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PLANETA DE EXILIO Ursula K. Le Guin

2 Planeta de Exilio

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    PLANETA DE EXILIO

    Ursula K. Le Guin

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    Ursula K. Le Guin

    Titulo original: Planet of ExileTraduccin de Enrique de Obregn 1966 Ursula K. Le Guin 1978 E.D.H.A.S.AISBN: 84-350-2211-0Edicin digital: ElfowarRevisin:

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    1 - Un poco de oscuridad

    En los ltimos das de la ltima fase lunar de Otoo, sopl un viento fro desde lascordilleras septentrionales a travs de los bosques moribundos de Askatevar que ola ahumo y a nieve. Leve e indefinida como un animal montaraz de piel clara, Rolery se

    desliz por el bosque, a travs de las arremolinadas hojas muertas, alejndose de losbulliciosos campos de la ltima cosecha y de los muros que, piedra a piedra, estabanlevantando en la ladera de Tevar. Iba sola, y nadie la llam. Sigui un tenue sendero quese diriga hacia el oeste, marcando y remarcando en surcos por el paso hacia el sur de lospiesraces, obstruido en algunos tramos por troncos cados o enormes amontonamientosde hojas secas.

    Al pie de la Loma del Lmite donde el sendero se bifurcaba, ella prosigui en lnearecta, pero antes de haber avanzado diez pasos, se volvi rpidamente hacia un crujidortmico que se aproximaba por detrs.

    Por el sendero del norte, descalzo, pisando la hojarasca, descenda un heraldo; la largacuerda que ataba sus cabellos balancendose tras l. Vena del norte en una carrera

    firme, de largas zancadas regulares, y sin mirar siquiera a Rolery que estaba entre losrboles, pas veloz y se alej. El viento pareca arrastrarlo hacia Tevar con las noticiasque llevaba: tormenta, desastre, Invierno, guerra... Indiferente, Rolery se volvi y sigui supropio y borroso sendero, que zigzagueaba hacia arriba entre los grandes troncos secos ycrujientes, hasta que al final, all en la cima, vio el cielo claro ante ella, y bajo el cielo, elmar.

    El bosque muerto haba sido clareado desde la parte occidental de la loma. Sentada alabrigo de una gran capa, ella pudo contemplar el remoto y radiante oeste, las infinitasextensiones grisceas del llano que cubran las mareas, y, un poco ms abajo de ella y ala derecha, la ciudad amurallada de los lejosnatos con sus tejados rojos sobre losacantilados marinos.

    Altas casas de piedra pintadas de colores brillantes mezclaban confusamente ventanasbajo ventanas y tejados bajo tejados, descendiendo por la inclinada cima del acantiladohasta su borde. A extramuros, bajo las rocas ms bajas del sur de la ciudad, se extendankilmetros de pastos y tierras de cultivo, todas ellas dispuestas en bancales y protegidaspor diques, perfectas como el dibujo de una alfombra. Desde la muralla de la ciudad alborde del acantilado, sobre diques y dunas y por encima de la playa y los lustrososarenales de la marea baja durante ms de medio kilmetro, apoyndose en enormesarcos de piedra, se extenda una calzada, que una la ciudad con una extraa isla negraque haba en medio de las arenas. Pareca como un rimero marino, que resaltaba negro ysombro sobre los lisos y brillantes planos y relucientes niveles de las arenas, roca

    siniestra, obstinada, cuya parte superior se arqueaba y ergua, una talla ms fantsticaque lo que el viento o el mar pudieran esculpir. Era una casa, una estatua, un fuerte o unmojn funerario? Qu habilidad negra la haba vaciado, y construido el increble puente,en aquellos lejanos tiempos en que los lejosnatos eran poderosos y guerreaban? Roleryno haba hecho nunca mucho caso a las confusas historias de brujera que se contabancuando se mencionaba a los lejosnatos; pero ahora, ante aquel lugar negruzco en mediodel arenal, vio que era extrao, la primera cosa verdaderamente extraa que ella habavisto en su vida: construida en una poca pasada que nada tena que ver con ella, pormanos que guardaban parentesco con su carne y su sangre, imaginada por mentesajenas. Era siniestra, y le atraa. Fascinada, contempl una figura diminuta que caminabapor aquella alta calzada, empequeecida por la distancia y altura, un puntito o pincelada

    de oscuridad saliendo lentamente de las negras torres entre las brillantes arenas.El viento aqu era menos fro; el sol brillaba a travs de los jirones de nubes en elextenso oeste, haciendo relucir all abajo calles y tejados. La ciudad le atraa por su

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    rareza, y sin detenerse para cobrar valor o llegar a una decisin, de modo atolondrado,Rolery baj con agilidad y rapidez la ladera y entr por la puerta de la ciudad.

    Ya dentro, sigui andando como si tal cosa, descuidada y voluntariosa. Aunque msbien la mova el orgullo: su corazn le lati aceleradamente mientras segua las piedrasgrises y perfectamente planas de aquella calle tan rara. Iba mirando de izquierda aderecha, y de derecha a izquierda, apresuradamente, a las altas casas, todas construidas

    sobre el suelo, con tejados inclinados, y ventanas de piedra transparente (as qu lo quedecan era verdad!), y los estrechos pedazos de tierra frente a algunas casas, dondeenredaderas kellen y hadun de brillantes hojas escarlata o naranja trepaban por paredesazules o verdes, dando una nota de color al gris parduzco del paisaje otoal. Cerca de lapuerta del este haba muchas casas desocupadas; el color estaba cayendo en costras dela piedra, y las ventanas resplandecientes haban desaparecido. Pero ms abajo,descendiendo por calles y escaleras, las casas estaban habitadas, y ella empez aencontrarse con lejosnatos.

    Se la quedaron mirando. Ella haba odo decir que los lejosnatos miraban a unofijamente; pero no quiso comprobar si era verdad. Al menos ninguno de ellos la detuvo; suvestido no se diferenciaba mucho del de ellos, y algunos de aquellos seres, segn pudo

    comprobar al mirarlos rpidamente de reojo, no tenan la piel mucho ms oscura que loshombres. Pero en las caras que no se atrevi a mirar percibi la sobrenatural oscuridadde los ojos.

    De pronto, la calle por la que ella iba andando termin en una gran plaza,completamente llana, y baada de oro y sombras por el sol poniente. Cuatro casas larodeaban, casas del tamao de pequeas colinas, con filas de arcos delante, sobre losque se alternaban piedras grises y transparentes. Slo cuatro calles llevaban a esta plaza,y cada una de ellas poda ser cerrada por un portaln cuyos goznes estaban incrustadosen los muros de las cuatro casas grandes; as que la plaza era como un fortn dentro deun fuerte o una ciudad dentro de una ciudad. Dominaba el conjunto un edificio que seelevaba hacia el cielo, brillante por la luz del sol.

    Era un lugar poderoso, pero vaco de gente.En un ngulo de la plaza, que era tan grande como un campo, haba unos muchachos

    lejosnatos jugando sobre la arena. Dos chicos estaban empeados en un tenaz yhabilidoso encuentro de lucha libre, y un grupo de nios vestidos con chaquetasalmohadilladas y gorros, practicaban la esgrima con espadas de madera con igualtenacidad. Era maravilloso contemplar a los luchadores, que parecan ejecutar una lenta ypeligrosa danza el uno alrededor del otro, agarrndose luego repentinamente condestreza y gracia. Junto con un par de lejosnatos, altos y silenciosos, arrebujados en suspieles, Rolery se qued mirando. Cuando de pronto el luchador mayor dio un salto mortalpara caer sobre su musculosa espalda, ella ahog un grito que coincidi con el de l, y

    luego se ech a rer de sorpresa y admiracin:Buen lanzamiento, Jonkendy! grit junto a ella un lejosnato, y una mujer, en el otroextremo de la arena, aplaudi.

    Desatentos a todo, absortos en su juego, los muchachos siguieron la lucha,acometindose, tantendose y defendindose.

    Ella no haba conocido nunca a los guerreros adultos de aquel pueblo de brujos, niapreciado su fuerza y habilidad. Aunque ella haba odo decir que practicaban la lucha,siempre los haba imaginado vagamente como jorobados y parecidos a araas viviendoen una sombra madriguera, inclinados sobre una rueda de alfarero, haciendo aquellosdelicados cacharros de cermica y piedra clara que luego iban a parar a las tiendas decampaa de los humanos. Y se contaban historias y circulaban rumores y fragmentos de

    cuentos; un cazador era afortunado como un lejosnato; haba una cierta clase de tierrallamada mineral de brujos porque el pueblo de los brujos la apreciaba mucho y por elladaba cualquier cosa a cambio. Pero Rolery no saba ms que retazos de la verdad. Desde

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    mucho tiempo antes de que ella naciera, los Hombres de Askatevar haban vagado por elnorte y el oeste de sus tierras. Ella no haba visto nunca llevar una cosecha a los granerosque haba bajo la colina de Tevar, porque jams haba estado en este lmite occidentalhasta esta fase lunar, cuando todos los hombres del pueblo de Askatevar se reunieroncon sus rebaos y familias para construir la Ciudad de Invierno sobre los granerosenterrados. Ella no saba nada, realmente, sobre aquella raza extraa, y cuando se dio

    cuenta de que el luchador que haba salido victorioso, el joven delgado llamado Jonkendy,la estaba mirando fijamente a la cara, volvi la cabeza y se apart atemorizada ydisgustada. l se acerc a ella, su cuerpo desnudo brillando oscuramente por el sudor.

    Has venido de Tevar, no? le pregunt, en idioma humano, aunque la mitad de laspalabras sonaban equivocadas.

    Sintindose feliz por su victoria, y quitndose la arena de sus pequeos brazos, l lesonri.

    S.Qu podemos hacer por ti aqu? Quieres algo?Ella no pudo mirarlo tan de cerca, claro; pero el tono de l era a la vez amistoso y

    burln. Era una voz juvenil; pens que probablemente era ms joven que ella; pero no

    quera ser objeto de burla.S respondi con frialdad. Quiero ver esa roca negra que hay en medio de las

    arenas.Pues ve. La calzada est abierta.Pareci como si l tratara de atisbar la cara que ella mantena baja. Ella se apart un

    poco ms de l.Si alguien te detiene, dile que Jonkendy Li te ha enviado le dijo el muchacho, o

    prefieres que vaya contigo?La chica no respondi a esto. Con la cabeza alta y la mirada baja, se encamin hacia la

    calle que llevaba desde la plaza a la calzada. Ninguno de aquellos sonrientes y negrosfalsos hombres deba de pensar que ella estaba atemorizada...

    Nadie la sigui. Nadie pareci fijarse en ella al pasar a su lado en la corta calle. Lleg alos grandes pilares de la calzada, mir hacia atrs, luego hacia el frente, y se detuvo.

    El puente era inmenso, una carretera para gigantes. Desde lo alto de la loma le habaparecido frgil, pasando sobre campos, dunas y playa con el ritmo ligero de sus arcos;pero ahora poda ver que era lo suficientemente ancho para que lo cruzaran veintehombres de frente, y llevaba recto hasta los amenazantes portalones negros de la torreroca. No haba barandillas que protegieran contra las rfagas de aire. A nadie se le habraocurrido dar un paseo por l; no era un paseo para pies humanos.

    Una calle lateral la condujo a una puerta occidental en la muralla de la ciudad. Pasapresuradamente junto a corrales y establos y sali por la puerta sin que nadie lo

    advirtiera, intentando bordear las murallas y regresar en seguida a casa.Pero aqu donde los acantilados eran de menor elevacin, con muchos escalonescavados en ellos, los campos situados al pie tenan un aspecto pacfico y parecan biencuidados en la tarde amarillenta. Justo ms all de las dunas estaba la extensa playa,donde ella poda encontrar las largas y verdes flores marinas que las mujeres deAskatevar llevaban en su pecho, y con las que en los das de fiesta se hacan guirnaldaspara el cabello. Haba olfateado el extrao olor del mar. Ella jams haba paseado por losarenales marinos. El sol an no se haba desvanecido bajo el horizonte. Rolery descendipor una de aquellas escaleras del acantilado y cruz los campos, atraves diques y dunasy corri al final hacia el llano y brillante arenal que se prolongaba hasta perderse de vistahacia el norte, el oeste y el sur.

    Soplaba el viento, bajo el dbil brillo del sol. Frente a ella, muy lejos desde el oeste, oyun sonido incesante, una inmensa y remota voz murmurante y adormecedora. La arenase extenda bajo sus pies, firme, igual e interminable. Corri por el gozo de correr, se

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    detuvo y con una risa de jbilo mir a los arcos de la calzada que parecan marcharsolemnes y enormes junto a la diminuta y oscilante lnea de la huella de sus pies, corride nuevo y se detuvo otra vez para recoger del suelo conchas plateadas que estabanmedio enterradas en la arena. Brillante como un puado de guijarros de color, la ciudadde los lejosnatos pareca colgada sobre la cumbre del acantilado por detrs de ella. Antesde que se cansara de viento salado, espacio y soledad, haba llegado casi hasta la

    torrerroca, que ahora descollaba con su densa negrura entre ella y el sol.El fro acechaba bajo aquella sombra larga. Tirit y ech a correr de nuevo para salir dela sombra, alejndose todo lo que pudo de aquella negra masa rocosa. Quera ver cunbajo estaba ya el sol en el horizonte, hasta dnde haba de ir ella para ver las primerasolas del mar.

    El viento trajo a sus odos una voz dbil y profunda a la vez, que deca algo, llamaba deun modo tan extrao e insistente que ella se detuvo de pronto, y se volvi para mirar concierto temor la gran isla negra que se elevaba en medio de las arenas. Es que aquellugar de brujera la estaba llamando?

    Sobre la calzada sin barandilla, encima de uno de los estribos que se hincaban en laisla de roca, alta y distante, una figura negra la llamaba.

    Se volvi y comenz a correr, luego se detuvo y regres. Empezaba a estaraterrorizada. Quera correr y no poda. El terror la domin y no pudo mover ni una mano niun pie. Se estuvo quieta, temblando, sintiendo como un rugido en sus odos. El brujo de latorre negra estaba tejiendo su tela de araa alrededor de ella. Alargando sus brazosvolvi a gritarle de nuevo las palabras penetrantes que ella no comprenda, debilitadas porel viento como el grito de un ave marina: Staak! Staak! El rugido en sus odos era msfuerte, y ella se agach en la arena.

    Entonces, de pronto, oy una voz clara y tranquila que le gritaba:Corre! Levntate y corre! A la isla, ahora, rpido!Y antes de que ella se diera cuenta, se puso de pie y ech a correr. La voz tranquila

    sigui hablndole para guiarla. Sin verlas, sollozando para recobrar el aliento, lleg a lasescaleras negras talladas en la roca y empez a subir por ellas con torpeza. En unrecodo, una figura negra sali a su encuentro. Ella alz su mano y fue medio conducida,medio arrastrada, ms arriba de la escalera, y luego la soltaron. Cay contra la pared,porque sus piernas ya no la sostenan. La figura negra la agarr, la ayud a ponerse depie, y le habl con voz alta, con aquella misma voz que antes haba penetrado en sucerebro:

    Mira le dijo. Ah viene.Las aguas chocaron y bulleron bajo ellos con un rugido que hizo estremecer la slida

    roca. Las aguas separadas por la isla se unieron rugientes, barrieron, silbaron yespumaron, chocando en la larga ladera que descenda a las dunas, y al final se

    aquietaron en un mecido de olas brillantes.Rolery segua cogida a la pared, temblando. No poda evitar aquellos temblores.La marea sube aqu un poco ms rpida que un hombre corriendo dijo la voz

    tranquila tras ella. Y cuando sube, tiene unos seis metros de profundidad alrededor delRimero. Sube por aqu... Por eso vivamos all en otras pocas, ves? La mitad del tiempoes una isla. Serva para atraer a un ejrcito enemigo hasta las arenas justo antes de quela marea subiera, en el caso de que no entendiera mucho de mareas... Te encuentrasbien?

    Rolery se encogi de hombros levemente. l no pareci comprender el gesto, as queella le dijo:

    S.

    Poda comprender el idioma de l; pero l empleaba muchas palabras que ella nohaba odo nunca, y pronunciaba mal casi todas las restantes.Has venido de Tevar?

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    Ella volvi a encogerse de hombros. Se senta enferma y tena ganas de llorar.Mientras suba el siguiente tramo de escalera cortada en la negra roca, se alis el pelo, ydesde el resguardo que sta le ofreca, mir de reojo, por una fraccin de segundo, a lacara del lejosnato. Era fuerte, ruda y oscura, con ojos ceudos y brillantes, los ojososcuros de aquellos seres extraos.

    Qu estabas haciendo en la arena? No te advirti nadie sobre la marea?

    No saba nada susurr ella.Pues vuestros mayores lo saben. O al menos lo saban la pasada Primavera cuandovuestra tribu vivi aqu junto a la costa. Los hombres tienen la memoria muy corta loque dijo era duro; pero su voz fue en todo momento tranquila y sin aspereza. Ahora poraqu. No te preocupes, todo este sitio est vaco. Hace mucho tiempo que ninguno de losnuestros ha puesto pie en el Rimero...

    Haban entrado por una puerta a un tnel oscuro, y salido a una habitacin que a ella lepareci enorme, hasta que entraron en la siguiente. Cruzaron portalones y patios a cieloabierto, caminaron a lo largo de galeras porticadas que se asomaban al mar muy porencima de l, y a travs de habitaciones y salones abovedados, silenciosos, vacos,moradas de los vientos marinos. El mar se agitaba y retorca ahora en espumas plateadas

    all en la profundidad. Ella se senta mareada, insustancial.Vive alguien aqu? pregunto con su vocecita.Ahora no.Es vuestra Ciudad de Invierno?No. Invernamos en la ciudad. Todo esto fue construido para que sirviera de fuerte.

    Tenamos muchos enemigos en tiempos pretritos... Qu estabas haciendo en la arena?Quera ver...Ver qu?La arena, el ocano. Era la primera vez que vena a vuestra ciudad...Est bien! No hay nada de malo en ello.l la condujo por una galera tan alta, que le hizo sentirse aturdida. Las chillonas aves

    marinas volaban entre los altos y puntiagudos arcos. Luego pasaron por un ltimocorredor estrecho a cuyo final salieron por una gran puerta, y franquearon un puenterechinante de espadametal que terminaba en la calzada.

    Caminaron entre la torre y la ciudad, entre el cielo y el mar, en silencio, el vientoempujndoles siempre hacia la derecha. Rolery tena fro y se senta enervada por laaltura, por lo extrao de aquel paseo, por la presencia del oscuro falsohombre a su lado,caminando junto a ella paso a paso.

    Al entrar en la ciudad, l le dijo bruscamente:No volver a hablarte con la mental. Pero antes tuve que hacerlo.Cuando tu me dijiste que corriera... empez a decir ella, luego vacil, no muy

    segura de lo que estaba diciendo, o de lo que le haba ocurrido all en la arena.Pens que eras uno de los nuestros repuso l, como si estuviera enfadado, y luegose control. No podra haber soportado ver cmo te ahogabas. Aunque te lo hubierasmerecido. Pero no te preocupes. No lo volver a hacer de nuevo, y eso no me dio ningnpoder sobre ti. No importa lo que tus mayores puedan decirte. Puedes irte, eres librecomo el viento e ignorante como siempre.

    Su dureza era real, y ello asust a Rolery. Impaciente por el temor, y a pesar de queestaba temblando, pregunt de modo imprudente:

    Tambin soy libre de volver?Al or eso, el lejosnato se la qued mirando. Aunque ella no pudo alzar la mirada, se dio

    cuenta que la expresin de l haba cambiado.

    S, lo eres. Puedo saber cmo te llamas, hija de Askatevar?Soy Rolery, del linaje de Wold.Wold es tu abuelo? Tu padre? Vive todava?

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    Wold cierra el crculo en el golpeteo de Piedras contest ella con altivez, tratandode afirmarse a s misma contra aquel aire de total autoridad de l. Cmo poda unlejosnato, un falsohombre, sin linaje y por debajo de la ley, ponerse tan serio y altanero?

    Dale saludos de parte de Jakob Agat Alterra. Dile que ir a Tevar maana a hablarcon l. Adis, Rolery y alarg su mano al modo del saludo entre iguales. Ella, sinpensarlo hizo lo mismo, y puso su palma abierta contra la de l.

    Luego ella se volvi y subi corriendo las empinadas calles y escalones, colocndosesu capucha de piel sobre la cabeza, apartndose de los pocos lejosnatos por cuyo ladopas. Por qu la miraban fijamente a la cara como si fueran cadveres o pescados? Losanimales de sangre caliente y los seres humanos no se miraban fijamente los unos a losotros de ese modo. Ella sali por la Puerta de Tierra con una gran sensacin de alivio, yascendi rpidamente hacia la loma con los ltimos rayos rojizos del sol, descendiendoluego por el bosque moribundo, y recorriendo los senderos que llevaban a Tevar. Cuandoel crepsculo se volvi oscuridad, ella vio, por encima de los rastrojos, pequeas estrellasde luz de fuego procedentes de las tiendas de campaa que rodeaban la inacabadaCiudad de Invierno que se levantaba sobre la colina. Y se apresur en busca del calor, lacena y la compaa de seres humanos. Pero aun en la gran tienda de las hermanas de su

    linaje, arrodillada junto al fuego y atracndose de asado entre las mujeres y los nios,volvi a sentir una sensacin extraa que persista en su mente. Cerrando su manoderecha, pareci apretar contra su palma un poco de oscuridad, donde l la haba tocado.

    2 - En la tienda roja

    Estas gachas estn fras refunfu l, apartndolas a un lado.Viendo la paciente mirada de la anciana Kerly, mientras ella tomaba el cuenco para

    recalentarlo, se llam a s mismo viejo idiota. Pero ninguna de sus esposas (slo lequedaba una), ninguna de sus hijas, ninguna de las mujeres era capaz de preparar uncuenco de gachas de harina de bhan como Shakatany lo haba hecho. Qu buenacocinera haba sido! Y qu joven! Su ltima esposa joven. Y haba muerto, all en losterrenos de pasto del este, haba muerto tan joven mientras l haba seguido viviendo yviviendo, esperando a que llegara el duro Invierno.

    Entr una muchacha llevando una tnica de cuero estampada con la marca trifoliada desu linaje, una de sus nietas, probablemente. Se pareca un poco a Shakatany. l le habl,aunque no se acordaba de su nombre:

    Fuiste t, parienta, la que viniste la pasada noche?l la reconoci por el modo de volver la cabeza y por su sonrisa: era a la que

    embromaba de continuo, la chica indolente, imprudente, dulce, solitaria; la nia nacida

    fuera de temporada. Cmo demonios se llamaba?Te traigo un mensaje, Abuelo.Qu mensaje?De uno que tiene un nombre muy largo. Creo que me dijo Jakat-abat-bolterra. No me

    acuerdo bien.Alterra? As es como los lejosnatos llaman a sus jefes. Dnde has visto a ese

    hombre?No es un hombre, Abuelo, es un lejosnato. Te enva saludos, y el mensaje es que

    vendr hoy a Tevar para hablar con el mayor.Eso te ha dicho? respondi Wold, asintiendo ligeramente y admirando su

    desfachatez. Y t eres la portadora del mensaje?

    Me habl de manera casual...Sabes, parienta, que entre los hombres de Pernmek se castiga que una mujer queno lleve velo hable con un lejosnato?

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    Se la castiga cmo?No importa.Los hombres de Pernmek son un hatajo de comedores de kloob, y se afeitan las

    cabezas. Y qu saben ellos de los lejosnatos? Nunca se han acercado a la costa... Unavez o decir en una tienda que el mayor de mi linaje tuvo una esposa lejosnata. En otrostiempos.

    Y es cierto. En otros tiempos.La chica aguard, y Wold se qued absorto, como si mirara hacia otra poca, alpasado, la Primavera. Colores y fragancias haca mucho desvanecidos, plantas que nohaban florecido durante cuarenta fases lunares, el casi olvidado sonido de una voz.

    Ella era joven prosigui el anciano. Muri joven. Antes de que llegara el Veranoal rato aadi: Adems, eso no tiene nada que ver con que una chica sin velo hable aun lejosnato. Hay una diferencia, pacienta.

    Qu diferencia?Aunque impertinente, ella se mereca una respuesta:Hay varias razones, y algunas son mejores que otras, Y la principal es sta: un

    lejosnato toma una sola esposa, as que una verdadera mujer que se case con l no le

    dar hijos.Por qu no Abuelo?Es que las mujeres ya no hablan en la tienda de las hermanas? Es que eres tan

    ignorante? Porque humanos y lejosnatos no pueden concebir juntos! Nunca habas ododecir eso? O una coyunda estril o bien abortos, monstruos deformes que se malogran.Mi esposa, Arilia, que era lejosnata, muri al abortar un hijo. Su pueblo no tiene reglascomo el nuestro; sus mujeres son como hombres, se casan con quien quieren. Pero entrelos Seres Humanos hay leyes: las mujeres se acuestan con hombres, se casan conhombres, dan a luz criaturas humanas.

    Ella pareci sentirse un poco enferma y afligida. Luego, mirando hacia el ajetreobullicioso que haba en las murallas de la Ciudad de Invierno, dijo:

    Una buena ley para mujeres que tienen hombres con quienes acostarse...Pareca tener unas veinte fases lunares de edad, lo que significaba que era la que

    haba nacido fuera de temporada, justo en plena barbechera de Verano, cuando nonacan nios. Los hijos de la Primavera seran ahora dos o tres veces mayores que ellaen edad, estaran casados, se habran vuelto a casar, eran prolficos; los otoatos erantodos nios an. Pero algn primaverato la tomara a ella por tercera o cuarta esposa; ellano tena por qu quejarse. Quizs l dispusiera su matrimonio, aunque eso dependa delas afiliaciones de ella.

    Quin es tu madre, parienta?Ella se qued mirando al broche del cinturn de l, y contest:

    Shakatany fue mi madre. Es que la ha olvidado usted?No. Rolery replic el anciano al cabo de un rato. No la he olvidado. Y ahoraescucha, hija, dnde hablaste con ese Alterra? Se llama Agat?

    Esa palabra forma parte de su nombre.Yo conoc a su padre y a su abuelo. Es pariente de la mujer..., de la lejosnata de que

    hablamos. Puede que sea el hijo de su hermana o hijo de un hermano.Entonces es sobrino de usted. Mi primo dijo la chica, echndose a rer de repente.Wold hizo tambin una mueca ante la lgica grotesca de este parentesco.Me encontr con l cuando fui a ver el ocano explic ella. All en la arena.

    Antes haba visto a un heraldo que vena del norte. Ninguna de las mujeres lo sabe. Haynoticias? Es que va a empezar la Marcha hacia el Sur?

    Quiz repuso Wold. l se haba vuelto a olvidar del nombre de la chica. Y ahoracorre, hija, ve a ayudar a tus hermanas en los campos le dijo.

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    Y olvidndose de ella y del cuenco de gachas de bhan que haba estado esperando, selevant con dificultad y dio una vuelta fuera de su tienda para ver a las cuadrillas detrabajadores sobre las madrigueras y las murallas de la Ciudad de Invierno, y ms all deellas, hacia el norte.

    Esta maana, por aquella parte de septentrin el cielo se vea muy claro y azul, y seadivinaba fro sobre las desnudas colinas.

    Con toda claridad record la vida en las madrigueras excavadas en las cimas: loscuerpos amontonados de cien durmientes, las ancianas despertndose para ir a reavivarlos fuegos que enviaban calor y humo a todos sus poros, el olor a hierba de Inviernohervida, el ruido, el hedor, el calor que en Invierno daba la proximidad a aquellos refugiossubterrneos construidos bajo el suelo helado. Y la fra y limpia quietud del mundo dearriba, azotado por el viento o cubierto por la nieve, cuando l y otros jvenes cazadoresllegaban hasta muy lejos de Tevar a la caza de pjaros de nieve y korios, y de los gordoswespries que seguan el curso de los ros helados desde el norte ms remoto. Y porencima de todo, al otro lado del valle, desde una mancha de pasto invernal, la aparicinde la blanca cabeza colgante de un demonio de las nieves... Pero antes, antes de lanieve, el hielo y las bestias blancas del Invierno, hubo una vez una atmsfera brillante

    como sta, un da soleado de viento dorado y cielo azul, fro por encima de las colinas. Yl, que an no era un hombre, sino slo un cro entre otros cros y mujeres, al mirar hacaarriba slo vea caras blancas y planas, plumas rojas, capas muy raras, pieles grisesemplumadas; voces que pareca que ladraban como animales con palabras que l noentenda, mientras que los hombres de su linaje y los Mayores de Askatevar respondancon voz firme, ordenando a los caras planas que no prosiguieran. Y an antes de esohubo un hombre que vino corriendo desde el norte con un lado de su cara quemado ysangrando, gritando:

    Los gaales! Los gaales! Vienen cruzando nuestro campamento de Pekna!Y mucho ms claro que cualquier voz actual, l oy aquel ronco grito que reson a lo

    largo de toda su vida, las sesenta fases lunares que haba entre l y aquel chiquillo quemiraba fijamente y escuchaba con atencin en aquel brillante da. Dnde estaba Pekna?Perdida bajo las lluvias, y las nieves; y los deshielos de la Primavera haban arrastrado loshuesos de las vctimas de la matanza, las tiendas de campaa podridas, el recuerdo, elnombre.

    No habra matanzas esta vez cuando los gaales vinieran al sur a travs de los camposde Askatevar. l ya se haba cuidado de eso. Haba algo de bueno en vivir mucho tiempoy recordar males pasados. Ni un solo clan o familia de los Hombres de todo este linaje fuedejado en las Tierras de Verano para que fuera sorprendido sin advertirlo los gaales o laprimera ventisca. Todos estaban aqu. Eran veinte cientos con los pequeos otoatosnumerosos como hojas arremolinndose alrededor de sus pies, y mujeres charlando y

    espigando en los campos como bandadas de aves emigrantes, y hombres reunidos encuadrillas para construir las casas y murallas de la Ciudad de Invierno con las viejaspiedras de los viejos cimientos, o cazando los ltimos animales emigrantes; hachando yalmacenando montones interminables de lea de los bosques y turba del Pantano Seco,recogiendo todas las cabezas de hannes y metindolas en grandes establos, y dndolespienso hasta que volviera a crecer la hierba de Invierno. Todos ellos, en estas tareas queya les haban ocupado media fase lunar, le haban obedecido, y l haba obedecido lasviejas leyes del Hombre. Cuando los gaales llegaran, ellos cerraran las puertas de laciudad: cuando las ventiscas comenzaran, ellos cerraran las aberturas de lasmadrigueras, y as sobreviviran hasta la Primavera. Sobreviviran.

    Se sent en el suelo detrs de su tienda, acomodndose con dificultad, alargando sus

    nudosas piernas cicatrizadas hacia la luz del sol. Un sol que pareca pequeo yblanquecino, aunque el cielo mostraba un azul impoluto; aparentaba tener la mitad deltamao del gran sol del Verano, ms pequeo an que la Luna. Cuando el sol se encoge

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    ms que la luna, el fro pronto nos importuna... El suelo estaba empapado por lascontinuas lluvias que les haban atormentado durante toda esta fase lunar, y marcandoaqu y all por los pequeos surcos dejados por los piesraces emigrantes. Que era loque la muchacha le haba preguntado sobre los lejosnatos, y acerca del heraldo? Ah, ya!Aquel individuo vino jadeando ayer, fue ayer?, contando que los gaales haban atacadola Ciudad de Invierno de Tlokna, situada al norte, cerca de las Montaas Verdes. Ese

    cuento podra ser una mentira o un producto del pnico. Los gaales nunca atacabanciudades amuralladas. Los brbaros de nariz plana, con sus plumas y suciedad, quecorran hacia el sur como animales sin madriguera cuando se aproximaba el Invierno,eran capaces de tomar una ciudad. Y adems, Pekna era slo un pequeo campamentode caza, no una ciudad amurallada. El corredor haba mentido. Todo iba bien. Ellossobreviviran. Dnde estaba aquella mujer loca con su desayuno? Aqu, ahora, hacacalor, aqu al sol...

    La octava esposa de Wold subi penosamente con un cuenco de bhan humeante, vioque l estaba dormido, suspir rezongando, y baj penosamente de nuevo dirigindosehacia el fuego de cocinar.

    Aquella tarde, cuando el lejosnato lleg a su tienda, rodeado de guardianes

    melanclicos, y seguido de un montn de chiquillos andrajosos que lo miraban de reojo yse mofaban de l, Wold record rindose lo que la chica le haba dicho: Tu Sobrino. Miprimo. Se levant como pudo y se qued de pie para saludar al lejosnato evitandomirarle a la cara y alargndole la mano en el saludo entre iguales.

    Y sin vacilar, el forastero le salud como un igual. Ellos tenan siempre esa arrogancia,ese aire de saberse tan buenos como los hombres, lo creyeran o no realmente. Esteindividuo era alto, bien proporcionado, an joven; andaba como un jefe. Exceptuando sutez morena y sus ojos negros y espectrales, podra haber sido tomado por un humano.

    Soy Jakob Agat, Mayor.Bienvenido a mi tienda y a las tiendas de mi linaje, Alterra.He odo con mi corazn contest el lejosnato.Ante lo cual Wold hizo una pequea mueca, pues no haba odo a nadie decir eso

    desde los tiempos de su padre. Era extrao cmo los lejosnatos recordaban siempre losantiguos modales y sacaban a relucir cosas ya enterradas en el pasado. Cmo podaconocer este individuo joven una frase que slo Wold y quizs un par de los hombres msancianos de Tevar recordaban? Ello formaba parte de la extraeza de los lejosnatos, queera llamada brujera, y que haca que la gente temiera a aquellas gentes morenas. PeroWold nunca les haba temido.

    Una mujer noble de tu linaje mor en mis tiendas, y yo pas muchas veces por lascalles de vuestra Ciudad en Primavera. Lo recuerdo. Por ello digo que ningn hombre deTevar rompa la paz entre nuestros pueblos mientras yo viva.

    Ningn hombre de Landin la romper mientras yo viva.El anciano jefe se haba sentido conmovido por su breve discurso; haba lgrimas ensus ojos, y se sent en su arca de cuero pintado carraspeando y parpadeando. Agatsigui de pie, muy erguido, vestido con capa negra, ojos oscuros en un rostro moreno.Los jvenes cazadores que le guardaban se inquietaron, los nios atisbaron susurrando yempujndose a la puerta de la tienda. Con un gesto, Wold los ech a todos fuera. Lacortina de la puerta fue bajada, la anciana Kerly aviv el fuego, y luego saliapresuradamente, y l se qued a solas con el forastero.

    Sintese le dijo.Agat no se sent, y repuso:Escuchar.

    Y sigui de pie. Si Wold no le peda que se sentara, delante de otros humanos, l no sesentara cuando nadie le viera. Wold no pens en ello ni tom ninguna decisin,

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    simplemente lo percibi a travs de una piel vuelta sensible por sus muchos aos dejefatura y de mando sobre personas.

    Suspir y llam:Mujer! con su voz baja y cascajosa. La anciana Kerly reapareci, y le mir con

    fijeza. Sintate! dijo Wold a Agat, quien se sent con las piernas cruzadas, junto alfuego. Vete! refunfuo Wold a su esposa, que desapareci.

    Silencio. Despacio y trabajosamente, Wold deshizo los lazos de una pequea bolsa decuero que colgaba del cinturn de su tnica, sac un diminuto terrn de aceite de gesinasolidificado, parti de l un fragmento an ms pequeo, lo volvi a guardar en la bolsa,at de nuevo sta y puso el fragmento sobre un carbn encendido al borde del fuego. Unpequeo rizo de un humo acre y verdoso se elev; Wold y el forastero inhalaronprofundamente y cerraron los ojos. Wold se apoy contra el gran orinal recubierto de pezy dijo:

    Te escucho.Mayor, hemos tenido noticias del norte.Nosotros tambin. Ayer vino un heraldo.Fue ayer, pens.

    Te habl de la Ciudad de Invierno de Tlokna?El anciano se qued mirando al fuego durante un rato, aspirando profundamente, como

    si quisiera una ltima vaharada de gesina, mordindose la parte interior de sus labios, sucara (como l bien saba) tan embotada como un pedazo de madera, inexpresiva, senil.

    No me gustara ser portador de malas noticias dijo el forastero con su voz tranquilay grave.

    Y no lo eres, pues ya hemos odo decir eso. Es muy difcil, Alterra, saber la verdadpor historias que vienen de muy lejos, de otras tribus, de otros terrenos de pastos. Inclusoun heraldo tarda ocho das en ir de Tlokna a Tevar, y el doble si va con tiendas y hannes.Quin sabe? Estaremos preparados para cerrar las puertas de Tevar inmediatamentecuando se produzca la Marcha hacia el Sur. Y vosotros, en vuestra ciudad que nuncadejis, no necesitis reparar las puertas?

    Mayor, esta vez harn falta puertas muy fuertes. Tlokna tena murallas, y puertas, yguerreros. Y ahora ya no tiene nada. Y eso no es un rumor. All haba hombres de Landinhace diez das; estaban vigilando las fronteras a la espera de los primeros gaales. Perolos gaales se han presentado todos de una vez...

    Alterra, yo te he escuchado... Ahora escchame t a m. Los hombres a veces seasustan y huyen antes de que el enemigo llegue. Hemos odo contar que si esto, que si lootro. Pero yo soy viejo. He visto dos Otoos, he visto venir el Invierno, he visto a losgaales venir hacia el sur. Yo te dir la verdad.

    Te escucho dijo el forastero.

    Los gaales viven en el norte, ms all de las tierras ms lejanas pobladas por loshombres que hablan nuestro lenguaje. Tienen all ricas tierras herbosas de Verano,segn cuentan, al pie de montaas con ros de hielo en sus cimas. A mediados de Otooel fro y los animales de la nieve empiezan a descender hacia sus tierras desde el nortems remoto donde siempre es Invierno, y, al igual que nuestros animales, los gaales sedirigen hacia el sur. Llevan con ellos sus tiendas; pero no construyen ciudades ni guardangrano. Atraviesan los terrenos de pastos de Tevar mientras las estrellas del rbolaparecen con el crepsculo, y antes de que salga la Estrella de Nieve, en la transicin deOtoo a Invierno. Si encuentran familias que viajen sin proteccin, caza, rebaos ocampos sin guardar, matan y roban. Si ven una Ciudad de Invierno construida, conguerreros en sus murallas, pasan esgrimiendo sus espadas y gritando, y nosotros

    disparamos algunos dardos contra las espaldas de los ltimos... Prosiguen su marcha, yse detienen slo en alguna parte muy al sur de aqu; algunos hombres dicen que es unsitio caliente donde ellos pasan el Invierno, pero, quin sabe? As es la Marcha hacia el

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    Sur. Lo s. Yo la he visto, Alterra, y tambin les he visto regresar al norte en el deshielo,cuando los bosques brotan. No atacan ciudades de piedra. Son como el agua que corre yhace ruido, pero a la que la piedra divide sin moverse. Y Tevar es de piedra.

    El joven lejosnato inclin su cabeza, meditando, lo suficiente para que Wold pudieramirar directamente a su cara por un instante.

    Todo lo que usted dice, Mayor, es verdad, totalmente verdad, y siempre ha sido

    verdad en aos pasados. Pero ahora... son otros tiempos... Yo soy uno de los dirigentesde mi pueblo, como usted es uno del suyo. He venido a hablar de jefe a jefe, en busca deayuda. Crame, esccheme, nuestros pueblos deben de ayudarse mutuamente. Hasurgido un gran hombre entre los gaales, un dirigente al que ellos llaman Kubban oKobban. Ha unido todas sus tribus y creado un ejrcito con ellas. Los gaales ya no robanhannes extraviados a lo largo de su camino, ponen sitio y toman las Ciudades de Inviernoen todos los terrenos de pastos a lo largo de la costa, matan a los primaveranatos,esclavizan a las mujeres, dejan en cada ciudad conquistada guerreros gaales paraconservarla y gobernarla durante todo el Invierno. Cuando llegue la Primavera, los gaales,en vez de regresar otra vez al norte, se quedarn; estas tierras sern suyas, estosbosques y campos de cultivo y pastos de Verano, y ciudades, y todos sus habitantes..., lo

    que quede de ellos...El anciano apart la mirada por un momento y luego dijo gravemente, irritado:T hablas, pero yo no te escucho. Dices que mi pueblo ser derrotado, aniquilado,

    esclavizado. Mi pueblo est formado por hombres y t eres un lejosnato. Gurdate tunegra charla para su propio negro destino!

    Si los hombres estn en peligro, nosotros corremos ms peligro an. Sabescuntos de los nuestros hay ahora en Landin, Mayor? Menos de dos mil.

    Tan pocos? Y qu pasa con las otras ciudades? Vuestro pueblo viva en la costahasta el norte cuando yo era joven.

    Desaparecieron. Los supervivientes se vinieron a vivir con nosotros.Guerra? Enfermedades? Vosotros los lejosnatos no tenis enfermedades.Es difcil sobrevivir en un mundo para el que no fuimos creados dijo Agat con

    austera brevedad. De todos modos nosotros somos pocos, dbiles en nmero. Pedimosser los aliados de Tevar cuando lleguen los gaales, que vendrn dentro de treinta das.

    Antes de eso, si ya estn en Tlokna. Ya van retrasados, porque la nieve empezar acaer cualquier da de estos. Tendrn que darse prisa.

    No se dan prisa. Mayor. Vienen lentamente porque vienen todos juntos, soncincuenta, sesenta, setenta mil!

    De repente, y del modo ms horrible, Wold vio lo que el otro estaba diciendo: vio lahorda interminable desfilando a travs de los pasos de montaa, dirigida por un alto jefede cara plana, vio a los hombres de Tlokna (o eran los de Tevar?) yaciendo muertos

    bajo las murallas derribadas de su ciudad, formndose esquirlas de hielo sobre loscharcos de sangre... Mene su cabeza como para sacudirse estas visiones. Qu era loque se haba apoderado de l? Permaneci sentado en silencio durante un ratomordindose la parte interior de sus labios.

    Bueno, ya te he odo, Alterra.No del todo. Mayor. Esto era rudeza brbara, pero aquel individuo era un forastero,

    y al fin y al cabo un jefe entre los suyos. Wold le permiti que siguiera hablando:Tenemos tiempo para prepararnos. Si los hombres de Askatevar, y los de Allakskat y dePernmek hacen una alianza, y aceptan nuestra ayuda, podremos crear un ejrcito propio.Si los aguardamos con todas nuestras fuerzas, preparados contra los gaales, en lafrontera norte de vuestros tres terrenos de pastos, entonces la Marcha hacia el Sur en vez

    de enfrentarse contra todo ese podero se desviar y descender por los senderos demontaa en direccin al este. Nuestras crnicas dicen que por dos veces en tiemposanteriores ellos tomaron ese camino oriental. Como ya es tarde y han comenzado los

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    fros, ya escasea la caza, los gaales pueden apartarse y alejarse apresuradamente siencuentran hombres dispuestos a luchar. Yo creo que ese Kubban no tiene otra tcticaque la sorpresa y el nmero. Podemos rechazarle.

    Los hombres de Pernmek y de Allakskat estn ahora en sus Ciudades de Invierno,como nosotros. Es que an no conoces las Costumbres de los Hombres? Nosotros nonacemos la guerra en Invierno!

    Vaya a contarles eso a los Gales, Mayor! Rena a su propio consejo, pero crea enmis palabras!El lejosnato se levant, puesto de pie por la intensidad de su splica y advertencia.

    Wold lo sinti por l, como a menudo lo senta por los jvenes, que no haban visto cmola pasin y los planes no conducan a nada una y otra vez, cmo sus vidas y actos sedesperdiciaban entre el deseo y el temor.

    Ya le he odo dijo con impasible benignidad. Los Mayores de mi pueblo tambinoirn lo que usted acaba de decir.

    Entonces, puedo volver maana para enterarme...?Maana, al da siguiente...Treinta das, Mayor! Nos quedan treinta das como mximo!

    Alterra, los gaales vendrn y se marcharn. El Invierno llegar y seguir. De qu leservir a un guerrero victorioso regresar a una casa inacabada cuando la tierra estcubierta de hielo? Cuando estemos preparados para resistir al Invierno nos ocuparemosde los gaales... Y ahora, vuelve a sentarte. Volvi a meter la mano en su bolsa parabuscar un nuevo trocito de gesina y aspirar otra vaharada. Tu padre se llamaba tambinAgat. verdad? Yo lo conoc cuando l era joven. Una de mis hijas ms intiles me dijoque se haba encontrado contigo cuando paseaba por la arena.

    El lejosnato le dirigi una rpida mirada, y contest:S, nos encontramos en la arena antes de que subiera la marea.

    3 - El verdadero nombre del Sol

    Qu era lo que produca las mareas a lo largo de esta costa, la gran pleamar ybajamar diurnas de cuatro metros y medio a quince metros de agua? Ninguno de losMayores de la Ciudad de Tevar poda responder a esa pregunta. Cualquier nio de Landinlo habra sabido contestar: era la luna la que produca las mareas, la atraccin de laLuna...

    Y la Luna y la Tierra se circunvalaban entre s, una rotacin majestuosa que tardabacuatrocientos das en completarse, una fase lunar. Aquella especie de doble planetagiraba alrededor del sol, en una grande y solemne danza rotatoria en medio de la nada.

    Sesenta fases lunares duraba aquella danza, veinticuatro mil das, la vida de una persona,un ao. Y el nombre del centro y sol, el nombre del sol de Eltanin, era Gamma Draconis.Antes de penetrar por debajo de las ramas grises del bosque. Jakob Agat alz la

    mirada hacia el sol que se hunda entre una colina por encima de la cordillera occidental,y en su pensamiento lo llam por su verdadero nombre, cuyo significado era que no setrataba simplemente del Sol, sino de un sol: una estrella entre las estrellas.

    La voz de una nia que jugaba son tras l en las laderas de la colina de Tevar,recordndole las caras de befa que le haban mirado de reojo, los murmullos burlones queocultaban el temor, los gritos a su espalda:

    Ha venido un lejosnato! Venid a mirarlo!Agat, solo bajo los rboles, camin ms deprisa, tratando de alejarse de la humillacin.

    Haba sido humillado entre las tiendas de Tevar, y al sentirse aislado tambin habasufrido. Como haba vivido durante toda su vida en una pequea comunidad de los de supropia especie, de quienes conoca todos los nombres, caras y corazones, era difcil para

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    l encararse con los forasteros. En especial con los forasteros hostiles de especiesdiferentes, y sobre todo si eran numerosos y estaban en su propio terreno. Sinti ahora eltemor y la humillacin con tal fuerza, que por un momento dej de andar.

    Maldita sea si vuelvo a ir all! penso. Que ese viejo loco haga lo que quiera ysiga sentado ahumndose en su tienda apestosa hasta que los gaales lleguen! Ignorante,fantico, pendenciero, cara plida, brbaros de ojos amarillos, hilfos de cabeza de

    alcornoque! Que se vayan todos a la porra!Alterra?La chica le haba seguido, y se haba detenido en el sendero a unos metros de l, su

    mano sobre el tronco estriado de un rbol basuk. Sus ojos amarillos le brillaban por laexcitacin y la burla en la blancura de su cara. Agat sigui sin moverse.

    Alterra? volvio a decir ella con su voz clara y dulce, mirando hacia un lado.Qu quieres?Ella retrocedi un poco.Soy Rolery contest. La chica de la arena...Ya s quin eres. Y sabes quin soy yo? Soy un falsohombre, un lejosnato. Si los

    de tu tribu te ven conmigo me castrarn o te violarn en una ceremonia. No s cules son

    vuestras reglas. Y ahora, vete a casa!Mi gente no me har eso. Y adems hay parentesco entre t y yo repuso ella, con

    testarudez aunque con incertidumbre.l se volvi para irse.La hermana de su madre muri en una de nuestras tiendas...Para vergenza nuestra replic l, y prosigui su camino. Rolery no lo sigui.l se detuvo y mir hacia atrs cuando tom el ramal izquierdo en direccin a la loma.

    Nada se mova en aquel bosque moribundo, exceptuando algn piesraz retrasado que semova entre las hojas secas, arrastrndose con su atroz obstinacin vegetal en direccinsur, dejando la tenue huella de su rastro tras l.

    El orgullo racial le impeda sentir vergenza por tratar as a una chica, y la verdad esque sinti alivio y tuvo confianza de nuevo. Tendra que acostumbrarse a los insultos delos hilfos, y no hacer caso de su fanatismo. Ellos no podan evitarlo; era su propia clasede obstinacin, su modo de ser. El viejo jefe, a pesar de sus pocas luces, se habamostrado corts y paciente. l. Jakob Agat deba de ser igualmente paciente, eigualmente obstinado. Porque la suerte de su pueblo, la vida de los seres humanos eneste mundo, dependa de lo que estas tribus de hilfos hicieran o no hicieran en lossiguientes treinta das. Antes de que la luna creciente apareciera, la historia de una razadurante seiscientas fases lunares, diez aos, veinte generaciones, la larga lucha, el largoesfuerzo tenaz podra llegar a su fin. A menos que l tuviera xito y fuese paciente.

    rboles enormes, secos y sin hojas, con sus ramas podridas, se elevaban tanto en

    grupos como aislados por estas colinas, con sus races marchitas en la tierra. Pronto sedesplomaran bajo los vendavales de viento del norte, para caer bajo la escarcha y lanieve durante miles de das y noches, para pudrirse en los largos deshielos de Primavera,enriqueciendo con su vasta muerte la tierra donde, a gran profundidad, durmientes, sussemillas estaban ahora enterradas. Paciencia, paciencia...

    Con el viento soplando descendi por las brillantes calles de piedra de Landin hasta laPlaza, y pasando junto a los colegiales que hacan sus ejercicios en la arena, penetr enel edificio con prticos y torre que conservaba su antiguo nombre: la Sala de la Liga.

    Como los otros edificios que rodeaban la Plaza, haba sido construido haca cinco aoscuando Landin era la capital de una pequea nacin floreciente y fuerte, la poca delpodero. Todo el primer piso era una espaciosa sala de reuniones. Alrededor de sus

    grises muros haba grandes y delicados dibujos revestidos de oro. En la pared oriental unsol estilizado rodeado por nueve planetas daba frente al dibujo de la pared occidental desiete planetas con elipses muy largas rodeando a su sol. El tercer planeta de cada

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    sistema era doble y engastado con cristal. Sobre la puerta del extremo opuesto, esferascon manecillas frgiles y ornadas sealaban que ste era el da 391 de la cuadragsimoquinta fase lunar del Dcimo Ao Local de la Colonia en Gamma Draconis III. Tambinsealaban que era el segundo da del ao 1405 de la Liga de Todos los Mundos, y queera el doce de agosto en el lejano planeta-patria.

    La mayora de las personas dudaba que siguiera habiendo una Liga de Todos los

    Mundos, y haba pocos paradojicalistas a los que les gustara preguntarse si es que deverdad haba habido alguna vez un planeta-patria. Pero los relojes, tanto en esta GranAsamblea, como en la Sala del Archivo que estaba en el stano, que haban sidomantenidos en funcionamiento durante seiscientos Aos Liga, parecan indicar por suorigen y constancia que haba habido una Liga y que an haba un planeta-patria, la cunade la raza humana, Y ellos seguan sealando pacientemente las horas de un planetaperdido en el abismo de la oscuridad y los aos. Paciencia, paciencia..

    Los otros alterranos lo estaban esperando arriba en la biblioteca o vendran pronto,reunindose en torno al fuego encendido en el suelo y aumentado con maderasacarreadas por el oleaje. Seiko y Alla Pasfal abrieron las espitas de gas y las encendieronmanteniendo la llama baja. Aunque Sagat no haba dicho nada en absoluto, su amigo

    Huru Pilotson, que se haba acercado al fuego y estaba de pie junto a l, le dijo:No te dejes desanimar por ellos, Jakob. Son un hatajo de nmadas estpidos y

    tozudos, nunca aprendern.He transmitido algo?No, claro que no.Huru solt una risita. Era un individuo vivaz, pequeo y tmido, muy devoto de Jakob

    Agat. Que l era homosexual y Agat no, era un hecho bien conocido de ambos, paratodos los que les rodeaban, para todos los habitantes de Landin. Porque en Landin todo elmundo saba todo, y aunque fuera fatigoso y difcil, la comprensin era la nica solucinposible a este problema de sobrecomunicacin.

    T esperabas conseguir mucho cuando saliste de aqu, eso es todo sigui Huru.Tu decepcin lo demuestra. Pero no dejes que te quiten los nimos, Jakob. No son msque hilfos.

    Al ver que los otros estaban escuchando, Agat dijo en voz alta:Expliqu al anciano lo que yo haba planeado; y l me contesto que se lo explicara a

    su Consejo. Lo que no s es hasta qu punto comprendi y cunto crey.Si te escuch ya es algo mas de lo que yo haba esperado dijo Alla Pasfal, que era

    angulosa y frgil, y tena una piel azul negruzca, y un pelo blanco que remataba su rostrodemacrado. Yo he conocido a Wold desde que tengo uso de razn, Y no esperaba de lque acogiera bien al que le hablara de guerras y cambios.

    Pero debera de estar bien dispuesto. Una vez; se cas con una humana manifest

    Dermat.S, mi prima Arilia, la ta de Jacob, la extica en el zoo femenino de Wold. Recuerdocuando la cortejaba dijo Alla Pasfal con tan amargo sarcasmo que Dermat perdi losnimos.

    No tom ninguna decisin de ayudarnos? No le explicaste tu plan de ir hasta lafrontera para hacer frente a los Gales! balbuce Jonkendy Li, de modo apresurado ycon cara desilusionada.

    Era muy joven, y haba sonado con una buena guerra con marchas y trompetas, comolas que haban tenido todos los mayores. Quedarse aqu significaba morirse de hambre oquemado vivo.

    Dmosles tiempo. Ya decidirn respondi Agat gravemente al muchacho.

    Cmo te recibi Wold? le pregunto Seiko Esmit.Ella era la ultima de una gran familia. Slo los hijos del primer dirigente de la Coloniahaban llevado aquel apellido de Esmit. Y con ella el apellido morira. Era de la misma

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    edad de Agat, una mujer hermosa y delicada, nerviosa, rencorosa, reprimida. Cuando losalterranos se reunan, ella tenia siempre la mirada fija en Agat. No importaba quinhablara, ella miraba a Agat.

    Me recibi como un igual.Alla Pasfal asinti con gesto de aprobacin y dijo:El siempre tuvo mas sentido comn que el resto de los varones de su raza.

    Pero Seiko prosigui:Y qu nos dices de los otros? Pudiste cruzar tranquilo por su campamento?Seiko poda siempre escarbar en su humillacin por muy enterrada y olvidada que l la

    tuviera. Su prima dcima, su hermana-compaera de juegos-amante-amiga, percibainmediatamente cualquier debilidad, cualquier dolor que sintiera l, y su simpata ycompasin se cerraban sobre l como una trampa. Estaban demasiado prximos.Demasiado cerca. Huru, la anciana Alla, Seiko y todos ellos. El aislamiento que lo habaenervado hoy le haba dado tambin un atisbo de distancia, de soledad, haba quizdespertado en l un anhelo. Seiko se lo qued mirando, observndolo con sus ojoslmpidos, suaves y oscuros, sensibles a los estados de nimo y las palabras de l. Lachica hilfa, Rolery, nunca le haba mirado a la cara, nunca haba hecho frente a su mirada.

    Siempre apartaba los ojos, sus ojos dorados y extraos.No me detuvieron respondi a Seiko brevemente. Bueno, maana puede que

    ellos decidan algo sobre nuestra sugerencia. O al da siguiente. Cmo ha ido esta tardeel aprovisionamiento del Rimero?

    La conversacin deriv hacia temas generales, aunque tenda siempre a centrarse entorno y a referirse a Jakob Agat. l era ms joven que varios de ellos, y aunque diezalterranos eran elegidos como iguales para ocupar durante diez aos sus cargos en elconsejo, l era de modo claro y reconocido su dirigente, su centro. No es que hubieraninguna razn especial visible para ello, excepto el vigor con que se mova y hablaba, suaire de autoridad, cuyos efectos sobre l eran una cierta tensin y gravedad, resultadosde la pesada carga de responsabilidad que haba llevado durante tanto tiempo, y quecada da era ms excesiva.

    Comet un desliz dijo a Pilotson, mientras que Seiko y las otras mujeres delconsejo preparaban y servan una infusin de hojas de basuk, llamada ti, en las tacitasceremoniales.

    Puse tanto inters en convencer a aquel viejo de que los gaales son realmente unpeligro, que creo que transmit por un momento. No de modo verbal; pero l pareci comosi hubiera visto un fantasma.

    Tienes un sentido de la proyeccin muy poderoso, y te controlas mal cuando estasbajo tensin. Probablemente l vio un fantasma.

    Hemos estado sin contacto con los hilfos tanto tiempo, hemos vivido tanto para

    nosotros mismos, estamos tan aislados que no puedo fiarme de mi control. Primero dirigla palabra a aquella chica all en la playa, luego me proyecte hacia Wold, dirn quesomos brujos si esto sigue, como lo dijeron en los primeros aos... Y hemos de lograr queconfen en nosotros. En tan breve tiempo! Si hubiramos previsto lo peligrosos que sonahora los gaales!

    Bueno coment Pilotson en su estilo prudente, como ya no hay masasentamientos humanos a lo largo de la costa, demos gracias a tu previsin al enviarexploradores al norte, que nos han informado de antemano. A tu salud, Seiko aadi,aceptando la humeante tacita que ella le entreg.

    Agat tom la ltima tacita de la bandeja, y se bebi su contenido de un trago, El tirecin hecho produca una ligera sensacin estimulante. l sinti un vivido calorcillo

    astringente en la garganta y se dio cuenta de la intensa mirada de Seiko, de la gran saladesnuda iluminada, del crepsculo fuera de las ventanas. La taza que tena en susmanos, de porcelana azul, era muy antigua, un trabajo del Quinto Ao. Los libros

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    impresos a mano guardados en cajas situadas bajo las ventanas eran tambin de granantigedad. Todos sus lujos, todo lo que los hacia civilizados, todo lo que les mantenaalterranos era antiguo. En vida de Agat, y mucho antes, no haba habido energa ni ociopara esas afirmaciones sutiles y complejas de la habilidad y el espritu del hombre. Ahorase limitaban a conservar y a perdurar.

    Ao tras ao, al menos durante diez generaciones, su nmero haba ido disminuyendo;

    muy gradualmente, pero cada vez nacan menos nios. Ellos quedaron cercenados y almismo tiempo en desventaja. Los viejos sueos de dominacin fueron olvidadosdefinitivamente. Volvieron (si los Inviernos y las hostiles tribus hilfas no se aprovecharonde su debilidad primero) al viejo centro, la primera colonia, Landin. No ensearon a sushijos nada nuevo, sino los viejos conocimientos y las antiguas maneras. Vivieron cada vezms humildemente, y llegaron a valorar lo sencillo sobre lo complicado, la calma sobre laemulacin, el valor sobre el xito. Se retiraban.

    Agat, mirando fijamente a la tacita que tena en su mano, vio en su clara transparenciala perfecta habilidad de su hechura y la fragilidad de su sustancia, una especie deeptome del espritu de su pueblo. Fuera de las altas ventanas el aire tena el mismo azultranslcido. Pero era fro: un crepsculo azul, inmenso y fri. Agat evoc de nuevo el viejo

    terror de su infancia, el terror que, conforme l se volvi adulto, razon as: este mundo enel que l haba nacido, en el cual su padre y antepasados haban nacido durante veintitrsgeneraciones, no era su patria ni su hogar. Su especie era aqu extraa. Y en su interiorellos se daban cuenta de eso. Ellos eran los lejosnatos. Y poco a poco, con mayestticalentitud, con la obstinacin vegetal del proceso de evolucin, este mundo los estabamatando, rechazaba el injerto.

    Ellos eran quiz demasiado sumisos a este proceso, tenan demasiadas ganas deextinguirse. Pero no tenan ni el conocimiento ni la habilidad para combatir la esterilidad ylos abortos prematuros que reducan sus generaciones. Porque no toda la sabiduraestaba escrita en los Libros de la Liga, y da a da, y ao a ao, siempre se perdanalgunos conocimientos, suplantados por ese poco de informacin mucho ms tilinmediatamente y que concerna a la resistencia aqu y ahora. Y al final, haban llegado ano comprender mucho de lo que los libros les decan. Qu quedaba en verdadera de suherencia? Si alguna vez la nave de que hablaban las viejas esperanzas y relatosdescenda envuelta en fuego de las estrellas, los hombres que bajaran de ella sabranque ellos eran tambin hombres?

    Pero ninguna nave haba venido, ni vendra. Ellos moriran; su presencia aqu, su largoexilio y lucha en este mundo acabara, roto como un pedazo de arcilla.

    Solt la tacita con mucho cuidado sobre la bandeja, y se sec el sudor de su frente.Seiko le estaba mirando. El se apart de ella bruscamente y empez a escuchar aJonkendy, Dermat y Pilotson. Entre aquel dbil alud de presentimientos l haba

    recordado brevemente, ajena al asunto y, sin embargo, pareciendo ser a la vez unaexplicacin y un signo, a la ligera, gil y asustada figura de aquella chica, Rolery, que letenda su mano desde las piedras oscuras asediadas por el mar.

    4 - Los jvenes altos

    El ruido fuerte y sordo de piedra golpeada sobre piedra reson entre los tejados ymurallas inacabadas de la Ciudad de Invierno, y lleg hasta las altas tiendas rojaslevantadas alrededor de ella. Los gritos de ak ak ak ak se oyeron largo tiempo, hasta quede repente un segundo golpeteo se uni a l como contrapunto, kadak ak ak kadak. Le

    sigui otro en una nota ms elevada, con un ritmo rpido, y otro, y otro ms, hasta que seperdi toda medida en el estruendo confuso del ruido constante, una avalancha de

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    choques de piedras contra piedras en el cual el ritmo de cada golpeteo particular quedabasumergido y no era distinguible.

    Conforme aquel fragor de ruidos prosigui incesante y aturdidor, el Hombre Mayor delos Hombres de Askatevar camin lentamente desde su tienda entre las filas de tiendas yfuegos encendidos para cocinar de los cuales se elevaba el humo a travs de la luz tenuedel anochecer de un Otoo tardo. Rgido y grave, el anciano recorri solo el campamento

    de su pueblo y entr por la puerta de la Ciudad de Invierno por un tortuoso sendero entrelos tejados de madera de las casas, que se asemejaban a tiendas, pues no tenanparedes laterales sobre el suelo, y llego a un espacio abierto en medio de aquellos techospuntiagudos. All haba un centenar de hombres sentados, las rodillas contra el mentn,golpeteando piedras contra piedras, machacando, en una percusin que pareca untrance hipntico carente de tono. Wold se sent, completando el circulo. Tom la mspequea de las dos pesadas piedras desgastadas por el agua que haba frente a l, y conuna fuerza satisfactoria la golpe contra la mayor: Klak! Klak! Klak! A derecha eizquierda de l prosigui el estruendo, un rugido rechinante de ruidos al azar en medio delcual poda orse de vez en cuando un fragmento de cierto ritmo. El ritmo desapareca, serepeta, una concatenacin de ruidos casuales. Cuando se repiti, Wold se sum a l, lo

    dej cuando ces de nuevo y lo mantuvo al volver otra vez. Ahora para l dominaba elestruendo. Ahora lo marcaba su vecino de la izquierda, sus dos piedras levantndose ycayendo a la vez; ahora su vecino de la derecha. Ahora lo estaban marcando otros al otrolado del circulo, golpeteando al unsono. Se distingui claro entre el ruido, lo domin, yforz a todo ruido distinto a someterse a su ritmo simple e incesante, el concordante yfuerte latir de los Hombres de Askatevar, golpeteando, golpeteando, golpeteando.

    Esta era toda su msica, toda su danza.Al final un hombre se levanto de un salto y se dirigi hacia el centro del anillo. Llevaba

    el torso desnudo, y tena pintadas rayas negras en sus brazos y piernas; el pelo era unanube negra que enmarcaba su cara. El ritmo se aliger, disminuyo, se extingui. Se hizosilencio.

    El heraldo que vino del norte nos ha trado la noticia de que los gaales siguen elsendero de la costa y vienen en gran nmero. Han llegado a Tlokna. Habis odo esto?.

    Un rumor de asentimiento.Y ahora escuchad al hombre que ha convocado este Golpeteo de Piedras dijo el

    heraldo-hechicero.Wold se levant con dificultad. Se qued de pie en su sitio, su mirada fija hacia

    adelante, macizo. cicatrizado, inmvil, una anciana figura de hombre.Un lejosnato ha venido a mi tienda declar al final con su voz profunda, debilitada

    por los aos Es el jefe de los de Landin, Dijo que los lejosnatos han crecido poco y pidila ayuda de los hombres.

    Surgi un rumor de todos los cabezas de clanes y de familias, que siguieron sentadosinmviles, con las rodillas contra el mentn, en el crculo. Y sobre el crculo, sobre lospuntiagudos tejados de madera que haba encima de ellos, levantndose muy altos haciala luz dorada y fra, un ave blanca gir, anunciadora del Invierno.

    Este lejosnato dijo que la Marcha hacia el Sur no se hace por clanes y tribus, sinoque todos juntos forman una horda; son muchos miles dirigidos por un gran jefe.

    Y cmo lo sabe l? pregunt alguien con voz ronca. El protocolo no era muyestricto en los Golpeteos de Piedras de Tevar, ya que Tevar no haba sido nuncagobernada por sus hechiceros como otras tribus.

    Dijo que los gaales sitian las Ciudades de Invierno y se apoderan de ellas. Asegurque al menos eso le haba ocurrido a Tlokna. El lejosnato dice que los guerreros de Tevar

    deben unirse a los de Landin y con los hombres de Pernmek y Allakskat ir hasta el nortede nuestros terrenos de caza y desviar la Marcha hacia el Sur en direccin al Sendero delas Montaas. Estas cosas dijo, y yo las o. Habis odo?

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    El asentimiento fue desigual y turbulento, y un jefe de clan se puso de pie en seguida.Mayor! De tu boca hemos odo siempre la verdad. Pero, cundo dijo la verdad un

    lejosnato? Cundo han escuchado los hombres a los lejosnatos? Yo no o nada de loque ese lejosnato dijo. Y qu si su ciudad perece en la Marcha hacia el Sur? All noviven hombres. Que perezcan y entonces los hombres podremos apoderarnos de sustierras.

    El orador Walmek, era un hombre alto y oscuro de mucha verborrea. A Wold nunca lehaba sido simptico, y el disgusto influy en su rplica:Ya he odo a Walmek. Y no por primera vez. Son los lejosnatos hombres o no lo

    son? Quin sabe! Puede que bajaran del cielo como dice la leyenda. Puede que no.Nadie baj del cielo este Ao... Se parecen a los hombres, luchan como los hombres. Susmujeres son como las mujeres, eso puedo asegurarlo! Tienen alguna sabidura. Es mejorescucharles.

    Su referencia a las mujeres lejosnatas hizo que todos ellos hicieran muecas mientraspermanecan sentados en su crculo solemne; pero l se arrepinti de haberlo dicho. Eraestpido recordarles sus antiguos lazos con los forasteros. Y era una equivocacin... Ellahaba sido su esposa, al fin, y al cabo...

    Se sent, confundido, dando a entender que no hablara ms.Algunos de los otros hombres, sin embargo, se sintieron lo suficientemente

    impresionados por la noticia trada por el heraldo, y la advertencia de Agat, para discutircon aquellos que no hacan caso o desconfiaban de las noticias. Uno de los hijosprimaveranatos de Wold, el llamado Umaksuman, al que le gustaban las incursiones y lascorreras, habl claramente en favor del plan de Agat de marchar hacia los lmites.

    Es un truco para sacar de aqu a nuestros hombres y alejarlos al norte de losterrenos de pastos, para que los sorprendan las primeras nieves, mientras que loslejosnatos nos roban nuestros rebaos y mujeres y se aprovechan de nuestros graneros.Ellos no son hombres. No hay nada bueno en ellos! despotric Walmek, quien rara vezhaba encontrado un tema tan bueno para hablar pestes.

    Eso es lo que siempre han querido, nuestras mujeres! No me extraa que ellos seancada vez menos y se estn extinguiendo. Todo lo que traen al mundo son monstruos.Quieren nuestras mujeres para tener hijos humanos que puedan considerar suyos estavez quien habl fue un joven cabeza de familia, que estaba muy excitado.

    Aagh! refunfu Wold ante esta mezcolanza de creencias errneas; peropermaneci sentado y dej que Umaksuman replicara a aquel individuo.

    Y qu si el lejosnato dijo la verdad? prosigui Umaksuman. Y qu pasar sitodos los gaales invaden nuestras tierras, y vienen por miles? Estamos listos paracombatir con ellos?

    Pero las murallas an no han sido acabadas, las puertas no han sido levantadas, la

    ltima cosecha an no ha sido almacenada objet un anciano. Esto, ms que ladesconfianza hacia los forasteros, era el meollo de la cuestin. Si los hombrescapacitados marchaban hacia el norte, podran las mujeres, nios y ancianos terminar laobra de construccin de la Ciudad de Invierno antes de que el Invierno se les echaraencima? Posiblemente no. Era correr un riesgo muy grande y slo por lo que haba dichoun lejosnato.

    El propio Wold no haba lomado una decisin, y trataba de atenerse a lo que decidieranlos Mayores. A l le caa simptico el lejosnato Agat, y no crea que quisiera engaarles nique fuera un embustero; pero era imposible asegurarlo. Si a veces ni siquiera se podatener confianza en los propios hombres, que se portaban de modo hostil. No habamanera de saberlo. Puede que fuera verdad que los gaales venan formando un ejrcito.

    Ciertamente el Invierno se acercaba. Con cul enemigo enfrentarse primero?Los Mayores hicieron un movimiento de vaivn sin decidirse a nada; pero la faccin deUmaksuman impuso sus puntos de vista, hasta lograr que se enviaran corredores a los

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    dos territorios vecinos, Allakskat y Pernmek, para sondearlos sobre el proyecto de unadefensa conjunta. sa fue la nica decisin que tomaron; el hechicero solt al huesudohann que haba trado para el caso de que se acordara ir a la guerra, y se debieraproceder al rito de su lapidacin, y los Mayores se dispersaron.

    Wold estaba sentado en su tienda con hombres de su linaje, ante un buen cuenco debhan caliente, cuando afuera se produjo una conmocin. Umaksuman sali a ver que

    pasaba, grit a todo el mundo que se fuese y volvi a entrar en la tienda detrs dellejosnato Agat,Bienvenido, Alterra dijo el anciano, y dirigiendo una mirada furtiva asus dos nietos, aadi: Quiere sentarse con nosotros y comer?

    Le gustaba escandalizar a la gente: siempre lo haba hecho. Por eso en los viejostiempos siempre se haba escapado para irse con los lejosnatos. Y este gesto lo liberabamentalmente de esa vaga vergenza que senta desde que habl ante los otros hombresde la chica lejosnata que ya haca tantos aos fue su esposa.

    Agat tranquilo y grave como antes, acept y comi lo suficiente para demostrar queaceptaba la hospitalidad en serio; espero hasta que todos hubieran terminado de comer yla esposa de Ukwet hubo retirado los restos. Entonces dijo:

    Mayor, te escucho.

    No hay mucho que or replico Wold, que eruct, Hemos enviado mensajeros aPernmek y Allkskat. Pero hay pocos que estn por la guerra. Cada da hace ms fro, y lasegundad est detrs de las murallas, bajo los tejados. En los tiempos antiguos, nosotrosno fuimos grandes caminantes, como lo fuisteis vosotros; pero sabemos como ha sidosiempre la Manera del Hombre, y nos atenemos a ella.

    La Manera de vosotros es buena contest el lejosnato, bastante buena, y quizlos gaales la han aprendido. En pasados Inviernos ustedes fueron ms fuertes que losgaales porque los clanes de ustedes se unieron contra ellos. Ahora tambin los gaaleshan aprendido que la fuerza est en el nmero.

    Si es verdadera la noticia terci Ukwet, que era uno de los nietos de Wold, aunquemayor que el hijo de Wold, Umaksuman.

    Agat se lo quedo mirando en silencio. Ukwet volvi la cara ante aquella oscura miradaque se fijaba en l directamente.

    Si no es cierta, entonces, por qu los gaales se estn dirigiendo tan tarde hacia elsur? pregunt Umaksuman. Qu les detiene? Es que antes esperaban a que lascosechas estuvieran almacenadas?

    Quin sabe? dijo Wold. El Ao pasado vinieron mucho antes de que saliera laEstrella de las Nieves, lo recuerdo. Pero quin recuerda lo que pas hace dos Aos?

    Puede que sigan el Sendero de las Montaas opin el otro nieto, y que noatraviesen para nada las tierras de Askatevar.

    El mensajero dijo que se haban apoderado de Tlokna terci Umaksuman con

    sequedad y Tlokna est al norte de Tevar en el Sendero de la Costa. Por qu no creeren esa noticia, por que esperamos para actuar?Porque los hombres que van a la guerra en Invierno no viven hasta la Primavera

    refunfuo Wold.Pero si vienen...Si vienen, lucharemos.Hubo una pequea pausa. Agat esta vez no mir a ninguno de ellos, y mantuvo baja su

    mirada oscura, como un humano.La gente dice que los lejosnatos tienen poderes extraos observ Ukwet con un

    dejo burln, dndose cuenta de su triunfo. Yo no se nada de eso, pues nac en lasTierras de Verano y nunca vi lejosnatos antes de esta fase lunar, y mucho menos me

    sent a comer con uno. Pero si son brujos y tienen tales poderes, por qu necesitannuestra ayuda contra los gaales?

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    No quiero escucharte! grito Wold, su rostro encendido y sus, ojos acuosos. Ukwetse abofete la cara. Furioso por esta insolencia hacia un husped de su tienda, y por supropia confusin e indecisin que le hacan discutir contra ambas partes, Wold se sentjadeante, mirando con ojos inflamados al joven, que mantena oculta su cara.

    Yo hablo dijo Wold al final, su voz an fuerte y profunda, libre por un instante deltono cascado de la ancianidad. Yo hablo: Escuchad! Irn mensajeros por el Sendero

    de la Costa hasta que encuentren la Marcha hacia el Sur, Y tras ellos, a dos das demarcha, pero no ms all del lmite de nuestro territorio, los seguirn guerreros, todos loshombres nacidos entre Mediados de Primavera y el Barbechado de Verano. Si los gaalesvienen en gran nmero, los guerreros los rechazarn haca el este en direccin a lasmontaas; si no, volvern a Tevar.

    Umaksuman ri estentreamente y declar:Mayor, ningn hombre es capaz de dirigirnos ms que t!Wold refunfu, eruct y se acomod.Pero t conducirs a los guerreros dijo a Umaksuman con hosquedad.Agat, que no haba hablado durante un rato, manifest con su modo tranquilo:Mi pueblo puede enviar trescientos cincuenta hombres, iremos por la antigua

    carretera de la playa, y nos reuniremos con vuestros hombres en el limite de Askatevar.Se levant y alarg su mano. Enfurruado por haber sido arrastrado a este

    compromiso, y an conmovido por sus emociones, Wold no le hizo caso.Umaksuman se levant con gran rapidez, y apoy su mano contra la del lejosnato.

    Estuvieron as por un momento a la luz del fuego como el da y la noche. Agat oscuro ysombro. Umaksuman de piel blanca y ojos claros, radiante.

    La decisin estaba tomada, y Wold saba que poda imponrsela a los otros Mayores.Saba tambin que era la ltima decisin que tomara. l poda enviarlos a la guerra, peroUmaksuman volvera, como jefe de los guerreros, y por lo tanto el dirigente ms fuerte delos Hombres de Askatevar. El acto que acababa de realizar Wold era su propiaabdicacin, Umaksuman sera el jefe joven. El cerrara el crculo del Golpeteo de Piedras,l dirigira a los cazadores en Invierno, las correras en Primavera, los grandesvagabundos de los largos das de Verano. Su Ao estaba justamente empezando...

    Vamos! refunfu Wold a todos. Convoca el Golpeteo de Piedras para maana,Umaksuman. Di al hechicero que ate un hann a una estaca, un hann que sea gordo y quetenga un poco de sangre.

    No quiso hablar a Agat. Todos se marcharon, todos los jvenes altos. El se sent encuclillas sobre sus rgidas corvas junto a su fuego, mirando fijamente a las llamasamarillas como si fueran el corazn de una perdida brillantez, el calor irrecuperable de unVerano.

    5 - Crepsculo en los bosques

    El lejosnato sali de la tienda de Umaksuman y permaneci un minuto hablando con eljoven jefe, los dos mirando hacia el norte, semicerrando los ojos ante el azote del viento.Agat movi su mano extendindola como si hablara de las montaas. Un ramalazo deviento llev una o dos palabras de las que estaba diciendo hasta Rolery, que se hallaba,observndoles, en el sendero que suba hacia la puerta de la ciudad. Cuando ella lo oyhablar, un temblor le sacudi todo el cuerpo, un ligero temor, una flojedad recorri susvenas, hacindole recordar cmo aquella voz haba hablado en su mente, en su carne,cuando l la llam.

    Tras ello, como un eco distorsionado en su memoria, vino la seca voz de mando comouna bofetada, cuando en el sendero del bosque l se volvi hacia ella, dicindole que sefuera, que escapara de l.

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    De repente ella solt las cestas que llevaba. Hoy se estaban mudando de las tiendasrojas de su infancia nmada a la madriguera de tejados picudos, salas subterrneas,tneles y callejuelas de la Ciudad de Invierno, y todas sus primas, hermanas, tas ysobrinas, se apresuraban gritando, suban y bajaban por los senderos, y entraban y salande tiendas y puertas con pieles y cajas, y ramas que desgarraban sus vestidos y seenredaban en su capucha. Dej las cestas junto al sendero, y empez a caminar hacia el

    bosque.Rolery! Rolery! vociferaron chillonas las voces que siempre estaban gritando trasella, acusndola, llamndola.

    Sigui su camino sin volverse. Tan pronto como pudo internarse en el bosque, ech acorrer. Cuando todas las voces dejaron de orse en el silencio de aquel bosque lleno delos susurros y gemidos de los rboles agitados por el viento, y nada le hizo recordar elcampamento de los suyos excepto un dbil y acre olor a humo de lea quemada que traael aire, ella aminor el paso. En algunos tramos, grandes troncos cados obstaculizaban elsendero y haba que pasar por encima o por debajo de ellos. Las rgidas ramas secasdesgarraban su vestido, tirando de su capucha. El bosque no era un lugar seguro coneste viento, y en aquel preciso instante, en algn lugar cercano a la cumbre, oy el crujido

    de un rbol que se desplomaba ante el empuje del viento. Pero no le import. Tenaganas de volver otra vez a aquellas grises arenas y quedarse all quieta, completamentequieta, para ver la espumosa muralla de nueve metros de agua cayendo sobre ella... Ytan de improviso como se haba puesto en marcha, se detuvo, y se qued de pie en elsendero iluminado por el crepsculo.

    El viento sopl, ces de soplar y volvi a rfagas. Un cielo calinoso se contorneo yabati sobre la red de ramas sin hojas. Ya casi reinaba la oscuridad. La rabia y ladeterminacin la haban dejado agotada; ahora senta una especie de temeroso estupor yencorvaba los hombros contra el viento. Algo blanco cruz vertiginosamente ante ella.Solt un grito, pero no se movi. De nuevo aquel movimiento blanco paso ante sus ojos, yluego se detuvo de repente por encima de ella en una rama tronchada: una gran ave oanimal alado, completamente blanco, con labios cortos y ganchudos que se abran ycerraban, y ojos fijos plateados. Agarrndose a la rama con cuatro garras desnudas,aquel bicho se la qued mirando, y ella se irgui, ambos sin moverse. Los ojos plateadosno parpadearon. De pronto unas grandes alas blancas se abrieron, ms anchas que laaltura de un hombre, y se agitaron entre las ramas, rompindolas. Aquel bicho alete ygrit, y luego, aprovechando una rfaga de viento, se ech a volar alejndosepesadamente entre las ramas y las rpidas nubes.

    Es un Ave de las Tormentas fue Agat quien habl, apareciendo en el sendero, aunos pasos tras ella. Se dice que anuncian las ventiscas.

    El gran animal plateado la haba dejado aturdida. Y el pequeo aflujo de lgrimas que

    acompaaba a los de su raza en las sensaciones fuertes la ceg por un momento. Ellahaba querido quedarse para burlarse, para mofarse, pues se haba dado cuenta de quela arrogancia de Agat ocultaba el resentimiento de cuando el pueblo de Tevar lomenosprecio, lo trat como lo que era, un ser de clase inferior. Pero aquel bicho blanco, elAve de las Tormentas, la haba asustado, y ella no pudo contenerse, mirndolo fijamente:

    Te odio, no eres un hombre! Te odio!Entonces dej de llorar, apart la mirada y los dos se quedaron de pie y en silencio

    durante un buen rato.Rolery dijo el con voz tranquila. Mrame.Ella no lo mir. El se adelant y ella retrocedi a gritos:No me toques! con una voz que se pareca al aullido del Ave de las Tormentas,

    con el rostro distorsionado.Contente un poco murmur l. Ten, toma mi mano, tmala!

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    l la agarr mientras ella forcejeaba para separarse, y la retuvo sujetndola por ambasmuecas, Ella se quedo inmvil de nuevo.

    Djame ir dijo ella al final con su voz normal. El la solt en seguida.La chica aspir profundamente.T hablaste, te o hablar dentro de mi. All en la arena. Puedes volver a hacerlo?l la observaba, alerta y tranquilo Y asinti con un movimiento de cabeza.

    S; pero ya te dije que no lo querra hacer de nuevo.An oigo aquello. Siento tu voz ella se llev las manos a sus odos.Lo se... y lo siento. Cuando te llame no saba que eras una hilfa..., una tevarana. Eso

    va contra la ley. Y de todos modos no habra servido de nada.Qu es una hilfa?As es como os llamarnos a vosotros, hilfos.Y cmo os llamis a vosotros mismos?Hombres.Ella se qued mirando a su alrededor, al susurrante bosque crepuscular, las grises

    frondas, las nubes que pasaban veloces. Este mundo grisceo en movimiento era muyextrao; pero ella ya haba dejado de estar asustada. El tacto de la mano de l haba

    cancelado la insistente e impalpable sensacin de su presencia, le haba dado calma, quefue aumentando mientras ellos prosiguieron su conversacin. La chica se dio cuentaahora que haba estado medio fuera de juicio durante el da y la noche pasados.

    Todos los de tu pueblo pueden hacer eso... hablar de esa manera?Algunos pueden. Es una habilidad que se debe aprender. Requiere prctica. Ven

    aqu, sintate un momento, has pasado un mal rato.El siempre era seco hablando, y sin embargo haba ahora en su voz la insinuacin de

    algo muy diferente: como si la urgencia con la que l la llam en la arena se hubieratransmutado en un llamamiento contenido e inconsciente, un intento de establecer unaespecie de contacto. Se sentaron sobre un rbol basuk cado, a un par de metros delsendero. Ella se fij en que l se mova y se sentaba d un modo diferente a los hombresde su raza. El adiestramiento de su cuerpo, la suma de sus gestos, aunque ligeramente,no tena nada de familiar. Ella se fij sobre todo en la piel morena de sus manos, que ltenia entrelazadas entre sus rodillas. Y Agat prosigui:

    Tu pueblo podra aprender el lengua mental si quisiera, pero nunca ha querido. Y lollama brujera, segn creo... Nuestros libros dicen que nosotros lo aprendimos de otraraza, hace mucho tiempo, en un mundo llamado Rokanan. Es una habilidad y tambin undon.

    Puedes leer mi mente cuando quieres?Eso est prohibido.l dijo eso de modo tan categrico que los temores de ella a ese respecto se disiparon.

    Ensame esa habilidad le pidi ella de repente en un arrebato infantil.Necesitara todo el Invierno.T necesitaste todo el Otoo?Y parte del Verano tambin.l hizo una ligera mueca.Qu quiere decir hilfo?Es una palabra de nuestro antiguo lenguaje, significa forma de vida altamente

    inteligente.Dnde hay otro mundo?Bueno, hay muchos de ellos. Lejos de aqu. Ms all del sol y de la luna.Entonces, es verdad que bajasteis del cielo? Para qu? Cmo vinisteis desde

    ms all del sol hasta esta costa?Te lo explicar, si quieres orlo: pero no creas que es un cuento, Rolery. Hay muchascosas que no comprendemos; pero lo que sabemos de nuestra historia es cierto.

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    Escucho susurr ella al modo ritual, impresionada, pero no del todo sumisa.Bueno, hubo muchos mundos entre las estrellas, y muchas clases de hombres que

    vivan en ellos. Construyeron naves que podan surcar la oscuridad entre los mundos, yfueron viajando, comerciando y explorando. Se aliaron en una Liga, como vuestros clanesse alan entre s para aprovechar un territorio. Pero hubo un enemigo de la Liga de Todoslos Mundos. Un enemigo venido de muy lejos. No s de que lejanas. Los libros fueron

    escritos para hombres que saban ms que nosotros...El siempre estaba empleando palabras que sonaban como palabras, pero que nosignificaban nada: Rolery se pregunt qu sera una nave, y que era un libro. Pero el tonograve y ansioso de voz con que l cont su historia caus impresin en ella, y la dejfascinada.

    Durante mucho tiempo, la Liga se prepar para luchar contra aquel enemigo. Losmundos ms fuertes ayudaron a los ms dbiles a armarse, a prepararse. Ms o menoscomo nosotros estamos tratando de hacer aqu para enfrentarnos a los gaales. Y ellenguaje mental fue una de las habilidades que ellos ensearon, y haba armas, los librosdicen fuegos, que podan incendiar planetas enteros y hacer estallar las estrellas... Bueno,durante esa poca mi pueblo vino de su planeta originario hasta este en que nos

    encontramos. No eran muchos. Deseaban trabar amistad con vuestros pueblos y ver siqueran ser un mundo ms de la Liga, y unirse contra el enemigo. Pero el enemigo vino.La nave que trajo a mi pueblo regres al sitio de donde haba venido, para combatir en laguerra, y algunas de las personas se fueron con ella, llevndose el parlante lejano conque aquellos hombres se podan hablar unos a otros de un mundo a otro. Algunos de losindividuos de mi pueblo se quedaron aqu tratando de ayudar a este mundo si el enemigovena, o bien no pudieron regresar. Los documentos de sus archivos dicen slo que lanave se march. Era como una espada blanca de metal, ms grande que una ciudad, quese elevaba sobre una pluma de fuego. Tenemos imgenes de ella. Creo que pensabanvolver pronto... Eso fue hace diez Aos.

    Y cmo termin la guerra contra el enemigo?No lo sabemos. Ignoramos todo lo que ocurri desde el da en que la nave se fue.

    Algunos de nosotros se figuran que debimos de perder la guerra y otros creen que laganamos, pero con mucha dificultad, y los pocos hombres que quedamos aqu fuimosolvidados en los aos de lucha. Quin sabe? Si sobrevivimos, algn da lodescubriremos; si no viene nadie, construiremos una nave e iremos a averiguarlo.

    Dej escapar un suspiro irnico.A Rolery la cabeza la daba vueltas con esos torbellinos de tiempo, espacio e

    incomprensin.Es muy duro vivir as dijo ella al cabo de un rato.Agat se ech a rer, como sobresaltado.

    No, eso es lo que constituye nuestro orgullo. Lo que es duro es mantenerse vivo enun mundo al que t no perteneces. Hace cinco Aos ramos un pueblo muy numeroso.Ahora, mranos.

    Dicen que los lejosnatos nunca estn enfermos. Es verdad eso?Si. A nosotros no se nos contagian vuestras enfermedades, y no trajimos ninguna de

    las nuestras. Pero sangramos cuando nos cortamos, ya sabes... Y nos hacemos viejos,nos morimos..., como los humanos.

    Bueno, claro dijo ella, disgustada.l dej de ser sarcstico.Lo malo es que no tenemos bastantes hijos. Hay muchos abortos o nios que nacen

    muertos. Muy pocos logran sobrevivir.

    Ya he odo decir eso, y he pensado en ello. Es que sois tan extraos. Concebs niosen cualquier poca del Ao, incluso durante la Barbecho de Invierno... Y eso porqu?

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    No podemos evitarlo, somos as l volvi a rerse. mirndola; pero ella estaba muyseria ahora.

    Yo nac fuera de estacin, en la Barbecho de Verano explic ella. Eso ocurreentre nosotros muy raramente; y ya ves cuando el Invierno termine ser demasiado viejapara tener un nio de Primavera. Nunca tendr un hijo. Cualquier de estos das algnanciano me tomar como quinta esposa, pero la Barbecho de Invierno ha empezado y

    cuando llegue la Primavera ser vieja... Es por ello que morir estril. Para una mujer, esmejor no haber nacido fuera de estacin, como nac yo... Y otra cosa, es verdad eso quedicen de que un lejosnato slo toma una esposa?

    l asinti, y ella se encogi de hombros.No me extraa que cada vez seis menos!El hizo una mueca, pero ella insisti:Muchas esposas, muchos hijos. Si t fueras tevarano, ya tendras cinco o seis hijos.

    Tienes alguno?No, soy soltero.Pero, no se ha acostado nunca con una mujer?Bueno, s contest l, y ya ms afirmativamente: Pues claro! Pero cuando

    queremos hijos, nos casamos.Si t fueras uno de los nuestros...Pero no soy uno de los vuestros replic l.Se hizo un silencio. Finalmente, el dijo muy amable:No son las maneras y costumbres lo que hace la diferencia. No sabemos en dnde

    est el mal; pero est en el semen. Algunos doctores creen que se debe a que este sol esdiferente al sol bajo el cual naci nuestra raza. Nos afecta, cambia nuestro semen poco apoco. Y ese cambio mata.

    De nuevo se hizo el silencio entre ellos.Cmo era el otro mundo..., el vuestro?Hay canciones que explican cmo era repuso el, pero cuando ella le pregunto con

    timidez qu era una cancin, l no contest; al cabo de un rato dijo: En nuestro lugar deorigen el mundo estaba ms cercano a su sol, y el ao no tenia siquiera la duracin deuna fase lunar de aqu. Eso dicen los libros. Fjate, todo el Invierno duraba noventa das...

    Esto hizo rer a los dos.No tendran tiempo de encender un fuego! se burl Rolery.La oscuridad sustitua poco a poco a la penumbra del bosque. El sendero corra

    indistinto frente a ellos, una dbil abertura entre rboles que conduca por la izquierda a laciudad de ella, y por la derecha a la de l. Pero aqu solo haba viento, penumbra ysoledad. La noche se acercaba rpidamente. Noche, Invierno y guerra, tiempo de morir.

    Yo tengo miedo al Invierno dijo ella en voz baja.

    Todos se lo tenemos contesto l. Cmo ser?... Solo hemos conocido la luz delsol.Ella no haba conocido nunca a nadie, entre los suyos, que hubiera roto su temeraria y

    descuidada soledad mental; como no tena compaeros de su edad, y tambin por propiaeleccin, siempre haba estado sola, yendo a lo suyo, y preocupndose muy poco de lasdems personas. Pero ahora, cuando el mundo se volva grisceo, y nada prometa algomas all de la muerte, ahora que senta temor por primera vez, haba conocido a l, lafigura morena junto a la torrerroca que se levantaba sobre el mar, y haba odo una vozque habl en su sangre.

    Por qu nunca me miras? le pregunto l.Te mirar contesto ella, si t quieres que lo haga.

    Pero no lo hizo, aunque sabia que l la estaba mirando con aquellos e