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DETRAS DE ESTAS CARTAS, LA HISTORIA DE UNA AMISTAD Caricias para el alma La carta que le envió Liliana a Germán el 30 de abril de 1982, encabezada por las palabras “Querido héroe”. Y la respuesta del soldado, en el papel que ella le mandó en el sobre, fechada el 16 de mayo. “Estas palabras me hicieron sentir acompañado en las islas” En los primeros días de la guerra, Liliana Montalto, entonces alumna de séptimo grado, le escribió a un soldado anónimo apostado en Malvinas. La carta no tenía destinatario preciso: el azar la llevó a manos de Germán Farías. Contra una de las varias formas de olvido, ambos se empeñaron en encontrarse, y aún siguen hermanados por aquellas frases de niña que al ex combatiente le sirvieron de consuelo. Por Alejandro Barbieri Fotos: Fabián Uset A 30 AÑOS DEMALVINAS

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DETRAS DE ESTAS

CARTAS, LA HISTORIA DE

UNA AMISTAD

Caricias para el almaLa carta que le envió Liliana a Germán el 30 de abril

de 1982, encabezada por las palabras “Querido

héroe”. Y la respuesta del soldado, en el papel que

ella le mandó en el sobre, fechada el 16 de mayo.

“Estas palabras me hicieron sentir acompañado en las islas”

En los primeros días de la guerra, Liliana Montalto, entoncesalumna de séptimo grado, le escribió a un soldado anónimoapostado en Malvinas. La carta no tenía destinatariopreciso: el azar la llevó a manos de Germán Farías. Contrauna de las varias formas de olvido, ambos se empeñaron enencontrarse, y aún siguen hermanados por aquellas frasesde niña que al ex combatiente le sirvieron de consuelo.

Por Alejandro BarbieriFotos: Fabián Uset

A 30 AÑOS DEMALVINAS

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Año 1982, guerra de Malvinas. Para serprecisos, el 30 de abril. Las alumnas deséptimo grado A del Normal Nº 7 de laciudad de Buenos Aires, en el barrio deAlmagro, reciben la consigna: “Saquen

una hoja y, si lo desean, escríbanle a un soldado”. Nohay nombres, no hay identificaciones, no hay grados nifunciones en las cartas: sólo una vaga pero emocionadadirección (“A un soldado de las Malvinas. IslasMalvinas. Argentina”) y un destinatario incierto. Tanincierto que, de todas las alumnas que enviaron la carta,sólo dos recibieron respuesta, y sólo una prosiguió lacorrespondencia y la amistad durante los siguientestreinta años. Liliana Montalto (42 años, casada, dos hijas–Pilar, 14 y Victoria, 11–) es aquella alumna que encabezóla suya con un simple “querido héroe”, y el ex combatienteya no es un soldado desconocido: se llama GermánFarías, tiene 50 años, es docente, está casado y es padrede Elian, de 20 años, Reiquel, de 16, y Lihuén, de 5. IR A LA GUERRA. Hace tres décadas, por haber sidoconscripto de la clase 62, Farías fue reincorporado comosoldado instruido, y el 14 de abril, a bordo de un camióndel Ejército, el segundo jefe de la Compañía Comando delRegimiento 7 de Infantería de La Plata (“el mayor Carri-zo”) les comunicó a él y sus camaradas una orden disfra-zada de deseo: “Que tengan buen viaje. Si Dios quiere,

mañana nos vemos en Malvinas”.A las diez de la noche del 15, Germán pusopie en Puerto Argentino. Los primeros díasen las islas estuvieron signados por la adap-tación. “Tuvimos que acostumbrarnos alclima, hacer nuestros lugares para dor-mir, evitar los pies mojados. Y tratar de co-mer más allá de lo que nos daban, que eramuy poco. Después empezaron los bom-bardeos. El sentimiento fue que en los 60días que estuve allí pasé de la cordura ala locura. No podía pensar ‘me gusta, no

me gusta’... Era algo que me pasó, que nos pasó, y habíaque hacerlo. Nosotros teníamos que caminar dos kiló-metros y medio para buscar la comida. Así que cuandoíbamos, preguntábamos por las cartas que llegaban delas familias y junto con ésas, nos daban otras cartas quellegaban de las escuelas. Uno de esos días me tocó una...La elegí porque me pareció que era linda, agradable...(muestra un sobre de color naranja, con una estampillaque tiene una escarapela). La leí y la contesté, porque mepareció que estaba bueno contestarla”.Hubo una segunda carta que nunca llegó, debido al blo-queo aéreo impuesto por los británicos. A Liliana le falta-ban datos: sólo tenía el apellido en aquella respuesta. Ter-

minada la guerra, las noticias sobre Germán seguían au-sentes. Ella tomó la iniciativa: dividió la vieja guía telefóni-ca con dos amigas más... y a llamar a cada uno de los Farí-as del mamotreto. Impostando la voz para no parecer dedoce años, explicando el motivo de la llamada, recorrióuno por uno los Farías registrados en Entel. No tuvosuerte, porque este soldado argentino no era de la CapitalFederal y sus alrededores, sino de la ciudad de La Plata. Alpoco tiempo, el paso cansino de la vuelta de un día de cla-se se transformó en algarabía y entusiasmo, cuando sumadre le dijo: “Tengo una sorpresa para vos”. Y el al-muerzo se postergó, para compartir en familia la lecturade la carta. Esta vez, con los datos precisos del remitente.

La fiesta de palabras y oídos atentos continuó al día si-guiente, cuando la carta fue releída en voz alta frente a to-do el alumnado de 7º A de la Escuela Normal.VUELTA Y ENCUENTRO. El regreso al continente, pa-ra Germán, no fue el esperado: “Las secuelas las tenemostodos y yo creo haberlas sobrellevado bastante bien; nosjuntamos, hablamos mucho con los compañeros...”.–¿Que sentías al recibir las cartas?–Cuando uno leía las cosas que decían los chicos de 12años, nosotros con nuestros 20 pensábamos que si ellosescribían esas palabras, diciéndonos que estaban orgullo-sos y tratándonos de héroes, significaba que había familiasque estaban pendientes de lo que estábamos haciendo.

Tus viejascartasTreinta años después,

en el aula del Normal

Nº 7 donde comenzó,

sin saberlo, esta

amistad, Liliana

Montalto y Germán

Farías con la primera

misiva y el sobre

naranja que él eligió

al azar.

Fiesta de 15Un día muy feliz para la

niña: su cumpleaños

número 15. Y en la

fiesta, el ex

combatiente, ya parte

de esa hermandad que

sólo entiende el

corazón. Con ellos, los

padres de Liliana,

Pascual y Teresa.

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Volver Después de treinta

años, en febrero,

Germán Farías (con

la camiseta de

Gimnasia y Esgrima

de La Plata) regresó

a las islas y se

reencontró con sus

compañeros caídos.

“La mayoría de las

tumbas dice

‘Soldado sólo

conocido por Dios’.

Lloré lo que no lloré

en treinta años...”,

confiesa.

Abajo: Junto al

mayor de sus hijos,

Elian, luego de pasar

la noche en la que

fuera su trinchera en

Wireless Ridge.

Al fondo, Puerto

Argentino.

Entonces era importante, porque representaban a toda lagente, a todo un pueblo.Y a pesar del contacto epistolar, entre el soldado y laalumna quedaba una deuda pendiente: el encuentro. Unatarde, el ex combatiente se animó y fue a visitar a Lilia-na por sorpresa. Era la primera vez que se verían cara acara. “Hola, soy Germán, el soldado de Malvinas...”, dijo,algo tímido, a través del portero eléctrico. Incrédula, lamamá de la chica cortó... pero Germán insistió: “Usted tie-ne una perra que se llama Marrana; me lo contó Lili enla carta”. Fue suficiente. Siguieron el cumpleaños de 15de Liliana, para el cual Germán vino desde La Plata en unauto prestado, que tuvo que empujar luego de que sedescompusiera en uno de los días más lluviosos en Bue-nos Aires. Más adelante fueron algunos cafés en Aráoz yCorrientes. Y continuó con el Messenger, el Facebook yel celular, completando el círculo de esta amistad. Comole dice Germán hoy, que se reencuentran en la misma es-cuela donde ella escribió las cartas. “Aun-que no nos veamos, siempre te tengopresente, porque fuiste parte de mi gue-rra. Con tus palabras me hiciste sentiracompañado, estuviste al lado míoigual que mi familia. Qué bueno ha-berte conocido, Lili; fuiste una brisa en-tre tanto nubarrón”.EL ULTIMO VIAJE. Germán Faríasregresó a Malvinas el 11 de febrero pa-sado, después de 30 años, con sus doshijos mayores. Y qué pluma mejor quela suya para describir las sensacionesdel reencuentro con su posición decombate. Esto escribió en su cuenta deFacebook: “Valijas preparadas, sueñocumplido. En minutos nos vamos deMalvinas, como hace treinta años. Pe-ro algunas cosas han cambiado. Loscolores ahora no son solamente blancos y negros. Losmiedos ahora son alegrías, las balas se transforma-ron en pájaros, el humo de las bombas en nubes, lasbengalas enemigas en estrellas, las esquirlas en finalluvia. No hay olor a muerte, hay olor a vida. Algunascosas no han cambiado. Nuestros compañeros si-guen cuidando de ellas y soportando el odio de losocupas. Hemos caminado con la cabeza en alto y conel pecho inflado de orgullo. Quedaron cosas pendien-tes. Siempre quedan cosas pendientes. Son los pretex-tos para volver. Hay algunas cruces que tienen nom-bre, pero la mayoría dice ‘Soldado sólo conocido porDios’. En el cementerio pude llorar lo que no lloré enestos 30 años. ¡Nos vamos, Malvinas! ¡Volveremos!”. ■

Agradecimiento: Coordinadora del área de Comunicación del Normal 7, Alicia Imperiale.

“Nuestroscompañerossiguencuidando delas islas ysoportandoel odio delos ocupas.Las hemoscaminadocon lacabeza enalto y con elpechoinflado deorgullo”