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Texto de la conferencia realizada dentro del curso URBAN SOCIAL DESIGN, celebrado en la Universidad Internacional de Andalucía.

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CURSO UNIA “URBAN SOCIAL DESIGN”CONFERENCIA: La sociología y los procesos participativos como formas de análisis e intervención territorial

________________________________________________________________________RESUMEN

En estas páginas vamos a hacer un recorrido por la teoría sociológica orientada al estudio de la ciudad, así como por las relaciones entre las disciplinas que estudian e intervienen en el territorio. En la segunda parte introduciremos los conceptos de procesos participativos y su relación con la estructura social actual, para acabar con unas técnicas concretas aplicadas en nuestros trabajos.________________________________________________________________________

Bloque A: La sociología como forma de análisis e intervención

El primer lugar puede parecer oportuno empezar esta charla explicando una obviedad, que muchas veces pasa desapercibida por lo que tiene de obvia; es la ciudad algo de lo que deba ocuparse un sociólogo? A primera vista la ciudad y el territorio parecen cosas más enfocadas a un estudio por parte de arquitectos, urbanistas, geógrafos dado que su nexo disciplina - objeto de estudio es claro, tal vez demasiado claro. No hemos de dejar pasar una circunstancia determinante, los asentamientos humanos caracterizados en forma urbana o rural, es decir los asentamientos territoriales son el escenario de lo que M. Mauss llamó el “hecho social total”, aquellos hechos que implican múltiples dimensiones; visto esto es obvio como decíamos que la ciudad sea objeto de estudio sociológico.

Aclarado este punto, sencillo pero importante, quiero aclarar ahora algunos aspectos parciales de los que se ocupa la sociología cuando abarca el estudio de la ciudad, a saber: descubrir comportamientos, aspiraciones, necesidades; evaluar la adecuación del funcionamiento de la ciudad; modos de gestión; nuevas actividades y nuevas formas; como afecta la ciudad y como es afectada la ciudad por diversos fenómenos sociales (globalización, multiculturalidad, desigualdad, ...); estudios

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de morfología y sociomorfología; análisis de redes sociales; estudios demográficos; planes de vivienda pública; los procesos participativos...

Todos estos análisis parciales, a nuestro modo de entender, nunca deben dejar de lado la comprensión de la ciudad como un fenómeno global y holístico para no caer en simplificaciones excesivas y pragmatismos reduccionistas que pasen por alto las implicaciones del hecho urbano y lo conviertan en un problema meramente técnico. Otra característica importante que debe tener la sociología aplicada al territorio es el que sea descriptiva, es decir que trate de explicar, pero también que sea activa, es decir que trate de proponer en un sentido muy concreto del que hablaremos más adelante.

La sociología ha analizado desde hace mucho el fenómeno urbano generando gran cantidad de conceptos y herramientas teóricas con las que afrontar ese análisis cada vez con más garantías; estos conceptos no siempre son conocidos o valorados por otras disciplinas de lo territorial y, en ocasiones, sorprende que sean conceptos venidos desde la ciencia social, algunos de ellos ya clásicos como: los tipos sociales, el habitar, la apropiación, la producción del espacio, la gentrificación, ... Afrontar la creación de ciudad, de piezas arquitectónicas sin tener en cuenta estos conceptos que dan la raíz social es como dice Yona Friedman (2006) crear únicamente una “acumulación de objetos”. Es por esto que todo este análisis debe verse reflejado en la elaboración de programas, diseño de funciones, establecimiento de escenarios urbanos, planes de usos...

Como hemos dicho, la sociología explica, pero para qué explica? Para muchos sociólogos explicar, describir, es ya un valor en si mismo, pero nosotros ya hemos expuesto que pensamos que de nada sirve explicar si no es para proponer, de hecho, nos parece que la simple descripción muchas veces implica un posicionamiento ideológico concreto que pretende dejar de lado el aspecto crítico que para nosotros es fundamental en el sociólogo, escudándose tras la supuesta imparcialidad de los datos. Con todo esto no queremos decir que despreciemos el trabajo teórico, de hecho a mi personalmente me parece el más importante, siempre que este orientado a tener un conocimiento crítico que lleve a una praxis critica que no se contente con describir unos determinados aspectos para reforzar el papel de una actuación urbanística concreta.

Estos posicionamientos se encuadran en una dicotomía que aparece ya en el mismo origen de la sociología, el enfrentamiento entre la estática y la dinámica social. La estática social da valor al orden, al sistema y ve en los momentos de “quietud social” el potencial de progreso de una sociedad. Esto, orientado a el tema urbano, implica estudios que pretenden un mejor conocimiento de lo social para crear un urbanismo mejor “adaptado”, dejando de lado valoraciones sobre si la situación de partida es o no positiva. La dinámica social se pone en el extremo contrario, dando valor a los momentos de conflicto como productores del cambio social, por tanto en relación con lo urbano son estudios que

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denuncian y enfatizan los aspectos conflictivos proponiendo en su crítica formas de alcanzar el cambio social.

Cuando la sociología entra a formar parte de los sacrosantos equipos multidisciplinares normalmente lo que se busca de ella es su perspectiva estática como modo de justificar una determinada elección técnica o de diseño. Nosotros no creemos en lo multidisciplinar puesto que para nosotros no es más que una suma de disciplinas fuertemente encerradas en sus límites y en el aspecto territorial, fuertemente mediatizadas por una disciplina que se erige en la dominante, adivinan? Como hemos dicho, en estos casos lo social suele ser la excusa. Nosotros preferimos lo transdiciplinar, lo que va más allá de la disciplina, donde los límites son más difusos y dónde se puede hablar de cualquier cosa siempre que haya una buena argumentación y ganas. Nosotros hemos tenido la fortuna de poder trabajar en alguna ocasión bajo este punto de partida y nuestras formas de hacer han visto como se afinaban y mejoraban al someterlas al punto de vista desacostumbrado de gente de otros campos.

Estamos entrando en un asunto espinoso, pero que es inevitable en este tipo de foros, la difícil relación de la sociología con la arquitectura desde el punto de vista tanto teórico como técnico. Podemos caracterizar esta relación como tensa sobre todo desde la aparición de los CIAM y del análisis que del funcionalismo hacen entre otros Henri Lefebvre, pero ya antes habían duras disputas centradas en los efectos del Plan Haussmann de Paris y sus efectos en cuanto a represión social, zonificación, segregación espacial, ... Esta relación se tensa por el hecho de que es el sociólogo el que investiga los efectos de las actuaciones arquitectónicas y urbanísticas sobre la población y, en el pasado reciente, en el que para muchos arquitectos nada estaba por encima de la forma y la ciudad solo era considerada como “su posibilidad”, esta relación se tensó más todavía. De esta tensión aparecen importantes contribuciones teóricas desde muchas ciencias sociales como por ejemplo los conceptos de urbanalización, territoriante (Muñoz, 2008), no lugares (Augé, 2008; Ritzer, 2006), impacto de los megaproyectos en la ciudad (Díaz Orueta, 2009; Fanstein, 2009), la ecología del miedo y las comunidades cerradas (Davis, 2001 y 2006), análisis de la construcción social del concepto de mercado de vivienda (Bourdieu, 2003), la aplicación al espacio del concepto de modernidad líquida (Bauman, 2007), además de otros múltiples estudios realizados por gentes como M. Castells, Saskia Sassen, David Harvey...

Estas críticas teóricas orientan al sociólogo que las comparte a una práctica técnica determinada que tiene en su punto de mira las relaciones entre la sociedad - el diseño del espacio - el sistema económico y los puntos de tensión que se generan en estas relaciones, por tanto orienta su práctica a una ciudad más cercana a las necesidades sociales, más participada, más didáctica en cuanto a una nueva forma de habitar, que rompa desigualdades, bonita pero no escultórica, ... y al final todo esto dificulta la práctica conjunta con la arquitectura tradicional, sobre todo teniendo en cuenta que se ha dado a la

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arquitectura la fuerza de tener la última palabra, no sin cierta coerción técnica.

Esto que hemos dicho no debe hacernos caer en el desánimo, desde la arquitectura hay muchos que ven con claridad la necesidad de un nexo real (no una excusa) entre su práctica y la sociedad a la que la dirigen y querría dar solo tres nombres que me parecen importantes, el ya citado Yona Friedman con su urbanismo móvil, ablandar la ciudad, usuario como materializador y otros muchos análisis, algunos que no compartimos, pero ahí está la cuestión, hay base para discutir (2006); Giuseppe Campos Venuti con su “austeridad urbanística”, las salvaguardas para la población afectada por planes urbanísticos, ...(1981)y Jan Gelh padre de la humanización del espacio urbano y de muchas formas de trabajo que permiten enraizar su práctica con el contexto social (2002, 2006, 2010). Desafortunadamente también hay sociólogos y gente de otras disciplinas que se sienten cómodos bailando en el alambre entre posiciones sociales y otras de plan estrella, pero de estos preferimos no dar nombres.

Este conflicto entre disciplinas espaciales-estéticas y espaciales-sociales nos lleva a una discusión que se da casi desde el origen de la sociología, es la sociedad la que influye en la forma espacial o, al contrario, es el espacio el que influye en el tipo de sociedad que lo habita? La cuestión, lejos de ser baladí, es de suma importancia a la hora de establecer el centro de los análisis y las propuestas necesarias de acción para generar el cambio social. Durante mucho tiempo se han ido acumulando argumentos en favor de ambas posturas refrendados por hechos históricos o actuaciones concretas y, es de nuevo con el funcionalismo cuando este debate se hace determinante. Las duras determinaciones sociales del espacio funcionalista y la convulsión social del periodo de entre-guerras y post segunda guerra mundial hacen de caldo de cultivo de este debate. Aparecerán posturas como la del citado H. Lefebvre (1978)que ponen el énfasis en un espacio causal, es decir, el diseño del espacio influye de forma determinante en la sociedad que lo habita, más adelante el primer Castells (1974) defenderá que este argumento no es más que un fetichismo espacial y que en realidad es la sociedad la que genera un espacio concreto con una coerción y unos problemas también concretos.

Como hemos dicho argumentos para ambas afirmaciones los había y eran de peso, lo que nos lleva a pensar que muy probablemente la relación entre la sociedad y el espacio sea recíproca, es decir, que existe una retroalimentación entre la sociedad y el espacio que genera, que llega casi al equilibrio. Pero, con los cambios que hemos vivido en los últimos años, podemos seguir afirmando esto? En nuestra opinión actualmente con la irrupción de las TIC, la nueva gestión urbana, la globalización económica, ... sociedad y espacio han perdido la fina lámina que los separaba, expliquemos como; hacia mediados de los 80 entra en crisis el concepto de sociedad de clases y el posmodernismo hablaba de desaparición de la clase obrera, el individualismo como valor (Alba Rico y Fernández Liria, 1986 y Lyotard, 1989)y del fin de la

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historia (Fukuyama, 1992), así las cosas se entró de lleno en la sociedad de masas. Este cambio nominal no supuso la desaparición de las diferencias que existían, y existen, en la sociedad, simplemente dejaron de llamarse y percibirse como diferencias de clase y se denominaron diferencias de capacidad de consumo, que en realidad eran lo mismo, pero sustituyendo el potencial liberador y de cambio colectivo del concepto de clase por algo más individual y aislante denominado consumo. Con esto llegamos a la sociedad de consumo y al espacio de consumo en el que uno ya no influye ni cuestiona al otro, ES el otro, se desarrollan a la par, se asimilan en una estrategia conjunta. Por tanto, la forma de afrontar el necesario cambio en nuestras ciudades y sociedad de hoy debe ser también adoptar una estrategia conjunta que modifique las formas de reparto del poder, la toma de decisiones, el diseño de espacios, el lenguaje estético, ..., de una forma teóricamente muy ambiciosa sacando a la luz contradicciones, dificultades, falsedades, ... y muy efectiva en la práctica no dejándose llevar por grandilocuencias pragmáticas, por prisas o por valorar cantidad por encima de calidad.

Poner el hincapié en lo social del ámbito urbano también supone poner la vista en lo político en el ámbito urbano. Es así como se entienden las transformaciones socio-espaciales en las actuaciones territoriales. Con esto queremos decir que la sociología como disciplina no es siempre participativa, el sociólogo siempre observa y pregunta en su quehacer, pero la participación va más allá de preguntar, de realizar cuestionarios a la gente, de hablar y comentar en las redes sociales...La participación supone implicación en el ámbito público, por tanto hablamos de aspectos como la gestión de la ciudad desde lo político. Podemos decir que la participación es una actitud ante el fenómeno urbano, es una de las prácticas efectivas con que cualquier disciplina puede afrontar la intervención en la ciudad. El sociólogo tiene las herramientas técnicas para ello, pero esto está abierto a la interdisciplinariedad de la que hablamos anteriormente y es algo que se puede compartir y aprender para mejorar la planificación de los proyectos urbanos.

Bloque B: Los procesos participativos como forma de análisis e intervención

En primer lugar y rescatando parte de lo dicho anteriormente, si antes decíamos que la relación entre sociedad y ciudad, entre lo social y lo urbano es indisoluble, cuando hablamos de la relación entre participación ciudadana y ciudad ocurre algo muy diferente ya que esta relación no está nada clara por los diferentes técnicos que trabaja supuestamente para y por la ciudad.

Los procesos participativos son más la respuesta a un cambio en la ciudad y no el proceso por el que queremos transformar para mejorar nuestras ciudades. Es decir son resultado de los cambios sociales urbanos y no el medio por el que se transforman las ciudades, cuando las

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personas participan en algún ámbito de lo urbano lo hacen como consecuencia de algo acontecido en la ciudad, como último término o cómo medio para llamar la atención sobre algo (ha ocurrido siempre y de ahí vienen conceptos técnicos como desarrollo comunitario y planes estratégicos). Esto supone que cuando hablamos de participación ciudadana estamos afirmando que existen a priori diversas limitaciones políticas implícitas en el concepto. ¿Por qué? Para entender el concepto de Participación ciudadana primero tenemos que conocer, tal y como nos

señala Carlos Verdaguer (2007) en “Apuntes sobre la participación”, la existencia de un marco propicio donde se de el dialogo necesario para generar participación ciudadana. Es aquí donde cabe señalar que la participación ciudadana no puede entenderse si previamente no hay un proceso de democracia institucional, que con el tiempo conlleve la puesta en marcha de grupos sociales y espacios públicos, donde se puedan dar nuevos procesos democráticos de consulta y decisión (Carlos Verdaguer; 2007:5).

Participar supone el ejercicio libre en el diseño y toma de decisiones en la vida institucional. Es un proceso de ejercicio de los derechos y responsabilidades en asuntos políticos, lo cual significa reparto y gestión del poder. Una autentica participación implica la capacidad real de incidir en la toma de decisiones de la vida institucional. Los ciudadanos deben percibir que sus aportaciones, el empleo de su tiempo y dedicación a participar en asuntos públicos, servirán para algo, que no solo interesa su participación de forma consultiva o instrumental, carente al fin y al cabo de vinculación con las políticas públicas.Sino también y en mayor medida interesan procesos participativos que vinculen a la ciudadanía con los cambios de su ciudad, y que la vinculen desde una posición activa y transformadora.

Concretamente destacamos el estudio que Josep Vicent Boira Maiques señala en el articulo titulado “La participación ciudadana y el urbanismo. ¿Radicalizar la democracia o democratizar el espacio?”. Estudio llevado a cabo por Clemente Navarro (2001), el cual consigue enseñar por medio de un índice de realización, los tipos de consejos sectoriales que se conforman en los municipios españoles. Estos consejos son entes sectoriales que agrupan vecinos, asociaciones, técnicos municipales, partidos políticos locales de todo tipo, interesados en diferentes temas que atañen a la ciudad. El índice muestra la diferencia entre el porcentaje de municipios que consideran en sus reglamentos la creación de estos consejos consultivos, y el porcentaje de ellos en los que realmente éstos se han puesto en marcha. El resultado es que el tema sectorial con menor índice de realización de los nueve analizados es el de urbanismo, con menos del diez por ciento de consejos creados y a mucha distancia de los demás, que consiguen un índice de realización del 75% de cumplimiento.(Boira Maiques, 2003).

Ha sido y es una carencia y una limitación por parte de las administraciones locales, conjugar el binomio participación y urbanismo. La falta de interés por parte de las administraciones locales de

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implicar a su ciudadanía en las transformaciones de sus barrios, ha supuesto para la ciudadanía acogerse a la única vía existente, la vía jurídica.

Es en el Real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Suelo, y concretamente el Artículo 4, referido a los derechos del ciudadano, -destacando entre sus puntos más importantes los referidos a la participación que garantiza el Real Decreto de la Ley del Suelo de 2008-, el que señala las posibilidades que existen a disposición de la ciudadanía. Y cita textualmente; “Participar efectivamente en los procedimientos de elaboración y aprobación de cualesquiera instrumentos de ordenación del territorio o de ordenación y ejecución urbanísticas y de su evaluación ambiental mediante la formulación de alegaciones, observaciones, propuestas, reclamaciones y quejas y a obtener de la Administración una respuesta motivada, conforme a la legislación reguladora del régimen jurídico de dicha Administración y del procedimiento de que se trate” (BOE; 28486:2008)

Este punto es importante pues, es la opción más clara que desde la ciudadanía se tiene para actuar ante las transformaciones de un territorio de manera democrática y legitima. Cuando se habla de participar en los procedimientos de elaboración y aprobación de instrumentos de ordenación del territorio y de su evaluación ambiental, unido a el artículo expuesto más arriba, sobre garantizar la participación, se está señalando la necesidad de un derecho anteriormente no garantizado: formar parte de las transformaciones urbanísticas que se realizan en el entorno y ser agente activo del mismo. ¿Cuáles son los instrumentos de que se dispone para llevar a cabo dicha garantía? Las alegaciones, propuestas, observaciones, reclamaciones y quejas.

De estas cinco medidas o herramientas que la ciudadanía puede utilizar, diferenciaremos las que se llevan a cabo a posteriori y las que se dan a priori, ambas podrían ser medidas reactivas considerando que todas suponen una transformación de las ciudad sin ninguna implicación ciudadana proactiva. Las que se dan a posterior son las que marcan una acción como respuesta de las transformaciones urbanas, estas son las alegaciones, reclamaciones y quejas. Las a priori son las que se definen como menos reactivas ya que se dan en el momento en el que se está realizando la transformación u ordenación del territorio, y son las propuestas y observaciones. Aquí por tanto podemos ver el lugar que ocupa la participación ciudadana para llevar a cabo transformaciones sociales en el territorio.

Desde nuestro trabajo queremos e intentamos enfatizar ambas relaciones la social y la política, la social desde nuestro estudio desde nuestra disciplina. La política desde nuestra metodología IAP y diversas herramientas que dan una oportunidad de implicación ciudadana a sus

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ciudadanos. Ambas confluyen hacia la búsqueda de lo que nosotros llamamos “ciudad social”.

La IAP supone el participar como herramienta de trabajo. Es un proceso que conlleva diferentes técnicas para incluir a la ciudadanía en la toma de decisiones locales. Nos exige de antemano asumir, entre otras cosas: la existencia de una voluntad política que no límite la realización de este tipo de técnica. Encontrar la problemática común que mueva a una comunidad a querer participar, y la apropiación de una técnica totalmente flexible a las propias exigencias y cambios que se dan en del día a día de dicho grupo social, son sus objetivos iniciales. Entre sus técnicas encontramos:las redes de relación con el sociograma, la creatividad de las propuestas con los desbordes creativos, y el trabajo comunitario con las matrices reflexivas y los flujogramas.

Desde monoD adaptamos y transformamos estas técnicas para nuestro trabajo relacionado con la ciudad, así hablamos de los infomaps, de las mesas de reflexión, de la encuesta del espacio público y su consecuente recorrido de expertos locales.

Dichas técnicas propuestas desde nuestro estudio se basan en el trabajo con la gente implicada de un territorio pero también con sus técnicos y ciudadanía en general, así destacamos los infomaps como una herramienta técnica que supone reunir a la ciudadanía entorno a mapas vacios donde ellos van exponiendo ideas, necesidades, propuestas alrededor de categorías urbanas, como recorridos, espacios públicos, superficies, usos sociales, equipamientos.

Las mesas de reflexión son mesas de propuesta en base a variables indicadas durante el proceso de participación por los grupos de ciudadanos, estas mesas exponen todo lo trabajado anteriormente y propone, -a partir de ahí y con la ayuda de los técnicos sociólogos y arquitectos-, la reflexión para sacar adelante lineas de actuación y programas sobre la ciudad en cuestión.

Dos técnicas de otras que se han trabajado que quieren mostrar nuestra labor en el binomio participación y ciudad, labor que como ya se ha señalado más arriba trata de buscar el hacer ciudad y la ciudad social.

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