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14 de noviembre de 2011 Nº 117
Política
CONTENIDO
1. La crisis mundial del empleo por Juan Somavía 1
2. Wall Street ocupada y preocupada por Juan Gelman 3
3. Un político debe regir la economía por Monika Zgustova 4
4. ¿Incidente necesario? por Enrique Ayala Mora 5
5. Distorsiones conceptuales por Rodrigo Borja 6
6. Ocupar Wall Street por Manuel Castells 7
7. Las proféticas palabras de Obama por Carlos Fuentes 9
8. El Barrio Rojo y los escaparates cubanos por Yoani Sánchez 10
9. La próxima pesadilla de Europa por Dani Rodrik 12
10. El estímulo a la innovación en India por Thomas L. Friedman 14
11. Aquí viene el sol por Paul Krugman 15
12. ¿Se salvó la Comunidad Andina? por Manuel Chiriboga 17
13. Europa: crisis y respuesta por Felipe González 18
14. Signos por Jorge Edwards 20
15. Los peligros del mundo y las ciencias prohibidas por Pablo González Casanova 22
1. LA CRISIS MUNDIAL DEL EMPLEO POR JUAN SOMAVÍA
El panorama mundial del empleo es terrible. El desempleo afecta a más de 200 millones de
personas, y continúa aumentando. La tasa actual del crecimiento del empleo, a uno por ciento
o menos anual, no permitirá que se restablezcan los 30 millones puestos de trabajo perdidos
desde que comenzó la crisis, en 2008.
Sin embargo, los números del desempleo son sólo parte de la historia. Millones de
trabajadores tienen trabajos sólo de tiempo parcial porque carecen de una alternativa mejor.
Aun antes de la crisis, la mitad del empleo fuera de la agricultura estaba en la economía
informal, y dos de cada cinco trabajadores en el mundo vivían por debajo del umbral de la
pobreza de dos dólares al día por persona.
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El desempleo juvenil afecta a casi 80 millones de personas, con una tasa dos o tres veces
superior a la de los adultos.
El desempleo y la desigualdad de los ingresos son denominador común de protestas que se
multiplican en diferentes partes del mundo. Además, millones de personas tienen trabajo, pero
carecen de elementos básicos: derechos, protección social y voz. En 25 países se han realizado
protestas relacionadas con el empleo.
La situación podría empeorar. Con la desaceleración de la economía, desde mediados de 2011
estamos al borde de una recesión mundial del empleo que podría durar una década. Las
consecuencias sociales y políticas podrían ser catastróficas.
Cuando los líderes del G-20 se reúnan esta semana en Cannes, su mayor desafío será
mantenerse en contacto con sus ciudadanos y responder al creciente descontento mundial.
Ellos se esforzarán por calmar los mercados financieros y asegurar que primero la zona euro,
luego Estados Unidos y finalmente Japón resolverán su crisis de deuda soberana. Es urgente
apagar los incendios financieros. Sin embargo, para conservar la legitimidad política el G-20
deberá enfrentar con el mismo vigor la tragedia de los millones de desempleados y de
trabajadores precarios que están pagando el precio de una crisis de la cual no son responsables.
Los líderes del G-20 pueden dirigir sus esfuerzos de recuperación económica mundial hacia el
camino del trabajo decente basándose en sólidas asociaciones público/privadas. Esto se
traduce en cuatro medidas concretas que han demostrado su eficacia.
En primer lugar, aumentar las inversiones en infraestructura generadoras de empleo desde el
actual 5-6 por ciento del PIB a 8-10 por ciento en los próximos cinco años. China e Indonesia
han demostrado que esas inversiones son cruciales para mantener el empleo durante una
desaceleración.
En segundo lugar, garantizar que pequeñas y medianas empresas, la principal fuente de
creación de empleo, tengan acceso al financiamiento bancario y a sistemas de apoyo a la
gestión, y que los créditos otorgados a las Pymes crezcan. Eso han hecho Brasil y México.
En tercer lugar, concentrarse en el empleo para los jóvenes, a través de pasantías, y servicios
de orientación y formación empresarial, a fin de facilitar la transición de la escuela al trabajo.
Los países que han seguido esta ruta, como Alemania, Australia y Singapur, tienen tasas de
desempleo juvenil más bajas.
Finalmente, establecer pisos de protección social en los países con baja cobertura. Puede
realizarse con un costo de entre uno y dos por ciento del PIB, dependiendo del país. Los
esquemas de protección social financiados con dinero público en Argentina, Brasil, India,
México y Sudáfrica están ayudando a millones de personas a salir de la pobreza.
Si los países se concentran en estas prioridades al mismo tiempo que elaboran planes creíbles
y socialmente responsables para financiar la deuda soberana y consolidar las finanzas
públicas, la recuperación será más sólida. La meta es impulsar la tasa mundial de crecimiento
del empleo a 1.3 por ciento, recuperando así para 2015 la tasa de empleo de la población en
edad de trabajar de antes de la crisis.
El mundo enfrenta un urgente desafío de igualdad. La percepción de que algunos bancos son
demasiado grandes para fracasar y algunas personas son demasiado pequeñas para ser tomadas
en cuenta, y que los intereses financieros predominan sobre la cohesión social, socavan la
confianza de las personas.
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La OIT apremia a los líderes del G-20 en Cannes a colocar la economía real al mando de la
economía mundial; a orientar el sector financiero hacia inversiones productivas a largo plazo
en empresas sostenibles; a ratificar y aplicar las ocho normas fundamentales del trabajo, y a
promover el empleo, la protección social y los derechos básicos en el trabajo con la misma
diligencia aplicada para controlar la inflación y equilibrar las finanzas públicas.
Esto permitirá sentar las bases de una nueva era de justicia social.
Fuente: La Jornada, 1.11.11 por Juan Somavia, chileno, director general de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT).
2. WALL STREET OCUPADA Y PREOCUPADA POR JUAN GELMAN
A Ocupar Wall Street merece ya el nombre de movimiento nacional: se ha extendido a
decenas de ciudades importantes de EE.UU. con idénticas consignas, consigue apoyo sindical
y estudiantil. Es un movimiento pacífico, como prueba la reacción de los ocupantes de
Oakland: el martes respondieron con una marcha sin mayores incidentes al brutal ataque
policial contra su campamento que terminó con cien arrestos y un agredido baleado y en
estado de coma. Es pacífico pero no pasivo y el miedo empresarial pasa sigiloso por las calles
del centro financiero más importante del mundo.
Es notorio que estos indignados se declaran representantes del 99 por ciento infortunado de la
población estadounidense y que sus reclamos están dirigidos al opulento uno por ciento del
país. Forbes invitó a varios multimillonarios de sus listas a visitar de incógnito a los reunidos
en el Parque Zuccotti, ahora de la Libertad, para conocer de primera mano las demandas de los
ocupantes. Sólo aceptó Jeff Greene, magnate del negocio inmobiliario al que la revista le
calcula un capital de 2100 millones de dólares, y éste fue su comentario: ―Por ahora es como
una manifestación estudiantil, una muestra de la frustración de la clase media, pero podría
eventualmente desembocar en la violencia, el próximo paso a temer‖ (www.forbes.com,
19/10/11).
No falta el ejecutivo que contactó a una agencia privada de seguridad ―solicitando ayuda para
planear su huida de EE.UU. en el caso de que el gobierno federal fuese derrocado‖, informa el
New York Times. Ni el banco que distribuye entre sus empleados un manual de seguridad ad
hoc con instrucciones como éstas: ―Evitar las zonas pobres o aisladas que los tornan
vulnerables a un ataque‖. O: ―Eludir confrontaciones y contactos innecesarios con los
manifestantes‖, ―No portar la identificación o algún logo del banco‖, ―No caminar o conducir
solo‖, ―No razonar o argumentar con los manifestantes‖, ―Si le parece que está en peligro o si
observa actividades sospechosas o ilegales, llame a la policía o marque 911‖, ―Sea un buen
testigo y procure recordar al máximo posible los detalles de lo que ocurra‖ y otras del mismo
tenor (www.truthout.org, 16/10/11).
Hay, sin embargo, seres felices en medio de esta paranoia: los fabricantes de dispositivos de
seguridad y los directores de las agencias del ramo. Ejecutivos de bancos, compañías
financieras y aseguradoras llaman cada vez con más frecuencia a las firmas que se ocupan de
proporcionar seguridad. Paul M. Viollis, confundador de Risk Control Strategies –que vende
protección a algunos de los ejecutivos más importantes de Wall Street–, espera ―duplicar con
creces sus ingresos este año‖ (www.nytimes.com, 18/10/11). Christopher Falkenberg, director
de Insite Security, dice que los suyos aumentarán un 40 por ciento. Las tarifas son picantes.
Un guardaespaldas fornido y entrenado del ―servicio profesional de protección‖ puede costar
200 dólares la hora y un chofer full-time hasta 150.000 por año. La vigilancia de locales y
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oficinas se cobra por metro cuadrado y el precio de un sistema completo de seguridad para
viviendas oscila entre los 100.000 y 1,5 millón de dólares. Se ofrecen –y se venden– además
ventanales a prueba de balas y artefactos de vanguardia como cerraduras biométricas que sólo
se dejan abrir si la huella digital es la correcta, cámaras de infrarrojo que graban aunque la
oscuridad sea total y sensores especiales que detectan movimientos de algún posible intruso.
La panoplia es amplia. Y cara.
En tanto, los indignados multiplican acciones novedosas. Instan a escribir cartas con los
agravios bancarios padecidos y enviarlas a los gigantes financieros como Goldman Sachs,
Bank of America o Wells Frago y aun personales a unos 180 de sus ejecutivos prolijamente
elencados (www.occupytheboardroom.org). El propósito es irónico: como ―la vida de los de
arriba se ve rodeada por una creciente y terrible soledad‖, esas cartas les permitirán saber ―que
alguien está pensando en ellos‖. No deben de ser pensamientos halagadores para los CEO de
Morgan Stanley o del Citigroup. Los ocupantes proyectan inaugurar un tribunal público para
juzgar los delitos contra los estadounidenses cometidos por Goldman Sachs.
El grupo Anonymous probó su eficacia hackeadora bloqueando a megaempresas como Master
Card, Paypal, Visa y Amazon en apoyo de Wikileaks. Ahora promete acciones en favor de los
indignados y el asalto más peligroso para el sector financiero estadounidense no se detendrá
con ventanas blindadas ni cerraduras biométricas. Las nuevas técnicas electrónicas son algo
serio.
Fuente: Página12, 3.11.11 por Juan Gelman, escritor argentino
3. UN POLÍTICO DEBE REGIR LA ECONOMÍA POR MONIKA ZGUSTOVA
Václav Havel, el expresidente checo, acaba de cumplir 75 años. Poco antes de su fiesta de
cumpleaños, a la que acudieron varios centenares de sus amigos -entre ellos la ex secretaria de
Estado norteamericana Madeleine Albright, el dramaturgo inglés Tom Stoppard, el periodista
polaco Adam Michnik y muchos compañeros de viaje de la época de disidente-, conversamos
un rato. Havel empezó por referirse a la profunda crisis de la política.
―En mi país, la expresión contexto político o fondo político se interpreta como contexto
sospechoso, fondo sospechoso. El significado de la palabra política se ha vuelto negativo‖, ríe
con sorna, y opina que hay que regenerar los partidos políticos y revisar su relación con el
poder económico. ―Siempre he sido políticamente activo como ciudadano pero nunca ansié
llegar a ser político profesional. Naturalmente, mi actitud activa tuvo su influencia en la
sociedad. Después de muchas dudas comprendí que si no aceptaba la función de presidente,
hubiera desilusionado a los que creían en mí‖. Y acto seguido me confiesa que había cometido
errores como presidente: puesto que no era un especialista en economía, se fio poco de su
instinto en esa materia. Creyó que los economistas sabían lo que hacían. ―¡Ese fue un error
enorme!‖, exclama.
En la actualidad y a nivel mundial, parece que la economía y la industria financiera se
imponen a los políticos y no viceversa, reflexionó en voz alta, y Havel repite que ese es un
peligrosísimo error: un político debe regir el comportamiento de la economía y las finanzas,
un político debe imponerse a la economía y las finanzas. Un buen político debe influir en la
sociedad, liderarla, proponer las prioridades y, si los ciudadanos le votan, ejecutarlas con
responsabilidad.
En la escena internacional actual se echan en falta auténticos líderes, con más razón aún
porque el mundo occidental atraviesa un delicadísimo momento de cambios de todo tipo,
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opinó. En voz baja y nostálgica, el expresidente y exdisidente confiesa conocer a decenas de
personalidades, en muchos países, que podrían ser políticos excelentes. Pero los partidos no
les apoyan porque prefieren a sus propios cuadros, aunque no sean los más aptos.
Pienso en una equivocación de Havel a la hora de apoyar con su firma la intervención de Irak,
y le pregunto si es menester intervenir contra un tirano especialmente cruel y odiado, como se
ha hecho con Gadafi. Y Havel se mantiene fiel a su actitud de entonces, aunque la matiza:
―Hay que intervenir contra un tirano. No hay que prorrogar las cosas, esa es mi experiencia.
Cuando yo era presidente, se habló mucho de apartar a Milósevic, y ese periodo de dudas
significó muchos más muertos, violaciones y torturas‖. Le pregunto si es por eso que fue
partidario de apartar a Sadam Husein. Havel contesta que sí: ―Pero había que hacerlo de
manera contundente y rápida, en absoluto como se hizo‖. La primavera árabe le recuerda el
proceso de la caída del Muro, cuando iba cayendo un país tras otro, y todos se liberaban del
pasado con ansias y ganas de renovarse.
Inevitablemente, nos ponemos a conversar sobre la grave crisis del mundo occidental, y no
solo económica y financiera. ¿Qué ha pasado? Con su voz grave, formulando sus reflexiones
lentamente, Havel opina que hay un peligro que se cierne encima de la civilización occidental:
ese peligro no viene de fuera, sino que está dentro; es el comportamiento vacilante y temeroso
de nuestros políticos en cuyo horizonte solo están las próximas elecciones y sus intereses
particulares. Tal vez faltan los Helmut Kohl, François Mitterrand, sugiero. Es más, dice Havel,
faltan verdaderas personalidades: Winston Churchill, Charles de Gaulle, que seguían su idea
aunque esta no fuera popular a corto plazo. Esos políticos llegaron a tener autoridad y respeto
y, al final, incluso apoyo. Eso es lo que falta hoy. Es un fenómeno de nuestra civilización en el
momento actual. Y tras una breve reflexión Havel dice que Europa debería imponer sus
valores intelectuales y éticos a la carrera de crecimiento en la que compiten la mayoría de los
países del mundo.
Ante este hombre, prematuramente envejecido y muy enfermo, y para disipar las nubes, me
pongo a hablar en tono más ligero de las cosas que me irritan en Praga. Pero Havel mantiene
la gravedad de su análisis: le molesta, en su país, la incapacidad de encontrar y castigar a la
mafia. El poco respeto que se tiene por el paisaje. La arquitectura contemporánea, insípida e
impotente. La dictadura de los medios de comunicación, cada vez menos serios. Y sobre todo,
el abismo que se abre entre los políticos y el pueblo, un problema tanto local como de toda
Europa. ―A nivel mundial‖, explica, ―la responsabilidad del hombre no está al nivel de su
saber. Debemos actuar contra la presión del poder económico y financiero. No podemos
tolerar las dictaduras de ningún tipo. Es menester una especie de renacimiento existencial de
nuestra civilización y espero que para su realización no haga falta un cataclismo‖.
Fuente: El País, 2.11.11 por Monika Zgustova, escritora checa
4. ¿INCIDENTE NECESARIO? POR ENRIQUE AYALA MORA
Las ―cumbres presidenciales‖ están más que saturadas. Aunque hay algunas que parecen
necesarias, se han multiplicado de tal manera que la mayoría apenas tienen agendas concretas
que tratar, demandan mucho tiempo de los jefes de Estado y de los funcionarios diplomáticos,
y cuestan plata… Bastante más de lo que se debería gastar en ellas.
Sería muy bueno que algunas de esas ‗cumbres‘ pudieran ser obviadas, o celebradas por
teleconferencias, que ahorran dinero y sobre todo tiempo. De ese modo, las reuniones
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verdaderamente necesarias, las que deben realizarse para coordinar acciones o para enfrentar
problemas de la comunidad internacional, tendrían mayor peso, sentido e impacto.
Sin perjuicio de que en ciertos casos su participación es necesaria, la mayoría de las veces las
agendas de esas reuniones se llenan con intervenciones de funcionarios de los organismos
internacionales, sobre todo financieros, que repiten en ellas diagnósticos de situaciones que
todo el mundo conoce, propuestas de ‗soluciones‘ para problemas supuestamente comunes,
que se formulan con un estudiado esfuerzo por no contradecir a nadie, con medidas inocuas
que todos saben que no se aplicarán, redactadas en una jerga que sigue la moda del snob y la
vaciedad.
Aún peor, en algunos casos se invita a intervenir a representantes de organismos
internacionales que montaron la avalancha neoliberal de las pasadas décadas e impusieron a
los gobiernos las políticas de ajuste que promovieron el saqueo de los países, el desempleo, el
hambre y la desesperación de muchos. Y lo más grave es que cuando ellos mismos se han
dado cuenta de su fracaso, apenas murmuran en los corrillos: ―se nos chispoteó‖ y sin más
inventan justificaciones en que los malos son los trabajadores, las clases medias, los
depositantes de los bancos. En pocos meses están pontificando nuevamente como si no fueran
responsables de nada.
Por eso, en esta vez digo, como lo harían muchos ecuatorianos que no tienen columna
periodística, que la actitud del presidente Correa en Paraguay estuvo bien. Alguien alguna vez
debía decirles a los burócratas internacionales de hormigón armado que no pueden seguir
haciendo diagnósticos y dando recetas como si nada hubiera pasado, cuando han causado tanto
daño a las mayorías de la mayoría de los países del mundo.
Muchas veces he censurado las malas maneras del Presidente con la prensa, los trabajadores
del sector público, los universitarios, los maestros, los miembros de la oposición y sobre todo
con el común de la gente, que rechaza sus excesos verbales y sus actitudes autoritarias. Ahora
me permito, con igual énfasis, expresar mi acuerdo con su actitud frente a la intervención de
alguna burócrata del Banco Mundial, que antes que diagnósticos y recetas, les deben disculpas
a los pobres de este mundo.
Fuente: El Comercio, 4.11.11 por Enrique Ayala Mora, ensayista e historiador ecuatoriano
5. DISTORSIONES CONCEPTUALES POR RODRIGO BORJA
1. No es lo mismo municipio que municipalidad. Municipio es la circunscripción territorial
que alberga a los vecinos —entre nosotros, el cantón— y municipalidad es su gobierno,
ejercido por el concejo municipal y el alcalde. El origen de la municipalidad está en el Imperio
Romano, que reconoció a las ciudades —municipios— la facultad de administrarse con cierto
grado de autonomía. Las municipalidades se organizaron en Europa a partir del siglo XII para
atender los asuntos de la comunidad y se albergaron en las viejas "casas consistoriales"
levantadas en el punto más intenso de la vida social. Allí se alzaron los grandes edificios
góticos con atalayas para vigilar la ciudad, campanarios para convocar a los vecinos, depósito
de armas para defenderlos de las agresiones externas, archivo, mercado e instalaciones
administrativas. Las municipalidades, por tanto, son anteriores al Estado, que surgió dos siglos
más tarde en el curso del proceso de unificación de las monarquías europeas.
2. Se habla de "democracia participativa". Esto es redundante. La democracia es participación.
Mientras mayores son las posibilidades reales de participación popular en la toma de
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decisiones políticas y en el disfrute de los bienes económicos tanto más democrático es un
Estado.
La democracia es la conjugación del verbo participar en todos sus tiempos y personas. Cuando
yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos participen igualitariamente así en la toma de decisiones
políticas como en el disfrute de los bienes y servicios de naturaleza socio-económica dentro
del Estado, mayor será la aproximación a la democracia.
De ahí que hablar de "democracia participativa" es un pleonasmo, o sea una redundancia. La
democracia es participativa o no es democracia.
En los regímenes democráticos hay métodos directos e indirectos de participación popular en
la toma de decisiones políticas dentro del Estado. Los métodos directos más usuales —
llamados así porque a través de ellos el pueblo toma decisiones concretas que habrán de
cumplirse— son la iniciativa popular, el referéndum, el plebiscito, las elecciones y la
revocación del mandato. Los métodos indirectos —por medio de los cuales la comunidad
influye o condiciona el ejercicio del poder— son principalmente: la opinión pública, los
partidos políticos, los grupos de presión, los grupos de tensión, los nuevos movimientos
sociales y las llamadas organizaciones no gubernamentales.
3. Otro error extendido es hablar de "política de Estado" en contraste con "política de
gobierno" para referirse a lo estructural y de largo plazo en contraste con lo coyuntural. Toda
política de gobierno es política de Estado porque el gobierno es el representante juridico y
político del Estado, en cuyo nombre toma las decisiones y actúa.
La democracia es la conjugación del verbo participar en todos sus tiempos y personas. La
democracia es participativa o no es democracia.
Fuente: El Comercio, 6.11.11, por Rodrigo Borja fue Presidente del Ecuador
6. OCUPAR WALL STREET POR MANUEL CASTELLS
El capital financiero y sus altos ejecutivos tienen un problema serio: la gente no los quiere. Es
más, muchos los odian. Y el clamor se extiende contra los políticos percibidos como
marionetas de los bancos a los que protegen con el dinero de los contribuyentes sin que los
bancos devuelvan el favor cuando les va bien a ellos y mal al país. Porque, argumentan, el
dinero es de sus accionistas. Nadie lo cree porque en las juntas de accionistas está todo bien
atado. Con una minoritaria participación de control unos pocos accionistas hacen y deshacen.
Añádanse las inversiones cruzadas entre bancos (las llamadas cartas de amor y el sistema se
cierra sobre sí mismo, con escasa utilidad social y máxima captación de fondos en beneficio
de los banqueros, con bonos exorbitantes para sí mismos aun cuando quiebren sus entidades.
Y nada de pagar más impuestos. Para eso están los paraísos fiscales.
De ahí que el movimiento Ocupar Wall Street, iniciado en el corazón del capitalismo
financiero, haya tenido tal apoyo popular en EE.UU. y en el mundo. La idea se lanzó en
internet por la revista Adbuster, una publicación de crítica a la publicidad editada en
Vancouver, en julio del 2011. La propuesta de ocupar Wall Street el 17 de septiembre, día de
la Constitución, para protestar contra el control de la política por el dinero, fue recogida por
grupos diversos en todo el país, más o menos organizada en la red y finalmente llevada a cabo
por unos mil manifestantes que acabaron acampando en Zuccotti Park en las inmediaciones
del distrito financiero. El silencio mediático y la ausencia de apoyos organizados pareció
confinar el movimiento al ostracismo. Sus demandas eran variopintas, pero coincidían en la
crítica de un sistema financiero causante de la crisis y que seguía teniendo poder de vida y
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muerte sobre la economía y la política. Allí donde no llegan los medios de comunicación
tradicionales llega la red y la iniciativa se extendió rápidamente a una ciudadanía harta de todo
pero especialmente de los bancos. Y cuando la policía intensifico su represión, los sindicatos
estadounidenses, que están sufriendo una campaña de exterminio por parte de los
gobernadores republicanos y las grandes empresas, decidieron unirse al movimiento y acudir a
las manifestaciones. Y los hackers entraron en acción. Anonymous publicó en la red el nombre
y señas personales del policía responsable de haber herido a manifestantes. El alcalde
Bloomberg ordenó desmantelar la acampada por ―razones de higiene‖ (¿suena familiar?), pero
ante la masiva movilización para impedirlo canceló la orden. El 1 de octubre los manifestantes
marchan hacia el puente de Brooklyn, la policía los deja pasar. Es una encerrona: tienen
pretexto legal para detener a centenares. Pero la torpeza policial ofrece la oportunidad de
filmación espectacular para los medios que por primera vez cubren ampliamente el
movimiento aun criticándolo.
Se rompe la barrera del silencio. El movimiento entonces se extendió por todo el país. Cientos
de ciudades, y numerosos barrios y calles, tienen su propia ocupación, tanto en el espacio
urbano como en una web que relata la acción cotidiana y se conecta a otras webs que van
tejiendo una geografía virtual y espacial del cambio de mentalidad en el país capitalista por
excelencia. Un 82% en el estado de Nueva York y un 46% en todo el país apoyan las críticas
del movimiento Wall Street, frente a un 34% que se opone. El movimiento se autoproclama
representante del 99% de los ciudadanos en contraposición del 1% que atesora el 20% de la
riqueza. Y empieza a impactar la opinión política: mientras que el 68% pide aumentar
impuestos a los ricos, el 69% piensa que los republicanos favorecen a los ricos. Como Obama
aparece también como prisionero de Wall Street el efecto electoral directo es incierto, a menos
que Obama haga un giro al respecto. Conforme el movimiento incrementa su popularidad y
sus ocupaciones, se acentúa la represión policial, cientos de personas son detenidas en todo el
país, las cargas policiales se endurecen. Acontecen hechos inéditos: el 22 de octubre ante una
acción policial en Nueva York un fornido sargento de los marines de vuelta de Afganistán
increpa a los policías y los acusa de deshonrar los ideales estadounidenses por atacar a sus
ciudadanos. La policía no se atreve con él. El vídeo del incidente es visionado por 3 millones.
De ahí surge un movimiento, Ocupar los Marines, hecho por los propios marines que invitan a
dar apoyo táctico y liderazgo a los manifestantes. El 25 de octubre la policía de Oakland ataca
toda la noche la acampada frente al Ayuntamiento. Un bote de humo fractura el cráneo del
marine Scott Olsen, participante en la ocupación. La alcaldesa pide perdón. Las protestas se
redoblan en todo EE.UU. En Nueva York una tormenta de nieve cubre la región. Unos días
antes el alcalde había prohibido toda calefacción en Zuccotti Park por ―razones de seguridad‖.
Los acampados aguantan el intenso frío con el apoyo de los vecinos del barrio y redes de
solidaridad.
Tras siete semanas, las ocupaciones proliferan y se refuerzan. Los bancos siguen en el punto
de mira. Una joven de 22 años en Washington, Molly Katchpole, reacciona contra la
imposición del Bank of America de cobrarle 5 dólares por cada utilización de tarjeta de débito,
medida que iban a seguir los demás bancos. Publica su protesta en internet, en unas horas
300.000 personas se unen. Los bancos cancelan la medida, con amplia repercusión mediática.
Move.org, con 5 millones de afiliados, lanza una campaña para que la gente retire su dinero de
los grandes bancos y lo deposite en cooperativas de crédito y bancos comunitarios. De la red a
la calle y de ahí a la cuenta bancaria. Los ejecutivos que hace unas semanas brindaban
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provocadoramente con cava al paso de los manifestantes desde sus ventanas de Wall Street
empiezan a esconder su identidad en público.
La inmoralidad del mundo financiero parece haber encontrado un contrapoder con el que no
contaba: sus propios clientes.
Fuente: La Vanguardia,5.11.11 por Manuel Castells, sociólogo y profesor españolç
7. LAS PROFÉTICAS PALABRAS DE OBAMA POR CARLOS FUENTES
El 4 de junio de 2009, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habló en la
Universidad de El Cairo. Dijo tener fe en que ―todos los pueblos anhelan… decir lo que
piensan y determinar cómo son gobernados; confianza en el Estado de derecho y la
administración equitativa de la justicia; un Gobierno transparente y que no le robe a la gente‖.
Estas, añadió Obama, no son solo ideas americanas, ―son derechos humanos‖. ―Los Gobiernos
que protegen estos derechos son más estables y seguros‖. ―El poder‖, dijo por último, ―se
mantiene con el consentimiento, no con la coerción‖.
En 2009, estas palabras -dichas en el Egipto de Hosni Mubarak- fueron tildadas de idealistas.
Egipto, Túnez y Libia estaban dominadas por dictaduras personales, en el extremo opuesto de
lo enunciado por Obama. Pero hoy, Mubarak, depuesto, es exhibido en una jaula. El dictador
tunecino, Ben Alí, ha huido. Y el sátrapa libio, Muamar el Gadafi, es un cadáver expuesto a la
curiosidad ciudadana en una tienda de pollos en Sirte.
Lo dicho por Obama hace dos años es hoy la realidad del África del norte. No una realidad
perfecta, como no lo fue la de México entre la caída de Porfirio Díaz (1911) y el Gobierno de
Lázaro Cárdenas (1934). Pero una realidad irreversible. Por más conflictos de sucesión que se
den en Libia, Túnez y Egipto, el pasado no regresará. Habrá, sin duda, nuevos conflictos,
nuevas realidades, nuevos actores. Pero las dictaduras personales de Mubarak, Gadafi y Ben
Alí no se repetirán. ¿Por qué?
Los crímenes de Gadafi, durante un reinado de 40 años. Las cerca de 50.000 víctimas (acaso
más) de su terror, los hombres y mujeres asesinados, encarcelados, torturados, junto con el
crecimiento espectacular de las fortunas privadas de Gadafi y su familia… El petróleo hacía
perdonables muchos crímenes del dictador, aunque revelase la hipocresía de sus clientes.
La muerte del tirano fue horrible. Hitler se suicidó, convencido de que, si lo capturasen vivo,
sería paseado en una jaula. Stalin murió en paz. Pero Mussolini, fusilado primero, fue colgado
de los pies junto con su amante Claretta Petacci, en la Plaza Loreto de Milán. Gadafi fue
capturado en un túnel de Sirte, befado, insultado mientras se defendía débilmente: ―¿Quiénes
son? ¿Por qué hacen esto?‖. Y, al tocarse la sangre en el rostro, ―miren lo que han hecho‖.
¿Se preguntó alguna vez Gadafi: ―Miren lo que he hecho yo‖?. Tremendo ejemplo el de
Gadafi, el déspota absoluto. Sobre esa Hubris, orgullo desmedido del poder que tan finamente
analiza Carmen Aristegui en un reciente artículo, citando al excanciller inglés David Owen:
―Los actos de Hubris son mucho más habituales en los jefes de Estado y de Gobierno, sean
democráticos o no, de lo que a menudo se percibe… el autoengaño es un factor que
desempeña un papel notablemente grande en el Gobierno‖. El lector mexicano -y el
latinoamericano- puede buscar y encontrar las comparaciones que guste. Sin excluir a nadie,
creo que Lázaro Cárdenas, grande como era, jamás cayó en la tentación del orgullo y
abandonó la presidencia al cabo de seis años, para cumplir con la ley y con su propio carácter.
En México, Álvaro Obregón quiso romper la ley de la no-reelección en 1928, y le costó la
vida.
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Gadafi, un ejemplo siniestro del afán de perpetuarse en el poder, fue ejecutado por la
muchedumbre en medio de la confusión y el odio. Muchos opinan que debió ser juzgado,
como Milosevic, en La Haya. Otros creen que Gadafi habría organizado una hábil defensa
que, además, habría comprometido a los Gobiernos occidentales que, de una u otra manera, lo
apoyaron. El tirano libio cayó por un movimiento de oposición apoyado por fuerzas aéreas,
sobre todo, de Francia y Reino Unido. La ausencia primordial de Estados Unidos en esta
operación le ha valido a Obama recriminaciones de derecha e izquierda. La derecha
republicana le acusa de no haber intervenido con fuerza contra Gadafi. La izquierda
demócrata, de no haber buscado soluciones pacíficas.
Barack Obama, simplemente, se ha situado en una nueva realidad que pocos norteamericanos
pueden o quieren comprender. George W. Bush se lanzó a una guerra perdida en Irak. Obama
ha retirado a sus tropas de Irak. No tiene allí los intereses petroleros de Dick Cheney y
compañía. En Afganistán, la retirada es más difícil pero inevitable: Hamid Karzai no
representa a nadie salvo algunos intereses locales. ¿Y cómo controlar a la corrupta y ambigua
aliada fronteriza, Pakistán, refugio de rebeldes?
No son temas fáciles. Obama parece buscar soluciones nuevas, diferentes a las fracasadas
acciones de su predecesor, y algo más. En ocho años, Bush no pudo eliminar al jefe de Al
Qaeda, Osama bin Laden. Obama lo cercó y mató, descabezando al movimiento. Es solo un
ejemplo de nuevas situaciones a las que Obama, con inteligencia, busca nuevas soluciones. Y
tiene que hacerle comprender a la opinión política norteamericana que los días de la
hegemonía han pasado para siempre. Que Brasil, China y la India emergen. Que corresponde a
Francia e Inglaterra ocuparse de Libia, y no a Estados Unidos, que no tiene por qué meter la
mano en todos los pasteles.
Obama quisiera analizar cada situación de acuerdo con los méritos y deméritos de cada una.
Ya no caben las reacciones de violencia automática. La política internacional de Obama
parece dispuesta a analizar cada caso, actuar de manera distinta para situaciones diferentes,
dejarles algunas tareas a los aliados de Estados Unidos, como en Libia, respetar los
movimientos autóctonos, como los de Egipto y Túnez.
Y tiene la satisfacción de que las palabras pronunciadas en El Cairo en 2009, no fueron en
vano, fueron proféticas.
Fuente: El País, 7.11.11 por Carlos Fuentes, escritor mexicano
8. EL BARRIO ROJO Y LOS ESCAPARATES CUBANOS POR YOANI SÁNCHEZ
Sonríe pícaramente, habla con la prensa, mira hacia los escaparates donde las mujeres ofrecen
sus favores en el conocido Barrio Rojo de Ámsterdam. Mariela Castro viaja por Holanda y
dedica unas frases a la prostitución en Cuba y a las drogas que se venden por todo el malecón
habanero. Su ropa impecable, la boina ladeada y esa mirada amable, hacen a muchos concluir
que la hija -sin dudas- suaviza la imagen adusta de un padre octogenario, general y presidente.
Mientras Raúl Castro se ausentaba de la XXI Cumbre Iberoamericana en Paraguay, la
directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) recorría y admiraba la zona más
alegre de la capital holandesa. Invitada a un congreso sobre salud sexual, conversó incluso con
algunas mujeres que practican el más antiguo oficio del mundo. Terminó afirmando que había
quedado impresionada por la manera en que estas féminas logran "dignificar el trabajo que
hacen". Hasta aquí pareciera que el atrevimiento y la transparencia calan en la nomenclatura
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de la isla, al menos a través de sus hijos. Sin embargo, un escenario bien diferente discurre en
casa, isla adentro, lejos de los micrófonos de Radio Nederland.
Merlyn acaba de cumplir los 17, lleva dos años vendiendo su cuerpo a clientes con pasaporte
extranjero que hacen turismo por estos lares. Pasó cerca de seis meses de internamiento en un
campamento de reeducación, después de que una madrugada la atraparan en el Parque Central
negociando con un cliente. Le teme más a los uniformes azules que a los fantasmas. Evita a
los policías cuando se apostan en las esquinas del centro histórico, porque su carné de
identidad sigue diciendo que vive en Mayarí, un pueblito del oriente del país. De vez en
cuando, debe pagarle con sus artes a algún guardia de pistola y esposas, para que no la lleven
al calabozo.
El "crimen" de esta jovencita de cuerpo frágil y ojos oblicuos es mayor ante nuestra rígida
legalidad, pues ejerce la prostitución desde su condición de ilegal en La Habana. Según el
Decreto 217 publicado por la Gaceta Oficial en abril de 1997, ella debería regresar de
inmediato a su lugar de origen si no cuenta con una residencia en la capital. Para evitar que la
introduzcan nuevamente en un tren y la repatríen forzosamente a su terruño, se ha buscado un
chulo que la protege. Él localiza a los clientes y discute las tarifas, mientras ella aguarda en un
pequeño cuarto del Barrio Chino.
Merlyn no sabe que existe una zona de tolerancia allá en la lejana Holanda y jamás ha oído
hablar de que otras como ella formen sindicatos o proyecten su voz en la prensa. "Prohibido
acercarte a las ventanas", le ha advertido el mulato de dientes de oro que regenta a una docena
de chicas, de manera que el único escaparate con el que ella cuenta es la luna de espejo que
tiene frente a su cama.
Las prostitutas cubanas, catalogadas una vez por Fidel Castro como "las más cultas del
mundo", siguen atrapadas entre la falta de derechos y la incapacidad del sistema para
reconocer que existen. Durante años el discurso oficial se pavoneó de que la isla había sido
limpiada totalmente de ese "flagelo del pasado". En realidad, había ocurrido una devaluación
tal del dinero que ya este no podía convertirse en bienes ni en servicios. Muchas mujeres
perdieron así el estímulo de ganarse la vida con el sudor de su pubis.
No obstante, siempre hubo quienes intercambiaron su cuerpo por ciertos privilegios y
prebendas que hasta finales de los años ochenta solo podían obtenerse de militares y altos
funcionarios. Al llegar los noventa, con la crisis, las tímidas aperturas a la empresa privada y
el aluvión de turistas que cayó sobre la isla, las vimos reaparecer en las calles con su ropa
ajustada y su juventud extrema. Eran las mismas que un poco antes habían estado gritando en
los matutinos de las escuelas "Pioneros por el comunismo. ¡Seremos como el Che!".
Las redadas policiales a las afueras de los cabarés, las condenas por el delito de "peligrosidad
predelictiva" y las detenciones arbitrarias contra estas mujeres han hecho disminuir su
presencia en los enclaves turísticos. Aquella discoteca de Guanabo Club, atestada de
muchachas a la caza de un italiano o de un canadiense, se ve hoy como un bar aburrido y
oscuro.
En lugar de erradicar la prostitución, sin embargo, lanzaron a la clandestinidad a miles de
mujeres que ahora están bajo el control de algún proxeneta o chantajeadas por policías que les
exigen pagar con sus servicios. Están a años luz de verse siquiera como esas mujeres que
Mariela Castro acaba de encontrar y alabar en el Barrio Rojo holandés. Allá la conocida
sexóloga las encontró mostrándose en los escaparates de vidrio y luces de colores, aquí su
padre las empuja a la sórdida dependencia de un cuarto sin ventanas.
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Fuente: El País, 10.11.11 por Yoani Sánchez, periodista cubana y autora del blog Generación
Y.
9. LA PRÓXIMA PESADILLA DE EUROPA POR DANI RODRIK
Como si las derivaciones económicas de una total cesación de pagos de Grecia no fueran
suficientemente pavorosas, las consecuencias políticas pueden ser todavía peores. Una ruptura
caótica de la eurozona provocaría un daño irreparable al proyecto de integración europea, que
es la columna central sobre la que se sustenta la estabilidad política de Europa desde la
Segunda Guerra Mundial. No sólo desestabilizaría la periferia europea más endeudada, sino
también a países centrales como Francia y Alemania, que fueron los arquitectos del proyecto.
Este escenario pesadillesco también sería una victoria para el extremismo político, similar a lo
ocurrido en la década de 1930. El fascismo, el nazismo y el comunismo fueron hijos de un
rechazo contra la globalización que venía gestándose desde fines del siglo XIX, alimentado
por los temores de grupos que se sintieron despojados y amenazados por el avance de las
fuerzas de mercado y de las élites cosmopolitas.
El libre comercio y el patrón oro habían obligado a descuidar prioridades internas, como la
reforma social, la construcción nacional y la reafirmación cultural. La crisis económica y el
fracaso de la cooperación internacional no solamente debilitaron la globalización, sino
también a las élites que sostenían el orden existente.
Como señala en uno de sus escritos un colega mío en Harvard, Jeff Frieden, esta situación
sentó las bases para el surgimiento de dos formas de extremismo distintas. Por un lado, los
comunistas, puestos a elegir entre la equidad y la integración económica, optaron por un
programa de reforma social radical y autosuficiencia económica. Por otro lado, los fascistas,
los nazis y los nacionalistas, puestos a elegir entre la afirmación nacional y el
internacionalismo, eligieron la construcción nacional.
Felizmente, el fascismo, el comunismo y otros movimientos dictatoriales ya están pasados de
moda. Pero en la actualidad existen tensiones similares, y que vienen de larga data, entre la
integración económica y las políticas locales. El mercado único europeo se formó mucho más
rápido que la unidad política europea. La integración económica se adelantó a la integración
política.
Como consecuencia de ello, la preocupación creciente por el deterioro de la seguridad
económica, de la estabilidad social y de la identidad cultural no se pudo resolver por los
canales políticos oficiales. Las estructuras políticas nacionales resultaron insuficientes para
ofrecer soluciones efectivas, pero al mismo tiempo las instituciones europeas todavía son
demasiado débiles para exigir lealtad a los países involucrados.
Los principales beneficiarios del fracaso de las políticas de centro han sido los partidos de
extrema derecha. En Finlandia, un hasta entonces ignoto Partido de los Verdaderos
Finlandeses pudo capitalizar el resentimiento provocado por los paquetes de rescate
implementados en la eurozona y terminó tercero (muy cerca del segundo) en la elección
general de abril de este año. En los Países Bajos, el Partido por la Libertad, de Geert Wilders,
cuenta con suficiente poder para intervenir en la formación de gobierno, y sin su apoyo, el
minoritario gobierno liberal se derrumbaría. En Francia, el Frente Nacional terminó segundo
en la elección presidencial de 2002 y está recuperando bríos bajo la dirección de Marine Le
Pen.
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Este retroceso tampoco es exclusivo de los países miembros de la eurozona. Yendo, por
ejemplo, a Escandinavia, vemos que el año pasado un partido con raíces neonazis, Demócratas
de Suecia, entró al parlamento con casi el 6% del voto popular. En Gran Bretaña, según una
encuesta reciente sobre política, no menos de dos tercios de los conservadores desean que el
país abandone la Unión Europea.
Aunque los movimientos políticos de extrema derecha siempre se han valido del rechazo a la
inmigración, ahora encuentran nuevos argumentos en los paquetes de rescate destinados a
Grecia, Irlanda y Portugal (entre otros) y en los problemas del euro. No puede negarse que el
euroescepticismo de estos grupos parece encontrar asidero en los acontecimientos actuales. No
hace mucho, a Marine Le Pen le preguntaron si estaría dispuesta a abandonar unilateralmente
el euro, a lo que respondió muy decidida: ―Cuando yo sea presidenta, de aquí a unos meses, lo
más probable es que la eurozona no exista‖.
Como en la década de 1930, el fracaso de la cooperación internacional agravó la incapacidad
de los políticos de centro para responder adecuadamente a las demandas económicas, sociales
y culturales de sus votantes. El proyecto europeo y la eurozona están en discusión, hasta tal
punto que la desintegración de la eurozona asestaría un golpe todavía más duro a la
legitimidad de estas élites.
Los dirigentes europeos de centro ahora siguen una estrategia de abogar por ―más Europa‖;
pero aunque con ella se apresuran a calmar los temores internos, en lo referido a crear una
auténtica comunidad política europea no muestran tanta prisa. Llevan demasiado tiempo
apegados a una ruta intermedia que es inestable y enfrenta tensiones por todos los costados. Al
sostener una visión de Europa que en la práctica resultó inviable, las élites europeas de centro
ponen en peligro la idea misma de una Europa unificada.
En términos económicos, la opción menos mala es la de garantizar que las cesaciones de pago
y los abandonos de la eurozona, que son inevitables, se realicen en forma tan ordenada y
coordinada como sea posible. En términos políticos, también será necesaria una vuelta a la
realidad. La crisis actual exige reorientar expresamente las prioridades para prestar más
atención a las preocupaciones y aspiraciones internas de cada país, en desmedro de las
obligaciones financieras externas y las medidas de austeridad. Así como un buen
funcionamiento de las economías locales es la mejor garantía de una economía mundial
abierta, el buen funcionamiento de las políticas locales es la mejor garantía de un orden
internacional estable.
El desafío está en dar forma a una nueva narrativa política que enfatice los intereses y valores
nacionales, pero sin llegar a los extremos del nativismo y la xenofobia. Si las élites de centro
no demuestran que están a la altura de la tarea, la extrema derecha ocupará gustosa su lugar,
pero sin la moderación de aquellas.
Por eso, no estaba errado el primer ministro saliente de Grecia, Georgios Papandreu, con su
fallida convocatoria a un referendo. Esa jugada fue un intento tardío de reconocer la
supremacía de la política interna, aunque los inversores la hayan visto como (según palabras
de un editor del Financial Times) ―jugar con fuego‖. Lo único que se ha conseguido con el
retiro de esa convocatoria es demorar el momento de la verdad y aumentar los costos que en
última instancia deberá pagar el nuevo gobierno griego.
Lo que está en cuestión ahora no es si la política del futuro será más populista y menos
internacionalista; lo que está en cuestión es saber si las consecuencias de ese cambio se podrán
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controlar antes de que se desmadren. Tanto en materia de política como de economía, parece
que en Europa ya no quedan alternativas de las buenas, solamente quedan de las menos malas.
Fuente: Project Syndicate, 9.11.11 por Dani Rodrik, profesor de Economía Política
Internacional en la Universidad de Harvard.
10. EL ESTÍMULO A LA INNOVACIÓN EN INDIA POR THOMAS L. FRIEDMAN
El mundo llegó a los 7.000 millones de habitantes la semana pasada, y creo que conocí a la
mitad de ellos en la carretera de Nueva Delhi a Agra, aquí, en India.
Iban a pie, en bicicleta, en motonetas. Iban en picops, automóviles abollados y apretujados en
―rickshaws‖ motorizados. Esquivaban monos, camellos y vacas. De alguna forma, no obstante,
sin el beneficio de la policía o los semáforos, este flujo de humanidad que es la India moderna
proseguía, increíblemente, con sus actividades. Sin embargo, justo cuando la mente dice que
esta aglomeración de personas seguramente aplastará todos los esfuerzos por sacar a la gran
masa de India de la pobreza, se empieza a notar un patrón: cada tantas millas hay una torre de
telefonía celular y un edificio de aspecto nuevo que sobresale en el caos controlado. Y el
letrero en la fachada dice, invariablemente: ―escuela‖ –de ingeniería, biotecnología, inglés,
negocios, informática o primaria privada–. India sigue siendo el único país que yo conozco
donde se puede encontrar un espectacular letrero en el que se anuncie: ―licenciatura en física‖.
Todas estas escuelas, más 600 millones de teléfonos celulares, más 1.200 millones de
habitantes, la mitad de los cuales tiene menos de 25 años, son la esperanza de India porque
solo mejorando la tecnología y los cerebros, India puede darles una mejor vida a sus masas.
Hay millones de razones por las que no sucederá, pero hay una muy grande por la que sí
podría pasar. Lo pronosticado está sucediendo realmente: los jóvenes tecnólogos de India
están cambiando de operar la trastienda de las compañías occidentales, las cuales
subcontrataron el trabajo en este país, a inventar la tienda para empresas indias que ofrecen
soluciones creativas a bajo costo para los problemas del país. El finado C.K. Prahalad lo llamó
―innovación gandhiana‖, y encontré muchos ejemplos por toda Nueva Delhi.
Les presento a Vijay Pratap Singh Aditya, el director general de Ekgaon. Su centro de
atención son los campesinos indios, que representan la mitad de la población y constituyen lo
que él llama ―un mercado emergente dentro de un mercado emergente‖. Ekgaon diseñó un
programa informático que corre en los teléfonos celulares más baratos y ofrece a los
campesinos ignorantes un programa de voz o de texto que les dice cuándo es el mejor
momento para sembrar sus cultivos, cómo mezclar los fertilizantes y pesticidas, cuándo
esparcirlos y cuánta agua agregar cada día.
―India tiene que incrementar la productividad agrícola‖, explica Aditya, ―pero nuestras granjas
son pequeñas y los asesores del Departamento de Agricultura no pueden llegar a todas. Así es
que adoptan métodos de oídas para sembrar, lo que lleva a una baja productividad y
desertificación del suelo‖. Mediante la informática de nube, Ekgaon arma los consejos para el
suelo, el cultivo y las condiciones climáticas específicos de cada campesino. Unos 12.000
agricultores ya están suscritos (cinco dólares por un año), y el plan está listo para crecer a 15
millones en cinco años.
Les presento a K. Chandrasekhar, el director general de Forus Health, cuyo centro de atención
es ―la ceguera evitable‖ entre los pobres rurales de India. Un cuarto de los ciegos del mundo,
unos 12 millones de personas, está en India, explica Chandrasekhar, y más del 80% de ellos lo
son como resultado de la falta de revisión médica y de oftalmólogos en las zonas rurales. En el
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pasado, una exploración integral requería múltiples aparatos de diagnóstico muy caros para
detectar retinas diabéticas, cataratas, glaucomas, y problemas de córneas y refracción, todo lo
cual causa el 90% de la ceguera evitable en India. Así es que Forus inventó ―un aparato
portátil, inteligente, no invasivo, preexploratorio‖ con el que se pueden identificar estos cinco
padecimientos importantes, así como proporcionar un informe automatizado con los resultados
―normal o necesita consultar a un médico‖. Un técnico entrenado lo puede operar, quien, a
través de la telemedicina, conecta a los pacientes con un doctor.
―Trabajamos con una compañía holandesa en la óptica, y la Universidad de Texas nos apoya
en el desarrollo empresarial‖, agrega Chandrasekhar. ―Estamos hablando con una compañía
brasileña que está interesada en fabricar nuestra tecnología y venderla en Latinoamérica‖.
Los subcontratados se están convirtiendo en subcontratistas.
Les presento a Aloke Bajpai, quien, como otros en su equipo joven, empezó su carrera
trabajando para compañías tecnológicas occidentales, pero regresó a India por una apuesta de
que podría comenzar algo, solo que no sabía exactamente qué. El resultado es iXiGO.com, un
servicio de búsqueda de agencias de viajes que puede correr en los teléfonos celulares más
baratos y ayuda a los indios a hacer reservas con las tarifas de menor costo, ya se trate de un
campesino que quiere ir de Chennai a Bangalore en autobús o tren por unas cuantas rupias o
un millonario que quiere viajar a París en avión. iXiGO tiene ahora un millón de usuarios
únicos al mes y está creciendo. Bajpai utilizó un programa informático de código de fuente
gratuito, Skype y herramientas de Office de base nube, como Google Apps, y márquetin en
medios sociales en Facebook para construir su plataforma informática y hacer crecer a su
compañía. ―Nos permitieron crecer muchísimo más rápido y sin dinero‖, notó.
Finalmente está Nandan Nilekani, el exdirector general de Infosys Technologies, el gigante
indio de las subcontrataciones, quien ahora dirige un esfuerzo gubernamental para darle a cada
ciudadano indio un número de identificación; una iniciativa crucial en un país donde la
mayoría de las personas no tiene licencia de conducir, pasaporte o siquiera acta de nacimiento.
En los dos últimos años se han registrado 100 millones de personas para la identificación
oficial. Una vez que todos tengan una, el gobierno puede brindarles servicios o subsidios –
unos 60.000 millones de dólares cada año– directamente a través de teléfonos celulares o
cuentas bancarias, sin que los burócratas ineptos o corruptos malversen una parte.
―Les estamos llevando la tecnología más sofisticada a los más necesitados‖, señaló Nilekani.
―El mundo hiperconectado nos está dando la oportunidad de cambiar a India con más rapidez,
a una escala mayor que nunca antes‖.
Fuente: El Universo, 11.11.11 por Thomas L. Friedman, periodista norteamericano
11. AQUÍ VIENE EL SOL POR PAUL KRUGMAN
La historia de la tecnología ha estado dominada a lo largo de las décadas, en la mente
colectiva y en gran medida en la realidad, por la computación y las cosas que se pueden hacer
con ella. La Ley de Moore –en la cual el precio del poder informático desciende casi 50 por
ciento cada 18 meses– ha impulsado una gama de aplicaciones en continuo crecimiento, desde
faxes hasta Facebook.
Nuestro dominio del mundo material, por otra parte, ha avanzado mucho más lentamente. Las
fuentes de energía, la manera en que desplazamos objetos, son muy similares a lo que eran una
generación atrás.
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Sin embargo, eso pudiera estar a punto de cambiar. Estamos, o cuando menos deberíamos
estar, en la cúspide de la transformación de energía, impulsada por la acelerada caída del costo
de la energía solar. Así es, la energía solar.
Si esto lo toma por sorpresa, si usted aún piensa en la energía solar como algo similar a una
fantasía hipi, responsabilice a nuestro fosilizado sistema político, en el cual los productores de
combustible fósil tienen tantos poderosos aliados políticos como una poderosa maquinaria
propagandística que denigra las alternativas.
Hablando de propaganda: antes de que me ponga solar, hablemos brevemente de la fractura
hidráulica, también conocida como fracking.
El fracking‘, la inyección de fluido a alta presión dentro de rocas internadas en la profundidad
subterránea, induciendo la liberación de combustibles fósiles, es una tecnología impresionante.
Sin embargo, es también una tecnología que impone grandes costos a la población general.
Sabemos que produce agua residual (y radiactiva) que contamina el agua potable; hay razón
para sospechar, pese a las negaciones de la industria, que también contamina los mantos
freáticos; amén que los pesados camiones que se requieren para el fracking infligen
importantes daños a los caminos.
La economía básica nos dice que una industria que impone grandes costos sobre terceros
debería ser obligada a ―internalizar‖ estos costos; esto es, a pagar por el daño que inflige,
atendiendo el daño como un costo de producción. Quizá el fracking siga valiendo la pena
dados esos costos. Sin embargo, ninguna industria debería ser considerada inofensiva a partir
de sus impactos sobre el ambiente y la infraestructura de la nación.
Sin embargo, lo que la industria y sus defensores exigen, por supuesto, es precisamente que le
permitan evadir la responsabilidad por el daño que causa. ¿Por qué? ¡Porque necesitamos esa
energía! Por ejemplo, la organización energyfromshale.org, respaldada por la industria,
declara que ―existen solamente dos lados en el debate: quienes buscan que nuestro petróleo y
recursos naturales sean desarrollados de una manera segura y responsable; y quienes no
quieren que nuestro petróleo y recursos naturales sean desarrollados ni en lo más mínimo‖.
Así que vale la pena destacar que un trato especial para el fracking es una burla de los
principios del mercado libre. Políticos a favor del fracking alegan que están en contra de
subsidios, pero dejar que una industria imponga costos sin pagar compensación es, en efecto,
un enorme subsidio. Dicen que ellos se oponen a hacer que el gobierno ―elija ganadores‖, pero
incluso así exigen un trato especial para esta industria precisamente porque alegan que será
una ganadora.
Y ahora, para algo diferente por completo: la historia de éxito de la que no se han enterado.
En últimas fechas, si se menciona la energía solar, probablemente oirá alaridos de
―¡Solyndra!‖. Los republicanos han intentado hacer de esa fallida empresa de paneles solares
tanto un símbolo del despilfarro gubernamental –aunque los alegatos de un gran escándalo no
tienen sentido– como un garrote con el cual golpear a la energía renovable.
Sin embargo, el fracaso de Solyndra fue ocasionado efectivamente por el éxito tecnológico: El
precio de paneles solares está bajando rápidamente, y Solyndra no pudo mantenerse al paso de
la competencia. De hecho, el progreso en paneles solares ha sido tan drástico y sostenido que,
como se expresó en un comentario de blog en Scientific American, ―ahora se habla
frecuentemente de una ‗ley de Moore‘ en la energía solar‖, al tiempo que los precios ajustados
por la inflación caen aproximadamente 7 por ciento al año.
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Esto ha llevado a un acelerado crecimiento en instalaciones solares, pero incluso más cambios
pudieran estar a la vuelta de la esquina. Si continúa la tendencia descendente –y en cualquier
caso, al parecer se está acelerando–, apenas estamos a unos cuantos años del punto en el cual
la electricidad de paneles solares se vuelva más barata que la electricidad generada mediante la
quema de carbón.
Y si fijáramos bien el precio de la energía impulsada por carbón, tomando en cuenta los
enormes costos de salud y de otro tipo que impone, es probable que ya hubiéramos pasado ese
punto crítico.
¿Pero, demorará nuestro sistema político la transformación energética que está al alcance
ahora?
Hay que afrontarlo: una gran parte de nuestra clase política, incluida esencialmente la totalidad
del partido Republicano, está dedicada profundamente a un sector de energía dominado por
combustibles fósiles, y se muestra activamente hostil a alternativas. Esta clase política hará
todo lo que pueda por garantizar subsidios para la extracción y uso de combustibles fósiles,
directamente con recursos del contribuyente fiscal e indirectamente permitiendo que la
industria evada su responsabilidad sobre costos ambientales, al tiempo que ridiculiza
tecnologías como la solar.
Así que lo que usted necesita saber es que nada de lo que oiga de estas personas es cierto. El
fracking no es un sueño vuelto realidad; la energía solar es rentable actualmente. Aquí viene el
sol, si estamos dispuestos a permitirle que entre.
Fuente: El Universo, 12.11.11 por Paul Krugman periodista norteamericano
12. ¿SE SALVÓ LA COMUNIDAD ANDINA? POR MANUEL CHIRIBOGA
La Cumbre Presidencial Andina de Bogotá de la semana pasada fue importante, no cabe duda,
no solo que reiteró el compromiso de los cuatro países miembros con la integración andina,
sino que pidió una reingeniería del sistema de integración, el cumplimiento de la normativa
andina, especialmente aquella relacionada al libre tránsito de bienes entre los países, materia
de la última amenaza de Ecuador de abandonar el grupo, el realizar al menos una reunión
anual de presidentes, además de instruir a la secretaría general para iniciar acercamientos con
Mercosur y Unasur para una posible confluencia. Se sorteó una crisis que no es la primera, ni
tampoco será la última. ¿Fue suficiente lo acordado?
De hecho la integración andina ha pasado por momentos difíciles desde que se estableció en
1969 como Acuerdo de Cartagena: la salida de Chile fue su primera crisis, la falta de
cumplimiento de los planes industriales en los setenta fue otra, el efecto de la crisis de la
deuda en los ochenta, que llevó a la suspensión del programa de liberalización del comercio
intraandino y su sustitución por un comercio administrado fue una tercera y ella solo se
solucionó en la Cumbre de Trujillo, con la transformación del Acuerdo de Cartagena en
Comunidad Andina. La salida de Venezuela en el 2006 a raíz de la negociación de los TLC de
Colombia y Perú con Estados Unidos y los graves conflictos entre países, como aquel entre
Ecuador y Colombia a raíz del bombardeo de Angostura y las diferencias públicas entre los
presidentes Morales de Bolivia y García de Perú, fue una cuarta crisis, la que solo parece
comenzar a resolverse con la reunión de la semana pasada.
A pesar de la sucesión de problemas el comercio ha crecido vertiginosamente. Si en 1975 el
comercio intraandino era del orden de 380 millones de dólares, en 1985 era de 631 millones,
en 1995 era de 1.700 millones, en el 2005 era de 4.500 millones. El año 2010 el comercio
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entre los cuatro países alcanzó la nada despreciable suma de alrededor de ocho mil millones de
dólares, con una participación de Ecuador de alrededor del 27%. No es un comercio
insignificante, se trata de productos industriales, de agrícolas no tradicionales y de energía,
tanto petróleo, como electricidad.
Me parece que la CAN enfrenta dos grandes desafíos, si quiere dejar atrás la crisis actual. El
primero es su reingeniería, que pasa por contestar una pregunta: ¿qué integración andina le
sirve a cuatro países con estrategias de desarrollo e inserción en la economía global diferentes?
La respuesta pasa por promover cadenas de valor andinas, capaces de generar valor agregado
subregional. Esto pasa por reducir de manera drástica los costos de logística y más
generalmente de transacción, que existen en los flujos de bienes entre nuestros países. Para
ello, temas como transporte fluido, sistemas de información y normas técnicas comunes sobre
bienes y servicios parecen fundamentales.
Segundo desafío, tal vez más importante, el reposicionar lo andino en el imaginario colectivo
de los ciudadanos de los países miembros. La reciente encuesta de Flacso sobre política
internacional, destaca que los ecuatorianos dan una calificación de apenas 58% a la CAN entre
diversos organismos multilaterales, muy por debajo de Naciones Unidas y Unasur. Hay un
tema fundamental de educación ciudadana, que le devuelva a la CAN la legitimidad perdida.
El Gobierno, el Parlamento Andino, la Universidad Andina y la prensa tienen una importante
responsabilidad en ello.
Fuente: El Universo, 13.11.11 por Manuel Chiriboga sociólogo ecuatoriano
13. EUROPA: CRISIS Y RESPUESTA POR FELIPE GONZÁLEZ
Vivimos una situación de emergencia en la que solo cabe reaccionar avanzando hacia la
federalización de las políticas económicas y fiscales. Los debates, sin embargo, siguen siendo
nacionales cuando el desafío es global
Sigue nuestra particular campaña electoral, mirando hacia dentro, sin levantar la mirada para
analizar lo que pasa en Italia, en Grecia, en Portugal, en Irlanda... o en Francia. Nada parece
importar para encontrar responsables de la crisis solo dentro de nuestras fronteras. ¡Por eso no
existe una respuesta europea! Porque el debate sigue siendo nacional, aquí y en los demás
países de la Unión, cuando el desafío es Europeo y Global.
Italia no debería entrar en una recesión que la aparte de la solución a sus problemas reales
En cada país hay que hacer reformas estructurales de fondo para enfrentar una realidad nueva,
mundial, donde las cosas han cambiado radicalmente y nos obligan a cambiar a nosotros. Pero
además, y ahora en primer lugar, hay que GOBERNAR el espacio público supranacional que
compartimos: el de la eurozona y el de la Unión Europea. Y no se está haciendo en serio.
Toca reconocer el coraje del Gobierno de España, que hace año y medio nos alejó de la zona
más arriesgada de las turbulencias y de los ataques especulativos con gran coste político. Es
justo hacerlo ahora cuando desde el PP, que se siente ganador en las encuestas, se pide
consenso, y grandes acuerdos para enfrentar la crisis si llegan al poder. ¿Deberían decirles los
socialistas que, llegado el caso, serían tan responsables como ellos han sido? No, porque no
nos sale el juego de "mientras peor, mejor" que siempre practican desde la oposición. Porque
con aciertos o con errores siempre estamos dispuestos a anteponer los intereses generales de
España a los partidarios.
Pero la partida de lucha contra la crisis se juega en dos tableros: el de nuestra realidad como
país y sus exigencias y el del espacio público que compartimos con los países del euro y con la
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Unión Europea en su conjunto. Por eso una parte fundamental de la faena que hay que hacer
está en Europa, en sus instituciones, en la recuperación de un liderazgo que mire al espacio
común, sin replegarse en una falsa visión de intereses particulares nacionalistas que nos lleva a
la catástrofe ¡A TODOS!
Esta reiterada voz de alerta no tiene nada que ver con la campaña electoral. Es la misma que
hace dos años y medio me llevó a plantearlo en el propio Consejo Europeo, coincidiendo con
el primer debate -sin respuestas- sobre el problema de Grecia. Es la misma que he repetido en
los foros en los que he participado desde entonces y en publicaciones diversas. Estamos en una
situación de emergencia. No la del día a día que se nos ofrece en las noticias de Bolsa. Es una
emergencia histórica que nace de una crisis financiera y económica global, sin una respuesta
europea como condición para encarar una respuesta global.
¿Es tan difícil de entender que en una zona monetaria única tiene que haber una política
económica y fiscal coherente? Parece inútil recordar que hace 20 años negociamos un Tratado
de Unión Económica y Monetaria, no una Unión Monetaria y 17 políticas económicas y
fiscales diferentes y divergentes.
Los que proclaman la desaparición del euro o las dos velocidades en la propia eurozona siguen
echando leña al fuego con la errónea pretensión de salvaguardar intereses nacionales. Si
alguna vez se retrocede en esa dirección el coste será inmenso y ningún país saldrá
beneficiado. El mercado interior desaparecerá, víctima, entre otros efectos, de las
devaluaciones irremediables y de las competitivas. Entonces tendrán que evaluar -otra vez a
destiempo- el coste de la no Europa.
En la encrucijada de Europa solo cabe reaccionar avanzando hacia la federalización de las
políticas económicas y fiscales. Ni la marcha atrás ni esta carrera agónica de galgos
persiguiendo a una liebre mecánica que nunca alcanzan. Necesitamos un gobierno de Europa,
porque en este espacio se proveen bienes públicos que nos afectan a todos. No somos una
suma de intereses nacionales, somos algo más y diferente, por eso la crisis es Política y
Europea, aunque sea imprescindible hacer los ajustes y las reformas nacionales que la
situación demanda.
En este suma y sigue de medidas parciales y agónicas, ahora es el turno de Italia. Pero con
Italia se puede cometer el grave error de meterla en la recesión que la aleje de la solución de
sus problemas reales. Si contemplamos sus cifras: deuda pública del 120% del PIB y solo un
42% de deuda de las familias, pero con una riqueza neta de los hogares italianos de 2,3
billones de euros (mayor que la de Alemania en términos per cápita); si vemos que la deuda
pública y privada es del 260% (menor que la de Holanda, Reino Unido, Francia, Estados
Unidos o Japón), llegamos a la conclusión de que no es, ni mucho menos, un país insolvente,
aunque sea presa de la especulación y de su propia crisis política interna. Su presupuesto
primario (sin el servicio de la deuda) tiene superávit. Y con esta deuda lleva muchos años.
El problema de Italia, más que su deuda pública que sin duda tiene que disminuir y tiene
recursos para hacerlo, es que su productividad ha caído un 40% respecto de Alemania en los
últimos 15 años, y está atrapada con un tipo de cambio en la Unión Monetaria que ha
perjudicado su competitividad y asfixiado su crecimiento. Si la llevan a una fuerte recesión -
con o sin Berlusconi- todo se hará más difícil.
Tiene que hacer las reformas estructurales que le permitan ganar competitividad y
desendeudarse privatizando un sector público empresarial sobredimensionado y poco eficiente
porque no está sometido a verdadera competencia.
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Pero es el tablero europeo el más preocupante. Estamos equivocando la política, obsesionados
por la crisis de la deuda sin tener en cuenta la crisis de crecimiento y empleo que está
induciendo esta política de ajustes drásticos, sin la compensación de políticas activas para
animar la demanda hasta que arranque la inversión privada.
Gobierno económico europeo significa modular el ajuste presupuestario sin renunciar a
objetivos razonables de déficit; impulsar inversiones con el Banco Europeo de Inversiones y
con el Fondo del mismo nombre; pedir a Alemania que utilice sus márgenes de crecimiento
interno; acordar que el Banco Central Europeo cumpla una función semejante a la Reserva
Federal; regular el funcionamiento del sistema en la Unión, incluida la tasa a las transacciones
financieras, que no afectan al funcionamiento del sistema financiero sino a los movimientos
especulativos a corto.
El Banco Central Europeo tiene que bajar los tipos al nivel de Estados Unidos o Reino Unido;
debe comprar deuda soberana, sin excusas innecesarias, para limitar el poder de los
especuladores y bajar drásticamente las primas de riesgo que arrasan la economía europea.
Claro que esto no significa que se permita la indisciplina en la eurozona. La gobernanza
económica y fiscal de la Unión debe entenderse como cumplimiento de obligaciones para ser
acreedores de la solidaridad del conjunto. Pero es absurdo que se cumplan estas obligaciones y
los países se sigan ahogando a manos de los especuladores.
Tenemos que corregir el rumbo de la Unión y hay que hacerlo ya. Graduar en el tiempo la
lucha contra el déficit, de manera acordada y con un paquete de premios y sanciones para
todos por igual. El compromiso de estabilidad presupuestaria debe abarcar a todos los países
de la zona euro. Y con ese compromiso debe ponerse en marcha el mecanismo del Bono
Europeo hasta el límite del 60% de deuda que establece el Pacto de Estabilidad.
Al mismo tiempo, los países de la Unión, no solo del euro, tienen que mejorar su
competitividad. Todos los acuerdos sociales y las reformas estructurales deben guiarse por ese
objetivo de ganancias de competitividad, desde la negociación colectiva a la formación
profesional, pasando por la simplificación administrativa o la reforma judicial. Nuestra opción
no es competir por costes salariales bajos, sino por ganancias de productividad, por excelencia,
por innovación.
Por eso insistiré en que la educación y la sanidad no son solo líneas rojas en defensa del
Estado de bienestar, sino inversiones para mejorar nuestro capital humano del que depende
nuestro futuro en la sociedad del conocimiento.
Fuente: El País, 13.11.11 por Felipe González fue presidente del Gobierno de España entre
1982 y 1996.
14. SIGNOS POR JORGE EDWARDS
Por todos lados hay signos de los tiempos. Anuncios inquietantes, reacciones favorables. Los
sociólogos aseguran que hay que rehacer la sociedad. Si hablan de rehacerla, quiere decir que
alguna vez estuvo hecha. Cada renacimiento, cada nuevo humanismo, consiste en parte en un
intento de resucitar el pasado, un pasado mejor. Pero nos preguntamos si ese pasado mejor no
es ilusorio, producto puro de la imaginación nuestra. Leo noticias en la prensa francesa sobre
las peripecias de Ai Weiwei, artista chino que hizo trabajos oficiales y que ahora se ha
convertido en disidente. Ai Weiwei inventó el estadio en forma de nidos de golondrina de los
últimos juegos olímpicos de su país. Después cayó en desgracia, no sé por qué, y estuvo preso
en un lugar secreto durante alrededor de tres meses. Ha salido de su prisión, pero ha sido
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condenado a pagar la suma aproximada de un millón setecientos mil euros por el delito de
evasión de impuestos. Para que los lectores chilenos tengan una idea: es una multa de un poco
más de mil millones de pesos. El asegura que su único delito consiste en haberse transformado
en un partidario ferviente de la democracia y en haber apoyado su ideal político en público.
¿Se define usted como artista o como hombre político?, le pregunta un entrevistador
profesional. El arte, para mí, contesta Ai Weiwei, es de naturaleza necesariamente política. La
política es mi vida y mi destino.
Alguna gente en Chile, incluso gente del arte y la literatura, se podría molestar. Somos
profundamente desconfiados. Tendemos a pensar que el arte es un fenómeno químicamente
puro, ajeno a otras realidades. Pero si viviéramos asediados, humillados, en peligro de
extinción, inventaríamos formas de resistencia. Ai Weiwei es un hombre más bien gordo, de
mediana edad, que se viste con telas toscas, oscuras, en parte occidentales, y que vive en las
afueras de Pekín. Tiene una barba en punta y bigotes cuidados, de aspecto mandarinesco.
Descubrió hace poco el uso de internet y piensa que internet es como un canal abierto a la
orilla de un lago y que permite que las aguas, hasta entonces estancadas, se escurran. La
imagen no es mala: internet como imagen de salida, de escurrimiento, de liberación. Pues bien,
aquí viene un detalle interesante, fascinante incluso. Miles de chinos anónimos se han
movilizado para juntar la multa de Weiwei. En el espacio de una semana, veinte mil personas
llegaron a reunir, sobre la base de aportes individuales de tres o de cuatro euros, la suma de
705 mil euros, unos seiscientos millones de pesos nuestros. Puede que los artistas, como
sostiene Weiwei, sean políticos, pero saco una conclusión diferente. Concluyo que debemos
confiar en la naturaleza humana, que es la misma en todas partes.
Después de leer estas noticias, asisto a la ceremonia de inauguración del Rally Dakar, que se
correrá a fines de año entre Mar del Plata, Argentina, Copiapó y otros puntos del norte de
Chile, y varias ciudades del Perú, hasta finalizar en la Plaza de Armas de Lima. Es una
manifestación de modernidad, de vitalidad, de energía, de habilidades mecánicas de todo
orden, de juventud. Las imágenes de motocicletas, automóviles, camiones, que cruzan
cumbres de arena o de tierra y que caen al otro lado en saltos mortales, las de cámaras que se
desplazan a alta velocidad por huellas saladas, acuosas, verdeantes, las de espectadores
parados en alturas inverosímiles son dignas de los mejores espectáculos de esta tierra. Asisto a
un cóctel matinal de jugos de fruta de todos los colores del arcoíris, entre estupendas azafates,
jóvenes periodistas, donde nunca falta un par de enviados chilenos, corredores con sus
vestimentas profesionales, camarógrafos, organizadores, empresarios, y me digo que el
espíritu de crítica permanente, sistemática, dotada siempre de un punto de amargura es un
error. Y, sin embargo, compruebo que el espíritu crítico, la observación lúcida, que no hace
concesiones a nadie, son tan necesarios como el agua y el aire, como la magnífica portada de
Antofagasta sobrevolada. Porque si los corredores del rally pasaran por donde les diera la gana
destruirían huellas humanas extraordinarias. Porque los chilenos, aunque no tengamos capillas
románicas y catedrales góticas, tenemos misteriosas formas precolombinas dibujadas en los
cerros, visibles desde la altura, y huellas como el Camino del Inca, con sus indicaciones y sus
descansos para los caminantes y para los chasquis, los portadores del correo, así como los
peruanos, en los trayectos entre Arequipa, Pisco, Lima, tienen maravillosas ruinas de los incas
y de las culturas anteriores, preincaicas. Viva, entonces, el Rally Dakar, Mar del Plata,
Copiapó, Lima, y vivan las inversiones astronómicas multimillonarias anunciadas por el
ministro Pablo Longueira en las alturas desérticas, instaladas en las regiones más transparentes
del mundo, de Atacama, pero que todos respeten los lugares sagrados y los flamencos rosados,
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entre muchos otros misterios. Cuando salgo a un otoño con llovizna suave, junto a los árboles
de los Campos Elíseos, a las rejas imponentes de la embajada de Inglaterra, y me saco una
fotografía junto a uno de los automóviles de carrera de última generación, mareado por los
jugos de manzana que acabo de consumir, pienso en todos estos complicados asuntos, estas
contradicciones de la modernidad, estos signos esperanzadores. Corren los automóviles por las
arenas de Atacama, Antofagasta, Tarapacá, pasan por el costado de Pisco, donde el
representante del Perú anuncia que se bebe un brebaje único, a pesar del alcance de nombres
con otro que se bebe en Chile, reciben saludos frenéticos desde campamentos instalados en las
colinas, y yo también celebro, como es natural, pero pienso que después habrá que levantar los
bivouacs y los puestos de bebidas gaseosas, de empanadas fritas, de hot dogs, y permitir que
vuelva a tomar posesión del espacio el silencio majestuoso de la naturaleza. De otro modo,
llamaremos a los chinos de Ai Weiwei para que acudan a socorrernos.
Fuente: La Segunda, 13.11.11 por Jorge Edwards, escritor chileno
15. LOS PELIGROS DEL MUNDO Y LAS CIENCIAS PROHIBIDAS POR PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
La solución a los problemas sociales como problemas científicos y como problemas reales es
imposible con el actual sistema de dominación y acumulación capitalista y con la lógica que
en él impera.
No hay duda que vivimos en un mundo injusto y peligroso. La opción racional que orienta a
las ciencias sociales hegemónicas se está convirtiendo, paradójicamente, en opción irracional.
El control de riesgos nos está llevando a riesgos descontrolados. Modelos y formalizaciones
muestran aquí y allá signos entrópicos amenazadores. Las falsas leyes del mercado libre que
por sí solo se requilibra, y cuyas políticas siempre han derivado en graves crisis, nuevamente
se ven disconfirmadas, y quienes anunciaron que pronto habría de superase la crisis que nos
abruma, a poco se vieron obligados a reconocer que la actual crisis es más grave de lo que
pensaron y de mayor duración.
La disminución de riesgos y la optimización de utilidades de las megaempresas y complejos
hegemónicos parecen asociarse a la maximización de riesgos y de pérdidas en el conjunto de
que forman parte. Que esa asociación, correlación o coincidencia muestran una relación de
causa a efecto es algo que no puede descartarse. Y, sin embargo, la relación de causa a efecto
entre los intereses y valores de las grandes corporaciones y los graves peligros y problemas del
mundo es generalmente descalificada por el pensar científico, y relegada al mundo de la
negación o rechazo, que Freud descubrió entre las características del inconsciente, y que
también parece darse en el inconsciente de las colectividades científicas y de los complejos
militares-empresariales y políticos, todos ciegos ante las causas de los peligros del mundo y
sordos ante las tragedias humanas a que se refieren como si fuesen fenómenos naturales en
cuya solución están haciendo todo lo que se puede y en que dan por entendido que no se puede
hacer más.
La negación o descalificación, consciente o inconsciente, de la relación de causa a efecto
aparece incluso en los análisis, modelaciones y formalizaciones de los sistemas complejos. Su
concepción más generalizada de la complejidad no registra la paradoja entre la opción racional
de las corporaciones que buscan disminuir riesgos y optimizar utilidades, y la irracionalidad y
los riesgos que en forma monstruosa para las matemáticas de entonces aparecieron en las
iteraciones algebraicas de Poicaré, y que con las modelaciones de ahora derivan en esa Edad
de los monstruos a que se refirió Gramci, y que corresponde a la maximización de pérdidas y
riesgos para la inmensa mayoría de la humanidad y para el ecosistema.
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Al mismo tiempo, el concepto prevaleciente de sistemas complejos –como ha observado
Casti– incluye múltiples relaciones interactivas de manera muy superficial. Con plena razón,
Casti define y formaliza el concepto de sistema complejo como dos o más sistemas complejos
interactivos entre sí y en su propio interior. Un solo sistema complejo empobrece y hasta anula
la dinámica de sistemas no lineales e interactivos. Su pensamiento sobre las características
generales de la complejidad alcanza una profundidad de que pocos se percatan. Incluso los
especialistas que incluyen en sus investigaciones dos o más sistemas complejos que
interactúan, cuando se refieren al concepto de complejidad sólo destacan la complejidad de un
sistema complejo. Esta ruptura epistemológica parece obedecer a un preconcepto con fuertes
tradiciones en el pensamiento científico, en el filosófico y en el religioso. Empecemos por
estos últimos. Muchos de los que abandonan la lógica religiosa del monoteísmo, no abandonan
la lógica laica de lo uno. Definen y formalizan la complejidad de un sistema. Si lo uno
predomina en la cibernética también se da en los modelos econométricos neoclásicos y
neoliberales. En el discurso científico acostumbrado o normal se habla del universo como un
universo en el que pueden darse planetas, átomos y múltiples agentes que interactúan en
modelos de competencia y colaboración. Incluso se trabaja con sistemas interactivos
sinérgicos, cooperativos, aliados o tributarios (Axelrod) y opuestos, enemigos, contrarios y
rebeldes: y todas esas posibilidades cognitivas de sistemas interactivos se dan en función de un
sistema, el sistema del observador.
La ruptura epistemológica subsiste incluso cuando se avanza en la concepción de los sistemas
biológicos autorregulados, autoadaptables y creadores, o en los sistemas en fase de transición
al caos o en los que emergen de una situación caótica y, entre bifurcaciones y atractores, van
configurando formaciones parecidas a escalas distintas hasta integrar el nuevo sistema con otra
complejidad y otra dinámica. Todas estas investigaciones sobre la dinámica de varios sistemas
no acaban con la lógica de lo Uno. Casi sin pensar sus autores, automáticamente, definen la
complejidad como un sistema complejo o en relación a un sistema complejo. No hay sistema
alternativo. Otro sistema no es posible.
Y aun ahí no queda todo. La ruptura entre las investigaciones específicas y las concepciones
generales es todavía más impresionante cuando sus autores trabajan en investigaciones sobre
sistemas complejos interactivos como los sistemas auto-inmunológicos. En ese tipo de
sistemas claramente aparecen los anticuerpos negativos y positivos que luchan entre sí, en que
los anticuerpos negativos no sólo ganan las batallas destruyendo directamente a los positivos,
sino confundiendo al sistema encargado de la defensa del organismo y haciéndole perder su
capacidad de identificar a amigos y enemigos. El sistema defensivo del organismo pierde al
dar la bienvenida a sus atacantes y al destruir a sus defensores. Los sistemas en lucha tienen
como referente a la víctima final de la batalla. Su dinámica se interpreta como lucha entre
anticuerpos, y como ataque y destrucción de un subsistema que defiende a un organismo –al
sistema– y que al ser derrotado muere con el organismo, muere con el sistema de que es parte
y cuya vida no alcanzó a defender.
Los juegos de guerra y las estrategias de guerra contrainsurgente o antiterrorista presentan
obstáculos parecidos. Obedecen al mismo presupuesto epistemológico. Es uno quien juega a la
guerra o quien hace la guerra, así tenga asociados o subordinados. El que juega, o el que
manda, mueve a los luchadores virtuales y hasta a los soldados no convencionales, así como a
los enemigos espiados, seducidos, sometidos o cooptados. Mueve al propio jugador del
videojuego o del juego virtual que ha hecho real. La sofisticación del conocimiento del Gran
Jugador y de los científicos que son sus asesores financieros o sus think tanks político-
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militares provoca un notable conocimiento de la manipulación y esclavización de los demás.
También empuja a un extraño desconocimiento de las amenazas que pesan sobre todos los
jugadores y de las que también será víctima el Gran Jugador. Los escenarios de guerra pueden
incluir fenómenos de inteligencia distribuida, de díadas, de simbiosis, dendritas, nodos y
redes, con notables y numerosas interacciones que siempre serán analizadas en función del
actor cognitivo, y del sistema al que pertenece, considerado como constante en la defensa y
promoción de sus valores e intereses, y naturalmente interesado en ganar la lucha, pero
obcecado en creer que es eterno, ignorante de aquello que todos sabemos y de que habló el
viejo Hegel cuando dijo que toda cosa natural es mortal y efímera.
El sistema no piensa en su propia muerte o la pospone a un futuro milenario sin historia.
Desconoce, descalifica, debilita, confunde, enajena a su opositor. Lo anula como sistema. Y
así como los sabios del rey por buena educación no hablan al Rey de su muerte y menos de la
muerte de la casa real, así los científicos al servicio de un sistema de dominación y
acumulación que se encuentra en situación terminal y que coloca en situación terminal a todos
sus vasallos, ni pensar pueden en esa posibilidad, y a su silencio se suman las fiestas y
fanfarrias de quienes anuncian que el sistema tiene asegurada la vida, al menos, por un
milenio.
La afirmación de Fukuyama de que vivimos el fin de la historia fue recibida como bálsamo
divino. Quien juega con los jugadores estimula el desconocimiento y la descalificación de la
evolución pasada y actual de las luchas sistémicas y antisistémicas. No sabe ni quiere saber
cuál es y será la historia del sistema dominante o del emergente. Rechaza la sola idea de que
puede morir a manos del otro y causar su propia muerte y la del otro. E insiste en seguir
reinando mientras muestra todos los signos de estarse muriendo, hecho que ocurre en el
escenario mundial, como el rey que se muere en el escenario teatral de Simenon.
Hoy mismo, en sus modelos de conflicto y consenso, el sistema en estado terminal impone la
negociación para la rendición, y en el mundo realmente existente aumenta sus exigencias y
extiende el campo de lo no negociable. Lo no negociable crece y prolifera no sólo en la
periferias, sino en el centro del mundo, encabezado por Estados Unidos y la Unión Europea.
La preconcepción del sistema como UNO predomina en las ciencias económicas normales de
que Khün hablaba. Predomina en todo análisis que usa como categorías las de el sistema y el
contexto, en que aquél insume energía y al que arroja desechos. Se trata de actos
neguentrópicos que ya no cumplen esa función y que el investigador, supuestamente funcional
al sistema, tampoco ve. Uno y otro se vuelven parte de la entropía que a ambos amenaza y que
puede dar nacimiento a la configuración de otro sistema tras una fase de transición al caos y de
transición del caos, para ellos inconcebibles, o negados, cuando los llegan a intuir.
Hoy el sistema dominado por la lógica del capital –una lógica de disminución de riesgos e
incremento de utilidades para las corporaciones, tanto en la economía como en la guerra–
enfrenta conflictos internos y externos con medidas de retroalimentación negativa o positiva.
Las relaciones interactivas de ocupación, depredación, parasitismo, cooperación, corrupción,
persuasión virtual y subliminal, terror colectivo, eliminación de resistencias y de formaciones
defensivas, aparecen en las simulaciones y escenarios de guerra de espectro amplio, pero
aparecen a medias. La realidad histórica que vivimos es mucho más compleja de lo que sus
autores imaginan o son capaces de concebir con las informaciones y computaciones que los
decision makers les piden para mejorar su capacidad de decidir en función de sus intereses y
valores.
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El inmenso conocimiento que se ha adquirido sobre el papel del azar y de la organización y
reorganización del sistema ha permitido superar la teoría de la selección natural, aunque se le
use en lo que es útil. Cuando no es útil se vuelve a las viejas teorías del darwinismo
colonialista que invoca las políticas de la eliminación de los más débiles, así conduzcan en
menos de cuatro décadas a un genocidio de más de 2 mil millones de habitantes que (otros
factores iguales), se van a añadir a los 7 mil millones que hay y en los que la población
excluida y desechable, ya llega más de 3 mil millones.
El sistema y muchos de sus científicos atribuyen al excesivo crecimiento de la población los
problemas ecológicos que vivimos, y si ese sistema de dominación y acumulación mundial se
considera como una constante, la población que debe morir o desaparecer, será del orden de
más o menos 5 mil 50 millones, según predicciones demográficas relativamente confiables.
Y aquí surge el gran engaño y autoengaño en medio del gran conocimiento. Como esa
aberración hay varias más que caen en el orden de la sicopatología, pero que corresponden a la
opción racional de las empresas y sus accionistas mayoritarios y minoritarios. Entre ellos
destaca el creer que se puede seguir jugando con las amenazas de guerra nuclear sin que se
produzca la guerra de la locura, esto es MAD, siglas que en inglés, claramente se refieren a
una guerra de destrucción mutua asegurada. Y existen otros ocultamientos y rechazos que
llevan a no hacer nada frente a evidentes y acalladas amenazas, como el cambio climático. Me
detengo en éste para aclarar una disertación que parece catastrofista y no lo es, como mostraré
más tarde.
En los últimos meses de 2009 y primeros de 2010, es decir, en torno a la reunión de jefes de
Estado sobre el cambio climático, se desató una feroz campaña contra los científicos de las
antes llamadas ciencias duras. No sólo fue descalificado el informe que presentaron en 2007
sobre ese problema los integrantes de una comisión gubernamental de investigadores, sino
fueron descalificados los más de mil científicos que, reunidos en París, confirmaron la validez
del informe y añadieron algo más: que había un error en sus predicciones, pues habían
subestimado la rapidez y gravedad del cambio climático. El futuro resultó más grave de lo
calculado.
El motivo principal de la campaña y la cólera que levantaron los científicos, no se debieron
tanto a las predicciones sobre los crecientes daños a la Tierra y a la vida, sino a la tesis
ratificada por la comunidad científica internacional de que los cambios climáticos son de
origen humano; atropógenos fue la palabra que usaron. Decir sólo eso, y que los propios
científicos intergubernamentales lo dijeran, resultó inaceptable para los complejos
empresariales-militares-políticos-y-mediáticos que dominan el mundo. Representados por sus
jefes de Estado en una reunión que tuvo lugar en Copenhague, destinada a tomar acuerdos
vinculantes, los acuerdos fueron dictados por un pequeño grupo de jefes de Estado que se
reunió a escondidas en las primeras horas de la madrugada y sin más consulta fueron leídos
por el presidente Obama minutos antes de tomar el avión de regreso.
En Copenhague no hubo acuerdos vinculantes. Incluso los pobres compromisos que se habían
tomado en Kioto, desaparecieron. La antropología de políticos y científicos no quedó allí. La
maquinaria de los ricos y los poderosos se movió para desprestigiar y castigar a los científicos
que habían osado decir una verdad que debió alertar a aquéllos sobre las amenazas a su propia
vida y que sólo indirectamente los inculpaba al apuntar que ellos y sus megaempresas eran
causantes de los peligros que corre la especie humana
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Los medios y los publicistas llegaron a tratar a todos los científicos de las ciencias naturales
con las descalificaciones a que estamos acostumbrados los de las ciencias blandas, digamos
humanas o sociales. Abusando de atrevidos artificios retóricos llegaron a sostener que las
ciencias duras ya no son ciencias, y con prepotencia de ignorantes llegaron a decir que los
propios científicos reconocen que los domina ¡el principio de incertidumbre!, del que por
supuesto no tenían ni la menor idea de lo que es. El mundo de la ciencia respondió de una
manera realmente ejemplar. Le dio un impresionante apoyo a sus colegas. En los primeros
meses del año las más famosas revistas científicas y de difusión científicas publicaron
artículos que defendían las mismas tesis de los científicos estigmatizados. Entre ellas
Scientific American y Nature. No se ablandaron. Un gran número de científicos asumió su
responsabilidad científica. Lejos de dejarse dominar por sus genes egoístas se vieron más y
más atraídos a sostener las verdades sobre medidas que son necesarias para la supervivencia
de la especie humana.
Un paso no dieron, sin embargo, que es necesario dar si no se quiere ser copartícipe de la
negación más profunda y grave para las ciencias de la materia, de la vida y de la humanidad. Y
para la humanidad. El paso que no se dio y que se necesita dar con la mayor seriedad consiste
en incluir la categoría del capitalismo como un riguroso concepto científico, no sólo asociado
a la ley del valor, sino a la ley de la producción y reproducción de la vida.
Las ciencias de la complejidad que investigan el mundo actual no serán ciencias ni
investigarán la complejidad del mundo actual y sus escenarios de futuro si no incluyen el
capitalismo, una de sus categorías más profundas, cuyo solo nombre suele ser rechazado
instintivamente por no pertenecer al lenguaje políticamente correcto de las ciencias
hegemónicas.
Pocas hipótesis tienen tantas posibilidades de ser confirmadas como ésta: La solución a los
problemas sociales como problemas científicos y como problemas reales es imposible con el
actual sistema de dominación y acumulación capitalista y con la lógica que en él impera. En
relación al mismo ya no sólo se plantean las alternativas anteriores de reforma o revolución.
Hay otra más que surge tanto de los nuevos movimientos sociales como de los modelos
matemáticos sobre sistemas en transición al caos y en transición del caos a un orden llamado
emergente o alternativo. Tanto en los movimientos como en los modelos aparecen lo que en
estos últimos se llaman atractores y bifurcaciones en que parecería optarse por uno de ellos,
así como fractales y formaciones parecidas que se forjan a las más distintas escalas. La
atención a la construcción de alternativas en los movimientos sociales y en los modelos de
sistemas habrá de dar cabida a las nuevas estructuraciones de la libertad, la democracia, y la
justicia social. Con unas y otras será fundamental estudiar cuáles son las alternativas que no
sólo permitan construir el buen vivir, sino preservar la vida
En los nuevos movimientos sociales y en los modelos de desarrollo autosustentable destacan
por su mayor posibilidad de alcanzar esas metas los modelos de cooperación, de inteligencia
distribuida, de control descentralizado, que se articulan con otros de control centralizado y
jerárquico sin que se dé en forma metafísica la vieja oposición entre el autoritarismo y la
anarquía.
Desde ejemplos como Los Caracoles de los pueblos mayas de Chiapas, por un lado, y por otro,
desde investigaciones pioneras y recientes como las de Axelrod y muchos científicos más,
estamos hoy en condiciones de construir una utopía a la vez convalidada por la praxis de los
pueblos y por los escenarios de las computadoras, esa que Emmanuel Wallernstein bautizó
como utopística y que definió como la ponderación seria de las alternativas históricas, la
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evaluación serena, racional y realista de los sistemas sociales humanos, de sus limitaciones y
posibilidades. Vale la pena pensar en ella y luchar por ella.
Fuente: La Jornada, 14.11.11 por Pablo González Casanova, sociólogo y crítico mexicano