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Nº1 SÍNDROME METABÓLICO CURSO 2005 - 2006

1.- CUADERNILLO SINDROME METABOLICO

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Page 1: 1.- CUADERNILLO SINDROME METABOLICO

Nº1

SÍNDROME METABÓLICO

CURSO 2005 - 2006

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Copyright 2001

La A.E.B.M. se reserva todos los derechos . Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,

transmitida en ninguna forma o medio alguno, electrónico o mecánico, incluyendo las fotocopias,

grabaciones o cualquier sistema de recuperación de almacenaje de información sin la autorización

por escrito de la A.E.B.M.

I.S.B.N. 84 - 689 - 0024 - 9

Depósito Legal: M-44.071 / 2002

Título: Taller de Residentes

Editor: Asociación Española de Biopatología Médica

Fecha de Distribución: Diciembre 2005

Distribuye: AEBM

Imprime: GAYCE, S.A. (C/ Comandante Zorita, 49 - 28020 MADRID)

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Síndrome metabólico Carolina Peña Tejeiro.- Servicio de Análisis Clínicos. Hospital Universitario de

La Princesa. Madrid. Concepción Alonso Cerezo.- . Servicio de Análisis Clínicos. Hospital

Universitario de La Princesa. Madrid.

1. INTRODUCCIÓN El síndrome metabólico (SM) es una entidad clínica controvertida que presenta un

conjunto de alteraciones metabólicas asociadas a un elevado riesgo

cardiovascular, en el que la resistencia a la insulina (RI) parece ser su

característica principal.

El SM también es conocido en las dos últimas décadas como síndrome de

Reaven, síndrome X, cuarteto de la muerte, síndrome de resistencia a la insulina,

síndrome dismetabólico cardiovascular, síndrome múltiple dismetabólico o

simplemente síndrome metabólico. Actualmente todos los autores aceptan la

denominación de SM.

Entre los componentes del SM figuran:

- obesidad abdominal

- dislipemia aterogénica

- elevación de la presión arterial (HTA)

- resistencia a la insulina

- estado protrombótico

- estado proinflamatorio

2. DIAGNÓSTICO Los criterios clínicos del síndrome metabólico están definidos por varias

organizaciones. Aunque estos criterios son parecidos, en muchos aspectos

manifiestan diferencias en sus causas predominantes. El diagnóstico basado en

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los criterios de la Nacional Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel

III (NCEP ATP III) es el más sencillo y fácil de aplicar en la práctica clínica y

presenta una concordancia superior al 80% con los criterios de la OMS. En abril

del 2005, la Federación Internacional de Diabetes (IDF) presentó una nueva

definición del síndrome metabólico consensuada, en la que el principal

componente pasa a ser la obesidad central. a. Según la OMS, los criterios clínicos del síndrome metabólico son los

siguientes:

- insulino-resistencia, identificada por uno de los siguientes criterios � Diabetes tipo 2.

� Alteración de la glucemia en ayunas.

� Alteración de la tolerancia a la glucosa.

� Niveles normales de glucemia en ayunas (menores de 110 mg/dl),

con captación de glucosa por debajo del menor quartil para la

población de donde proviene el paciente e hiperinsulinemia bajo

condiciones de euglucemia.

- más cualquiera de los siguientes criterios: � Consumo de medicación antihipertensiva o hipertensión arterial

(sistólica mayor o igual a 140 mmHg, o diastólica mayor o igual a 90

mmHg).

� Triglicéridos plasmáticos mayores o iguales a 150 mg/dl.

� Colesterol-HDL menor de 35 mg/dl en hombres o menor de 39 mg/dl

en mujeres.

� Índice de masa corporal (IMC) mayor de 30 Kg/m2, o razón

cintura/cadera mayor de 0.9 en hombres o de 0.85 en mujeres.

� Tasa de excreción urinaria de albúmina mayor o igual a 20 µg/min o

razón albúmina/creatinina mayor o igual a 30 mg/g.

b. Según el Grupo Europeo para el Estudio de la Resistencia a la Insulina

(EGIR), los criterios clínicos para el diagnóstico del síndrome

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metabólico/resistencia a la insulina son los siguientes:

- Insulino-resistencia o insulinemia en ayunas mayor del percentil 75 (en

pacientes no diabéticos), y dos o más de las siguientes alteraciones:

� Hiperglucemia mayor o igual a 110 mg/dl.

� Tensión arterial mayor o igual a 140/90 mmHg, o medicación

antihipertensiva.

� Dislipidemia: triglicéridos mayor de 180 mg/dl o colesterol-HDL

(cHDL) menor de 40 mg/dl.

� Obesidad central: circunferencia de cintura mayor de 94 cm en

varones o de 80 cm en mujeres.

c. Según los criterios de NCEP ATP III el diagnóstico del síndrome metabólico

se realiza cuando tres de los siguientes criterios están presentes:

� Obesidad abdominal: perímetro de la cintura mayor de 102 cm en

varones o de 88 cm en mujeres.

� Triglicéridos mayores o iguales a 150 mg/dl (1.69 mmol/l).

� cHDL menor de 40 mg/dl (1,04 mmol/l) en hombres o de 50 mg/dl

(1,29 mmol/l) en mujeres.

� Tensión arterial mayor o igual a 130 mmHg de sistólica, o mayor o

igual a 85 mmHg de diastólica.

� Glucemia en ayunas mayor o igual a 110 mg/dl (6.1 mmol/l).

d. La IDF define SM cuando una persona adulta posee un perímetro de cintura

mayor a 94 cm en el hombre y los 80 cm en las mujeres y, además, tiene dos

de los siguientes factores:

� Niveles de triglicéridos mayores o iguales a 150 mg/dl (1.7mmol/L) o

con tratamiento específico para esta alteración lipídica.

� Colesterol HDL por debajo de 40 mg/dl (1.03 mmol/L en los hombres y

de 50 mg/dl (1.29mmol/L) en las mujeres o con tratamiento

específico para esta alteración lipídica.

� Cifras de presión arterial superior a 130 mmHg para la sistólica o

superior a 85 mmHg para la diastólica o tratamiento antihipertensivo.

� Glucosa en ayunas mayor o igual a 100 mg/dl o diagnóstico previo de

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diabetes tipo 2. Por encima de 5.6 mmol/L o 100 mg/dL, el test de

tolerancia oral de glucosa está recomendado pero no es necesario

para definir la presencia del SM.

3. EPIDEMIOLOGÍA Debido al incremento de prevalencia de la obesidad en la sociedad, el síndrome

metabólico esta aumentando en frecuencia. Siguiendo los criterios de la NCEP

ATP III, la prevalencia del SM en mayores de 20 años es del 24% y se incrementa

con la edad (en mayores de 50 años es superior al 30% y por encima de los 60

años es mayor del 40%). La frecuencia del SM varía en función del estado de

tolerancia a la glucosa de la población, siendo del 25.8% en sujetos con glucemia

normal y ascendiendo al 86% en sujetos con DM.

La prevalencia aumenta con la edad, es más frecuente en varones y en los sujetos

con alteraciones del metabolismo hidrocarbonado.

4. IMPORTANCIA CLÍNICA DEL SINDROME METABÓLICO El síndrome metabólico consiste en un conjunto de factores que aumentan el

riesgo para las enfermedades cardiovasculares (ECV) y para la diabetes tipo 2.

La conferencia NHLBI/AHA confirma que las ECV son una complicación del

síndrome metabólico, e identifica 6 componentes mayores del síndrome: la

obesidad abdominal, la dislipemia aterogénica, la HTA, la resistencia a la insulina

o la intolerancia a la glucosa, el estado proinflamatorio, y el estado protrombótico.

Según la NCEP ATP III, el SM es un factor de riesgo cadiovascular que requiere

la máxima atención. Determina los factores de riesgo de las ECV como:

• Subyacentes: la obesidad (especialmente obesidad abdominal), la

inactividad física y la dieta aterogénica.

• Mayores: tabaquismo, hipertensión, aumento de cLDL, disminución de

cHDL, antecedentes familiares de enfermedad coronaria prematura y el

envejecimiento.

• Emergentes: aumento de triglicéridos, las partículas pequeñas de LDL, la

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resistencia a la insulina, la intolerancia a la glucosa, el estado

proinflamatorio y el estado protrombótico.

Aunque el NCEP ATP III identificó las ECV como el resultado clínico primario del

síndrome metabólico, la mayoría de los individuos con este síndrome tiene

resistencia a la insulina que les confiere un incremento en el riesgo para la

diabetes tipo 2. Cuando la diabetes llega a ser clínicamente evidente, el riesgo del

ECV aumenta bruscamente.

En el estudio de Framingham, la presencia de SM fue altamente predictiva del

comienzo de diabetes.

5. ETIOPATOGENIA Se considera que la etiología de este síndrome es multifactorial (tabla 1). Los

factores genéticos y los medioambientales, tales como la inactividad física, la

dieta, el tabaco o el estrés crónico, desempeñan un papel importante. Ambos

inducen un incremento del tejido graso y una activación de la inmunidad innata.

Otros factores implicados en el desarrollo del SM son:

- Obesidad y desórdenes del tejido adiposo

- RI

- Liberación de moléculas relacionadas con la inflamación

- Envejecimiento y estilo de vida

- Dislipemia

- Hipertensión arterial

- Hiperglucemia

- Diabetes

- Inflamación

- Disfunción endotelial

- Microalbuminuria

En 1987, Reaven sugirió que la RI podría ser el mecanismo fisiopatológico común.

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Factores genéticos Factores ambientales

Dislipemia, hipertensión arterial, Hiperglucemia/ Diabetes, Inflamación, Disfunción endotelial, Microalbuminuria

ATEROSCLEROSIS Tabla 1: Etiopatogenia del Síndrome Metabólico

6. FISIOPATOLOGÍA DEL SM Los factores genéticos, dentro de un ambiente de inactividad física y de dieta

excesiva, dan lugar a un incremento del tejido graso y a la activación de la

inmunidad innata. En la patogenia del SM intervienen tres componentes importantes: obesidad y

desórdenes del tejido adiposo, la insulino resistencia y una constelación de

factores de riesgo independientes, como las moléculas de origen hepático (leptina,

adiponectina y resistina) y factores vasculares e inmunológicos como TNF-alfa, IL-

6, PCR, factor inhibidor de la activación del plasminógeno (PAI-1), que ejercen

acciones proinflamatorias, proaterogénicas y protrombóticas y pueden favorecer

muchas de las alteraciones que componen el SM. Otros factores como la edad y

los cambios hormonales parecen contribuir también al desarrollo del SM.

La consecuencia final es el desarrollo de aterosclerosis y eventos

cardiovasculares isquémicos.

Resistencia a la insulina

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7. COMPONENTES DEL SM La NCEP ATP III relaciona 6 componentes del SM con la ECV.

7.1. OBESIDAD Y DESORDENES DEL TEJIDO ADIPOSO La NCEP ATP III considera la epidemia de la obesidad (asociada al sedentarismo)

como responsable importante del aumento de la prevalencia del SM.

La obesidad contribuye a la HTA, al aumento sérico del colesterol, al descenso del

HDL y a la hiperglucemia, dando lugar a un aumento del riesgo cardiovascular.

La obesidad, sobre todo a nivel abdominal, se correlaciona con los factores de

riesgo del SM, ya que el acumulo de grasa abdominal es la principal responsable

de la RI, dislipidemia, HTA y los demás componentes de este síndrome.

En el desarrollo de la obesidad, los factores genéticos y ambientales están muy

ligados.

El exceso de tejido adiposo elabora una serie de productos que parecen

incrementar estos factores de riesgo como son las adipocinas (adiponectina,

resistina, leptina), los promotores inflamatorios y los ácidos grasos no

estrerificados.

7.1.1 Adiponectina La presencia de esta proteína en plasma fue descubierta en 1999. También se

denomina Acrp30 o AdipoQ (adipocyte complement related protein). Es una

proteína de 247 aminoácidos con estructura similar a las subunidades del

componente C1q del sistema complemento, producida y segregada

exclusivamente por los adipocitos. Regula el metabolismo de lípidos y de glucosa,

controlando la respuesta a la insulina. Tiene también actividad antiinflamatoria

sobre el sistema arterial, inhibiendo in vitro la proliferación de las células del

músculo liso vascular. Su concentración plasmática es más baja en obesos (sobre

todo de predominio abdominal), en diabéticos, en mujeres y especialmente en

pacientes con enfermedad coronaria. Altos niveles de adiponectina se asocian con

reducción de riesgo coronario.

Actualmente se establece una relación inversa entre la resistencia a la insulina y

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los niveles de adiponectina que sugiere que esta proteína desempeña un cierto

papel en la sensibilidad a la insulina.

7.1.2. Resistina Es una proteína segregada por los adipocitos y puede estar relacionada con la

resistencia a la insulina. Puede considerarse como uno de los nexos de unión

principales entre el SM y el proceso arterioesclerótico por su capacidad de

promover y activar elementos claves de este proceso. Se produce así la activación

de células endoteliales mediante la liberación de endotelina (ET-1) y PAI-1. Regula

las moléculas de adhesión vásculo-celular (VCAM-1), la proteína de atracción de

los monocitos (MCP-1) y el factor de necrosis tumoral asociado al factor 3

(TNFF3), que es un inhibidor del CD40 que induce resistencia a la insulina.

Actualmente, la resistina como nexo de unión entre la resistencia a la insulina y la

obesidad es objeto de controversia. Se han encontrado niveles elevados de

resistina en la obesidad inducida por dieta y en modelos genéticos de obesidad y

de resistencia a la insulina. La expresión de sus genes y su mRNA en adipocitos

disminuye tras tratamiento con algunos antidiabéticos (tiazolidindionas) que

mejoran la sensibilidad tisular a la insulina.

7.1.3. Leptina Se sintetiza por los adipocitos, y en menor cuantía por la placenta y el estómago.

La concentración de leptina en plasma depende de una serie de factores, como el

sexo, la edad, el índice de masa corporal (IMC) y la ingesta calórica.

La leptina estimula el sistema nervioso simpático, las glándulas suprarrenales y el

tejido adiposo, además de ser una hormona reguladora del balance energético y

del peso corporal.

Los niveles de leptina aumentan en relación directa con el IMC, y en la obesidad

se produce una resistencia a la leptina.

Hay cierta controversia acerca de su relación con el aumento del riesgo

cardiovascular y con la insulina. La leptina bloquea la secreción de insulina y

parece disminuir su resistencia periférica, existiendo una interrelación entre ambas

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hormonas.

La determinación de leptina en el laboratorio puede realizarse mediante un

radioinmunoanálisis (RIA) específico o por ensayo inmunoenzimático (ELISA). Los

niveles de leptina en personas con peso normal oscilan de1 a 15 ng/ml, mientras

que en individuos con un IMC superior a 30 se pueden encontrar valores de 30

ng/ml o superiores.

7.1.4. Proteína C reactiva Es un reactante de fase aguda, por lo que su concentración está aumentada en

afecciones que implican respuesta inflamatoria. La PCR se puede considerar

como otro marcador potencial del riesgo de la enfermedad aterosclerótica. Los

niveles aumentados en la obesidad pueden significar un exceso de citoquinas y un

estado proinflamatorio.

En un estudio multicéntrico de 1.008 sujetos se valoró la relación entre esta

proteína y la grasa corporal. Los resultados demostraron su relación con algunos

componentes del SM, sugiriendo así que la inflamación crónica puede ser un

nuevo componente del síndrome de resistencia a la insulina.

Ford ES et al demuestran que un alto porcentaje de niños y adolescentes

diagnosticados de SM tienen niveles de PCR elevados, que predicen futuros

eventos adversos en estos pacientes. En otro estudio realizado a 27.939 mujeres

a las que se sigue durante 8 años, se evidencia que aquellas con valores más

altos de PCR presentan mayor prevalencia de acontecimientos cardiovasculares.

7.1.5. Factor inhibidor de la activación del plasminógeno (PAI-1) El plasminógeno es la globulina que inicia la fibrinolisis. Un aumento en la

concentración de su principal inhibidor (PAI-1) aumentaría el riesgo de ECV de

origen trombótico.

El tejido adiposo humano, en especial la grasa visceral, contribuye de forma

importante a la elevación de los niveles plasmáticos de dicho factor.

Los niveles aumentados de PAI-1 están asociados a dislipemia, hiperinsulinemia e

hipertensión arterial. Esta asociación entre PAI-1 y los componentes del síndrome

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metabólico podría explicar la predisposición a la aterotrombosis de los pacientes

resistentes a la insulina.

7.1.6. Ácidos grasos no esterificados Elevadas concentraciones de estos ácidos sobrecargan al músculo y al hígado de

lípidos, dando lugar a insulino-resistencia.

7. 2. DISLIPEMIA ATEROGÉNICA El metabolismo lipoproteico está sometido a gran variación genética, por lo que la

expresión de dislipemias en respuesta a la obesidad y/o insulino resistencia varía

considerablemente.

Los trastornos de las lipoproteínas son constantes en el síndrome metabólico. La

dislipemia aterogénica del SM se manifiesta en los análisis de rutina mediante un

aumento del nivel de triglicéridos (sobre todo por aumento de VLDL) y un

descenso del colesterol HDL. Otros análisis lipídicos revelan un aumento de

lipoproteínas remanentes, de apolipoproteina B y de partículas pequeñas de LDL.

7.3. RESISTENCIA A LA INSULINA E INTOLERANCIA A LA GLUCOSA Es una alteración celular que implica fundamentalmente al tejido adiposo, al

hígado y al músculo esquelético.

Clínicamente la RI se define como la incompetencia de una determinada

concentración de insulina para conseguir el control de la glucosa. El efecto

fisiológico de la insulina está disminuido, con una peor utilización de la glucosa,

que trata de compensarse con un aumento de su síntesis (hiperinsulinismo).

Cuando este mecanismo resulta insuficiente se desarrolla la intolerancia a la

glucosa o diabetes tipo 2.

Aparte de la susceptibilidad genética son necesarios factores ambientales, como

la obesidad abdominal, una dieta rica en grasas e hidratos de carbono, el

sedentarismo y el tabaquismo.

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7.3.1. MEDIDA DE LA RI Existen diferentes métodos para valorar la RI:

- Técnica del CLAMP o pinza euglicémica hiperinsulinémica: consiste en

inyectar una dosis de insulina fija y predeterminada vía intravenosa y una infusión

variable de glucosa que sea suficiente para lograr unos niveles sanguíneos

normales durante toda la prueba. (Se toman muestras plasmáticas a intervalos

regulares y se ajusta de manera continua la infusión de glucosa para mantener la

concentración de glucosa constante). Puesto que la concentración de glucosa no

varía, la cantidad de glucosa captada por todas las células del organismo debe ser

equivalente a la cantidad de glucosa infundida. Es la técnica más válida para

medir la acción de la insulina, porque aporta información sobre la cantidad de

glucosa metabolizada por los tejidos periféricos durante la estimulación con

insulina.

- Modelo mínimo aproximado del metabolismo de la glucosa: se requieren dos

vías intravenosas, una para la administración de un bolo de glucosa al 50% y otra

para tomar muestras cada cuatro horas para medir glucosa e insulina. Sobre esta

información se aplican ecuaciones diferentes para calcular los índices de

sensibillidad a la insulina y efectividad de la glucosa. Los índices menores de 2 x

104 uU/ml se dan en presencia de severa resistencia a la insulina, mientras que

los valores superiores a 5 x 104 uU/ml son observados en sujetos normales.

- Test de supresión de la insulina: en su origen se administra una infusión

cuádruple de glucosa, insulina, propanolol y epinefrina. De esta forma se induce

hiperglucemia que estimula la producción endógena de insulina, la cual va a ser

inhibida por la adrenalina, y dado que esta estimula la producción endógena de

glucosa, se administra propanolol para bloquearla. Este test se ha modificado

reemplazando la adrenalina y el propanolol por somatostatina, que suprime la

secreción endógena de insulina, glucagón y hormona de crecimiento, inhibe

gluconeogénesis en individuos normales como en diabéticos y no tiene efectos

directos sobre la glucosa ni sobre el metabolismo de los lípidos.

- Test de tolerancia a la insulina: se desarrolló para evaluar la sensibilidad de la

insulina in vivo, y consiste en aplicar, por vía intravenosa, una dosis farmacológica

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de insulina (0.1 U por kg de peso) y recolectar muestras de sangre para medir

glicemia e insulina 15’ y 5’ previos a la insulina, y a los 3’, 6’, 9’, 12’, 15’, 20’ y 30’

después de la infusión. Pero provoca hipoglucemia por la interacción entre la

insulina por un lado, y el glucagón, catecolaminas, hormona de crecimiento y

cortisol por otro. Esta respuesta ocurre 15’ a 20’ después de la infusión de

insulina, por lo que se ideó un test de tolerancia a la insulina modificado. La

prueba se prolonga hasta los 15’, tras los cuales se inyecta por vía intravenosa

una dosis de glucosa.

- HOMA (homeostasis model assessment): es un modelo matemático basado en

datos fisiológicos obtenidos de experimentos y formulaciones matemáticas que

describen las relaciones entre la glucosa y la insulina. Lo más sencillo es medir la

homeostasis basal mediante las concentraciones en ayunas de la glucosa y la

insulina ajustadas mediante una constante.

- CIGMA (continous infusion of glucosa with model assessment): es otro modelo

matemático en el que se miden los niveles de glucosa e insulina en ayunas. Una

infusión continua de 5 mg de glucosa por kilo de peso por minuto se mantiene

durante 60’. Es seguida de un muestreo frecuente de las concentraciones

plasmáticas de glucosa e insulina a los 50’, 55’ y 60’. Al terminar la prueba se

realiza una glucosuria.

En Atención Primaria estas pruebas no se utilizan. Se ha demostrado que la

utilización de la determinación combinada de trigliceridemia e insulinemia en

ayunas es una fórmula conveniente para asesorar la RI en estudios

epidemiológicos, a pesar de que no informa sobre la utilización periférica de la

glucosa. En la práctica no se recomienda la determinación rutinaria de insulinemia,

ya que existen parámetros clínicos más accesibles y coste-efectivos.

7.4. HIPERTENSIÓN ARTERIAL La presión arterial se correlaciona muy bien con muchos de los componentes del

SM. Se ha establecido en la HTA una disminución en la sensibilidad a la insulina e

hiperinsulinemia en ayunas y tras sobrecarga oral o intravenosa de glucosa.

La hiperinsulinemia se propone como el elemento causal de la asociación, ya que

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esta hormona estimula:

- El sistema renina-angiotensina, que produce disfunción endotelial, con

crecimiento vascular y disfunción plaquetaria.

- El sistema nervioso simpático, que produce vasoconstricción, aumento del

gasto cardiaco y una respuesta inmunológica e inflamatoria.

Por ello, todas las definiciones del SM incluyen a la HTA dentro del espectro

clínico, diagnóstico y terapéutico.

7. 5. ESTADO PROINFLAMATORIO Es clínicamente demostrable por el aumento de PCR en sangre. La PCR se

correlaciona bien con la obesidad y con otros elementos del SM y parece ser un

factor de riesgo independiente para el desarrollo de enfermedad cardiovascular.

Sin embargo, aún se considera un factor de riesgo emergente, sin peso para el

diagnóstico del SM y falta por definir si su relación es totalmente independiente de

la adiposidad medida por métodos más sencillos. La PCR medida por

procedimientos “ultrasensibles” (PCRus) es una técnica de mayor costo, que se

está investigando como un marcador de riesgo inflamatorio para enfermedad

coronaria. La PCRus puede ser un marcador sensible de inflamación vascular, y

se ha sugerido que puede proporcionar un método nuevo para determinar el

riesgo de ECV aditivo al de los factores de riesgo tradicionales. Varios estudios

sobre PCRus han demostrado una relación constante entre la concentración de

PCR y los acontecimientos futuros de ECV. Esta relación es independiente del

resto de los factores de riesgo medidos. No se recomienda utilizarla de rutina en el

SM sino en los casos en los que el riesgo cardiovascular es de 10 a 20% según la

escala de Framinghan. De todas formas, la administración de aspirina de rutina en

todo paciente con enfermedad coronaria o DM contrarresta el estado

proinflamatorio y protrombótico.

Se considera que una concentración de PCR en suero mayor o igual a 3 mg/l es

un marcador de riesgo.

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7. 6. ESTADO PROTROMBÓTICO Está íntimamente relacionado con el estado proinflamatorio. Clínicamente se

caracteriza por:

- elevación del fibrinógeno

- elevación de la concentración de reactantes de fase aguda, como la PCR y

el PAI-1, ambos bien relacionados con el riesgo cardiovascular de estos

pacientes de forma independiente a los factores de riesgo clásicos, pero

aún no se incluyen entre los criterios diagnósticos de SM.

8. ESTUDIOS NECESARIOS ANTE UNA SOSPECHA DE SÍNDROME METABÓLICO La valoración del paciente permite valorar el daño vascular, evaluar el riesgo

cardiovascular y establecer los objetivos terapéuticos a seguir. Se debe de

realizar: 1. Historia clínica completa:

- Antecedentes familiares y personales (sobre todo los relacionados

con la morbi-mortalidad cardiovascular y los factores de riesgo).

- Hábitos relacionados con su estilo de vida (dieta, actividad física y

consumo de tóxicos como el tabaco o el alcohol).

- Consumo de medicamentos.

- Síntomas relacionados con la arteriosclerosis.

2. Exploración física:

- Perímetro abdominal

- Medida de la presión arterial, palpación de pulsos periféricos.

- Auscultación cardiopulmonar y carotídea.

- Exploración neurológica que incluya reflejos y sensibilidad.

- Examen de los pies en pacientes diabéticos.

- Fondo de ojo.

3. Pruebas complementarias.

- Bioquímica general: glucemia, creatinina, ácido úrico, transaminasas,

TSH (cuando proceda).

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- Hemograma.

- Perfil lipídico completo (colesterol total, cHDL, cLDL y triglicéridos).

- Hemoglobina glicosilada (en diabéticos)

- Sistemático de orina y microalbuminuria.

- Electrocardiograma.

9. TRATAMIENTO Debe perseguir dos objetivos:

- disminuir el riesgo cardiovascular

- prevenir o retrasar la evolución hacia una DM

El sobrepeso y la obesidad forman parte del SM, por lo que las medidas higiénico-

dietéticas, como la reducción calórica y el ejercicio físico adecuado, son el

tratamiento de elección en la primera fase del tratamiento.

9.1. Sobrepeso y obesidad Estos pacientes deben seguir una dieta encaminada a reducir el peso. Los

depresores del apetito o los inhibidores de la absorción intestinal de grasa pueden

utilizarse como suplemento a la dieta.

Algunos sujetos con IMC mayor de 40 Kg/m2 o de 35 Kg/m2 (con comorbilidad

asociada al SM) y que no logren reducciones de peso con la dieta pueden ser

candidatos a cirugía de la obesidad.

9.2. Inactividad física Predispone al desarrollo de obesidad y SM. Un ejercicio aeróbico regular se

recomienda en estos pacientes, ya que mejora todos los componentes del SM y

ayuda a perder peso. Se recomienda un ejercicio moderado-intenso al menos 30

minutos al día.

9.3. Dislipemia aterogénica El objetivo fundamental es el control de las LDL. Las ESTATINAS son el fármaco

hipolipemiante de elección. Los FIBRATOS pueden asociarse a las estatinas.

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La dieta y el ejercicio físico regular también son de elección en la dislipemia

asociada a este síndrome.

9.4. Hipertensión arterial Si las cifras son mayores de 140/90 mmHg o de 130/80 mmHg en presencia de

DM, está indicado el tratamiento farmacológico. Ningún fármaco antihipertensivo

es de elección en el SM, pero los IECAS y los ARA-II (bloqueantes de la

angiotensina), han demostrado tener algunas ventajas en sujetos con SM.

9.5. Estado protrombótico Las actuales recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón (AHA)

indican la administración de ANTIAGREGANTES PLAQUETARIOS en pacientes

con riesgo coronario superior al 10% en 10 años.

Muchos pacientes con SM pueden tener este nivel de riesgo debido a la presencia

de varios factores de riesgo, por lo que la administración de AAS está indicada.

9.6. Prevención de la diabetes En sujetos con RI, reducciones discretas de peso y aumentos del ejercicio físico

son capaces de reducir la progresión a DM.

Los agonistas PPAR gamma (receptores activados por el proliferador de

peroxisomas gamma) o TIAZOLINDIONAS son fármacos utilizados en el

tratamiento de la DM que mejoran la sensibilidad a la insulina y varios

componentes del SM.

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