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5º Domingo Ordinario - C - La pesca milagrosa
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LA PESCA MILAGROSARema mar adentro y echad las redes.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro y echad las redes». Simón contestó: «Maestro, hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red.Lucas 5, 1-11.
En el evangelio de hoy vemos tres aspectos de la misión de Jesús.
El primero es instruir. Dedica largas horas a predicar. Sentado en la barca de Pedro, enseña a las gentes.
La segunda misión es curar y transformar. Su palabra va acompañada de su capacidad para
obrar milagros. Estos, más allá del hecho sobrenatural, son signos que despiertan el
corazón y la libertad humana.
La tercera parte de su misión es la llamada. Sabe que para su obra necesita personas que se
entreguen al servicio del evangelio y cooperen con él. Por eso llama a sus apóstoles. A la llamada
le precede una actitud de humildad.
Pedro cae de rodillas: reconoce su pequeñez y sus muchas faltas. «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pero Jesús hará todo lo contrario:
sin negar sus limitaciones, lo llama a estar con él.
«Hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada.» También los cristianos
de hoy, llamados a expandir el evangelio, podríamos decir: «Nos hemos esforzado
durante años para nada». Tanto trabajo, tanto sacrificio, parece inútil, no da fruto…
Pero Simón se fía de Jesús: «Por tu palabra, echaré las redes».
¿Podremos decir nosotros lo mismo? Porque nos fiamos de ti, Señor, seguiremos
bregando…
Simón se fía. Su fe provoca el milagro.
Y obtiene una pesca abundante.Sacar fuerzas de
donde no las hay, con una oración sincera, puede obrar milagros.
El verdadero milagro es fiarse de Dios. Seguir ahí, aunque no veamos el fruto inmediato.
Fiarse convierte la noche en amanecer;la acción estéril en trabajo fecundo;
el desaliento en esperanza y alegría; la apatía en fe.
Pedro hace dos actos de fe.El primero es fiarse: rema mar adentro y vuelve a
echar las redes. ¿Sabremos nosotros ser constantes y seguir, contra
toda esperanza?
El segundo acto de fe es responder a la llamada
de Jesús.«Desde ahora serás
pescador de hombres.»Todos los cristianos
recibimos esa llamada a ser colaboradores de
Dios. ¿Cómo respondemos?
¿Nos fiamos?
Pedro, valiente, sigue a Jesús. Su vida cambia de rumbo. A partir de ahora, se adentrará en las aguas turbulentas del mal para rescatar a las
gentes que se ahogan. Esta será su vocación: dejar las redes para iniciar un camino de libertad.
Esta es también nuestra vocación: cuando abrimos el corazón y confiamos en Dios, él nos dará el valor necesario para embarcarnos en la
aventura de ser rescatadores de almas.
Textos: Joaquín Iglesias Aranda.