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Valores para la juventud cristiana
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NO LE HECHES GANAS… MEJOR, ¡¡ESFUERZATE!!
Esfuerzo es el empleo enérgico del vigor o
actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades. Esfuerzo es el empleo enérgico del vigor o
actividad del ánimo para conseguir algo venciendo
dificultades. Perseverancia. Capacidad de mantenerse
constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.
¿Qué sabes de estos valores?
Tal vez no te has dado cuenta, pero tus
actividades de cada día son un catálogo de distintos esfuerzos. El primero es
despertar a la hora necesaria y prepararte para acudir a la escuela. Una vez en ella prestas atención a las palabras de tu maestro
y llevas a cabo lo que te indica.
Regresar caminando a casa, o pasar un rato
dentro de un transporte incómodo también exigen tu disposición y empeño.
Una vez en la casa los desafíos continúan:
completar la tarea que te dejaron, ayudar a tus
padres o hermanos, ordenar tus cosas.
En cada una de esas acciones estás
demostrando tu deseo de ser mejor cada día.
EL ESFUERZO Y TÚ¿Cómo avanzar con
pasos más firmes en ese proyecto de superación?
Hay varias estrategias clave. Una de ellas es la
perseverancia, que consiste en sostener tu esfuerzo todo el tiempo, sin importar que a veces
las cosas no salgan como esperas ni el cansancio
que experimentes.
También te ayuda la disciplina, o capacidad de conservar claras tus metas y organizar mejor
tus esfuerzos para que te lleven hasta el fin que
buscas, como un triunfo deportivo
o una buena nota en tu trabajo. El conjunto se
completa con la laboriosidad, tu
dedicación a las tareas que te corresponden con cariño, tiempo y entrega.
A veces lo más difícil es comenzar, pero cuando
pasa el tiempo y alcanzas a ver los frutos del esfuerzo (tu éxito en
la escuela, trabajo en la práctica de un
deporte o el bienestar de tu familia) verás que
cada acción trae una recompensa: tu desarrollo como
persona.
El antivalor y sus riesgos. Una persona incapaz de esforzarse jamás logra realizar sus sueños y vive
sujeta a aquello que la vida le da. Corre el riesgo de llevar una
existencia de carencias y
limitaciones en todos los aspectos.
La vida esta llena de dificultades. Si nos descuidamos, este mundo nos agobia con sus innumerables problemas. Nos quedamos empantanados en ellos y no podemos ver más allá.
Dios quiere que miremos hacia adelante, por encima de los obstáculos que se nos presentan al momento.
Hoy día oímos hablar mucho del esfuerzo, de la necesidad de esforzarse para conseguir algo en la vida. Sin embargo, la sociedad del bienestar y el
consumo nos está vendiendo la idea contraria a la necesidad de esfuerzo. Parece que la comodidad y el confort se pueden alcanzar sin trabajo e incluso
echando flojera en el mundo del FACE.
Esta idea supone un coste que afecta de forma especial a los niños y jóvenes.
Observamos que los niños presentan una incapacidad alarmante (a nuestro
juicio) para soportar esfuerzos.
Incapacidad que supone consecuencias muy negativas para la persona como sentimientos de impotencia y conformismo; la no valoración de las cosas y, consecuentemente, la incapacidad de disfrutar de ellas y falta de entusiasmo.
Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la obtención de placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo que supone la realización de determinadas actividades: ir de marcha sin cansarse, comer sin engordar, etc.
Lo que pretendemos en este valor es analizar qué entendemos por esfuerzo, cuáles son las variables humanas que están íntimamente unidas al esfuerzo (la disciplina, la motivación, el valor del trabajo bien hecho, etc.)
Una tarea urgente para hacer de los jóvenes personas que sepan afrontar las dificultades, consiste en enseñarles el VALOR DEL ESFUERZO, la necesidad de una fuerza de voluntad fuerte. Entre los 12 y los 30 años los individuos se encuentran en un momento decisivo de su vida.
Es la etapa en la que hay que comenzar a desarrollar las principales virtudes. Es el momento de educarles en la generosidad, ayudarles a ser trabajadores, Sinceros…... Y, por supuesto, es cuando se da el pistoletazo de salida para crear en ellos la capacidad de esfuerzo.
Hay que luchar y evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e inconstante, propia de personas incapaces de ponerse metas concretas y cumplirlas. Al no haber luchado ni haberse esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua en el futuro. Y, la vida está llena de este tipo de tareas.
La respuesta está en ofrecer siempre ayuda, cada día más, para adquirir unas Capacidades muy importantes para poder enfrentarse a la vida: la voluntad para la lucha, la capacidad de sacrificio y el afán de superación. Si no se consiguen, se cae en la mediocridad, el desorden, la dejadez... Por eso, no es de extrañar que hayan llamado a la fuerza de voluntad la facultad de la victoria.
El ejemplo por parte de los adultos tiene una gran importancia, especialmente el de los padres. Los chicos necesitan motivos valiosos por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea necesario. Hay que presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es lucha.
Es necesaria cierta exigencia por parte de los adultos. Con los años, es lo deseable, se transformará en autoexigencia. Hay que plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que los adultos puedan controlar fácilmente: ponerse a estudiar a hora fija, dejar la ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc.
Las tareas que se propongan han de suponer cierto esfuerzo, adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo que quieren conseguir. Las tareas tendrán una dificultad graduada y progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y seguros.
Muchas veces el Fracaso será más eficaz que el éxito, en la búsqueda de una voluntad fuerte. Y es que a nuestro entender, son dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo: voluntad y motivación.
La VOLUNTAD se puede trabajar y entrenar día a día con el fin de automatizar los comportamientos y así, disminuir la sensación de esfuerzo. La paciencia es el soporte esencial de la voluntad y si es importante tenerla, para poder enseñarla.
No hay esfuerzo si no hay motivo. Sin MOTIVACIÓN es imposible que alguien luche por una meta. Sin una meta, sin un objetivo… no existe el movimiento. Será de la motivación de donde surja la disposición para el esfuerzo. Detrás de cada actividad que realizamos siempre hay una motivación que actúa como el motor que nos va a permitir realizar el esfuerzo necesario para alcanzar las metas.
La vida misma se inicia con una pugna. Para venir a este
mundo, el bebé debe abandonar el cobijo y la
seguridad de que goza en el vientre de la madre y recorrer
con dificultad un estrecho conducto. Antes de remontar vuelo a las alturas, el águila
debe abrirse paso a picotazos para salir del
huevo. Antes de deleitarnos con su gracia y hermosos
colores, la mariposa debe de escapar del capullo.
¿Por qué permite Dios las
tribulaciones?Son muchos los
motivos, pero pueden resumirse en una sola palabra: beneficios.
Las pruebas y tribulaciones fortalecen y
moldean nuestro carácter. Hacen de nosotros mejores personas y mejores cristianos.
Él ve los beneficios.
Si alguna vez te parece que las
pruebas, tribulaciones y dificultades que enfrentas son tan
intensas que no las puedes soportar, no olvides que el Señor es mayor que estas. Encomiéndaselas a
Jesucristo.
Si te pones de cara al sol, no verás las sombras.
Medita en las bendiciones de las que disfrutas en la actualidad –de las cuales
todos los hombres gozan en abundancia--, no en las desdichas del pasado, las cuales todos
han conocido en alguna medida.
Que no diga yo en la enfermedad: “¿Me estoy mejorando de mi dolencia?” Sino más bien:
“¿Estoy mejorando a causa de ella?”
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»
Filipenses 4:13
No debemos huir de los problemas ni acobardarnos cuando vemos que se avecinan.
Más bien debemos pedir a Dios que nos ayude a remontarlos con
las alas de la oración.
Si Dios está obrando en tu vida con el fin de cultivar en ti una determinada cualidad, puede que el proceso se demore un poco. Un trozo de carbón no se convierte en diamante de la
noche a la mañana; lo mismo sucede con nosotros.
Cuando te parezca que has llegado al límite de tus fuerzas, aguanta un poco más. Muchas veces la paciencia es la
llave que abre la puerta de la recámara de las bendiciones de Dios.
Las dificultades nos enriquecen. Nos trasladan del
plano de la cotidianidad superficial y el ajetreo de la
vida moderna a la dimensión espiritual, que es más
profunda. Así mismo, al percibir el poder divino y ver como Dios nos saca adelante
en situaciones difíciles, aumentan nuestra fe y nuestra esperanza en que Él velará por
nosotros cualesquiera que sean las tempestades que se
nos presenten.
“ La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”
Romanos 5:3-4
Nada ocurre porque sí a los hijos de Dios. Todo responde a un designio genial. Cada problema, revés, castigo o dolor es un golpe de cincel del Escultor celestial.
«Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez mas excelente y eterno peso de gloria.»
(2 Corintios 4:17; Timoteo 2:12)
«Si sufrimos, también reinaremos con Él.»
Hay Alguien que te ama y entiende exactamente por lo que estas pasando.
A Él le interesas más de lo que te puedas imaginar, y quiere que tengas una vida feliz y productiva, y que seas una influencia positiva en las vidas de
las personas a tu alrededor.
Pide a Jesús que entre en tu corazón a través de esta oración:
“ Jesús, deseo los dones que Tú nos ofreces: la vida eterna, el amor y un sentido a la vida. Te abro mi
vida y mi corazón ahora y acepto Tu don de salvación. Te ruego que me perdones todas mis
malas acciones, que me ayudes a volver a empezar, a llegar a conocerte íntimamente y a sentir tu amor.
Amén ”.