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Tratado de brujería vasca Descripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios

Tratado de-brujeria

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Tratado de brujería vascaDescripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios

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Tratado debrujería vasca

Descripción de la inconstancia delos malos ángeles y demonios

Pierre Lancre

Traducción a cargo de Elena Barberena

Serie de Historia dirigida por Emilio Majuelo

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Edición:Editorial Txalaparta s.l.

Navaz y Vides 1-2Apdo. 78

31300 Tafalla NAFARROA

Tfno. 948 703934Fax 948 704072

[email protected]://www.txalaparta.comPrimera edición de Txalaparta

Tafalla, noviembre de 2004Segunda edición de TxalapartaTafalla, diciembre de 2004

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I.S.B.N.84-8136-3790

Depósito legalBI-2621-04

Título: Tratado de brujería vasca. Descripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios

Título original : Tableau de l’inconstance des mauvaisanges et démons: où il est amplementtraité des sorciers et de la sorcellerie.

Autor: Pierre LancrePortada y diseño colección: Esteban MontorioTraductora: Elena Barberena

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Quienes trabajamos con la historia, o quizás habríaque decir desde la historia, sabemos de sobra que eltropezar con estudios rematados es excepción. Habitual-mente tenemos que completar puzzles, reunir retazos y,desgraciadamente, interpretar todos esos elementos.Digo desgraciadamente porque cuanto más subjetivasea una cuestión, más espacio quedará para que las con-clusiones sean dispares. Y, en la disparidad interpretati-va, que no en la descriptiva, surge la intencionalidad. Asíes, en buena parte, la impresión moderna que se tienede nuestro pasado.

No aventuro nada al afirmar que se han construidosólidos castillos históricos a través de una o dos frasesencontradas en un viejo archivo, a través de suposicio-nes originadas en el alineamiento de varias piedras...No es el caso. Los textos de Lancre son sólidos, impres-cindibles para conocer creencias, vida cotidiana e, inclu-so, estados de ánimo.

Las brujas vascas y Lancre

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Por eso, monografías como las de Lancre son un te-soro en bruto. Destinadas a ser trabajadas durante años,a ser pasto de la lupa y de los jóvenes investigadoresque empiezan en este oficio tan estimulante. No hayque descubrir, el autor lo muestra, no hay que interpre-tar apenas, el autor lo hace por todos nosotros y por unabuena parte de la humanidad, desde su época hasta laeternidad.

Para quienes desconozcan este clásico (1613) habríaque avanzar que Pierre Lancre fue un inquisidor francésque viajó al norte de Euskal Herria en 1609 y dejó escritoel libro que ahora se edita y del que su compatriota Mi-chelet diría: «Jamás los vascos fueron mejor caracteriza-dos que en el libro de Lancre». El libro comenzaba conla frase de Tableau de l´incostence des mauvais anges et demons,ou il est amplement traite des sorciers et de la soricierie, texto queno puede decirse fuera exactamente el título del libroporque, entonces, semejantes licencias no existían. Aúnasí, esa frase expresa lo que dentro de las tapas del tra-tado podrá encontrar el lector.

Casi 400 años después, el libro ha sido traducido alcastellano, por primera vez. Aunque no completo. Hayque decir que algunos pasajes, pocos ciertamente, hanquedado fuera de esta traducción. No aportaban nada alconjunto, es más, lo desviaban de los dos ejes que elpropio Lancre describió: la brujería y la sociedad vascade entonces. Los textos no traducidos y descartados deesta edición son párrafos dedicados a la Iglesia católicay a sus ritos.

Antes de avanzar contenidos, habría que señalar queel inquisidor dejó un escrito sumamente sugerente, queEuskal Herria era «un país de manzanas, sus mujeressólo comen manzanas, no beben más que jugo de man-zanas y en cualquier ocasión están dispuestas a morderla manzana de la trasgresión, pasando por encima de lacondena de Dios y franqueando la prohibición de nues-tro primer padre. Son Evas que seducen voluntariamen-te a los hijos de Adán, y desnudas en la cabeza, viven enlas montañas en absoluta libertad e ingenuidad como lo

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hacía Eva en el paraíso terrenal». Y la manzana, lo insisteLancre, es la metáfora biblica de la transgresión.

Con este punto de partida, el libro, al margen de lascircunstancias históricas, tiene ya un plus: el del escena-rio. Pocas son las descripciones de los vascos en la EdadMedia y ésta es, sin lugar a dudas, la más completa. Siademás nos ubica en los límites de la trasgresión ¿quémás se puede pedir?

Pero ¿quién fue en realidad Pierre Lancre?

Para nosotros los historiadores Lancre fue un sangui-nario y fanático inquisidor. Apuntó que «la Iglesia estabacometiendo un gran crimen al no quemar a las brujas» yluchó con todas sus fuerzas para que la tendencia cam-biara. Y no sólo lo logró sino que también peleó para quelos defensores de las brujas, los que pensaban que la ho-guera era un horror, cometieran un pecado mortal. O almenos que la jerarquía eclesiástica así lo reconociera.

¿Su procedencia?

Su abuelo fue un afamado vinicultor en la Baja Nava-rra. Tras la estela de los dineros amasados, su padre co-menzó a firmar como señor de Lancre y él, que nació enBurdeos, siguió la costumbre. Pierre se hizo jesuita en Tu-rín. En 1582 lo nombraron consejero del Parlamento deBurdeos y en 1609 aceptó mediar en un conflicto secular,el de los Urtubia con los vecinos de Donibane Lohizune(San Juan de Luz). Se lo había pedido el rey Enrique IV,cuyo capellán era Bertrand Echauz, de Baigorri, bajonava-rro también. Los Urtubia, de Urruña, originarios de Alza-te, en Bera, reclamaban los derechos de un puente. Lasreclamaciones ocasionaron venganzas, detenciones, acu-saciones y una sarracina en 1607 que doce caballeros em-bozados llevaron a cabo en San Juan de Luz.

Una historia más de las muchas que jalonan los con-flictos banderizos de nuestro país. Sin embargo, el de-senlace de ésta fue del todo diferente, convirtiéndose enel origen de la intervención de Lancre y, por extensión,de este libro.

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En uno de los testimonios sobre la agresión de losembozados, una de las denunciantes apaleadas afirmóque le obligaron a beber una pócima mágica. No era laprimera vez que se cruzaban acusaciones de brujería enel conflicto de los Urtubia. Ni en otros. Incluso algunasmujeres habían sido llevadas a la prisión de Burdeospor tal motivo. Sin embargo, Lancre dio una trascenden-cia extraordinaria a la anécdota de la pócima y la convir-tió en el arranque de la guerra banderiza.

De esa forma comenzó a investigar la brujería enesas tierras al norte del Bidasoa, con la ayuda de una jo-ven vidente de 17 años llamada Morguy que lograbaidentificar, gracias a la coloración de la piel, a los huma-nos que habían sido ungidos por el Demonio, el stigmadiaboli, la marca del Diablo. Marca que las brujas llevabanen lugares «muy secretos». Gracias a este procedimien-to, y en sólo cuatro meses, Morguy y Lancre lograron de-senmascarar a 3.000 brujos y brujas. Hombres, mujeres yniños. Y también sacerdotes.

Y lo que vio y lo que hizo lo dejó escrito.

Así, su Descripción de la inconstancia de los malos ángeles ydemonios es un trabajo cargado de intenciones. Dice, porejemplo, que una asamblea de 12.000 personas se habíareunido en la playa de Hendaia para celebrar un akela-rre. La población de Hendaia entonces era la que habi-taba en unos escasos caseríos, es decir, apenas llegaríaal centenar. Lancre hizo de la mentira su Biblia y conven-ció a los parlamentarios de Burdeos de que el tema en-comendado era bien grave. Y, por tanto, necesitaba desoluciones acordes.

En otro apartado de su informe, Lancre se refirió aque la abundancia de hechiceros y brujas en el País Vas-co se debía a que las misiones católicas de las Indias ydel Japón los había expulsado previamente de esas tie-rras y, por razones desconocidas, se habían refugiado enel país de los vascos. Dijo, también, que «muchos ingle-ses, escoceses y otros viajeros que vienen a cargar vinosa esta ciudad nos han asegurado haber visto durante su

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viaje tropas de demonios en forma de hombres espan-tosos que pasan a Francia».

Así, el inquisidor, ante el temor de que los brujos setrasladaran a Francia y contaminaran su saludable tierra,tomó una decisión traumática: de los 3.000 detenidos,600 fueron llevados a la hoguera. La muerte más horribleque ha existido jamás, donde la víctima percibe la tortu-ra, sin desfallecer, hasta que muere. Algunas de las brujaseran niñas que aún no sabían qué era la vida. Y Franciaquedó libre del peligro vasco. Cierto, aunque no lo pa-rezca.

Sólo el retorno de los marinos de Baiona, la capitalde Lapurdi, que volvían de la temporada del bacalao enTerranova, logró cortar la masacre. Los marinos se suble-varon y el Parlamento de Burdeos llamó a capítulo aLancre que abandonó precipitadamente Lapurdi. Y elinquisidor se retiró a escribir sus andanzas que seríanpublicadas tres años después.

Por encima de cualquier consideración al margen delas expuestas, la edición del libro de Lancre va a servirpara acceder al origen y a las fuentes de la intoleranciareligiosa. Cerca de 400 años después, las razones esgri-midas por el llamado “azote de la brujería” pueden pare-cer un tanto peregrinas. No hay que olvidar, sin embargo,que sirvieron para mantener a numerosas generacionesen la ignorancia y la sumisión, a través del terror. Desdeel siglo XIII en Europa y desde el XV en la península Ibé-rica, la Inquisición fue el principal argumento de la curiacatólica para expandir y mantener sus creencias. La Des-cripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios es, enesta línea, un testimonio estremecedor. El paradigma.

Iñaki Egaña

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Libro primero

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El primer objetivo y el propósito principal de losmalos demonios es la desesperación del hombre, su de-rrumbe, su completa ruina y su condena; no buscan másque nuestra caída, tan sólo gozan con nuestros tropie-zos, únicamente se estremecen para estremecernos, yparece que no aderezan y condimentan sus tormentos–hasta donde pueden hacerlo– más que para atormen-tarnos. El hombre es la única criatura que puede moriren pecado mortal cuando se hace aliado y socio de losdemonios. Y ésa es la razón por la que nos tienden tan-tas trampas y tretas, e inventan tantas funestas artima-ñas para sorprendernos. ¿Dígame usted para qué sirvensi no tantas formas deformes, tantas figuras diversas ydistorsionadas, tantos velos y máscaras de todas clases,tantas perniciosas y abominables licencias, tantas liber-tades, voluptuosidades, placeres contra natura a los quese entrega delante de nuestros ojos para atraernos haciaél por medio del placer que sabe que más disfrutamos,si no es para perdernos? Dios, que conoce sus propósi-tos a la perfección, platicando con Job le dio un nombre

Discurso I

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muy propio y conveniente, llamándolo Behemoth, comoposeedor de un parecido con varias y diversas bestias aun tiempo, ya sea uniendo a la rabia y la malicia, la fero-cidad del león, del tigre y del oso; ya transformándosede facto en dragón o en hidra de varias cabezas. El pri-mer cuerpo que, a mi juicio, adoptó fue el de la astutaserpiente, cuando gracias a esa artera forma, removien-do hacia dentro su móvil lengua, encandiló a la primerade las mujeres y madre de nuestra desgracia. Dios quisoque el hombre viera los enredos, artimañas y doblecesde la tentación por medio de este animal y, cuandoaquél vio el feliz éxito alcanzado con esa trapacería, sevolvió a servir de esa misma piel de serpiente, insinuán-dose y serpenteando tan a propósito y oportunamente,que se adueñó de toda la prudencia y sabiduría de losantiguos griegos y romanos, que la llegaron a adorarcomo a un dios. Los demonios tienen mil medios paraseducir a los hombres e inducirlos a la tentación. Allídonde la sutileza de la serpiente no logra su propósito,utiliza la fuerza del león o la agilidad del mono.

Jesucristo también llama al Diablo serpiente, dandopotestad a sus discípulos para que la pisen; San Juan lollama dragón y antigua serpiente. Y, según nuestros his-toriadores romanos, el Diablo, ostentando el nombrede Esculapio, hizo su entrada triunfal en la ciudad deRoma con esa repelente forma; lo que demuestra la in-constancia y el brutal humor de Lucifer y de sus demáscamaradas demonios, que quieren hacer alarde de sugloria y soberbia, y mostrarse semejantes al Todopode-roso, rebajándose, no obstante, a tomar la figura y la for-ma de ciertos animales, las de los más desagradables yviles. Aquéllos que han querido dar a conocer y distin-guir las apariciones de los ángeles buenos de las de losmalos han podido observar perfectamente que los pri-meros, felices en la gracia de Dios, cuando se quierenaparecer a los hombres nunca adoptan una figura bru-tal, ni tampoco la de una mujer, sino siempre la de unhombre, y que ocurre lo contrario con los ángeles malva-dos. Y si en alguna ocasión Satanás toma la forma de un

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hombre, éste siempre tiene algún defecto o alguna ex-travagante desproporción, o es demasiado negro, o de-masiado blanco, o demasiado rojo, o demasiado grande,o demasiado pequeño. Además, el Ángel de Luz llevasiempre algún destello luminoso que lo hace reconoci-ble, mientras que por el contrario un ángel malvado ca-mina en tinieblas y nubla la vista, y a menudo tambiénel entendimiento de los que quiere engañar y frustrar.

Una vez que el Diablo se ha insinuado y penetradoen nuestro interior, se quita la máscara y deja de utilizarardides, y violando por completo toda hospitalidadobliga abiertamente a los hombres que ya ha hecho su-yos a ejercer todo tipo de fechorías, llegando incluso adespojar a los padres de todo amor y afección de padre,embotando en ellos todos los aguijones de la naturale-za, y por lo mismo, como revancha de tamaña fechoría,también todo respeto de los hijos por la sangre paterna.

Los terribles y furiosos monumentos que nos hacenver tantos y tan diversos autores, del busto y de cuerpoentero de la pitonisa o sacerdotisa del Demonio, Febo,nos muestran con suficiente claridad cuál era el espírituque las agitaba y obligaba a hacer tratos tanto más in-dignos por ser impropios de ese sexo. Pues quién queno sea un completo desvergonzado no enrojecerá al vera una mujer montada en un trípode, que balancea su ca-beza completamente desgreñada, con los labios trasto-cados, los ojos virados, el pecho jadeante, y se sacudelos costados hasta que finalmente consigue liberarse deese loco engendro y furioso espíritu que la agitaba.

No soy de la misma opinión de los que consideranque los demonios son tan inconstantes, a causa de sunaturaleza ígnea o aérea, que se sostienen sobre lasaguas, o que al menos cuando se encuentran en el cuer-po de los brujos hacen que se mantengan sobre la su-perficie de los ríos, sin llegar a sumergirse nunca.

Pues más allá de esta proposición, ellos consientenesa especie de prueba de brujería que se realiza conagua fría, que es ilícita y no puede ser admitida sin inju-

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riar gravemente a Dios, y está prohibida por el Canon Con-suilisti 244. La realidad es que la ligereza que hace que sesostengan, y a veces también que lo hagan las brujas, ylos impide sumergirse no proviene, como algunos afir-man, de su naturaleza ígnea o aérea, pues están exentosde toda concreción corporal y de toda cualidad que deri-ve de sus cuerpos. Los demonios hacen que algunas ve-ces se sostengan sobre el agua para engañar a la gente, ysobre todo para engañar a los jueces, a los que el Diablodistrae con esta loca atracción, que en algunas ocasionessucedió a muy santos personajes. Del hecho cierto deque los demonios posean cierta ligereza, que permiteque puedan en un momento dado sobrenadar y sumer-girse con facilidad, y comunicar estas cualidades a losBrujos, no se puede deducir que eso constituya unaprueba cierta e infalible de que sean brujos.

No menos insoportables y repelentes eran los cori-bantes de los galos, que en los sacrificios de la madrede los dioses saltaban y danzaban observando ciertasextrañas cadencias, dándose topetazos entre ellos conla frente, arrojándose con la cabeza gacha por delante, almodo de los pescadores de perlas.

Y quién puede contener la risa al ver en la actualidada los turcos alrededor de sus locos y rabiosos, a los querespetan como pequeños dioses, aunque no por ellodejen de tenerlos bien atados; y al fin y al cabo estos úl-timos obtienen algún provecho de su locura, al contrariode lo que ocurría con los sacrificadores de Cibeles, deBellona y de Baal, que tan sólo experimentaban gravesdolores cuando se cortaban la cara con afilados cuchi-llos, y sin dejar de contornearse se descuartizaban elresto del cuerpo a dentelladas, para dar más gracia a esarabia furiosa. Es así como estos demonios inconstantesnos cierran los ojos para hacer que arrastremos la piedrade nuestras desgracias.

El mundo es un teatro en el que el Diablo desempe-ña una infinidad de diversos y disímiles personajes. Estabestia sangrienta va contorneando el globo terráqueo,siempre en busca de alguien que pueda ocupar ese In-

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fierno que dice «nunca tiene bastante gente», aunquesiempre encaminándose a su centro, a donde llega final-mente a descargar todo su botín, ganado en parte me-diante artimañas, en parte con violencia, como quiensabe muy bien coser la piel del zorro a la del león. Y a losque no puede atrapar abiertamente en sus garras, se es-fuerza para deslumbrar al menos con falsas promesas,presentes y riquezas ficticias o malhadadas, elementosque quebrantan las rocas más firmes y resueltas; nada leimporta con tal de llegar a poseerlo.

Pero analicemos el parecido de Behemoth con variasbestias, subrayando aquél con dos de las más astutas:cuando se encuentra entre los hombres, cubierto con lapiel de lobo imita y finge muy sutilmente su voz parasorprenderlos; si se mezcla con los perros para trapacearal pastor, no hay nada más parecido a un perro. Caminacon paso lento y tardío, dando a entender que piensa entodo menos en hacer mal. Si despliega las astucias delzorro, se comporta de tal modo que sólo rompe ramaspequeñas, sin quebrar todavía las gruesas ramas de losgrandes pecados. No nos arrastra de buenas a primerasal homicidio y al incesto, sino que viene a paso de oveja,arrancando con lentitud las virtudes del alma, para plan-tar en ella pequeñas faltas que van creciendo poco apoco. Tenemos las vidas de los Santos Padres llenas deejemplos de este tipo.

Por último, los espíritus malignos y estos perversosdemonios son tan enemigos de la constancia, tan varia-bles y volubles –aunque siempre en nuestro perjuicio–,que sólo puede atribuirse a su buen hacer el que todoslos autores destacados, antiguos y modernos, los hayandenominado inconstantes y versátiles, con el objetivoprincipal de que podamos reconocerlos y procurarnospor medio de ese conocimiento la manera de proteger-nos de ellos.

Santo Tomás confirma ampliamente la inconstanciade los demonios, cuando afirma que las fascinaciones eilusiones de Satanás apenas pueden durar, dado que noson de naturaleza o sustancia subsistente, sino única-

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mente unos accidentes que los dialécticos llaman comu-nes, que tienen la propiedad de ser cambiadas con rapi-dez debido a una alteración natural, pero como siemprelo hacen en detrimento y en perjuicio del género huma-no, se puede decir que ese cambio y alteración es el selloinconfundible de una inconstancia maliciosa y rabiosa.

El filósofo Epicteto dijo que los locos cojean de losdos pies y clasifica en este rango a los inconstantes, alafirmar que ser inconstante no es otra cosa que cojear.Ahora bien, parece que del mismo modo que Vulcano, elherrero de los dioses se volvió cojo al caer del cielo, elDiablo, que cayó asimismo del cielo para atizar todos losgrandes hornos de los suplicios que Dios ha preparado alos malvados, se ha vuelto también cojo, que es decir in-constante: nunca camina derecho, y va produciendo aquíy allá las pasiones inmoderadas de los hombres ligeros yvolubles.

En las Santas Escrituras está escrito que Satanás cayóde los cielos como el rayo o el relámpago, en lo que yoveo reflejada su inconstancia en ese símbolo o jeroglíficodel rayo o el relámpago. Pues qué hay más ligero que elrayo, que ahora está en un lado y ya en el otro, sin ir nun-ca derecho, siendo tan inconstante en su marcha comoen sus efectos. En cuanto al relámpago, ¡con qué rapidezpasa! ¡Que volátil es, compuesto como está de una pe-queña exhalación!

Plinio hace mención de una piedra, que inclusocuando se encontraba atada, rompía sus ligaduras y es-capaba. Teofrasto la llama la piedra de la inconstancia,que siempre se escapa y nunca permanece en un mismolugar. Lo mismo ha ocurrido con el Demonio, piedra fugi-tiva que huye de su creador, y que mientras se aleja deél va causando paralelamente mil ligerezas en el hom-bre, convirtiendo su corazón en una verdadera piedrade inconstancia.

Los antiguos consideraban el álamo como el árbolconsagrado a los infiernos y a los demonios, y eso porvarias razones, pero una de las más bellas y más a pro-

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pósito de nuestro sujeto era que, como Plinio testimo-nia, sus hojas son inconstantes, invirtiendo ellas mismasdurante el solsticio el dorso y el reverso.

Existe una uva que gira sobre sí misma buscando elcalor, que Plinio menciona cuando habla de las viñas,explicando que durante los sacrificios que se ofrecíanen Roma a los dioses del Infierno y a los demonios, seservía vino obtenido de esa uva inconstante.

Antiguamente los diablos hacían escribir sus orácu-los en hojas, símbolos de inconstancia y ligereza, y cuan-do se posesionaban de las sibilas y profetisas

¡Qué agitaciones, qué movimientos de inconstanciadejaban traslucir en sus acciones!

El padre Del Río habla de una mujer que dio a luz unpequeño demonio, que nada más salir de su vientre co-menzó a saltar y a dar brincos. Ahora bien, la fuente dela que toma el caso señala que toda la noche preceden-te, y alguna más con anterioridad, esa mujer no hacíamás que gritar las palabras ligero, volátil, necio, incons-tante, reiterando dichas palabras durante su embarazocomo letra gruesa de la inconstancia misma.

Los jeroglíficos de los diablos son unas langostas;por eso cuando se abrieron las simas del Infierno, SanJuan vio salir de las mismas un ejército de langostas, enlas que vemos los símbolos de la inconstancia.

Los indios, como consta en los escritos de ese país,adoran a los dioses del cielo, como ellos los llaman, ya los diablos, pero crean las imágenes de estos últimoscon plumas de colores extremadamente diversas, sinduda para significar su inconstancia y mutabilidad, quequedan señaladas en esas plumas y en la diversidad decolores.

Acosta dijo que los japoneses, en alguno de sus tem-plos, no tenían más imágenes que las de sus falsos dio-ses, es decir, las de los diablos; únicamente se podíanencontrar ruedas grandes y pequeñas, torneadas y re-cargadas con algunas cabezas y rostros humanos. El Dia-blo de esa manera quería que lo adoraran representado

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en las formas que más simbolizan la inconstancia, queson las ruedas.

Igualmente tenemos entre los indios otra clase deadoración inconstante, como la denomina el mismoAcosta, en la que se pide a los dioses, es decir a los dia-blos, aquello que se desea, alabándolos y exaltándolos.Pero si no conceden lo que se les pide los golpean, apa-lean sus imágenes y estatuas, para arrodillarse pocodespués ante las mismas para pedirles perdón.

Los Santos Padres llaman a los diablos aereas potesta-tes ¿no será para poner de manifiesto su inestabilidad?¿Pues qué hay más ligero, rápido y movedizo que elaire, donde residen la mayor parte de los demonios? ¿Oqué hay más fluido que el cuerpo aéreo que estos de-monios se forjan, para engañar al género humano, parautilizar con más seguridad sus engaños e ilusiones?

Existen varias Islas «faranduleras y danzarinas», comosaben los que han leído a Plinio, Estrabón y a otros. Aho-ra bien, en estas islas, particularmente situadas en mediodel mar, los diablos han celebrado su Sabbat1 con losbrujos, según reza la deposición de algunos de estos últi-mos, procesados en el Parlamento de Toulouse. Demodo que el Diablo está acostumbrado a realizar sus ma-yores proezas en lugares que se bambolean y se hundenpor todas partes, como inconstante que es, escogiendogustosamente islas inconstantes para llevar a cabo susasambleas.

Se ha observado que las pieles de los hombres loboson siempre de tres o cuatro colores, para que corran me-jor y muestren que sus maestros les dan una ropa hetero-génea, madre de la inconstancia. El Diablo despoja de supeso y su firmeza las cosas que tiene en su poder, en es-pecial a las almas que posee, manteniéndolas siempreen la inconstancia, en movimiento y ligereza perniciosa.

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1. Sabbat: Aquelarre. Palabra de origen judío que significa asamblea.

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Los brujos que celebraban su Sabbat en Alemaniafueron percibidos por un desconocido, que al quererseacercar se encontró con que todo había desaparecido yúnicamente quedaban algunas plumas flotando en elaire, así como otras más cubriendo todo el suelo. Ésasson las bellas visiones de ligereza e inconstancia que elDiablo hace ver a los que se quieren acercar aunque seaun poco a él; se trata de la alfombra del Sabbat, en elque sólo se camina sobre las plumas, porque los man-tiene siempre dispuestos para ser transportados por ély volar como una pluma en el aire, mientras que en tie-rra los hace saltar y patalear.

En cierto lugar en el que los brujos habían celebradosu Sabbat, se encontraron hasta trescientos Camaleonesen el suelo, algo asombroso, pero qué podría expresarmejor hasta qué punto los demonios y hechiceros estánconsagrados a la ligereza y a la inconstancia, ya que elcamaleón es el genuino jeroglífico.

Pero ¿por qué son los diablos tan inconstantes, quecuando son expulsados fuera de los cuerpos de los ende-moniados, sienten horror de retornar al Infierno, a pesarde que ésa sea su morada principal? La primera razón esque allí no pueden contentar y satisfacer el gran deseoque sienten de atormentar a los hombres, de maneraque cuando son enviados de nuevo al Infierno por man-dato de Dios al verse, por así decirlo, privados de eseplacer –inestables y ligeros como son– y sin poder hacersufrir a un solo ser, manifiestan tanto odio al Infierno, yestán tan a regañadientes como placer reciben en hacerdaño a los hombres. De hecho, se encarnizan con las po-bres almas, pues no son encerrados en el Infierno sola-mente para sufrir, sino también para que ejerzan comoministros de la Justicia Divina, y como verdugos de loscondenados.

La segunda es que les es suprimida la libertad devagar. Ahora bien, todas las cosas creadas naturalmenteanhelan su libertad, y más aquéllas que están dotadasde una naturaleza excelente, como ocurre con los demo-nios. Pero yo diría más bien que a fuerza de tener el ta-

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lante inconstante y vagabundo, desean permanecersiempre errantes.

Se ha dicho que al salir del cuerpo de los endemo-niados para regresar al Infierno, quedan privados delplacer que sienten en atormentar a los hombres; peropor cada endemoniado que atormentan fuera, atormen-tan a una infinidad de almas en el Infierno. De modoque no veo otra razón para que sientan horror de estarallí, cuando su pena y su placer –si pueden sentir pla-cer– les siguen a todas partes, encadenados o no, queno sea porque fuera tienen más libertad para sembrarsus intrigas, sellar convenciones y pactos abominables,dirigir asambleas ilícitas y para atraer a algunas perso-nas a su campo, mientras que de los que se encuentranen el Infierno ya lo han obtenido todo y no hay escasezde verdugos que los atormenten. Los demonios en-cuentran placer en salir a cazar almas y a sumergir tantascomo puedan en los abismos del Infierno.

No quiero olvidar algo que los buenos autores escri-ben, que de igual manera que el Diablo imita a Dios,también los ángeles perversos, a imitación de los bue-nos, se encuentran como éstos de alguna manera colo-cados y distinguidos en nueve jerarquías, aunquequizás ese orden no les sea intrínseco, sino que lo ob-tengan en función de sus manipulaciones.

La primera jerarquía de los ángeles perversos es lade los falsos dioses, que se han colocado en este primerrango porque desde siempre han tratado de ser honra-dos como Dioses, con sacrificios y adoración, hasta elpunto de querérselas exigir al propio Dios, como Satanásse esforzó en tentar a Jesucristo. Algunos de éstos fueronlos que, entre otros, hablaron en nombre de Apolo aAdelfa, y esos otros que traducían las respuestas Pitias, yvarios ídolos de los egipcios, que se hacían adorar comodioses. El jefe o príncipe de todos ellos es Belcebú.

La segunda está compuesta por los espíritus de lamentira, pues son impostores, falsos y mentirosos, que

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siempre dicen una cosa por otra, como hizo aquél en laspersonas de los Profetas de Acab. Se entrometen en losoráculos y engañan a los hombres con las prediccionesde los Profetas Pitios, que siempre tienen doble senti-do, siendo su jefe Pitón.

A los de la tercera los denominan vasos de ira y defuria, vasos de iniquidad, inventores de todos los malesy de todas las malas artes, como ese Demonio Thot des-crito por Platón, que enseñó las trampas en los juegos yen toda clase de eventualidades. Su jefe es Belial, quesignifica desobediente.

La cuarta es la de los que llaman y dicen ser venga-dores de maldades, crímenes y fechorías, siendo su jefeAsmodeo.

La quinta es la de quienes se tienen a sí mismos porembusteros, calumniadores y fascinadores, que sirvenparticularmente a los hechiceros, nigromantes y brujos,que fingen milagros y seducen al pueblo, y tienen comojefe a Satanás.

La sexta jerarquía es la de unos demonios que se ha-cen llamar potencias aéreas, porque se entremezclan ennubes, tormentas, rayos y relámpagos, corrompen elaire y al convertirlo en contagioso traen la peste y otrosmales. Su jefe se llama Meresin.

La séptima es la de unos demonios, los furias, quesiembran los males, discordias, rapiñas e incendios,guerras, ruinas y saqueos. Su jefe es Abadón, que signi-fica exterminador.

La octava es la de los que se consideran espías y fal-sos acusadores, demonios que siempre están al acecho,siendo su príncipe Astarot.

Y la novena es la de quienes se tienen a sí mismoscomo tentadores o insidiosos, por diestros en preparartrampas y asechanzas, y se cree que rondan alrededorde cada persona para contrarrestar al Buen Ángel, razónpor la que se les denomina genios perversos; su jefe esMaimon.

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Ahora bien, todos estos actos desgraciados y estasdiversas denominaciones, muestran claramente que setrata de espíritus malignos, ángeles perversos o demo-nios, que solamente son constantes en hacer el mal.

En cuanto al nombre de los jefes de estas nueve je-rarquías, son enérgicos y tienden en todo momento a lainconstancia, como ocurre asimismo con los nombres dealgunos demonios más que encontramos en las SantasEscrituras.

Es el caso de Diabolus, que en griego significa calum-niador; Belial, que quiere decir sin yugo o sin señor; Bel-cebú, hombre de las moscas; Satanás, que significaadversario; Behemoth, que quiere decir bestia; Levia-tán, que al igual que Amón designa al encubridor de pe-cadores o de pecados, o a aquél que los junta y acumula.

Dante les da otro nombre en su infierno, y sin teneren consideración estas nueve jerarquías, que no puedentener más que un jefe por cada una de ellas, nombradiez demonios o ángeles perversos principales. Esto de-muestra que los demonios son tan inconstantes, voláti-les y tenebrosos que nos cuesta trabajo reconocerlos.

Y lo mismo que entre los ángeles buenos existe cier-ta superioridad y grado de excelencia tendente al bien,también entre los espíritus perversos los hay superiorese inferiores, si bien su superioridad siempre tiende almal, como ocurre con la de Lucifer, al que el propio Dan-te en su infierno lo llama muy a propósito L´emperador deldoloroso regno. Indudablemente es el emperador y el demayor jerarquía de todos los ángeles malvados y demo-nios, que ha pervertido y contaminado de tal maneraesa preeminencia, que se puede decir que tanto élcomo todos los demás espíritus perversos, que han reci-bido de Dios los más grandes dones naturales de pujanza,de fuerza, de ciencia y de otras propiedades semejantes,son quienes han cometido, y cometen, después de ha-ber quebrantado, violado y roto el pacto sempiternoque concretaron con su Divina Majestad, por una conde-nable inconstancia, las mayores faltas, e inducen a la

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gente a cometer las fechorías más descomunales, ya seapor haber deseado con demasiado ardor igualarse a suSeñor Todopoderoso y haberse mostrado ingratos conÉl, ya para infectar más y con mayor violencia la natura-leza humana, especialmente la del hombre, porque lle-va la imagen del Salvador impresa en su rostro.

A pesar de todo, nuestros brujos consideran a la ma-yor parte de esos demonios como sus dioses, algo queha introducido tantos falsos dioses en el mundo, consi-derando como dios cada cual a su benefactor, o al que lemantiene maniatado por algún mal pacto o convenio. Yasea por algún feliz acontecimiento o resultado, ya por al-guna necedad o indecencia, ya por algún sucio animal opor alguna planta abyecta, el hombre, e incluso los másviles animales, se rinden diariamente a sus pies.

Antiguamente Satanás se hacía adorar abiertamenteen el acto con la idolatría de esos pobres ignorantes,mientras que ahora continúa haciéndolo con la de loshechiceros y brujos, que siempre están acompañadosde su ángel perverso, que los conduce a todas partes ynunca los abandona, por miedo a que vuelvan a Dios,única manera de librarse de las garras de cualquier espí-ritu maligno.

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No debemos extrañarnos porque exista un númerotan considerable de ángeles perversos, tantos hechice-ros, adivinos y brujos, ni porque las gentes del país deLaburdi sientan tanta inclinación y se lancen con tantaenergía a esta abominación.

Gentes antiguas y modernas han creído, viendocómo Jesucristo amenazaba a sus enemigos con tantaslegiones de ángeles que éstos existían en número infini-to, y creían asimismo que había casi tantos malos comobuenos, puesto que no se puede asegurar plenamenteque fuera solamente una tercera parte la que se vio pri-vada del Cielo y de la gracia de Dios. El gran brujo Agri-pa era de esa opinión, cuando afirmó que había tantosángeles malos como buenos, que si había nueve jerar-quías de buenos, por consiguiente había otras nueve demalos, a los que desde siempre les fue concedida la ad-ministración de los tormentos de las penas eternas con-tra las pobres almas pecadoras. Y Wier, su discípulo, hizoel inventario de la monarquía de Satanás, con los nom-bres y apodos de 72 príncipes, y de 7.405.925 diablos,

Discurso II

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que es un número fantástico, que no puede estar sus-tentado en otra razón que no sea en una revelación delpropio Satanás. Pero aun cuando solamente fueran untercio de esa cantidad, sería un número de ángeles tangrande, que con esa tercera parte sobraría para asolar elmundo y que se encontraran en todos los elementos.Como ellos mejor trabajan es con agentes que seducencon sus intrigas, y que establecen en todos los rinconesdel mundo, y que a su vez seducen a las pobres almasdébiles, en especial las de las mujeres y niños, haciendocantera del mayor número de niños posible instalandouna especie de academias y asambleas, en las que cadauno de ellos es llamado a comparecer a ciertas horas te-nebrosas. De manera que no debemos extrañarnos dever tantos hechiceros, adivinos y brujos, teniendo encuenta la gran cantidad de ángeles perversos y demo-nios existente.

Es asombroso que Dios, que quiso crear al hombre asu imagen, y para el que creó un mundo con tantas y tanbellas cosas sólo para satisfacerlo, lo haya colocado, noobstante, en un lugar en el que no puede dar un solopaso sin que encuentre un enemigo que únicamentebusca su perdición y su derrumbe, de manera tal que nisiquiera está exento de verse ligado para siempre a laspenas eternas debido a un primer y único derrumbe. Sa-tanás ha tenido la astucia de exigir a esas pobres almasque se le consagren, pues se regocijarán junto a él y leayudarán a sufrir las penas que sufre en el Infierno, ha-ciendo esta obligación común a los que se entregan vo-luntariamente a él, sin poder hacerlos partícipes deningún otro bien que no sea el de su horrorosa visión yel de su tormento.

Satanás es por lo tanto el único y auténtico enemigodel hombre; pero ¿cómo del hombre? En realidad es elenemigo de Dios, que quiere imitar en todos los ele-mentos las obras más excelsas, contrapesando y balan-ceando con él el gobierno del Cielo y de la Tierra, de talsuerte que tendríamos cierta justa razón para admirar-nos porque Dios Todopoderoso se haya querido pro-

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porcionar a sí mismo un enemigo tan poderoso, si no sedijera que lo hace para su mayor gloria. Pues además deposeer el honor de la creación de tantas cosas admira-bles que son del conocimiento de los mortales, y de unmillón de cosas más sobrenaturales que sobrepasan elalcance de las almas más sobresalientes, merece tantaalabanza y honor, y se hace acreedor a tanta obligaciónnuestra por preservarnos, que no sé cuál de ellas apre-cia más. Pues en cuanto nos creó y dio vida, se encontróde inmediato con un enemigo del género humano conuna fuerza tan soberana, que a él le dio poder para ha-cernos suyo si podía, y a nosotros plena libertad paraseguirlo. Enemigo que abusando de ese poder quisoemprenderla con el propio Hijo de Dios y ponerlo fuerade sí tanto en la montaña como en el pináculo del tem-plo. De manera que podría decirse que Dios se reservóel día y la luz para que se pudieran admirar sus obras,dejándole a él la noche y las tinieblas para que se vieranlas suyas, dejando el gobierno y el imperio del mundodividido a la mitad; le dejó el Infierno, las penas y tor-mentos, guardándose el Paraíso y la recompensa de loselegidos. La virtud y las generosas hazañas no puedendespuntar sin espinas y sin un rudo combate.

El propio Dios ha permitido a Satanás que violentemucho más a las almas santas, a las más determinadasy a las que más parezca que se encuentren bajo su pro-tección.

Ahora bien, Dios no ha hecho que Satanás sea enningún otro aspecto cualquiera tan poderoso, soberanoni autorizado como en número y pujanza de demonios yángeles perversos, y no ha soltado más libremente la ca-dena con la que lo mantiene encadenado que con losbrujos y demás gentes semejantes, que desde aquelmomento, con el pretexto de cualquier pequeña nove-dad, tienen tanto trato con Satanás que incluso en estemundo tienen ya un pie en el Infierno.

Pero es realmente asombroso ver tantos demonios ymalos espíritus, y tantos brujos y brujas confinados eneste país de Laburdi, que no es sino un pequeño rincón

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de Francia, convertido en su cantera, sin que en ningúnotro lugar de Europa, que se sepa, exista algo que seaproxime siquiera al número infinito de ellos que he-mos encontrado allí. Esto es algo que tenemos que exa-minar minuciosamente, ya que buscamos el remedio, afin de dar aviso al rey de que el poder soberano que hatenido a bien dotarnos, no es el emplasto único y supre-mo para esta úlcera, puesto que en aquel lugar ya sedeja ver claramente la gangrena. Podríamos escapar ar-guyendo que al soberano creador le place afligir a estepueblo con demonios y brujos, pero aún así podemosemitir a este respecto algunas consideraciones moralesy populares, basadas en el humor de este pueblo y en laubicación de su región.

El país de Laburdi es una Bailía compuesta por vein-tisiete parroquias, algunas de las cuales desarrollan encierta medida el comercio y los negocios, y por ser elpaís populoso, están obligados, en cuanto el tamborilsuene en la frontera en que están ubicados, a acudir ensocorro del rey con dos mil hombres. Mientras tanto,existe por precaución una compañía de mil hombres, alestilo de las milicias de Italia, siendo su capitán el baile.Viven a lo largo de la costa marina, o bien extraviados yun poco adentrados en la montaña, y antiguamente sellamaban cántabros. Hablan una lengua muy particular, yaunque nosotros, los franceses, nombramos a este paíscomo el país de los vascos, lo cierto es que la lenguavasca se extiende mucho más allá, pues todo el país deLaburdi, la baja y alta Navarra y una parte de España lahabla; y por difícil que sea este idioma, además de losvascos la conocen la mayoría de los bayoneses, los alto ybajo navarros y los vecinos españoles, al menos los delos alrededores. Y me han asegurado que en el año1609, el señor De Mons tuvo una disputa en el Consejoprivado del rey con varios individuos de San Juan deLuz, solicitando daños y perjuicios por haber enviadoestos últimos algunos navíos a Canadá, que alegaronque toda la vida, antes incluso de que se conocieranesos lugares, los vascos ya traficaban allí, hasta el punto

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que los canadienses no negocian con los franceses enotra lengua que la de los vascos.

Y para mostrar con detalle que la ubicación de estaregión es hasta cierto punto la causa de que existan tan-tos brujos, hay que saber que Laburdi es un país monta-ñoso, situado en los lindes de tres reinos: Francia,España y Navarra, en el que se entremezclan tres len-guas: francés, vasco y español y están emplazados dosobispados, pues la diócesis de Dax penetra profunda-mente en Navarra. Y todas estas diversidades propor-cionan a Satanás maravillosas facilidades para efectuaren este lugar sus asambleas y Sabbats, en vista de quecuenta además con una costa marina que vuelve a lasgentes rústicas, rudas y mal civilizadas, cuyo espíritu vo-luble, así como su fortuna y recursos, están vinculados ajarcias y banderolas, movedizas como el viento; gentesque no tienen otros campos que las montañas y el mar,otros víveres y granos que el mijo y el pescado, que co-men sin otro techo que el cielo y sin otros manteles quesus velas. Para resumir, su región es tan estéril que seven obligados a lanzarse a ese inquieto elemento, alque se han acostumbrado de tal manera a verlo tormen-toso y atestado de borrascas, que nada aborrecen ni te-men tanto que verlo tranquilo y apacible, y han cifradotoda su buena fortuna y comportamiento en las olas quelos agitan día y noche; ello hace que su comercio, suconversación y su fe sean completamente marítimos. Ycuando han puesto pie en tierra tratan todos sus asuntosde la misma manera que cuando se están balanceandosobre las olas, siempre apresurados y con precipitación;es gente que al mínimo pretexto que encuentren le caena uno encima y le ponen el puñal en la garganta.

¿Pero por qué es tan estéril este país de Laburdi?Pues si estuviesen en la gracia de Dios, lo poco que sue-len sembrar sería suficiente para librarlos aunque sólofuera del hambre, teniendo en cuenta que en otrostiempos con los pocos granos que sembraban recogíancosechas abundantes.

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Sin embargo, en este país de Laburdi casi toda sugente se lanza a ese inconstante desempeño del mar ydesprecia la constancia del laboreo y cultivo de la tierra.Y aunque la naturaleza haya dado a todo el mundo laTierra como nodriza, ellos prefieren, ligeros y volublescomo son, el mar tormentoso a la dulce y apacible diosaCeres.

Los antiguos relacionaban el mar, el agua y el pesca-do con el odio, y algunos de ellos con la inconstancia, ar-gumentando que el agua extingue el fuego que seconsidera atributo del amor. Ciertamente los egipciosodiaban con tal fuerza todas las cosas marítimas, con ex-cepción del comercio y de la pesca de alimentos esen-ciales para el hombre, por ser inútiles y casi innecesariaspara el hombre, que estimaban mancillado y contamina-do a quien hubiera hablado y conversado con un hombrede la marina. Siendo además el motivo por el que en sussacrificios rechazaban la sal marina, sustituyéndola por laque sacaban y traían de la fuente de Júpiter Hammon.

El mar es un camino sin senda, que a pesar de queparezca que no está trazado en absoluto, algunas vecesse toma mucho más fácilmente que el de la tierra. Sinembargo, supone una gran inconstancia y ligereza lan-zarse de este modo, en cualquier momento y ocasión,como lo hacen las gentes de este país, a merced de unelemento tan mudable y que alberga tantas criaturas in-constantes. Porque este gran océano no nos arrastra silos vientos no empujan. El mar nos porta y los vientosnos transportan, nos soplan y resoplan en sus flujos y re-flujos, el aire que allí respiramos y los vapores que reci-bimos nos mojan, nos nublan y nos empapan de lahumedad de tanta agua, por fuera y por dentro, de ma-nera que se hace imposible decir que la navegación enmedio de tantas tormentas no sea una auténtica y teme-raria desesperación, causada por el viento de la incons-tancia, que se encuentra bajo la codicia de encontrartesoros que la avaricia insaciable y cierto humor volubleles da.

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Los antiguos reconocieron sin ambages que esa ru-deza de costumbres se debía a la ubicación de estos lu-gares, pues debemos saber que incluso las ciudadessituadas al norte o al sur poseen costumbres completa-mente diferentes, lo que motiva que por muy vecinosque sean, se hagan la guerra entre sí y se degüellen lamayor parte del tiempo. Esto es lo que podemos decirsobre ellos y sobre el mal emplazamiento de su país.Además el país es tan pobre, estéril e ingrato, y una vezen tierra son tan ociosos y holgazanes, que esa mismaociosidad les conduce, antes incluso de llegar a viejos, auna suerte de intolerable mendicidad, y digo intolera-ble porque por ser vecinos de los españoles se resien-ten enormemente de su soberbia y arrogancia.

El propio mar les falla, y no tienen otro puerto que elde Ciboure y San Juan de Luz, que no es sino una mismacosa, pues estas dos parroquias están unidas por unpuente levadizo que se puede levantar y volver a colo-car desde ambos pueblos, hasta tal punto sus habitantesson enemigos. De tal manera que cuando regresan delas Indias, de Terranova, de Canadá o de otros lugares,es necesario que sus navíos tomen puerto en España, yasea en San Sebastián de tránsito o en Fuenterrabía, don-de están bajo su vara y en la más absoluta sumisión,como en tierra enemiga, en la que en estos últimos añosno podemos permanecer sin cierta aprehensión, siendotan miserables que cuanto más se aproximan a la costade Francia, más les tienen los españoles bajo su bota.Aunque quiero aclarar que a este respecto nos encontra-mos a punto de tomar alguna determinación.

Después de pasar delante de Fuenterrabía se alejande Hendaya en dirección a Urruña, una de las mejoresparroquias de Laburdi, a pesar de que en Hendaya,además de varias playas grandes exista un río, mediane-ro entre Francia y España, por el que los navíos puedennavegar con la marea alta, a no ser que quieran soportarel ver como las gentes de Laburdi aborden este río y na-veguen únicamente en pequeños barcos de pesca, to-mando como pretexto que el rey Luis XII acordó en 1509

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con la reina de Castilla realizar un arbitraje. Cuando eldifunto señor de la Martonie, primer presidente del Tri-bunal del Parlamento de Burdeos, se desplazó a talefecto a Bayona, se dejó sorprender de tal manera queni siquiera se dignó en acercarse hasta Hendaya paraver el lugar con sus propios ojos, lo que motivó que enla sentencia arbitral quedara establecido que losfranceses disfrutarían de la mitad del mencionado río,pero solamente con barcos sin quilla, al contrario de losespañoles, que lo podrían surcar con toda clase de bar-cos, ya fueran navíos u otro tipo de barcos sin quilla ocon quilla. Y aunque dicha sentencia no fuese firmada,como he tenido ocasión de comprobar, más que por losárbitros españoles, y no por el mencionado primer pre-sidente, que afortunadamente no lo quiso hacer en esaocasión. A pesar de tener vigencia tan sólo para diezaños, lo cierto es que los españoles se han mantenidoposteriormente en esta posesión, avasallando de talmanera que tan pronto como los de Hendaya, que estánsituados enfrente de esa plaza fuerte, aparecen en el ríocon un barco que no sea de pesca, por poco extraordina-rio que sea, los de Fuenterrabía la emprenden a cañona-zos hasta obligarlo a retirarse.

En este arbitraje hubo un malentendido, pues cuan-do el rey Francisco entregó a sus hijos como rehenespara poder salir de prisión, formaron sobre este río unpuente con grandes barcos con quilla, siendo la mitadde ellos nuestros y construidos por nosotros, y la otramitad por los españoles.

Son tan miserables que tras haberles prohibido queutilicen el puerto, salvo para su beneficio, para que pue-dan pescar e irles a vender el pescado, quieren quitarlesademás las islas y arenales que el río forma en bajamar,habiendo formulado otra pretensión al respecto. Porqueaunque el río sea compartido y cada reino disponga desu paso por su orilla, además de las islas que quedan desu lado, que disfrutan plenamente, ahora quieren asi-mismo, disfrutar de la mitad de las nuestras, de las queel río ha creado en nuestra orilla. Y creo que finalmente

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las querrán todas, al no contentarse con las que quedandel lado de Fuenterrabía, que son mucho más grandesque las nuestras.

Avasallan a estos pobres habitantes de Hendaya tan-to en este particular como en el paso de los barcos conquilla, pues en el año 1608, cuando algunos habitantesdel enclave francés hicieron y reconstruyeron algunaszanjas en estas islas que están en el lado de Francia, losde Fuenterrabía vinieron de inmediato a toque de tam-bor con galeones y armas de fuego, y derribaron y nive-laron las fosas, aunque a escondidas y por sorpresa. Ésafue la causa por la que el difunto rey Enrique el Grande,acordándose de que el señor De la Force, gobernadordel Bearne, había pagado no hacía mucho con la mismamoneda a algunos españoles que habían utilizado lafuerza abiertamente con los bearneses, extendió unmandato al señor presidente Espagnet, mientras vagá-bamos juntos en busca de los brujos, para que visitaratoda la mencionada costa, las islas y el curso del río en elque existía el contencioso sobre la forma de los barcos.De todo ello éste hizo un mapa exacto y envió un atesta-do a su majestad, en el que concluía que se nos debíapermitir la navegación sobre dicho río en toda clase denavíos con quilla, como hacen ellos, y que las islas situa-das en nuestro lado nos pertenecen con el mismo dere-cho que a los españoles las del suyo.

Y para que en lo sucesivo los vascos que regresen deTerranova, de las Indias y de otros viajes no se vean obli-gados a aparecerse y tomar puerto en San Sebastián, detránsito, o en Fuenterrabía, se ha dado aviso para que seconstruya de inmediato un puerto y abra en un lugar lla-mado Socoa, situado entre Hendaya y Ciboure, desdedonde podríamos contener a los que quisieran atracaren Fuenterrabía, mientras que por el contrario los deFuenterrabía, al quedar a la zaga del mencionado pue-blo de Socoa, no podrían impedir que toda clase de na-víos abordasen en Socoa, Ciboure y San Juan de Luz, queson tres puertos situados a continuación del de Bayona.

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Para el fuerte que en aquel momento solicitaron alrey que construyera en esta población de Socoa el lugarestá maravillosamente dispuesto, pues además de queexiste un saliente de roca bastante alto de donde sepueden descubrir los navíos desde que se encuentrenbien lejos, por detrás hay un pequeño río de agua dulce,que podría rodear con facilidad una gran parte del perí-metro del mencionado fuerte. Pero como por el contra-rio el abra es tan necesaria, hay varias consideracionesque deben ser examinadas con particular atención antesde determinar si se debe construir o no, dicho fuerte.

A todas estas carencias, que vuelven a estas pobresgentes miserables e indispuestas, cualidades que elDiablo desea en sus acólitos, yo añadiría además quetienen tan poca industria, que al dedicarse casi todasellas a la marina y al ser impropios para la labranza, sustierras y campos permanecen en su inmensa mayoría in-cultos, dando cabida a la mendicidad. Y entre estas gen-tes despliega sus artimañas con facilidad, haciendo verque corre para ayudarlos y proporcionarles víveres y re-cursos, aunque en realidad no les dé nada. Los deslum-bra en estas grandes y altas montañas y no les dejadisfrutar de cosa alguna, pues si los campos son estérilesno merecen que se tomen el trabajo de cultivarlos, y sison fértiles y bien cultivados, los brujos que viven entreellos los echan a perder con maleficios, lanzando polvossobre los mismos para que se pierdan las cosechas.

En tercer lugar, al verlos así, menesterosos y absolu-tamente impropios para la labranza, malos artesanos ypoco versados en trabajos manuales, y a las mujerespoco dedicadas a sus familias, como si no tuvieran prác-ticamente nada que hacer, Satanás finge ayudarlos, ypara sorprenderlos mejor les suprime en primer lugar elentendimiento. Para ello les proporciona alguna alegríay los asombra y maravilla de tal manera con las cosasque les muestra, y con otras que hace que deseen cuan-do les proporciona la esperanza de disfrutarlas, que conesta gran artimaña y con la celeridad y violencia que im-prime en ellas, es difícil no caer en la trampa. Con ello

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les produce cierta clase de placer, y cuando cautelosa-mente hace que vean una pompa y magnificencia tangrandes en sus orgías y Sabbats, en los que hace abor-dar en un momento a tantas personas de todas las con-diciones y aparecer con gran fastuosidad tanta variedadde cosas nuevas, que la mayor parte de los brujos queacuden a dichas asambleas creen que se encuentran enalgún paraíso terrenal, reservado a gentes escogidas.Además de que Satanás los domestica por este medio, yles constriñe y obliga a encontrarse a ciertas horas en es-tas monstruosidades; y lo que es peor, les persuade deque no es más dificultoso sufrir las penas del Infierno,que las que sufren en los Sabbats.

En cuarto lugar, los hombres no aman allí ni a su pa-tria, ni a sus mujeres, ni a sus niños. Son como esos ter-ciopelos de dos clases de pelo, en los que se distinguendos marcas en sus límites2. La naturaleza los ha colocadoa lo largo de la frontera entre Francia y España, en parteen la montaña, en parte sobre la costa marina; la lenguaes mitad de vasco y de francés, y en algunos de vasco yespañol. El comercio que mantienen prácticamente enmayor medida en Navarra y en España que en Francialos mantiene en la indiferencia de costumbres, hábitos yafecciones, al menos en lo que respecta al pueblo llano,pues los hidalgos que frecuentan la Corte, que han sidoeducados a la francesa, no son de esa ralea, a pesar deque varios de ellos posean bienes y casas nobles enFrancia y en España o en Navarra. Las ausencias por loslargos viajes que efectúan por mar causan ese desamor yengendran ese odio, en algunos tibieza, y frialdad enotros. Además, para cuidar las viviendas sólo quedan losniños y los ancianos, personas sin conducta y sin juicio,que por su debilidad son manejadas por el Diablo a suantojo.

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2. Lancre utiliza la palabra lisière, que significa tanto orilla, venda, ribete de un teji-do como límite, linde de un terreno o territorio.

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Si bien las mujeres desean que sus maridos regre-sen para disfrutar de alguna comodidad que les aporteel viaje, ellos vuelven en invierno, la más ruda estacióndel año, que por no ser industriosa pasan en los hoga-res, bebiendo y comiendo todo lo que tienen, sin dejarninguna provisión a su familia, por lo que salen de nue-vo para Terranova tan pobres como lo hicieron la prime-ra vez. Voy a obviar los naufragios, que dejan las familiasdesconsoladas y por los que, como comentaremos másadelante, se ven mucho más afectados que todos losdemás viajeros, puesto que la mayoría son brujos, y apesar de encontrarse de viaje se les ve en los Sabbatsde Laburdi.

Apenas quieren a sus mujeres, a las que sencilla-mente no conocen, porque no viven con ellas más que lamitad del año. La libertad que se toman de convivir consus mujeres durante varios años antes de esposarlas,como tomándolas a prueba, hace que sus hijos apenaslos conmuevan, como si estuvieran perpetuamente conlas dudas sobre su paternidad, y están siempre haciendocábalas sobre el tiempo transcurrido entre sus salidas yllegadas a sus casas, hasta el punto que si bien ellas seconvierten en brujas y endiabladas, ellos se vuelven sal-vajes y marineros.

En lo que respecta a las mujeres, viven en parecidoo mayor hastío, puesto que solamente pueden conver-sar con sus maridos durante medio año, y con todas esaspruebas, dudas e incertidumbres sólo los consideranmaridos a medias, porque no reciben de ellos toda laayuda que necesitarían para sus familias y para ellasmismas. No son tratadas como esposas sino en parte, loque trae como consecuencia que cuando ellos vuelvense encuentran con que las madres han escogido y pro-porcionado otro padre a sus hijos, que además han en-tregado como presente a Satanás.

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Cuando los indios de la isla Española absorben elhumo de cierta hierba llamada cohoba, el espíritu se lesenturbia y meten las manos entre las rodillas, agachan lacabeza y después de permanecer algún tiempo en éxta-sis se ponen de pie completamente perdidos y enlo-quecidos, contando maravillas de sus falsos dioses, alos que llaman Cemis, igual que hacen nuestras brujascon sus demonios cuando vuelven del Sabbat. Asimis-mo, nuestros brujos usan tabaco o nicociana, del quetodos ellos tienen un arriate en sus jardines, por peque-ños que éstos sean, absorbiendo el humo que sacan deesta planta para liberarse el cerebro y resistir de algunamanera el hambre. Ahora bien, no sé realmente si esahumareda los aturde tanto como esa otra hierba de losindios, pero sí perfectamente que les vuelve el aliento yel cuerpo tan apestosos que no hay criatura humana quepueda aguantarlo sin haberse acostumbrado antes; y lousan entre tres y cuatro veces al día. Debido a esto susesposas huelen en ellos al salvaje, y los consideranapestosos, y a sus hijos como engendros, embrujados ybastardos, por lo que dejan que mueran y presentan alDiablo como hechos en su mayoría casi de pasada. Ycuando ven que la hediondez y ese fuerte olor marineroles agradan, se entregan más todavía a una más abomi-nable hediondez, y disfrutan más cuando besan al Dia-blo, con forma de macho cabrío, en esa obscena partetrasera en la que realizan su adoración, que cuando be-san a sus maridos en la boca.

En quinto lugar, en aquellos parajes la gente no estáeducada en el temor de Dios. Los pastores, sacerdotes ypárrocos actualmente están establecidos por el Diabloen casi todas las parroquias más célebres, hasta el puntoque Satanás comienza no solamente a ser dueño de lossacerdotes, sino que además ha contaminado y profana-do algunas iglesias. Pues hemos verificado que celebrael Sabbat en la capilla del Santo Espíritu del monte La-rrun y en la iglesia de Dordach. De esta manera encon-tramos que en lugar de confesar y remediar –como ellosdicen– a la gente mediante los sufragios de la Iglesia, la

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pierden. Y si bien es cierto que celebran la misa diurnaen iglesias legítimas, de noche la dicen en los Sabbats.Además de que todos los actos secretos que realizan dedía en la iglesia, como confesiones, oraciones en vozbaja o mentales y otras ceremonias parecidas, los hacensiempre en honor y provecho del Diablo.

Todo lo anterior me induce a creer que la devoción ybuena instrucción de algunos virtuosos religiosos queexpulsaron a los demonios y ángeles perversos de lospaíses de las Indias, del Japón y de otros lugares, provo-có que éstos se lanzaran en masa sobre la cristiandad, ycomo aquí encontraron la gente y el lugar idóneos, hanhecho de estos lugares su principal residencia, convir-tiéndose poco a poco en los dueños absolutos del país;se han ganado a las mujeres, los niños y a la mayor partede los sacerdotes y pastores, y encontrado la manera deconfinar a los padres y esposos en Terranova y en otroslugares en los que la religión es completamente desco-nocida, para poder establecer con más facilidad su rei-nado. El caso es que varios ingleses, escoceses y otrosviajeros que se han acercado a buscar vinos a esta ciu-dad de Burdeos, nos han asegurado que durante su via-je divisaron enormes tropas de demonios con forma dehombres espantosos que pasaban a Francia. Por eso eneste país de Laburdi el número de brujos es tan grandey en él se encuentran tantas almas descarriadas, que esdel todo imposible reducirlas o desterrarlas por la víade la justicia. En esos parajes la devoción y una buenainstrucción serían mucho más provechosas.

Hay que tener en cuenta que en este país de Labur-di viven treinta mil almas, si contabilizamos a los que seencuentran de viaje por mar, y que entre toda esa po-blación son muy pocas las familias que no se entregan alsortilegio de alguna manera. Si condenáramos al fuego aun número de brujos tan grande, nos dijo un día uno deellos, sería difícil que yo no formase parte de las ceni-zas. Ésta es la causa de que veamos con tanta frecuenciacómo el hijo acusa al padre y a la madre, el hermano a lahermana, el marido a la mujer, y viceversa. Esta proximi-

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dad hace que varios jefes de familia, oficiales y otrasgentes de calidad se encuentren allí embarazados, pre-firiendo sufrir la incomodidad que pueda existir en laabominación de que los brujos los mantengan siempreen cierta duda sobre los suyos, que ver tanto tormento,cadalso, llamas y quema de gentes que les son tan cer-canas. Nosotros no hemos dudado en absoluto duranteesta prueba, a pesar de que la multiplicidad y el númeroinfinito de brujos nos causasen horror. Éstos huían en ca-ravanas en cuanto llegábamos, por mar y por tierra, lle-nando de hora en hora la baja y alta Navarra y la fronterade España. Fingían peregrinaciones a Montserrat y aSantiago; otros, viajes a Terranova y a otros lugares, cau-sando tanta alarma en Navarra y en España que los in-quisidores se acercaron a la frontera y nos escribieronpor si queríamos enviarles el nombre, edad y otras se-ñas de los brujos fugitivos, para que nos los pudierandevolver, lo que estaban dispuestos a hacer de muybuen grado. Les contestamos que sería mejor aún quelos guardasen cuidadosamente y les impidieran regre-sar, que estábamos más preocupados por deshacernosde ellos que por recuperarlos. Se trata de un dañino mo-biliario del que no hay que hacer inventario.

Satanás concentra su mayor esfuerzo en los niños,que después de haber tomado las iglesias como asilos,por ser legítimas casas de Dios, y a los Pastores comoprotectores, se encuentran con las iglesias profanadas ya los curas acólitos de Satanás infectados por este per-sonaje abyecto. No obstante, al no encontrar ningún re-fugio más seguro, duermen en tropeles en las mismas,por ser lugares de respeto, pensando que el Diablo nopodrá arrancarlos de allí para conducirlos a sus abomi-nables asambleas.

Además, esta nación siente una asombrosa inclina-ción al sortilegio, sus gentes son ligeras y movedizas decuerpo y de espíritu, prontas y animadas en todas susacciones, y tienen siempre un pie en el aire y, como sedice, la cabeza cerca del gorro. Asimismo, odian en cier-to modo, y no sé por qué, los sombreros. Son más procli-

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ves al homicidio y a la venganza que al hurto y al per-dón; andan a gusto de noche, como las lechuzas, sonamantes de las veladas y de la danza, de noche y de día,y no de la danza reposada y grave, sino de la agitada yturbulenta, la que más les atormenta y agita el cuerpo, lamás penosa, que les parece la más noble y decorosa. Ybailan con el mismo tamboril con el que lo suelen haceren el Sabbat, como testimonia el ciego de Ciboure, so-bre el que varias personas nos han asegurado que lohan visto frecuentemente en dicho lugar. Se diga lo quese diga, son fieles, la gloria los sostiene en la fidelidad,aun cuando ninguna otra cosa los condujera a ella, puessin tomar en consideración los castigos que las leyes im-ponen por este delito, creen que el hurto es una vilezadel alma y una sumisión de un corazón abyecto, no ele-vado, que testimonia de forma ruin que se es meneste-roso. En ningún momento he visto un solo condenadoen este Parlamento por haber robado algo de valor, ymientras he permanecido en su país nunca he visto pe-dir limosna ni pordiosear más que a extranjeros.

Digamos que es la nación más resuelta que existe; ypuedo afirmar que he visto niñas y niños tan precipita-dos en todo lo que se les mandaba, y que se desplaza-ban con tanta rapidez que tropezaban con las puertas yventanas que encontraban a su paso.

A todo lo cual añadiría la forma de vestir, e incluso lospeinados de las mujeres y mozas, que parecen en ciertomodo impúdicos. Hablo de las mujeres comunes, puesel peinado de las mujeres de posición de Bayona y lastelas que visten, con las costuras que muestran en la par-te inferior y las gorgueras, y las piezas bordadas que lle-van sobre el pecho son muy honestas, aunque pesadas yde gran labor y despensa. Ellas mismas me han confesa-do que hace falta medio día para blanquearlas bien, aco-modarlas y arreglarlas. Pero si miramos a las mujeres yniñas comunes, incluyendo a las de Bayona como ciudadcapital de la que el resto del país toma ejemplo, algunasvan rapadas, salvo en las extremidades, donde tienenmucho pelo; otras, un poco más relevantes, llevan el pelo

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cubriendo a medias sus mejillas, con sus cabellos revo-loteando sobre sus espaldas y acompañando en ciertomodo a sus ojos, y parecen más bellas con esa candidez,están más atractivas que si las viéramos a campo abier-to. Con esa bonita cabellera obtienen tantas ventajas yestán tan fuertemente armadas, que cuando el sol lanzasus rayos sobre esa mata de cabellos el resplandor estan violento y forma centelleos tan brillantes como losque conforma el cielo sobre un nubarrón cuando vemosnacer el arco iris, produciendo la fascinación visual, tanpeligrosa en amor como en sortilegio, aun cuando entreellas llevar la peluca completa sea signo de virginidad.En algunos lugares las mujeres corrientes, queriéndosehacer las marciales, llevan ciertos morriones, de formatan poco decente que más se diría un arma de Priapoque del dios Marte, hasta tal punto su tocado parece ex-presar su deseo, pues las viudas llevan el morrión sincresta, para significar que están a falta de macho. En La-burdi las mujeres muestran de tal manera su trasero quetodo el ornato de sus faldas plegadas está en la parteposterior; y para que la gente lo pueda contemplar se re-cogen el vestido y se lo colocan sobre la cabeza, tapán-dose incluso los ojos con el mismo.

Digamos para finalizar, que es un país de manzanas,las mujeres sólo comen manzanas, sólo beben jugo demanzanas, lo cual les proporciona la ocasión para quemuerdan con agrado esta manzana prohibida, que hizopropasarse y quebrantar la prohibición del mandamien-to de Dios a nuestro primer padre. Son Evas que sedu-cen de buena gana a los hijos de Adán y, privadas decerebro, viven en las montañas en absoluta libertad ysimpleza, como Eva en el paraíso terrenal. Escuchan ahombres y demonios, prestando atención a cuantas ser-pientes las quieran seducir; y aun cuando frecuentan díay noche los cementerios, cubriendo y rodeando sustumbas con cruces y hierbas olorosas, no quieren ni sen-tir en sus narices el olor del cuerpo de sus maridos. Esun engaño, pues quien no derramó una lágrima el pri-mer día de los funerales, llora o finge que llora a lágrima

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viva a su marido muerto hace veinte años. Se las ve allíen grupos, sentadas o en cuclillas, y no de rodillas, chis-morreando y platicando lo más frecuentemente sobrelas cosas que vieron la noche precedente y sobre el pla-cer que experimentaron en el Sabbat, sobre la asperezay altura de sus montañas y la oscuridad de los antrosque en ellas se encuentran, sobre las cavernas, grutas y“cámaras del amor” situadas a lo largo de su litoral. Marsobre cuya espuma engendró en otros tiempos Venus,que renace tan a menudo entre estas gentes de mar, encuanto ve el esperma de la ballena –de la que tambiénse ha dicho que nació Venus– que ellos atrapan anual-mente. La promiscuidad entre las mozas y los jóvenespescadores que se ven en Anglet en mantilla, completa-mente desnudos por debajo de ella, revolcándose enlas olas, hace que el amor los tenga amarrados, atrapa-dos en sus redes, y los convide a pescar en esas aguasturbias, y les provoque tanto deseo como libertad y co-modidad tienen para después de haberse mojado todoel cuerpo, irse a secar a la cercana “cámara del amor”que Venus parece haber colocado expresamente a laorilla del mar con esa única finalidad.

Tengo que hacer todavía otra observación, y es queen todas sus parroquias toman nombres de gente ecle-siástica y los pequeños magistrados populares se lla-man presbíteros. En todos sus festines nunca dejan denombrar un obispo, ni en sus juegos algún nuevo pres-bítero de Maugouver. Ahora bien, todo esto es solamen-te una manera de usurpar el nombre, y de esa maneraridiculizar el misterio. En todas las grandes iglesias delpaís hay también una mujer a la que llaman la Benedic-ta, que hace la función de sacristán. A mí me parece quese acerca demasiado a los sacerdotes libertinos y estaríatan a gusto en Alemania, donde vi a menudo cómo unamujer seguía a un sacerdote por el pueblo, caminandodetrás de él llevando el cáliz y los ornamentos con losque acababa de decir la misa. Aquí adorna el altar, lim-pia y acomoda los lienzos y pone los cuellos blancos alos pequeños santos que se encuentran sobre el altar,

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algo que si se hace con buena intención es más indecen-te que perverso, razón por la cual el señor obispo deBayona está ocupado activamente en reformar todo esto.Asimismo, encuentro inconveniente que en San Juan deLuz y en varios lugares más, un grupo de mujeres –hecontado hasta diez– anden recogiendo dinero por todala iglesia, como hacen nuestros burgueses en nuestrasparroquias. Y también encuentro muy inconveniente quetodas las mujeres y niñas hagan las colectas con vanidad,cada una según su rango, empleando en ellas tanto tiem-po, que muy a menudo la misa finaliza antes de que ha-yan terminado; y que los hombres, con la excepción delos magistrados, no aparezcan nunca por la iglesia; y quecuando las mujeres lo hagan, ofrezcan un cirio atado a unpequeño pastel hecho de la forma más indecente queuno pueda imaginar en una mujer honesta.

No quiero olvidar señalar que en Laburdi hasta losaldeanos y aldeanas más pordioseros se hacen nombrarseñores y damas de una cierta casa, en referencia a lascasas que cada uno de ellos posee en su pueblo, auncuando ésta parezca más una porqueriza para cerdos.Ahora bien, algunas de estas casas se encuentran for-mando hilera en la calle del pueblo, mientras que otrasquedan un poco más separadas y están situadas sin or-den ni concierto, y tienen algunos pequeños terrenos ylabranzas a su alrededor. Estas gentes por lo general re-nuncian a su cognomento, al apellido de sus familias, eincluso las mujeres al apellido de sus maridos, para to-mar el nombre de sus casas por endebles que estassean. Y se puede decir que si la mutación y cambio deapellido es en ciertos casos una variedad de crimen, porlo menos aquí es una especie de inconstancia y ligereza,en la que se acomodan en alguna manera al humor delDiablo, en vista de que al igual que él quieren variar entodas las cosas y disfrazarse hasta hacerse irreconoci-bles. Además de que todo hombre de sentido común seafana en perpetuar su apellido, su familia y su casa,mientras que por el contrario ellos entierran su apellido

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y la memoria de su familia en las ruinas de una destarta-lada casa de pueblo.

Por lo demás las cruces son muy bellas y están bienornamentadas, pero una vez finalizado el servicio fune-ral, una persona se la lleva fuera de la iglesia y la guardaen su casa, siendo ésta una cosa que no debe moversede la iglesia mientras pueda permanecer en ella segura,como ocurre ahora que nos encontramos en completapaz y siempre, porque una casa de aldeanos no es tansólida como una Iglesia. Además llevan cruces muy gran-des y pesadas, que tienen adosadas siete u ocho cam-panillas doradas, pues quieren que la cruz haga un ruidode campanillas semejante al de una mascarada de pue-blo, e incluso me atrevería a decir que un ruido infernalen lugar del ruido divino que debieran hacer. La cruzdebe susurrarnos en el corazón e impregnarse con la vozde los hombres y con las bellas y santas palabras que seescuchan en la iglesia o que ésta nos enseña, y no concampanillas. La vecindad y el comercio con el españolles han transmitido esta mala costumbre, hasta el puntode que en todo el país de Laburdi sus cruces suenan ysus Sacerdotes danzan, y son los primeros en el baileque se organiza en el pueblo.

Añadamos la destreza y agilidad que tienen en An-glet, Bidart y en otros lugares semejantes, cuando loshombres de todas las edades y las mujeres y mozas,agarrándose a esa cuerda y a esa red de pescadores, vancomo a presentarse al dios Neptuno y a recibir a esosgrandes borbotones de agua en los que se meten todosa la vez sin temer ni considerar nada, justo igual que ha-cían los ixiones en los nubarrones, venciendo las olasruidosas como truenos, de manera que se les puede verinmediatamente después sobrenadando como Tritonespor encima de estas grandes montañas de agua, dejan-do pasar indolentemente y en cada ocasión las olas,para que se extingan y diluyan sobre la arena, mientraslos propios espectadores se ven a menudo sorprendi-dos por ellas cuando quieren contemplar esta maravilla.

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Y en San Juan de Luz y en Ciboure los niños vanigualmente durante el verano a la desembocadura delmar, donde el pequeño río que separa los dos grandesburgos se presenta en su travesía final para impedir laentrada a este gran Océano. Aunque finalmente se aho-ga y pierde en éste, haciendo tal ruido y esfuerzo en elencuentro, que me maravilla que esos niños completa-mente desnudos que van a nadar ahí, como para soco-rrer a este río compatriota y como nacido para ellos, nose pierdan cien mil veces en sus enormes cúmulos,blancos como copos de nieve, si tenemos en cuenta quesu sola blancura es una venda que nos ciega, su ruido esun espantajo que nos asombra, ese furioso encuentro esde una violencia que nos arrebata de tal manera, que elmenor esfuerzo que ellos realicen es capaz de ahogar elcoraje más firme del más constante Filósofo del mundo.

Mención aparte merece la destreza de esos otros ni-ños que se lanzan a este río de cabeza desde lo alto delpuente de San Juan de Luz, y van a buscar por puro pla-cer una moneda de plata de poco valor, para verlos salircomo somorgujos a quinientos pasos de donde hicieronsu entrada al agua. Seguro que usted ya habrá oído ha-blar del viaje de los Argonautas en busca del vellón deoro, y de las sacudidas que sufrían sus naves en la entra-da de su mar.

He visto cómo botaban un navío al agua y hacían quesaltara ingeniosamente del muelle al río con una tropade jóvenes pilotos que se movían a su alrededor comomonos, y con varios niños en su interior, que para poneren movimiento este gran armazón de madera, corrían yade una borda a la otra, ya de una a otra punta, ya trepan-do y rodando por las cuerdas para hacer que se inclinaray se desprendiera de alguna mala esclusa, con tal pron-titud y maña que era una maravilla contemplar sus di-versos movimientos.

Ahora bien, esa ligereza de cuerpo en todas estasocasiones y circunstancias pasa hasta el alma, que es laque empuja al cuerpo. Y como el Diablo se sirve de lostalantes depravados, malas costumbres y hábitos, y de

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todo lo que la gente tiene en su interior de disposiciónviciosa y corrupta, no debe extrañarnos si mediante en-gaños y artimañas provoca que corran con tanta ligerezaa esa abominación del sortilegio, iniciándolos en todoslos ejercicios de la propia ligereza, que son entre otrosla curiosidad, el deseo de novedades, los festines, ladanza y los viajes por mar, cosas por las que sienten másinclinación que cualquier otro pueblo sobre la Tierra.

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El porqué hay más mujeres brujas que hombres, y decierta clase de mujeres, llamadas benedictas, que en elpaís de Laburdi tienen como sacristanas.

En todas las épocas se ha observado que existenmás mujeres brujas que hombres, siendo algo que sepuede ver con claridad leyendo a los poetas griegos, la-tinos, italianos y franceses, todos los cuales celebraron aalguna mujer como excelente hechicera y bruja.

Ronsard no olvidó a la hechicera Hécate, a la que ha-blando en francés le dijo: «Aquí te prometo ¡Por tu Hé-cate y por sus tres cabezas!».

Además de ella es necesario añadir todos estosnombres: Sagae, Strigae, Lamiae, Laricae, Fatidicae, Furiae,Harpiae y a las que los italianos llaman Fate, Ninphe, Sybi-lle, Bianche, Donne, Buone, que tienen por reina a Habon-dia. Todos son nombres femeninos, lo que demuestraque la mujer tiene más inclinación natural a la brujeríaque el hombre, siendo ésta la razón por la que hay másmujeres brujas que hombres, y aunque el motivo para

Discurso III

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que eso sea así quizás sea un secreto divino, sí pode-mos emitir aquí alguna razón probable.

Bodin dijo con mucha razón que no es por la debili-dad y fragilidad del sexo, pues se puede comprobar quesufren la tortura con más firmeza que los hombres. He-mos visto a brujas en Bayona que la sufrían con tantaresolución y alegría, que después de que hubieran dor-mitado un poco durante los tormentos, como si fueranalgo dulce y delicioso, decían que venían de su paraísoy que habían hablado a su Señor. La causa sería másbien la fuerza de la avidez salvaje que empuja y reducea la mujer a excesos, a los que se entrega de buena ganapara gozar de sus apetitos, para vengarse o para conocerotras novedades y curiosidades que se ven en dichasasambleas. Todo lo cual ha movido a algunos filósofos aclasificar a la mujer entre el hombre y la bestia bruta.

Pero digamos para no culparla por esos grandes de-fectos sin autoridad, que Plutarco en el libro de la tran-quilidad espiritual, Estrabón en el primer libro de suGeografía, Diodoro en el quinto libro de las gestas delos antiguos y San Agustín en el tercer libro de la Ciudadde Dios, testimonian que la mujer tiene la mala propen-sión a ser más obstinada que el hombre, lo que segúnellos afirman se debe a que la infidelidad, la ambición,la soberbia y la lujuria abundan más entre las mujeresque en los hombres.

Es muy cierto por lo tanto que el Espíritu Malignoconduce con más facilidad el espíritu voluble de las mu-jeres a la superstición e idolatría que el de los hombres,razón por la cual en el gran libro del Génesis podemosleer que la doctrina diabólica fue enseñada antes a Evaque a Adán en el comienzo del mundo, siendo aquéllaseducida antes que él por Satanás, que se apareció enforma de serpiente. Además de que nosotros mismoshemos podido comprobar, por una infinidad de expe-riencias, que cuando el Diablo quiere conducir a unamujer casada al Sabbat, coloca gustosamente algún de-monio cerca del marido al que quiere arrebatar su mu-jer, y si es necesario remeda el cuerpo de ésta para que

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sirva al marido de súcubo; sin embargo, casi nunca reme-da al marido, casi nunca suplanta en sustitución del suyoun cuerpo que haga de íncubo. No digo que no puedasuplantar con la misma facilidad tanto a uno como a otra,y en los libros existen varios ejemplos de íncubos, peronosotros no hemos tenido conocimiento de ningunaexperiencia en la cual cuando el Diablo ha querido con-ducir al marido al Sabbat haya hecho el íncubo y suplan-tado el cuerpo del marido para engañar a su mujer, queno era bruja. Es igualmente cierto, que siguiendo elejemplo de Eva, la mujer hace Brujo a su marido con mu-cha mayor frecuencia que al revés.

Dios quiso debilitar a Satanás, y lo hizo notoriamen-te constituyendo en primer lugar su reino y dándole po-der sobre las criaturas menos dignas, como es el caso delas serpientes, y sobre las más débiles, como los insec-tos; luego se lo dio sobre las bestias brutas, antes quesobre el género humano; posteriormente sobre las mu-jeres y más tarde sobre los hombres que viven comobestias, antes que sobre aquéllos que viven como sereshumanos.

A Satanás, que siempre tuvo alguna arpía para enga-ñar al mundo, se le ocurrió una artimaña en este país deLaburdi, pues siempre quiere meter las narices en todaspartes, o por lo menos contaminar los santos templos ysembrar en ellos toda la confusión y desorden posibles,y para asentarse en las iglesias, que en otros tiempossolían servir como asilos para protegerse de él y de to-dos los demás espíritus malignos, y encontró la manerade introducir algunas mujeres en las iglesias para querecogieran los donativos y otras pequeñas ofrendas quese acostumbran a donar en las mismas. Yo mismo pudever en uno de los pueblos más conocidos a diez muje-res, una detrás de la otra, llevando los cepillos con losque recogen en la iglesia las limosnas de las almas de-votas y caritativas. Asimismo, vi a una mujer, a la queellos llaman Benedicta, que ejercía de sacristán, acer-carse a los altares llevando las albas, luminaria y otrascosas similares. Me extrañó que esa tarea fuera asignada

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a esas diez primeras mujeres en lugar de a hombres, enconcreto a las personas más notables de la parroquia,como ocurre en las mejores ciudades de Francia, dondeencargan esa tarea a los más honorables burgueses, yme extrañó mucho más aún que fueran pidiendo los do-nativos de galería en galería –pues todas las iglesias be-llas y grandes están compuestas por dos o tres pisos degalerías– donde debían estirar la capa de los hombres,que por estar éstos apoyados en la baranda de la galeríales daban la espalda, cuando a veces había que subirmás de cien peldaños.

En lo que respecta a la sacristana, ésta tenía muchomás trato con los sacerdotes, porque tenía que estar laprimera en la iglesia en cuanto clareaba el alba para co-locar los lienzos blancos y demás ornamentos sobre elaltar. Esto provoca algunas veces tan malos encuentros,que es imposible que el Diablo, que solamente quierecontaminar el santuario de Dios y corromper a sus minis-tros, no esté involucrado en ellos; y de hecho no hay queponer en duda que varias de estas mujeres sean brujas,y si no que lo sean al menos algunos miembros de susfamilias. En lo que se refiere a las benedictas o sacrista-nas, encontramos entre ellas dos brujas, que fueron de-feridas ante la Justicia en presencia nuestra, siendo algoque no nos debe extrañar, puesto que la mayoría de lossacerdotes son brujos, además de que hemos encontra-do dos iglesias o capillas en las que el Diablo celebra elSabbat.

Y aun cuando las mujeres fuesen en cierto modo ca-paces de realizar el servicio divino, y existen religiosasque llevan una vida tan ejemplar que sabrían ser las mássantas ermitañas que nunca hayan existido, la propiaIglesia ha hecho siempre esa diferencia, que las mujeresy mozas, por vírgenes y castas que sean, no puedan cele-brar la misa, tocar el Santo Sacramento de la Eucaristía,ni tampoco acercarse a los altares. En cambio sí se lespermite que contemplen la elevación, para lo cual tie-nen licencia para quitarse el velo, al igual que se les haconcedido el derecho a rezar los responsos.

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Es vergonzoso en una mujer que se encierre en unaiglesia con un sacerdote, lo que la benedicta puede ha-cer en completa libertad en la oscuridad de la mañana,al mediodía, hora de silencio en las Iglesias, y por la tar-de, cuando el Espíritu Tenebroso comienza a correr unvelo para que se desvanezca la claridad; además de queen las iglesias ciertas oraciones se recitan de noche, yson la benedicta y los sacerdotes los que una vez termi-nadas éstas deben guardar los ornamentos y apagar lasluces, los que permanecen los últimos en la iglesia pararealizar los últimos oficios. Una vez que se han quedadosolos sin vergüenza ni escándalo, quedan con toda la fa-cilidad y libertad para hacer y decir lo que quieran, ypara cumplir los requerimientos y disposiciones que elDiablo les dicte, bien para acudir juntos al Sabbat si am-bos son brujos, como ya hemos visto que ocurre, o paracometer otras mil abominaciones indignas del lugar yde su condición. El pretexto de realizar los quehaceres dela iglesia le sirve a ella de excusa para cubrir el menos-cabo que hace a su honor.

Y puesto que la ley civil prescribe a la mujer que seabstenga de ocupar ningún cargo civil ni público, cuántomás decoroso sería que se abstuviera igualmente deacercarse a los ornamentos de nuestras iglesias, a nues-tros curas y a la santidad de nuestros altares.

No obsta que antiguamente existieran mujeres, lla-madas diaconisas, que llevaban la administración de laiglesia, pues tan sólo se encargaban de guardar la puerta,y únicamente la puerta por la que las mujeres entrabanen la iglesia, como se hace en Italia en las estaciones,donde por una de las dos puertas que hay en las iglesiasentran solamente los hombres, y por la otra las mujeres,sin entremezclarse, por temor a cien mil desgracias queocurren en ese país en cuanto las mujeres echan el pri-mer vistazo a los hombres con los que tienen o deseantener algún mal propósito.

Y aunque parezca que esto deba esperarse única-mente de las mujeres casadas, y que el decreto del Tri-bunal Parlamentario de París del 24 de julio de 1600 así

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lo entiende y explica, encontrando injusto que una mu-jer casada pueda, a despecho de su marido, ser elegidasacristana en una iglesia, a mí me parece que es tan pe-ligroso, e incluso más, para una moza soltera que parauna casada, pues esta última tiene como vigilante a sumarido, que la acompaña a todas partes, sin perderla devista, y puede impedir que cometa algún mal.

En cambio, una muchacha soltera y una viuda, comoocurre generalmente con las benedictas –pues suelenser o bien solteras entradas en años o jóvenes viudas–,en un país tan libertino como el país de Laburdi, dondelos curas son considerados como semidioses, es imposi-ble pensar que la sola santidad del templo los manten-ga púdicos, sino que por el contrario ésta serviría másbien como cobertura para echar tierra encima y tapar susfaltas e impudicias.

Todo lo anterior me hace concluir que no tenemosque tolerar en este país, ni en ningún otro lugar, a ningu-na muchacha ni mujer de ninguna condición, edad y cali-dad, como benedicta o sacristana, por miedo a quesimulando llevar el domingo una camisa y un cuelloblanco a los pequeños santos que se encuentran sobrelos altares, como es tradicional, vayan allí a mancillar alos curas, y a que cometan una infinidad de maldadesdiversas a las que el país y el humor voluble de estepueblo se ven tan inclinados. Todo ello no obsta paraque quizás todos estos buenos oficios que ellas hacenen la iglesia fuesen tolerables en otro lugar menos pro-penso a la corrupción, si fueran hechos con buena inten-ción y por un alma tan pura y neta como lo requiere lasantidad del lugar.

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Libro segundo

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Cuándo tiene lugar el Sabbat y en qué forma se repre-senta en él el Diablo.

El Diablo, que quiere obtener los primeros votos dereconocimiento de todo el mundo, ha escogido ademáslos primeros días de la semana, creyendo que de esemodo obtiene alguna ventaja para desafiar en cierta for-ma a los cristianos y buenas almas, que consagran cier-tos días en especial al servicio de Dios, pues los turcoscelebran los viernes, los judíos el sábado y los cristianosel domingo. De manera que se ha adelantado a todos yha escogido el jueves, aproximadamente a medianochepara efectuar la primera celebración. Sin embargo, elDiablo inconstante ha variado en este país de Laburdi, yquizás también en todos los demás lugares en que acos-tumbran a celebrar el Sabbat, si tenemos en cuenta quelos días más ordinarios para la convocatoria del mismo,o para decirlo más correctamente las noches, son las demiércoles a jueves y las de viernes a sábado, aunquenos hemos encontrado con que acuden a dicho lugar

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casi todas las noches, lo que confieso que es algo extra-ordinario. Tanto es así que a medida que escuchábamostestigos en cada parroquia, encontrábamos a una infini-dad de ellos que nos aseguraban que habían estado allíla noche precedente a sus audiciones, que celebrába-mos sin interrupción todos los días cuando nos encon-trábamos haciendo indagaciones. E incluso algunasveces nos confesaban que habían estado de día en esasasambleas.

Catherine de Naguille, de la parroquia de Ustaritz yde 11 años de edad, así como su compañera, nos asegu-raron que habían estado en el Sabbat en pleno medio-día, e incluso que fue transportada allí mientras estabaen la iglesia, en la que después de haber velado toda lanoche junto a otros niños, se durmió sobre las once, demanera que el Diablo se aprovechó de esa ocasión paraconducirla hasta aquel lugar.

Janette de Abadie de Ciboure decía lo mismo, quedespués de haber velado varias noches en la iglesia conotras mozas, se quedó dormida de día en su casa mien-tras decían la misa mayor en Ciboure, y estando dormidafue transportada al Sabbat por el Diablo, lo que hizo unavez que le hubo quitado del cuello cierto breviario o algopor el estilo que llevaba contra la fascinación, que segúnnos dice ella el Diablo no se atrevió a llevar consigo, de-jándolo en el umbral de la puerta de su habitación.

La hora la escoge el Diablo, que espera a que se ha-yan desplegado las cortinas más negras de la noche, a lahora más oscura de todas, la hora de la medianoche,cuando las tinieblas son más profundas y casi todo elmundo se encuentra en el primer sueño. También sueleescoger la hora del mediodía, por ser éstas las horas enque los demonios terrestres son más poderosos.

Otros dicen que generalmente escoge entre despuésde las once hasta una o dos horas después de la media-noche, según los quehaceres a que se entreguen él y susacólitos. No todos llegan a la vez, como tampoco llega lagente al mismo tiempo a las asambleas legítimas, debi-

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do a que algunos viven en las cercanías, otros más lejos,algunos caminan con rapidez y otros con paso más lentoy cansino.

Además, todas las brujas insignes que hayan acepta-do el encargo específico de hacer algún maleficio tienenbuen cuidado en realizar un esfuerzo antes de acudir alSabbat, para no ser allí atormentadas por no haber po-dido realizarlo en el plazo en que se habían comprome-tido a hacerlo, y asimismo a fin de mostrarse dignas deesa venerable compañía, ante la que todos tienen el há-bito de vanagloriarse del mal que han hecho. Satanás esquien fija los plazos, especialmente cuando ve que sehan preparado, e incluso arriesgado a realizar el malefi-cio al que se habían obligado. Eso no quiere decir enningún caso que alguna vez las libere del compromiso,pues si una bruja había prometido conducir al Sabbat alpícaro hijo de su vecino en ocho días y no cumple, se leconcede cierto plazo, y si cuando éste vence no ha podi-do realizarlo aún, tiene que presentar a su propio hijo, oa algún otro de tanto o mayor valor, pues en caso contra-rio es duramente maltratada. Todo esto crea notablesdesarreglos, como relataremos más adelante.

A veces, cuando un Sabbat concluye en algún rincónde una parroquia, van a celebrarlo en alguna otra, a laque el Diablo conduce a esas mismas personas. Pero allíse encuentran con otras, como si se reuniera una compa-ñía de soldados para mostrarla en otro barrio a variascompañías más.

Otras veces los va llevando de parroquia en parro-quia, como vimos mientras nos encontrábamos en SaintPée, donde todos nuestros testigos nos decían que ha-bían sido recogidos por las mujeres que los solían con-ducir habitualmente, y que los habían transportado alSabbat de Baré. Más tarde, una vez que los regresaron anuestro hotel, en el que se acostaban por miedo a serseducidos, acudieron al Sabbat del cementerio de SaintPée.

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Algunas veces se celebran Sabbats y asambleas ge-nerales, de ordinario durante las cuatro mayores fiestasanuales, que se celebran en algún lugar de la costa deHendaya, donde se congregan multitudes tan grandes–creo que todo el país se encuentra allí– que varias per-sonas nos han dicho que habían visto en ellas a más dedoce mil personas. Marguerite, una muchacha de SaintPée que tenía 17 años, nos dijo exagerando que habíatanta gente como estrellas en el cielo, queriendo realzartanto como podía su comparación.

Pero de ordinario se celebran en las encrucijadas,como afirmaba Isaac de Queyran, que declaraba haberestado en la del Palacio Galienne, cerca de la ciudad deBurdeos, o en las plazas de los pueblos delante de lasiglesias, la mayoría de las veces frente a la puerta princi-pal, si como ocurre a menudo la iglesia está plantada enmedio de la plaza, para que el Diablo coloque su púlpi-to justamente al frente del altar principal en que se co-loca el Santo Sacramento, como ocurre en la plaza deAscain, donde todos los testigos de aquel lugar nos afir-maron que se hacía el Sabbat.

También hay costumbre de efectuarlos en algún lu-gar desierto y salvaje, lugares fuera de todo tránsito, ve-cindad, de todo lugar habitado o de encuentro, comopuede ser en medio de una landa. Ellos los llaman co-múnmente lane de Aquelarre, que significa prado de ma-cho cabrío. Y de hecho los brujos que confiesan nombranel lugar para referirse a la asamblea y la cosa o asambleapara referirse al lugar, hasta el punto de que si bien pro-piamente lane de macho cabrío sea el Sabbat que se ce-lebra en las landas, ellos llaman igualmente lane demacho cabrío al que tiene lugar en las iglesias y plazasde las ciudades, en las parroquias y en otros lugares, de-bido, a mi juicio, a que los primeros lugares en los quese descubrió que se efectuaban las mencionadas asam-bleas fue en las landas, debido a la comodidad que ofre-cían, y a que en ellas es donde más se ven esos machoscabríos, cabras y demás animales semejantes.

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Y para corroborarlo tenemos más de cincuenta testi-gos que nos aseguraron que habían asistido a la lane demacho cabrío o Sabbat que tiene lugar en el monte La-rrun, a veces en los alrededores y otras dentro de la pro-pia capilla del Espíritu Santo que se encuentra en sucima. También se había celebrado otras veces en la igle-sia de Dordach, que está situada en los lindes de Labur-di, otras en domicilios particulares, como afirmarondurante el proceso que les instruimos en Saint Pée. Asi-mismo, tuvo lugar un Sabbat en nuestro hotel, llamadoBarbarenea, y otro en el del togado De Segure, asesorcriminal en Bayona, que hacía simultáneamente a noso-tros una más amplia Inquisición contra algunas brujas,en virtud de un decreto del Tribunal Parlamentario deBurdeos. Más tarde en esa misma noche, fueron a cele-brar otro al castillo que posee en Saint Pée el señor dela localidad, el señor de Amou. En todo el país de Labur-di no hemos encontrado ninguna otra parroquia, a ex-cepción de la de Saint Pée, en la que el Diablo hubieracelebrado el Sabbat en casas particulares.

Vamos ahora a tratar de saber si el Ángel Perversoprincipal, el jefe o Gran Señor de todos los ángeles per-versos, preside personalmente todos y cada uno de losmiles de Sabbat o asambleas que se realizan en todoslos rincones del mundo, teniendo en cuenta que univer-salmente aparece prácticamente con la misma forma. Esésta una cuestión más de curiosidad que de importan-cia, pues de la misma forma que el Diablo hace que endichos lugares aparezcan cosas de una manera real, notengo ninguna duda de que deje ver aún más cosas porilusión, por lo que puede de esa manera enviar a cadaasamblea a un demonio, que parecerá absolutamentesimilar a él.

Sobre este particular viene muy a propósito relatarlo que aconteció en la parroquia de Urruña mientras nosencontrábamos realizando el proceso a los brujos.Nuestra llegada atemorizó y extrañó a todo el país y fuemotivo para que los brujos se quejaran en los Sabbats asu maestro, el Ángel Perverso, diciéndole que sería muy

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conveniente que parara ese golpe y los protegiera de lahoguera. Esto dio ocasión a que se ausentara durantealgunas noches, lo que causó la mayor decepción; y dehecho para aproximadamente el 20 de julio de 1609 ha-bía faltado por tres veces a los Sabbats ordinarios quehabían tenido lugar hasta ese día. Compareció al cuarto,celebrado la noche del 22 de julio del mismo año 1609,simulando que había pasado un gran trabajo para pro-teger de nuestras garras a sus adeptos, a los que estába-mos instruyendo el sumario con toda la diligencia yardor que se requiere en semejantes menesteres. To-dos los brujos y brujas se regocijaron, preguntándoledónde había permanecido durante tanto tiempo, sinacudir a verlos ni reunirse con ellos; a lo que respondióque venía de defender su causa contra el Salvador, aquien blasfemando llamaba Janicot3, como quien diríaJuanito, que le había ganado la causa y que asegurabaque no serían quemadas. En recompensa quería queentre todos sus acólitos le condujeran en algunos días alSabbat ochenta niños, que darían a un sacerdote pre-sente en aquellos momentos en dicho lugar, al que lostestigos nombraron, y que algún tiempo después fuedetenido y encarcelado por brujería.

Todos nuestros testigos que acudieron a ese Sabbat–que eran muy numerosos– particularizaron tan detalla-damente este hecho, que nos dijeron que el Diablodijo esto dirigiéndose entre otras a dos brujas notables,una de las cuales, llamada Marissans de Tartas, fue conposterioridad condenada a muerte, siendo la segundaMarierchiquerra de Machinena. Cuando investigamoscon particular atención si las brujas nos podían aclararsi habían constatado alguna deficiencia particular du-rante la ausencia de ese Gran Señor en los menciona-dos Sabbats, nos dijeron que sí, que en sustitución delGran Señor no había más que un pequeño diablo o de-monio que casi no tenía cuernos y cuya compañía no

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3. Confunde Janicot con Jangoikoa, Dios en euskara.

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complacía como la de su Señor. Añadieron que no teníantanta confianza en toda la tropa de ángeles perversoscomo en el único al que estaban acostumbrados a ado-rar y servir, de manera que cuando el grande reapareciódelante de toda la asamblea, el pequeño se marchó le-vantando el vuelo como un pájaro, elevándose tantoque lo perdieron inmediatamente de vista.

Nos falta ahora por saber la forma y el estado en queacostumbraba a representarse y dejarse ver cuandocomparecía en las mencionadas asambleas. No lo haceen absoluto en una forma constante, por ser todos susactos movimientos inconstantes llenos de incertidum-bre, ilusión, decepción e impostura.

Marie de Aguerre, de 13 años, al igual que otros, con-fesaba que en dichas asambleas hay un gran cántaro enmedio del Sabbat, del que sale el Diablo en forma demacho cabrío, y una vez fuera se hace tan grande que sevuelve espantoso. Una vez finalizado el mismo vuelve aintroducirse en el mencionado cántaro.

Otros dicen que es como un gran tronco de árbol os-curo, sin brazos y sin pies, que permanece sentado enun púlpito y tiene cierta forma de rostro humano, grandey horroroso.

Otros que es como un gran macho cabrío, con doscuernos delante y otros dos atrás; que los de adelanteen su parte superior se levantan hacia atrás, como la pe-luca de una mujer. Pero lo común es que solamente ten-ga tres cuernos, con una especie de luz en el del medio,con la que acostumbra a alumbrar el Sabbat y dar lum-bre y claridad incluso a las brujas que tienen cirios en-cendidos en las ceremonias de la misa que quierenremedar. También le han visto una especie de gorro osombrero por encima de sus cuernos. Delante tiene sumiembro, que siempre exhibe tieso y empinado y quemide más de un codo4, y una gran cola detrás, con una

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4. Codo: medida de longitud que equivale a unos cincuenta centímetros.

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especie de cara arriba, por la que no profiere una solapalabra, pero le sirve para dársela a besar a los que leparezca bien, haciendo honor de esa manera a algunosbrujos y brujas, más a los unos que a las otras.

Marie de Aspilcuette, vecina de Hendaya de 19 años,declara que la primera vez que le fue presentada lo besóen esa cara de la parte posterior, que se encontraba en-cima de una enorme cola; que lo besó allí tres veces, yque esa cara semejaba el hocico de un macho cabrío.

Otros afirman que tiene la forma de un hombre vesti-do tenebrosamente y que no quiere ser visto con niti-dez, de igual manera que dicen que es completamenteresplandeciente y tiene la cara roja como un hierro al sa-lir de la fragua.

Corneille Brolic, de 12 años, dijo que cuando se lopresentaron tenía la forma de un hombre, con cuatrocuernos en la cabeza, no tenía brazos y estaba sentadoen un púlpito, con algunas de sus mujeres favoritassiempre cerca de él. Y todos concuerdan en que se tratade un gran púlpito de apariencia dorada y muy pomposo.

Janette de Abadie, de Ciboure, de 16 años de edad,dijo que tenía una cara delante y otra en la parte poste-rior de la cabeza, como pintan al Dios Jano.

Encontrándome en La Tournelle, asistí a una instruc-ción en la que le dibujaban en el Sabbat como si fueraun gran laurel negro, y otras veces como un gran Buey debronce acostado por tierra, semejante a un buey realque se encuentre en reposo.

Todas las formas mencionadas testimonian que semuestra de formas muy diversas, y que toma la forma devarios animales para hacerse irreconocible y acomodar-se a la comprensión de los que atrae a su campo y acu-den a adorarlo.

En lo que respecta a la abjuración y adoración, la cos-tumbre es, y nunca he conocido de ninguna experienciacontraria, que sea siempre un brujo o bruja el que pre-sente a los que nunca han sido iniciados en el Sabbat,ya se trate de menores o de personas mayores, pues vi

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a gentes que se habían hecho brujos, que se habían ini-ciado en la brujería a la edad de 20 y 22 años. Pero por logeneral son brujas malvadas las que conducen a los ni-ños que arrebatan de los brazos de sus padres, e inclusoa veces los suyos propios. En cuanto a los niños extraños,una vez que les han pasado la mano por la cabeza o porel rostro, o les han dado a comer alguna manzana embru-jada y drogada, o algún trozo de pan de mijo negro, que-dan de inmediato tan confusos y desorientados, que notienen defensa alguna contra la bruja. De manera que sino sobreviene un contratiempo insalvable, ella sale infa-liblemente de noche en forma de gato a arrebatar el niñode los brazos de sus padres, que son igualmente embru-jados y dejados sin sentido mientras la bruja se encuen-tra en su habitación, y no se pueden despertar.

Ahora bien, este niño arde en deseos de ir, con talque tenga la bruja a su lado, que lo saca en camisa dedormir fuera de la casa; si el niño está bien acompañadoy trae consigo sus ropas, ella lo viste y después lo con-duce en un instante al Sabbat, donde tiene la costum-bre de decir, para presentarlo al Diablo: «Aquí tiene,Señor, el bello presente que le he traído, es un niño debuena familia que permanecerá eternamente a su servi-cio». El Diablo, agachando la cabeza a modo de gratifica-ción, como queriendo testimoniar que el presente le estanto más agradable por cuanto el niño es de buenacuna, simula asimismo que da a la bruja en recompensala suma de diez escudos, a veces veinte, mientras laconvida a que le traiga con frecuencia presentes simila-res. E inmediatamente le dice al niño que él es el GranSeñor, y que a partir de ese instante debe reconocerlocomo su Señor Supremo, para lo cual debe renunciar yrenegar de su Salvador, de la Virgen María, de los santosy santas, del Paraíso, del Bautismo, del Santo Crisma,del Cielo y de la Tierra, y especialmente de su padreconfesor, padre y madre, padrino y madrina y demás pa-rientes.

Conocí en aquellas tierras a gentes que nos asegura-ron que el Diablo hace énfasis en que abjuren de San

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Antonio, no sé si porque las pobres gentes sencillas, y apesar de ello devotas, le encomiendan particularmentesus cerdos. Todo parece decir que Satanás quiere querenuncien a esta encomienda o ruego que hacen paraque interceda ante Dios para que proteja su ganado.

Debemos señalar que una vez que han efectuado lamencionada abjuración, deben escoger nuevamente pa-drino y madrina, que deben ser diferentes a los del Bau-tismo legítimo, hasta el punto de que si una madrinapresenta a su verdadero ahijado o ahijada en el Sabbat,debe encontrarle obligatoriamente una nueva madrina.Es necesario asimismo, señalar que el Diablo quiereimitar a la naturaleza del mismo modo en que se empe-ña en imitar al Dios Creador; y como dicen los juriscon-sultos de la adopción, una chica vieja no puedepresentarle a otra chica más vieja todavía.

La abjuración se hace de forma voluntaria y sin cono-cimiento, pues los niños están medio turbados y asusta-dos, incluso los que tienen edad para poseer ciertodiscernimiento, como es generalmente el caso de loscriados y sirvientes, que van allí por obligación, siguien-do a sus señores y señoras. Y me he dado cuenta de quea aquéllos que tienen cierta edad y acuden por su pro-pia voluntad, con una opinión formada, si el Diablo pien-sa que no se descarriarán nunca, o muy difícilmente, losacaricia menos, considerándolos adictos y mejor sujetosque los chiquillos de buena cuna, a los que el esmero delos padres es capaz de hacerlos cambiar y arrancarlos delas garras de Satanás.

Corneille Brolic asegura que fue forzado a besarlo enel trasero; no sé si lo dice por modestia, pues se trata deun muchacho muy bello y amable, pero según cuentadijo, en presencia del Diablo, que antes prefería morir, yafirma que sólo lo besó en el rostro. De hecho ha salidode esta abominación con tanto esfuerzo, que sentiráplacer al oír hablar sobre su extraña carantoña cuandosentemos por escrito su deposición completa.

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Pero el Diablo, para atraerlos con más facilidad aesta abjuración y falsa adoración, tiene la costumbre deobligarlos a que pongan la mano sobre un libro que con-tiene algunas escrituras oscuras, y después representa yhace que vean un abismo y una especie de mar enormede agua negra, en la que finge que los va a precipitar sino renuncian con toda fogosidad y hacen todo lo quequiera; o bien les muestra un gran fuego similar al delInfierno.

Esa adoración a menudo se realiza de rodillas; ycomo en el Sabbat –según dicen los libros– todas las co-sas son invertidas y se hacen al revés, a veces lo adoraninclinándose de espaldas a él, otras con los pies por de-lante, y después de haber alumbrado algún cirio de peznegra en el cuerno que tiene en medio de su cabeza, lehacen un execrable homenaje yendo a besarle el trase-ro, o la delantera, como ya he dicho anteriormente.

Sobre este particular hay que tener en cuenta algoque nos dijo una muy bella mujer de Ciboure, que ya noacudía al Sabbat, que nunca lo había besado desde quetenía edad para discernir, y que cuando la gente va aadorarlo queda a la discreción del Diablo si les presentala delantera o el trasero, según le venga en gana, en de-pendencia de sus perniciosos propósitos y de cómo re-conozca el buen o siniestro estado del que lo adora.

Una vez realizada esta abominable adoración, llevande inmediato los niños al lado de otros que se encuen-tran a lo largo de un arroyo, pues el Sabbat siempre sehace cerca de un lago o de un arroyo, o bien de algunacharca, a fin de poder sacudir el agua para que salpiquey provocar así las tormentas. Y una vez allí les dan unacaña blanca y sapos para que los cuiden. Después dehaber permanecido algún tiempo en ese estado, depen-diendo de la edad, los ascienden a un grado más alto yson admitidos en el baile.

Janette Dabadie, joven de Ciboure de 16 años deedad, afirma que aunque eso sea lo corriente, la men-cionada abjuración no se hace más que una vez, o dos

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cuando las mujeres que llevaron en primer lugar a algúnniño mueren y el Diablo les entrega o subroga algunaotra; o bien cuando al morir las brujas se encargan unasa otras que se ocupen de guiar a los que dejan en estemundo, a los que ellas solían conducir, obligándolas Sa-tanás a que se ocupen de ellos para que no pierda losniños que alguna vez aquéllas le consiguieron. Asimis-mo declara que después de haberla obligado la primeravez a que hiciera esa abjuración lo más amplia posible,cada vez que acudía al Sabbat tenía que renovarla, ydespués iba a besarlo en el trasero. Sobre esto últimoañade algo importante, que muy a menudo le obligaba abesarle su trasero, más tarde el ombligo, luego el miem-bro viril y finalmente su trasero de nuevo.

Jeanne de Hortilopits, de 14 años de edad y vecinade Sara, inquirida sobre si había adorado al Diablo y sien esa adoración le había besado el trasero, respondeque no, sino que fue el Diablo el que los besó a todosen el trasero –se trataba de entre doce y quince niños yniñas que habíamos conducido a Sara para que nos sir-vieran de testigos, y que acudían todos los días al Sab-bat– y que ésa era la costumbre en dicho lugar: que losmayores le besaran en el trasero y que, por el contrario,él bese el de los chiquillos.

Bertrand de Handuch, vecino de Sara de 10 años deedad, lo interpreta de otro modo –hasta qué punto secomplace el Diablo diversificando todo lo que hace enel Sabbat– y afirma que en dicho lugar casi siempre hayun diablo grande y otro pequeño. Es asimismo, verosí-mil que este Gran Señor tenga varios demonios comosatélites, que van y vienen trayendo y llevando a lasbrujas dentro y fuera del Sabbat. Prosigue diciendo quehabía besado al Diablo principal en el culo y que el pe-queño diablo que estaba cerca del grande le había he-cho lo mismo, le había besado a él en el trasero; que elculo del Gran Señor tenía un rostro detrás y que era eserostro el que besaba, y no el culo propiamente. Miguelde Sahourspe nos decía otro tanto.

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El Diablo se vale del beso en el Sabbat para burlarsede Dios y de sus más nobles criaturas. Y en lugar de queéste sea la comunicación de los espíritus, el lenguaje delos afectos, la palabra de los corazones, que da noticiasal alma de su alma, el Diablo ha tomado para sí ese actopara burlarse, lo ha tomado de nuestras iglesias, en laque los sacerdotes y otros eclesiásticos dan el beso depaz a sus prelados. Además de que Satanás hace que selos den en partes tan obscenas que es absolutamentevergonzoso el solo hecho de referirlas.

Hemos podido ver cómo se representa el Diablo enel Sabbat, qué días y a qué horas acostumbra a convo-carlo, y las execrables adoraciones que en él le hacen,que podrían incluso hacer apartar la vista a los propiosdiablos –y no solamente a las almas cristianas que tuvie-ran aunque sea sólo un poco de discernimiento– si pu-dieran hacerlo y desviarse ellos mismos de esadesgraciada senda que los conduce al abismo en el quesu soberbia los ha precipitado.

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Sobre la transportación de los brujos al Sabbat.Saber si la transportación de los brujos al Sabbat es

una fascinación, ensueño o ilusión del Diablo, o si bienacuden real, corporalmente a dicho lugar es una cues-tión tan debatida por los doctores antiguos y modernosy por los jueces supremos de los tribunales parlamenta-rios, que me parece que hoy en día no se pueden tenerdudas. No voy a adentrarme en ésta ni en ninguna otracuestión de brujería, pues únicamente podría utilizar losmismos argumentos que ya aparecen en tantos buenoslibros, de manera que me podrían acusar larga y justa-mente de plagio, además de que posiblemente no pu-diera desenvolverme con tanto acierto y orden, y deque me vería continuamente obligado a citar y a compi-lar hojas enteras de esos autores. Por todo ello me obli-go y comprometo a hablar solamente sobre lo quehayamos podido aprender durante los procesos que rea-lizamos a los brujos, teniendo especialmente en cuentaa aquéllos que hicieron lo propio por haber sido como

Discurso II

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nosotros jueces supremos en estos temas, como Remi-gius, Boguet y otros, así como al padre Del Río, al quetoda clase de gente, con particularidad los eclesiásticosy los jueces, están obligados a considerar por haber tra-tado el tema a conciencia y habernos mostrado lo que laIglesia cree al respecto, y en consecuencia lo que todobuen cristiano debe creer sobre algo que hasta ahoraparecía tan incierto y dudoso. Nuestros procesos confir-man su libro y creo que está en lo cierto cuando afirmaque no ha conocido a nadie que haya satisfecho plena-mente la curiosidad y las dudas de todo el mundo. Nohe encontrado a nadie –dice– que haya penetrado ydescrito por completo todas las dudas sobre la magia ydesentrañado todos los hilos de la brujería. Los filóso-fos, los jurisconsultos, los teólogos han hablado de ello,pero cada cual desde el punto de vista de su profesión yhasta donde ésta lo necesitaba, de forma que aun cuan-do muchos de su misma profesión quedaban satisfe-chos, los demás no lo estaban en absoluto. Quienquieraque pretenda tratar el tema con dignidad debe sentirsedeudor con todo el mundo, en caso contrario debe abs-tenerse de hacerlo. Yo prometo el cultivo y la labor, perosobre el fruto dejo que sean otros los que juzguen.

Hay varias cosas que los que escriban sobre la bruje-ría deben evitar por ser contrarias a la fe y a las buenascostumbres, y de lectura reprobada y prohibida; otrasque parecen ser triviales y de poca importancia, que hayque poner de relieve y ampliar; y finalmente otras quehan sido resaltadas y editadas, pero sin método, de for-ma embrollada y con poca exactitud, que hay que ex-presar con más orden y claridad, y confirmarlas con másrazones y testigos fidedignos.

Varios personajes célebres creyeron que la transpor-tación de los brujos al Sabbat no era sino fascinación,ilusión o ensueño; entre ellos han querido incluir al mis-mo San Agustín, con el pretexto de que dijo que habíavisto a un sacerdote que cuando se untaba cierto un-güento caía por tierra sumido en éxtasis, como si el cuer-po se hubiera quedado sin alma, y que cuando volvía en

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sí afirmaba que había visto muchas cosas extrañas y ma-ravillosas, a pesar de no haberse movido del sitio. Tostatdijo lo mismo, que había algunas brujas en España quecuando se untaban cierto ungüento caían como inanima-das, sin que los pinchazos ni torturas las pudieran des-pertar; y excitadas con ese adormecimiento decían quetenían la impresión de que se habían transportado muylejos por el aire, que tenían alas y que habían visto luga-res muy placenteros, a pesar de que no se hubieran des-plazado en absoluto. Esta experiencia ha sido repetidacon posterioridad por varias personas más, entre ellaspor el señor Lagebaston, que al ver que las sectas de Lu-tero y de Calvino estaban algo en boga quiso, como pri-mer presidente del Tribunal Parlamentario de Burdeosdescubrir todo tipo de herejías e imposturas que el Dia-blo iba sembrando a su paso y reglamentar sobre lo quedebía juzgar y lo que debía creer ese Parlamento. Du-rante mucho tiempo nuestros padres vivieron en eseerror basado en una experiencia mal hecha, siendo lacausa de que no necesitaran condenar a los herejes amuerte, sino enviarlos simplemente a sus párrocos yPastores, como si únicamente hubiera existido fascina-ción y falsa imaginación. Solamente me pesa que DelRío, después de haber situado en esa corriente a variosheréticos de los últimos cien años, como Lutero, Me-lanchton y otros, coloca dentro de la misma –hablandode los franceses– al señor Montaigne de quien, según seha dicho, él mismo era en algún grado pariente por ellado de su madre, que era descendiente de la familia es-pañola de los López. Es esto algo que me asombra, puesdespués de sostener Del Río la tesis contraria, afirman-do que la mencionada transportación se hace real y cor-poralmente, y de nombrar todo un pliego de filósofos,jurisconsultos y teólogos que son de esa misma opinión,que tiene por cierta e indubitable y del todo conforme alcredo de la Iglesia católica, apostólica y romana, diceque ésa era asimismo, la opinión de Maldonat, y que élla había sacado de sus propios escritos. Ahora bien, Mal-donat era el alma y el corazón del señor Montaigne, quelo consideraba tan competente que encontrándose am-

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bos en Roma, cuando sostenía alguna opinión en asun-tos de religión que no podía defender debidamente, es-capaba diciendo que ésa era la opinión de su amigoíntimo, el padre Maldonat, creyéndole el más eminenteteólogo de su tiempo y basando por completo su fe enlas opiniones de éste. En honor a la verdad no dijo lite-ralmente que Montaigne fuese herético, sino que Luteroy Melanchton no creían en la transportación real, y quevarias personas, entre ellas Montaigne, prestaron aten-ción a la opinión de esos dos heréticos.

Para sostener esa opinión errónea alegan el Conciliode Angoury –que con poco acierto Bodin y otros más lla-man el Concilio de Aquila–, el Canon Episcopi, el parecerde San Agustín en Lib de spiritu et anima, capítulo 28 y laopinión de Navarrus.

Del Río les responde tan bien y tan extensamente,que su opinión es aprobada en la actualidad por todoslos parlamentos. No hay que decir que habla como in-quisidor y como quien, por ser súbdito del rey de Espa-ña y seguidor suyo, en este asunto únicamente haconsiderado y querido la aprobación de la Inquisiciónespañola. Aunque sus razones son tan fuertes, que sien-do el credo de la Iglesia universal, no se puede ser hoyde otra opinión.

En el Canon Epicospi se responde diciendo que haymuchas cosas que el Diablo no puede hacer por natura-leza, como dejarse ver sobre animales vivos, que por sercompletamente terrestres no sabrían volar por el aire, nitampoco recorrer en unos instantes tan largos trayectos;mucho menos ir a dar cabalgatas con Diana o con Hero-días, puesto que no existe ninguna Diana que sea diosa,ni ninguna Herodías que salte dando botes y que se en-cuentre atormentada en el Infierno; y que no hay que re-conocer otra esencia divina que no sea Dios, por lo quetodos estos cuentos y aserciones son proposiciones he-réticas. En cuanto a lo demás que aparece en este ca-non, dice que es defendible, por no sobrepasar lasfacultades de la naturaleza ni las fuerzas del Diablo, demanera que no niega en absoluto que tales cosas pue-

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dan ocurrir, sino únicamente que no hay que creer queeso ocurra todos los días, ni que ocurra como en las ilu-siones de Diana o de Herodías, ni en esas circunstanciasde ir allí cabalgando sobre una escoba o sobre un bas-tón, ni por la fuerza del ungüento con el que el Diabloengaña a las brujas. El canon acusa incuestionablementede herejía a los que creen a estas brujas cuando asegu-ran que van al Sabbat por todos esos medios y envuel-tas en todas esas ilusiones y circunstancias.

En este canon se dice además que como el Ángel esincorpóreo, no puede mover de su sitio una cosa corpo-ral y, por consiguiente, los demonios incorpóreos nopueden transportar al Sabbat a las brujas, que son cor-porales, ni transportarlas contra su voluntad, de modoinfinito e indeterminado.

Pero la respuesta es que eso no le concierne al Ángelo Demonio Perverso, que no necesita que Dios le dénuevas fuerzas, ni una facultad o fuerza peculiar. No esque el Ángel pueda mover con su sola voluntad e inteli-gencia un cuerpo de modo infinito e indeterminadocómo, cuándo y con tanta celeridad como quiera, algoque sólo corresponde a una fuerza infinita, a Dios sola-mente, pero puede mover y transportar un peso deter-minado y ajustado con toda la celeridad que la agilidaddel Ángel y la naturaleza de la cosa que quiere transpor-tar puedan permitir; con tal que la cosa que quiere mo-ver esté presente y que los cuerpos estén pegados unosa otros; es como un viento impetuoso que empuja unapluma por el aire, que es necesario que finalmente dejede empujarla para que se pose y detenga en algún lugar.

Y según lo anterior resulta falsa la opinión de Remi-gius, que dijo que las transportaciones hechas por losángeles buenos son tranquilas y sin dolor, mientras quela de los malos siempre son inquietas y están acompa-ñadas de lasitud, de pavor y de peligro, pues si el Ángelo Demonio quiere moderar esta transportación hasta talpunto que la celeridad de éste no sea mayor que la fuer-za del que es transportado, dicha transportación seefectuará no solamente sin dolor ni lasitud, pavor ni pe-

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ligro, sino que por el contrario encontrará placer. Hecontemplado a un centenar de personas que confesa-ban que habían sido conducidas al Sabbat, ya por el De-monio, ya por las mujeres que los raptaban, a tantavelocidad y tan alto como pueda encontrarse la cima delmonte Larrun en Laburdi, sintiendo únicamente placer yno violencia alguna, a pesar de que realizaron el viaje enun abrir y cerrar de ojos; sentían el mismo placer que ex-perimentan comúnmente los niños cuando se sientanen un subibaja, uno en cada extremo, y van subiendo ybajando alternativamente, o el de los que se balanceanen el columpio.

Estos autores utilizan aún otro argumento, y afirmanque eso sólo les ocurre a las mujercitas y a los niños, alos que encuentran con el cuerpo tendido en los mismoslugares en que los dejaron, sin haber sido transportadosa sitio alguno ni se hayan movido de lugar.

Y cuando se refieren al pobre Gascon, sobre el queBodin dijo que mientras se encontraba como esclavo enTurquía fue colmado de tal modo de mandrágora y otrashierbas, que una vez que hubo caído en éxtasis, lo cas-traron como se hace con otros eunucos, que de estemodo permanecen dormidos casi cuatro días, la res-puesta que dan no es la que dieron Bodin y algunos más,que creyeron que durante esos éxtasis y adormecimien-tos, a cuya salida las brujas dicen que estuvieron en elSabbat, las almas son raptadas y abandonan su cuerpo.Ellos aseguran que las almas nunca abandonan su domi-cilio hasta que llega la muerte, como explicaremos aquímás adelante.

Hay mucha más verosimilitud en la otra objeción, lade que existan algunas personas que sufren la ilusiónque el Diablo les forma y, al quedar turbados, sepulta-dos sus sentidos internos y externos, su fantasía maltre-cha, el Diablo obtiene el poder, después de haberturbado de ese modo las facultades del alma, de persua-dir a los brujos. Ocurre lo mismo que a algunos melancó-licos o borrachos, que a veces ven cosas inexistentes.

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Yo mismo confieso que me consta que algunas brujascreen haber estado en el Sabbat y visto allí ciertas cosas,a pesar de no haberse movido de su sitio, y de tratarseúnicamente de una ilusión. Pero de ahí sólo se puede in-ferir que en ocasiones se equivocan y dicen que han es-tado en dicho lugar sin haberse movido del sitio. Y deeso no se puede concluir que siempre les ocurra lo mis-mo y que ni van ni han ido nunca corporalmente hastaallí, puesto que eso ocurre, y por diversas razones. Laprimera es que la mayoría de las veces Dios permite, acausa de nuestros pecados, que los convenios suscritoscon el Diablo sean observados punto por punto, de for-ma que éste los transporta realmente en cuerpo y almacon el permiso de Dios. Sin embargo, algunas veces elDiablo impide las transportaciones, como ocurre cuandolos jueces, empujados por alguna perniciosa curiosidad,pretenden realizar semejantes ensayos, para de estaforma confundirlos en la pena que deben imponer parasemejante pecado, y prácticamente cegarlos. Y, no obs-tante, para que se crea que la transportación no es real,que se trata tan sólo de una ilusión, a veces deja el cuer-po de la bruja, no el cuerpo verdadero, sino una figura,un simulacro de éste. La otra razón es que cualquieraque sea el convenio y pacto expreso que el Diablo hayaalcanzado con cualquier persona, lo rompe y viola contoda facilidad cuando ello le resulta útil. Ahora bien, lautilidad que saca dejándolos en el mismo lugar en vezde transportarlos cuando hace semejantes ensayos, leviene dada porque mediante esa estratagema persuadea los jueces de que la transportación no es real, impi-diendo así la aplicación de la Justicia. Por el contrario,observa el pacto cuando piensa que de esa manera pue-de comprometer, vincular a más gente.

En resumen, las transportaciones se pueden hacer, yde hecho se hacen de cuatro maneras.

La primera, con la sola cogitación y pensamiento, loque las Santas Escrituras llaman la transportación en es-píritu, como lo fue la visión de Ezequiel.

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La segunda, cuando los brujos van por su propio pieal Sabbat.

La tercera, cuando el Diablo los transporta realmen-te por el aire, en movimiento local determinado segúnel cuerpo y el lugar.

El cuarto se efectúa de tal manera que ni ellos mis-mos saben si han sido transportados corporalmente opor ilusión, como ocurrió con el encantamiento de SanPablo, que dijo que no se atrevería a asegurar si habíasido encantado en cuerpo y alma, o solamente en espíritu,de manera que cuando las brujas no quieren ir al Sabbatmás que en ensueño se acuestan del lado izquierdo, ycuando se despiertan el Diablo hace que vomiten por laboca un vapor espeso en el que ven todo lo que allí ocu-rre, como si lo estuvieran viendo en un espejo.

Cuando, en cambio, las brujas quieren ser transpor-tadas realmente, se untan con cierto ungüento, sobre elque hablaremos a continuación, hecho con grasa de al-gún niño de corta edad.

Otros autores han sostenido, y no sin tener razónaparente, que las brujas insignes eran primeramente su-midas en éxtasis por medio de ungüentos, hierbas o fu-migaciones que les aturdían los sentidos y hacían quedurante su encantamiento vieran todo lo que ocurría enel Sabbat, o algo parecido a un Sabbat, produciéndolesel mismo efecto que la hierba cohoba a los indios de laisla Española. Después de un sueño violento y forzadose despiertan y cuentan maravillas. Ahora bien, una vezque el Diablo les ha representado varias veces el Sabbaten ensoñaciones durante sus encantamientos y éxtasis,las conduce después allí corporalmente con toda facili-dad, manteniéndolas algunas veces en la duda de si vanpor ilusión o de manera real, a fin de que no lo puedandescubrir. Y no hay ninguna necesidad de ponerse a de-batir si eso ocurre de noche o de día, pues esa dudaha hecho cuestionar la realidad del Sabbat y de la trans-portación hasta el mismo. A decir verdad, parece queantiguamente el Diablo solía hacer la transportación

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únicamente mientras se dormía, pues tan sólo buscabadistraer la vigilancia para sorprender el espíritu y elcuerpo, y llevarlos a la perdición; pero ahora se ha vuel-to tan astuto que celebra sus reuniones tanto de díacomo de noche, haciendo que surjan tinieblas en plenodía, y de las tinieblas el día, o al menos cierta claridadtransparente.

Así pues, lo cierto es que a veces las brujas acudenal Sabbat en ensueño y por ilusión, pero que tambiénacuden en otras ocasiones de forma real. Y existen otrasrazones y otras experiencias que confirman esas razo-nes, que nos demuestran con toda claridad que eso esasí.

En primer lugar, las Santas Escrituras, velando pornuestra salud, prohíben todo aquello que nos puedaconducir al sortilegio, todas las experiencias que nos di-rijan a la brujería, y todo aquello de lo que el Diablo, loshechiceros y brujos se han valido habitualmente paraadiestrarnos en ese infortunio. Además las propias San-tas Escrituras prohiben asimismo a todo el mundo tenertrato, valerse o servirse de los hechiceros, adivinos ybrujos.

En segundo lugar, hay una infinidad de ejemplos ennuestros procesos, de personas que una vez conducidasal Sabbat, fueron brutalmente golpeadas por pronunciarcasualmente el nombre de Jesús, quedando solas –porhaber desaparecido toda la asamblea– en un lugar com-pletamente salvaje y alejado de sus casas.

En tercer lugar, esas asambleas se han disipado confrecuencia, tanto porque profieren el nombre de Jesús,porque se escucha el canto de un gallo de manera sor-presiva, como por los designios de varios exactos inqui-sidores y virtuosos jueces que, utilizando objetos santos,han incomodado y turbado al Diablo en los Sabbats.Pero al mismo tiempo que se disipaban, fueron encon-tradas las mesas puestas, con la vajilla de plata que lasbrujas habían pedido prestada o traído de su casa parael festín. Y una de nuestras brujas declaraba que presen-

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ció cómo celebraba una forma de misa primera al priorBocal en el Sabbat de Ciboure, en la que se hizo una co-lecta de dinero auténtico que fue donada y llevada a lamadre del mencionado Bocal. Ese dinero fue donado enel Sabbat, y no en ensueño ni por ilusión.

Detsail y varios más que no quiero nombrar, procesa-dos por brujería, están acusados y convictos de llevar elcepillo de las ofrendas en el Sabbat, en las que la genteda dinero que trae de su casa. Algunos mantienen que elmencionado Detsail, una vez recogido el dinero lo em-pleaba para defender la causa de los brujos, mientrasotros aseguran que lo hacía para sus propios fines, a pe-sar de ser una de las personas más ricas de su parroquia.

En cuarto lugar, una bruja insigne llamada Necato,que tenía la costumbre de llevar al Sabbat a una mucha-cha de 14 años cumplidos, llamada Marie de Gastagnal-de, confesó ante nosotros que había conducido alSabbat a dicha Gastagnalde una noche muy señalada, yuna vez allí la había golpeado por haber descubiertomuchas cosas más de las que ella quería. A pesar de quecuando confiesan siempre callan cosas, la muchacha loconfesó igualmente, y otros dos testigos, Cristoval y As-pilevera, de 15 y 16 años, sostuvieron frente a la brujaque habían visto cómo la golpeaba. Sería asombrosoque los cuatro estuviesen de acuerdo en el lugar, el día yen los golpes, así como en todas las demás circunstan-cias del Sabbat y que, sin embargo, todo hubiera sidouna ilusión. Al menos sé bien cómo la muchacha se que-jaba con fuerza de los golpes; quizás si los otros tres tes-tigos no hubiesen estado de acuerdo con ella en quehabía sido golpeada en el Sabbat, o si lo hubiera dichoella sola, se hubiera podido decir que el Diablo la habíagolpeado en su cama mientras dormía. Además de loanterior Necato dijo que una noche fue transportada ha-cia la costa de Hendaya, donde tuvo lugar un pequeñoSabbat en el que compareció Detsail, encargado del ce-pillo del mismo, que a pesar de encontrarse entoncespreso en virtud de un decreto nuestro, la había golpea-do con dureza por haberlo acusado. Sobre este asunto

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tenemos que tener particularmente en cuenta que el se-ñor Laurent de Moisset, abogado en el Tribunal Parla-mentario de Burdeos, que asistía junto a nosotros aljuicio de dichas brujas en Bayona, mientras se dirigíahacia la costa de Hendaya se encontró con dos mujeresque le dijeron que aun cuando Detsail se encontrabapreso, había asistido la noche anterior al Sabbat, dondegolpeó con saña a la citada Necato, a la que las dos mu-chachas, que no eran brujas pero sí vecinas de Hendaya,y vivían muy cerca del lugar en que se celebró el Sabbat,desde donde la habían podido reconocer por la voz.Quisimos aclarar este punto, y la mencionada Necato,que ya nos lo había confesado anteriormente, agobiadaa preguntas, nos dijo nuevamente que fue transportada aese Sabbat, y que una vez allí Detsail la golpeó salvaje-mente. Hicimos venir a Detsail y delante de él mantuvola declaración, así como que siempre le había visto pa-sar el cepillo.

En quinto lugar, hemos oído a una infinidad de bru-jas y testigos que afirman que han tenido que pagar lasincomparecencias cuando no han acudido al Sabbat, yamedio cuarto de escudo cada vez, ya diez sueldos. Co-nocemos a los recaudadores de algunas parroquias, a losque algunos les pagaron con dinero, mientras que otrosque no tenían dinero les dieron prendas a cambio deuna demora para pagar. Y nos parece muy verosímil loque algunas personas afirman, que el Diablo dio a unabruja un demonio que le servía como marido y que esta-ba obligado a anunciarla todos los Sabbats, ordinarios yextraordinarios que tuvieran lugar. Si la bruja tenía unpretexto pertinente para no acudir, era excusada por esavez, a condición de que permaneciera en la viviendatriste y melancólica por haber cometido la falta; y si laexcusa no era pertinente, era salvajemente golpeada.Además, durante todo el tiempo en que ella no acudíaera continuamente turbada y atormentada, y todo lo queintentaba hacer se perdía o estropeaba nada más co-menzar. De manera que finalmente se veía obligada aconfesar que su falta había sido voluntaria, que en cierto

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modo su intención había sido liberarse de su deber, y secomprometía mediante juramento a no faltar más, aun-que el Diablo, para más seguridad, y para que cumplieracon su obligación, en cuanto se acercaba la noche le en-viaba un pequeño demonio, que en cuanto la llamabacon voz varonil e incontinente la bruja se untaba y salíaal umbral de su puerta, encontrando infaliblemente antela misma un macho cabrío que la esperaba y en el que,una vez montada, se iba a toda prisa. Pero esto ocurresolamente con aquellas brujas por las que el Diablosiente cierta aprehensión, porque todavía mantienen al-gún pequeño vínculo con Dios, pues la mayoría de lasbrujas insignes sabe cuales son los días en que hay queacudir al Sabbat. Por eso no se untan los demás días. Lasbrujas son avisadas unas veces por algún pequeño de-monio y otras por el zumbido de la tropa que acompañaa la reina del Sabbat por el aire.

Una mujer de Biarritz de 40 años de edad nos hablódel Sabbat llorando tan amargamente como jamás vi acriatura alguna, todo lo contrario de las demás brujas im-penitentes, que aseguran que no lloran nunca, o muy ra-ramente, experiencia que hemos visto en las brujasinsignes, a la que los propios tormentos las hacen másbien reír que llorar. Esta mujer nos dijo que había sidotransportada al Sabbat, donde el Diablo, al que llamabaen gascón lou Peccat, le hacía ver cosas extrañas, comple-tamente opuestas a las normales, y casi contra natura. Ynos dijo con grandes lágrimas y reiteradas exclamacio-nes, golpeándose la cabeza contra la mesa en la que es-cuchábamos su audición, que el que nunca hubiera vistoni deseado ver un Sabbat, a lou Peccat ni cosas semejan-tes, era ciertamente muy dichoso, a lo que añadió a con-tinuación que antes que acudir al mismo prefería pagarlas incomparecencias (por cada una de las cuales paga-ba ocho sueldos a una mujer). Posteriormente encontra-mos en nuestras instrucciones el nombre de quiencobraba estas incomparecencias en Ciboure. En Labasti-da, en la Baja Navarra, en 1610 vieron a un brujo que dis-cutía en la plaza pública el pago de las mismas con un

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joven, al que exigía ocho sueldos, mientras que éstesólo le ofrecía cinco; cuando los presentes quisieron sa-ber a qué se referían esos números ocho y cinco, el jovenconfesó finalmente que ese brujo, que era el encargadode recaudar los pagos por incomparecencias, había to-mado nota de una incomparecencia suya al Sabbat, porlo que le quería forzar a pagar ocho sueldos, que era elprecio habitual, y que le estaba maltratando de esa ma-nera porque él no quería pagarle más que cinco sueldos,que era todo lo que tenía. Al escuchar la respuesta elbrujo fue detenido, y a esto le añadieron otros malefi-cios que confesó, algunos voluntariamente y otros bajotortura, confesando en el suplicio que había sido nomi-nado en el Sabbat para desarrollar esa noble función,siendo por todo ello condenado a muerte y quemado.

Marie De La Ralde, de 28 años, confiesa que ha fre-cuentado los Sabbats desde que Marissans la condujoallí por primera vez cuando tenía 10 años; que continuóacompañándola hasta su muerte, que desde entonces elpropio Diablo la lleva algunas veces, pero que otraseran las vecinas las que se llamaban una a otra; que locomún entre las grandes brujas es que toda la vecindadse avise para ir y venir juntas, real y corporalmente porsu propio pie, sin dormirse, sin ensueño ni ilusión. Dicetambién que iban a pie tan aprisa como si hubiesen vo-lado por el aire y que llegaban en un instante; que haceaproximadamente cinco años que le puso remedio, sir-viéndose de los sufragios de la Iglesia, a donde iba ex-perimentando un maravilloso placer cuando el Diablo osus vecinas venían a sermonearla; que tiene encadena-da la voluntad de todos los que han ido allí una o dosveces hasta tal punto que difícilmente deja que se alojeen su entendimiento un deseo más fuerte y violento queel suyo; aseguró que oyó cómo algunas brujas se vana-gloriaban en el Sabbat de haber sido transportadas deSan Juan de Luz y Ciboure, de donde ella era, hasta Te-rranova, donde se columpiaban en lo alto del mástil deun navío, sin atreverse a entrar en él porque había sidobendecido, y que desde allí tiraban polvos e infectaban

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con veneno todo lo que esos pobres marineros habíanpuesto a secar a la orilla del mar. Sin embargo, hay algu-nas personas que asisten al Sabbat que nunca han sidoutilizadas para realizar actividad alguna, permaneciendosimplemente como espectadores.

Jannette de Abadie, de Ciboure, de 16 años de edad,declara que hace casi cuatro años que fue transportadapor primera vez al Sabbat por una tal Gratiane, quepronto hará tres meses que hace vela en la iglesia junto avarias personas más, durmiendo de día; que el domingo13 de septiembre de 1609, mientras celebraban la misa yella se encontraba durmiendo en su casa, el Diablo vinoa quitarle del cuello un objeto que llevaba contra la fas-cinación y se lo tiró en el umbral de la puerta, tras lo quela llevó por su propio pie hasta el Sabbat en pleno día; yasegura que ya en otra ocasión la había conducido allí dedía. Como su deposición merece por su extrañeza seranalizada en su conjunto, no voy a decir por ahora nadamás al respecto.

Afirma que durante el apareamiento ha visto y expe-rimentado en el Sabbat muy a menudo que el semendel Diablo es frío, pero que el de los otros hombres esnatural; que se ha apareado allí con él, así como conotros hombres incontables veces, y que nunca lo ha he-cho fuera del mismo, lo que confirma magníficamentecúal es la realidad del Sabbat.

Prosigue diciendo que en el Sabbat vio numerosasveces al pequeño ciego de Ciboure, que tocaba la flautay el tamboril, algo que nos han confirmado muchas per-sonas más. También nos dice que vio muchas vecescómo fabricaban venenos que eran distribuidos entre lasbrujas insignes, como hacen con los polvos. El veneno nose fabrica en las casas particulares, sino en el Sabbat; yse hace, se da y se emplea no como ilusión, sino de for-ma real y cierta.

Declara que un tal Anduitse de Ciboure es el que en-trega en esta parroquia los emplazamientos para compa-recer en el Sabbat. Afirma que ha sido transportada muy

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a menudo por el aire a Terranova por la ya mencionadaGratiane, que era la que solía acompañarla al Sabbat;que hace unos seis meses, aproximadamente en abril de1609, fue conducida hasta allí desde el Sabbat de Cibou-re junto a varias brujas más, y que regresaron enseguida;que el Diablo las transportó a todas a la vez; que en Te-rranova vio a brujas que habían sido transportadas des-de casi todas las parroquias de Laburdi; que iban allá aazuzar tormentas y tempestades para que naufragaranbarcos, provocando concretamente que se hundiera elbarco de Marticot de Miguel Chorena de Ciboure, quecomo era igualmente brujo, ayudó él mismo a su pérdi-da, lo que al comprobarse posteriormente que era cierto–pues este barco se perdió más o menos en aquel tiem-po– demuestra claramente la transportación de las bru-jas que fueron a azuzar la tempestad.

También declara que fue golpeada en el Sabbat realy corporalmente por dos brujas a las que nombra.

Marguerite, hija de Sara de unos 16 o 17 años de edad,aunque vecina de Saint Pée, dice que cuando falleció enla prisión de Burdeos una mujer de Sara procesada porbrujería, que la había hecho bruja y que la conducía alSabbat, la recomendó a otra mujer antes de su partida–pues una vez que han hecho una adquisición de algúnniño o niña al Diablo se esmeran en conservárselo–,siendo ella la que siempre la ha conducido y transporta-do con posterioridad al Sabbat.

Encontramos aquí un aspecto que hay que analizarcon atención, pues en él existe alguna cábala del Diablo,ya que aunque la bruja viva en Saint Pée, y a pesar deque el Diablo realice el Sabbat en casi todas las casas delas brujas de Saint Pée, en el cementerio de la iglesia, enla plaza del castillo del señor de Amou y en otros luga-res, no quiere que esta muchacha acuda al Sabbat en laparroquia de Saint Pée en la que vive, sino en la de Sara,de la que es nativa. Para aclarar este respecto, manda-mos venir a quince testigos que acudían al Sabbat casitodas las noches –todos ellos están incluidos en la ins-trucción de Saint Pée– que nos confesaron con toda in-

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genuidad que nunca la habían visto en dicho Sabbat deSaint Pée. De ello debemos asimismo concluir que latransportación es real, que siempre la efectúa la mismabruja, que hasta que muere lleva siempre a un mismoniño y que cuando fallece lo subroga a otra, a aquéllaque sea de más confianza, tanto para ella como para elDiablo.

Todo esto se confirma por la deposición de Catheri-ne de Arreiouaque de Ascain, de entre 14 y 15 años deedad, que tenía el hábito de velar junto a varios niños yniñas para no ser sorprendida mientras dormía. Su pa-dre, al saber que la bruja que se la quería llevar habíasido ejecutada, le dijo que podía volver tranquilamentea dormir a su casa, pero desde esa primera noche otramujer, a la que nombra, vino a buscarla y la condujo alSabbat, a donde todavía seguía llevándola en la épocaen que le instruíamos el proceso. El Diablo deseaba unmal extremo para esta muchacha, porque al estar dota-da de un maravilloso espíritu constituía uno de nuestrosmejores testigos y era la que con más seguridad hablabaen el proceso de Ascain.

Ahora bien, si el transporte no fuera real, ¿cómo se-ría posible que dos mil niños de Laburdi, que han sidopresentados en el Sabbat al Diablo por mujeres a lasque designan con sus nombres y apodos, la mayoría delas cuales han sido condenadas a muerte y ejecutadaspor brujas, y las restantes se encuentran en capilla, des-cribieran esta transportación sin la menor variación, niconfundir a una por otra? ¿Cómo podría ser que ellasmismas, o al menos la mayor parte, así lo confesaran?Porque confiesan haberlos presentado al Diablo, obliga-do a renunciar al Salvador, haberlos marcado con el sig-no del Diablo; confiesan que brujas y testigos seencuentran marcados con un símbolo imperceptible,además de mil particularidades más. Y no son solamen-te los niños los que confiesan; también lo hacen mujeresde 40 y 50 años.

Una bruja de Villafranca de 48 años de edad, mujer,tan juiciosa y serena, que hablaba con tanta moralidad

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como nunca había visto, nos confesó sin variar nada, per-severando en la tortura y el suplicio, como si la brujeríaestuviera en ella –como su modestia me hacía creer– máspor desgracia que por su voluntad, que conducía y trans-portaba al Sabbat a otra joven mujer de 24 años. Y nosdijo que otra mujer a la que nombró le había regaladodos manzanas y que le dio después de algunos años tan-ta familiaridad con el Diablo, que era ella la que le con-ducía al Sabbat. Fue encontrada de raza tan infecta quesu padre fue ejecutado por brujo con cerca de 80 años, sumadre se encuentra en prisión en esta ciudad de Burdeos,y tanto ella como la muchacha de 24 años han pasado elRubicón, por haber confesado varios maleficios, entre losque figuraba el que conducía y transportaba las nocheshabituales de Sabbat a su propio hijo hasta el mismo.

Marie Dindarre, de Sara y de 17 años, dice que cuandoacude al Sabbat lo hace a solas con el Diablo, que la lle-va por aire, o bien llama a sus vecinas para ir con ellas. Ycuando va sola con el Diablo, éste le da un ungüento;una vez que se ha embadurnado con él, bien desnuda obien untándose simplemente sobre su ropa, marcha porel aire incontinente. No obstante, cuando llega al Sab-bat sus vestidos están limpios, sin que se vea en ellos nigrasa ni suciedad.

Simulamos dejarla que saliera, pero invitándola aque lo hiciera por aire, a lo que respondió que si tuvieradicho ungüento lo haría delante de nosotros sin ningunadificultad. Entonces le pedimos que si acudía esa nocheal Sabbat que guardara un poco y que no se olvidara detraerlo, ante lo que adujo que las brujas no querrían dár-selo porque se odiaban a muerte. Aquella noche acudióal Sabbat, pero nos dijo que el Diablo no le quiso dar elungüento porque sabía que había revelado todo lo quese hacía en esas asambleas y que además le preguntóentre otras cosas si no había renegado de él. A continua-ción nos declaró una cosa increíble, que aquella nocheel Diablo fue a abrir una ventana a dieciséis testigos dela parroquia de Sara que dormían todos juntos justo en-

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cima de nuestra habitación, porque a esta pobre genteles parecía que estaban más seguros en nuestro hotelque en ningún otro lugar. Asimismo declaró que más tar-de fueron conducidos al Sabbat por las brujas que lo ha-cían habitualmente, uno detrás de otro, en fila. Todoesto fue a su vez confesado por todos ellos, con una solaexcepción, que sostenía con firmeza y mucho ímpetuque no había estado, lo que fue corroborado cuando losdemás testigos ratificaron que no lo habían visto enaquel lugar.

Con esta bruja me informé con particular atención so-bre si se podía ser conducido o transportado al Sabbatpermaneciendo en vela. Y para penetrar en este aspectonotable de la brujería, me vino muy a propósito que laseñora de Chantocorena sostuviera que la había visto enel Sabbat celebrado la noche del 28 de septiembre de1609, lo que ella dice ser notoriamente falso, puesto quese había mantenido en vela toda la noche. Lo cierto esque nuestros prisioneros se esforzaban en no dormirmientras les hacían las comprobaciones y confrontacio-nes para persuadirnos y darnos la casi plena seguridadde que no habían estado allí, porque la mayor parte delos testigos mantenían que a pesar de que estuvieranpresas no habían dejado de irlos a buscar y de transpor-tarlos al Sabbat. En la explicación que esta bruja nos dionos dijo que era cierto que a dicho lugar nunca iba nadieque no se hubiera dormido; por esa razón –decía– sevela en las iglesias y otros lugares, pero que es suficien-te con cerrar tan sólo un ojo para ser transportado enese mismo instante. Y cuando nos dicen que las brujasacuden allí sin dormir y advirtiéndose unas a otras, esoquiere decir que como saben desde la tarde anteriorque tienen que acudir esa noche, se avisan entre sí des-de esa misma tarde y van a acostarse para levantarseposteriormente para acudir al Sabbat, cada cual a su ma-nera, algunas veces solas, otras acompañadas por elDiablo, otras con varias vecinas. Parece que lo que quie-re decir –pues siempre esconden alguna cosa, nuncaquieren decirlo todo, ni siquiera aquéllas que están en

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vías de retractarse y abandonar al Diablo– es que nuncase va allí sin haberse dormido, pero que a pesar de esose despiertan más tarde y acuden sin estar dormidos, so-los o acompañados, completamente despabilados y porlo mismo de manera real y no por ilusión, de cualquierforma que se mire, aunque parezca, (ya que tantos niñostrasnochan para no ir al Sabbat), que el Diablo no lospuede sorprender si no duermen, y por consiguiente quenunca son transportados mientras velan. Pero lo ciertoes que esto es válido para los niños, que todavía no es-tán confirmados en la brujería y pueden defendersede la misma tanto velando como por otros medios, perono para las brujas viejas e insignes, que por el contrariono necesitan dormir ni ungirse para ir al Sabbat, a dondeacuden sin ser forzadas, por su plena y franca voluntad,como nos testimoniaron una infinidad de ellas. Nos ase-guraron que durante las noches de verano se quedabandiez o doce en la calle para velar y pasar el tiempo jun-tas, hasta que a eso de las once, cuando se aproximaba lahora, todas ellas simulaban que se retiraban a sus casas.Sin embargo, las que debían ir al Sabbat no entrabanen las mismas, sino que iban juntas al Sabbat. Tampo-co parece que haya que darse grasa ni ungirse para acu-dir a un Sabbat que se efectúe cerca, como ocurre enAscain, en la plaza, en la que varias brujas tienen su pro-pia casa; en Saint Pée; o en San Juan de Luz y Ciboure.Tampoco en este caso se puede tratar de una ilusión, semire como se mire, puesto que acuden sin dormir. Tam-bién nos parece imposible que puedan ser transporta-das a Terranova o a algún otro lugar tan lejano en un abriry cerrar de ojos, como decía Dindarre, pues aunque elDiablo las transporte en un instante, es necesario quepase el tiempo con cierta proporción entre la distanciaexistente entre la persona que quiere transportar y loslugares a los que va, y no podría transportar en un parpa-deo a una bruja a un Sabbat que tuviera lugar en el findel mundo.

Existe otra razón por la que las brujas dicen que nun-ca van allí sin dormir, y es que piensan que de esa ma-

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nera pueden excusarse, dando a entender que sólo seacude mientras se está durmiendo, y por lo tanto en en-sueño, por ilusión y a la fuerza, porque nadie es dueñode sus sueños. Esto únicamente lo dicen in articulo mortispara excusar a sus parientes, pues hasta ese momentosiempre sostienen que han estado allí en cuerpo y alma,como de hecho hacía Dindarre, que fue condenada amuerte y ejecutada basándose en su confesión y en lade ocho testigos oculares, (particularmente por la confe-sión de que había conducido tres niños al Sabbat y queuna vez allí les había obligado a renegar de su Creador ya adorar al Diablo, así como por haber dejado estampar-se su marca).

Hay una cosa en la que todos los autores modernos–principalmente los que por poseer experiencia con unainfinidad de brujas a las que han procesado, están mejorinstruidos– se ponen de acuerdo, y es en esa resolucióncomún de que a veces se acude al Sabbat en ensueño ypor ilusión, y otras en cuerpo y alma; y que se va en velay no mientras se está durmiendo, incluso cuando se re-nuncia y reniega del Salvador y cuando se está marcadopor una señal insensible y visible, que llevan casi todaslas brujas, así como los niños que éstas han presentadoal Diablo.

En cuanto a las brujas que quedan insensibles ycomo extasiadas, es verosímil que a veces viajen por ilu-sión, por las razones que ya hemos citado anteriormente.Pero aunque a veces no se muevan del sitio, o para de-cirlo mejor, parezca que no se muevan de donde las ve-mos, acuden no obstante al Sabbat, de manera real ycorporal, mientras el Diablo coloca en su lugar un fantas-ma absolutamente igual a ellas; y no, como dijo Bodin,que cuando las brujas entran en éxtasis su alma se sepa-ra de su cuerpo por medios diabólicos, mientras el cuer-po permanece insensible y estupefacto; pues el almanunca abandona su domicilio hasta la muerte.

Sobre este particular recibimos una declaración nota-ble: una muchacha de Ascain de nombre Dojartzabal, de15 o 16 años de edad, mantuvo ante una de nuestras pri-

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sioneras, posteriormente ejecutada, que la había condu-cido al Sabbat la noche anterior a la confrontación. Labruja respondió que eso era evidentemente falso por-que ella no era bruja, y aunque lo fuera, la muchacha seencontraba presa y encadenada con gruesos grilletes enlos pies, además de haber sido velada por varias perso-nas que no la habían perdido de vista en ningún momen-to; amén de que se acostaba cerca de su madre, que nose había percatado de nada anormal a pesar de que,como sospechaba que podían transportarla, la velaba yla hablaba continuamente. La muchacha le respondióque lo que había declarado era cierto y que la había veni-do a buscar esa noche a su cama en forma de gato, y quelas brujas no dejan de conducir a los niños y jóvenesque han embrujado y engatusado aunque se encuentrenprisioneras, del mismo modo que si estuvieran en com-pleta libertad. Luego aseguró que si bien el Diablo nopuede sacarlas absolutamente de prisión y arrancarlascompletamente de las manos de la Justicia, sin embargo,sí puede sacarlas para conducirlas al Sabbat, aunqueesté obligado a regresarlas; y durante ese tiempo las uti-liza para no perder sus presas, a las que va a consolar a lacárcel, a atenderlas, e incluso a aparearse allí con ellas.

Todo lo anterior no obsta para que su madre la vele,la aprecie al tacto y la interrogue continuamente sin en-contrar nada anormal, pues la hija nos dijo que como Sa-tanás la quería apartar de su madre de manera sutil,hacía que la bruja la raptara de la manera habitual, po-niendo en su lugar una figura absolutamente igual a ella,para que su madre no se diera cuenta de nada. De estamanera si su madre la tocaba, encontraba ese cuerpofantástico que respondía a todo lo que pudiera pregun-tar. Posteriormente el Diablo se le acercaba en el Sabbatpara informarle de todo lo que había ocurrido durantesu ausencia, para no verse sorprendida y para que pare-ciera que no se había movido de su cama, tras lo cual laconducía junto a su bruja. Cuando regresaba a su camaencontraba su figura, que todavía ocupaba su lugar allado de su madre, sin que se moviera nunca de allí hasta

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el instante en que ella se metía en la cama, y entoncesno de golpe, sino que a medida que los miembros de sucuerpo iban ocupando su lugar, la mencionada figura ce-día su sitio a ese único miembro; si los pies se coloca-ban los primeros, y la cabeza y todo el resto del cuerpopermanecía fuera, tan sólo se desvanecían los pies de lafigura, y así sucesivamente.

Sobre esto da cuenta con más formalidad aún esteotro ejemplo. El dueño de la casa Joanissena, como sos-pechaba que su sirvienta era bruja y ella lo negaba, tomóla decisión de velar toda una noche. En una ocasión enque debía acudir al Sabbat la ató con fuerza a su piernamientras se encontraba cerca del fuego, y en cuanto ha-cía el menor ademán de dormirse la despertaba con ru-deza. Aún así, el Diablo engañó al señor, pues ella acudióal Sabbat, cosa que confesó, dando todos los pormeno-res ocurridos en él, que fueron confirmados por una infi-nidad de testigos que habían acudido igualmente.

Por lo tanto, no debemos creer que aun cuando elcuerpo parezca que no se haya movido de su sitio, per-manezca insensible, y que a pesar de ello cuente todolo que ocurrió en el Sabbat, se trate de una licencia delalma, que ésta haya abandonado ni siquiera por un ins-tante el cuerpo y estemos ante una especie de muertefugitiva. Las transportaciones no se pueden realizar úni-camente con el alma, sin el cuerpo, sino que el Diablotransporta a los brujos en cuerpo y alma, y si bien elcuerpo simula permanecer ante nosotros, lo que el Dia-blo nos deja ver es un simulacro de cuerpo, y ésa es lacausa por la que cuesta tanto despertarlos, porque noes el verdadero cuerpo. Si el alma saliera a pasearsesola para asistir al Sabbat, informarse y traer las noveda-des del mismo, no podría entrar de nuevo en su domici-lio, ni llamar nuevamente a su cuerpo, pues con eseabandono del cuerpo haría cesión de bienes y de vida,sin poderse quejar en ningún caso por esa privación, porser la resurrección una obra de la pura divinidad, queestá más allá del poder de los ángeles, sean buenos omalos. Las brujas que confiesan describen los lugares

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en que se efectuó el Sabbat: las plazas, los árboles, losbrebajes, los ríos, los campos, las casas, el orden de losfestines, las carnes; si los comensales se cubren la caralos reconocen, y conocen particularmente y nombran alos que se han encontrado por el camino, a los que enalgunas ocasiones han saludado y hablado con ellos.Mucha gente de bien se las encuentra durante sus idas yvenidas; a veces se las ha visto descender de las nubescompletamente desnudas y lastimadas, regresando delos Sabbats en algunas ocasiones tan agotadas por estatransportación, que permanecen varios días en la cama.

Además de que todos los brujos y brujas, los niños yniñas de tierna edad que están fuera de esta abomina-ción, pero que sin embargo llevan el signo del Diablo,una marca insensible que testimonia con toda certezaque han estado en el Sabbat, están de acuerdo en estepunto –y están de acuerdo hasta en los pormenores–; al-gunos brujos lo han confesado cuando estaban a puntode ser introducidos en el fuego, cuando encubrir la ver-dad no les producía ningún beneficio.

Ahora bien, dejando de lado las cosas vanas e iluso-rias, no se podría encontrar una misma, concordante ytan segura contestación, ni tan gran consenso entre na-ciones, lugares, tiempos, edades y voluntades tan con-trarias, tan enemigas y tan alejadas. Pues la manera deactuar de cada uno es exclusiva, y cada cual se imaginacosas diversas, porque el cerebro y la fantasía son com-pletamente diferentes en cada persona, y ésas seríanlas forjas que Satanás necesitaría para construir las mis-mas imágenes o hacer ver las mismas cosas. Ni la mentirani todas esas ideas más o menos grotescas podrían en-contrar tanta unanimidad, las brujas no tienen poderpara crear todas esas fantasías, ni pueden soñarlas yabandonarlas cuando les parezca bien.

A lo anterior debemos añadir que la Iglesia católica,apostólica y romana, que no puede errar, los condenó amuerte. Ahora bien, erraría gravemente en actuar de for-ma tan severa si únicamente fueran brujos y criminalesen sueños. Por lo tanto, hay que inferir obligatoriamente

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que cualquiera que crea que las transportaciones sontan sólo seducciones, ensueños e ilusiones, peca contrala Iglesia, que no castiga crímenes inciertos, ocultos y nomanifiestos, y no castiga –como hacen los heréticos–más que aquéllos que son reales y no cometidos, porilusión. Y los Parlamentos, que poseen en la actualidadmás conocimiento, certeza y experiencia que en tiem-pos del Canon Episcopi, cuando la brujería no era tan co-mún ni frecuente, hoy día no tienen ninguna dificultadpara entenderlo así.

En este Parlamento existen una infinidad de ejem-plos, pero hay dos notables: uno, el de esa bruja de laque habla el señor Raymond y todos los libros posterio-res a él, a cuyo juicio asistí, que fue condenada a muertesin que existiera maleficio alguno, por haber hecho unpacto con Satanás, por haberse consagrado a él y habertolerado que la conociera carnalmente, de manera quecomo suya la transportó al Sabbat que se celebró en lacima del monte Dôme en Perigord; y el otro, el de un jo-ven de 25 años llamado Isaac de Queiran, nativo de Ne-rac y de religión pretendidamente reformista, criado yeducado en ella, sirve para demostrar que el Diablo tie-ne la mirada puesta en todas las religiones –de lo queda testimonio el hecho de que el mayor seminario debrujas haya estado desde siempre en Ginebra–. Este jo-ven fue condenado a muerte en 1609, a pesar de que noexistía ningún testigo, basándose en su simple confe-sión, aunque sí un maleficio aparente, el de haber dadoa un niño de muy buena familia alguna droga en unaavellana, con la que la lengua se le trabó de tal maneraque quedó prácticamente mudo, y permaneció una bue-na temporada al borde de la muerte. Ahora bien, entreotras cosas facilitó al Tribunal tanta información sobre larealidad de la transportación, que es imposible encon-trar un ejemplo tan formal en todos los libros que abor-dan este tema. Explica que una vez que hubo dejado elservicio del padre de ese niño y se encontraba sirviendoen la casa de otro señor en la ciudad de Burdeos, fue enplena medianoche a casa de su primer señor, subió al

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tejado, descendió por la chimenea, alumbró un cirio enla habitación y estudió la mejor manera de depositar sudroga en la boca de la señorita dueña de la casa, perocuando vio que el niño se encontraba en mejor posiciónpara recibirla, recordó que el Diablo prefiere a los niños,por lo que le puso a él la droga en la boca, y fue conduci-do después por la chimenea hasta el tejado por un pe-queño demonio que lo acompañaba siempre, y de allí alsuelo. Confesó asimismo que le había transportado porencima de la puerta Daufin, desde donde fue al Sabbatde la encrucijada del palacio Galienne. Este caso mere-ce que sea más divulgado, porque es moderno –ocurrióen 1609– y muy verídico, y porque este hombre perse-veró en su confesión en todos los aspectos principalesde la brujería, incluso en el artículo de su muerte. Y paraque no queden dudas sobre si los parlamentos los con-denan o no, ese año 1609 el Tribunal del Parlamento deBurdeos condenó a muerte a una infinidad de gente. Ve-amos a continuación otro ejemplo muy apropiado.

Catherine de Landalde, de la parroquia de Ustaritz yde 30 años de edad, declaró que nunca acudió al Sabbatsino por su propio pie, que acudió a dicho lugar sin dor-mir ni estar predispuesta a algún sueño que la pudierahacer caer en ilusión alguna ni hacer dudar sobre la rea-lidad del Sabbat. De manera que mientras permanecíacerca del fuego por la noche, le entraba un ansia tal poracudir a aquel lugar, que no podía sentir un deseo másfuerte y violento que ése.

Marie de Mariagrane, de 15 años de edad, dijó quehabía estado a menudo en el Sabbat de Biarritz, al queacudían montandos sobre un diablo con forma de asno,su abuela, su tía, otra muchacha y ella, las cuatro al mis-mo tiempo. Pero veamos ahora una declaración muy fi-dedigna de este mismo país de Laburdi.

El 5 de julio de 1576 tuvo lugar en la parroquia deUstaritz, en presencia del lugarteniente de Laburdi,Boniface de Lasse, y a instancias del señor Jean de Hiri-goien, abogado del rey, el proceso contra Marie de Cho-

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rropique, hija de la casa Janetabarta, y contra unas cua-renta brujas más.

Jehannes de Hard, de 56 años, dijo que saliendo dela iglesia con la citada Chorropique, ésta le tocó el bra-zo, tras lo cual quedó inmediatamente inmóvil, comomuerto. Pero veamos la confesión de ésta última pala-bra por palabra: la mencionada Chorropique confiesaque Augerot de Armore le dijo que iría a buscarla a sucasa por la noche, que silbaría para que saliese, que noperdería nada por acudir al lugar al que la iba a conducir.Eso fue lo que ella hizo, y fue conducida totalmente des-pierta a un prado que pertenecía a la casa de Etcheni-que. Nada más llegar a este prado le confesó que lahabía llevado hasta allí para hacerla bruja, para lo queera necesario que renegara de Dios y aceptara al Diablocomo Padre y Señor, lo que ella hizo, prometiendo queen lo sucesivo viviría dejándose guiar por la voluntaddel Diablo. Una vez realizada la mencionada abjuraciónse mostró incontinente, por lo que el citado Armore laconoció carnalmente. Cuando penetraron en el mencio-nado prado encontraron a un hombre enorme que teníala cara cubierta, alrededor del cual había una infinidadde gente, que ella nombra. Al ver tanta gente pronuncióasombrada el nombre de Jesús, desapareciendo todode inmediato, incluido el citado Armore, y se quedócompletamente sola. Aproximadamente tres horas an-tes del alba el mencionado Armore la vino a buscar, lacogió de la mano y la elevó por el aire, donde la increpópor haber proferido el nombre de Jesús, advirtiéndoleque si lo volvía a hacer le daría una buena tunda. Y la se-gunda vez fue a buscarla del mismo modo y se fueron alSabbat que se celebraba cerca del molino nuevo de lacasa noble de Haitze, donde encontraron a un gran se-ñor vestido de negro. Mientras se encontraban allí, cier-to Menioin llevó un bote de barro, en cuyo interior sehallaban gruesas arañas atiborradas de una droga blan-ca llamada reagal y dos sapos que esta acusada desollómientras el citado Augerot trituraba el reagal y las arañasen un mortero; una vez finalizada esta tarea utilizó los

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dos sapos ya desollados, después de haberlos previa-mente golpeado con una vara para que quedaran enve-nenados, igual que se hace con el gato de algalia,aunque por el contrario en este último caso la finalidades hacer el bien. Una vez que hubo terminado el mejun-je y que lo metió en el recipiente, todos ellos rociaronuna parte del veneno en un pastizal para que se murierael ganado. De allí fueron al pueblo de Iraurits, a casa decierto Sorsail, abrieron la puerta de la casa con un dedo,pues sólo estaba cerrada con una clavija, y cogieron a unniño de su cuna; al no poder llevárselo por temor a serdescubiertos lo estrangularon, tras lo cual lo deposita-ron en la cama, entre el padre y la madre, a fin de queaquél creyese que su mujer lo había sofocado. Por sifuera poco mataron además a otro hijo de Menioin deHirigoien envenenándolo, lo que provocó que fallecieraal cabo de tres días. Mientras se desarrollaban todos es-tos hechos, la acusada esperaba a los que entraban a co-meter esos asesinatos en las entradas de las casas. Dijoademás que en otro Sabbat la mencionada De Hiri-goien, señora de Sorhans, reportó al Diablo que habíaenvenenado a la difunta Marie de Armore, lo que todo elmundo agradeció. Prosiguió que otra vez dos brujas, alas que nombra, le enseñaron el corazón de un niño queuna mujer había abortado, y le dijeron que había queguardarlo para hacer con él un sacrificio al Diablo comomuestra de la obediencia que le debían.

Declaró que un día que entraron en casa de ciertoMenion Landalde y lo encontraron algo enfermo en lacama, el zapatero Augerot, simulando que miraba suszapatos, metió venenos dentro de ellos, por lo que se leinflamó el pie, luego la pierna, el cuerpo, y finalmentefalleció.

El 2 de octubre de 1576 el citado De Lasse anuncióque la condenaba a morir colgada y quemada. Y consi-derando que ni la propia Chorropique apeló, ni ningunaotra persona lo hizo por ella, en la parte final de su sen-tencia reveló que había ordenado que la condujeran alsuplicio, durante el cual mantuvo toda su confesión pre-

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cedente. Hasta el punto que se dice que mandó a lamuerte a más de cuarenta personas, sin tomar en consi-deración la ordenanza y práctica de los parlamentos,que quieren que aun cuando los condenados por losjueces ordinarios y otros jueces de apelación, por igno-rancia o por simpleza no apelen, los jueces deben hacerintervenir al sustituto del fiscal general y encargarle queinterponga apelación a la condena de muerte. Este juezno hizo nada de eso, sino que hizo caso omiso de esanormativa en vista del tema de que se trataba; y Diospermitió que nunca le pidieran cuentas por su actua-ción. Ahora bien, he querido insertar aquí su deposicióncompleta, para que podamos descubrir otra infinidadde hechos importantes de brujería.

En cuanto a Boguet, no podemos decir que no seatan competente y entendido, en lo que respecta al des-cubrimiento de esta abominación, como ningún otroque le haya precedido, ni se le puede achacar que po-sea poco conocimiento del tema, sino simplemente quetuvo más valor para condenarlos que el que hubiera te-nido un juez tímido. Si ha sobrepasado los límites y labenignidad de los colegios supremos de los Parlamen-tos, condenando a las brujas sobre la base de la declara-ción de dos testigos, incluso algunas veces por la simpleconfesión del brujo y de un testigo –en lo que me con-cierne, afirma, sería siempre de la opinión de condenar-los a muerte en cuanto hubiera la menor evidencia–, esdebido a que no se encontraba sujeto a nuestras formas.Y siempre podrá decir que tiene más celo y coraje quenuestros colegios supremos, que no sabría ser demasia-do osado. Y como él mismo dice, es un crimen que secomete de noche y siempre a escondidas, por lo que esasimismo necesario que sea tratado de modo extraordi-nario, sin observar el orden jurídico ni los procedimien-tos ordinarios; además de que casualmente se enfrentaa brujas más endiabladas, maléficas y dañinas que lasnuestras.

Sobre los que cuando se refieren a Del Río afirmanque sus opiniones y juicios se acercan más a la Inquisi-

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ción española que a los Parlamentos de Francia, res-pondería por él lo mismo que dice el señor de Bellay,obispo muy docto y competente personaje, pues sonsuyos los mejores y más verídicos discursos que se pue-dan hacer y las más aceptadas y sanas opiniones que unhombre sabio y buen cristiano pueda sostener sobretodo lo que se haga únicamente en tinieblas y por el Pa-dre de las Tinieblas, enemigo de la luz y del día, y Señorde la noche. Y cuando el señor Bellay quiere tratar so-bre la magia y los brujos remite al lector al buen padreDel Río, pues con él hasta el hombre más curioso delmundo y el más incrédulo tienen con que contentar sucuriosidad y dureza de fe. Tanto es así, que debo confe-sar sinceramente que no podría añadir nada a los razo-namientos que nos ha dejado escritos, que no sea laconfirmación de los mismos por las experiencias que he-mos realizado, lo cual ha motivado que abrace esta for-ma de escritura. Así que me he servido del ejemplo deeste docto prelado, sin querer volver a repetir los mis-mos argumentos, a copiar los mismos discursos, pues nohubiera hecho más que transcribir los mismos alegatos,y en definitiva traducir su libro a la lengua vulgar.

Tenemos además la opinión de la Iglesia y de los Par-lamentos e inquisidores de Italia, Francia, Alemania, Es-paña y Navarra. Y a cualquiera que necesitase otracerteza, le repetiría con agrado lo que muy religiosamen-te dice este buen padre: que si alguien quisiera aclararlas acciones del Diablo y los misterios del sortilegio, se-ría lo mismo que si quisiera iluminar absolutamentetodo el mundo con una de esas pequeñas luciérnagasque alumbran la noche, algo que apenas puede hacer elsol; además de que ese crimen se comete en las más es-pesas tinieblas de una noche muy oscura.

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