1.800 m.s.n.m. (hasta los 2.600 m en Acosta Solís 1968) en las dos estribaciones de la

cordillera; Harling (1979) da un rango entre 2.500 hasta 3.400 m.s.n.m.

Flora característica: Anthurium penningtonii, A. microspadix y A. spp. (Araceae); Geonoma

weberbaueri (Arecaceae); Barnadesia parviflora (Asteraceae); Begonia spp. (Begoniaceae);

Alnus acuminata (Betulaceae); Weinmannia spp. (Cunoniaceae); Cyathea caracasana

Page 94: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

94

(Cyatheaceae); Dennstaedtia kalbreyeri, D. producta, D. paucirrhiza (Dennstaedtiaceae);

Hyeronima macrocarpa (Euphorbiaceae); Gunnera brephogea (Gunneraceae); Juglans

neotropica (Juglandaceae); Erithryna edulis (Papilionaceae); Miconia spp. (Melastomataceae);

Cedrela montana (Meliaceae); Siparuna piloso-lepidota y S. spp. (Monimiaceae); Myrcianthes

sp. (Myrtaceae); Fuchsia scabriuscula y F. spp. (Onagraceae); Bocconia integrifolia

(Papaveraceae); Passiflora spp. (Passifloraceae); Piper spp., Peperomia spp. (Piperaceae);

Chusquea spp. (Poaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva submesotérmica subandina de la

cordillera oriental, selva submesotérmica andina de la cordillera oriental; C: incluido en bosque

húmedo montano bajo, bosque muy húmedo montano bajo, bosque pluvial montano; H: bosque

nublado.

6.1.3.3 Bosque siempreverde montano alto

Se extienden dentro de una franja más amplia que en las estribaciones orientales, desde los 2.900

hasta los 3.600 m.s.n.m. Incluye la "Ceja Andina" o vegetación de transición entre los bosques

montano altos y el páramo (por ejemplo alrededor de la laguna de Papallacta). El bosque

húmedo montano es similar al bosque nublado en cuanto a su fisonomía y a la cantidad de

musgos y plantas epífitas. El suelo tiende a estar cubierto por una densa capa de musgo y los

árboles tienden a crecer irregularmente, siendo ésta la fisonomía típica de los bosques alto

andinos, con troncos ramificados desde la base y en algunos casos muy inclinados o casi

horizontales. Varias investigaciones (entre ellos Jørgensen y Ulloa, 1994) sugieren que los

parches de bosques de Polylepis y otros géneros arbóreos, actualmente asilados y restringidos a

ciertas zonas en los páramos, corresponden a otro tipo de vegetación que en el pasado ocupó

áreas grandes.

Page 95: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

95

Flora característica: Ilex spp. (Aquifoliaceae); Oreopanax spp. (Araliaceae); Gynoxys

chigualensis, G. fuliginosa y G. spp. (Asteraceae); Berberis sp. (Berberidaceae); Tournefortia

fuliginosa, T. scabrida (Boraginaceae); Buddleja incana, B. multiceps, B. pichinchensis

(Buddlejaceae); Siphocampylus giganteus (Campanulaceae); Hedyosmum luteynii y H. spp.

(Chloranthaceae); Dixonia sp. (Dixoniaceae); Vallea stipularis (Elaeocarpaceae); Axinaea

quitensis, Brachyotum gracilescens, B. ledifolium y B. spp., Miconia barclayana y M. spp.

(Melastomataceae); Piper spp. (Piperaceae); Hesperomeles lanuginosa (Rosaceae). A mayor

altitud, en Ceja Andina, los arbustos son más frecuentes (entre ellos Hypericum laricifolium,

Brachyotum spp. y Lupinus spp.), pero ocasionalmente se encuentran árboles de Buddleja spp.,

Oreopanax spp., Polylepis spp. y Miconia spp., entre otras especies.

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluye la ceja andina; C: incluido en bosque húmedo

montano, bosque muy húmedo montano, bosque pluvial montano; H: bosque! . nublado! ..

6.1.3.4 Páramo herbáceo (Ilustraciones 23 y 24)

Los páramos herbáceos (pajonales) de esta región son similares a los de la cordillera occidental,

pero generalmente más húmedos. Ocupan la mayor parte de las tierras entre los 3.400-3.500 y

4.000 m. En su límite inferior bordean la Ceja de Andina arbustiva o, actualmente, campos

cultivados. Estos páramos están dominados por hierbas en penacho (manojo) de los géneros

Calamagrostis y Festuca, generalmente entremezclados con otras hierbas y pequeños arbustos.

Algunas especies, como por ejemplo Calamagrostis effusa, están restringidas a los páramos

herbáceos del norte del Ecuador, en las provincias de Carchi e Imbabura (S. Laegaard com.

pers.). Ejemplos de este tipo de vegetación se encuentran en los páramos de los Llanganates y en

el páramo de la Virgen. Extensas áreas del páramo de la Virgen y de los Llanganates incluyen

Page 96: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

96

asociasiones densas de musgos con arbustos y hierbas en sitios cenagosos que forman verdaderos

colchones de agua (tembladeras).

Flora característica: Calamagrostis effusa, C. spp., Festuca spp., Agrostis breviculmis (Poaceae);

Chuquiraga jussieui, Baccharis caespitosa y B. spp., Hypochoeris spp., Oritrophium sp.,

Werneria nubigena (Asteraceae); Gentiana sedifolia, Gentianella selaginifolia, G. ceratioides,

G. rapunculoides, Halenia spp. (Gentianaceae); Huperzia hypogea, H. llanganatensis,

Lycopodium spp. (Lycopodiaceae); Lupinus spp. (Papilionaceae); Ranunculus premorsus y R.

spp. (Ranunculaceae); Lachemilla orbiculata (Rosaceae); Castilleja sp. (Scrophulariaceae);

Valeriana microphylla, V. bracteata, V. aretioides y V. spp. (Valerianaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: microtermia higrófila de la cordillera oriental; C:

incluido en bosque muy húmedo subalpino, bosque pluvial subalpino, bosque muy húmedo

montano; H: páramo herbáceo.

6.1.3.5 Páramo de frailejones (Ilustración 25)

El frailejón es una planta del género Espeletia (Asteraceae). Este género es muy diverso en los

páramos de Colombia y Venezuela. Avanza hacia el sur a alturas entre 3.500 y 3.700 m.s.n.m.

en la cordillera oriental del Ecuador hasta la provincia de Sucumbíos con la subespecie Espeletia

pycnophylla ssp. angelensis (también presente en el sector occidental) formando verdaderos

"bosques de frailejones". En los páramos de los Llanganates, provincia de Tungurahua, se

encuentra la subespecie Espeletia pycnophylla ssp. llanganatensis. Las dos subespecies son

endémicas. Los páramos de frailejones en la provincia de Tungurahua representan el límite sur

de la distribución del género. Al igual que al lado occidental, los frailejones en Sucumbíos y en

los Llanganates pueden alcanzar 3-5 m de altura. Los reportes de los frailejones que crecen en

los Llanganates son pocos.

Page 97: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

97

Flora característica: Azorella spp. (Apiaceae); Espeletia pycnophylla ssp. angelensis, Espeletia

pycnophylla ssp. llanganatensis, Pentacalia andicola, Pentacalia spp., Diplostephium

floribundum, Baccharis tendalensis, Werneria crassa, W. pumila (Asteraceae); Eriocaulon

microcephalum (Eriocaulaceae); Calamagrostis intermedia, Agrostis tolucensis, Stipa ichu,

Festuca sp. (Poaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.3.6 Páramo de almohadillas (Ilustración 26)

Estos páramos están frecuentemente confinados a altitudes entre 4.000 y 4.500 m.s.n.m. Aquí las

hierbas en penacho decrecen en importancia y son ampliamente reemplazadas por arbustos,

hierbas de varios tipos, plantas en roseta y, especialmente en los páramos más húmedos, por

plantas en almohadilla. Pequeños árboles de los géneros Polylepis (P. pauta y P. incana) y

Escallonia pueden ocurrir. En el Iliniza hay rodales extensos de Polylepis lanuginosa entre los

4.200 y 4.300 m.s.n.m. Son mucho más húmedos que en el occidente. Se los encuentra, por

ejemplo, en algunas partes del páramo de la Virgen y en los Llanganates.

Flora característica: Las plantas en almohadilla pertenecen a muchas familias diferentes: Azorella

pedunculata, A. aretioides, A. corimbosa (Apiaceae), también especies de las familias Apiaceae,

Ericaceae, Geraniaceae, Plantaginaceae, Brassicaceae y Juncaceae. Entre las plantas no

almohadilladas se hallan: Baccharis spp, Chuquiraga jussieu, Culcitium spp., Diplostephium

rupestre, Loricaria sp., Oritrophium spp., Senecio spp., Werneria humilis, W. nubigena,

Werneria spp. (Asteraceae); Gentiana spp., Halenia spp. (Gentianaceae); Isoëtes spp.

(Isoetaceae); Distichia acicularis (Juncaceae); Huperzia hypogea, H. llanganatensis,

Lycopodium spp. (Lycopodiaceae); Plantago rigida (Plantaginaceae); Jamesonia spp.

(Pteridaceae); Draba aretioides (Brassicaceae); Hesperomeles obtusifolia var. microphylla,

Page 98: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

98

Lachemilla orbiculata (Rosaceae); Valeriana spp. (Valerianaceae); Viola spp. (Violaceae); y

varias especies del musgo Sphagnum.

Correspondencia en otros sistemas: AS: microtermia higrófila de la cordillera oriental; C:

incluido en bosque pluvial montano, bosque húmedo subalpino, bosque pluvial subalpino; H:

páramo de almohadillas y arbustivo.

6.1.3.7 Super Páramo (Gelidofitia)

Se extiende sobre los 4.700 m.s.n.m. Este tipo de vegetación, descrito por Acosta Solís (1968),

está dominado por líquenes y musgos. Las plantas superiores (fanerógamas) casi han

desaparecido y las que existen crecen más subterráneamente que hacia la atmósfera. Los rizomas

y raíces son muy desarrollados y las hojas son muy pequeñas. Ocurre, por ejemplo, en el

Antisana y el Cayambe. Algunas especies de la Gelidofitia de los Andes Orientales (como

Calamagrostis ecuadoriensis y C. guamanensis) no están presentes en la Gelidofitia de los

Andes occidentales (S. Laegaard com. pers.).

Flora característica: Aciachne flagellifera, Calamagrostis ecuadoriensis, C. guamanensis

(Poaceae); Loricaria ferruginea (Asteraceae); Draba aretioides (Brassicaceae); Valeriana

pilosa. Musgos: Andreana sp. y Grimmia sp. Líquenes: Lecanora sp. y Gyrophora sp.

Correspondencia en otros sistemas: AS: gelidofitia oriental; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.1.3.8 Herbazal lacustre montano alto (Ilustración 30)

No ha sido descrito como un tipo de vegetación especial anteriormente. Las lagunas andinas

tienen una flora característica que debe ser estudiada con más detalle para su clasificación. Esta

vegetación se encuentra, por ejemplo, en la laguna de Papallacta y en las lagunas de los

Llanganates (Pisayambo, Anteojos, Aucacocha, Yanacocha, Quillipaccha, etc.). La especie

Page 99: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

99

endémica Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae) se encuentra tanto en las lagunas del norte como

en las del sur.

Flora característica: Isolepis inundata (Cyperaceae); Callitriche deflexa (Calitrichaceae);

Crassula vanezuelensis (Crassulaceae); Myriophyllum quitense (Haloragaceae); Juncus

stipulatus y J. arcticus, Scirpus californicus (Juncaceae); Potamogeton filiformis y P. striatus

(Potamogetonaceae); Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.2 Subregión Sur

Se extiende hacia el sur del valle Girón-Paute (es decir, en las provincias de Azuay y

Loja), donde no existen volcanes activos y las montañas son generalmente más bajas,

ocasionalmente alcanzando los 4.000 m.s.n.m. (Hall 1977; Feininger 1987; Taylor 1991). Los

diferentes tipos de vegetación se encuentran generalmente a menor altitud que en el norte.

Aunque la información es incompleta, la composición florística a nivel de especies tiende a ser

diferente a de la del norte. Se han reportado varias especies restringidas a esta subregión, como

por ejemplo Oreocallis mucronata, O. grandiflora, Miconia dodsonii y Ceroxylon parvum. De

la misma manera, la mayoría de especies de las familias Podocarpaceae y Proteaceae se

encuentran restringidas a esta subregión (Jørgensen y Ulloa 1994). Cuatro de las cinco especies

de Bejaria (Ericaceae) se han registrado solamente en la subregión sur (Luteyn 1996). De

acuerdo con algunos estudios sobre la composición y estructura de bosques andinos, la subregión

sur es más rica en especies de árboles por unidad de área que la región andina norte y centro. En

el sur, en la provincia de Loja, a 2.700 y 2.900 m.s.n.m., se encontraron, respectivamente, 90 y

75 especies de árboles con tallos de más de 5 cm de diámetro, mientras al norte se han registrado

apenas 32 y 39 especies en parcelas a 2.900 y 3.300 m.s.n.m., respectivamente (Jørgensen 1992;

Page 100: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

100

Valencia y Jørgensen 1992). Además varios tipos de vegetación, como los bosques deciduos y

semideciduos y los páramos arbustivos, están restringidos a esta región. Varios tipos de

vegetación de la Sierra norte y centro no llegan acá. Tal es el caso de los los páramos secos, los

páramos de almohadilla y el super páramo o gelidofitia.

6.2.1 Sector Sur de los valles interandinos

Comprende los valles húmedos, secos y muy secos en las provincias de Azuay y Loja.

6.2.1.1 Matorral húmedo montano (Ilustración 16)

Es similar a la formación equivalente en el norte, pero menos húmeda y con una composición

florística diferente (Harling 1979). Comprende a los valles relativamente húmedos entre 2.000 y

3.000 m.s.n.m. que se encuentran en el callejón interandino. La vegetación original está, en su

mayor parte, destruida y ha sido reemplazaba por cultivos y por bosques de Eucalyptus globulus.

Los remanentes de vegetación original se encuentran generalmente en pendientes pronunciadas,

barrancos y otros sitios poco accesibles. Los matorrales o los pequeños remanentes de bosques

naturales pueden presentar una composición de especies distintas entre distintas localidades,

dependiendo del grado de humedad y el tipo de suelo. En Azuay, Oreopanax avicenniifolius es

frecuente. En el valle de Loja (con precipitación anual 704-906 mm, Espinosa [1948]), a

diferencia de lo que ocurre en los valles del norte, se pueden encontrar especies de tierras bajas

junto a especies andinas. Las cadenas montañosas bajas ofrecen condiciones particulares para

esto. Plantas de la Ceja Andina (Lomatia hirsuta, Oreocallis spp., Stipa sp. y Valeriana sp.)

pueden convivir aquí con cultivos tropicales introducidos como el banano, el café y los cítricos

(Espinosa 1948).

Flora característica: Ilex rupicola, I. lechleri (Aquifoliaceae); Oreopanax avicenniifolius

Page 101: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

101

(Araliaceae); Baccharis alaternoides, B. oblongifolia y B. spp. (Asteraceae); Alnus acuminata

(Betulaceae); Cleome longifolia (Capparaceae); Elaphoglossum spp. (Dryopteridaceae); Juglans

neotropica (Juglandaceae); Ocotea rotundata, Persea ferruginea (Lauraceae); Brachyotum

confertum, Tibouchina laxa (Melastomataceae); Cedrela lilloi (Meliaceae); Odontoglossum

gracile (Orchidaceae); Paspalum humboldtianum (Poaceae); Oreocallis grandiflora, O.

mucronata, Panopsis ferruginea (Proteaceae); Brugmansia arborea, Cestrum tomentosum,

Solanum spp. (Solanaceae); Symplocos spp. (Symplocaceae); Polypodium spp. (Polypodiaceae).

Varias especies de orquídeas son conocidas como endémicas de este tipo de vegetación.

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: incluido en bosque seco montano bajo,

bosque húmedo montano bajo; H: vegetación de matorral del sur.

6.2.1.2 Matorral seco montano (Ilustración 18)

Corresponden a los valles secos entre 1.400 y 2.500 m.s.n.m. Los árboles se encuentran

dispersos y alcanzan máximo 8 a 10 m de altura, con tallos sinuosos. Es, posiblemente, la

continuación de la vegetación que viene de la región seca del Perú (Harling 1979). Espinosa

(1948) nota que la región puede tener promedios anuales de 390-590 mm de precipitación y

23,7° C. Los ríos que atraviesan estos valles dan origen a una vegetación más abundante a su

alrededor y a una tierra apta para la agricultura. Las áreas fuera de la influencia de los ríos se

vuelven verdes con el surgimiento de las plantas anuales durante la época lluviosa. Los valles de

Catamayo, Malacatos y Vilcabamba presentan este tipo de vegetación.

Flora característica: Aloë vera (Aloëaceae); Tabebuia chrysantha ssp. meridionalis

(Bignoniaceae); Ceiba sp., Chorisia sp., Eriotheca ruizii (Bombacaceae); Opuntia spp.

(Cactaceae); Capparis flexuosa, C. millei (Capparaceae); Acacia macracantha, Mimosa quitensis

(Mimosaceae); Croton wagneri (es el arbusto más común, Euphorbiaceae); Dodonaea viscosa

Page 102: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

102

(Sapindaceae). En sitios más húmedos, Oreopanax rosei (Araliaceae); Schinus molle

(Anacardiaceae); Salix humboldtiana (Salicaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en xerofitia interandina; C: incluido en monte

espinoso premontano, estepa espinosa montano bajo; H: incluido en desiertos y semidesiertos

interandinos, vegetación de matorral del sur y matorrales enanos del extremo sur del Ecuador.

6.2.1.3 Espinar seco montano

Se trata de una formación de distribución restringida, dominada por plantas armadas o espinosas,

especialmente de la familia Cactaceae. Se encuentra en rangos altitudinales similares al matorral

seco montano, en áreas con menor precipitación y suelos más pobres. Esta formación puede ser

encontrada, por ejemplo, en el valle de Catamayo en Loja. Su composición florística es

posiblemente diferente a la de los espinares de los valles secos del norte del Ecuador.

Flora característica: La información sobre este tipo de vegetación es escasa pero especies

armadas de arbustos y especialmente de cactus son frecuentes (entre ellos Cleistocactus

icosagonus y C. leonensis). En este tipo de vegetación también crecen algunas especies del

matorral seco montano como Capparis flexuosa, Chorisia sp. y Eriotheca ruizii.

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.2.2 Sector Sur de la Cordillera Occidental

Incluye las estribaciones de las montañas de la cordillera occidental y sus lomos en las

provincias de Azuay, Loja y El Oro. Este sector está bastante deforestado y difícilmente se

encuentran remanentes de vegetación nativa.

Page 103: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

103

6.2.2.1 Bosque semideciduo montano bajo

Comprende bosques que van de los 1.100 hasta los 1.500 m.s.n.m. Esta vegetación corresponde

a una formación transicional entre los bosques húmedos y los bosques secos del sur. En esta faja

la mayoría de especies, al igual que familias enteras de árboles características de las tierras bajas

desaparecen (entre ellas Bombacaceae y Myristicaceae). Las leñosas trepadoras disminuyen en

número de especies e individuos, mientras las epífitas (musgos, helechos, orquídeas y bromelias)

se vuelven más abundantes. Los remanentes de este tipo de vegetación son muy escasos (por

ejemplo, el camino Pasaje-Chilla). Los límites altitudinales más bajos de este tipo de bosque se

encuentran en el sur (provincia de El Oro y Azuay).

Flora característica: Saurauia tambensis (Actinidiaceae); Anthurium ovatifolium, A.

angustilaminatum y A. spp. (Araceae); Aiphanes grandis (Arecaceae); Tabebuia chrysantha

(Bignoniaceae); Cecropia litoralis y C. sp. (Cecropiaceae); Sapium sp. (Euphorbiaceae);

Heliconia spp. (Heliconiaceae); Pleurothyrium obovatum (Lauraceae); Miconia denticulata y M.

spp. (Melastomataceae); Carapa megistocarpa (Meliaceae); Siparuna eggersii, S. croati

(Monimiaceae); Ficus spp. (Moraceae); Fuchsia spp. (Onagraceae); Sobralia oroana

(Orchidaceae); Bocchonia aff. integrifolia (Papaveraceae); Piper spp. (Piperaceae); Brugmansia

versicolor (Solanaceae).

Correspondencia con otros sistemas: AS: incluido en selva mesotérmica de la cordillera

occidental; selva submesotérmica de la cordillera occidental; C: incluido en bosque húmedo

premontano, bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo premontano, bosque muy

húmedo montano bajo, bosque pluvial premontano, bosque pluvial montano bajo; H: bosque

húmedo montano bajo.

Page 104: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

104

6.2.2.2 Bosque de neblina montano

Se distribuye desde los 1.500 m hasta los 2.800 o 2.900 m.s.n.m. Típicamente es un bosque

cuyos árboles están cargados de abundante musgo. En esta franja las epífitas, especialmente

orquídeas, helechos y bromelias, son numerosas en especies e individuos, registrando

probablemente su más alta diversidad. En esta parte de la cordillera es difícil separar el bosque

de neblina del bosque montano alto y la Ceja Andina debido a que la cordillera es muy baja,

registrando la altitud máxima en el cerro Villonaco a 3.000 m.s.n.m. Dos localidades donde se

encuentra un bosque nublado típico son Las Chinchas y Guachanamá, en la provincia de Loja.

En esta propuesta se incluye el bosque húmedo montano alto de este sector del Ecuador en el

bosque de neblina hasta que estudios más detallados que permitan separarlos si es el caso.

Flora característica: Aphelandra acanthifolia, A. chrisantha (Acanthaceae); Saurauia lehmannii

(Actinidiaceae); Bomarea cornuta, B. setacea y B. spp. (Amaryllidaceae); Mauria simplicifolia

(Anacardiaceae); Anthurium lennarti, A. marginatum, A spp. (Araceae); Oreopanax

eriocephalus, O. sessiliflorum y O. spp., Schefflera spp. (Araliaceae). En los límites altitudinales

bajos aparecen Aiphanes grandis, Ceroxylon alpinum (Arecaceae); Gynoxys jaramilloi,

Verbesina pentantha (Asteraceae); Begonia tropaeolifoeium y B. spp. (Begoniaceae); Brunellia

ovalifolia (Brunelliaceae); Siphocampylus humboldtianus, Centropogon spp. (Campanulaceae);

Carica omnilingua (Caricaceae); Weinmannia spp. (Cunoniaceae); Cyathea spp. (Cyatheaceae);

Bejaria resinosa, Psammisia ecuadorensis (Ericaceae); Columnea eubracteata (Gesneriaceae);

Gunnera spp. (Gunneraceae); Persea subcordata, Ocotea smithiana (Lauraceae); Brachyotum

spp., Miconia capitellata, M. rivetii y M. spp., Tibouchina orensis, T. martiniana

(Melastomataceae); Ruagea microphylla (Meliaceae); Fuchsia spp. (Onagraceae); Epidendrum

spp., Lepanthes grossiradix y L. spp., Pleurothallis trissa, P. obovatum, Stelis nutans y S. spp.

(Orchidaceae); Lupinus spp. (Fabaceae); Passiflora sprucei (Passifloraceae); Piper zarumanum y

Page 105: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

105

P. spp., Peperomia spp. (Piperaceae); Chusquea spp. (Poaceae); Oreocallis grandiflora

(Proteaceae); Rubus adenothallus (Rosaceae). En la parte más alta: Hypericum laricifolium

(Hypericaceae); Brachyotum spp., Miconia spp. (Melastomataceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva submesotérmica subandina de la

cordillera occidental, selva submesotérmica andina de la cordillera occidental; C: incluido en

bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo montano bajo, bosque pluvial montano; H:

bosque nublado.

6.2.2.3 Páramo herbáceo

Los páramos herbáceos (pajonales) en esta parte se extienden solamente entre 2.800 ó 2.900

hasta algo más de 3.000 m.s.n.m. y raramente cerca de 4.000 m.s.n.m. (como en Fierro Urco, a

3.788 m.s.n.m.). Hacia abajo bordean la ceja de montaña arbustiva o campos cultivados o

deforestados. Estos páramos están dominados por hierbas en penacho (manojo) de los géneros

Calamagrostis, Festuca y varias especies de Stipa. Los manojos de estas hierbas están

generalmente entremezclados con otras hierbas y pequeños arbustos.

Flora característica: Azorella spp. (Apiaceae); Baccharis spp., Chuquiraga insignis, Hypochoeris

sp., Oritrophium sp. (Asteraceae); Cyathea sp. (Cyatheaceae); Befaria resinosa (Ericaceae);

Gentiana spp., Halenia spp. (Gentianaceae); Lupinus spp. (Fabaceae); Neurolepis nana, N.

laegardii, Calamagrostris macrophylla, Stipa rosea (Poaceae); Ranunculus spp.

(Ranunculaceae); Polylepis spp. (Rosaceae); Castilleja sp. (Scrophulariaceae); Valeriana

imbricata, V. convallaroides (Valerianaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: microtermia higrofitia; C: incluido en bosque muy

húmedo subalpino, bosque pluvial subalpino, bosque muy húmedo montano; H: páramo

herbáceo.

Page 106: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

106

6.2.3 Sector Sur de la Cordillera Oriental

Incluye las estribaciones de las montañas de la cordillera oriental y sus lomos en las

provincias de Azuay, Loja y Cañar. El límite de este sector llega al menos hasta las cuencas de

los ríos Mazar, Juval y Púlpito (tributarios de Paute) en la provincia de Cañar.

6.2.3.1 Bosque siempreverde montano bajo

Corresponde a los bosques que van de los 1.300 hasta los 1.800 m.s.n.m. Los árboles (tales

como Podocarpus) alcanzan los 30 m de altura y 1 m de diámetro. Este tipo de vegetación en el

sector sur oriental, a diferencia de su contraparte en el norte, está dominado por árboles del

género Podocarpus. El género Chusquea de hierbas bambusoideas está representado por varias

especies que crecen densamente en el sotobosque. En esta faja, al igual que en el norte, la

mayoría de las especies características de las tierras bajas desaparece. Las lianas disminuyen en

número de especies e individuos, mientras que las epífitas (musgos, helechos, orquídeas y

bromelias) se vuelven más abundantes. Los límites altitudinales más bajos de este tipo de bosque

se encuentran en el sur (provincias de Azuay y Loja).

Flora característica: Anthurium grex-arium, A. spp. (Araceae); Geonoma weberbaueri, G. densa

y G. gastoniana, Wettinia eaquatorialis (Arecaceae); Ageratum iltisii (Asteraceae); Centropogon

quebradanus y C. spp. (Campanulaceae); Cecropia montana (Cecropiaceae); Cyathea sp.

(Cyatheaceae); Bejaria zamorae (Ericaceae); Hyeronima macrocarpa (Euphorbiaceae);

Columnea flexiflora (Gesneriaceae); Heliconia spp. (Heliconiaceae); Axinaea pauciflora,

Miconia caseariata, M. cosangensis y M. spp. (Melastomataceae); Siparuna cascada

(Monimiaceae); Ficus spp. (Moraceae); Fuchsia spp. (Onagraceae); Epidendrum neolehmannia,

Lepanthes auriculata y L. spp. (Orchidaceae); Podocarpus sprucei (Podocarpaceae); Piper sp.

(Piperaceae); varias especies de la familia Lauraceae.

Page 107: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

107

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva mesotérmica de la cordillera oriental,

selva submesotérmica de la cordillera oriental; C: incluido en bosque húmedo premontano,

bosque húmedo montano bajo, bosque muy húmedo premontano, bosque muy húmedo montano

bajo, bosque pluvial premontano, bosque pluvial montano bajo; H: bosque húmedo montano

bajo.

6.2.3.2 Bosque de neblina montano

Se distribuye desde los 1.800 hasta los 2.800 m.s.n.m. Típicamente es un bosque cuyos árboles

están cargados de abundante musgo. En esta franja las epífitas, especialmente las orquídeas,

helechos y bromelias, son numerosas en especies e individuos registrando probablemente su más

alta diversidad. Si bien el bosque de neblina se encuentra típicamente en el rango propuesto, en

algunas localidades puede encontrarse fuera de este rango altitudinal y se sugiere que

probablemente es una mezcla de elementos que pueden corresponder a otro tipo de bosque

nublado. Los límites del bosque nublado y su caracterización florística deben estudiarse mejor

para establecer una clasificación más fina y precisa.

Flora característica: Bomarea spp. (Amaryllidaceae); Anthurium corrugatum y A. spp. (Araceae);

Oreopanax andreanus (Araliaceae); Ceroxylon parvifrons, C. vogelianum, Geonoma lindeniana,

Wettinia aequatorialis (Arecaceae); Ageratina dendroides (Asteraceae); Begonia spp.

(Begoniaceae); Berberis sp. (Berberidaceae); Alnus acuminata (Betulaceae); Brunellia

zamorensis (Brunelliaceae); Centropogon comosus, C. heteropilis (Campanulaceae); Cecropia

angelica, C. villosa (Cecropiaceae); Hedyosmum translucidum y H. spp. (Chloranthaceae);

Weinmanni spp. (Cunoniaceae); Dicksonia stuebelii (Dicksoniaceae); Dennstaedtia macrosora

(Dennstaedtiaceae); Ceratostema alatum (Ericaceae); Escallonia paniculata (Escalloniaceae);

Sticherus pennigerus (Gleicheniaceae); Gunnera spp. (Gunneraceae); Aiouea dubia, Ocotea

Page 108: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

108

benthamiana, O. arnotiana (Lauraceae); Huperzia austroecuadorica, H. campiana, H. kuesteri,

H. loxensis (Lycopodiaceae); Axinaea sclerophylla, Brachyotum spp., Miconia caseariata, M.

zamorensis, M. dodsonii, M. examera y M. spp. (Melastomataceae); Fuchsia spp. (Onagraceae);

Brachionidium loxense y B. spp. (Orchidaceae); Passiflora spp. (Passifloraceae); Piper spp.,

Peperomia spp. (Piperaceae); Chusquea falcata (Poaceae); Podocarpus oleifolius

(Podocarpaceae); Cinchona lucumifolia, C. mutisii, C. rugosa, Elaegia ecuadorensis

(Rubiaceae); Serjania paniculata (Sapindaceae); Drymis granadensis (Winteraceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva submesotérmica subandina de la

cordillera oriental, selva submesotérmica andina de la cordillera oriental; C: incluido en bosque

húmedo montano bajo, bosque muy húmedo montano bajo, bosque pluvial montano; H: Bosque

nublado.

6.2.3.3 Bosque siempreverde montano alto

Se extienden desde los 2.800 hasta 3.100 m.s.n.m. en la cordillera oriental. El bosque

siempreverde montano es similar al bosque nublado en cuanto a la cantidad de musgos y plantas

epífitas. Se diferencia por un suelo generalmente cubierto por una densa capa de musgo y

árboles que tienden a crecer irregularmente, con troncos ramificados desde la base y algunos

desde muy inclinados a casi horizontales. Cerón y Montalvo (ined.) encontraron en Colepato

(cuenca alta del río Mazar, provincia de Cañar), a 3.100 m.s.n.m., 33 especies de 2,5 cm o más de

DAP en 0,1 hectáreas. Las especies más frecuentes en esta localidad son: Bejaria resinosa,

Cavendishia reticulata (Ericaceae), Weinmannia elliptica (Cunoniaceae) y Clethra ovalifolia

(Clethraceae). Incluye la "Ceja Andina" o vegetación de transición entre los bosques montano-

altos y el páramo, donde ocasionalmente se encuentran árboles de los géneros Oreopanax,

Polylepis, Buddleja y Miconia, entre otros.

Page 109: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

109

Flora característica: Bomarea brachysepala (Amaryllidaceae); Oreopanax impolitus, O.

obscurus, O. sessiliflorus (Araliaceae); Ageratina dendroides, Gynoxys regis, Pentacalia

thesefolia (Asteraceae); Brunellia ovalifolia (Brunelliaceae) Zinowiewia madsenii

(Celastraceae); Clethra revoluta, C. ovalifolia (Clethraceae); Weinmannia elliptica

(Cunoniaceae), Bejaria resinosa, Cavendishia reticulata (Ericaceae); Dicksonia sellowiana

(Dicksoniaceae); Aiouea dubia, Ocotea infrafaveolata, Persea spp (Lauraceae); Brachyotum

andreanum, Meriana furvanthera, Miconia spp. (Melastomataceae); Ruagea hirsuta (Meliaceae);

Siparuna petiolaris (Monimiaceae); Cinchona officinalis, Psychotria spp. (Rubiaceae);

Symplocos fuscata, Symplocos clethrifolia (Symplocaceae); Freziera microphylla (Theaceae);

Ternstroemia macrocarpa (Ternstroemiaceae). Cerca del páramo, en la Ceja Andina, los arbustos

como Hypericum laricifolium, Brachyotum sp. y Lupinus spp., entre otros, son más frecuentes.

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluye la ceja andina; C: incluido en bosque húmedo

montano, bosque muy húmedo montano, bosque pluvial montano; H: bosque nublado.

6.2.3.4 Matorral húmedo montano bajo

Se encuentra sobre los filos de las colinas o montañas en suroriente del país entre 1.200-1.300 y

1.800 m.s.n.m., a menudo sobre afloramientos de rocas calizas. En esta formación la vegetación

es extremadamente densa. Los árboles alcanzan los 8 m de altura y tanto sus ramas como sus

troncos están cargados de plantas epífitas y hepáticas. Probablemente ésta sea una de las áreas

con mayor endemismo en el país, pero es todavía poco conocida.

Flora característica: Saurauia crassisepala (Actinidiaceae); Anthurium cutucuense, A.

santiagoense (Araceae); Oreopanax microflorus (Araliaceae); Baccharis jelskii y B. spp.

(Asteraceae); Bonnetia paniculata (Bonnetiaceae); Guzmania asplundii y G. spp., Pitcairnia

andreetae (Bromeliaceae); Cecropia pastazana (Cecropiaceae); Costus zamoranus (Costaceae);

Page 110: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

110

Weinmannia sp (Cunoniaceae); Thibaudia harlingii (Ericaceae); Codonante erubescens

(Gesneriaceae); Persea spp., Ocotea spp. (Lauraceae); Calathea plurispicata (Marantaceae);

Meriania cuneifolia, Miconia imitans (Melastomataceae); Myrcia sp., Myrcianthes sp.

(Myrtaceae); Lepanthes narcissus y L. spp., Pleurothallis spp. (Orchidaceae); Passiflora

telesiphe (Passifloraceae); Ternstroemia spp. (Theaceae); Daphnopsis zamorensis

(Thymelaeaceae). En el sotobosque abundan Asplundia helicotricha y A. schizotepala

(Cyclanthaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

6.2.3.5 Páramo arbustivo

Se encuentra sobre los 3.100 m.s.n.m. Las hierbas en penacho son reemplazadas por arbustos,

hierbas de varios tipos, plantas en roseta y, especialmente en los páramos más húmedos, por

plantas en almohadilla. Pequeños árboles de los géneros Polylepis y Escallonia pueden ocurrir.

Flora característica: Azorella pedunculata, A. aretioides, A. corimbosa (Apiaceae); Baccharis

spp., Culcitium spp., Chuquiraga jussieu, Diplostephium rupestr, Loricaria sp.; Oritrophium

spp., Senecio spp., Werneria humilis, W. nubigena (Asteraceae); Draba aretioides, Draba sp.

(Brassicaceae); Siphocampylus asplundii (Campanulaceae); Gentiana spp., Halenia spp.

(Gentianaceae); Isoetes spp. (Isoetaceae); Distichia tolimensis (Juncaceae); Lupinus

alopecuroide (Fabaceae); Lycopodium spp. (Lycopodiaceae); Plantago rigida (Plantaginaceae);

Jamesonia spp. (Pteridaceae); Lachemilla orviculata (Rosaceae); Valeriana spp.

(Valerianaceae); Viola spp. (Violaceae); Sphagnum spp. (Sphagnaceae). Las plantas en

almohadilla pertenecen a muchas familias diferentes como compuestas, Umbelifera, Ericaceae,

Geraniaceae, Plantaginaceae, Brassicaceae y Juncaceae.

Correspondencia en otros sistemas: AS: microtermia higrófila de la cordillera oriental; C:

Page 111: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

111

incluido en bosque pluvial montano, bosque húmedo subalpino, bosque pluvial subalpino; H:

páramo de almohadillas y arbustivo.

6.2.3.6 Herbazal lacustre montano

No ha sido descrito como un tipo de vegetación especial anteriormente. Las lagunas andinas

tienen una flora característica que debe ser estudiada con más detalle para su clasificación. En las

la dunas de El Compadre, en el Parque Nacional Podocarpus, se registró Isoetes aff. lechleri, una

especie afín a los helechos que no se ha registrado en el norte (sus hojas son grandes en relación

a otras especies). La especie endémica Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae) se encuentra tanto en

las lagunas del norte como las del sur.

Flora característica: Isolepis inundata (Cyperaceae); Callitriche deflexa (Calitrichaceae);

Crassula venezuelensis (Crassulaceae); Myriophyllum quitense (Haloragaceae); Isoëtes aff.

lechleri (Isoetaceae); Juncus stipulatus y J. arcticus, Scirpus californicus (Juncaceae);

Potamogeton filiformis y P. striatus (Potamogetonaceae); Elatine ecuadoriensis (Elatinaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

Page 112: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

112

7 LAS FORMACIONES NATURALES DE LA AMAZONÍA DEL

ECUADOR

(W.A. Palacios, C. Cerón, R. Valencia y R. Sierra)

La región amazónica ecuatoriana (RAE) u Oriente corresponde a los territorios ubicados

por debajo de los 1.300 m.s.n.m. en las estribaciones orientales de los Andes, incluyendo todas

las cordilleras y tierras bajas hacia el este del límite anotado. Esta región constituye

aproximadamente el 50% de la superficie nacional. Se identifican la subregión Norte y Centro y

la subregión Sur, cada una con sus respectivos sectores.

Si se compara la RAE con su equivalente occidental, la Costa, hay algunas diferencias.

Toda la RAE recibe precipitaciones superiores a 2.000 mm, lo que determina la inexistencia de

formaciones secas, características de gran parte de la región costera. Por otro lado, aunque el

noroccidente de Ecuador posee un bosque húmedo cuya estructura es muy similar a aquellos de

la RAE, hay diferencias notables en cuanto a la composición florística. Los estudios de parcelas

de una hectárea han demostrado que hay un 50 % más especies arbóreas y de lianas en la RAE

que en el noroccidente del país (Palacios et al. 1997; Valencia et al. 1998). Por otro lado, la

Costa tiene un mayor nivel de endemismo o especies únicas, sobre todo por su gran variedad de

hábitats, desde muy secos hasta muy húmedos.

A diferencia de las regiones pacífica y andina, la Amazonía del Ecuador no mostró mayor

cambio en la cobertura sino hasta la segunda mitad de este siglo. En efecto, la primera carretera

que penetró hacia las tierras bajas orientales data de 1947, antes de lo cual el acceso requería del

uso de caminos de verano, generalmente no carrozables (Brown y Sierra 1994). Sin embargo, a

partir de entonces, el rápido avance de la frontera agrícola y la explotación petrolera han

requerido la transformación de extensas áreas de vegetación natural. Aproximadamente el 12 %

de la vegetación natural de la región ha sido transformada a cultivos y pastos (Sierra 1999).

Page 113: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

113

7.1 Subregión Norte y Centro

Comprende los territorios entre la frontera con Colombia, al norte, y la unión de los ríos

Zamora y Namangoza al sur, y la frontera con Perú al este.

7.1.1 Sector Tierras Bajas

7.1.1.1 Bosque siempreverde de tierras bajas

Este tipo de vegetación incluye los bosques sobre colinas medianamente disectadas o disectadas

y bosques sobre tierras planas bien drenadas, es decir no inundables, y los bosques en tierras

planas pobremente drenados. Los dos últimos podrían ser caracterizados como tipos de bosques

diferentes, pero se requiere de más información para clasificarlos independientemente. Los

bosques siempreverdes amazónicos son altamente heterogéneos y diversos, con un dosel que

alcanza los 30 m de altura y árboles emergentes que superan los 40 m o más de altura. Por lo

general, hay más de 200 especies mayores a 10 cm de DAP en una hectárea (Cerón 1997;

Palacios 1997a; Valencia et al. 1994; Valencia et al. 1998). Son los llamados bosques de tierra

firme que cubren la mayor parte de las tierras bajas amazónicas. Se incluyen los bosques sobre

suelos relativamente planos de origen aluvial o coluvial pero que actualmente no reciben la

influencia de los ríos, en especial aquéllos entre los ríos Payamino y Napo hasta el Aguarico.

Allí, gran parte de vegetación natural ha sido talada para dar paso a cultivos e inclusive grandes

monocultivos debido a la bondad de los suelos, quedando pocos relictos de bosques naturales

(por ejemplo, San Carlos-INIAP). Este tipo de bosques tiene hasta un 40 % menos especies que

los bosques que crecen sobre terreno colinado.

Flora característica: En bosques sobre colinas disectadas, las especies características son Iriartea

deltoidea, Oenocarpus bataua (Arecaceae); Virola duckei y Otoba glycycarpa (Myristicaceae);

Parkia multijuga (Mimosaceae); Eschweilera coriacea (Lecythidaceae); Pourouma minor y P.

Page 114: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

114

bicolor (Cecropiaceae). En el subdosel son abundantes Tetrathyllacium macrophyllum

(Flacourtiaceae); Protium fimbriatum (Burseraceae); Virola calophylla (Myristicaceae);

Tovomitopsis membranacea (Clusiaceae); Warscewiczia coccinea (Rubiaceae); Senefeldera

inclinata (Euphorbiaceae); entre otras. El árbol típico emergente es Cedrelinga cateniformis

(Mimosaceae). En zonas planas los árboles emergentes típicos son Ceiba pentandra y Chorisia

insignis (Bombacaceae). En estos bosques Otoba parvifolia (Myristicaceae); Ficus (Moraceae);

Chimarrhis glabriflora, Guarea kunthiana (Meliaceae) y Simira cordifolia (Rubiaceae); son las

especies más importantes del dosel. En el subdosel son comunes Matisia obliquifolia

(Bombacaceae); Trichilia laxipaniculata (Meliaceae); Hasseltia floribunda y Neosprucea

grandiflora (Flacourtiaceae). El sotobosque es a menudo integrado por especies del género

Calathea (Marantaceae) y varias especies de Clidemia y Maetia (Melastomataceae). Varias

especies de los géneros Diefenbachia y Philodendron (Araceae) están presentes en el estrato

herbáceo. Varias especies arbóreas independientes de Ficus crecen sobre suelos planos pero no

sobre suelos de colinas.

Correspondencia con otros sistemas: AS: selva pluvial macrotérmica de la región oriental o

hylea amazónica; C: incluido en bosque húmedo tropical, bosque muy húmedo tropical; H:

bosque húmedo de tierras bajas.

7.1.1.2 Bosque siempreverde de tierras bajas inundable por aguas blancas

Son bosques ubicados en las terrazas sobre suelos planos contiguas a los grandes ríos (entre ellos

Aguarico, Coca, Napo, Pastaza y Bobonaza) de aguas “blancas y claras”, con gran cantidad de

sedimentos suspendidos. En épocas de altas precipitaciones se inundan por varios días y los

sedimentos enriquecen el suelo. Estas terrazas pueden permanecer varios años sin inundarse.

Algunos autores llaman a estas formaciones “várzeas”. La vegetación alcanza hasta los 35 m de

Page 115: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

115

altura. En las orillas de los grandes ríos, afectadas constantemente por las crecidas, se forman

varios estratos horizontales de vegetación en diferentes estadíos de sucesión. Empezando desde

afuera, es carácterístico un estrato herbáceo-arbustivo donde sobresalen Gynerium sagitatum

(Poaceae); Tesaria integrifolia (Asteraceae) y Calliandra angustifolia (Mimosaceae); un

segundo estrato está constituido por especies de Cecropia (Cecropiaceae) que, a menudo,

forman manchas densas en las orillas de los ríos por debajo de los 300 y 450 m.s.n.m. Un tecer

estrato, ya hacia el bosque más estable, está formado por Ficus insipida (Moraceae) y

Calycophyllum spruceanum (Rubiaceae).

Flora característica: Los árboles del dosel pertenecen a Calycophyllum spruceanum (Rubiaceae);

Ceiba pentandra (Bombacaceae); Ficus insipida (Moraceae); Otoba parvifolia (Myristicaceae);

Guarea guidonia (Meliaceae); Terminalia oblonga (Combretaceae); Sterculia apetala

(Sterculiaceae); Acacia glomerosa (Mimosaceae), especialmente entre los 350 y 450 m.s.n.m. En

el subdosel son abundantes Trichilia laxipaniculata y Guarea macrophylla (Meliaceae). En la

orilla misma de los ríos se encuentra Gynerium sagitatum (Poaceae); Tesaria integrifolia

(Asteraceae); Cecropia spp. (Cecropiaceae); Calliandra angustifolia (Mimosaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

7.1.1.3 Bosque siempreverde de tierras bajas inundable por aguas negras

Se encuentra en los territorios inundables por ríos de aguas negras o en sistemas lacustres con

iguales características. Los ríos de aguas negras nacen en la misma llanura amazónica y

contienen grandes cantidades de compuestos orgánicos producto de la descomposición de la

materia orgánica, lo que provoca su color oscuro. En contraste con los ríos de aguas blancas, los

ríos de aguas negras contienen pocos sedimentos suspendidos. En estos bosques los troncos de

los árboles permanecen varios meses del año sumergidos dos a tres metros. Pocas especies de

Page 116: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

116

plantas están adaptadas a estas condiciones. Entre fines de diciembre y febrero, cuando las

lluvias escasean, las lagunas pierden la mayoría de agua y aparece una rica variedad de plantas

herbáceas, principalmente gramíneas. Algunos autores llaman a estas formaciones “igapó”.

Flora característica: La especie más conspicua del dosel es Macrolobium acaciifolium

(Mimosaceae). También son comunes árboles de Astrocaryum jauari y Bactris riparia

(Arecaceae); Genipa spruceana (Rubiaceae); Myrciaria dubia (Myrtaceae); Virola surinamensis

(Myristicaceae); Croton cunneatus (Euphorbiaceae); Pterocarpus amazonicus (Fabaceae) y la

liana Senna spinescens (Caesalpiniaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

7.1.1.4 Bosque inundable de palmas de tierras bajas

Esta formación es conocida localmente como "moretal". Ocupa grandes extensiones planas, mal

drenadas y, por lo tanto, pantanosas o inundables la mayor parte del año por lluvias locales cerca

de lagunas o ríos. El elemento más conspicuo de estas formaciones es la palma conocida como

morete (Mauritia flexuosa). Se localiza principalmente en la parte nororiental del país (por

ejemplo, alrededor de las lagunas de Añangu y Zancudococha), donde cubre cerca de 350.000

hectáreas. El centro y suroriente tienen manchas de menor tamaño. El dosel alcanza los 30 m de

altura, con sotobosque relativamente denso. Hay sitios donde los suelos no son tan inundables,

como aquéllos de Mariam, cerca de Tarapoa en el nororiente, donde Scheleea brachyclada

(Arecaceae) es más abundante que Mauritia flexuosa.

Flora característica: La especie más sobresaliente es el morete, Mauritia flexuosa (Arecaceae).

Otras especies presentes son Buchenavia sp. (Combretaceae); Scheleea brachyclada

(Arecaceae); Mauritiella aculeata (Arecaceae); Croton tessmannii (Euphorbiaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

Page 117: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

117

7.1.1.5 Herbazal lacustre de tierras bajas

Son formaciones herbáceas muy localizadas que alcanzan hasta los 4 metros de altura y se ubican

en los márgenes de lagunas de aguas negras transparentes, y ricas en compuestos orgánicos. Se

localizan, por ejemplo, en los alrededores de las lagunas de Cuyabeno, Imuya, Limoncocha y

Jatuncocha.

Flora característica: Montrichardia linifera (Araceae); Cyperus odoratus (Cyperaceae) y otras

especies de menor abundancia como Saggitaria sp. (Alismataceae); Ludwigia octovalvis

(Onagraceae); Pontederia rotundifolia (Pontederiaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

7.1.2 Sector Estribaciones de la Cordillera Oriental

7.1.2.1 Bosque siempreverde piemontano (Ilustración 23)

Aproximadamente entre los 600 y 1.300 m.s.n.m. ocurre una franja donde el traslape entre las

especies amazónicas y andinas es muy obvia. Pocas especies de árboles de las tierras bajas

superan el límite superior de los 1.300 m.s.n.m. El dosel superior en estos bosques alcanza los 30

m de altura. El subdosel y sotobosque son muy densos. A menudo se ven manchas de Bambusa

sp. (Poaceae). En Chaluayacu, en la vía Hollín-Loreto, se encontraron 130 especies mayores a 10

cm de DAP en una hectárea (Hurtado et al. en prep.). Dacryodes cupularis (Burseraceae) y otras

especies de este género son los elementos arbóreos más sobresalientes. La presencia de especies

de géneros típicos andinos como Saurauia (Actinidiaceae); Hedyosmum (Chloranthaceae);

Brunellia (Brunelliaceae) y Weinmannia (Cunoniaceae), aunque menos abundantes, muestra el

carácter de ecotono de esta zona.

Flora característica: Elementos muy importantes en el dosel son: Dacryodes cupularis

(Burseraceae); Iriartea deltoidea y Wettinia maynensis (Arecaceae); Pourouma guianensis

Page 118: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

118

(Cecropiaceae); Ocotea javitensis (Lauraceae); Erisma uncinatum; Vochysia ferruginea

(Vochysiaceae). En el subdosel aparecen Heisteria acuminata (Olacaceae); Matteniusa

tessmannii (Icacinaceae); Guarea persistens (Meliaceae); Catoblastus praemorsus (Arecaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva pluvial submacrotérmica flanco andina

oriental; C: incluido en bosque húmedo premontano, bosque muy húmedo premontano; H:

bosques montanos.

7.1.3 Sector de las Cordilleras Amazónicas.

7.1.3.1 Bosque siempreverde montano bajo (Ilustración 32)

Sobre las laderas de la Cordillera Galeras el bosque alcanza los 20-30 m de altura, es siempre

verde y muy denso, con tres estratos difíciles de separar. Esta formación se ubica entre 1.300

m.s.n.m. y 1.700 m.s.n.m. Cedrela odorata (Meliaceae) aparece a menudo como un árbol

emergente mientras que Dictyocaryum lamarckianum (Arecaceae) es la especie de mayor

presencia. El número de especies epífitas y hemiepífitas aumenta considerablemente con

relación a los bosques de tierras bajas, en especial dentro de las familias Piperaceae, Araceae,

Melastomataceae y Orchidaceae.

Flora característica: La especie más conspicua es Dictyocaryum lamarckianum (Arecaceae).

Además se encuentran Ocotea javitensis (Lauraceae); Dacryodes spp (Burseraceae); Cedrela

odorata (Meliaceae); Otoba glycycarpa (Myristicaceae); Alchornea leptogyna (Euphorbiaceae);

Guarea kunthiana (Meliaceae); Billia colombiana (Hippocastanaceae); Meriania hexamera

(Melastomataceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: selva pluvial submacrotérmica flanco andina oriental; C:

incluido en bosque húmedo premontano, bosque muy húmedo premontano; H: bosque húmedo

montano bajo.

Page 119: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

119

7.1.3.2 Matorral húmedo montano bajo

Sobre las crestas de las colinas de la Cordillera Galeras y Cutucú la vegetación es densa,

achaparrada, no superior a 8 m de altura. Hay poca información sobre esta área, pero las primeras

exploraciones indican un alto endemismo. Varias especies arbustivas de Alchornea

(Euphorbiaceae), Blaquea y Miconia (Melastomataceae), Weinmannia (Cunnonicaceae), Ilex

(Aquifoliaceae) y palmas arbustivas son típicas de esta formación vegetal. Mezcladas con estas

especies hay varias especies arbustivas y herbáceas de las familias Ericaceae, Cyclanthaceae,

Bromeliaceae y Arecaceae. Los líquenes y musgos son abundantes. En Galeras se han

encontrado varias especies desconocidas de las familias Myrtaceae, Humiriaceae y Lauraceae.

Flora característica: Alchornea spp. (Euphorbiaceae); los géneros Blakea y Miconia

(Melastomataceae); Weinmannia (Cunoniaceae); Ilex (Aquifoliaceae); varias especies arbustivas

de palmas.

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

7.2 Subregión Sur

Comprende la parte más suroriental del país, al sur de la unión de los ríos Zamora y

Namangoza.

7.2.1 Sector Tierras Bajas

7.2.1.1 Bosque siempreverde de tierras bajas

Se localiza en las partes planas contiguas a los ríos Zamora y Nangaritza, entre los 600 y 900

m.s.n.m. aproximadamente. La vegetación natural en estas áreas casi ha desaparecido por

completo, para ser reemplazada por cultivos y pastos. Sólo quedan árboles aislados en potreros o

chacras como evidencias de lo que fue la vegetación original.

Page 120: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

120

Flora característica: Algunas especies arbóreas representativas son: Terminalia oblonga y T.

Amazonía (Combretaceae); Sapium sp. (Euphorbiaceae); Guarea guidonia (Meliaceae); Grias

peruviana (Lecythidaceae); Pseudolmedia macrophylla (Moraceae); Caryodendron orinocense

(Euphorbiaceae). En bosques secundarios es común encontrar Dictyoloma peruviana (Rutaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva pluvial submacrotérmica flanco andina

oriental; C: incluido en bosque húmedo premontano, bosque muy húmedo premontano; H:

incluido en bosque húmedo montano bajo.

7.2.2 Sector Estribaciones de la Cordillera Oriental y de las Cordilleras Amazónicas

Este sector incluye la cordillera del Cóndor. Desde el punto de vista de diversidad

florística, la separación de esta cordillera de la cordillera de Cutucú, más al norte, puede resultar

errada. Sin embargo, hacen falta mas estudios para una mejor definición que compruebe o anule

la división geográfica usada aquí.

7.2.2.1 Bosque siempreverde piemontano

Al igual que en la parte norte de la RAE, entre los 800 y 1.300 m.s.n.m., sobre las laderas de las

cordilleras, ocurre una franja de vegetación donde se mezclan las especies amazónicas con

algunos elementos andinos. El dosel alcanza los 30 m de altura con especies como Iriartea

deltoidea y Oenocarpus bataua (Arecaceae), Otoba glycycarpa (Myristicaceae), Leonia

glycycarpa (Violaceae), Clarisia racemosa (Moraceae) y Ceiba pentandra y Gyranthera sp.

(Bombaceae). La relativa abundancia, comparada con los bosques más al norte, de

Caryodendron orinocense (Euphorbiaceae) es un carácter destacable. Los elementos andinos

frecuentes aquí son los géneros Ceroxylon (Arecaceae), Podocarpus (Podocarpaceae), Remigia

Page 121: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

121

(Rubiaceae) y la especie Ruagea glabra (Meliaceae), los cuales se encuentran mezclados con

géneros y especies de tierras bajas.

Flora característica: Iriartea deltoidea, Oenocarpus bataua y Ceroxylon sp. (Arecaceae); Otoba

glycycarpa (Myristicaceae); Leonia glycycarpa (Violaceae); Clarisia racemosa (Moraceae);

Ceiba pentandra y Gyranthera sp. (Bombacaceae), Caryodendron orinocense (Euphorbiaceae),

Podocarpus sp. (Podocarpaceae); Ruagea glabra (Meliaceae); Remigia sp. (Rubiaceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: incluido en selva pluvial submacrotérmica flanco andina

oriental; C: incluido en bosque húmedo premontano, bosque muy húmedo premontano; H:

incluido en bosque húmedo montano bajo.

7.2.2.2 Matorral húmedo montano bajo

Sobre las crestas de las colinas surorientales, donde el suelo es pobre y a menudo con

afloramientos de rocas calizas, la vegetación es baja y extremadamente densa. El dosel alcanza

los 8 m de altura y los árboles están cargados de epífitas. Estas formaciones contrastan

drásticamente con el bosque alto a la misma altitud donde el suelo presenta otras características.

El suelo está cubierto por una capa densa y gruesa de materia orgánica, donde abundan los

helechos. Sobre los troncos de los árboles crecen numerosas especies de orquídeas, helechos y

bromelias. Es posiblemente el tipo de bosque que tiene los mayores índices de endemismo en el

suroriente (Palacios 1997b).

Flora característica: Es común encontrar varias especies de Persea (Lauraceae); Tenstroemia

sp. y Bonnetia paniculata (Theaceae); Blakea sp. (Melastomataceae); Mollinedia sp.

(Monimiaceae); Elaeagia mariae y E. pastoense (Rubiaceae), Dacryodes sp (Burseraceae).

Correspondencia en otros sistemas: AS: no reconoce; C: no reconoce; H: no reconoce.

Page 122: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

122

8 EL MAPA DE VEGETACIÓN DEL ECUADOR CONTINENTAL

(R. Sierra, C. Cerón, W. Palacios y R. Valencia )

8.1 Escala y nivel de detalle

La propuesta preliminar para la clasificación de la vegetación del Ecuador continental

está diseñada para ser usada en estudios que buscan un nivel de detalle medio en la

caracterización de la vegetación. Por otro lado, varios investigadores (como Krumel et al. 1987;

Wiens et al. 1987, en Wiens 1995; McCoy y Bell 1991) notan que los niveles perceptibles de

complejidad y organización son fuertemente afectados por la escala. En cada escala hay ciertos

factores que dominan y determinan mayoritariamente la función y distribución de los elementos

bióticos del paisaje. Como fuera discutido en el Capítulo 2, a mayores escalas los factores

principales son el clima y la geología. La topografía es un factor que afecta los elementos del

paisaje a gran escala pero también en meso y microescalas. A escalas menores, las unidades

biogeograficas son definidas por procesos locales como migración y aislamiento, microclimas,

estructura del hábitat físico y otros factores. Esto significa que ciertos patrones del paisaje son

observables en ciertas escalas o detalle de análisis y no en otros. Un borde o corredor visible a

una escala puede desaparecer o al menos cambiar a otra escala (Gosz 1991).

Desde un punto de vista cartográfico, el nivel de detalle que se busca con la presente

propuesta va a estar principalmente representado a escalas de entre 1:1'000.000 a 1:250.000. Este

nivel de detalle requiere de un enfoque metodológico específico que no siempre es adecuado para

estudios más detallados y, en especial, aquéllos que buscan información taxonómica sobre la

vegetación a nivel local (por ejemplo, a escalas de 1:50.000 o 1:10.000). A estas escalas o

niveles de detalle es necesario validar los criterios de clasificación propuestos y ajustarlos para

que reflejen las condiciones locales. Por ejemplo, las altitudes de los pisos florísticos

presentados en la tabla 4.2 deben ser revisadas y, de ser necesario, modificadas para reflejar las

Page 123: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

123

condiciones locales. Los estudios locales requieren, además, de la colección de información

taxonómica o florística detallada, lo que depende por completo de las colecciones de campo

(Badhwar et al. 1986; van Gils y van Wijngaarden 1984), y de información ambiental más

detallada que la que generalmente está disponible en publicaciones estándares (como son los

anuarios meteorológicos). Por otro lado, la información local detallada generalmente puede ser

usada adecuadamente en un número limitado de escalas, específicamente al nivel de individuos y

comunidades, pero no al nivel de ecosistemas o paisajes, ya que su extrapolación puede producir

resultados insatisfactorios.

Por esta razón se han desarrollado varios esquemas que incorporan el concepto de escala

o detalle a la jerarquía de clasificación. Rushton (1992), por ejemplo, propuso un modelo de

Aunidades ecológicas@ basado en una estructura jerárquica, el mismo que se ajusta al concepto de

escala. Las escalas mayores (con menor detalle) identifican unidades generales afectadas por

factores ambientales macro (tales como, altitud, clima y geología). Un nivel de certidumbre

aceptable es posible a esta escala si las unidades identificadas o predichas son generales. El

siguiente nivel, equivale, en forma aproximada a aquellas escalas que permiten definir unidades

homogéneas de vegetación. Estas unidades son, en forma general, equivalentes a ecosistemas. A

este mismo nivel, pero con un poco más de detalle se pueden identificar comunidades, que son

ensamblajes específicos de especies. El tercer nivel, el más fino el modelo de Rushton, identifica

especies individuales. Cada nivel restringe la probabilidad de existencia de una especie en un

determinado lugar basado en el filtro impuesto por correlaciones definidas a escalas mayores (es

decir, a menor nivel de detalle). El esquema propuesto por Rushton es consistente con la

estructura y el detalle a cada nivel de la jerarquía de la propuesta presentada en este documento

(Tabla 8.1). Estos rangos son aproximados ya que la heterogeneidad y fragmentación son

aspectos importantes que determinan cuán posible es identificar unidades específicas a cada nivel

Page 124: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

124

Tabla 8.1. Relación tentativa entre el nivel de los factores, el nivel de agregación o generalización y la escala de análisis, basado en el esquema de Rushton (1992) y su correspondencia con esta propuesta. Nivel Factores dominantes Nivel de agregación Escala I Macro (clima, geología, etc.) Formación tipo > = 1:1'000.000 IIa Meso (suelos, topografía) Clase de vegetación 1:500.000-100.000

+ regiones naturales + pisos florísticos

IIb Meso (topografía, suelos) No aplica (asociaciones) 1:50.000-1:25,000 III Micro (biológicos/evolutivos, etc.) No aplica (asociaciones) 1:5000-1:1.000

de detalle. Otro ejemplo es Gosz (1993, en Weins 1995), quien propuso una jerarquía ordenada

desde plantas individuales a poblaciones, a manchas, a paisajes, hasta bioma.

Esto significa que hay una escala apropiada para estudiar ciertos elementos del paisaje y

que estudiarlos a escalas no apropiadas genera información invalida (o sea, respuestas erradas).

Kolasa y Rollo (1991) definen esta relación como el paralelo entre heterogeneidad cuantificada y

heterogeneidad funcional. Heterogeneidad cuantificada es la percepción del investigador sobre

la variabilidad de los elementos de un sistema o paisaje, basado en la estructura teórica y los

instrumentos que usa. Heterogeneidad funcional es la diversidad de los elementos del paisaje

que funcionan o existen a determinado nivel y son independientes de la forma y los medios en

que la investigación cuantifica (es decir, ésta es la realidad). El mantener la relación apropiada

entre estas dos dimensiones es lo crítico en el estudio de la variabilidad biológica en una región y

a través de regiones. Los elementos dominantes y la variabilidad de estrategias y fisiologías a

nivel de las hojas no son los mismos que al nivel de ecosistema. Cada uno requiere de una escala

apropiada.

La escala apropiada depende directamente de la cantidad de información disponible (es

decir, del intervalo espacial y temporal de la muestra), del nivel de detalle y precisión requerido,

y de la definición de cuáles son los factores determinantes o característicos de los objetos a

Page 125: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

125

examinarse. La mejor manera de definir la escala apropiada es reconocer los mecanismos que

regulan la variabilidad espacial y temporal de un sistema o región. Cada nivel o escala de análisis

tiene un número determinado de elementos funcionales y formativos que dominan y a los que se

pueden examinar. Por ejemplo, generalmente las unidades ecológicas son en realidad un

mosaico sucesional cuyas subunidades es posible mapear solamente en áreas muy pequeñas. Su

ubicación a escalas mayores o a mayores niveles de agregación requiere de una generalización en

lo que es considerado un ecosistema específico. Las definiciones estrictas para las unidades de

cualquier sistema son más difíciles de mantener cuando el tamaño de las unidades de análisis

aumenta (Levin 1993). El resultado práctico de esta relación es que a mayor escala la definición

de las unidades de análisis es necesariamente menos precisa. Estadísticamente la varianza en el

paisaje (o la heterogeneidad) se incrementa con el incremento del detalle (véase, por ejemplo,

Kolasa y Rollo 1991; Nellis y Briggs 1989; Turner et al. 1989b; Woodcock y Strahler 1987) y,

por lo tanto, la certidumbre de las mediciones disminuye. Esto es fácil de visualizar si

consideramos el simple ejemplo de la población urbana. Las características socioeconómicas

que definen los elementos básicos (como la familia) se convierten de más a menos definidos

conforme el nivel de agregación y el tamaño (tanto en número como en área) de las unidades

aumenta (por ejemplo la manzana, el barrio, el sector). Con cada nivel de agregación las

características descriptivas de la unidad se vuelven menos precisas. Cada hogar es representado

por un índice o promedio, cuya eficiencia disminuye con el aumento del nivel de detalle.

El concepto de escala espacial tiene dos componentes: el detalle, definido por tamaño de

la unidad mínima de mapeo, y la extensión, o el tamaño del área de estudio (Davis y Simonet

1991; Turner et al. 1989a). La relación entre la escala y el nivel de detalle y su precisión ha sido

ampliamente discutida dentro del área de fractales (Mandelbrot 1967, 1983). Mandelbrot y

Richardson (1961, en Gatrel 1991) demostraron que la medición de la longitud de una línea

Page 126: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

126

irregular da diferentes resultados dependiendo de la escala de trabajo. Formas básicas (como la

linea, el cuadrado, la esfera y similares) muestran la misma cantidad de información a cualquier

escala. Pero los objetos naturales (como la vegetación) no tienen formas básicas y la escala

afecta el nivel de información (detalle) al que se pueden definir. Por ejemplo, los resultados de

mediciones del perímetro y el área de un tipo determinado de vegetación serán mayores mientras

menor sea la escala de trabajo. Más aún, mientras más irregular es una línea en un mapa, mayor

es la diferencia entre las medidas de la misma línea producida a varias escalas. Esta relación

entre escala y detalle aplica a líneas, polígonos o regiones y sus atributos básicos (como área,

diámetro, perímetro, etc.). Por este motivo, la caracterización cuantitativa de procesos o sistemas

ambientales es dependiente de la escala de análisis. Concretamente, la determinación de los

límites físicos de un ecosistema depende de la escala y el detalle (véase, por ejemplo, O=Neill et

al. 1986; Cohen et al. 1990).

El segundo elemento de la escala, la extensión, esta también relacionado con la

heterogeneidad del paisaje. El ampliamente reconocido trabajo de MacArthrur y Wilson (1967)

planteó la relación positiva entre área y diversidad. Ellos notaron que el área es una medida

indirecta de la variación ambiental y que esta variación afecta el número de especies que se

puede encontrar en una región. En la práctica, la confiabilidad de la extrapolación de

información a áreas mayores que la original es inversamente proporcional a la intensidad y

amplitud espacial de muestreo. El resultado es que rara vez la información regional derivada

(esto es, extrapolada) de datos locales (o sea de colecciones) es suficientemente confiable. Esto

se debe a que los métodos que permiten caracterizaciones exactas de áreas relativamente

pequeñas no se prestan para generalizaciones regionales si el tamaño y la distribución espacial de

la muestra no fueron diseñados para regionalizar la información o no son apropiados para ser

usados con las herramientas generalmente utilizadas en estudios de caracterización ecológica

Page 127: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

127

regional. Una muestra escasa y concentrada no necesariamente provee de información valida

sobre áreas distantes aún si las condiciones físicas fueran similares. Un problema adicional es la

confiabilidad de los datos en períodos de tiempo determinados. La confiabilidad disminuye con

el período de tiempo y en relación con la escala. Esta relación es aún más fuerte en aquellos

sistemas bajo influencia humana o en períodos de crisis. La siguiente sección ofrece algunas

alternativas prácticas para hacer estudios regionales en forma confiable.

La extrapolación de la información puede ser hecha en cualquiera de los componentes (a

través de escalas o a hacia áreas fuera del área de estudio original) pero el uso de la información

generada a un nivel de detalle en otro nivel de detalle introduce importantes errores que se

incrementan mientras mayor es la diferencia entre la escala original y la asumida. Existe un

rango de escalas dentro del cual la extrapolación o la correlación es válida pero faltan estudios

que definan con precisión cuál es éste (Benson y MacKenzie 1995; Turner et al. 1989b). Como

regla general, es posible establecer que la información a una escala determinada puede ser

comparada con la información al doble o a la mitad de su nivel de detalle o escala. Otras

relaciones requieren de métodos que generalmente están fuera del alcance de la mayoría de los

usuarios, como son los análisis geoestadísticos (pro ejemplo, Rossi et al. 1992) y teoría de

jerarquías (por ejemplo, Urban et al. 1987).

8.2 Metodología

El modelo cartográfico usado para la elaboración del mapa de vegetación del Ecuador

continental consiste de dos submodelos que reflejan la estructura jerárquica de la propuesta

detallada en los capítulos 4 a 7. El primer submodelo permite la identificación de las clases de

vegetación del Ecuador continental. La identificación de las clases de vegetación se fundamenta

en teorías ecológicas sobre nichos y adaptación ambiental y el análisis de gradientes de

Page 128: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

128

vegetación (Franklin 1994, 1995; Cherrill et al. 1995). En una segunda etapa, las clases de

vegetación son subdivididas en unidades florísticas generales correspondientes a las

formaciones naturales mediante un sistema experto que usa las regiones naturales y los pisos

florísticos para definir formaciones florísticas homogéneas y únicas. Esquemas similares han

sido aplicados en una variedad de escenarios. Cherrill et al. (1995), por ejemplo, usaron un

modelo similar para predecir la distribución de 579 especies en el norte de Inglaterra. Su modelo

predijo la distribución del 59 % de las especies con un nivel de certeza superior al 95 %.

El primer submodelo usa el presupuesto hídrico y la elevación para identificar patrones

espaciales y la distribución teórica de las formaciones ecofisiológicas relevantes. Los tipos de

vegetación identificados por el primer submodelo corresponden a lo que Walter y Breckle (1985)

denominan zonobiomas, es decir vegetación típica para una determinada condición ambiental.

Existen, sin embargo, otras clases de vegetación que son atípicas, es decir que no son predecibles

con la información usada; los denominados por Walter y Breckle orobiomas (definidos por la

elevación) y pedobiomas (definidos por el tipo de suelo o sustrato). En el caso de Ecuador,

éstos son varios. Tipos de vegetación atípicos son, por ejemplo, orobiomas como los bosques

siempreverdes de las cordilleras de la costa y pedobiomas como los manglares, bosques

inundables y herbazales. La identificación de pedobiomas y orobiomas fue hecha mediante

sensores remotos satelitarios.

El tamaño, forma de crecimiento (área total de las hojas y altura del dosel), tamaño,

dureza (pérdida potencial de agua) y duración de las hojas determinan los requerimientos de agua

y energía de la vegetación. El resultado es que la biomasa varía desde muy baja en zonas áridas a

muy alta en zonas muy húmedas (Box 1981; Walter y Breckle 1985; Woodward 1987), creando

un gradiente fisonómico que va desde bosque siempreverde denso a desierto, pasando por bosque

semideciduo a deciduo a sabana y a matorral. La elevación afecta a la temperatura y la

Page 129: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

129

disponibilidad de agua. En la costa del Ecuador, el efecto más importante es el incremento en la

disponibilidad de agua que ocurre por la precipitación horizontal en la forma de neblinas o

garúas. En los Andes, la temperatura y su variación afectan el presupuesto hídrico

independientemente del volumen total acumulado en los varios elementos del paisaje (suelo,

vegetación, etc.). Las temperaturas bajas disminuyen la disponibilidad de agua para el

crecimiento vegetal. Las temperaturas bajas traen también importantes consecuencias fisiológicas

(relacionadas con la sensibilidad de las membranas celulares a la congelación del agua) ya que la

formación de hielo entre las células de la planta, en especial de las hojas, es generalmente fatal

(Levitt 1980). Estos principios ecofisiológicos han sido aplicados en varias ocasiones para

generar mapas potenciales de vegetación a nivel mundial (entre ellos Eyre 1968; Larcher y Bauer

1981; Neilson et al. 1992; Prentice 1990; Walter 1985; Woodward 1987) y se han propuesto

recientemente como una alternativa válida para los estudios regionales al nivel de clases de

vegetación (por ejemplo FGDC 1997).

El mapa del presupuesto hídrico del Ecuador continental usado para la identificación de

las clases de vegetación se encuentra en uno de los recuadros de los mapas incluidos. Un mes

seco es aquél en el que la evapotranspiración potencial excede la precipitación medida durante

ese mes. La evapotranspiración potencial se calculó aplicando la fórmula de Thornthwaite

descrita en Mather (1978) y los ajustes por la variación mensual de las horas de luz diarias

descritas en De la Rosa et al. (1998). Los datos sobre precipitación medida para el período 1976-

1995 fueron obtenidos de los anuarios meteorológicos del Instituto Nacional de Meteorología e

Hidrología. La información sobre precipitación y evapotranspiración potencial fue extrapolada a

todo el país usando el método de Kriging, una resolución de 200 metros, con anisotropía norte-

sur, para minimizar el impacto de las cordilleras costeras y de los Andes8 y un promedio de 213 y

8 Con radios de 0,75 y 0,5 grados en los sentidos norte-sur y este-oeste, respectiva-

Page 130: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

130

97 estaciones por año para precipitación y evapotranspiración (es decir, temperatura),

respectivamente. Las superficies de precipitación y evapotranspiración fueron calculadas para

cada mes para identificar las áreas del Ecuador continental que tuvieron un exceso de

precipitación. El presupuesto hídrico anual es la suma del número de meses secos al año. El

presupuesto hídrico típico para cada área del Ecuador corresponde al promedio de meses secos

que experimenta cada área del Ecuador continental (N = 20).

La relación entre el presupuesto hídrico y la elevación y las clases de vegetación fue

establecida empíricamente comparando el tipo de vegetación identificada en el campo y las

condiciones ambientales en las que éstas aparecen. En total se analizaron 235 puntos de control,

152 colectados durante este estudio y 82 de publicaciones sobre tipos de vegetación en el

Ecuador. Los resultados de ocurrencias se presentan en la Tabla 8.2 en la cual se agrupa la

vegetación en tres clases generales: húmeda, seca y muy seca. En la región húmeda están los

bosques y matorrales húmedos (como son el Bosque siempreverde de tierras bajas, el Bosque

montano bajo, etc.). En la región seca están los bosques secos (esto es, los bosques deciduos y

semideciduos y sabanas). En la región muy seca están los matorrales y espinares. Hay una

diferenciación más o menos clara entre los ecosistemas secos y muy secos y los húmedos. La

diferenciación es menos clara entre las clases de vegetación secas y muy secas.

Las regiones muy secas del Ecuador, es decir, aquellas donde la vegetación está

caracterizada por matorrales secos y espinares, corresponden principalmente a áreas bajo los 200

m.s.n.m. donde hay 11 meses o más de sequía (Figura 8.1). Sobre esta elevación la vegetación

cambia paulatinamente a bosque deciduo, semideciduo y siempreverde debido al incremento de

la disponibilidad de agua por efecto de la precipitación horizontal y la disminución de la tem-

mente para incorporar estaciones más lejanas en sentido norte-sur que en sentido este-oeste.

Page 131: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

131

Tabla 8.2 Relación entre número de meses secos al año y el tipo de vegetación general. No se registraron puntos de control en áreas con 0 meses secos. Número de Número de observaciones Meses secos al año Vegetación húmeda Vegetación seca Vegetación muy seca

12 1 1 9 11 5 17 26 10 5 13 4 9 9 3 3 8 14 3 6 7 18 2 0 6 11 0 0 5 17 0 0 4 23 1 0 3 19 0 0 2 4 0 1 1 22 0 0 0 - - -

peratura, y, por lo tanto, de la evapotranspiración potencial. Los bosques deciduos ocurren

principalmente bajo los 100 m.s.n.m. en áreas donde hay entre diecinueve meses secos. En estas

condiciones ambientales, los bosques semideciduos aparecen sobre los 100 m.s.n.m. por el

incremento de la precipitación horizontal. Sobre los 300 m.s.n.m. pueden aparecer bosques

siempreverdes. Los bosques semideciduos están bajo los 100 m.s.n.m. en áreas con nueve y ocho

meses secos al año y sobre éstos están bosques siempreverdes. Las áreas con siete o menos

meses secos al año corresponden a vegetación húmeda a casi cualquier elevación. El mapeo de

los pedobiomas del Ecuador continental se hizo mediante la interpretación visual de las imágenes

satelitarias. Éstos fueron integrados a las clases de vegetación identificadas mediante el

presupuesto hídrico y la elevación.

En la Figura 8.1 también están las observaciones de vegetación que no corresponden al

tipo general de ambiente en el que éstos aparecen. Esto se debe a dos factores. El primero es

que hay otros factores que afectan a la vegetación que no fueron analizados aquí. Por ejemplo, la

posición respecto a las barreras que impiden el paso de la humedad que llega desde el mar (el

Page 132: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

132

llamado efecto de sombra), es un factor importante que debería ser tomado en cuenta para

estudios locales. A nivel regional o nacional, el factor más importante es, sin embargo, el

número relativamente limitado de estaciones de información climática. Esto es especialmente

importante para aquellas áreas donde la variación climática es rápida, donde la dispersión de

estaciones generaliza excesivamente la condiciones locales. Esta limitación también es

importante para explicar las diferencias con otras caracterizaciones ambientales y la vegetación

(véase, por ejmplo, FAO 1992). De acuerdo con éstas, la vegetación húmeda debería aparecer

solo en regiones con menos de dos meses secos al año. En el Ecuador, la vegetación húmeda (es

decir, siempreverde) ocurre en áreas con hasta siete meses secos al año. Esto es posible porque

las mediciones de precipitación subestiman la disponibilidad de agua a nivel local y, en especial,

no miden la precipitación horizontal. En otras palabras, el presupuesto hídrico real es diferente

que el medido a través de los datos climáticos usados aquí. En el caso del norte de la Costa, el

número de meses secos es posiblemente bastante menor que el estimado. La falta de estaciones

en esta región hace que la inercia de las estaciones al sur, en la región seca, subestimen la

disponibilidad de agua para la vegetación.

El segundo submodelo clasifica las clases de vegetación del Ecuador de acuerdo con la

región natural y el piso florístico en el que ocurren para definir las formaciones naturales del

Ecuador. Las formaciones naturales del Ecuador continental reconocidas por el modelo

cartográfico usado se presentan en el Mapa de Vegetación del Ecuador Continental, a escala

1:1'000.000, que acompaña este documento. Existen algunas diferencias con la propuesta de

clasificación debido a que el modelo usado aplica en forma rígida los criterios ambientales y

florísticos. Otras diferencias se deben a que la metodología usada no permite separar tipos de

vegetación que ocurren en ambientes similares y que se deben a condiciones locales no evaluadas

aquí. Éste es el caso de los espinares y las formaciones litorales. En otros casos, el trabajo de

Page 133: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

133

campo y la correlación empírica entre vegetación y ambiente hecha aquí permitió identificar

ciertas formaciones específicas que están incluidas en la propuesta dentro de formaciones más

generales (tal es el caso de los bosques deciduos montano bajos del sur de la costa). En estos

casos, éstas fueron incorporadas en el mapa.

La información satelitaria sobre cobertura de la vegetación natural fue también usada para

estimar la cobertura actual aproximada de cada una de las formaciones naturales del Ecuador

continental. Estos resultados se presentan en el mapa Vegetación Remanente del Ecuador

Continental, Circa 1996, a escala 1:1'000.000 que acompaña a este documento.

FIGURA 8.1

Page 134: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

134

8.3 La relación entre el estudio de la vegetación y de la biodiversidad a

nivel regional

Hasta hace solo poco más de medio siglo el objetivo de los estudios de vegetación era

generalmente actuarial, es decir, conocer qué existía en el planeta y en sus regiones. A este

objetivo, todavía válido por cierto, se han sumado recientemente varios que son de cardinal

importancia para justificar una propuesta como la presentada aquí. Tres objetivos que requieren

un sistema de clasificación de la vegetación apropiado merecen especial atención: 1) apoyar a la

conservación, el manejo y el monitoreo de los recursos biológicos a nivel mundial, continental,

nacional y regional, y en este caso específicamente en el Ecuador, 2) facilitar la evaluación del

impacto en la biodiversidad nacional y regional de actividades productivas y de políticas

específicas; y 3) generar información base para estudios de cambio climático y de balance

hídrico y de CO2 a nivel global.

La importancia de un sistema de vegetación para alcanzar el primer objetivo está

relacionada con el hecho de que el probable incremento de las tasas de extinción biológica en las

últimas décadas se debe, en gran medida, a la destrucción y fragmentación de los hábitats, es

decir, a un proceso que opera a nivel de regiones o paisajes. Su importancia está también

relacionada con el hecho de que la vegetación es una unidad de análisis que refleja eficiente,

aunque no perfectamente, la biodiversidad total a varios niveles de agregación y extensión, y

especialmente al nivel de hábitats9. El estudio de las relaciones entre los patrones espaciales de

las estructuras del paisaje (bosques, suelo, cultivos, etc.) y los patrones y procesos ecológicos

permite responder preguntas como: ¿cómo afecta la estructura de los ecosistemas la distribución,

migración o viabilidad de organismos?, o ¿cómo son influenciados los patrones de depredación

9 Para más detalle véanse Reich y Borchert (1984) y Sarmiento y Monasterio (1983).

Page 135: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

135

por la distribución y la estructura de los hábitats? En efecto, varias organizaciones nacionales e

internacionales han enfatizado en las ultimas dos décadas programas de investigación, monitoreo

y protección de biodiversidad a nivel regional o de paisaje que usan como unidades de análisis

los conceptos de comunidades, hábitats o ecosistemas. Varios autores coinciden en que estas

estrategias son las más eficaces para asegurar la conservación de la biodiversidad (Kremer et al.

1994; Jenkins 1988; Noss 1987; Scott et al. 1987, 1992) y para entender las razones de su

destrucción. Noss (1987) y Jenkins (1988), por ejemplo, estiman que los esfuerzos de

conservación al nivel regional pueden garantizar la protección de alrededor del 90 % de la

especies silvestres.

Existe una correlación directa entre la biodiversidad medida en función de los tipos de

vegetación y la totalidad de la biodiversidad en una región ya que la vegetación es el sustrato

sobre el que los componentes zoológicos de los ecosistemas, vertebrados e invertebrados,

existen. Es también el producto de la interacción entre clima, suelos, topografía y el desarrollo

evolutivo de las comunidades en general. El resultado es que cada conjunto de hábitats tiene

especies características (van der Maarel 1988), que forman una comunidad compleja y

característica. El medio en el que vive una comunidad está generalmente restringido a un lugar

geográfico y tiene tres componentes: el medio ambiente físico y químico, los recursos

disponibles (alimento, espacio, etc.) y los organismos interactuantes. Dentro del medio ambiente

físico y químico está la estructura del hábitat, con microelementos como pequeñas grietas,

mesoelementos como la vegetación, y macroelementos como el clima.

En general, la dominancia del mesoelemento vegetación para explicar las características

de la diversidad animal ha sido ampliamente reconocida. Esta dominancia se basa en varios

factores, entre los que se destaca: la correlación entre la abundancia de alimentos primarios y el

volumen de la biomasa vegetal, y la correlación entre el número de nichos o microhábitats

Page 136: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

136

disponibles y la complejidad de la vegetación. En la práctica, los elementos estructurales de la

vegetación han sido usados frecuentemente como indicadores de hábitats y ecosistemas en

aquellos estudios de ecología que analizan las relaciones entre la estructura de los hábitats y sus

componentes (Bell et al. 1991; Cody y Walter! . 1976; Erderlen 1984; James y Wamer 1982;

Karr y Freeman 1983; Moermond 1986; Moran 1980; O'Neill et al. 1995; Pounds 1991; Sabo

1980; Tuomisto 1993)10. Estos trabajos sugieren que el tamaño y la complejidad estructural de

las plantas están directamente relacionados con la diversidad alfa ya que juegan un papel crítico

en función del número de nichos o microhábitats que proveen. Wiens (1995) sugiere que, a

mayor nivel de agregación, la diversidad beta está también relacionada con la complejidad del

mosaico de hábitats presente.

En general, la relación entre la biodiversidad y la complejidad de los hábitats y la

superestructura de los ecosistemas ha sido ampliamente reconocida en el campo de la ecología

(véase, por ejmplo, MacArthur y MacArthur 1961; McCoy y Bell 1991; Terborgh y Petren

1991). MacArthur y MacArthur (1961), por ejemplo, propusieron que la diversidad de especies

de aves está relacionada con el tamaño del área y la complejidad vertical de la vegetación.

Algunas investigaciones incluso proponen que la estructura de los ecosistemas (usualmente

definidos en función de la vegetación) determina las formas fenológicas animales que son

eficientes y, por lo tanto, cuáles son seleccionadas y dominantes (Moermond 1986; Pounds

1991), la abundancia de individuos por especie (Denno y Roderick 1991) y las interacciones

presa-predador (Heck y Crowder 1991; Uetz 1991). Denno y Roderick (1991) y Lawton (1983),

por ejemplo, encontraron que la estructura de la vegetación influenciaba la diversidad,

abundancia e historia natural de ciertos tipos de insectos herbívoros. Desde luego, los animales

10 Frecuentemente los términos “hábitat” y “ecosistema” son usados como sinónimos

en la literatura.

Page 137: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

137

también afectan las características de la estructura de las plantas en varias formas (Johnston

1995; Smart et al. 1985), pero su influencia parece ser secundaria.

Los sistemas homogéneos de vegetación tienden, por lo tanto, a tener también sistemas

homogéneos y/o convergentes en los otros grupos de organismos. Por esta razón, puede

esperarse que la distribución global de los tipos de vegetación coincida aproximadamente con la

distribución global de la fauna asociada. Por extensión, el mosaico de tipos de vegetación en una

región permite aproximarse al mosaico de su biodiversidad total. La definición de estas dos

relaciones, cada una a diferente escala o nivel de agregación, sus coeficientes, y su

implementación estadística (o al menos teórica) depende, sin embargo, de la cantidad y calidad

de la información disponible (confiabilidad, tamaño de la muestra, amplitud de la muestra, etc.) y

de la confiabilidad con la que se caractericen e identifiquen las unidades complejas pero únicas

de la biodiversidad.

Partiendo de estos principios, una de las utilidades de la propuesta presentada en este

documento es el impacto en la definición de áreas protegidas y su eficiencia para la protección de

la biodiversidad! .. En efecto, varios estudios han sugerido que la identificación de la

vegetación es un prerequisito en los estudios de alternativas de conservación de fauna y, en

especial, de vertebrados (Belsky 1995; Caicco et al. 1995). Ciertamente, no todos están de

acuerdo con esta aproximación (entre ellos Mackoy y Bell 1991; Maser et al. 1984, en O'Neill et

al. 1995), pero parece ser la alternativa más aceptable dadas las restricciones de información

básica y la dificultad de generar datos sobre otras variables importantes (tales como

biogeográficas detalladas, geológicas a varias escalas, historia climática, etc.). Hay amplia

evidencia sobre la correlación entre el número de especies, el tamaño de las poblaciones y la

reducción del riesgo de extinción con el tamaño de las áreas protegidas (Usher 1985, 1991). El

tamaño o el área, por sí sola, es sin duda uno de los elementos a considerarse para maximizar los

Page 138: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

138

esfuerzos de conservación. Pero, como Usher (1991) enfatiza, el concepto de área como un

criterio en el diseño de reservas solo tiene sentido si a mayor tamaño existe mayor diversidad

ecosistémica o de formaciones vegetales. Un área geográfica muy grande pero con poca

variabilidad de formaciones vegetales puede ser ineficiente si la realidad ecosistémica es mucho

mas compleja.

Otros criterios importantes están relacionados con la viabilidad de poblaciones silvestres

determinadas. Uno de ellos se refiere a la inclusión en áreas protegidas de la mayor variabilidad

posible a nivel de ecosistemas, pero cada uno de ellos con la mayor área posible o con una

organización espacial óptima dentro de las posibilidades. En especial en paisajes heterogéneos,

incluidos aquellos causados por la intervención humana, la viabilidad de las poblaciones

silvestres aumenta con la cercanía de manchas aisladas entre sí y con el tamaño de las manchas

de comunidades especificas (es decir, de la vegetación) (Forman 1995; Harrison y Fahring 1995;

Opdam et al. 1993). Los elementos de un paisaje heterogéneo se disponen en el espacio de

maneras en que los procesos biológicos posibles son limitados en mayor o menor grado. La

migración (una vía), el flujo genético (dos vías), la competencia, etc., son procesos que están

claramente ligados a los patrones espaciales de los ecosistemas y, por lo tanto, a la estructura del

paisaje. Slatkin (1985) muestra, por ejemplo, cómo las frecuencias genéticas de ciertas

poblaciones se ven afectadas por su nivel de aislamiento. La conectividad entre manchas de

formaciones similares, por ejemplo a través de corredores, ha sido considerada como una de las

maneras de contrarrestar la fragmentación y el aislamiento. La utilidad de esta conectividad está,

sin embargo, estrechamente relacionada con el tipo de conección (es decir, con el ecosistema de

conexión), la amplitud o ancho de las conexiones (o corredores), la complejidad de las

conexiones (forma y longitud) y la movilidad de las especies de interés (Harrison 1992; Soulé y

Gilpin 1991; Wiens 1995) y ciertamente el tipo de organismo de interés. Varios estudios indican

Page 139: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

139

que la fragmentación de ecosistemas y hábitats afecta a varios grupos en forma distinta (Knaapen

et al. 1992; Opdam 1991).

Es importante notar que los esfuerzos actuales para establecer el estado de la

biodiversidad en algunos países desarrollados tienen dos énfasis 1) la identificación de las áreas

con alta diversidad biológica y 2) el mapeo de la vegetación y la identificación de aquellos tipos

no representados adecuadamente en el sistema de reservas existente (Scott et al. 1987, 1992;

Strittholt y Boerner 1995). Estas acciones de conservación pretenden optimizar la protección de

la vegetación nativa o natural, pero su efectividad es contingente con la habilidad de clasificar

adecuadamente la vegetación (es decir, los ecosistemas) y modelar adecuadamente la

distribución de especies (O'Neill et al. 1995).

Incluso a nivel de taxón, los esfuerzos de conservación son más útiles si se incluye el

análisis de la situación regional. La identificación apropiada de los ecosistemas es una necesidad

crítica de disciplinas nuevas como la biología de la conservación y la ecología del paisaje. El

uso de modelos sobre la dinámica de las metapoblaciones en el desarrollo de estrategias de

conservación, por ejemplo, requiere de estudios de procesos a nivel de paisaje (Harrison 1994;

Noss 1990). Los gradientes ecológicos son importantes, por ejemplo, para estudiar la densidad

poblacional de especies. Aquellas 'areas con altas densidades relativas ofrecen mejores

oportunidades de conservación si son protegidas que aqu'ellas con densidades bajas (Tilman y

Pacala 1993; Winston y Angermeier 1995). Winston y Angermeier (1995) sugieren que, para

desarrollar una estrategia de conservación para determinada especie, es importante primero

identificar las áreas con mayor probabilidad de sostenerla y con la mayor densidad posible. Un

problema importante para la ejecución de esta relación es que de todos los elementos del paisaje,

los ecosistemas y el mesoelemento vegetación son probablemente los más complejos ya que su

definición depende de límites arbitrarios impuestos sobre un continuo biológico con pocas

Page 140: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

140

separaciones definitivas. Existen, sin embargo, algunas opciones, como la identificación de

discontinuidades en la difusión de organismos, que pueden proveer de un buen indicador de las

unidades principales del paisaje (Wiens 1992).

Con respecto al segundo objetivo mencionado al inicio de esta sección, el estudio de

impacto ambiental de grandes proyectos requiere de información regional que raramente puede

ser generada con base en los estudios localizados o puntuales. Cherrill et al. (1995) notan que un

sistema de modelaje regional es necesario para predecir los impactos regionales, nacionales e

incluso continentales de las actividades humanas. Desde el punto de vista de los impactos

biológicos, Cherril et al. (1995) indican que la primera necesidad es la de un modelo que permita

predecir de manera confiable la distribución de las especies de interés. En cierta medida, este

tipo de predicción puede ser hecho mediante el uso de la información acumulada durante más de

un siglo de colecciones taxonómicas, tanto sobre flora y fauna. La calidad y amplitud de las

muestras son, sin embargo, una limitación constante en este tipo de trabajos (Wyatt et al. 1993,

1994, en Cherril et al. 1995; McClean et al. 1995). El uso de la vegetación como un indicador de

la distribución y la condición de poblaciones silvestres es una forma alternativa eficiente de

generar esta información.

Finalmente, la generación de información regional sobre la cobertura vegetal y el uso de

suelo y sus características estructurales y dinámicas ha sido considerada como la primera

prioridad de programas de investigación sobre los cambios ambientales globales y en especial

sobre los cambios climáticos (IGBP 1992, 1994; Townshend et al. 1991; U.S. NAC 1990). La

vegetación es un indicador eficiente de las condiciones superficiales de la tierra, como por

ejemplo la humedad y los flujos de calor (Carleton et al. 1994). Varios estudios han demostrado

que la introducción de variables relativamente sencillas, como los efectos del dosel, alteran

drásticamente los resultados obtenidos a través de la aplicación de los modelos usados para

Page 141: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

141

estudiar el impacto de ciertos procesos, como la deforestación, en el clima a nivel mundial

(véase, por ejemplo, Shukla et al. 1990).

Page 142: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

142

BIBLIOGRAFÍA

Achard, F. y F. Blasco. 1990. Analysis of vegetation seasonal evolution and mapping of forests in West Africa with the use of NOAA AVHRR HRPT data. Photogrammetric Engineering and Remote Sensing 56:1359-1365.

Acosta Solís, M. 1966. Las divisiones fitogeográficas y las formaciones geobotánicas del Ecuador. Rev. Acad. Colombiana 12:401-447. Acosta Solís, M. 1968. Divisiones fitogeográficas y formaciones geobotánicas del Ecuador. Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito. Acosta Solís, M. 1977. Ecología y fitoecología. Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito. Acosta Solís, M. 1982. Fitogeografía y vegetacíon de la provincia de Pichincha. Consejo Provincial de Pichincha. Quito. Archibold, O. 1995. Ecology of World Vegetation. Hapman and Hall. Londres. Badhwar, G., R. MacDonald, y N. Mehta. 1986. Satellite-derived leaf-area-index and vegetation maps as inputs to global carbon cycle models - a hierarchical approach. International Journal of Remote Sensing 7:265-281. Bailey, R. 1996. Ecosystems geography. Springer-Verlag. Nueva York. Balslev, H. 1988. Distribution pattern of Ecuadorean plant species. Taxon 37: 567-577. Bazzaz, F. 1993. Scaling in biological systems: population and community perspectives. En J. Ehleringer y C. Field (Eds.). Scaling physiological processes. Leaf to Globe. Academic Press.. San Diego. Bell, S., E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.) 1991. Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall. Nueva York. Belsky, A. 1995. Spatial and temporal landscape patterns in arid and semi-arid African savannas. En L. Hansson, L. Fahring y G. Merriam (Eds.). Mosaic landscapes and ecological processes. Chapman and Hall. Londres. Benson, B. y M. MacKenzie. 1995. Effect of sensor spatial resolution on landscapes structure parameters. Landscape Ecology 10:113-120. Bohman-Carter, G. 1994. Geographic information systems for geoscientists: modelling with GIS. Pergamon Press. Nueva York. Box, E. 1981. Macroclimate and plant forms: An introduction to predictive modeling in phytogeography. Junk Publishers. La Haya. Países Bajos.

Page 143: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

143

Bromley, R.J. 1981. The Colonization of humid tropical areas in Ecuador. Singapore Journal of Tropical Geography 2(1):15-26. Brown, J., T. Loveland, J. Merchant, B. Redd y D. Ohlen. 1993. Using multisource data in global land-cover characterization: concepts, requirements, and methods. Photogrammetric Engineering and Remote Sensing 59(6):977-987. Brown, L.A. y R. Sierra. 1994. Frontier migration as a multi-stage phenomenon reflecting the interplay of macroforces and local conditions: the Ecuador Amazon. Papers in Regional Science 73(3):267-288. Burrough, P.A. 1986. Principles of geographical information systems for land resource Assessment. Clarendon Press. Oxford. Cabrera, A, y A. Willink. 1973. Biogeografía de América Latina. Programa Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico. Monografía No 13. Washington D.C. Caicco, S., J. Scott, B. Butterfield y B. Csuti. 1995. A gap analysis of the management status of the vegetation of Idaho (USA). Conservation Biology 9:498-511. Cañadas, L. 1977. Ecuador: Mapa Ecologico. En Instituto Geografico Militar. Atlas Geográfico de la Republica del Ecuador. Quito. Cañadas, L. 1983. El Mapa Bioclimático y Ecológico del Ecuador. MAG-PRONAREG. Quito. Carleton, A., D. Travis, D. Arnold, R. Brinegar, D. Jelinski y D. Easterling. 1994. Climatic-scale vegetation-cloud interactions during drought using satellite data. International Journal of Climatology 14. Cerón, C. 1993a. Impactos sobre la vegetación en áreas naturales del Ecuador. Revista Geográfica 32. Cerón, C. 1993b. Diversidad, composición y utilidad de la flora de la Cuenca! . del Río Paute. Revista Geográfica 31:95-123. Cerón, C. 1994. Vegetación y diversidad de la Reserva de Producción Faunística del Chimborazo. Revista Geográfica 33: 19-42. Cerón, C. 1996. Diversidad de especies vegetales y usos en la Reserva Ecológica Manglares Churute, provincia de Guayas-Ecuador. Revista Geográfica 36. Cerón, C. 1997. Composición de una hectárea de bosque en la comunidad huaorani de Quehueiri-ono, zona de amortiguamiento del Parque Nacional Yasuní. En Mena, P.A., A. Soldi, R. Alarcón, C. Chiriboga y L. Suárez (Eds.). Estudios Biológicos para la Conservación. Diversidad, Ecología y Etnobiología. EcoCiencia. Quito. Cerón, C. y P. Ávila. 1995. Diversidad vegetal en la parte baja del Bosque Protector Mindo. Revista Geográfica 35:5-38.

Page 144: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

144

Cerón, C. y M. Montesdeoca. 1994. Diversidad, composición y uso florístico en la hoya del Guayllabamba-Chota, provincias de Pichincha e Imbabura, Ecuador. Hombre y Ambiente 31:85-135. Cerón, C. y G. Toasa. 1994. Diversidad de la vegetación en el volcán Rumiñahui, Pichincha-Ecuador. Revista Geográfica 34:21-53. Chabot, B. y D. Hicks. 1982. The Ecology of leaf lifespan. Annual Review of Ecolog. System. 13:229-259. Channell, M. 1982. World Forest Biomass and Primary Production Data. Academic Press. Nueva York. Chase, M., C. Moller, R. Kasseli y K. Bawa.1996. Distant gene flow in tropical trees. Nature 383:398-399. Cherrill, A., C. McClean, P. Watson, K. Tucker, S. Rushton y R. Sanderson. 1995. Predicting the distribution of plant species at the regional scale: a hierarchical matrix model. Landscape Ecology 10:197-207. Clark, L. 1997. Diversity and biogeography of Ecuadorean bamboos. En R. Valencia y H. Balslev (Eds.). Estudios sobre diversidad y ecología de plantas. Publicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito. CLIRSEN/DINAF (Centro de Levantamiento Integrado de Recursos Naturales por Sensores Remotos/Dirección Nacional Forestal). 1990. Mapa Forestal. Escala 1:1'000.000. Cohen, J., F. Briand y C. Newman. 1990. Community food webs: Biomathematics. Springer-Verlag. Berlin. Collinson, A. 1988. Introduction to World Vegetation. Unwin Hyman. Londres. Cuatrecasas, J. 1958. Aspectos de la vegetación natural de Colombia. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias 10(40):221-264. Davis, F. y D. Simonet. 1991. GIS and Remote Sensing. En D. Maguire, M. Goodchild y D. Rhind (Eds.). Geographical Information Systems. Principles and Applications. Longman Scientific and Technical. Essex. Dawson, T. y F. Chapin. 1993. Grouping plants by their form-function characteristics as an avenue for simplification in scaling between leaves and landscapes. En J. Ehleringer y C. Field (Eds.). Scaling physiological processes. Leaf to Globe. Academic Press. San Diego. De la Rosa, D., F. Mayol, J. Moreno y A. Rosales. 1998. CDBm. Bases de datos climáticos mensuales. Disponible en: http://www.irnase.csic.es/microlei/manual2/cdbm/cdbm2e.htm (25 de junio de 1998)

Page 145: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

145

Denno, R. y G. Roderick. 1991. Influence of patch size, vegetation structure, and host plant architecture on the diversity, abundance and life histories styles of sap-feeding herbibores. En S Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall. Nueva York. Devalaud, A. 1980. From colonization to agricultural development: The case of coastal Ecuador. En D. Prestron (Ed.). Environment, society, and rural change in Latin America: The past, present, and future in the countryside. John Wiley, Chichester. Diels, L. 1937. Beiträge zur Kenntnis der Vegetation und Flora von Ecuador. Biblioth. Bot. 116:1-190 (Versión en español por R. Espinosa. 1938. Contribuciones al conocimiento de la flora y vegetación del Ecuador. Anales de la Universidad Central del Ecuador. Quito). Di Gregorio, A. y L. Jansen. 1995. FAO Land Cover Classification: A dichotomous, modular-hierarchical approach. Food and Agriculture Organization. Roma. Dodson, C. y A. Gentry. 1991. Biological extinction in Western Ecuador. Annals of the Missouri Botanical Garden 78:273-295. Dodson, C. y A. Gentry. 1993. Extinción biológica en el Ecuador occidental. En P. Mena y L. Suarez (Eds.). La Investigación para la Conservación de la Diversidad Biológica en el Ecuador. EcoCiencia. Quito. Ellenberg, H. 1958a. Wald oder steppe? Die natürliche Pflanzendecke der Anden Perus, I. Wiss Tech. 645-648. Ellenberg, H. 1958b. Wald oder steppe? Die naturliche Pflanzendecke der Anden Perus, II. Wiss Tech. 679-681. Ellenberg, H. y D. Mueller-Dombois, D. 1967. Tentative physiognomic-ecological classification of plant formations of the earth. Ber. Geobot. Instit. Rubel 37:21-55. Espinosa, R. 1948. Estudios botánicos en el sur del Ecuador, I. Universidad de Loja. Loja. Etter, A. 1998. Mapa general de ecosistemas de Colombia. Escala: 1:2'000.000. Instituto Alexander Von Humbolt. Bogotá. Eyre, S. 1968. Vegetation and soils. Aldine Publishing Company. Chicago. FAO (Food and Agriculture Organization). 1973. International classification and mapping of vegetation. United Nations Ecological Conservation Series 6. FAO (Food and Agriculture Organization). 1992. The forest resources of the tropical zone by main ecological region. Report of the Forest Resource Assessment 1990 Project. United Nations Conference on Environment and Development. Rio de Janeiro.

Page 146: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

146

FAO (Food and Agriculture Organization). 1999. Land Cover Classification System (LCCS). Disponible en http://www.fao.org/WAICENT/FAOINFO/SUSTDEV/EIdirect/EIre0059.htm (6 de enero de 1999). FGDC (Federal Geographic Data Committee Secretariat) 1997. Vegetation classification and information standards. Disponible en http://www.nbs.gov/fgdc.veg/standards/vegstd.htm (15 de noviembre de 1997). Feininger, T. 1987. Allochthonous terranes in the Andes of Ecuador and northwestern Perú! .. Can. J. Earth Sci. 24: 266-278. Field, C. y J. Ehleringer. 1993. Introduction: Questions of scale. En J. Ehleringer y C. Field (Eds.). Scaling physiological processes. Leaf to Globe. Academic Press. San Diego. Fisher, P. 1991. Spatial data sources and data problems. En D. Maguire, M. Goodchild y D. Rhind (Eds.). Geographical Information Systems. Principles and Applications. Longman Scientific and Technical. Essex! .. Foody, C. y P. Curran. 1994. Estimation of tropical forest extent and regenerative stage using remotely sensed data. Journal of Biogeography 21:223-244. Forero, E. 1978. Botánica. En Enciclopedia de Colombia. V.4. Editorial Nueva Granada. Madrid. Forman, R. y M. Godron. 1986. Landscape Ecology. Jon Wiley and Sons. Nueva York. Forman, R. 1995. Land mosaics: The ecology of landscapes and regions. Cambridge University Press. Cambridge. Franklin, J. 1995. Predictive vegetation mapping: geographic modelling of biospatial patterns in relation to environmental gradients. Progress in Physical Geography19(4):474-499 Franklin, J., T. Logan, C. Woodcock, y A. Strahler. 1986. Coniferous forest classification and inventory using Landsat and digital terrain data. IEEE Transactions on Geoscience and Remote Sensing 24:139-149. Gatrel, A. 1991. Concepts of Space and geographical data. En D. Maguire, M. Goodchild y D. Rhind (Eds.). Geographical Information Systems. Principles and applications. Longman Scientific and Technical. Essex, Inglaterra. Gentry, A. 1977. Endangered plant species and habitats of Ecuador and Amazonian Peru. En G. Prance y T. Ellias (Eds.). Extinction is Forever. New York Botanical Garden. Nueva York. GEOBOL (Servicio Geológico de Bolivia). 1978. Mapa de la vegetación de Bolivia. Escala: 1:1'000.000. GEOBOL. La Paz. Godward, S., D. Dye, D. Kerber y V. Kalb. 1987. Comparison of North American and South American biomes from AVHRR observations. Geocarto International 1:27-39.

Page 147: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

147

Goetz, A., B. Gao y C. Wessman. 1990. Estimation of biochemical constituents from fresh, green leaves by spectrum matching techniques. Proceedings of the Int. Geosc. Remote Sensing Symposium 2:971-974. Good, F. 1964. The geography of flowering plants. William Clowes. Londres. Gosz, J. 1991. Fundamental ecological characteristics of landscapes boundaries. En M. Holland, P. Risser y R. Naiman (Eds.). The role of landscapes boundaries in the management and restoration of changing environments. Chapman and Hall. Nueva York. Gosz, J. 1993. Ecotone hierarchies. Ecol. Applic. 3:369-376. Graetz, R. 1990. Remote sensing of ecosystem structure. En R. Hobbs y H. Mooney (Eds). Remote sensing of biosphere functioning. Springer-Verlag. Nueva York. Graetz, R. y R. Pech. 1988. The assessment and monitoring of sparsely vegetated rangelands using calibrated Landsat data. International Journal of Remote Sensing 9:1201-1222. Grubb, P., J. Lloyd, T. Pennington y T. Withmore. 1963. A comparison of montane and lowland rain forest in Ecuador I. The forest structure, physiognomy, and floristics. Journal of Ecology 51: 567-601. Grubb, P. y T. Withmore. 1966. A comparison of montane and lowland rain forest in Ecuador II. The climate and its effects on the distribution and physiognomy of the forests. Journal of Ecology 54: 303-353. Grubb, P. y T. Withmore. 1967. A comparison of montane and lowland rain forest in Ecuador III. The light reaching the ground vegetation. Journal of Ecology 55: 33-57. Hall, M. 1977. El volcanismo en el Ecuador. Biblioteca Ecuador. Quito. Harling, G., 1979. The vegetation types of Ecuador-A brief survey. En K. Larsen y B. Holm-Neilsen (Eds.). Tropical botany. Academic Press. Nueva York. Harling, G. 1986. Flora of Ecuador - its present status. En B. Ollgaard and U. Molau (Eds.). Current scandinavian botanical research in Ecuador. Rep. Bot. Inst. Univ. Aarhus 15. Harrison, R. 1992. Toward a theory of inter-refuge corridor design. Conservation Biology 6:293-295. Harrison, S. 1994. Metapopulations and conservation. En R. Edwards, R. May y N. Webb (Eds.). Large-scale ecology and conservation biology. Blackwell Scientific Press. Oxford, Inglaterra. Harrison, S. y L. Fahrig. 1995. Landscape patterns and population conservation. En L. Hansson, L. Fahring y G. Merriam (Eds.). Mosaic landscapes and ecological processes. Chapman and Hall. Londres.

Page 148: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

148

Heck, K. y L. Crowder. 1991. Habitat structure and predator-prey interactions in vegetated aquatic ecosystems. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Capman and Hall, Nueva York. Holdridge, L. 1947. Determination of world plant formations from simple climatic data. Science 105: 276-268. Holdridge, L. 1967. Life zone ecology. Tropical Science Center. San José, Costa! . Rica. Huber, O. y C. Alarcón. 1988. Mapa de vegetación de Venezuela. Escala 1:2'000.000. Ministerio de Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables/The Nature Conservancy. Caracas. Huber, O. y R. Rilna (Eds.). Diccionario fitoecológico de las Américas. Vol 1: Países Hispanoparlantes. UNESCO-Fundación Instituto Botánico de Venezuela. Caracas. Hueck, K. y P. Siebert. 1972. Vegetationskarte von Südamerika. Vegetationmonographien der einzelnen Grossräume. Fisher-Verlag. Stuttgart. IGBP (International Geosphere-Biosphere Program). 1992. Improved global data for land applications. Reporte # 20 del IGBP Secretariat. Estocolmo. IGBP (International Geosphere-Biosphere Program). 1994. IGBP in action: 1994-1998. IGBP. Stockholm. James, F. y N. Wamer. 1982. Relationship between temperate forest bird communities and vegetation structure. Ecology 63:159-171. Jeffrey, D. 1987. Soil-plant relationships. An ecological approach. Timber Press. Oregon. Jenkins, R. 1988. Information Management for the Conservation of Biodiversity. En E.O. Wilson (Ed). Biodiversity. National Academy Press. Washington, D.C. Jijón y Caamaño, J. 1952. Antropología prehispánica del Ecuador. La Prensa Católica. Quito. Johnston, C. 1995. Effects of animals on landscape pattern. En L. Hansson, L. Fahring y G. Merriam (Eds.). Mosaic landscapes and ecological processes. Chapman and Hall. Londres. Jørgensen, P. 1992. Vegetation of the high Andes of Ecuador. Ph.D. dissertation, University of Aarhus. Jørgensen, P. y C. Ulloa. 1994. Seed plants of the high Andes of Ecuador. A check list. AAU Reports 34:1-443 Jørgensen, P., C. Ulloa, J. Madsen & R.Valencia. 1995. A floristic analysis of the high Andes of Ecuador. En S. Churchill, H. Balslev, E. Forero y J. L. Luteyn (Eds.). Biodiversity and conservation of neotropical montane forests. New York Botanical Garden. Bronx, Nueva York.

Page 149: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

149

Karr, J. y K. Freeman. 1983. Habitat selection and environmental gradients: dynamics in the stable tropics. Ecology 64:1481-1493 Klitgaard, B., P. Lozano, Z. Aguirre, N. Aguirre, B Merino, T. Delgado & F. Elizalde. 1999. Composición florística y estructura del bosque petrificado de Puyango. Estudios Botánicos en el Sur del Ecuador 3. Knaapen, J., M. Scheffer y B. Harms. 1992. Estimating habitat isolation in landscape planning. Landscape and Urban Planning 23:1-16. Kolasa, J. y C. Rollo. 1991. Introduction: The heterogeneity of heterogeneity: A glossary. En J. Kolosa y S. Pickett (Eds.). Ecological heterogeneity. Springer-Verlag. Berlín. Koppen, W. 1936. Das Geographische System der Klima. En W. Koppen y R. Geiger (Eds.). Handbuch der Klimatologie. V. 1. Gebr Borntraeger. Berlín. Kremer, C., A. Merenlender y D. Murphy. 1994. Ecological monitoring: A vital need for integrated conservation and development programs in the Tropics. Conservation Biology 8(2):388-397 Krummel, J., R. Gardner y G. Sugihara. 1987. Landscape patterns in a disturbed environment. Oikos 48:321-324. Kuchler, A. 1967. Vegetation mapping. Ronald Press. Nueva York. Kuchler, A. 1980. Vegetation maps of South America. University of Kansas Libraries. Lawrence. La Candolle, A. 1874. Constitution dans le regne vegetal des groupes physiologiques applicables a la geographie botanique ancienne et moderne. Arch. Sci. Phys. Nat. 50:5-42. Larcher, W. 1980. Physiological plant ecology. Springer-Verlag. Berlín. Larcher, W. y H. Bauer. 1981. Ecological significance of resistance to low temperatures. En O. Lange, P. Nobel, C. Osmond y H. Ziegler, (Eds.). Encyclopedia of plant physiology. Springer-Verlag. Berlín. Lawton, J. 1983. Plant architecture and diversity of phytophagus insects. Ann. Review of Entomology 28:23-39. Levin, S. 1993. Concepts of scale at the local level. En J. Ehleringer y C. Field (Eds.). Scaling physiological processes. Leaf to Globe. Academic Press. San Diego. Levitt, J. 1980. Responses of Plants to Environmental Stresses. V. 1. Chilling, freezing and high temperature stresses. Academic Press. Nueva York. Luteyn, J. 1996. Ericaceae. Flora of Ecuador 54: 1—404.

Page 150: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

150

MacArthur, R. y E. Wilson. 1967. The theory of island biogeography. Princeton University Press. Princeton. Madsen, J. y B. Øllgaard. 1994. Floristic composition, structure, and dynamics of an upper montane rain forest in Southern Ecuador. Nordic Journal of Botany (14)4:403-422. Mandelbrot, B. 1967. How long is the coast of Britain? Statistical self-similarity and fractional dimension. Science 156:636-638. Mandelbrot, B. 1983. The fractal geometry of nature. Freeman. San Francisco. Marten, G., J. Schenk y E. Barton (Eds.) 1989. Near infrared reflectance spectroscopy: Analysis of forage quality. USDA Research Series Handbook 643. Washington DC. Maser, C., J. Thomas y R. Anderson. 1984. Wildlife habitats in managed rangelands -- the great basins of southeastern Oregon. General Technical Report PNW-172. Forest Service. Oregon. Mather, J. 1978. The climatic water budget in environmental analysis. Lexington Books. Lexington, Massachusets. Mather, J. y G. Yoshioka. 1966. The role of climate in the cistribution of vegetation. En D. Carter y J. Mather (Eds.). Climate Classification for Environmental Biology. Elmer. New Jersey. Matthews, E. 1983. Global Vegetation and Land Use: New High Resolution Databases for Climate Studies. Journal of Climatology and Applied Meteorology 22:474-486. McClean, C., A. Cherrill y R. Fuller. 1995. The integration of three land classifications within a decision support system for land use planning. En P. Fisher (Ed.). Innovations in GIS 2. Taylor and Francis. Londres. McKoy, E. y S. Bell. 1991. Habitat structure: The evolution and diversification of a complex topic. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Capman and Hall. Nueva York. Moermond, T. 1986. A mechanistic approach to the structure of animal communities: Anolis lizards and birds. American Zoologist 26:23-37. Mueller-Dombois, D. y H. Ellenberg. 1974. Aims and methods of vegetation ecology. Wiley and Sons. Nueva York. Nellis, M. y J. Briggs. 1989. The effect of spatial scale on Konza landscape classification using textural analysis. Landscape Ecology 2:93-100. Nelson, R., W. Krabill y J. Tonelli. 1988. Estimating forest biomass and volume using airborne laser data. Remote Sensing of the Environment 24:247-267.

Page 151: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

151

Newstrom, L., G. Frankle y H. Baker. 1994. A new classification for plant phenology based on flowering patterns in lowland tropical rain forest trees at La Selva, Costa Rica. Biotropica 26(2):141-159. Nielson, R., G. King y G. Koerper. 1992. Toward a rule-based biome model. Landscape Ecology 7:27-49. Noss, R. 1987. From plant communities to landscapes in conservation inventories: A look at The Nature Conservancy (USA). Biological Conservation 41:11-37. Noss, R. 1990. Indicators for monitoring biodiversity: A hierarchical approach. Conservation Biology 4:11-37. Opdam, P. 1991. Metapopulation theory and habitat fragmentation: A review of holarctic breeding bird studies. Landscape Ecology 5:93-106. Opdam, P., R. van Apeldoorn, A. Schotman y J. Kalkhoven. 1993. Population responses to landscape fragmentation. En C. Vos y P. Opdam (Eds.). Landscape ecology of a stressed environment. Chapman and Hall. Londres. O'Neill, T., R. Steidl, D. Edge y B. Csuti. 1995. Using wildlife communities to improve vegetation classification for conserving biodiversity. Conservation Biology 9:1482-1491. O'Neill, R., D. DeAngelis, J. Waide y T. Allen. 1986. A hierarchical concept of ecosystems. Monographs on Population Biology V. 23. Princeton University Press. Priceton. Palacios, W. 1997a. Composición, estructura y dinamismo de una hectárea de bosque en la Reserva Florística El Chuncho, Napo, Ecuador. En Mena, P.A., A. Soldi, R. Alarcón, C. Chiriboga & L. Suárez (Eds.). Estudios biológicos para la conservación, diversidad, ecología y etnobiología. EcoCiencia. Quito. Palacios, W. 1997b. Cuenca del Río Nangaritza (Cordillera del Cóndor), una zona para conservar. En T. Shulenberg y K. Awbrey (Eds). The cordillera del Cóndor region of Ecuador. A biological assessment. Conservation International. Washington, D.C. Palacios, W., G. Tipaz y C. Aulestia. 1997. Inventarios florísticos y análisis vegetacionales en la parte baja del Noroccidente del Ecuador. En Mena, P.A., A. Soldi, R. Alarcón, C. Chiriboga & L. Suárez (Eds.). Estudios biológicos para la conservación, diversidad, ecología y etnobiología. EcoCiencia. Quito. Palacios, W., M. Tirado, G. Tipaz, P. Méndez y D. Neill. 1994. Composición y estructura de un bosque muy húmedo tropical en la Reserva Cotacachi Cayapas. Resumen Simposio Científico del Componente de Investigación y Monitoreo del Proyecto SUBIR. CARE/INEFAN/USAID. Quito. Pech, R., P. Graetz, y A. Davis. 1986. Reflectance modelling and the derivation of vegetation indices for an Australian semi-arid shrubland. International Journal of Remote Sensing 7:389-403.

Page 152: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

152

Peterson, D. y S. Running. 1989. Applications in forest science and management. En G. Asrar (Ed.). Theory and applications of optical remote sensing. Wiley and Sons. Nueva York. Pinto, P. 1993. Vegetación y flora de Colombia. Fundación Segunda Expedición Botánica/Fondo Nacional Universitario. Bogotá. PMRC/FPVM (Programa de Manejo de Recursos Costeros/Fundación P.V. Maldonado). 1989. Ecuador: Visión global del desarrollo de la Costa.! . PMRC. Guayaquil. Pounds, J. 1991. Habitat structure and the design of nature reserves. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall, Nueva York. Prentice, C. 1990. Bioclimatic distribution of vegetation for general circulation models. Journal of Geophysical Research 95:811-830. Raunkaier, C. 1934. The life forms of plants and statistical plant geography. Clarendon Press. Oxford. Reich, P. y R. Borchert. 1984. Water stress and tree phenology ina tropical dray forest in the lowlands of Costa! . Rica. Journal of Ecology 72:61-74. Richards, P. 1952. The tropical rain forest. An ecological study. Cambridge University Press. Cambridge. Rimbach, A. 1932. The forests of Ecuador. Tropical woods 31:1-9. Rossi, R., D. Mulla, A. Journel y E. Franz. 1992. Geoestatistical tools for the modeling and interpretation of ecological spatial dependence. Ecological Monographs 62:277-314. Rubel, E. 1930. Pflanzengesellschaften der Erde. Verlag. Berlin. Running, S., T. Loveland, L. Pierce, R. Nemani y E. Hunt. 1995. A remote sensing based vegetation classification logic for global land cover analysis. Remote Sensing of the Environment 51:39-48. Rushton, S. 1992. A preliminary model for investigating the consequences of land use changes within the framework of the ITE land classification. En M. Whitby (ed.). Land use change: The causes and consequences. HMSO. Londres. Sabo, S. 1980. Niche and habitat relations in subalpine bird communities of the White Mountains of New Hampshire. Ecological Monographs 50:241-249. Samson, S. 1993. Two indices to characterize temporal patterns in the spectral responce of vegetation. Photogrammetric Engineering and Remote Sensing 59:511-517.

Page 153: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

153

Sarmiento, G. y M. Monasterio. 1983. Life forms and phenology. En F. Bouliere (ed.). Ecosystems of the world: Tropical sabannas 13:79-108. Schimper, A. 1898. Pflanzengeographie auf physiologischer grundlage. Jena. Scott, J., F. Davis, B. Csuti, R. Noss, B. Butterfield, C. Groves, H. Anderson, S. Caicco, F. D'Erchia, T. Edwards, J. Ulliman, y R. Wright. 1992. Gap analysis: A geographic approach to protection of biological diversity. Wildlife Monographs 123:1-41. Scott, J., B. Csuti, J. Jacobi, y J. Estes. 1987. Species richnes: A geographic approach to protecting future biological diversity. Bioscience 37(11):782-788. Shukla, J., C. Nobre y P. Sellers. 1990. Amazon deforestation and climate change. Science 247:1322-1325. Sierra, R. 1994. Land use strategies of household based enterprises, large scale timber industry, and deforestation in northwest Ecuador: The articulation of market forces, national policies, and local conditions. Disertación de Ph.D. Inédita. The Ohio State University. Columbus. Sierra, R. 1995. Mapping natural vegetation at the regional-level in tropical areas using remote sensing and geographical information systems. Presentado en Conference for Remote Sensing and Environmental Monitoring for the Sustainable Development of the Americas. San Juan, Puerto Rico. Sierra, R. 1996. La deforestación en el Noroccidente del Ecuador, 1983-1993. EcoCiencia. Quito, Ecuador. Sierra, R. 2000. Dynamics and Patterns of Deforestation in the Western Amazon: The Napo Deforestation Front, 1986-1996. Applied Geography 20(1):1-16 Slatkin, M. 1985. Gene flow in natural populations. Ann. Review of Ecol. Systemat. 16:393-340. Smart, N., J. Hatton y D. Spence. 1985. The effect of long term exclusion of large herbivores on vegetation on Murchison Falls National Park, Uganda. Biological Conservation 33:229-245. Sodiro, L. 1874. Ojeada general sobre la vegetación ecuatoriana. Quito. Soulé, M. y M. Gilpin. 1991. The theory of wildlife corridor capability. En D. Saunders y R. Hobbs (Eds.). The role of corridors. Surrey Beatty & Sons. Australia. Stone, T., P. Schlesinger, R. Houghton, y G. Woodwell. 1994. A map of the vegetation of south smerica based on satellite imagery. Photogrammetric Engineering and Remote Sensing 60(5):541-551. Strittholt, J. y R. Boerner. 1995. Applying biodiversity gap analysis in a nature reserve design for the edge of Appalachia, Ohio (USA). Conservation Biology 9:1492-1505.

Page 154: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

154

Tamayo, F. Sin fecha. Mapa fitogeográfico preliminar de la República de Venezuela. Escala: 1:2'000.000. Caracas. Taylor, D. 1991. Paleobiogeographic relationship of Andean angiosperms of Cretaceous to Pliocene age. Paleogeogr., Paleoclimatol., Paleoecol. 88:69-84. Teng, W. 1990. AVHRR monitoring of US crops during the 1988 drought. Photogrammetric Engineering and Remote Sensing 56:1143-1146. Terborgh, J. y K. Petren. 1991. Development of habitat structure through succesion in an Amazon floodplain forest. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall. Nueva York. Terborgh, J. 1985. The vertical components of plant especies diversity in temperate and tropical forests. American Naturalist 126:760-776. Thom, B. 1984. Coastal landforms and geomorphic processes. En S. Snedaker y J. Snedaker (Eds.). The mangrove ecosystem: Research methods. UNESCO. París. Thornthwaite, C. 1933. The climates of the Earth. Geographical Review 23:433-440. Thornthwaite, C. 1948. An approach toward a rational classification of the climate. Geographical Review 38:55-89. Tilman, D. y S. Pacala. 1993. The maintenance of species richness in plant communities. En R. Ricklefs y D. Schluter (Eds.). Species diversity in ecological communities: historical and geographical perspectives. University of Chicago Press. Chicago. Tirado, M. 1994. Inventario florístico en el Río Santiago, Angostura. Resumen del Simposio Científico del Componente de Investigación y Monitoreo del Proyecto Subir. CARE-INEFAN- USAID. N 1. Quito. Tobler, W. 1988. Resolution, resampling and all that. En H. Mounsey (ed.). Building databases for global science. Taylor & Francis. Londres. Townshend, J., C. Justice, W. Li y J. McManus. 1991. Global land cover classification and remote sensing: present capabilities and future possibilities. Remote Sensing of the Environment 35:243-255. Troll, C. y K. Paffen. 1964. Karte der Jahreszeiten-Klimate der Erde. Arc. Wiss. Geogra. 18:5-28 Tuomisto, H. 1993. Clasificación de vegetación en la selva baja peruana. En Kalliola, R., M. Puhakka y W. Danjoy (Eds.). Amazonia peruana, vegetación húmeda tropical en el llano subandino. Proyecto Amazonia, Universidad de Turku y Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales. Lima.

Page 155: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

155

Turner, M., V. Dale y R. Gardner. 1989a. Predicting across scales: theory development and testing. Landscape Ecology 3:245-252. Turner, M., R. O'Neilll, R. Gardner y B. Milne. 1989b. Effects of changing spatial scale on the analysis of lanscape paterns. Landscape Ecology 3: 153-162. Uetz, G. 1991. Habitat structure and spider foraging. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall. Nueva York. UICN-Sur, GNTBD (Grupo Nacional de Trabajo de la Biodiversidad) y EcoCiencia. 1997a. Informe de los talleres para la identificación de las prioridades de investigación y conservación de la biodiversidad del Ecuador. Taller de especialistas en mamíferos del Ecuador. Noviembre 5-6, 1996. Informe Final. EcoCiencia. Quito. UICN-Sur, GNTBD (Grupo Nacional de Trabajo de la Biodiversidad) y EcoCiencia. 1997b. Informe de los talleres para la identificación de las prioridades de investigación y conservación de la biodiversidad del Ecuador. Taller de especialistas en plantas del Ecuador. Noviembre 5-6, 1996. Informe Final. EcoCiencia. Quito. Ulloa, C. y P. Jørgensen. 1995. Árboles y arbustos de los Andes del Ecaudor. Abya-Yala. Quito. Urban, D., R. O'Neill y H. Shugart. 1987. Landscape ecology: A hierarchical perspective can help scientists understand spatial patterns. Bioscience 37:119-127. U.S. NAC (National Academy of Sciences). 1990. Research Strategies for the U.S. Global Change Research Program. National Academy of Sciences Press. Washington, D.C. Usher, M. 1985. Implications of species-area relationships for wildlife conservation. Journal of Environmental Management 21:181-191. Usher, M. 1991. Habitat structure and morphological patterns in arboreal vertebrates. En S. Bell, E. McCoy y H. Mushinsky (Eds.). Habitat structure. The physical arrangement of objects in space. Chapman and Hall. Nueva York. Ustin, S., M. Smith y J. Adams. 1993. Remote sensing of ecological processes: A atrategy for developing and testing ecological models using spectral mixture analysis. En J. Ehleringer y C. Field! . (Eds.). Scaling physiological processes. Leaf to Globe. Academic Press. San Diego. Valencia, R., H. Balslev & G. Paz y Miño. 1994. High tree alpha diversity in Amazonian Ecuador. Biodiversity and Conservation 3:21-28. Valencia, R., H. Balslev, W. Palacios, D. Neill, C. Josse, M. Tirado y F. Skov. 1998. Diversity and family composition of trees in different regions of Ecuador: A sample of 18 one-hectare plots. En F. Dallmier y J. Komiskey (Eds.). Forest biodiversity in North, Central ans South America and the Caribbean: Research and monitoring. Man and Biosphere Series 21. Parthenon Publishing Group. París.

Page 156: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

156

Valencia, R. y P. Jørgensen. 1992. Composition and structure of a humid montane forest on the Pasochoa Volcano, Ecuador. Nord. Journal Bot. 12:239-247. Van der Maarel, E. 1988. Floristic diversity and guild structure in the grasslands of Oland's Stora Alvar. Acta Phytogeographyca Suecica 76:53-65. Van Gils, H. y W. Van Wijngaarden. 1984. Vegetation structure in reconnaissance and semi-detailed vegetation surveys. ITC Journal 13:213-218. Walter, H. 1971. The Ecology of tropical and subtropical vegetation. Oliver and Boyd. Edimburgo. Walter, H. 1973. Vegetation of the Earth in relation to climate and the ecophysiological conditions. Springer-Verlag. Nueva York. Walter, H. 1975. Betrachtungen zur Hohenstufenfolge im Mediterrangebiet in Verbindung mit dem Wettbewerbsfaktor. Veroff. Geobot. Inst. Rubel. 55:72-83 Walter, H. y E. Box. 1976. Global classification of natural terrestrial ecosystems. Vegetatio 32:75-81. Walter, H. and S. Breckle. 1985. Ecological systems of the geobiosphere. 1. Ecological principles in global perspective. Springer-Verlag. Berlín. Wiens, J., J. Rottenbery y B. Van Horne. 1987. Habitat occupancy patterns on North American schrubsteppe birds: the effect of spatial scale. Oikos 48:132-147. Wiens, J. 1992. Ecological flows across landscape boundaries: a conceptual overview. En A. Hansen y F. di Castri (Eds.). Landscape boudaries. Springer. Nueva York. Wiens, J. 1995. Landscapes mosaics and ecological theory. En L. Hansson, L. Fahring y G. Merriam (Eds.). Mosaic landscapes and ecological processes. Chapman and Hall. Londres. Whitaker, M. and J. Alzamora. 1990. Production agriculture: Nature and characteristics. En Whitaker, M.y D. Colyer (Eds.). Agriculture and economic survival: The role of agriculture in Ecuador's development. Westview Press. Boulder. Winston, M. y P. Angermeier. 1995. Assessing conservation value using centers of population density. Conservation Biology 9:1518-1527. Wolf, T. 1892. Geografía y geología del Ecuador. Leipzig (impreso por la Casa de la Cultura del Ecuador, Quito, 1975). Woodward, F. 1987. Climate and plant distribution. Cambridge University Press. Cambridge. WRI (World Resources Institute). 1998. World Resources 1998-1999. Oxford University Press. Oxford.

Page 157: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

157

Wyatt, B., N. Davies, R. Bunce, R. Fuller y M. Hill. 1993. Dictionary of surveys and classification of land cover and land use. Report to the Department of the Environment. Institute of Terrestrial Ecology. Monks Wood. Wyatt, B., N. Davies, R. Bunce, R. Fuller y M. Hill. 1994. Comparisons of land cover definitions. Report to the Department of the Environment. Institute of Terrestrial Ecology. Monks Wood.

Page 158: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

158

ÍNDICE ILUSTRACIONES.

Ilustracion 1.

Ilustracion 2.

Page 159: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

159

Ilustracion 3.

Ilustracion 4.

Page 160: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

160

Ilustracion 5.

Ilustracion 6.

Page 161: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

161

Ilustracion 7.

Ilustracion 8.

Page 162: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

162

Ilustracion 9.

Ilustracion 10.

Page 163: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

163

Ilustracion 11.

Ilustracion 12.

Page 164: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

164

Ilustracion 13.

Ilustracion 14.

Page 165: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

165

Ilustracion 15.

Ilustracion 16.

Page 166: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

166

Ilustracion 17.

Ilustracion 18.

Page 167: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

167

Ilustracion 19.

Ilustracion 20.

Page 168: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

168

Ilustracion 21.

Ilustracion 22.

Page 169: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

169

Ilustracion 23.

Ilustracion 24.

Page 170: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

170

Ilustracion 25.

Ilustracion 26.

Page 171: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

171

Ilustracion 27.

Ilustracion 28.

Page 172: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

172

Ilustracion 29.

Ilustracion 30.

Page 173: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

173

Ilustracion 31.

Ilustracion 32.

Page 174: R sierra prop_vegecuador_1999-120103

174

Ilustracion 33.

Ilustracion 34.