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LA EDUCACIÓN: CAMINO DIA A DIA ¿Cómo estamos formando al ser humano? Es la pregunta que ha surgido durante el transcurrir del tiempo, en el que los cambios en una sociedad se presentan diariamente y en los que podemos constatar que la educación es el sector menos permeable al cambio, debido a que la formación esta brindando tanto a niños, jóvenes y adultos fuertes y sólidas formas de ver la vida. De tal forma que nuestras pedagogías se convierten en rutina y frenamos las diversas formas de pensar y actuar, porque tendemos a seguir parámetros tradicionales, instituidos de tiempo atrás. No es fácil formar seres humanos que estén dispuestos a actuar en contra corriente, y a generar nuevas ideas, a saltar paradigmas. Hemos de empezar por formarnos como docentes abiertos al cambio e insertos en contextos cambiantes, que exigen de nosotros flexibilidad, renovar estrategias metodológicas, al ejercicio constante de la escucha de nuestros acompañados, a una reflexión continua del rol que desempeñamos como gestor de aprendizajes, como acompañante, y desmontar la idea primaria de que el papel del maestro es solo un trasmisor de contenidos. Es necesario educar para aprender a ser, para la reconversión laboral, para aprender a aprender, aprender a convivir, comprender lo que Edgar Morín llama “realidades o problemas cada vez más polidisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales y planetarios”. 1 Esta acotación nos ha de impulsar a renovar nuestro pensamiento, a abrirle las puertas a las estructuras, a hacer de nuestras aulas espacios de acogida, de dialogo, de 1 DIAZ, Osorio José Jaime. “Rutas de Reflexión y Acción Pedagógica.

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LA EDUCACIÓN: CAMINO DIA A DIA

¿Cómo estamos formando al ser humano? Es la pregunta que ha surgido durante el transcurrir del tiempo, en el que los cambios en una sociedad se presentan diariamente y en los que podemos constatar que la educación es el sector menos permeable al cambio, debido a que la formación esta brindando tanto a niños, jóvenes y adultos fuertes y sólidas formas de ver la vida. De tal forma que nuestras pedagogías se convierten en rutina y frenamos las diversas formas de pensar y actuar, porque tendemos a seguir parámetros tradicionales, instituidos de tiempo atrás.

No es fácil formar seres humanos que estén dispuestos a actuar en contra corriente, y a generar nuevas ideas, a saltar paradigmas. Hemos de empezar por formarnos como docentes abiertos al cambio e insertos en contextos cambiantes, que exigen de nosotros flexibilidad, renovar estrategias metodológicas, al ejercicio constante de la escucha de nuestros acompañados, a una reflexión continua del rol que desempeñamos como gestor de aprendizajes, como acompañante, y desmontar la idea primaria de que el papel del maestro es solo un trasmisor de contenidos.

Es necesario educar para aprender a ser, para la reconversión laboral, para aprender a aprender, aprender a convivir, comprender lo que Edgar Morín llama “realidades o problemas cada vez más polidisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales y planetarios”.1 Esta acotación nos ha de impulsar a renovar nuestro pensamiento, a abrirle las puertas a las estructuras, a hacer de nuestras aulas espacios de acogida, de dialogo, de desarrollo de competencias, donde la persona que se nos ha confiado experimente seguridad para expresar sus ideas y argumentos, y el trabajo en equipo y colaboración mutua primen en cualquier caso.

Tener en cuenta las áreas que influyen en la motivación del estudiante es de vital importancia: -Contenidos preparados y ubicados en la realidad, correspondiendo a las necesidades y características del medio. – Autonomía y participación del estudiante, donde éste pueda sentirse competente y activo. – Reconocimiento y recompensas otorgadas, que impulsen y le motiven por los logros alcanzados. –Evaluación; es importante que ésta sea un medio para valorar el proceso de seguimiento y acompañamiento. – Tiempo y ritmos de

1 DIAZ, Osorio José Jaime. “Rutas de Reflexión y Acción Pedagógica.

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aprendizaje; mantendrá al acompañante despierto y consciente de que no todos responden y caminan al mismo ritmo, que cada uno posee singularidad. – Actitudes y expectativas del docente frente a sus estudiantes; es conveniente el trato imparcial a todos, casi siempre el acompañante cae en el error de atender con prontitud y elogios a aquel que se muestra más interesado e inteligente, mientras que al estudiante de nivel más bajo, se le proporciona menos retroalimentación y se le interrumpe en sus aportes. Con esta actitud se afianzará más la conducta incapaz y estaríamos creando personas de baja autoestima y poco competentes.2

2 DIAZ, Osorio José Jaime. “Rutas de Reflexión y Acción Pedagógica. BROPHY, 1998; Moore, 2001