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05 O de Rivero Perú Hoy Julio 2014

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geopolitica del peru

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  • El nuevo orden geopoltico sudamericano y la posicin internacional del Per

    Oswaldo de Rivero

  • en sudAmricA hA colApsAdo el viejo orden geopoltico, donde Argentina se disputaba la hegemona del continente con Brasil, donde Chile era aliado del Ecuador y se autodefina adems como aliado del Brasil (sin serlo) solo para preocupar a Argentina, donde el Per y el Ecuador eran enemigos, y nuestro pas crea candorosamente que Argentina era su aliada frente a Chile.

    Este viejo orden geopoltico est siendo reemplazado por uno nuevo, donde Brasil surge como la potencia hegemnica sin rival en Sudamrica, donde el Ecuador ya no considera que sus intereses nacionales son contradictorios con los del Per y por lo que es cada vez menos aliado de Chile, que se encuentra, despus de perder en La Haya, enfrentando otra demanda de Bolivia en ese mismo tribunal.

    Nunca, como ahora, se est presentado un panorama geopo-ltico tan favorable para el Per, puesto que nuestra frontera ms extensa es con el Brasil, la potencia hegemnica de Sudamrica y la que tal vez sea, algn da, una nueva potencia mundial. Si el Per repotencia el acuerdo de alianza estratgica firmado con Brasil el 2003 y logra convertirse en un verdadero socio y aliado del gigante de Sudamrica, nuestro poder nacional aumentara notablemente en el continente. Asimismo, el Per debe aprovechar este entorno geopoltico favorable para lograr una nueva relacin

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    con Chile que cambie la actual relacin asimtrica econmica y militar que hoy mantiene.

    No obstante, este panorama geopoltico favorable, el gobierno de Ollanta Humala no tiene un plan estratgico donde se describa con precisin nuestros intereses nacionales, con las acciones de poltica exterior que hay que implementar para promoverlos, al igual que las medidas alternativas, en caso de que algunas de estas acciones no funcionen.

    Sin estrategia ante al nuevo orden sudamericano emergente, se puede decir que el Per practica hoy en la regin una diplomacia sin poltica exterior, en donde cada embajada peruana cumple con la rutina diaria diplomtica que surge de sus contactos con el gobierno ante el cual est acreditada, sin guiarse por una estrategia sudamericana.

    Esta ausencia de un plan estratgico sobre el nuevo poder sudamericano emergente se nota no solamente por la falta de iniciativas diplomticas del Per, sino tambin en los discursos y declaraciones de Humala sobre Sudamrica, los que estn llenos de frases emotivas y hasta cantinflescas, huecas de visin estratgica, que no dicen nada, como por ejemplo:

    Somos un gobierno integracionista y estamos convencidos de que Amrica Latina, y en particular Amrica del Sur, tienen hoy una responsabilidad histrica que no podemos desaprovechar. Solos podemos avanzar ms rpido, pero juntos podemos avanzar mejor y ms lejos1.

    En estos tres aos de gobierno de Humala la poltica exterior casi no existe. Lo que existe es firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) con todo el mundo. Por estas razones los analistas internacionales (en particular The Economist) lo ven como un converso al neoliberalismo, que establece TLC a diestra y siniestra.

    1 Mensaje a la nacin del seor presidente Ollanta Humala con motivo del 191 aniversario de la independencia nacional. Lima, 28 de julio del 2012. Ver en: goo.gl/utQkNW

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    La verdad es que esta moda de los TLC viene desde el segundo gobierno de Alan Garca y Humala la ha continuado debido a una percepcin puramente ideolgica que se ha incrustado en el pensamiento tecncrata peruano, que cree que estos instrumentos van a mantener la economa del Per creciendo cuando no hay ninguna prueba de que el libre comercio per se origine prosperidad. Solo hay que ver como est Mxico despus de muchos aos de haber firmado el Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte (NAFTA). De igual modo, tambin hay que echarle un ojo a la torre de Babel, llena de austeridad y desempleo, que es hoy la Unin Europea, despus de la grandiosa liberacin del comercio entre sus miembros, y que decir de los Estados Unidos, gran promotor del libre comercio, hoy atorado de mercanca China, con un enorme dficit comercial y lleno de desempleo.

    El libre comercio no crea automticamente prosperidad, eso depende de los productos involucrados y de los precios de los mismos. Si el intercambio que se realiza dentro de un TLC es exportar materias primas con precios que bajan e importar una creciente gran variedad de manufacturas con alto contenido tecnolgico, como es el caso del intercambio del Per en sus TLC con pases industrializados, el resultado, al cabo de un tiempo, ser el desequilibrio comercial. Y es por esto que desde hace tres aos ya tenemos un dficit de la balanza comercial que, segn los expertos, seguir aumentando en el futuro.

    En Amrica Latina se han glorificado siempre los nuevos sistemas de integracin que, luego de un tiempo, por producir resultados por debajo de las expectativas, se paralizan. Hasta ahora la integracin no ha funcionado bien en la regin. Por qu se cree entonces que el sistema de libre comercio de la Alianza del Pacfico va a ser inmune a esta realidad? Creerlo, frente a la experiencia histrica, es pura ideologa. Solo el tiempo dir si la Alianza del Pacfico podr sobrevivir el capitalismo del siglo XXI, que es muy diferente al del siglo XX, que creaba empleo y

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    prosperidad. El capitalismo actual crea ms bien abismo social y recalentamiento global.

    Recientemente el nuevo gobierno de Chile ha criticado la politizacin de la Alianza del Pacfico, es decir, el uso de ella para criticar los otros sistemas de integracin sudamericanos. Con motivo de una reunin de los empresarios del Foro de Cooperacin Econmica Asia - Pacfico (APEC) en Santiago, donde participaron por primera vez los cancilleres de Brasil y de Argentina, invitados por Chile, el nuevo canciller chileno, Heraldo Muoz, dijo que Sudamrica no se puede dividir y que Chile desarrollar en Sudamrica una poltica de puente entre los sistema de integracin sudamericanos del Pacfico y el Atlntico.

    La razn de esta nueva poltica chilena en Sudamrica se debe a que el nuevo gobierno de Michelle Bachelet es muy consciente de que Chile, ensimismado en su eficiencia econmica, en la solidez de sus instituciones y en su pertenencia a la Organizacin para la Cooperacin y el Desarrollo Econmicos (OCDE), se crea a un pasito del desarrollo, sintindose as diferente a toda la Amrica Latina. En base a ello, no le preocupaban mucho sus relaciones con su entorno sudamericano, convirtindose as en un Estado solitario, armado hasta los dientes, que se senta rodeado de vecinos corruptos e ineficientes. Chile se convirti de esta manera en un pas lejano de Latinoamrica, en una suerte de Israel, pero sin enemigos reales. Sin embargo, la protesta de los estudiantes, manifestacin de la gran desigualdad social de Chile (una de las ms grandes del mundo), unida a la demanda del Per (donde perdi una parte de soberana martima) y ahora la demanda de Bolivia, han hecho que Chile regrese a Sudamrica. Bachelet quiere salir de esta situacin convirtiendo a Chile en un pas preocupado por la unidad sudamericana, en un pas puente entre Brasil y Argentina y entre los sistemas de integracin sudamericanos: La Alianza del Pacfico y Mercosur.

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    Al parecer la cancillera peruana y Humala no se han dado cuenta y creen, como muchos peruanos y tambin muchos chilenos, que despus de La Haya todos los intereses peruanos y chilenos son coincidentes, cuando esto no es as, pues, tal como se ha mencionado, para Chile la Alianza del Pacfico lgicamente vale si le sirve para consolidar su actual hegemona econmica en el Pacfico sudamericano y tambin para mejorar su relacin estratgica con el Brasil. En otras palabras, Chile quiere lo mismo que quiere el Per.

    Sin duda, despus de los positivos resultados de La Haya, debemos construir una nueva relacin con Chile, pero basada en ventajas mutuas y no solo de provecho para uno. Para hacerlo debemos estar conscientes de dos cosas. Primero, que la reciente pretensin chilena de querer ser un pas puente con el Brasil puede diluir la relevancia de nuestra alianza estratgica con este. Segundo, que una nueva relacin con Chile significa cambiar la asimetra actual de las relaciones chilenas - peruanas, que son casi similares a una relacin Norte - Sur, algo as como la que tiene Estados Unidos con Mxico, donde Chile pone el capital y el Per pone los trabajadores, y donde adems persiste un desequilibrio militar. Sobre este ltimo punto, cabe mencionar que no le debemos echar la culpa a Chile sobre su superioridad porque la verdad es que como Estado - Nacin nuestro vecino del sur ha sido mucho ms eficiente que el Per para crear prosperidad y seguridad nacional. Nos toca ahora a nosotros cambiar esta asimetra, sin complejos ni rencores, sino con eficiencia y realismo.

    Asimetras entre el Pacfico y el Atlntico (Brasil)

    Lo ms preocupante del minimalismo de la poltica exterior de Humala frente al nuevo orden geopoltico sudamericano es la innecesaria preferencia de la Alianza del Pacfico sobre la alianza estratgica entre el Per y Brasil. Este es un grave error geopoltico

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    pues ambas alianzas son igual de importantes para nuestros intereses, por lo que deben desarrollarse simultneamente, para as lograr que el Per gane poder en el continente siendo un pvot estratgico entre el Pacfico y Brasil.

    Este gobierno no entiende que la Alianza del Pacfico es solo un tratado multilateral de comercio que no tiene la proyeccin geopoltica de una alianza estratgica bilateral exclusiva entre el Per y Brasil. No comprende tampoco que la Alianza del Pacfico hay que manejarla con cuidado porque al final sus pases integrantes, entre ellos el Per, van a ser parte de un gran tratado econmico y comercial llamado Acuerdo de Asociacin Transpacfico (negociado en secreto) y que, como dice Joseph Stiglitz, tiene el propsito darle ventajas comerciales y de propiedad intelectual a las corporaciones norteamericanas. Se debe tomar en cuenta, adems, que el Acuerdo de Asociacin Transpacfico tiene una clara carga geopoltica porque excluye a China, siendo obvio que este es uno de los instrumentos de los Estados Unidos y sus aliados (Japn, Australia, Nueva Zelandia y Vietnam) para contener cualquier pretensin hegemnica de China en la regin Asia - Pacfico.

    La Alianza del Pacfico y la alianza estratgica con el Brasil no son incompatibles para los intereses nacionales del Per, por lo que no deben tratarse por separado, sino de manera coordinada y simultnea, dentro de un plan estratgico sudamericano, frente al nuevo orden geopoltico emergente en la regin.

    La estrategia del Per debe consistir en participar con inters en la Alianza del Pacfico, primero, porque el Per no puede estar ausente de ningn proyecto econmico o geopoltico en el Pacfico y, segundo, porque Chile quiere lgicamente reforzar su hegemona econmica en esta zona, sumado a su inters en una relacin estratgica con el Brasil haciendo de puente entre esta Alianza y el gigante sudamericano. Ante esto ultimo, la nica manera de evitar una falta de relevancia de nuestro acuerdo de

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    alianza estratgica con Brasil es repotencindolo lo ms rpido posible, introducindole componentes estratgicos importantes (como sera hacer efectivo el acuerdo para controlar y vigilar la Amazonia) y, adems, introduciendo un nuevo tema, indispensable en toda alianza estratgica, como es la cooperacin militar entre el Per y Brasil.

    Sin embargo, al hacer esta repotenciacin hay que estar consciente que convencer al Brasil de comerciar a travs del Per, o a travs de empresas mixtas por el Pacfico peruano, no ser fcil pues las clases dirigentes del Brasil, cualquiera que sea su tendencia, no tienen una visin estratgica de la proyeccin biocenica de su pas desde su hinterland amaznico hacia el Pacfico. Como dice el internacionalista peruano, Enrique Amayo Zevallos, para las lites brasileras el Pacfico no est despus del Amazonas, sino en California, en el Japn, en la China, en los tigres asiticos, a pesar de que a comienzos del siglo XX uno de los ms lcidos pensadores brasileos, Euclides da Cunha, haba escrito un importante ensayo sobre la importancia del Pacfico para el Brasil llamado Primaca del Pacfico.

    La verdad es que el Brasil no tiene todava, como potencia emergente, una visin biocenica, lo que lo diferencia claramente de los Estados Unidos cuando era una potencia emergente all por el siglo XIX. La elite poltica estadounidense, al contrario de la brasilea, senta que tena un destino manifiesto, quera ser una gran potencia mundial y saba que para ello haba que ser un pas biocenico, dominar los ocanos, to rule the waves, como su rival y madre patria, el Imperio britnico. Y por ello se lanz sobre Mxico y lo despoj de California. Estados Unidos fue desde su comienzo un Estado republicano Tiranosaurio Rex, mientras que Brasil fue desde su comienzo un imperio conservador sin muchas ambiciones, una suerte de gran Diplosaurio herbvoro que ahora se contenta solo con devorar

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    su Amazonia, sin destino manifiesto biocenico. Si lo hubiera tenido yo estara tal vez escribiendo ahora en portugus.

    Por todo esto, convencer al Brasil de que sus intereses estratgicos deberan apuntar a ser un pas con proyeccin biocenica, conectndose comercialmente con el Pacfico a travs del Per, por ser su frontera amaznica ms cercana a este ocano, va a tomar tiempo y paciencia. No por ello el Per debe abandonar la alianza estratgica que tiene con el Brasil, porque ser aliado de la potencia hegemnica de Sudamrica y ser as un pvot estratgico entre el Pacfico y el Atlntico, nos llevara a fortalecer e impulsar nuestros intereses en la regin y el mundo.

    Para repotenciar muestra alianza estratgica con el Brasil debemos ir ms all de la integracin fsica, fronteriza, el comercio y la administracin hdrica, introduciendo en nuestro acuerdo un importante componente de seguridad y de cooperacin militar.

    En el campo de la seguridad, se firm hace aos el acuerdo SIVAM - SIPAN de vigilancia y control de la Amazonia. Este acuerdo es hoy tal vez el nico ingrediente estratgico que tiene nuestra alianza con el Brasil. Lo menos que pueden hacer los dos pases que tienen los mayores territorios amaznicos es poder vigilarlos electrnicamente y tener as el control sobre ellos para proteger su ecologa y luchar contra el narcotrfico, y eventualmente impedir que grupos narcosubversivos se desparramen por la Amazonia. Sin embargo, este acuerdo SIVAM - SIPAN no funciona, al parecer, por falta de tecnologa de parte del Per.

    Otro elemento indispensable para una verdadera alianza estratgica, y que debe ser introducida en nuestra alianza con el Brasil, es el componente militar. Todas las alianzas de este tipo en el mundo cuentan con este tipo de interaccin.

    Dicho componente podra comenzar haciendo que las Marinas del Per y del Brasil efecten maniobras conjuntas anuales en el Pacfico. Tambin se podra hacer lo mismo entre las Fuerzas reas y los Ejrcitos en la Amazonia. Adems, el Per debera estudiar

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    la posibilidad de constituir joint ventures para la fabricacin de armamento en el pas. Si bien el gobierno de Humala ha preferido hacer esto con Corea del Sur, habra que dejar espacio para tener una cooperacin similar con la Marina del Brasil, en los Servicios Industriales de la Marina (SIMA), y crear joint ventures entre los dos ejrcitos.

    Para fortalecer la alianza con el Brasil hay que llevar a cabo tambin la propuesta de los fosfatos del norte peruano y culminar la ejecucin de la carretera biocenica terminando el tramo amaznico y el interocenico.

    Si en los dos aos que faltan para que finalice el gobierno de Humala este se atreve a fortalecer la alianza estratgica con el Brasil con los componentes de seguridad y cooperacin militar, lograra que el Per se convierta en verdadero aliado del hegemn sudamericano, logrando as que el pas gane una importante renta estratgica que acrecentar nuestro poder en el nuevo orden sudamericano.

    Por otro lado, este gobierno tambin ha sido criticado por su gradual desinters por la Unin de Naciones Suramericanas (UNASUR). Si bien esto es verdad, tambin es cierto que la UNASUR es hoy una organizacin que acta por debajo de las expectativas que tuvieron sus fundadores. La verdad es que UNASUR est en crisis. El nico de sus consejos institucionales que funciona es su Consejo de Defensa, aunque lo hace en temas muy generales a travs de debates grandilocuentes. Un ejemplo claro de esta situacin es el tema de la limitacin del gasto militar, que es actualmente letra muerta, pues hoy en da existe una carrera armamentista en Sudamrica destinada a proveerse de armas de ltima generacin en la que estn metidos, incluso, los ms importantes pases de la UNASUR.

    Esta carrera la comenz Chile, siguindola Brasil, Venezuela, Colombia y el Per, que no ha podido quedarse atrs y est modernizando su armamento, lo que est bien, pues un pas no

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    puede quedarse inerme en medio de una carrera armamentista, sobre todo en un mundo en donde reina una gran anarqua apolar, donde no hay sheriff, donde ninguna gran potencia puede poner orden y donde el uso de la fuerza est en aumento.

    En todo caso, si se cree que vale la pena fortalecer eficazmente la UNASUR, la iniciativa debe venir del Brasil, el creador de la criatura, porque sin l no se podr hacer nada en el mbito de la defensa y la limitacin de armamento en Sudamrica.

    La Convencin del Mar: s, pero no

    Otro hecho internacional que ha ocupado bastante la atencin del gobierno ha sido el proceso de La Haya. El gobierno de Humala hered, como resultado de una estrategia construida de pies a cabeza por el canciller Manuel Rodrguez durante el gobierno de Toledo, un juicio con Chile en La Haya. La demanda para hacer el proceso efectivo se hizo durante el gobierno de Garca solo debido a la presin de la opinin pblica nacional, ya que el presidente aprista no estaba convencido de que deberamos enjuiciar a Chile (su famosa frase: y si Chile se molesta, ha quedado como una ancdota histrica que no se olvidar fcilmente).

    Humala, frente a La Haya, no ha tenido que hacer ninguna movida diplomtica pues las sentencias de dicho tribunal internacional son de puro derecho, no dependen de las acciones diplomticas de las partes sino de la capacidad de los abogados internacionales para presentar el caso y del criterio jurdico de los jueces para dar el fallo. Lo nico que hizo Humala fue repetir una y otra vez que el Per respetara el fallo cualquiera que este fuera. Y como Chile no deca nada, Humala casi acos al presidente chileno, Sebastin Piera, en cada reunin internacional donde lo encontraba para que declarara lo mismo. Finalmente Piera tambin declar que Chile respetara el fallo, cualquiera que este fuera; declaraciones que fueron, sin duda, mrito de Humala.

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    Sin embargo, y sin quererlo, el juicio en La Haya oblig a Humala a cambiar la posicin del Per frente a la Convencin del Mar para lograr as un fallo que, como dijo el presidente de la corte de La Haya, que no amputa excesivamente las pretensiones de Chile ni a las del Per. Esto quiere decir que se les daba a ambos pases beneficios tangibles: a Chile el dominio que ya ejerca tcitamente en el paralelo, hasta 80 millas (un rea biolgica rica), y al Per, gracias a lo establecido en la Convencin del Mar, una lnea equidistante que le otorga una extensa zona martima a explotar, para su exclusivo beneficio, de 50 mil km2.

    As, a pesar de que el fallo de la corte de La Haya no le dio la razn al principal argumento del Per, de que no exista frontera martima con Chile, el derecho internacional de la Convencin del Mar, invocado en el fallo, nos salv de una derrota jurdica total, aplicando una lnea equidistante despus de la milla 80 del paralelo.

    La irona de esta sentencia es que la inmensa rea concedida al Per, que se une a las 200 millas peruanas del Mar de Grau, se ha logrado porque el Per hizo una declaracin ante la corte afirmando que el trmino dominio martimo, usado en su Constitucin, es aplicado de manera consistente con las zonas martimas establecidas en la Convencin del Mar de 1982. Es decir, el Per acept ante la corte una zona de mar territorial de solo 12 millas y una zona exclusiva econmica de 188 millas donde se respeta la libre navegacin. En vista de esta declaracin la corte de La Haya procedi en su sentencia, tambin de acuerdo al artculo 74, prrafo 1, y 83 de la Convencin del Mar, a trazar una lnea equidistante a partir de la milla 80 del paralelo, dndole al Per una extensa rea de mar que estaba bajo el dominio martimo de Chile.

    Si no se hubiera aclarado que el dominio martimo del Per se aplicaba de acuerdo a los espacios de la Convencin del Mar (algo que la diplomacia peruana, con realismo, siempre promovi), nuestra derrota jurdica hubiera sido total. Una irona que muestra con que irracionalidad se han manejado los intereses del Per

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    frente al derecho internacional martimo moderno establecido en la Convencin del Mar.

    Es ms, en la reunin de Santiago 2+2, el Per ratific lo declarado en La Haya y acord con Chile que ejercera sus derechos y sus obligaciones en toda la zona martima ganada en forma consistente con el derecho internacional tal como se encuentra en la Convencin de 1982 (se refiere a la Convencin del Mar). En otras palabras, esto significa que con respecto a Chile y terceros pases, el Per respetar la libertad de navegacin y de sobrevuelo sobre su zona econmica exclusiva.

    Esta es la leccin que nos ha dado el fallo de La Haya sobre el valor que tiene el moderno derecho internacional martimo contenido en la Convencin del Mar.

    Si bien el gobierno de Humala precis que no van a adherir a la Convencin (del Mar), ha declarado solemnemente, ante la Corte de Justicia de La Haya y en la Declaracin de Santiago 2+2, que sus deberes y obligaciones martimas en el Mar de Grau son consistentes con el derecho internacional vigente establecido en la Convencin del Mar de 1982.

    Despus de estos repetidos compromisos de aplicar el derecho internacional moderno en el Mar de Grau y de aceptar un fallo donde los jueces le dieron al Per un extenso espacio martimo, en base a la prctica jurdica de la Convencin del Mar, firmar la convencin de 1982 en el futuro ser para el Per solo una formalidad. Y est bien que as lo sea porque ya es tiempo de que el Per se una a los 166 pases (incluyendo todos nuestros vecinos, Colombia, Ecuador y Chile) que se rigen por el derecho martimo moderno de la Convencin del Mar, dejando de ser el nico pas latinoamericano que, junto con Venezuela, forman un solitario binomio rebelde incomprensible frente a una convencin con valor jurdico universal.

    En conclusin, la minimalista, casi invisible, poltica internacional del actual rgimen se distingue por proclamas a la

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    integracin americana y sudamericana sin ningn plan estratgico para aprovechar el actual reacomodo geopoltico sudamericano que nos favorece. De igual modo, el gobierno se caracteriza por cometer un gran error geopoltico al involucrase y dedicarse ms a la Alianza del Pacfico sin, al mismo tiempo, repotenciar nuestra alianza estratgica bilateral con el Brasil. Finalmente, nuestra actual poltica exterior sobresale tambin por contradecirse al no firmar la Convencin del Mar, al mismo tiempo que se doblega ante la contundente fortaleza del derecho internacional, la que adems nos permiti trazar la lnea equidistante que no solo nos salv de una derrota jurdica sino que nos dio soberana sobre cerca de 50 mil km2 de mar.