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El proyecto patriota en Guatemala: neoliberalismo militarista

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A partir del 14 de enero de 2012 se fortalece un modelo de organización política, económica y social, fundamentado en la remilitarización/poder del Ejército, la apuesta por las inversiones extractivas y la transnacionalización de la economía, la concentración de la toma de decisiones (autoritarismo), la ideologización conservadora y el uso institucional de la violencia.

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Page 1: El proyecto patriota en Guatemala: neoliberalismo militarista

A partir del 14 de enero de 2012 se fortalece un modelo de organización política, económica y social, fundamentado en la remilitarización/poder del Ejército, la apuesta por las inversiones extractivas y la transnacionalización de la eco-nomía, la concentración de la toma de decisiones (autoritarismo), la ideologización conservadora y el uso institucional de la violencia.

Por Andrés Cabanas Este modelo renueva y actualiza el pacto histórico oligarquía-ejército, adecuándolo al contexto nacional e internacional. A dife-rencia del momento precedente (transición democrática, vigencia –formal- de Acuerdos de Paz, gobiernos civiles), el actual pacto de elites es visiblemente autoritario, tanto en el fondo como en la forma (desconoce leyes y procedimientos, apuesta por el ejercicio unipersonal del poder), se basa en la identidad y el poder militar, al apoyarse en el Ejército o sectores del mismo, y restringe en la práctica libertades y derechos. El pacto incluye a grupos crimina-les, cuenta con el Partido Patriota como operador político, y se apoya en la anuencia explícita o silenciosa de transnacionales y gobiernos conservadores de Europa, Centro y Sudamérica, así como de la administración estadounidense.

La renovación/reconfiguración no implica cambios radicales con la etapa anterior, sino la agudización de los rasgos autoritarios y la adaptación a las nuevas realidades económicas y políticas, espe-cialmente:

el incremento del volumen y el poder de la economía criminal (trata de personas, narcoactividad, contrabando de armas y otros) hace que el pacto oligarquía-ejército sea, en sentido es-tricto, pacto capital tradicional y capital emergente criminal con sectores militares, el golpe de estado de Honduras, junio de 2009, legitima solu-ciones de fuerza, al margen de la ley, y el retorno del Ejército

Aportes para

el Debate,

número 1

El Proyecto Patriota:

neoliberalismo militarista

Introducción 1

Entre la democracia

militar y la dictadura

civil

2

La implantación ace-

lerada de un modelo

3

Barillas: esquema

para armar un Estado

5

El desgaste acelerado

de un proyecto

6

El poder político y

social de comunida-

des y pueblos en re-

sistencia

7

CONTENIDO

Memorial de Guatemala-Aportes para el Debate

Julio de 2012

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como árbitro y actor fundamental de poder político, la derechización de los gobiernos y las sociedades europeas se convierte en soporte político fundamental del neoautoritarismo.

El modelo en desarrollo define un nuevo ciclo histórico. Anula, en primer lu-gar, el modelo de estado y el modelo de sociedad diseñado en los Acuer-dos de Paz (los que, en cualquier caso, no lograron concretarse), al reducir por enésima ocasión las funciones y el poder del Estado, subordinar los ac-tores sociales a los mercados y simplificar la democracia: las elites políticas y el presidente del Ejecutivo acumulan funciones y decisiones, en un marco de hiperconcentración del poder.

En segundo lugar, implica el fin de la transición democrática iniciada con la conversión de gobiernos militares a civiles y la promulgación de la Constitu-ción de 1985: avala el retorno de militares a la gestión del poder político y el control de instancias de gobierno.

Entre la democracia militar y la dictadura civil

Este modelo tiene elementos de las dictaduras militares de los años 80 (por ejemplo, la concepción de las luchas sociales como enemigas del sistema) aunque no es el retorno exacto a este periodo. Utiliza la democracia (partidaria, electoral) al tiempo que la vacía de contenido (autoritarismo, po-der militar). No es un proyecto que depende exclusivamente de Pérez Moli-na y el Partido Patriota: sin embargo, la identidad militar y jerárquica del ac-tual Presidente y su partido lo hacen instrumento privilegiado para el desa-rrollo del proyecto, al tiempo que le confieren rasgos particulares. Estas complejidades nos dificultan entender, nombrar y sobre todo asumir esta nueva etapa. Vivimos su ola de expansión vertiginosa, mientras nues-tros referentes inmediatos continúan siendo los esfuerzos de construcción colectiva de una nueva cultura y una nueva sociedad: el sueño de la paz inacabada de 1996. Paradójicamente, las denominaciones van por delante de las comprensio-nes. Boaventura de Sousa Santos habla, a nivel global, de Socio fascismo, una etapa donde determinados espacios de libertad política, sobre todo electoral, coexisten con nulas posibilidades de justicia social y económica. El Golpe de Estado en Honduras abona la caracterización de Dictaduras Civiles, surgidas de golpes militares. Álvaro Arzú conferenció en 2009 sobre los Regímenes cívico militares. En El Salvador se habla de Estados Milita-res y Democracias Oligárquicas (Julia Evelyn Martínez). Desde mi punto de vista, el término Neoliberalismo Militarista define el mo-mento actual de transformación/regresión en el país, vinculado al poder del

La identidad militar y

autoritaria del actual

Presidente y el Partido

Patriota lo hacen

instrumento privilegiado

para el desarrollo del

proyecto, al tiempo que le

confieren rasgos

particulares.

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Ejército, y continuador del pasado reciente de guerra y represión, ya que el elemento historia-memoria está muy presente en la implantación del modelo, por negación, omisión o afirmación. No es casual en este marco de cambios que se esté hablando de una modificación constitucional: nuevas reglas para una nueva etapa (aunque el alcance de la misma depende de correlaciones de fuerza to-davía variables y análisis de escenarios de riesgos y gobernabilidad). En un contexto “ideal” (desde el punto de vista de la adecuación de la Constitución al pensamiento hegemónico) la reforma constitucional inicia una fase de “constitucionalismo autoritario” (Gerardo Pisanello).

La implantación acelerada de un modelo

Desde el 14 de enero, o más estrictamente desde el triunfo de Pérez Molina y el Partido Patriota en la segunda vuelta electoral, el 6 de no-viembre de 2011, el Proyecto Neoliberal Militarista se expande, a partir de la gestión del gobierno y el control del Estado, con estos ejes funda-mentales: La remilitarización y el ascenso del poder político del Ejército. Se mani-fiesta de forma cuantitativa y física, con el despliegue de tropas e instala-ciones militares (retenes, ampliación de zonas militares, instalación de Brigadas) pero sobre todo alcanza una dimensión cualitativa, en la que el Estado se guía con lógicas y principios militares: ubicación de oficiales en puestos claves de la estructura del Estado; promoción y proliferación de servicios de inteligencia (la inteligencia como eje central de la acción de seguridad/control social); recuperación de la concepción de los movi-mientos sociales como enemigo interno (criminalización, ataques, insta-lación de zonas militares en zonas de conflicto). En este marco, el Ejército asume funciones contrarias a la Constitución, objetadas por el proceso de paz (bajo la lógica de la desmilitarización) y reñidas con una teoría y un ordenamiento democráticos. Se propone pa-ra la institución armada un papel político fundamental: conciliador de in-tereses de la sociedad, a propuesta de Fernando Carrera, director de la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia, o recupe-rador de la institucionalidad y la gobernabilidad “perdidas”, según José Rubén Zamora, director de El Periódico. La acumulación económica agresiva. Una nueva fase de expansión de empresas fortalece la reprimarización del modelo primario exportador (por tanto, la subordinación de la economía guatemalteca) en un esque-ma de acumulación económica agresiva (Raúl Zibechi): concesiones pe-troleras y mineras masivas, nueva matriz energética que da cabida a las energías renovables (eólica, solar, intereses presentes en la expansión

La militarización

es estratégica y

no temporal,

contraviniendo

las conclusiones

de la Alta

Comisionada de

Naciones

Unidas para los

Derechos

Humanos.

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de empresas en Barillas), ofensiva sobre el sistema bancario y el sistema de seguros, privatización del agua (o dicho de forma elegante, Gestión Integral del Recurso Hídrico), expansión de la economía criminal y coexistencia con la economía legal, otras privatizaciones, concesiones o usufructos (portuarias, carreteras…) La legislación y la institucionalidad del Estado se construyen en función de esta expansión, aún en detrimento de los derechos de las personas y colec-tivos (ejemplo: actualización fiscal que no ataca el régimen de exenciones y la falta de tributación), en un marco de Estado Corporación Nación (Gustavo Castro). El desarrollismo-estatismo presente en la concepción militar de los años 70 se diluye en este planteamiento: los bienes estatales y públicos son sometidos a una nueva enajenación; el “Estado Patriota” sigue siendo pa-lanca para la acumulación. En esta fase adquieren protagonismo las transnacionales latinas (Brasil, grupos centroamericanos pro golpistas, Colombia), así como las estructuras y formas violentas y autoritarias (alianzas con ejército, ejércitos privados y grupos de sicarios).

Presidencialismo centralista-autoritarismo político. La concentración y no de-legación de la toma de decisiones, incluso las enmarcadas en el círculo di-recto de poder del Patriota (Ministerios), y el control de la institucionalidad del Estado, configuran un régimen político de corte unipersonal y dictatorial. El gobierno se ejerce con irrespeto de leyes y estado de derecho, por ejem-plo en el nombramiento de funcionarios bajo sospecha (Ministerio de Salud) o eludiendo los procedimientos de designación (Secretaria Presidencial de la Mujer, Defensoría de la Mujer Indígena). Cada vez de forma más abierta, se justifican las actitudes antidemocráticas: la secretividad, la discrecionali-dad, los nombramientos autoritarios, las decisiones en ausencia de ley. La sobre presencia del Presidente (que ejerce eventualmente de Ministro, Alcalde, Contralor, Fiscal, Juez y Vocero Presidencial, o sea vocero de si mismo) se enmarca en esta lógica: esta sobre presencia es rasgo de perso-nalidad, herencia militar y estrategia de publicidad, pero sobre todo funda-menta el proyecto político personalista-autoritario.

Ideologización conservadora. Por múltiples medios se difunde una imagen complaciente y acrítica del actual gobierno. Se legitiman por los mismos me-dios los rasgos autoritarios del proyecto: cuando presenta decisiones autori-tarias y al margen de la ley como acciones de carácter y recuperadoras de la institucionalidad. La ideologización construye símbolos o los destruye (retirada de la bandera maya) y pretende una rescritura de la historia reciente del país, al negar el genocidio y convertir a las víctimas en victimarios (demandas contra líderes sociales promovidas por militares y civiles ultraconservadores).

La

acumulación

primaria

agresiva se

fortalece sí y

sólo sí con

estructuras y

formas

violentas y

autoritarias.

Página 4 El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista

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El uso del lenguaje fortalece esta ideologización: la repetición machacona de conceptos como liderazgo, emprendimiento, ordenar (que sustituye peligrosa y progresivamente al concepto de gobernar), empresarialidad, positivismo, mano dura… Todos estos conceptos se asocian o crean ima-ginarios individualistas y autoritarios. La violencia Institucional. El Estado se organiza a parir del uso de la vio-lencia, teniendo en cuenta dos principios complementarios:

El modelo de acumulación económica y exclusión política no se sostie-ne sin violencia. El modelo de acumulación no se sostiene exclusivamente con violen-cia.

Así, se justifica la criminalización creciente de luchas sociales, el discurso estigmatizador (narcotraficantes, criminales), las capturas, las amenazas y persecuciones, mientras se desarrollan estrategias y mesas de diálogo. La dinámica concatenada de tensión y acercamiento con las luchas socia-les (con mayor énfasis en una u otra según el contexto, y con tendencia a la agudización de las líneas de tensión) convierte a la guerra en la conti-nuación de la política (Clausewitz) o la política en continuación de la gue-rra (general Gramajo).

Barillas: esquema para armar un Estado

En un territorio reducido y en el marco de un conflicto en apariencia me-nor (interés de una pequeña empresa frente a una comunidad) se desa-rrollaron durante 21 días de mayo todos los elementos definidos antes: concentración de toma de decisiones (y anulación de actores civiles y políticos), incremento de la presencia del ejército, Estado corporación, persecución, captura y criminalización de luchas sociales, desaparición de garantías de derechos, soluciones de fuerza para problemas políticos, presencia activa de trasnacionales, con influencia sobre el sistema políti-co, judicial y legislativo. Se producen coincidencias ideológicas entre actores (conservadurismo, afinidades partidarias), en un contexto internacional favorable, y coinci-dencias de intereses económicos: los inmediatos de expansión de una empresa transnacional con los estratégicos de acumulación capitalista, vinculados hoy a modelos políticos de corte autoritario y neo dictatorial. La empresa, incapaz de expandirse por otra vía que no es la de la fuerza, con la urgencia de iniciar la producción para recuperar inversiones, se apoya en el gobierno, al que reiteradamente solicita apoyo. El gobierno visualiza en Barillas la posibilidad de fortalecimiento de su proyecto, a partir de una medida fuerte y un mensaje político claro en los primeros

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El modelo de acumulación económica y exclusión política no se sostiene sin violencia.

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meses de gestión. En este sentido, el Estado de Sitio no es medida ex-temporánea, aislada, sino una propuesta institucional para un determina-do modelo económico y político: un golpe de estado a nivel municipal que pretende normalizar gobiernos autoritarios.

El desgaste acelerado de un proyecto

El proyecto neoliberal militar avanza en seis meses de gobierno, en una lógica de implantación apresurada. Sin embargo, y de forma comple-mentaria, se produce el rápido desgaste de este proyecto, al menos en cuanto al papel del Partido Patriota y el gobierno de Pérez Molina. Este desgaste se simboliza en el agotamiento prematuro de los tres grandes pactos o ejes de la gestión del gobierno, definidos en el discurso de to-ma de posesión del 14 de enero y reafirmados de forma literal en el foro que analizó los seis meses de gestión: Pacto Fiscal, Pacto Hambre Cero y Pacto por la Seguridad, la Justicia y la Paz. Estos tres grandes pactos presentan deficiencias en la implantación, vacíos y limitaciones estructu-rales, que erosionan la credibilidad y el margen de maniobra del Ejecuti-vo. El Pacto Fiscal es sustituido por la actualización fiscal, que desconoce los contenidos promovidos en los Acuerdos de Paz: no obliga a pagar más a los que más tienen (empresas transnacionales); no elimina exen-ciones a las empresas, y se fundamenta en regalías voluntarias, sobre las que no existe control. A partir de la actualización fiscal, el gobierno tendrá limitaciones para cumplir con las metas de recaudación tributaria y para garantizar al Estado ingresos mínimos que permitan siquiera cum-plir los compromisos de campaña del Partido Patriota. El Pacto Hambre Cero es, en su literalidad, un pacto para reducir la des-nutrición crónica diez puntos porcentuales en cuatro años de gobierno. No aborda las injusticias económicas, ni siquiera aborda o pretende lo que su nombre indica: eliminar el hambre. El Pacto está anulado por su contrapeso: la apuesta por el neoextractivismo y la economía exportado-ra (frente a la necesidad de producir para el consumo) que genera nue-vas exclusiones, pobreza y más hambre. El Pacto por la Seguridad, la Justicia y la Paz se mediatiza por la remili-tarización, concebida con carácter permanente, estructural y debilitador de poderes civiles. La remilitarización es estratégica y no temporal; care-ce de protocolos, al trascender la legalidad y la legitimidad (paradigmático el caso de las Fuerzas de Tarea, sin objetivos, reglamen-tos, instancias de control claras y conocidas) y subordina los poderes ci-viles, tanto en la seguridad estrictamente (Policía Nacional Civil) como en el ordenamiento político. Contradice, en este sentido, las tres condi-ciones expuestas por la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Na-

La agresividad

de la

implantación

del modelo

neoliberal

militarista y la

debilidad

intrínseca al

mismo,

configuran un

escenario de

inestabilidad.

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ciones Unidas en su visita a Guatemala, en marzo pasado. El proyecto acumula otras debilidades internas: desconfianzas históricas entre oligarquías y ejército, emergencia de nuevos actores, vinculados eventualmente al poder militar y al Partido Patriota, competencias econó-micas entre actores (incluso entre aquellos identificados como aliados), que derivarán en nuevos pactos y rupturas, incluso violentas, por la natu-raleza competitiva y excluyente de los actores de poder. Estas debilidades, aunadas a la agresividad de la implantación del mode-lo neoliberal militarista, configuran un escenario de inestabilidad. Un go-bierno autoritario y violento, que es al mismo tiempo un gobierno frágil, puede recurrir al incremento de la violencia (física e institucional) para mantenerse: nuevos estados de sitio y excepción, persecución a líderes (capturas y encarcelamientos), asesinatos de líderes. El riesgo estratégico es que este gobierno violento modifique por la fuerza el sistema político actual (disolución del congreso, mayor restricción de libertades y derechos, prohibición legal de los derechos de manifestación, protesta, reunión…) para consolidar el proyecto económico y político.

El poder político y social de las comunidades y pueblos en resistencia

La construcción de este modelo no se desarrolla sin tensiones y oposición social. El punto de partida es el reconocimiento del estado de las luchas sociales: sin caer en el derrotismo (el síndrome de la desesperanza social aprendida, Julia Evelyn Martínez); sin minusvalorar las luchas sociales y la capacidad de movilización y transformación; sin sobredimensionar la correlación de fuerzas (pensar que los movimientos sociales disputan el Poder en condiciones ventajosas). En desventaja y en obvia minoría, se percibe hoy un acumulado de lu-chas y respuestas sociales, que indican avances cualitativos de los movi-mientos: construcción de propuestas y nuevos proyectos (con aportes so-bre todo de la cosmovisión y el feminismo); emergencia de nuevos acto-res y formas de lucha; ampliación de las agendas, progresivamente trans-formadoras y refundadoras; desarrollo de luchas cada vez más profun-das, en los márgenes del sistema (Raúl Zibechi). La constitución de la comunidad y las luchas territoriales como centro de las movilizaciones constituye el salto cualitativo más importante, al ampliar tanto demandas como actores y sujetos participantes.

Si las consultas comunitarias, las luchas por la defensa del territorio, el paradigma de refundación del Estado, la propuesta “de la resistencia al poder”, la construcción de la política a partir de la defensa del territorio

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Se percibe

hoy un

acumulado

de luchas y

respuestas

sociales, que

indican

avances

cualitativos

de los

movimientos.

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cuerpo tierra (aporte del feminismo comunitario) se ubican como puntos de inflexión históricos (después de la firma de los Acuerdos de Paz), la Marcha Indígena Campesina de marzo y la resistencia al Estado de Si-tio en Barillas, en mayo, constituyen puntos de inflexión recientes, forta-lezas que necesitan ser expandidas. Entre otras:

Demostración de fuerza de actores sociales descontentos y con nue-vas propuestas de organización: grito de indignación en un momento en el que los medios de comunicación difunden la idea de una homo-geneidad pro patriota y pro gobierno. Cuestionamiento radical a una institucionalidad, un Estado y un go-bierno que plantean desde la firma de la paz un esquema de diálogo permanente sin acuerdos, concebido como mecanismo distractor, de-bilitador y otorgador de prebendas, sin discusión de problemas es-tructurales. Replanteamiento de las estrategias de negociación-incidencia-movilización de las organizaciones sociales, a partir del fracaso de los procesos de diálogo. Legitimación de luchas frente a la criminalización creciente. Visibilización de nuevos sujetos: comunidades, territorios y pueblos como ejes y centros de luchas, por encima de los aglutinamientos ur-banos y a partir de organizaciones.

El aprendizaje fundamental tiene que ver, en primer lugar, con el valor multiplicador de la articulación de luchas, alrededor de planteamientos legítimos comunitarios. En segundo lugar, con la potencialidad de las articulaciones sociales amplias, concebidas sin rigidez, de forma no vertical ni preestructurada, alejadas del vanguardismo y las formas tra-dicionales de respuesta social: la autoconvocatoria y la conducción sin un referente centralizado (plurireferencialidad) reflejan nuevas dinámi-cas organizativas. Sin embargo, se mantiene la fragmentación, tematización y desarticula-ción de luchas; las divisiones y enfrentamientos entre líderes y movi-mientos; la desconexión táctica-estrategia, urbano-rural, liderazgos-población; las fragmentaciones éticas: distancias crecientes entre ac-ciones y convicciones, incoherencia entre hechos y discursos; la inca-pacidad de asumir, como agenda estratégica de los movimientos socia-les, las demandas primarias de la población: hambre, justicia… Los retos son mayúsculos, de tipo organizativo, de construcción de pro-puestas, de superación de viejas formas de lucha:

Analizar y conocer en profundidad el actual proyecto de dominación,

Las articulaciones

sociales amplias,

concebidas sin

rigidez, de forma

no vertical ni

preestructurada,

alejadas del

vanguardismo y

las formas

tradicionales de

respuesta social,

tienen una gran

capacidad de

transformación

social.

Página 8 El Proyecto Patriota: neoliberalismo militarista

Page 9: El proyecto patriota en Guatemala: neoliberalismo militarista

sin esquematismos (poder de la economía criminal, nuevos actores). Con ello, definir nuevas estrategias para esta nueva fase de lucha: ¿cuáles son las estrategias adecuadas para un horizonte posdemocrá-tico?. Consolidar lógicas de poder comunitarias, territoriales, desde abajo (movimientos más que organizaciones y partidos). Sostener procesos continuos y masivos de movilización política y so-cial (no solo marchas, bloqueos, sino movilización de recursos, accio-nes, pensamientos y proyectos que combinen todas las formas de lu-cha). Cambiar marcos y referentes de lucha (desarrollo sostenible, participa-ción ciudadana) y aprender a nombrar de nuevo las luchas. Abandonar prácticas sectarias y desarticuladas, que favorecen el ac-tual sistema de acumulación y poder. Entender que todos los movi-mientos aportan desde su identidad y especificidades a una lucha común: diversidad sin dispersión, unidad sin unicidad (Isabel Rauber). Revisar coherencia y valores, recuperando la enseñanza del movimien-to revolucionario (vencer o morir) y el movimiento feminista (lo privado es político) como ejemplos de radicalidad ética entre principios y prácti-cas. Desarrollar luchas ideológico-simbólicas que deslegitimen el modelo militar neoliberal: información, formación, análisis, ideologización, for-mación con proyecto político transformador/emancipador. Profundizar debates: construir poder-tomar poder; relación partidos-movimientos sociales (que incluye la relación entre las organizaciones históricas y los movimientos); el debate sobre el Estado (más allá de las instituciones) y el debate aplazado sobre el Poder (que implica la reideologización de las luchas sociales).

El gran reto, el más complicado de ejecutar y el más obvio de formular es el siguiente: Guatemala solamente puede transformarse a partir de la práctica de muchos sectores, personas, pensamientos, demandas. El proyecto colectivo parte de sujetos y luchas diversas y plurales, y se fun-damenta en la colectividad por encima del individualismo; la cultura (memoria, identidad, ideología) en vez del tecnicismo; el buen vivir frente al mal desarrollo; la esperanza sobre la resignación; los derechos por en-cima de las razones del mercado; la paz antes que la seguridad militariza-da.

Las luchas ideológico-simbólicas son cruciales para deslegitimar el modelo neoliberal.

Página 9 Aportes para el Debate, número 1

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Aptdo. Postal 899,

Ciudad de Guatemala

Memorial de Guatemala

Aportes para el Debate

www.memorialguatemala.blogspot.com

[email protected]

A partir del 14 de enero de 2012

se fortalece un modelo de organi-

zación política, económica y so-

cial, fundamentado en la remilita-

rización/poder del Ejército, la

apuesta por las inversiones extrac-

tivas y la transnacionalización de

la economía, la concentración de

la toma de decisiones

(autoritarismo), la ideologización

conservadora y el uso institucio-

nal de la violencia.

.

Próximo número:

El neoliberalismo mili-

tarista. Empresas, go-

biernos y ejércitos en

Santa Cruz Barillas,

Guatemala.

El caso Hidro Santa

Cruz