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Vitrinas de mi Tierra II by Nelson Javier Bautista

Vitrinas De Mi Tierra II

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Vitrinas de mi Tierra II by Nelson Javier Bautista

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Partimos del centro de Duitama en busca de algunos lugares familiares a mi niñez. Estructuras recientes reemplazan ahora mis imágenes, enmarcadas por huertos de manzanas irresistibles y maizales de un verdor riquísimo que escondían suculentos secretos del buen vivir. A duras penas pude reconocer los vestigios de lo que fue mi casa, mi cuadra, mi pueblo mi lengua y hasta mi gente. Como si tuviera los ojos vendados, tanteando por los rincones de mi memoria, busque el calor y cariño de los muros, callejuelas y senderos que me sintieron jugar, reír, y vieron crecer.

Alcanzamos 'la dorada', una de las enormes puertas que protegía el pueblo, ahora pequeña intersección en medio de una gran ciudad; continuamos en dirección a Nobsa hasta encontrarnos en Punta Larga. Lo que era un punto lejano en el camino al mas allá, se transformo en cercano conjunto de hoteles, talleres de artesanías, casas y capillas que rinden homenaje a nuestra herencia española. Las estructuras arquitectónicas en las que predomina la madera rustica, piedra y adoquines están coronadas con tejados coloniales. En la Hostería San Luis de Ucuengá el paladar encontró fiel replica de la exquisita cocina de mis abuelas.

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Hostería San Luis de Ucuengá

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Después de cruzar el extremo norte del valle Sugamuxi, zona contaminada y con carreteras que parecen haber sido terminadas por lluvias de meteoritos, ascendimos rápidamente la pendiente de la cordillera andina. A medida que dejábamos el valle encontrábamos un aire purificador y una flora privilegiada por la que tímidamente se asomaban pueblitos arreglados como piedras preciosas. A los 2920 metros de altura apareció Monguí, un ejemplo de paz por su completa armonía con el creador. Aquí los indígenas Sanoas rendían tributo al cacique de Sugamuxi.

Posteriormente los franciscanos desde 1555 establecieron un centro de evangelización. La basilica de nuestra señora de Monguí, el convento y museo de arte religioso, la capilla de san Antonio, el puente de calicanto y sus calles empedradas dan testimonio de la importancia cultural y religiosa de esta joya providencialmente preservada. El convento atesora obras importantes de arte religioso de los siglos XVII y XVIII incluyendo colecciones de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, Baltasar de Vargas Figueroa, Antonio de la Cruz y de otros artistas anónimos. Las construcciones contemporáneas siguieron el estilo sencillo, simétrico y el colorido único del altiplano. Los materos de arcilla con sus flores de vivos colores completan el encanto de este pueblito fascinante.

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Artesanias

Centro

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Topaga

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Nuevamente dejamos el valle Sugamuxi esta vez ascendiendo por la parte sur en dirección a los llanos de Casanare. El serpentino ascenso muy pronto deja sentir una brisa fría que esparce un bálsamo suave proveniente de cultivos de la terapéutica cebolla de todos los alrededores. Coronando la cima, a más de 3,100 mts hallamos la mítica Laguna de Tota, con forma de ángel haciendo una ofrenda. El lago cuenta con una superficie de 55,1 km², una profundidad de 68 mts, y una flora y fauna privilegiadas. En el hotel refugio pozo azul, pudimos degustar frescas y deliciosas truchas del lago. La brisa fría, pura, que acaricia el azul profundo del lago e inmenso de los cielos, crea un misticismo de absoluta paz y tranquilidad. Aquí arriba, más cerca de Dios, se vive la inspiración enmarcada por extraordinarias flores, el vuelo silencioso y elegante de bellas mariposas y los susurros de tiernas aves.

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Descendimos de regreso por Aquitania, población de rica tradición indígena que bordea la laguna. Fundada en 1777 por el capitán Juan de San Martín es ejemplo del aporte religioso español en la región. Su población manifiesta una intensa religiosidad y la Iglesia es la construcción sin rival en torno a la cual se celebran las fiestas religiosas.

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En el valle del actual Sogamoso sobresale Firavitoba "Viento de la cumbre" en lengua chibcha. Su existencia data desde los primeros vestigios muiscas. Aunque el pueblo sobrevivió complejas rivalidades territoriales y religiosas, en 1537 los españoles profanaron su templo y arrasaron su cultura. El Firavitoba contemporáneo ahora se enorgullece de su Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, cuya construcción demoro 103 años de 1873 a 1976.

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