(2) Ciencia y Mitología - Níobe

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    1281 . 16Di/S 16.174 Nobe************************************************************

    CIENCIA Y MITOLOGA

    II . NOBEhttp://www.esepuntoazulpalido.com/2010/11/la-influencia-de-la-mitologia-en-la_18.html

    Abraham Bloemaert . Niobe llora a sus hijos

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    El horror, el horrorHija de Tntalo y Done la plyade, Nobe se cas con Anfin,

    rey de Tebas. Un matrimonio que result ser muy prolfico,pues algunas historias dicen que tuvo hasta siete hijos y sietehijas. Lejos de disfrutar de tan entretenida vida con tanta proley dedicarse a lo suyo, a Nobe le gustaba vanagloriarse de sufertilidad. Sobre todo ante Leto, una diosa que fue amante deZeus y que era madre de los gemelos Apolo y Artemisa (Diana).Las comparaciones cuantitativas y los comentariossistemticos enfurecieron a Leto, quin fue a quejarse a sushijos de los desagravios y menosprecios que le propinaba lamortal Nobe en los actos sociales de la poca. Apolo y suhermana Artemisa no se andaron por las ramas. Buscaron a loshijos de Nobe uno por uno y les dieron muerte con sus arcos yflechas en el palacio real de Tebas. Apolo a los varones yArtemisa a las mujeres. Algunas versiones dicen quesobrevivieron a la masacre dos hijos: Anfin (hijo) y Cloris(antes llamada Melibea).

    Cuando el rey de Tebas, Anfin, presenci lo ocurrido, nopudo soportar el dolor y se quit la vida (otras versiones dicen

    que fue en busca de venganza y pereci en el intento). Lapobre Nobe, qued tan afligida que slo pudo sentarse yllorardas y das, hasta que la final qued convertida enpiedra. Una piedra que nunca ces de verter lgrimas de dolor.Un ro, que algunos ubican en el monte Spiloy que brota delmismo corazn de las tinieblas.

    Es clavadita a su padre! y el asteroide 71

    El niobio (Nb) es un elemento qumico de nmero atmico 41situado en el grupo V de la tabla peridica de los elementos. Esun metal de transicin dctil, gris, blando y poco abundante.Se encuentra en la niobita, y se utiliza en aleaciones diversas.Se emplea principalmente para aumentar la resistencia de lasaleaciones de acero.

    Charles Hatchett fue un qumico ingls que en 1801 creyhaber descubierto un nuevo elemento qumico en una roca.

    Denomin al nuevo elemento columbio, basndose en laciudad de Columbia (Conneticut, EEUU).

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    Se produjo una polmica cientfica en torno a su

    descubrimiento, en relacin al tremendo parecido del nuevoelemento en cuanto a su apariencia y propiedades con otro

    elemento qumico recientemente descubierto, el tantalio otntalo. Se crey durante mucho tiempo que se trataba delmismo elemento.

    Heinrich Rose despej las dudas en 1846, bastantes aosdespus, y determin que el columbio era similar al tntalo,pero no era idntico. Rose propuso el nombre de niobio, con elfin de reflejar la similitud con el tntalo o tantalio en alusin aTntalo, padre de Nobe. En Estados Unidos se siguidenominando culombio durante algunos aos a este elementoqumico, al contrario que en el resto del mundo, pero al finaltriunf la mitologa. Y definitivamente, en 1950 la IUPAC aceptal niobio y zanj la discusin

    En astronoma, Nobe es un asteroide que orbita en nuestrosistema solar (entre Marte y Jpiter) y que ocupa el nmero 71en la lista de asteroides . Fue descubierto por Karl Theodor

    Robert Luther en 1861.16Di/S 16.164

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    Metamorfosis de Nobe

    cantadas por Ovidio

    Pierre-Charles Jombert

    El asesinato de los hijos de Nobe por Apolo y Diana

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    La Lidia entera brama y de Frigia por las fortalezas la noticiadel hecho va, y el gran orbe con esos discursos ocupa.Antes Nobe de sus tlamos la haba conocido a ella,por el tiempo en que, de virgen, Meonia y el Spilo habitaba;

    y no, aun as, advertida qued con el castigo de su paisana Aracnede ceder ante los celestiales y de palabras menores usar.Muchas cosas le daban arrestos; pero ni de su esposo las artesni la familia de ambos y de su gran reino el poderoas la placan aunque ello todo le pluguieracomo su progenie; y la ms feliz de las madresdicha hubiera sido Nobe, si no a s misma se lo hubiera parecido.Pues la simiente de Tiresias, del porvenir prsaga, Manto,por mitad de las calles, excitada por una divina fuerza,haba vaticinado: Ismnides, marchad incesantes

    y dad a Latona y a los dos hijos de Latonacon su plegaria inciensos pos, y con laurel enlazaos el pelo.Por la boca ma Latona lo ordena. Se obedece, y todaslas tebaides con las ordenadas frondas sus sienes ornane inciensos dan a los santos y palabras suplicantes fuegos.He aqu que viene rodea Nobe de la multitud de sus acompaantes,por sus vestidos frigios de oro entretejido vistosay, cuanto su ira permite, hermosa; y, moviendo con su agraciadacabeza sueltos por ambos hombros sus cabellos,

    se detuvo, y cuando sus ojos soberbios alrededor hubo llevado, alta:Qu furor, unos odos dioses,dijo, anteponer

    a los vistos, o por qu se honra a Latona por las aras,cuando el numen todava mo sin incienso est? Tntalo el autor mo,nico al que fue permitido de los altsimos tocar las mesas;

    de las Plyades hermana es la genetriz ma; el mximo Atlases mi abuelo, el que lleva sobre su cuello el etreo eje;

    Jpiter mi otro abuelo; como suegro tambin me gloro de l.A m los pueblos me temen de Frigia; debajo de m, su duea,

    el real de Cadmo est, y reunidas por las liras de mi esposo,estas murallas con sus pueblos por m y mi marido son regidas.

    A cualquier parte de mi casa al volver mis ojosinmensas riquezas veo; adviene a esto mismo,

    digna de una diosa, mi faz; aqu mis nacidas pon, siete,y otros tantos jvenes, y pronto yernos y nueras.Preguntad ahora qu causa tenga nuestra soberbia,a la simiente de no s qu Ceo atreveos, a la TitnideLatona, a preferir a m, a la cual la mxima tierra un da

    una exigua sede cuando iba a parir le neg.Ni en el cielo ni en el suelo ni en las aguas la diosa vuestra recibida fue:

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    una desterrada era del cosmos hasta que compadecida de su vagar:Husped t por las tierras vas errante: yo, dijo Delos,en las ondas y un inestable lugar le dio. Ella de dos

    se hizo madre: del tero nuestro la parte esta es la sptima.

    Soy feliz pues quin niegue esto y feliz permanecer esto tambin quin lo dude : segura a m mi abundancia me hizo.Mayor soy que a quien pueda la Fortuna daar,y mucho aunque me arrebatara, que mucho a m ms me quedar.Han excedido al miedo ya mis bienes: fingid que quitarsealgo a este pueblo de los nacidos mos pudiera:no, aun as, al nmero de dos me reducira expoliada,de Latona la multitud, la cual, cunto dista de una hurfana.Dejad deprisa estos sacrificios y el laurel de los cabellosquitaos. Se lo quitan y los sacrificios inconclusos abandonan,y, lo que lcito es, con tcito murmullo veneran su numen.Indignse la diosa y en el sumo vrtice del Cintocon tales palabras a su gemela prole habl:Heme yo, vuestra madre, de vosotros ardida, mis criaturas,

    y que si no a Juno a ninguna cedera de las diosas,si una diosa soy se duda y, a travs de todos los siglos adoradas,se me aparta, oh mis nacidos, si vosotros no me socorris, de mis aras.Y no el dolor este solo: a su siniestra accin insultosla Tantlide ha aadido y a vosotros posponer a los nacidos

    suyos se ha atrevido y a m lo cual en ella recaiga hurfaname ha dicho y ha exhibido la lengua, maldita, paterna.Aadido splicas habra la Latona a estos relatos:Deja,Febo dice. Del castigo dilacin una larga queja es.Dijo lo mismo Febe, y en rpida cada por el airealcanzaron, cubiertos por unas nubes, de Cadmo el recinto.Plana haba, y abrindose cerca de las murallas, una llanura,por asiduos caballos batida, donde una multitud de ruedasy dura pezua haba mullido los terrones a ellos sometidos.

    Una parte all de los siete engendrados de Anfon en fuertescaballos montan y, rojecientes de tirio jugo,sus lomos hunden y de oro pesadas moderan sus riendas.De los cuales Ismeno, que para la madre suya el fardo un daprimero haba sido, mientras dobla en un certero crculode su cuadrpede el curso y su espumante boca somete:Ay de m!,clama, y en mitad del pecho clavadasunas flechas lleva y los frenos su mano moribunda soltando,hacia el costado poco a poco l se derrama desde el diestro ijar.

    Prximo a l, tras or un sonido de aljaba a travs del vaco,los frenos soltaba Spilo, igual que cuando barruntando lluvias

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    al ver una nube huye, y dejndolas colgar su gobernador,los linos arra para que ni una leve aura efluya:los frenos, aun as, soltando, no evitable, una flechalo alcanza y en lo alto de su nuca temblorosa una saeta

    se queda clavada y sobresala desnudo de su garganta el hierro;l, como estaba, inclinado hacia adelante, por la cruz liberada y crinesse rueda, y con su clida sangre la tierra mancha.Fdimo, el infeliz, y del nombre de su abuelo el heredero,Tntalo, una vez que fin pusieron al acostumbrado trabajo,haban pasado a la obra juvenil de la ntida palestra.Y ya haban confrontado, luchando en estrecho nudo,pecho con pecho, cuando disparada por el tenso nerviocomo estaban, unidos, atraves a uno y otro una saeta.Gimieron a la vez, a la vez encorvados por el dolorsus miembros en el suelo pusieron, a la vez sus supremas lucesgiraron, yacentes, su aliento a la vez exhalaron.Los contempla Alfnor y su desgarrado pecho golpeandoa ellos vuela para con sus abrazos aliviar sus helados miembros,y en el piadoso servicio cae; pues el Delio a llo ntimo de su torso rompi con un mortfero hierro.El cual, una vez que sacado fue, parte fue del pulmn en sus arponesextrada y con su aliento su cror se difundi a las auras.Mas no al intonso Damasicton una simple herida

    infligi: herido haba sido por donde el muslo empieza, y por dondesu blanda articulacin hace la nervosa corva,y mientras con la mano intenta sacar la fnebre flechaotra saeta a travs de la garganta hasta las plumas le entr.Expuls a sta la sangre, que proyectndose a lo altoriela y, largamente por ella horadada el aura, saltando sube.El ltimo Ilioneo, rezando, unos brazos que no le habande aprovechar haba elevado y: Dioses oh, en comn, todos,haba dicho, sin l saber que no todos deban ser rogados,

    guardadme.Conmovido se haba, cuando ya revocable la flechano era, el seor del arco; de una mnima herida aun as muere l,no profundamente perforado su corazn por la saeta.La noticia de ese mal y de su pueblo el dolor y las lgrimasde los suyos a la madre de tan sbita ruina cercioraron,admirada de que hubieran podido, y enconada de que se hubierana ello atrevido los altsimos, de que tan gran poder tuvieran;pues el padre, Anfon, su hierro a travs del pecho empujandohaba puesto fin, muriendo, juntamente con la luz, a su dolor.

    Ay, cunto esta Nobe de la Nobe distaba aquellaque ahora poco a su pueblo haba apartado de las Latoas aras

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    y por mitad de su ciudad haba llevado sus pasos, alta la cabeza,malquerida por los suyos, ahora digna de compasin para su oponente.Sobre sus cuerpos helados se postra y sin orden ningunobesos dispensa, los supremos, por sus nacidos todos,

    desde los cuales al cielo sus lvidos brazos levantando:Cbate, cruel, de nuestro dolor, Latona,cbate,dice, y sacia tu pecho de mi lutoy tu corazn fiero sacia, dijo. Mediante funerales sietea m me llevan: exulta, y, vencedora enemiga, triunfa.Pero por qu vencedora? A m desgraciada ms me quedanque a ti feliz; despus de tantos funerales tambin venzo.Haba dicho, y son desde su tensado arco un nervio,el cual, excepto a Nobe sola, aterr a todos.Ella en su mal es audaz. Apostadas estaban con sus ropas negrasante los lechos de sus hermanos, suelto el pelo, sus hermanas,de las cuales una, sacndose unas flechas clavadas en su vientre,impuesto sobre su hermano, moribunda, el rostro, languidece;la segunda, consolar a su desgraciada madre intentandocall sbitamente y doblegada por una herida ciega quedy su boca no cerr sino despus que su espritu se fuera.sta en vano huyendo se desploma, aqulla sobre su hermanamuere; se esconde sta, aqulla temblar habras visto.Y seis dadas ya a la muerte y diversas heridas padeciendo

    la ltima restaba; a la cual con todo su cuerpo su madre,con todo su vestido cubriendo: sta sola y la ms pequea deja;

    de muchas la ms pequea te pido,clamaba, y ella sola,y mientras suplicaba la que rogaba muere. Hurfana se sent,entre sus exnimes nacidos y nacidas y marido,y rigente qued por sus males; cabellos mueve la brisa ningunos,en su rostro el color es sin sangre, sus luces en sus afligidasmejillas estn inmviles, nada hay en su imagen vivo.Su propia lengua tambin interiormente con su duro paladar

    unida se congela y las venas desisten de poder moverse;ni doblarse su cuello, ni sus brazos hacer movimientos,ni su pie andar puede; por dentro tambin de sus entraas roca es.Llora aun as y circundada por un torbellino de vigoroso vientohasta su patria es arrebatada; all, fija a la cima de un montese licuece y lgrimas todava ahora sus mrmoles manan.

    Sexta parte de las Metamorfosis (versos 146/312) . Publio Ovidio Nasn

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    Logan Marshall . Nobe llorando por sus hijos

    Metamorfosis de Ovidio

    narradas por l mismo

    Estatua de Ovidio en Constanza, realizada por Ettore Ferrari

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    Yo soy el cantor de los tiernos amores; posteridad, oye mispalabras si quieres conocer al poeta que lees. Sulmona, abundantede frescos manantiales, es mi patria, que dista noventa millas de

    Roma. All vi la luz, y para que conozcas la poca, fue el ao en queperecieron los dos cnsules con una muerte igual. Si ello vale algo,hered el orden ecuestre de mis insignes abuelos, y no debo a lafortuna el ttulo de caballero. No fui el primognito, sino nacidodespus de mi hermano mayor, que vi no al mundo un ao antes. Lamisma estrella presidi el natalicio de ambos, que festejbamos elmismo da con la ofrenda de dos tortas, y era ste uno de los cincoconsagrados a las fiestas de la belicosa Minerva, el primero que sededica a los combates sangrientos. Nuestra educacin comenz

    pronto, gracias al celo de mi padre, y asistimos a las lecciones de losmaestros insignes de Roma. Mi hermano desde joven se inclinaba ala oratoria, como si hubiese nacido para las tempestuosas luchas del

    foro; y a m desde nio me seducan los sagrados misterios, y laMusa en secreto me forzaba a rendirle culto. Muchas veces me dijomi padre: Por qu pierdes el tiempo en intiles estudios? Elmismo Homero no dejo ninguna riqueza. Sus consejos meimpresionaban, y abandonando todo el Helicn, intentaba coordinar

    palabras no sujetas a medida, espontneamente acudan a formarpies cabales, y cuanto intentaba decir lo deca en verso. Entretantolos aos resbalaban con pasos silenciosos, y mi hermano y yo

    tomamos la toga viril; echamos sobre nuestros hombros la prpuralaticlavia, y cada cual sigui su primera vocacin. Ya mi hermano

    mayor haba llegado a la edad de veinte aos cuando muri, ycomenc a carecer de una parte de m mismo. Entr en el ejerciciode los cargos honorficos que se conceden a la primera juventud, yfui nombrado triunviro. Me quedaba por conquistar el senado; mas

    esta carga era muy superior a mis fuerzas, y me content con laaugusticlavia. De cuerpo poco vigoroso y natural menos apto paratrabajos excesivos, y extrao a los impulsos de la turbulentaambicin, las hermanas Aonias, que siempre fueron de m bienamadas, me convidaban a sus tranquilos ocios. Cultiv y frecuentla amistad de los poetas de aquel tiempo, y crea ver otros tantos

    dioses en estos inspirados mortales. Muchas veces el viejo Macer meley sus poemas de las Aves y las Serpientes nocivas y las Hierbas

    saludables; muchas veces Propercio, unido a m por ntimo afecto,

    me recit sus fogosas elegas; Pntico, insigne por sus cantosheroicos, y Baso por sus yambos, se contaban como miembros

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    queridos de mis reuniones, y el armonioso Horacio hechizaba misodos al acompaar con la lira de Ausonia sus elegantes odas. AVirgilio apenas le vi, y el avaro destino me arrebat pronto la

    amistad de Tibulo, que fue, Galo, tu sucesor, como de ste Propercio

    en la serie de los tiempos. Yo aparec detrs, el cuarto, y lo mismoque vener a los mayores, as los ms jvenes me veneraron a m.

    No tard mi Tala en darme a conocer; cuando le al pueblo laspoesas retozonas de mi juventud, slo me haba afeitado dos o tresveces. Exalt mi numen una mujer celebrada en toda la ciudad, a laque dediqu mis Amores bajo el seudnimo de Corina. Compuse

    muchas obras, pero las que juzgu defectuosas, yo mismo lascastigu entregndolas a las llamas; y antes de partir al destierro,quem algunas que deban agradar, irritado contra mis estudios

    poticos. Mi tierno corazn, no invulnerable a las flechas de Cupido,se conmova por la causa ms leve, y a pesar de mi temperamentoque se encenda con poco fuego, mi reputacin no cay envuelta en

    ninguna ancdota escandalosa. Casi nio todava, dronme unaesposa ni digna ni conveniente, cuya unin se rompi en breve.Sucediole la segunda, de proceder irreprochable, pero que tampoco

    hubo de compartir mi lecho largo tiempo, y la ltima, que meacompa basta la vejez, no se avergonz de llamarse la esposa de

    un desterrado. Mi hija, dos veces fecunda en su primera juventud,aunque no de un solo esposo, me hizo otras tantas abuelo. Lleg porfin mi padre al trmino de su existencia, habiendo cumplido noventaaos de edad, y lo llor como l hubiese llorado mi prdida; pocodespus pagu el ltimo tributo a mi madre. Felices ambos,sepultados a tiempo para no ver el da de mi condenacin, y feliz yotambin, porque no les hice testigos de mi infortunio ni les produjela consiguiente amargura! Si detrs de la muerte queda algo msque un vano nombre, y la leve sombra escapa a las llamas de la

    hoguera, y el rumor de mi falta lleg hasta vosotras, sombras de mispadres, y se juzgan mis delitos en el tribunal del infierno, quiero quesepis la causa, y es imposible engaaros, que me ocasion eldestierro: fue por imprudente y no por criminal. Esto basta a losManes: vuelvo a vosotros, espritus curiosos de conocer los sucesosde mi vida. Transcurridos los aos mejores, haba llegado la vejez ysembrado de canas mi cabeza; desde mi nacimiento, ceido en Pisacon la corona de olivo, el vencedor en la contienda de los carros

    haba alcanzado diez veces el premio, cuando la clera de unprncipe ofendido me oblig a residir en Tomos, ciudad sita a la

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    izquierda del mar Euxino. La causa de mi sentencia, harto conocidade todos, no necesita la confirmacin de mi testimonio. A qureferir la deslealtad de mis amigos, las acusaciones de los siervos ytantas amarguras ms crueles que el mismo destierro? Pero mi

    nimo se rebel a sucumbir a tal prueba, y recogiendo sus fuerzassali al fin victorioso; di al olvido la paz y los ocios de la pagadaedad, tom las armas extraas a mis hbitos, cuando lo reclamabala ocasin, y afront tantos peligros por mar y tierra, como estrellaslucen en el polo que conocemos y el que se niega a nuestra vista, y

    despus de largos rodeos arrib a las playas Sarmticas vecinas delos Getas, hbiles en lanzar flechas. Aqu, aunque aturdido por elestruendo de las armas en torno mo resuenan, endulzo con la

    poesa mi triste situacin; y aunque no haya un solo odo dispuesto aescucharme, abrevio y engao con ella las horas eternas del da. Sivivo an, y conllevo la dureza de mis trabajos, y no he llegado a

    aborrecer mi penosa existencia, es, Musa, gracias a ti, que meconsuelas, que calmas mis inquietudes y alivias mis dolores. T eresmi gua y compaera; t me libras de las riberas del Ister, y meconduces a la cumbre del Helicn; t, caso raro, me diste en vida unnombre clebre que la fama no suele conceder ms que a losmuertos. La envidia, detractora de lo actual, no clav su inicuo

    diente en ninguna de mis obras; habiendo producido nuestro sigloexcelentes poetas, la murmuracin no se encon maligna contra miingenio, y si bien reconozco a muchos superiores, no se me reputainferior a ellos, y soy muy ledo en todo el orbe. Si es que encierran

    algo de verdad los presagios de los vates, no ser, oh tierra!, tudespojo, desde el instante que muera; y ya deba al favor, ya a mispoemas este renombre, benvolo lector, recibe el testimonio legtimode mi gratitud.

    Dcima parte del libro cuarto de las Tristes . Publio Ovidio Nasn

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