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MEMORIA PRESENTADA PARA ASPIRAR AL TÍTULO DE
GRADO DE NUTRICIÓN HUMANA Y DIETÉTICA
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN DE LAS ENFERMEDADES
CARDIOVASCULARES: EFECTO DE LOS ÁCIDOS GRASOS OMEGA 3
FRENTE A LA HIPOXIA
Firmado:
Rafael Mª Pérez Araluce
Pamplona, a 7 de mayo de 2020
Índice
Resumen ...................................................................................................................................... 1
Introducción ................................................................................................................................ 3
Enfermedades cardiovasculares, obesidad e inflamación ................................................ 3
Papel de la hipoxia .................................................................................................................. 4
Papel de los omega 3 ............................................................................................................ 5
Objetivo del estudio .............................................................................................................. 5
Metodología ................................................................................................................................ 6
Resultados ................................................................................................................................... 7
Obesidad, hipoxia y omega 3 ................................................................................................ 7
Aterosclerosis, hipoxia y omega 3 ........................................................................................ 8
Cardiopatía isquémica, hipoxia y omega 3 ......................................................................... 8
Accidente cerebrovascular, hipoxia y omega 3 ................................................................ 10
Discusión ................................................................................................................................... 12
Obesidad, hipoxia y omega 3 .............................................................................................. 12
Aterosclerosis, hipoxia y omega 3 ...................................................................................... 15
Cardiopatía isquémica, hipoxia y omega 3 ....................................................................... 16
Accidente cerebrovascular, hipoxia y omega 3 ................................................................ 17
Posibles efectos adversos .................................................................................................... 18
Conclusiones.............................................................................................................................. 19
Bibliografía ................................................................................................................................. 20
Abreviaturas
AA: ácido araquidónico.
DHA: ácido docosahexaenoico.
EPA: ácido eicosapentaenoico.
EPA-E: ácido eicosapentaenoico-etiléster.
GIJC: comunicaciones de unión intercelular gap.
HCASMC: células de músculo liso de la arteria coronaria humana.
HIF-1α: factor 1 α inducible por hipoxia.
HO-1: hemo-oxigenasa 1.
PBMC: células mononucleares de sangre periférica.
PCLS: sección hepática obtenida por medio de corte preciso.
tMCAO: oclusión transitoria de la arteria cerebral media.
VEGF: factor de crecimiento endotelial vascular.
RvD1: resolvina D1.
RvE1: resolvina E1.
1
Resumen
La cardiopatía isquémica y el accidente cerebrovascular se presentan como las
primeras causas de muerte a nivel mundial. El desarrollo de ambas está
condicionado por múltiples factores de riesgo, entre los que destaca el estado
inflamatorio sistémico propio de pacientes obesos, que lleva a la progresión de
la aterosclerosis. Profundizar en los mecanismos de esta relación resulta
fundamental para el desarrollo de nuevas herramientas terapéuticas y
profilácticas. Distintas investigaciones han demostrado la eficacia de la
suplementación con ácidos grasos omega 3 en la disminución del estado
inflamatorio, así como su acción sobre el metabolismo de los lípidos. Uno de los
mecanismos que se han sugerido es que pueda actuar sobre la respuesta celular
a la hipoxia que, en el tejido adiposo, podría ser la principal desencadenante de
la inflamación y que determinará la evolución de los pacientes con cardiopatía
isquémica o accidente cerebrovascular, que no suponen otra cosa que la
interrupción del flujo sanguíneo a nivel coronario o cerebral. En este contexto, la
presente revisión pretende determinar el estado de la investigación sobre el
empleo de ácidos grasos omega 3 en el tratamiento y prevención de las
principales enfermedades cardiovasculares por sus acciones frente a la hipoxia.
A pesar de la heterogeneidad de los artículos revisados parece claro el efecto
beneficioso de los ácidos grasos omega 3, aunque pocos parecen relacionarlo
con su acción frente a la hipoxia. En estos últimos parece que el efecto estaría
mediado por la angiogénesis y la actividad de VEGF y quizá podría estar
implicada la regulación de HIF-1α. Si bien, parece clara la necesidad de una
mayor investigación en este campo para detallar los mecanismos por los que
actúan los omega 3 y la relación que podrían tener con la hipoxia.
Palabras clave: ácidos grasos omega 3, hipoxia, enfermedades
cardiovasculares, obesidad, aterosclerosis.
2
Abstract
Ischemic heart disease and stroke are the leading causes of death worldwide.
The development of both is conditioned by multiple risk factors, among which, the
systemic inflammatory state characteristic of obese patients stands out, which
leads to the progression of atherosclerosis. Studying the mechanisms of this
relationship in depth is essential for the development of new therapeutic and
prophylactic tools. Various investigations have shown the efficacy of omega 3
fatty acid supplementation in reducing the inflammatory state, as well as its action
on lipid metabolism. One of the mechanisms that have been suggested is that it
can act on the cellular response to hypoxia that, in adipose tissue, could be the
main trigger for inflammation and that will determine the evolution of patients with
ischemic heart disease or stroke, which only consist on the interruption of blood
flow at coronary or cerebral level. In this context, this review aims to determine
the state of the research on the use of omega 3 fatty acids in the treatment and
prevention of the main cardiovascular diseases due to their actions against
hypoxia.
Despite the heterogeneity of the articles reviewed, the beneficial effect of omega
3 fatty acids seems clear, although few seem to relate these to their action against
hypoxia. In the latter, it appears that the effect would be mediated by
angiogenesis and VEGF activity, and perhaps, HIF-1α regulation might be
involved. In any case, it seems clear the need for further research in this field to
detail the mechanisms by which omega 3 act, and the relationship that they could
have with hypoxia.
Key words: fatty acids, omega-3; hypoxia; cardiovascular diseases; obesity;
atherosclerosis.
3
Introducción
Recientemente se ha producido un progresivo aumento de la incidencia de las
enfermedades no transmisibles. Tanto es así que 6 de las 10 principales causas
de muerte en el mundo se deben a este tipo de enfermedades. En concreto esta
lista lleva siendo encabezada desde comienzos de siglo por la cardiopatía
isquémica y el accidente cerebrovascular, que en el año 2016 fueron causantes
de 15,2 millones de muertes en todo el mundo (1).
Enfermedades cardiovasculares, obesidad e inflamación
La incidencia de muchas de estas enfermedades se ve condicionada por la
acumulación de distintos factores de riesgo, entre los que podríamos destacar la
obesidad, ya que existe una relación directa entre el IMC y el riesgo de padecer
este tipo de enfermedades (2).
Se puede hablar de la obesidad como una verdadera pandemia, causada por un
ambiente obesogénico, en el que confluyen varios factores, los alimentos ricos
en calorías de bajo coste, las tecnologías y estructuras sociales que reducen o
reemplazan la actividad física, y las nuevas formas de ocio de interior (3). La
obesidad ya afecta a 650 millones de personas en todo el mundo (1900 millones
si incluimos datos de sobrepeso), número que se ha triplicado en los últimos 40
años. Además, este problema ya se ha extendido a los países con menores
ingresos, que se enfrentan a una doble carga de morbilidad, donde conviven
sobrepeso, desnutrición y la mayor incidencia de enfermedades infecciosas (2).
Para hacer frente a un problema de tal magnitud resulta fundamental conocer los
mecanismos que entran en juego para el desarrollo de nuevas herramientas
terapéuticas o profilácticas (4). Distintas evidencias señalan que el estado de
inflamación sistémica de bajo grado, consecuencia de la obesidad, sería el
principal contribuyente para el desarrollo de las patologías ya señaladas (5).
El tejido adiposo no es simplemente un espacio de almacenamiento de grasa,
sino que se trata de un órgano endocrino dinámico, formado por distintos tipos
celulares además de los adipocitos, secretor de adipoquinas, que tienen un papel
importante en el balance energético, la homeostasis de la glucosa, la regulación
de la presión arterial e incluso de la función inmune (6). Además, el
4
almacenamiento de lípidos, con la captura de ácidos grasos libres ofrece un
efecto protector, disminuyendo la lipotoxicidad (7).
En la obesidad se produce un crecimiento anormal del tejido adiposo con
hipertrofia de los adipocitos, lo que unido a la consecuente disregulación en la
expresión de las adipoquinas, resulta en la inflamación del tejido (6). Con esto,
se ve que la funcionalidad del tejido adiposo tiene un papel mayor que su tamaño
respecto al riesgo de desarrollar otras patologías (8).
El estado inflamatorio sistémico promueve el desarrollo de la aterosclerosis, que
puede ir progresando décadas antes de que se produzca un evento
cardiovascular (9). Cuando la placa de ateroma se forma a nivel coronario o
cerebral, o bien lleva a la formación de trombos (10), el resultado podrá ser la
cardiopatía isquémica o el accidente cerebrovascular (11).
En la evolución de la aterosclerosis resulta fundamental el balance de elementos
antiinflamatorios y proinflamatorios (12).
Papel de la hipoxia
En el año 2019, William Kaelin, Gregg Semenza y Peter Ratcliffe recibieron el
Premio Nobel de Medicina por la descripción de los mecanismos moleculares
adaptativos de respuesta a la falta de oxígeno (13). Así, en los últimos tiempos
se ha ido profundizando en el papel de la respuesta a la hipoxia, que parece ser
fundamental en el desarrollo de múltiples patologías. Se ha llegado a afirmar que
la hipoxia podría ser la primera causa de cáncer (14), por lo que las
investigaciones en este campo parecen ser de gran importancia clínica.
En el contexto de las enfermedades que nos acontecen y siguiendo el esquema
fisiopatológico de obesidad-aterosclerosis-enfermedades cardiovasculares,
mediado en todo momento por los procesos inflamatorios, la hipoxia se presenta
como fundamental a todos los niveles.
En primer lugar, existen hipótesis que apuntan a que la hipoxia sería la causante
del estado inflamatorio de bajo grado consecuente a la obesidad. De esta
manera, la rápida expansión del tejido adiposo con la hipertrofia de los
adipocitos, hace que muchos de ellos queden mal vascularizados. Este estado
de hipoxia favorece la expresión de elementos proinflamatorios y la activación
5
de células inmunes (15). Esta respuesta a la hipoxia podría estar mediada por el
factor 1 α inducible por hipoxia (HIF-1α), que describieron los Premios Nobel ya
citados (16). Otras hipótesis remarcan el papel del estrés oxidativo y el estrés
del retículo endoplasmático, pero estos también podrían iniciarse como
consecuencia de la hipoxia (17, 18). Esta hipótesis se refuerza con los posibles
beneficios que se han descrito en el empleo de oxígeno frente al estado
inflamatorio del paciente obeso (4).
Asimismo, la isquemia cardiaca y el accidente cerebrovascular no suponen otra
cosa que la interrupción del flujo sanguíneo a nivel coronario o cerebral, con lo
que la respuesta de las células adyacentes a la falta de oxígeno determinará la
evolución de los pacientes que sufren estos eventos.
Papel de los omega 3
Los ácidos grasos omega 3 son ácidos grasos poliinsaturados que a nivel
dietético se encuentran principalmente en pescados y mariscos
(preferentemente en los azules), así como en nueces y semillas o aceites de
plantas. Todos estos alimentos forman parte de un patrón dietético
cardiosaludable. Parece ser que un mayor consumo de omega 3, en concreto
del ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) puede
ayudar a prevenir eventos cardiovasculares y actualmente se están llevando a
cabo muchos estudios que pretenden profundizar en esta relación (19).
Parece ser que los omega 3 actúan a través de múltiples mecanismos
interrelacionados. Conocerlos mejor ayudará a establecer recomendaciones
sobre su consumo o posible suplementación.
En este contexto, distintas investigaciones han demostrado la eficacia de la
suplementación con omega 3 en la disminución del estado inflamatorio, así como
su acción sobre el metabolismo de los lípidos. Uno de los mecanismos que se
han sugerido es que pueda actuar sobre el estado de hipoxia del tejido graso (6).
Objetivo del estudio
Determinar el estado de la investigación sobre el empleo de ácidos grasos
omega 3 en el tratamiento y prevención de las principales enfermedades
cardiovasculares por sus acciones frente a la hipoxia.
6
Metodología
Se llevó a cabo una revisión en la base de datos Pubmed desde diciembre de
2019 hasta marzo de 2020, mediante el empleo de los siguientes descriptores:
“hypoxia” y “omega 3” a través del conector AND. A estos se les añadieron los
siguientes cuatro descriptores para realizar distintas búsquedas
complementarias: “obesity”, “atherosclerosis”, “ischaemic heart disease” y
“stroke”.
Posteriormente se aplicaron los siguientes criterios de inclusión: texto completo,
idiomas inglés o español, estudios experimentales (exclusión de las revisiones).
Además, se excluyeron las investigaciones realizados en embarazo (ver Fig. 1).
Tras la lectura del título y el resumen (abstract) de cada artículo se descartaron
algunos estudios (ver Fig. 1). Finalmente el número de resultados incluidos fue
de 16.
Fig. 1: Diagrama de flujo de la selección de artículos.
"hypoxia" AND "omega 3"
AND "obesity"
Nº resultados: 10
Aplicación de criterios de inclusión/exclusión
Nº resultados: 5
Tras lectura de título y "abstract"
Nº de resultados: 3
AND "atherosclerosis"
Nº resultados: 6
Aplicación de criterios de inclusión/exclusión
Nº resultados: 6
Tras lectura de título y "abstract"
Nº de resultados: 4
AND "ischaemic heart disease"
Nº resultados: 11
Aplicación de criterios de inclusión/exclusión
Nº resultados: 5
Tras lectura de título y "abstract"
Nº de resultados: 5
AND "stroke"
Nº resultados: 12
Aplicación de criterios de inclusión/exclusión
Nº resultados: 6
Tras lectura de título y "abstract"
Nº de resultados: 4
7
Resultados
Obesidad, hipoxia y omega 3
Sobre los efectos de los omega 3 en el tejido adiposo encontramos un estudio
realizado en adolescentes obesos con suplementación de ácidos grasos omega
3 (944 mg EPA y 2088 mg DHA al día en 5 tomas durante 12 semanas), que
señala la disminución en los niveles de HIF-1α en la grasa visceral, así como en
la expresión de los genes que codifican para enzimas antioxidantes (CAT, GPX3
y SOD2), lo que sugiere una mejoría en el estado de hipoxia del tejido. Además,
se señalan efectos de la suplementación con omega 3 en distintos parámetros
antropométricos (disminución del peso corporal, IMC, circunferencia de la
cintura…) y en el metabolismo de los lípidos, ya que señalan aumento en los
niveles de ARNm de los genes que codifican para el PPARα y SREBP1 y
disminución en los que codifican para PPARγ y PGC-1α, y junto a ellos la
disminución del nivel de triglicéridos en sangre y el aumento del LDL-colesterol
(20).
Por otra parte, un experimento con ratones macho C57BL/6J con obesidad y
esteatohepatitis no alcohólica, inducida por una dieta alta en grasa, señala ante
un tratamiento con 300 ng de resolvina D1 (RvD1, un metabolito polihidroxílico
de DHA), una disminución del peso corporal y del peso del hígado, así como de
la infiltración de macrófagos y el ratio M2:M1 (siendo el primero el fenotipo
implicado en la resolución de la inflamación y el segundo un fenotipo
proinflamatorio), unidos a la disminución de los niveles de leptina, insulina,
glucosa, la expresión de PPARγ y la fosforilación de JNK, junto el aumento de
IL-4. En este mismo estudio se sometió a hipoxia un cultivo de sección hepática
obtenido por medio de corte preciso (PCLS) en el que se observó un aumento
de LDH (un marcador de muerte celular) y AST (un marcador de lesión de
hepatocitos), junto a una fuerte regulación al alza de los genes inflamatorios
COX-2, IL-6 y MIP-2α y, en menor medida, en IL-1β, MCP-1, TNF-α y Arg1.
También estudiaron varios marcadores de superficie de macrófagos, viendo un
aumento en la expresión de Mac‐1 y CCR7 sin afectar a F4 / 80. Tras el
tratamiento de RvD1 10 nM durante 6 h disminuyeron los niveles de COX-2, IL-
8
6 y MIP-2α, IL-1 β, MCP-1, TNF- α y Arg1 y aumentaron los de IL10, IL4. Estos
efectos solo se observaban en presencia de macrófagos (21).
También referido al tejido adiposo, encontramos un artículo que habla de un
efecto directo sobre la hipoxia de este tejido. Se trata de un estudio in vitro sobre
un cultivo de adipocitos 3T3-L1. En el mismo se ha visto un aumento en la
expresión y liberación del factor de crecimiento endotelial vascular A (VEGF-A),
que promovería la angiogénesis en el tejido adiposo, con un tratamiento de EPA
250 µM. Este aumento estaría mediado por la activación del receptor de
membrana GPR120 (teniendo a la PKC y PI3K como intermediarios) y el receptor
nuclear PPARγ (por unión a PPRE), sin aparente mediación de HIF-1α (22).
Aterosclerosis, hipoxia y omega 3
Respecto a la enfermedad aterosclerótica, en un experimento realizado con
ratones ApoE (-/-) sometidos a hipoxia intermitente crónica con suplementación
de DHA/EPA (80%/4%; suponiendo el 0,5% de ingesta), se observó un aumento
de la incorporación de DHA a los tejidos (y disminución de ácido araquidónico,
AA), así como una disminución en la expresión de MMP-2 y TIMP-2, unido a una
disminución de las lesiones ateroescleróticas (23).
En otra publicación, se observaron células mononucleares de sangre periférica
(PBMC) de adultos a los que se había tratado con 1,8 g/día de EPA o DHA
durante 6 semanas y se señaló el aumento en los niveles séricos de EPA o DHA
según la suplementación, así como una disminución en los niveles de CREB1,
HIF-1α, IL2RB, STAT3 en la suplementación con EPA y una disminución en los
niveles de HMGB1 con DHA (24).
Otro estudio realizado con células endoteliales de la vena umbilical humana
sometidas a hipoxia (24 h) / reoxigenación (2 h) con tratamiento de 3 µg/mL de
EPA durante 2 días observó que se previno la disminución de las
comunicaciones de unión intercelular gap (GIJC) y se daba una disminución en
la activación de tirosín-quinasa y fosforilación Cx43. Concluyó que el efecto
sobre GIJC estaba mediado por tirosín-quinasa (25). En un proyecto parecido,
pero con un tratamiento de 3 mg/mL, también se evaluaron los niveles de
especies reactivas de oxígeno, en los que se vio una disminución (26).
9
Cardiopatía isquémica, hipoxia y omega 3
Respecto a los efectos directos sobre la cardiopatía isquémica un estudio con
corazones de ratas Sprague-Dowley macho sometidos a isquemia/reperfusión
(sistema Langendorff) mejoró la disfunción contráctil postisquémica del corazón
tras el tratamiento ex vivo con 100 nM de EPA. En un aislado de cardiomiocitos
de los mismos sometidos a hipoxia/reoxigenación se vio una disminución del
deterioro morfológico. Cuando el tratamiento se hizo in vivo con 1 g/kg/día de
EPA-etiléster (EPA-E) se vio un aumento en la incorporación de EPA al tejido
(con disminución de DHA y AA) y menores valores en la producción de PGI2 y
TXA2, así como de producción de noradrenalina. Asimismo, con este tratamiento
también se vio la disminución en el deterioro morfológico de los cardiomiocitos
(27).
En otro experimento, realizado sobre un cultivo H9c2 sometido a hipoxia 16 h o
hipoxia (16 h) / reoxigenación (2 h), se observó en el tratamiento con resolvina
E1 (RvE1, metabolito trihidroxílico de EPA) a 1, 10, 100 y 1000 nM un efecto
dosis-dependiente en la viabilidad celular (aumentada) y la apoptosis (disminuida
en presencia de hipoxia), así como en los niveles de PI3K, cNOS, fosfo-ERK1/2
y fosfo-eNOS que se elevaron. En este mismo artículo se observó que el
tratamiento con RvE1 0,03; 0,1 o 0,3 mg/kg a los 28 minutos de la isquemia en
ratas Sprague-Dowley macho sometidas a isquemia/reperfusión producía una
disminución del tamaño de infarto y de la infiltración de leucocitos, a la vez que
se elevaban los niveles de Ser 473 phospho-Akt, Thr 308 phospho-Akt y
phospho-ERK1 / 2 y disminuían los de la caspasa-3, en un efecto que podría
depender de EGFR (28).
Otro experimento, realizado en aislado de cardiomiocitos de ratas Sprague-
Dowley macho sometido a hipoxia (24 h) / reoxigenación (3 h) con un tratamiento
de EPA de 10 o 100 µM, se vio un efecto dosis-dependiente en la disminución
de LDH, phospho-p38MAPK, actividad y expresión MMP-1 y peroxidación
lipídica (29).
Por su parte, un estudio en corazones de ratas Wistar hembras sometidos a
hipoxia/reoxigenación (sistema Langendorff) tratados con una dieta con un 10 %
10
de aceite de pescado (menhaden) y una suplementación de 2,5 mg/100 mg de
acetato de α-tocoferol (vitamina E) detectó el aumento de la incorporación de
omega 3 a nivel de membrana, así como en los niveles de sustancias reactivas
del ácido tiobarbitúrico (usadas como indicador de la peroxidación lipídica y que
disminuían con la suplementación de vitamina E), pero que no se acompañaba
de un aumento de creatín-quinasa (30).
Finalmente, un estudio realizado sobre un cultivo de células de músculo liso de
la arteria coronaria humana (HCASMC) con DHA 1, 3, 10 y 30 μM detectó para
la máxima concentración de DHA una disminución de la viabilidad celular, junto
a un aumento de NO, ROS, IL-1β, IL-6 y el Ca2+ intracelular (31).
Accidente cerebrovascular, hipoxia y omega 3
Respecto al accidente cerebrovascular, un estudio en ratas Wistar macho
sometidas a oclusión transitoria de la arteria cerebral media (tMCAO) apunta a
una disminución del daño isquémico y aumento del rendimiento conductual en el
tratamiento con 140 mg/kg/día de DHA y 220 mg/kg/día de EPA, junto a la
elevación de los niveles de Tau, GAP-43, NLRP3, y el ratio M2/M1 en la
microglia, y la disminución de los valores de HIF-1a, IL1β y TNFα. En este mismo
artículo se publicó una aproximación in vitro con cultivos celulares procedentes
de ratón tratados con 43 mg/ml de DHA y 65 mg/ml de EPA y vieron en la
microglia y astroglia una disminución de la expresión de COX2, HIF-1α, iNOS y
IL1β y en las neuronas corticales un aumento en el ratio Bax/Bcl2 a índices de
protección celular (32).
Por otra parte, un estudio en ratones transgénicos fat-1 sometidos a isquemia
cerebral focal transitoria demostró una disminución del tamaño de infarto,
aumento de la supervivencia, mejora sensiomotora y mejoras robustas en la
revascularización y la angiogénesis, acompañadas de un aumento en la
incorporación de omega 3 en los tejidos, y aumento de Ang2 y meteorina en los
astrocitos. También se vio que Ang 2 facilitó la proliferación endotelial y la
formación de barreras in vitro al potenciar los efectos de VEGF sobre la
señalización de fosfolipasa Cγ1 y Src (33).
11
En otro estudio también realizado en ratones transgénicos fat-1 sometidas a
tMCAO se observó una disminución en la muerte neuronal con un aumento de
los omega 3 en tejidos y una mayor activación de Nrf2 y de la hemo-oxigenasa
1 (HO-1). En ese mismo artículo se trató a ratones C57BL/6 con una dieta
enriquecida con aceite de pescado durante 6 semanas y también se observó un
aumento de los omega 3 en tejidos, disminución en la muerte neuronal con
mejora sensiomotora, efecto que parece estar mediado por vía Nrf2 y HO-1, cuya
activación se ve aumentada (34).
Finalmente, otro efecto observado, esta vez en cultivos de células progenitoras
neurales de ratas sometidos a deprivación de glucosa y oxígeno y un tratamiento
de DHA 10 nM fue de aumento de la neurogénesis (35).
12
Discusión
Tras el análisis de los resultados parece evidente la gran variedad que existe
entre los mismos. Esto confirma la diversidad de mecanismos que se ponen en
marcha por acción de los omega 3.
Por otro lado, se hace difícil la comparación al haberse realizado estudios in vitro
e in vivo (donde entra en juego la incorporación de los ácidos grasos a nivel de
membrana) sobre diferentes muestras y tejidos, así como por la gran variedad
en los tratamientos, tanto en la dosis como en el hecho de que mientras unos
utilizan EPA y DHA, que serían los principales ácidos grasos omega 3 de la dieta,
provenientes del pescado, o incluidos en suplementos, algunos evalúan los
resultados de cada uno por separado (lo que, por otra parte, pone de manifiesto
la diferencia de efectos de cada molécula) e incluso uno evalúa el efecto de
derivados (EPA-E) o de los conocidos como mediadores especializados en pro-
resolución, obtenidos a partir de la hidroxilación de DHA y EPA (RvD1 y RvE1,
respectivamente).
Por otra parte, los parámetros medidos en cada artículo también son diferentes,
haciendo que las conclusiones a las que llega cada uno varíen. Esto es así
porque la respuesta inducida por los omega 3 pone en marcha muy diversos
mecanismos moleculares. Asimismo, muchos de los efectos encontrados han
sido evaluados en otras publicaciones, en los que, sin embargo, no se han
relacionado con la hipoxia, por lo que no se han incluido en esta revisión.
Obesidad, hipoxia y omega 3
Los artículos consultados sobre obesidad parten de distintas hipótesis sobre el
papel de la hipoxia en esta enfermedad.
En uno de ellos se presenta la hipoxia de los adipocitos como posible primer
desencadenante de los problemas asociados a la obesidad, incluyendo el estrés
oxidativo y el estrés del retículo endoplasmático. Además, la respuesta
inflamatoria (incluyendo la formación de venas) estaría mediada por el factor de
transcripción HIF-1α, indicador de hipoxia (20). En otro, se remarca también el
importante papel de la hipoxia como desencadenante del estado inflamatorio y
13
su principal objetivo es evaluar un mecanismo por el que los omega 3 podría
resultar beneficioso, sin embargo, apunta su independencia frente a los valores
de HIF-1α (22), lo que quizá no sería tan acertado teniendo en cuenta que no se
ha modificado su expresión (en valores de ARNm) y existen estudios que
apuntan a la importancia de valorar los niveles de proteína en lugar de ARNm
(36). Esto se explica teniendo en cuenta que la regulación de HIF-1α está
principalmente regulada por su degradación, más que por su expresión (ver Fig.
2).
Fig. 2.: En presencia de oxígeno HIF-1α es degradado por el proteosoma tras su hidroxilación y
unión a VHL, mientras que en ausencia de este puede ejercer su función (37).
Otro de los artículos incluidos en los resultados sobre obesidad habla de los
efectos frente a la esteatohepatitis no alcohólica (21). Incluye un experimento
sobre un cultivo de PCLS sometido a hipoxia, relacionándola con varios
parámetros inflamatorios. Esta inflamación mediada por hipoxia se resuelve por
la acción de RvD1 (derivado del DHA), que disminuye la cantidad de estos
mediadores, pero solo en la muestra sometida a hipoxia y no en el control, así
como eleva los niveles de IL-4, efecto que también se vio en el experimento in
vivo, en el que también se vio un aumento del ratio de macrófagos M2 respecto
a M1, efecto que también se ha descrito en el tejido adiposo (38) . Estos
resultados refuerzan el conocido papel antiinflamatorio de los omega 3 (en este
caso de un derivado), pero no nos permite ahondar en el papel de la hipoxia y
los mecanismos moleculares que entran en juego. Respecto a los mismos, se
ven cambios en las secreciones del tejido adiposo (disminución en la expresión
14
de leptina, adiponectica y resistina), una menor fosforilación de JNK en el hígado
y expresión de PPARγ, pero no se vieron modificaciones en PPARα y PGC1α.
En el experimento de intervención en adolescentes obesos (20) el principal
efecto a destacar es el anteriormente señalado de disminución de HIF-1α, que
supone una disminución del estado hipóxico del tejido o la activación de
mecanismos celulares que modifiquen la cantidad de esta proteína. Asimismo,
en este estudio se ve una modificación en la expresión de genes que determinan
procesos como la lipólisis, la β-oxidación o la homeostasis de los lípidos (se ve
un aumento de PPARα y SREBP1), o bien de la adipogénesis (se vería
disminuida con una menor expresión de PPARγ, también señalada en la
publicación anterior, y PGC1α). Sin embargo, es difícil establecer cuál sería el
mecanismo de acción de los omega 3, ya que, aunque se ha demostrado, por
ejemplo, que estos ácidos grasos actúan como ligandos de los receptores PPAR,
también se ha visto que la expresión de PPARγ y PGC1α se ve modificada por
la dieta, que podría actuar como factor de confusión (39). La dieta también podría
haber afectado a las diferencias en los parámetros antropométricos detectadas
en el estudio.
Cabe añadir que en esta publicación también se señala un mejor estado respecto
al estrés oxidativo, evidenciado por una menor expresión de enzimas
antioxidantes (20).
Finalmente, uno de los artículos sí que parece ofrecer más luz al mostrar un
mecanismo de acción de los omega 3 que afectaría directamente al estado
hipóxico del tejido (22). En él se demuestra el efecto de EPA en el aumento en
la producción de VEGF-A, un factor angiogénico que favorecería la
vascularización del tejido previniendo la hipoxia del mismo. Este aumento se
produciría vía GPR120, con PKC y PI3K como intermediarios, y PPARγ, por
unión a PPRE (ver Fig. 3). Como se ha señalado antes se indica que este efecto
sería sin mediación de HIF-1α, afirmación que ya ha sido discutida.
15
Fig. 3: Mecanismo de acción propuesto por el que EPA aumenta la producción y exportación de
VEGF-A vía GPR120, PKC y PI3K como intermediarios, y PPARγ, por unión a PPRE (22).
Aterosclerosis, hipoxia y omega 3
De nuevo, en el caso de la aterosclerosis cada estudio trata mecanismos
distintos y habla de distintos papeles de la hipoxia.
Uno de ellos trata del efecto de la hipoxia intermitente crónica (HIC), efecto que
se da en pacientes que sufren de apnea obstructiva del sueño, enfermedad muy
relacionada con la obesidad. La HIC produjo un aumento en las lesiones
ateroescleróticas (en ratones ApoE(-/-)), que disminuyeron con la
suplementación con omega 3. Se apunta a que fue debido a la incorporación de
DHA y disminución de AA a nivel de membrana y una menor expresión de MMP-
2 y TIMP-2 (23).
En otras publicaciones pretenden evaluar el efecto de los omega 3 en la lesión
producida por la hipoxia/reoxigenación, en la que observan la prevención de la
disminución de GIJC y en cuanto a los mecanismos, parecen intervenir las
tirosín-quinasas y la disminución del estrés oxidativo (25, 26).
Se incluyó también en este apartado un estudio realizado sobre PBMC (24), que
parecen tener un papel clave en el desarrollo de las lesiones ateroscleróticas
(40). De este podemos destacar que establece la comparativa entre los efectos
de EPA y DHA, viendo como EPA disminuye los niveles de HIF-1α y STAT3,
fundamentales en la vía de señalización de la hipoxia.
En definitiva, queda claro el efecto perjudicial de distintas formas de hipoxia,
reversible por el tratamiento con omega 3.
16
Cardiopatía isquémica, hipoxia y omega 3
De entre los artículos incluidos sobre la cardiopatía isquémica, tres de ellos
hablan sobre los efectos protectores de los omega 3, o sus derivados
metabólicos, en el daño producido en el corazón tras la isquemia/reperfusión,
hablando de cardioprotección, disminución del tamaño de infarto y del deterioro
morfológico de los cardiomiocitos.
Sin embargo, difieren en los mecanismos implicados, en uno simplemente se
destaca la disminución de los derivados de AA y la producción de noradrenalina
(27). Otro estudio habla de los niveles de PI3K, cNOS, fosfo-ERK1/2 y fosfo-
eNOS que se elevaron, la infiltración de leucocitos y el aumento de los niveles
de Ser 473 phospho-Akt, Thr 308 phospho-Akt y phospho-ERK1 / 2. Además, se
apunta a que la disminución de la caspasa-3 (implicada en la apoptosis), en un
efecto que podría depender de EGFR (28) y el tercero apunta a la disminución
de phospho-p38MAPK y la actividad y expresión MMP-1 (29). Muchos de estos
mediadores forman parte de la vía de señalización de la hipoxia, en la que parece
fundamental la modificación de la biodisponibilidad de NO (ver Fig. 4) (41).
Fig. 4: Algunas de las vías moleculares implicadas en la hipoxia y la inflamación en la que
aparecen mediadores cuya modificación se ha descrito en el tratamiento con omega 3 (41).
17
En contraste con lo anterior, los otros dos artículos incluidos nos hablan de
aspectos nocivos de los omega 3, por lo que se tratarán más adelante.
Accidente cerebrovascular, hipoxia y omega 3
Se ha visto un claro efecto positivo del tratamiento con omega 3 en el accidente
cerebrovascular con disminución del tamaño de área infartada y mejora del
comportamiento tras la inducción del accidente cerebrovascular, demostrando
un importante efecto neuroprotector y antiinflamatorio (32-34). Parece ser,
asimismo, que los omega 3 protegen frente al accidente cerebrovascular y
favorece la supervivencia (33) e incluso estimula la neurogénesis (35).
Las relaciones que se pueden establecer entre los mecanismos encontrados y
la hipoxia podrían referirse a una disminución en los niveles de HIF-1α en uno
de los artículos, en el que también se señalan aspectos referidos a la afectación
del estado inflamatorio como la disminución de IL1β, TNFα, la acción de COX2,
el aumento del ratio de microglía del fenotipo protector M2 frente al inflamatorio
M1… (32).
Otros artículos nos detallan más en profundidad los mecanismos sugeridos, en
uno, se señala como indispensable la activación de Nrf2 con la consecuente
regulación positiva en la expresión de enzimas de fase 2, en concreto, la HO-1
(34) (ver Fig. 5).En otro el mecanismo se relaciona más con la hipoxia por su
efecto sobre la vascularización. Se vio un efecto beneficioso, a través de un
aumento en la producción y liberación de Ang2 en los astrocitos, que favorecía
la proliferación endotelial y la formación de barreras in vitro potenciando los
efectos de VEGF sobre la señalización de fosforilación Cγ1 y Src, favoreciendo
la recuperación a largo plazo (33).
18
Fig. 5: posible mecanismo de acción de los omega 3 por los que mediaría la neuroprotección en
el que se señala como indispensable la activación de Nrf2 con la consecuente regulación positiva
en la expresión de enzimas de fase 2 y en concreto, la HO-1 (34).
Posibles efectos adversos
Para finalizar, se tratarán dos artículos relacionados con la cardiopatía isquémica
que destacaban posibles aspectos adversos de los omega 3.
Uno de ellos partía de que el consumo de omega 3 aumenta la incorporación de
este tipo de ácidos grasos a las membranas celulares, afectando de diferente
manera según el tipo de tejidos. En concreto, a nivel cardíaco esta incorporación
es especialmente elevada, lo que lleva a pensar que sea más susceptible a la
peroxidación lipídica. Esto podría contribuir al daño del tejido ante el aumento
del estrés oxidativo que se produce a consecuencia del fenómeno de
isquemia/reperfusión (30). Aunque sí que parece producirse un aumento en la
peroxidación lipídica, el propio estudio apunta a que no se trata de un mecanismo
importante sobre el que cursaría el daño en esta patología, ya que no se produce
un aumento de creatín-quinasa. Además, recordando el mecanismo de acción
que cursaba por la vía Nrf2, su iniciador es el 4-HHE, producido tras la oxidación
lipídica de los omega 3 de membrana y que finaliza con la activación de HO-1,
lo que contrarrestarían los posibles efectos adversos de la peroxidación lipídica
(34).
Un último artículo detallaría efectos proinflamatorios en el tratamiento de
HCASMC con DHA 30 μM (31). Este dato apenas tendría relevancia clínica
puesto que las concentraciones en sangre, incluso tras suplementación son del
orden de nM.
19
Conclusiones
Parece claro el efecto positivo de los ácidos grasos omega 3 en la prevención y
el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, si bien, pocos artículos
relacionan estos efectos con la hipoxia. En los que esto se hace, parece que el
efecto está mediado por la angiogénesis y la actividad de VEGF.
Los omega 3, asimismo, pueden regular distintas vías de señalización. Futuros
estudios podrían ayudar a esclarecer de cuales se trata y la implicación que
tendrían los distintos mediadores. Parecen claras las relaciones con los procesos
oxidativos e inflamatorios, pero también se apunta al papel de la hipoxia con la
regulación de HIF-1α.
En definitiva, hace falta más investigación en este campo para detallar los
mecanismos por los que actúan los omega 3 y su relación con la hipoxia.
20
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