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7/25/2019 La Sociologa de Alan Touraine y Las Dos Alas
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Debates en Sociologa. N 8
993
LA SOCIOLOGIA DE ALAIN TOURAINE Y LAS DOS
ALAS DE LA MODERNIDAD
Denis Sulmont
La modernidad no descansa sobre un principio nico
y menos an sobre la simple destruccin de los
obstculos
i
reino de la razn; est hecha del dilogo
de la Razn y del Sujeto. Sin la Razn, el Sujeto se
encierra en la obsesin de su identidad; sin el Sujeto,
la Razn llega a ser el instrumento del podero. En
este siglo hemos conocido a la vez la dictadura de la
Razn y las perversiones totalitarias del Sujeto; Les
posible que las dos figuras de la modernidad, que se
han combatido o ignorado, se hablen por fin una a
otra y aprendan a vivir juntas?
CM, 17
La publicacin de
ritique de
la
Modernit
(Fayard, Paris,
1992 l
constituye una nueva etapa en la trayectoria intelectual de Alain Touraine y
un acontecimiento importante para la sociologa.
Este libro aporta una nueva clave para entender la modernidad, supe-
rando las concepciones que pretenden reducirla a la eficacia de la razn y
1
La traduccin de las citas de sta y otras obras de Touraine en el presente artculo es
nuestra.
189
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esconden la emergencia
del
sujeto humano como libertad y creacin. Alejn-
dose de la falsas salidas de la entrega al mercado y del vaco post-moderno
por un lado, y el repliegue en los pirticularisnos y los nuevos integrismos
por otro. Touraine busca explicar los retos de
las sociedades
post-industriales
y de las sociedades en desarrollo. Estos retos los encuentra en el reconoci-
miento del sujeto frente a los aparatos gestin que racionalizan la produccin
matenal y cultural del mundo; reconocimiento la tensin y del dilogo
entre subjetivacin y racionalizacin. El regreso al sujeto permite a Toiiraine
profundizar su
teora
de la historicidad y de los movimientos sociales en las
sociedades modernas actuales.
Recientemente, en mayo de 1993, la aparicicin de este impactante
libro dio ocasin a la realizacin de un coloquio alrededor del trabajo s e
ciolgico de Touraine. El evento, organizado por Franpis Dubet
y
Michel
Wieviorka, reuni durante una semana a cerca de
un
centenar de cientficos
sociales de diversos pases en el histrico Centro Culturai Internacional de
Cerisy-la-Salle (Francia)
2.
a lectura de ritique de la
modernit
sumada a la participacin en
dicho coloquio y los lazos que me unen con Touraine desde mi
tesis
sobre
el Boom Chimbote en 1 7, me motivan a redactar el presente artculo.
Adems de compartir los aportes centrales de esta novedosa reflexin so-
ciolgica, me propongo resumir las principales conceptos tericos que Touraine
elabor a lo largo de su labor de investigacin, conceptos an poco
sistematizados en el Per, no obstante su influencia sobre la sociologa la-
tinoamericana. En alguna manera, ciertamente limitada, intento contribuir a
llenar el vaco y sealar su relevancia para la comprensin y la transforma-
cin de la sociedad en la que nos toca vivir.
2.
Participaron personalidades polticas
t les
com o Daniel
Cohn-Bendit
hoy teniente alcalde
de Frankfwt en Alemania), Harlem Dsir lder anti-racista), Jaques Julliard. Franp-ise
Gaspard feminista), Michel Rocard. Dominique Wolton. el historiador Ja que s Le
Goff
el psiclogo social Serge M osmvici, los socilogos Manuel
Castells
Michel Croger.
Roberi
Fraisse, Gilles Kepel, Edgar Morin, Daniel
Pcaut, mit
los ms conocidos. Destacaron los
socilogos provenientes del Medio Oriente y del mundo poa-socia lista de Eumpa
central.
Los latinoamericanos
twienm
una activa
participacin
con
la
presencia
de
Vinicius
Caldeim,
Femando Caldern, Manuel Antonio Garretn, Julio
Labastida Cecilia
Montero. Eugexio
Tironi y otros.
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El artculo comprende ues partes: la primera dedicada a la trayectoria
intelectual de Touraine; la segunda a su conceptualizacin terica,
y
la ter-
cera a la ideas centrales de su ltima obra.
1.
UN DESEO DE HISTORIA
En
Un dsir histoire
(Un deseo de historia), libro publicado en
1977
Alain Touraine reflexiona sobre su itinerario intelectual y personal. Nacido
en
1925,
hijo de un destacado mdico parisino, creci en un entorno familiar
exigente, centrado en el trabajo y los estudios. Se form en liceos renombrados
y durante la Segunda Guerra entr a la Escuela Normal Superior, una de las
principales Grandes Ecoles de la capital francesa. Estudi historia, incli-
nndose -al igual que Jaques Le Goff, compaero de estudios- hacia la
nueva corriente de historia econmica
y
social conocida como I Ecole des
Annales 3.
Fuertemente impactado por la sucesivas crisis polticas y culturales de
sociedad francesa, el fenmeno de la Liberacin y la participacin de los
comunistas en el gobierno de
1945-47
Touraine dirigi su inters hacia la
vida histrica de su tiempo
y
hacia la sociologa. En
1948
abandon tran-
sitoriamente sus estudios en Paris para realizar una investigacin en Hungra.
Se traslad luego a la regin minera de carbn en el norte de Francia,
compartiendo el trabajo
y
la vida de los mineros. Este contacto con
la
clase
obrera, como realidad y como fuerza Op. it.: 45) incidir de manera
decisiva sobre su reflexin sociolgica. En
Un dsir istoire,
confiesa lo
siguiente:
Para mi, el mundo obrero (y nunca he perdido esta imagen, que ahora
resulta obsoleta), era el fuego. Si he escogido
la
mina, es porque el
carbn encierra el fuego. Ms tarde he amado mucho la siderurgia.
Entre los ms hermosos recuerdos de mi vida, cuento con las noches
pasadas en Francia o en Chile, al lado de los altos hornos, los con-
vertidores Bessemer, las acera
Martn
los grandes laminadores.
...)
He conocido la exaltacin industrial. He visto repetidas veces a Lnea
General
de Eisenstein, y siempre con emocin. Pensaba, como muchos,
3.
Entre los promotores de esta
omente
se encuentr n os historiadores Marc Blodi Lucien
Febvre y
Henry
Pirenne.
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que la mq~ina, l trabajo obrero y la accin colectiva obrera iban a
construir una nueva sociedad. He estado ntr quienes han hablado y
siguen hablando de sociedad post-industrial;creo que no hubiera hablado
de
t l
sociedad si no hubiera amado tanto la indusuializacin . (Op.
cit: 45)
Touraine decidi reflexionar sobre el trabajo,
y
no slo sobre los textos.
Se puso en contacto con Georges Friedmann, cuyo entonces reciente libro
Los problemas hum nos
el
maquinismo industrial 1946)
coincida con sus
intereses. Bajo tal influencia, decidi terminar sus estudios
y
realizar una
investigacin sobre la evolucin del trabajo y la organizacin productiva
en
las fbricas de automviles Renault. Junto con los estudios de Friedmann esta
investigacin s convertir en una de las pioneras de la sociologa del
tr b jo
en Francia. En
1950,
Touraine entr a trabajar en la entonces modesta sec-
cin de sociologa del Centre Nacional de Recherche Scientifique (CNRS).
Durante los aos siguientes, prosigui diversos estudios de sociologa indus-
trial 4
En
1952,
viaj a los Estados Unidos. En Harvard, particip en los
seminarios de Talcott Parsons, figura central de la sociologa nortemericana,
a cuya orientacin funcionalista no dejar de oponerse. Tambin
s
acerc a
Lazarsfeld
y
Merton de la Unversidad de Columbia. Vivi en Chicago, to-
mando contacto con los barrios negros.
Conoci Amrica Latina en 1956, invitado por la Universidad de Chile
para colaborar con la organizacin de
un
centro de investigaciones sociolgicas.
Con los estudiantes emprendi un estudio comparativo de dos realidades
obreras: la de mineros de carbn de Lota, y la de los trabajadores siderrgicos
de Huachipato, ambos casos cercanos da la ciudad de Concepcin. En Chile,
s
cas con Adriana Arenas, quien tuvo una profunda incidencia en su manera
de enfocar la vida y en su amor por Amrica Latina.
Al
escribir un prefacio
a la edicin revisada de su libro
Production de l Socit
poco tiempo des-
pus de la muerte de Adnana, resume as la influencia que ella tuvo sobre l:
4. Una sistematizacin
glob l
de este perodo de investigacin los resultados de una vasta
encuesta sobre los trabajadores en rancia se encuentra en el libro
o
conciencia obrera
1 .
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En fin, y sobre todo, durante su larga enfermedad, he entendido que
Adriana, que ningn titulo, ningn obra distingua, era el ms humano
de los seres humanos que encontr porque trataba a los dems y a s
misma como personas, prefiero decir hoy da: como sujetos.
(Op.
Cit.,
1993: 15)
Touraine tuvo una gran influencia sobre la sociologa en Chile, Brasil
y otros pases latino-americanos, contribuyendo a la formacin de varias
generaciones de socilogos en la regin y guardando con ellos lazos de
trabajo y amistad 5 Pocas semanas despus del golpe de Pinochet, public
el libro
Vie et mort du hili populaire
(Vida y muerte del Chile popular). En
1989, recogiendo varias dcadas de trabajo compartido de investigacin y de
reflexin, public La parole er le sang (La palabra y la sangre), una obra
monumental de interpretacin sociolgica de la sociedad latinoamericana
contempornea, que trata de comprender los modos de desarrollo y de accin
social
y
poltica de este continente, sus crisis y sus esperanzas 6 . La cercana
a la realidad latinoamericana ensanch la reflexin de Touraine sobre las
sociedades dependientes y la problemtica del desarrollo 7
A fines de los aos
50,
entr a ensear en la Ecole Pratique des Hautes
Etudes donde fund un Laboratoire de Sociologie Industrielle , luego de-
nominado Centre d'Etudes des Mouvements Sociaux . Tambin cre la revista
Sociologie du Travail
junto con Michel Crozier, Jean-Daniel Reynaud y Jean-
Ren Tranton.
Reaccionando contra el funcionalismo parsoniano erigido en teora
dominante de la sociologa y tambin contra el dogrnatismo marxista y el
estructuralismo prevalecientes entre los intelectuales de izquierda en Francia,
Touraine empez una ambiciosa puesta en forma de u enfoque sociolgico
Entre elios sealemos a Vinicius Caldeira, Fernando Caldern, Guiilermo Campero, Fer-
nando Enrique Cardoso, Jernimo
De
Sierra,
Enzo
Faletto, Manuel Antonio Garretn, Julio
Labastidas, Cecilia Montero, Eugenio Tironi, Juan Ca dos Torre, Francisco
Zapata,
Sergio
Zemeo.
Esta obra ha sido publicada en castellano
por
la Editorial Espasa Calpe Madrid,
1989)
como
Amrica L o l h . Poltica y Sociedad,
empobreciendo el hermoso ttulo original de la
edicin francesa.
Ver
l
libro:
Los
sociedades
dependientes, 1977 .
y e l ensayo Qu'est-ce le dveloppanent? .
publicado
n L anne sociologique, 1992.
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Al calor de estos hechos, Touraine escribi:
El
movimiento de mayo o
el comunismo utpico.
Este libro interpreta los acontecimientos de Mayo 68
como una mezcla de dos elementos: por un lado, una revuelta cultural car-
gada de temas relacionados a la libertad, la sexualidad, la expresin personal
( sean realistas, pidan lo imposible ); por otro lado, una exigencia de reno-
vacin de las luchas sociales y polticas, que planteaba como retos principales
la apropiacin social del conocimiento, la resistencia al poder tecnocrtico y
burocrtico, tanto en los regmenes capitalistas como comunistas. Touraine
era ms sensible a esta ltima exigencia. s que una crisis cultural, vi en
los acontecimientos de Mayo
68
el surgimiento de luchas sociales antiguas
y
nuevas; las antiguas referidas al movimiento obrero y al socialismo propios
de una sociedad industrial en su fase final; y las nuevas an poco definidas
pero empezando a surgir en una sociedad post-industrial en proceso de con-
formacin.
El tema de la sociedad post-indusrrial adquiri en sus anlisis posteriores
un lugar fundamental. Fue objeto de un libro La
Socit Post-lndustrielle-
publicado en 1969 y traducido al castellano el mismo ao. A esta sociedad
la llamar tecnocrtica para subrayar el tipo de poder que la domina; la
calificar tambin de programada para precisar la naturaleza de su modo de
produccin y de organizacin econmica, en particular el creciente rol de la
produccin de conocimientos y la gestin de sistemas complejos de organi-
zacin
y
comunicacin.
Los conflictos que se forman en esta sociedad -escribe- no son los
de la misma naturaleza que los de
la
sociedad anterior. La oposicin se
da menos entre el capital y el trabajo que entre los aparatos de decisin
econmica y potica y quienes estn sometidos a una participacin
dependiente
La
sociedad post-industrial 1969: 11).
En los aos siguientes Touraine se aboc a un vasto programa de in-
vestigacin de los nuevos movimientos sociales emergentes de la sociedad
post-indusuial, y otros movimientos propios de la crisis de las sociedades
bajo regmenes comunistas. Para ello, elaborar un mtodo de anlisis de-
nominado intervencin sociolgica
9
Asimismo formar el Centro de
9.
Tal
mtodo est explicado especialmente
en
un anexo del libro
o voix et L regor 1978.
Un resumen
en
castellano de e ilo ha sido publicado
por
la Revista
e El
Colegio de
Mxico
Estudios Sociolgicos No
1 1
1986
195
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An1i.uk e Intervencin Sociolgica CADIS); en tomo a este proyecto, se
juntaron Michel Wieviorka, Franqois Dubet, Zsiizsa Hegedus y otros soci-
logos, conformando un equipo de trabajo dinmico y cada vez ms inter-
nacional que ha vendido produciendo una seaie notable de estudios:
Lurte
tudianre 1978; a prophtie ami-nuclear 1980, e pays coare PErat 1981;
Solidarit
1982; Le
mouvement ouvrier
1984. Michel Wieviorka aport
investigaciones sobre el terrorismo y el racismo; Franqois Dubet sobre la
juventud
marginal
Didier Lapeyronnie
sobre
los estudiantes y escolares; Danilo
Martuceiii sobre la experiencia amorosa de los jvenes; arah Khosrowkhvar
sobre el comunitarismo post-revolucionario en
irn
Nulifer Gole sobre la
mujer turca, Sylvaine Trinh sobre la accin modernizadora en Japn y en las
Repblicas Tcheca y Slovaca
Estos trabajos confirman la hiptesis, muy controvertida hasta hace
poco, del fin de la sociedad industrial y de l declinacin del movimiento
obrero, sin que ello implica perder de vista la importancia del sindicalismo
hoy da y en el futuro. Asimismo, sealan los ejes de nuevos campos de
accin, nuevos conflictos y debates. Pero en qu mdida nos permiten hablar
de la constitucin de nuevos movimientos sociales?
Touraine mantiene la hiptesis fuerte que asocia la emergencia de la
sociedad post-indusmal a un mayor nivel de historicidad: es decir, una capa-
cidad de accin sobre s misma que se traduce en movimientos sociales ms
intensos y diversos. Sin embargo l y sus colaboradores observan tambin
tendencias contrarias: la fugacidad de las primeras expresiones de nuevos
movimientos -estudiantiles, feministas, anti-nucleares y regionalistas- que
parecen haberse disuelto; el triunfo del liberalismo, de la ideas post-modernas
del individualismo, del vaco social y del fin de la historia durante los aos
80; la emergencia de anti-moviminentos el terrorismo), la afirmacin de la
identidad y la comunidad dando lugar a nuevos fundamentalismos, el
resurgimiento de liderazgos populistas, etc.. En este contexto, la hiptesis de
los nuevos movimientos sociales sigue en pie, pero requiere ser reformulada.
Los campos de accin donde estos movimientos pueden estudiarse se
han diversificado: abarcan la educacin, la salud,la comunicacin, la etnicidad,
lo urbano y lo ecolgico; los movimientos de mujeres mantienen vigencia y
se renuevan. El desafo para la sociologa consiste en encontrar cul es el
principio que puede fundar la emergencia de estas mltiples manifestaciones
de resistencia a la dominacin social y sus sistemas de gestin. Como lo
seala irnicamente
Le
Goff, Touraine se enoj con la historia; este enojo lo
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llev, no a perderla de vista -ni a abandonar- la idea clave de la historicidad
sino a reenfocada efectuando una vuelta hacia al sujeto humano.
Escribe, en la introduccin a la nueva edicin de
Produccin de la
Sociedad
en 1993:
Me ha parecido cada vez ms claramente que el nico fundamento
slido, inexpugnable, del conflicto social y por lo tanto de los movi-
mientos sociales de oposicin era la defensa del individuo. ...) Nunca
he caido en el moralismo deus del cual aparece tan rpido el con-
formismo social; he aprendido en cambio a reconocer en los movimientos
sociales la defensa del derecho de cada uno, individuo o grupo social,
a escoger y a construir su existencia, al mismo tiempo que defender, si
lo quiere, la herencia cultural -idioma, creencia, pero tambin crea-
ciones y esperanzas- de quienes se sienten descendientes. Hasta que
he llegado a identificar completamente el tema del sujeto COI) 1
de
movimiento social,
ya
que desde los movimientos de ciudadanos y el
movimiento obrero, hasta los movimienws de ii'beracin nacional y el
movimiento de mujeres, es en efecto el derecho a ser sujetos, a no estar
sometidos a roles impuestos o a una conciencia alienada, que todos
defienden (Op. cit.: 15).
2 .
EL ND MI JE TEORICO DE TOUR INE
Antes de abordar el tema del regreso al sujeto en Critique
de
la
modernit
conviene resumir, a grandes rasgos, el fecundo marco conceptual
elaborado por Touraine.Para ello nos centraremos en algunos de sus principales
instrumentos de anlisis: historicidad, relaciones de clases y movimientos
sociales, sistema poltico
y
modo de desarrollo.
a. La historicidad
Touraine af m a que la sociedad s define no slo por su funcionamiento,
sino por lo que llama su
historicidad;
es decir, la accin que ella ejerce sobre
s misma. Esta accin no
se
ejerce desde afuera, a partir de un orden religioso,
poltico o histrico. Se ejerce a travs de las relaciones sociales, que son
relaciones conflictuales, atravesadas por una dimensin de poder y que se
desenvuelven en diferentes campos de interaccin. El objeto de la Sociologa
consiste precisamente en analizar esas relaciones sociales donde intervienen
los actores.
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Los
c mpos de
intervencin de
la
sociedad sobre
s misnase
s i h n
tr s
niveles:
Un primer nivel lo constituye el de ias organizaciones conjuntos
concertados de medios
al
servicio de
un
accin sobre un entorno; en
este
caso
la intervencin consiste n definir regias, roles, relaciones de
autoridad; los problemas
s
tr t n
mediante la deliberacin
y
ias luchas
se expresan en trminos de reivindicaciones.
En un segundo nivel, ms elevado, s encuentran
las
instituciones:
campos de discusin, de toma de decisin y de legitimacin circuns-
critos por ciertos principios, leyes
y
pactos, involucrando fuerzas pol-
ticas, grupos de intereses
y
de presin que ejercen influencia sobre lo
que se decide.
E jl~egode las instituciones nos lleva a
un
tercer nivel:
el campo de
accin histrica que es tambin el de las relaciones clases donde
se sita el conjunto de intervenciones mediante las cuales la sociedad
define conflictivamente sus orientaciones culturales, debate los grandes
problemas
y
da sentido a sus modos de actuar.
Una empresa, por ejemplo, debe ser analizada como combinacin entre
una organizacin, una institucin y un campo
de
accin histrica; lo mismo
podemos decir de una escuela o de un hospital.
El campo de accin histrica (o historicidad) constituye el nivel donde
la sociedad interviene sobre su propio funcionamiento. El introducir este
nivel de anlisis significa
para
Touraine tomar distancia respecto a dos con-
cepciones opuestas, pero igualmente reduccionistas de la sociedad moderna:
por un lado, la que ve el orden social fundado en un sistema de valores
colocado por encima de la sociedad; y, por otro lado, la que privilegia la pura
oposicin de clases
y
la imposicin de la ideologa de la clase dominante.
Touraine critica ambas visiones, estableciendo el nexo entre la existencia de
relaciones conflictuales de poder y la referencia a lo que llama un enjeu
trmino que podemos traducir por lo que est en juego , apuesta o, mejor
dicho, reto comn . Existen conflictos de poder y de intereses pero stos
remiten a grandes problemas y retos histricos comunes. Por ejemplo, el
movimiento obrero se enfrenta a la clase capitalista, pero ambos estn
orientados hacia el progreso de la producccin industrial.
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El concepto de historicidad no debe confundk con el de historicismo.
Este ltimo asocia la historia a una ley inmanente del progreso del espritu
humano y de la sociedad entendida como totalidad. El enfoque de Touraine
parte de una crtica al historicismo al igual que al positivismo. Su punto de
vista puede apreciarse en la siguiente cita:
Hoy la historicidad no es
u
atributo secundario de una sociedad. Los
filsofos de la historia han sido los primeros en decirlo, pero reubicaban
todava las sociedades reales en una historia que era
la
del Espritu, de
la Razn o de la Libertad: vale decir en un principio no histrico. Si he
organizado constantemente mi reflexin sobre la idea de historicidad,
con el riesgo de crear algunos malentendidos, es para indicar que la
vida social no puede ser descrita como un sistema social cuyos valores,
normas y formas de organizacin son establecidas y defendidas por el
Estado y otras agencias de control social, sino que debe entenderse por
el contrario como accin y por lo t nto como movimiento, de modo que
es el conjunto de relaciones entre actores sociales del cambio . Crtica
de la modernidad, 1992: 255-256).
Para precisar la manera como la sociedad interviene sobre su propio
funcionamiento Touraine articula una serie de elementos analticos que el
siguiente esquema intenta resumir (Ver
Produccin
de
la
Sociedad,
1992:
124):
modo de conocimiento
M S T O R I C I D A D
modo de produccin y
de acumulacin
SISTEMA DE
ACCION
?
1171
? c
ELACIONES
DE CLASES
HISTORICIDA
CAMPO DE HISTORTCIDAD
SISTEMA POLITICO INSTITUCIONAL
I
\ r
ORGANIZACIONES
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En
primer lugar, la historicidad es definida como un modelo cultural
que d t e la combinacin de
tr s
componentes: 1.
un
mo o
conoci-
miento dimensin epistemdgica), que implica una tom de distancia respe-
to a la realidad
y
una forma de accin sobre ella; 2. un modo de produccin
dimensin econmica), asociado a una capacidad de acumulacwn determinada
a su vez por un
t po
de inversin;
y 3.
un modelo tico expresin de la
creatividad y de los valores que orientan las categoras de la prctica social
Op. cit.: 75).
Estas tres dimensiones interactan. El desarrollo de la dimensin
econmica permite hablar de niveles de historicidad: los niveles ms bajos
corresponden a
las
sociedadesagrariasy mercantiles; losms altos a la sociedad
industrial, y sobre todo a la sociedad post-industrial, que acta sobre el de-
sarrollo de la productividad
y
extiende
la
capacidad de intervencin humana
sobre el conjunto de los sistemas econmicos, sociales y culturales.
En
segundo lugar, el campo de accin histrico debe entenderse como
la interferencia entre dos lgicas:
por
un
ki o
la lgica de la dominacin y
del conflicto, expresada en las
relaciones de clases y
por otro, la lgica del
funcionamiento de la sociedad de acuerdo a la orientacin cultural resultante
de la relacin entre clase dominante y dominada, lo cual se traduce en lo que
Touraine llama el
Sistema de Accin Histrica.
En medio de la tensin entre
las relaciones de clases y la constitucin de un Sistema de Accin Histrica
se definen los retos comunes, los grandes problemas
y
debates a los que se
refieren los movimientos sociales.
Touraine Uama movimiento social a las acciones colectivas antagnicas
situadas en relaciones conflictuales de clases en el campo de accin histrica.
a
hStoricidad remite, dijimos, a un Sistema de Accin Histrica. Este
expresa el dominio de la historicidad sobre las prcticas sociales; constituye
el nexo entre el modelo cultural y el funcionamiento de una sociedad con-
creta. Tal sistema es atravesado por las relaciones de clases y refleja sus
tensiones; apunta a transformar el movimiento en orden, a crear un tipo
definido de sociedad, movilizando recursos y medios de acuerdo a las
orientaciones creadoras de la accin.
El Sistema de Accin Histrica articula la historicidad con las institu-
ciones
y
las organizaciones. En esta articulacin interviene tambin de ma-
nera privilegiada lo que Touraine denomina
las agencias de historicidad;
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estas constituyen formas sociales concretas, a la vez institucionales orga-
nizacionales que expresan y realizan apectos importantes del Sistema de Accin
Histrico. Entre las agencias de his~oricidadde la sociedad posr-industrial
destacan, por ejemplo, los sistemas de enseanza y de investigacin cient-
fica, los de salud, y los medios de comunicacin. Al ser portadoras de parte
de las orientaciones fundamentales de la historicidad, dichas agencias adquieren
un lugar privilegiado casi sagrado en la vida social, como lo testimonia el
carcter monumental de los edificios que las representan.
b
Relaciones de clases
y
movimientos sociales
Touraine tiene de la sociedad una imagen dramtica, de lucha; ve el
orden como un especie de parlisis de la vida social. Pero el conflicto sobre
el cual centra su atencin no es ni competencia ni guerra : remite ms
bien a las nociones de clases y de movimientos sociales; es la expresin de
una relacin entre actores sociales que se enfrentan para el control de un
campo dentro del cual estn mutuamente implicados.
Decir que la sociedad se produce a s misma significa que la sociedad
se divide; una parte de ella acta sobre el conjunto, trata de imponer su
orientacin cultural de plasmarla en instituciones y organizaciones en el
marco de un Sistema de Accin Histrica concreto. Esta divisin es la que
da origen a las relaciones de clases. En
U n Dsir d Histoire
leemos:
No puedo separar intelectualmente las dos afirmaciones que simbolizo
mediante las dos palabras claves de mi anlisis: la historicidad -vale
decir esa produccin de la sociedad por ella misma- la relaciones de
clases -vale decir ese desgarramiento que hace que una parte de la
sociedad se identifica con .la historicidad, la asume como reponsabilidad
suya construye su poder y sus privilegios, mientras que otra se de-
fiende contra esta dominacin y trata de retomar la direccin de esta
historicidad (Op. cit.:
114).
esta interaccin asimmca entre la parte hegemnica dominante de
la sociedad y su parte dominada y contestataria, Touraine llama
doble dialctica
de clases.
El anlisis se refiere aqu a relaciones de clases no a clases cons-
tituidas como grupos portadores de un estilo de vida y formas de organiza-
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cin
sacia
comn. Por cierto han existido y siguen existiendo situaciones de
clase s constituidas, como la de los o b r a s de ciertos oficios, regiones o
ramas industriales que comparten
l s
mismas tradiciones, formas de lucha y
aspiraciones; o
l
de aquellas lites agrupadas en tomo a los privilegios
otorgados por los aparatos de dominacin a los cuales sirven. Pero las rela-
ciones de clases en
las
sociedades modernas actuales son ante todo formas de
interaccin conflictiva que dan lugar a movimientos sociales. a idea tradi-
cional de clase se disuelve. reforzndose en cambio la de movimiento social.
El movimiento social expresa la ruptura con un orden; implica tambin
un proyecto, prepara el porvenir. Introduce la imagen de un actor histrico,
guiado por orientaciones culturales, un llamado a la historicidad; produce una
utopa. Nunca
las
ideologas dominantes copan tod la sociedad; la resisten-
cia a ellas es constante.
Las
imgenes contrarias a la de un movimiento social
con asde la confrontacin intertnica, religiosa o nacionalista, las conductas
de actores descompuestos, el terrorismo.
Las clases tanto dominantes como populares pueden ser portadoras de
movimientos sociales. Junto al movimiento obrero es importante tomar en
cuenta la accin empresarial y capitalista para entender la sociedad industrial.
Un movimiento social puede analizarse como la combinacin entre tres
principios:
identidad oposicin
y
totalidad.
Como en toda accin conflictual,
es necesario saber a nombre de quines se lucha, contra quines y cul es el
terreno de lucha.
Oposicin)
No existe necesariamente una integracin perfecta entre estos compo-
nentes. Un bajo nivel de proyecto expresa una baja integracin entre la
identidad, el conflicto con el adversario y la implicacin en el reto cultural
del campo de accin histrica entendido como totalidad.
Los movimientos sociales se expresan a travs de las
luchas.
Estas son
toda forma de accin conflictual organizada y llevada a cabo por
un
actor
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El Estado, observa Touraine es
una
realidad compleja que resiste a
una
defrncin. Cumple
un
doble rol: por un lado articula y unifica los niveles de
accin en el m rco de una unidad temtorial reguiando el conjunto y hacien-
do reinar el orden; por otro
s
agente de cambio portador de nuevos proyec-
tos histricos.
El analisis que Touraine hace del Estado se aleja de las visiones su-
perficiales y falsas que reducen el Estado a ser el representante de una clase
dirigente que lo domina o de un movimiento popular que lo conquista.
El Estado no se identifica con el sistema poltico pero acta en l como
agente a la vez de orden y de cambio. Es a travs del Estado que una sociedad
constituye su unidad en tomo a una autoridad legitimada y apoyada en el
monopolio de la violencia unidad interferida por
las
relaciones de clases que
pugnan por el control de un Sistema de Accin Histrica. Es tambin a travs
del Estado que determinadas lites sociales promueven cambios dirigidos a
modificar la orientacin cultural de la sociedad: s decir el sentido de su
historicidad. En este sentido el Estado puede convertirse en fuerza capaz de
vencer los obstculos de la modernizacin y ser gestor de un nuevo campo
de accin histrica.
e. Desarrollo
La reflexin de Touraine no se limita como hemos visto a l s sociedades
ms industrializadas del mundo occidental sino alcanza tambin a regiones
ubicadas en la periferia de la economa capitalista -especialmente Amrica
Latina-
as como los pases provenientes del bloque socialista y del mundo
islmico. l tratar estas regiones y pases el tema del
desarrollo
ocupa un
lugar central.
Touraine define el desarrollo como el proceso de transformacin de una
sociedad de un campo de historicidad a otro
Produccin de la Sociedad,
992: 463). Lo relaciona al cambio de orientacin cultural; s decir la trans-
formacin de los modos de conocimiento y de produccin y del modelo tico
que definen las relaciones de clases y el sistema de accin histrica de una
sociedad. El concepto de desarrollo forma parte del anlisis diacrnico del
cambio social. Ilustrando el sentido de la distincin entre lo diacrnico y
sincrnico Touraine seilala que una cosa
es
lanzar
un satlite y
otr
es vivir
en l cuando ya se encuentra en rbita.
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Hablar de desarrollo remite al dominio creciente que una sociedad
adquiere sobre su entorno material y social. Pero el concepto se aplica fun-
damentalmente en las sociedades donde determinadas fuerzas sociales y sobre
todo polticas - e n especial el Estado- actan de manera decidida para
transformar su sociedad, vencer resistencias y acceder a la modernidad.
En las sociedades ya modernizadas del occidente moderno ms que de
desarrollo propiamente dicho es preferible hablar de modernidad; vale decir
una modernizacin endgena identificada con el funcionamiento mismo de
la sociedad, producida por el trabajo racionalizado por la ciencia y la tcnica,
la educacin y los sistemas de comunicacion; algo parecido a la revolucin
permanente de la cual hablaba Marx, o de la destruccin creadora a la que
se refena Schumpeter.
l
desarrollo, subraya Touraine, supone una modernizacin voluntaxista.
En el ensayo Qu'est-ce que le dveloppement? (Qu es el desarrollo?)
publicado en
L Anne Sociologique
No. 42, 1992, escribe:
Hablar de un pas en desarrollo y de polticas de desarrollo supone que
la modernizacin no es endgena, que la sociedad no se moderniza
espontneamente, que por lo contrario. resiste a la modernizacin y que
hace falta una accin voluntaria y consciente de desarrollo
p r
so-
brepasar los obstculos a la modernizacin . (Op. cit.: 48).
Ms adelante, precisa:
( ...) el desarrollo es ante todo la obra de un Estado que se identifica
con la modernidad, la racionalidad, en ruptura o en tensin con una
sociedad considerada demasiado tradicional o conservadora o an
impotente porque dependiente. Una sociedad est en desarrollo en la
medida en que es empujada por un Estado hacia el camino de la
modernidad, por donde no puede avanzar por s sla o no quiere entrar.
Es este desajuste entre el Estado
y
la sociedad el que define el rea
donde debe ser empleada la idea del desarrollo (Op. cit.: 49).
Touraine observa cmo histricamente el desarrollo tiene que vencer
mayores obstculos y recurrir ms al Estado a medida que la difusin de la
modernidad se aleja de los lugares de su primera aparicin. El Estado interviene
entonces como agente movilizador que transforma la defensa de la identidad
nacional en voluntad de modemizacin econmica.
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El
desamilo es asociado a la accin de agentes polticos capaces de
vencer resistencias internas
y
externas. Estos agentes no pueden sustentarse
en
una
estructura
social
identificada al orden tradicional ni en clases moder-
nas
an no constituidas; se encuentran en determinadas
lit s
que vinculan su
accin al Estado. Es a
t ravs
del Estado que
las lit s
desarroliistas redefinen
el campo de accin histrica y por consecuencia hacen emerger nuevas clases.
Bismark convirti al Estado en agente fundamental de desarrollo del
capitalismo tardo en Pnisia; el emperador Meiji hizo lo propio en el Japn.
Tambin corresponden a
la
accin voluntarista del Estado las reformas de
Kemal en Turqua las polticas nacional-populistas llevada a cabo en Mxi-
co Brasil y otros pases latinoamericanos las transformaciones realizadas por
el movimiento independentista en la India
y
el nasserismo en Egipto para
citar algunos destacados casos en el Tercer-Mundo. Asimismo en los pases
comunistas el partido-Estado -4lite ms que clase dirigente-
se
convirti
durante
gr n
parte del presente siglo en motor del desarrollo
y
de la moder-
nidad. Recientemente se puede comprobar el papel desarrollista del Estado
en el surgimiento de los nuevos pases industrializados de Asia.
El desarrollo tal como lo enfoca Touraine aparece en un primer
momento como opuesto a la democracia pero visto en perspectiva no
se
contradice con ella porque apunta a la creacin endgena de una modernidad
liberada del poder estatista
y
a la conformacin de actores sociales ms
autnomos capaces de auto-gobernarse en
un
marco democrtico.
En contraste Touraine relaciona el cuestionamiento de la idea del desa-
rrollo con los fracasos y crisis de los Estados autoritarios. El derrumbe de los
regmenes comunistas en
la
ex-Unin Sovitica
y
en Europa central ha ie-
vado por un lado al triunfo de las ideas liberales
y
por otro
al
resurgimiento
de movimientos nacionalistas. En
la
periferia de la economa capitalista el
acceso desigual a la modernidad promovido por el Estado
y
el divorcio
creciente entre los valores que rigen en
la
economa
y
la sociedad han engen-
drado reacciones que de una u otra manera ponen en tela de juicio el con-
tenido modemizador del desarrollo. En este contexto aparecen movimientos
culturales
y
regmenes polticos orientados hacia la afirmacin de una iden-
tidad
y
una independencia nacional mica o religiosa ms que un proceso
de racionalizacin productiva como ocurre en los pases exportadores de
petrleo de tradicin islrnica. a modernizacin se convierte entonces en un
medio para resistir a la dominacin exterior
y
no en un objetivo central del
desarrollo.
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En resumen, Touraine considera tres tipos de situaciones en relacin a
la problemtica actual del desarrollo: la primera corresponde a
l moderni-
zacin endgena
que implica una identificacin casi completa entre moder-
nizacin y modernidad; la segun se refiere al
desarrollo
promovido por un
Estado que asocia la racionalizacin occidental con la movilizacin naciona-
lista; y la tercera se caracteriza por la
identidad cultural
basada principal-
mente en el regreso a los orgenes nacionales, tnicos y religiosos.
El caso de Amrica Latina corresponde a la segunda situacin. Touraine
le dedica un inters especial, como lo apreciamos en el libro
La Parole et le
Sang ya mencionado. De esta obra, nos parece importante relevar las siguien-
tes ideas:
El modo de desarrollo latinoamericano puede ser interpretado como
una movilizacin referida a tres aspectos: la indusuializacin, la re-
sistencia a la dependencia y el acceso a la modernidad. Este desarrollo
no responde a un solo principio central ni cuenta con un actor
hegemnico. Combina diversos componentes de la accin social.
Los actores sociales pertenecen a la vez a una lgica de clases referida
a un tipo de sociedad parcialmente industrializada, y a la lgica de las
lites promotoras de polticas de cambio ejecidas desde el Estado. Por
ello es necesario usar categoras mixtas, combinando el anlisis
sncrnico de las relaciones de clases y el anlsis diacrnico de los
actores involucrados en la transformacin estructural
de
la sociedad.
Las situaciones sociales se cruzan con proyectos de movilidad social y
referencias a una transformacin cultural y poltica. Un obrero, por
ejemplo, se define tambin como migrante movilizado en tomo a ob-
jetivos de cambio, individuales y colectivos.
Los actores sociales se encuentran sometidos adems a los efectos
disgregadores de la dualizacin de la sociedad que opone los ncleos
modernos privilegiados y los sectores marginados, excluidos y en crisis.
En esta situacin, la intervencin del Estado resulta un elemento decisivo
de movilizacin e integracin nacional.
No existe una separacin clara entre la sociedad civil y el Estado. Los
actores sociales remiten su accin directamente a la del Estado antes
que a la de otros actores sociales. Por su parte, el Estado interviene a
la vez como actor poltico, econmico, social y cultural.
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Tomine culmina su libro con estas lneas
'?ncluso aunque los actores sean dbiles, stn ausentes o desarticulados,
siempre es en trminos de actores y de capacidad de accin como
se
plantean los problemas de
Amrica
Latina.
En este punto su estudio
puede ayudamos a nosotros mismo a redescubrir que entre la Igica
implacable del control social y la libertad salvaje del beneficio, lo esencial
de la vida social est hecho de relaciones entre actores y slo la
combinacin de sus esperanzas y de sus combates puede producir lo
que nosotros llamamos el desarrollo; es decir, una capacidad de accin
ms fuerte de la sociedad sobre ella misma y, por consiguiente, a un
tiempo, el munfo econmico y una mayor participacin social y poltica.
(Op. cit. Ed Espasa Calpe, 1989:
456)
3 EL REGRESO DEL SUJETO
a
Desplegar las dos alas de la modernidad
La obra sociolgica de Touraine gira en tomo al significado del mundo
moderno entendido como la afirmacin del hombre a partir de lo que hace.
Su reflexin, hemos visto, sita en
un
lugar central el tema de la histoncidad
y del movimiento social.
Hoy, constata Touraine, casi todos estamos inmersos en la modernidad
o aspiramos a incorporamos en ella, pero tambin dicha modernidad est
cuestionada. Su imagen clsica construida en lucha contra la tradicin, inter-
pretada como triunfo de la razn sobre las fuerzas de la naturaleza y del
destino, y como conquista del universalismo frente a los particularismos,
parece descomponerse. Por un lado, la modemidad es asociada ahora a la
fragmentacin del sentido de la vida, al flujo econmico, al poder sin centro
y a la ausencia de actores sociales; por 0110 es percibida como amenaza de
exclusin social, y prdida de identidad.
Touraine opina que esos cuestionamientos no deben conducir a destruir
la idea misma de modernidad. Se aleja de las visiones post-modernistas y
anti-modemistas. Su planteamiento es que estamos entrando no en una situacin
post-moderna sino post-industrial;es decir, en una sociedad donde el problema
central gira en tomo a la defensa de los individuos entendidos como sujetos
involucrados en los sistemas de produccin cultural.
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Este anlisis lo lleva a buscar los fundamentos de los movimientos
sociales en la constitucin del sujeto; un sujeto que tomando distancia frente
a s mismo y frente a las fuerzas que lo dominan y lo alienan, intenta definirse
como actor. Esta mirada -que denomina el regreso al sujeto -, proporciona
la clave de una interpretacin crtica de la modernidad identificada con el
triunfo de la razn, as como de las falsas salidas a la crisis de la modernidad:
el desencanto post-moderno, el individualismo neo-liberal,
y
el antimodernismo
del llamado a la comunidad encerrada en sus tradiciones, sus identidades
nacionales y sus creencias religiosas.
El regreso al sujeto no significa desconocer la importancia de la razn.
a contribucin principal de Touraine consiste en afirmar que la modernidad
se funda en una suerte de dualismo de origen cristiano, en una separacin
entre el orden del conocimiento objetivo y el del sujeto,
y
que su dinamismo
resulta de la tensin y la posibilidad de dilogo entre ambos rdenes. No
conviene mutilar la compleja y fecunda realidad moderna reducindola a la
racionalizacin en general o en su forma restringida de razn instrumental;
tampoco asumirla desde la pura subjetivacin.
...conviene abrir las dos alas de la modernidad, desplegarla tanto en el
espacio de la subjetivacin como de la racionalizacin
(Critique
de la
modernit
250 .
Tal es la clave del reciente libro escrito por Touraine. Un libro enorme,
a la vez joven y maduro, complicado y sencillo, lleno de erudicin, de ob-
sesin, de pasin y de inteligencia. Una obra desconcertante que abre nuevas
vetas para la sociologa del futuro.
El libro comprende tres partes.
La
primera ( La modernidad triunfante7') analiza el predominio de la
concepcin racionalista en la ideologa occidental, desde el Renacimiento y
la Reforma Protestante hasta las comentes historicistas que acompaaron la
gestacin de las sociedades industriales, concepcin asociada al desarrollo de
la ciencia
y las ideas del progreso, de la realizacin individual, de la revo-
lucin y de la organizacin racional de la sociedad. Remarca que este munfo
no debe ocultar la presencia de un dualismo de raz cristiana que Touraine
rescata en San Agustn y Descartes, y tambin en las declaraciones de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano estadounidense y francesa. El
redescubrimiento de este dualismo -relacin entre el alma y el cuerpo, entre
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el yo y la razn y entre el hombre y el ciudadano- sirve a Touraine de punto
de apoyo para
un
nueva concepmaiimcin de la modernidad
La segunda parte ( La modernidad en crisisn) gira en tomo al
cuestionamiento intelectual
y
prctico de la modernidad triunfante. Aborda
tres figuras fundamentales de este cuestionamiento:Mam ietzsche y Freud,
examina los aportes de Horkheimer y la Escuela de Franldurt y los de Foucault,
e interpreta el significado -y los impasses- de
las
posturas post-modernas.
Seala los peligros de una disociacin entre el sistema y los actores sociales,
el mundo tcnico de la racionalidad instrumental
y
el mundo de la subjeti-
vidad, disociacin que
arrastra
a dos prdidas de rumbo: por un lado la
sumisin a la lgica del mercado y a los poderes de gestin; por otro, el
repliegue obsesivo en la identidad particular y el retorno a los integrismos.
En la tercera parte ( Nacimiento del sujeto ) Touraine desarrolla sus
propios planteamientos. Plantea la necesidad de redefinir la modernidad como
la relacin. cargada de tensiones, entre Razn
y
Sujeto. Muestra cmo la
racionalizacin de por s no da sentido a la accin humana, sino asociada a
la afirmacin del sujeto, a su intervencin liberadora
y
creadora. El dilogo
entre Razn y Sujeto es clave para superar la fragmentacin de la vida moderna,
para dar sentido a la vida personal
y
colectiva, y para constituir relaciones
sobre las cuales pueda ejercerse la democracia El sujeto es el fundamento de
los movimientos sociales. Apoyndose en Freud
y
en dilogo con autores
como Mead, Touraine dedica una parte importante de su anlisis n examinar
el proceso de constitucin de la sujetividad humana, del Yo propiamente
dicho. Analiza las manifestaciones de subjetivacin -negativas
y
positivas-
en los diferentes contextos sociales actuales, incidiendo especialmente en el
tema de la identidad
y
de la religin. Dedica un ltimo captulo a la democracia,
tema que ser objeto del prximo libro que nos promete el autor.
A continuacin, sin pretender cubrir
tan
amplio campo de reflexin, me
parece pertinente relevar dos propuestas centrales para repensar nuestro mundo
moderno: primero el proceso de constitucin del sujeto; y segundo la tensin
y dilogo entre sujeto y razn.
b
a emergencia
del
Yo
Una dimensin decisiva de la modernidad lo constituye la emergencia
del sujeto. Frente las formas tradicionales de opresin, el hombre moderno
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reivindica sus derechos como individuo despliega su capacidad creadora
afirma su autonoma
da
sentido a su propia vida. Pero paradojalmente la
arrogancia de la modernidad triunfante pretende aplastarlo a nombre de las
leyes de la naturaleza de la sociedad y de la historia. El sujeto sin embargo
resiste a los poderes modernos; dbilmente resurge se constituye en actor
y
movimiento social portador de nuevos valores. La emergencia del sujeto
cuestiona y redefine continuamente los fines de la racionalizacin.
Cmo entender a este misterioso sujeto humano a la vez tan decisivo
amenazado y persistente?
Un paso importante de la argumentacin de
ritique de la Modernit
nos lleva hasta San Augustn a travs de Descartes. En ambos pensadores
Touraine encuentra una fuente importante de la concepcin moderna del ser
humano que permite tomar en cuenta la emergencia del sujeto.
Descartes busca liberarse de las ilusiones presentes en las sensaciones
y de los prejuicios mediante la duda sistemtica y las reglas del mtodo
cientfico. Pero no se encierra en su reflexin racionalista: descubre la
existencia del Yo que piensa de un alma distinta del cuerpo. A partir de este
reconocimiento el hombre toma distancia de s mismo descubre la
tras-
cendencia de Dios en su propia existencia y se afirma como sujeto frente al
mundo.
Totkaine subraya las races religiosas -mejor dicho cristianas- de
esta concepcin dualista del ser humano. La crtica moderna a la religin
entendida como alianza entre el trono y el altar no debe hacer perder de vista
el aporte del cristianismo a la afirmacin del sujeto que constituye una di-
mensin fundamental de la modernidad. El cristianismo en efecto introduce
un principio de subjetivacin del hombre; rompe con la la concepcin griega
de un mundo encantado pero sin trascendencia estableciendo un
distanciamiento entre el poder temporal mundano y la dimensin espiritual de
la persona humana. En este sentido se orient la reflexin de San Agustn
frente a la decadencia del Imperio Romano: una lnea de reflexin que confiere
un lugar central a la relacin personal entre el ser humano y Dios. Estas
races cristianas y agustianas se encuentran a lo largo del pensamiento mo
derno desde Descartes y Lutero hasta Kant y adquieren una particular
relevancia en la actualidad.
Sin rechazar
la
secularizacin Touraine valora la importancia del ca-
rcter sagrado del sujeto que la religin expresa introduciendo un llamado a
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un principio no social de regulacin de las conductas humanas que rompe con
toda pretensin de un orden definido en trminos exclusivamente social. El
actual
regreso de las religiones
en
la vida social contempornea no traduce
solamente la movilizacin defensiva de comunidades afectadas por la m e
demizacin; significa tambin el rechazo a una concepcin que reduce esta
modernizacin a la racionalizacin y priva
al
individuo de toda defensa frente
a un poder cennal cuyos medios de accin no tienen lmites
lo a
impor-
tancia otorgada hoy a los derechos del hombre y a las opciones morales
responde tambin a una revaloracin sagrada del sujeto. Revaloracin con-
traria por cierto a los integrismos que pretenden asociar el poder religioso
al Estado e imponerlo a la sociedad civil.
Otro paso importante de la reflexin sobre la emergencia del sujeto nos
lleva a Nietzsche y sobre todo a Freud quienes constituyen para Touraine los
grandes cuestionadores de la modernidad triunfante junto a
Marx
Nietzsche plantea de manera radical la prdida de sentido y el vaco de
un mundo regido por el clculo utilitarista y la racionalidad insuurnental.
Pero su cuestionamiento se dirige contra el sentimiento de culpabilidad del
hombre moderno por haber matado a Dios. Rechaza violentamente el cris-
tianismo considerndolo como la religin de los dbiles. Nietzsche considera
ilusa la esperanza de salvacin de los dbiles y niega su posibilidad de elevarse
a la dignidad de sujetos; reivindica en cambio la moral de los fuertes. Debemos
nosostros mismos devenir dioses para ser dignos de la muerte de Dios. Para
ello el hombre debe recuperar su energa vital y
afirmar
una voluntad de
poder ligada a una capacidad de conocer. El ideal de Nietzsche es el hroe
que se erige por encima de la sociedad y asume su destino. Touraine ve en
Nietzsche uno de los ms radicales destmctores del mito moderno de la
correspondencia entre realizacip personal e integracin social un precursor
del pensamiento post-moderno. Contra la idea del sujeto moderno Nietzsche
tiene
la
nostalgia del Ser del pasado griego. Sus planteamientos llevan a
exaltar la identidad nacional y el particuIarismo cultural y a despreciar la
lucha de los dominados para constituirse en sujetos frente a los dominadores.
El anlisis crtico que hace Touraine tiene mayor sintona con los aportes
de Freud. El fundador del psicoanlisis parte tambin de una ruptura radical
entre el individuo y lo social el mundo de los instintos y el de las leyes. Para
10
Ver: Giiies KEPEL n
evanche e
Dieu euii Pars
1991
2 2
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25/33
l, el sujeto - e l Yo- no es la mera conciencia que el individuo adquiere de
s mismo. Este Yo se forma como producto de la accin del Super-Yo
(interioirzacin de normas sociales) sobre el Ello (las pulsiones vitales) al
cual pertenece. El sujeto echa sus races en el Ello, pero ste debe adquirir
un sentido personal para que el individuo se transforme en actor capaz de
insertarse en las relaciones sociales. El sujeto es el trnsito del Ello al Yo, el
control ejercido sobre lo vivido.
Touraine profundiza este tipo de anlisis reformulando las distinciones
utilizadas por George Herbert Mead para
dar
cuenta de la constitucin de la
persona en la interaccin social
1 1 .
Para Mead el individuo se constituye como persona mediante un me-
canismo de reflexividad al verse a s mismo desde las reacciones que sus
actos producen en los dems.
La
persona es la referencia al S mismo ( Self'
en ingls) 12 Afirmarse como persona supone reconocer a los dems y ser
reconocido. En este proceso juegan un papel decisivo el lenguaje, el juego,
la interaccin social regulada por normas generaIes.
La
persona (Self) resulta para Mead de la combinacin entre el Yo y
el M ( 1 y Me en ingls). El Yo es el sujeto de la accin y el M es el
conjunto de actitudes organizadas de los otros que adopta uno mismo. El M
expresa el control social asumido por la persona para s misma. El Yo en
cambio es el elemento innovador
y
reorganizador de la persona. La reaccin
del Yo al M no es una adaptacin pasiva sino transfonnadora.
Touraine seala que este anlisis de
Mead
si bien aporta luces sobre
la accin del sujeto, tiende a reducir esta accin a la interiorizacin de modelos
de relaciones sociales. Mead, en efecto, termina identificando la persona (el
Self)
y
el Mi con el Yo social. Por cierto reconoce la presencia del Yo que
expresa la libertad del sujeto de reaccionar pasiva o activamente a las normas
interiorizadas por el M; habla de la posibilidad de un desajuste entre las
normas sociales y la persona. Pero la razn y las formas de la resistencia del
11.
Ver
G.H. MEAD,
Mind
Self nd Society
University of Chicago Press Chicago, 1934.
Traduccin al espaol: Esplritu P e r s o ~ Sociedad. Ed. Paids, Buenos Aires, 1972.
12.
Flonal Mazia, traductor del
li ro
mencionado usa persona como equivalente a la palabra
inglesa se lf' empleada por Mead.
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Yo al
M
no resuitan claras. Para Mead el hombre tiene personalidad
bsi-
camente porque asume una forma de sociabilidad.
Para
Touraine, el distanciamiento del Yo respecto al M cuestiona la
unidad de lo que Mead identifica como persona. Es necesario reconocer la
importancia de
este
cuestionamiento como fuente permanente de uansforma-
cin de la sociedad.
El sujeto, subraya Touraine, nace de la destruccin de lo que llama el
Moi , palabra traducible como Ego . Expresin de la identidad narcicista
del individuo socializado, este Ego se define por una correspondencia entre
conductas personales
y
roles sociales. La emergencia del sujeto implica romper
la unidad del Ego. Tal ruptura supone por un lado que el individuo reconozca
las pulsiones vitales y los modelos sociales en los cuales est enraizado: es
decir, el conjunto de elementos que Touraine denomina el Soi (S mismo);
por otro, que el individuo asuma la voluntad de ser sujeto y constituirse como
actor. El S mismo asocia el individuo con la naturaleza y la sociedad; el Yo
asocia el individuo con la libertad
y
lo transforma en actor. Este anlisis
puede gr f~c rsedel siguiente modo:
/
YO [individuo-libertad]
>
CTOR
EGO (MOI)
SI MISMO (Soi) [naturaleza-sociedad]
De
acuerdo a este esquema,
la
subjetivizacin es el llamado a ser actor,
sin dejar de reconocer que nuestra vida est enraizada en la libido y hecha de
roles sociales. El yo emerge siempre en forma parcial. no puede suprimir sus
races vitales y sociales; tampoco puede identificarsea
un
super-yo proyectado
fuera de s mismo. El sujeto tiene que reconocer sus lmites.
El sujeto produce al actor. El actor es quien enfrenta las relaciones de
dominacin donde se encuentra inserto, interviniendo en las organizaciones,
las instituciones
y
el campo de accin histrica de la sociedad. Sujeto y actor
son nociones inseparables que resisten a una concepcin funcionalista del
individuo.
a
produccin del
actor
por el sujeto puede
fracasar
El Ego puede
encerrarse ya sea
en un
individualismo narcicista, ya sea en la comunidad. En
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este caso, el individuo se siente ajeno a s mismo y busca fugar de este ma-
lestar sometindose a las rutinas de la vida cotidiana o mediante alguna otra
forma de evasin como la droga.
Para afirmarse el sujeto requiere amarse a s mismo. Este paso resulta
fundamentai. Pero el Yo no puede identificase con el Ego, ser slo conciencia
de s. Para salir de la trampa del narcicismo, debe reconocer el otro como
sujeto, lo cual no s consigue en trminos de simple reflexividad. El recono-
cimiento del otro como sujeto supone un tipo de relacin que se acerca al
amor al prximo, en los trminos que lo plantea el Cristianismo.
El otro es tambin Ello y Yo.
Lo
que llamamos amor es la combinacin
del deseo mtuo - q u e es impersonal-
y
de una relacin profundamente
intersubjetiva. Es en la relacin amorosa o amical donde emerge con mayor
fuerza el sujeto, ms que en la experiencia de soledad de los romnticos, o
en el activismo social.
Touraine relaciona la importancia de los movimientos de mujeres a esta
bsqueda de subjetivacin de la relacin con el otro. La historia ms reciente
de dichos movimientos est marcada por e1 descubrimiento de una nueva
calidad de relacin con el nio, luego de la ruptura inicial de los roles femeninos
tradicionales
y
de manera ms vacilante, con el hombre.
Acoger el otro como sujeto significa respetar la distancia infinita que
nos separa de l, descubrir en
una realidad insondable que no podemos
pretender encerrar
y
dominar. En la relacin amorosa, el hombre
y
la mujer
no llegan al otro sin el pudor que impone la conciencia de aquella distancia.
Subrayando la idea de que el sujeto se afirma saliendo de s mismo,
Touraine escribe:
Si es necesario asociar
tan
fuertemente la emergencia del sujeto en el
individuo a su relacin con el otro es porque la conciencia de s no
puede hacer aparecer al sujeto; por el contrario lo oculta. Pues el in-
dividuo no es ms que el lugar de encuentro del deseo
y
de la ley, del
principio del placer y del principio de realidad, lo que produce inhi-
biciones y reduce as al sujeto a lo contrario del s mismo, al lenguaje
impersonal del inconsciente decifrado
p r
los psicoanalistas.
Lo
que
revela la conciencia de s
es,
en efecto, el anti-sujeto. La bsqueda de
lo ms individual, de lo
s
ntimo no hace ms que descubrir lo s
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28/33
impersonal. Es
tan
slo cuando el individuo sale de s-mismo y habla
con el otro, no
en
sus roles ni en sus posiciones miales sino como
sujeto, que
s
ve proyectado fuera de su propio ensimismamiento y de
sus determinaciones sociales, y
s
convierte en libertad.
Op.
cit.:
263
264
c . Recomponer el
mun o
Queremos terminar esta resefia sobre Critique de la Modernit refi-
rindonos a la propuesta central de Touraine para reencontrar
un
sentido a
nuestro mundo moderno.
Dicha propuesta parte de constatar que la experiencia contempornea se
encuentra fragmentada.
pesar
de los medios de comunicacin y de la
globalizacin del mundo, la vida social
s
presenta como un caleidoscopio.
Pertenecemos a un mismo mundo, pero ste carece de coherencia.
En qu consiste la fragmentacin de la vida moderna actual? Touraine
sefiala cuatro tendencias centrifugas. Una parte del mundo se repliega sobre
la defensa o la bsqueda de la
identidad
personal o colectiva. Otra parte se
identifica con el
consumo
viendo el mundo como un hipermercado donde
constantemente aparecen productos nuevos. Para otros, el mundo es una
empresa una sociedad de produccin y de gestin. Finalmente, otros son
atrados por lo no social, llmese el Ser o el sexo.
Y,
&de Touraine:
En medio de estos fragmentos de vida social cargados de valores
opuestos, s agita una multitud de hormigas encadenadas a la racionalidad
tcnica: operadores, empleados, tcnicos, ubicados arriba o abajo, a
quienes todo impide preocuparse de los fines de su accin
Op.
cit.
253 .
Frente a esta situacin dnde encontrar hoy el principio de unidad de
la modernidad? La afirmacin del sujeto
por
s sola no basta; como tal, la
subjetivacin no asegura la integracin social. El sujeto resiste a la concepcin
racionalista del poder sobre
la
sociedad - e l dominio de las empresas y del
Eslado-;
t l
resistencia
s
apoya en fuerzas no sociales o supra-sociales: el
sexo, la Historia, la Nacin. Ms que integrar a individuo y sociedad el
llamado al sujeto introduce un factor de disociacin en el sistema social.
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Touraine considem que la recomposicin del mundo moderno requiere
dos claves:
el sujeto y la razn
Slo la combinacin de ambas puede dar
lugar a un principio de integracin social. Es necesario articular por un lado
la razn instrumental aplicada a la gestin de la produccin
y
del consumo,
y por otro la afirmacin de la vida asociada a los deseos individuales
y
la
memoria colectiva de las comunidades y las naciones.
La
modemidad estallada es aquella donde slo rige la racionalidad
instrumental. Pero el rechazo la racionalidad no resuelve el problema; por
el contrario abre el campo a la arbitrariedad y el despotismo. La nueva
modemidad que propone Touraine es la que pone en el centro de la sociedad
la tensin y el dilogo entre racionalidad y subjetivacin
Op.
cit.: 255).
Modernidad esta llada: Nueva modernidad:
Vida consumo vida consumo
T 7
racionalidad
instrumental
Sujeto M n
< >
J
4
Y
Nacin Empresa Nacin Empresa
Hablar de tensin y del dilogo enue razn y sujeto supone reconocer
que la integracin entre los elementos constitutivos de la modernidad no est
dada de antemano. Tal indefinicin resulta esencial para definir la modernidad.
Touraine descarta la idea de un modelo de sociedad; la reemplaza por la de
intervencin creativa de la sociedad sobre s misma.
La
tensin entre sujeto
y
razn es justamente lo que
da
historicidad a la sociedad.
Ya no podemos postular un principio nico de tipo religioso, nacional
o econmico; tampoco podemos seguir un proyecto histrico global llevado
por un partido.
La
modernidad de la sociedad post-industrial se define como
el trnsito entre una concepcin centralizada de
la
vida social hacia una
concepcin bipolar dinmica; es decir, la gestin de las relaciones de
complementaridad y oposicin entre la subjetivacin y objetivacin. El mundo
de hoy tiene que asumir el desgarramiento que vivi el mundo del humanis-
mo del siglo XV y del Renacimiento.
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Touraine nos recuerda que la modernidad
parti
del dualismo. El
historicismo trat de identificar racionalizacin
y
subjetivacin. Hoy
un
concepcin ms viva de nuestra historicidad nos iieva a alar el peligro de
esta identificacin
y
a plantear un retorno al dualismo que insiste t nto n la
oposicin de la racionalizacin
y
subjetivacin como n su complemen-
tariedad.
Definir la sociedad post-industrial actual es explicar las razones de este
nuevo dualismo. Ya hemos entrado en una sociedad donde la produccin y
difusin masiva de los bienes culturaies toman el lugar central que haba sido
el de los bienes materiales n la sociedad industrial. En esta sociedad los
temas que despiertan s pasiones son los de la salud la educacin el acceso
a la informacin y la comunicacin. En estos campos el debate gira en tomo
a la defensa del sujeto en su relacin con los diversos mbitos de
racionalizacin de la vida.
En la sociedad actual el sujeto debe resistir a identificarse con cado uno
de los fragmentos estallados de la modernidad: no puede confundirse con la
comunidad la nacin o l ema; tampoco puede reducirse a ser sujeto-sexo
sujetoempresa sujeto-consumo. En ciertas circunstancias tiene que recurrir
a la razn contra la comunidad que lo oprime; en otras circunstancias apela
a la comunidad contra los poderes de
la
razn.
El sujeto moderno tiene que reunir lo queha sido separado debe
constituir su campo de accin y de libertad aproximando los contrarios
interrelacionando la diversidad de sus experiencias sin caer en el conformis-
mo social.
En el mundo de hoy los sujetos son frgiles portadores de experiencias
vividas ms que protagonistas de grandes acciones sociales. Pero
se
encuentran
en todas partes tratando de organizar una coherencia de vida a partir de
lgicas autnomas y de racionalidades divergentes. Este mundo puede re-
componerse
t n
solo si rechazando la soberbia de
la
razn instrumental por
un lado
y
la obsesin por la identidad por otro permite a estos sujetos re-
conocerse mutuamente y asumir en comn el trabajo de la razn.
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