18
CRITICÓN,  102,  2008,  pp.  37-53. L a  transmisión de la  exégesis en la oratoria sagrada del  siglo  xvn l  caso del  Panegírico  funeral  del Rey  elipe  por Fray  Hortensio  Paravicino Francis  Cerdan LEMSO-FRAMESPA,  Universidad de Toulouse-Le Mirail L a  palabra griega  exégesis  significa exactamente,  según  reza el diccionario de la RAE: «Explicación,  interpretación. Aplícase principalmente a la de los libros de la Sagrada Escritura».  Ya los hebreos, al lado del texto sagrado de la Biblia, habían elaborado primero el  Midrash  y  después  a  Haggadá  y el  Pesher,  formas que se prolongaron en el Nuevo  Testamento. En la perícopa del Evangelio del  Niño  perdido (Lucas 2,  42-52) vemos al  Niño  Jesús, con  sólo  doce años, discutir con los doctores sobre las  Escrituras, en un puro ejercicio de exégesis verbal.  Después  de tres años de vida pública y de predicación oral, Cristo, antes de desaparecer por los  cielos  «en su gloriosa ascensión», como dice el texto litúrgico,  envió  a sus apóstoles por el mundo a predicar el Evangelio: «Euntes  in mundum universum praedicat e Evangeliu m omni creaturae»  (Me 14, 15). Durante muchos años la predicación evangélica fue realizada oralmente y,  sólo  después, poco a poco, surgieron textos escritos: las primeras epístolas atribuidas a los apóstoles y los relatos evangélicos. A  partir  del final del  siglo  segundo, los libros sagrados cristianos formaron un  corpus  comparable al del Antiguo Testamento. Muchos de  esos  textos son ya comentarios que tienen que ver con la teología, y podemos decir que se  trata,  en cierto modo, de exégesis a  partir  del Antiguo Testamento. Luego, en la línea de la exégesis hebraica, se fue constituyendo un  corpus  exegético cada vez más importante. Citemos primero a Orígenes y los alejandrinos por una parte y, por  otra,  los antioquianos y seguidores de Luciano. Luego, los llamados «Padres», los Doctores de la Iglesia y los santos más reconocidos, como san Atanasio (f 373), san Basilio Magno (329-379),  sa n  Juan  Crisóstomo  (354-407),  san Agustín  (354-430),  san Jerónimo (340- CRITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exég esis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

102_037

Embed Size (px)

Citation preview

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 1/18

CRITICÓN,  102,

 2 0 0 8 ,

  pp.

  3 7 - 5 3 .

L a

  transmisión de la  exégesis

en la oratoria sagrada del

  siglo

  xvn

l  caso del  Panegírico

  funeral  del Rey  elipe 

por Fray

  Hortensio

  Paravicino

F r a n c i s  Ce r da n

L E M S O - F R A M E S P A ,

  Universidad de Toulouse-Le Mirail

L a

 palabra griega

  exégesis

  significa exac tam ent e,

  según

  reza el diccionario de la RAE:

«Explicación,

  interpretación. Aplícase principalmente a la de los libros de la Sagrada

E s c r i t u r a » .  Ya los hebreos, al lado del texto sagrado de la Biblia, habían elaborado

primero el Midrash  y

  después

  la  Haggadá  y el  Pesher,  for mas que se pro lo ngar on en el

Nuevo

  Testamento. En la perícopa del Evangelio del  Niño  perdido (Luc as 2,  4 2 - 5 2 )

vemos al

  Niño

  Jesús, con

  sólo

  doce años, discutir con los doctores sobre las  E s c r i t u r a s ,

en un puro ejercicio de exégesis verbal.

  Después

  de tres años de vida pública y de

predicación oral, Cristo, antes de desaparecer por los

  cielos

  «en su gloriosa asc ensió n»,

como dice el texto litúrgico,

  envió

  a sus apóstoles por el mundo a predicar el Evangelio:

«Euntes

  in mundum universum praedicate Evangelium omni creaturae»

  (Me 14 , 15 ).

Durante muchos años la predicación evangélica fue realizada oralmente y,

  sólo

  después,

po co a po co , surgieron text os escritos: las primera s epístolas atrib uidas a los apóstol es y

los relatos evangélicos. A  p a r t i r  del final del  siglo  segundo, los libros sagrados cristianos

formaron un  corpus  co mpa rab le al del Antiguo Tes tam ent o. Mu ch os de

  esos

  textos son

ya comentarios que tienen que ver con la teología, y podemos decir que se   t r a t a ,  en

cierto modo, de exégesis a  p a r t i r  del Antiguo Testamento. Luego, en la línea de la

exégesis hebraica, se fue constituyendo un  corpus  exegético ca da vez más imp ort ant e.

Cite mos pr ime ro a Orígenes y los alejandrino s por una part e y, por

  o t r a ,

  los

antioquianos y seguidores de Luc ian o. Lue go, los llamados «Pa dre s», los Doct ores de la

Iglesia y los santos más rec ono ci dos , c om o san Ata nasi o (f 3 7 3 ) , san Basilio Ma gn o

( 3 2 9 - 3 7 9 ) ,

  sa n  J u a n  Crisóstomo

  ( 3 5 4 - 4 0 7 ) ,

  san Agustín

  ( 3 5 4 - 4 3 0 ) ,

  san Jerónimo (340-

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 2/18

3 8

F R A N C I S C E R D A N Criticón,

  102,  2 0 0 8

4 2 0 ) ,  san Pedro Crisólogo ( f 45 0 ) , san Gregori o Ma gno  ( 5 4 0 - 6 0 4 ) ,  Beda el Venerable

( 6 7 3 - 7 3 5 ) ,

  san Juan Damaseno  (siglo v m ) y, más tarde, Hu go de san Víct or (f  1 1 4 1 ) ,

Alberto Magno

  ( 1 1 8 3 - 1 2 8 0 )

  y otr os mu ch o. .. To das esas obra s exegéticas confluyeron

en la inmensa exégesis que son la  Suma  y la  Catena áurea  de sant o To má s de Aqui no, en

pleno

  siglo

  x i n

  ( 1 2 2 7 - 1 2 7 4 ) .

  Pasa ndo por alto el poste rior desarroll o medieval,

llegamos a los Humanistas y a los

  Siglos

 de Oro, particularmente en España.

A  p a r t i r  del Concilio de Trento, se puso el  énfasis  sobre los comentarios de los Padres

de la Iglesia

  p a r a

  explicar mejor el dogma y, con la crecida importancia de la

predi cac ión, me nudea ron los sermo nari os, las retór icas cristianas y las obr as teóri cas

sobre el «Arte de predicar»  Ars praedicandi).  Nos interesaremos aquí

  sólo

  a la primera

de las tres ope ra ci one s int rínsecas de la ret óri ca : la

  inventio.

  To do s los trata distas

insisten  en la manera de «formar un sermón». Por ejemplo san Francisco de  B o r j a

( t e r c e r  General de los jesuítas), en su  Tratado breve y provechoso del modo de predicar

el  Santo Evangelio,

  dice así:

El

 predicador [...] primero eligirá el texto sagrado, el argumento y materia de la doctrina y qué

es lo que dicen  ac e r c a  de esto los santos, y meditará su Evangelio. Tenga  p a r a  esto lugares

comunes con abundancia y riqueza de sentencias, razones, metáforas, figuras de la divina

Escr i tura,  ejemplos, historias y comparaciones.

1

Estos elementos, como lo particulariza Félix Herrero Salgado, experto en oratoria

s a g r a d a  del

  Siglo

  de O ro , los hab rá de busc ar el  diligente  orador en los libros de su

biblioteca:

Después,  gran parte de este material hallado lo utilizará el predicador en el discurso: unas

veces, asimilado, formando parte del cuerpo doctrinal; otras aflorará con las mismas o

parecidas palabras que halló en los textos de su estudio, e, incluso, a veces, con la explícita

mención de sus autores. Palabras prestadas, breves sentencias o frases más o menos amplias,

que constituyen las citas

1

.

L a s

  citas provenientes de los com enta rios patrístic os cobr an parti cula r interés,

por que confie ren «a uto rid ad» al discurs o del pre dic ado r. Así es c om o, repit iendo

textualmente a los Padres y Doctores, o citándolos de manera más alusiva, los oradores

cristianos del  Siglo  de Or o par tic ipa n dir ec tam ent e de la tra nsmi sió n de la exégesis

tradicional.

Se puede c on vo ca r aquí el testi monio de una ob ra literaria de ficción,

  El pasajero

  de

Suárez de Figueroa (publicado en 1617, pero escrito un poco antes). Es un  coloquio,  que

sigue  las normas del conocido género. La  t r a m a  anecdótica pone en escena a cuatro

viandantes que conversan a lo largo del camino. En el

  alivio

  iv, tr at an del tema de la

predicación. En realidad, Suárez de Figueroa traduce, muchas veces a la letra, una

r e t ó r i c a  cristiana, el  Modo de compore una predica  del franci scano Fr a Fra nce sc o

Panigarola

3

.

  Siguiendo

  el capítulo ni de su modelo, que versa sobre lo que podríamos

llamar

  la «biblio teca del pr ed ic ad or », y que es de sumo interés po rq ue tiene direc ta

1

  B o r j a ,

  Tratado breve,  p. 17.

1

  H e r r e r o ,  2002, p. 64.

3

  Véase Cerdan, 1987.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 3/18

L A  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A

3 9

aplicación en todo el campo de la oratoria sagrada del  Siglo  de Oro, Suárez de Figueroa

d e c l a r a :

Conviene

  después

  valerse de cantidad de libros de que se puedan

  s a c a r

  los conceptos que

introducen y prueban la proposición elegida. Del modo que

  t r a s

  haber propuesto fabricar

algún edificio, conviene se busquen los lugares de piedra y tabla

  p a r a s a c a r

  de

  ellos

  los

materiales

  que han de intervenir en la obra, así es menester

  en t r a r

  en el lugar de los libros,

procurando

  sa c a r

  de

  ellos

  y poner aparte casi una selva de todos los conceptos que han de

servir

 a la materia propuesta

4

.

E s t a

  palabra de

  selva

  nos lleva a la idea de antología, de trozos escogidos y reunidos,

c om o un ramille te de flores o un florilegio. Es algo muy imp orta nte que desembo ca en

un elemento básico  p a r a  la elaboración del sermón, a saber la constitución, por cada

predicador,  de su propio libro de apuntes o selva personal. La idea no es nueva. Sabido

es que ya los humanistas como

  E r a s m o ,

  Luis Vives, Miguel de Salinas o Palmireno,

recopilaban pacientemente,

  según

  el método del

  codex excerptorius,

  lugares de ot ro s

autores  según  las lecturas que hacían directamente. El método se aplicó sin dificultad al

campo  de la predicación. Contemporáneo de Panigarola y de Suárez de Figueroa, el

Doctor

  Fra nci sco Terr ones del Ca ño escribió en su

  Instrucción de predicadores

(publicado en 16 1 7 , el mismo año que

  El pasajero)

  las

  siguientes

  líneas:

aviso que el que quisiere hallar cosas buenas,  pa r a enriquecer su sermón, no ha de aguardar

a

 buscarlas cuando le encargan el sermón, porque con la apretura de tiempo habrá de tomar lo

que hallare,  sino  que ha de estar, como dicen, alforja hecha de  a t r á s ;  porque al estudiar los

libros sobre la Sagrada E s c r i t u r a ,  como dije  a t r á s , ha de ir notando y apuntando en sus lugares

comunes o Evangelios todo lo que hallare notable, curioso o provechoso [...] y así he ido por

o t r o

 camino, de tener libros blancos distinguidos por abecedario, dejando  pa r a cada letra de a,

b,

  c,

  c u a t r o ,

  doce o veinte hojas, conforme a como hay unas letras que comienzan más

vocablos que

  o t r a s ;

  y allí en cada letra iba poniendo los vocablos de materias predicables,

como en la A ponía en una plana:  Ambitio  discordiam  parit  Más abajo: Ambitiosi  sunt

insatiabiles.  Y de esta manera tengo puestas casi cuantas consideraciones se pueden predicar. Y

acabando  de pasar un libro o un autor, volvía por lo que dejaba notado a los márgenes y

apuntábalo en mis lugares comunes cada cosa en la letra y consideración donde tocaba

5

.

L o  que explica así el sabio  ob i sp o  de Tuy, lo mismo que Suárez de

Figueroa/Panigarola,  no es

  o t r a

  cosa que la re-elaboración, por cuenta propia, de lo que

existía en el dominio público y de amplia

  difusión

  a

  p a r t i r

  de la invención de la

imprenta,  o sea las obras de compilación llamadas  Polianteas  (lo mi sm o que

Florilegium ,

  Concordatas

  y otr os diccionari os de citas, obr as muy soco rri das desde el

siglo  xv i h ast a el x v m y aún después.

  Florilegium

  es la pal abra emplea da en el célebre

grito

  de

  F r a y

  Gerund io: «¡Vi va el florilegio », c omo

  símbolo

  de la facilidad y del poco

t r a b a j o

  que podía costar la elaboración de un sermón.

Durante

  el  siglo  xvi, la

 Poliantea

  po r excelencia fue la de Dome ni co Nanni Mirabel io

( 1 5 0 7 ) ,

  que conoció numerosas refundiciones y ampliaciones en sucesivas ediciones. En

4

  Suárez

 de

 Figueroa, El pasajero,

 p. 298.

5

 Terrones

 del Caño,

 Instrucción de Predicadores,

 pp.

 49 -50.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 4/18

4 0

F R A N C I S C E R D A N

Criticón,  102,  2 0 0 8

el  siglo  x v n , la más difundida fue la de Jos eph Lange o Langio (J osephus Langi us).

Como en los diccionarios, los artículos o entradas se suceden, palabra por palabra,

según  el orden alfabético. Cada artículo se compone de varios desarrollos:

Bien se puede imaginar el aprovechamiento que harían los predicadores de tales

tesoros

6

  y de qué ma ner a podía n cont ribui r a la transmi sión de la exégesis. N o obst ante ,

Panigarola/Suárez de Figueroa, lo mismo que Terrones del Caño, y antes, Estella y

Salucio, hacen un vibrante  elogio  de la lectura personal y de su continuo cultivo. Y hay

que notar que a medio camino entre los originales de los Padres de la Iglesia o de los

santos y los diccionarios de citas agrupadas  según  los co nce pto s predicabl es, existen

obras

  personales que elaboran una exégesis propia a

  p a r t i r

  de la patrística y la tradición.

Sólo  citaremos aquí algunos de los más destacados entre los autores de estas obras:

Nicolás de  L y r e  (o de  L i r a )  y El To sta do (Alfonso Madri gal,  obispo  de Ávila), Jansenio

(Cornelius Jansenius, episcopus Yprensis, episcopus Gandavensis) con su

  Concordia

Evangélica,  Pelb art o, Galesino y  Alfonso de Castro. Pero también  F r a y  Luis de Granada,

con su

  Silva

  de lugares comunes.

  En el

  siglo

  x v n , destac an los jesuítas Ant oni o

Fernández,

  Cornelio Cornelisen (Cornelius a Lapide),

  Diego

  de Celada y

  Diego

  de

B a e z a .

Precisamente, en  pleno  siglo  xvn, se entabló, sobre el modo de predicar, una violenta

controversia

  entre dos jesuítas, el Padre José de Ormaza, autor de una

  Censura de la

Elocuencia   (Za rago za, 16 4 8 ) editada modername nte por Giuseppina Ledda y Vittoria

Stagno

7

, y el Pad re Valentín de Céspedes, que conte stó c on su admi rabl e y divertidí simo

Trece

  por docena,  cuya edición crítica, con introducci ón y notas pudimos public ar Jos é

Enrique Laplana Gil y yo en

  1 9 9 8

8

.

  Gran parte del debate versa, justamente, sobre los

lugares citados, tanto del texto bíblico como de las obras exegéticas, centrándose en

p a r t i c u l a r

  en torno a la erudición, a la licitud de la imitación o, incluso, a la

  posibilidad

de plagio.  P a r a  ilustrar el debate sobre este proceso de reempleo o de realobaración del

cuerpo exegético, me concentraré sobre un caso particular, el del

  Panegírico funeral del

Rey Felipe III  de  F r a y  Hortensio Paravicino.

6

  Sobre la importancia de  esas

 Polianteas

  en las  bibliotecas  de los predicadores, véanse, además de mi

artículo sobre el

  alivio

  IV  de  El  pasajero,  ya citado, los trabajos de Infantes, 1 98 8 y López Poza, 199 0.

7

  O r m a z a ,

  Censura de la Eloquencia,

  1985.

8

  En los  Anejos  de  Criticón,  n° 11 . Cabe señalar que el primero en rebatir a Orma za fue el aragonés

Bondía, en su

  Triunfo de la Verdad sobre la Censura de la Eloquencia

  ( 1 6 4 9 ) .

1-

  Definitio et

  etymolog

2-  Sententiae biblicae.

3-  Loci biblici

4-

  Sententiae philosophicae

5-  Similitudines

6- Adagia

7- Sententiae poetarum

8 -

  Sententiae  politicae

9- Patrum sententiae

1 0 -  Histórica exempla

1 1 -

  Apopbtegmata

1 2 -

  Exempla sacra

1 3 -  Profana exempla

1 4 -  Hieroglyphica

1 5 -  Emblemata

1 6 -  Fabulae

1 7 -

  Theologorum sententiae

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 5/18

L A

  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 4 1

J u a n

  de Jáu r e g u i , Apología por la verdad,  1625.

"Véase un

  análisis

  detallado de esta

  Oración

  fúnebre en

  H e r r e r o ,

  2001, pp.

  4 5 3 - 4 6 5 .

Cuando murió el rey Felipe III

  ( 1 6 2 1 ) ,

  el sermón de las Honras fúnebres celebradas,

según  la costumbre, ocho días  después  de las exequias, fue predicado por el jesuíta

Jerónimo  Florencia que había acompañado al soberano en su larga agonía. El sucesor,

Felipe IV, mandó al duque de Arcos que pidiera a todos los Predicadores Reales un texto

en loor del difunto rey

  p a r a

  reunidos en un libro.

  F r a y

  Hortensio Paravicino escribió

entonces un  Epitafio  que dio a la im pr en ta sin  t a r d a r ,  ya que el libro colectivo

proyectado no veía la luz. Felipe IV decidió también que cada año se organizarían

Parentaciones  en la Capill a Real

  p a r a

  los aniversarios del óbito de su padre y también de

su madre la reina  M a r g a r i t a  de Austri a. En 1 6 2 5 , el ser món fúnebre que había de

predicarse

  se encomendó a

  F r a y

  Hort ensi o. El trinitario op tó entonces po r co mpo ner un

Panegírico funeral  que pr on un ci ó desde el pulpi to de la Capi lla Real , en pres enci a del

r e y ,

  de la familia real, de los embajadores, de los dignatarios eclesiásticos y de los

grandes y  nobles  de la  c o r t e .  Poco después, dio el texto de su discurso a la imprenta, el

cual se imprimió sin

  t a r d a r

  acompañado de una nueva edición del  Epitafio  de 1 6 2 1 . A

las pocas semanas se

  difundió

  por Madrid una malhumorada censura anónima, en

pliegos

  manuscritos, contra esas dos obras. No se conservaba ni un

  solo

  ejemplar de ese

manuscrito

  y

  sólo

  lo conocíamos a través del texto impreso de

  J u a n

  de Jáuregui que

salió en defensa de Paravicino en un opúsculo titulado  Apología por la verdad

9

.  Hace

poco, gracias a la amistad de María Teresa Cacho, de la Universidad de Zaragoza,

 llegó

a  mis manos el único ejemplar rescatado de este manuscrito titulado  Antihortensio.

Presenté el ca so hace poc o en mi artículo de 20 0 7 y estoy pr epa ran do la edición crítica

de este texto rescatado.

P a r a  las Ho nr as fúnebres de 1 6 2 1 , en la oc ta va de las exequ ias del rey Felipe III, el

padre  Flor encia había pre dic ado una auténtic a Or ac ió n fúnebre, o discurso evangélico

e s t r u c t u r a d o ,

  como un sermón temático, a

  p a r t i r

  de un

  tema.

  El

  tema

  lo sa ca ba del

Eclesiástico 30, 4

  Mortuus est pater eius et quasi non est mortuus; similem enim reliquit

sibi  post  se)  y la oración entera giraba alrededor del  tema  que servía de quicio

1 0

.

Paravicino,  en 1 6 2 5 , opta por pronunciar un

  Panegírico funeral,

  o discurso co nti nuo ,

sin  tema  sa cad o de la Biblia y sin las

  divisiones

  internas de los sermones. El discurso,

estructurado

  en loor del difunto rey, hace un panegírico continuo, desde el principio

hasta

  el final. Por

  o t r a

  p a r t e ,

  F r a y

  Hortensio se vale de un gran número de citas.

Frecuentemente echa mano de lugares de la Biblia, a menudo del Antiguo Testamento

(Moisés, Abraham y

  J a c o b ) ,

  pero también del

  Nuevo

  Testamento (Evangelios, Hechos,

san Pedro y san Pablo, el Apocalipsis).  P a r a  autorizar su discurso  r e c u r r e  también a la

c i t a

  de obras originales impresas, ora en citas textuales, ora procediendo por alusión.

Unas veces se  t r a t a  de autores clásicos de la antigüedad greco-latina y  o t r a s ,  las más, de

comentaristas y exegetas, de grandes santos, Padres y Doctores de la Iglesia, así como de

escolásticos más modernos o, incluso, contemporáneos. O sea que, en un discurso que

podría presentarse como alejado de las normas y de los cánones de la concionatoria

religiosa,

  F r a y

  Hortensio se apoya a menudo en la exégesis tradicional, contribuyendo

así a su reelaboración y a su transmisión.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 6/18

F R A N C I S

  C E R D A N

Criticón,  102,  2 0 0 8

E l

  anónimo Censor del

  Antihortensio

  ac ha ca a Para vic ino vari os defectos e

imp rop ied ade s, en par tic ula r en lo to ca nt e al «géner o» nuevo que con stit uía este

Panegírico.

  Nos limitaremos sin em bar go a un  solo  punto, el que versa precisamente

sobre las citas que hace Paravicino, a  quien  el autor acusa de plagiar obras impresas.

E s a s

  obras son

  t r e s :

  El Gobernador cristiano

  de

  F r a y

  J u a n

  Márquez, otro sermón

fúnebre al rey Felipe III pr edi ca do po r el tri nit ari o por tugu és

  F r e i

  Ba ltez ar Páez en

Lisboa,  en 1 6 2 1 , e impreso el mis mo año , y sobre tod o la obra del jesuíta

  Diego

  de

Baeza  Comentaría moraba in Evangelicam

  historiam  ( 1 6 2 3 ) ,

  que es, como reza el título,

una estricta obra de exégesis.

G r a c i a s

  a lo que escribe  J u a n  de Jáuregui en su Apología por la verdad,  sabía mos ya,

de mane ra par cia l, que el debate vers aba sobre la licitud de rep rod uci r cita s de los

P a d r e s ,  de los Doctores de la Iglesia o de los santos, sin  c a e r  en el flagrante plagio, o sea,

sobre la libertad de aprovecharse de los comentarios anteriores que transmitían la

exégesis tradicional

  p a r a

  explicar la doctrina cristiana y su dogma. Tomaremos algunos

ejemplos precisos sacados del

  Panegírico.

E n  la parte en que Paravicino evoca lo que llamaríamos hoy «los asuntos exteriores»,

recordando

  las acciones de los ejércitos españoles en diferentes batallas o conquistas, la

idea direc triz es que Felipe III siempre ob ró co m o rey prud ent e y religio sísim o,

procurando  siempre atenerse a causas justas. Así dice:

Más ¿qué no haría su religión? Su respeto al Cielo, ¿qué no  o br ar ía?  Si sabe del sol mismo de

Dios

  su fénix amoroso Agustino, que no le parte nunca en las batallas, antes  bien  entiende

(como si pudiera dudarlo) a las armas más justas y religiosas,

  para

  entregarles con la luz la

victoria,

  como lo experimentó Abías, con cuarenta mil hombres menos que Jeroboam en su

ejército.

Quien a primera luz mirare a Josué, por más valiente le tendrá que a Moisés,

  viéndole

siempre entre las armas de las victorias. Mas  quien  atento considerare que al ademán que

Moisés levanta en el monte los brazos, él los juega allá en la campaña y que no vence el uno en

el campo más que el otro dispone en el oratorio, verá que Moisés, si no es mayor soldado,

mejor  rey y gobernador es. Que el sol,

  p ar a o br ar

  en la

  t ierra ,

  no se  a r r a n c a  de su orbe: desde

lo más alto de él, mientras más mesurado, está más activo. Y a la verdad tan valientes son las

manos del príncipe que las levanta puras a  Dios  en las ocasiones de la guerra (óiganme los

príncipes todos), que  quien  lo era tanto como Josué (valiente digo), que pudo  arro l lar  esta  piel

estrellada del cielo, como David dijo, como si revolviera la capa o el manto militar al brazo, y

p a r a

 permitirla o prohibírsela al mundo, fueron arbitros imperantes de la luz sus manos:

  p ar a

s a c a r

  felizmente la espada propia, le libró

  Dios,

  no  sólo  el tiempo,

  sino

  la destreza en ajenos

brazos

E s t e  pasaje (la cit a es algo la rga, lo recon oc emos ) es muy significativo de la ma ne ra

de proceder de Paravicino.  P a r a  la primera  p a r t e ,  el anónimo Censor acusa y se mofa

así:

Sermones cortesanos,  199 4, pp.  2 0 1 - 2 0 2 .  En adelante daremos directamente la página  después  de la

cita.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 7/18

L A  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 4 3

El

  lugar que cita de San Agustín y la victoria de Abías, juntas las halló el Panegirista en fray

J u a n  Márquez y aunque hay otros vulgares ejemplos

  fuesen

  [sic]  los que más holgadamente

pudo  t ras ladar . Poca costa la va teniendo el

 Panegírico funeral

  (f. 334 v-334b isr) .

Y ,

  en efecto, Márquez en su libro II

  ha

  vida

  de

  Josué ,

  capítulo

  X X V I I ,

  hablando de

las victori as de Jo sué, cit a a San Agustín (Epíst ola 1 9 4 ) : «que solía decir que cu an do dos

campos batallan,  Dios  está con el ojo de un palmo,  p a r a  dar la victoria donde conoce la

justicia», y poco

  después

  añade: «Baste, en lugar de mil, el caso del Rey Abías, que

estando en ca mp o con cuar enta mil hombres , con tra Je ro bo am que tenía ochenta mil, le

desbarató...»

  (p. 32 4 ).

E n  la misma página, Márquez pone otros ejemplos y cita dos veces a san Bernardo,

que fray Hortensio no aprovecha. Si Paravicino, como se puede pensar, escogió en esta

página dos elementos de Márquez, también hay que reconocer que se

  t r a t a

  de casos muy

conocidos y frecuentemente citados y aprovechados.

L a

  segunda parte del pasaje que hemos citado plantea un problema más

  difícil,

porque el anónimo Censor aprieta la censura:

Hasta

  el fin de la plana

  ajenos brazos]

  no dejó este autor de la mano al Maestro Márquez. No

es imitación, es traslado cuanto dice de Moisés y Josué [...]. No me espantara tanto que lo

dijera en el pulpito, con ser libro tan moderno y tan a la letra, pero darlo a la estampa en

propio nombre con tanto aparato de elocuencia merece la pena de la ley flavia en los plagiarios

(f.  3 3 4b i sr ) .

E l

  Censor pone el dedo en la llaga. Pero hay que interogarse sobre dos cosas: por una

p a r t e ,  si hay plagio y en que medida o extensión y, por

  o t r a

  p a r t e ,  si hay utilizació n de

elementos exegéticos pre-existentes. El libro del agustino fray

  J u a n

  Márquez se publicó

el año 1612 en Salamanca y conoció rápidamente numerosas ediciones porque tocaba

un tema muy discutido entonces (el del «Gobierno de Dios») y entraba de  lleno  en la

corriente

  anti-Maquiavelo, lo que explica su duradero éxito. Es evidente que un hombre

tan

  ate nto a las inquietudes de su tiempo co mo Pa rav ici no no podía d esc ono cer el libro

de Márquez y se puede afirmar que lo había  leído  detenidamente, sa can do apuntes

detallados.

Comparemos, pues, el texto del  Panegírico  cit ado anter iorme nte co n lo que escribe

Márquez:

Tan

  poderosa llave es la oración  p a r a  abr ir  y  c e r r a r  los  cielos  y tanto dependen de ella los

sucesos de las guerras cristianas, que a  quien  ha podido  arrol lar  esta  piel  estrellada, como si

revolviera el manto al brazo y tenido en las manos poder dar y quitar la luz al mundo,

  p ar a

sa c a r a tiempo la espada, se le libró la destreza en brazos ajenos (p. 98).

No se puede negar que las tres últimas líneas del agustino han  sido  aprovechadas

directamente por Paravicino. No obstante, se podrá notar que fray Hortensio añade de

su cose cha, por ejemplo identificando a David (Salmo 1 0 3 , 2 ) , y reela bora ndo bastant e,

según  su estilo, la pri mer a par te del  p á r r a f o .  Pero lo interesante se sitúa en otro

  nivel

que es, como hemos dicho, la reutilización de elementos exegéticos pre-existentes. Y

aquí Paravici no aplica estricta mente los consejos d ados p or los trat adista s y autores de

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 8/18

4 4

F R A N C I S C E R D A N

Criticón,

  102,

  2 0 0 8

Artes de predicar,

  valiéndose

  p a r a ,

  la

  inventio

  de su ser món , de mat eria les hall ados en

diversas fuentes.

To me mo s ot ro ejemplo. Má rqu ez, en el capít ulo XVI del libro I

  t r a t a

  de los deberes

del monarca en materia de impuestos o tributos pagados por los subditos y escribe:

Y   debe tener por cierto el rey cristiano que los tributos que se juntan con grandes extorsiones

se

 suelen

 mal lograr y lucir poco, como escribió san Gregorio a la imperatriz Constancia, y que

cuanto mayor y más absoluto señor fuere de su

  t i e r r a ,

  tanto más ha de huir de fatigarla,

convirtiendo siempre la potestad en alivio y no en aflicción de los suyos, de que es repreendido

en la

  E s c r i t u r a

  Roboam, porque pidiéndole el pueblo que le desahogase de los tributos que

había cargado su padre Salomón, respondió que el dedo menor de su mano era más grueso que

el hombro de su padre y que así les pensaba

  a g r a v a r

  el yugo, debiendo inferir lo contrario,

porque cuanto más fuertes son los hombros de los reyes, tanto mayor obligación tienen de

compadecerse del reino y ayudarle, porque es ley divina y natural que el rey y el reino se

traigan  a veces en hombros, el reino llevando en paciencia los tributos justos, como hemos

dicho de

  I s ac ar ,

 y el rey doliéndose de su desconsuelo cuando lleva más de lo que puede. Por lo

cual el profeta Samuel, en el banquete que hizo antes de ungir a Saúl por rey de Israel, le

mandó guardar de industria la espalda de carnero p ar a  advertirle que sobre las espaldas de los

reyes ha de

  c a r g a r

  el desconsuelo de los vasallos. Y el santo Job decía de sí:  Si  levavi  super

pupillum manum meam  etiam  cum viderem me in porta superiorem humerus meus a iunctura

sua

  cadat et brachium meum confringatur  [Iob 31 ,

 2 1 - 2 2 ] .

  Si di mangonada al afligido cuando

me vi rey en mi trono, Dios me desprenda el hombro de su lugar como a quien debía  traer  en

él al subdito fatigado y no lo hizo... (p. 94 )

Márquez

  sigue con una alusión al em per ado r Vale ntini ano a la ba do po r san

Ambrosio, poniendo así el agustino la exégesis al servicio de la materia política. Veamos

a h o r a

  lo que escribe Paravicino,

  p a r a

  hacer el

  elogio

  de Felipe III en el mis mo asunto de

los tributos:

Así, aunque entre tan públicos y particulares menesteres, no agravó el peso de sus pueblos,

antes,

  con afabilidad a lo menos se le aliviaba. Los dedos de las manos quería Roboán hacer

gruesos como las espaldas de Salomón su padre, habiendo Samuel, cuando le ungía a Saúl el

reino, dejádole de industria una espalda de carnero por mejor plato y jurado Job, que si al

afligido le dio de mano, se le cayese el brazo del hombro: señales una y

  o t r a

 que han de ayudar

los príncipes con el hombro de la compasión al otro del servicio, y que deben estimar

amorosamente de sus vasallos el gusto con que se empeñan por ello; pues aun de

  Dios

  dijo

Sofonías que él mismo ponía el hombro adonde el otro los hombres (p. 205).

L a

  filiación, como vemos, es directa y el anónimo Censor triunfa una vez más: «Esto

y lo que se sigue de los lugares de los Reyes y Job, a la letra del maestro Márquez»

(f. 334bis). Notaremos, sin embargo, que Paravicino abrevia o sintetiza, reelaborando

los elementos tomados prestados con su genuino estilo y no entregándose, pues, a una

imitación servil.

Aduciremos un último ejemplo de la probada o supuesta imitación de Márquez por

Paravicino.  F r a y  Hortensio,  p a r a  subrayar una vez más la idea de que  Dios  favorece las

a r m a s  que combaten por causas justas y religiosas, dándoles la victoria, especifica,

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 9/18

L A  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 4 5

aludiendo a la histori a de los de Siquem (Génesis, 3 4 ) , cas tigad os por cir cunc idar se po r

interés y sin  c r e e r  verdaderamente en Jehová:

Muevan la religión y el celo de ella las

  a r m a s ,

  que  Dios

  d ar á

  las victorias. Aparte ella las

comodidades, que él las sabrá disponer mayores. Quita

 Dios

  reino y vida al príncipe de Siquem

por

  tomar religión verdadera con atención sola a su materia de Estado (p. 202).

Una

  vez más el Censor denuncia: «a la letra del maestro fray

  J u a n

  Márquez». Pero si

comparamos  texto a texto, vemos  cuan  exagerada resulta la acusación. El agustino, en el

capítulo  X X X I V   del libro II, había escrito, hablando de los príncipes hipócritas:

los príncipes que profesan la religión católica por el provecho temporal, debiéndola  abrazar

puestos los ojos en  sólo  los

  bienes

  del cielo. Cuan desgraciados  fines  se pueden pronosticar a

los que esto hacen, dícelo la historia del príncipe de Siquem [...] tan  infelices  sucesos pueden

esperar

  los príncipes que mudan religión por materia de Estado, cuando escogiendo el de

Siquem la verdadera, pagó de contado el intento con que se movió a seguirla, tomando por

medio

  p a r a

  su conservación lo que había de ser fin de todas sus acciones y, como dice san

Agustín, usando de lo que había de gozar y gozando de lo que había de usar, que es la mayor

perversidad de todas (p. 360).

E n

  este caso (y lo que aconteció al rey Enrique IV de

  F r a n c i a

  se trasluce fácilmente),

la historia del príncipe de Siquem y de sus hijos era muy ejemplar y se citaba a menudo.

Con razón,

  J u a n

  de Jáuregui podía rebatir los argumentos del Censor:

El  estilo de V.m. cuanto a la comprobación de los hurtos es de esta manera: si Márquez habla

de Moisen o Sichen y sus historias, y el autor

  t r a ta

  de las mismas, dice

  luego

  que es copia

  a la

letra.

  ¡Gracioso tema ¿Quiere V.m. prohibir el leer la

  E s c r i t u r a ,

  y citarla cada uno a su

intento? ¿Quiere que, por huir unos de otros, cuenten de diversas maneras las historias

sagradas?  Pienso yo que en citarlas y referirlas es fuerza concuerden todos (f. 28v).

Podríamos

  multiplicar los ejemplos de casos en los que Paravicino toma prestadas

ideas, palabras o clausulas del agustino y que el anónimo Censor, con fruición, censura

y satiriza,

  siguiendo

  siempre el mismo método exagerado, afirmando y repitiendo, como

un estribillo: «copiado a la  l e t r a » .  Baste aquí la ejemplaridad de lo aducido en relación

con Márquez. El mismo Maestro Márquez, que había multiplicado las referencias

bíblicas y las cita s de la patr íst ica en un libro «po lít ico» que es un te so ro de exégesis,

facilita a sus lectores (entre los que se contaban numerosos predicadores) unas

copiosísimas tablas: una «de las cuestiones que se disputan»,

  o t r a

  «de las cosas

notabl es» y, por fin, una «de los lugares de la Bib lia ». Pa ra vi ci no , co n to da buena

conciencia,  r e c u r r e  a lo que había escrito Már qu ez , unas veces imitá ndol o o cop ián dol o

de  c e r c a ,  otr as res umie ndo o valiéndose de una sencilla alusión ,

  siguiendo

  en esto los

consejos de los autores de las  Arte de predicar.  Es ta mo s pues en presencia de dos autores

conscientes de la transmisión de la exégesis: el uno, que ofrece, y el otro que, al leerlo,

recibe

  (antes, a su vez, de facilitarla a sus oyentes). La labor del comentarista es

inacabable.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 10/18

4 6 F R A N C I S C E R D A N Criticón,  102,  2 0 0 8

Pasemos ahora a lo que concierne al jesuíta Padre

 Diego

  de Baeza, en  quien  el Censor

ve otro inspirador directo de varios renglones del

  Panegírico

  de Parav icin o. Ha y ca sos

en los que la deuda de fray Hortensio no hace duda. Así, por ejemplo, cuando el orador,

casi al  a b r i r  su  Panegírico,  declama:

E n t r o ,  pues, como temerario de medroso, atreviéndome a nombrar por muerto un rey de

tantas  vidas. Así lo

  sintió

  de otro grande rey el mayor voto de nuestra fe, san Pedro, cuando

desde otro lugar como éste dijo a los hebreos que les quería decir, aunque   fuese  atrevimiento,

que había muerto David y le habían enterrado, y su sepulcro duraba hasta aquel día. Tan

ajena

  juzgó de la gloria real la sombra de la muerte el apóstol, tan lejos de la púrpura de la

co r t i n a   los paños de su túmulo, que le pareció linaje de temeridad hablar en que un príncipe

como David  fuese muerto, y el bulto de la Majestad adorado se desvaneciese entre las cenizas.

Bien Así refiere Agustino que adoraban a Apis los gitanos en un sepulcro, pero delante de la

imagen de Harpócrates, con el dedo en la boca, en muestras de silencio,  p a r a  advertir que

entre  las honras divinas de Apis nadie se atreviese a hablar de su muerte. Tan  indigno

accidente calificaban de un varón memorable la muerte de él. Así cogían

  h o r r o r

  a que la

hidalguía humana, a

  quien

  sirve luces el Cielo, la  envolviese  en sombras la

  t ierra ,

  que ni el

amago de nombrar su fin les permitían a sus labios (pp.  1 9 3 - 1 9 4 ) ,

y prosigue más lejos:

Mas si de ver en el sepulcro los ángeles juzgó la boca griega de oro que allí estaba enterrado

Dios,  pues asistían los ángeles a aquel cielo, templada la armonía divina a consonancia

humana... (p. 194)

Aquí, el Predicador Real se aprovecha directamente de un pasaje del libro V,

capítulo I de Baeza:

Considera atentamente cómo el audaz príncipe de los apóstoles, al comunicarles a los hebreos

la resurrección del Señor, juzgó conveniente mentar a David yaciente en el sepulcro. ¿Quién,

en efecto, hubiera achacado semejante deshonor a un rey tan noble, hasta decir que yacía no

en el paraíso,

 sino

 en un sepulcro? El autor es san Agustín (cap. 5 de la Civit.,  18) diciendo que

los egipcios adoraban a Apis encerrado en un sepulcro y delante una imagen de Harpócrates

con un dedo puesto sobre la boca  p ar a  pedir  silencio  y que así nadie se atreviera a mentar su

sepultura entre los honores  divinos  tributados a Apis. En efecto, se reputaba

  indigno

  y

vergonzoso el que un hombre, ciertamente el mayor de los más grandes, quedase sepultado en

la oscuridad del sepulcro y que siguiera yaciendo en medio de las cenizas aquel a  quien  servían

todas las luces del cielo. Pues desde la resurrección divina, nada, ni paraíso

  terrestre ,

  ni trono

rea l ,  ni el mismo cielo, nada más glorioso al hombre que el sepulcro. A este propósito san  J u a n

Crisósotomo (2 Sal.) juzga que el sepulcro fue dado como lugar

 digno

  y glorioso, incluso

  p ar a

los ángeles, diciendo:  Para manifestar que Dios había  sido  sepultado los ángeles permanecían

cerca  del sepulcro lo mismo que están en el cielo

a

.

1 2

  Tra du cc ió n nuestra . El text o lat ino de Baeza es: «Exp end e  di l igentius, unde  sibi  v ideatu r au da x

Apostolorum princeps, nimirum,  quod  apud gnaros  Dominicae  Resurrectionis memoret  Dav idem  in se pul chr o

degentem.

  Quis enim

  t a n t u m  dedecus  Regi

  nobi l i s s imo

  inureret ,  q u e m  non in par adi so, sed in sepu lchr o

rec umb ere dicat ? Aut hor est D. August., 18 de  Civitat.  Cap. 5 ,

  quod Aegypti i

  colebant

  A p i m

  in sep ulch ro

cond itum , cui assidebat Harp ocr ati s

  idolum digi to

  ori impresso

  si lentium indicens,

  ne

  quis

  auderet Ínter

divinos

  hono res Api

  exhibitos ejus

  sepulchrum

  meminisse .

  Infame

  enim

  e t verecundum putabat ur ,

  quod  h o m o

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 11/18

L A  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 4 7

Aunque añade frases y no pocas ideas de su propia cosecha, Paravicino sabe valerse

bastante directamente de los elementos exegéticos y de los argumentos reunidos por el

jesuíta como el lugar de la Biblia (Hechos,  1 4 - 3 0 ) ,  san Agustín, san Ju an Cris óst omo .

Casi

  de la misma mane ra, cuan do,  p a r a  desarrollar la idea  según  la cual «nunca el

cono cim ien to del hijo toc ó en pusilanimidades de sier vo», fray Hor ten sio

  r e c u r r e

  al

conocido

  episodio

  del sacrificio de Abraham (Gn, 22) y escribe:

Ejemplo hiciera a esta verdad, si tal temiera de ella, con el cuidado que Abraham tuvo en su

hijo Isaac, cuando vio en él más gusto de consagrarse al cuchillo, o por excusar la turbación de

las  a r a s  con algún estremecimiento del sacrificio, como ponderó un grande autor, o por

prevenir la impaciencia a que podía obligar el dolor a una víctima racional y gallarda, como

sintió  Agustino, o porque, como ilustres plumas notaron, juzgó que le era a un gran dolor

algún exceso lícito, mientras no  ofendiese ni la obediencia ni el ánimo (p. 214) ,

el anó nim o Cens or repre hende así: «El ejemplo de Isaac con la advertenc ia de Caye tan o

(que es el autor a  quien  señala) y otro lugar de san Zenón (a  quien  llama «ilustre

pluma») ,

  la trasladó a la letra de Baeza» (f.

  3 3 6 r ) .

  Comparemos con lo que escribe

Baeza:

Doy un ejemplo de este tan santo temor en la persona de Abraham, hombre de religioso

escrúpulo y de  insigne  piedad, quien,  p a r a  sacrificar su hijo al Señor, incluso cuando éste se

ofrecía devotamente y sin que él tuviese que hacerle violencia, lo ató estrechamente y con

cautela.

  Nada era más conocido del padre que la devota y celosa voluntad con la que el hijo se

entregaba a la muerte. Nada era más evidente que su firmeza de espíritu y su adhesión. Más

fácil hubiera  sido  embotar la punta de un

  a r m a

  por el  fuego  que doblegar el ánimo de Isaac y

no obstante Abraham sujeta a su hijo. Y no es extraño.  En efecto  (nos dice Cayetano)  la razón

de

  sujetarle no fue el temor de que Isaac se levantase y

  saltase

  del

  altar

  sino que se

manifestasen involuntarios movimientos como es natural que se produzcan en una degollación

y  que viniesen así a turbar indecentemente la buena ordenación del sacrificio.  Así lo dice

Cayetano y acertadamente. Más próximo aún y más claramente, San Zenón:  A pesar de su

calma, este excelente padre  tuvo  temor de que algunas señales de dolor fueran consentidas a la

hora

  de la muerte

  Así ocurre a menudo a los corazones animosos, que hasta las murallas de

bronce,  con los  golpes  del ariete, se abren en pequeñas fisuras y así también la gotera

persistente cava la piedra

1

'.

omn ium sublimiorum facile princeps sepulchrali c lauderetur cal ig ine ,

  et

  inter cineres  jaceret,

  cui

 famulantur

omnia coe l i lumina.

  Sed

 ja m

 ex

 re surrect ione Dominica

  nil

 g loriosius nomini q uam sepulchrum ,

  non

  terrestris

paradisus,  non  reg ius thronus ,  non  cae lum ipsum.  Ad  haec  D.  C h r y s o s t . ,  in  Psal .  2,  pondérât sepu lchram

dignam  et glor iosa m sedem, etiam An gelis dedisse  in verbis: ut  ostenderent Angeli, Deum fuisse sepultum,  ad

sepulchram   tanquam apud caelum manebant»  ( p . 2 8 1 ) .

a

  Tradu cc ión nues tra . El  texto lat ino  de  Baeza dice:  «Do s ingulare huius sanct iss imi t imoris exem plum   in

viro re l ig ione  et  p ie ta te ins igni Abraham,  qui  filium  ut  Domino l ibaret , e ts i l ibent i  et  inv ic to animo  se

devoventem, nihilominus fort iter, cau teque l igavit .  Nil  not ius

  patr i ,

  q u a m  filii sui  a lacr is et  devota voluntas ,

qua   se mort i t radebat . Nil  patent ius , quam ejusdem constans  et  invectus anim us: credibil ius hebetanda m

  ignis

et g ladii aciem, quam   I saac  animum fug i turum  et  tamen filium ligat.  Nec  m i r u m .

  Ratio  enim ligandi

  (ait

Caietanus)

  non  fuit

  timor,

  ne  Isaac surgeret  aut ne  Isaac exiliret  ab altari,  sed ne  involuntarie motus,  ut  potè

naturales  in  actu iugulationis exìstentes ordinatum, composuit iamque situum exturbarent  in  nonnullam

indecentiam sacrifica.

  Sic

 Ca ie tanus

 et

  recte.

  Illustrius adhuc

 D.

 Z e n o .

 Securus

  pater optimus

  timuit, ne

  dolori

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 12/18

4 8

F R A N C I S C E R D A N

Criticón,  102,  2 0 0 8

L o

  primero que notaremos es que el conocidísimo  episodio  del sacrificio de Abraham

fue comentado a menudo por los escrituristas desde la antigüedad latina, y que era

norm al que cualquier biblista o predi cad or co noc ier a la corr espon dient e exégesis de

Cayetano,

  de san Zenón y de otros muchos. Que Paravicino coincidiera con Baeza no es

tampoco ninguna sorpresa. Ya Jáuregui en su  Apología por la verdad,  había rectif icado:

Cuando Baeza o Páez acotan con Tertuliano, Salustio o San Cirilo, y el autor con los mismos,

dice V. m. al momento que traslada a Páez y Baeza. Respondo lo que ahora decía del sagrado

t e x t o :  que alegar unos mismos autores no es imitarse aquellos que los alegan, es

  sólo

  un

concurso forzoso en valerse de antiguas doctrinas y acudir a las fuentes donde se hallan (f.

2 8 v - 2 9 r ) .

P e r o ,  de todas formas, en este caso preciso, como en otros muchos, no es  posible

decir,  como afirma el anónimo Censor, que Paravicino traslada «a la  l e t r a » .  Primero

porque el texto conciso y alusivo del

  Panegírico

  dista mu ch o del ampl io desa rro llo en

latín de Baeza, con citas textuales de los exegetas. En segundo lugar, porque, además de

las alusiones a Cay eta no («un grande  a u t o r » )  y a san Zenón («ilustre pluma») cita a san

Agustín no mentado por Baeza. Es más que probable, que Paravicino había  leído

detenidamente y anotado las  Commentaria moralia in Evangelicam

  historiam

  del

jesuíta, pero también es muy probable que estas citas se hallasen ya reunidas en una

Poliantea o una Conco rda nci a. El predi cado r trinitario partic ipa consc ienteme nte aquí

del proceso de transmisión de la tradicional exégesis a  p a r t i r  de fuentes co mun es.

Cit are mos de nuevo a Jáu regui , quien  notaba:

Doy fe de haber

 oído

  al Doctor Francisco Sánchez de Villanueva, Predicador de Su Majestad,

que, enviándole este mismo autor

  Diego

  de Baeza su libro impreso, se puso a leer muchos

lugares en presencia de quien  se lo  t ra ía  y halló que no pocos contenían los mismos conceptos

que él había predicado años antes y que tiene apuntados en cuadernos

  suyos

  antiguos (f. 17r-

v).

Na da ext ra ño en esto. El mis mo Ba eza no pr oc ur ab a escribir una obra de ingeniosa

originalidad,  sino  que tenía plena conciencia de proponer un libro útil  p a r a  sus futuros

lectores. En el interesante prólogo a  esos  lectores, rotulado  Auctor lectori,  el jesui ta

subraya la importancia de  r e c u r r i r  a los comentarios antiguos de la patrística, verdadero

maná  p a r a  el alimento espiritual, y declara que su libro es una reelaboración de muchos

elementos de la exégesis tradicional.

  Después

  de

  r e c o r d a r

  el cá nt ic o de Moi sés (Dt, 32 ,

2 :

  «Caiga a gotas como la lluvia mi doctrina /

  Destile

  como el rocío mi discurso»),

termina confesando su  deseo  de brindar elementos apto s  p a r a  nutrir y fecundar futuras

obras  ajenas:

Y o ,

  apartado en los confines de la

  t ierra

 y despreciado, me

 beneficio

 de la potencia de  Dios,  el

cual, de los confines de la  t ierra ,  suscita las nubes  p ar a  que mi doctrina se agolpe en lluvia y

aliquid liceret in morte.  Saepe invicti animi, imo et moenia aerea

  medio

  in ariete, vel rimulas faciunt et dum

lapis crebra gutta cavatur» (p. 3).

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 13/18

L A

  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 4 9

que mi discurso, despedazado en pequeños párrafos, fluya como el rocío.   E s t o ,  como lo

espero, amable lector, no será infecundo  p a r a  el mundo

14

.

Muy revelador de este ánimo generoso es el hecho de que, en los apéndices de sus

o b r a s ,

  tanto los

  Comtnentaria allegorica et moralia de Christo figurato in Veteri

Testamento  co mo las  Commentaria moralia in Evangelicam historiam,  figuren var ias

tablas, en particular una tabla de cosas notables o lugares comunes  loci communes),

cosa bastante frecuente en los sermonarios y libros de exégesis, y

  o t r a ,

  cosa poco

frecuente,  p a r a  el uso de los predicadores  Ad concionatorum usum),  según  el calendario

litúrgico.

P a r a  terminar examinaremos el caso, más complejo, del también trinitario, provincial

de Portugal, frei Baltezar Páez, autor de una oración fúnebre

  p a r a

  Felipe III.

Rec ord emo s la cro nolo gía. El rey falleció el 31 de ma rz o de 16 2 1 . Para vic ino, c om o

vimos, redactó entonces sus

  Epitafios o Elogio funerales al rey Don Felipe III el Piadoso

y los dio a la imprenta casi inmediatamente. El opúsculo salió de las prensas de Tomás

J u n t i  a últimos de may o o primer os días de junio de este año de 1 6 2 1 . Po r enton ces, en

Lisbo a, « Em hum officio, que os Irmá os da Irm and ade de tod os os Sancto s dos Officiais

e Criados de sua Magestade fizeráo, conforme ao seu Compromisso», frei Baltezar Páez

predicó su oración fúnebre que salió impresa, por Pedro Craesbeek, a  finales  del mes de

julio del año, o sea más de un mes

  después

  de la publicación de los

  Elogios

  de

Paravicino.  En ambas obras existen frases enteras muy parecidas o casi iguales, lo que,

de  ningún  modo puede considerarse como mera casualidad. Hubo, está  c l a r o ,  contacto

directo.

  J u a n  de Jáuregui,

  después

  de declarar: «Y porque no se

  piense

  tocamos en el

crédito del padre mae str o fr. Bal tas ar Páez , infiriendo que imitó al Aut or », intentó

minimizar el asunto, advirtiendo: «que las menudencias en que concuerdan, o son de

lugares comunes, o alegaciones de santos, o modos brevísimos de locución, que ni

importa sean imitados, ni que dejen de serlo» (f. 39v).   P e r o ,  al final sacó la con clu sión

siguiente:

E n

 esta nota  t rae  V. m. muchas cláusulas expresas del Autor y de Páez y también dice que

  toda

la plana a la letra es  traslado  del  otro  sermón,

  caso

  bien

 prodigioso

  p a r a

  quien  ha visto lo que

ya dijimos y sabe por las fechas notadas,  quién  pudo trasladar a quien, cuando algo  fuese  el

traslado (f. 42r).

P a r a

  explicar el caso, se puede subrayar que entre los dos Provinciales trinitarios

existían vínculos m uy estrec hos y relac iones frecuentes. E n aquel entonces los

manuscritos circulaban a veces con rapidez. Bien podría ser que Páez recibiera una copia

de los  Elogios  antes de co mpo ner su sermón. Pero se presenta ot ro probl ema plante ado

por

  las  similitudes  que existen,  según  el Censor, entre el  Sermao  de Páez de 1 6 2 1 y el

Panegírico  de Para vic ino de 1 6 2 5 , ya que, en este ca so , la ante rio rida d del portu gués es

1 4

  Traducción nuestra. El texto latino de Baeza dice: «Ego, in extremis terrae

 dimissus,

  ac despectus, aptor

potentia Dei, qui ab extremis terrae

  nubes

  educit ut concrescat in  pluviam  doctrina mea et  minutissimis

paragraphis distinctum fluat, ut ros,

  eloquium

  meum. Id orbi, optime mector, ut spero , non erit infoecundum»

(preliminares).

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 14/18

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 15/18

L A

  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X É G E S I S  E N L A O R A T O R I A S A G R A D A 5 1

Croizat-Viallet,

 2 0 0 2 ,

 p. 105.

nota  J e a n  Cro izat -Via llet : «Es así c o mo lo que era frut o de un tr ab aj o per sona l se

convierte en patrimonio común de los predicadores»

1 5

. Sab em os, en efec to, que los

oradores

  sacros, incluso los más famosos y exitosos, acudían a tales instrumentos, con

toda buena conciencia,  p a r a  la elaboración de sus sermones.  E s t a  práctica de escritura

fue prolo ngad a graci as a los numero sos serm onar ios publica dos en el

  siglo

  x v n y que

ofrecían también índices y copiosas tablas de lugares y de cosas notables. Por   o t r a   p a r t e ,

las  Artes de predicar  aco nseja n cla ram ent e a los or ado res que saquen apunte s, no

  sólo

de las Esc rit ura s y de la Patr ístic a,

  sino

  también de obras de todo tipo. Los autores

modernos que publican obras donde se reproducen comentarios de los lugares

  bíblicos

escrit os po r los Sant os, los Pad res y los exegetas o teó logo s m ás de sta ca dos ,

acompañándolos de sus propios comentarios, no ambicionan hacer obra original,

  sino

que ofrecen el fruto de su trabajo  p a r a  facilitar la transmisión del tesoro exegético

existente. El co nc ep to de «p rop ied ad» intelec tual o literaria no era vigente en aquel

entonces. Imitar a los grandes autores era lícito, con tal que la intención fuera   r e c t a  y

con miras al mayor

  bien

 de tod os. Jáu regui, al defender a Paravi cino , afirmaba :

Ahora  vamos a que los libros [imitados]

  fuesen

  manoseados de la gente de estudio: ¿quién

duda que sucede así a los mejores; y que no dejarse de la mano es su mayor calidad a que mira

el precepto de Horacio:  Vos exemplaria Graeca nocturna vérsate manu, vérsate diurna.  Los

ejemplares mejores, cierto es que de noche y de día se manosean, y los malos

  viven

 intactos.

Cuando imitamos a Platón y Aristóteles, a Ambrosio, Agustino y Jerónimo ¿sería

  bien

culparnos porque son conocidos sus libros y manoseados? (f.

  2 v - 3 r ) .

Y ,

  un poco más lejos, subrayaba aún más lo dicho aquí:

ya no quiero suponer la verdad: doy que lo sea mil veces haber imitado el Autor muchas

galas y adornos ajenos. Cuando esto fuera así (pregunto), ¿quién hay que lo juzgue por culpa?

Antes es forzoso alabarlo,

  viendo

  usar siempre lo mismo a los excelentes autores. Pues si

comentamos a alguno, apenas contiene sentencia ni cláusula que no se halle semejante en otros

a

  quien

  pudo seguir, sin que esto se atribuya a defecto,

  sino

 a estudio y acierto muy grande (f.

1 2 v - 1 3 r ) .

J á u r e g u i ,

  ingenio  lego

  pero de gran erudición, formulaba así la

  opinión

  general,

compartida

  tanto por los literatos como por los autores religiosos de obras de teoría o

de

  índole

  teoló gico -mo ral . Que da cla ro que, lo mis mo que en el

  Panegírico

  de

Paravicino,  en mucho s ser mon es de la épo ca de Felipe III y Felipe IV se reut iliz aban

ideas, conceptos, cláusulas y elementos diversos provenientes de las

  Polianteas, Selvas

  o

Florilegios  así co mo de obr as de cl aro

  c a r á c t e r

  exegético que volvían a exponer y

d e s a r r o l l a r

  los comentarios patrísticos. Pero también está claro que a veces los oradores

se inspiraban incluso de sermones de otros predicadores a través de los índices o tablas

colocados adrede al final de los sermonarios. Este fluir conscientemente aceptado y

utilizado ase guró la tra nsmi sión de la exégesis en la or at or ia sagrad a del

  Siglo

  de Oro.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 16/18

5 2

F R A N C I S C E R D A N Criticón,  102,  2 0 0 8

Referencias bibliográficas

A N Ó N I M O ,  Antihortensio o exercicio de erudición, del erudito don N.,  manuscrito del códice

Epsilon

  3 2 . 3 . 4

  (Estero 198) de la Biblioteca Estense Universitaria de Modena (Fondo Pío

F a l c ó ) ,

 f.

  2 8 1 r - 2 8 9 v .

B A E Z A ,

 Didaci, sj (Ponferradiensis societatis Iesu Theologi),

  Commentaria Moralia in Evangelicam

Historiam Tomus primus),  Valladolid, Ioannem Baptistam Varesium, 16 23 .

B O N D Í A ,  Ambrosio, Triunfo de la verdad sobre la Censura de la Elocuencia,  Madrid, J u a n Martín

de

  B ar r io ,

 164 9.

B O R J A ,  san Francisco de,  Tratado breve del modo de predicar el

  santo

  Evangelio,  Madrid,

Imprenta del Asilo de la Santísima Trinidad, 1908.

C E R D N

F r an c i s ,

  «Cristóbal Suárez de Figueroa y la oratoria sagrada de la España de Felipe III

(E n torno al

 alivio

  iv de

 El Pasajero), Criticón

  38 , 198 7, pp.

  5 7 - 9 9 .

«L'oraison funebre du roi Philipppe II de Portugal (Philippe III d'Espagne) par  Frei Baltezar

Páez

 en

  1 6 2 1 » ,  Arquivos do Centro Cultural Portugués,

  31 , 199 2, pp.

  1 5 1 - 1 7 0 .

« F r a y

  Hortensio Paravicino atacado y

  defendido

  ( 1 6 2 5 ) :

  el anónimo

  Antihortensio

  y la

Apología por la Verdad,

  de

  J u a n

 de Jáuregui», en

  «Con gracia y agudeza», Studi offerti a

Giuseppina Ledda,  ed. Antonina Paba, Roma, Aracne, 2 0 0 7 ,  pp.

  3 4 7 - 3 6 6 .

C É S P E D E S ,

  Valentín de, sj  alias  J u a n  de la  E n c i n a ) ,  Trece  por docena, Censura Censurae, por

Musa Musae, para enseñar a declinar a un párvulo de muchos desatinos pueriles con que el

Diablo le tentó a meterse Predicador  dogmatizante  de la nueva garapiña,

  eds. Francis Cerdan y

J o s é Enrique Laplana Gil, Toulouse, PUM (Anejos de  Criticón,  11), 19 98 .

C R O I Z A T - V I A L L E T ,   J e a n ,

  «Cómo se escribían los sermones en el

  Siglo

  de Oro . Apuntamientos en

algunas homilías de la Circuncisión de Nuestro Señor», en  La oratoria sagrada en el Siglo de

Oro,

  ed. Francis Cerdan,

 Criticón,  8 4 - 8 5 ,  2 0 0 2 ,

  pp.

  1 0 1 - 1 2 2 .

H E R R E R O  S A L G A D O , Félix, La oratoria sagrada en los siglos  xvi  y  xvn,  voi.  III: La predicación en

la Compañía de Jesús,  Madrid, Fundación Universitaria Española, 20 01 .

« L a s

  citas en los sermones del

  Siglo

 de  O r o » ,  en La oratoria sagrada en el Siglo de Oro,  ed.

Fr a nc i s Cerdan,

 Criticón,

  8 4 - 8 5 ,

  2 0 0 2 ,

  pp.

  6 3 - 7 9 .

I N F A N T E S ,  Víctor, «De  Officinas  y Polyantheas:  los diccionarios secretos del

  Siglo

  de  O r o » ,  en

Homenaje  a

  Eugenio

  Asensio,  Madrid, Gredos, 19 88 , pp.  2 4 3 - 2 5 7 .

J Á U R E G U I ,  J u a n

 de,

 Apología por la Verdad,

  Madrid,

  J u a n

 Delgado, 1625.

L Ó P E Z  P O Z A ,  Sagrario, «Florilegios, polyantheas, repertorios de sentencias y lugares comunes.

Aproximación bibliográfica»,  Criticón,

  4 9 , 1 9 9 0 ,

  pp.

  6 1 - 7 6 .

M Á R Q U E Z ,

  fray

  J u a n ,  El Governador christiano, deducido de las

  vidas

  de Moysén y Iosué,

príncipes del Pueblo de Dios,  Salamanca, Francisco de Cea Tesa, 1612 .

O R M A Z A ,  José de, sj

  Alias

  Doctor Don Gonzalo Pérez Ledesma),

 Censura de la Elocuencia para

calificar sus obras, y señaladamente las del  pulpito,

  Zaragoza, Hospital real y general de

Nuestra Señora de

  Gr a c ia ,

  16 48 (reedición moderna: introducción de Giuseppina Ledda, texto

de Giuseppina Ledda y Vittoria Stagno, Madrid, El Crotalón,  1 9 8 5 ) .

P A R A V I C I N O ,

  fray Hortensio,  Epitafio o Elogio funeral al Rey Don Felipe III, el

  Bueno,

  el Piadoso

( 1 6 2 1 ) ,  en  Sermones cortesanos,  ed. Francis Cerdan, Madrid, Castalia/Comunidad de Madrid,

1 9 9 4 ,

  pp.

  8 9 - 1 0 5 .

Panegírico funeral del Rey Felipe III  ( 1 6 2 5 ) ,  en  Sermones cortesanos,  ed. Francis Cerdan,

Madrid, Castalia/Comunidad de Madrid, 1994, pp.

  1 8 9 - 2 1 7 .

P Á E Z ,  Frei

  Baltezar,

 Sermáo que fez o Doutor Provincial da ordem da Sanctissima Trindade

no   Convento da mesma Ordem  desta  cidade de Lisboa, [...] Pela Magestade Catholica del Rey

Dom Philippe II de Portugal,  Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1621.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 17/18

L A  T R A N S M I S I Ó N D E L A  E X E G E S I S  E N L A

  O R A T O R I A

  S A G R A D A

S U Á R E Z  D E  F I G U E R O A ,  Cristóbal  de, El

 pasajero,

  ed .

  M a r í a

  Isabel  López Bascuñana,  B arce lo n a ,

P P U ,

  1 9 8 8 .

T E R R O N E S  D E L  C A Ñ O ,

  F r a n c i s c o ,

  Instrucción  de  predicadores  (Madrid  1 6 1 7 ) ,  ed.  Félix

G. Olmedo, Madrid,  E s p as a  Calpe  (Clásicos Castellanos),  1 9 4 6 .

CERDAN,  Fr a nc i s .  « L a transmisión de la exegesis en la

  or a t or ia

  s agrad a del siglo xvn (El  caso del

Panegírico  funeral

  del Rey

  Felipe

  III

 por F r a y  Hortensio  P a r a v i c i n o ) » .  En Criticón  (Toulouse),

1 0 2 , 2 0 0 8 ,  pp.  3 7 - 5 3 .

Resumen.  A  partir  del  siglo  n, se desarrolla un  corpus  exegético cristiano (primeros escrituristas, Padres y

Santos de la Iglesia, escolásticos) que irá a confluir en la  Summa  de Santo Tomás de Aquino.

  Después

  del

Concilio de

  Trento,

  se multiplican las citas de exegetas antiguos en los sermones del

  Siglo

  de Oro. Los

predicadores se valen de  olianteas y

  Florilegios,

  pero también de obras de autores modernos que elaboran

una exegesis propia a partir de la patrística y de la tradición. El abundante empleo de las citas en los sermones,

si cont ribuy ó a la transmisión de la exegesis bíblica, no dejó de p lantea r prob lema s, en partic ular los que giran

en torn o al ejerc icio de la erudici ón, a la licitud de la imitación o, incluso, a la posibilidad de plagio. El

Panegírico

  funeral  del rey  Felipe III,

 predicado por fray Hortensio Paravicino en 1625 y censurado en seguida

por  un anónimo erudito puede servir de ejemplo  para  ilustrar los mecanismos de la utilización de una exegesis

reciente  (Juan  Márquez, Diego de Baeza) por un afamado Predic ador Real.

Résumé.  A  partir  du II

E

  siècle  s'est  développé sur la Bible un

  Corpus

  exégétique chrétien (premiers

commentateurs, Pères de l'Église, scolastiques) qui confluera dans la Somme  de saint Thomas d'Aquin. Après

le Conc ile de Tre nte, les citatio ns des exégètes anciens se multiplient dans les sermons du Siècle d'or . Les

prédicateurs ont recours aux

 Florilèges

 et

  Polyanthées,

  mais aussi aux œuvres d'auteurs modernes qui publient

des exégèses originales. L'emploi de nombreuses citations dans le sermons, s'il contribua à la transmission de

l'exégèse biblique, ne manqua pas de poser des problèmes en ce qui concerne la pratique de l'érudition, les

limites licites de l'imitation et, même, la

  possibilité

  de plagiat. Le

 Panegírico funeral

  del rey

  Felipe

 III

  prêché

par  Paravicino en 1625 et censuré aussitôt par un érudit anonyme peut servir d'exemple pour illustrer les

mécanismes de l'utilisation d'une exégèse récente  (Juan Márquez et

  Diego

  de Baeza) par un Prédicat eur Royal

de renom.

Summary.  A Christian exegetical Corpus concerning the Bible that comes into existence starting in the second

century  (composed of the earliest commentators, Church fathers, and scholastics) converges in the Summa  of

Saint Thomas Aquinas. After the Council of

  Trent,

  citations from early exegetes multiply in Golden Age

sermons.

  Pr eachers turn to Florilèges and Polyanthes, but also to works by modern auth ors who published

original exegeses. If employing numerous citations in sermons contributed to the transmission of biblical

exegesis, it also posed problems concerning the use of erudition, the permissible limits of imitation, and

  even

the  possibility

  of plagiarism. The  Panegírico

 funeral  del rey  Felipe III

  delivered by Paravicino in 1625 and

censored immediately by an anonymous scholar serves as an exemplary illustration of the mechanisms for the

use of recent exegesis

  (Juan

 Márquez and Diego de Baeza) by a celebrated Royal

  Preacher.

Palabras  clave.

  BAEZA,

  Diego  de. Exegesis.  M Á R Q U E Z ,  Juan. Oratoria  sagrada.  PARAVICINO,  fray Hortensio.

P Á E Z ,  frei Baltezar.

RITICÓN. Núm. 102 (2008). Francis CERDAN. La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso ...

8/16/2019 102_037

http://slidepdf.com/reader/full/102037 18/18

ANTONIO

 MIRA DE AMESCUA

TEATRO

 COMPLETO

VOLUMEN VII

AUTOS RELIGIOSOS)

Edición coordinada

por

Agustín

 de la Granja

Universidad de Granada -  Diputación de Granada

2007

RITICÓN Núm 102 (2008) Francis CERDAN La transmisión de la exégesis en la oratoria sagrada del siglo XVII (El caso