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A través de este cuento (para jóvenes y no tan jóvenes) en formato montaje (pps), nuestra colaboradora Encarnación Almansa pretende tanto un repaso y disfrute de una parte del arte del siglo XX, como un buceo dentro del interior del ser humano de nuestro tiempo, con sus angustias, sensación de vacío y esperanzas.
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Roy pensaba que, siendo detective, tendría una vida con muchas emociones fuertes, pero lo cierto es que no tiene ningún caso
especialmente emocionante y lleva una vida bastante tranquila en un barrio de las afueras de una gran ciudad.
Al momento suena el teléfono.
Alguien le dice que hay una persona en peligro de muerte.
“Tienes que ayudarla, le dice, pero ahora no te puedo decir quién es. Ya te mandaré alguna pista en cuanto pueda”.
Roy no sabe qué ha podido suceder y de dónde viene ese disparo.
“Esto no me gusta nada. Si una pipa no es una pipa es que no me debo fiar de nada. Empiezo a estar preocupada.”
“A lo mejor me entero de algo por las noticias”.
“Estoy de suerte, no han empezado. Todavía está la
publicidad.”
Roy decide poner la tele:
A la mañana siguiente recibe la segunda pista:un mapa.
“Habrá que seguirlo, piensa, quizá pueda descubrir algo”.
El lugar que indica el mapa está lejos y Roy tiene que coger un tren.
Conforme se acerca al
lugar señalado
percibe cómo las casas se
van distanciando unas de otras
y cada vez
parecen más
solitarias.
“Este lugar es deprimente”, piensa Roy
Busca una calle más concurrida
Pero las personas que deambulan por allí no miran a nadie. Están
como absortas.
“Jenny, chica, tengo un caso muy difícil y empiezo a estar preocupada. ¿Tú sabes descifrar este mapa?”
“Roy, ese barrio que te indica no es muy recomendable”, dice Jenny. “Ten cuidado”
“Dios mío, piensa Roy, no sé cómo pueden vivir así… No me gusta nada este sitio”
Decide volverse a casa y olvidar ese lugar.
Al día siguiente:
“¡Ahg! ¡Este mapa seguro que conduce a un sitio demasiado horroroso! ¡Tengo miedo!”
Le dijo que pasara. Tenía un niño pequeño.
“Estoy buscando un asesino, pero es obvio que aquí no vive. Perdona que te haya molestado.”
“No te preocupes, le dijo la mujer, ya que estás aquí quédate un rato”.
Estuvieron muy a gusto.
Cuando salió era ya de noche. Nunca había sentido tanta tranquilidad y nunca había visto un cielo tan estrellado.
Se dio cuenta de que la mujer le había introducido una carta
en el bolsillo. En el sobre ponía:
“Dentro encontrarás lo que buscas. Ábrela cuando llegues a casa”
“Bueno, caso resuelto. La víctima era yo y el asesino era mi propia vida tan superficial, mi vacío”.
“El arte me ha enseñado que la realidad no es siempre lo que tenemos más cerca”
“Que tenemos que aprender a mirar más allá.”
ALETHEIAhttp://aletheia-informa.blogspot.com
La cultura nos humaniza